Está en la página 1de 10

Página 1 de 10

Primer semestre
DEPARTAMENTO DE LENGUA Nivel 3º Medio
Y LITERATURA
2022 Coordinadora
Guía n° 3 “Análisis de textos: Género Prof. Katia Alarcón
narrativo” Prof. Colaborador
Josué Daza

Nombre: __________________________________ Curso:____ Fecha:__________________

Objetivo de la guía:
OA 1: Formular interpretaciones surgidas de sus análisis literarios, considerando la contribución
de los recursos literarios (narrador, personajes, tópicos literarios, características del lenguaje,
figuras literarias, etc.) en la construcción del sentido de la obra.

El género narrativo y sus elementos

El género narrativo agrupa las obras de ficción en donde se relata uno o varios sucesos que les
ocurren a los personajes en un lugar y momento determinados. Ahora bien, ¿cuáles son sus
elementos constitutivos claves?

El narrador: Es la voz que relata los sucesos ficticios que le ocurren a los personajes en un tiempo y
lugar determinado. Es él quien decide cuáles detalles de la historia conoceremos y cuánto hablan
los personajes en cada relato. Este puede ser:

 Protagonista: este corresponde a un narrador homodiegético, puesto que se ubica al


interior de la historia, siendo parte del relato. Desde la primera persona gramatical expone
la historia desde su propia experiencia y emociones.
Ejemplo: “Al otro, a Borges, es a quien le ocurren las cosas. Yo camino por Buenos Aires y
me demoro, acaso ya mecánicamente, para mirar el arco de un zaguán y la puerta cancel;
de Borges tengo noticias por el correo y veo su nombre en una terna de profesores o en
un diccionario biográfico” (El otro yo de Jorge Luis Borges).
 Testigo: al igual que el protagonista, se encuentra dentro de la historia y corresponde a un
narrador homodiegético. Desde la primera o tercera persona gramatical describe lo que
vive y experimenta desde su punto de vista, sin adentrarse en profundidad en lo que le
sucede al protagonista.
Ejemplo: “Para Sherlock Holmes, ella siempre sería la mujer. Rara vez le oí mencionarla de
otro modo. A sus ojos, ella eclipsaba y dominaba a todas las de su sexo. Y no es que
sintiera por Irene Adler nada parecido al amor” (Escándalo en Bohemia de Sir Arthur
Conan Doyle).
 Conocimiento relativo: este, al igual que el omnisciente, se encuentra fuera de la historia
(heterodiegético). Por lo tanto, es un narrador externo, en tercera persona y no participa
Página 2 de 10

de la historia. No conoce todos los detalles de la historia y puede poseer un acceso parcial
a los hechos, o bien, conoce la historia, pero ignora lo que sucede en la conciencia de los
personajes.
Ejemplo: “Era la última hormiga de la caravana, y no pudo seguir la ruta de sus
compañeras. Un terrón de azúcar había resbalado desde lo alto, quebrándose en varios
terroncitos. Uno de éstos le interceptaba el paso. Por un instante la hormiga quedó
inmóvil sobre el papel color crema. Luego, sus patitas delanteras tantearon el terrón.
Retrocedió, después se detuvo” (A imagen y semejanza de Mario Benedetti).
 Omnisciente: este se encuentra fuera de la historia (heterodiegético). Por lo tanto, es un
narrador externo y no participa de la historia. Desde la tercera persona gramatical
visualiza los acontecimientos hasta el grado de poder hablar desde la conciencia de los
personajes, sabiendo qué piensan y qué harán. Este puede llegar a interpretar hechos y
emitir juicios sobre la sociedad y el comportamiento de los personajes.
Ejemplo: “El día en que lo iban a matar, Santiago Nasar se levantó a las 5.30 de la mañana
para esperar el buque en que llegaba el obispo. Había soñado que atravesaba un bosque
de higuerones donde caía una llovizna tierna, y por un instante fue feliz en el sueño, pero
al despertar se sintió por completo salpicado de cagada de pájaros” (Crónica de una
muerte anunciada de Gabriel García Márquez).

Personajes: Son entes de ficción encargados de hacer que las acciones de una narración ocurran,
puesto que ellos son los que actúan en el relato. Estos pueden ser principales, secundarios, en
relieve y planos.

 Principales: son los protagonistas de la historia. Sus acciones determinan el curso de los
acontecimientos y el desenlace del texto.
 Secundarios: no llevan el peso de la historia, pero sí sus actos determinan lo que puede
pasar con los personajes principales.
 En relieve: individuo psicológicamente complejo, con capacidad de cambiar desde la
experiencia. Predomina la individualidad y sus emociones.
 Planos: son personajes prototípicos y poseen ciertos patrones que determinan su actuar.
Son personajes que no evolucionan en el relato.

Acciones: Son los hechos que ocurren a los personajes. Sin acciones no hay narración. Estos
poseen dos tipos:

 Cardinales: hechos fundamentales para que toda la ficción narrativa ocurra.


 Catálisis: acontecimientos que complementan a los hechos cardinales.

Tiempo: Es el momento en que ocurre la historia que se relata. El tiempo es sumamente relativo y
puede abarcarse en un relato un día, un año, una generación; los acontecimientos pueden
narrarse en orden cronológico (tiempo de la historia) o desde el tiempo del relato o discurso
(disposición estilística de los acontecimientos).

Espacio: Es el lugar donde transcurren las acciones en una obra narrativa. Este no considera solo
un sitio físico, sino que también abarca los aspectos sociales y psicológicos descritos en la
narración. Todos los elementos mencionados constituyen el ambiente narrativo.
Página 3 de 10

Otros dos elementos importantes a considerar para el análisis de una obra narrativa son:

Tópicos literarios: Son ideas o conceptos que aparecen de forma recurrente en diferentes textos
literarios. Estos se convierten en recursos usados de manera habitual para la creación artística y
hablan de grandes temas humanos como la vida, la muerte, el amor, etc. No obstante, la visión
que se posean de estos puede variar dependiendo de la época o del autor que los emplee.

Conflicto narrativo: consiste en la disputa entre dos fuerzas opuestas que tienen un objetivo en
común. Este actúa como eje de la narración y es trascendental para que la historia tenga
desarrollo. Por lo tanto, los acontecimientos y las acciones de los personajes cobran sentido
gracias a él.

Actividad de análisis de textos narrativos

Instrucciones

 Lee ambos textos y desarrolla la siguiente guía del género narrativo, respondiendo lo
solicitado en el presente documento.
 Encierra con un círculo la respuesta en el ítem de selección múltiple.
 Utiliza lápiz pasta azul o negro.
 Subraya aquellas palabras que desconozcas y anótalas junto con su significado en tu
cuaderno.

La casa tomada de Julio Cortázar

Nos gustaba la casa porque aparte de espaciosa y antigua (hoy que las casas antiguas sucumben a
la más ventajosa liquidación de sus materiales), guardaba los recuerdos de nuestros bisabuelos, el
abuelo paterno, nuestros padres y toda la infancia.

Nos habituamos Irene y yo a persistir solos en ella, lo que era una locura, pues en esa casa podían
vivir ocho personas sin estorbarse. Hacíamos la limpieza por la mañana, levantándonos a las siete,
y a eso de las once yo le dejaba a Irene las últimas habitaciones por repasar y me iba a la cocina.
Almorzábamos a mediodía, siempre puntuales; ya no quedaba nada por hacer fuera de unos pocos
platos sucios. Nos resultaba grato almorzar pensando en la casa profunda y silenciosa y cómo nos
bastábamos para mantenerla limpia. A veces llegamos a creer que era ella la que no nos dejó
casarnos. Irene rechazó dos pretendientes sin mayor motivo, a mí se me murió María Esther antes
que llegáramos a comprometernos. Entramos en los cuarenta años con la inexpresada idea que el
nuestro, simple y silencioso matrimonio de hermanos, era necesaria clausura de la genealogía
asentada por los bisabuelos en nuestra casa. Nos moriríamos allí algún día, vagos y esquivos
primos se quedarían con la casa y la echarían al suelo para enriquecerse con el terreno y los
ladrillos; o mejor, nosotros mismos la voltearíamos justicieramente antes que fuese demasiado
tarde.

Irene era una chica nacida para no molestar a nadie. Aparte de su actividad matinal se pasaba el
resto del día tejiendo en el sofá de su dormitorio. No sé por qué tejía tanto, yo creo que las
mujeres tejen cuando han encontrado en esa labor el gran pretexto para no hacer nada. Irene no
Página 4 de 10

era así, tejía cosas siempre necesarias, tricotas para el invierno, medias para mí, mañanitas y
chalecos para ella. A veces tejía un chaleco y después lo destejía en un momento porque algo no le
agradaba; era gracioso ver en la canastilla el montón de lana encrespada resistiéndose a perder su
forma de algunas horas. Los sábados iba yo al centro a comprarle lana; Irene tenía fe en mi gusto,
se complacía con los colores y nunca tuve que devolver madejas. Yo aprovechaba esas salidas para
dar una vuelta por las librerías y preguntar vanamente si había novedades en literatura francesa.
Desde 1939 no llegaba nada valioso a la Argentina.

Pero es de la casa que me interesa hablar, de la casa y de Irene, porque yo no tengo importancia.
Me pregunto qué hubiera hecho Irene sin el tejido. Uno puede releer un libro, pero cuando un
pulóver está terminado no se puede repetirlo sin escándalo. Un día encontré el cajón de abajo de
la cómoda de alcanfor lleno de pañoletas blancas, verdes, lila. Estaban con naftalina, apiladas
como en una mercería; no tuve valor de preguntarle a Irene qué pensaba hacer con ellas. No
necesitábamos ganarnos la vida, todos los meses llegaba la plata de los campos y el dinero
aumentaba. Pero a Irene solamente la entretenía el tejido, mostraba una destreza maravillosa y a
mí se me iban las horas viéndole las manos como erizos plateados, agujas yendo y viniendo y una
o dos canastillas en el suelo donde se agitaban constantemente los ovillos. Era hermoso.

Cómo no acordarme de la distribución de la casa. El comedor, una sala con gobelinos, la biblioteca
y tres dormitorios grandes quedaban en la parte más retirada, la que mira hacia Rodríguez Peña.
Solamente un pasillo con su maciza puerta de roble aislaba esa parte del ala delantera donde
había un baño, la cocina, nuestros dormitorios y el living central, al cual comunicaban los
dormitorios y el pasillo. Se entraba a la casa por un zaguán con mayólica, y la puerta cancel daba al
living. De manera que uno entraba por el zaguán, abría la cancel y pasaba al living; tenía a los lados
las puertas de nuestros dormitorios, y al frente el pasillo que conducía a la parte más retirada;
avanzando por el pasillo se franqueaba la puerta de roble y más allá empezaba el otro lado de la
casa, o bien se podía girar a la izquierda justamente antes de la puerta y seguir por un pasillo más
estrecho que llevaba a la cocina y al baño. Cuando la puerta estaba abierta advertía uno que la
casa era muy grande; si no, daba la impresión de un departamento de los que se edifican ahora,
apenas para moverse; Irene y yo vivíamos siempre en esta parte de la casa, casi nunca íbamos más
allá de la puerta de roble, salvo para hacer la limpieza, pues es increíble cómo se junta tierra en los
muebles. Buenos Aires será una ciudad limpia, pero eso lo debe a sus habitantes y no a otra cosa.
Hay demasiada tierra en el aire, apenas sopla una ráfaga se palpa el polvo en los mármoles de las
consolas y entre los rombos de las carpetas de macramé; da trabajo sacarlo bien con plumero,
vuela y se suspende en el aire, un momento después se deposita de nuevo en los muebles y en los
pianos.

Lo recordaré siempre con claridad porque fue simple y sin circunstancias inútiles. Irene estaba
tejiendo en su dormitorio, eran las ocho de la noche y de repente se me ocurrió poner al fuego la
pavita del mate. Fui por el pasillo hasta enfrentar la entornada puerta de roble, y daba la vuelta al
codo que llevaba a la cocina cuando escuché algo en el comedor o la biblioteca. El sonido venía
impreciso y sordo, como un volcarse de silla sobre la alfombra o un ahogado susurro de
conversación. También lo oí, al mismo tiempo o un segundo después, en el fondo del pasillo que
traía desde aquellas piezas hasta la puerta. Me tiré contra la puerta antes que fuera demasiado
tarde, la cerré de golpe apoyando el cuerpo; felizmente la llave estaba puesta de nuestro lado y
además corrí el gran cerrojo para más seguridad.
Página 5 de 10

Fui a la cocina, calenté la pavita, y cuando estuve de vuelta con la bandeja del mate le dije a Irene:

—Tuve que cerrar la puerta del pasillo. Han tomado la parte del fondo.

Dejó caer el tejido y me miró con sus graves ojos cansados.

—¿Estás seguro?

Asentí.

—Entonces —dijo recogiendo las agujas— tendremos que vivir en este lado.

Yo cebaba el mate con mucho cuidado, pero ella tardó un rato en reanudar su labor. Me acuerdo
que tejía un chaleco gris; a mí me gustaba ese chaleco.

Los primeros días nos pareció penoso porque ambos habíamos dejado en la parte tomada muchas
cosas que queríamos. Mis libros de literatura francesa, por ejemplo, estaban todos en la
biblioteca. Irene extrañaba unas carpetas, un par de pantuflas que tanto la abrigaban en invierno.
Yo sentía mi pipa de enebro y creo que Irene pensó en una botella de Hesperidina de muchos
años. Con frecuencia (pero esto solamente sucedió los primeros días) cerrábamos algún cajón de
las cómodas y nos mirábamos con tristeza.

—No está aquí.

Y era una cosa más de todo lo que habíamos perdido al otro lado de la casa.

Pero también tuvimos ventajas. La limpieza se simplificó tanto que, aun levantándose tardísimo, a
las nueve y media por ejemplo, no daban las once y ya estábamos de brazos cruzados. Irene se
acostumbró a ir conmigo a la cocina para ayudarme a preparar el almuerzo. Lo pensamos bien y se
decidió esto: mientras yo preparaba el almuerzo, Irene cocinaría platos para comer fríos de noche.
Nos alegramos porque siempre resulta molesto tener que abandonar los dormitorios al atardecer
y ponerse a cocinar. Ahora nos bastaba con la mesa en el dormitorio de Irene y las fuentes de
comida fiambre.

Irene estaba contenta porque le quedaba más tiempo para tejer. Yo andaba un poco perdido a
causa de los libros, pero por no afligir a mi hermana me puse a revisar la colección de estampillas
de papá, y eso me sirvió para matar el tiempo. Nos divertíamos mucho, cada uno en sus cosas, casi
siempre reunidos en el dormitorio de Irene que era más cómodo. A veces Irene decía:

—Fíjate este punto que se me ha ocurrido. ¿No da un dibujo de trébol?

Un rato después era yo el que le ponía ante los ojos un cuadrito de papel para que viese el mérito
de algún sello de Eupen y Malmédy. Estábamos bien, y poco a poco empezábamos a no pensar. Se
puede vivir sin pensar.

(Cuando Irene soñaba en alta voz yo me desvelaba en seguida. Nunca pude habituarme a esa voz
de estatua o papagayo, voz que viene de los sueños y no de la garganta. Irene decía que mis
sueños consistían en grandes sacudones que a veces hacían caer el cobertor. Nuestros dormitorios
tenían el living de por medio, pero de noche se escuchaba cualquier cosa en la casa. Nos oíamos
respirar, toser, presentíamos el ademán que conduce a la llave del velador, los mutuos y
frecuentes insomnios.
Página 6 de 10

Aparte de eso, todo estaba callado en la casa. De día eran los rumores domésticos, el roce
metálico de las agujas de tejer, un crujido al pasar las hojas del álbum filatélico. La puerta de roble,
creo haberlo dicho, era maciza. En la cocina y el baño, que quedaban tocando la parte tomada, nos
poníamos a hablar en voz más alta o Irene cantaba canciones de cuna. En una cocina hay
demasiado ruido de loza y vidrios para que otros sonidos irrumpan en ella. Muy pocas veces
permitíamos allí el silencio, pero cuando tornábamos a los dormitorios y al living, entonces la casa
se ponía callada y a media luz, hasta pisábamos más despacio para no molestarnos. Yo creo que
era por eso que, de noche, cuando Irene empezaba a soñar en voz alta, me desvelaba en seguida.)

Es casi repetir lo mismo salvo las consecuencias. De noche siento sed, y antes de acostarnos le dije
a Irene que iba hasta la cocina a servirme un vaso de agua. Desde la puerta del dormitorio (ella
tejía) oí ruido en la cocina; tal vez en la cocina o tal vez en el baño porque el codo del pasillo
apagaba el sonido. A Irene le llamó la atención mi brusca manera de detenerme, y vino a mi lado
sin decir palabra. Nos quedamos escuchando los ruidos, notando claramente que eran de este
lado de la puerta de roble, en la cocina y el baño, o en el pasillo mismo donde empezaba el codo,
casi al lado nuestro.

No nos miramos siquiera. Apreté el brazo de Irene y la hice correr conmigo hasta la puerta cancel,
sin volvernos hacia atrás. Los ruidos se oían más fuerte, pero siempre sordos, a espaldas nuestras.
Cerré de un golpe la cancel y nos quedamos en el zaguán. Ahora no se oía nada.

—Han tomado esta parte —dijo Irene. El tejido le colgaba de las manos y las hebras iban hasta la
cancel y se perdían debajo. Cuando vio que los ovillos habían quedado del otro lado, soltó el tejido
sin mirarlo.

—¿Tuviste tiempo de traer alguna cosa? —le pregunté inútilmente.

—No, nada.

Estábamos con lo puesto. Me acordé de los quince mil pesos en el armario de mi dormitorio. Ya
era tarde ahora.

Como me quedaba el reloj pulsera, vi que eran las once de la noche. Rodeé con mi brazo la cintura
de Irene (yo creo que ella estaba llorando) y salimos así a la calle. Antes de alejarnos tuve lástima,
cerré bien la puerta de entrada y tiré la llave a la alcantarilla. No fuese que a algún pobre diablo se
le ocurriera robar y se metiera en la casa, a esa hora y con la casa tomada.

1. ¿Qué tipo de narrador está presente en el cuento?

a) testigo
b) conocimiento relativo
c) protagonista
d) omnisciente
Página 7 de 10

2. Considerando la perspectiva sobre los roles de género en la actualidad, ¿Qué se puede inferir
de lo relatado por el narrador cuando menciona: “Irene era una chica nacida para no molestar a
nadie. Aparte de su actividad matinal se pasaba el resto del día tejiendo en el sofá de su
dormitorio. No sé por qué tejía tanto, yo creo que las mujeres tejen cuando han encontrado en
esa labor el gran pretexto para no hacer nada.”?

a) hasta el día de hoy, tejer es una actividad de ocio exclusiva para mujeres tal como lo
manifiesta el narrador
b) el narrador transmite un prejuicio de época en donde se pensaba que la mujer tejía para
desatender labores domésticas
c) el narrador valora que Irene se dedique a tejer, pues de esta manera no lo molesta con sus
labores
d) el rol de género que el narrador le atribuye a su hermana es compartido por la sociedad
actualmente

3. A partir de la lectura del sexto párrafo, ¿qué función cumple el hecho de que el protagonista
recuerde algunos sonidos que se produjeron en la casa para comprender el contenido del texto?

a) permite identificar el momento en que empieza a desarrollarse el conflicto narrativo


b) deja en manifiesto la causa por la que decide apropiarse de cada rincón de la casa
c) da cuenta del origen por el cual su hermana empieza a tejer constantemente
d) transmite el terror que le provoca con su hermana que otras personas se tomen la casa

4. La actitud del narrador hacia la casa en los primeros cinco párrafos se puede considerar como:

a) positiva puesto que cumple con el ideal que tiene para construir una familia
b) negativa ya que suceden acontecimientos extraños que lo animan a irse
c) indiferente por cuanto la casa carece de un valor sentimental para él
d) buena porque la casa simboliza un lugar cálido y seguro para sus habitantes

5. ¿Cuál es el conflicto narrativo presente en la obra? ¿De qué manera la casa tiene injerencia
con los comportamientos del sujeto al principio y al final del relato? Justifique utilizando citas
textuales.

________________________________________________________________________________
________________________________________________________________________________
________________________________________________________________________________
________________________________________________________________________________
________________________________________________________________________________
________________________________________________________________________________
________________________________________________________________________________
________________________________________________________________________________
________________________________________________________________________________
________________________________________________________________________________
________________________________________________________________________________
________________________________________________________________________________
Página 8 de 10

________________________________________________________________________________
________________________________________________________________________________
________________________________________________________________________________
________________________________________________________________________________
________________________________________________________________________________
________________________________________________________________________________
________________________________________________________________________________
________________________________________________________________________________
________________________________________________________________________________
________________________________________________________________________________
________________________________________________________________________________

Espanto de agosto de Gabriel García Márquez

Llegamos a Arezzo un poco antes del medio día, y perdimos más de dos horas buscando el castillo
renacentista que el escritor venezolano Miguel Otero Silva había comprado en aquel recodo idílico
de la campiña toscana. Era un domingo de principios de agosto, ardiente y bullicioso, y no era fácil
encontrar a alguien que supiera algo en las calles abarrotadas de turistas. Al cabo de muchas
tentativas inútiles volvimos al automóvil, abandonamos la ciudad por un sendero de cipreses sin
indicaciones viales, y una vieja pastora de gansos nos indicó con precisión dónde estaba el castillo.
Antes de despedirse nos preguntó si pensábamos dormir allí, y le contestamos, como lo teníamos
previsto, que sólo íbamos a almorzar.

-Menos mal -dijo ella- porque en esa casa espantan.

Mi esposa y yo, que no creemos en aparecidos del medio día, nos burlamos de su credulidad. Pero
nuestros dos hijos, de nueve y siete años, se pusieron dichosos con la idea de conocer un fantasma
de cuerpo presente.

Miguel Otero Silva, que además de buen escritor era un anfitrión espléndido y un comedor
refinado, nos esperaba con un almuerzo de nunca olvidar. Como se nos había hecho tarde no
tuvimos tiempo de conocer el interior del castillo antes de sentarnos a la mesa, pero su aspecto
desde fuera no tenía nada de pavoroso, y cualquier inquietud se disipaba con la visión completa
de la ciudad desde la terraza florida donde estábamos almorzando. Era difícil creer que en aquella
colina de casas encaramadas, donde apenas cabían noventa mil personas, hubieran nacido tantos
hombres de genio perdurable. Sin embargo, Miguel Otero Silva nos dijo con su humor caribe que
ninguno de tantos era el más insigne de Arezzo.

-El más grande -sentenció- fue Ludovico.

Así, sin apellidos: Ludovico, el gran señor de las artes y de la guerra, que había construido aquel
castillo de su desgracia, y de quien Miguel nos habló durante todo el almuerzo. Nos habló de su
poder inmenso, de su amor contrariado y de su muerte espantosa. Nos contó cómo fue que en un
instante de locura del corazón había apuñalado a su dama en el lecho donde acababan de amarse,
y luego azuzó contra sí mismo a sus feroces perros de guerra que lo despedazaron a dentelladas.
Nos aseguró, muy en serio, que a partir de la media noche el espectro de Ludovico deambulaba
por la casa en tinieblas tratando de conseguir el sosiego en su purgatorio de amor.
Página 9 de 10

El castillo, en realidad, era inmenso y sombrío. Pero a pleno día, con el estómago lleno y el corazón
contento, el relato de Miguel no podía parecer sino una broma como tantas otras suyas para
entretener a sus invitados. Los ochenta y dos cuartos que recorrimos sin asombro después de la
siesta, habían padecido toda clase de mudanzas de sus dueños sucesivos. Miguel había restaurado
por completo la planta baja y se había hecho construir un dormitorio moderno con suelos de
mármol e instalaciones para sauna y cultura física, y la terraza de flores intensas donde habíamos
almorzado. La segunda planta, que había sido la más usada en el curso de los siglos, era una
sucesión de cuartos sin ningún carácter, con muebles de diferentes épocas abandonados a su
suerte. Pero en la última se conservaba una habitación intacta por donde el tiempo se había
olvidado de pasar. Era el dormitorio de Ludovico.

Fue un instante mágico. Allí estaba la cama de cortinas bordadas con hilos de oro, y el sobrecama
de prodigios de pasamanería todavía acartonado por la sangre seca de la amante sacrificada.
Estaba la chimenea con las cenizas heladas y el último leño convertido en piedra, el armario con
sus armas bien cebadas, y el retrato al óleo del caballero pensativo en un marco de oro, pintado
por alguno de los maestros florentinos que no tuvieron la fortuna de sobrevivir a su tiempo. Sin
embargo, lo que más me impresionó fue el olor de fresas recientes que permanecía estancado sin
explicación posible en el ámbito del dormitorio.

Los días del verano son largos y parsimoniosos en la Toscana, y el horizonte se mantiene en su sitio
hasta las nueve de la noche. Cuando terminamos de conocer el castillo eran más de las cinco, pero
Miguel insistió en llevarnos a ver los frescos de Piero della Francesca en la Iglesia de San Francisco,
luego nos tomamos un café bien conversado bajo las pérgolas de la plaza, y cuando regresamos
para recoger las maletas encontramos la cena servida. De modo que nos quedamos a cenar.

Mientras lo hacíamos, bajo un cielo malva con una sola estrella, los niños prendieron unas
antorchas en la cocina, y se fueron a explorar las tinieblas en los pisos altos. Desde la mesa oíamos
sus galopes de caballos cerreros por las escaleras, los lamentos de las puertas, los gritos felices
llamando a Ludovico en los cuartos tenebrosos. Fue a ellos a quienes se les ocurrió la mala idea de
quedarnos a dormir. Miguel Otero Silva los apoyó encantado, y nosotros no tuvimos el valor civil
de decirles que no.

Al contrario de lo que yo temía, dormimos muy bien, mi esposa y yo en un dormitorio de la planta


baja y mis hijos en el cuarto contiguo. Ambos habían sido modernizados y no tenían nada de
tenebrosos. Mientras trataba de conseguir el sueño conté los doce toques insomnes del reloj de
péndulo de la sala, y me acordé de la advertencia pavorosa de la pastora de gansos. Pero
estábamos tan cansados que nos dormimos muy pronto, en un sueño denso y continuo, y
desperté después de las siete con un sol espléndido entre las enredaderas de la ventana. A mi
lado, mi esposa navegaba en el mar apacible de los inocentes. “Qué tontería -me dije-, que alguien
siga creyendo en fantasmas por estos tiempos”. Sólo entonces me estremeció el olor de fresas
recién cortadas, y vi la chimenea con las cenizas frías y el último leño convertido en piedra, y el
retrato del caballero triste que nos miraba desde tres siglos antes en el marco de oro. Pues no
estábamos en la alcoba de la planta baja donde nos habíamos acostado la noche anterior, sino en
el dormitorio de Ludovico, bajo la cornisa y las cortinas polvorientas y las sábanas empapadas de
sangre todavía caliente de su cama maldita.

6. ¿Cómo actúa la pareja ante la advertencia de la vieja pastora de gansos?


Página 10 de 10

a) con precaución, resguardándose en el castillo para ignorar los hechos paranormales


b) con temor, evitando pasar mucho tiempo en el castillo y realizando visitas a otros lugares
c) con calma, resignándose a que los acontecimientos paranormales son cotidianos
d) con incredulidad, burlándose de la facilidad con la pastora creía en sucesos fantásticos

7. Respecto a los sucesos finales ocurridos en la habitación de Ludovico, es posible inferir que:

a) el espacio entre lo cotidiano y lo fantástico se entrelazan con facilidad


b) los sucesos extraños son producto del cansancio y el sueño denso
c) el tiempo del relato es ambiguo, puesto que el protagonista vuelve al pasado
d) el protagonista entra en un estado de inconsciencia hasta llegar al delirio

8. ¿De qué manera Cortázar y García Márquez abordan lo fantástico y lo extraño en sus relatos?
Compara ambos textos y extrae citas textuales para justificar tu respuesta.

________________________________________________________________________________
________________________________________________________________________________
________________________________________________________________________________
________________________________________________________________________________
________________________________________________________________________________
________________________________________________________________________________
________________________________________________________________________________
________________________________________________________________________________
________________________________________________________________________________
________________________________________________________________________________
________________________________________________________________________________
________________________________________________________________________________
________________________________________________________________________________
________________________________________________________________________________
________________________________________________________________________________
________________________________________________________________________________
________________________________________________________________________________
________________________________________________________________________________
________________________________________________________________________________
________________________________________________________________________________
________________________________________________________________________________
________________________________________________________________________________
________________________________________________________________________________
________________________________________________________________________________
________________________________________________________________________________

También podría gustarte