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Cuando la Guerra Fría llegó a


América Latina... La Política Exterior
Norteamericana hacia Latinoamérica
durante ...
Raúl Ruiz

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Cuando la Guerra Fría llegó a Am érica Lat ina...


La Polít ica Ext erior Nort eam ericana hacia Lat inoam érica durant e
las presidencias de Eisenhower y Kennedy ( 1953- 1963) .

Por Valeria Lourdes Carbone

Pr e se n t a ción

La Segunda Guerra Mundial significó un verdadero vuelco en las relaciones


int ernacionales de t odo el planet a. Con el fin de la cont ienda y el advenim ient o de la
Guerra Fría las superpot encias em ergent es reorient aron su polít ica ext erior t ant o a nivel
global com o hacia sus “ áreas de influencia” .
El siguient e es un t rabaj o bibliográfico en el que nos proponem os analizar com o
Am érica Lat ina cayó baj o los efect os del conflict o diplom át ico m ant enido por Est ados
Unidos y la URSS, cent rándonos básicam ent e en cual fue la polít ica que el Gobierno
Nort eam ericano llevó adelant e en la región que considera com o su “ pat io t rasero” .
Desde est a perspect iva, se analizarán las im plicancias de la diplom acia de las
adm inist raciones de Dwight Eisenhower y John F. Kennedy hacia la región, los casos
paradigm át icos de Guat em ala y Cuba, y el punt o de inflexión que significó la llam ada
“ Crisis de los Mísiles” en la reorient ación de la polít ica ext erior llevada a cabo por
Washingt on hast a ese m om ent o.

I . La polít ica e x t e r ior n or t e a m e r ica n a e n e l n u e vo or de n in t e r n a cion a l.

La Segunda Guerra Mundial produj o una verdadera t ransform ación en t odo el


sist em a que regía las relaciones ent re las naciones. Europa Occident al, cent ro del
poderío m undial durant e siglos, est aba físicam ent e dest rozada y económ icam ent e
post rada. Las cuat ro principales pot encias de preguerra – Alem ania, Gran Bret aña,
Francia e I t alia – est aban enorm em ent e debilit adas y no se encont raban en condiciones
de liderar al viej o cont inent e, m ucho m enos al m undo. Ant e el indefect ible declive de las
pot encias europeas, fueron los rest ant es t riunfadores de la cont ienda, Est ados Unidos y
la Unión Soviét ica, los que em ergieron com o las principales pot encias hegem ónicas en el
nuevo orden int ernacional de la segunda posguerra.
Durant e el conflict o, la lucha cont ra un enem igo com ún disfrazó t em poralm ent e las
enorm es diferencias polít icas, económ icas y sociales exist ent es ent re am bos. Pero
pront o, soviét icos y nort eam ericanos se encont raron enfrent ándose en una
confront ación definit ivam ent e host il. Para el gobierno nort eam ericano, la polít ica

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soviét ica de “ sat elización” de Europa Orient al ( de los est ados liberados u ocupados por el
Ej ércit o Roj o durant e el conflict o bélico) , había t ransform ado a la URSS de un aliado en
la guerra a un enem igo en la posguerra, cuyos int ereses vit ales no podían ser
reconocidos sin poner en peligro aquellos de los Est ados Unidos. 1 De est a m anera, los
líderes nort eam ericanos, ent endedores de que com unism o y capit alism o eran
definit ivam ent e incom pat ibles, delinearon una nueva polít ica ext erior m enos conciliat oria
y m ucho m ás firm e que, t om ando la caract erización del hist oriador de la Guerra Fría
John Lewis Gaddis, se resum ía en la idea de “ ponerse duros con Rusia” 2 .
Act uando en consecuencia, en m arzo de 1947, Washingt on proclam ó los lineam ient os
de est a polít ica en la llam ada “ Doct rina Trum an” . En ella, se m anifest aba abiert am ent e
la exist encia de un conflict o ruso- nort eam ericano, basado en ideologías y m odos de vida
front alm ent e cont rarios, que hacía necesario que Est ados Unidos se avocara a evit ar la
expansión de la “ t iranía com unist a” en la com unidad int ernacional:

“ ...práct icam ent e t odas las naciones se ven obligadas a opt ar por dos
m odos de vida diferent es... Una de las form as de vida posible se basa en la
volunt ad de la m ayoría, y se dist ingue por el libre j uego de las
inst it uciones, por la represent at ividad del gobierno, por la convocat oria a
elecciones libres, por garant izar la libert ad individual, la libert ad de palabra
y de cult o, y por la t ot al ausencia de opresión polít ica. Ot ra de las form as
de vida se basa en la volunt ad de una m inoría im puest a por la fuerza a la
m ayoría. Se apoya en el t error y la opresión, en la supresión de las
libert ades individuales... la polít ica de los Est ados Unidos debe ser la de
apoyar a los pueblos libres que luchen cont ra el yugo que se pret ende
im ponerles m ediant e la acción de m inorías arm adas o por presiones
ext eriores. 3

El result ado em ergent e de est a crist alización de post uras absolut am ent e
incom pat ibles en el plano int ernacional, la “ Guerra Fría” , m ost ró la im agen de un m undo
bipolar liderado por dos sist em as ideológicos, económ icos y polít icos int egralm ent e

1
“ ...las acciones soviét icas en la Europa Orient al en 1945, j unt am ent e con el cam bio de t áct ica del
com unism o int ernacional, los habían convencido de que Moscú est aba em barcado en un program a
de expansionism o ilim it ado que am enazaba la supervivencia m ism a de los EE.UU. y de sus aliados
occident ales..” . Ga ddis, Joh n Le w is. Est ados Unidos y los orígenes de la Guerra Fría ( 1941-
1947) . Grupo Edit or Lat inoam ericano ( GEL) . 1989. pp. 327.
2
I bidem . Cap. X.
3
Discurso del president e nort eam ericano H. Trum an ( devenido luego en la Doct rina del m ism o
nom bre) al Congreso nort eam ericano el 12 de m arzo de 1947. Est e discurso t uvo com o obj et ivo
conseguir una ayuda de 400 m illones de dólares para Grecia y Turquía, países a los que una
debilit ada Gran Bret aña ret iraría su apoyo. En Grecia se desarrollaba una guerra civil ent re un
gobierno conservador pro- occident al y guerrillas com unist as y Turquía había est ado baj o presión
soviét ica. Cit a en Ga ddis, Op. Cit . pp. 401.

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opuest os y en perm anent e t ensión, en el cual los líderes de am bas superpot encias
“ cedieron a det erm inadas circunst ancias que si bien no los precipit aron a una nueva
guerra, hicieron que result ara im posible resolver sus diferencias” . 4 Est o se debió,
siguiendo al aut or previam ent e m encionado, al sim plism o con que se present ó el
conflict o ruso- nort eam ericano, que hizo que los sucesivos gobiernos est adounidenses
quedaran at rapados dent ro de su propia e inflexible ret órica, cont ribuyendo a la
perpet uación de la “ guerra fría” ent re am bas superpot encias.
Sin em bargo, no fueron únicam ent e los parám et ros ideológicos los que cont ribuyeron
a definir la polít ica ext erior nort eam ericana del período. Con el fin de la Segunda Guerra,
se inició en Est ados Unidos una nueva et apa de acum ulación basada principalm ent e en
t res fact ores int errelacionados5 : el m ant enim ient o y expansión del com plej o m ilit ar-
indust rial 6 , el acuerdo ent re capit al y t rabaj o 7 , y la expansión a escala m undial de las
grandes em presas nort eam ericanas. 8 Y lo ciert o es que est a nueva et apa encont ró en la
Guerra Fría la posibilidad perfect a para desarrollarse. Com o ha escrit o el hist oriador
revisionist a Richard Barnet , “ la prosperidad de Est ados Unidos desde la Segunda Guerra
Mundial ha dependido cada vez m ás de la expansión en el ext erior” ; de est a m anera, y “
... puest o que la expansión de la econom ía ilim it ada en el ext ranj ero es esencial para el
m ant enim ient o de la libert ad y prosperidad en el país, el gobierno ( nort eam ericano) t iene
la obligación de prom over un clim a favorable a la em presa en el m undo ent ero” 9 .
Siguiendo est e lineam ient o fue que part e inherent e en la configuración de la diplom acia
nort eam ericana, pasaron a ser las consideraciones relacionadas con la expansión,
prosperidad y prot ección de la em presa privada nort eam ericana en el ext erior.
Est as consideraciones ( la necesidad a nivel m undial de det ener al enem igo com unist a
y asegurar la expansión económ ica y polít ica nort eam ericana) se com binaron y t om aron
form a en la expresión m ás im port ant e de la polít ica ext erior de Guerra Fría llevada a

4
I bidem . pp. 411.
5
D . Gor don , R. Edw a r ds y M . Re ich . Trabaj o segm ent ado, t rabaj adores divididos. La
t ransform ación hist órica del t rabaj o en los Est ados Unidos. Madrid. Minist erio de Trabaj o y
Seguridad Social. 1986.
6
A est e respect o, Vernon Dibble dirá que en los EE.UU. “ ... las inst it uciones y los individuos que
ej ercen poder m ilit ar, económ ico y polít ico han llegado a depender t ant o unos de ot ros ( ...) sus
int ereses y obj et ivos son t an com plem ent arios ( ...) que la noción m ism a del cont rol civil frent e al
cont rol m ilit ar carece por com plet o de sent ido...” . D ibble , Ve r n on . “ La sociedad com o guarnición:
el Est ado poderoso y el ciudadano” . En Est ados Unidos ant e su crisis. México. Siglo XXI . 1973. Pág.
12.
7
“ ... la polít ica int erna surgida después de la I I Guerra Mundial se vio profundam ent e afect ada por
el sist em a de segm ent ación del t rabaj o ( ...) el propio acuerdo capit al- t rabaj o que em ergió en la
nueva est ruct ura social de acum ulación... se basaba en la presunción de polít icas de clase
fraccionarias: no había lugar para huelgas generales ni para negociaciones a nivel de clase, ni para
la renovación de cam pañas de sindicación.” Gor don , Edw a r ds y Re ich . “ Trabaj o...” pp. 273.
8
“ ...las grandes sociedades anónim as est adounidenses salieron de la segunda guerra m undial con
m ás poder que nunca. Las grandes em presas de los EE.UU. cont em plaban ahora el m undo com o su
cam po de expansión y desarrollaban est ruct uras int ernas que les perm it iesen realizar una
planificación a escala planet aria.” . I bidem . Pp. 239.
9
Ba r n e t , Richa r d. La Guerra Perpet ua. México. F.C.E. 1974. pp. 238- 240.

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cabo por Washingt on: la “ Polít ica de Cont ención” . Según su principal ideólogo, el
diplom át ico George Kennan, “ el elem ent o principal de cualquier polít ica de Est ados
Unidos para con la URSS ha de ser una polít ica de cont ención pacient e y a largo plazo,
pero firm e, de las t endencias expansivas rusas..., la cabal y vigilant e aplicación de la
fuerza de cont ención en una serie de punt os geográficos y polít icos en const ant e
deslizam ient o que corresponda a los deslizam ient os y m aniobras de la polít ica
10
soviét ica” . Part iendo de est a prem isa, dos fueron los elem ent os que se dest acaron en la
elaboración de est a est rat egia de cont ención del com unism o. El prim ero, indicar a Moscú
las regiones del m undo que Est ados Unidos no podía perm it ir cayesen en m anos
com unist as; para lo cual, diversos est ados recibirían apoyo m ilit ar para aum ent ar su
fuerza de resist encia. El segundo, crucial en el largo plazo, sería un program a m asivo de
ayuda económ ica que perm it iese la recuperación de Europa y Japón, que“ no solam ent e
haría m enos probable que est os países se sint iesen t ent ados por las doct rinas com unist as
de lucha de clases y por la revolución sino que cont ribuiría a reaj ust ar el equilibrio de
poder a favor de Am érica” . 11
Est ados Unidos im plem ent ó el program a de ayuda económ ica hacia 1948. Conocido
com o “ Plan Marshall” , fue deliberadam ent e present ado com o un program a para t odas las
naciones europeas, fuesen o no com unist as. Por su int erm edio, se ofrecieron hast a 20
m il m illones de dólares, pero sólo si las naciones europeas podían unirse y t razar un plan
racional sobre cóm o ut ilizar dicha ayuda. La condición era que el dinero se usaría para
com prar bienes a los Est ados Unidos, y t endrían que ser t ransport ados a t ravés del
At lánt ico en barcos de la m arina m ercant e est adounidense. De est a m anera, y a t ravés
del plan, Nort eam érica se convirt ió en el virt ual banquero m undial, lo que si bien fue una
exigencia ext ra para im pulsar el desarrollo europeo y j aponés, t am bién ot orgó la vent aj a
de la posición int ernacional del dólar 12 . Pero su rechazo por part e de los países de Europa
Orient al ( que en últ im a inst ancia respondían a los dict ám enes provenient es de Moscú, en
donde se rehusó part icipar) puso de m anifiest o que Europa est aba dividida en dos:
Est ados Unidos era la principal pot encia en Occident e, la URSS lo era del Orient e.
El plan ent ró en vigencia a m ediados de 1948 y ya para 1952 había proporcionado
m ás de 10.000 m illones de dólares de ayuda económ ica y financiera, siendo las part idas
m ás grandes para Gran Bret aña ( 3.200 m illones) , Francia ( 2.700 m illones) y Alem ania
Occident al ( 1.500 m illones) . Y si bien cada gobierno pudo decidir la form a m ás adecuada
de ut ilizar est a ayuda, lo ciert o es que convirt ió a las econom ías de Europa y Est ados
Unidos en sist em as cada vez m ás int erdependient es.

10
Cit a en En ge lh a r dt , Tom . El fin de la cult ura de la vict oria. EE.UU., la Guerra Fría y el
desencant o de una generación. Edit orial Piados. 1997. pp. 122.
11
Ke n n e dy, Pa u l. Auge y caída de las grandes pot encias. Plaza y Janés Edit ores. Barcelona. 1994.
pp. 589.
12
Gon za le s Ch ia r a m on t e , Cla u dio. “ La Polít ica ext erior nort eam ericana en el siglo XX” . En Pozzi,
P. Un pasado im perfect o. Buenos Aires. Recien Venida. 1992.

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A part ir de 1949, la Alianza de la OTAN ( Organización del Trat ado del At lánt ico
Nort e) - cuyo principal obj et ivo est rat égico era la prest ación de ayuda nort eam ericana a
los est ados europeos en caso de una agresión de la URSS - hizo m ilit arm ent e lo que el
Plan Marshall se proponía económ icam ent e: acent uar la división del m undo en dos
cam pos. Est o t endría respuest a años después en el Pact o de Varsovia ( 1955) , dom inado
por los soviét icos.
Est os no fueron, sin em bargo, los únicos aspect os que adquirió la Polít ica de
Cont ención. Es decir, no se t rat ó únicam ent e de prest ar ayuda m ilit ar y económ ica para
cont ener la expansión global del com unism o soviét ico. Tam bién se t rat aba de cont ener a
la URSS, ret rasando su propio desarrollo económ ico y asegurando la perm anencia de
una econom ía soviét ica m ás débil. Para lograr est e obj et ivo se ut ilizó una est rat egia
basada principalm ent e en la aplicación de dos legislaciones: la Ley de Cont rol de
Export aciones de 1949 ( que subrayaba el peligro que im plicaba para Est ados Unidos la
export ación de m at erial sin prest ar at ención a su pot encial m ilit ar, dando al president e
la capacidad de im poner cont roles com erciales) y la Ley de Cont rol de Asist encia
Defensiva Mut ua, t am bién conocida com o Ley de Bat alla de 1951 13 . Est a últ im a
reconocía que la polít ica de cont ención sólo era efect iva si los aliados nort eam ericanos
cooperaban, por lo que le daba al Poder Ej ecut ivo la prerrogat iva de aplicar est rat egias
de guerra económ ica, em bargo y presión económ ica a cualquier nación que enviara
product os a un dest ino “ prohibido” . De est a m anera, “ Est ados Unidos ut ilizó una m ezcla
de incent ivos posit ivos ( el Plan Marshall) y negat ivos ( Ley de Bat alla) para lograr esa
cooperación” 14 .
Desde el punt o de vist a m ilit ar, hem os de t ener en cuent a que, en líneas generales,
la Guerra Fría no se t rat ó de un choque direct o ent re am bas pot encias, sino de su
enfrent am ient o indirect o a t ravés de su part icipación - en bandos cont rarios - en
conflict os de baj a int ensidad ent re los países del llam ado “ Tercer Mundo” 15 . Est ados
Unidos plant eó com o un problem a de seguridad nacional cualquier insurrección o
levant am ient o de t ipo nacionalist a o com unist a que significase una pot encial am enaza
para el “ m undo libre” , o para las inversiones o int ereses de em presas nort eam ericanas
en el ext ranj ero. En est os casos, Washingt on elaboró est rat egias “ cont rainsurgent es” y
orient ó su respuest a m ilit ar hacia el envío de apoyo m at erial, financiero y/ o logíst ico, el
accionar direct o de sus fuerzas de operaciones especiales para asesorar o respaldar a un
aliado am enazado, o al despliegue de sus fuerzas para disuadir una escalada del

13
St e n t , An ge la . “ La Cont ención Económ ica” . En Deibel, Terry; Gaddis, J. L. La Cont ención.
Concept o y Polít ica. GEL. Buenos Aires. 1992.
14
I bidem . Pp 114.
15
Gor m a n , Pa u l F. “ I nst rum ent os Milit ares de la Cont ención” . En Deibel, Terry; Gaddis, J. L. La
Cont ención. Concept o y Polít ica. GEL. Buenos Aires. 1992.

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conflict o por part e de t erceras naciones. Est e t ipo de polít ica fue la que lo conduj o a
involucrarse en países com o Corea, I ndochina, Viet nam , Cam boya o Laos.
Una de las razones por las cuales el conflict o ruso- nort eam ericano no llegó a un
choque m ilit ar direct o fue la exist encia de una paridad en el poder m ilit ar y en el
desarrollo arm am ent íst ico ent re los dos bloques de poder, que llevó a que am bas part es
buscaran por t odos los m edios eludir un enfrent am ient o direct o. Am bos t em ían por
encim a de t odo el poder pot encial que las arm as daban al ot ro. Y ello se t raduj o en una
“ carrera arm am ent íst ica” ent re am bas pot encias cuya m et a era desarrollar y desplegar
arsenales que consideraban necesarios para sat isfacer sus requerim ient os m ilit ares y
polít icos16 . Las innovaciones t ecnológicas y los adelant os de cada uno ( bom ba at óm ica,
bom ba H, m isiles balíst icos, et c.) eran una presión para el ot ro a la hora de acceder a
nuevos arm am ent os y superar a su rival, en una carrera que parecía no t ener fin.
Finalm ent e, y ant e la relevancia que adquirieron las consideraciones de orden
geopolít ico luego de la difusión de la “ t eoría del dom inó” , Est ados Unidos ent endió la
necesidad de concret ar alianzas m ilit ares de apoyo. Según est a t eoría, la caída de un
país en m anos del com unism o arrast raría inexorablem ent e a sus vecinos y
desest abilizaría t oda un área en el globo. Por ello, la post ura adopt ada por los sucesivos
gobiernos nort eam ericanos fue la de “ ...asum ir el liderazgo para la defensa de la paz, el
m ercado libre y las causas dem ocrát icas...” , y ser el “ ...guardián del m undo
17
libre...obligado com o respuest a a las acciones com unist as” . Consecuent em ent e,
Washingt on se abocó a la concert ación de una ext ensa red de alianzas regionales en
Europa y Asia, en una com pet encia por influir polít ica y diplom át icam ent e que se am plió
hast a abarcar t odas las áreas del m undo, perm it iéndole conform ar una vast a esfera de
influencia 18 .
Am érica Lat ina t am bién fue incluida dent ro de est a “ pact om anía” . El gobierno
nort eam ericano se propuso obt ener el apoyo de est a región a sus polít icas de Guerra Fría
pat rocinando en 1947 la firm a de un t rat ado de seguridad colect iva suscript o por t odas
las naciones am ericanas: el Pact o de Río. Ese m ism o año, Est ados Unidos t am bién
im pulsó la creación del TI AR ( Trat ado I nt eram ericano de Asist encia Recíproca) ; y, un año
después, la concert ación del Pact o de Bogot á, que aport ó un com ponent e de seguridad y
cooperación colect iva en caso de agresión, que quedó inst it ucionalizado en la form ación

16
D a vis, Rich a r d, A. “ Reducciones de arm as nucleares ofensivas. Pasado y present e.” Agenda de
la Polít ica Ext erior de los EUA. Julio 2002.
ht t p: / / usinfo.st at e.gov/ j ournals/ it ps/ 0702/ ij ps/ davis.ht m # t op.
17
Ar r ia ga , Vict or . “ Los orígenes de la Guerra Fría” . En Arriaga, Vict or ( com p.) Est ados Unidos
vist o por sus hist oriadores. Tom o 2, I nst it ut o Mora/ UAM, 1991, pág. 196.
18
Conocido com o la “ pact om anía” , incluyeron la incorporación de nuevos m iem bros en la OTAN, el
t rat ado ANZUS ( con Aust ralia y Nueva Zelanda) , t rat ados bilat erales con Japón, Corea del Sur,
Taiwán y Filipinas, la conform ación de la SEATO ( Sout hEast Asia Treat y Organizat ion) , el CENTO
( Cent ral Treat y Organizat ion con I rak, Turquia, I ran y Paquist án) , y acuerdos especiales con I srael,
Arabia Saudit a y Jordania.

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de una organización regional com o la OEA ( Organización de Est ados Am ericanos) . El


obj et ivo era im posibilit ar la ent rada del com unism o a una región que era considerada
cot o privado nort eam ericano desde la form ulación de la “ Doct rina Monroe” 19 , en la que
los inversionist as nort eam ericanos j ugaban un papel im port ant e en las econom ías de
Cent ro y Sudam érica, y donde su influencia era práct icam ent e indiscut ible.

I I . La Gu e r r a Fr ía e n Am é r ica La t in a .
La polít ica hist órica de Est ados Unidos hacia Am érica Lat ina ha sido siem pre, a
grandes rasgos, una polít ica a largo plazo de int ervención, exclusión, hegem onía,
cont ención y equilibrio de poder, orient ada t ant o a m ant ener la est abilidad en la región y
alej ar a las pot encias ext ranj eras, com o a prot eger los int ereses fundam ent ales
nort eam ericanos. 20 Polít ica efect iva, Lat inoam érica se había const it uido en un int erés
m eram ent e periférico en la polít ica ext erior global de Est ados Unidos.
En los com ienzos de la Guerra Fría, Am érica Lat ina era una zona de baj a prioridad
para las consideraciones de la agenda nort eam ericana. De hecho, y m ás allá de los
pact os concert ados, la región no había sido considerada para ser incluida en el Plan
Marshall. Est o se debió a que Washingt on concent ró sus int ereses m ás am plios en
part icular en Europa y Asia, dándole a Lat inoam érica un lugar subordinado.
En 1952, la Adm inist ración Trum an cont inuó con las iniciat ivas para fom ent ar la
cooperación int eram ericana con la consignación del NSC- 141. En el m ism o, se
m anifest aba la necesidad t ant o de “ buscar la solidaridad hem isférica” en apoyo a la
polít ica nort eam ericana de cont ención global del com unism o, com o de lograr “ la
cooperación de las naciones lat inoam ericanas para salvaguardar al cont inent e, a t ravés
de la adopción de m edidas de defensa cont ra la agresión ext erna y la subversión
int erna” 21 . Sin em bargo, las consideraciones en t orno a Lat inoam érica no iban m as allá
de iniciat ivas de est e t ipo. Est o respondía al hecho de que si bien había part idos
com unist as en la m ayoría de los países del cont inent e, est os eran part idos m inorit arias

19
Form ulada en 1823, el significado de est a Doct rina siem pre ha sido “ Am érica para los
Am ericanos” . Aunque nada en ella j ust ificaba la int ervención de EE.UU. en los asunt os int ernos de
los países lat inoam ericanos, se agregó, t em poralm ent e, un argum ent o por el cual EE.UU. podía
inm iscuirse en los asunt os polít icos de sus vecinos, con obj et o de evit ar o corregir cualquier
sit uación que pudiera ocasionar una int ervención ext ranj era: “ t rat ándose de gobiernos que han
declarado su independencia y la han conservado... ninguna int ervención de cualquier pot encia
europea con el propósit o de oprim irlos o de cont rolar su dest ino en ot ra form a, podría ser
int erpret ada por nosot ros m ás que com o la m anifest ación de una act it ud host il hacia los EE.UU.”
Al respect o, ver D on ova n , Fr a n k . Hist oria de la Doct rina Monroe. México. Diana. 1966. cap. 1.
20
W ia r da , H ow a r d. “ Para m odernizar la est rat egia polít ica nort eam ericana: la cont ención en la
cuenca del Caribe” . En Deibel, T.; Gaddis, J.L. Op.Cit .
21
“ …we seek hem isphere solidarit y in sopport of our world policy and cooperat ion of Lat in
Am erican nat ions in safeguarding t he hem isphere t hrough individual and collect ive defense
m easures against ext ernal aggression and int ernal subversion” . En Fox , Ca r lt on T. “ The US Arm y
School of The Am ericas and US Nat ional int erest s in t he 20 t h Cent ury” . Facult y of Virginia. April.
2001. pp. 34. ht t p: / / scholar.lib.vt .edu/ t heses/ available/ et d- 05022001-
153035/ unrest rict ed/ FoxThesis.pdf

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que en m uchos casos carecían de apoyo popular o de una fuert e base de organización y
sust ent ación. Por ello, com o afirm a Howard Wiarda, en Washingt on “ la idea de las t ropas
est alinist as desem barcando en las cost as lat inoam ericanas fue rechazada por ridícula,
com o m erecía serlo” 22 . En consecuencia, Est ados Unidos no veía razón alguna para variar
la polít ica llevada a cabo hast a el m om ent o en la región: una polít ica que hacía hincapié
en la cooperación, el m ant enim ient o del st at u quo y el est ím ulo y salvaguardia de los
int ereses de las em presas privadas que act uaban en la región.
Ciert am ent e, est a era la sit uación cuando Dwight Eisenhower subió al poder en enero
de 1953. Si bien su ascenso a la presidencia coincidió con una reorient ación de la polít ica
ext erior soviét ica llevada a cabo por Nikit a Kruschev, caract erizada por la volunt ad de
m ej orar las relaciones con Est ados Unidos aun cuando seguían com pit iendo por el poder
y la influencia m undial ( “ Polít ica de Coexist encia Pacífica” ) ; la polít ica adopt ada por la
Adm inist ración Eisenhower ( el “ New Look” ) no parecía perseguir las m ism as int enciones.
Elaborada por el Secret ario de Est ado John Fost er Dulles, se basó en la idea de dar
“ respuest as asim ét ricas” a los desafíos soviét icos; es decir, responder de m anera
calculada, aplicando la propia fuerza sobre los punt os débiles del “ enem igo” . El obj et ivo
era, por m edio de la am enaza de represalias nucleares, la acción psicológica, las
alianzas, las acciones encubiert as y las negociaciones, recuperar la iniciat iva baj ando
sim ult áneam ent e los cost os 23 .
Sin em bargo, la reorient ación de polít icas en am bos bandos no m odificó las
consideraciones en relación a Lat inoam érica. Según Michael Hunt , al no ver al
com unism o com o una am enaza verdaderam ent e real en Am érica Lat ina, Est ados Unidos
logró con sus polít icas “ reconciliar sus práct icas cont rarrevolucionarias con su
24
com prom iso con la aut odet erm inación” . De est a m anera, al observarse signos de
“ peligrosos” giros a la izquierda ( evidenciados por polít icas de neut ralidad int ernacional,
nacionalism o económ ico, reform a agraria, et c) , las “ polít icas de cont ención” se cent raron
en presiones y represalias económ icas y/ o polít icas, y – com o últ im o recurso –
cont em plaron la int ervención de los “ m arines” o del accionar de la CI A ( Cent ral
I nt elligence Agency) ; pero sin que ello significase para Washingt on una m ayor
preocupación.
Fue Guat em ala el país que, en plena Guerra Fría, t uvo la “ dudosa dist inción” de ser el
prim ero en sufrir est e t ipo de int ervenciones. En 1944 había sido derrocada la dict adura
del General Jorge Ubico, iniciando el prim er período dem ocrát ico de la hist oria
guat em alt eca. Poco después del golpe, fue elegido president e Juan José Arévalo, un

22
W ia r da , H . Op. Cit . 359.
23
Ga ddis, J.L. Est rat egias de la cont ención. Una evaluación crít ica de la polít ica de seguridad
nort eam ericana de posguerra. GEL. Buenos Aires. 1989.
24
“ By wiewing com m unism as an ext ernal force and not indigenous t o t he Am ericas, policym akers
reconciled t heir count errevolut ionary pract ice t o t heir com m it m ent t o self- det erm inat ion” . H u n t ,
M ich a e l. I deology and US Foreign Policy. Yale Universit y Press. New Haven. 1987. pp. 167.

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“ populist a” de izquierda que puso en m archa un program a de reform as que cont inuó su
sucesor, Jacobo Arbenz. En 1952, ést e inició un plan de reform a agraria que afect aba
sólo a t ierras incult as, y que incluía el pago de indem nizaciones a los propiet arios
expropiados ( en bonos) en base al valor que los m ism os habían declarado a la hora de
pagar im puest os. Est a reform a afect aba principalm ent e a los m ayores propiet arios, en
part icular a la Unit ed Fruit Com pany ( UFCo) , de propiedad nort eam ericana, a la que – de
acuerdo a las condiciones del program a - se le expropiarían 160.000 hect áreas de t ierra.
La UFCo llevaba operando en Guat em ala desde principios del siglo XX, y a lo largo de
los años había adquirido no solo la exoneración de im puest os y cont roles a la export ación
de bananas, sino t am bién cont rol indisput able sobre vast as cant idades de t ierras, el
ferrocarril ( cont aba con el 42,68 % de la I nt ernat ional Railway of Cent ral Am erica) y el
puert o. Adem ás, con el favor del gobierno de Ubico, había llegado a t ener una im port ant e
part icipación en la Com pañía Agrícola de Guat em ala, en la Tropical Radio Telegraph
Com pany y en la Great Whit e Flet e. 25
El gobierno de Eisenhower - cuyo Secret ario de Est ado, John F. Dulles, era un
im port ant e accionist a de la UFCo - int ervino inm ediat am ent e en favor de la com pañía,
realizando gest iones diplom át icas y aplicando presiones económ icas y polít icas sobre
Guat em ala. Pero, a la post re, int erpret ó la m edida reform ist a no solo com o un int ent o del
com unism o int ernacional de infilt rase en Am érica, sino t am bién com o una agresión
direct a cont ra Est ados Unidos: se acusó al gobierno de Arbenz de no avenirse a las
norm as m ínim as preescrit as por el derecho int ernacional, de est ar dom inado por
com unist as ( si bien el Gobierno de Arbenz no era expresam ent e com unist a, los part idos
de izquierda eran m ayoría en el Congreso y algunos com unist as ocupaban im port ant es
puest os en el Gobierno) , y de dar al com unism o int ernacional una cabeza de puent e en
Am érica 26 . Paso seguido, y azuzado por la UFCo, Dulles decidió cancelar la ayuda
económ ica al gobierno guat em alt eco, por lo que ést e debió volverse hacia la URSS en
procura de ayuda de est e t ipo.
En est e sent ido, result a sum am ent e relevant e el hecho de que el Depart am ent o de
Est ado nort eam ericano se vio en la necesidad de negar expresa y públicam ent e que su
preocupación por los event os en Guat em ala se debiera a que int ereses nort eam ericanos
se vieran afect ados, sino que en verdad respondía a la evidencia de la infilt ración del
com unism o en ese país27 . Fue así que en 1954, en la X Conferencia I nt eram ericana de

25
Cu e st a M a r ía , An t on io. Guat em ala. La ut opía de la Just icia. 1° Edición. Madrid. 2001.
www.rebelión.org/ cult ura/ guat em ala.pdf.
26
Con n e ll- Sm it h , Gor don . Los Est ados Unidos y la Am érica Lat ina. FCE. México. 1977.
27
" I f t he Unit ed Fruit m at t er were set t led, if t hey gave a gold piece for every banana, t he problem
would rem ain as it is t oday as far as t he presence of Com m unist infilt rat ion in Guat em ala is
concerned” . Declaraciones de John F. Dulles. 8 de j unio de 1954. Cit a en St r e e t e r , St e ph e n M .
“ I nt erpret ing t he 1954 U.S. I nt ervent ion in Guat em ala: Realist , Revisionist , and Post revisionist
Perspect ives” . McMast er Universit y, Ham ilt on, Ont ario. The Hist ory Teacher Novem ber 2000
< ht t p: / / www.hist orycooperat ive.org/ j ournals/ ht / 34.1/ st reet er.ht m l.

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Caracas, Est ados Unidos t rat ó por t odos los m edios de convencer a los rest ant es países
lat inoam ericanos de que el desarrollo de los event os polít icos en Guat em ala const it uía
una verdadera am enaza para t odo el cont inent e. Sin em bargo, el sent im ient o
lat inoam ericano al respect o se acercaba m ás al t em or de que est a sit uación reabriese la
puert a a la int ervención en cont ra de cualquier gobierno al que los Est ados Unidos
acusaran de est ar baj o el cont rol del com unism o int ernacional. Est a posibilidad fue la que
rest ringió el apoyo lat inoam ericano a la polít ica nort eam ericana de hacer frent e al ret o
del com unism o en el hem isferio. Fue por ello que, finalm ent e, la “ Declaración de
Caracas” est ableció que de allí en m ás la respuest a a la ( posible) inst alación de un
régim en com unist a en cualquier est ado am ericano, sería una reunión consult iva para
adopt ar las m edidas del caso.
Ese m ism o año, Arbenz, probablem ent e t em iendo un golpe de Est ados en su cont ra,
t rat ó de negociar la com pra de arm as a Est ados Unidos. Ant e la respuest a negat iva de
Washingt on para realizar la t ransacción, que fue seguida de la de ot ros gobiernos
occident ales, Arbenz recurrió a países de Europa Orient al. Para Est ados Unidos, ello
const it uyó un abiert o desafío a sus polít icas de Guerra Fría, por lo que se abocó a act uar
en consecuencia. Por un lado, suscribió t rat ados de seguridad m ut ua con dos de sus
países vecinos, Nicaragua y Honduras, y les envió m at erial bélico. Por ot ro, aprobó, con
el aval del Consej o de Seguridad Nacional, una part ida presupuest aria de 2,7 m illones de
dólares para realizar una operación encubiert a dest inada a derrocar a Arbenz. La CI A –
cuyo Jefe Allen Dulles era adem ás m iem bro direct ivo de la UFCo – sería la encargada de
equipar y ent renar a un pequeño grupo de exiliados guat em alt ecos que se oponían al
régim en reform ist a para llevar a cabo dicha t area, en lo que fue conocido com o la
Operación PBSUCCESS28 .
Dicha operación fue ej ecut ada a m ediados de 1954, cuando t ropas dirigidas por el
Coronel Cast illo Arm as invadieron Guat em ala desde Honduras, con el respaldo aéreo de
la CI A. El levant am ient o encont ró poca resist encia, dado que previam ent e, el em baj ador
nort eam ericano en el país había logrado convencer a los líderes m ilit ares de no int ervenir
para defender a su gobierno 29 . Arbenz huyó y un régim en m ilit ar apoyado por Est ados
Unidos se inst auró en Guat em ala. Ent re las prim eras m edidas adopt adas por el nuevo
gobierno se cont aron la proscripción del part ido com unist a, la rupt ura de relaciones
diplom át icas con los países de Europa Orient al y – lo m ás significat ivo - la rest auración
de las t ierras expropiadas a la Unit ed Fruit Com pany.
Años después, Eisenhower declaró que las acciones de 1954 respondieron a una
sim ple realidad: “ Tuvim os que deshacernos de un gobierno com unist a que había asum ido

28
St r e e t e r , St e ph e n M . Op. Cit .
29
Cu e st a M a r ía , An t on io. Guat em ala. La ut opía de la Just icia. Madrid. 2001. Edit ado por
“ Rebelión” .

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el poder” 30 . Sin em bargo, lo que los acont ecim ient os de Guat em ala pusieron de
m anifiest o fueron los crit erios que ahora guiaban la polít ica cont inent al de Est ados Unidos
y ofrecieron una verdadera “ advert encia m ás general acerca de los peligros que
afront aba cualquier país lat inoam ericano que no acept ase plenam ent e y sin reservas, la
hegem onía nort eam ericana” . 31 A part ir de ent onces, se hizo evident e que cualquier
t ransform ación polít ica sería considerada pot encialm ent e peligrosa para el m ant enim ient o
del st at us quo en la región, y que para m ant ener la est abilidad de la m ism a – principal
int erés de Washingt on – el gobierno nort eam ericano se inclinaría esencialm ent e por
polít icas “ cont rarrevolucionarias” en la que su int ervención fuera prim ordialm ent e
indirect a.
El éxit o de la est rat egia aplicada en Guat em ala los llevaría a int ent arla nuevam ent e
cuando la sit uación en Am érica Lat ina pareció requerirlo, pero est a vez con un result ado
bien dist int o.
Dicha sit uación se gest ó en Cuba, luego de que un golpe de est ado derrocara en 1959
al dict ador pronort eam ericano Fulgencio Bat ist a y una revolución encabezada por Fidel
Cast ro subiera al poder. En un principio, el gobierno nort eam ericano observó con
preocupado int erés los asunt os de un país que t enía gran im port ancia para Est ados
Unidos dada su sit uación geoest rat égica y su relevancia económ ica. No solo t enía
Est ados Unidos en Cuba una base m ilit ar perm anent e en Guant ánam o que ut ilizaba
desde 1903, sino que al m om ent o de la revolución el valor de las inversiones
nort eam ericanas en la isla ( en plant aciones de azúcar, m inas, em presas de servicios
públicos, banca y m anufact uras) práct icam ent e superaba las efect uadas en t odos los
dem ás países lat inoam ericanos, sino que adem ás recibía alrededor de dos t ercios de las
export aciones de azúcar cubana y sum inist raba aproxim adam ent e t res cuart as part es de
sus im port aciones. 32
Daniel Brower sost iene que debido a la profunda crisis polít ica que at ravesaba el
gobierno de Bat ist a, la Adm inist ración Eisenhower decidió no int ervenir direct am ent e en
el conflict o, dej ando a los cubanos la “ elección” en el desarrollo de los acont ecim ient os.
Sin em bargo, las consecuencias no fueron ni rem ot am ent e lo que Eisenhower esperaba,
ya que en cuat ro años Cuba se convirt ió en una sociedad socialist a basada en el m odelo
soviét ico. 33
Las relaciones cubano- nort eam ericanas com enzaron a enfriarse poco después de la
revolución. Según Jorge Dom ínguez, hubo diferent es aspect os que influyeron en el

30
Discurso en la Am erican Booksellers Associat ion, Washingt on, 10 de j unio de 1963. Cit ado en
Ga le a n o, Edu a r do. Las venas abiert as de Am érica Lat ina. 1970.
31
H a lpe r ín D on gh i, Tulio. Hist oria Cont em poránea de Am érica Lat ina. Alianza Edit orial. Buenos
Aires. 1988. pp. 463.
32
D om ín gu e z , Jor ge . “ Cuba. 1959- 1990” . En Bet hell, Leslie ( ed) Hist oria de Am érica Lat ina.
México y el Caribe desde 1930. Barcelona. Crít ica. 1988.
33
Br ow e r , D a n ie l. El m undo en el siglo XX. La era de la guerra global y la revolución. Ediciones
Prism a. 1988. pp. 408- 409.

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det erioro de est as relaciones ( la desconfianza y enoj o que produj eron las crít icas que el
desarrollo de los acont ecim ient os en Cuba recibieron de part e de los est adounidenses;
los efect os que la revolución y la ley de reform a agraria de 1959 t uvieron en las
em presas nort eam ericanas de la isla; el cam bio en la act it ud cubana ant e las inversiones
privadas ext ranj eras y ant e la ayuda oficial de los organism os int ernacionales) , pero lo
que m as preocupaba a Washingt on era la influencia com unist a en el gobierno cubano y el
cam bio cualit at ivo que experim ent aron las relaciones Moscú- La Habana.
Un indicio de est e cam bio fue el est ablecim ient o por part e del gobierno cubano de los
parám et ros de un fut uro acuerdo com ercial bilat eral con la URSS, en el que est a últ im a
se com prom et ía a com prar un m illón de t oneladas de azúcar por año durant e los 4 años
subsiguient es. El obj et ivo del nuevo gobierno cubano era afloj ar los lazos de dependencia
económ ica que at aban t an fuert em ent e a la isla con la econom ía nort eam ericana. Est a
acción no fue bien recibida en la Casa Blanca, por lo que cuando Cast ro hizo el int ent o de
obt ener arm as de Est ados Unidos, solo consiguió una respuest a negat iva. Com o
consecuencia de ello, Cuba recurrió event ualm ent e a la URSS com o fuent e alt ernat iva de
abast ecim ient o. Y Est ados Unidos reaccionó est ableciendo un em bargo de arm as,
m uniciones de guerra y ot ros art ículos m ilit ares, a t odo envío a la isla. 34
Est a “ cont raofensiva” nort eam ericana no logró que Cuba se echara at rás;
sim plem ent e la im pulsó a acercarse nuevam ent e a la URSS y buscar ayuda en los países
com unist as. En 1960, el gobierno de Cast ro concert ó finalm ent e el acuerdo com ercial con
la URSS que no solo ot orgó a Cuba un m ercado alt ernat ivo para su producción de azúcar,
sino que le perm it ió acceder a un im port ant e prést am o que perm it iría a los cubanos
adquirir m aquinaria soviét ica y pet róleo. A part ir de ent onces, el em peoram ient o de las
relaciones ent re am bos países se aceleró, com o consecuencia de una serie de event os
que conduj eron a alt ernat ivas acciones y respuest as diplom át icas de am bas part es.
Cuando el gobierno cubano solicit ó a las refinerías de pet róleo nort eam ericanas que
refinaran el crudo com prado a la URSS y est as se negaron a hacerlo, el gobierno cubano
decidió la expropiación de t odas las com pañías pet roleras. La reacción del gobierno de
Eisenhower consist ió en cancelar la cuot a azucarera de Cuba; a lo que siguió la
expropiación de t odas las grandes em presas indust riales, agrarias y financieras
pert enecient es a capit ales nort eam ericanos. Y est a vez, la respuest a de Washingt on
consist ió en la aplicación de t áct icas de guerra económ ica y presión polít ica: recurrió a la
“ ley de cont rol de export aciones” y prohibió el com ercio ext erior con Cuba ( except uando
los alim ent os y m edicam ent os que no est uvieran subvencionados) , declaró un em bargo
com ercial para aislar a la isla, favoreció la em igración en m asa de exiliados cubanos, y
finalm ent e en 1961 rom pió relaciones diplom át icas con La Habana.

34
Pa r k in son , F. Lat inam erica, The Cold World and t he World Powers ( 1945- 1974) A St udy in
diplom at ic hist ory. Volum en 9. Sage Library of Social Research. Beverly Hills. 1974. Cap. 5.

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Cuando ese m ism o año, Fidel Cast ro declaraba su m arxism o- leninism o, “ a los oj os de
Washingt on se m at erializó la sit uación que, hist óricam ent e, había sido obj et ivo principal
de la polít ica de Est ados Unidos evit ar” 35 . No solo Cuba se había convert ido en un
“ sat élit e soviét ico” en el hem isferio occident al, sino que con ello práct icam ent e se había
pasado por encim a de los principios est ablecidos por la Doct rina Monroe.
En 1961 John F. Kennedy accedió a la presidencia de los Est ados Unidos. Si bien la
cont ención de los regím enes com unist as y aliados de la URSS siguió siendo la polít ica
nort eam ericana dom inant e, la nueva adm inist ración pensaba im plem ent arla m ediant e lo
que llam ó el “ enfoque de la est rat egia flexible” 36 . Est a est rat egia incorporó diferent es
niveles de capacidad de respuest a que iban desde la disuasión y negociación hast a los
at aques direct os y la lucha no convencional. Y en est a respuest a se incluyó la ayuda
secret a a em igrados ant icast rist as para realizar una invasión a Cuba que, se supuso,
cont aría con el apoyo indiscut ido de los habit ant es de la isla para derrocar al régim en
cast rist a.
Si bien el plan de invadir Cuba ya había com enzado a gest arse en las oficinas de la
CI A en 1960 durant e la presidencia de Eisenhower, recién fue puest o en m archa con el
cam bio de gobierno. Baj o la presunción de que la operación sería t an exit osa com o la
llevada a cabo cont ra Guat em ala, Kennedy aut orizó su ej ecución con orden expresa de
que la part icipación nort eam ericana se lim it ara a reclut ar, financiar, ent renar y proveer
de apoyo logíst ico a los ant icast rist as. Según Philip Bonsal, em baj ador nort eam ericano en
Cuba durant e los prim eros años de la revolución, las fuerzas nort eam ericanas no
int ervendrían direct am ent e ya que debía guardarse la apariencia de que se t rat aba de
una operación única y ent eram ent e cubana. 37
Luego de m eses de preparación y ent renam ient o en las playas de Am érica Cent ral, la
invasión t uvo lugar en 1961. Con apoyo logíst ico y arm am ent íst ico nort eam ericano, 1500
disident es del régim en cubano desem barcaron en Playa Girón, en la Bahía de Cochinos.
Pero ello no t uvo el irrefrenable apoyo popular que se esperaba, sino una gran
m ovilización polít ica y m ilit ar de apoyo al régim en de Cast ro 38 . Tan solo 48 horas m ás
t arde, la operación había fracasado y 1180 personas habían sido det enidas por el
gobierno cubano. La “ I nvasión de Bahía de Cochinos” fue repudiada por m uchos
gobiernos alrededor del m undo, pero a pesar de ello, y si bien el president e

35
Con n e ll- Sm it h . Op. Cit . pp. 259.
36
Ga ddis, J.L. “ Est rat egias...”
37
Bon sa l, Ph ilip. Cuba, Cast ro and t he Unit ed St at es. Universit y of Pit t sburgh Press. 1972
38
“ …Wit h m ore and m ore defect ions from t he arm ed forces and t he governm ent and m ore and
m ore support from t he peasant s and t he count ryside, it was believed t hat Fidel could be t oppled.
Unfort unat ely, t hese opt im ist ic forecast s of t he developm ent of an ant i- Cast ro underground did not
m at erialize. While it was t rue t here was opposit ion t o Cast ro in Cuba, Cast ro's governm ent was
init ially a popular one, especially wit h t he workers, peasant s, st udent s, and soldiers.” Kir pa t r ick
Jr ., Lym a n B. The Real CI A. New York. The McMillan Com pany. 1968. Cap. 8.
ht t p: / / www.lat inam ericanst udies.org/ bay- of- pigs/ kirkpat rick.ht m .

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nort eam ericano no negó la part icipación de su país en la acción concert ada, Kennedy
advirt ió a los gobiernos lat inoam ericanos que en el fut uro, de ser necesario, no dudaría
en volver a act uar unilat eralm ent e para salvaguardar la seguridad hem isférica y cont ener
al com unism o. 39

I I I . El pu n t o de in fle x ión : la cr isis de los m isile s.


Luego de la invasión de Bahía de Cochinos y de las declaraciones de Kennedy al
respect o, Cast ro creyó que la invasión nort eam ericana era inm inent e, por lo que buscó
involucrar a la URSS direct am ent e en el dest ino de Cuba. 40 Raúl Cast ro, Minist ro de las
Fuerzas Arm adas del gobierno cubano, viaj ó a Moscú en busca de respaldo m ilit ar
soviét ico ant e el t em or de una nueva invasión direct a o indirect a por part e de Est ados
Unidos. Por part e soviét ica, la posibilidad de inst alar m isiles est rat égicos en Cuba
const it uía una brillant e m aniobra polít ica y m ilit ar, ya que una base est rat égica en la isla
corría parej a con las bases que Est ados Unidos t enía en Turquía rodeando a la URSS41 .
Así, Kruschev le propuso a Cast ro colocar m ísiles balíst icos de alcance int erm edio en
Cuba, inst alados y cont rolados por los rusos.
Fue a m ediados de oct ubre de 1962, cuando aviones espías nort eam ericanos que
sobrevolaban la zona del Caribe t om aron una serie de fot ografías que revelaron la
exist encia de bases de m isiles soviét icos y de personal de ese país en la isla del Caribe.
La URSS j ust ificó su accionar esgrim iendo que el envío de esos m ísiles a la isla const it uía
sim plem ent e una “ acción solidaria” con un país que est aba – y había sido - am enazado, y
que en consecuencia t enía derecho a defenderse 42 . Para el gobierno nort eam ericano, est o

39
“ Any unilat eral am erican int ervent ion, in t he absence of an ext ernal at t ack upon ourselves or an
ally, would have been cont rary t o our t radit ion and t o our int ernat ional obligat ions. But let t he
record show t hat our rest raint is not inexhaust ible. Should it ever appear t hat t he int eram erican
doct rine of nonint ervent ion m erely conceals or excuses a policy of nonact ion – if t he nat ions of t he
hem isphere should fail t o m eet t heir com m it m ent s against out side com m unist penet rat ion – t hen I
want it clearly underst ood t hat t his governm ent will not hesit at e in m eet ing it s prim ary obligat ions
wich are t o t he securit y of our nat ion” . J.F. Kennedy. 1961. En Robbin s, Ca r la An n e . The Cuban
Threat . McGraw Hill Book Com pany. 1983. pp. 304.
40
Th om a s, H u gh . The Cuban Revolut ion.Harper’s and Row Publishers. New York. 1977. pp. 608-
609.
41
D om ín gu e z , J. Op. Cit ..
42
“ Why have we proceeded t o assist Cuba wit h m ilit ary and econom ic aid? The answer is: we have
proceeded t o do so only for reasons of hum anit arianism . At one t im e, our people it self had a
revolut ion, when Russia was st ill a backward count ry, we were at t acked t hen. We were t he t arget
of at t ack by m any count ries. The USA part icipat ed in t hat advent ure... You have asked what
happened, what evoked t he delivery of weapons t o Cuba?... an at t ack on Cuba was com m it t ed, as
a result of which m any Cubans perished. You yourself t old m e t hen t hat t his had been a m ist ake. I
respect ed t hat explanat ion... I t is also not a secret t o anyone t hat t he t hreat of arm ed at t ack,
aggression, has const ant ly hung, and cont inues t o hand over Cuba...” De Kruschev a Kennedy.
Telegram from t he em bassy in t he Soviet Union t o t he Depart m ent of St at e. Moscow. Oct ober 26.
1962. The Avalon Proyect at Yale Law Universit y: The Cuban Missil Crisis. Docum ent o N° 84.
For e ign Re la t ion s of t h e Un it e d St a t e s : ( 1 9 6 1 - 1 9 6 3 ) Cu ba n M issile Cr isis a n d Aft e r m a t h .
The Avalon Proyect at Yale Law School. Prim ary Sources
ht t p: / / www.yale.edu/ lawweb/ avalon/ diplom acy/ forrel/ cuba/ cubam enu.ht m

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no era m ás que una verdadera ofensiva y un abiert o desafío. 43 En Washingt on, los
m iem bros del EXCOM ( Execut ive Com m it t e - Com it é Ej ecut ivo del Consej o de Seguridad
Nacional) discut ieron durant e días que curso de acción t om ar. Si bien algunos de sus
m iem bros exigieron la invasión inm ediat a de Cuba, Kennedy era concient e de que una
acción t an im prudent e hubiera podido conducir a una guerra nuclear si la URSS decidía
int ervenir para prot eger sus m isiles y al personal soviét ico que operaba en la isla 44 . Fue
así que finalm ent e, Kennedy se decidió por el enfoque de la “ respuest a flexible” : el 22 de
oct ubre exigió a Moscú la ret irada de los m isiles de Cuba, im puso una “ cuarent ena”
( bloqueo naval) a la isla para im pedir la llegada de m ás arm am ent o soviét ico, aum ent ó el
núm ero de t ropas est acionadas en Guant ánam o y abrió canales de “ negociación pacífica”
con la URSS.
Kennedy est aba det erm inado a resolver el conflict o diplom át icam ent e, ya que era
concient e de que si los enfrent am ient os com enzaban no se det endrían hast a llegar a una
guerra nuclear. 45 Después de 5 días de crecient e t ensión e incesant es int ercam bios
epist olares ent re Kennedy y Kruschev, el segundo – sin consult ar ant es con Fidel Cast ro -
acept ó ret irar los m isiles y desist ir de ut ilizar a la isla com o base de operaciones de
arm as nucleares46 , a cam bio de la prom esa de Kennedy de rem over los m ísiles que
t enían localizados en Turquía y de la prom esa de no invadir Cuba ni apoyar ot ra invasión
ant icast rist a que pret endiese derrocar al gobierno de Cast ro 47 . Y así se evit ó el abiert o
enfrent am ient o ent re las dos superpot encias de la época, que podría haber derivado en
una devast adora guerra nuclear.
La finalización del conflict o, de alguna m anera, le aseguró a Nort eam érica la exclusión
de la URSS de su “ esfera de influencia” lat inoam ericana. Sin em bargo, Washingt on debía

43
“ ...t his governm ent received t he m ost explicit assurance from your governm ent and it s
represent at ives bot h publicly and privat ely, t hat no offensive weapons were being sent t o Cuba
( ...) I ask you t o recognize clearly, Mr. Chairm an, t hat it was not I who issued he first challenge in
t his case...” De Kennedy a Kruschev. Telegram From t he Depart m ent of St at e t o t he Em bassy in
t he Soviet Union. Washingt on. Oct ober 25. 1962. I bidem . Docum ent o N° 68.
44
Algunas opciones que consideraba el EXCOM eran: no hacer nada ( lo peligroso era act uar de
m anera desm edida) , ej ercer presiones diplom át icas, est ablecer un cont act o secret o con Cast ro,
realizar un at aque aéreo “ quirúrgico” ( dest ruir solo la sede de los m isiles) , una invasión a la isla o
un bloqueo económ ico. Al respect o, ver Allison , Gr a h a m . La esencia de la decisión. Análisis
explicat ivo de la crisis de los m isiles en Cuba. GEL Bs. As. 1988.
45
“ ...I t hink t hat you and I , wit h our heavy responsibilit ies for t he m aint enance of peace, were
aware t hat developm ent s were approaching a point where event s could have becom e
unm anageable” . De Kennedy a Kruschev. Docum ent o N° 104. Telegram f rom de Depart m ent of
St at e t o t he Em bassy in t he Soviet Union. Washingt on. Oct ober 28, 1962.
46
“ I t hink we m ust bot h recognize t hat it will be very difficult for any of us in t his hem isphere t o
look forward t o any real im provem ent in our relat ions wit h Cuba if it cont inues t o be a m ilit ary
out post of t he Soviet Union...” . Let t er from president Kennedy t o Chairm an Khrushchev.
Washingt on. Novem ber 6. 1962. Doc. N° 155.
47
“ ...We, on our part , would agree- - upon t he est ablishm ent of adequat e arrangem ent s t hrough t he
Unit ed Nat ions t o ensure t he carrying out and cont inuat ion of t hese com m it m ent s- - ( a) t o rem ove
prom pt ly t he quarant ine m easures now in effect and ( b) t o give assurances against an invasion of
Cuba and I am confident t hat ot her nat ions of t he West ern Hem isphere would be prepared t o do
likewise...” De Kennedy a Kruschev. Docum ent o N° 95. Telegram f rom t he Depart m ent of St at e t o
t he Em bassy in t he Soviet Union. Washingt on. Oct ober 27, 1962.

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a part ir de ahora asegurarse, ant e los int ent os que seguirían por part e de Cuba de
“ export ar” su revolución, que una sit uación sim ilar se gest ase en ot ros países del
cont inent e. Con est o en m ent e, Est ados Unidos reaccionó con lo que dio en llam arse la
polít ica de “ No a una Segunda Cuba” . 48 El significado que adquirió est a doct rina fue el de
evit ar revoluciones com o la de Cast ro en t odo el hem isferio, que t erm inasen socavando
la hegem onía nort eam ericana en Occident e. Repent inam ent e, Am érica Lat ina se había
convert ido en la prioridad núm ero uno de la agenda de Washingt on. Ello significó un gran
cam bio para la polít ica nort eam ericana dado que se pasó de buscar ant e t odo la “ defensa
hem isférica” ant e los avances del com unism o int ernacional, a com bat ir la “ subversión
int erna” en los países lat inoam ericanos49 .
El rum bo que la adm inist ración Kennedy dio a est a nueva polít ica respondió en part e
a una t eoría general sobre las precondiciones necesarias de procesos revolucionarios, y
en ot ra m edida a las enseñanzas dej adas por los procesos de cam bio socioeconóm ico
desencadenados en Asia y África a part ir de la Segunda Guerra Mundial, que en algunos
casos, habían t om ado vías revolucionarias y en ot ros no 50 . Est a t eoría general había sido
esbozada por el econom ist a y asesor del president e Kennedy en asunt os de seguridad
nacional, Walt Whit m an Rost ow, quien en su “ m anifiest o no com unist a” t it ulado Las
et apas del desarrollo económ ico, post ulaba que el desarrollo aut osost enido alcanzado por
las sociedades indust riales m aduras era la m et a a la cual debían de encam inarse t odas
las sociedades. Según Rost ow, el proceso hist órico conducía indefect iblem ent e a la
m odernización económ ica de t odas las sociedades, luego de at ravesar por diferent es
et apas ( sociedad t radicional, precondiciones para el “ despegue” , despegue económ ico,
avance hacia la “ m adurez económ ica” , y alt o consum o de m asas) . Siguiendo est a línea
argum ent al, el riesgo de revolución en la región cesaría cuando por fin se alcanzase ese
desarrollo aut osost enido que encam inaría a las naciones hacia la m adurez económ ica. En
consecuencia, era urgent em ent e necesario im pulsarlo en Lat inoam érica para “ prom over y
orient ar una t ransform ación de las est ruct uras sociopolít icas lat inoam ericanas que las
hiciesen invulnerables a la t ent ación revolucionaria que había ganado a la Gran Ant illa” 51 .
De est a m anera, en el m arco de la polít ica de cont ención global del com unism o, nació
la llam ada “ Alianza para el Progreso” , expresión de est a nueva polít ica para
Lat inoam érica. Si bien incluso durant e la Adm inist ración Eisenhower se había aut orizado
una inversión de 350 m illones de dólares para la capit alización de un Banco
I nt eram ericano de Desarrollo para la región, y ot ros 500 m illones de dólares para un
fondo de program as de desarrollo conocido com o “ The Social Progress Trust Fund” ; fue a
t ravés de la “ Alianza...” que Est ados Unidos se com prom et ió en 1961, a aport ar

48
W ia r da , H . Op. Cit . Pp. 359.
49
Fox , Ca r lt on . Op. Cit .
50
H a lpe r ín D on gh i, Tu lio. Op. Cit . Tercera Part e.
51
I bidem . Pp. 538.

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asist encia financiera y económ ica en form a sist em át ica para el desarrollo económ ico,
social y polít ico de Am érica Lat ina.
El program a cont em plaba la inversión de 20.000 m illones de dólares durant e un
período de 10 años para fom ent ar el crecim ient o económ ico, asegurar la est abilidad
polít ica y m ej orar las condiciones sociales de vida de los países de la región. La m it ad de
esa sum a provendría del Tesoro nort eam ericano, y el rest o de inversiones product ivas
privadas que debían ser com plem ent adas por inversiones de igual m ont o de origen
lat inoam ericano. El at ract ivo de est e program a residía en que ofrecía la posibilidad de
llevar a cabo reform as sociales sin necesidad de revoluciones violent as52 . Serían los
m ism os gobiernos lat inoam ericanos los que debían poner en práct ica sus propios planes
de desarrollo económ ico y reform a social que, con la ayuda que recibirían del ext erior,
perm it irían una dist ribución m ás j ust a de los frut os de los progresos económ icos y
sociales.
La Alianza se concret ó en el m arco de la VI I I Conferencia de la Organización de
Est ados Am ericanos de Punt a del Est e, en la que no solam ent e se resolvió excluir a Cuba
del sist em a int eram ericano ( sobre la base de que el m anifiest o m arxism o- leninism o de su
régim en la hacía incom pat ible con los principios y obj et ivos de la Organización 53 ) , sino
que adem ás se firm ó la “ Cart a de Punt a del Est e” en la que form alm ent e se est ablecieron
los principios de la Alianza. La Cart a post ulaba los siguient e obj et ivos a alcanzar en
1970: rápido crecim ient o económ ico ( asegurar una t aza de crecim ient o de no m enos del
2,5 por cient o anual per cápit a) ; una m ás equit at iva dist ribución del ingreso nacional
( que proporcionara a las clases m ás pobres una part e m ás j ust a de los aum ent os
proyect ados) ; el logro de una m ás com plet a ut ilización de los recursos nat urales y
hum anos de la región, increm ent ando la indust ria y reduciendo el desem pleo
( propugnando al m ism o t iem po el recurso a la reform a agraria para rom per el
est ancam ient o rural y una indust rialización m ás rápida y m enos lim it ada) ; y el
54
fort alecim ient o de la dem ocracia represent at iva. Cuba, aunque represent ada en Punt a
del Est e, no firm ó la Cart a; y Est ados Unidos dej ó bien en claro que no daría fondos a la
isla en t ant o y en cuant o su gobierno m ant uviera vínculos con la URSS55 .

52
Robbin s, Ca r la An n e . Op. Cit .
53
Fin a n , Joh n J. “ Lat in Am erica and t he Cold War” . En Davis, Harold E.; Finan, John J.; Peck, F. T.
Lat in Am erican Diplom at ic Hist ory. An int roduct ion. Louisiana St at e Universit y Press. Bat t on Rouge.
1977. La resolución de la exclusión no fue apoyada por seis de los m ás im port ant es est ados
m iem bros: Argent ina, Bolivia, Brasil, Chile, Ecuador, México; aunque si aprobaron la part e de la
resolución que afirm aba la incom pat ibilidad del m arxism o- leninism o con el sist em a int eram ericano.
Est o significó un verdadero éxit o para EE.UU. en sus int ent os de aislar a Cuba.
54
Le vin son , Je r om e ; D e On is, Ju a n . La Alianza ext raviada. Fondo de Cult ura Económ ica.
México. 1972
55
“ … it was j udged essent ial t hat we seek t o consolidat e t he new unit y and confidence of t he OAS;
press forward vigorously wit h t he Alliance for Progress; and exploit t he crisis t o weaken t he
Com m unist s; t o reduce t he fear of Com m unist s in Lat in Am erica; and t o draw left ist and neut ralist
groups away from t he Com m unist s and t owards t he cent er.” Docum ent o N° 109. Mem orandum
from Chairm an of t he Planning Subcom m it t e of t he Execut ive Com m it t e of t he Nat ional Securit y

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Dado que Est ados Unidos consideraba que para lograr est os obj et ivos era necesario
t rabaj ar conj unt am ent e con los m ilit ares lat inoam ericanos, se buscó poner a los Ej ércit os
Nacionales al servicio de ese am bicioso program a de t ransform ación. Desde la
perspect iva nort eam ericana, la “ Doct rina de Seguridad Nacional” - versión m ilit arizada de
la seguridad hem isférica y el desarrollo - hizo del ej ércit o el prot agonist a de la vida
nacional. Una part e considerable de los fondos dirigidos a Lat inoam érica se orient aron
hacia las Fuerzas Arm adas, que a la vez eran incit adas a t om ar a su cargo, a t ravés de
los llam ados “ Program as de Acción Cívica” , funciones de desarrollo económ ico- social. 56
A pesar de que se creó un Com it é I nt eram ericano de la Alianza para el Progreso, se
dispuso que seguiría a cargo de Est ados Unidos t om ar las decisiones cruciales
concernient es a la dist ribución de fondos que proporcionaban, que – según la ley de
Ayuda Ext erior del Congreso de los Est ados Unidos ( 1962) – debían gast arse,
práct icam ent e en su t ot alidad, en m ercancías nort eam ericanas.
A est a respuest a no m ilit ar de la cont ención, Kennedy sum ó una “ polít ica de
cont rainsurgencia” para cont ener la am enaza com unist a en Lat inoam érica 57 . Para
Kennedy, Est ados Unidos se est aba enfrent ando a un nuevo t ipo de guerra, en la que “ el
enem igo suele at acar m ás a escondidas que al descubiert o. No ha lanzado ningún m isil, y
sus t ropas se dej an ver raras veces. Envía arm as, agit adores, ayuda, t écnicos y
propaganda a cualquier zona. Pero cuando se t rat a de pelear, generalm ent e lo hacen los
dem ás, guerrilleros que at acan de noche... subversivos y sabot eadores e insurrect os, que
en algunos casos cont rolan grandes ext ensiones dent ro de naciones independient es” . 58
Por ello, la guerrilla revolucionaria se convirt ió en el m odelo de com bat ient e: el guerrero
“ ant iinsurreciones” . De est a m anera, en 1962 se creó a nivel m inist erial el Special Group
on Count erinsurgency ( Grupo Especial en Cont rainsurgencia) cuya función fue la de idear
nuevas arm as, rescribir los m anuales de ent renam ient o, crear cursos de m ét odos de
lucha ant iguerrillera, et c.; para alcanzar un obj et ivo ult erior: proporcionar a los m ilit ares
lat inoam ericanos adiest ram ient o y equipo cont ra los insurgent es, m ant ener y est ablecer
unidades de la CI A en cada país, y ayudar a m ant ener el st at u quo en la región.
Fue en est e cont ext o que la Escuela de las Am éricas ( Panam á) adquirió una
im port ant e relevancia. Ent re 1961 y 1969 alrededor de 20.000 m ilit ares lat inoam ericanos
fueron ent renados allí e inst ruidos en t écnicas de cont rainsurgencia y pacificación int erna
por m ilit ares nort eam ericanos59 . Muchos ot ros se ent renaron en el Special Warfare

Council ( Rost ow) t o t he President ’s Special Assist ant for Nat ional Securit y ( Bundy) . Washingt on.
Oct ober 29, 1962.
56
M cClin t ock , M ich a e l. I nst rum ent s of St at e Craft : US Guerrilla Warfare. Count erinsurgency and
Count ert errorism ( 1940- 1990) . New York. Pant heon Books. 1992. pp. 157- 165.
57
Bla sie r , Cole . The Hovering Giant . US responses t o Revolut ionary Change in Lat in Am érica.
Universit y of Pit t sburgh Press. 1976. Cap. 8.
58
Discurso de Kennedy al Congreso nort eam ericano. Mayo de 1961. En En ge lh a r dt , T. Op. Cit .
pp. 204.
59
Fox , Ca r lt on . Op. Cit .

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Cent er de Fort Bragg ( Carolina del Nort e) y en el I nt eram erican Deffense College en
Washingt on D.C. Adem ás, se crearon los llam ados “ Cuerpos de Paz” , int egrados por
civiles nort eam ericanos enviados a Am érica Lat ina com o consej eros y/ o supervisores de
proyect os no m ilit ares de desarrollo ( sist em as de com unicación, infraest ruct ura, salud,
educación, et c.) .
Cuando Kennedy fue asesinado en noviem bre de 1963, la Guerra Fría parecía alej arse
del escenario am ericano para t rasladarse a Asia. Baj o su sucesor, el ant eriorm ent e
vicepresident e L. Jhonson, y con est a polít ica lat inoam ericana en m archa, Est ados Unidos
no pareció ya t an preocupado com o ant es por sus relaciones con Am érica Lat ina, que
volvió a ser una región de baj a prioridad y escaso relieve... Aunque sus int ent os – que
parecen durar hast a hoy - de aislar al régim en de Cast ro del hem isferio no serían
abandonados. A part ir de ent onces, la región “ crít ica” de la Guerra Fría, y que
concent raría t odos los esfuerzos nort eam ericanos para cont ener al com unism o, pasó a
ser Viet nam , lo que conduj o a “ desviar la at ención nort eam ericana de Am érica Lat ina y a
una t endencia a sust it uir la esperada Alianza para el Progreso de Kennedy por la ayuda
m ilit ar a regím enes ant idem ocrát icos y acciones cont rarrevolucionarias ( com o la
int ervención de 1965 en la República Dom inicana) ” . 60

I V. Con clu sión .


Cuando finalm ent e los efect os expansivos de la Guerra Fría llegaron a Am érica Lat ina,
Est ados Unidos ya t enía delineada t oda una serie de polít icas y est rat egias de cont ención
del com unism o, que prim ariam ent e, parecían result ar efect ivas en la región.
Debido a la inflexibilidad de la ret órica ideológica que m ant uvo al conflict o ruso-
nort eam ericano vigent e durant e t ant o t iem po, Est ados Unidos int erpret ó cualquier signo
de cam bio polít ico, social y/ o económ ico que no respondiera a los parám et ros de un
occident e capit alist a y dem ocrát ico, com o una infilt ración del com unism o int ernacional, y
por ende peligroso a los int ereses nort eam ericanos. Y eso no era acept able en ningún
área baj o su influencia, m ucho m enos en la “ pat io t rasero” de la Casa Blanca.
Pero no se t rat ó solam ent e de det ener al enem igo com unist a. Las polít icas hacia
Am érica Lat ina t am bién se orient aron en función de evit ar que se desafiase su posición
com o pot encia hegem ónica en el hem isferio occident al y, por encim a de t odo, de
defender y preservar los int ereses del capit al privado nort eam ericano. Est e últ im o
aspect o adquirió especial relevancia a la hora de definir la polít ica ext erior a seguir en
una región en donde la hegem onía nort eam ericana parecía com o absolut am ent e
indiscut ible, donde las inversiones eran crecient es y product ivas, y donde se consideraba
que la am enaza com unist a no const it uía un verdadero peligro.

60
Ke n n e dy, Pa u l. Op. Cit . pp. 637.

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Según est os parám et ros, hast a fines de la década del ’50, pareció que la polít ica de
cont ención global para excluir al com unism o de occident e funcionaba perfect am ent e.
Lat inoam érica parecía no dar m ot ivos de alarm a. Sin em bargo, dos acont ecim ient os
hicieron que Washingt on em pezara a pensar lo cont rario y com enzara a prest arle m ás
at ención a Am érica Lat ina. En est e sent ido, cuando la Adm inist ración Eisenhower decidió
int ervenir en Guat em ala en 1954 para “ ayudar” a derrocar a un gobierno populist a en el
que algunos com unist as t enían puest os claves, lo hizo m ás en defensa de em presas
privadas nort eam ericanas com o la UFCo, perj udicadas por las reform as encaradas por el
régim en de Arbenz, que por considerar a est e pequeño país de Am érica Cent ral com o
una pot encial puert a de ent rada del com unism o en Am érica. La polít ica seguida en
Guat em ala pret endía adem ás servir de ej em plo aleccionador a los países
lat inoam ericanos de que, com o afirm a acert adam ent e R. Barnet , “ el uso del poder m ilit ar
nort eam ericano para prot eger inversiones am enazadas del m ism o país en el ext ranj ero
era una práct ica norm al” 61 a la que se recurriría en los casos en que fuera necesario.
Luego del desarrollo de los acont ecim ient os en Guat em ala y hast a la Revolución
Cubana, la concepción - propia del sent ido com ún nort eam ericano desde la elaboración
de la Doct rina Monroe - , de que Am érica Lat ina const it uía el área de influencia
nort eam ericana por ant onom asia, y por lo m ism o, infranqueable para cualquier pot encia
ext ranj era, volvió a reforzarse. Pero la evolución de los acont ecim ient os en Cuba luego
de la revolución de 1959 y la incorporación de la isla al cam po socialist a, provocaron un
cam bio radical. Los soviét icos parecían haber encont rado la “ puert a de ent rada” . Y ello
const it uía no solo una am enaza direct a a la seguridad nacional de Est ados Unidos y a sus
int ereses en el hem isferio, sino un desafío direct o y sin precedent es.
Así, el gobierno nort eam ericano ut ilizó t odas las arm as diplom át icas que el enfoque
de la respuest a flexible consideraba, para luchar cont ra el “ germ en com unist a” que
am enazaba desde Cuba con infect ar a t odo el cont inent e am ericano. Se apeló a la
presión polít ica - rom piendo relaciones con el régim en cast rist a y excluyendo a la isla del
sist em a int eram ericano - , se aplicaron t áct icas de guerra y em bargo económ ico – que
aún persist e - , se apoyó a grupos de oposición al régim en y se planearon invasiones
para derrocar al gobierno. Pero Cuba result ó ser un hueso m ucho m ás duro de roer que
Guat em ala. Por ello, Est ados Unidos se abocó a im pedir que surgiera una “ Segunda
Cuba” en Lat inoam érica, reorient ando su polít ica ext erior hacia la región con el obj et ivo
de evit ar que lo que había pasado en Cuba sucediera t am bién en ot ros países de la
región.
En 1962, con la inst alación de los m ísiles soviét icos que apunt aban a Est ados Unidos,
se alcanzó el punt o m ás álgido que la Guerra Fría conoció. En una t ensa confront ación, el
gobierno nort eam ericano t erm inó negociando con la URSS el ret iro de los m ísiles de

61
Ba r n e t , R. Op. Cit . pp. 253- 254.

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Cuba, m ient ras acordaba no seguir int ent ando derrocar al régim en de Cast ro. Si bien el
ret iro de los m ísiles hizo parecer a la URSS com o el gran perdedor del enfrent am ient o, la
concesión nort eam ericana fue m ucho m ás relevant e y sum am ent e significat iva en el
largo plazo. La prom esa de “ m ant enerse alej ado de Cuba” de allí en m ás, de alguna
m anera, represent ó, com o perspicazm ent e señala D. Brower, “ la derrot a de la polít ica de
la Guerra Fría de m ant ener a la URSS y a los part idos com unist as fuera de
Lat inoam érica” 62 . Y no solo eso. Adem ás, im plicó el fin definit ivo de la influencia
nort eam ericana en Cuba, que aún hoy, cont inúa siendo el bast ión que escapó a la
influencia nort eam ericana, adalid de la avanzada com unist a en el hem isferio occident al.
Am érica Lat ina pasó a ser por prim era vez la región priorit aria en las consideraciones
diplom át icas de la agenda de Washingt on. La necesidad de idear una polít ica de
cont ención específica para la región se hizo im perat iva t ant o para evit ar que ot ras
revoluciones com o la de Cast ro se produj eran en el cont inent e, com o para insist ir en que
ningún país lat inoam ericano fuera ut ilizado com o base para im plant ar arm am ent o
soviét ico que pudiera am enazar a Est ados Unidos. Fue así que, la adm inist ración
Kennedy ideó una polít ica que cont enía “ elem ent os cont radict orios” 63 .
Por un lado, una especie de “ Plan Marshall” para Am érica Lat ina, la “ Alianza para el
Progreso” , cuyo obj et ivo era, en los papeles, fom ent ar el progreso social y el desarrollo
económ ico en la región, fort aleciendo al m ism o t iem po la dem ocracia represent at iva.
Ent re líneas, represent ó una est rat egia de Washingt on para prom over inversiones
nort eam ericanas en la región y am pliar el m ercado lat inoam ericano para la expansión de
las grandes em presas privadas. Su elem ent o ext ra era que m ient ras lograría el
crecim ient o de los países lat inoam ericanos ( dadas las est im aciones de la Alianza) , Cuba
sufriría, debido al aislam ient o, el em bargo, y a su exclusión de los beneficios del
program a, problem as económ icos que t erm inarían por desacredit ar a su régim en a los
oj os del rest o de Lat inoam érica 64 .
Por ot ro lado, se configuraron polít icas de “ cont rainsurgencia” , com o est rat egias
ant iguerrilleras y ant isubversivas para m ilit ares lat inoam ericanos, que t rat arían de lograr
que Am érica Lat ina experim ent ase una “ revolución pacífica” , que evit aría que la m ism a
se produj era m ediant e un proceso revolucionario de las caract eríst icas del cubano.
Evident em ent e, de haber cam bios o reform as sociales, polít icas o económ icas en
Lat inoam érica, debían realizarse según los parám et ros y condiciones de Washingt on.
De est a m anera, a t ravés de los dos casos escogidos aquí ( Guat em ala y Cuba) y sus
desarrollos e im plicancias post eriores, pret endim os delinear la polít ica ext erior
nort eam ericana hacia Am érica Lat ina durant e los gobiernos de Eisenhower y Kennedy,
cuyas caract eríst icas podríam os resum ir com o:

62
Br ow e r , D . Op. Cit . pp. 415.
63
Bla ssie r , C. Op. Cit . cap. 8: US responses since 1961.
64
Ver not a 57, pág. 19.

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- una polít ica ant icom unist a: el m arco de la lucha cont ra el com unism o
int ernacional y las polít icas adopt adas hacia el rest o del m undo, fueron las que
dieron la t ónica y el argum ent o a las polít icas de Guerra Fría hacia la región,
considerada el área de cont rol e influencia nort eam ericana por excelencia.
- una polít ica de int ervención y unilat eralidad de acción: Henry Kissinger ha
afirm ado que la “ ...polít ica ext erior de los Est ados Unidos en el cont inent e
am ericano fue, esencialm ent e, int ervensionism o de gran pot encia” . 65 Sus
int ervenciones en Guat em ala en 1954 y Cuba en 1961 ponen de m anifiest o que,
cuando a crit erio de Washingt on, la seguridad nacional o los int ereses de las
em presas privadas se encuent ren am enazados de alguna m anera, Est ados Unidos
obrará unilat eralm ent e si no logra el consenso y “ solidaridad” pert inent e de los
rest ant es países lat inoam ericanos o de los organism os panam ericanos para
adopt ar m edidas al respect o ( pero sin que ello signifique renunciar a ut ilizarlos en
ot ros cont ext os) . De hecho, com o vim os ant eriorm ent e, así lo expresó el propio
president e Kennedy luego de la fallida invasión a Bahía de Cochinos66 . Sin
em bargo, las int ervenciones indirect as de t ipo m ilit ar no fueron las únicas que
Est ados Unidos llevó a cabo en la región durant e el período en cuest ión. La
penet ración económ ica, el apoyo polít ico a gobiernos pronort eam ericanos - sean
est os dem ocrát icos o aut orit arios - , y las presiones económ icas, polít icas y
diplom át icas ej ercidas sobre diferent es gobiernos en dist int os ám bit os, t am bién
const it uyen form as de int ervención en los asunt os int ernos de los países
lat inoam ericanos.
- Una polít ica cont rarrevolucionaria: Est ados Unidos buscó con sus polít icas
m ant ener la “ est abilidad” en Lat inoam érica y evit ar el desarrollo de acciones que
pudieran conducir a la inst auración de regím enes socialist as por la vía
revolucionaria. Est a polít ica, com o fue m encionado ant eriorm ent e, adopt ó dos
variant es: la Alianza para el Progreso, una especie de reform a cont rolada por
Washingt on que adem ás aseguraba el reforzam ient o del dom inio económ ico de
Est ados Unidos en la región; y las polít icas de cont rainsurgencia, cuyo obj et ivo
era evit ar que los cam bios que se pret endían concret ar a t ravés de la Alianza, se
llevaran a cabo por un m edio no acept able para Washingt on: la revolución
socialist a.
- Una polít ica ant idem ocrát ica: Est ados Unidos acept ó, y en m uchas ocasiones
sost uvo, regím enes m ilit ares en su lucha cont ra el com unism o. Así act uó cont ra
un gobierno elegido dem ocrát icam ent e en Guat em ala y apoyó al gobierno m ilit ar

65
Kissin ge r , H e n r y. La Diplom acia. Fondo de Cult ura Económ ica. 1994. Cap. XXXI :
“ Reconsideración del nuevo orden m undial” . Pp. 830.
66
Al respect o, ver página 11, not a 36.

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Cent ro Argent ino de Est udios I nt er nacionales www.caei.com .ar
Pr ogr a m a H ist or ia de la s Re la cion e s I n t e r n a cion a le s

que vino después que resguardó los int ereses del capit al privado nort eam ericano.
Pero adem ás, benefició a las fuerzas arm adas y a los gobiernos m ilit ares de los
países lat inoam ericanos dest inándoles fondos, apoyos y ent renam ient o logíst ico y
m ilit ar por considerarlos una garant ía para la lucha cont ra el com unism o y el
inst rum ent o para su cont ención.

Cuando L. Johnson llegó a la presidencia de los EE.UU., el epicent ro de la Guerra Fría


se había t rasladado de Lat inoam érica a Asia. El gobierno nort eam ericano cont inuó
aplicando las polít icas ideadas durant e la adm inist ración Kennedy con una variable:
m ient ras est e últ im o pat rocinó el accionar de fuerzas cont rainsurgent es, Johnson decidió
int ervenir direct am ent e con t ropas nort eam ericanas en República Dom inicana en 1965
para “ prot eger a los ciudadanos de Est ados Unidos y de ot ros países” , repit iendo su
accionar en ot ras 52 m isiones especiales en Am érica Lat ina. 67 Tam bién cont inuó con la
Alianza para el Progreso, pero haciendo m enos hincapié en la reform a social y m ás en el
desarrollo económ ico de la región. Pero el obj et ivo seguía siendo el m ism o: evit ar la
aparición de “ m ás Cubas” .
Más allá de los casos de Guat em ala y Cuba aquí analizados, no pareció haber en
Am érica Lat ina, en el período considerado en est e t rabaj o, prospect os reales de que
est allaran ot ros conflict os de Guerra Fría en la región. Por ello, cabría pregunt arse, com o
lo hace C. Blassier, si Est ados Unidos no provocó por si m ism o aquello que con t ant o afán
buscaba evit ar: la int erferencia de ot ras pot encias en el hem isferio. Después de t odo, en
am bos casos, los gobiernos de Guat em ala y Cuba solo recurrieron a pot encias
ext racont inent ales ( la URSS) luego de que Est ados Unidos t om ara m edidas que los
im pulsaron a ello: presiones diplom át icas, represalias polít icas, em bargos económ icos,
apoyo a grupos disident es, et c. Tal vez, com o insinúa el aut or, Est ados Unidos no haya
sido en Lat inoam érica ot ra cosa que su propio peor enem igo. 68

67
Robbin son . Ca r la . Op. Cit .
68
“ The Unit ed St at es has oft en brought on it self what it m ost seeks t o avoid, t he int erference of
rival Great Powers in t he Hem isphere. I n t his sense, The Unit ed St at es has long been it s own worst
enem y in Lat in Am erica. Lat in Am erican governm ent s t end not t o appeal t o ext rahem ispheric
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