Ser un buen observador significa ser capaz de percibir a detalle. No se trata de
gozar de una buena vista, más bien se hace referencia a la capacidad de ver más allá de lo evidente, de indagar y descubrir la verdadera naturaleza de lo que acontece en un contexto determinado. El observador debe reunir una serie de requisitos que permitan evitar o disminuir los inconvenientes que presente el propio proceso de observación:
Orientación y conocimiento de lo que quiere ver: Ejemplo:
Si deseo observar realizar un estudio sobre niños con síndrome de tourette, debo conocer el contexto y la condición de los niños.
Objetividad: Es ser concreto: Ejemplo:
El limón es un cítrico.
Madurez mental, discreción e imaginación controlada: Ejemplo:
Los resultados de un diagnóstico, no se debe dar a terceros ya que es privado.
Estar libre de toda fatiga. Actitud alerta y activa: Ejemplo:
En una sesión usar estrategias psicológicas, respiración profunda, terapia cognitivo conductual.
Habilidad para pasar desapercibido sin llamar la atención: Ejemplo:
Cuando vas a calificar a un docente, uno se pasa como estudiante, para pasa desapercibido.
Capacidad para escuchar y oír, ver y percibir: Ejemplo:
Al momento de hacer una entrevista a un paciente que va a consulta en psicología.
Capacidad para hacer cálculos razonables y exactos sin ayuda de
instrumentos de medida: Ejemplo: Cuando queremos dividir el tiempo total de registro de conductas (frecuencia y duración) en intervalos más pequeños lo calculo mentalmente.
Habilidad para considerar las interrelaciones de los marcos observacionales
con el contexto social, cultural, etc.: Ejemplo: Si se aplica un cuestionario se debe de adaptar a la zona o contexto al que se va a aplicar