DiSEÑADOR

nombre: Silvia

EDITOR
nombre: Anna i Mercè

CORRECTOR
nombre:

3 ENTRENADORES DE DINOSAURIOS ESPECIFICACIONES

título: Dani y Evan 3

Dani, Evan y el profesor Bizcoché encuadernación: TD sin sob

ENTRENADORES DE DINOSAURIOS
comparten su secreto con Julián medidas tripa: 15 x 21,5 mm

medidas frontal cubierta: 155 x 221

y Maribel. Esta vez, irán los cinco
medidas contra cubierta: 155 x 221
al santuario y descubrirán cómo
medidas solapas: mm
viven los wala wala. Los invitan ancho lomo definitivo : mm 17 rodó
a participar en las pruebas de la
ACABADOS
Walanga, pero antes necesitarán
Nº de TINTAS: 4/0
crear un vínculo con su dinoamigo. TINTAS DIRECTAS:
¿Estarán preparados? ¿Sabrán LAMINADO:

comunicarse con los dinosaurios? PLASTIFICADO:

brillo mate

¡No te pierdas esta fascinante uvi brillo uvi mate

relieve
aventura de Dani y Evan! falso relieve

purpurina:

estampación:

troquel

OBSERVACIONES:

FAJA 4/0 BRILLO

PVP 12,95 € 10274684

planetadelibrosinfantilyjuvenil.com @teenplanetlibro
 ENTRENADORES DE DINOSAURIOS

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 DESTINO INFANTIL Y JUVENIL, 2021
infoinfantilyjuvenil@planeta.es
www.planetadelibrosinfantilyjuvenil.com
www.planetadelibros.com
Editado por Editorial Planeta, S. A.

© del texto: Julián Polo Cebellán, 2021

© de las ilustraciones, Mili Koey, 2021
© Editorial Planeta S. A., 2021
Avda. Diagonal, 662-664, 08034 Barcelona
Primera edición: abril de 2021
ISBN: 978-84-08-24037-2
Depósito legal: B. 3.931-2021
Impreso en España

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 1
¡Todos al
Yacimiento!
Aquella tarde había sido una
de las más divertidas que Dani
y Evan recordaban. Como ha-
bían sacado buenas notas, sus
padres, Julián y Maribel, les lle-
varon al Oceanografic. A los me-
llizos les apasionaban los dino-
saurios, sabían muchísimo sobre

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 ellos, incluso podían dibujarlos y
armarlos con piezas. Pero tam-
bién les gustaban los demás
animales, y ese día juntaron dos
aficiones fabulosas: el acuario y
los dinos, porque… ¡vieron la co-
mida del mosasaurio!

—¡Este acuario es enooorme!

—exclamó Dani.

—Venid, vamos a explorar

por debajo del agua —propuso
Julián entusiasmado.

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 Dani y Evan se miraron asom-
brados, sin entender a su padre.

—No tenemos trajes de buceo

—observó Dani.

—Ni escafandras —añadió Evan

mientras seguía a su mellizo y a
sus padres.

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 Enseguida descubrieron que
no necesitaban nada de eso,
porque entraron en un túnel de
cristal que estaba ¡debajo del
agua! Dani y Evan vieron un ti-
burón nadando por encima de
sus cabezas. ¡Era alucinante!

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 Cuando regresaron a casa,
Evan fue directo a la mesa don-
de grababan los vídeos para su
canal. Cogió un ceratosauro
con una mano y con la otra un
baryonyx . Los puso frente a
frente y exclamó:

—¡Empieza la batalla de los di-

nosaurios! ¿Cuál ganará?

De pronto, el baryonyx se lan-

zó hacia el ceratosauro y le cla-
vó sus enormes colmillos en
el cuello. Evan adelantó al cera-
tosauro para un contraataque y

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 el dino golpeó al baryonyx en la
barbilla. ¡La batalla estaba muy
igualada!

Entonces apareció Dani ru-

giendo como un T-Rex épico.
rrr
— Grrrrr Grrrrrrr
Evan respondió con otro rugi-
do y, ahí estaban, jugando a imi-
tar gruñidos jurásicos, cuando
oyeron a Julián que los llamaba
para cenar.

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 17

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 En cuanto lo escuchó, Evan
soltó los dinos y se puso en pie
como un RAYO .

—¡Tengo más hambre que el

baryonyx! —exclamó corriendo
por el pasillo.

Grrrrrrrr —rugió Dani con

—
el ceratosauro en alto mientras
perseguía a su hermano.

Se sentaron a la mesa entre ru-

gidos y risas; entonces MARIBEL

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 les pidió que se calmaran porque
querían decirles algo IMPORTANTE .

—Chicos, hoy hay que irse

pronto a dormir , necesitamos
descansar porque mañana va-
mos a levantarnos bien tempra-
no —comenzó a hablar Julián.

—Nos ha llamado el profesor

Bizcoché —añadió Maribel ante
la mirada atenta de sus hijos—.
Quiere invitarnos a pasar unos
días en la excava…

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 —
¡Bieeen! ¡Yujuuu !
—gritaron los mellizos sin dejar-
le acabar la frase.

—¡Prepárate, Skuiter! —dijo

Evan mirando a su querido
hámster.

—Bueno, calmaos… —les tran-

quilizó Julián entre risas.

—Esta vez nos ha pedido que

papá y yo nos quedemos tam-
bién —anunció Maribel.

— ¿Qué é é é?
—preguntaron
los niños sorprendidísimos.

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 Dani y Evan se miraron extra-
ñados. Si sus padres se queda-
ban con ellos en la excavación,
santuario
no podrían ir al . A no
ser que el profesor Bizcoché es-
tuviera tramando algo...

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 —Vaya, pensábamos que iba a
haceros mucha ilusión que nos
quedáramos con vosotros y Biz-
coché —comentó Maribel.

— E e e h hh
... — m u r m u r ó
Dani mientras pensaba en una
respuesta.

e e s estupendo!
— ¡Ee
—le ayudó su hermano rápida-
mente—. ¡Lo pasaremos genial!

—¡Bieeee nnnn
! —gritaron
los dos para que sus padres no
sospecharan nada.

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 Al verlos tan entusiasmados
con la noticia, Julián y Maribel
sonrieron satisfechos . Entre to-
dos recogieron los platos; lue-
go los pequeños se lavaron los
dientes y se fueron a la cama.

—¿Nos lees un cuento

, papi?
—pidió Dani arrebujándose en-
tre las sábanas.

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 Julián se sentó cerca de la lite-
ra y comenzó a leerles una his-
toria sobre dinosaurios fantás-
ticos. Dos minutos después, los
mellizos se quedaron dormidos.

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 Al día siguiente, se pusieron
en marcha muy temprano y en
unas horas llegaron a la excava-
ción. El profesor Bizcoché esta-
ba esperándolos a la entrada del
yacimiento.

—¡Bienvenidos! —exclamó
en cuanto los cuatro bajaron del
coche.

Dani y Evan corrieron a abra-

zar a su querido amigo . ¡Hacía
tiempo que no le veían! Bizco-
ché saludó a Maribel y Julián, y
después cogió a Skuiter.

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 Aquí
no hay oro,
solo hay
dinosaurios.

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 —¡Hola, amiguito ! —le dijo
mientras le ponía sobre la palma
de su mano.

Skuiter saltó al bolsillo de la

bata del científico. ¡Tenía ganas
de aventuras!

—Pues ya estamos todos —dijo

el profesor—. Venid, quiero con-
taros algo.

Los cuatro les siguieron entu-

siasmados hasta el interior de
su tienda. En el centro, sobre la
mesa de trabajo, se extendían

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 pliegos, mapas, REGLAS y más
instrumentos de medición. Biz-
coché desenrolló un plano y lo
sujetó con una piedra en cada
esquina.

—Julián…, Maribel…, voy a con-

fesaros un secreto —soltó de
pronto mirándolos a los ojos.

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 El profesor Bizcoché les expli-
có la existencia delsantuario , les
habló de la isla de los pterosau-
rios y también de los wala wala.
Julián y Maribel estaban tan sor-
prendidos que ni pestañeaban.

—¡Ja ja ja! ¡Vaya imaginación,

profesor! —exclamó Julián.

Pero la mirada seria de Bizco-

ché les dio a entender que no se
había inventado nada.

—Es un lugar seguro —aclaró

el científico—, Dani y Evan no
han corrido ningún peligro.

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 —Pe… pero… si hay dinosau-
rios vivos… —balbuceó Maribel.

Bizcoché les explicó que los

niños habían aprendido a orien-
tarse en la naturaleza , habían
visto dinosaurios en su hábitat
y habían observado su entorno.
Aunque olvidó contarles la vez
que cayeron por una cascada o
cuando el bizcochesaurio se
lo llevó volando hasta la cima de
una montaña.

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 —Suponiendo que el santua-
rio exista de verdad… —dijo Ju-
lián—, ¿por qué nos lo cuentas,
profesor?

—Porque esta vez quiero que

nos acompañéis —respondió
Bizcoché.

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