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El duelo por la

muerte de un hijo (y
una guía en PDF)
La muerte de un hijo es sin lugar a dudas la pérdida que se siente como más

dolorosa y lacerante. Un dolor a veces no bien entendido por todos,

probablemente porque va más allá de lo imaginable.

Es por esto que para tratar un asunto tan delicado y profundo hemos preferido

utilizar las palabras de alguien que está pasando por este trance. Se trata

de Angela Miller, quien desde su sensibilidad como madre y escritora ha sabido a

nuestro entender reflejar con claridad la intensidad de ese dolor en algunos de sus

textos.

Lo que la muerte de un hijo enseña

En diversos medios, Angela Miller ha escrito con franqueza acerca de lo que

supone la pérdida de un hijo, del dolor sin bálsamos ni excusas y de la dura

realidad que ofrece la vida después de la pérdida. Pero nos ha parecido

particularmente revelador su artículo «Siete cosas que he aprendido de la pérdida

de mi hijo«, cuyas claves resumimos a continuación:

El amor nunca muere

Así como los padres de los niños que aún viven aman incondicionalmente a sus

hijos siempre y para siempre, también y del mismo modo lo hacen los padres en
duelo. Por este motivo se hace necesario decir y escuchar su nombre, lo mismo

que el resto de los padres que no lloran por la pérdida.

Los padres en duelo comparten un vínculo indescriptible

Sin importar las circunstancias, quiénes son, o de dónde proceden, no hay mayor

vínculo que la conexión entre padres y madres que sufren la agonía de

soportar la muerte de un hijo.

Es un dolor que se sufre durante toda la vida, y por desgracia, sólo aquellos que

han recorrido el camino de una pérdida semejante llegan a comprender la

profundidad y amplitud, tanto del dolor como del amor que llevan dentro.

Es un duelo para toda la vida

Está bien claro. No existe un modo de superar el dolor por la muerte de un

hijo. El dolor dura para siempre, porque el amor es para siempre.

La pérdida de un hijo no es un evento finito, es por el contrario una pérdida

continua que se despliega minuto a minuto a lo largo de toda la vida, y que

es recordada por cada evento, por cada circunstancia vital, por cada hito de

crecimiento que ya no será y que pudo haber sido.

Entras a un club lleno de almas brillantes

Habría sido mejor no entrar a este club, desde luego, pero una vez dentro es de

justicia valorar que está lleno de grandes personas, y compartir esa luz y esa

fuerza que reconforta.

Es admirable verles cada día transformando su dolor en una fuerza

incomparable, convirtiendo su tragedia en un legado de amor


incondicional. Un club repleto de madres y padres generosos y guerreros que

redefinen la palabra valiente.

El vacío nunca es menos vacío

La pérdida de un hijo deja un vacío que jamás podrá llenarse. Es y será siempre

un espacio que falta en nuestras vidas, en nuestras familias y en nuestros

corazones.

Ni siquiera el tiempo que todo lo cura hará que el vacío sea menos vacío.

Tampoco las palabras de aliento o los consejos bien intencionados de familiares y

amigos impedirán que ese espacio vacío permanezca para siempre.

De la tristeza más profunda a la más completa felicidad

Precisamente por haber entendido y soportado la tristeza más profunda y

desgarradora es posible acercarse a la felicidad más completa. Angela Miller lo

expresa de un modo contundente:

«Aunque voy a llorar la muerte de mi hijo para siempre, esto no significa que mi

vida carece de alegría y felicidad. Muy al contrario. De hecho, y a pesar de que me

tomó un tiempo llegar a este punto, mi vida es mucho más rica ahora. Yo vivo

cada experiencia desde un lugar más profundo».

Para ti, que has perdido un hijo

Si has vivido la experiencia de una pérdida tan dolorosa como la muerte de tu

propio hijo, o si estás cerca de personas que están pasando por esta situación

extrema, puede serte de utilidad el documento que presentamos a continuación

para su descarga.
Se trata de una una guía editada por la AECC (Asociación Española contra el

Cáncer), que de forma sensible y rigurosa pretende ser de ayuda para canalizar

la experiencia y aprender a convivir con el dolor. Ofrece un buen número de

sugerencias para que analices y comprendas tu sufrimiento a modo de

acompañante silencioso por el proceso de duelo.

Tanatofobia: El miedo a morir ¿causa o efecto?


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Amor y crisis: La pulsión de muerte en Leaving Las Vegas
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Con interesantes reflexiones sobre emociones que en mayor o menor medida

están siempre presentes, como la tristeza, la culpa o la ira, y un análisis de

variables relevantes como el poder del llanto, la necesidad de afectos o el valor del

tiempo, este documento te ayudará a caminar por el dolor sin rendirte ante él,

encontrando en la medida de lo posible un sentido al sufrimiento.

Las palabras iniciales de los propios autores nos ofrecen una idea clara del

objetivo que se plantean:

«Este libro te lo queremos dedicar a ti, que has perdido un hijo. Con él no

queremos que olvides. Tampoco que ignores tus sentimientos y retomes tu vida.

Probablemente en estos momentos ni puedas ni quieras. No queremos nada más

que acompañarte el tiempo que tú nos necesites».

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