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915135. 1 (H). Primera Sala. Quinta Época. Apéndice 2000. Tomo IV, Civil, P.R. Histórica, Pág. 1129.

ARQUEOLOGÍA, BIENES RELATIVOS A LA.- La Ley sobre Monumentos


Arqueológicos, de 11 de mayo de 1897, declara que son propiedad de la nación, todos los
monumentos arqueológicos existentes en el territorio mexicano, prohibiendo la explotación,
remoción y restauración de ellos, sin licencia expresa del Ejecutivo de la Unión, y para los
afectos de esa ley, se reputan monumentos arqueológicos, las ruinas de ciudades, las casas
grandes o habitaciones troglodíticas, las fortificaciones, los palacios, templos, pirámides,
rocas esculpidas o con inscripciones y, en general, los edificios que, bajo cualquier aspecto,
sean interesantes para el estudio de la civilización e historia de los antiguos pobladores de
México. En otro de sus artículos, considera delito la destrucción o deterioro de esos
monumentos, y todos sus preceptos, hasta el quinto, se refieren a inmuebles. El artículo 6o.,
menciona los muebles y dispone que las antigüedades mexicanas, códices, ídolos, amuletos y
demás objetos o cosas muebles, que el Ejecutivo Federal estime como interesantes para el
estudio dicho, no podrán ser exportados sin autorización legal, y sanciona con una multa al
que infrinja tal disposición, sin perjuicio de la responsabilidad penal en que pudiera incurrir.
El artículo 8o. establece que las antigüedades mexicanas adquiridas por el Ejecutivo, se
depositarán en el museo nacional. De la redacción de esos preceptos, es forzoso concluir que
el legislador declaró propiedad nacional los monumentos arqueológicos inmuebles que
enumera, y con respecto de los muebles, prohibió su exportación sin autorización legal,
sancionándola en la forma ya dicha; de modo que es indudable que la ley reconoció que
pueden ser objeto de propiedad privada, las antigüedades muebles, supuesto que limitó su uso
y tenencia al territorio nacional y ordenó que las antigüedades adquiridas por el Ejecutivo,
serían depositadas en el museo nacional. Esta facultad otorgada al Ejecutivo de la Unión para
adquirir antigüedades, implica que dichos muebles son susceptibles de apropiación por
personas distintas del Estado, lo que confirma la redacción de la Ley de Protección y
Conservación de Monumentos y Bellezas Naturales, de 31 de enero de 1930, que autoriza al
Gobierno Federal para expropiar los bienes arqueológicos muebles e inmuebles, mediante
indemnización, y faculta a los particulares para enajenarlos libremente, con la sola obligación
de dar aviso a la Secretaría de Educación Pública, para que el Gobierno Federal pueda ejercer
el derecho del tanto, extendiendo la prohibición a exportar a aquellas cosas muebles de
propiedad privada, aun cuando no hubieran sido declarados monumentos arqueológicos si su
conservación en el país fuera de interés público por su valor artístico, arqueológico o
histórico; y la ley de 27 de diciembre de 1933, que derogó la de 30 de enero de 1930,
considera que las cosas muebles de origen arqueológico son monumentos y ordena el registro
de la propiedad arqueológica particular, en los términos de su artículo 9o. de modo que si la
ley reconoce la posibilidad de que los particulares sean propietarios y puedan adquirir objetos
muebles de origen arqueológico, con las únicas limitaciones que establece la misma ley, es
claro que existe derecho en favor de los particulares, de apropiarse las reliquias históricas
muebles, y que no puede estimarse existente ya, de acuerdo con la ley de mayo de 1897, el
derecho de propiedad originaria de la nación, de todos los monumentos arqueológicos, sólo
por la restricción relativa a exportarlos, pues precisamente esta restricción indica que la
posesión de esos objetos por particulares, dentro del territorio nacional, ha sido permitida por
el poder público. Por otra parte, el Código Civil de 1884, consideraba al propietario de un
terreno como dueño de su superficie y de lo que estaba debajo de ella, por lo que podía usarlo
y hacer en él todas las obras, plantaciones o excavaciones que quisiera. Conforme al mismo
código, el tesoro oculto pertenecía al descubridor en sitios de su propiedad, con la sola
restricción establecida en el artículo 761, y si tal código era aplicable en el momento de

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915135. 1 (H). Primera Sala. Quinta Época. Apéndice 2000. Tomo IV, Civil, P.R. Histórica, Pág. 1129.

verificarse el hallazgo de reliquias arqueológicas, no puede considerarse que eran ajenas, con
relación al dueño del terreno.

Amparo penal directo 4764/42.-Thompson Edward Herbert, sucesión de.-10 de enero de


1944.-Cuatro votos.-Ausente: Fernando de la Fuente.-La publicación no menciona el nombre
del ponente.
Semanario Judicial de la Federación, Quinta Época, Tomo LXXIX, página 458, Primera Sala.

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