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Arequipa, ¡A los siglos!

Ahora que celebramos un año más de nuestra conquista española, año 482, y ya
presenciar la celebración de la misma fecha, es inevitable no analizar y comparar la
preserva de manifestaciones culturales actuales a las de hacía (aproximadamente) hace 4
siglos.

Más, aunque muchas personas alegan querer volver el tiempo y redactar las leyendas e
historias del origen de nuestras creencias o recordar, por ejemplo, a las nuevas
generaciones, la gracia de nuestras canciones regionales.

“Que años aquellos”, dice Ignacio Ortiz (80) mientras mira con nostalgia fotos antiguas
de Arequipa. Desde hace 53 años se dedica a la fotografía en la Plaza de Armas de la
ciudad, lugar donde pudo retratar momentos felices de miles de familias, teniendo como
fondo el elegante Tuturutu y la majestuosa basílica Catedral.

“Los sábados y domingos siempre venía gente y me pedían que les tome fotos, recuerdo
que en ese tiempo pasaba el tranvía, también los caballos que recorrían el perímetro de
la plaza para dar un paseo a los turistas, yo capturé muchas de esas cosas, pero esas
fotos las boté pensando que no eran tan importantes, pero ahora veo lo valiosas que
eran”, manifiesta.

La mayoría de las veces eludimos siquiera pensar que realmente pudiésemos perder
nuestra identidad arequipeña ¿Razón? Declaramos conocer lo suficiente de Arequipa,
mientras que, al otro lado, nos intentamos adaptar (incorrectamente) a ciertas tendencias
contemporáneas, con características que se repiten y no tienen más singularidad que la
tendencia social.

El regionalismo de los ciudadanos, junto con sus conocimientos, quizás sea una manera
precisa de conjurar el avance de la ciudad. En el último siglo, Arequipa ha sido
escenario de diferentes eventos revolucionarios que marcaron la historia, además de ser
la cuna de personajes ilustres.

Hubo transformaciones arquitectónicas y sociales. Por ejemplo, el monumento como la


antigua capilla del Hospital Goyeneche, diseñada por Pedro Paulet, actualmente ya no
existe. El tranvía eléctrico dejó de circular y la ciudad tiene actualmente el reto de
mejorar su servicio de transporte público.

El historiador y director de la Biblioteca Mario Vargas Llosa, Rommel Arce, califica


1918 como un año “compulsivo”, por entonces el alcalde de Arequipa fue Andrés
Guillermo Meneses Cornejo, militante del Partido Civil, liderado por el abogado José
Pardo y Barreda, quien gobernaba el país en segunda oportunidad.
Un hecho destacable que se asemeja a lo que hoy se está viviendo en el país, es que en
1915 la clase obrera arequipeña protestó contra el alza de los precios de las
subsistencias. El prefecto de la época, José Rodríguez del Riego, ordenó sofocar esta
reacción social y terminó en la muerte de diez trabajadores, quienes hasta el día de hoy
están enterrados en el cementerio de La Apacheta.

Por el aniversario de Arequipa no había una ceremonia protocolar ni un corso como


ahora, pues todo se limitaba a las visitas masivas de los vecinos a las diferentes iglesias
para celebrar la fiesta de la Virgen de la Asunción, y como parte de la eucaristía,
también se hacía mención del onomástico de la urbe. Aunque, claro, el mismo día de la
ciudad, todos los habitantes se reunían en las callejuelas de la plaza de Armas (o en la
misma), y cantaban el himno arequipeño a todo pulmón.

Pero ahora Arequipa cuenta con un corso, El Corso de la Amistad, un gran desfile de un
día de duración compuesto por bailarines folclóricos, trajes tradicionales, bandas de
música y una gran variedad de carrozas. Comprendiendo entonces, de diversión, un
ambiente alegre, excelente comida y bebidas locales. El cual, absolutamente todos los
ciudadanos tienen muy en cuenta y no pierden el gusto de ir y ser parte de la emoción
del desfile.

Son estos hechos, y más, que yacen en la memoria de nuestros antepasados y aún
prevalecen y pueden ser contados gracias al, aún, esfuerzo de la gente arequipeña.

Autora: Milene Alizé Terán Flores

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