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Para finales de la
década de 1980, el país andino sufría una de las hiperinflaciones más elevadas del
planeta y estaba envuelto, desde hacía décadas, en un conflicto armado contra la
guerrilla maoísta Sendero Luminoso, que había dejado decenas de miles de
víctimas. Una crisis que este ingeniero de ascendencia japonesa supo aprovechar
postulándose como un candidato diferente a los partidos tradicionales de Perú.
El otro punto fuerte de sus políticas de gobierno fue la lucha contra el terrorismo.
Fujimori endureció el combate contra Sendero Luminoso y el Movimiento
Revolucionario Tupac Amaru con el objetivo de terminar con su influencia. El
operativo tras el secuestro de la embajada de Japón en Lima por este último grupo
en 1997, en el que murieron los 14 terroristas es un ejemplo de su actuar para con
las guerrillas.
Una postura dura que hizo que el grupo armado retrocediera, pero que también se
utilizara violencia de Estado contra miles de personas. El Gobierno de Fujimori
financió y armó a grupos paramilitares que operaban como escuadrones de la
muerte contra todo civil sobre el que hubiera una sospecha de colaboración con la
guerrilla.
Masacres y autoritarismo
Caída y detención
Su exilio en Japón levantó mucha polémica, pero en 2005 fue detenido en Santiago
de Chile durante un viaje tras una orden de arresto internacional. Este fue el inicio
de su periplo carcelario. En septiembre de 2007 fue extraditado a Perú y
comenzaron varios juicios e investigaciones en su contra. Fujimori tuvo condenas
por allanamiento de morada, corrupción y robo de fondos públicos. Aunque el más
importante de todos fue por crímenes de lesa humanidad.
Fujimori entro en prisión con la perspectiva probable de pasar el resto de su vida
ahí. Pero no fue así. Desde el inicio de su condena, el sector político fujimorista,
encabezado por su hija Keiko, pidió su indulto humanitario por su progresivo
deterioro físico y su avanzada edad. Peticiones que fueron desoídas hasta que en
2017 el expresidente Pedro Pablo Kuczynski decidió ponerlo en libertad. Una
medida polémica que tumbó la justicia, devolviéndolo a prisión en 2019.