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E-ISSN: 1576-3420
editor@seeci.net
Sociedad Española de Estudios de la
Comunicación Iberoamericana
España
INVESTIGACIÓN/RESEARCH
Gloria Campos García de Quevedo1: Universidad Camilo José Cela. Madrid. España
gloriacampos@protocolo.eu
RESUMEN
1
Autor correspondiente:
Gloria Campos García de Quevedo: Facultad de Comunicación de la Universidad Camilo José Cela.
Madrid. España.
Correo: gloriacampos@protocolo.eu
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Revista de Comunicación de la SEECI. (Noviembre, 2013). Año XV (32), 73-105
Campos & Fuente
INTRODUCCIÓN
Interés científico.
Concepto de protocolo.
Según Campos (2008) “el protocolo actual hay que entenderlo desde un prisma más
actualizado en el que reglas y normas conviven con nuevas disciplinas y con técnicas
de organización enriquecidas con una visión más multidisciplinar” (p.24). Para Fuente
(2007):
Aparece en los tiempos que corren el ya denominado protocolo integral o
transversal, que precisa contemplar además de las técnicas tradicionales y las
normativas, otras áreas de conocimiento como la comunicación, las relaciones
públicas, el marketing, la publicidad, la creatividad, las nuevas tecnologías, las
aplicaciones multimedia, la escenografía y el arte en general, el diseño, el
interiorismo, la imagen, la economía y la comercialización, la gastronomía, la
realización, la producción en general, habilidades directivas y así podríamos
seguir con una larga lista de cuestiones que afectan a la gestión de los eventos
(pp. 17-18).
Este mismo autor realiza esta reflexión cuando nos explica que las instituciones
públicas y entidades privadas demandan “un perfil del organizador acorde con los
tiempos” y, por ello, “exigen esta transversalidad porque los promotores de actos
quieren rentabilizar al cien por cien sus inversiones en los mismos y llegar a sus
públicos con claridad, convirtiendo sus eventos en momentos promocionales y de
proyección de imagen” (Fuente, 207, pp. 17-18).
La gestión integral de un acto, según Fuente (2007), “ha hecho que el tradicional
triángulo de la organización se nos antoje ya algo del pasado”(p.17). La producción, la
creatividad y las tecnologías son elementos que se han sumado a la visión primigenia
de la organización de actos que antes se sostenía sobre el protocolo, la seguridad y la
comunicación. Por otra parte, y según Campos y Herrera (2010), “la Responsabilidad
Social Corporativa (RSC) de las empresas encuentra en el protocolo moderno una
herramienta para visualizar su actividad en la sociedad en la que se desenvuelve”
(p.8). Pero las acciones de comunicación no se desarrollan solo hacia fuera para
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afianzar su reputación y conseguir captar el interés de los medios, sino también hacia
el interior en un intento de afianzar la filosofía de la organización. El protocolo se
convierte así en un elemento indispensable para la comunicación externa e interna.
Como indica Martí (2008):
Si las instituciones o las grandes corporaciones desean mantener el protocolo
más como imagen de la organización que como espacio de comunicación y
participación con sus públicos pueden perder información para hacer más eficaz
el acto de protocolo y conocer las vías de su mejora y desarrollo. (p. 19).
La evolución del concepto ha sido vertiginosa en los últimos años. Otero (1999) llega
incluso a establecer en las conclusiones de su tesis doctoral diferentes escuelas según
el tipo de definición. Así, habla de:
La escuela tradicional diplomática (poniendo como referentes a Seres, Bandolín,
Urbina, Tristán), el derecho (Francisco López-Nieto, Camilo López), la historia
(Joaquín Martínez-Correcher, Felio A. Vilarrubias, Mauricio Domínguez
Domínguez-Adame), la antropología (Miguel Ángel Radic) y la comunicación
(José Pumar, José Pablo Arévalo García-Galán, Jorge Blanco Villalta, Noguero,
Carlos Fuente, Juan José Laforet o Francisco Marín Calahorro). (Otero, 199 en
Campos y Herrero, 2011, p. 8).
Fuente (2007) insiste en la idea de que la gestión integral de un acto, que conlleva
ocuparse de otros factores adicionales de la organización, tales como la producción, la
creatividad o el equilibrio presupuestario (por no señalar otros aspectos relacionados
con otras disciplinas próximas como el marketing comercial, político o institucional)
“ha hecho que el tradicional triángulo de la organización se nos antoje ya algo del
pasado” (p. 28). El triángulo inicial que postulaba este autor a finales de los año 1990
da paso a una nueva teoría del protocolo, la teoría de la diana, en cuyos círculos
concéntricos se sitúan la creatividad, la comunicación, el protocolo, la producción y la
seguridad, y que lo más importante es:
Tener una buena idea del acto considerando los objetivos y la comunicación (a
quién se quiere transmitir), programarlo correctamente (el protocolo), darle la
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forma adecuada (la producción), salvar las barreras y establecer las garantías
de protección integral de las personas (la seguridad) y gestionar
adecuadamente el dinero (el presupuesto) (Fuente, 2007, p. 23).
Del análisis realizado sobre estas definiciones y del contexto del que se desarrollan se
ha llegado a la conclusión de cierta falta de disenso sobre cuál es la función real del
protocolo en el ámbito de las instituciones y de la empresa, si es un concepto más
relacionado con el ceremonial y las reglas que lo regulan o, como opinan los autores
que defienden la óptica comunicacional, las técnicas que se utilizan para la
organización de eventos, y una disciplina de suma importancia en las relaciones
institucionales; o por el contrario, como opina Otero (2011), que analiza el término
desde la perspectiva de las relaciones públicas, “no podemos seguir usando protocolo
como sinónimo de organización de actos o eventos, puesto que el uno es una técnica
de gestión de públicos y el otro una estrategia de relaciones públicas corporativas”
(p.25). Marín (2004a, 2004b), que junto a Fuente (2007, 2008, 2009, 2010, 2011,
2013) es claro referente de la perspectiva comunicacional del protocolo, considera que
este "se ha integrado dentro del marco actual de la comunicación global como un
instrumento más de los que se utilizan para la proyección de la imagen pública de las
instituciones y organizaciones” (p.9).
Se puede llegar a la deducción, por los textos de los autores citados, de que existe
cierta pugna por situar el protocolo bajo el paraguas de una disciplina consolidada
dentro de las Ciencias de la Comunicación, principalmente las Relaciones Públicas o
como disciplina propia. La llegada a la universidad española de los estudios de grado y
postgrado en protocolo y organización de eventos, no ha apaciguado el encendido
debate entre los autores y evidencia la necesidad de crear un corpus teórico que sitúe
el contexto académico en el que debe desenvolverse la organización de actos o de
eventos y su consecuente perfil profesional.
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Este panorama nos lleva a una de las partes centrales de este trabajo de
investigación: ¿qué son los eventos? ¿Y los eventos empresariales? ¿Qué papel ocupan
en las organizaciones empresariales?
Concepto de Evento.
Otero (2011) se refiere de forma indistinta a estos términos para expresar lo mismo.
De hecho, en sus publicaciones es frecuente que alterne las palabras acto o evento
para referirse al acontecimiento. Marín (2004), desde la misma óptica de protocolo,
relaciona el acto con un acontecimiento público y también los considera sinónimos en
sí mismos. Indica que acto público "es aquel acontecimiento o evento que una
organización celebra para informar de cualquier tema a sus diversos públicos” (p. 20).
Y al definir evento, remite al término acto público (p. 86).
En el primer caso se refiere a una actividad que va a suceder o sucede con seguridad,
lo que elimina la eventualidad (segunda acepción), aunque ninguna de estas
definiciones especifica o aclara a qué tipo de actividad o acontecimiento nos referimos.
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Autores como Baus y Lesly, 1981; Campos, 2009; Dayan y Katz, 1995; Fuente, 2007;
Fuente, J. L., y Pérez Herrero, 2010; Lloyd, 1993; Marín, 1997; Noguero I Grau, 1988;
Piñuel, 1997; Otero, 2000, 2004, 2005, 2009; 2011 y Stella, 1997, han definido el
concepto de evento desde distintas perspectivas de la comunicación, el marketing, las
relaciones públicas, el ceremonial y el protocolo. Para Bowdin, “el campo de aplicación
de los eventos es actualmente tan amplio que hace prácticamente imposible encontrar
una definición que incluya todas las variedades y formas de los eventos”. (Bowdin en
Berridge, 2007, p. 5). Esto afianza la idea de la interdisciplinaridad en la que se mueve
la organización de eventos.
(2010), existe una tendencia actual a “denominar a los eventos con nombres únicos
que distingan a ese evento, le confieran un carácter de singularidad o autenticidad y,
por consiguiente, el ciudadano lo identifique claramente entre el resto de los eventos”
(p. 14).
Ortega (2010) considera que “los organizadores de eventos utilizan la palabra evento
para referirse a un acontecimiento programado que bien puede ser de índole cultural,
de ocio o naturaleza profesional, sin discriminar necesariamente cuál es el grado de
importancia” (p.14). Un evento puede ser desde una ceremonia de inauguración de
unas olimpiadas a una pequeña exposición, inauguración o colocación de una primera
piedra. Para Ortega (2010), existe una tendencia actual a “denominar a los eventos
con nombres únicos que le distingan, que le confieran un carácter de singularidad o
autenticidad y, por consiguiente, el ciudadano lo identifique claramente entre el resto
de los eventos” (p. 14).
Baus y Lesly (1981, pp. 76-77) dan un paso más y aplican el paradigma de Lasswell
(1948) a dichos acontecimientos especiales:
Carrera (1978) y Otero (2000) aplican a las relaciones públicas los elementos del
modelo incorporando otros aspectos que lo enriquecen y actualizan. Golblatt (2005),
que junto con Getz (1990) es autor de referencia dentro de la organización de
eventos, reflexiona sobre la necesidad de delimitar el contexto de propio concepto y
sobre si se debe partir de eventos especiales o de organización de eventos,
decidiéndose por esta última opción, lo que se aparta de alguna forma del concepto
que se intenta definir: el evento en sí mismo. Piñuel (1997) añade una reflexión de
sumo interés para este trabajo: la visibilidad que aporta la puesta en escena de dichos
acontecimientos y la interrelación entre los actores que ejecutan el acto
(acontecimiento), quienes lo planifican y lo diseñan con el público al que se dirige,
concediendo a la puesta en escena un gran valor estratégico para la consecución de
los objetivos de comunicación.
A partir de todas las fuentes consultadas se plantea que el evento, por principio, es un
acto en directo, efímero (irrepetible), relaciona en el mismo espacio al emisor y al
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Los stakeholders pueden ser cualquier persona, empresa o grupo que tenga
relación con el evento. Se consideran incluidos dentro del concepto
stakeholders a organizadores, participantes, invitados, espectadores,
trabajadores, proveedores de productos y servicios, empresas-clientes, clientes
individuales, sponsors y medios de comunicación (p. 22).
Las fuentes académicas sobre la organización de eventos son todavía muy escasas en
España. La implantación de estudios oficiales de Grado y Postgrado en las
universidades españolas que contemplan esta disciplina auguran un mejor futuro al
respecto, ya que propiciarán sin duda la profundización en los trabajos que hay
publicados y la apertura de nuevas líneas de investigación.
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Aunque las referencias son amplias, la realidad es que existen muy pocos trabajos
sobre eventos que contextualicen y definan el marco conceptual de los eventos de
empresa, Torrents, (2005) aborda de forma generalista la evolución de los eventos de
empresa en nuestro país y su capacidad de comunicación en vivo de los eventos.
Herrero (2011) y Campos (2010) realizan estudios sobre la capacidad de comunicación
de los eventos. Bassat (2008) aborda el tema desde la perspectiva de la comunicación
de marca. Galmés, (2011), en su tesis doctoral, aporta por primera vez desde la
perspectiva científica un estudio sobre la evolución del sector de eventos en España y
la clasificación de los eventos de comunicación de marketing (ECM). Ortega e
Izaguirre, (eds.) (2010.), a través de una obra donde participan distintos autores,
realizan una definición de eventos, situación y tendencias del sector y características
de eventos especializados. Junto a estos autores se han hallado distintos artículos
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Para Otero, los eventos corporativos, en alusión a los eventos empresariales, son:
Los organizados por todo tipo de organizaciones que no pertenecen al ámbito
de los organismos oficiales. Pueden ser empresas, y generalmente los son, pero
no podemos excluir a fundaciones, asociaciones ciudadanas, colegios
profesionales, partidos políticos, clubes deportivos, iglesias, colegios y
universidades privadas, sindicatos, confederaciones empresariales e infinidad de
colectivos más (Otero, 2011, p. 61).
La misma autora indica que dichos eventos son “actos públicos no oficiales” (p.62) a
los que considera genuinos eventos corporativos por ser “acontecimientos especiales
organizados por empresas y demás organizaciones citadas” (p.62).
Torrents (2005), al considerar que los eventos de empresa son aquellos “actos en vivo
organizados en función de los intereses comerciales o empresariales de una compañía
o de una marca con el fin de trasladar un mensaje determinado a un público concreto
para provocar una respuesta o generar una actitud” (p. 53), y añade:
Son actos en directo (en vivo), efímeros (irrepetibles, singulares), presenciales
(emisor y receptor están físicamente en el mismo espacio), colectivos (dirigidos
a un grupo de personas), diseñados a medida y que cuentan con una carga de
motivación que pretende una respuesta determinada del público al que se
dirigen. (Torrens, 2005, p. 34).
Para este autor, los eventos persiguen persuadir a un grupo humano y provocar una
respuesta en la audiencia. Desde este punto de vista, los objetivos que persiguen son
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Clasificación y tipología.
Tal como señala Galmés (en Ortega e Izaguirre (eds.), 2010), la lista sirve
principalmente para clarificar:
Los campos de actividad en los que los eventos pueden estar presentes, y para
entender mejor qué es un evento. Pero, hay que tener en cuenta que no es una
clasificación en la que cada tipo de eventos excluya al otro, ya que en muchos
casos, un evento concreto podría estar incluido en uno u otro apartado, o en
dos a la vez. Entendemos que el objetivo de esta clasificación del Proyecto
EMBOK no es excluir y delimitar, sino incluir y enumerar todos los posibles
eventos (p.31).
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Mottard (en Ortega e Izaguirre (eds.), 2010) los clasifica en el mismo sentido,
insistiendo en que son los eventos habituales que pueden encontrase en las empresas
y que según el autor son: convención, viaje de incentivo, fiestas en la empresa,
asistencia a ferias, participación en congresos, reuniones internas, ruedas de prensa,
lanzamientos de producto y juntas de accionistas; e incorpora algo novedoso: los
formatos que pueden darse en el contenido de dichos eventos, en función de sus
objetivos, indicando que en respuesta a las nuevas prioridades de comunicación de las
empresa, “nuevos formatos de eventos han salido en los últimos años aportando un
nuevo abanico de opciones creativas de marcas” (Mottard, en e Izaguirre (eds.), 2010,
p. 71), como pueden ser: la feria privada, el street marketing, tiendas efímeras, el
evento cultural propio y la formación a clientes.
En todos los casos son eventos que se vertebran sobre un eje comunicacional: qué se
quiere conseguir y qué se quiere comunicar, y siempre están orientados hacia logros y
resultados. Están programados con bastante antelación y contemplados normalmente
en los presupuestos anuales de la empresa. Pueden diferenciarse en dos grandes
bloques:
A su vez es necesario distinguir entre los contenidos sobre los que se construye un
evento y el formato que se le da, es decir, la denominación del
evento/acontecimiento, con independencia de los objetivos del mismo, pues en un
mismo tipo de evento pueden combinarse distintos objetivos (formación, motivación,
premiar, promocionar, etc.).
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contemplar diferentes actividades. La clasificación que se propone por tanto, se realiza
atendiendo a los objetivos de los eventos, y dentro de ella se señalan los formatos de
los mismos, es la siguiente:
- Eventos celebración: aniversario, conmemoración, fiesta, y eventos con formatos
que respondan a objetivos de celebración.
- Eventos formación: conferencia, convenciones, reuniones y congresos, y aquellos
otros cuyo objetivo principal es la formación, en el que pueden combinarse
distintas actividades o formatos formativos o educacionales.
- Eventos motivación: convención y/o reuniones, donde se combinan a su vez otros
objetivos como motivación, incentivos, presentación de productor, etc., y
contemplan distintas actividades.
- Eventos de reconocimiento: entrega premio/s y/o reconocimiento/s.
- Eventos institucionales: inauguraciones, jornada puertas abierta, visitas
instalaciones, eventos públicos.
- Eventos societarios: junta de accionistas, consejo administración, otros.
- Eventos comerciales y de lanzamiento/presentación de producto. Dentro de esta
categoría pueden encuadrarse también las ferias bien las organizadas por la
empresa, o bien la asistencia a las mismas.
- Eventos promocionales: persiguen la notoriedad de la marca y la fidelización.
Podemos distinguir entre ellos: posicionamiento de marca; itinerantes: Road Show;
Street Marketing; Samplings; Otros.
- Eventos protocolarios: marcados por la asistencia de personalidades del ámbito
político, tanto de las instituciones del Estado, como del ámbito internacional. Estos
eventos tienen como objetivo añadido el refrendo institucional que aportan las
personalidades que asisten.
- Eventos de incentivo: viaje de incentivo o eventos basados en un formato que
incentive a los participantes en el mismo.
- Eventos responsables/solidarios, en los que la política de responsabilidad
corporativa de la empresa cobra gran peso e importancia en el diseño del mismo.
Son eventos pensados para una mayor notoriedad de la empresa, marca y para
trasladar el compromiso de la misma con la sociedad.
- Eventos Sostenibles/Green Events: eventos con claro objetivo de respeto y cuidado
al medio ambiente, pueden adoptar cualquiera de los formatos que se incluyen en
esta lista.
- Eventos culturales. Dentro de este apartado, se encuadrarían aquellos eventos de
la industria del ocio y de la cultura. En los premios Eubean, prefieren distinguir el
evento cultural, del evento musical.
- Eventos deportivos. Aquellos que se organizan para realizar una o varias
actividades deportivas, o los que se relacionan con la competición o actividad
deportiva, como puede ser la ceremonia de inauguración o clausura de unos
juegos olímpicos.
- Eventos de patrocinio. Son aquellos que financian en su totalidad o en parte las
empresas o las marcas concretas, aunque pueden adoptar distintos formatos, por
ejemplo un festival de música patrocinado por una marca de cervezas.
- Otros eventos y formatos.
Cada uno de estos eventos combina distintos formatos que normalmente vienen
determinados por las actividades que se organicen y que suelen ser:
- Actividades de teambuilding.
- Catering en sus distintos formatos.
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- Actividades networking.
- Actividades de formación.
- Otras actividades
CONCLUSIONES
Por otra parte hemos concluido que el objetivo del evento es el que marca su tipología
y el formato es el medio para conseguirlo, así como que el contenido de la mayor
parte de los eventos combinan distintos objetivos: motivación, formación,
responsabilidad social corporativa, etc.; contenidos: culturales, celebración, musicales,
deportivos, sociales, infantiles, etc.; y formatos: convenciones, congresos,
presentación productos, fiestas y celebraciones, eventos itinerantes, viajes incentivos,
street marketing, ferias, etc.
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