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Es importante señalar que, a diferencia de lo planteado en el DSM-V, los resultados

contemplan la aparición de trastornos de la conducta alimentaria. De igual forma, en el área


interventiva, si bien la evidencia indica que a través de los años las medidas que han traído
mejores resultados han sido las técnicas de exposición, psicoterapia cognitivo conductual e
intervención farmacológica; las terapias asistidas por componentes tecnológicos como la
realidad virtual (VR), han demostrado tener efectos beneficiosos e incluso ser más tolerables
que las técnicas de exposición en vivo (Thng et al., 2020); no obstante, se han encontrado
limitaciones en el aspecto metodológico (Bueno et al., 2020).

Con relación a este último, encontramos sugerente el uso de la realidad virtual en pacientes
con fobia específica, ya que, consideramos que podría ayudar a realizar variaciones en
técnicas como la desensibilización sistemática, tanto en su modalidad imaginativa como en
vivo, así como también, en la exposición con prevención de respuesta. Ello coincide con lo
descrito por Thng et al., (2020), quienes a su vez mencionan como enfoque de exposición la
técnica de reprocesamiento por movimientos oculares (EMDR).

Por otro lado, la actual pandemia por el nuevo virus, COVID-19, ha causado un fuerte impacto
en la salud mental de las personas a nivel mundial, incrementado las dificultades psicológicas
que van desde síntomas leves y moderados hasta la formación de trastornos mentales, tales
como: ansiedad, depresión, trastornos del sueño, trastorno por estrés postraumático (TEPT),
entre otros.

Asimismo, es propicio indicar que la presente pandemia ha procedido como variable


predictora para la aparición y exacerbación de miedos y fobias específicas (Mertens et al.,
2020 citado en Damiano et al., 2021). De este modo, se precisa que las personas que
previamente padecían de tales afecciones manifestaron mayor vulnerabilidad al enfrentarse
a estímulos inesperados propios de la aparición del virus (Wiederhold, 2021). Por tal razón,
sustentamos nuestra postura respaldándonos en los resultados de un estudio realizado en
China al inicio de la coyuntura, en el cual fue notorio el incremento de trastornos psicológicos;
en este, tanto las fobias específicas como los trastornos asociados a la ansiedad,
representaron un número clínicamente significativo (Lozano, 2020).

Complementando lo mencionado, si bien el trastorno de ansiedad más frecuente durante la


pandemia es la ansiedad generalizada, existen altos índices de trastornos de pánico,
ansiedad mixta, por separación en la infancia y fobias específicas; además, es preciso señalar
que entre las principales fobias destacan la germofobia y tanatofobia, así como también la
fobia a la sangre, inyecciones y lesiones (Gilla et al., 2021).
Dicho esto, resaltamos la importancia de realizar mayores investigaciones, puesto que, al ser
los trastornos de ansiedad las patologías con mayor prevalencia a nivel mundial, requieren
una especial atención, con mayor énfasis, en tiempos de pandemia. Por tanto, basándonos
en los estudios mencionados, consolidamos la afirmación de la segunda hipótesis
establecida. No obstante, posterior a la revisión de cifras porcentuales que proporcionan
diversos estudios, diferimos al respaldar que son los trastornos de ánimo los que se han
proliferado durante estos dos últimos años; dado que, si bien los casos de ansiedad y
depresión han incrementado, se ha subestimado a la fobia específica; de manera que no se
ha considerado que la nueva era virtual no solo ha aumentado el temor intenso a nuevas
situaciones u objetos específicos, sino que también, ha reforzado la conducta de evitación,
aspecto que, a quienes ya padecían de la patología, ha afectado significativamente.

Finalmente, con base al proceso de vacunación a fin de inmunizar a parte significativa de la


población, Brown y Gopal (2021) señalan que, un estudio realizado por la Universidad de
Oxford a más de 10.000 adultos, detalló que quienes padecen de fobia específica de tipo
sangre-inyección-daño representan aproximadamente el 10% de individuos que evidencian
indecisión para someterse a la administración de la vacuna. Dicho resultado, confirma el
planteamiento de la primera hipótesis expuesta en la presente investigación, avalando así,
los argumentos que exponemos para el sustento de la misma. Estos se basan en postular
que, como resultado de la vulnerabilidad genética, se hacen evidentes variables que según
Cairos (2019) cumplen un rol significativo en el desarrollo de una fobia específica, dado que,
contribuyen al incremento de sensibilidad ante estímulos que se asocien a peligro, los cuales
en la coyuntura actual, estarían representados por las vacunas y los factores que estas
implican (sangre, hincón, entre otros).

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