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La pared posterior del abdomen (figs. 5-96 a 5-98) está compuesta principalmente por:
Cinco vértebras lumbares y los correspondientes discos intervertebrales
(centralmente).
Los músculos de la pared posterior del abdomen (psoas mayor, cuadrado
lumbar, ilíaco, transverso y oblicuos del abdomen), lateralmente.
El diafragma, que contribuye a formar la parte superior de la pared posterior.
La fascia, incluida la fascia toracolumbar.
El plexo lumbar, compuesto por los ramos anteriores de los nervios espinales
lumbares.
Grasa, nervios, vasos (ej. la aorta y la VCI) y nódulos linfáticos.
Si únicamente se observa la anatomía de la pared posterior del abdomen en diagramas
bidimensionales, como la figura 5-98, sería fácil suponer que es plana. Al observar un
cadáver diseccionado o un corte transversal, como en la figura 5-96 A y B, resulta
evidente que la columna vertebral lumbar forma una destacada prominencia central en
la pared posterior, creando dos «surcos» paravertebrales a cada lado. La parte más
profunda (más posterior) de los surcos está ocupada por los riñones y la grasa que los
rodea. La aorta abdominal se sitúa en la cara anterior de la protrusión anterior formada
por la columna vertebral. Normalmente sorprende comprobar lo cerca que se encuentra
la aorta abdominal de la pared anterior del abdomen en las personas delgadas (fig. C5-
40 C). Por supuesto, hay muchas estructuras situadas anteriormente a la aorta (AMS,
partes del duodeno, páncreas y vena renal izquierda, etc.), por lo que estas
«estructuras abdominales posteriores» pueden estar más cerca de la pared anterior del
abdomen de lo que cabría esperar en las personas delgadas, sobre todo cuando están
en decúbito supino.
Fig. 5-96. Fascias y aponeurosis de la pared del abdomen a nivel de los hilios
renales. A) Corte transversal que muestra las relaciones entre los músculos, las vainas
musculares aponeuróticas y las fascias de la pared del abdomen. Los tres músculos
planos abdominales que forman las paredes laterales se extienden entre formaciones
aponeuróticas anteriores y posteriores complejas que envuelven a los músculos
verticales. Las delgadas paredes anterolaterales (en la ilustración se ven
desproporcionadamente gruesas) son distensibles. Aunque la pared posterior del
abdomen es flexible, soporta peso, por lo que está reforzada por la columna vertebral y
los músculos que actúan sobre ella; por lo tanto, no es distensible. B) Detalles de la
situación de las hojas aponeuróticas y fasciales de la pared posterior del abdomen. La
figura 5-5 B ilustra detalles de las estructuras correspondientes en la pared anterior del
abdomen. C) Vista tridimensional de la región que se muestra en la sección B.
Fascia de la pared posterior del abdomen
La pared posterior del abdomen está cubierta por una capa continua de fascia
endoabdominal, que se sitúa entre el peritoneo parietal y los músculos (fig. 5-96 B).
La fascia que tapiza la pared posterior del abdomen se continúa con la fascia
transversal, que recubre el músculo transverso del abdomen. La denominación de la
fascia se corresponde con la estructura que cubre.
La fascia del psoas, que recubre el músculo psoas mayor (vaina del psoas), se fija
medialmente a las vértebras lumbares y a la línea terminal. La fascia del psoas se
engruesa superiormente, forma el ligamento arqueado medial (fig. 5-92) y se fusiona
lateralmente con la fascia del cuadrado lumbar y la fascia toracolumbar (fig. 5-96 B).
Inferior a la cresta ilíaca, la fascia del psoas se continúa con la porción de la fascia
ilíaca que cubre al músculo ilíaco.
La fascia toracolumbar es un amplio complejo fascial insertado medialmente en la
columna vertebral, que en la región lumbar consta de una lámina anterior,
otra media y otra posterior, que envuelven a los músculos que se encuentran entre
ellas (fig. 5-96 B y C). Es delgada y transparente en las zonas donde cubre las
porciones torácicas de los músculos profundos, pero gruesa y fuerte en la región
lumbar. Las láminas posterior y media de la fascia toracolumbar envuelven a los
músculos profundos verticales del dorso (erector de la columna) de forma comparable a
cómo envuelve los rectos del abdomen la vaina de los rectos en la cara anterior (fig. 5-
96 A). Sin embargo, esta vaina posterior es todavía más imponente que la vaina de los
rectos, debido al grosor de su lámina posterior y a su fijación central a las vértebras
lumbares, a diferencia de las vainas de los rectos, que carecen de soporte óseo en la
línea alba, donde se fusionan entre sí. La porción lumbar de esta lámina posterior, que
se extiende entre la 12ª costilla y la cresta ilíaca, se une lateralmente a los músculos
oblicuo interno y transverso del abdomen, al igual que ocurre con la vaina de los rectos.
Sin embargo, a diferencia de la vaina de los rectos, la fascia toracolumbar no se une al
oblicuo externo; lo hace en el dorsal ancho (fig. 5-96 B y C).
La lámina anterior de la fascia toracolumbar (fascia del cuadrado lumbar), que cubre
la cara anterior del músculo cuadrado lumbar —una lámina más delgada y transparente
que las otras dos láminas— se une a las caras anteriores de los procesos transversos
de las vértebras lumbares, la cresta ilíaca y la 12ª costilla (figs. 5-96 B y 5-98). La
lámina anterior de la fascia toracolumbar se continúa lateralmente con el origen
aponeurótico del músculo transverso del abdomen. Se engruesa superiormente,
formando los ligamentos arqueados laterales, y se adhiere inferiormente a
los ligamentos iliolumbares (fig. 5-98).
Músculos de la pared posterior del abdomen
Los principales músculos, pares, que constituyen la pared posterior del abdomen (fig.
5-97; tabla 5-13) son:
El psoas mayor, que discurre inferolateralmente.
El ilíaco, que se extiende a lo largo de la cara lateral de la porción inferior del
psoas mayor.
El cuadrado lumbar, que se sitúa adyacente a los procesos transversos de las
vértebras lumbares y lateral a la porción superior del psoas mayor.
En la tabla 5-13 se describen las inserciones, la inervación y las principales acciones
de estos músculos.
Fig. 5-100. Vena cava inferior y sus venas tributarias. La asimetría de las venas
renal e ilíaca común refleja la situación de la vena cava inferior a la derecha de la línea
media.
Ramas de la aorta abdominal
Las ramas de la aorta descendente (torácica y abdominal) pueden describirse como
originadas y situadas en tres «planos vasculares», y pueden clasificarse como
viscerales o parietales, y pares o impares (fig. 5-99 A y C; tabla 5-14). Las ramas
parietales pares de la aorta irrigan el diafragma y la pared posterior del abdomen.
Podría afirmarse que la arteria sacra media, una rama parietal impar, ocupa un cuarto
plano (posterior), porque se origina en la cara posterior de la aorta, justo proximal a su
bifurcación. Aunque es mucho más pequeña, también podría considerarse una
«continuación» en la línea media de la aorta, en cuyo caso sus ramas laterales,
las pequeñas arterias lumbares y las ramas sacras laterales, también se incluirían
entre las ramas parietales pares.
Venas de la pared posterior del abdomen
Las venas de la pared posterior del abdomen son tributarias de la VCI, excepto la vena
testicular u ovárica izquierdas, que desembocan en la vena renal izquierda en lugar de
hacerlo en la VCI (fig. 5-100). La VCI, la vena más grande del cuerpo, carece de
válvulas, excepto una variable y no funcional que se encuentra en su orificio de entrada
en el atrio (aurícula) derecho del corazón. La VCI retorna sangre poco oxigenada desde
los miembros inferiores, la mayor parte del dorso, las paredes abdominales y las
vísceras abdominopélvicas. La sangre de las vísceras pasa a través del sistema
venoso porta y del hígado antes de entrar en la VCI a través de las venas hepáticas.
La vena cava inferior se forma anterior a la vértebra L5 por la unión de las venas
ilíacas comunes. Esta unión tiene lugar, aproximadamente, 2,5 cm a la derecha del
plano medio, inferior a la bifurcación de la aorta y posterior a la porción proximal de la
arteria ilíaca común derecha (fig. 5-76). La VCI asciende por el lado derecho de los
cuerpos de las vértebras L3-L5 y sobre el músculo psoas mayor derecho, a la derecha
de la aorta. La VCI abandona el abdomen pasando a través del foramen de la vena
cava en el diafragma para entrar en el tórax a nivel de la vértebra T8. Como se forma a
un nivel vertebral por debajo de la bifurcación aórtica y atraviesa el diafragma cuatro
niveles más arriba del hiato aórtico, la longitud total de la VCI es de 7 cm más que la
aorta abdominal, aunque la mayor parte de la longitud adicional es intrahepática. La
VCI recoge sangre poco oxigenada procedente de los miembros inferiores y sangre
extra-portal del abdomen y la pelvis. Casi toda la sangre del tubo digestivo drena en el
sistema porta hepático y pasa a la VCI a través de las venas hepáticas.
Las venas tributarias de la VCI se corresponden con las ramas parietales y viscerales
pares de la aorta. En cambio, las que se corresponden con las ramas viscerales
impares de la aorta son tributarias de la vena porta hepática. La sangre que transportan
acaba entrando en la VCI a través de las venas hepáticas, después de cruzar el
hígado.
Las ramas que se corresponden con las ramas viscerales pares de la aorta abdominal
son la vena suprarrenal derecha, las venas renales derecha e izquierda, y la vena
gonadal (testicular u ovárica) derecha. Las venas suprarrenal y gonadal izquierdas
drenan indirectamente en la VCI, ya que son tributarias de la vena renal izquierda.
Las ramas parietales pares de la VCI son las venas frénicas inferiores, las venas
lumbares 3ª (L3) y 4ª (L4), y las venas ilíacas comunes. Las venas lumbares
ascendentes y ácigos conectan la VCI con la vena cava superior, tanto directa como
indirectamente, proporcionando vías colaterales.
Vasos y nódulos linfáticos de la pared posterior del abdomen
Los vasos y nódulos linfáticos se distribuyen a lo largo de la aorta, la VCI y los vasos
ilíacos (fig. 5-101 A). Los nódulos linfáticos ilíacos comunes reciben linfa de los nódulos
linfáticos ilíacos externos e internos. La linfa de los nódulos linfáticos ilíacos comunes
pasa hacia los nódulos linfáticos lumbares derechos e izquierdos. La linfa del tubo
digestivo, el hígado, el bazo y el páncreas pasa a lo largo de las arterias celíaca y
mesentéricas superior e inferior hacia los nódulos linfáticos preaórticos (nódulos
celíacos y mesentéricos superiores e inferiores) dispersos alrededor de los orígenes de
estas arterias en la aorta. Los vasos eferentes de estos nódulos forman los troncos
linfáticos intestinales, que pueden ser únicos o múltiples y participan en la
confluencia de troncos linfáticos que da lugar al conducto torácico (fig. 5-101 B).