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arquitectura plus de sentido es uno de esos escritos que dan que pensar.
El libro está organizado mediante una introducción, un apartado y tres partes que,
Sztulwark han elegido una vía de acceso: poner en relación un cierto estado
no ya los entes arquitectónicos (los edificios, los parques, las autopistas etc.), sino
de una intervención oral. Las ideas y los modos de relacionarlas traen el timbre
Lo primero que se nos ocurre es que en el libro hay un plus que lo hace algo
más que una reflexión sobre la arquitectura y las prácticas asociadas a su ejercicio.
constituye una reflexión sobre la experiencia del límite (todavía animal por cierto);
sobre las prácticas se trata, y no sólo reflexionar sino también reconectarlas con su
dimensión autorreflexiva podemos afirmar que estos escritos hablan sobre como
El formato expositivo nos propone una introducción que es más que una
zanahoria para atraer al burrito. En ella, una pléyade de supuestos nos obligan a
introducción; “la reflexión teórica se ha vuelto tan extraña a la disciplina que más
El supuesto más fuerte, que se proyecta sobre el conjunto de lo que sigue a
de pensamiento.
Y para colmo, como señalan los autores, las costumbres del campo no
urbana, del bienestar en la ciudad etc.) para poder ser efectivo e iniciar el círculo
virtuoso de una arquitectura que busque sus nutrientes en las aberturas que se
psicoanálisis (plus de goce) y hacen jugar allí una pesada ontología “como si algo
la arquitectura que “el plus como demasía, como exceso o como plétora puede ser
un recurso en otro campo. Veremos que en Arquitectura, ese exceso es más que un
sólo podrá producir algo a condición de pensarse, desde el dolor de haber sido y ya
La Parte I contempla Cuatro términos en torno del plus: El campo del
La Parte III recupera viejos y nuevos desarrollos de la teoría social urbana -
vital entre las dos primeras partes y un conjunto de Reflexiones sobre la ciudad
Las diferencias entre las partes pasan por los énfasis puestos en el modo de
del propio campo disciplinario, sobre todo al intentar horadar la noción misma de
objeto arquitectónico.
Son muchos los pasajes que pueden ilustrar la invitación a pensar -y a
dejarse tentar por las bondades y los riesgos de la analogía con los propios campos
Esta coyuntura del discurso arquitectónico se despliega bajo tres condiciones:
por los agentes del campo, porque una disciplina no incluye sólo a sus
Por último, la Parte III, nos trae la frescura de una intertextualidad
concepto de situación que propusiera Guy Debord hace más de treinta años es el
puntapíé para articular una teoría del lugar con una teoría de los flujos tal como es
expuesta por Manuel Castells. Mucho es lo que aquí podría decirse; el libro no
otras imputadas a un constructo realizado por los autores, al que podríamos llamar
el sentido común del planificador urbano medio[4]) pero sí nos provee una pista
pensar la función intelectual del arquitecto o la, más modesta, del mero consumidor
inmobiliario urbano.
Valga para ilustrar el modo poco elíptico con que se sitúan las opciones a
las que responde el arquitecto -con deliberación o con ignorancia no por ello menos
vida profesional. Para Lewkowicz y Sztulwark “se plantea, entonces, una diferencia
sentido preexistente. Por otra parte, pensar desde situaciones urbanas supone que
la ciudad no es una integración total a la que haya que plegarse o que se tenga que
Entre las muchas consideraciones que se pueden hacer sobre este libro
registros en su letra. Siempre que se habla de un qué, de una cierta entidad de las
pensadas. Se trata entonces de un libro que por semejanza[5] recorre breve pero
teórico y metodológico que se presta a los más diversos usos no sólo para el
y de la situaciones urbanas que nos implican por el sólo hecho de -como podemos-
habitarlas.
Bibliografía
ALEMÁN, Jorge (2000) Jacques Lacan y el debate posmoderno, Buenos Aires,
Filigrana.
BOURDIEU, Pierre (1995) [1987] “Transmitir un oficio”, “Pensar en términos
relacionales” y “Una duda radical”. En BOURDIEU, Pierre y L. J. D. Wacquant
Respuestas por una antropología reflexiva, México, Grijalbo.
HEIDEGGER, Martin (1997) [1951] Construir, habitar, pensar, Córdoba, Alción
Editora.
LEWKOWICZ; Ignacio y Pablo SZTULWARK (2002) arquitectura plus de sentido,
Buenos Aires, Kliczkowski.
ŽIŽEK, Slavoj (1998) [1996] Porque no saben lo que hacen. El goce como un factor
político, Buenos Aires, Paidós.
[1]
Esta distinción entre un saber y su agotamiento como mera historia de ese saber
nos ha ayudado a pensar campos como los de la metodología o la epistemología.
Como precepto de método la distinción entre un saber X y la historia de X permite
ponderar las señales de agotamiento de la fecundidad de los discursos
disciplinarios. Jorge Alemán aborda el problema con fineza, al desarrollar la noción
de antifilosofía en Lacan a partir de Heidegger (2001: 27 y ss.).
[2]
También nos señalan que si la práctica de la arquitectura es política, lo es como
un subrogado de lo político gestionario, pura habladuría imaginaria que no logra
quebrar el círculo vicioso de insistir en ser, solamente, desde la particularidad.
[3]
Slavoj Žižek (1996: 235) haciendo gala de la máxima freudiana de que lo serio
en el hombre es que está estructurado como un chiste, se pregunta “¿Por qué un
dialéctico debe aprender a contar hasta cuatro?.(…) ¿Hasta cuánto debe aprender a
contar un dialéctico hegeliano? La mayoría de los intérpretes de Hegel, para no
mencionar a sus críticos intentan convencernos al unísono de que la respuesta
correcta es tres (la tríada dialéctica, etc.). Además ellos compiten entre sí por
llamarnos persuasivamente la atención sobre el ‘cuarto lado’, el exceso no
dialectizable que supuestamente elude la aprehensión dialéctica, aunque (o, más
precisamente, en cuanto) es la condición de posibilidad intrínseca del movimiento
dialéctico: la negatividad de un puro consumo que no puede ser recobrado en su
resultado.”
[4]
Dicho sea de paso, coto histórico de los arquitectos, marginalmente de los
geógrafos y más recientemente de sociólogos y antropólogos incursionistas.
[5]
En los términos propuestos por Pierre Bourdieu, Jean-Claude Passeron y Jean-
Claude Chambordeon en El oficio de sociólogo y reconfigurados por Bourdieu
(1995) de modo afín al itinerario que nos sugieren Lewkowicz y Sztulwark.