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Mientras el pequeño koi reunía nuevamente fuerzas para intentar otro salto, el Dios
de las Aguas, que lo estaba observando, emocionado por la valentía del pez, decidió darle
una mano. Hizo llamar a las olas para que lo acompañaran en su impulso y, de este modo,
alcanzara la cima y lograra pasar del otro lado del portal del Dragón. Así ocurrió. El pequeño
koi desapareció en la niebla y, al poco tiempo, renació convertido en un precioso pez
dragón.
Desde ese día, siempre que otro pez encuentra el coraje, la fuerza y la
perseverancia para ir a contracorriente hasta alcanzar las aguas del río Azul, es
recompensado con la metamorfosis y transformado en un precioso pez dragón.