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Retos de las ciencias administrativas desde las economías emergentes: Evolución de

sociedades.

Apuntes históricos sobre las empresas establecidas en México y


vinculadas a una cadena familiar de origen cántabro (siglo XIX- 1950).

Francisco Javier Jimeno de la Maza*, Mercedes Redondo Cristóbal*,


María Ángeles Zárate Loyola**.

*Universidad de Valladolid (España)


Valladolid, España.
**Universidad Autónoma de San Luis Potosí

San Luis Potosí, México.


Email: jjimeno@efc.uva.es
Tel.: 34 979108121

Resumen:
A partir del análisis de distintas fuentes historiográficas y archivísticas, el presente
trabajo pone el foco en varias de las iniciativas empresariales establecidas en México
desde el siglo XIX y que fueron impulsadas por redes familiares originarias de los valles
cántabros del norte de España comprendidos en la zona que antaño era conocida como
“Montañas de Santander”. Los estudios previos han apuntado ciertas características
comunes de estos negocios que facilitaron el éxito de la aventura emprendedora y que
permitieron que aquellos que estaban a la cabeza de los clanes familiares que los
impulsaron se situaran en la élite económica en la sociedad mexicana de la época. Se
ha escogido la teoría institucional para dar soporte al argumento de que el esquema
organizativo de la red empresarial y familiar de los montañeses incorporaba unas
características singulares que fueron el elemento determinante para conseguir tanto el
control de recursos estratégicos como la obtención de ventajas competitivas, que se
iban reproduciendo a través de una cadena de reemplazo basada en lazos de paisanaje
y de parentesco, hasta que se produjo su declive ya en el siglo XX, con el agotamiento
de un modelo endogámico de entramado empresarial que no encajaba adecuadamente
con un entorno más moderna. La metodología aplicada se fundamenta en el estudio de

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casos que se han reconstruido a partir de documentación dispersa en fuentes


españolas y mexicanas.

Palabras clave: Historia empresarial, montañeses, México.

1. Características de los empresarios montañeses en México.

A lo largo del siglo XIX proliferaron las iniciativas comerciales, industriales y


financieras impulsadas y lideradas por clanes familiares de origen hispano que llegaron
a despuntar en el tejido productivo mexicano de la época. Una parte considerable de
esos negocios estuvieron bajo el control de grupos de familiares y paisanos que eran
originarios de los valles situados en la zona del norte de España que en la época previa
al proceso de delimitación provincial era conocida como “Montañas de Santander”, de lo
cual deriva el apelativo de montañeses, atribuido habitualmente y aceptado por el
propio colectivo, con el que se designa a un colectivo que también en su tierra de origen
se asocia a menudo con la etiqueta de “indianos”. En concreto, la iniciativa y el
desarrollo de las empresas radicadas en México que se han considerado en nuestro
trabajo correspondían mayoritariamente a un grupo de emigrantes españoles que
mantenían lazos familiares fuertemente endogámicos, los cuales permitían la
reproducción natural y el reemplazo de la cabeza visible de los negocios), y que
proceden en casi su totalidad de lo que hoy en día serían el valle de Ruesga, el valle de
Soba y el municipio de Arredondo, segregado de Ruesga desde 1822, en la actual
Comunidad Autónoma de Cantabria. Baste señalar la razón social de un negocio
emprendido por uno de los casos que se estudian, el de Ricardo Sainz, cuya fábrica de
hilados y tejidos ubicada en Tlalpan recibía el nombre de “La fama montañesa”.

Una característica básica de estos inmigrantes hispanos establecidos en México


era su decidida vocación empresarial, puesto que, tal y como señala uno de sus
testimonios, emigraban de su tierra natal para “conseguir patrimonio por industria y
riesgo”, siempre con el apoyo de la red familiar. Debe resaltarse la importancia del
fenómeno de la hidalguía, casi universal en estos montañeses, que en el antiguo

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régimen les había permitido a sus antepasados una libertad de movimientos que facilitó
la puesta en marcha de una emigración en cadena basada en el cobijo social de los
parientes, y que se prolongaría con el mismo patrón organizativo hasta el siglo XX, si
bien la etapa más intensa de estos negocios corresponde a la segunda mitad del siglo
XIX.

De entre las aventuras empresariales desarrolladas en el siglo XIX en México por


la red de clanes familiares de origen montañés que hemos documentado, se han
escogido varios casos que comparten la singularidad de proceder del mismo pequeño
pueblo, llamado Ogarrio, en el municipio de Ruesga (Cantabria). Como cabe suponer,
hemos podido verificar vínculos familiares entre los involucrados en las iniciativas
descritas, que se prolongan en el tiempo durante casi 120 años, vínculos que eran de
esperar habida cuenta de la fuerte endogamia consanguínea de la población de origen
y de lo reducido de su ámbito. Teniendo en cuenta los condicionamientos que impone la
disponibilidad de documentación que se haya conservado y a la que se ha tenido
acceso, creemos que los casos estudiados proporcionan una significativa descripción
de las trayectorias empresariales de los montañeses en México, sirviendo de ejemplo
muy destacable de la formación de una inmigración económica hispana de carácter
elitista en el marco de la sociedad de la época.

Adicionalmente, los rasgos particulares que definen a esas empresas mexicanas


impulsadas por montañeses resultan muy ilustrativos, ya que la superposición de la
institución familiar y de la red social de paisanaje de origen condicionaba el devenir del
negocio en múltiples vertientes. A modo de muestra, puede citarse el ideario común de
conservación patrimonial de cada unidad productiva individualizada, fundamentada en
una endogamia familiar basada en nexos de parentesco y perpetuada a través de
políticas matrimoniales, el apoyo financiero mutuo entre miembros de la red de
montañeses, las combinaciones de fuertes vinculaciones comerciales y de altruismo, a
través de instituciones sociales de apoyo mutuo, que se establecen entre la cadena de
compatriotas, el mecenazgo cultural y el fomento de inversiones en infraestructuras y en
servicios públicos y comunitarios, la reproducción, aprendizaje y sucesión organizada

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del negocio a partir de relaciones de consanguinidad y afinidad, o el desarrollo de


nuevos proyectos inversores de expansión, que suponían la incorporación de
innovaciones tecnológicas y que nacían de los esfuerzos colectivos y coordinados entre
miembros de la red, así como del clan familiar en sentido extenso.

El tema propuesto guarda un apreciable interés debido a que el mismo hecho de


la aventura empresarial internacional es ya un elemento singular en la tradición histórica
española, donde la emigración económica no se ha caracterizado precisamente por una
vocación emprendedora en el mundo de los negocios. Complementariamente, el perfil
que se observa en el devenir de los montañeses en México les acerca al imaginario del
de la mitología del empresario hecho a sí mismo, el “self-made man” anglosajón
(Valdaliso, 2004). Tampoco debe obviarse el papel de los montañeses en el proceso de
desarrollo empresarial mexicano, pues resulta llamativa la importancia que adquirieron
muchas de estas empresas en México, propiciando el ascenso a la élite económica
mexicana de un grupo de personas con raíces familiares comunes y que procedían de
un ámbito geográfico muy concreto ubicado en el norte de España fuertemente
ruralizado. Además, hay otros elementos de modernidad que no abundaban en el
sistema económico convencional español del siglo XIX, como son: (1) la acumulación
de capital que identificó a dichos negocios, (2) la introducción de innovaciones
tecnológicas de vanguardia en el ámbito industrial, (3) la adaptación al marco jurídico
mercantil mexicano, y (4) las formas extendidas de organización interna que permitían
combinar trabajo y conocimiento de la dirección de los negocios según un escalafón
estratificado, a la par que flexible, que abarcaba figuras como las de dependientes,
dependientes principales, gerentes administradores, apoderados y consignatarios,
incluyéndose todas las funciones necesarias para articular una red de intercambios y de
financiación.

El mismo hecho del restringido espacio de procedencia pone de manifiesto la


existencia de un sistema establecido e institucionalizado que pretendía dar continuidad
en el tiempo a la cadena de reemplazo empresarial, recurriendo a otros miembros del
mismo clan familiar que emigraban desde los mismos lugares de origen. Los nuevos

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inmigrantes que llegaban a México a través de un mecanismo de cadena respondían a


la llamada de parientes y paisanos, que ya se encontraban radicados desde hace
tiempo y, que en muchos casos, ya habían conseguido el éxito y una acumulación de
suficiente capital para el impulso de la iniciativa mercantil. Por lo tanto, los nuevos
emprendedores surgen a partir del seno del grupo de parientes, desde la integración en
la saga familiar al comienzo en los negocios y manteniendo significativas interrelaciones
si llegaba el momento de independizarse. Igualmente, un elemento diferencial básico de
la red montañesa se fundamenta en el peso adquirido por la imposición de rígidas
tradiciones del grupo familiar que caracterizaban a las iniciativas empresariales, donde,
por ejemplo, la sucesión en el negocio, siempre que era posible, se había planificado,
se producía como consecuencia de un retiro del anterior líder y se efectuaba por vía
masculina, encomendando la responsabilidad de dar continuidad a la empresa a un
pariente que durante años había venido preparándose para tal tarea en el seno del
conglomerado mercantil. Así, el cobijo social que se aportaba al nuevo inmigrante se
envolvía en el ámbito familiar extenso, con la promesa futura de sucesión al frente del
negocio, normalmente cuando llegase la hora de que la persona que se hallase a la
cabeza del negocio entendiese que el momento era oportuno. Por lo tanto, el proceso
de formación desde la base de un líder futuro y el aseguramiento del reemplazo de
nuevos nodos de la cadena migratoria formaban parte de un planteamiento organizativo
intencionado, que incluía unas reglas matrimoniales endogámicas orientadas a la
conservación de patrimonio del negocio y a impedir su división.

La construcción de unos vínculos de confianza en las numerosas relaciones


comerciales entre negocios de la red que se han podido documentar, o el apoyo mutuo
altruista a través de instituciones de apoyo que abarcan todo tipo de aspectos de la vida
del inmigrante montañés, conforman algunos de los rasgos esenciales para la dinámica
empresarial que acaban explicando el éxito con el que se suele contemplar esta
aventura colectiva de los indianos montañeses. Lo cierto es que la segunda mitad del
siglo XIX es una época en la que el marco general de los derechos de propiedad y la
esfera mercantil en México se desenvolvían en un entorno de incertidumbre, debido a
las dificultades para hacer efectivos los derechos o cumplir con las obligaciones que

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derivasen de los contratos libremente establecidos entre partes interesadas. En


contrapartida, las estrictas normas no escritas con que se regían estas instituciones
familiares, concebidas como una unidad inseparable del negocio, suplían muchas de
esas carencias, permitiendo acuerdos exitosos que se cimentaban en la confianza tejida
entre los miembros de la red. De alguna manera, las leyes civiles relativas al ámbito
familiar y las normas del grupo de parientes servían de salvaguardia y suplían la
ineficacia operativa de la aplicación de una legislación mercantil que no favorecía el
espíritu emprendedor.

2. El marco de la teoría institucional y su aplicación al ámbito de estudio elegido.

Los principales rasgos particulares con los que se puede caracterizar a la red
familiar de empresas de origen montañés establecidas en México desde el siglo XIX
contienen ciertos elementos que encuentran fácil encaje en planteamientos derivados
de los desarrollos de la teoría institucional, la cual ha sido utilizada en varias
contribuciones previas de la literatura, a modo de soporte explicativo de la historia de
las organizaciones empresariales (Baskes, 2005). La idea básica remite a la
superposición de la institución familiar, organizada rígidamente de una determinada
manera específica, por encima de un marco institucional empresarial que mostraba
unas señaladas debilidades contextuales, de una forma tal que ese solapamiento
permitía la apertura del negocio a unas mayores posibilidades de ganancias de
eficiencia comparativa en el desempeño de la actividad productiva, en el momento en
que se privilegiaba la aplicación de las reglas familiares (Walter, 1991). Por eso, se
podría suponer que esas estrategias fuertemente asentadas en la institución familiar y
en los lazos de parentesco supusieron una ventaja que situó a muchos negocios
montañeses en la vanguardia productiva de su época, con unos crecimientos
estimables, disponiendo de una tecnología relativamente avanzada y posibilitando el
control de importantes recursos en el territorio en que se asentaron, fomentando la
acumulación de capital y favoreciendo el acceso a los incipientes sistemas financieros
(Lizama y Valerio, 2006).

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De acuerdo a una perspectiva contractual, muchas de las reglas del grupo


familiar guiaban el inicio, la negociación, la adaptación o la terminación de las
transacciones y contratos en el ámbito de unos negocios que eran impulsados desde el
seno de la propia familia, sin que quepa concebir una separación clara entre ambos
espacios. Es posible constatar que ciertas normas familiares asumidas férreamente por
el colectivo y que pautaban algunos aspectos clave de la actividad empresarial
(conservación patrimonial, sucesión, promoción, establecimiento de relaciones
comerciales, nuevas inversiones y un largo etcétera) se convirtieron en uno de los
factores determinantes para obtener el control de ciertos recursos estratégicos
(materias primas, acceso a determinadas industrias, habilitación de crédito y
financiación). A su vez, el dominio de los recursos clave sirvió para la acumulación de
capitales financieros y para el logro de ventajas competitivas respecto al entorno de
actuación. El mecanismo no era novedoso, sino que daba continuidad al antecedente
de la imagen tradicional de controlador de recursos que el montañés se había labrado
en la época colonial de México, por su estatus de hidalguía casi universal en el antiguo
régimen hispano, que facilitaba el acceso a privilegios de la corona española, dotando
de un rasgo emprendedor característico al colectivo que ha llegado a ser calificado por
Lida (1994) como de “inmigración privilegiada”, pues tenían claro que su presencia en
México era para llevar a cabo una aventura empresarial.

Debido a que en la época colonial las generaciones de ancestros de esas


personas habían ocupado cargos de administración relevantes, la transición hacia una
burguesía comercial y emprendedora fue simplemente la evolución adaptativa a un
territorio muy amplio, que ofrecía grandes oportunidades y con un vecino en el norte
muy activo en cuanto a intercambios económicos. Así pues, el inicio de acumulación de
capital procedería normalmente de un monopolio o cuasimonopolio colonial, pero, una
vez consumada la independencia de la nación, la iniciativa económica montañesa se
orientó hacia una actividad mercantil intensa. Como señala Cerutti (1999), gestión
comercial y movimientos empresariales fueron inseparables, ya que tiendas de
abarrotes y casas de comercio que daban salida a la producción rural (también
controlada a través de las haciendas) constituyeron una base de negocio que se

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prolongó hacia las finanzas, componiendo con el tiempo un sistema bancario


formalizado en el México porfiriano. Asimimo, Monroy (2004) destaca el papel
determinante de los comerciantes en San Luis Potosí en el siglo XIX, ya que
extendieron sus actividades a la industria textil, a la minería, al establecimiento de
casas de moneda, al control de haciendas e incluso a las obras públicas.

La consecuencia de este patrón organizativo fue el éxito colectivo de muchos de


estos negocios, lo que subsecuentemente condujo hacia la élite económica mexicana a
los montañeses más prominentes y que evidenciaron alta capacidad de adaptación al
contexto, reproduciéndose el esquema a través de una cadena basada en lazos de
paisanaje y de parentesco que también fomentaba el capital relacional que surgía de
los vínculos establecidos entre los nodos de la red. El rastro de la correspondencia
comercial que se conserva permite documentar que los asentamientos de españoles
dedicados a la actividad empresarial radicados en diferentes poblaciones mantenían
comunicación permanente, tanto para cuestiones mercantiles como para otras que
pueden entenderse de interés colectivo. Durante la segunda mitad del siglo XIX, esas
reglas familiares que impregnaban la práctica gestora sustituyeron a unas débiles
normas jurídico-mercantiles que difícilmente garantizaban el cumplimiento contractual y
el aseguramiento de unos derechos de propiedad que se evidenciaban escasamente
protegidos. Lo cierto es que, en el marco de actuación del siglo XIX, la forma
organizativa interna que caracterizaba a las iniciativas montañesas y la red externa que
se tejía entre los negocios de sus paisanos constituyó una forma organizativa eficiente,
moderna, liberal y descentralizada a través de la que fluían adecuadamente mercancías
y capitales. Además, la apertura del régimen porfirista estimuló la concentración de
capitales en torno a industria textil, el tabaco o las actividades crediticias, junto al
desarrollo de infraestructuras como ferrocarril, electricidad o traída de aguas que eran
fundamentales para los negocios de vanguardia. Este modo de operar en la actividad
empresarial continuó hasta su declive en el siglo XX, con el agotamiento de un modelo
endogámico de conglomerado de negocios que ya resultaba inapropiado para un
entorno más moderno (Gamboa Ojeda, 2006).

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Por otra parte, el refuerzo de los intereses grupales se consolidaba a través de la


pertenencia a redes sociales de cooperación y de ayuda mutua entre inmigrantes
(Marichal, 2010), donde los propios comerciantes, normalmente los de mayor
prominencia, ocupaban puestos en las juntas directivas. Así, la creación de instituciones
benéficas, de cooperación mutua y de mecenazgo que estaban asociadas al entramado
empresarial montañés (entre otras, el Casino Español de México, la Sociedad
Montañesa de Beneficencia o la Junta Española de Covadonga) era otra de las formas
de aumento del “capital relacional” de las organizaciones que fue empleada para
potenciar la capacidad y los recursos empresariales mediante una conciencia grupal de
cohesión patriótica española, pero también de compromiso con la sociedad mexicana
de entonces. Sirva como ejemplo referido a los dos casos que contemplaremos que el
propio Ricardo Sainz, en calidad de presidente del Casino Español de Mexico,
propondría la formación de una Junta Patriótica en Ciudad de México encargada de
recaudar fondos para la guerra de España en Cuba, y a la iniciativa se sumarían los
herederos de los negocios de la familia De la Maza en San Luis Potosí (Ortelli, 1998).
Otra muestra de ello sería cuando en el siglo XX los hermanos Fernández de la Maza
participan en la reconstrucción del frente marítimo de la ciudad de Santander, en
España, destruida por un incendio.

Como conclusión de los argumentos aportados, podría decirse que los rasgos
básicos que caracterizaron los negocios de los montañeses en México y que pueden
ser contemplados como elementos que encajan en las proposiciones del marco teórico
institucional serían los siguientes:
(1) Espíritu empresarial de adaptación al medio.
(2) Incorporación de tecnológica moderna e innovadora.
(3) Movilidad de recursos en un amplio espacio geográfico, conectando
mercados.
(4) Diversificación horizontal.
(5) Opción por iniciativas que requieren fuertes Inversiones de capital.
(6) Articulación en forma de red basada en relaciones de confianza otorgada por
lazos de parentesco y de paisanaje.

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(7) Implicación en filantropía, a la imagen anglosajona y en inversiones en


infraestructuras públicas.
(8) Mantenimiento de lazos estrechos con el poder político.
(9) Participación activa en los canales de financiación del sistema productivo.

3. De Ogarrio a Real de Catorce.

El estado de San Luis Potosí vivió un período de estabilidad y crecimiento


económico a finales del siglo XIX que supuso un fortalecimiento institucional, la
promoción de la inversión extranjera, instrumentada a través de un círculo cerrado de
familias, y la mejora en las infraestructuras (Monroy y Calvillo, 1997). En consecuencia,
durante ese período, y gracias en buena medida a la importancia estratégica de las
minas argentíferas, San Luis Potosí mantuvo un papel geopolítico y económico
destacable, y en este último ámbito sobresalió una élite de empresarios y comerciantes
cuyos orígenes hispánicos estaban estrechamente vinculados por lazos de parentesco
y paisanaje montañés.

Entre todos ellos destacaría Santos Sainz de la Maza y Ezquerra de Rozas


(Ogarrio, Cantabria, 1811- Utrera, Sevilla, 1873) que fue la cabeza visible que ejerció el
liderazgo empresarial en los múltiples negocios de su familia desarrollados en San Luis
Potosí, México, a donde llego en 1822, con apenas 11 años de edad, según González
Echegaray, que ha consultado los listados de pasaportes y solicitudes de embarque del
Archivo Histórico Provincial de Cantabria. Sin embargo, en el Archivo de Indias de
Sevilla figura el expediente de solicitud de embarque de Santos Sainz de la Maza en
1832, con motivo de querer pasar a La Habana en la casa y compañía de Manuel
Gutiérrez Solana Ezquerra de Rozas, incluyendo una referencia a la licencia concedida
por el juez de arribadas de Santander, puerto del que partió. Aunque pudiera haber
hecho dos viajes en corto espacio de tiempo, pensamos que se trata más bien de un
error en la transcripción de la primera fecha, ya que, si bien la juventud era el patrón
predominante en el primer viaje del emigrante, 11 años parece muy poca edad. La
fecha de 1832 encaja mejor con lo que se ha podido documentar de otros familiares

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que ya se encontraban en América ejerciendo la actividad empresarial, y también con el


hecho de que Ildefonso Blanco (hijo de María Gutiérrez Solana Ezquerra de Rozas),
otro pariente que también acabó en San Luis Potosí en los negocios del clan De la
Maza, solicitó la licencia en 1833 con el objeto de pasar a La Habana a la casa y
compañía de su tío Valentín Gutiérrez Solana Ezquerra. Como se puede comprobar con
los apellidos de los tíos que reclaman a los inmigrantes, la saga familiar tenía un
eslabón previo en los Gutiérrez Solana, destacando Antonino Gutiérrez Solana, natural
de Arredondo y gran benefactor de sus valles de origen, quien, a su regreso de México
fue senador en España. Desde 1828 los Gutiérrez Solana se asentaron como
residentes en Catorce (San Luis Potosí), dedicándose a la minería y siendo
exceptuados de los decretos de expulsión de extranjeros promulgados en 1833, tras
haber enviado cartas en que muestran su adhesión a México y alegan impedimentos
físicos (Monroy, 2004). Valentín Gutiérrez Solana era natural de Ogarrio, había
establecido sus negocios en 1818 en San Luis Potosí, y según el Archivo de Indias
había pasado a Aguascalientes en 1802, a la casa y compañía de su tío Vicente
Gutiérrez Solana.

Junto a Santos se incorporaron a los negocios mexicanos sus hermanos


Francisco y Pedro, muriendo éste asesinado en Matehuala en 1863, haciéndose cargo
su hermano Santos de las empresas del difunto, adquiriendo su parte en un comercio
en San Luis Potosí, junto al negocio de algodones en Matamoros, que mantendría
hasta 1866 (Montejano, 2001). La cadena empresarial continuó con un hijo de Santos
de la Maza llamado Gregorio y con otros parientes hasta que llegó el ocaso de la
minería potosina, tras lo cual los negocios familiares se centrarían casi exclusivamente
en España, ya entrado el siglo XX, con unas pautas completamente diferentes de
actuación, si bien hay consenso en los estudios previos en que el fabuloso capital
indiano acumulado por el clan De la Maza en México posibilitó esas iniciativas
fuertemente enfocadas a la adquisición de fincas situadas en el sur español para vivir
de las rentas que generasen, con alguna inversión en industrias agroalimentarias
(Florencio, 2001). La tupida red de otros parientes instalados en esta y otras áreas de
México que hemos encontrado con los que en algún momento tuvo relación mercantil

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sería interminable de relatar. En 1835 se empieza a tener noticia de su participación


activa al frente de negocios de minería y en 1840 contraería matrimonio con la viuda de
uno de sus tíos, existiendo divergencia en las fuentes consultadas sobre si se celebró
en Matamoros o en Nueva Orleáns.

Dada su complejidad, resulta difícil de desentrañar la maraña de negocios tejida


en torno al clan De la Maza y que hemos logrado documentar, al menos si se toma
como punto de partida el inicio de la actividad de Santos y de sus hermanos Francisco y
Pedro, que también emigraron, y se abarca hasta el período que llega a los primeros
años del siglo XX. Las fuentes principales de información que permiten efectuar una
reconstrucción del emporio serían el protocolo notarial del testamento de Santos de la
Maza y el manuscrito con las memorias de su gerente, administrador y colaborador a lo
largo de gran parte de la actividad empresarial Vicente Irízar, que tituló “Ligeros apuntes
de la vida mercantil y minera”, que dictó a su hijo, en las que se describen
puntillosamente múltiples aspectos de índole económico-financiera de los negocios y
conteniendo a menudo referencias a la contabilidad como soporte instrumental de la
adopción de decisiones importantes, lo cual constituye una visión sorprendentemente
moderna del enfoque utilitarista, especialmente en el ámbito de la gestión. En la tabla I
se reflejan algunas de las actividades empresariales del grupo familiar de acuerdo a una
sistematización de elaboración propia. Puede apreciarse plenamente que en este caso
se manifiestan claramente algunos de los principales rasgos que caracterizan a las
iniciativas desarrolladas por montañeses y que se mencionaron en apartados previos.

TABLA I. Negocios emprendidos por la familia De la Maza que se han documentado en


la segunda mitad del siglo XIX.
Rama de
Recurso / Actividad /Inversiones Observaciones
actividad
Haciendas de acopio, Adquisición de tecnología en Estados
transformación, almacén y Unidos para modernización de los
distribución de maíz y mezcal y cultivos (1883)
ganadería. Entre ellas:
Agropecuaria - La Pastoriza
- Palo Blanco (Francisco de la
Maza)
- Zamarrita (Francisco de la Maza)
- Aguadulce (Francisco de la

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Maza)
- Sauceda de la Borda, en
Zacatecas
- Inmueble del Algiver (dudoso)
- Casa de comercio y mercantil y En 1875 se documentan operaciones con
banco de avío (plata, géneros y un español residente en Matamoros,
bebidas) dedicado fundamentalmente a
- Tienda de raya (establecimiento importación y exportación de Algodón con
de crédito para el abasto básico, conexiones con Texas, Nueva Cork, La
ubicada junto a las fábricas o Habana, Burdeos, Liverpool y Barcelona.
haciendas y donde los obreros o La clave de la intervención de la casa
campesinos eran obligados a Maza reside en sus actividades mineras y
realizar sus compras) Carbonera, en la muy apreciada plata mexicana en
Matehuala, SLP las transacciones mercantiles.
- Sucursal “La Aurora” (Pedro de
la Maza, hermano de Santos)
Comercial
- Expendeduría de tabacos
Tercena de la Fama. Real de
Catorce, SLP
-Casa en Cedral.
- Tienda de ropa (a cargo del
cuñado de Santos de la Maza e
hijos)
- 40% de participación en
sociedad comanditaria de
exportación de plata Maza-
Larrache (a través de embarque
en Matamoros)
Fábrica de hilados y tejidos Santa
Industrial María del Carmen (Matehuala),
producción de lanas
Intereses mineros en las En 1850 se constituye la sociedad por
siguientes compañías: acciones Unión Catorceña, controlada por
- Unión Catorceña, S. A. (Real de los hermanos Santos y Francisco de la
Catorce, SLP) Maza. En 1885 se haría cargo el sobrino
-Unión Potosina (Real de Catorce) de ambos Joaquín de la Maza (hijo de
- El Tiro General (Charcas) otro hermano llamado Juan que vivía en
- Compañía Minera San Agustín Ogarrio) convirtiéndose en la principal
(Real de Catorce) compañía minera de Real de Catorce.
- Compañía Minera La Aurora - Contaba entre sus activos con un
(Cedral) ferrocarril propio para el transporte y para
- Compañía Minera Santa Ana la comunicación entre labores
(Real de Catorce) (valoración al coste de 300.000 pesos)
Minería - Compañía Minera El Refugio y - Primera compañía en utilizar tecnología
Socavón de la Luz (Real de de aire comprimido, encargada su
Catorce) fabricación en San Francisco (EE.UU).
- Compañía Minera El Señor de la En explotación Santa Ana:
Humildad y Anexas (Real de - Se incoporaron tecnologías hidráulicas
Catorce) de arrastre de cargas innovadoras para la
- El Tiro General de Charcas época (400.000 pesos invertidos)
(Charcas) - Otras inversiones en maquinaria por
- Cerro del Cobre (Charcas) importe de 532.000 pesos
- Electrificación pionera con una planta de
350 caballos de potencia. Inversión de
5.000.000 pesos
- Gastos de explotación: 2.452.000 pesos

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- 50% acciones en Casa de la - Con su entrada en la propiedad, Santos


Moneda San Luis Potosí de la Maza decide la mecanización de la
- Casa de la Moneda de Real de casa de la moneda de San Luis Potosí
Catorce (1863-1866) con maquinaria de Philadelfia (EE. UU.),
aprovechando la ruta de exportación de
Casa de la
plata abierta a través de Matamoros.
Moneda
Agiliza las gestiones para que se instituya
una casa de la moneda en Catorce y la
maquinaria se instale allí
- La casa de moneda de Real de Catorce
llegó a acuñar 1,500.000 pesos
- “Deudas activas” (en realidad,
créditos), algunas “antiguas” y “de
dudoso cobro” y deudas pasivas.
- Gregorio de la Maza (hijo de
Santos), accionista del Banco de
Guanuajuato en 1902
Financiera y
- Gregorio de la Maza,
crediticia
responsable de la agencia en
Mineral de la Torre del Banco
Mercantil Mexicano, que empezó a
operar en 1882 (en cuyo consejo
de administración se encontraba
Ricardo Sainz)
Fuente: elaboración propia

A partir de 1850, que es el momento en que Vicente Irízar asume el escritorio del
banco de avío de la casa De la Maza, y por consiguiente, se produce su intervención
activa en las cuentas de los negocios, se puede disponer de un mayor grado de
información sobe la situación patrimonial y los gastos que comportaban las distintas
actividades empresariales. Vicente Irízar se acabó convirtiendo en socio del clan De la
Maza y gerente en 1872, haciéndose cargo de unos negocios más emblemáticos, la
tienda de abarrotes “La abundancia”. En aquella época, el capital social de la principal
casa comercial ascendía a 400.000 pesos, y el activo se hallaba comprometido por un
elevado volumen de créditos de dudoso cobro, las haciendas “La Carbonera” y “La
Pastoriza” y existencias en plata sin amonedar. Como contrapartida al pago de uno de
esos créditos considerados de dudoso cobro, se adquirió la tienda de abarrotes “La
Abundancia”, que pasó entonces a convertirse en la sede principal del conglomerado de
negocios familiares.

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Desde 1857, Santos de la Maza realizaba gestiones para erigir una casa de la
moneda en Real de Catorce, y de hecho, en ese año solicitó la adquisición de un solar
la “Plaza del Carbón” para erigir la ceca, aunque el clima turbulento durante el período
posterior provocó que hubiera de esperar a 1861, que sería cuando se asocia con su
hermano Francisco para llevar a cabo este fin (Montejano, 2001), efectuándose en 1863
un desembolso inicial de 400.000 pesos para adquirir los terrenos ubicados en la plaza
principal, que más tarde se verían incrementados en una cuantía similar, con el objeto
de ampliar la propiedad. En funcionamiento, desde 1863, en 1866 el emperador
Maximiliano ordenaría clausurar la casa de la moneda, que nunca se volvería a reabrir.
A la muerte de su hermano Pedro, Santos creyó oportuno redactar testamento en Real
de Catorce el que da cuenta detallada de su patrimonio empresarial y de los acuerdos
de reparto de beneficios que afectan a las distintas actividades. En su testamento se
contiene la siguiente cita: “Todo consta en los Libros y Balances, y cualquiera duda que
pueda ocurrir, la desvanecerá él mismo [se refiere al contable y administrador Irízar,
que acabaría emparentando con el clan De la Maza], y se pasará por lo que él diga en
atención a la honradez y probada buena fe con que se ha manejado en el transcurso de
veinticinco años que me acompaña, y que ha en ejemplar constancia en el trabajo, se
deben en gran parte el aumento del capital con que cuenta la casa...”.

En 1865 Santos de la Maza deja los negocios en manos de su hermano


Francisco y se retira a Utrera (Sevilla, España), pues, según González Echegaray
(1981), el clima de la montaña no era beneficioso para su deteriorada salud, lugar
donde su hija Marciala se ha casado con Enrique de la Cuadra, hijo de otro indiano
montañés que también se había establecido en San Luis Potosí. Practicados balances
antes de su partida, la falta de disponible en efectivo motivada por las cuantiosas
inversiones que han exigido las minas y la casa de la moneda provocan que en el
momento del retorno apenas pueda llevarse Santos una suma mínima de efectivo. En
1867, la combinación de créditos dudosos, falta de liquidez y actividades que arrojan
pérdidas sistemáticas conducen a una reordenación de los negocios familiares tras la
que se produce la liquidación de los intereses en compañías algodoneras y en ciertas
sociedades comanditarias, debiendo afrontarse casi 35.000 pesos en pérdidas. Cuando

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Mesa 3. Historia de Empresas y Empresarios.

todavía no se ha completado esta liquidación, fallece Francisco de la Maza e Irízar debe


hacerse cargo eventualmente de los negocios, hasta la llegada de dos sobrinos de
Santos llamados Joaquín y Pedro, hijos de su hermano Juan, que permaneció en
Ogarrio.

La adecuada gestión de Irízar empieza a dar frutos en las actividades mineras,


de tal modo que Santos de la Maza recibe en España unos fondos con los que adquiere
unas fincas en Morón de la Frontera (Sevilla). En 1873 fallece Santos de la Maza y
heredan sus hijos Gregorio, quien sin mucha convicción inicial acabaría incorporándose
a la cabeza de los negocios mexicanos, y su hija Marciala. De acuerdo a Florencio
(2001), la herencia de Santos de la Maza comprendía plata en barra, acciones de
compañías mineras, haciendas de campo, títulos de deuda del gobierno mejicano y
créditos, todo ello valorado, en 1875, en 4,66 millones de pesetas. En lo tocante a los
negocios de San Luis Potosí, para gestionar la herencia de Santos de la Maza se
constituiría una sociedad comanditaria de diez años de duración administrada por Irízar,
aunque posteriormente el esposo de Marciala se echaría atrás y exige su disolución
antes de tiempo, llegando al acuerdo de comprarle su parte Gregorio de la Maza por
400.000 duros en pagos de 8 anualidades. Debe resaltarse que cuando en 1894
Marciala quedase viuda Irízar tiene que acudir a poner orden e inventariar la herencia,
puesto que “la contabilidad de Enrique de la Cuadra no existía ni había existido nunca.
Solamente una especie de libro diario y los testimonios verbales de hombres de
confianza”. No obstante, Florencio (2001) indica que la fortuna de la sociedad conyugal
era por entonces probablemente la mayor de Sevilla, y eso se debía a la herencia de las
empresas mexicanas de Santos de la Maza.

En 1891 los sucesores del clan De la Maza, y por el impulso de Irízar, tenían
gran parte de sus intereses concentrados en la minería de Catorce, además de
múltiples haciendas Durante el Porfiriato, la cercanía al régimen y la influencia de los
componentes del clan De la Maza empieza a ser notoria y conduce a que se conviertan
en los principales empresarios del estado de San Luis Potosí. Entre 1892 y 1896 se
produjo la modernización de la maquinaria destinada a la explotación Santa Ana, que

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Retos de las ciencias administrativas desde las economías emergentes: Evolución de
sociedades.

ocupaba a 1.500 operarios y extraía 3.000 toneladas de mineral al mes, apadrinada su


inauguración por la visita del propio Porfirio Díaz. Las decisivas intervenciones del
entonces administrador societario Irízar para acometer audaces inversiones
tecnológicas llevaron a la extracción de minerales cuyo valor conjunto alcanzó los 25
millones de pesos entre 1885 y 1900, y un promedio de 3 millones de pesos anuales
entre 1902 y 1904. Como contrapunto, las dificultades del grupo familiar vinieron de otro
proyecto de inversiones cuantiosas y que originó controversia, el de la Empresa de
Aguas de San Luis, dirigido a la construcción de la presa de San José. En 1896
empiezan las obras del túnel Ogarrio, que conectaba con el principal yacimiento de Real
de Catorce, llamado así en recuerdo de Santos de la Maza, cuyo retrato figuraba en la
entrada, que culminarían en 1901, con un desembolso de 2 millones de pesos. En 1902
fallecería Gregorio de la Maza en San Sebastián, España. La bancarrota que originó el
túnel Ogarrio y el declive argentífero por la adopción del patrón oro y las iniciales
emisiones de billetes marcó el fin de los negocios en México de la familia de la Maza,
continuando los sucesores con otras actividades en España de perfil muy diferente a las
que les dieron protagonismo en su aventura americana.

4. De Ogarrio a Tlalpan.

Ricardo Sainz Manteca Gutiérrez del Valle (Ogarrio, 1833-Ciudad de México,


1902) fue un personaje fundamental entre los indianos montañeses, al desarrollar
innumerables iniciativas empresariales en México, al impulsar múltiples actividades
filantrópicas y de beneficencia y al actuar como mecenas cultural de pintores y
escritores destacados. Incluso llegó a implicarse políticamente, tanto en temas que
afectaban a la situación española (por ejemplo, financió recursos destinados a la guerra
de Cuba) como en cuestiones mexicanas, donde alcanzaría gran protagonismo durante
el Porfiriato, convirtiéndose en asesor personal del presidente. Rechazó ocupar el cargo
de la Secretaría de Hacienda que Porfirio Díaz le ofreció, por no renunciar a la
nacionalidad española (Cano Andaluz, 2006). Igualmente, declinó aceptar el título de
Marqués de Ruesga que le había creado expresamente la monarquía española, para
concedérselo como recompensa a su trayectoria, en atención a la propuesta de tal

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Mesa 3. Historia de Empresas y Empresarios.

distinción efectuada por el ayuntamiento de su localidad natal, del que formaba parte
Francisco de la Maza Alonso, afincado en Ogarrio, aunque nacido en Valdecilla
(Cantabria), y de familia originaria de Arredondo, donde se crío y con fuerte vinculación
a negocios en México. El hijo de Francisco de la Maza, llamado Ricardo de la Maza
García, fue apadrinado en su bautismo por Ricardo Sainz y también tuvo un destacado
protagonismo como otro de los nodos de la red familiar de empresas montañesas,
dándose la circunstancia de que era tío de los últimos protagonistas que nos
ocuparemos, los Fernández de la Maza, naturales de Ogarrio y emigrantes a México.

Reclamado por su tío materno Dionisio José de Velasco Gutiérrez del Valle,
cónsul de Veracruz conocido como el “padre de los españoles”, de acuerdo a Pereda de
la Reguera (1968), Ricardo llega a México en 1848, con 15 años y a bordo de la fragata
“María Clotilde”, según consta en el registro de pasaportes del Archivo Histórico
Provincial de Cantabria. Sin embargo, puesto que el clima veracruzano perjudicaba a
Ricardo, decidió trasladarse para trabajar al servicio de otro de sus tíos, Manuel
Gutiérrez de Rozas, en el zócalo de Ciudad de México, como dependiente en una
empresa de papelería, material de escritorio e imprenta adquirida en 1849 de nombre
genuinamente contable, “Al libro mayor”, fundada en 1832 por su primer propietario, el
francés Teófilo Lerroux. La empresa alcanzó un lugar sobresaliente entre las de su
ramo, al emplear tecnologías de vanguardia y contar con un surtido de productos
innovadores que abastecía al por mayor y al por menor.

Ricardo Sainz pasa de empleado a empleado principal a la muerte de su


pariente, cuando su viuda, Consolación Rionda de Bringas, extiende un poder general
para que “el negocio y los giros de la casa” correspondan a Ricardo Sainz. Al año
siguiente, Ricardo contraería matrimonio con la viuda de su tío. En 1875, la empresa ya
era líder en su segmento de actividad, monopolizando prácticamente la producción de
libros de contabilidad, junto a trabajos de encuadernación, suministro de colegios y
almacenes, fabricación de papeles especiales para planos y dibujo, libros para oficinas,
bufetes, formularios administrativos, trabajos de impresión para los estamentos
públicos, hoteles, libros de oraciones y de lujo, así como daguerrotipos en metal y en

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Retos de las ciencias administrativas desde las economías emergentes: Evolución de
sociedades.

papel. Con el transcurso del tiempo, la tecnología que “Al libro mayor” utilizaba en
daguerrotipos y en impresión de libros de cuentas recibiría premios en exposiciones
como las de París en 1900, Nueva York en 1901, o Saint Louis, Missouri, en 1904,
donde recibió el galardón al mejor ejemplar de libro de contabilidad, según señala Cano
Andaluz (2006), que cita el siguiente anuncio de prensa de la época: “Entre los libros de
contabilidad figura un precioso ejemplar en la exposición de Saint Louis Missouri, el cual
contiene tantos rayados como pueden necesitarse para llevar una contabilidad por
partida doble”.

En 1875 adquiere junto a Manuel Cordero, también de origen hispano, la fábrica


de textiles “La fama montañesa”, que había arrancado en 1831 y estaba ubicada en
Tlalpan. Puesto que en ese momento ya se encontraba viudo, Ricardo contraería de
nuevo matrimonio en 1876 con la hija de su socio, Guadalupe Cordero, nacida en
México, con la que tendría cinco hijas. Al no haber tenido descendencia masculina,
Ricardo Sainz optaría por el reclutamiento de sobrinos montañeses para dar
continuidad a sus negocios, solicitando a cuatro de los hermanos Fernández Zorrilla
que se estableciesen en México. De cerca de 3.800 metros cuadrados, la fábrica “La
fama montañesa” reunía adelantos técnicos muy avanzados para su época, y llegó a
emplear 300 operarios. Adicionalmente, las inversiones realizadas por Ricardo Sainz
para adelantar a sus competidores le llevaron a traer maquinaria más moderna desde
Nueva Orleans, a acometer una ampliación de la planta para incrementar la producción
y a una electrificación de las instalaciones. Los importantes desembolsos podían ser
sufragados sin problemas, dada la activa participación del propio Ricardo Sainz en el
terreno de las finanzas (Trujillo, 1996). En las compilaciones administrativas de la época
aparece en 1884 la solicitud de Ricardo Sainz para el uso de las aguas de los
manantiales en su fábrica de hilados. “La fama montañesa” también se caracterizó por
mostrarse comparativamente más avanzada socialmente que otras industrias fabriles
de la época. Los trabajadores presentaron en 1877 al Ministerio de Gobernación un
proyecto de reglamento interno que elaboraron y que establecía derechos y deberes de
la propiedad y de los obreros. Sin embargo, el gobierno no pudo atender a la solicitud,

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Mesa 3. Historia de Empresas y Empresarios.

por entender que no estaba facultado para imponer condiciones en el ámbito laboral a
las empresas privadas.

La actividad financiera constituye otro de los aspectos de relevancia entre las


iniciativas emprendidas por Ricardo Sainz, pues intervino activamente junto a otros
compatriotas de la red montañesa en la promoción de instituciones financieras
mexicanas, en calidad de accionista y miembro del consejo de administración, primero
en el Banco Mercantil Mexicano y posteriormente en el Banco Nacional de México
(Ludlow, 1990). El Banco Mercantil Mexicano empezó a operar en 1882, con un capital
inicial escriturado de 4.000.000 pesos, estando autorizado para la emisión, circulación,
préstamo y descuento. Resulta llamativo que entre los accionistas también participaba
el General Porfirio Díaz, encontrando representación asimismo los De la Maza
establecidos en San Luis Potosí. Apenas dos años más tarde la entidad se fusionó con
otro banco en cuyo impulso también habían participado, con un señalado protagonismo,
varias de las casas comerciales de origen cántabro. Como resultado, se fundó el Banco
Nacional de México en 1884, también con Ricardo Sainz en el primer consejo de
administración, y con un activo de cerca de 100.000.000 pesos (Álvarez Nieves, 2006).

Ricardo Sainz se convirtió en una pieza clave para explicar la dinámica de los
negocios montañeses en México, pues desarrolló muchas actividades notables, poseía
fincas, ranchos, minas e ingenios azucareros, e intervino indirectamente en negocios de
parientes, a veces como socio capitalista, a veces financiando a un emprendedor en
calidad de “padrino familiar”, vínculo espiritual de raigambre católica de gran
importancia para los montañeses, que acabaría transmitiéndose a un mecanismo
financiero nada desdeñable para acometer nuevos negocios. Asimismo, fue presidente
de la Sociedad de Beneficencia Española, presidente del Casino Español de México, y
formó parte de la dirección de la llamada Unión Mercantil, que representaba a los
intereses de los empresarios del gremio de los abarrotes y posteriormente de todos los
comerciantes de la República, encargándose de las labores de propaganda (sic) en
Ciudad de México. En 1889 fue nombrado vicepresidente de la Junta Patriótica, para
más tarde convertirse en presidente honorario.

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Retos de las ciencias administrativas desde las economías emergentes: Evolución de
sociedades.

A su muerte en 1902, en México, la nota necrológica escrita por el lebaniego


Telesforo García para “El Correo Español”, uno de los diarios que se difundían entre las
instituciones sociales de la colonia montañesa señalaba lo siguiente: “Jamás ninguna
circunstancia de la vida pudo abatir su ánimo, jamás ninguna contrariedad ni ingratitud
ninguna consiguió disminuir el abundoso manantial de sus beneficios a favor de sus
necesitados. Guardan de ello grata y piadosa memoria el valle donde naciera, la
provincia de Santander, el pueblo de Tlalpan, en México, nuestra Beneficencia, nuestro
Casino, la Junta Patriótica, varias sociedades de caridad y protección, escuelas, viudas,
huérfanos, desvalidos (...) de claro entendimiento, de actividad y energía inagotables, lo
que sus hermanos, ilustres catedráticos, consiguieron en la esfera de las ciencias
naturales y exactas, lo consiguió él en la esfera del trabajo. Quiso el gobierno patrio
distinguirlo con un título de Castilla y nuestro Don Ricardo, noble por su alma, noble por
sus actos, noble por sus aspiraciones, declinó tal honra, porque consideró que sobre
todos los escudos y blasones puede y debe flotar el bastón de una vida sin mancha”. La
última referencia hace indicación del Marquesado de Ruesga al que renunció. Sus
sobrinos y los descendientes de estos continuaron con las actividades empresariales,
aunque los planteamientos fueron evolucionando con el tiempo, pudiendo reseñarse
que el germen de “Al libro mayor” derivó en una multinacional papelera (Domiguez,
2005).

5. De Ogarrio a Tlalnepantla.

El último de los casos de los que nos ocuparemos es el referido a los hermanos
Fernández de la Maza, nacidos en Ogarrio a partir de la última década del siglo XIX y
que desarrollaron su actividad en Tlalnepantla a lo largo del siglo XX, realizando varios
viajes de ida y vuelta en una cadena de reemplazamiento para controlar directamente
sus intereses empresariales. Los nombres de los que se ha podido documentar se
refieren a Iñigo Alejo, Ángel, Francisco (Pancho), y parece que había otros tres
hermanos que no participaron en los negocios, conociéndose que uno hizo carrera
como abogado y político en España, estableciéndose en Madrid donde ocupó cargos en

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Mesa 3. Historia de Empresas y Empresarios.

el Banco Exterior de España. Su red de negocios tuvo frecuente contacto con otros
parientes avecindados en Ogarrio, los hermanos Fernández Fernández, que también se
establecieron en México, con haciendas adquiridas a un compatriota asturiano, y con
los Fernández Zorrilla, que continuaban la actividad de Ricardo Sainz.

La madre de estos hermanos era Francisca de la Maza, natural de San Martín de


Soba, quien tenía dos hermanos procedentes de Astrana de Soba asentados en
negocios en América que daban continuidad a una larga tradición empresarial, que
abarcaba no solamente México, sino también Uruguay, tal y como se comprueba con la
información que consta en los padrones de hidalguía de Soba, donde figuran como
ausentes. Los negocios de los hermanos Fernández de la Maza mantuvieron
conexiones con otros tíos y primos de ambos continentes. La carrera comercial en
México de Ángel (nacido en Ogarrio en 1892) comienza en 1909 en un almacén de
abarrotes, y le seguirían sus hermanos, constituyendo entre ellos una sociedad
propietaria de ranchos dedicados a la explotación ganadera (Aramburu y Soldevilla,
2007). Íñigo, que se sabe que falleció en su casa natal de Ogarrio de 1971, aparece
como industrial en el censo de 1930 de Tlanepantla, domiciliado junto a Hilaria y
Victoriana Carrillo. Pancho llega en 1945 al aeropuerto de Brownsville en Texas, para
reemplazar a Alejo mientras que Iñigo había llegado en 1940 al puerto de dicha
localidad, para pasar posteriormente hacia Matamoros. Las diferentes ramas familiares
llevaron a cabo una notable diversificación industrial tanto en España como en México,
que incluía fábricas de curtidos, industria lechera, imprentas, papelerías, fábricas de
jabones y lejías, fábricas de bebidas gaseosas, ganadería y cría de reses, situándose
distintos familiares al frente de cada negocio.

6. Conclusiones

Los negocios emprendidos en México a partir de la segunda mitad del siglo XIX
por los grupos familiares de origen montañés presentaban un patrón de características
diferenciales que fueron capaces de otorgar una ventaja estratégica a las iniciativas
empresariales en el contexto en el que actuaban. La superposición de un esquema de

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sociedades.

normas que surgían en el marco de la institución familiar permitió una acumulación de


capital financiero, un control de recursos clave, el mantenimiento de un principio de
conservación patrimonial y el reemplazo y sucesión ordenada al frente del
conglomerado de negocios. Asimismo, la combinación de esas fórmulas específicas de
organización interna con una articulación externa en forma de red incrementaba el
capital relacional, favoreciendo un flujo de mercancías y de capitales que prolongaba la
actividad mercantil inicial hacia el ámbito de las finanzas.

¿Por qué se establecieron en México y no desarrollaron estas iniciativas en suelo


español?. En su tierra de origen el terreno no era propicio, con un paisaje agreste, clima
húmedo, situaciones convulsas, etc., mientras que México era una tierra de
oportunidades y contaba con la cercanía al mercado estadounidense. Por otro lado, la
teoría institucional ofrece una sólida explicación para justificar el éxito empresarial del
colectivo. El sólido tejido social que proporcionaban los lazos familiares, fuese cual
fuese la distancia geográfica, la confianza y la reputación constituyen ingredientes de
éxito en el paradigma de la empresa moderna. No hay empleados más motivados que
los propios familiares que saben que reforzaran con matrimonios consanguíneos y que
llegarán algún día a colocarse al frente de alguno de los negocios de la red, a imitación
de los que le precedieron en esa cadena de paisanaje y parentesco.

Los ejemplos analizados, que corresponden al conjunto de negocios


pertenecientes a un pequeño pueblo como es Ogarrio, en el valle de Ruesga,
Cantabria, sirven de muestra a lo largo de casi siglo y medio, de que el concepto de red
familiar conforma una estructura empresarial particularmente interesante en el contexto
de un marco institucional débil. La modernidad, la introducción de innovaciones
tecnológicas, la capacidad de adaptación al medio, la diversificación productiva o la
opción por estrategias fuertemente inversoras posibilitaron el éxito de muchas de estas
iniciativas empresariales desarrolladas por grupos familiares de origen montañés hasta
bien entrado el siglo XX, conduciendo a algunos de los más prominentes
emprendedores hacia las elites económicas de la sociedad mexicana de la época.

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Mesa 3. Historia de Empresas y Empresarios.

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ANEXO. Algunos testimonios gráficos de los emprendedores montañeses.

Retrato conservado en la biblioteca del Senado español de Antonino Gutiérrez Solana.

Retratos de Santos de la Maza y de Vicente Irízar, y minas de Catorce en 1903.

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Retos de las ciencias administrativas desde las economías emergentes: Evolución de
sociedades.

Retrato de Ricardo Sainz Gutiérrez.

Retratos de los hermanos Fernández de la Maza, arriba Íñigo (izquierda) y Alejo


(derecha).

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