Está en la página 1de 222

¡ I

E D TO R I AL A M ER IC A UNID A !

TA L L E RE S G R ÁFI C O S A G TI O S
R EN N L . J . R O S S O SA R M I EN TO
, 77

B U E N OS A I R ES
TIERRA S DEL MAR AZ UL
L I B ROS D E D E L FI N A B UN GE D E GALVEZ

S imp le m e n t ( Po é m e s )
La N ou ve lle m o isson ( Po é m e s )
N ues tra Se ñora de Lou rde s ( Historia Novena)
El a lma de los n iños

Las m uje res y la vocac ió n

Las imáge nes de l I nfin ito

E l tes oro de l m u n do

Oro , inc ien s o y m irra ( Cuentos)


Los m alos t ie mpos de h oy

Tierras de l m ar az u l

En c o l ab orac ¡ on con Ju lia B unge de U ranga


El A rc a de N oé ,
lecturas infantiles , 2 volúmenes .
D EL FI N A B U N G E D E G A L V E Z

ER R A
DEL

AR AZU

E D I TO R I A L A M ER I CA U N I DA

TALLE RE S G R AFI C O S A G NTI N O S


R E L . J
. R O SS O SA R MI EN T O
, 779

B U EN OS A I R ES
Jus t ificac ió n d e l

Es prº piedad .
Q ue da h ec h o el p
de ó s ito de l e y .
H A CIA EL MAR A Z UL
B RA S I L

R ío de Jane iro

Espect áculo magnífico y completo La parte .

divina y la humana Mar y tierra Playas y monta


. .

ñas Edificios y vegetación Todo rivaliza aquí en


. .

esplendo r : m ar piedras cascadas bosques


, , T odo , .

a la vez T odo se destaca Todo sobresale Todo es


. . .

extraordinario : m ar piedras bosques o montañas


, , .

D íc e m e u n a j oven de interesante espíritu



Esta bahía me cansa ; es demasiado inquieta .

Y me doy cuenta de que esta frase traduce exacta


mente mi propia impresión ¿ Será porque la vemos .

hoy en un dí a casi desapacible ? No ; porque el más


,

bello y tranquilo día no podrá dar tranquilidad a


las inqui e tas formas Nó es éste el lugar e n q u e el
.

espíritu encontrará reposo Mas todo lo hace Dios


.

sabiamente Para que l a temperatura tropical no


.

adormeciera a los habitantes de es t as tierras pú ,

soles ante los ojos esta naturaleza excesiva esta ,

naturaleza capaz de despertar y sacudir el espíritu


más alet argado .
8 DELFI NA BU N GE DE G AL VE Z

Mientras tanto no es a q uí donde el espíritu


,

viajero encuentra su reposo No hay reposo en l as .

montañas de formas caprichosas y fantásticas No .

h ay reposo en el mar que en esta orilla está comun


mente agitado L a bahía demasiado exten sa y
.
,

complicada m ul tipl icase en tantas otras bahí as


, ,

en tantas otras curvas que ella es la imagen vi v a


,

de un al ma buscándose a s i misma sin hallarse nunca .

Podemos llamarla así : la bahía inquieta Y .

los Oj os no saben qué mir ar ; porque apenas se han


posado en u n a cosa otra los atrae
, .

Como contraste pre s én t am e el re cuerdo l a


,

imagen del lago I pac ar ay en el Paraguay M ara , .

vi llosa revelación de paz absoluta de reposo in fi ,

nito El agua quieta Los colores y los reflej os


. .

qu ietos L as costas tranquilas las cur vas suaves


.
,

d e los cerros matizadas de manchas rosas lilas , ,

violetas ; son las flores de aquella tierra cuyos ,

colores repiten suavemente como un eco los colo , ,

res del cielo en el atardecer Es como un sol poniente.

reflej ado en la tierra Y como si esto no fuera bas


.

tante cielo y tierra florecidos se repiten en el agua


,

realmente nacarada Par ece aquello un sueno


.

de inmensa de profunda paz Difícilmente se verá


, .

en el m u ndo algo más intensamente más constan te ,

y qu ietamente bello .

Las bellezas de R ío de Janeiro gran dioso


conjunto de mara v illas están hechas de contras
tes de sorpresas de movimiento de amplitud
, , ,
.

No es aquella sua v e l enta y como eterna armonía


, ,
BRASI L 9

del lago paraguayo y de sus costas donde la B e ,

lleza misma parece haber hallado su reposo Aquí se .

está subiendo u n a montaña y aparece de pronto ,

a pique a nuestros pies l a mancha rugiente y azul


, ,

del m ar orillado de espuma Se está admirando la


.

arquitectura fantástica de la piedra y nos invade ,

de improviso l a exuberancia y l a vida de un bosque


espeso Se sube todavía v amos a alcanzar una
.
,

cumbre y nos at aja el paso un lago tan comoda ,

mente instalado sobre aquella altura como lo e s


t ar í a en el valle extenso y al ni vel del mar Con .

trastes brusquedad grandiosidad Pero el espíritu


, .
,

no hab i tuado a estas humoradas solicitado por tanta


,

variedad de elementos y de formas no nos dice : ,


“ ”
Q u e d ém on os aquí Dice por el contrario : Su
.

b am os a aquel otro pico y al de más allá B uena


, .

nos sería una bar ca y , El espíritu se ha con


.

t ag i ad o de inquietud y qui siera i n d ag arl o todo .

Quisiera convertirse en un a enorme mar iposa de


antenas vibrantes y de v uelo rápido y volar sobre ,

el mar y salpicarse de espuma y posarse en cada


, ,

cumbre un instan te ; un instante nada más .

He aquí a Río de J aneiro con sol C al deado . .

I luminado I ncendiado Realmente e c uatorial A s í


. . .
10 DELFI NA BUN GE DE GAL VEZ

le quiero He aquí su ritmo y su armoní a : el calor


. .

El calor fuerte y excesivo si se quiere que nos


, ,

revel ará l a bendición de l a fronda umbrosa La ar .

dencia que nos explicará los c aprichos del m ar


que por todas p artes entra salta y br ama R ó m
, .

pense sus grande s ola s contra las pl ayas 0 los diques ,

y saltan converti d as en un chorro de fuente des ,

m e n u z ado en b l ancura de espuma Y es frescura .

para los ojos Ha y como un a lucha entre l a tierra


.

y el m ar Es como una discusión acalorada El uno


. .

quiere refrescar y bañar Y I a tierra exagera sus


.

argumentos de arden c ia y promontorios p ara


que los árboles sean más gi g antes las frutas más
sabrosas y el verde más invasor .

Henos aquí sobre el Pan de Azúcar C omo .

ninguna n u be se interpone a nuestra vista ab arcamos ,

toda la variedad del extenso e xt e n s ís im o panorama


, .

¿ Para qué lado se extiende Río de Janeiro ? ¿ Para


qué lado el O cé ano ? No se sab ei del todo pues l a ,

tierra y el mar se mezcl an y entrelazan Y siempre .

es el m ar en lucha con l a tierra l a tierra en lucha


,

con el m ar He aquí desplegado todo el capricho


.

de las formas ; t an caprichosas a ras del suelo como


en l as cumbre s Y el p aisaj e resulta l aberíntico
. .

Cur vas en este sentido y en el otro Playas aquí .

y pl ayas allá Montañas que se han escapado de


.

la tierra firme y se h an inst al ado audaces en , ,

medio del m ar M on t añ it as aisl adas y como en


.

berlina G rupos de montañ as j ugando a l a rueda


.

y en c errando un trozo de mar que se h an empe


m sn. 11

ñ ad o en convertir en lago M ar domesticado que .


,

se embravece unos pasos más allá Panorama e mma .

rañ ad o de mar q u e persigue a las montañas de


, ,

montañas que persiguen al mar .

B usco en las montañas t an diversas un rasgo , ,

siquiera de fami l ia y lo he encontrado H ay cierta


, .

uniformidad en sus cimas a l a vez pun tiagudas ,

y encorvadas como pico de ave de presa Y con


, .

el av e de presa tienen de común el aire huraño


y el querer escalar el cielo ¿ No llevan algunas .

en sus picos un g iró n arrancado a alguna nube ?


A s e m éjan s e también a un a giba de camello no
muy roz ag an t e y que algo ajad a se inclina Y .

tienen de com ú n con el camello el vestido pardo y


el mostrarse en caravana como si quisieran atra ,

vesar el desierto no de arena sino de agua y


, ,

conquistar el mar ¿ No a v anzan sus pies hundidos


.

ya en las olas ?
A pesar de l a gran claridad del día no h ay
aquí l a tran sp arencia de Palma de M allorca de ,

Atenas 0 de nuestra Córdoba argen t ina Di rí as e .

qu e un a leve niebla entre dorada y blanca se ex


, ,

tiende sobre el agua y l a tierra y las muestra lige


ram e n t e veladas Es que aquí hasta en el aire hay
.

lucha Es algo como el vaho del m ar y de l a tierra


.

en lucha con el sol Y si decimos : Quisiera ver



.

este p aisaj e a la puesta del sol ”


( Paisaj e que
no se h a v isto al atardecer puede decirse que no
se conoce como no se conoce a un alma antes de
,


que haya amado y sufrido ) Si decimos Quisiera .
12 DELFI NA BUN GE DE GAL VEZ

v erlo en un clar o de luna al am anecer no de


, 0

cimos todavía : Q u e d ém on os aquí pues s abe
mos que no h al laremos aquí nuestro reposo .

Pero bueno es que el espíritu sea de cu ando ,

en cuando sacudido por esta grandiosidad inquieta


, ,

p ara qu e no se al e t arg u e ni se duerma F ué un .

mismo Artifice quien ideó este paisaj e y el del


lago tran quilo y nacarado para l a diversidad de ,

espíritus y p ara l a di versidad de las horas en el


,

espíritu del hombre .

La flor del B rasil : las mariposas Las hemos .

visto ¡ayl encerradas en cuadros de vidrio .

El más precioso esm al te no iguala al azul de aquellas


alas Ni en el color ni en el brillo ni en la tran s
.
, ,

pare n c i a : verdadero luj o p ara los ojos aquel e s


malte vivo aqu el esmalte a z ul Más hermoso que
, .

un pedacito recortado en el más precioso cielo ,

o en l as aguas más bellas ; más hermoso que la más


preciosa piedra desenterrada de entre lo s tesoros
de la tierra ¡Y no es má s que u n a cosita efímera
.

que v uela ! Lujo de Dios p ara los ojos del hombre ;


j o y a al alcan ce del n m o y del pobre y del v aga
, ,

b u ndo Prueba de m u ni fic e nc ia ; riqueza derramada


.

sin medida en l o más le v e en l o má s bre v e en el


, , ,
BRAS I L 13

objeto o la vida de menos valor al par ecer : un


pedacito de papel que es para los ojos más precioso
que el oro y que el zafiro Mariposa brillante y
.
,

toda vi va de azul de oro de fuego de rubí ; ma


, , ,

ri posa flor in qui eta del trópico ¿ no enc ar nas tú


,

el espíritu de estas tierras del B rasil ? ¿ Y no hemos


sentido nosotros mismos sus visitantes de un dí a
, ,

el des eo de convert irnos en u n a inmensa y ligera


l ib élul a para atravesar los rayos de este sol p ara ,

posarn os sobre cada ola sobre cada cima un ins


, ,

tante . un instante nada má s ?


,

En esta tierra ya nada nos sorprende porque ,

la sorpresa es el estado habitual del espíritu entre


a quella naturaleza donde l a exageración es l a e xpre
sión exacta Miramos los alardes de hab ilidad de
.
,

arte sutil del Arqui tecto di vi no en aqu ellos sal ones


de piedra qu e son las grutas de Tijuca El techo .

u n a enorme mole s e apoya apenas en dos


pun t os sobre otras moles de piedra t ambién Y .

c omo lo m ás sorprendente ser í a aquí natural bu sc an ,

los ojos el mob iliario : l as sillas y mesas que podían


hab er brotado de l a t ierra o c aí do del cielo ; lo
,

mi smo que l as pared es y qu e el techo qu e nos


,

abriga e inqu ieta pue s par e c e sos tenido só l o por


,
14 D EL FI NA BU N GE DE G AL VEZ

milagro ¿ Es ésta l a tierra del m ilagro ? Es la tie


.

rra del prodigio Pero si hubiera d e c an oni z ar se


.

a algún paisaj e no sería ést e el que yo eligiera


, .

Elegiría s i el del lago I pac aray que en las tar des


, , ,

muestra y a a los ojos la beati fi c a aureola Y hasta .

propondría a pesar de todo l a difícil causa de


, ,

la Acrópolis .

No beatificaria el paisaj e bras il e n o por p oc o


conforme y po co humilde ; por exceso de ambi ción .

Y porqu e antepone al parecer el deseo de brillar


, ,

y deslumbrar al de l a B elleza perfecta


, .

Sa lida de Sa n tos .

Dos horas dura el estupendo panorama con


templado desde el vapor en marcha Es l a misma .

naturaleza de R io p ero apacigu ada dulcificada


, , .

H a pasado l a turbulencia Y es como si el mar .

y las mont añas h u b iéran s e puesto por fin de ac u e r


do ¿ Tendrá esto mucho que envidiar al B ósforo
.

famoso ? Quizá s i El B ósforo es más var iado sus


.
,

costas tienen no sé qué carácter de cosa de ensue


ño Ellas guardan la emocionada huella de siglos
.

de esplendor de hi storia humana de trabaj o del


, ,

h om b re Su s cos ta s e s maltadas por Dios y por el


.
16 DEL FI NA BUN GE DE GÁL VEZ

el mar un braz o delgado y abraza así en e s t re c bi


, ,

simo canal a u n a pequena montana que le enamora ;


,

r o d é al a por completo y l a convierte en u n a isla de

l i c ios a La abraza sin dañarla sin dañar en nada


.
,

l a fresca ilusi ón de sus exuberantes delicados , ,

h e rm os ís i m o s helechos Y la tierra confiada e xt i e n


.

de hasta las ondas l a ternura de sus ramas Pa .

samos por momentos t an cerca de l as costas que


, ,

dis t ingui mos perfectamente las hoj as multiforme s ,

l a verde filigrana Y he aquí que u n a pequena


.

igl esia de u n a s e n c ill e z tal que parece haber nacido


,
*

e s po n t án e am e n h de entre los helechos h a venido ,

como c orri e n de h acia nosotros con su ves tido ,

b lanco de campesina y con su breve camp anario ,

y se h a detenido j usto al borde del a g ua Ha ab i e r .


to sus puertas y parece decirnos : M ás no p u edo
avanzar . H e querido por lo menos saludaros .

B endecid a D ios por sus obras y El os b e n d e c ir á


,
º'
.

Esto es casi un D elta un Paraná de aguas


,

sa l adas Y sal imos de u n a maravilla p ara entrar


.

en otra Tan p ronto las mon tañas sembradas en


.
,

el m ar como al acaso n os salen al encuentro y


,

parece que vamos a lle v arlas por delante como se ,

retiran sonrientes p ara darnos paso Y luego toda .

la s erie se abre en ancho semicírculo .


BRA SI L 17

Dos horas hemos jugado así al escon di te


con l as montañas y luego que nos hemos separ ado
,

de l a úl tima todas aqu ellas sierras y montanas


,

parecen agruparse reunirse al inear se en anfi;


, ,

teatro : las más al tas asomán dose por sobre los hom
bros de las más pe q uenas p ara seguim os con l a
,

mirada hasta perdernos de vista Y la despedi da


.

es l arga Todavía en la lejan ía perdiendo ya el


.
,

verde la frescur a de su realidad ide al iz ans e las


,

montan as en un azul que las asemej a al cielo .

El azul del Adiós y de la ausencia que es q uiz á


l a v erdad más esencial y l a más real p or lo t an
to de l as c osas todas
UN D I A EN T A N GE R

En l a barca qu e nos transporta del Con te


Ve rde al puerto de Tánger los bo t e ro s nos inician
,

ya en l a presencia ruidosa y llamativa de l a g ente


marroquí de sus gestos de sus trajes multicolores
, , ,

de sus gritos y de sus al borotadas discusiones .

U n coche nos introduce en pleno mercado .

Y como es hora temprana nos hallamos en medio


de una multitud abigarrada que no sin previ os,

ademanes y disputas hace allí sus prov isiones


,

para el d ía He aquí pues al orient al activo y


.
, ,

bul licioso que por lo que a primera v ista puedo


,

j uzgar en nada se parece al árabe silencioso y


,

tranquilo v i sto hace algunos años en T únez be ,

biendo en las blancas tacitas o fuman do su eterno


narguilé .

, Y ¿ qué hace aquella rueda de gentes parti


c u l arm e n t e sucias y harapientas ? O no tienen
prisa por sus compras o no tienen compras que
hacer Esto último e s lo más probable dada la
.
,
20 DELFI N A BUN GE DE G ALVEZ

indigencia de sus atavios Nos acercamos y v emos .


,

en medio al encantador de s erpientes



,

¡Ah i .

¿ De qué hace provisió n para el día esta pobre


gente j unto al mercado l l eno de frutas y de vian
das ? ¿ Distrae su hambre con este espectácul o ?
¿ Por qué no los llama más bien el m u e c ín la mez
quita ? ¡Lejos estam os del piadoso musulmán que
imaginábam os efectuando las abluciones matinales
seguidas de oración !
Más haraposo aún que sus espectadores c on ,

algunas largas grenas levantadas sobre su cabeza ,

el encantador de serpientes hace todo lo que pue


de por p arecer terrible y a fe que lo consigue ,
.

No tanto por los saltos y los gritos con que se e s


fuerza en pare c e rl o como por lo que él mismo
,

significa y es Parece u n a furia un poseído Por


.
,
.

encima de la nar iz le chorrea un hi lo de sangre


y se hace allí morder por l a serpiente Y morder .

l a lengua los párpados L uego se enjuga l a sangre


, .

con paj a recogida del suelo y sobre la que mo , ,

mentos antes se arrastraban las v íboras Se


,
.

mete a l a boca e s a misma paj a l a masca y echa ,

humo Cuando al final pasa a la ronda s u pla


.
, ,

tillo lo hace como si amenazara con un infernal


,

sortilegio o con la morde dur a del reptil a quien ,

se atr e v iese negarle una moneda .

Hemos v uelto más tarde a v er a este hombre



quizá llevado por Cook —
e n el p atio del ho

tel Ya no e ra la fiera an terior ; m os t rá base menos


.

sal v aje L os gritos y la furia eran tal v ez para


.
UN D! A EN TA N GEE 21

i mpresionar a los naturales quienes le atribuyen ,

así poderes divinos .

¡Dios mío ! ¡Vale l a pena de poseer poderes


di vi nos para hacerse morder l a lengua los pá r ,

pados l a nariz por u n a víbora y mascar l a paja


, , ,

de su madriguera ! Henos pues provis tos en el , , ,

mercado de T ánger de u n a dosis suficiente de asco


,

y de horror Y he ahí a e s a pobre gente que al i


.

menta sus ojos y su espíritu con estos espectáculos ,

mientras sus companeros más afortunados se , ,

proveen de frutas y verduras o hacen quizá sus , , ,

abluciones segui das de oración .

El musulmán reza cinco veces al día pero ,

si halla a un hombre que se hace morder por la


serpiente y es por esto un santo dej a su oración
, ,

y se extasía ante el espectáculo repugnante El .

árabe rechaza en sus templos l a imagen humana


o de los ángeles pero sacia sus oj os en l a mugre
,

del hombre que se acompaña de reptiles desgreñado ,

y s angrante a quien quizá


, venera c omo , ,

m arabú .
*

¿ Qu 1en d esatará
el nudo de esta enredada
madeja de callecitas por donde nos hemos me

S e gú n el di cc io n ari o , m ora bil o, pl b a a ra qu e na d ie em

pl ea , s ie n d o m arabú l a us a d a g ene ral m e n t e .


22 D ELFI NA BUNGE DE GAL VEZ

tido ? C al lecitas que suben y que baj an entre per s ,

pe c t i v as de muros imprevistos que aparecen en ,

distintos planos ; recortes cuadrados de e dific ac io


nes árab es o simples muros pobres que nos ofre
,

cen u n a salida u n a puerta ovalada ; muros ama


,

r il l e n t o s azules a medio deste ñi r ¿ A quién e s


, , .

c u c h are m o s ? ¿ A l a puerta abierta en el muro para

darnos paso ? ¿ A l a c al l e c i t a que sube ofreci endo


nos p ara allá arriba un nuevo panorama ? ¿ A esta
otra que baj a como un río arrastrando una corriente
humana ? No le creamos a ni nguna ; pues cuando
nos imaginamos qu e alguna calle va a llevarnos
afue ra resulta que nos mete más en l a apretura
, .

I mposible pre v e e r adonde nos llevará ningun a


de estas callecitas Ni ellas mismas saben adónde
.

van Y los guías son casi más inseguros que ellas …


.

Estamos en los zocos bien distintos por cier


, ,

to de los mi steriosos y frescos zocos tunecinos


,
.

A quéllos daban la impresión de algo más fino y


ar tístico Y los tranquilos á rabes p arecían exhibir
.

allí su mercancía más por amor al arte que por


,

afán de lucro Esto es infinitamente más plebeyo


.
,

y de un carácter más fuerte de algo n o europei ,

zable
Ab u ndan cia de harapos de gritos y de rona , .

Pero también de variados y graciosos atavios de ,

ojos brillantes de barbas re n e g rid as y de pala


,

bras v i vas El conjunto es alegre y pintoresco


. .

La pobreza no aparece aquí con l a desolación que


en otros puebl o s orientale s La mi s eria s e c ubre ;
.
24 DELFI NA BU N GE DE GALVEZ

los chicos se pelean y los grandes los separan En .

las calles se cocina y se come ; se compra y se ven


de ; l a gente anda de prisa y se estaciona Se reza .

también a j u gar por los rosarios de ámb ar que


,

se desgranan ¿ Es posible vivi r en este co nstante


.

bochinche y apretura ?
No ; la raza es nómada y aquí se comprende , .

Al cabo de un tiempo deben sentir los naturales ,

l a necesidad del libre espacio y del silencio O .

qu izá s e a a la inversa : que las gentes saciadas ,

de silencio y soledad pasado el desierto busquen


, ,

el hacinamiento y se agrupen así, ,

L o cierto es que nada como est os pueblos nos da


l a idea de que un a ciudad es u n a feri a del momento ,

de que estamos de paso en l as ciudades de pa s o ,

por el mundo .

H a y s in embarg o pequena s
, , hor c e l dit as de l
m i g u e ro donde parece reinar al gún sosiego E so .

s i c e l dit as abiertas hacia el bul licio


, hacia l a ca ,

lle h a c ia l a v ida en común En u n a de ellas sin


, .
,

m ás moblaj e qu e u n a e s tera un hombre es tá sen ,

t ado del ante de un sucio tintero con una lapi ,

“ ”
c era en l a mano Es un hombre de letras di s
.
,

puesto a servi r d e se cr et ario a quien no sepa


es cri b ir ¿ Y quién entre estas p obre s g ent es s ab ría
.
, ,
UN D! A E N TAN GEE 25

tra z ar los compl ic ados c ara c teres árabes ? Per o no


'

hay en e st e momento nadi e al parec er qu e com , ,

preh da l a utilidad o la ne c esidad de l a pluma y


del ¿ Q u é ? ¿ Ninguna carta d e amor ?
¿ N inguna noticia esta manana que envi ar al her
-

man o o al am igo ausente ? El hermano o el ami go


ausente cruza quiz á lugar es ignorado s donde
, , ,

el correo no alcanza Y e l hombre está solo y ocioso


.

delan t e de su tin tero .

O tras c e ldit as s e ven más concurridas ¿ Es ést e .

un Juez ? ¿ Es un escribano ? Personaj e ya más


opulento no se s ienta en el suelo s ino qu e está
, ,

recostado en un diván En el suel o delante de .


,

él están los clientes Exami nan con extremada


,
.
,

seri edad documentos ext ensos como nuestros di a


,

rios Ante uno de estos senores del diván un a


. ,

mujer con la cara cubierta escucha l a lectura de


uno de aquellos vastos manuscritos .

Y h e aquí j unto a un zaguán un a c e ldit a


, ,

triangular que no tiene pu erta sino v entana


, ,

ab ierta a la calle y an t e l a cual nos qu edamos


,

“ ”
embobados Es u n a escuelita tan
. estilizada ,

dir íamos que s e parece a algún oriental y artístico


,

jugu ete moderno o a la presentación de alg ú n


,

cuento ilustrado El sitio es tan estrecho que no


.
,

cab e sino exactamente lo que allí hay : el maestro


y sus diez o doce diminutos discípulos sentados ,

c ada uno sobre l a habitual estera El maestro .

es l a más elocuente personi ficación de un maes


tro con la pomposidad de su amplio traj e oriental
, ,
26 DEL FI N A BUN G E DE GALVE Z

q u e parece escon der entre sus pliegue s t odos lo s


arcanos de la ciencia Con l a indispensabl e grave
.

dad excesiva con una larga cana en la mano Sin


, .

estirar siquiera el brazo alcanzará con ella al más


,

distante de sus discípulos Y los discípulos otra .


,

e s t il iz ac i ó n
. No sé si l a solemn idad del maestro
los hace parecer más humil des y más pe q ue ñitos ,

pero ninguno parece pasar de los cinco anos Con .

sus t u ri iq u it as de monj es en mi niatura u n a c añit a ,

en l a mano y teni endo delan t e un cartón lleno


de los j eroglíficos árabes t o s cam l—nte t razados , ,

leen o recitan v ersículos del Cor án _ Las litúrgicas .

oscilaciones del cuerpo hacia adelante y hacia,

atrás y el golpe de l a c añ it a van como llevando


, ,

el compás de las p alabras Los más c h iq u it it os .

no dicen palabras sino un aaa continuado Quizá


,
.

se les habitúa antes que nada a l a emisión de l a


voz acompañada del balanceo del tronco La cana .

del maestro d a un leve g olpe c it o en la cabeza del


al umn o que se había vu e lto para mirarnos El .

disgusto que le causa al dó m in e nuestra pre s encia


es e vi dente Y no es cosa de que por nosotros se
.

castigue a los pequenos ,

También por las calles se v en los g racios ís i


mos diminutos monj es con l as amplias mangas,

y con su capuchón echado sobre l a cabeza Y entre .

los hombres a muchos igualmente vestidos que


, ,

llevan con dignidad sus tún icas azules o m ar rones ,

se les tomaría por religiosos europeos Algunos .

difíc il m en t e s e di stin g uirían de nue s tro s c armelita s


UN DI A EN T A N GER 27

“ ”
o franciscan os Si el hábito hace al monj e es
.

tos moros debían sentirse semej antes a los fran


c is can o s radicados en sus tierras desde hace tanto
,

tiempo y dej arse atraer por ellos Pero a pesar


,
.

de esta extrañ a similitud exterior la distancia moral


no amengua Así nos lo dijo cuando entramos
.
,

en un con ve nto franciscano un simpático monj e ,

español de barba blanca Después de treinta y


, .

ocho anos pasados allí consideraba a los musul ,

manes poco menos que inconvertibles .

Siendo vísperas de Navidad prepar aba el ,

fran ciscano en su igl esia un bonito Nacimiento ,

poblado de casitas y palacios de un s u ntuoso estilo


árabe .
¡O h los pobre c it os m onje c ill o s en mi
n i at u ra, aplastados toda su vida con el tedio del
Corán ! ¡Cómo gozar í an si alg ui en les contara ,

si alguien les mostrara aquí cómo nació el divino


Niñ o ! ¡Si alguién les e n se n ara un verdadero canto ,

un can to alegre un v ill an c ic o l Pero ellos seguirán


,

co n l a monotonía arenosa de aquel l a c an t in e l a


interminable balanceando su cuerpo como un
,

péndulo vano en las áridas mezquitas donde no


florece ni un ángel ni una imagen ni una lágrima
, , ,

ni u n a flor En aquellas mezquitas verdaderos


.
,

desiertos donde no aparece un oasis de ternura


, ,

ni siquiera un espejismo de luz sobrenatural de ,

gloria de alegría para los pequeno s m onjec illos


,

marroquíes .
TI ERRA S D EL M AR A Z UL
32 DELFI NA BUN GE DE GALV Z
E

rram a y s ólo recogen y muestran en s u esplendor


las al mas privi legiadas de los santos .

M agn ificas son las puertas de la Catedral ,

“ ”
y so n tres La primera es l a puert a del m ar
.
,

y está cerrada par a que la admir emos mejor Se .

ab rirá ,quizá de par en p ar cuan do en homenaje


, , ,

a los suenos y a l a intrepidez de Raimun do Luli c ,

se v ean v eni r desde la costa africana las m ul titudes


musulm anas co n v ertidas a Jesús Ab rir áse sin .
,
“ ”
duda para recib irlas la puert a del m ar
, , .

D e l as otras puertas del templo no no s di


j eron el nombre Mas l a que da frente al cuartel
.

¿ no es la puerta de la ciudad ? Esta puerta ju s


tifica el cuartel y el armam ento diciendo que ,

ella guar da tesoros di gnos de ser defendidos Tam .

bién e s tá cerrada ; y h a de abrirse a no dudarlo, ,

si ata c ada la ciudad necesitan sus soldados el auxi


lio de las fuerzas di vin as Y la tercera puerta
.
,

aquell a má s humilde que d a a un a calle an gosta



en donde se agrupan l as viviendas debe ser la ,


puerta del pueblo Está perennemente abierta para
.
,

los íntimos pequ eños anhelos de todos los días …


,

Por ella entramos y un a v ez en el santuar i o —com


,

prendemos que todo él es puerta del R eino Puer ,


ta del Cielo
M ALLORCA 33

La l u z en M a llorca

¿ Desde
cu á ndo está aquí este be llo sol que
hoy gozamos ? Parece que desde siempre pues en ,

ninguna parte puede h al larse más a gusto ni ser ,

sus rayos más bellamente recibidos Es Mallorca .

un poco como aquel clar o cristal con que compara


al alma Santa T eresa de Jesús Un alma cuyo centro
.

habita e l Senor y en laque siendo ella pura nada


, , ,

intercepta ni enturbia los rayos del divino sol .

Así en esta isla de Rai mundo Lu l io el aire de


, , ,

una pureza y transparencia maravillosas nos ,

transmite l a luz con caracteres que no parecen


hallar se en ninguna otra p art e de l a tierra Y no .

es inútil que rein e así l a luz donde tanta bellez a


hay para poner en evidencia T engo ciertamente .
, ,

la impresión de hallarme dentro de un topacio


donde todo brillara con inefable suavidad Hasta .

los más recóndi tos pliegues de l a montana se h an


iluminado y nuestros ojos p arecen gozar de un al
,

c au c e mayor que el habitual D ir ías e que poco falta


.

para que veamos a Dios ¿ Qué ext rano es entonces


.

que en este ambiente sonaran las palabras e xq u i


“ ”
sitas del diálogo entre El Amigo y el Amado ?

El c olor e n M a llorc a

¿ Cómo hablar de l a luz sin hablar tamb i en


del color ? La luz es como el alma del color y el ,
34 L NA BUN GE DE GALVEZ
DE FI

co lor e s el c uerpo que no s hace visible la l uz .


.

Clar o e s tá por lo tanto que si e xt raor dinaria es


, ,

la luz en M al lorca extraordin ario es también allí


,

el color Esta isla es así l a M eca de los pintores


. .

¿ Y para qué de c ir c on p al abras lo que aqu ellos


colores s on ? L o s colores de Mal lor c a tienen al as ;
los c olores de Mal lor c a andan esparcidos por el
mundo en c entenares de muy bel los cuadr os Al .


mod o qu e se dice es nuestra tierra e l granero del -

mun do podemos decir q u e Mall orca es s u p aleta



, ,

su ar c o iris ; el granero m u ndial de los c olore s .

Y esto s c olore s que viaj an en alas del pin c el y del


arte todo s l os conocemos H asta he de confesar
, ,

en lo que me to c a que si bien he visto a M al lorca


,

como dentro de un di amante re Spl an de c ie n t e en


l a plenitud d el día solo conoz c o sus horas ál gidas
,

de colorido su aman ecer y su ocaso a través de ,

l a pintura Agradezco así a los pintores el haber


.

completado mi visión de aquel paraiso de los ojos …


Cierto es que el hab er vivido algun as de sus horas
me h a sido un a clave para apreciar l as obras
de aquellos artista s q u e se dieron banquetes de luz
y de colo r permaneciendo semanas enteras en l a
,

isla que Dios cre ara sin duda p ar a ellos .

Así si an te los casi in v erosímiles mati c es de


,

uno de sus paisajes pintados alguien me dice : ,


Estos colores no son de l cielo ni de l a tierra

,

“ ”
yo le respondo : Son de Mallorca y sé que el ,

pintor está en lo cierto ; que así debe ser allí el


amane c er Y si ante un tr ípti c o c u yos rojos hieren
.
M ALLO E GA 35

la vista h ay quien proteste igualmente digo


, ,


A s í deben incen di ar se l as rocosas cumbres de
la is la de oro en los ocasos Ante aquellas telas ,
.

por fin cuyos matices parecen sobrepasar en te


,

u nidad los colores re al es de l a aurora me repito ,


En Mal lorca la luz regala a los ojos un alcance
inesperado Allí deben re v e l á rs e nos tonos m á s
.

bajos o má s al t os en l a escala de colores que aque



llos a que estamos habituados Como el oído .

ejercitad o del músico percibe los c uartos de tono


y l a di ferenci a teórica entre el do sostenido y el re
be mol un a coma más al ta éste q ue aquél así en
, ,

esta patria de los pintores han de afinarse los ojos


y perci birse cuar tos y octavos de tono en el col or .

Dicen que n c hay roca en Mallorca que no


esté salpicada de pintura ; y se desespera el pintor
recién llegado por hallar un sitio no descubierto
por ning ú n colega I n útil y vana desesperación
. .

Yo d e s afi árí a a todos los pintores del mundo a


que me t raj eran de allí d oscuadros espontáneamente
iguales Los pintores no p ueden repetirse porque
.
,

el co lor allí no se repite En cada minuto que pasa


.

_
,

en cada paso que se dé el panorama es otro Sin , .

contar con que otra es también el alma del ar


tista T odos los cuadros de Venecia por ej emplo
.
, ,

se parecen Conocemos de memoria l a Venecia


.

nocturn a con sus góndolas como misteriosos ata u


,

des los reflejos de luces en el agua y de cuya


, ,

obscuridad parece surgir el canto de los gondoleros ,

di ciéndonos que a pesar de l as ap arien c ias m or


36 DELFI NA BU N GE DE G ALVEZ

t u ori as no todo m u ere ya que el hombre canta


'

y los cuadros d iurnos con los palacios blancos


y los matices idénticos en l as palomas y en los
mármoles de San Marco s Pero los paisajes de Ma .

llor c a ser án siempre nuevos Sus pintores no tie .

nen ante sí un sujeto defini do como Venecia y


sus canales sino que el suj eto prin cipal en esta
,

tierra p arece ser no el m ar ni las montañas n i


, , ,

las formas sino tan sól o la incorpórea luz y el


,

color inalcan zable a causa de su mov i lidad con


,

tinua Las formas n o apar ecen sino como un pre


.

texto como un canamazo par a que la luz y el c c


, ,

lor borden en ellas U n solo cuadro de Mall orca


.

es como un compás o frase music al arranca da de


una composición ; hay que oír l a pieza entera .

Habría que mirar u n a serie de obras allí in spi


radas en l a que se h al l are retratado algo como
,

el tiempo que pasa en el color fugaz de cada


hora B ien podría realizarse un reloj de cuadros
.


de Mallorca con este solo tít u lo cada uno : las
, ,

” “ ” “ ” “
dos ,las tres ; o bien : l a hora blanca la hora ,

” “ ”
rosa l a hora azul
, Sin contar con l as grandes
.

h oras de las diversas estaciones de los al mendros ,

florecidos como auroras de los ocasos estables en ,

las arboledas roj as del otoño Verdadero reloj del .

sol del tiempo de l a luz y del color Pero yo


, ,
.

quiero algo más q u e el retrato de l a hora pasajera .

¿ Quién me d ará en un cuadro l a fisonomía de la


luz eterna y del color inmutable ? Las horas l u
m i nos as se deslizan sobre la isla mara vil losa ,
M ALLOEGA 37

digna tumba de Raimun do Lul io Y es quiz á .

“ ”
el místico mallorquín el doctor iluminado quien , ,

nos revela en los matices de su alma la única


, ,

l uz que no sea fugaz y que no pueda medim os ,

rel oj ninguno
'

Va llde mos a , f
re ug o i de Ch op in

A pesar de este magnífico sol al sub ir por l a ,

montaña en mitad del camino nos sorprende el


, ,

frío Mas en l a casita que habitó Chopin contigua


.
,

a l a Cartuj a nos recibe un pequeno j ar dín amura


,

llado donde par ece haberse encerrado el calor


,

solar d ej ando el frío afuera Abrigado verde de


, .
, ,

l ic io s o ; un verdadero nido que nos reconforta y


que nos ofrece a sus pies un extenso be ll is im o
, , ,

paisaj e lleno de quietud Un a tierra que desciende .

suavemente amplián dose como un manto ex


, ,

tendido del Señor T odos los tonos del verde for


.

m an allí una escal a lentamente progresiva ; melodía


del color hecha para el descan so del espíritu y
los ojos ¿ Habrá hallado aquí descanso el alma
.

soñadora apasionada tierna y fantástica que no s


, ,

revelan los poemas musicales de Chopin ? Junto a


l a serenidad del paisaje espejo de almas biena —

v e n t u rad as o fr e c í as e l e

por an ad id u ra l a in
, ,

mensa paz del claustro y de su iglesia Pero la .

paz fal t ó a Chopin posiblemente I m pidióle quiz á .


, ,
38 DELFI NA BUN GE DE G ALVEZ

gustar de aquel di vi no sosiego la caprichosa qui


mera de un amor por demás profano Su espíritu .
,

in quieta mariposa de fan tástico v uelo ¿ qué flor ,

inaccesible buscaba que no pudo hallar aquí ? ¡Dios


la haya hecho florecer al fin p ara su alma ! Por to
d as las lágri mas por toda l a poesía y l a belleza
,

que en su música nos legara ¿ no h abrá dado Dios


, ,

por fin al romántico Chopin el inf inito reposo q u e


,

pudo sonar y que posiblemente nun ca al canzó ,

ni aú n en e ste luminoso p aisaje lleno de qui etud ? …

La m:on tan a

Y seguimo s camino a Soller pueblito , ori a

llas del agua y entre las montañas Atravesamos .


,

pues la montana sm perder l a v i sta del m ar ; y


,

este paisaje que fuera m aravilla a cualqui er luz


, ,

es en esta luz maravilla de maravillas Pero entre .

el m ar y las montañas h ál l ase el espíritu como


dividido por impresiones diversas Así quiero más
.
,

bien c on c re t arm e a l as sugestiones del camino de


v uelta hecho directamente de Soll er a la ciudad
, ,

y e n el q u e impera ú nicamente l a montaña Per .

didos entre el oleaj e inmóvi l de la roca par éc e n os ,

haber entrado en el corazón mismo de l a tierra .

El mar e s como los ojos del planeta y el mirarlo


nos induce a u n a plácida y v aga e nson ac ió n Las .

montañas nos muestran un alma más sal vaj e


40 DEL FI NA BU N GE DE GALV Z E

pago y en el que como relámpago se desliza nues


, , ,

tro automóvil excesivamente rápido Si así bajam os .

nosotros con nues t ras máquinas ¿ cómo no h a de


,

baj ar l a mirada de Dios hasta el humilde valle ?


Al ég re se el pueblito que como un apm am i e n t o
,

de conchi llas brilla al pie de l a montaña pues


, ,

para ornamento suyo ha creado Dios estas altu


ras y m ag n ifi c e n c ias

E l h om bre

He aquí en este lado izquier do que decía


, ,

l a montaña labrada por el hombr e La montana .

que se ha vuelto una especie de torre c on muchos


pisos regulares ; un castillo trabaj ado y al haj ado
de j ardines ; u n a escalera de g igantes Escalonada .

está l a montaña por l a m ano del hombre : ya por


caminos solamente ya por simétricos vergeles
,

que le dan un aspecto encantador N ada quita es t a


.

labor tenaz a la magnificencia de la montaña ,

sino que dulcifica su fisonomía y subraya su belleza


con el sobrio dibuj o lineal de sus planteles de ar
boles frut ales La naturaleza h a dej ado en pro
.

piedad al hombre l a línea recta para que con ella


subraye en los j ardines l a gracia de las naturales
curvas del ramaj e .

Y ahora a l a derecha del lado de l a roca


, ,

desnuda en aquel otro desfiladero de montañas


,
MAL LORCA 41

que alzan sus múltiples indómitas cabezas ¿ no


, ,

distinguimos también el pasaj e del hombre ? ¿ Qué


es sino aquel s en de rill o como de hormigas que
, ,

sube hasta las cumbres abruptas ? T oda l a mon


taña salvaje y ruda está como d ibuj ada por una
mano que tiembla ; como por u n a línea trazada con
tiz a por la man o d e u n niño en un pizarrón inmenso .

El piz arrón es de piedr a clara y gris y la línea ,

curv a y quebrada brilla al sol Así más que como


.
,

s e n d e ril l o de hormi g as aquel humilde traz o me


,

aparece ahora ¡otra vez ! como el rastro pl a



t e ado que deja en su camino el caracol ( el bi
cho baboso que cuando chicos mirábamos dibujar
en el suelo con su invisible lápiz ) ¡Tan poco es lo
.

que modifican allí estos caminos del hombre la


natur aleza abrupta y fuerte !
Del lado d e la roca viva el hombre pequeño
,

e intrépido ; del lado de l a mon t aña por él d om e s t i


cada l a labor del agricultor qu e h a puesto su nota
,

tierna humi lde y sumi sa a l a naturaleza ; su labor


,

que no es nunca destructora Si en aquellas al


.

turas es el rastro del hombre como el del caracol ,

aquí en el labrado de los huertos se descubre


, ,

l a nobleza del alma humana que ni aun en tarea


,

t an utilitar ia ha querido o ha podido prescindir


de l a b elleza Porque si de aquel lado las montañas
.

se levantan como gritos inmensos de l a tierra ,

de este lado el hombre ha armonizado estos gritos ,

les h a dado medida y ritmo y ha compues t o con


,

ell os una dulce melodía .


LA C OS T A AZ UL

Llegada a Móna co de noche c omo a tantos


, ,

otro s puertos Pero ¿ dónde está aqu í la noche


.

y su misterio ? ¿ Dónde e s a impresión intensa y


co mo de enigm a cuyo esclar ecimiento se e Spe ra ?
Al llegar así de noche a una ciudad extraña el
, , ,

e spíritu suele recogerse con respeto y en silencio ,

como en el momento de recibir un a c onfi dencia ;


parece que contiene la respiración para no perder
nada del secreto que qu izá v a a c on fi árs e l e y que
es c omo el alma desconocida de l a ciudad : e s a al
ma q ue s ólo poco a po co se revela al recién llegado .

A qu í no hay confidencia ni se creto En cuanto


.

el vapor se acerca a sus orillas l a pequena ciudad


,

de Monte Carlo se ofrece a nuestros ojos como


expuesta en un a v idriera toda il u minada para ,

que desde el primer golpe de vista l a aprecie


en su plenitud el extran jero Como en un gran
.

escaparate como par a que todo luzca y nada qu ede


,

oculto e s caló n an s e en l a montañ a las casas y los


,
44 D ELFI NA BUN GE DE GALVE Z

grandes edificios T iene por otra parte l a rada


.
, ,

de M ónaco l a delicadeza d e un obj eto la brado ,

de cosa moderada pequena pues hasta la na , ,

t u rale z a se complace aquí en demostrar que t am


bién ella puede ser civilizada El agua es como .

una piedra de reflej os var ios u f1 agua mar ina


“ ”
,

delicadamente engarzada en el ar o bien dibuj ado


de sus costas Y ahora en su fondo obscuro y cam
.
,

bian t e in c rú s t an se rubíes esmeraldas y zaf iros


, ,

de c an ib alac h e r ía
“ ”
seg ún los diferentes colores
,

de las l uces re flej adas o como encendidas c on ,

nuevo fulgor den t ro del agua , .

B aj amos y andamos ; y es de noche o es de día ;


almorzamos al a ire libre o tomamos te en un hotel
de lu j o donde en un solemne y aburrido vestí
, ,

bulo nos s irven los gargons de pe h ic a y p an


,

tal ón corto o bi en en lugar más democrático y


,

ameno acompañados por una original orquesta


,

que emplea entre sus instrument os u n a inmensa


h arm on ica Y por den t ro o por fuera y a cual
.
,

quier hora y por Cu alqu ier _ lado qu é se l e mire


, ,

es t e lugar es siempre lo mismo ; su signi ficación


se nos b rindó desde el prim e r instante Es la vi da
'

en pleno bazar ; l a Vida cuya expresión más fi el


es e l jazz ban d Hasta nos otros mismos nos hemos
-
.

convertido en v ivientes munecos que con nuestro ,

aspecto de turistas f lá n e u rs y despreocupados , ,

completamos el ambiente ; en el aire ilu minado ,

de sol y perfumado de suaves brisas marin as nos ,

parece movernos también dentro de un escaparate .


L A CO S T A AZUL 45

T odo adquiere aqu í co mo mayor evidencia


un a .

Hasta los v i eje oi t os reumáticos que tomando sol , ,

camin an penosamente apoyados en sus bastones ,

parecen no tener otro obj eto qu e dar más relieve


al cuadr o ameni zar el paisaj e No se le ocurrirá
, .

al turista que aquellos son seres que tal vez sufren


.
.

El m ar y las montanas mismas paréc e n m e


ahora objetos destinados a usos frívol os nunca a
'

la co ntemplación del artista o del filósofo sino ,

al lujo de los ojos ociosos o de las natural ezas d é


biles que precisan de este clima y no t am poco para ,

amar o sufrir s ino t an só lo p ar a esta su vida s u


,

pe rfic i al o simplemente vegetativa .

B rillan en las ramblas los collares y pulseras


que en las vidri eras se exhiben y que el sol se pres
ta realzar ; chillan en pro fu s i óh los colores y las
sedas de las tiendas como los sonidos desorganiza
,

dos del jazz ba n d de moda Y ante tanto lujo fal


-
.

so ( ¡hemos vi sitado el Casino : l as horrendas to i


l e ttes
, las horrendas pinturas decor ativas la ho ,

rre n d a vej ez ávida de fran c os l) el lujo nos d a


,

en car a y la sencillez nos aparece como l a única


distinci ó n y la única aristocracia dentro de esta
ke rm es s e viviente .

I gual mente lucen aquí en estos d e sl u m bran


,

tes m e diodías las perlas de fábrica que las pie


,

dras finas y unas con otras se confunden H asta


'

los guijarros d e l mar en e stas j oyerías harían buen


papel y l Os brillantes verdaderos s e han d e s v a
,

l oriz ado a nuestros ojos no diferenciándose mucho


,
46 DELFI N A BUN GE DE GALVE Z

de un trozo de v idrio arroj ado entre l a are na D el .

mismo modo í g u ál an sé todos l os e spirit us : el del


poeta c on el del más necio caminante ; ninguno
tiene aquí otra cosa que hacer que tom ar e ste
poco de sol y mirar estas vidrieras .

La natural e za dócil al gusto de e s ta ciudad


,

de pasea tes n

y de trafica tes
n —
no s muestra
,

ahora un sol que tiene los carac t eres de l a luz ar ti


fi c i al : de l amp arilla el éctrica a través de l a pan
tal la blanca de l as nubes o celeste s at in ada de la
atmósfera Y la montana es cuando el sol declina
.
, ,

como un e st uche abierto sobre cuyo terciopelo


v erde que se apaga mue s tra la s c asa s y lo s edi
,

fic ios c omo u n a clara y pintada porcelana Por .

fin de noche al levan tar l os oj os las estrellas


, , ,

p arecen sobre terciopelo azul l as únicas au t én


, ,

ti c as e ini m i tables piedras preciosas Y hasta allí


. .

quisiéramos volar y pa s earnos por los espacios


infini tos porque en l as calles y hoteles de Mónaco
,

o de N i za el alma no t iene nada que h acer .


48 DEL FI NA BU N GE DE G ALVEZ

ro pare c ían de jugue t e o por lo menos de oca


,


sión sin verdadero arraigo en l a t ierr a puestas
, ,

allí para l a fácil y superficial adm irac ión del tu


rista Mientras qu e a las de G énova s i én t es e l as
.

con profunda raíz plantadas para el hombre que


,

allí ha de crecer tener ideales y morir Los e di fi


, .

cios de M ónaco y de Niza — para mayor efecto


escalonados e xh í b e n s e para el paseante Mien

.

tras que aquí en mayor homogeneidad de nacio


,

n al is m o en mayor unidad de vida afirmase el


, ,

núcleo fue r te de l a E dificación y sin propósitos


, ,

de deslumbrar al viaj ero consigue u n a belleza


,

más ciert a y más segura de s í mi sma ; fué l abrada


por la v ida y para l a vida —
est able —
y no por
el paseante y para e l paseante Si Niza y Monte .

Carlo son d e cor ación y pintura G éno v a repre ,

s e nta l a realid ad Y la real idad responde mej or a


.

los an h elos nue stros .

E l Ce m e n te r io

En medio de perspectivas que la magnifican


y que no parecen conducir al mundo de los vivos ,

esta ciudad de los muertos es como un mundo


aparte Colocada en mitad de u n a colina y en

.

medio de un ext enso marco de montañas —


tiene ,

ella misma la forma de un gran túmulo con todo ,

su enorme pedestal labrado Porque esta colina .


G EN O VA 49

es como un monumento natural labrado ahora ,

en sus laderas hasta el valle por l as tumbas los , ,

jardinill o s de césped los caminos que la escalan


, .

La igl e sia ocupa en l a meseta el punto central


, ,

y culminante Desde ella par ten los senderos en


.

declive donde se escalon an las cruces o l as ga


,

lerias horizont al es con su florescencia de m ármoles ,

como canteros de azucenas Así variadas son las .


,

perspect ivas dentro del cementerio mismo dond e ,

“ ”
hay muchas moradas como en l a Casa del Pa
,

d re ; h ay t u mbas qu e reposan en lugares bajos


y humildes ; otras que en movi m iento ascendente
, ,

suben por l a cuesta ; otras que se acogen a l a som


bra de l as galerías t e c h ad as o de l a iglesia misma .

Y hacia todos lados v e n se l as montanas como


guar eciendo a los muertos como defendiéndolos
,

de las vanas o i m pías c oncepciones de los vivos ,

o desafian do a los vi vos a sostener frente a la Muer


te pensamientos vanos o pequenos .

Como hallo en t odo esto u n a belleza in de fi


nibl e
, al guien me recuerda que estas esculturas
“ ”
sepulcrales son mediocres Las h ay bellas si n
.
,

embargo y es casi preferible que no sean todas


,

extraordinarias obras de arte q u e nos obliguen a


detenernos ante u n a u otra estatua Es ju s ta .

mente esta homogeneidad en e l sinnúmero de


fi guras : hombres muj eres ángeles nmos ; esta
, , ,

uni forme expr esión de fe de piedad lo que ha ce


, ,

par a m i l a bell eza del conj unto Los escultores .

o m arm ol e ros que trabaj aron aquí debieron s er


50 DE FIL N A BUN G DE G ALVEZ E

todo s creyente s Es e l pueblo cristiano en el qu e


.
,

cuentan igu almente los vivos y los muertos .

Pero si la galería con su profusión de figur as m ar


,

m ó re as se me r e presentó como un cantero de


,

azucenas veo ahora que estas azucenas se h an


,

v e stido! de sombras como nacidas que son en l os


,

inv e m á c u l os de l a muerte En v erdad no imagino


.
,

mejor decoración funeraria que esta pátina qu e ,

como con som b ra s trazada s por un experto e s fu


m w o matiza las esculturas en este cementerio
,
.

Pátin a que sól o he v isto aquí que da a los m ár ,

moles nu tono s uave y gris áceo y al mismo tiempo ,

un brillo apagado como de seda ; pátina que pres


ta a las figuras e s dulpid as las cualidades del gra
bado o de l as g r isa ille s Las túni cas marmóreas
.

adqui eren así en apariencia l a flexibilidad de


, ,

l a tela y hasta parece que una l e v ísim a respiración


las animara Y me pregunto : ¿ Es posible que és to
.

s e a obra de l a humedad del acaso ? Estas sombras


, ,

hechas de humedad y de tiempo acumulados ,

parecen nacidas del corazón de los m uertos o ,

ser el rastro de no sé qué humeantes in e xh au s t os ,

e invisibles cirios votivos Y me persigue a lo . ,

largo de l as galerías del cantero funerario donde


, ,

el ignorado arti s ta quizá un Angel compasivo




h á embellecido l as mediocres esculturas cu

bi i én dol as con tenues v elos de sombra con som ,

bras c omo de piedad y de duelo ; en este os men


terio que aparece separado d e l mundo de los
,

v i vos por un par apeto de montañ as me per sigue


G ENO VA 51

la idea de un hermoso sueno soñado en un pasado


lejan o ; uno de esos suenos que reapar ecen en l a
memoria e m bellecidos t ambién por u n a pátina
mi steriosa hecha de eternidad y que nos dej an
no sé qu é impresión de certeza espiritual algo más ,

que consoladora Es l a impresión de cierta bea


.

t it u d material izada como l a que vaga ah ora por


,

estos lugares Y levanto los ojos ; y en este d í a


.

gris l as n u b e s y l as nieblas son o t r t suave pátina


sobre el cielo y sobre l as montañ as D e manera .

q ú e todo se h a vuelto ah ora extrañamente armo


n i os o . Sin embargo esto no es un sueno ; esto
,

existe y es real me digo Nuestro mundo es as i;


, .

con estas cosas debaj o del sol ”


Y comprendo
.

que Dios h a amado al mun do que nos dió por


habitación ; si no no lo hubiera hecho t an bello
, .

Dios — con celo de Artista h a querido que


encontráramos bellas sus obras Y ahora que le .

hemos admir ado ¿ querrá d e s ac re dit arse a nuestros


,

ojos abandonándonos l a corrupción y a l a nada ?


,

Es t e cementerio en med io de esta belleza de estas


, ,

grandes perspectivas parece colocado aqu í por


,

Dios mismo para que en El confiemos aun fren


, ,

te a l a Muerte
TÚ N EZ , H A C E AL GUNOS A NOS

Por pri mera v ez m e encuentro en el so


nado O riente Es en T únez y me pregunto : ¿ Me
.
,

revelará esto algo nuevo p ara m i del alma hu


, ,

mana ? Tengo la impresión penosa de sentirme


como en medio de u n a borra de human idad .

De dónde me vi ene esta impresión casi física t an ,

concreta es no sabría decirlo Quizá del aspecto


, .

de río revuelto que forma en algunas callejuelas


, ,

esta mezcla de emigrados de otras tierras de res ,

tos de razas indefi ni bles algunas traídos aquí por


, ,

no se s abe qué vientos encontrados .

Parece que aquí nada tiene arraigo que todo ,

está fuera de su sitio No parecen tener arraigo las


.

blan cas casitas tun ecinas como palomas en pa


,

s aje ro descanso Ni el monumento musulmán


. ,

pretendida tum ba de San Luis Sidi—B ou —Sa id , ,

venerada como m ara bú (y esta ingenua v ene


ra c ión nos conmueve ) ni los zocos con sus colores
,

de tienda s de paso o de exposición ocasional



,

,
54 D ELFI NA BUN GE DE GALV Z E

ni los beduínos ni los judíos ni los t ur cos ni lo s


, , ,

fran ceses.

M ás allá de un lago de olor insoportable y



de orillas e s t ériles se nos muestran las ruinas
,


de C ar tago ”
Eres polvo y en polvo te conver

t irá s
.
¿ No se dij o esto a las ciuda d es lo mismo ,

que a los hombres ? ¡Las ruinas de C artago ! Nombre


sonoro y evocador que sólo designa ah ora un a
,

especie de can teras de mármol cuyos trozos tri ,

t u rad os están esp arcidos por el suelo Producto .


,

no de convulsiones de l a tierra sino de con v ul ,

siones de l a H storia No es esta pie dra el tesoro


i
.

qu e l a tierra nos brinda si no el desecho de l as ,

obras human as Cierto es que en estos trozos


.

d e s c úb re n s e restos de columnas y de capiteles .

Pero nada más Y l a ráfaga del lago pestilente


.

vi ene su s u rrarn o s qu e estos no son restos de

una civi lización muerta sino corrompida , Por .

sobre aquella civil ización corrompida o muerta , ,

busco l a sombra de San Agustín Pero San A gus .

t ín está ausente ; hasta l a sombra de su espíritu


h a partido par a Roma Se nos señal an por ahí .

restos de c ircos de fieras recuerdos de márt i res ,


.

Pero también los mártires h an h u ído Y l a imp f e .

si ón penosa continúa .

Como contraste w e n e m e al recuerdo la im


,

pre sión de noble y pura espiritualidad qu e poco


antes exp e rimentara al en t rar en París Al dec i r .

del mundo las ciudades m á s civil iz adas son las


,

más corrompidas y a la cabeza de la c or mpc ió n


,
56 DELFI NA BU N GE DE G ALVEZ

Sábado al atardecer B arrio judío No sé


. .

por qué nos ha traído aquí el cochero Est amos .

como en u n a trampa ; como un ratón demasiado


grande y q u e desbarata l a trampa Dudosa es l a .

intención del auriga como dudosa es su raza ¿ H a .

brá q uerido jugar a estos pobres j udíos u n a mala


pasada 0 habrá querido ju g á rn os l a a nosotros ?
,

¿ Divertirse de nuestra difícil situación o de la


furia de ellos ? I mposible aclararlo A q u í estamos .
,

sin poder avanzar ni retroceder en l a e s t r e c h ís im a


c al le A q u í estamos en medio de un hormiguero
.
,

revuelto y vociferante Como u n a hoj a o un bicho


.

demasiado grande nuestro coche ha alborotado


,

al hormiguero quizá pacífico momentos antes .

Es sábado Y a pesar de l a festividad gran par


.
,

te de esta multitud j udía es en este momento ne


Unos venden y otros compran O tros .

pasean simplemente con sus vestidos de fiesta


,
.

Hay algunos cas i suntuosos Aquél por ej emplo .


, ,

de l a gran túnica y turbante de pano color celeste


“ ”
adornado de cordones Es nos di c en el m at arife
.
, ,

gran dignidad entre los ju díos ; el q ne cl ava el


cu chillo en el cuello del an imal no víctima pro ,

pic i at o ri a sino alimento del pueblo Las ruedas .

de nuestro co c h e a n u es tr o pes ar v ol t e an l a
, ,
TÚN E Z H A CE ALGUN O S A NO S
, 57

pe quena mercancía c ui dadosamente expuesta sobre


tablas en los bordes de l a calle entre míseros cabos
, ,

de vela que el monstruo nuestro v e h ic ul o apa


ga al pasar Las t ú n ic as de colores diversos se agi
.
*

tan como banderas de un pueblo que no l as tiene ;


,

los turbantes se i n d ign an Si nos quedamos inm ó .

viles las gentes se enoj an : en un idioma que no


entendemos nos c onminan a que salgamos S i nos .

movemos se enfurece n los mercaderes dañados ,

y las gentes que delante de los c aballos se v en


, ,

obligadas a avan zar pues a los lados no h ay lu ,

gar Arreamos pues a u n a multitud enoj ada


.
, , ,

y otra multitu d enojada n os sigue .

El c b c h efro hizo mal sin duda pero nosotros


,
, ,

podemos ag rad e c érse l o Le deb emos el haber Visto .

l a expresión de aquellas caras de facciones ab u l t a


das y exentas de belleza Le debemos el haber visto .
,

de m an ifi e sto aquella alma del mercader judío


, .

Expres ión de furia y sordidez que no se olvidan .

A s í debieron s e i me digo los mercader es que pro


, ,

v o c aron l a indignación de Je sús en el T emplo .

Jesús los echó a latigazos de la Casa de su Padre ,

que ellos profanaban De buena gana tomarían .

ellos venganza echando a los cristianos e c h án


, ,

donos a nosotros intrusos en sus callejuelas en , ,

su día festivo Su humillada condición los contiene


.
,

y se conte n tan con lanza m os los latigazos de sus


gritos in sultos o mal diciones que felizmente no
, ,

entendemos
58 DELFI N A B U N GE DE GALVEZ

Un a manana de sol Un a turbulenta proces i on


.

de ne gros Túni cas muy blancas banderas de


.
,

colores Los n egros rode an al m arabú hombre re


.
,

pu t ad o s anto Y éste hace . e ntr e paso y paso , ,

mi entras avanza cabriolas y saltos y contorsiones


, .

Para excitarlo un negro toca en un enorme tam bor


,

y grita Y con t al fur ia qu e a pesar de ser in v i e r


.
,

no y de estar poco vestido el sudor le c ae a cho


, ,

rr os sobre el betún lustroso de su rostro de sus ,

nervudos brazos de su pecho ; hast a d ir ías e que


,

el negro se derr ite o se destiñe Este negro es como .

una fuerte máqu ina de negro hierro hir viente que


se llena de gotas de vapor Por si a q u ella música .

no fuere suficiente para d ar cuerda al que no sólo


tiene l a v irtud de las cabriolas sino también l a ,

de comer los m anj ares menos apetitosos como ser ,

v íb o ra s y escorpiones que según se dice traga , ,

vivos otros negros tocan macizas y enormes cas


,

t añ u e l as de hierro Y a esto añ á d e se todavía el


.

agudo chi l l ido o g org ore o de las negras .

El concierto es tan infernal que instintiva


mente nos alej am os temerosos por nuestros t im
p anos que no son de hi erro como p arecen ser los
, ,

de ellos Y nos explicamos las desesperadas manio


.

bras del m arabú deseoso quizá de escapar de


,

algún modo a aquella b araú n da .


Z H ACE AL GUN O S ANO S
TÚN E , 59

Y he aquí el silencio en esta misma Tún ez


,

de tan múltiples aspectos U n m e diodia tranquilo


. .

Los árabes pasean lentam ente al sol o están sen ,

“ ”
tados a l a oriental en las puertas de sus casas .

Hasta los más pobres tienen un a ire de tran quila


nobleza ; u n a elegancia hecha de gravedad y sen
cillez p ara llevar sus túnicas y t u rbantes aun ,

que sean de arpillera Las más son de l ana


.

blanca de un blanco grisáceo Las car as tost adas


,
.
,

ni blancas ni obscur as y de rasgos nobles A .

veces e l air e despreocupado es casi señoril O tras .

veces me hacen pensar en los filósofos griegos ,

en los nobles romanos .

Si el alma del mercader ju dio me apare c ¡ o


cuando aquél v i o volcada su mercancía frustrada ,

qui zá su pequena ganancia y el alma in genua ,

del negro en medio del frenético bullicio esta otra ,

alma oriental esta alma de los árabes parece ,

descubrirse m i entras toman su taza de café Hay .


que observarlos largamente Estarán sentados
.

unos frente a otros Jóvenes eternamente jó


.

venes circularán entre ellos ofreciéndoles frutas


,

(dos clases de cada especie) y un licor que no em



b riag a Este versículo repetido en el Corán como
.
,

un Ze it m ot iv me persigue mientras con t emplo a


,
60 DELFI NA BUN GE DE G ALVEZ

los árabes en los cafés H asta el árab e m á s .

desheredado encuen t ra el modo de saborear des


de ah ora a q uel las del icias prometidas por el pro
i

feta a los elegidos A t od os se les ve gozar en l a


.
,

paz d e u n a deso cupación absoluta un a especie de ,

pregusto del Paraíso qu e esp eran .

H ay que o bservarlos largam ente


*

¡C ómo nos .

pr e dican co n su actitud la vanidad del mov i


, ,

mi e nto ! A ellos no se l es sorprende en ni ngú n gesto


i nútil No se sonríen No habl an casi nun ca Sen
. . .

tados e u esteras —
mi entras no llegan l os tap ices

,

cr eo qu e de Persia qu e el Corán le s promete con


'

un a gravedad profunda l a mi n ú s c ul a tacita hun


,

dida en la palma d e l a mano ( como toma nuestro h

campesino el mate ) saborean e l ca fé trago a trago ,


.

Y entre trago y trago y del todo indifere ntes al


,

ru ido d e l mun do y a lo que a su al rededor suceda ,

parecen quedar sumergidos en un a c ontemplación


sin fin .

Mahoma conocía el gusto de sus futur os d e


v otos S i a estas gentes les ofrecieran el cantar
.

l as alabanzas et ernas el volar el c ri1 z ar los é s


, ,

pacios y visitar nuevos planetas creo qu e estas ,

promesas no l es sedujeran Ni m úsica ni movi .

miento LOS árabes me aparecen silenciosos como


.

el de s ierto que qu izá atravesaron par a llegar hasta


aquí Y cuando los h e oído tratando d e cantar su
. ,

voz era sorda como sonido de ar enas que s e arras


tran y sus melodías monótonas e indefinidas como
,

el ruido del s im ú n .
TÚN EZ H A C E
,
ALGUNO S A NO S 61

¿ Por qu é al mentar el p araíso de Mahoma


se alude siempre a l as mujeres ? Las frases refe
rentes a ellas en el Corán son general men t e so
, ,


brias : Habrá muj eres de l a misma edad que el

elegido vírgenes bellas y de mir ar modesto Estas
, .


vírgenes de mi rar modest o es tarán en pabellones

P aréc e m e qu e an te las delicias del café ( el licor
que no embriaga ) y d e los d átiles de dos cla

ses ( que en T únez son realmente exquisito s ) l a


promesa de l as muj eres ocupa un lugar muy se
cun d ario .

Bas t an os
ontemplar a estos ár abes tun ecinos
c

en este m e diodía de sol saboreando sus tacitas ,

de c afé blancas como l as par edes de sus casas


, ,

del ante de l as casas blancas y chatas ligeramente ,

abovedadas como las tacitas de café ; basta verlos


así para comprender que las más seductoras pro
mesas las princi pales delicias del paraíso de M a
,


homa deben consistir para e l lo s en aquel estar
,

sentados con los codos apoyados sobre m agn ífi


,

cos tapices unos frente a otros y bebiendo u n a


, ,

bebida que no emb riaga .

Y ésta es qui z á la re v e l ac m n que esperaba


aquí del al ma humana Cu an d o s u s incl inaciones
.
,

m últiples no están unificadas equilibradas por el ,

cristianismo ella es así : O entregada del todo al


,

movimiento desordenado y van o como en el ca


so de los negros ( cuando no a supersticiones abs u r

d as repugnant e s y di aból icas co mo la del c ome


,

dor de e scorpiones) ; o puesta por entero en el


62 DEL FI NA BUN GE DE GALV Z
E

material interés de l a ganancia como en el caso



de los judíos ; o sentada en l a ociosidad y en la

sombra de la muerte ,
como en el caso de estos
graves y tristes hij os de Mahoma .
64 D EL FI NA BUN GE DE G ALVEZ

que en la c al le U n v ac io mayor que en el campo


. .

Y es porque aquí debía haber a lg o que no hay .

A pocos pasos está l a iglesia cat ólica : S anta


Mar ía de los Angeles La iglesia es pequena y m ás
.

pobre que l a mezquita aunque con decoraciones


,

árabes tambien La iglesia es pequena ; pero está


.

t an l le n a que se h a convertido ahora a mis oj os


en un pequeno universo p ara contener l a vida que
e l la encierra ; tanta vida que derramada por el
, ,

m undo ella sola b a s tara para l lenarlo todo


, .

El barr io á ra be p obre .

Junto a la ciudad europea que respira bien ,

es t ar suntuosidad casi arrá s t ran s e como ser


, ,

pie n t e s las sinuosas callej uelas musulmanas F ango


, .
,

miseria suciedad siniestra Ojos enfermos y re


,
.
,

pu g n an t e s ; ciegos Muj eres y hombres cubiertos


.

de harapos que dej an ver el cuerpo por sus muchas


r as g ad ur as ,
y penetrar el frío .

En otros pueblos orientales hemos visto su


ci edad p ero en ninguna parte tan sórdida En
,
.

aquellos otros pueblos la suciedad es pintoresca ;


cubierta y disimulada por el c olor A q u í hasta de .

color h ay pobreza ; solo se ve el color de la mi


seria Aterra la idea de qu e tuviéramos que baj am os
.

de nuestro coche Tanta repugnancia nos causa


.

l a idea de poner los pi e s sobre e s te s uelo vi sco so


TR! POLI 65

y de rozar esta peste como si realmente se t ra


,

tara de camin ar sobre las verdaderas sierpes bajo


cuya figura ofre c iéron se m e estas callejuelas sin
luz sm a ire hasta sin agua al parecer
, , , Y ahí .
,

a corta distancia —
lo sé porque lo he visto se
halla el mar .
¿ Qué castigo qué mal dición de
,

Dios ha pasado por aquí ? Si en otros pueblos de


seamos que el aspecto local se conserv e par a goce ,

de nuestros ojos aquí quisiéramos que el soplo


,

eur opeo bar riera por fin con todo .

Y preguntándome el porqué de esta im pre s ron


mía me respondo que quizá es por lo mismo que
,

se halla este barrio dentro de l a ciudad europea ,

y es así como un alma de herej e como un al ma ,

en pecado dentro de l a cristiandad Quisiéramos que


.

el m ar azul lavara esta inmundicia que l a civi ,

lización barriera esta miseria desprovista de poe


s ia
, que¿ el cristianismo purificara este
¿ Qué hace Santa María de los Angeles que no
irradia hasta aquí su intensa v ida ?
NAPO LE S

La s h orna c inas

La bella Nápoles nos recibe con un bello


d ía de sol Entretejida de l uz y de vapor flota
.
, ,

sin embargo sobre algunos paisajes un poco de


,

niebla retar dada Niebla luminosa que no se sabe


.

si deslumbra o si vela tenuemente l a tez de las


aguas y el perfil de las ri beras m on t an os as y azu
“ ”
ladas como un tul de ilusión vela un rostro
,

de bellísimas facciones .

En Nápoles donde todo es ternura parece


, ,

que l a tierra amara al agua y que al abrazarla


,

l a aqui etara convirtiendo al mar en tranquilo


,

lago lleno de transp arencias : dulcificado el mar


,

responde a l a du l zura de l a tierra Mas esta s u av i


.

dad de Nápoles ¿ no es sólo aparente ? Allí está el


Vesubio siempre humean te De lejos nos habíamos
.

p r e g un tado : ¿ Cómo e s a gente puede vivir a los


pie s de un v olc án en peligro constan te ? Mas u n a
,

v ez aquí co mprendemos que los homb re s se dej en


68 DELFI N A BUN GE DE G ALVEZ

enganar y no puedan creer qu e esta tierra esta ,

montana y este mar de t an suave aspecto quieran


d añ ar l e s nun ca : esta natur aleza c anta como l as
sirenas
Pero otras son aquí las sirenas Pues no hay .

sólo la dulzura del mar y de l a tierra y de su aspe c


to físico ; la dulzura del e spírit u es in citada también
por otro orden de cosas No damos un paso en .

Nápoles sin que nos ac om pan e l a silenciosa insi


n u ac i ó n de estas s irenas no enganosas sirenas no ,

del m ar sino del cielo : las imágenes de santos


,

y de santas que nos hablan de eternas


Colocadas en profusión en las calles de ntro de , ,

pequenos ni chos en u n a especie de fan a! y hasta


, ,

en verdaderos al tares estas imágenes son la nota


,

más tierna y encantadora de Nápoles He aqu í .

en el paseo sobre el mar un San Juan B autista


, ,

blanco , ¿ e ra de mármol ? con su altar blanco ,

tambien en el que arden en pleno día mu


, , ,

chas luces Pero más q u e estos altares encan


.

t an las muy pequenas capillitas góticas o b a


rro c as que guardan incrustadas en el frente d e
,

una c asa o en un a p ared cu al qui era un a Virgen ,

con el Niño 0 con sus ángeles Y he aquí en medio .


,

mismo d e l a calle sobre un gran p edestal un Cristo


, ,

rodeado de luminarias Cuando el sol se apaga .


,

cuando llega l a noche todas estas v elas y lam


,

parill as encendidas por l a fe y l a piedad entablan


, ,

un diálogo con el cielo respondiendo humilde ,

mente a las lej anas


NAPOLE S 69

Ni las magní fi c as bellezas de Sorrento y de


Cas t e l l am ar e pudieron hacernos olvidar l as hu
mildes cap illitas A l o largo del camino en lo al
. ,

to de l as esquinas ochavadas formada s por el mu


ro que limita las huertas solicitaba a cada ins ,

tante nuestra mirada una Madona de dul ce ros


tro sola o con el Niño Pintada con delicados
,
.
.

colores d e s t ac á b as e en su marco de mampostería


, ,

sobre el fondo de los limoneros esmaltados de


dorada fruta ( K e n ns t D u das La nd wo die Citronen
ofreciéndonos no se qu é don del cielo
o de l a tierra que íbamos tomando como quien
,

recoge las fl ore c il l as de un sendero Con este c o .


,

mo ramo de margaritas silvestres en el espíritu ,

llegamos ante el estupendo y extrano panorama


de Sorrento B ar rancas de tierra de colores m e t á
.

licos cayendo a pique sobre el m ar azul y verde


,

cambiante ; pedestales soberbios corta dos pre , ,

p arados por Dios para l a edificación human a ;


pilar es naturales que Se afirman en el agu a ; ar
,

q u it ec t u ra divina que h a incitado y que completa


l a ar qu itectura de los edificios que allí se alzan .

Y cuando toda esta esplendidez desaparece a la ,

vuelta baj o l a noche y l a llo vizna por los caminos


, ,

e n fan g ad os y con un inhábil c h a uffe u r ( no incita

Nápoles a la mecánica ) ¡cómo nos ac om pan an


de nuevo y nos c on fort an en l a vaga inquietud y,

en el cansanci o l as hornacinas luciendo en la obs


,

c u rid ad sus v e ras o sus lam p arillas encendidas !


Sabemos po s iti v amente sab emos que si alg ú n
, ,
70 DELFI N A BUN GE DE GALVEZ

a cc iden te o curriera en el c ami no la mano


n os ,

piadosa que encendió para el pasante a quellas


l uc e c ill as se nos tendería piadosa y amiga .

El P es e bre a rt is t ic o

Exh ibe s e en e s te tiemp o de Na v idad un p e


, ,

s e bre compuesto por cientos de fig u ras o b ras ,

todas de buenos escultores del siglo ! VI I I C on s er .

vadas aisladam ente por distintas y numerosas


, ,

fam ilias todo el que pos eía alguna l a h a prestado


,

para el Nacimiento que se nos mue s tra con el


nombre de P res eppe art is t ico Este dió una ca s a . ,

aquél de más allá un tabernero este otro un pe ,

rri l l o
. En v i dio a aqu ellos qu e pudieron propor
cionar las Sagradas Personas Y ¡qué a gusto se .

hallan ahora estas figurillas todas juntas ! S i algo


sintiesen ¡c uánta pena habrían luego de tener
,

al separarse para volver a su dueno cada u n a !


En su conj unto resultan u n a obra admirable ;
tan armónica en su complej idad que se l a creería
de un solo au tor Sin duda una misma fe un mis
.
, ,

mo amor habían guiado a los artistas que en es tas


,

obras humildes se aplicaron .

Y así habían compuesto este trozo de mundo —


,

este trozo de v ida : el trozo de vida y de mundo de


mayor interés dentro del mundo y de los sig los .

Y l o v emos pre s entado con t al n atural idad y s en


72 D ELFI NA BU N GE DE GALVEZ

quisiéramos c orrer por los diminutos s e n d e rill os


hasta el lugar que el chicuelo de madera nos sena
la con el dedo Lleg aríamos así a l a G ruta de
.

Jesús al sitio en que la estrella se detuvo Con ella


, .

se detiene nuestro espíritu …

El A quar iu m


Q u is s ic u t Dom in u s ?
¿ Qu i en superará la
imaginación de Dios ? ¿ No nos da aquí una mues
trita de otros seres que El haría si q u is i e re : de
otros mundos y seres qu e no podemos siqui era
con c bir y que tal vez existen ? … ¡Y pensar que
e

h ay , entes t an exentas de imaginación que h al lan



r
,

d i ficultad en adm i tir la existencia de Angeles y


de Demonios !
He a quí seres quizá tan difíciles de conce b ir
para qu ien nunca los v i ó como los mismos —

Angeles : estos hongos y parag ii i t as v i v os que ri


v al iz an con el agua en t ransparencia y en fluidez ;

más finos que el cristal abriéndose y cerrándose


,

levemen te al nadar c on u n a deliciosa perfección


,

de movimientos Hongos vivos de cristal flexi ble


.
,

finamente incrustados de esmalte azul y esmalte


roj o Están ves t idos con m ás gloria q i1 e Salomón
.
,

lo mismo que los lirios de los valles ¿ Y los pe . .

ces como gelatina en c uya gelat ina se engarzan


, ,

como dos zafiros su s inexpresivos oj os azules ?


,
N APOL S E 73

Miram os ahora estas plantas e m os c ad as como


“ ”
la de l a flor del aire y u n a especie de cr isan te
,

mos carnosos y transp ar entes amarillos o escar,

lata ; y de pronto se nos revela en ellos l a vida


_

anim al Lo s pétalos fil iformes se agitan en el agua


.

como cuernitos de caracol ; m u év e n s e c on anar


“ ”

quia como si discutieran el rumbo a tomar … y


,

l a planta q u éd as e en su puesto Y aquí van unos .

bichos con su pobre vestido gris : todo el lujo lo


pusieron en sus casas Y t an orgullosos están de
.

sus casas nacar adas .


( ¿ qué rey tuvo j amás un
palacio así : un palacio que es como un trozo del
poniente T an orgullosos están de
ell as que no las aban donan j amás Sobre sus c u e r .

pos míseros y blandos arrastran lentamente los


magníficos y fuertes caracoles erizados de puntas
,

como castillos con al menas Más allá se ven peces


.

que imitan la quietud y l a aspereza de l a p iedra ,

lo cual en el mar pre s érv al e s de ser l as v íc t i


, ,

mas de sus voraces companeros .

¡Seres tan inferiores y que viven sin embar ,

go en un mun do de magia y de color ; en un mun


,

do de colores más brillan tes que los q ue al sol lu


cen y que ell os no pueden admirar ! ¿ Para qué
,

h a brá allí entonces tanta maravilla ? Quizá p ara


q u e no pueda indagar el hombre en par te alguna ,

por escondi da que sea sin hallar motivo de in


,

mensa adm iración … Y si para el país de los peces


de inexpresivos ojos has puesto esta s untuosidad ,
74 L
DE FI N A BU N G E D E GALVEZ

Señ 0 r ¿ qué
, esmeraldas y qu é esmalte s y qué cris
tal habrá para tus Angeles ?
M as h e mos aquí frente a algo que más bien
es el Demonio ; lo más fantástico del aquarium y
lo más fascinador : este gran pulpo H áll as e de hu .

mor activo pues lo vemos maniobrar t rasl ad án


, ,

dose a tra v és de su prisión de un lado al otro , .

Se pasea si paseo puede llamarse a este maligno


acometer el agua A cada mo vimiento cambia
.

su forma y hasta su color que v a del rojo vivo ,

hasta el blanco Parece que por cuerpo tiene sólo


.

una t om as o l ad a t ú nica vacía y sus ademanes son


los del fantasma aterrador de estos dominios
,
! .

M as no es vano fantasma : ya nos mostrará lo


apasionante que para él es el comer Ec h an l e una .

sardina y se nos revela en aquel ser informe u n a


,

avidez de fiera hambrienta Le v á n t as e hasta cier


.

t a al tura desplegándose todo y ah u e c á n dos e en


,

el agua como t ela inflada por el viento y preci ,

pí t as e por fin sobre su presa D ebaj o del pulpo . ,

en el espacio en que se h a extendido para atrapar


al pe c e c il l o hubiera cabido un gato Aparece des
, .

proporcionado el aparato de caza para la caza


aquella Pero aparece desproporcionado tambien
.

que un ser tan fofo y deshecho co m o es el pulpo


se alimente de otro ser de formación tanto más
sólida y perfecta que l a suya como es l a pobre ,

sardinilla ¿ De qué terrible realidad moral es la


.

imagen este pulpo ? Nada existe en l a materia


q u e n o s ea representac ión de al g o espiritual q u e
N AP O LES 75

t am b ién existe Temamos el mal que como un fa s


.

tasma nos ace cha pues quizá , co bre la terrible


re al idad del pulpo .

El M us eo

Anti guas es c ul t uras griegas y romanas La .

estupenda est atua del o rador ESc h in e s cabezas ,

de V i ej os Hay también cabezas de j óvenes


.
,

pero las más extraordinarias son las de los que


sobrepasan l a edad madura ¿ Era necesario que .

se aj ara la tersura de la piel para que dibujándose ,

en sur cos y ar rugas h ic iéras e visible l a fuerza de


,

la vi rilidad ? ¿ Nec es ario era que de cayese la belleza


de l a cara para que se mostrar a la del pe n s am ie n
to ? ¿ 0 es que estos abuelos de nuestra cultura
in t 6 ip re t aron mej or qu e a la juven t ud a l a ve
"

j ez ? Ev idén ci as e en este mu seo cómo los griegos


'

y romanos es cucharon v e n e raron a la ancianidad


,

y per sonificaron en ella a la sabid u ría .

He aquí u n rostro lleno de mirada Es el ros .

tro l a cabeza de Homero La ceguera en su expre


, . ,

sión e s evi dente Pero se nos revela aquí un c iego


, .

q u e v e más que otros cuyos ojos están sanos ; un


ciego que ve en un mundo de ideas de recuerdos , ,

de fantasías Y se sabe inmediatamente


. aunque
no nos lo dijeran que esta es l a cara de un cie
go por l o mismo que s u mirada que no está en
, ,
76 D EL FI NA BU N GE DE GALVE Z

los ojos h áll as e como esparcida inten s amente en


,

toda la extensión del rostro Todo el ro s tro mira .


,

con u n a ansiedad de ver y de expresar s e co



,

mo difícilmente se h al lará en otra figura .

Y seguimos mirando Estos son hombres . .

Cada u n a de estas estatuas 0 cabezas es u n hom


bre U n hombre real lleno de vi da de inteligencia
.
, ,

con el testimonio en su c ara o en su actitud de


, ,

haber vivido pensado sufrido U n hombre integral


, , .
,

diría No un símbolo de tal carácter que distin


.

guió a t al hombre como parecen ser o pretenden


, ,

ser muchas esculturas modernas Al recordar a


, .

Rodin al que ha diez anos en París tanto admiré


, , , ,

al recordarlo junto a esto que ahora miro aparé ,

ce me no sólo c omo un autor fragm entario sino .


,

que lo encuentro tam bién casi ridicu lo Y per .

d ó n e se m e l a in sol encia en atención a mi solo pro


pó sit o en mi ignorancia en materia de arte de
d ar aquí u na impresión personal fren t e a l a e s ,

cultura griega y roma na que pu ede decirse que


hoy d escubro ¿ Qué maj aderías me pregunto
.
, ,

nos presenta Ro di n en lugar de un hombre com ,

pl e t o y real con cuerpo y alma ? Y no se diga que


,

hay puro convencionalismo en esta e s t at u ar ia


antigua Porque a la vez de s e r; ar t e noble adivi
.
,

n an s e en ella retratos fid e l ísim os : l as expresiones


son t an distintas un as de otras tan intensas t an , ,

reales que difícil fuera el inventarlas o el haberse


,

sometido ún icamente al realizarl a s a normas pre , ,

con c e b idas .
N A POLE S 77

Pero a pesar de todo és to a m i no me basta


, ,
.

Necesito algo más que no h ay aquí Aquí está el .

hombre entero y real m e he dicho pero falta lo , ,

q ue levanta al hom bre como sobre s i mismo Aun .

los dioses no son aquí sino hombres F alta la .

concepción cristiana en que el hombre con l a , ,

posesión de Dios en cierto modo se di viniza Fal ta


,
.

Cristo .

P ozz u ol i : el Temp lo de Serap is

He aquí el Templo de Serapis : solo quedan


algunas columnas mitad hundidas en las aguas
fangosa s que inundan el antiguo recinto y que
prestan a las ruinas un a como ficticia o malsana
poesía Y como si un demonio adverso aun las
.

habitar a e spárc e s e por l as cercanías el fango y


, , , ,

al p arecer l a miseria , Pululan en estas calles .

embarradas l a pobreza y l a suciedad napolitanas ,

as e m ejá n dol as a los arrabales de algún pueblo


oriental .

To c ó n os ver en el camino la pre parac ro n de


un entierro pobre Apre s t á ban s e a llevar 0 a seguir
.

el pobrísim o ataúd unos m u c h ac h u e l os vestidos


de pe ni tentes blan cos Eran estas v estiduras algo
.

como nu estros dom in ós de Car naval de altos ca ,

pu c h on e s term inados en punta cubriendo la c a ,

beza c on sólo dos agujeros para los ojos .


78 DELFI N A BUN GE DE GALVEZ

Suciedad fango y hasta s uperstición si que


, ,

réis ; pobreza extremada en este pueblo que tiene ,

la mitad de su casa en l a calle adonde se ponen ,

a secar colgadas l as indefin ibles ropas y los ta


, ,

l l arin e s F ango y suciedad


. pero con los gran des
.

r e s pirad e ro s del sentim iento religioso y de las


bell ezas de la naturaleza circundan te Calles de .

negro lodo pero ilumi nadas por las hornacinas


,

de los santos dulces y protectores ín t im am e n t e


, ,

asociadas al recuerdo y a l a vida del pobre que ,

v ive l a mitad de su vida en la calle .

Pienso que quizá alguno de estos pe q u e n u e


los que ahora chapotean en el barro con los pies ,

descal z os se irá a probar fortun a a aquell a gran


,

ciudad que bien conozco ¿ Qué le ofrecemos


.

allí ? El conventillo horrendo y la fábrica con el ,

solo re s pirad e ro del cinematógrafo norteamericano


de deshecho (ladrones y Y cuando
se haya civilizado tanto que sepa ya l e er se le ,

v enderán por pocos centavos re vistas de un lodo


, ,

má s pernicioso por cierto que el de estas c alle


, ,

j u e l
. a s Y me entra un a gran pena y el d eseo de

g r itarle : Quéda t e pe q u e ñ u e
,
l o aun que s e a en las
,

cercan ias del Te m plo de Serapi s ; si en estas ru i


na s se oculta algún demoni o ad v erso mil otros ,

te esperan en l a gran ciudad No v ayas a l a gran .

ciud ad que yo conozco ¿ Q ué te importa que tus


.

pies descalzos se e n l ode n si tu mi rada puede la


v arse en aquel m ar y en aquellas montaña s ; si
tu alma p u ede rep os ar en l a v e c indad de las ca
,
80 D ELFI N A B U N GE DE G ALVEZ

hierve : se la ve levantarse a borbol lones ; mas no


es directamente a causa del fuego cercano sino ,

po r l a extraordinar ia abundancia de p eces en con


t in u o movimiento D i ríase q u e el agua misma vive
.

en sus mil lones de olitas agitadas y puntiagudas .

Esto es pues un al m á c ig o de peces que el agua


, ,

templada fa vorece Cocina horno pileta y abas


.
, ,

t e c im i e n t o ; todo junto El hombre puede aquí


.

aprender al arte de l a v ida ; puede instalarse aquí ,

donde nada le faltará Si tiene cal or échese al agua ;


.

si tiene frío ofrécele l a natur aleza el curioso c a


l orí fe ro : el túnel 0 galería circular dentro de la ,

cual podemos penetrar y en donde Nerón to


,

maba al parecer sus baños de aire caliente ( ¡Afi


, ,
.

ción de Nerón por el fuego ! I ncendio de Roma ;


cri s tianos sirviendo en su j ardín de antorchas
vi v as símbolo elocuente ya que el cristiano a
, ,

“ ”
ej emplo del Maestro h a de ser luz del mundo
, ,

pero que el monstruo no podía comprender .

¿ En qué s u da tor iu m d e t emperatura n o gr a


d u ad a podría Nerón expi a r Su s crímenes ? ¿ Ll e
garia p ara él l a hora en que hallara excesivo el
fuego al que tanta afición
P ero dej emos a N erón y s irv ám on os ar
.

m ó n ic am e n t e d e la nat u ral eza y d e sus dones .

¿ Qué tomar emos hoy de e sta cocina y de este ,

calorífero y de este al m ác ig o de peces ? No sólo


,
'

d e pan vive el hombre y en est e horno podrían


,

sazonar se también frutos de sabiduría D e este hor .


n o parece s alida la palabra de San P ablo : ¿ Qué
N A POL S E 81

tiene el hombre de bueno que no lo haya reci


bido ? El fuego el agua l a tierra y el propio ser
, ,

para usar de ellos no sólo corp oralmente sino


, ,

también por el espíritu y a que nos fué dado el ad


,

mirarlo to do No hizo por c ierto Nerón cuyo


.
, , ,

nombre aquí se invoca un buen u so de los bienes


,

re cibidos .

P ompeya La Solfata ra

Des pués de haber visitado l as ruinas de Pom


peya almorzamos plácidamente en el simp ático
,

hotel vecino Y digo plácidamente porque nos h a


.

acompañado duran te toda l a manana un tiempo


t an m agní fic o hemos quedado tan satisfechos
, ,

los ojos y el espíritu de nuestra excursión y ahora


, ,

mientras comemos nos can tan t an bellas y tan


napolitan as canciones ( oídas ya todas en nuestra
tierra ) que todo respira en este momento el pla
,

cer de viaj ar el placer de vi v i r


, Y sin embargo .
,

venimos de ver u n a ciudad en ruinas Sin embar .

go aquella ciudad fué sorpren dida y sepultada por


,

el fuego j ustamente en momen t os como éste


, ,

en qu e todo respiraba quiz á en medio del mara


, ,

vi lloso c lima este pla cer de vi vir ¿ Qué importa ?


, .

En es tas co sas no se escarmienta en cabeza ajena .

y ni aún en cabeza propia ; pasado el desastre si ,

de él nos hemos sal v ado un bello dí a de sol h as t a


,
82 DEL FI NA BU N GE DE GALV Z
E

para que lo olvidemos todo I nútil es que Pomp eya .

gi ma ; sus ruinas no nos entristecen Destruídas .


,

aquellas casas parecen aún más alegres ; si per


dieron el techo material adquirieron otro de cielo ,

y l a luz penetra y aerea todos los rincones ilumina ,

los amenos y armoniosos decorados y pinturas .

Y vuelvo pero a l a inversa a mis primeras re


, ,

flexiones al trabar conocimiento con la tierra na


pol it an a Me pareció entonces que la naturaleza
.

cantaba como un a sirena p ara que se olvidaran


los peligros del volcán Y ah ora me digo que es
.

necesaria l a constante amenaza de aquel fuego


para que en medio de estos paisajes no se dejen
, ,

los hombres engañar demasiado por l a dulzura



de vivir . Para que no se pierda del todo el
” “
temor saludable que es el principio de la sa
,


b idu ría. Allí está para eso accesible a los pasos,

de todos l a Solfatara Hemos caminado sobre su


,
.

suelo caliente y ceniciento sintiendo baj o nuestros


,

pies como sonaba el mundo a hueco Hemos vis t o .

cómo el f u ego luchaba por salir hasta l a super


fi c i e ; cómo sus pequeños brotes se hacían camino ,

formando un siniestro vivero de plantitas de humo .

Y no faltaban para causar espanto las grandes


, ,

humaredas las verdaderas bocas del infierno


,

en cuyo fondo braman las olas de azufre líquido


e hi rviente y en cuyas orillas hi erve hasta l a mis
ma arena T odo esto es necesario para templar
.

el espír itu en l a bella en l a dulce en l a divina


, ,

Nápoles .
UN A S H OR A S EN SI C I L I A

Pasamos en nuestro vapor a media noche


, ,

delante del St ró m bol i I luminaba el volcán en e ru p


.

ción p arte del cielo y de las aguas como un faro


natural y magnífico En otros tiempos fué el St ró m
.

boli faro también d e los e spíritus a quienes iluminó


inspirándoles el deseo de una vida pura y u n a
piadosa devoción por l as a l mas de los muertos ;
por las almas que e xpian en el Purgatorio l as de
b il i d ad e s de su vida terrenal Pues dentro de
.

aquellas llamas h abían s e creído o ír o se habian


oído —
multiplicados lamentos y Los
haces de luz que florecían en l a montaña baj o el ,

cielo nocturno se convirtieron entonces a los


, ,

ojos del creyente en señales hechas a los vivos


, ,

en súplicas que subían de aquella morada de


los muertos .

Y h e mos aquí ahora dejados atrás el St ró m


,

bo li y las sugestiones dolientes henos aq u i



,

en pleno día frente a la refrescante claridad del


,
84 DELFI NA BUN GE DE GALVEZ

Etna El al tísimo v olcán c oró n ase ho y de ni eve


.
,

y con su aspecto como de monte entrado ya en


l a G loria par ece hablarnos de l as al mas rescatadas
,

y fel ices Nos habla de paz


. Como prenda de .

paz de su deseo de no danar mos el Etna formó


, ,

un dí a con su lava u n a figura de Santa Agueda ,

patrona de este pueblo que a sus pies se extiende ,

y en cuya Catedral se venera l a m ilagrosa efigie .

D esde Catani a hasta T aormi n a es esto l o que


vemos : Nieve q u e br ll a a ra t os descen diendo de
i
,

las alta s cumbres como en cascadas de pla t a ; pl a


t a y ni eve y tonos cel e st es nacarados ; derroche
,

de suavi dad de frescur a de transparencia que se


, ,

nos entra por los ojos mientras s atur an el aire ,

de un suave olor a li mones los bos q ues que du , ,

ran te horas de camin o nos van ofreciendo su carga


,

de fru ta color de sol Para reemplazar el oro del


.

sol que a ratos se esconde parecen puestos ahí


, ,

los limoneros Y el sol parece esconderse t an sólo


.

con el prop ósito de que luzca mejor su obra de s a


z ón en los limones ¿ Y cuan do estén ¡oh
.
,

cielos ! estos bos q ues cubiertos de azah ar nieve ,

perfumada que cubra los árboles y que cubra el


su elo rivalizando con las nieves de l as cumbres ?
,

¿ F lorecerán acaso en Primavera los azahar e s ,

cuando l a nieve del Etna c om i énz as e a dil uir ,

p ara que no falte aquí nunca l a blanc u ra ; p ara


que esta acuarela inimitable alegría y delicia
de los ojos — no pierda nunca l a claridad de sus
matice s e s ta su cl aridad de alma en fiesta ?
,
UNAS HO R AS EN S I C IL IA 85

Y ahora en Taormin a lugar de


, , an t iq u ís im os

recuerdos desde l a terraza del Hotel incrustado en


,

l a montaña como un nido apacib le mi ramos apa ,

c ibl e m e n t e el conjunto del paisaje : El Etna de

cumbres plateadas suavemente re spl an de n c i e n t e


, ,

sin que nin gún rayo de sol hiera la v ista ; a sus


pies el mar color az ul de cielo las s u av í sim as cos,

tas ondeadas ; y sobre nuestras cabezas en nuestra ,

misma mont aña y baj o un cielo que es otro mar


azul las oscuras rui nas griegas como en una bien
, ,

av e n t u ran z a un recuerdo de lo que y a fué : ruinas

descascaradas como esqueletos como fósil es guar ,

dados por l a atmósfera .


Algún fin me digo debe tener el llenarse
, ,

así nuestros ojos de belleza Y como difícil mente


sería este fin un provecho directo para el cuerpo ,

algo má s debe haber en nosotros que de esta be


lleza se alim ente como se alimenta de alfalfa el
b orriq u ill o Algo más qu e si al gún dia no halla
.
,

satisfacción cum plida quiz á nos haga exh al ar


,

gemidos como aquellos q u e buscándose camino ,

por l a abertura del volcán llegaron al oído de los


,

viv os desde el seno ardiente del St róm boli


, .
88 DELFI NA BUN GE DE G ALVEZ

I srael tu v o Palabra escrita en lo s Sagrados


la
Libros ; los griegos tuvieron en las páginas del ,

mundo esta colina que se diría u n a revelación


,

de la Armonía Perfecta O bra maestra de la n a


.

t ur al e z a había de germinar en ella l a obra maestra


,

humana A la suges tión de l a colina respondieron


.

los mármo l es m agn ific os ; respondieron los griegos


convirtiendo entera a la colina en un santuario ,

consagrándola a l a deidad m ás noble por ellos


conocida y regalando aú n a e s a deidad nuevas
noblezas .

Como producto natural de aquel suelo bro ,

taron las column as Vém os l as ahora como tallos


.

que no quisieran dar ramas pa ra no privar a l a


tierra de l a caricia azul del cielo Porque la tie .

rra misma se viste aquí de c ielo y de azul Com .

pla c i do el sol ante la blan c a eclosión de tal los nun


c a v istos an adi ó a los mármoles pe n t élic os una
,

tonalidad única en el mundo ; tonalidad dorada


y suave que nos los muestra como un a materia
ultraterrena No creemos v er ya el m ármol co
.

n o c i do
, sino una mat e ria amasada de ar te de si ,

glos y de sol de G recia .

Mas estos tallos no siempre son estériles ;


al atardecer extienden sobre el suelo ramas de
s ombra y fl orecen con los reflejos del poniente .

Son también a s í las agujas de u n inmenso reloj


de sol q u e m ar c a sobre esta colina privilegiada ,

n o s ólo las hora s s ino l o s siglos y las civiliz aciones


,
.

Y ahora el s ol e n ciende sobre las colum na s vi vos


, ,
EN LA A C OPOLI S DE A T NA S
R E 89

capiteles llamas que los convierten en cirios pa s


,

cuales sobre un al tar in menso .

Jamás imaginé que estos restos del antiguo


genio hel é ni co que estos templos bárbaramente
,
¡

mutilados pudieran contener tanta belleza La


,
.

belleza es en ellos como alma que persiste en un


cuerpo maltratado Esa belleza esa alma suya
.
, ,

que los genios destructores no pudieron ar ran car


les canta aún apr1s wn ad a en los pórticos saquea
, ,

dos en las C ariátides admirables en las columnas


, ,

descabezadas y en los bajo — relieves Como m ar .

tires que con las manos y los pies cortados siguen


, ,

confesando su fe así confiesan estos m á rmoles su


,

eterna aspiración a l a belleza .

T engo l a curiosa impresión de haber visto


l a Acrópolis en un amanec er siendo así que sólo ,

l a conocí en pleno d ía y en l a tarde ¿ Es porque .

aqu el las formas blancas o doradas y como surgidas


entre el cielo y el mar se me presentaron con la
,

frescura de un amanecer para el espíritu d e u na ,

belleza antes nunca imaginada ? Estas blancas


columnas me aparecen ahora como guiones que
de l a tierra y el cielo forman una palabra sola ,

una sola expresión d e belleza y de v erdad .


90 L
DE FI NA BUN G DE GALVEZ
E

¡Sócrates , Platón Aristóteles ! ¡I ntentos de


,

sere n idad en medio de la desesperación pag ana !


¿ Cómo no había de presentirse aquí l a Serenidad
y buscarse para las almas si ella se entraba por ,

los ojos y e ra l a duena y el espíritu mismo del


lugar ? Ya que el m ar y el cielo l a expresaban as í ,

¿ no habría de expresarla de algún modo el alma


humana ? Como maravillo sa expresión de esta se
r e n i d a d que los gri egos encarnaron en Pallas en
Minerva armada l e v an t áron s e los mármoles
extáticos .

Y coronada por e l los como por su cresta d e


,

espuma un a ol a del mar la Acrópolis es un des


,

l u m b ram i e n t o ; es l a armonía ent re l as obras de


Dios y las del hombre ; es un pacto de belleza e n
tre el Creador y l a criatura La Acrópolis es un .

deslumbramiento especial mente par a e l c ri s t ia


,

no Aunque esto parezca p aradójico sólo el cris


.
,

tiano descifra ahora aquel eni gma mítico Sólo el .

crist iano posee lo que estos mármoles cantaron .

Porque l a noble y hum ana aspiración que t ran s fi


g u ró a l a Acrópolis sólo en el Cristianismo halla
san ción y respuesta La diosa g uerrera y nacida
.

de la cabeza de Z eus e s hoy para el mundo una fic


ó
ción y lo era y a para los fil sofos contemporáneos
,

d e Fidias Sólo el cr i stiano conoce la verdad oculta


.

e ri los sueños atenienses : sólo él conoce a l a ver

d ad e ra Minerva que i nfinitamente sobrepasa a


Pallas Atenea con sus atributos múl t iples .

C ierto es que al hallarme en aquel deslumb ra


EN LA A C OPOL I
R S DE A NAS TE 91

mi ento me pregunté celosa de l as bellezas que no


,

eran nuestra s : Si Fall as Atenea es decir u n a fic… , ,

ción de la Sabiduría con la Justicia y la Victoria


,

( que implica el Poder ) ha inspirado est as obras ,

¿ có mo noso t ros que cono c emos la verdadera y divina


,

Sabiduría y la J u s t i c ia y e l Poder divinos no h e


, ,

mos hecho algo semejante algo q ue así tan simple


,

y divinamente expresase la Divinidad ? T enemos


otras cosas es cierto ; p ero en el Cristian ismo
, ,

Verdad integral caben las otras cosas


, y ésto . . .

Y trasladada en espíritu a un templo gótico ,

lleno de altísimos anhelos y de profundas angustias ,

me res pondo : Es que nosotros cono cemos a dem á s , ,

el divino Amor Hemos visto al Dios Hombre


.
-

llorando y Crucif icado y no podemos y a levantar


,

templos a la sola Divinidad serena y triunfan te :


divinidad indiferente a nu estro propio dolor Esta .

blancura extática no es ya posible cuando se s á ,

be 10 que el Pecado h a costado a nuestro D ios .

A q u í no hay lágrimas ; aquí no hay dolor ; no hay ,

pue s Redención ni para el hombre caído parti


, , , ,

c ipac ió n posible con la Divinidad Nosotros ! no .

podemos edificar ahora un templo sin lágrimas .

Sería olvido de Cristo ; sería no querer tener parte


en su Pasión Quizá algún día atenuado este mi
.
,

l e n ar io duelo del mundo por la muerte de Jesús ,

y cuando El y a reine de veras en l a tierra poda ,

mos levantar nu T emplo inmaculado más bello ,

y magnífico que el Par t enón de Atenas .


92 DEL FI N A B UN GE DE GALVEZ

Si la s plegarias murieron en lo s labios d e los


antiguo s artífices o se extra viaron por fantásticos
senderos el cristiano puede recogerlas aqu í y con
,

d uc ir l as hasta la Sabiduría in c re ad a¿ Las c olumnas


parece que saben el camino hablando a Dios ,

directamente .

Al mirar su belleza indescriptible compr en


demo s que l a techumbre con que los griegos las
cubrieron —
por perfectas que sus líneas fueran
fu é provisional e hizo bien en derrumbarse Est as .

column as nacieron para sostener el cielo : para


sostener no el inflexible techo griego prolongación
, ,

de los armónicos front ones triangulares sino el ,

magnífico cielo azul de Atenas único techo b ó , ,

veda cúpula que l as mereciera


, .

Y hoy sostienen algo más : son esta s columnas


la s fuertes s os t e n e doras de un I deal inextinguible .

Parecen atraer sobre sí como una nu e v a e in v i


,

sible t e c humbre un a serena y dulce fe en el ver


,

dadero Z eus Padre de los hombres
,
Señor de ,

” “ ”
los s e ñores , Feliz entre los felices y Padre tam
bién de la Sabidur ía Paréc e n os ver cerni rse o apo
.

y arse levemente en los capiteles esta techumbre ,

espiritual que nos conforta y nos ampara .

Proclaman esto s mármoles a Dio s porque ,

s ólo El pudo poner en quienes no le c onocían


, ,

la a s piración a la Di v inidad que nos re v elan Qui e .

nes tale s forma s concibieron ad oraron en sec re to


EN LA A C Ó POL I S DE A TENAS
R 93

al “
Dio s des c onocido dándole los nombres que
h al ag ab an al v ulgo de peque ñ os dioses Entre
, .

ellos h al l ó se ocul ta l a Verdad cuando adoraron


a l a Suprema I nteligenc ia .

La desesperanz a pagana fué quizá l a te , ,

c h um bre que a los pilares ensombrecía y que lue

go l a Providencia quitó con admirable gesto La .

esperanz a cristiana como el aire diáfano y azul


, ,

puede ahora circul ar entre el marmóreo plantel


de troncos invencibles .

El techo bajo y pesado —


como aun puede
v erse en el p equeno e intacto templo de T eseo ,

al pie de l a colina —
no pudo ser s ino l a tristeza
pagana extinguiendo l a luminosidad del ambiente ,

pesan do sobre l a aspiración de las columnas in m or


tales Y a causa del techo desplomado v és e ahora
.

el s uelo ennoblecido ; cubierto como de una blan


cura hecha pedazos ; extraño granizo mensaj e de ,

pureza llovido de lo alto que balbucea también


, ,

n o sé qué cosas Estos trozos de mármol espar


.

cidos por el suelo parecen seres sumidos en un blan


co s u eño esperando un despertar
, Y mientras .

tanto las columnas libres del antiguo peso en


, , ,

tab lan con el cielo azul un divino diálogo pl at ó


, ,

nico Tiendo el oído y escucho


. Hablan de l a . .

in mortal idad del al ma ; hablan de l a música inma


t e ri al arrancada del material in strumento ¡O h . ,

l a música arrancada a esta inmensa lira a estas ,

cuerdas que sobre el fondo azul son las columnas


, ,

doradas com o las miele s del H ym e t o ! Lo s a c entos


4 DELFI NA BUN GE DE G ALVE Z

cristianos han pasado ya por ellas ; la Acrópolis


tuvo su hora feliz en que recib ió al Huésped es
,

pe r ad o .

La hora fel iz en que el Deseado de las Na


ciones envió allí a su Apóst ol y se hizo dueño del
lugar El no venía a destruir (y así lo dijo ) sino
.
,

a dar cumplimiento a la Palabra Venía a revelar .

a los heleno s l a realidad obj etiva de la Divinidad


a que ellos aspiraran Los propíl e os d e bieron e s
.

t re m e c e rs e de gozo Como si en los nuevos hi mnos


,

hallaran l a expresión anhelada y presentida Y .

algunas p alabras de Platón y de Aristóteles se


au re o l aron entonces de Verdad y de I nfinito .

La hora de Cristo en l a Acrópolis pasó ; des


m e re c i éron l a sin duda los cris tianos
, , Y vini e .

ron después los destructores Antes de per


.

m an e c e r musulmán el Partenón ha preferido ser


,

de nuevo el T emplo del Dios desconocido Así lo .

vemos ahora ; porque muchos que no entran en


el T emplo del Dios que conocemos vienen aquí ,

buscando cómo s aci ar sus almas en un sueño de


belleza Y amando l a B elleza
. atr i b ut o de Dios

a El se ac rcan sin saberlo


e
,
.

Los templos de la A crópolis a Minerva c on


sagrados s on s omo u n a le t anía de esta deidad
96 DELFI NA BUN GE DE GALVEZ

para renegar de ellos Mas ¿ qué nece s idad de jura


.
,

mento tengo ? ¿ Es acaso posible no evocar a M e rí a


en esta Acrópolis ? La colina le fué predestinada ;
lo más aproximadamente que u n a concepción p á
gan a lo pudiera Minerva prefi g uró a María ¿ Y
, .

no le fueron acaso destinados l a candidez y el áur eo


mati z actual de estos mármol es que lucieron para
Min erva otros colores ?
El Partenón q ue honr ó a P al las d u rante ocho
cientos an os casi mil perteneció luego a Mar í a
,

( para Dios todo es presente ; par a Dios no hay


impaciencias ni premuras) Casi mil anos p erteneció
.

el Partenón a María cuando los cristianos h ic ie


,

ron de él l a I glesia de l a The otokos ( Madre de


Dios ) Renan prefirió no recordarlo por temor
.
, ,

sin dud a de e n t e rn e c e rs e por completo y apostatar


,

de veras de l a ficción pagana ¡Dichosos nosotros .

que podemos recordarlo todo y sin temor de trai , ,

c i o n ar a l a M adre del Amor Hermoso admirar ,

e n esta Acrópolis l a Verdad que los antiguos vis

l u m b raron y que debía a nosotros de s l u m brarno s ! …


Es imposible no evocar aquí a l a Virgen a
quien l a I glesi a aplica los pasajes bíblicos de l a
Sabidur ía y que aparece en las montañas ( Mi
,

nerva protectora de las Acrópolis) ; a la Doncella ,

que no salió toda armada de la cabeza de Z eus ,

pero si del corazón de Dios re v estida de F orta ,

leza para ser Madre de Dios y de los hombres


,

Virgen de v írgenes “
música en medio de un es
,


c u ad ró n armado .
EN LA A C OPOLI S DE A TENA S
R 97

Ante l a doble e v o c ac ron adivinamos ahora


el j úbilo que debi eron l os griegos experimentar
al conocer a María en quien hallaron l a real ización
de sus m á s altos ensueños Y comprendem os por
.

qué l a m ás bella liturgia c on que los cristianos


honr an a l a Madre del Señor es l a d e aquel pue
blo que desde tantos siglos atrás venía busc andola
i
en Minerva y q u e t an adm rablemente se acer
,

caba a Ella en sus ficcione s Era pues la A c ró


.
, ,

polis ateniense e l pedestal preparado por los si


glos a María I nmacul a da .

He aquí lo que me fué dado alcan zar des ,

pués de haber cruzado extensos mares que ig n o


raron los adoradores de Pallas Atenea después ,

de haber descendido en el puerto del Pireo y de ,

haber subido los ciento y tantos escalones de blan


ca piedra que exige la contemplación de aquellas
glorias Lo que me fu é dado alcanzar cuando se
.

h ubieron apoderado mis ojos de aquel ambiente ,

y saciado de azul de blanco y de dorado ; mien


,

tras pasaba por aquellos pórticos tocaba con mis,

manos las acanaladas columnas y descansaba al


pie de l as Cariátid e s H e aquí lo que no pude
.
98 L
DE FI N A BU N GE DE G ALVEZ

dej ar de ver en la maravi lla de la Acrópolis de


Atenas que p ara el cristian o cuyo corazón posee
, ,

los nombres de l a verdadera Sabidur ía y del ver


dadero Z eus es un deslumbramiento
, .
1 00 DELFI N A BUN GE DE GALVEZ

la inevitab le mezcla de interes y de apre h e n s ron _

el l argo mercado atestado de frutas de obj etos ,

de todo color y toda especie llego al j ardín que ,

precede a l a callada iglesia franciscana ¡San Fran .

cisco aquí su d eseo en parte cumplido ! Y den


, , ,

tro de l a iglesia un Nacimiento cuyas figuras ,

casi del tamano natural recuerdan el del bosque ,

de Gre c c i0 .

La ciudad europea y el mercado oriental ,

la sobria iglesia franciscana y la suntuosa mezquita


de Mohamed Al í ; los camellos con sus c on d u c
tores árabes y l a policía inglesa con su un iforme
y con su látigo no siempre ocioso ; la Universidad
viej a mezquita de El Azhar cuya casi exclu - —

si v a ciencia es el C orán ; el museo que nos rev ela


al antiguo Egipto Con l a serie de esfinges guardia
,

nas que imponen el respeto por las momias y ,

el museo árabe como un muerto al m ác ig o de


,

l íneas ; el desierto con las Pirámi des y la s n ue v as ,

Construcciones de H e l iópolis ; el v iejo Cairo y su


miseria el Nilo con los recuerdos de M oi s és y
'

, ,

frente a frente l a iglesia copta con los recuerdos


del div ino I nfante al igual que Moisés sal v ado
,

de la persecución a los recién nacidos Todo .

se reune todo se toca sin compenetrarse como


, ,

substan cias que no pueden am al gamarse las unas


con l as otras Y gracias a esta in ad apt ac ió n asis
.
,

t imos e n el solo y reducido espacio del Cairo


, ,

a una sucesión ext rana de pue b los de rel igione s , ,

de artes y de Historia .
EL C A I O
R 10 1

Delante de la mezquita de Moham ed Alí -


,

dentro del recinto de l a ciudadela hay u n a e spl a ,

nada desde donde se contempla u n a vista extra


ordinaria Allí nos aparece el verdadero Cairo
. .

No ya el trozo de ciudad europea que vimos desde


el Hotel ni el antiguo Egipto de l as Pirámi des
,
.

Es el Cairo de funda ción árabe ; es la c ii1d ad de


las mezquitas y al mismo tiempo l a ciudad del
desierto .

Allí está a nuestros p res l a maravilla externa


, ,

de l as mezq u itas que se agrupan como pre g u n


t á n d os e : ¿ D ónde está Alah ? Entre ellas sobresalen
las formas imponentes de la mezquita del Sultán
Hassan Y nos hace el efecto de que nada conocen
.

de l a arquitectura quienes no visitaron el Cairo .

Porque no se trata y a de un edificio aislado sino ,

de todo aque l apretado conj u nto de mezquitas


que entre sí rivalizan con sus admi rables cúpulas
y sus mi n aretes Cada Sultán quiso tener l a suya
.

para su sepultura y que ella eclipsara en m agn ifi


cencia a las demás .

Y por entre las mezquitas hé ah í al desierto ,

que todo lo invade imponiendo a todo su propio


tinte Como brazos o ríos extiende el desierto sus
.
,

afluentes de arena que abraz an y penetran l a


ciudad Allí como una laguna entre sus árboles
.
, ,

un arenal se ar re l l an a atrevidamente en medio de

l a edificación ¡Ciudad de las mezquitas y ciudad


.

del desierto que n unca l a abandona y al que sus


h ab it antes no parecen re c h az ar l .
10 2 DELFI N A BUN GE DE GALVEZ

Las mezqu itas

G randiosa entre todas la mezq u ita del Sultán


H as s an Y entre toda s hoy l a más desolad a
.
, , .

Parece que llora y se entristece por su destino


¡haber sido c on s t ru ida por un cristiano ostentar ,

la forma de u n a cruz para servir de templo a gen


,

tes que no conocen el significado de la cruz ! No


lo conoce por cierto esta turba que arra s trando
, , ,

los descalzos pies entra a hacer oración motivo


, ,

por el cual no conminan a salir . .

El arquitecto copto que levantó esta especie


de v estíbulo en que ahora nos h allamos cuya for ,

m a gigantescamente ogival infunde no sé qué pa


v or puso e n el edificio con su firma estas i n sig
, .
, ,

nias cristianas : u n a cruz y u n a p aloma con un ra


mo de olivo Pero donde más fuertemente dej ó
.

impreso el sello de su doctrina fué en la form a ,

de cruz de l a mezquita misma que parece así pre ,

destinada a ser al guna vez templo cristiano .

Mientras tanto visitamos otras m e z q u i


.

tas atadas siempre a nuestros piés para no pro ,

fan arl as las babuchas musulmanas Par a no pro


, .

fan ar l as y para l a perfecta conservación de los



magníficos t apices Hemos entrado a la mez
.

quita de alabastro l a de Mohamed Alí de ,

Con st ru c c wn turca y r e l at iv mn e n t e reciente Allí .

todo luce todo brill a todo respira suntuosidad


, ,
.

Desde la inmensa al fomb ra roj a que l a c ubre


104 D E FIN L A BU N G D E GALVE Z
E

ton c e s que en el plan di v ino e ntrar on qui zá


, , , ,

par a nuestro

ale c cionamiento entre l a fal s ía de,

los í dolo s y la verdad cristian a estos templos ,

del v acío y de l a ausencia con l a infe c un did ad,

y el estacionamiento moral de su doctrina y de


su c ulto Par a que se evi d enciara en ellos que no
.

basta el rechazar a los ídolos ; que es neces ario


aceptar entre D ios y nosotros al Divino mediador
, , .

Par ece s i que el desierto que rodea al Cai


, ,

ro h a penetrado en las mezquitas sin traer si ,

quiera l a esperanza de un s i m ú n Alfombras l am .


,

parill as y meandros Nada más Las mezquitas


, . .


p arecen ellas mismas decirnos : No tenemos nada

que guardar Val e más entonces mirarlas desde
.

afuera saliendo las unas al encuentro de las otras


, ,


c omo preguntándose an siosas : ¿ D ónde está Allah ? ”

mientras los agudos minaretes señalan un cielo


de un azul que difícilmente imitan los tapices
d e Persia u nas estrellas con las que no pu die
,

ran competir las lamparillas de cristal o de bronce ,

y por encima de todo aquella muda y mi sterio s a


, ,

invitación a un a vida infinitamente más sub lime


que l a que ofrecen los versículos del Corán .

O bservo a los musul m anes que a mi lado


pasan y no puedo descubrir tampoco en ellos
,

l a impresión de hallar se en un lugar sagrado Eso .

lo ví solo en un vi ejo que oraba en el patio en que


se prolonga la viej a mez q uita del viejo C ai ro .

Pero aquel pobre vi ejo e ra ciego : nada v eía de la


mezqui ta y sólo Dios sabe lo que en s u propia
E L C AI RO 1 05

alma veía No hay duda que en su alma hab ía


.

al go más que en vano se buscara en l a desnudez


,

del templo musulm án .

H e l t opo! is

En lo s suburbios del Cairo En el lugar de .

la antigua H e l iópol i s; de la cual perdura t an


solo el obel is co famoso se ha formado un pueblo ,

nuevo Construcción imitativa de edificios que


.

se alin ean presididos por un s u n t u o s isim o Hotel .

Conjunto que abomin arán sin duda los eternos so


ñ ado re s de las cosas aut énticas y viejas ; pero que ,

lo confieso tuvo gran encanto para mí Apareció


, .

a mis ojos como una ciudad de ensueno edificada ,

en colaboración con l as sombras de las pal meras


y los rayos de l a luna lo s cual e s completaban en,

la noche los dibujo s y l a ornamentación Todos .

su s edificios en el que se sigue el estilo árabe son


, ,

nuevos blancos homogéneos y av an zan en línea


, , ,

recta por los caminos con los cientos de pies d e


sus prolongadas columnatas Nos recuerdan los .

p alacios de Venecia sólo que aquí el agua es la


,

arena H e lió pol is está construida sobre el desierto


.

co mo se construyen los balnearios sobre el m ar .

En suma : adaptación europea de ajenos elemen


tos Muestra de aquel equilibrio de la civilización
.

cristiana que le permite aprovechar otras c os t u m


bres y otras ar tes y adaptar los a sus propias ideas
y co stumbres .
105 DELFI N A BUN GE DE GALVEZ

Hemos abandonado la ciudad moderna Los .

muros de l a ciudadela lo s montes de M ok at án


,

aplast an a nuestros ojos su masa parda contra


los médanos que apar ecen al fondo como l as g i
bas del desierto Y llegamos a l a mezquita de
.

Am r ú l a más viej a de l as mezqui tas egipcias


, .

Aquí es donde veo por primera vez or ar con


, ,

fervor a un mus ul mán Es un viejo de tez oscura


.
,

abundante barba gris y que parece ciego Por lo .

menos mantiene sus ojos cerrados y nada ve , ,

ni oye ni le importa de cuanto le rodea


, Esto .

p asa cerca de l a entrada en u n a especie de patio


,

que precede a la mezquita o forma parte de ella ,

y no lej os de dos columnas cercadas por alambres .

Entre esas c olumnas dice l a leyenda sólo puede


, ,

pasar un hombre honrado y h an tenido que cer ,

carlas por los muchos que queriendo hacer alarde,

de honradez h an muerto apresados por ellas


, .

Así nos lo dicen por l o menos El viej o no piensa


,
.

en esta prueba y sólo espera ser j ustificado en


la otra vida Se postra en el suelo se levanta per
.
, ,

m an e c e medio sen t ado sobre sus pies extiende ,

l as manos hacia un Ser invisible Y se presiente .

que aquel pobre viejo aunque marchara por c á


,

minos tan tortuosos como los del v iejo Cairo está ,

a punto de encontrarse c On el verdadero Dios .

Tan to a l a entrada c omo a l a s alida de es ta


108 D EL FI N A BU N GE DE GALVEZ

puerta que da acces o a un lab erinto de c al lejuelas


tortuosas y estrechas como pasadizos A lo s lados .
,

l as vi viendas en ruinas y desiertas al par ecer , ,

ostentan aún los carcomidos enrej ados de made


ra m u s h arabie h s semej antes a los de Cons
t ant n opl a an t as veces de scriptos por Lot i
j , t a ,

tr avés de los cuales l as muj eres sin ser vi s tas , ,

podían at 1s b ar a los pasan t es y juzgar a sus pre ,

tendien t es . Pero ni ras tros aquí de novela ni


,

de roman t i cismo ; y las pocas g e n tfe s regionales


y “
que nos rozan al pasar son de un a miseria peste
, ,

pavorosas .

He aquí por fin la viej a iglesia cuya cripta


, , ,

nos dicen fu é asilo de la Sagrada F amilia cuan do


,

huyó de H erodes ¡A y ! quien nos su mi nistra estos


.

datos es un guía musulm án En l a puerta de l a .

iglesia hay un sacerdote copto ; mas no se obtiene


de él sin o es te dato : h a y qu e pagar cinco piastre s
p ara entr ar Entregado el precio e spe rol t od av í a
.
, ,

pero entonces el sacerdote nos tiende u nas tarj etas


postales por otras cinco pi as t ras No queda pue s .
, ,

otr o recurso que pedir explicaciones a l as piedr as .

Las piedras sin hacerse de rogar nos hablan


, ,

su lenguaj e severo y noble I mpresiona por cierto .


, ,

aquella cripta de piedra oscura y gris Espacio .

relativamente pequeno que pudo muy bien ser


lugar de retiro de descanso de oración y que nos
, ,

recuerda las grutas natural es de Palestina antigua ,

mente aprovechadas en l a construcción de l as


vi vienda s Est o no s s ugiere que en realidad e sco
.
EL CAI RO 10 9

g ie ron José y María aquella morada semej ante


a las de su pais .

T odo de un color y de una misma piedra ,

lisa y gris Columnas lisas sostienen l a pequeña


.

bóveda perfectamente redondeada y lisa ; y en


los muros en la piedr a siempre h ay nichos cavados
, , ,

bien redondeados en su fondo y en su ar co supe


rior En uno de ellos hay u n a pila bautismal ; pudo
.

ser un recipiente para el agua que con trabajo , ,

se tr aía del Nilo Y otro nicho mayor es casi


u n a pequeña alcoba Podrían formar allí un lecho.

en qué dormir un poco de paj a y algunos tapices


,

extendidos Y entre l a sombra de aquel hueco


.

surge p ara los ojos de la imaginación u n a figura


, ,

lum inosa ; sentada sobre u n a estera a l a oriental , ,

Mar ía con el Niño en los brazos ¡Qué bien esta


, .

ría al lí en aquel nicho sobre el fondo gris en el


, , ,

mar co a l a vez severo y suave l a figura vi rginal , ,

l a Madre del Señor !


Quise ver el lugar libre de turistas y esperé .

Pero resultaba poco tranquilizador el hallarse


allí en l a sola compañia de tres o cuatro hombres
de tún ica y turbante los últimos en salir ¡Ellos , .

en todas partes ! Entramos en l a I gl es ia de Sabor


arcaico edificada hacia el año 9 00 sobre aquella
, , ,

c asa que resultaba así su cripta Y al penetrar .

nosotros cristianos en el recinto del altar c ris t ia


, ,

no in t e rpó n e n s e de nuevo los musulmanes ; se


,

sulfuran nos gritan que no se puede como si co


, ,

meti éramos un a profan ación ¿ Qué tienen ellos que .


1 10 L
DE FI N A BUN GE DE G ALVEZ

v er c on esto ? ¿ Por qué ordenan ellos aquí bajo la s ,

indulgentes barbas del sacerdote copto d e las c in


co pi as t r más l as cinco pi as t ras ?
as

Pero hay aún más M e he detenido an te un


.

delicioso friso formado en una p ar ed por un a se


rie de escenas de l a vida de Jesús desde el Naci ,

mient o hasta l a Ascensión Pintura biz antina .


,

delicada ingenua bella Y he aquí que por ter


, , .

cera vez aparece el turbante musulmán ESnuestro .

guía que asomado sobre mi hombro pretende


, ,

explicarme quién es Jesús y contarme s u vida .

F á l t am e valoi p ara oí rl o y con un gesto im pó n g ol e


silencio Qui z á deba lamentarlo ; hubiera sido cu
.

ri os o o ir su interpretación ¿ Y ensayar hablarle ?.

San Francisco de Asís lo hubiera posib lemente


conmo v ido

M ás tarde hemos oído la in t e rpre t amon de


un a historia bíblica por un enorme negro vestido
,

de brillantes sedas y colores que se apo y aba en ,

un grueso bastón con aires de rey africano Fué .

junto al sitio del Nilo donde según se nos di jo


, , ,

Moisés en su can astilla fuera recogido por la hij a


del F araón Es te negro hablaba con tan graciosa
.

familiaridad del F araón y de su hi j a que se le ,

hubiera creído s u p ariente L a pintore sc a narració n


.
1 12 DELFI NA BU N GE DE G ALVEZ

ses que ofrecer al pueblo sino objetos terrenal es


— y no l as más nobles criaturas ni las más suge
rentes sino las más vulgares y más baj as ( gatos
,

y legumbres ) del mismo modo el actual Egipto


,

musulmán al creer en l a sobre vivencia de sus


,

muertos no tiene otra cosa que ofrecerles sino u n a


,

continuación de su v ida terrena ; y no tampoco


de esta vida en su más altas manifes t aciones sino ,

en las menos elevadas .

Así el Cementerio mahometano del C ai ro


,

es como u n a prolongación de las viviendas ; un a


prolongación de l a ciudad en un barrio más triste ,

más pobre más abandonado ; u n a prolongación


,

de l a ciudad en el desierto R e c ó rre n s e sus cal le .

ju e l as trazadas en el arenal desiertas y silenciosas


, , ,

edificadas de casas baj as — idénticas a las V i ej as


casitas de B uenos Aires con sus puertas a l a

call e donde no falta un llamador No s é cómo se .

rán por dentro estas casas cuyas puertas están


cerradas y por cu yas ventanas o tapias nadie
,

asoma S ólo sé que son las habitaciones de los


.

muerto s y que en ciertos días re ú n e n s e en ellas


,

sus deudos y hacen comidas en su honor C omidas .


,

y al bergues de cal y piedra es cuanto se ofrece ,

aquí a los que murieron Moradas para la vag ancia.

de aburridos espíritus que no tienen otro oficio


que el de poblar con sus sombras las casas tristes
y vacías Las casas desiertas como el desierto
. ,

y v acías como las mezquitas .

B ajo un a ext rana 1m pre s10 n hemos atra vesado


EL CAI RO 113

la e xtraña ciudad y llegamos a los recintos que


,

guardan l as tumbas llamadas de los califas .

¿ Encontraremos aquí conceptos más espirituales ,

más altos respecto a la supervivencia del hom


,

bre ? Lujo refinamiento pero nada tam poco


, ,

aquí que conduzca l a imaginación o el espíritu a


otras r e gi on e s ! q u e l as puramente terrenales Pa .

r é c e n os halla mos en un Museo Sabemos que estas


.

pi ezas artís ticas son mausoleos Y nos aparecen .

como muebles que harían el ornamento vistos o


y exquisito de un vestíbulo de un salón Unos de , .

mármol otros de madera y oro trabajados como


, ,

filigran as cub iertos de la artísti ca escritura ará


,

biga Sentencias del Corán bellas algunas pero


.
, ,

más llenas de sabiduría humana y aplicable a este


mun do que al de los espíritus
Preciosos muebles Pero ¡qué poco evo c adores
.
,

qué fríos ! Arte finura buen gusto Nada más


, , . .

¿ Dónde está l a vida que se deja l a vida que se ,

espera ? ¿ D ónde el dolor ? Y por otra parte ¿ cómo


podría la l in e a sóla expresar todo eso ? Esto es lo
extraño : que ni ante l a muerte haya sentido el ,

árabe l a necesidad de otra expresión que la escueta


expresión de los mean dros ( Recuerdo como
.

contraste aquellos bajo relieves de las estelas fu


-

ne rar i as atenienses ,que no es posible mirar sin


emoción ; d e cuya vista cuesta arrancar los ojos
como si se b allare un o presen t e a aquel Adi ós hu
mano que las figuras representan y que no se
qui siera n un c a termin ar Par a no ha blar del arte
.
114 DELFI NA BUN GE DE G ALVEZ

cristiano donde a lo humano se añ ade un infinito


,

horizonte con l a s ugestión de lo ya divino ) ¿ Dó n .

de están aquí la muerte las lágrimas la esperanza


, , ,

la evocación de otros mundos 0 aunque sólo se a


,

un a sombra del terrible misteri o de la Muerte ?

Monumentos ¡muy bellos dentro de una muy li


,

m it ad a belleza : l a que excluye el misterio sin el ,

cual no hay en el mundo poesía No se c on c ibe n


.

aquí o tras aspiraciones para el muerto que aquellas


del C orán : las consabida s alfombras de Persia ,

los m u e bl e c illos de madera incrustados de nácar


y oro el apacible sabore ar del café bajo un c ielo
, ,

de azulejo s Un a discreta cúp u la de az ulejos que


.

protej a del sol y de l a ll uvia y que no in q u ie t a


c on sen al e s cósmicas .

A estas fría s tumba s de los califas prefiero ,

para lo s muertos las casas aquellas con su aspecto


,

desolado : ellas parecen lamentarse s iquiera de una


ausencia .
1 16 DELFI NA B U N GE DE GALVEZ

e in c rustada de pi e dre c ill as o de trocitos de maderas


brillantes Allí está igual mente intacto el busto
.
, ,

de oro macizo del joven r e y ! P ara deslumbra m os .

está ahí todo aquel oro no como e xt raido de de ,

baj o de l a tierra y del peso de los siglos sino pulido ,

y brillante como sal ido de nuestras joyerías y


,

trabaj ado hoy Nuevo y pulido el cincelado del oro


.
,

joven l a cara del rey Pin t u ras de colores vivos .

y frescos Hay en t odo esto un a frescura que des


.

concier t a Y son los preciosos v asos de alabas


.

t ro que encan tan nuest ra vis t a como hace quizá ,

cu at ro mil anos encan t aron l a vis t a de l a joven


,

reina a quien según el delicado di buj o en el res


,

paldo de un maravilloso sillón el rey ofrece un ,

ramo de flores Aquellos sillones con incrustaciones


.
,

de piedras finas en sus brazos de curvas gráciles ,

con l as fin is im as figuras en ello s t razadas de aspe c ,

to t an delicado y frágil que parecen sólo destina


dos al descanso de ligeros fantasmas h an sopor ,

t ado sin embargo el peso de los siglos y de los


, ,

milenios Nues tra impresión es l a de ver abi erta


.
,

ahora u n a flor que abriera hace mil años Es el


, .

ayer con la frescura del ho y ; es el pasado con el


rostro del presente .

Y el en i gma del tiempo nos asalta Ev idén .

c ias e la absoluta falta de sentido de esta p alabra



l a acción del tiempo El tiempo incorpóreo y ,

abstracto no puede ej ercer acción ninguna sobre


,

seres corpóreos y concretos Estos desarrollan .

s u ac c ión e n el tiempo pero no a ca usa del tiempo , ,


S S DE L C AI RO
M U EO 1 17

como parecemos creerlo El tiempo que no puede .


,

ser en s i un elemento de destrucción nada des


, , ,

t ru y e por s i mismo La corrupción de las cosas


.

no viene pues d e l,/t i e m po sino de la acumul a


, , ,

ción en e l t iemp o de otros elementos a él ajenos


, ,

la humedad el sol el viento los insectos Suprima


, , , .

mos todo esto imaginativamente y ¡cuán fácil nos


resultará el c oncebir la duración eterna de los
seres allí donde ningún elemento de corrupción
exista ! Y si los egipcios supieron eliminar en gran ,

parte dentro de sus subterráneos los agentes des


,

t r u c t ore s ¿ qué no podrá Aquel que posee el secreto


,

de todas las regiones posibles y de los seres todos ?


La conservación eterna de los cuerpos en el dogma ,

católico de l a re s u rre c ió n de l a carne nos aparece ,

como una consecuencia lógica de las lecciones


de este museo del Cairo .

Y he aquí entonces la palabra que para mi


fl orece en los frescos labios dorados del joven y
viejo far aón oculto durante varios milenios para
,


reap arecer diciéndonos : Si nosotros hemos h a
llado el secreto del tiempo q u e le n sí mismo nada ,

es a vosotros os toca hallar lo que en realidad


,

e s a lg o y en lo cual consiste el secreto de l a Eter


,

nidad Esa Eternidad que en vano buscáram os en


.

l a conservación terrena de los cuerpos


118 DELFI NA BU NGE DE G ALVEZ

Y Cu ando ha callado el áur eo busto examina


mos l a profusión de pequenos obj etos expuestos
en l a misma sala de Tutan k amón ; la s bagatelas
que rodearon tal vez l a vida del rey y de l a joven
reina Y l as joyitas diminutas tienen también al go
.

que dec im os .
¡Asombrosa d u c t il id ad de aquel
Egipto antiguo ! ¿ Cómo ? ¿ El m i smo pensamiento
que concibió y levantó las pirámi des las esfinges , ,

los dioses los templos colosales ; l as mismas m a


,

nos que tales moles de piedra manej aron entre


t u v i éron s e en l a invención y en el labrado de estas
chucherías ? Sí ; aquellos hombres en cuyas obras
arquitectóni cas el peso las d imensiones nos ano
,

nadan hasta hacem os incomprensible el que fue


ran realizadas por seres de nuestra misma t al la ,

d e s dó bl an s e aquí a nuestros ojos con el ingenio


,

y el arte de lo extremadamente pequeno y deli


cado Y he aquí que en los pajarillos de oro del
.

tamano de una hormiga en los pe q u e ñ ís im os es


,

c ar ab ajo s es donde más notablemente aparece


la perfecci on alcanzada por ellos en el arte .

Y no nos sorprende quizá tanto aquel poder


casi sobrehumano para las grandes obras como
este refinamiento en las pequenas Lo super fluo .

acusa siempre un superávit sobre lo útil ; un s o


brante de capacidades de bienes o de amor ¡Y todo
,
.

este sobrante tanto tiempo atrás ! ¿ Dónde habrá


“ ”
que coloc ar al hombre primitivo inferior al
,

actual ? ¿ A qué épocas hacerlo retroceder ? A regio


nes del tiempo t an obscuras y desconocidas que en
120 DE FI N L A BUNGE DE G ALVEZ

no vivieron sino de arte ; que sólo se ocuparon en


fab ricar estatuas 0 muñecos Pero he aquí que
.

los muñecos se animan no son ociosas s u s actitudes :


,

ellos nos representan al hombre en todas sus ta


reas diversas desde l a de guerrear hasta la de
,

amasar el pan Y no se contentan con presentam os


.

un tipo de panadero o de soldado Vemos todo .

un batallón en figurillas de talla todo un cuerpo ,

de navegantes en u n barco toda un a panadería , ,

con los que trabajan en el horno y los que amasan .

¿ A q u é respondía aquel afán escultórico aqu e lla ,

s u pe rabu n d an c i á de imágenes de bulto en bajo ,

relieve o sim plemente gra badas en la piedra o


,
¿

?
coloreadas Las figuras de Egipto —
sus libros ,

su historia su palabra modelada


, constitu yen una
de las tantas pruebas de que el mundo y el hombre
no bastan al hombre Parece és t e necesitar de la
.

comp añ ía de o tra clase de seres ; no concibiéndolos


del todo espirituales los egip c ios quisieron desen
,

t ran arl os de la piedra de la m adera del me tal


, , .

Dirí ase que se s in tieron solos en el mundo y pro


pu s i éron s e poblarlo con una incontable generación
de seres fabricados por sus manos en toda clase ,

de materias y en todas las formas Dirías e también .

que quisieron como desbordar de sí mismos y ,

por medio de sus representaciones multipli c adas ,

hasta lo fantá s t ic o in v adir el mundo


,
.
MU S O S DEL CAI RO
E 12 1

Ahora no se trata ya de figuras sino de se ,

res real es Pocas cosas en el mundo más impre


.

s ion an t e s o más sugestivas que estas momias de

los viejos far aones ante cuyos enormes sar c ófagos


,

nos detenemos absortos U na de l as momias os .

tenta pegado al pergamino de su piel un rizo


, ,

rubio Y en todas vemos trozos de tela amarillenta ;


.

parte de sus vestidos 0 sudarios que aun duran .

¿ Y no es éste el faraón porfiado que no dej aba


salir de Egipto a Moisés y a su pueblo ? B ien lo
pudiera ser No lo desmentir ían el mentón puntia
.

gudo ni el pronunciado caballete de l a n ariz Ni .

esta tes t arudez ant e l a muerte ¡Y aquí está el gran .

Sesos tris el magnífico y poderoso rey ! Estas mo


.
,

mias están conjugando un tiempo presente desde


hace quizá cuatro mil años Y resultan más fan .

t á s t i c as en su realidad que todas las fan t asm ag orías


de Egip to Casi les tene mos miedo
. .

¡Mi ! dos mil anos y más an t es de Cri sto !


, , , ,

murmuramos Y experimentamos u na impresión



.

extrana El advenimiento de Jesús y su doctrina


.
,

q u e tan remoto imagináramos desde la joven A m é


rica se aproxima a nosotros de tal modo que pa
,

rece que vamos ya como a tocarlo con l a mano .

La novedad cristiana se nos muestra en todo su


esplendor de aurora Sentimos su realidad actual
. ,

¡tan actual tan nueva tan recien t e ! ¡Qué cerca


, ,

estamos de Cristo qué lejos del faraón ! ¡Qu é —i n m e n


,

sam e n t e lejos d e este faraón que sin embargo , ,

contemplamos aquí con el irónico cabello color


122 DELFI NA B U N GE DE G ALVEZ

oro e n ros é á n dose sobre l a v iej a cab ez a c omo un


punto de interrogación !
H e aquí pues un poco de realidad en medio
, ,

de este m us eo cuya imaginería ha ido tej iendo


en nuestra mente un laberinto d e fantasías mezcla
das a los escasos hilos de la historia Y sobre es te .

fondo de realidad y de ficción mezcladas ; sobre


e ste fondo complicado de tanta civil ización y arte ,

a un tiempo um do s con tanta enr edada y absurda


fáb u la e s como la figura de Cristo se agr anda y
,

se aproxima Ella nos aparece ní t ida y soberan a


.


en su admirable absoluta sencill e z Si si ; no .
, ,

no . Y vemos a la Verdad inm ensa haciéndo s e


pequena como un ni ño Proclam ando la inutilidad
.

de todo aquel oro faraónico de todo aquel esfuerzo


'

par a s obre v iv i rs e He aqu i la B uena Nueva : los


.

mnos y los pobres alcanzarán sin el ac c esorio de ,

l as regias tumbas una vida tan alta como j amás


,

aquellos hombres l a sonaron para el más glorioso


de sus reyes Y no será el testimonio de haberla
.

alcanzado l a conservaci ón de la momia con el


rizo color oro sin o el oro de u n a luz espiritual e
,

inext inguible cuyos reflejos percibim os desde ahora


,

en l as almas que aun pe r e gri n an por el mundo .

¿ Y las almas de estos viejos faraones ? ¡Si por


un instante v olvi eran y animaran estas momias !
Ellos nos dieron con todo un a gran lección de
, ,

respeto por los muertos y de apr e cio por la v ida


futura Pu es si aun imaginándola triste y precaria
.
, ,

así trabajar on por a quella v ida de u ltratumba ,


DELFI N A B UNGE DE GALVEZ

re representado se j untarán con él para pedirle


un alma Entonces el hombre impotente par a d ar
.
,


vida a su obra arderá en las llam as eternas ( Ci .

“ º
tado por A G ayet en L a rt
. G ran espanto
sentirían sin duda ante aquellos oj os de cuarz o
, ,

h ial in o con la i n c ru s t ac ió n interior de la pupil a


negra ; ojos que desde hace mill ares de anos están
mirando con una mirada tan maravillosamente
humana que parecen haber absorbido y a sin é s ,

perar el día del j uicio algo del al ma de su s ar ,

t ífic e s .

Si toda s las figuras di m in utas medianas y ,

c olosal es que labró el Egipto reclamar an y obt u v ie


ran un alma habría cómo poblar varios in fierno s
,

¡Y qué lucha entre ellas y las momias par a apo


d e rar s e del al ma i mperecedera !
Todo esto pienso en el trayecto que separa
e l Museo egipcio del Museo árabe trayecto corto ,

en lo material pero que si gnifi c a un gran a bi smo


,
.

Triste aspecto el de este Museo árab e que ,

guarda entre tan tos objetos los despojos de las


, ,

mezquitas asol ad as L a s fuentes de az ulejos lloran


. ,

en el recinto e strecho l a ausencia de los g randes


,

p atios y c olumnas Arrancadas del lugar de su


.
M U S EO S DEL C AI RO 12 5

des tino las placas las puertas los frisos labra


, , ,

dos se entristecen en l a conciencia de su inutilidad .

Pues éstos obj etos no tienen en s i mism os


significación ni pueden admi rar se aisladamente
como los cuadros y otras obras de arte Fál t al e s .

finalidad Todo tiene aqu í un aspecto decrépito


.

q u e contrasta con l a frescura del Museo egipcio ,

cuya an t ig ii e dad se muestra como en plena juventud .

Mas los ojos se habitúan a esta como au s e n


c i a de individual ismo de las cosas a l as cuales les

falta un rostro y que cons tituye una especie de


penu mbra par a el entendimiento Y de l as pie .

z as marchi t as del museo como de troncos viejos


,

que comenzaran a florecer surge por fin l a L ínea , ,

semej ante a un a personalidad abstracta incor ,

pó re a indefinida y un poco panteísta ya que


, , ,

al igu al del espacio l a línea debe hallarse en todo


,

lo humanamente concebible Y la línea se impone .

a nuestra vista prescindiendo del objeto que ella


,

x
e o m a
, y hasta de l a materia —
madera metal o ,

porcelana — e u que e l la fué traz ada Es el pa .

raíso de l a geometr i a este museo donde los co ,

l e gi al es de l a región copian sus temas de dibuj o


lineal desarrolla dos como temas musicales inde
, ,

( Y un o se pregunta cuál será el


número de las v ariac iones posibles porque un nú
_
,

mero determinado debe haber ¿ Lo hallarían a caso .

es t o s maest ros del


H enos pues aquí lejos infinitam ente lejos de
, , , ,

la fan t asm agoría e gi p cia Y es t an inmenso e l con


.
126 DELFI NA B UN GE DE G ALV Z E

tra s te entre este museo y aquél que el e s pírit u ,

tiene q u e detenerse y medi tar ante esta s dos re


v el a c on e s del al ma humana en dos arte s tan ex
i
t re m ad am e n t e opuestas .

Si antes me asombré al recordar la fortale z a


del pueblo hebreo que a pesar de s u largo cau
,

t iv e ri o en Egip t o no llevó de allí imágenes y s e


mantuvo en s u espiritualidad So rprén d e m e ahora ,

u n a vez má s esta flexi bilidad del pueblo egipci o ,

que presa d e lo que pudiéramos llamar el delirio


,

de las representaciones an imadas pudo conv i r , ,

t i én do s e al I slam renunciar t an por completo a


,

las figuras Aquel pueblo co n v i rt i ó s e pues de


.
, ,

lo concreto a l o abstracto ; de l a religión de la i i


gura a l a religión de la línea .

M as los coptos descendien tes de los primeros


,

cristianos de Egipto pu d ieron en la ampl itud


, ,

cris tiana dar cabida a l a figura y conservarl a


,

“ ”
su afición Cristo h abía sido como por an adidu ra
.
, ,

el redentor de l a imagen Antes de El no podían .

representar se seres anim ados s in el peligro de caer


en l a idolatría Pero desde qu e Cristo adop t ó para
.

s i l a forma humana puede r e pr e s e n t árs e l a sin te


,

mor ; sabemos que una sola forma humana es ado


rabl e y que en ella se adora al úni c o y verdadero
Dio s C asi dirí amos que el inmemorial afán del
.

hombre por adorar a l a divinidad en u n a figu ra


sensible no era otra cosa que el presentimient o
de l a encarnac i ón del Verbo .

Pero e s t o e s sólo un par én t e s is de mi pen


12 8 DELFI NA BU N GE DE GALVEZ

ren quizá darnos l a i m pre s 1 0 n del I nfini to Un


.

infini to teórico y no vital .

¡Dichosos los cristianos me repito que todo


, ,

lo tienen ! Como e xpresión de la Divina Presencia ,

r e ú n e n s e en sus Catedrales la l in ea que se lanza

hacia el espacio la fig u ra purificada la p alabra


, ,

Y l a música que magnifica l a p alabra y añade


lo que ella no alcanza a decir La música junto a
.
,

l a cual estos arabescos son sólo un andamiaj e in


t e l ec t u al y abstracto
.
EL D E S I E R T O

En el transcurso de Alejandría al Cairo des


fila ya a nuestr os ojos el Egipto de las láminas .

Allá va la procesión de camellos cargados t al ,

com o suele verse en l as tarjetas postales : un grave


friso en el que se destacan una a una las gibosas
, ,

siluetas negras sobre el fondo rosa del poniente .

Y allí van los b úfalos l a vaca del lugar — qu e


por no ser menos que el camello ensaya tambi én


su pequena giba Como este camino es un mues
.

t rario de lo que luego v eremos m ás en grande ,

cruz amos de cu ando en cuando un arenal o u n a


, ,

salina Y a lo lejos se n al an do un pueblo para D O S


.
,

otros desconocido en ab s oluto la a guj a de un a


,

mezquita He aquí ahora un bosquecillo de pal


.

meras mue s tra de oasis con su agua que corre …


, ,

Hermoso y fresco y alegre nos dice el bo s q u e c i


,


llo : ¡Ah cu ando al desierto le dan agu a ! ¡Cuan
d o el des i erto se pone a germ inar ! No hay entonces
tierra que le gane ”
.H ay en esto s bos qu e cillos
1 30 DEL FI NA BU N GE D E G ALVEZ

algo como el éxtasis de un primer amor como ,

una luna de miel entre la arena y l a v egetación


que allí fuera antes extrana Y cruzamos t am .

b ién los pequenos pobrí s im o s villorrios de casitas


de barro sin ventanas pero con el lujo algunas
, , , ,

de u n a pequena cúpula : exactamente como nido


de horneros Mas como no los ameniza verdura
.

ninguna l a hierba se ha puesto a crecer sobre los


,

techos . Por primera vez comprendo al Salmista


cuando compara a los impíos ¡muertos en vida ,


antes de ser segados por l amuerte ! c on la hier
b a que crece sobre lo s techos

'

q n e antes qu e l a ,


cor t e n se seca y de l a que nunca llenó su man o
,

el s egador

.

Salimos de la ciudad del Cairo ; y apenas


hemos cruzado por el puente el Nilo orillado de ,

palmeras salen al encuen t ro de nuestros ojos las


,

Pirámides Sin hacerse de rogar responden íntegra


.

y prontamente a nuestra an siedad de v er ; y las


saludamos como a conocidas de la infancia ¿ No .

las llevábamos desde n 1n o s bien delineada s y


, , ,

en primer plano en el museo de la imaginación ?


,
.

M ás aún : parecen esc apadas del pupitre de


nue s tra maestra de primeras letras o puestas allí
para la en s enanza de algún niño g igan te Pue s l as .
1 32 DEL FI NA BUN GE DE GALVEZ

la belleza que allí nos sorprende y nos asalta y


roba . Pues roba l a atención y el interés que
llevábamos guardado para gastarlo tan sólo en
l as Pirámides y en los museos Desde ahora incita
.

el desierto nuestra sed . la sed de penetrar en


él.

Pero volvamos los ojos a las Pirámides que ,

no interrumpen l a monotonía del inmenso arenal ,

sino que l a atestiguan y con él armonizan admi ra


b l e m en t e ; a la desnuda arena responde la des
nuda piedra ; la rígida exactitud de sus formas
l e v án t as e all í como una consagración de l a me
dida ; definen lo indefinido y sus lín eas rectas dan
u n a respuesta exacta a las interrogantes curvas

de los médanos D irías e que l as Pirámi des rea


.

lizan l a aspiración secreta de los médanos : formas


movibles que bu scan l a consolidación y no la h á
llan Por eso estas montanas artificiales y g e om é
.

tricas son como un test i monio del hombre en el


desierto .

Pirámides médanos extens i on todo de un


, , ,

color ¿ No es éste el color del silencio ? Al derro


.

che de luz del sol africano sólo responde aquí este


silencio del color Pues no puede darse un tono
.

más c allado que el de esta ar ena que ni es blan ca


EL DE IERTO S 13 3

ni es obscu ra E s oro muerto es sol apagado des


.
, ,

m e n u z ad o : semej a este arenal un inmenso ceni


cero del sol ardiente Allá más adentro más lej os
.
, , ,

se producen los mi raje s Mas nosotros sólo v e


.

mos este mar de soledad y de silencio .

Sil encio y soledad quisiéramos para contem


pl arl o y desentrañ ar los secretos del desierto Veo .

en él u n a imagen de aquellos éxtasis inenarrables


de los místicos que nunca pudieron ser descriptos
,

sino por expresiones negativas Ext asis en los que .

toda idea y toda imagen desaparece ; porque mien


tras más cerca se está de Dios más imposible es ,

su representación en imágenes o ideas No es ya .

l a idea de Dios sino la realidad de Dios lo que


,

el al ma del místico posee sin entender Así el de .

sierto con sus sublimes negaciones con su reve ,

lación de gran diosidad y de silencio y su ausencia ,

de color En los m iraje s coloreados están quizá


.

representadas las visiones luminosas concedidas a


v eces a la s almas que han cr u zado ya el desierto
o lo de b en de cruzar .

Nos hemo s acercado a las Pirámides en me


dio de la mascarada del bochinche para nosotros
,

carnavalesco de los asn ill os de los musulmanes , ,

de los camellos ad ornado s con cuen tas de colores



y m ás torpes que nunca aturdidos por l a g rit en a
,

en todos los idiomas Pero al llegar a lo s lindes


.
,

al vestíbulo mismo del Sahara todo calla y todo ,

color se apaga ¿ Se h a callado todo en realidad ?


.

No lo sé ; p ero es ta olea da de silencio que no s v ie


134 DEL FI N A B UNGE D E G ALVEZ

ne del desierto es como una v oz inmen s a en l a


q u e se ahoga todo ruido y aun todo rumor Tan .

avasall adora es que yo no oigo y a sino silencio , no


veo sino soledad a pesar de que a mi alrededor
,

se agi te todavía la caravana multi color y los dis


lo c ados discursos de los gu ías .

1Q 1Ié
'

, poderosa at rac c m n l a del desierto ! ¡Si



l a vida fu e ra m enos apre mian t e ! ¡Si tuviéram os

d ias y días ; largos días y h oras p ara cruzar lo len


tamen te ! Allí sorprenderíamos quiz á el enigma del
Tiempo aquel problema ins oluble que tan agu
,

d am e n t e pl an t e á b as e San Ag ustín el africano


, .

Adquiriríamos quizá un a nueva noción d el t iempo


y d e l avida Porque los minutos a p aso de camello
.
,

en aquel inmenso reloj de ar ena mo vi ble y o n du


lante , deben ser muy otra cosa que d evorados
por el automóvil en u n a var iada excu rsión por
tierra fir m e florecida de aguas y v egetación
, .

No pudiendo sumergirme en el desierto como


un místico en su éxtasis c on t ém pl ol o desde la ori
,

ll a como s e mira el mar o como desde un lib ro


se admi ran los arrobos de los santos Tuvieron .

los e g ip c ios aquel raro privi legio de cono ce r dos


e s pe cie s de mar : el de aguas rumorosa s y el de
la arena muda no meno s imp onente y misteri oso
,
.
1 36 D ELFI NA BUN GE DE G ALVEZ

cada uno Desentierran la Esfinge que el de s ierto


.

se empe ñ a siempre en sepultar Y cantan a . .

su modo aunque cuesta creer que esto sea un


,

canto Es quizá el arenoso correr de las m on ó t o


.

n as frases del Corán En este penoso desfile de .

seres ungido s la tarea obscura y cumplida bajo


el látigo extranj ero las túnicas tienen también un
,

color p ardo c omo si el desierto se pegara a ellas


, .

P ar éce n os v er seres dantescos condenados a v a ,

c iar u n pozo que no se vaciará j am ás bajo las ,

garras de l a Es finge baj o el dominio de un a pc


,

tencia tenebrosa .

¡Ah si l a Esfinge hablara aun que re v el ara


, ,

algún secreto a troz que pro vocara siquiera horror


al mal ! ¡Si sonara aq u í al gún eco de l a Verdad que
'

re perc u tiera en el desierto de aquellas pobres al


mas ! Tratan d e desenterrar a la Esfinge y p are
'

cen en terrar allí sus fuerzas y su espíritu ¡Que .

ha b l e por fin p ara el l as el alma verdadera del


Sahara imagen en su grandiosidad del éxtasis
, , ,

mudo de l a íntima re v elación de Dios en e l alma


,

de lo s s antos ! Y en aq uellos pobres seres del de


sierto ¡cuand o el desi e rto se pone a germin ar !

se
v erían quiz á s urgir los oasis de aguas refre sc antes ,

espej o de magn í ficas palmera s .


EL DE S IERTO 137

Hemos vuel t o a ver el desierto sal iendo de ,

l a c h id e d hacia el viejo C airo Si las Pirámides .

pudieron p arecernos inspiradas en los médanos ,

he aquí a los médanos semejan tes a construcciones


humanas O stentan a veces verdaderas cúpulas
.
, ,

como los sepulcros de los m arabus y nos recuerdan


las casitas vistas en el camino de Alej andría La .

ciudadela los muros medio derru idos con el fondo


,

del desierto .todo sigue del mismo color No .

h ay qui z á lugar donde mayormente se confunda


la naturaleza con la obra hum ana ¿ Habla esto .
,

acaso de aquellos antiguos que no supieron l e


,

v an t ars e por encima de lo terrestr e y buscar sus

dioses en regiones superiores sino que los bus ,

caron dentro de l a naturaleza misma ?


Y por tercera vez : a l a v uelta de la Ciudad
Santa viniendo de Jerus alén a Port Said nos
,
-

aparecen aquellos umbrales o dependencias del Sa


har a Esta vez es el d e s ierto preciosam ente flo
.

recido de oasis También aquí se ven algunos


.

médan os con aristas tan finament e t razadas que


debemos observarlos atentamente para no creerlos
Pirámides ¡O asis en el bello d í a d e sol con su
.
,

agua que corre y sus preciosos bos q u e c il lo s de


p al meras ! ¡No es preciso ir sedientos ni perdidos
para comprender s u dulzur a ! Y he aquí que sa
liendo de entre las palmeras 0 como brotad as de
pronto de l a soledad misma dos o tres chiquillas
, ,

so ltan do un rústico cayado corren hacia nuestro


,

tren con los braz os extendidos Pas t ore s de .


138 DELFI N A BUN GE DE G ALVEZ

al gún peque ñ o rebano indicio de un in vi sible


,

campamento beduino . L os finos brazo s color


de bronce cargados d e pulseras l a sonrisa en los
, ,

labios y la cara tostada y sana rodeada de mo ,

nedas plateadas o doradas cosidas como un fle co


,

al pequeno manto .
¿ Qué nos piden ? ¿ O tra mo
neda para agujcrear y coser a su tocado aumentando ,

así además del adorno personal el pe q ueño caudal


, ,

de que s on dueñas ? Aquellas monedas que tin t i


nean ac om pan an do l a sonrisa de la cara cons ,

t it u ye n l a dot e de cada una El tren va dema .

siado rápido y los vi drios por el viento cerrados


, , .

Por otra parte más que pedir estas chiqu illas


, ,

parec en pequeñas hadas t rayén d on os no sé qué


,

don en sus abiertas manos Ellas nos ofrecen


.

algo en realidad : una visión que añadir a nuestro


recuerdo un cuadr o lleno de gracia bíblica que
,

nos hemos traído y que g u ardam ds con placer


e ntre l as páginas de nuestra imaginación como ,

l a flor natural y característica del oasis .


140 DELFI N A BU N GE DE G ALVEZ

tiera para las cosas humanas lo estable y lo in v e n


cible Sueño de unión del mundo helénico con
.

el m u ndo latino en una maravillosa capital cris


,

tiana l aúnica que con el mundo oriental pu di e


,

ra unirnos ¡Un O riente cristiano ! Este es el sue


.

no que B izancio h a dej ado en nuestras almas


Pero no había sido B izancio no e ra Con s t an t í ,


n opl a el Paris de la Edad M edia como se
le llamara luego l a residencia de Pedro la tierra , ,

Roma :
.

regada por l a sangre de los mártires .

elegida por Dios debí a conservar l a prepotencia


,


espiritual contra la que
, no prevalecerán las
puertas del I nfierno Ella evidenciaría el reino
espiritual de Cris t o en l a tierra mientra s que en ,

B izan cio re al iz arí as e su triunfo material y v isible


, ,

como si fueran la u n a el alma y l a otra el cuerpo


de u n a misma I glesia ¡O h s i nunca naciera e n J
.
,

B izancio aquel orgullo de verse como l a imagen


de l a I glesia triunfante por el cual quiso riva ,

liz ar en poder espiritual con R oma y s erle por lo ,

tanto infiel !
La basílica levantada en honor de l a Sabid a
ría Divina fué en l a mente de Constantino l a
consagración de aquella ciudad de Cristo Y .

la Santa Sofía de Justiniano realizó el t


“ ”
de la G ran I glesia que h ab í an d e imitar ,

p
La ri m e r a b a s íli c a d e S an t a S o fía , l e v an t a a por d
d d
Co n s t an t i n o fu é e s t ru í a e n e l a ñ o 5 32 , por e l g r an i n
,

d
c e n d i o d e l a s e ic i ó n d e N ik a y fu é e n t on c e s c u an o
, d
p
Ju s t i n i an o s e ro pu s o re e d ifi c arl a c on m ag nifice n c ia .
C O NS T AN TI N OPLA 1 41

durante siglos todos , ¡O h Justiniano ! ,

Ninguna otra cosa quiero saber de t i sino que


tal monumento Y ¿ que gl oria te
habrá dado el Cielo por esta gloria que para el
Hijo de Dios quisiste en la tierra ?
Había querido este emperador una I glesia
cual no l a hubiera h abido desde Adán y cual
no l a hubiera nunca despues Y he aquí que el ,

2 4 de Diciembre d e l año 5 3 7 al ina u gurarse Santa ,

Sofía con una pompa nunca vista pudo Justiniano ,

exclamar : ¡T e he vencido Salomón ! ( ¿ Qué no


“ ”

exclamara si la viera Juliano el apóstata a quien


, , ,

doscientos anos an tes después de sus esfuerzos por


,

restablecer el paganismo hiciera ya exclam ar Ri ,

z an c io :

¡Venciste Era l a G ran I glesia !! !

el triunfo del Nuevo T estamento sobre el An t i


guo Era el primer himno de gloria que en h on or
.

a Cristo se levantaba en l a tierra después del do ,

l oroso tributo de los mártires del testimonio de ,

los Y Santa Sofía vencedora del ,

T emplo de S alomón no fué tampoco nunca s u


,

perada .

Había pues respondido l a Providencia al


, ,

generoso ensueno de Justinian o procur ando su ,

conjunción con ar tistas de genio capaces de r e a ,

l iz arl o Y ¿ hemos de callar el nombre de l a empe


.

r at riz, a qui en se considera la principal inspiradora



de aqu ellos magníficos proyectos ? ¡T eodora co ,

ron ad a por Dios y cuyo e epír i t u fu é iluminado de


"
piedad según leemos en l a inscripción de otra
,
1 42 DELFI N A BU N GE DE G ALVEZ

peque ñ a iglesia ju s t in ian a Teodora a quien ,

s e debió I a iglesia de los Santo s Apóstoles — otra ,

maravilla ori gin al í sim a de la que sólo se c onser


, ,

van descripciones donde ella y Justini an o re


posaron en sarcófagos de oro cubiert os de mármol
precioso !
Doble motivo tenemos de nombrar la ya que
el esplendor de B izancio debió tanto a l as m u
j eres ¿ Fu n d áral o así Constantino si no fuera por
.

su madre Santa Elena ? Y vinieron luego muj eres


como P ul q u e ria Vinieron l as emperatrices I rene
.

y l a o t ra T eodora quienes al obtener u n a gran ¡


, , /

vi ctoria contra los terribles iconoclastas obt uv ie ,

ron un a inmensa victoria para el arte .

Símbolo Santa Sofía de la I glesia espiritual


que acogería en su seno todos l o s fragmentos de
la Verdad dispersos ( ¿ no a c ogió el mis mo San
,

Ju an el Logos griego demostran do s er éste el Verbo


,

que se hizo carne ? ) t rajéron s e para su construcción


los despoj os más precioso s de todos los antiguos
templos esparcidos por el mundo Y su nombre .

de Sabiduría Divina ( H ag ia Sofia) ¿ no se reco gió


de Grecia ? Los griegos debieron sentirse atraídos
hacia la gran basílica de Cristo conmo vidos por ,

aquella advocación que les e ra fa m iliar En ella .

La i g l e s i a d e San S e rg io y San B ac o , l a e qu e p
ñ a S an t a S ofía .

p
E s a i n s c ri c i ó n , e n qu e t am b i én s e
d
n o m b r a a Ju s t i n i an o , d a t o a l a v u e l t a d e l a pe qu e ñ a
ig le s i a , e nc im a d e l as c o l u m n as .
1 44 DELFI NA BUN GE DE G ALVEZ
en la gran cúp u la en curvas de u n a ar monía inde
,

he aquí que los matices de los mármoles


se acentúan y que todo se me acerca y las c o
, ,

lumnas van como encerrándome De modo que veo .

al fin a Santa Sofía como en mi ni atura como u n a ,

joya inolvidable y perfecta Tal qui zá como se .


, ,

l a vió en el mos aico de uno de sus pórticos en el ,

que Justin iano la ofrecía a la Virgen con el Niño


mientras que Constantino h ac ia la ofrenda de l a
ciudad por él fundada .

Creo que el r e c ord arl a de tal modo no obedece


tan sólo a un capricho de mi imaginación sino a ,

aquel carácter como de in fal ibilid ad de s u s formas .

Así como un cubo es un cubo y u n a esfera es u n a


esfera y no podemos pe n s arl as de otro modo
Santa Sofía es Santa Sofía y nos parece que n o po
d ía s er de otra m an era Por algo fué ella la madre y
.

modelo de las grandes iglesias cristianas .

M e he h al lado pues debaj o de l a maravil losa


, ,

cúpula de la cual dij eron los antiguos que par e c ia


s uspendida del ci elo por u n a cadena de oro En ver .

dad que ella parece posars e sobre el edificio c on l a


delic adeza d e u n a mariposa sobre una flor La cin .

tura d e ventanas en su base contrib uye a dam os


, ,

de l a cúp u la l a impresión de cosa aérea La luz .

que por ellas entra d irías e que la levanta


,

embelleciéndola ¡O h maravilla de Santa Sofía


.
,

donde todo parece ex clamar como l a expresión del


imperio mismo de Bi zancio : He amado Señor

, ,
C O N S T AN TINOPLA 1 45

el deco ro de t u casa y el l ugar en q u e re side t u



gl o ria !
H ay qu e so ñ ar debajo de esta cú pu la ligera
mente achatada co locada a c incuenta y cinco metros
,

de al tur a pero t an en armonía con lo qu e l a ro


,

d e a que no parece es tar t an alta Hay qu e tratar


,
.

de reponer con l a imaginación t o do lo que en l a


b asílica devastada por los turcos desap areció Y .

podr emo s aquí dar alas a nuestra fantasía sin temor


de sobrepasar con ella l a real magni ficencia de s u
c olorido El recuerdo de San Marcos de Venecia
.
,

qu e de cu anto hemos visto es lo que m ás se le pá


rece nos a yudará a d ar el pri mer pa s o e n esta
,

reconstru c ción imagin aria .

Y nos ayudarán los mosaicos no sé por qu é


m il agro conservados de l a ahora m e zqui t a d e
K arh ié — dj ami en los que se d esarrollan algunas
,

es c enas de la v i da de Jesús y de Mar í a Delicio .

sas fi gur as de un a pureza místi c a y de un a finura


,

i n comp ara b les .

¡Lo que serí an aquell o s mur o s donde c ul


min ó el genio bizantino d e l a orn amentaci ó n ! L a
G ran Iglesia había sido i gualmente amada por
tod o s l os emperadores y por el pueblo ; y así mi en ,

tra s d u ró el imperio j amá s s e dej ó de e nriq u e c e rl a


, .

Noveciento s anos s e hab í a pue s tr abajado en su


, ,

e mb ellecimiento cuando lo s t ur co s penetraron all í


, .

¿ C ó mo fué posib l e qu e aquel mil a gr o de e splend or


no s e impu s iera a s u b arbarie infam e ?
J us tin iano h abíal a ya adornado de pó rfiro ,
1 46 D ELFI NA BUN GE DE GALVE Z

de oro de plata y de grandes figuras cul mi nan te s


, ,

Cristo l a Virgen y el Niño los Arcángeles Y l as


, , .

figuras fueron m ul tiplicándose Y vi nieron los .

Profetas y los Apó s t ore s y los Doctores de la I gle


sia al mismo tiempo que el ar te biz antino se per
,

fe c e ion ab a ¡Lo qu e debió ser Santa Sofía con la


.

profusión de s us colores y l a magni ficencia de su


al tar ! Sin contar con l a il u minación e xt raordi
naria : v e ían se navíos con su carga de luz y eran
l as lámp aras de plata ; árboles florecidos de l l amas
y eran los candel abro s Era allí el t riu n fo del
.

di vino R eino y a q ue cada nación había puesto


,

a lo s pies de Cristo lo que tení a de más precio s o .

Pero h an qui tado de allí a C risto ; h an q uit adº


su altar H an arrancado bár baramente los m os á ico s
.
,

han borrado o recubiert o la s figuras Los hermosos .

Angeles que desde los grandes ángu los custodiaban


l a basílica h an l os cubierto con fe ís im os escudos
,

en que l a escritura árabe de un grandor d e s m e s u ,

rado ( hay letras de nueve me tros) ha perdido ,

s u carácter artístico Despoj ados así de su lenguaj e


.

de figuras y ornamentos los muros h an e nm u de ,

cido Verd ad es que no pudi eron los usurpadores


.

despoj ar de su variedad inmensa de matices a los


mármoles única riqu eza de color que a l a Gi an
,

t
I glesia queda Pero aun ellos con s u t il y suave me

.
,

lodia parecen en aquella d e s nu d€z y abandono


, ,

enton ar en voz baj a una tris te melope a y todo el ,

monumento llora .

De s eo s de l l orar nos entran tam bién a n oso


1 43 D ELFI NA BU N GE D E G ALVE Z

Asis tiríamos a l a re surre c c ron completa de Bi



z an c i o y quiz á vi éramos apar ecer c omo un envia
,

do de Dios v estido de p ú rpura y oro cubierto de



, ,

piedr a s preciosas la imponente figura de C onstan


,

tino tal como ap areció en el Concilio de Nicea


, ,

honran do con t al p omp a l a reu nión de los t re sc i e n


tos s esenta O bispos que definieron l a admir able
fórmula del Credo .

La pasada magnificencia de B iz ancio s e ha ce


llorar más que l a desolación de J erusa l én Porque .

está bien que todo llore en l os lugares en q u e


C risto fué crucifi c ado y donde sigue siendo h or ri
,

bl e m e n t e mutilado L a s manifestaciones de triunfo


.

desentonarían en los lugares en que Cristo padeció .

Pero en B izancio o en Roma toda l a suntuo s idad


es poca para celebrar el reconocimiento d el Me s ías
en medio de los gentil es .

desgr acia de B izancio estaba ya m ar


¡Ay ! l a
cada por el Cisma Doloroso es par a el católi co
.

el recuerdo de su separación de R oma M as de .

bemos a Co nstantinopla un a in men s a gratitud .

Cuando fué tomada por los turcos ella h abía ya ,

llenado un a important í sima misión ; hab í a s ido


duran te mi! anos baluarte y defensa de l a cul
tur a cri s tian a y eur opea contra el I slam contra ,

todas l as barbarie s contra l a contin ua amenaz a de l


,

inva s or .

Por fin en aquella nefa s ta mañ ana de Mayo


,

( en 1 4 5 3) en que Mahomed II h iz o su entrad a


C O NS TAN TI N OPLA 149

en l a ciudad cuando s uprim ro el altar mayor de


,
, —

Santa Sofía — ¡a q uel altar de oro macizo todo ,

cuaj ado de esmaltes y de pedrería que le diera


Ju s t in i an o l el I mperio de B izancio h abía dej ado
de exi stir y con él aquellos sueños de fas t u os idad
, , ,

cristiana ¡Desde entonces llora el templo de la


.

Divina Sabiduría y todo cristian o debe l lorar c on


,

él !

En las c alle s de Es tambu l

Aqu í no hay nada más q u e l as mezquitas


nos dijeron al poner l os pies en Constan tinopla .

Y esto — por l o menos para un día de turism o


nos resultó más cierto de lo que imagin áramos .

Hay pues ante todo las mezquitas de las cuales


, , , , ,

las de origen católico y bizantino (y son casi t o n

das ) tienen u n t ris t ís im o aire de dejadez Los tur .

cos nunca las amaron Quiz á porque ellas fue


.

ron dentro de l a usu rpada ciudad una voz vi


, ,

viente u n reproche amargo y constante Hay


, .

tambien las murallas de Constantino con sus siete


torres ; y algunos escasos monumentos tur c os que
no tenemos por cierto tiempo de visitar Sin
, , .

contar con el barrio europeo de Pera como c u al


quier otro bar rio europeo donde en u n the aan ,

s an t vemos a las más bellas y distinguidas se


,

ñ orit as turcas ( y armenias y siri as ) en sus prime


ros y ya definitivos ens ayo s de e urope iz ac ió n .
1 50 DEL FI NA B U N GE DE GALVEZ

Su cualidad de principian tes sólo consiste en mos


t rars e algo más exageradas en el bai le o algo más ,

despej adas en el trato q ue la s que nunca cono


cimos el tc hartc haf .

¿ Y aparte de esto ? Hemos atravesado barrios


y barrios inacab ables que eran toda una ciudad
en rui nas Ruinas escombros restos de incendios
.
, ,
.

Y ni el menor asomo de reconstrucción Ni u n a .

vaga inten c ión de mejora Ni un campito cultivado


.

y v erde . .Como ú nica producción de aquel suelo


calcin ado di seminadas al a c aso como hongos
, ,

brot ados aisladam ente se v en las casitas de madera


, ,

acabando por formar grupos en los barrios más


poblados Junto a estas v i viendas ni un pequeno
.
,

j ardín ni un páj aro en una j aula ni un a flor en


, ,

u n a maceta qu e disim ul e tan ta desolación Hay .

algo de inhospitalario de hosti l en esta miseria


, ,

que se exhibe sin pudor sin atenuan tes Y el ,


.

todo se agrava en este dí a de invierno con el frío ,

intenso y la l l ovizna .

L as casitas todas idénticas de dos pisos con


, ,

sus enrej ados s al ien t es ( los m u s harabíes ) de ,

madera carcomida p arecen no poder mantenerse


,

ya en pie Se diría qu e un solo empuj ón derrumbaría


.

a algunas que se inclin an acha c osas Y sin em b argo .

sus habitan tes no deben ser gentes en la miseria .

Así lo dicen las cortinas blancas los estores bor ,

dados que se v en en todas las v entan as ¡No


sé qué daría por poder mi rar en aqu ello s in
t e riore s ! En t re l a cortini lla que hab la de íntimo
1 52 D ELFI N A BUN GE DE G ALVEZ

El lector sonr íe y se dice : Quizá era todo cu es


t i on de núm ero O chenta mil perros podían tole
.

rars e ¿ pero aquellas cifras de armenios que nos



dab an los periódicos ? Doscientos mil armenios
exterminados Exodo de cuatrocientos mi ! armenio s
.


per s eg uidos Eran éstas noticias di arias hace al
.
,

gunos añ os (Y un o pensab a que lo s turco s hab rí an


.

in v entado sin duda para matar armeni os al go


, , ,

e quivalente a las pantallas de alambre con que

s e matan las moscas ) ¡Doscientos mil c uatrociento s ,

mi! y todos usureros ! Sea l o que


fuere : los tur c os tolerar on duran te siglos a los
perro s pero no toleraron a los ar meni os Su s ra .

zones debían tener para aquella preferencia dadas ,

la s v irtudes que les atribu y e el autor fran c és el ,

c ual debe conocerlos .

Pero nosotros tenemos mala s uerte y en n u es ,

tra s escasa s horas de tur ismo en esta tierra h é aquí ,

“ ”
la muestra que de l a b on h om í a turca se nos
ofre c e : la noticia en el diar io local del día de
, ,

un hombre ahorcado por el horrendo crimen


del uso del turban te recientemente prosc ript o lo
,

mismo q u e el fez Lo s turcos tuvieron su esplendor


.

propio nos di c en
, aparte de que se vistieron c on
el esplendor ajeno pero a la lar ga ¿ qu é v an
dejan do detrás de sí sin o ra s tr os de destru cc ión
, ,

de di c tadura c ruel ?
Por lo demás ah ora que esta dictadura ha
,

echado de s us puestos a cuantos no eran t ur cos ,

n o h ay medio de entenderse c on g u ía s ni c on ch auf


CO N S T AN TI N OPL A 1 53

fe urs ; estos t u rcos nada entienden ni los que pre


,

tenden saber francés ; y sólo con g ran d ís im as difi


c ul t ad e s se consigue ser llevado a los lugares más

notab les y conocidos Así esta ciudad de Est ambul


.
,

es de aquellas de las qu e el viajero sacudir ía el


polvo de sus zapatos Solo n os atraería de nu e v o
.

all í la esperan z a de rescatar a Santa Sofí a de


qu itar l a media luna y reponer l a cruz .

El Bósforo

En tonces .
¿ aquella belleza tan admirada
desd e el puerto ? ¿ Todo aquel lujo de cúpulas y
minaretes y de grandes y bellas construcciones
,

qu e nos deslumbró mientras el vapor se acercaba ?


Ahora sabemos lo que Estambul guarda baj o esa
suntuosidad aparente Hemos v isto de cerca el
.

abandono l a miseria l a fealdad encerradas en


, ,

aquel conjunto de l ejos tan hermoso Mejor dicho .


,

sab emos que esta suntuosidad y belleza no pert e


n e c en a l a Constan tinopla de l os turcos a la Cons ,

t an t in opl a de hoy Sabemos que asistimos a u n


.

espejismo mar avilloso de lejanos tiempos de


, ,

otras razas de otras civilizaciones qu e por allí


,

pasaron dejando su indeleble huella A s í paréc e nos .


,

oír la v oz de aquella ciudad de ensueño diciéndonos : ,



Yo no soy la ciudad actual ; n o soy yo Est ambul .

Soy un a que fué y que tú estás v iendo c omo en


1 54 DELFI N A BUN GE DE G ALVEZ

milagrosa v isión No pertenezco a esto s h ab itantes


.

que no supieron ni siquiera amar lo que u s urp aron ”


.

Y al continuar nuestro pa seo por el B ósforo


cuatrocientos k ilómetros de belleza aquel espe
j i sm o se hace cada vez más prodigioso L as costas .

m on t an os as extienden en s u av ís im os pliegues hasta


, ,

el agua u n precioso tapiz m ag n ífi c am en t e bordado


, .

Labrado todo él sin dej ar un resquicio de dist intos


, ,

v erdes de piedras de diversos colores y como de


,

filigranas Cierto es que l a falta de sol en este


.

día es allí como si el fondo de oro que realza los


mosaicos o las miniaturas bizantinas se hub i ere
d sl e íd o Mas a pesar de todo este itinerar io de
i .
, ,

belleza no decae u n solo instante .

B ell eza que no decae un solo instan t e y que en


todos los instantes nos sorprende con lo nuevo .

Trecho a trecho vamos dividiendo con los ojos


,

el suave declive de las costas en cuadros en páginas


, ,

v ari ad í sim as pero con algo de común que es un


,

tinte como de naturaleza antig ua poseedora de


tan tos se c retos que sólo quiere hablar en voz baj a .

Tinte como de c olores antes vivos y ah ora apagados ,

por el larguísimo desfilar de las cuatro estacione s ,

con sus soles con sus aguas su granizo


, , .

Aquí es u n a pequena mezquita aislada c on ,

su cúpula y su minarete ; luego un riente j ardín


con casitas veran iegas ; un pa s o m á s allá baj a ,

g ra v emente hasta el agua una antiquísima muralla


o s e v en restos de un v iejo c ast il lo ; o t ro pa s o y *

en el m arco de un o scur o bo s que se de stac a un


U …
1 N A U U N U IL U E; G A L VEZ

miserabl e y opulenta conocida y de sco n ocida , ,

llena de gloria y llena de dolor ? No será describiendo


mi nuciosamente l as co sas y lugares vi s itado s Todos .

podr ían encontrar descripciones mejores que l as


mías en los notables escritores que no s ólo l a visi
taron sino que detenidamente l a estudi ar on con
l a ayuda de u n a erudición que a m i me fal ta /
en absoluto Nuestro pasaj e por Palestina fu é
.

rápido y efectuado en c ondiciones defectuosas para


el que qui ere c ompenetrarse con una ciudad y
comprenderla .

Pero esto mismo me ser virá de argumento para


encar ecer e l poder de aquellos lugares de aquellas
_ ,

piedras ; es t al su virtud int r í nseca que ni las menos


favorab l es condiciones de quien es las visiten la
pueden amenguar Jerusalén ej erce su influencia
.
,

misteriosa y fuerte aun en el viaj ero más apresu


,

rado más frívolo más distraído F ácil es burlar s e


, , .

de las prácticas cristianas en B uenos Ai res en un ,

salón moderno ; pero desafío al al ma más d e sc re í da


o insensible a que vaya a re írse a Jerusalén .

¡Jerusal én Jerus al én ! Algui en h a llorado s ob re


,

t i y l as h u ellas de estas lágrimas no podrá b orrarla s


,

ningún poder humano ¡Jerusal én ! N o te hemos .

visitado con l a de s eada tranquilidad y deteni miento ,

pero te hemos visto y esto es ya más de l o que e s


,

p arábamos C omo Si m eón estamos


.
pun t p de
,


de c ir : Ahora Se ñ or pued e s sacarn o s de e s te
, ,

mund o pue s nue s t ro s oj os v ieron
, .

Las h ora s pa s ada s en Je ru sal én no son h oras


EL SA NTO SEPU L CRO 1 61

en medio de las otras de l a misma extens i on y


,

de l a misma especie sino que son como otra vida


, ,

a n a d id a a nuestra v i da Al que llegara alguna vez


.

“ ”
a Marte b as t ar íal e decir : Estuve en Marte .

Pues a unque sólo pasara al lí cinco minutos habría


entrado en un plano de vida diferente habría adqui ,

rido nociones de un valor incalculable comp aradas ,

con las que desde aquí pudiera tener de aquel


planeta Así b á s t an os haber pisado l a T ierra de
.
,

P romi s ió n Tierra de Cristo par a haber adquirido


, ,

sobre Cris t o sobre l a vida y sobre el mun do noem


, ,

nes inalcanzables desde aquí .

Y es t al en Jeru sal én el poder de su realidad


y su presencia es tal su fuerza de evocación que
, ,

por advertidos que allá fu ére m os el llegar es como ,

si de pronto nos asaltara Jerusalén en el camino ;


buscándonos ella a nosotros y no nosotros a ella ;
y es como s i literalmente nos sal tar a al cuello ,

apoderándose no sólo de nuestros ojos sin o de


, ,

todo nuestro ser : de nuestra alma actual y pasada


y de nuestra alma futur a ; de todos nuestr os recue r
dos de toda s nuestra s e speranz a s
, .

Lamayor sorpresa que Je rusalén nos re s erv a ,

aquello con lo que no se contaba es su extraordinar ia ,

be lleza exter i or Pero ¿ es posib le a ca so separ ar en


.
1 62 DEL FI NA BU NGE DE G ALV Z E

Jerusalén l a belleza exterior de su significado di


vino ? Porque si fu éramos a de tallar aquellas belle
zas casi no sabríamos decir en qué consisten : belleza
q u e no est á hecha d e herm osos edificios engarzados ,

en grandes y fértiles mon tanas rodeados de bosques


,

o de ríos caudalosos Siempre os hablar án del as pe c


.

to desolado de Jerusalén y de la extraña aridez


,

a c tual de su suelo pedregoso Y s in embargo Jeru


.
,

s al én e s mara v illosamente bella ya se la mire de sde


,

un v alle o desde lo alto de sus co linas .


Can t á bal a D avid dic i endo Sobre los monte s
Y allí está c omo

santos est á Jerusalén fundada .
,

luz que no se oculta bajo el celem in Pero s u luz


“ ”
.

es sua v e y su bellez a misteriosa co mo la ciudad


misma Sus montes no ,! on altos sus valles son ari
.
,

do s ; mas hay en todo aquello u n a armonía inde


c ible ; algo que nos la muestra c omo una v isión
extrat errena y suavement e luminosa Si hub iera .

allí bosques si hu biera altas y fértiles montaña s


,

o ríos caudalosos éstos serían como ornament os


,

frí v olos que no nos dejarían ver su belleza desolada


y misteriosa Las colinas arenosas las construccione s
.
,

de piedra todo nos apar ece suav emente dorado


,

como en una mística aparición en que las forma s


materiale s s e mostraran apenas para no impedir la
v i sión espiritual H emos ido a Jerusalén en bu sca
.

í
solamente de lo es piritu al e invisible y he aq u ,

qu e e s ta su belleza exterior se nos ofre c e por



añ adidura ; y la

agradecemos como u n don
acc e s orio d e l c u al s ólo un gran am or s e a c uerd a
,
.
1 64 DEL FI N A BUN GE DE G ALVE Z

el dolor de Jerusalén siente el gozo de J eru salén


, .

¡El gozo de saberse en l a ciudad escogida por Dios


para s i desde el comienzo ; para que descendiera
sobre e lla e l Justo ! ¡En la ciudad que Jesús am ó hasta
llorar profetizando su destrucción! Pero especial
mente en la ciudad en que El respiró como no
,

s o t ro s

Ahora pisam os con nuestros pies las calleju el as


tortuosas por donde Jesús pas aba La pi edra casi .

blanca de casas y de muros n o s¿ s orpren d e agrada


b l e m e n t e pero no miramos nada : vamos camino
,

del Calvario y nuestr o corazón camina delan te


,

de nosotros lleno de l a a n sios a pregunta de la


,

Magdalena : ¡D e cidnos adónde le habéis pues to !


Hemos llegado a la calle del mercado La profusión .

y v ariedad de obj etos en las pequenas y apiñadas


tiendas semej antes a to d as las tiendas orien t ales
, ,

q uieren retener nuestras m i radas ; pero reten dr ían


también nues tro pas o /re t e n drí an nuestro e spi
,

ritu ; y nuestro esp íritu vuela más apris a que nos


otros Ahora baj amos u n a serie de esc alones Y
. .

he aquí los mendigos ; he aquí sus voces tan dol ie n ,

t es como s ól o en Jerusalén se oyen Más pod e ro


,
.

s am e n t e que el mercado quieren re t e n e rnos .

Aquellas v oces lamentables se arrastran como g e


m id o s y aunque no miremos a los hombres y mu
,

j eres qu e las exhalan re conocemos en ellas l a e xpre


,

sión de los ojos que no v en de los ro s tros c arcomidos


,

por la lepra Parecen pegarse a nues tros oídos


. ,

tirar de nues tras ropas obligarnos a v ol v er a t r ás


,
.
EL S AN TO S PUL CR
E O 1 65

Pero de un po co más al lá se oye v enir otro g e mido


mucho más doloroso que el de t odos los mendigos
de l a tierra : un llamado más apremian te Es el .

gemido del Calv ari o ; el gemido del Crucificado que


pide compasión . Y entonces pasamos por entre
l a miseria humana como por un obstáculo que se
sal va p ara llegar a los lugares de la angustia de
,

Jesús A l a vuel t a nos detendr emos delante de los


.

ciegos y los tristes ; y quizá les traigamos un cora


z ó n más mi sericor di os o .

E s t am o s ya e n e l atrio fren t e a la B as ílica de


,

C ons tan tino y S anta El ena re con s t ru ida después


,

por los Cruzados ; allí están su Cúpula redonda y


s u camp anario t ron c h ado Los viejos muros guardan
.

c elosos el lugar y la s rocas donde se efectuó el dolo

roso prodi gio de la muerte del Verbo encarnado ;


el pro di gi o de dolor que estreme ci ó a lo s ciel os y
l a tierra : que hi z o tem b lar el suelo obs cur ecers e el
,

sol, abrirse la s ro c as y conm over s e lo s coraz ones


má s empedernidos …
Entramos Vam os ahora a ver y a t ocar
.

como Santo Tomás Ahora diremos como aquel los


.


que oían a J esús : No e s y a por lo que no s h an
contado que creemos s in o por lo que e s tamos
,
1 66 DEL FI NA BU N GE DE GALVEZ

viendo Nos a c er c amos en l a penumb ra a un a e s


pe c ie de templete Entramos en él ! Estamos en
.

l a antecámara del San t o Sepulcro en la C apilla


,

del Angel A q u i el Angel h ab ló a las mujeres Un a


. .

gran sombra apar ece delan te de nosotros ¿ Es el .

Angel que vi ene a anun ciam os l a Resurrección ?


Es un sacerdote griego de figura esbelta y
,

larg as ba rbas de plata custodio del lug ar Por


, .

se ñ as nos invita a pasar a l a p equ e ña c ámara del


,

sepulcro mismo Por l a b aj a abertura pasamos


.
,

ag ac h á n d on o s
. Y nos h al l amos de pronto dentro
del corazón del mundo Y nos encontramos con
.

que el coraz ón del mundo es un s epulcro vacío .

Jus ta mente porque e s un sep ul cro vacío ; porq ue


es el único lugar en donde se v e nc ro la Muerte ,

e s é ste el c oraz ón de la H umanidad del al ma


,

que no quiere que no puede morir Afuera


, .
,

los latido s del Tiempo ; aquí comienzan a o írse los


s ecreto s de la E t e rni dad Y ha llegado así el mo
.

mento d e mayor emoción en la vida del cristiano .

Pero esta emoción es demasiado sagrada y dema


siado í ntima para que pueda fácil mente decir s e .

S ólo diré que no creo que nadie pueda hacer en


v an o l a v isit a del S anto Sepul c ro
1 68 D EL FI NA BUN GE DE GALVE Z

record ar que el tiempo p asa y q u e e s ne ce s ario


dej ar a otros el lugar .

H e interrogado a al gun os visitan tes del Santo


Sep ulcro Y de todos — aun de los que no tenían
.

fe — h e saca do esta conclusión : Que al lí es nece


sario l lorar todas las lágrimas de l a vi da : l as que
l loramos antes l as ignoradas ; las de ahora l as
, ,

de después l as q u e hayamos de ll orar has ta la hor a


,

del Cielo Llorar como di jo Cris to : por nosotros


.

y por nuestros hijos Y l as lá grim as no derramadas



.

y contenidas ; y las penas nuestras ignoradas de


nosotros mi smos Y todo el dolor del mundo Pues
. .

todo e l dolor del mundo se halla contenido en


e l do l or de C risto .

¡J eru s alén , v aso de l ágrimas ! Para que aquel


E v angelio que según l as palabras de Jesús sería
,

n arrado en todo el mundo fuera narrado aqu í ,

hasta por l as pie dr as estas piedras dorada s c as i , ,

blan c a s de Jerus alén recuerdan el vaso de l a Mag


,

dal ena Aquel p e rfume fué derramado aquí ; aque


.

l la s l á g rimas fueron aquí vertidas Y l as piedra s .

de Jerus alén imitan do el al abastro par ecen prontas


, ,

ofrecer lo s preciosos un g ii e n t os Dirí ase que todo .

el ll anto de l a tierra to do el do l or d e l m und o qui


,
EI SAN TO SEP ULCRO 1 69

sieren en este v a so ¡Jerusal én Je ru s a


o fren d arse .
,

léu ! En ningun a p arte se ha llorado como aquí ,

des de David y desde Jeremías Desde las l ágrimas .

de a rrepentimiento y amor d e Magdalena las in ,

concebibles de l a Madre del Crucificado hasta l as ,

del último de sus visitantes Y no es el menos im .

pr e s ion an t e el llanto de los míseros judíos llorando ,

aq u í cada viernes su templo y su Jerusalén per


, ,

didos ¿ Cómo podría no llorarse donde Jesús lloró ?


.

Jerusalén es así l a revelación del dolor humano


y del dolor divino Allí se sabe el verdadero sigui
.

ficado de las lágrimas Creíamos llorar a nuestros


.

muertos o nuestras penas pasajeras Pero aquí .

s abemos que lloram os j unto a un sepulcro vacío ;


que lloramos com o la M agdalena l a ausencia
, ,

del Señor

Nos falta aún explorar toda la grande y com


plicada B asílica donde reina co mo un silencio ,

respetuoso y sagrado c omo un velo puesto sobre


,

los ornamentos brillan t e s y a l a vez ajad os de


l os griegos una penum bra que se ext iende desde
,

l a entrada y s e esparce por todos los santuarios ,

por todos los rincones En mitad de camino entre


.
,

el Sep ulcro y el Calvario hay en el s uelo un a gra n


,
1 70 DEL FI NA BUN GE DE GALV Z E

piedr a cu stodiada por l u m inarias de todas las


religiones Es la piedr a de l a unción Ell a re cu

.

.

bre la roca sobre l a q u e Jes ús fué ungido por la s


San tas Mujeres y por José de Arim at e a an tes de ,

ser colocado en el sepulcro nuevo Unos pa s os .

más allá u n a escalera nos i on du c e en la obsc u ridad


, , ,

a l a capilla del C al vario Lo primero que b ril la


.

allí en l a sombra es un cuadro de l a Virgen reca


mado en plata a l a manera de los griegos Señ ala .

el lugar preciso del Stabat M ater A l a derecha ó ye s e


.

misa en el altar latino que ocupa el sitio donde


unos in concebibles bárbaros se entregar on a l a
siniestra e infernal tarea de clavar a C risto en un a
cruz El lugar donde l a cruz fué levantada en al to
.

y pl antada en tierra pertenece a los griego s del ,

otro lado de Stabat M ater A través de un a rej a.


,

debajo del altar tocamos l a roca


,

revestida de
mármol donde fué plantada la cruz Y all í j u nto .
,

así como Santo Tomás metió s u mano en l a llaga


del costado de Cristo podemos nosotros ponerla
,

en l a ro ca que se abrió como herida de dolor al


, ,

exhalar Nuestro Señor el último suspiro En el .

subterráneo de l a B asílica en l a capilla de Adán


, ,

veremos l a b as e de esta roca i gu almente d e s g a ,

rrad a Dice la leyenda qu e l a sangre de Jesús corrió


.

desde el madero por aquella hendedura hasta ba


, ,

ñ ar el cráneo de nuestro padre Adán allí abajo ,

enterrado en el mon t e C al vario monte de l a


, ,
"

cal av era ”
,
1 72 D EL FI NA BU N G E DE GAL EZV

v elitas Oc upa la hondonada adonde el dí a m i smo


.
,

de l a Pasión arrojáron s e l a cruz y los otro s instru


,

mentos del suplicio y donde fueron luego des e n


,

bie rt os por l a Santa .

Todo el Calvario había sido sepultado por el


paganismo rom ano el cual creyó que levantando
,

allí santuarios Júpiter y a Venus entre mirtos ,

y laureles el cristianismo y su recuerdo quedar ían


,

abolidos para siempre Pero así como Cristo se le


.

v an t ó del sepul cro y de la muerte a los tre s días as í ,

también a los tres siglos resucitaron los recuerdos


,

de l a Pasión y los lugares sagrados sal ieron de su


,

sepultura triunfando del paganismo Un a muj er


, .

había sido la primera en v er a Cristo resucitado y


en pregonar la nue v a Un a muj er e s tam b ién la
.

primera en v er s alir a l a v e rdadera cruz de su se


pulcro Esta cruz había pacientemente esperado a
.

Santa Elena y a Constantino Y fué así cómo des .


,

pués de tres largos días de un siglo cada uno se ,

v ió al C ristianismo levantarse lleno de v ida con , ,

e l adveni miento del primer emperador c ristian o .


EL M ON TE DE SI N O

No me será posible en estas págin as hablar


, ,

de todo Pero ¿ cómo no decir siquiera u n a palabra


.

del M e n t e de Sión ? Este e ra el fundam ento centro ,

y fortaleza de la antigua ciudad Y fundamento .

y fortaleza del Cristianismo son los m i sterios que


en él se vener an El Monte de Si ó n no e s un mon
.

te aislado si no sólo u n a elevación del t erreno


, ,

a corta distancia del Calvar io Con d én s an s e los


.

recuerdos en medio de esta edificación donde el ,

dorado se intensifica recordando el pan profusa


mente expuesto en las callejuelas casi a ras del
,

suelo ¡Quizá tam bién nos recuerde el Pan de la


.

Ultima Cena ! He aquí el p alacio de Herodes ,

donde estuvieron los Reyes Magos y donde luego ,

compareció Jesús Aq u í se alza la nueva y hermosa


.

iglesia de los PP B e n e dic t in os llamada de La


.
,

Dorm it ion Mas no es éste tan sólo el lugar del


.

T ránsito o muerte de María sino an te todo el si


tio del Cenáculo Jerusalén es u n a ciudad c omo de
.
1 74 DEL FI NA BUN GE DE GALVEZ

plan os sup erpuestos Por las habituales escaleritas


.
,

subimos ahora a una mezquita pobre y casi aban


donada y los PP franciscanos nos dicen que aque
,
.


llo fu é l a sala grande y alhajada donde celebró
Jesús la ú l tima cena Los musulmanes no dej an
.

a los católicos poner allí los piés ; ni aun descalz os .

Pero abajo en la I glesia de los B e n e dic t in os se


, ,

n os dice que es all í el sitio del Cenáculo más au t én ,

tico que en l a mezquita sobre nuestras cabezas .

Que los cruzados v e n e raron allí los div in os mis


t e r i o s del Monte de Sión : la Eucaristía l a in s t it u
f
,

ción del sacerdocio y con ello l a consagra ci ón de


, , ,

la primera I glesia cristiana ; luego l a aparici ón de


Jesús resucitado a los Apóstoles reunidos la ve ,

nida del Espíritu S anto con el don de lenguas ,

l a primera predica c ión de Pedro Y por lo menos .

aquí impresionado por l a magnitud de los s u


,

c esos por lo sagrado del lugar el Cristi an o puede


, ,

ar rodil larse .

Entre el Monte d e 8 1 0 11 y el Calvario re c ó rre s e


l a Vía Doloros a Exceptuando las del Calvario
. ,

la estación más interesan te se hace en l a B asílica del


Ecc e H omo anexa a la casa de las Damas de Sión
,
.

H á ll as e ésta construida en u n a parte del emplaza


1 76 DEL FI N A BU N GE DE GAL VEZ

estrechas y en pendiente miram os a J esús arras


,

t ran d o el madero tropezando en l a piedra r e sb a


,

l adiz a burlado e i nsultado por aquellas gentes de


,

mezcladas razas ( así lo eran también en t iempo


de J esús ) ; gente sucia g rosera desarrapada y
'

, ,

exal tada ¡Y es ahí donde h an establecido su


.

adoración perpetua l as D amas de Sión !

No puede en Jerusalén darse un paso que no


sea penoso : justo es que así sea donde Jesús pe n aba .

Todo es subir o baj ar o tropezar en las piedras


,

o resbalar ; o sal irnos al encuentro un rebaño de


cabras o sorprendernos l a lluvia o persegu im os
, ,

el lamento de los mendigos que piden su ¡m es h k in


madam e! con u n a especie de gemi do de alma en
pena que se queda mucho tiempo sonando como
,

un lej ano llamado de piedad en los oídos del via

j ero No hay en Jerusalén paso q l1 e no sea penoso


.
,

pero no hay t ampoco allí fatiga sin recompensa .

Donde par ece que nada hallaremos en cada reco ,

beco en cada escal ón que se su be 0 que se b a


,

j a un nuevo re cuerdo un nuev o centro de vida


, , ,

un mundo diferente A quí es el Convento armenio


.

que sabemos fantásticamente rico en manuscritos


y pedrería s : miniatura s en colore s g a stados por el
E L MO N T DE
E SI ÓN 1 77

tiempo ; piedr as engarzadas en pesado y oscuro


metal antiguo En este otro lado un convento
.
,

griego cuyo centro es u n gran patio abi erto al


,

público ; si subimos a su azotea vemos l a altura


exacta que alcanzó l a cr u z de Cristo se ñ al ada ,

por un a c ru z sobre el Calvario M ás all á es otro .

convento ruso adonde miramos a u n a monj a qu e


,

perpet u amente reza de pie j unto a u n a portada


, ,

de pie dr a por l a que Jes ú s pasó agobiado baj o l a ,

cruz .

Di ficil es al pronto orientarse en Jerusal én Todo


, , .

es t á cerca y todo está lej os La pr e sencia de tantas


.

cosas llenas de alma todo lo invade y nos penetra ;


y l a sentimos en todos los rincones sin saber de ,

donde viene Mas para alcanzar lo que creemos


.

próxi mo tenemos que d ar un gran rodeo y lo qu e


, ,

creemos lej ano se halla a un pas o D e cualquiera .

de sus co lin as abrazamos toda Jerusal én con nues


tra vista Todo está cerc a ; pero hay que baj ar o
.

hay que s ubir o hay que dar l a vuelta Así ella es .

un a ciudad fácil y un a ciudad difícil ; u n a Ci udad

pequ e ñ a y una ci udad gran de Y esta extraña to.

pog rafí a nos aparece si m ból i ca y repres entativa .

Tantas v e ce s c reíamos lej os a l a gracia o al con


1 78 DEL FI NA BU N GE DE G ALV Z E

suelo y estaban allí a u n a v uelt a d el camino


, ,

en unos pasos que con humil dad b ajáram os en un ,

pequeno esfuerzo de ascensión .

Jerusalén realiza u n a gran re con oe n t rac wn


de v ida en un peque no espacio Y damos gracias
.

de que siquiera estas subidas y estas baj adas dej en


al espíritu rCSpirar entre el recuerdo de un acon
t e c imi e n t o y de otro
.
D ELFI NA R UN G E DE G ALVE Z

D orada por donde pasó J es ú s el día de R amos


, ,

montado en un asn il l o ; por donde luego p asaron


los cruzados L os musu l manes l a han c errado
. ,

porque dice una de sus profe c í as que por ella h a


de entrar un cris ti ano que s e adueñ e de Jerusalén .

L os Montes de Moab c on el desolado Monte ,

de la Tentaci ón piérd e n se en u n a azulada lej an ía


, .

Al lí está el Monte del Es c ándalo d el pecado de ,

S al omón ; donde Salomón depuso su sabidur ía


por complacer a un a muj er sacrificó los ídolos , ,

desafiando al Templo que t enía delante Y e n .

frente nuestro l e v án t as e el Mon te de los O livos /


Detr ás hemos dej ado l a Jerusal én cristiana com ,

prendida en los Montes del Calvario y de S i ón .

Y a nuestros pies fuera del muro a gr an profu n


, ,

d id ad el torrente del Ce drón ahora seco atra


, , ,

v i e sa el Valle de Josafat que es como l a ciudad,

de los muertos clamando al cielo De profu n dis


, , .

H a c ia lo más hondo del v alle pre c ipít an s e las tum


bas B aj an por l a v ertiente del Moriah l as tumbas
.

musulmanas mientras que las sepulturas judías


,

ag l om ér an s e en l a falda del Monte de los O livos ,

disputándose desde ahora un buen puesto para la


terrible escena futura del Jui cio universal ¡Extra .

n a prisa de los j udíos de s er j uzgados c uando


, ,

han de serlo por Aquel a quien d es c on oc i éron !


Por fin aquí junto a nosotros y ér g u e s e l a sombra
, , ,

del Templo magnífico donde has t a los paganos ,

aspiraban a l le v ar sus sacrificios Y la del segundo .

Templo que al canz ó ma yor gloria qu e el d e Se


,
EL M O N TE MORI A H 1 81

l om ó n ,
c on el adven imiento de Jesús Aquí fu é .

Jes ú s presentado por su madre Aquí l a predicación .

a los doce anos ¡Y sus e n se n an z as y sus milagros !


.

T odo está aquí E stos valles que nos rodean son


.

?
para los ojos de ! espíritu l os v al l e s más profundos
de l a vida ; éstos los montes más culminantes ;
cada uno con su nombre su gloria y s u dolor Cree
,
.

uno soñar y l o está v 1 endo todo .

Entramos ahora en l a mezquita A l os ar tistas .

dejo el admirar y e l describir sus primores Yo .

me contentaré con lo m ás t os c o y al propio tiem ,

po 10 más desconcertante La enorme roca — diez .

y siete metros por catorce encerrada en e l cen


tro ; engarzada como un a piedra preciosa por un
, ,

enrejado de hierr o una rej illa de madera y una


,

doble fila d e columnas Y no es más que un trozo


.

de roca obscura y ruda Es el antiguo altar res .


,

pe t ado y guardado por los musu lman es sobre e l cual , ,

en los días de Pascua inm ol aban los judíos hasta


,

doscientas mil ovej as y setenta toros El son de los .

címbalos de las trompetas y de los tam bores se


,

mezclaban a los mugidos y balidos de las víctimas ;


y las espesas nubes de incienso apl ac ab an el olor
de l a san gre derramada y se mezclaban al humo
1 82 DELFI NA BU N GE DE GALVEZ

del altar Aun existen las can al eta s por donde


.

aquella sangre de las víc t imas iba ha s ta el Valle


de Josafat para darle un a fertilidad ex trañ a
, .

Mirando es tas canal etas hemos baj ado una ,

seri e de escalones gastados y nos introducimos ,

en un hueco debaj o de la roca Allí v imos a un .

musulmán en oración No podía haber elegido


.

sitio más esco ndido ¿ Esperaba quiz á ver l as sombras


.

de Abraham de Salomón y de M ahoma quienes


, , ,

según los musul manes tienen allí sus c on c il i á bu los ?


,

Pero hay más ; hay mucho m ás Sobre esta ro .

ca que coronaba el Monte Mor iah fué probable


, ,

mente el s acrifi ci o no con sumado de Abraham el ,

sacrificio del pan y del vin o de Melchisedec cuan ,

do el mi sterioso personaje lleno de magestad y


,

nobleza salió al encuentro del patriarca ¡Melchi .

se de c, rey de Salem i A braham D avid Salomón



, , ,

Cristo !

.

Si en el Santo Sepulcro me p arec que entrá


bamos en el corazón del mundo aqu í nos hallamos ,

en el centro mismo de la H istoria .

En un libro fantás t ico de Wells fun ciona un a


m áqui na de explorar el tiempo Explorar e l ti em
po no es c osa t an imposi ble Lo hace y a qu ien ha
.
1 84 DEL FI NA BU N GE DE GALVE Z

compendio de los tiempos par éc en o s en ella ex ,

pl orar no sólo el tiempo sino también la Eternidad


, .

Si tratamos de leer l a historia de Jerusal én ,

través de los Sagrados Libros y hasta nuestros


días su grandeza espiritual nos sobrecoge y estamos
,

“ ”
a punto de exclamar : ¡Cuán terrible es este lugar !
Porque en él continuamente se oye la voz de Dios ,

r e v é l an s e sus designios e xt i én d e se la sombra de


,

su presencia Jerus al én ocupa un lugar tan único


.

en e l mundo que se diría que no est á en e l mundo :


,

que es u n a ciudad aparte y como de naturaleza


diferente .

Ella no tuvo la opul encia del Egipto ni l a ,

sabiduría de G recia ni la civilización y el poderío


,

de los romanos El pueblo de I srael e ra material


.

men t e pobre y pobre también en artes y en cien


,

cias Y sin embargo mír e nse pasar por Jerusalén


.
, ,

todos los i m perios conocidos y todas las ci v iliza


ciones e n un largo desfile de m ás de cuarenta siglos
,
.

Es como el cortej o involuntario que todas las Na


ciones forman — y con ti nuarán form ando hasta el
fin de los t iempos — a Jesucristo al Deseado ,

d e la s Naciones Pue s ¿ qué otra cosa tenía Je



.
,

r u sal én para que así fuera codi ci ada y p ara que


EL M O N T MO IA H
E R 1 85

hasta hoy todo el mundo se l a d ispute p al mo a ,

palmo ? Suenan las palabras del profeta refiriéndose



a los valles de Je rusalén al Valle de Josafat :
,
Reu
n iré a todas las Naciones para j uzgarlas respecto

a mi pu eblo Y es como si dij era : Resp ecto a


Cristo
A quien no cree en Cristo podría la historia
de Jerusal én c on v e r t irl e a El Pues l a historia de
.

esta ciudad no es otra que l a de su extraordinar ia


predestinación F ué prometida a los patriarcas desde
.

los primeros tiempos perseguida cuarenta años


,

a través de los desiertos y ¡en qué t érminos cantada


,

por los Profetas ! Jerusalén es el centro de todas las


profecías d e todas las am enazas d e todas las
, ,

promesas D e tal modo que s i aq u e 1 pagano en Roma


.
,

al ver obs c ure cerse el sol y temblar la tierra en


aquel v iernes de dolor , que un

Dios hubiera muerto basta leer l a vieja historia
,

de Jerusalén aun en la ignorancia de Cristo para


, ,

“ ”
decir : Parece q u e un Dios debiera nacer en ella

Viven simultáneamente aquí el Antiguo y el


Nue v o T estamen to ¡Qu é privilegio el nuestro : poder
.

verlo todo ! ¡Qué complemento qu é realiza c ión ma


,

teria ! de todo lo aprendido de todo lo que de nues


,
1 86 D ELFI NA BUN GE D E G ALVEZ

tro cris tianismo conocíamos ! El d ía v iernes en ,

las calles estrechas de la Jerusalén cr istian a los ,

francisc anos recorren la Via Dolorosa cargando ,

u n a gran cruz y seguidos de los fi eles en oración .

Y mientras así se proclama la B uena Nueva de


l a Redención ese mismo día v iernes allá abaj o
, , ,

al pie de l a muralla exterior del Templo gime el ,

Antiguo Testamento el que no quiso reconocer


,

en el Nuevo l a realiz ación de sus viej as esp eranzas .

Aquellos j udíos con su terrible ceguera y con aquel


,

llanto suyo son hoj as arrancadas y disp ersas de


,

las viej as Escrituras testim onios v i v i entes del


,

castigo q u e sobre ell os pesa .

Pero como en ese implorar aún su Mesías y


llorar su Jerusalé n y su Templo y su esplendor per
d id os hay como un v e stigio de l a pasada grandeza ,

e v i d én c i as e al mismo tiempo la elección eterna de

aquella raza p ara destinos eternos Y as í cuando


.
,

anhelan los judíos el término de su disp ersión ,

u n í m on o s en cierto modo a aquel anhel o Pues su


.

reunión no podr á ser otra que su conversión a


C risto y su nueva Jerusalén triunfante s erá para
,

n o s otro s un anuncio de l a J erus alén c ele s te .

Todo esto c ontemplamos desde l a exten s a


explanada del Monte Moriah H emos e v ocado lo s
.
EL M ON TE DE L O S O L I VOS

C uando mirán dolo desde lejos nos d ue ron


, ,
.

Ah í está el Monte de los O livos



él s e nos ap a
,

re c ió todavía como cosa irreal e inaccesible T uvimos .

el e s t re m e c im i e n t o que acompañ a a l a inminente


revelación de algún misterio Y como siempre en
.
,

Jerusalén s orpr e n d i ó n os la b e lleza l a belleza de


, ,

aquellos contornos suavemente dorados bajo el


cielo rosa pálido de l a tarde subrayados d is c re
,

tam ente por algunos obscuros cipres e s qu e ocul ,

t á n dono s los olivos par ecen c u s t odiarl os


, .

Y sin emb argo hemos llegado Aquí estamos


, , .

dando vueltas al rededor de los gruesos troncos


de los ocho enorm es olivos los olivos auténticos
,

del Huerto d e G ets emani al pi e d e la montaña


, .

¿ Qué nos dirán estos árboles r et o rcidos ? Pro vi d encial


elección para est e sitio l a d el olivo ár bol en cierto
,

modo imperecedero ya que no muere sino que


, ,

p erpetu amente se renueva Re n u év as e así en los


.

grandes San t os l a angust ia de Jesú s all í s ufrida


90 DELFI N A BUN GE DE G ÁLVEZ

¿y qu écristiano no b rotaría de el la s icfu ie ra


"

en

alg ú n reto ñ o ? La revelación del M isterio de G et


sema ni no puede dárn osl a sino el propio
Los Padr es Franciscan os guar dianes del Ingar , ,

han c ercado estos viej os tes tigos de l a mayor an


g u s t ia q u e l a t ierra vi e ra para evitar qu e sus ra
,

m as fueran d e sg ajadas por los vi sitantes Y no es .

esto todo : l a piedad fran c is cana ha s emb rado de


t í mid as fl or es este huerto : humildes violeta s flo
'

re ci l l as rojas que re cuerdan e l s udor de sangre


, ,

crecen al pie de los retor ci dos atormentados tron co s ,

mil enar ios A sí quería San Franci s c o que florec iese


.

la sencill a y místi ca alegría aun a l a som b ra del ,

dolor P ropu s iéron s e qui zá los monjes que los v í a


.

jeros lleván dose un as v ioleta s r es p etaran los


, ,

olivos El franciscano que n os rec ib e t iene no sé


.

qué ínt imo parent esco con los viej os ár b oles : quizá
su barba plateada como l as hoj as del olivo y el
háb i to del color de la t i e rra en que está plan tado .

El caso es qu e aquel ancian o p arece un retoño más


en el Sagrado Huerto Y en aquel lugar de agon ías
.
,

como en e l rostro franciscano hay ahora un a paz ,

infinita Paz obtenida para nosotros por la suprema


.

angust a ; por aquella acepta c ión del supremo y


i

di vin o sacrificio .

Ent ramos en l a iglesia que en c ierra l a g ruta


misma de la Agoní a una gruta n atural y j unto a
, ,

ella el lugar pre ciso de la T raición Ante el altar .

ma yor pod e mo s arrodill arnos en l a mi s ma piedra


92 DELFI NA BU N GE DE G ÁLVE Z

de s u amargura debía as c ender al cielo de s d e la


,

cumbre de aquel mismo Monte de los O l ivos .

H emos llegado al lugar de la As c ensi on Part e .

de l a roca donde qued ó grabado el pie de J esús


al dej ar l a tierra e stá encerrada en un pobre y de s
m an t e l ad o temp l ete musulmán en el cual los c at ó
,

licos sólo pueden dec ir misa el día de l a Ascensi ón .

Aquel palmo de tierra nada nos dice Pero en lo .

alto del al m in ar y bajo el cielo un gran gozo nos


, ,

e 8 pera T odo Jerusal én enfrent e nues tro Con toda


. .

su belleza espiritual y física C on sus murallas y


.

su T emplo ( yo veo siempre e l Templo ) y su Puerta


Dorada que vemos ahora desde el exterior Todos
, .

los sitios culminantes pueden enu merarse y com


prenderse mejor desde aqu í que desde l a e xpl a
nada del Templo H asta el delicioso caserío de
.

B elén entre palmeras adivinase en la lej aní a


, ,
.

Miramos el camino d e B et ania donde estaba l a ,

casa de M arta y de María y el sepulcro d e L á z aro ,

camino tantas veces re c orrido por J esús y que tam


bién nosotros hemos hecho Y aqu í cer ca un grupo
.

de c ipreses s e ñ ala el s i ti o donde Jes ú s ll oró po r


J eru sal é n antes de entrar en la c iudad A lo lejo s … .

e l de s i e rt o de J udá y allá a b aj o a mil metros de


, ,
EL M O N TE DE LO S ou v 0 s 193

profundidad y entre los montes la mancha espe ,

je an t e del Mar Muerto Al elevarse gradualmente


.
,

Jesús pudo abarcar entera con sus ojos la ciudad


amada e ingrata . Deducen sin embargo por l a
, ,

posici ón del pie en l a huella dejada que Jesús subió ,

dan do la espalda al T emplo y l a ciudad ; mirando


hacia aquel mundo de gentiles qu e sería el primero
en reconocerle .

Pero nosotros podemos ahora po s ar los ojos


en los campanarios cristianos que en Jerusalén se
levan ta n y podemos extender la mirada por todo
,

el mundo Así v emos al argarse los caminos por


.
,

donde nos llegó hasta el Nuevo Mundo por donde ,

ha d e llegar a todos los hombres algún día l a , ,

palabra de Jesús Y vemos cómo todos estos cami


.

nos par ti endo de esta Jerusalén visible conver


, ,

gen en l a in v isible Jerus alén celeste .

El Monte de los O livos no es de gran elevac i on


comparado con las otras montan as de la tierra .

Pero es como un árbol de vida cuyas raíces penetran


en lo más hondo de l a angustia humana y has t a
en las regiones de la muerte con el Valle de Josa
,

fat para luego elev arse y ele v ar el alma hacia el más


,

alto gozo A estas altura s hemos llegado por l as


.
1 94 D ELFI NA BUN GE DE G ÁLVEZ

subli mes grada s del Sermón de l a Montana que muy ,

probablemente tuvo lugar aquí Pues es tamb ién .

aquí y en mitad de este monte donde nos fué


, ,

ens e ñada la oración H emos visitado hace un ins


.

tan te el Convento Carme l ita que consagra el ,

lugar del P a dre N ue s tro y en cuyas galerías esta


oración escrita en treinta y cinco idiomas nos
, ,

recuerda que a pesar de l a diversidad de lenguas


, ,

tenemos todos un mi smo Padre : ¡Padre Nuestro !


El Monte de los O livos v u élv e s e así el divino
cam panario que a to dos los hombre s llama con la s
ocho cam pan as de oro de las B ienav enturanz as .

L a Montaña de los O livos no ti e ne gran ele


vación Pero ¿ de qué otro punto del globo se abar
.
,

caría u n a perspectiva más inmensa ? Si en el Santo


Sepulcro parecía latir el corazón del mun do y en ,

e l Monte Mori ah penetramos en el centro de l a


H istoria universal aquí en la cumbre del Monte
, ,

de lo s O livos paréc e n os hallam os en el mirador


,

más alto de la vi da La perspecti v a que de sde


.

aquí se a b arca e s infinita .


1 96 DELFI NA BU N GE DE G ALVEZ

Juan reclin ar l a cabeza en el C oraz ón Sagrado


, ,

pu éd e n s e por lo menos auscultar los Montes de


, ,

l a Ciudad Santa que es como una imagen de Jesús, .

Como Cristo fué ella prometida a los hom bres


, ,

y anunciada fué su ignominia y su g loria Como .

Cristo padece es vendida muerta y sepul tada


, , ,
.

Desconocida discutida repartidas sus vestiduras


, ,

entre t od as las naciones repartidos sus despojos .

Y como Cristo continuamente sale de su s e pu l


, ,

tura Así ha de r esucitar como El y tener su A sc en


.

sión en l a J erusalén Celeste .

Aquellos que se desilusionan de J er usalén ,

¿ qué habían esperado encontrar ? ¿ Un Paraíso


de la devoci ó n y del amor fraterno ? Esto no sería
Jerusalén tierra de contradicción ¡Jerusal én te
,
.
,

muestras lo que er es : oprobio para los cristianos que


no supimos conquistarte merecerte ; oprobio para ,

los j udíos cuy__ crimen cuya milagrosa ceguera


o , ,

y cuya humillación publicas ; oprobio para los


musulmanes aquí destructores usurpadores : int ru
, ,

sos a quienes Jerusalén condena ! Y al mismo tiempo , ,

gloria de los musulmanes d e los judíos ; gloria de ,

los cristianos De los musulmanes porque el haber


.
,

s ido destin ado s como estab a escri to p ara g u ar


, ,
LA JERU SALEN ACTUAL Y LA JER U SALEN LE STE
CE 19 7

dian as de la t umb a del Señor y la mi s teriosa


'
, a t rac

ci ón que sobre los hijos de I smael ejercen los nom


bres de Jesús y de María ¿ no es quizá signo de
,

ele cc ión y de es peran z a ? ¡G loria para los j udíos ,

raza e scogida : para ellos fué destinada Jerusal én ,

“ "
y los dones de Dios son sin arrepentimiento .

Entre e llos y de ellos había de venir Cris to ; y a


ell os T e s fué p rometida l a futura Jerusalén t ri un

fan t e Y gloria ant e todo par a los cristianos ;


.
, ,

para los católicos que tenemos en cada piedra de


,

Jerus alén un tí tulo de nobleza y de divina filiación .

Venerada por los musulmanes por los judíos y ,

por los cristianos Jerus al én se mantiene así en


,

su carácter excepc ional y único .

Aqu el acudir al Sepulcro de C ris t o tantas


na c iones tan t a s religiones y ritos ; aquel disp a
,

tarse e n el sagrado recinto los centímetros a n ade ,

a la impresión de u niversa lidad y de grandeza .

De un modo confuso res pó n d e s e así al amoroso



llamado : Venid a m i todos los que esta1s carga
dos . Y todos v an a depositar su carga sobre
l a tumba de Jesús Y es de esperar que todos e n
.

c ue n t re n allí misericordia No desesperemos de


.

v er algún día lleg ar a los dis cíp ul os de Confucio


1 98 DELFI NA BU N GE DE G ALVEZ

y de B uda aunque sea agobiados bajo u n a c arg a


,

de satáni cos enganos Nadie podr á acercarse a


.

aquel Sepulcro en vano El ver venir a las gentes ;


.

a cada uno con su indumentaria pro pia no es sólo ,

motivo de interés para el cur ioso sino que en la ,

variedad de traj es de lenguas y de ritos se evi


,

'

dencia cómo todos clara o con fusamente tienen


, ,

necesidad de C risto .

Por otra parte la d om in ac w n t urca ha sido


,

evidentemente providencial ¡Ay de nosotros si .


,

aquello estuviera en poder de l o s griegos cismáticos ,

que son allí los peores enemigos de l a l at in id ad


ca tólica ! Nada nos hubieran dejado Dolorosa es . ,

por cierto l a destrucción perpetrada por los musul


,

manes de la antigua Jerusalén cristiana Pero si .

Jerusalén hubiera estado siempre en poder de cris


t i an os y de occidentales ella habría probablemente
,

p erdido casi todo su carácter Providencial h a sido


.

allí aquella condición de est ancamiento musul mán ,

puesta como u n a valla al progreso que arrasara


l a Jeru salén que vemos Sin l os hi jos de Mahoma
b
. ,
'

h u bi éran s e sin duda re 5 pe t ado l os lugares y reli


q ui as s anta s pero no v eríamos ya esta Jeru salén
,

de c al le s e s tre ch a s y apretado s m u r os q ue de t al ,
2 00 D ELFI NA BU N GE DE G ALVE Z

dis puta s s o b re l a autenticidad de un a u o tra piedr a


lo s des conciertan Pero ¿ q u é importan las di s c u
.
,

s iones si todo Jerusalén es auténtico ? ¡Si éste e s


,

el lugar si ésta es la tierra si éstos son los mon


, ,

tes ! Aparte de que tanto s son los sitio s y piedras


indiscutibles
Nos dicen que por un particular fenómeno de
,

aquel suelo allí todo se hu nde : que el mismo San


,

to Sepulcro se halla en parte hundido Todo se , , .

hunde pero todo reaparece Tantas veces des


, .

t r u ída y tantas r e c on s t ru id a Jerusalén guarda ,

en su seno u n a como min a espiritual de testimonios


y L os mismos hundimientos s olie ron
s er providenciales para l a conserv ación de los
tesoros enterrados Y aun cuando este entierro
.

fué artificial y dictado por pérfidos designios ,

como en el caso de l C al vario sepultado por Adr ia


no él h a c on t ri bu ido a que con mayor bril lo re apa
,

re c i e s e n luego lo s vestigios de l a Pasión .

Dicen que Palestina perdida en ab soluto su ,

antigua extraordinaria fertilidad c úb r e s e ah ora , ,

en primavera de flores rojas como sangre No s


, .

otros turistas de invierno l a hemos visto cubierta


, ,

tan s ólo de piedras de un color dorado de hoj a seca ;


de piedr as flores desoladas de ia historia Continua
,
.

mente se excava en J erusalén y continuament e


r e s urg e n de su suelo la Jerusalén de Cons t an tino ,

l a de los C ruzados y l a misma J erusalén del Evan


gelio Así pudi mos comprobarlo en la Piscin a
.

Pr ob áti c a en qu e el p ar al í tico fu é m il agros am entb


LA JEEU M LEN ACTUAL Y LA JEEU 5 AL EN CELE s TE 2 01

cur ado por Jes ú s ; al lí no sólo reapar ecen l os de


,

p ó s i t o s del agua s i
, no que se extraen intactas , ,

las altísimas column as que rodeaban la piscina .

Y lo vimos en el importante y reciente descubrí


mi ento de los Padres A s u n c ion is t as ( resultado de
pacientes excav aciones practicadas durante veinte
a ñ os ) : l a prisión donde Jesús pasó l a noche del
j ueves al viernes de la Crucifixión en los s u b t e ,

rrán e os de l a casa de C aifás Forman esta prisión


.

u nas grutas conservadas íntegras con detal les de ,

impresionan te realidad Las cruces características


.

d e los cruzados grabadas en las paredes prueban


, ,

que e l lugar fué por ellos venerado .

Esa especie de grutas abundan en Palestina



verdadera Tierra de Prom is ió n que ofrecía al
hombre habitaciones naturales como un árbol ,

sus frutos y ellas eran aprovechadas en l a cons


trucción de las viviendas Esto h a permitido la .

conservación intacta de muchos lugares sagrados :


l a g ruta de B elén sobre cuya autenticidad no
,

h ay duda alguna ; la de La Dorm it ion Aquella .

gruta de piedra simbólicamente blanca casi tan ,

blan ca como e l már mol de la casa de Sant a A n a


, ,

donde nació M aría ( hoy Capilla d e la I nmaculada


Concepción ) Y tantas o tras Es t as grutas suelen
. .

s er vir de c rip ta a las iglesias que las guardan .


202 DELFI NA BU N GE DE G ALVEZ

La Jerusalén sepultada no p odía ser nun c a


u n a r u ina i nerte sino u n a raíz viva de donde si
, , ,

nuevos re t o n os brotan llevan todos l a misma viej a


,

savia La Jerusalén sepul tada es como un árbol


.

genealógico en cuyas ramas se leen los reinos que


por ella pas aron Y así algún dí a ha de bro t ar de


.
,

l a Jerusalé n que vemos el rein o de Dios la ideal ,

Jerusalén q u e el Apocalipsis nos anuncia .

No cabe pues en Jerusal é n d e sil u s m n para


, , ,

el viajero : ya se l a visite como artista como arqu eó ,

logo o como simple curioso Especialmente si se .

va como cristiano Entonces no sólo es imposible


.

l a desilusión sino que allí l a rea l idad de una Jeru


,

s al én a l a vez terrena y ultraterrena nos asalta .

Y es inenarrable aquel encontrarse con la verdad


de todo lo an t es vislumbrado a t ravés de los l ibros
y d e nuestros e n s u e n os Es como un velo que se
.

descorre c omo un despertar mas no p ara decir :


, ,

¡Todo era un sino para gritar con el


“ ”
alma : ¡Todo era verdad ! Y esta verdad de ayer ,

confirmada por l a verdad de hoy es como un anti ,

c ipado testimonio de l a verdad futura D e modo .

que ante la Jerusalén real o fré c e s e al alma l a v i


,

sión de l a Jerusalén Celeste de aquella por cuyas ,

puerta s no puede entrar la duda porqu e según , ,


l a pala bra de San J uan : l a claridad de Dios l a

tiene il u minada .
R OM A

Para el crist iano que recorre el mundo hay un


momento de alegría perfecta Y es aquel en que las
.

co l umnatas de San Pedro en R om a le reciben en


, ,

su abrazo El viaj ero se detiene conmovido ante


.

esta magnífica acogida La inmensa B asílica os


.
,

tentando con mages tad su cúpula como un rey ,

su corona 0 como el Pontífice máximo su mitra ,

abre ante él sus puertas generosas Junto a él can


.

tan las fuent e s dándole la bienvenida .

El v iaj ero h a llegado muchas veces a muchos


sitios pero esta impresión es nueva y única en
,

su vida ; paréc e l e que por primera vez h a l legado


d e vera s . Y es que ha llegado a la casa del P a
dre a u n a P atria qu e añoraba sin saberlo Y cuan .

to a sus oj os Se ofrece ahonda de tal modo esta


sensación de reposo y d e final de l a j ornada que ,

el peregrino mira hacia lo al t o preguntándose si


se está a llá arr iba o aquí abajo La Ciud ad E t erna
.

no dista por cierto mucho del C ielo


, , . .
2 06 DELFI NA BU N GE DE GA V ZL E

Sabe el peregrino sin embargo que está allí


, ,

sólo de paso Pero sabe tambien que Roma queda ;


.

y su alma h a c on q m s t ado a Roma ya que Roma


así le ha conquistado R om a que le pertenecía
.
,

antes de entrar en ella le pertenece desde ahora


,

con nueva realidad y para si empre .

Esto no e s y a B izancio la que fué y no pudo ,

ser No es Jerusalén que llora con Cristo sus pa


.

d e c im i e nt os y nuestra ingratitud Esto es más .

que u n espej ismo de l a I glesia T riunfante y no ,

en vano en l a explanada de San Pedr o que las


,

dobles columnas c ircundan cantan las fuentes su ,

invitación a l a alegría No venimos aquí a deposi


.
,

t ar nuestra carga de dolores como en el Santo


Sepulcro sino tr ayendo nuestro gozo
, .

No venimos como a otras ciudades antiguas


, ,

en busca tan sólo del pasado A la vez que el pa .

s ado buscamos aquí un presente r e frescante y


,

mag n ífico Y he aquí que de Roma como de


.
,

sus fuentes los chorros del a g ua melodiosa y clara ,

surgen también todas nuestras esperanz as Nues .

tras esperanzas de salvación par a el mundo de ,

salvación para el espíritu .

Porque esta Roma católica que tiene sus raíces


en las Catacumbas y está pavimentada con los
hue sos d e sus Santos es también una Roma vi
,

viente y actu al Y si es l a ciudad antigua es a


.
,

l a vez l a ciudad moderna la ciudad del porv enir ;,

la única c apaz d e conducir a los pueblos por nue


2 08 DELFI NA BU N GE DE G ALVEZ

que negó a Cristo y gobernó luego el orbe cris


tian o ? ¿ Y como San Pablo c í1yas cenizas también
'

guarda que cu ando más encarnizadamente per


,

seguía a Cristo en sus adeptos ,fu é por Cristo co n


vertida ? La?Roma invencible l a dueña del mu ndo , ,

sólo por Cr isto podía s er c onquistada No en vano .

se le escogió para dar su c astigo a l a ciudad d e l


cida aunque t ardara luego en c omprender
, .

¡Qué misterio hay en ésto : J eru salén devorada


por Roma ! ¡Roma destructora de la Jerusalén,

culpable y vencida luego ; vencido su e span t ah l e


,

paganismo por l a semilla santa de la im pe re cbd e ra


Jerusalén ! El Ar c o de T ito encierra u n a doble
significación que aquel emperador no pod 1 a sos
pechar siquiera .

Estamos pues en la Ci udad Apostól ic a en l a


, , ,

ciudad de Cristo y somos sus ciudadanos H emos s á


,
.

lid o del desconcierto del mundo p ara unir nues


tras v oces en este concierto admi rable Venimos a .

decir a Cristo como San Pedro q u e aquí yace :


,

¿ A quién iríamos sino a Ti ? Tú solo tienes palabras


de v ida eterna Venimos a h on rarl e en su Pon t í

.

fice como una reparación de la c ru c i fic ci ó n que


le infligimos Las pompas del Vat icano los ho
.
,

nores prodigados al Papa ¿ qué son sino una re ,

par aci ó n de los que a Cristo se rehusaron ? Roma


es u n a reparación de J erusalén .

Así cuando de rodillas besamos la mano del


,

Santo Padre que nos bendice cuan do nos es c on ,

c edido el espe c tá c ulo incomparable del Papa acla


R OM A 2 09

mado desfilando entre los Suizos con su séquito


, ,

de Cardenales y de Caballeros de distintas órdenes ,

cuando asistimos en l a Capilla Sixtina a una mag


n ífi c a y conmovedora ceremonia nuestra alma , ,

llena de gozo se complac e en rendir por fin tri


, , ,

buto a Cristo en su representante Y nin gun a .

pompa sería excesiva para Cristo Rey .

No faltan sin embargo aquellos a quienes el


, ,


l ujo del Vaticano escan daliza ¿ Q u is iéras e enton
.

ces que sigui éramos im poniendo el oprobio a la


I glesia fundada por Cristo como se le impuso a
El mismo ? C uriosa manera de h onrarl e sería ésta .

Nada interrumpe en Roma la m e dit amó n c on


t e m pl at iv a Sea que v ayamos de un San tuario al
.

otro o nos detengamos j unto a las fuentes o nos


, ,

sentemos en sus plazas 0 en sus parques Porque .

en las calles de R om a y en sus alrededores res ,

píras e sie m pre ambiente de h º g ar para el espi


ritu Casi es lo mismo allí entrar en una iglesia
.

o perm anecer afuera ; recorrer un museo o pasearse


por u n a plaza T enemos l a impresión en Roma de
.

que nunca s e e s tá afue ra Siempre se está dentro


.

de un Santuar io siempre junto a un monumento


, .

Porque toda Roma es un S antuario toda Roma ,

un monum ento Y si admiramos en s u s museo s


.
2 10 DELFI NA BU N GE DE GALVE Z

l as grandes obras pictóricas cada rin c ón de la ,

ciudad nos ofrece también un cuadro un a pers ,

pe c t iv a bella artística y llena de significación


, , .

No por esto nos hal lamos allí oprimidos Por .

el contrario todo en Roma es amplio ae reado


, , .

Si no creemos estar nunca afuera tampoco te ,

nemos nun ca l a sensación del encierro ; ni en sus


v as tas iglesias ni en sus calles,
Más aún ; h ay . .

en l a vastedad del Vaticano y de las B asíli cas


al go como de pai saj e de aire l ib re El alma no .

se s iente en nin gún punt o de P oma ni pre s a ni


, , ,

desterrada .

Y toda Roma es tamb i en un j ar dí n ¿ Ha y .

muchos j ardines en R om a ? No lo sé ; pero tengo


de ella l a impresión de un lugar de retiro d e l e i
table sombreado de escul turas y de árbol e s ,
,
H as .

ta recuerdo al gunos árboles aislados que cobran


allí el v alor de un monumento mientras que al ,

g un o s mármoles parecen brotados p ara dar sombra


o fre s cor como l as planta s Jardín lugar de retiro .
,

deleitable pues no vive allí el espíritu en tensión


,

c omo en Jerusalén Ni hay graci as a Dios en


.
, ,

R om a el hacinamiento ni todo aquel co njunto


, ,

de elementos ruidosos y discordantes que forman


un a ciudad cosmopolit a .

R om a no puede ser una ciudad c osmopolita


porque ella se impone al extranjero el cual mien , ,

tras en ella viva no puede ser sin o ciudadano de


,

R oma H acerse a costumbres extranj eras cuesta


.

a vece s per o aqu í no ha y más que entreg arse


,
2 12 DEL FI NA BU N G E DE G ALVEZ

A la Ciudad Eterna se le h a l l amado tam b ién


l a Ciudad de l a Muerte La muerte en Roma no .

se esconde porque Roma está orgullosa de s u s


muer t os Y bien puede ostentar la muerte quien
.

guarda en sus manos el poder de repart ir l a vi da ,

de atar y desatar ; quien t iene las llaves de la


Vida Eterna .

En ninguna otra parte se ve a l a m uerte


baj o tantos y tan di versos aspectos D esde aquel .

'
gran Castillo de San t An g e l o antes orgullosa tum ,

ba de Adriano y el cristianizado Panteón hasta ,

l as Catacumbas con s h s emocionantes 1ns c r1pc ron e s .

Y l as tumbas de los Apóstoles y las tumbas de ,

los Papas Sin olvidar el ori gin alísim o Ce m e n


.

terio de los C apuchinos en donde sobre pilas , ,

de calavera s y huesos sabiamente ordenados ve ,

mos esqueletos v estidos con su saya! de monjes ,

en las actitudes q u e éstos tuvieron en v ida : y a


le yendo de pié su breviario y a sentados o ya
, , ,

c ent es Y lo que aquí más asombra es el estado


.

de ánimo del monj e que pacientemente se com


¡
plugo en formar para esta Capilla mortuoria
, ,

lámparas y adornos con los desenterrados huesos .

Nos levanta de l a hu millación de este espectáculo


el recuerdo de los quinientos monjes muertos en
o lor de san tidad cuyos restos también al lí se
,

g u ard an 5A qu e l l as salas cobr an así el val or de un


.

rel icario ; y se pien s a en el extraordinario número


de in t e rc e sore s que in v isibl e m en t e asisten a l as
Mi s as c elebradas en aquel al tar Mas no s ól o .
RO M A 2 13

estos restos material es de los muertos hemos visto


en Roma sino tam bién lo q ue pudiera llamarse
,

la auténtica firma de algunas al mas del Purga


torio : manos de fuego que ellas dejar on impresa s
en li bros de oraciones u otros obj etos los cuales ,

se exhiben en el pequeño museo anexo a u n a Ca


pilla construi da para sufragio de los muerto s .
.

En Roma se evidencia en todas sus formas


, ,

el significado de la muerte sin el cual l a v ida ,

mi sma carece de significación ¿ En dónde como .


,

en la ciudad de los márti res se desafió a l a Muer


,

te ? ¿ En dónde como a , llí el Amor y l a Fe ven


,

c i e ron a l a M uerte y al temor a l a Muerte ? Hay


'

pue s que ir a Roma p ara aprender a morir


, .

He renunciado por cierto a hablar de los


, ,

monumentos de la capital cristiana y de l as re


l iq u ias extraordinarias que ella guarda ¡Aquel San .

Pablo extra—muros que otra gran al egr ía nos


,

brinda ; toda s l as grandes B asílica s ; l a iglesia de


San Lorenzo co n l a parrilla de l Santo aún man
,

chada con la tumba de Pío I ! y junto a l a


, ,

cual asoma s obre un muro e n un plano más alto


, ,

la lín e a de c ipreses guardianes del Cementerio !


¡Y el C ir co Rom ano y l as Cat ac u m b as l
, . .
2 14 DELFI NA BUN GE DE GALVE Z

sólo qu is e de c ir e s ta i mpres ió n de Patri a


Yo
qu e e n R oma nos aguarda Es ta alegría de ser rec i
.

b ido como un hij o en el abrazo de las c olum n ata s


de San Pedr o Es ta esperanza g rande que nace
.

para no s otros en l a tum b a del primero de los Pa


pa s q u e re fl ore c e en e l sepul cro de Pío !
,
y ,

que s e depo sita a lo s pies del actual Pontífice .

En c ual q u iera o tra ciudad podemos sentirnos


perdido s entre l a m ul titud Pero Roma tiene .
,

p ara cada un o u n lugar que exclusivamente le


,

pertenece Y a s í entramo s a Roma y a San


.
, ,

Pedro y al Vati c ano con pie firme como al si


, ,

tio má s n ues tro sobre l a tierra Por lo mi smo que .

es Roma l a c iudad j erárquica tenemo s al lí se ñ a ,

lado nuestro puesto por pequeno que éste sea


, .

Lo cual no es posible dentro de las democracias ,

donde si todos son igual e s no ha y sitio espe cial


, ,

mente reserv ado para na di e Es pues en Roma .


, ,

donde s e det ermina nuestra situación en el mun


do I mposible entrar en R oma dec ir el puesto
.
,

que hemos ocupado en el la y lo que el la nos


su giri ó s in defini m os ante nosotro s m ismos ante
, ,

el m u ndo y an te Dios, .
2 16 í NDI CE

J E R U SA LEN

El Santo Sepulcro
El Monte de Sión
El Monte Moriah
El Monte de los O livos
La Jerusalén actual y Jerusalén celeste

R OM A

R oma

También podría gustarte