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por secretaría
Columna de Agustín Squella:
Puede. Puede empezar a subir por secretaría. Con esa incómoda y desagradable
sensación quedé luego de la primera semana de trabajo de la Convención
Constitucional, caracterizada por graves descuidos del gobierno en el apoyo
logístico que debe a la Convención y por un cierto grado de improvisación y
desorden de parte de los propios constituyentes y de la Presidencia y
Vicepresidencia de la mesa. Sin embargo, siempre es bueno serenar el juicio, no
abultar los inconvenientes y menos pronosticar que los días iniciales de
funcionamiento vayan a marcar fatalmente el futuro trabajo de la Convención. Una
cosa fue la ceremonia de instalación de ella –el domingo 4 de julio- y otra, que
recién comienza, es el proceso de instalación plena que cumple a partir de ese día y
que tomará su tiempo
El riesgo de defraudar a la ciudadanía es mayor, sin duda, porque hacía mucho que
una institucionalidad pública y el proceso a su cargo no tenían en Chile una tan alta
aprobación ciudadana. Al votar tan mayoritariamente por el Apruebo, el país dejó
un ojo puesto en la contingencia (cómo no en medio de una pandemia), pero, a la
vez, levantó el otro y lo puso más allá, más alto, proponiéndose tener una nueva
Constitución para el futuro. No podemos perder esa doble mirada ni permitir que el
primero de esos ojos impida o di culte la visión del segund
Es cierto que el gobierno falló los primeros días en el apoyo a la Convención y es
cierto también que los tiempos de primarias que vivimos, y los de ya muy
próximas elecciones presidenciales y parlamentarias, tienen exaltados los ánimos
políticos y contagian a todos con cálculos y planteamientos que poco o nada
tienen que ver con el trabajo de la Convención. Pero ambas causas –mal
desempeño del gobierno y clima electoral encendido- acabarán disolviéndose con
el tiempo y la responsabilidad por el avance del trabajo de la Convención será
exclusivamente de sus 155 integrantes. Esa, que es una responsabilidad, es también
una esperanza, una esperanza con fundamento, puesto que a mediados de la
presente semana, cuando escribo esta columna, las cosas han mejorado bastante.
En esto pasó algo parecido al día de la instalación de la Convención: si ese día tuvo
un mal primer tiempo y un buen segundo tiempo, en todo caso ambos muy bien
arbitrados por Gloria Valladares, la segunda semana de la Convención está siendo
claramente mejor que la primera
Por su lado, y como es habitual, los medios de comunicación no suelen destacar lo
positivo, y menos aún lo normal, y dejan a veces la sensación de que viviríamos en
el peor de los mundos. Si usted quisiere experimentar algo parecido a la
proximidad del apocalipsis, siéntese cualquier noche a ver un noticiero de
televisión. Solo las interminables y majaderas tandas de publicidad le darán un
respiro en medio de la crónica roja que se presenta allí con regular puntualidad y
abundancia. Por otro lado –y para ser justos- hay que celebrar la constante
presencia de múltiples medios en las puertas de la Convención y la manera cómo
obtienen declaraciones de constituyentes de las más diversas ideas
Además de lo dicho, el promedio de edad en la Convención es de 45 años –
enhorabuena-, y eso trae consigo, tan legítima como inevitablemente, que algunos
constituyentes jóvenes empiecen a pensar en futuras carreras políticas y que esta
expectativa, de la que no cabe escandalizarse, pueda sin embargo traer consigo un
cambio en las prioridades y el predominio de la lógica que ha imperado ya por
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