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HISTORIA MEDIEVAL

TRABAJO PRÁCTICO N° 2: LOS REINOS ROMANO-GERMÁNICOS


Comisión 2

Clase 2: 29 de abril de 2022


Objetivos de la clase:
• Identificar las características centrales de las sociedades políticas altomedievales
e incorporarlas al análisis del reino visigodo.
• Analizar la transformación del reino visigodo desde su instalación en torno a
Tolosa hasta su traslado al sur de los Pirineos.
• Estudiar las transformaciones políticas y territoriales de la monarquía visigoda a
través de las trayectorias vitales de sus monarcas.
Actividades:
1. A partir de los postulados de Rosamond McKitterick analice los siguientes
aspectos del reino visigodo antes del advenimiento de Leovigildo.
• El reino visigodo de Tolosa como una “Monarquía dentro del Imperio”
• La naturaleza de Teodorico (418-451) como Rex Gothorum.
• El Officium Palatinum y la relación de los líderes visigodos con la aristocracia
• La política de Teodorico frente a Gesaleico y a la tutela de los visigodos.

2. Describa la situación del reino visigodo en cada uno de los momentos que figuran
en los mapas dispuestos a continuación:

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2
a. ¿Cuáles fueron los hitos que marcaron las grandes transformaciones
territoriales?
b. ¿Qué cambios sufrió el reino en el periodo inmediatamente anterior al
advenimiento de Leovigildo?

3. A partir de las biografías de Leovigildo y Recaredo publicadas por la Real


Academia de la Historia en el Diccionario Biográfico Español complete la ficha
biográfica y analice las transformaciones del reino visigodo durante aquel
período.

4. A partir de los siguientes fragmentos analice la situación de la monarquía visigoda


tras la muerte de Recaredo. Recupere las innovaciones del III Concilio de Toledo
y el rol de los obispos en el tiempo sucesivo.

1.- La clericalización de la administración local.- A pesar de sus esfuerzos, los reyes


bárbaros tenían dificultades para administrar eficazmente las ciudades que poseían. El
conde de la ciudad en efecto, estaba ocupado una parte del año en sus obligaciones
militares. Además, la desaparición progresiva de las curas municipales perturbó la
administración diaria de la ciudad y la recaudación fiscal.
A partir de la segunda mitad del siglo V, la quiebra de la vida cívica tradicional fue
compensada con la progresión del poder de la Iglesia local. En efecto, los disturbios
llevaron al obispo a asumir la mayoría de las antiguas atribuciones edilicias reservadas a
la curia: mantenía la muralla, restauraba los edificios públicos y velaba por el
abastecimiento de la ciudad. A veces, el prelado también asumió el papel de juez para los
asuntos puramente civiles. En todos los casos, su prestigio le condujo a representar a su
ciudad en las negociaciones con los poderes extranjeros.
En pocas palabras, para administrar bien su territorio, el rey bárbaro debió dialogar sin
más remedio con aquel personaje. Ahora bien en Europa, todos los obispos locales eran
católicos. El rey visigodo Leovigildo (568-586) y el rey lombardo Lotario (633-652)
intentaron desplegar una red episcopal arriana en sus reinos, pero dichas experiencias
fracasaron. Además, la inmensa mayoría de los obispos procedían de la vieja aristocracia
romana.
Los prelados católicos aceptaron en verdad discutir sin reticencia alguna a un rey pagano
o hereje. Para hablar de los impuestos, de la justicia o de la conducción del agua no era
necesario adherirse a una misma religión.
Magalí Coumert y Bruno Dumezil, Los reinos bárbaros en Occidente, Granada,
Editorial Universidad de Granada, 2013 [1ª Ed, en francés 2010], pp. 128-129.

La figura de Isidoro, que sucede a su hermano Leandro al frente de la sede episcopal de


Sevilla, ha mediatizado cualquier aproximación a esta época que tenga en cuenta las
fuentes escritas, tanto por la influencia de sus obras como por la proliferación de las
mismas. Además, Isidoro tiene un enorme impacto en las decisiones de los poderes
episcopales católicos que habían sido los grandes beneficiados de los intensos cambios

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políticos de la década de los ochenta del siglo VI. En momentos muy concretos, como,
entre otros, el Concilio II de Sevilla del año 619, o en el IV Concilio General de Toledo
del año 633, se percibe la autoridad de Isidoro en la toma colectiva de decisiones por los
prelados.
Si se tiene en cuenta que dichas decisiones van enfocadas no solamente a los aspectos
propiamente disciplinares o eclesiásticos, sino también a la proyección de los mismos en
la vida civil y la política, el calado de su influencia se multiplica. Por otro lado, su
participación en el diseño de una historia lineal, providencialista, con el objetivo de
presentar una supuesta superioridad del reino visigodo sobre la historia romana, que
relacionaba constantemente con el imperio de Constantinopla, y de ensalzar el papel de
los obispos en la misma, es determinante.
Santiago Castellanos, Los Visigodos, Madrid, Síntesis, 2018, pp. 102-103.

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