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UNIVERSIDAD Y PROSTITUCIÓN

JUAN MANUEL ESTRADA JIMÉNEZ


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Copyright
Todos los derechos reservados por el investigador principal y los coinvestigadores.
Esta obra se encuentra registrada ante la Dirección Nacional de Derechos de Autor del
Ministerio del Interior y la Biblioteca Nacional de la República de Colombia. Está protegida
por leyes internacionales. Se prohíbe su reproducción total o parcial, su trasmisión por
cualquier forma o medio: electrónico, mecánico, por fotocopia, por registro o por otros
métodos, así como la distribución de ejemplares mediante alquiler o préstamo públicos, sin
el permiso previo y por escrito del investigador principal.
Materia: Investigación (001.4).
Clasificación temática: Feminismo y Teoría Feminista (JBSF11).
ISBN: 978-958-48-3836-0
Imagen de portada: El nacimiento de Venus por William Bouguerau.
Primera Edición Mayo 17 de 2018, realizada por:

INSTITUTO PARA EL DESARROLLO


DE LOS MÉTODOS CUALITATIVOS DE
INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA: MITO

GRUPO DE INVESTIGACIÓN
EN NARRACIONES SOCIALES

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UNIVERSIDAD Y PROSTITUCIÓN

Investigador Principal

JUAN MANUEL ESTRADA JIMÉNEZ

Equipo de Coinvestigadores

ISELA DILICIO CRUZ


MICHELLE JOHANA ALEANS ACOSTA
KELLY YULIANA MARÍN GARCÍA
YERALDIN ORDOÑEZ SIERRA
KAREN LUCIA LEMUS ALMENTERO
ELY YOHANA SOTO ABDALÁ
LINA MARÍA URIBE TRUJILLO
LAURA MARGARITA ROMERO CASASARES
DILAN ANDRÉS ESPITIA LADEUX
MANUEL ANTONIO FLÓREZ OTERO
CESAR RICARDO ZÚÑIGA LASSO

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UNIVERSIDAD Y PROSTITUCIÓN

EQUIPO DE AUXILIARES DE INVESTIGACIÓN


Yeislanis Berrocal Hoyos Yesmith Lorena Pastrana E.
Ennith Johana Bocanegra V. Efrén Jesús Pedraza Villera
Dayana Lucia Cogollo Alzate Adriana Zoila Peinado Arrieta
María Alejandra Domínguez Á. Geysha Patricia Petro Maussa
María Ángel Durango Misat Karen Carolina Ruiz Escobar
Angélica Patricia Castro M. María José Anaya Acosta
Eliana Chica Yánez María Carolina Torres Pinto
José Mario Enamorado G. María José Osorio Aldana
María Camila Escudero Solera Rudiar Del Carmen Valle M.
Aura Cristina Espitia Anaya Yarleth Cecilia Quesada Jiménez
César David Fernández López Camila Andrea Zuleta Estrada
Karen Margarita Flores Cedeño Karolay Vianey Salcedo Romero
Adriana Yulisa Giraldo H. Viviana Beatriz Solano De Arco
Cecilia Paola Goyeneche C. Diana María Vega Flórez
Isaura Mirleiz Hernández O. Yurani Esther Vidal Ramos
Katherin Llorente López Diana Paola Regino Saéz
María Lucia Lozano Causil María Raquel Polo Flórez
Fhara Alejandra Lozano P. Danna Carolina Ávila Torres
Juan Andrey Martínez Rivera Eline Delgado Vergara
Jesús Javier Plaza Reyes Sindy Paola Bolaños Aleán
Leidy Tatiana Pretelt M. Leidy Cecilia Calderón Mendoza
Andrea Paola Ramos Arteaga Mary Luz López Garcés
Alejandra Sánchez Pertuz Ana Carolina Galeano Medina
Julio Rafael Velásquez Galeano María Eugenia Meneses Tapia
Sira Elena Velásquez Ruiz Dina Luz Moreno Sánchez
Erika Paola Calume Álvarez Maira Karolina Oyola Bocachica
Liz Marcela De La Vega Díaz Andrea Patricia Montes Ramos
Dayana Galarcio Salgado Angie Melissa Martínez Gómez
John Jairo Hernández Suarez María José Rolong Doria
Katerine Isabel Martínez López Michel Padilla Maussa
Leidys Patricia Ortega Díaz Yulisa Isabel Ramos Palma
Narly Oviedo Burgos Luz Keren Álvarez Fuentes
Kelly Johana Padilla Mendoza Giancarlo Saavedra Sierra

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UNIVERSIDAD Y PROSTITUCIÓN

INVESTIGADOR PRINCIPAL

JUAN MANUEL ESTRADA JIMÉNEZ


ITAGÜÍ, 24 DE ABRIL DE 1971

Psicólogo. Historiador. Director del Instituto para el Desarrollo de los Métodos Cualitativos
de Investigación Científica: Mito. Líder de su Grupo de Investigación en Narraciones Sociales.
Autor de los libros: La infancia masculina en el barrio El Rincón: Itagüí, 1950–1960 (2017), La
muerte de la Santísima Virgen (2016), Crónica de masacres (2016), El razonamiento clínico
planteado en términos de mentalidad mítica (2015), El aula de clase como laboratorio social
(2015), La alegorización de las narraciones sociales (2014), La maravillosa historia de Manuel
Gallo (2014), Sin censura 2 (2012), Hermenéutica de la cultura (2011), Las estructuras
organizacionales como constructoras de la historia (2011), Las organizaciones de educación
superior (2011), El poder del conocimiento en el mundo de las organizaciones (2011), Los cantos
de la embriaguez (2010), Sin censura (2009), La globalización y su impacto en la cultura y
valores organizacionales (2008) y La familia y el cosmos (2007). Sus poemas fueron incluidos
en una Antología titulada Medellín en la Poesía, editada por el Instituto Tecnológico
Metropolitano y la Alcaldía de Medellín (2006) y en otra titulada Antioquia en la Poesía,
editada por la Biblioteca Luis Ángel Arango y la Universidad Eafit (2016).

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DEDICATORIA

Dedico esta obra al señor LUIS GAVILANES, “EL CAPITÁN”,


esposo de mi segunda madre: la señora GLORIA JIMÉNEZ TOBÓN.
Querido amigo. Hombre de bien.

A las doctoras LUZ ADRIANA ARAQUE & LUZ ANDREA MEDINA, maestras
formadoras de psicólogos, cuya sabiduría ha cruzado las décadas y se
refleja en las obras de quienes nos contamos entre sus discípulos.

También está dedicada a la doctora KATHERIN PAOLA JOVEN RINCÓN,


dilecta colega que vio en los métodos del Instituto Mito, estrategias para
convertir la educación en experiencia trascendental.

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AGRADECIMIENTOS

A las TRABAJADORAS SEXUALES que nos concedieron las entrevistas, con


base en las que se construyó el álbum de relatos. Sus historias aportaron
la inspiración para intentar convertir este libro en obra de arte.

A las PERSONAS que participaron de los GRUPOS FOCALES. Sus opiniones


nos dieron a conocer las teorías del sentido común sobre la prostitución
universitaria, para interpretarlas como fragmentos de la ideología social.

Al EQUIPO DE COINVESTIGADORES y AUXILIARES integrados en el proyecto.


Sin su entusiasmo y amor al arte este libro no existiría.
Confío en que su trabajo madurará hasta trascender en la historia.

Al maestro JAIME JARAMILLO ESCOBAR,


al profesor JOSÉ GUILLERMO ÁNJEL y al doctor EDISON VIVEROS CHAVARRÍA.
Si este libro tiene algo de artístico, es por las enseñanzas del primero.
Si refleja La otra historia, es por las enseñanzas del segundo.
Si posee rigor científico, es por las enseñanzas del tercero.

A mi FAMILIA. Constituye mi mayor riqueza.

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“El hombre caza y lucha. La mujer intriga y sueña.


Posee la segunda visión y las alas que le permiten volar
hacia el deseo, la imaginación y el infinito.
Los dioses y los hombres nacen y mueren
sobre el pecho de una mujer”
JULES MICHELET

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TABLA DE CONTENIDO

1. INTRODUCCIÓN.................12
1.1. Investigación en el aula.................12
1.2. La entrevista intuitiva y el grupo focal.................18
1.3. La prostitución universitaria como tema de investigación................22
1.4. La mujer-santuario y la mujer-mercancía.................26
1.5. El relato como técnica social.................32
1.6. Investigación formativa y prevención del daño social.................35
1.7. Ética y universidad.................38

2. ÁLBUM DE RELATOS.................40
2.1. Una sombra sin pasado ni futuro.................41
2.2. Dejar que lo que pasa, pase.................43
2.3. Ojalá que no me pase a mí.................45
2.4. Un río cargado de dinero.................47
2.5. El orgasmo no se incluye en el servicio.................49
2.6. Maestría de la voluntad.................51
2.7. La piedra postiza.................53
2.8. El arte de la dignidad.................57
2.9. Secretos de oficio.................60
2.10. La profesionalización de la promiscuidad.................62
2.11. Abrir las piernas al público.................65

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2.12. Talento en parábolas.................67


2.13. Los moduladores de la experiencia.................70
2.14. El centro del mundo.................71
2.15. El laberinto del amor.................75
2.16. Financiar el deseo.................77
2.17. Capitalismo sexual.................79
2.18. Intimidad e infidelidad.................82
2.19. De tal flor, tales semillas.................86
2.20. Estratificación prostibularia.................90
2.21. Placer y capricho.................92
2.22. Hogar dulce hogar.................94
2.23. Proceso de paz.................96
2.24. La llegada del fantasma.................100
2.25. Armas tomar.................102
2.26. El anti-orgasmo.................106

3. LA PROSTITUCIÓN UNIVERSITARIA EN EL DISCURSO SOCIAL.................108


3.1. Preámbulo.................109
3.2. Sistema de ecuaciones discursivas.................110
3.3. Hermenéutica estructural.................113
3.3.1. El hogar como estructura elemental de la experiencia.................113
3.3.1.1. La influencia como diálogo entre familia y sociedad.................113
3.3.1.2. Deterioro de las condiciones de dignidad de la familia...............118
3.3.2. La historia como construcción colaborativa.................121
3.3.2.1. El futuro como escenario ciudadano.................121

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3.3.2.2. La narración como semilla de la memoria.................125


3.3.3. La discriminación como identificación proyectiva.................128
3.3.3.1. Socialización de la discriminación.................128
3.3.3.2. El Síndrome de la Mentalidad Prostibularia.................134
3.3.4. Elementos psicodinámicos de la prostitución.................137
3.3.4.1. Psique personal.................137
3.3.4.2. Psique social.................141

4. LA PROSTITUCIÓN UNIVERSITARIA EN EL DISCURSO CIENTÍFICO...............143


4.1. Preámbulo.................144
4.2. Base de datos.................147
4.3. Confrontación entre base de datos y tema de investigación............154

5. CONCLUSIÓN.................209

6. LECTURAS DE REFERENCIA.................218

7. PORTAFOLIO DE SERVICIOS DEL PROYECTO.................232


7.1. Seminario prostitución universitaria: diagnóstico y terapéutica social
mediante la Investigación Acción Participativa y la Atención Primaria en
Salud.................233
7.2. Proyecto responsabilidad municipal y organizacional frente a la
prostitución en contextos educativos: diagnóstico y terapéutica social
mediante la Investigación Acción Participativa y la Atención Primaria en
Salud.................234

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INTRODUCCIÓN

1.1. INVESTIGACIÓN EN EL AULA.

Esta obra relaciona universidad y prostitución como instituciones y


categorías sociales complementarias. Es pionera en el tema. Inaugura un
campo de investigación. Se construyó y publicó con recursos humanos,
económicos, logísticos y técnicos del Instituto para el Desarrollo de los
Métodos Cualitativos de Investigación Científica: Mito, y su Grupo de
Investigación en Narraciones Sociales, en un intento por convertir la
prostitución universitaria en lugar para el debate científico y elemento
constructivo de la Alegorización de las Narraciones Sociales (Estrada,
2017), es esta una metodología que sintetiza la IAP (Investigación Acción
Participativa) y la APS (Atención Primaria en Salud), mediante filosofías
y prácticas constructivistas de integración social.
La obra nace de las tareas presentadas por los setenta y siete
estudiantes del Curso Bases Socioculturales de la Psicología, dictado por
el investigador principal entre agosto y noviembre del año 2017 en las
aulas de la Universidad Cooperativa de Colombia – Montería. Aunque la
obra tuvo a la UCC por Alma Mater, no surge de proyectos asociados con
esta entidad. Sus contenidos no comprometen a la UCC – Montería. Se
construyeron por fuera de la universidad.

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El primer objetivo de esta obra es mostrar cómo el testimonio


biográfico alegorizado sirve para identificar valores, símbolos e ideas
transmitidos de generación en generación como discurso social (Estrada,
2017). Este objetivo se cumplió reflexionando narrativamente sobre la
mujer y su situación como ciudadana y protagonista de la historia; sobre
la relación entre la universidad (institución tradicional, fundamento de
las sociedades del conocimiento, la cultura globalizada y el mercado
intercontinental) y la prostitución (institución espontánea y migratoria
que altera la estructura de las comunidades donde se establece).
Más que analizar a las trabajadoras sexuales universitarias, esta obra
se adentra en la Mentalidad prostibularia que encarnan y proyectan en sus
historias. Indaga por las formas que asume esta mentalidad cuando se
disfraza de necesidad, ignorancia y vanidad, para recluir a miles de
jóvenes en las discretas celdas del mercado sexual. Este libro es una guía
para conocer las luchas y los dilemas que enfrenta el espíritu femenino.
El segundo objetivo fue demostrar a las universidades que no es
necesario esperar hasta el doctorado para formar a los estudiantes en
investigación. Desde el primer semestre pueden ser iniciados. Cuando ven
convertidos en libros, artículos y patentes los trabajos realizados durante
el ciclo educativo, sienten que la universidad los forma para un elevado
porvenir. Descubren en sus docentes modelos, a quienes deben superar
mediante el autoperfeccionamiento.
Cuando el estudiante descubre en sus profesores grises funcionarios
académicos, cuya única virtud es calificar entre uno y cinco las tareas, sin
perfeccionarlas mediante el análisis y la creatividad… y cuando las figuras

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administrativas sólo exponen su sórdido capitalismo sin densidad teórica,


metodológica ni ética… y cuando la universidad es dirigida como una
empresa productiva, que sobrevive generando ganancias más que
formando personas, acumulando capital más que cultivando el espíritu
científico… la educación entra en decadencia y la cultura se orienta hacia
la disolución. La credibilidad social de la universidad fracasa.
El segundo objetivo se cumplió revelando al estudiantado el valor de
todo encuentro humano, y la necesidad de hacer sentir su resonancia
histórica mediante obras que trasciendan la burocracia institucional de la
universidad colombiana. Intentaríamos ubicar nuestra obra en límites del
infinito y la eternidad. Proyectaríamos nuestro encuentro como una
utopía científica y pedagógica, entendiendo que toda utopía guarda en su
seno las semillas de la transformación y el perfeccionamiento social.
Las funciones del equipo durante la realización del objetivo fueron
las siguientes: 1) el estudiantado se reunió en equipos de tres, realizó una
entrevista a una trabajadora sexual universitaria con una hora de
duración, la grabó, construyó un relato y escudriñó mediante grupos
focales el discurso sobre la prostitución universitaria. Finalmente, cada
estudiante leería dos artículos y debería resumirlos según este modelo:

Referencia para citar el artículo: Estrada-Jiménez, J. M. et al. Dispositivos para


generación de discurso y fundamentos conceptuales del trabajo infantil. Revista
Latinoamericana de Ciencias Sociales, Niñez y Juventud, 13 (1), pp. 329-341.
Link: http://revistaumanizales.cinde.org.co/rlcsnj/index.php/Revista-
Latinoamericana/article/view/1655/550
Fecha y hora de la descarga: 17 de diciembre de 2017, 17:17.

RESUMEN EJECUTIVO
1) Descripción temática: ¿Sobre qué trataba el artículo?
2) Descripción técnico–metodológica: ¿Cómo llegaron sus autores a las conclusiones?
3) Descripción pragmática: ¿Cómo permite entender la prostitución universitaria?

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2) Una vez finalizado su contrato docente con la Universidad


Cooperativa de Colombia – Montería, el profesor creó un marco teórico y
metodológico. Realizó una revisión de entrevistas y relatos. Leyó y
reconstruyó los relatos. Intentó conferirles la profundidad del poema.
Escribió siete ensayos para la introducción. Revisó videos de grupos
focales y resúmenes de artículos. Integró en otro ensayo los resultados de
los grupos focales, identificando los discursos sociales sobre la
prostitución universitaria. Construyó un texto en el que reseñó setenta y
siete artículos investigativos sobre el tema, identificando el discurso
académico sobre la prostitución.
La información sobre las funciones de los integrantes del equipo se
registró en declaración firmada y acompañada de huella dactilar. El
estudiantado declaró su voluntad de participar en la investigación bajo la
dirección del profesor. Lo autorizó para incluir el material del curso en la
investigación. Entregó consentimientos informados. Declaró bajo
gravedad de juramento que la información aportada era original. Autorizó
al profesor para realizar la primera edición y publicarla en la página
www.institutomito.org, y realizar tantas ediciones en formato digital o en
papel como creyese necesario. Lo autorizó para permitir o impedir la
reproducción del libro, su trasmisión y distribución.
Cada estudiante declaró que el profesor era libre de incluirlo en la
investigación como coinvestigador o auxiliar de investigación, según su
criterio como investigador principal, y con base en el trabajo realizado. Se
puso por escrito que los propietarios de los derechos comerciales del libro
son el investigador principal y los coinvestigadores. Los derechos morales

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e intelectuales son propiedad del investigador principal, los


coinvestigadores y los auxiliares. Si el libro genera ganancia económica,
se repartirá entre el autor y cada coinvestigador.
La selección de los coinvestigadores se efectuó según los siguientes
criterios: 1) debieron participar activamente durante la realización de
entrevistas y grupos focales. Para evaluar dicha participación se firmaron
dos actas acompañadas de huella dactilar. En una, los integrantes de cada
equipo valoraban la participación de cada uno de ellos durante la
realización de la entrevista y la creación del relato. En otra, valoraban su
participación dentro del grupo focal. Quienes no intervinieron como
coinvestigadores en ambas actividades, fueron ubicados como auxiliares
de investigación. La entrevista y el grupo focal fueron los aportes básicos
de los coinvestigadores al proyecto.
2) El segundo filtro lo pasaban quienes hubiesen aportado artículos
a la base de datos del proyecto, según las instrucciones recibidas debían
ser artículos con resultados de investigación y estar avalados por una
institución reconocida. Se ofreció a los integrantes del equipo el tiempo y
la energía necesaria para asesorarlos, quien realizó mal la actividad fue
ubicado como auxiliar de investigación. Se presentó un acta al equipo en
la que se analizaba el material que aportaron. Durante el análisis del
discurso académico sobre la prostitución se ofrecen algunos pormenores
sobre estos análisis, considerándolos resultado de investigación.
3) Se estudió la originalidad de los resúmenes presentados por los
coinvestigadores que pasaron los filtros anteriores. Quienes copiaron y
pegaron datos del artículo original o parafrasearon superficialmente los

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contenidos, fueron excluidos de la coinvestigación por fraude y ubicados


como auxiliares de investigación, pues durante la consolidación de la base
de datos se ofrecieron múltiples ejemplos de la forma en que se
analizarían los resultados y la forma en que debían ser presentados.
Se realizó una declaración de Copyright. La obra se registró ante la
Dirección Nacional de Derechos de Autor del Ministerio del Interior, ante
la Cámara Colombiana del Libro, ante Colciencias y la Biblioteca
Nacional, a nombre de quienes participaron en su construcción.
Con esta obra se demuestra que la universidad necesita aprovechar
el talento de sus pupilos. No basta con cobrarles la matrícula semestre
tras semestre. Los estafadores que llevaron a la ruina departamentos y
ciudades son egresados de las mejores universidades. La historia de la
corrupción cuenta con magísteres y doctores en sus memorias. Si la
universidad insiste en mover dinero en lugar de movilizar la energía vital
de las personas, el país seguirá en la espiral de la decadencia.

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1.2. LA ENTREVISTA INTUITIVA Y EL GRUPO FOCAL.

Según interpretación personal de Jung (1987, 1988, 1994, 1995, 1997,


1998), la conciencia tiene cuatro funciones: el razonamiento cognitivo, el
razonamiento sentimental, la percepción sensorial y la percepción
intuitiva. La persona se conecta con los hechos del mundo por medio de
experiencias intuitivas, sensoriales, cognitivas y sentimentales. La
experiencia confronta y transforma.
Pensamiento y sentimiento se organizan como un raciocinio. El
pensamiento se constituye con ideas, creencias y diversos materiales
cognitivos. Sus contenidos se articulan como constructos conceptuales y
teorías sociales. Configuran el escenario ideológico de la persona. Si una
idea se acepta ocupará un lugar en la comunicación, convirtiéndose en
moduladora de las relaciones.
Según Hardy-Leahey, para las tradiciones primitivas el pensamiento
se ubica en un lugar llamado “la mente”. Para Platón, por ejemplo, el alma
racional se localizaba en la cabeza. Su forma esférica simbolizaba la
perfección. La educación académica actualiza el saber arquetípico del
alma racional. Por influencia de Platón, el catolicismo consideró que la
cabeza era depositaria de la razón inspirada por Dios a los hombres, no a
las mujeres. La neurociencia demuestra que sentimiento y pensamiento
se originan en el cerebro. Dominan a la par en hombre y mujer (1999).
El razonamiento sentimental se refiere a reacciones y actitudes cuyo
origen unas culturas ubican en el corazón, otras en el hígado y la

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neurociencia en el sistema nervioso autónomo. Las emociones básicas son


alegría, tristeza, miedo e ira. El hombre crea rituales para regularlas. El
ritual somete la ira al control jurídico: bloquea la violencia. Somete la
tristeza a la sociabilidad: impide la holgazanería y el suicidio. Muestra a
la alegría el límite de la manía: mantiene la sensatez. Transmite valentía
tanto al guerrero como a la madre que cuida de la prole (Cassirer, 1996).
Las convenciones ordenan racionalmente las ideas. Las experiencias
ajustan ritualmente el sentimiento. Conciencia y voluntad regulan la
emoción. Los hechos son re-experienciados y la emoción dimensionada
para lograr la homeostasis. Una pauta afectivo–emocional se toma un
tiempo para convertirse en moduladora de las actitudes. Una teoría social
necesita tiempo para afianzarse en el entendimiento. Pensamiento y
sentimiento sirven a la conciencia para entender el devenir del mundo.
La tercera función de la conciencia es la percepción sensorial. La
captación del mundo a través de la vista, el oído, el tacto, el gusto y el
olfato. Aunque sus datos parecen autónomos, la percepción sensorial es
modulada por pensamiento y emoción (Laing, 1982). Es modulada por
cuanto las personas consideran posible o imposible. Los datos de los
sentidos son filtrados. Aquellos que no favorecen la economía psíquica o
son incompatibles con la sociedad, se desechan antes de consumarse
como percepción consciente (Laing, 1983).
La percepción intuitiva es comprensiva y anticipatoria. La persona
percibe los hechos antes de su consumación. Predice los fenómenos sin
cálculo. Integra sensación, pensamiento y sentimiento en un acto de

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conciencia, durante el cual pierden sus límites el sueño y la vigilia; el


presente, el pasado y el futuro. Prima la certeza (Jung, 1988).
La entrevista intuitiva es un dispositivo para generar discurso y
esclarecer el sentido de la realidad, sin recurrir a refinamientos técnicos y
teóricos. Implica establecer relaciones humanas más que situaciones
experimentales (Taylor & Bogdan, 1997). La teoría no genera hipótesis
comprobables o descartables. Es construcción social y dato empírico. Se
configura en el diálogo con los informantes (González Rey, 2000).
Como sujeto que enfrentó luchas, el entrevistador cuenta con sus
experiencias para cuestionar a la entrevistada y auto-descubrirse en sus
respuestas; conocer su intimidad y generar empatía; ubicarse en su marco
de referencia; crear un modelo de su realidad y formular una teoría sobre
ella (Bruner, 1991). Con fundamento en Taylor y Bogdan (1997),
concebimos la entrevista intuitiva como un proceso en el cual un grupo
de jóvenes de primer semestre entraron en la memoria de una trabajadora
sexual. Buscaron las enseñanzas que atesora. Trascendieron prejuicios.
Observaron el papel que cumple la universidad en su vida.
Se realizaron 30 grupos focales. Para iniciar cada grupo se agradeció
la asistencia. Se informó el objetivo de la investigación. Se leyó el relato
construido por los estudiantes. Se recogieron opiniones sobre la
prostitución universitaria. Se construyó un informe. También jugó papel
importante la intuición. Los estudiantes no tenían más formación
investigativa que la brindada por su profesor. Se les solicitó que
congregaran entre 7 y 12 personas para dialogar sobre la prostitución
universitaria. Uno de los estudiantes moderaría el grupo. Otro realizaría

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señalamientos a los aportes de la concurrencia. Otro grabaría. La


población incluyó a la vecindad y a la familia del estudiantado, así como
grupos religiosos, académicos y profesionales.
Concebimos el grupo focal como una puesta en escena con actores
naturales, dentro de la cual cada participante se representa a sí mismo y
arma el papel que quiere representar, según su afinidad con un tema y
basado en una teoría del sentido común. Así como la ciencia construye
modelos de la realidad humana para generar respuestas a los retos que
plantean los sucesos, las teorías del sentido común generan explicaciones
para trascender las ansiedades colectivas (Bruner 1994).
La teoría científica no abarca todo el mundo. Sólo explica algunos
fenómenos. Crea modelos abstractos. Con ellos convierte la realidad en
campo de conocimiento. Crea un marco para ubicar los hechos: una
“simulación del mundo” (Hardy-Leahey, 1999). Las revoluciones
científicas propician acuerdos sobre las metas de la investigación; los
elementos relevantes en sus estudios; las explicaciones, métodos y
técnicas válidas (Kuhn, 2004).
Mientras que las teorías científicas anteceden a los datos obtenidos
de la aplicación de un método, las del sentido común son cogniciones
ajustadas a las convenciones sociales. Versan sobre el aprendizaje
colectivo. Se condensan en prácticas, sistemas de influencia y técnicas
sociales. Ofrecen explicaciones sobre los hechos. La conciencia nombra
con ellas la experiencia. Bruner llama “psicoantropología”, “psicología del
sentido común” o “psicología cultural” a la validación científica de estas
teorías (1983, 1990, 1991, 1994).

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1.3. LA PROSTITUCIÓN UNIVERSITARIA COMO TEMA DE


INVESTIGACIÓN.

Según Peter Drucker (1997), la universidad es la encargada de


abastecer con profesionales especializados a las otras instituciones. Forma
médicos, enfermeras, bacteriólogos y una fauna de profesionales
preparados para entrar a la nómina de hospitales y servicios de salud.
Forma ingenieros encargados de construir las obras del futuro, de mover
las industrias que satisfacen las necesidades de la ciudadanía, de
perfeccionar los medios de trasporte y comunicación. Forma profesores
que ensañarán a las nuevas generaciones la historia y la geografía de su
país; que les enseñarán a los niños que uno más uno es igual a dos, y no a
dos mil millones, como pretenden los políticos corruptos.
Si nos detenemos a leer las misiones organizacionales de las
universidades colombianas, vemos que todas apuntan a la formación
integral del ser humano, haciendo énfasis en la necesidad de consolidar
subjetividades con poderosos principios. Cuando vamos a la realidad, nos
encontramos que muchos edificios y obras públicas terminan convertidos
en escombreras. La educación y la salud son tratadas con la misma mano
dura que el tráfico de armas y estupefacientes.
Ante los casos de corrupción en los que servidores públicos de todos
los estratos se prestan para desfalcar al país y encarecer la vida, robándose
el dinero de la salud, los restaurantes escolares, la ciencia, la educación y

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la pensión de sus propias madres, queda la pregunta de si la misión


organizacional de las universidades de Colombia no es más que un falso
enunciado. Enmascara el interés de vender matrículas tras la fachada del
humanismo. Convirtiéndose en promotora de la corrupción.
En todas las universidades el fraude está a la orden del día. Los
estudiantes copian y pegan los datos que hallan en la Internet, antes que
cuestionarse sobre su país, su profesión y su existencia. Todo profesor ha
recibido orden de evitar la “retención estudiantil”. Esto quiere decir evitar
que los estudiantes pierdan cursos. Retener al estudiante es evitar que
avance. Si no avanza se le regala el semestre para que siga pagando.
Aunque en los códigos de comportamiento estudiantil se estipula que el
fraude acarrea la expulsión, los profesores se hacen los de la vista gorda.
Hay un acuerdo tácito: los profesores no leen los trabajos que presentan
los alumnos. Chulean. Califican 4.5 o 5. Igual hacen los alumnos durante
la evaluación docente.
En un ambiente de corrupción académica como el que reina en las
universidades de Colombia, no es extraño que en las papelerías vecinas se
lean letreros que dicen: “Se hacen trabajos de grado. Precios módicos”.
Cuando una tesis profesional se puede mandar a construir en una
papelería, es porque la universidad ha perdido su rumbo, su función y su
destino. Algunos títulos profesionales dejaron de reflejar el espíritu
científico y demostrar altura existencial.
Quienes realizan entrevistas de ingreso a la universidad, hallan que
las personas buscan en esta institución estrategias para incrementar sus
ingresos por medio de un diploma. Las universidades venden sus servicios

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a través de los medios de comunicación con estrategias similares a las que


utilizan empresas del sector comercial. Ofrecen la satisfacción alucinante
del deseo. En la publicidad prima el principio del placer sobre el principio
del esfuerzo que impone la realidad. El diploma carece de peso social si la
profesión no se profesa. No se vive.
En este ambiente capitalista y anti-humanista, las mujeres aparecen
como mercancía humana, destinadas a encarnar las perversiones de
machos inmaduros con poder adquisitivo para comprar un poco de
juventud y hermosura, y darse el lujo de degradarlas.
Se recuerda el caso del Instituto Tecnológico Metropolitano de
Medellín: el ITM. Según los medios de comunicación nacionales, durante
el año 2010 se descubrió que las directivas constituyeron una red de
trabajadoras sexuales, en la cual vincularon estudiantes de la misma
universidad. Los funcionarios dijeron que todo fue montaje. Los medios
nunca más tocaron el tema. No se retractaron. No se disculparon. Las
señoritas tenían su página pornográfica. Se introducía en Google la frase
“prepagos ITM”. Aparecían desnudas. Modelando en diversas poses.
En muchas universidades son famosos los catálogos de estudiantes
que ofrecen servicios sexuales. Hay catálogos especializados en atención
a extranjeros. En las universidades de Medellín se rifaban las señoritas de
los catálogos. Ofrecían noche de sexo con rumba incluida. Las redes de
prepagos actúan abiertamente. En cafeterías y pasillos se contactan
nuevas servidoras del hedonismo. Todo para comprar calzado de moda.
Ropa de marca. Bolso de cuero. Carro, porque el bus se demora mucho.

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Si las universidades de este país cumpliesen la misión que dicen


profesar, jamás permitirían que sus estudiantes se convirtiesen en
mercancía sexual. Las protegerían. Son madres de los futuros ciudadanos
y protagonistas de su propia historia. En cambio, la institucionalidad se
muestra permisiva e indiferente ante el mercado erótico que la inunda.
Muchos padres realizan esfuerzos ingentes para que sus hijas puedan
estudiar. Ellas llegan a la universidad. Se vinculan con una red de
prepagos. Se dedican a pasarla de fiesta. Pagan a sus camaradas para que
hagan por ellas las tareas. En todas las universidades estudiantes de
diferentes niveles, se ganan entre uno y siete salarios mínimos haciendo
las tareas de sus compañeros. Son contratados públicamente. A las
autoridades universitarias no les importa. Si pagan las matrículas que
hagan lo que quieran. El cliente siempre tiene la razón.
Las universidades católicas que se pronuncian en contra de sentidas
necesidades como la del aborto legal y gratuito, no hacen nada por
enfrentar y frenar la prostitución universitaria. No son movidas por la
piedad bíblica a prestar una mano a estas señoritas que buscan en las aulas
otra forma de ganarse la vida.

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1.4. LA MUJER-SANTUARIO Y LA MUJER-MERCANCÍA.

Según Louis-Vincent Thomas (1993) y Carl Sagan (1997), en las


sociedades primitivas la persona era considerada anciana a los 25 años.
Un hombre de 40 prácticamente había derrotado a la muerte, pues se
consideraba extremadamente longevo. Cuenta Lesley Hazleton (2005),
que el emperador Marco Aurelio vio morir 9 de sus hijos cuando aún eran
niños, a pesar de ser el hombre más poderoso del mundo conocido para
el siglo II. También cuenta que, durante el siglo XVIII, más de la mitad de
la población de Londres moría antes de los 16 y un pequeño porcentaje
superaba los 45. En los Estados Unidos del siglo XIX, 2/3 de las mujeres
superaba los 20.
Durante el siglo XIX, con el nacimiento de la fisicoquímica y la
epidemiología, la revolución industrial, los medios de trasporte y
comunicación, y más tarde, en el XX, con el nacimiento de las vacunas y
la penicilina, la vida dejó de parecer un estado de excepción. Hasta
entonces fue la muerte la que dominó el escenario (Eliade, 1994). Se
encargó de los recién nacidos, arrasó los campos de batalla y borró
imperios del libro del mundo. Miles de años atrás, mientras se
consolidaban las primeras formas culturales, la humanidad necesitó un
símbolo de amor, salud y fertilidad. La mujer encarnó ese símbolo. Dejó
de encarnarlo con la instauración de la misoginia romana como base de
la cultura occidental, el nacimiento de la tradición judeocristiana y su
patriarcado monoteísta (Hazleton, 2005).

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Las diosas de la fertilidad fueron las primeras en reinar sobre cielo y


tierra. Desde la sumeria Innana hasta la Ishthar asirio-babilonia. Desde la
griega Afrodita, hasta la romana Venus. Todas fueron consortes del
infinito. Las estrellas del cielo brillaron gracias a su poder. Los animales
parieron y la tierra los alimentó, porque la diosa fue magnánima. Para
Nancy Qualls-Corbett (1997), la Prostituta Sagrada que oficiaba los ritos
del templo de la diosa de la fertilidad, no era simplemente un personaje
de la historia. Constituye un arquetipo del psiquismo. Un símbolo del
ánima. Fue Enheduanna, sacerdotisa de la luna y de la diosa Innana, quien
firmó un texto con su nombre por primera vez en la historia. Esto sucedió
hace seis milenios. Lo que muestra el poder y la capacidad de influencia
que tenían las sacerdotisas del Templo de la Fertilidad en tiempos
remotos. Antes de que el patriarcado naciera, la Diosa de la Fertilidad era
el poder ordenador de la vida. La Prostituta Sagrada era el camino hacia
la trascendencia, la realidad y la sacralidad.
Las funciones de la Prostituta Sagrada eran diversas. La primera:
representar a la Madre Tierra en los ritos eróticos de fertilización del
mundo, durante los rituales del año nuevo. La segunda: educar a los
hombres como guerreros y amantes divinos. Entre otras se contaba la de
ser “hermosa como la luna llena”. La hermosura no se limitaba a las formas
físicas saludables y fuertes. Se refería a sus conocimientos en artes útiles
como el tejido o la cerámica; en bellas artes como la música, la poesía y la
danza, y en medicina natural, retórica y astrología. En Las mil y una
noches puede verificarse la complejidad de experiencia que implicaba la
hermosura de la mujer en la antigüedad de los tiempos. Según Qualls-

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Corbett, los filósofos griegos recomendaban a la juventud visitar a la


prostituta sagrada para educar el carácter y nutrirse de sabiduría. Fueron
tan poderosas como los emperadores (1997).
Isis destaca entre todas las diosas de la fertilidad. En Egipto y en el
Mediterráneo Oriental reinó durante cuatro milenios. Cuenta Lesley
Hazleton (2005) “que, en la Universidad de Alejandría, la escuela de
medicina estaba anexada al templo de Isis Médica”. Como parte de las
actividades del templo se impartían cursos sobre fisiología y patología.
Por medio de disecciones post-mortem descubrieron el sistema nervioso
y el circulatorio. Enseñaban textos mágicos. Estudiaban el poder de las
curaciones populares. Fue tan notable la influencia de la diosa Isis, que
los primeros gnósticos cristianos “la adoraban como la mano derecha del
poder de Dios. Convirtieron a Isis en personificación de la sabiduría
divina”. Era la consumación del espíritu femenino y de la energía vital.
La Diosa de la Fertilidad condensaba la fuerza sagrada. Simbolizaba
el cosmos que se opone al caos. En sus santuarios los devotos eran testigos
de la realidad absoluta. De la vida inagotable. La Prostituta Sagrada
encarnaba el punto de apoyo universal e infinito que convertía el
horizonte en geografía sagrada. Separaba el territorio consagrado y la
zona cósmica circundante. Sus santuarios eran el centro del mundo.
Fuente de emanaciones ontológicas (Eliade, 1994-2).
Según Lesley Hazleton (2005), Isis fue el modelo del que la Virgen
María tomó la divinidad. La conciencia colectiva cambió el nombre de Isis
por el de María hasta convertirla en la esposa de un hombre mayor, quien,
siguiendo la voluntad de Dios y las órdenes del emperador, la llevó a dar

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a luz en un pesebre. Según Hazleton, el niño fue producto de una


violación, en lo que coincide con Celso, quien es citado por Orígenes para
refutarlo, cuando afirma que Cristo era producto de la violación de María
por parte de Pantera, un soldado romano.
“En sociedades agrícolas, donde la posesión de la tierra lo era todo,
se mataba a pedradas a las falsas vírgenes. Una mujer libre hacía
tambalear el sistema”. La concepción virginal de María era el signo de su
filiación divina, dice Lesley Hazleton (2005). Como lo enseñan Qualls-
Corbett (1997) y Joseph Campbell (1997), la concepción virginal está
asociada con el advenimiento del Mesías, del Héroe y con la Diosa de la
Fertilidad. Su inviolabilidad era el signo de su poder. Esto en el plano
trascendental, porque en el temporal la virginidad fue usada como signo
de poder político del hombre sobre la mujer. El himen garantizaba al
padre que por lo menos el primogénito sería hijo suyo. La mujer pasó de
ser la sacerdotisa de la antigüedad, a ser la sierva del varón (Hardy-
Leahey, 1999). En esta visión antropocósmica, la mujer virginal aparece
como un animalito impotente, seducido y traicionado por un macho
“rapaz, poderoso y lascivo” (Hazleton, 2005).
Durante milenios la virginidad se equipararía con el estado del himen
y garantizaría que la mujer era mercancía en buen estado. Gracias a esta
membrana se diferencia la puta infernal de la santa celestial. Es signo de
inocencia, incapacidad de falta moral y culpa sexual (Hazleton, 2005).
Thomas Hardy Leahey (1999) ubica durante la baja edad media (1000–
1300) la aparición de nuevos sistemas sociales. El poder del guerrero
empieza a perder terreno frente al peso de la ley. Según Pirenne (1993) el

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capitalismo opera un refinamiento de las costumbres y propicia el


desarrollo de las ciudades.
Aparecen los músicos, poetas y locos: los goliardos. Según Hardy
Leahey con ellos llega el amor cortés. La unión entre hombre y mujer deja
de estar mediada por el tabú, la política y la religión. Es mediada por la
poesía, la filosofía y el romanticismo. Se unen la carne y el espíritu sin
participación religiosa. Nuevas costumbres socavaban el matrimonio. A
pesar de ello, las poderosas figuras femeninas del cristianismo inicial se
degradan gracias al fundamentalismo de ideologías romanas como la
misoginia y griegas como la platónica aversión por el placer sensual.
Cuenta Hardy Leahey que la sexualidad se empezó a considerar
pecaminosa, incluso dentro del matrimonio, y que pensadores como San
Jerónimo (340-420) encontraban en la mujer la encarnación de Eva y de
la tentación carnal, que aleja al hombre de la luz de la razón. Se prohíbe
el matrimonio a los clérigos. Mil años después Tomás de Aquino declara
a la mujer ayudante del varón. Su misión sería concebir. Pasan los siglos.
Crecen sincrónicamente opresión contra la mujer y culto a la Virgen.
Llega el renacimiento. Abren sus puertas los prostíbulos de las
ciudades italianas. Se erigen piras destinadas a las brujas: las esposas de
satanás. Muchas eran enemigas políticas de la Iglesia. Otras, curanderas
que se convirtieron en brujas a sus ojos (Hardy-Leahey, 1999). El poder de
llevar salud y vida a los hombres pone en duda la soberanía de la Iglesia y
su divinidad (Hazleton, 2005). Los siglos siguen su curso. Las quemas de
brujas continúan en el plano material y simbólico.

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Después de luchas incruentas, las mujeres consiguen representación


política y derecho al voto. Conquistan el derecho a la educación. Los
puestos de trabajo que antes estaban reservados a los hombres son
ocupados por mujeres. Ya no tienen que tener miedo de ser violadas. Los
Estados las defienden. Pueden manejar su propio dinero. Presidir una
corporación. Regir el destino de las naciones. La ideología feminista se
convirtió en una fuerza política que reta la tradición occidental.
Paradójicamente, mientras la mujer entra al mundo académico y
científico, mientras se ubica en lugares estratégicos en las corporaciones,
mientras su condición política alcanza una liberalidad desconocida en
épocas pretéritas, va convirtiéndose en un juguete sexual, va siendo
reducida a su dimensión erótica. Se esperaría que sus condiciones de
dignidad crecieran con las libertades políticas, pero esas condiciones de
dignidad no crecen. No se trata de problemas de género. Se trata de un
problema de dignidad humana. En la medida en que la mujer es degrada,
la humanidad es degradada. La universidad, tocada más por el deseo de
lucro que por el deber de ampliar el entendimiento, acepta la degradación
que se condensa en prácticas como la prostitución universitaria: síndrome
colombiano.

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1.5. EL RELATO COMO TÉCNICA SOCIAL.

Mannheim (1963) identifica el racionalismo y el capitalismo como


característicos de la ideología burguesa, que pretende crear un mundo
controlado por medio de las ciencias naturales, y convertir a la persona
en magnitud abstracta calculable. La conciencia burguesa reduce la vida
a los discursos oficiales. Resta significado a la subjetividad, a la intuición
y a la vida onírica. Esta actitud filosófica le permite sustituir el valor de
uso por el valor de cambio. Reemplazar la economía de subsistencia por
la economía de consumo. Dominar la naturaleza mediante predicciones
cuantitativas. “Hacer calculable toda empresa. Eliminar el riesgo”. La
libertad se circunscribe al pensamiento y a la opinión. En las relaciones
sociales la libertad desaparece. Se traslada de la persona al Estado.
La racionalidad burguesa construye técnicas sociales que permiten
centralizar el poder, promover la dominación minoritaria, el gobierno
dictatorial, la manipulación de la conducta y usar el diagnóstico como
profecía autorrealizada. Los medios de comunicación y de trasporte, el
armamento y la educación, la ciencia y la religión… son técnicas usadas
para ejercer el control público.
Según Mannheim (1963), trascender la racionalidad burguesa implica
crear democracias autorreguladas; elegir técnicas sociales humanistas;
ubicar a las minorías en posiciones de influencia; generar nuevos centros
de poder; superar los credos que domestican el discurso natural; definir
los roles según la complementariedad entre los oficios y la división del

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trabajo. La racionalidad burguesa crea una visión conformista. Impone el


discurso del amo. Limita el cambio.
El relato en el contexto de la prostitución universitaria, nos indica el
variable significado del dinero y de la persona en la conciencia colectiva.
El poder adquisitivo de la mayoría es mínimo, mientras una minoría
corrupta, politiquera y capitalista, adquiere fuerza material suficiente
como para convertir a otros seres humanos en objeto de la perversión y el
capricho sexual. Edípicos, narcos, terratenientes, jubilados… invierten su
dinero prostituyendo a las jóvenes. Los medios de comunicación
incrementan sus lascivos apetitos presentando a la mujer como objeto de
consumo y hedonismo, y presentando con picante malicia las notas
sexuales de las prepagos de moda. ¿Dónde quedan los principios después
de sobrevivir durante años gracias al trabajo sexual? ¿Cómo se configuran
los autoesquemas? ¿Cómo se construye la ética profesional? Cada historia
tiene sus personajes, sus incidencias y sus detalles.
Para Mannheim la justicia social se basa el estímulo al esfuerzo, en la
capacidad de cooperación, en la puntualidad en el pago de impuestos, el
control administrativo y técnico de la inversión pública. En un Estado de
justicia las redes de solidaridad mantienen alta la moral y la dignidad de
las personas. El mundo es predecible. Hay consenso entre convicción y
principios aún en situaciones extremas. Las personas cuentan unas con
otras. Sus decisiones y objetivos se orientan por valores similares.
Cuando la prostitución aparece como principal alternativa para
costear un proceso educativo, enfrentamos una sociedad donde la
corrupción crea desequilibrio en los ingresos de las personas. Convierte a

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unas en objetos que otras utilizan para satisfacerse, aunque no para


beneficiarse, pues si la prostitución perpetúa y profundiza la perversión
colectiva no puede beneficiar a nadie.
Los relatos que integran este libro permiten confrontar la misión de
las universidades con la calidad de vida del estudiantado. Recrean a la
trabajadora sexual universitaria. Identifican su gremio. Caracterizan el
lugar que ocupa en la división del trabajo. Su labor incluye recibir golpes.
Someterse a toda clase de atropellos. El relato nos advierte sobre el
destino que corren niñas y adolescentes, embarcadas en el proceso
educativo mediante la comercialización de su cuerpo.
¿Qué tendencias históricas engendra esta relación entre mujer
mercantilizada y universidad? ¿Qué nuevos derechos y libertades civiles
plantea la prostitución? ¿Cómo deben planificarse la sociedad y las redes
de trabajadoras sexuales que se han vuelto tan poderosas? ¿La educación
volverá a ser necesidad del alma o seguirá siendo negocio? ¿Las
universidades católicas que se pronuncian contra el aborto, algún día
ayudarán a las madres solteras a tener una educación gratuita?

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1.6. INVESTIGACIÓN FORMATIVA Y PREVENCIÓN DEL DAÑO SOCIAL

La sociedad de consumo, engendrada por la racionalidad burguesa,


les enseña a las personas a compensar sus complejos de inferioridad y su
mediocridad mediante la acumulación de dinero, que ofrece analgésicas
y momentáneas sensaciones de poder. Calma la ansiedad de una vida
insignificante. Si un hombre tuvo un matrimonio insatisfactorio, puede
llamar a una jovencita que por pocos centavos le haga sentir que posee
fuerza de atracción para enamorar a la hermosura. Si tuvo una infancia de
violencia sexual, degradación y miseria, también puede llamar a una
prostituta que por unos centavos adicionales se dejará golpear, incluso
salvajemente. Estos cuadros de degradación voluntaria, o admitida por
influencia social, se combinan con la trata de personas, donde las mujeres
golpeadas y violadas ven quebrantarse su voluntad.
La mercantilización de las personas invade la vida universitaria. La
prostitución no sólo aparece como oficio, si no como preparación para la
vida profesional. El hecho de que una joven tenga que recurrir al trabajo
sexual para pagar sus estudios, y que en la misma universidad encuentre
proxenetas que la inicien, indica que la mercantilización de la persona ha
invadido la estructura social. Las ciudadanas que se preparan para servir
a su país como profesionales primero tienen que convertirse en mujeres
públicas, feriar su cuerpo como juguete de la perversión, la
deshumanización y la vulgaridad. Deben aprender a hartarse de lujo para
esconder el vacío, la soledad y la carencia de vínculos auténticos.

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Desde que la mujer ingresó al mercado laboral, después de milenios


de reclusión en la cocina y a la sombra del “macho alfa”, se encontró con
el acoso sexual. A nadie le importaban sus quejas. Los casos de violación
eran frecuentes. Necesitaban el trabajo. Se entregaban a cambio de nada.
En la actividad política es conocido el clientelismo sexual. Una señorita se
entrega a los viejos verdes del directorio. Si cumple su función como
mujer pública, le dan un trabajito. Llenan su cuenta bancaria de dinero.
La memoria se satura de viejos mefíticos y barrigones.
También está la modalidad de intercambiar sexo por calificaciones.
Las mujeres estuvieron excluidas de la formación académica. No tenían
derecho a la educación. Su radio de acción eran las labores domésticas.
Tan pronto ingresa la mujer en la universidad empieza la persecución.
Algún profesor deseaba a una estudiante. Entorpecía las evaluaciones. La
muchacha no podía repetir el curso. Sus padres no podían cubrir el costo
adicional. Se entrega al profesor. La universidad permanece indiferente.
Si la joven paga su matrícula: nada pasa.
La investigación formativa es una ventana por la que los estudiantes
se asoman al horizonte social y lo abordan críticamente. Reconocen los
peligros con los que los confronta la cultura. Asumen elementos críticos
para valorar las instituciones. La universidad debe prepararlos para salir a
un mercado laboral donde las “roscas” valen más que los talentos, el
servilismo está más cotizado que el conocimiento y los trabajos no se
disponen para los mejor preparados, si no para el amigo del amigo.

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El conocimiento prepara ideológica y críticamente a la persona. Una


vez conoce la forma en que operan los enemigos de la dignidad y las
formas de degradación a las que someten al ser humano, interpone su
inteligencia entre perversidad y libertad, para conservar la segunda. El
estudiante debe ser consciente de que la ciencia está en medio de poderes
ideológicos, a los que no les importa el destino humano si no el
incremento del poder. La primera de estas ideologías es la racionalidad
positivista y mercantilista de la burguesía moderna. Se instaura en las
universidades. Cosifica al ser humano. Comercializa la ciencia.

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1.7. ÉTICA Y UNIVERSIDAD.

Inicialmente, las instituciones religiosas enseñaron a las masas el


poder de los símbolos tradicionales. Eligieron sus valores. Limitaron o
ensancharon la libertad. Ideologizaron a las personas, predisponiéndolas
para la obediencia. Todo conocimiento estaba imbuido de religión. Creía
verse un milagro en cuanto carecía de explicación lógica.
Luego fueron los medios de comunicación masiva los encargados de
limitar las actitudes críticas, garantizando que la ciudadanía siguiera los
lineamientos de los poderes institucionales. Les correspondió a ellos
desacralizar unos símbolos y mistificar otros, mezclar teorías científicas
con credos políticos y religiosos, subjetivar a la persona y designar para
ella un lugar en la estructura social, mediante procesos de influencia.
Entramos en un mundo diferente. El planeta se convirtió en aldea. La
cultura se globalizó. La racionalidad de la burguesía penetra en todo
régimen político, económico y religioso. Se necesitan menos personas
para el trabajo agropecuario, artesanal y servil. Producción en masa y
tecnología despojaron a estas labores de su valor tradicional. Entramos en
lo que Peter Drucker denomina Las sociedades del conocimiento, cuyas
instituciones se transforman en organizaciones. Requieren de personas
con conocimiento especializado. Los flujos de información y dinero que
circulan por esas estructuras demandan que diversas ramas del saber le
confieran viabilidad histórica.

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Entramos en la era de las universidades. Son estos centros de


formación especializada los responsables de garantizar la aparición de
símbolos eficaces en el proceso de construir tejidos sociales consistentes
y unidos por la solidaridad. Responsables de crear jerarquías axiológicas
en las que valores materiales y hedónicos estén en equilibrio con los
éticos, estéticos y metafísicos. Responsables de que las ideologías
permitan el surgimiento de utopías que las desafíen para construir un
mundo mejor.

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ÁLBUM DE RELATOS

Imagen: The Bacchante Autor: Jean-León Gérôme

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UNA SOMBRA SIN PASADO NI FUTURO

Soy estudiante universitaria. Tengo diecinueve años. Mis recursos


económicos han sido mínimos toda la vida. Siempre quise educarme. La
opción más viable para lograrlo fue la prostitución. Hace dos años ejerzo
en secreto esta actividad. No pueden saberlo mi familia ni mis
compañeros de la universidad.
En este oficio el dinero llega rápido. Pago mis estudios y colaboro con
mi familia. No creo en el amor. Creo en el dinero. El sexo y el amor se
resumen en el dinero. Sufro cuando tengo que acostarme con un hombre
que no me gusta, pero el dinero es mi motivación. Atiendo como a
príncipes a los clientes más ásperos y estúpidos, para que regresen.
Prefiero los hombres mayores porque pagan mejor. Al principio sentía
fastidio. El tiempo me curó. Estoy enfocada en convertirme en una
profesional.
Mi vida es normal. Tengo una bonita familia. Soy buena estudiante.
Gozo de los estímulos de la amistad. Me gusta salir de rumba. No me
siento estigmatizada. Me siento diferente. En mí no caben la fidelidad, la
entrega ni el amor. Estos valores no hacen parte de mi vida. Por eso no
creo que un hombre pueda interesarse sentimentalmente por mí.
Me gustaría encontrar un viejo rico que me mantenga. Que me pague
los estudios. Que solvente mis gastos. En este oficio es posible. He
conocido toda clase de hombres. He tenido momentos difíciles. Algunos
clientes me han maltratado. Otros han reusado pagarme. He cerrado mi

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corazón. Cero sentimientos. Los golpes de la vida dejan heridas. Recibo


un golpe de la vida cada que me acuesto con un desconocido, de aspecto
desagradable, a quien le importan un pepino mis sentimientos. Frente a
ellos soy una sombra sin pasado ni futuro.

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DEJAR QUE LO QUE PASA, PASE

Tengo treinta y seis años. Tengo dos hijos. Uno de diecisiete. Otro de
catorce. Estudio en una corporación universitaria. Soy madre soltera.
A los dieciocho años me casé completamente enamorada. Mi hombre
me sacó de casa siendo una niña que apenas terminaba su secundaria.
Vivía con mi madre, mi padre y mis tres hermanos.
El amor me llevó a dejarlo todo. La vida era hermosa. Dormía en
colchón de rosas. No veía más allá de los ojos de mi amado. No había
proyectos ni sueños lejos de su lado. Mi entendimiento era suyo. La vida
era ilusión.
Al cumplir diecinueve años quedé embarazada. Mi primer hijo. Me
llenó de alegría. Luego de dar a luz quise combinar la actividad de madre
con un oficio. Mi esposo se opuso. Debía cuidar de nuestro hijo. Fue la
primera discusión.
A los veintidós años quedé embarazada de nuevo. Fue un embarazo
difícil. Casi pierdo al bebé y la vida. Durante nueve meses estuve llena de
cuidados. Pasaba más tiempo en centros asistenciales que en casa. Llegó
el parto. Nació perfecto. Me operé para no volver a embarazarme. Temía
poner en riesgo la vida.
Decidí ejercer un oficio lucrativo. Pensé que era una mujer joven y
no podía depender totalmente del marido. La decisión fue radical. A mi
esposo no le agradó. Comenzaron los problemas. Los familiares de ambos
lados atizaron el fuego. Así vivimos hasta mis treinta años.

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Mi esposo empezó a amanecer en la calle. Me dijeron que tenía otra


mujer. Tomé la decisión de dejarlo. Empaqué mi ropa y la de los niños.
Cuando llegó a casa me fui en un taxi para la casa de una amiga. Abogada.
Excompañera del bachillerato.
Estas decisiones en una mujer aparecen por sí solas. No dimensioné
las consecuencias. Al día siguiente me levanté temprano. Mi amiga, antes
de irse para el trabajo, me animó a que estudiara una carrera técnica o
profesional. Comenzaron las preguntas… ¿qué voy a estudiar? ¿Cómo voy
a financiar mis estudios? ¿Quién alimentará a mis hijos? ¿Cómo voy a
pagar el arriendo?
Un amigo ofreció ayudarme con el sustento de mis hijos. Retribuía
con mi cuerpo el costo de su generosidad. Ese muchacho suplió mis
necesidades por espacio de un año. Apareció otro señor con la misma
intención. Acepté sus insinuaciones y propuestas. Contaba con amigas
que se dedicaban al trabajo sexual. Me introdujeron en ese mundo.
Ingresé en una escuela técnica. Financié mis gastos ofreciendo mis
servicios como dama de compañía. Comencé a vivir una vida diferente a
la que conocí en mi hogar.
Al principio tuve tropiezos. Fue difícil acostarme con desconocidos.
Tuve clientes groseros, abusivos y exigentes. Clientes lindos, generosos y
comprensivos. Parrandeo. Bailo. Pasa la embriaguez. Esta no es la vida
que merezco. Es deprimente. Deseo culminar mis estudios. Abrir mi
negocio. Cambiar de vida. Estoy enamorada de un hombre. Desconoce mi
oficio. Tengo que dejar que lo que pasa, pase.

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OJALÁ QUE NO ME PASE A MÍ

Mi mamá quedó embarazada por primera vez a los dieciséis años. A


sus dieciocho había concebido dos niñas y un niño. No fue una figura
materna. Para mi papá sólo existían sus negocios. Gozaban de alto poder
adquisitivo. Todo el tiempo viajaban. Aparecían cada cinco o seis meses.
Compensaron su ausencia con regalos. El trabajo era su excusa. No
existíamos para ellos. Mi abuela nos cuidaba.
Crecí sin expectativas ni sueños. Sólo pensaba en vestir ropa de
marca. Zapatos finos. Costoso maquillaje. Viajar. Darle rienda suelta al
deseo. Llegó la hora de estudiar. Podía escoger la carrera y la universidad
que quisiese. Desaproveché las oportunidades. Sólo pensaba en fiestas y
restaurantes. La gente estudia para tener dinero. Tenía dinero a manos
llenas. No sentí que estudiar fuese necesario. La frase que marcó mi
fracaso fue: “luego habrá tiempo para eso”.
Pasó el tiempo. La familia entró en crisis. Mi papá se fue con una
mujer más joven. Nos dejó pequeña fortuna a cada uno. Malgastamos
todo. Mi mamá vino a parar a casa de mi abuela. No la respetábamos. No
la amábamos. Mi papá se arruinó por las malas inversiones. Enfermó la
abuela. Me dediqué a la parranda. Comenté mi crisis con un amigo.
Sugirió la prostitución. La necesidad decidió.
Empecé trabajando los fines de semana. Asistía a fiestas privadas.
Conocía hombres. Hacía mi trabajo. Pasaban los meses. Disminuían las
ganancias. Empecé a trabajar en un prostíbulo lejos de mi ciudad. Viajo

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mensualmente desde entonces. Me quedo una semana. No hablo con


nadie. Las muchachas me miran feo. Los clientes prefieren carne nueva.
No me acuesto con un cliente que no me guste. Pongo las reglas. Fijo
mis tarifas. Soy caprichosa y altanera. Pensé que era un camino fácil. Me
equivoqué. La primera vez fue espantosa. Destrozo mi vida poco a poco.
La incertidumbre me embarga. El miedo me persigue. Sería espantoso
reconocer ante mi abuela que soy una puta. Pensé realizar este trabajo por
corto periodo. La urgencia económica me obliga a seguir en él. Mi familia
depende de mí.
El prostíbulo es cruel. Te perviertes. Te degradas. Consumes drogas.
Te pagan por hacerlo. El cliente debe ser complacido. Cada noche vendo
mi dignidad. Las experiencias negativas acaban con el amor propio. He
dejado de verme como alguien sensible y admirable. Me siento como un
objeto impersonal. Estoy en venta. No soy mía. No me pertenezco. Deseo
terminar mi carrera. Conseguir un trabajo afín con mi esperanza.
Librarme de la angustia. Sentir que merezco una familia. Un amor.
Aprendí a fijarme metas. A soñar. La prostitución me enseñó la
soledad. Las mujeres llegamos al prostíbulo con una razón. Algunas
olvidan las razones. Entregan la existencia. Dejan de estar vivas. En todos
los oficios pasa lo mismo. Ojalá que no me pase a mí.

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UN RÍO CARGADO DE DINERO

Mi situación financiera era precaria. Mis hijas necesitaban comer.


Debía pagar la matricula en la universidad. Mis clientes querían caras
nuevas. Decidí trabajar en un burdel. Duras serían las jornadas. Fija la
paga. Existía un prostíbulo famoso. Eran sus clientes personalidades de la
política. Por allí pasaba un río cargado de dinero.
Llegué al lugar. Había un escenario para las bailarinas. Mesas en
derredor. A la derecha la barra. Atendía una mujer alta de cabello negro
con mechas rojas. El olor del alcohol era intenso. “¿Qué debo hacer para
trabajar aquí?” “Tener ganas de putiar”. “¿No das vueltas?” “En un
prostíbulo no andas con juegos”. Hablaba con la dueña. Parecía cambiar
mi suerte. Dijo que dos de sus mujeres habían “pasado a mejor vida”. Le
hacían falta nuevas caras “para llenar los huecos”.
Tendría que pagar mi habitación. Cocinar mi comida. Las ganancias
eran para el burdel. Acepté. Me atormentaba compartir la casa con otras
mujeres. No había lugar para lamentarse. Transcurrieron dos apacibles
semanas. La paga era buena. El trabajo intenso. Quería llevar la fiesta en
paz. Nadie me conocía. No necesitaba conocer a nadie.
Cierto día, un hombre que vestía chaqueta y corbata entró al local.
“Debe ser alguien importante”, pensé. “Hola ¿Qué buscas por aquí?” “Sólo
diversión”. Me invitó a sentarme con él. Pidió una botella whisky.
Empezamos a tomar. Concretamos el negocio. Lo llevé a una habitación.
Hice mi trabajo.

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Intenté dirigirme al siguiente cliente. Antes de dar el primer paso,


una de las muchachas me detuvo con un grito. “¡¿Cómo te atreves a
quitarme un hombre, zorra?!” “¿Cuál hombre?” “¡No te hagas la imbécil:
con el que acabas de pichar! ¡Me habló antes a mí, concretamos algo y…!”
Ella gritaba. Yo la ignoraba. Seguí caminando. Haló mi cabello. Arremetí
a los puños. Nos separaron. Pasada una semana emigré.
Prefiero el trabajo independiente. Escojo a mis clientes. En el burdel
me los eligen. Se arman riñas. Todas queremos ganar dinero. Hombre
significa dinero. Dinero es lo que deseamos todos en esta vida.

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EL ORGASMO NO SE INCLUYE EN EL SERVICIO

Tengo treinta y cuatro años. Mi madre murió cuando tenía nueve.


Nunca viví con mi padre. Crecí con mi hermano y su mujer. No supe lo
que era un consejo a tiempo ni un gesto de amor. Me enamoré de un
hombre casado. A los diecinueve años nació mi primer hijo. La situación
era precaria. No conocía ningún oficio. No sabía cómo cambiar mi vida.
Una vecina me inició. Administraba a un prostíbulo. Le llevé un
recado. Un cliente se fijó en mí. Me abordó. Me ofreció dinero. Pasamos
el rato. No volví por allá. Un viernes, cansada de la cantaleta y de la
escasez, le dije a mi amiga que me consiguiera un contacto. Había una
oportunidad en Cereté. Me piqué el pelo. No sabía maquillarme. Hice
conmigo lo mejor que pude.
La textura del condón me lastimaba. Me acostumbré. Siempre exigí
protección. Me hacía los exámenes. Era joven. Todo lo veía fácil. No sabía
lo que era el dinero. Empecé a tenerlo en cantidad. Me sentí emocionada.
Vestía a mi hijo con de ropa de marca. Lo rodeé de lujos. Contraté a una
muchacha para que lo cuidara.
Nadie dejaba de trabajar por la regla. Tomábamos un trozo de
algodón. Lo humedecíamos con aceite. Lo introducíamos en la vagina. La
sangre no bajaba. Cuando mis clientes olían mal les compraba jabón y
toalla para que se asearan.
Conocí personas buenas y malas. Algunos sólo querían “pasar el
rato”. Otros buscaban algo más. Entre mis piernas tuve paramilitares,

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policías, narcos… gente rica que reunía mujeres por docenas en sus fiestas.
Modelos y presentadoras de la televisión compartieron escenario
conmigo en las fincas de los capos del país.
Conocí costumbres extrañas. Hombres que se drogaban. Venían
donde las putas para que les metiéramos objetos por el culo. Si tenían
plata se les complacía. Varias nos metíamos al cuarto. Compartíamos
perversiones y ganancias.
Me enamoré. Tuve una hija. Me retiré. Mi nuevo hombre estaba
quebrado. Las necesidades se pagan en efectivo. Volví a la prostitución.
Las cosas se salieron de control. Con dos bocas para alimentar no tenía
tiempo para tonterías. Los celos terminaron la relación.
Un cliente le dio el apellido a mi hija. Me ayudó a salir de ese mundo.
Actualmente trabajo en una empresa como una ciudadana cualquiera.
Con mi trabajo sustento a mi hijo. El padre de mi niña es cumplido con la
mensualidad.
Nunca consumí drogas ni anduve en recochas. Nunca tuve un
orgasmo. Ese sólo era mi trabajo. Aprendí muchas cosas. Una vez peleé
por culpa de los tragos. Lloré muchas veces. Me arrodillé. Le pedí a Dios
que me sacara de ese mundo. Que me diera otra fuente de ingresos. Que
me permitiese estudiar. Ser alguien. Me escuchó. En el burdel nunca fui
la más linda, pero como dicen… “la suerte de la fea, la más bonita desea”.

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MAESTRÍA DE LA VOLUNTAD

Durante mi adolescencia me pareció que la vida de las putas era


respetable como la de cualquier persona. Me ofendía cuando escuchaba
que las juzgaban, se burlaban y criticaban su oficio. Quienes mostraban
mayor crueldad, eran quienes primero caían entre sus piernas para
satisfacer su sexualidad reprimida e inmadura.
Yo quería estudiar y salir adelante. Salir de rumba con mis amigas.
Tener dinero para suplir mis necesidades. No tuve una persona que me
apoyara. Sobraron quienes vinieran a estorbar con sus consejos, pero yo
necesitaba actos no palabras.
Provengo de una familia humilde. Mis padres no están enterados de
mi oficio. Me da miedo de que se enteren. Por eso vivo fuera de casa. He
sido muy discreta en todo lo relacionado con cuándo, cómo y con quién
realizar mi trabajo. No voy derrochando dinero ni acostándome con el
primero que se atraviese.
Soy estudiante universitaria. Soy feliz. No me arrepiento. Todo lo
hecho es por mi bien y para sacar adelante a mi familia. Hay un Dios que
todo lo ve. Él sabe por lo que he pasado para poder estudiar.
Cualquier mujer que ejerza esta profesión debe ser comprendida y
respetada. Sea cual sea la razón por la cual la eligió. Este trabajo ha sido
un refugio para mí. No busqué este oficio. El oficio me buscó. Una vez
llega es difícil dejarlo. Se vuelve parte de ti. No tomas en cuenta otras
posibilidades. Te aferras.

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La contradicción me consume. Siento que ninguna mujer merece un


trabajo como este. Quiero ser una persona libre. Conformar una familia.
Alcanzar mi titulación profesional. Especializarme. Sentirme orgullosa de
mí. Sentir que valió la pena tanto esfuerzo.

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LA PIEDRA POSTIZA

Siempre he sido una mujer difícil. Muy solitaria. Tengo muchos


vacíos. Llegué a esta ciudad a los cuarenta y cinco días de nacida. Me crie
con mi mamá postiza. Conocí a mi mamá biológica a los ocho años. Mi
infancia fue bonita hasta los diez. Temprano entré en la adolescencia.
Empecé a notar que mis compañeras del colegio tenían cuanto estaba de
moda. Este hecho, sumado al mal comportamiento de mi mamá postiza
conmigo, me llevó a vivir la vida que he vivido.
Me retiré del colegio a los quince. Cursé hasta octavo. Influyeron las
malas amistades. Desde entonces me dedico a vender mi cuerpo. Nunca
quise estudiar ni trabajar en otro oficio. Me inicié en esta actividad por
medio de una muchacha. Viajaba a El Plato, Magdalena. Allí trabajaba en
un bar y estudiaba los sábados.
Cuando mi mamá postiza se enteró de que me dedicaba a la
prostitución, tenía dieciséis años. “Si vas a ser bandida te vas lejos. No vas
a deshonrar el apellido. No vas a ser la vergüenza de mi familia. Desde
entonces me dio la espalda. Vivimos a cinco calles. No viene a visitarme.
No yo voy a su casa.
Empecé a viajar. Conocí muchas ciudades. Desde Santa Marta hasta
Villavicencio, desde Pereira hasta Ibagué… caminé por medio país. En
Bucaramanga viví muchos años. Trabajé en las calles de la zona rosa. Se
veía el peligro. La calle llena de putas. Carros entrando y saliendo. Daba
miedo confiar tu vida a gente que nunca antes viste. Me montaba en los

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vehículos desde los cuales demandaban mis servicios. Me dejaba llevar


donde quisiesen. Fue la primera vez que trabajé en la calle.
Cuando estuve en Valledupar conocí a mi actual pareja. Yo tenía
diecisiete. Él veintiocho. Yo pasaba por una situación difícil. Me gustó. No
se escandalizó porque trabajase en lo que trabajaba. Pensé que podría ser
el papá de mis hijos. Desde entonces cualquier inquietud que ronda mi
cabeza, la consulto con él. Incluso sobre temas relacionados con mis
clientes. La confianza nos mantiene juntos.
Mis amigas dicen que somos una pareja moderna. Vivimos juntos en
el día. En la noche cada uno por su lado. A veces cuando me visita en mi
lugar de trabajo, la gente pregunta por él. Respondo que es el papá de mis
hijos. “¿Tu marido te deja trabajar en esto?”, preguntan. “Alguien tiene
que aportar el dinero para los gastos familiares”, respondo.
Tengo tres hijos. Vivo con los menores. Uno tiene cinco años. Es
responsable e inteligente. Gracias a su desorden no ocupa el primer lugar
en el colegio. Siempre de segundo. El menor tiene tres añitos. Es
tremendo. Una calilla. Lo reprendes y sigue para delante. Te le paras. Te
bravea. El mayor tiene ocho años. Es un niño de bonito corazón. Vive en
Bucaramanga con mi comadre. A pesar de la distancia sabe que somos su
familia y que cuenta con nosotros. Tengo tres años sin verlo crecer.
Soy capaz de hacer lo que sea por mis hijos. Lo son todo para mí. Son
mi energía. Una vez me preguntó el segundo: ¿mami en tu trabajo hay
machos? Quise correr. Lo miré. “Hijo… ¿dónde escuchaste eso?” “Mami…
¿dónde trabajas? Le salgo con excusas. No me siento preparada para ser
sincera. Me duele saber que no será inocente por siempre.

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Pese a todo no me arrepiento. Gracias a la prostitución he sustentado


a mis hijos. Los vecinos conocen mi oficio. En esta ciudad todo mundo se
conoce. Toda la vida me han discriminado. No se acercan a mí. A sus ojos
mi trabajo es vergonzoso. No me detengo a pensar en su desprecio. No
cuento con hermanos. Ni con tíos. Ni con primos. Ni con nadie. Mi familia
son mis hijos. El papá de mis hijos. Las pocas personas que se acercan a
mí.
Quisiera poner frente a mí a los hipócritas que me critican. Mirarlos
a los ojos. Gritarles en la cara que tire la primera piedra quien esté libre
de pecado. Me matarían a pedradas. Son demasiado hipócritas. Cada vez
me identifico menos con este oficio. Las putas vivimos en el lodo. La
sociedad no nos concede otro espacio. Intenté invertir dinero en un
negocio. Una fuerza me arrastra hasta el lodo.
Cuando paso más de una semana sin prostituirme me desespero. Los
negocios me llaman. Intento cubrirme con la sangre de Cristo. No sé si a
Cristo le importe mi destino. Mi marido me dice con lágrimas en los ojos:
“me pregunto por qué la dejo trabajar. No soy un hombre de verdad”. No
tengo salida.
Mi marido dice que lo descontrolo. Ante cualquier pataleta mía sale
ofendido para el trabajo. En la madrugada llega borrachito. Miramos al
futuro. Solucionamos el problema. Más nos queremos. Creo en el amor.
Me quiere de manera inexplicable. Lo extraño cuando salgo de viaje. No
es sólo costumbre. Enfrentamos las más duras pruebas amándonos.

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Actualmente trabajo de jueves a domingo en un sitio nocturno, entre


nueve de la noche y tres de la mañana. A las ocho duermo a mis hijos. Los
dejo al cuidado del tío postizo. Me preparo para salir.
En mi sitio de trabajo nos prostituimos muchas mujeres. A las nuevas
intento explicarles el tejemaneje. La envidia no es conmigo. Todas
necesitamos dinero. Lo buscamos. Me respetan. Cuando un hombre se
acerca, lo miro de pies a cabeza. Pienso en lo que puede llegarme a pasar
si no hago bien las cosas. Siempre dudo de los hombres. El peligro sigue a
las putas. He rechazado dinero por desconfianza o por miedo. Porque vi
algo que no me gustó.
No todos los hombres buscan a las putas para requerir servicios
sexuales. Algunos buscan amistad. Hay clientes agradables. Otros son
posesivos y prepotentes. Otros llegan drogados o borrachos a ofenderte.
Es cuestión de suerte. He encontrado personas especiales. Se convierten
en mis amigos.
Dios tiene un propósito para nosotros. La desobediencia te hace
actuar de manera incorrecta. Pienso en mis hijos. Le digo a Dios que les
ayude y les ofrezca en abundancia lo que les falta. Le pido a Dios que me
dé la oportunidad de encontrarme de nuevo con mi mamá biológica. La
abrazaría. Le pediría que me presentara a mis hermanos. Le presentaría a
sus nietos. Llenaría mis vacíos. Sería la mujer más feliz del mundo.

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EL ARTE DE LA DIGNIDAD

Tengo veintisiete años. Soy la mayor de cuatro hermanos. Desde


chica me enseñaron a trabajar para ayudar con los gastos del hogar. Desde
los quince la vida me hundió en las dificultades. Por aquella época mi
madre fue diagnosticada con una enfermedad degenerativa que no le
permitiría trabajar, pues avanzó en silencio durante años.
Dejé mis estudios. Busqué un empleo. Debía cuidar de la casa. De mi
madre. De mis hermanos. Suplir las necesidades de todos. Mi padre es un
campesino. Trabaja por un jornal en cualquier finca. Su sueldo no cubría
los gastos. Menos alcanzaría para proporcionar a mi madre sus
medicamentos.
Si almorzábamos, no desayunábamos ni cenábamos. Empecé a
trabajar en un restaurante. Trabajaba todo el día. Llegaba a casa de noche.
Mi padre cuidaba de mi mamá en mi ausencia. El dinero no alcazaba. No
me di por vencida. Quería salvar a mi madre. Deseaba que mis hermanos
siguiesen estudiando. Dos de ellos eran excelentes estudiantes. El tercero
empezó a caminar por el mal camino. Lo puse a trabajar conmigo para
tenerlo vigilado.
Los gastos crecían. Trabajaba en el restaurante desde la mañana
hasta la tarde. Salía para un lavadero de carros. Trabajaba allí hasta que
caía la noche. Allí me enamoré de un joven cuya compañía parecía diluir
las tristezas del corazón. Me propuso que fuera su novia. Gocé de su
compañía desde que salía del trabajo hasta que llegaba la luna al cenit.

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Una noche, después de varias semanas de insistente persuasión,


acepté entregarle mi cuerpo como le entregué mi corazón. Empezó la
pasión. El arrebato. El deseo de devorarnos vivos día y noche. Conocí
brevemente la hermosura. Convertimos el placer en nuestra religión.
Quedé en embarazo. Al enterarme sentí miedo y felicidad. La vida es
una bendición. Cité a mi novio para darle la buena nueva. Su reacción fue
violenta. No quería tener hijos. No aceptaría la paternidad. Dijo que no
estaba seguro de que fuese suyo. Me exigió que abortara. No volví a
buscarlo. Me dio la espalda.
Mi mamá y mi papá se tornaron fríos y secos. Traía una boca más
para alimentar. Más gastos y más problemas. Eso parecía significar mi hijo
para sus abuelos. Estaban decepcionados. Luego vino la reacción de mis
patrones. Al verme en embarazo me echaron del restaurante.
Empecé a vender minutos de celular. Mendigaba entre los vecinos
para no morir de hambre. El dinero apenas alcanzaba para las medicinas
de mi madre. Pasaron los meses. Llegó mi hijo. No puedo describir la
alegría de ver salir la vida de mi cuerpo.
Empecé la búsqueda de trabajo. Una amiga me recomendó un lugar.
Un almacén de ropa lejos de mi ciudad. Acepté. El patrón me ofreció su
apoyo. Mi situación económica mejoró. Mis hermanos daban lo mejor de
sí mismos. Mi hijo cumplía dos años. Sentía que nada sería imposible.
Murió mi mamá. Mi papá venía hundiéndose en el alcoholismo. Mis
compañeras de trabajo se convirtieron en mis amigas. Empecé a notar que
usaban ropa fina. Zapatos de marca. Llevaban una vida ostentosa.
Inasequible para una vendedora.

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Llegaban hombres en lujosos carros. Cruzaban la entrada principal.


Pasaban a una bodega en la parte trasera. Mis compañeras modelaban la
ropa que se veía en las vitrinas. El patrón me dijo que modelando para sus
clientes ganaría mucho más que como vendedora. Y que, si los complacía,
en un día ganaría el sueldo de un mes. Acepté. Me gustó.
Los chismes se regaron como un incendio. Llegaron a oídos de mi
padre. Dije la verdad. Me echó de casa. Dijo que no merecía tener a mi
hijo conmigo. Él se haría cargo del niño. Tuve que obedecer. Aceptaban
el dinero que enviaba, pero no me aceptaban a mí.
Extrañaba a mi hijo con el alma. Cuando intentaba comunicarme, mi
padre me decía que dejara ese oficio y que estudiara en lugar de gastarme
la plata en pendejadas. Cumplí su deseo. Empecé a estudiar. Volví a casa.
Me disculpé. Se disculpó por haber sido tan duro.
Hace cuatro años me gradué como administradora de empresas. En
ocasiones realizo trabajos como administradora. Sigo en la prostitución.
Seguiré siendo prostituta hasta que el cuerpo me lo permita. No creo en
el amor. Prefiero el sexo como trabajo que el sexo de los enamorados, al
que sólo le espera la traición. Conozco el mundo. Sé que es así.
Siendo casi una niña empecé a prostituirme. Me sigo prostituyendo
en el mismo lugar donde lo hice la primera vez. Me gusta mi trabajo. Me
ayudó a construir mi vida. Me dio a conocer a las personas que ahora
considero mis amigas. Nunca me arrepentiría de ser quien soy.

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SECRETOS DE OFICIO

Terminé mi bachillerato. Entré a estudiar administración. No pude


continuar con mis estudios por razones económicas y familiares. Mi papá
se fue de casa. Mi madre es hipertensa. Tenía riesgo de derrame cerebral.
Me dediqué a cuidarla. Corrí con los gastos médicos. Le ofrecí cuanto
pudo necesitar. Por esa época mi hijo ya tenía dos años. Debía satisfacer
también sus necesidades. Pagar el arriendo. Los servicios públicos. Mercar
para todos. Aún era menor de edad.
Me inicié en la prostitución. Una amiga me puso en contacto con la
agencia. Me tomaron fotos. Preguntaron mi talla. Empecé a visitar
clientes. La gente dice que es una vida fácil. Falso. La primera vez que
estuve con un cliente fue muy desagradable. No miré su rostro. Intenté
que pasara rápido. Estaba muy tensa. El cliente se puso agresivo. No supe
qué hacer. Pensé en otras cosas mientras la pesadilla terminaba. Con el
tiempo te acostumbras.
Cuando trabajaba en la agencia, mis clientes eran turistas. Tenía que
estar disponible las veinticuatro horas del día para salir de mi casa y tener
sexo con extraños. Esa no es vida para una adolescente. No saber qué le
espera con cada hombre. Entregarse sin amor. Este trabajo no tiene
ningún lado positivo. Ganas mucho dinero. Hasta dos millones en una
semana. Así como consignas tienes que comprar ropa y maquillaje. Ir al
salón de belleza. En este negocio la apariencia tiene elevado costo. El
dinero es obsesión. Para obtenerlo te conviertes en mercancía.

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Las personas te señalan. No admiten putas. El peligro nos rodea.


Durante un domicilio no sabemos con quién nos encontraremos. Muchas
amigas salieron a trabajar. Jamás regresaron. Eran putas. A nadie le
interesaba su paradero. Llegamos a este oficio porque la necesidad nos
obliga. Siempre nos encontramos con viciosos. A mí no me gustan los
vicios. Muchos clientes me recibían drogados. Entre más dinero tienen
más podridos están. Tuve amigas que trabajaban a cambio de drogas. Nos
íbamos a trabajar tres o cuatro días a una finca. Pasaban el tiempo
consumiendo cocaína, fumando marihuana, tragando pepas.
En cierta oportunidad salí para atender un domicilio. Cuando toqué
a la puerta, me indicaron dirigirme a otra dirección. Me sentí nerviosa.
Eran cosas de trabajo. Me dirigí al nuevo lugar. Se ubicaba en un sitio
solitario. Miré por la ventana. Había tres hombres dentro de la casa.
Toqué a la puerta. Abrieron. No me gustó la cara del que abrió. Volví sobre
mis pasos. Corrió tras de mí. Me alcanzó. Quiso obligarme a entrar. Grité
consumida de terror. Alguien pasaba por allí. Me ayudó.
Mi familia no se ha enterado del oficio que ejerzo. Espero que no se
enteren. Son personas muy católicas. Sólo tengo hermanos varones. No sé
cómo reaccionarían. Son muy malgeniados y machistas. Mi mamá cuida
de mi bebé. Yo ayudo en todo lo que puedo. Le regalé una casa gracias a
mi trabajo. Espero retomar pronto mis estudios. Ofrecer a mi niño un
futuro digno de él. No quiero que las sombras de mi pasado lo persigan.
Que lo señalen como el hijo de la prepago. Necesito aprender a ver la vida
de una manera diferente. Actualmente trabajo en una discoteca y les
mando a ellos todo lo que gano.

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LA PROFESIONALIZACIÓN DE LA PROMISCUIDAD

Curso cuarto semestre de administración de empresas. Tengo


veintiún años. Mi vida fue feliz hasta el divorcio de mis padres. Se
convirtieron en enemigos. Todo intento por reconciliarlos fue vano. El
licor fue mi refugio. Se repartieron los hijos. Yo me quedé con mi padre.
Él vive en un mundo al que no tengo acceso. La vida se llenó de dolor.
Intenté suicidarme tras desear la muerte por semanas.
Quise tener el control de mi vida. Me pareció que la única forma de
obtenerlo era ganando dinero. Una amiga me inició. En este mundo ganas
grandes sumas por soportar grandes dosis de crueldad. Aprendes a gastar
a manos llenas. Tengo muchos clientes. Las únicas personas que conocen
mi oficio son mi mejor amiga y algunos empleados de la universidad que
demandan mis servicios. Para mi familia es un secreto.
Un encuentro conmigo cuesta doscientos mil pesos. Mi horario de
trabajo es diurno. Llaman. Solicitan mis servicios. Los atiendo mientras
no me encuentre en la universidad. Mis clientes tienen esposas. Es más
fácil para ellos escaparse en la tarde. La gente dice que somos “las mujeres
de la vida fácil”. Quisiera verlos vivir esta vida a ver qué tan fácil les parece.
Hay momentos en que es mejor perder la consciencia. Muchas veces he
consumido drogas. Lo peor es tratar con hombres que pasan días sin
bañarse. O que tienen mal aliento.
El día en que perdí mi virginidad, me desmayé al ver la sangre fluir.
Al volver del desmayo mi novio entró de nuevo. Estábamos en la cama de

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sus padres. Nos sorprendió un tío. Semanas más tarde rompimos. Empecé
a validar el bachillerato. Me iba mal con las matemáticas. Me hice novia
del profesor. Me ayudaba con las tareas, las fotocopias y otras cositas. Así
supe lo que es ser interesada. No sentía nada por él.
Ando con varios hombres. Uno dice estar enamorado. Un cliente nos
presentó en Coveñas. Lo contacté por Facebook. Se presentó con mi papá.
Transporta mercancía. Ha sido una experiencia fascinante. Hay otro
hombre. Profesional. Casado. Entre nosotros prevalece la diversión. Es
detallista. Se preocupa por mí. Me enloquece de placer. Jamás les
confesaría mi oficio. No puedo dejarme llevar por las emociones.
Tengo contactos en otras ciudades. Clientes entre los quince y los
setenta. Mantengo un kit con toda clase de artefactos eróticos. Uso el
baby-doll para acelerarles el pulso. Me suelto el cabello. Me maquillo. Les
encanta el preámbulo. Hago tríos si la paga es buena. Puedo realizar
fantasías que sólo se materializan con mujeres como yo.
A veces me embriago. Al día siguiente aparezco desnuda en una cama
desconocida. Sin registros en la memoria. Si un hombre llama mi atención
le monto cacería. Un día estaba lista para la guerra. Caí en cuenta de que
no tenía condones. Tuve sexo sin preservativo. Me hice pruebas de
embarazo y VIH. Todo negativo.
No presto el servicio de sexo anal. Un cliente me dijo que era una
perra. Tenía que darle culo. Le dije que era una perra elegante. No haría
ese trabajo. Entendió. No he tenido problemas. Jamás me han forzado.
Han sido respetuosos. Problemas sólo el día en que salí a compartir un
helado con un cliente. Llegó su esposa armando escándalo.

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Conocí todo el país por asuntos de trabajo. Pagan tarifa y viáticos.


Miento a mis padres. Les hago creer que estoy realizando tareas de la
universidad. Hago real la cosa. Lo hago por hacerlo. No les importo. Los
vecinos murmuran. Hasta ellos llegarían las murmuraciones. Las dejaron
pasar. No quiero ser confrontada por ellos. Ruego. Que no llegue el día.
Tengo pocas amigas. No falta la envidiosa. Temo a la soledad. Huyo
de ella. El trabajo me ayuda a olvidar. La prostitución ha convertido mi
vida en un laberinto. Vivo en la mentira. Quiero salir. No puedo. Tengo
compromisos económicos. Estoy pagando una moto que me robó mi
hermano. Se suman los gastos de la universidad. Cuanto necesitan mis
hermanas se los proveo. No quiero que tomen este camino.
Tengo un propósito. Terminaré mi carrera. Conseguiré un empleo
digno. Sueño con casarme. Formar una familia. Ser madre. Ofrecerles a
mis hijos el afecto que yo no recibí.

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ABRIR LAS PIERNAS AL PÚBLICO

Estudio enfermería. A la prostitución me llevaron la pobreza, la falta


de oportunidades y el ansia de dinero. Tengo veintisiete años. Hace diez
me prostituyo. Inicié al cumplir mi hijo cuatro años. Una amiga me inició.
Como hizo ella conmigo, hice yo con otras mujeres. Les presenté sus
primeros clientes. Abrí sus piernas al público.
En este oficio se conoce todo tipo de hombres. Elegantes. Agresivos.
Jóvenes. Viejos. Pobres. Adinerados. Borrachos. Delincuentes. Cuando un
cliente es desagradable, recurro a las drogas para realizar mi trabajo. Las
drogas son el pan de cada día. También las consumo cuando mis clientes
piden que los acompañe en su consumo. He conocido el amor entre
mujeres. Por curiosidad. Por cuestiones de trabajo. Por placer. Los que
más solicitan este servicio son los adultos mayores.
Tengo mi página web. Prefiero que me contraten a través de ella. Los
proxenetas se quedan con el cuarenta por ciento de la ganancia. Una hora
conmigo cuesta ciento cincuenta mil pesos. Las horas adicionales se
cobran a cien mil cada una. La amanecida, entre cuatrocientos y
quinientos. Fin de semana en playa quinientos o seiscientos por día. El
negocio es rentable. He sobrevivido.
Mi primera experiencia fue con un hombre mayor. Le vendí mi
virginidad. Pensaba ansiosamente en el dinero mientras entraba dentro
de mí. Mi familia conoce mi oficio. Nunca trabajé en nada diferente. Mi
mamá me dice que estudie para que salga de esta vida. He ahorrado. He

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conocido lugares hermosos. He comprado ropa fina. He comido en


buenos restaurantes.
Varios clientes se han encaprichado. Han ofrecido sacarme de esta
vida. Pagan mi arriendo y todos los gastos durante unos meses. Hombres
casados que necesitan una amiga. Se sabe que es momentáneo. Les doy
cuerda por un tiempo. Luego empiezo a salir con otros hombres. Sólo me
arrepiento de haber traicionado aquel novio que quiso casarse conmigo.
No quise dejar la prostitución. Me dejó. Su recuerdo es el único que
despierta en mí algo parecido al remordimiento.

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TALENTO EN PARÁBOLAS

Soy una chica de veintidós años. A los cuatro quedé huérfana de


madre. Mi padre entró en depresión por la pérdida. Llenaba el vacío con
alcohol. Llegaba de madrugada. Vomitando. Golpeando las sombras. Su
comportamiento era causado el hondo dolor. A los 5 años me abandonó
en una casa-hogar. Allí encontré muchos niños. Jugábamos. Reíamos. La
inocencia nos mantenía en el presente. No intuíamos la futura tormenta.
Antes de dormir me preguntaba por el paradero de mi padre. A lo largo
de los años la pregunta volvería cada noche como fantasma.
Cinco meses después de haber ingresado, la directora me preguntó si
deseaba ser adoptada. Me aburría el hogar. Esperaba conocer el amor. Dije
que sí. En casa supe que tenía una hermana mayor. Preguntaba por qué
tenía que compartir sus cosas conmigo. Agregaba unos golpes. Decía que
yo era una muerta de hambre. Cuando sus padres se negaban a comprarle
ropa o juguetes, agregaba unos golpes más.
Mis padrastros siempre estaban de viaje. Una señora nos cuidaba
hasta las seis. Después quedábamos solas. Mi hermana me encerraba en
el closet. Lloraba y lloraba hasta el día siguiente. Conté los hechos a mis
padrastros. No me creyeron. Mi hermana me llenó de negras amenazas.
Quise saber por qué me pasaban estas cosas. No hallaba respuesta. No
podía decir nada. Pasé dos años allí.
Me entregaron a otra familia. No tenían hijos. Me compraron un
perrito. Era mi acompañante. Mi amigo. Me inscribieron en la escuela.

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Conocí la felicidad. Sacaba buenas notas. Me subieron un grado. Estaba


adelantada. Un día salí a estudiar. Nadie vio al perro correr detrás de mí.
Fue atropellado. Me siento responsable por su destino. Revivo aquel dolor
cuando veo perros callejeros y me pregunto “¿por qué a mí?”
Al cumplir los nueve me llevaron a una nueva casa. Cuando dormía,
escuchaba discusiones en el cuarto de mis padrastros. Nunca entramos en
confianza. El señor golpeaba a la mujer. Ella se sometía a los castigos.
Pasé de familia en familia. Envidiaba a mis compañeros del colegio. Sus
padres llegaban a buscarlos. Yo llegaba sola a casa. Nunca tuve amigas.
Olvidé jugar. Olvidé el amor. Mi alma era solitaria. Dura.
Me aferré a los estudios. Mis calificaciones sobresalían. Llegué a la
secundaria. Vi un nuevo mundo. Mi mente maduró. Todo era excitante.
Conocí a un chico. Hice que me notara. Le mostré mi inteligencia. Supo
valorarla. Me sentí significativa. Nos hicimos novios. Es el único hombre
al que amé. Entregué cuerpo y alma. Pasé cuatro años a su lado.
Cuando cursaba noveno pasaba el tiempo encerrada. Mis padrastros
eran pobres. La vecina me invitó a salir. Me propuso trabajar con ella. Era
prostituta. Sería por poco tiempo. Partimos hacia Medellín. La ciudad me
pareció bonita y radiante. El bar feo y oscuro. Las mujeres bailaban
desnudas. Pregunté si tenía que bailar. Afirmativo. El jefe hizo
identificaciones falsas. No había marcha atrás.
Tenía miedo. Los hombres eran desagradables. Debía permitir que
me manosearan. Sonreía si querían tomar mis nalgas o besar mis senos.
Se enojaban si me negaba. Perra, me decían. Era un bar muy concurrido.
Estaba entre las favoritas. Era una niña. Me rodeaban los pedófilos.

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Regresé a casa decepcionada. Lloraba en mi cuarto. Me preguntaba


por qué… por qué a mí. Empecé a llevar la vida de una puta. Mientras
estudiaba, la vecina me conseguía clientes. Trabajaba por las tardes. En
las noches sacaba tiempo para hacer las tareas del colegio. Terminé el
bachillerato. Obtuve un puntaje alto en el ICFES. Entré a la universidad
pública. Estudiaría medicina veterinaria. Mi sueño.
Escogí horarios. No podían interferir con mis negocios. Me adentro
más en la vida de las putas. Me digo que voy a salir pronto. Alcanzaré mi
título. Tendré un hospital veterinario. Ayudaré a las prostitutas. Les
mostraré otros caminos. Volveré a enamorarme. Tendré una familia. Todo
indica que tengo el talento para lograrlo.

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LOS MODULADORES DE LA EXPERIENCIA

Nací veinticuatro años atrás. Mis hermanos y yo fuimos criados por


los abuelos. A ellos les debo mis mejores recuerdos. Era su consentida.
Mis padres convivieron por largos años. Enfrentaron duras pruebas.
Trabajaban duro. Todo se derrumbó. Mi papá consiguió otra mujer. Mi
madre se refugió en el alcohol. En los excesos. Derrochó nuestro dinero.
Tuvimos una terrible pelea. Me alejé de la familia. Se negaron a pagar
mis estudios. Llegué a la prostitución por sugerencia de una amiga de toda
la vida. Pensé que era el camino más fácil. No me acostumbro a esta vida.
Cada vez caigo más bajo.
Trabajo todos los días de siete de la noche a tres de la madrugada.
Los fines de semana hasta las cinco. Tengo que maquillarme y usar
tacones. No me gusta. Me han dicho que no sirvo para este trabajo. No me
acuesto con cualquiera. No soy extravagante. No me gusta ingerir licor.
Mis familiares no saben lo que hago. Espero que jamás se enteren.
Me he vuelto interesada. Sólo pienso en el dinero. En una noche gano
entre cuatrocientos mil pesos y un millón. Me ofende el dinero que tanto
deseo. Me dice que no valgo nada. Este oficio es inaguantable. Nadie
puede realizarlo por placer.
Temo caer en las drogas. Pelear con mis compañeras. El stress en los
burdeles es desbordante. A veces quisiera desahogarme. Quién va a
escuchar a una puta. Mi consuelo es llorar. Pienso en suicidarme.

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EL CENTRO DEL MUNDO

Nací de milagro el cuatro de agosto de mil novecientos noventa y


siete. Mi madre intentó abortar desesperadamente. Carecí del amor que
necesita una persona. Mi papá era un borrachín. Golpeaba a mi madre. Le
gritaba. La insultaba. Conmigo era dulce. Generoso. Era quien cubría
nuestros gastos. Murió. Ella empezó a trabajar. Me golpeaba. Me gritaba.
Me insultaba. Decía que yo era su peor error.
Cumplí diez años. Cursaba quinto de primaria. Hablé con mi tía
paterna. Le comenté cuanto ocurría. Mostró comprensión. Me envió los
pasajes. Me fui a vivir a su lado. Fuera de la cuidad. Poco le importó a mi
mamá. En principio mi tía me trató como a una princesa. Con los meses
empezó a golpearme. Superaba a mi madre en crueldad. La sangre corría
por mi cuerpo. Dos años aguanté su brutalidad. Regresé.
Mi madre tenía pareja. Un barrigón morboso y pervertido. Empecé a
cursar séptimo. Vivía una existencia de insultos. Conocí a una niña. Buscó
mi amistad. Le dije que nunca tenía dinero para la merienda. Dijo que si
mi mamá no me daba dinero, ella me ayudaría a conseguirlo. Me iniciaría
en su negocio. Era prostituta. Quedé pasmada. No tenía razón para tomar
ese camino. No quise convertirme en lo que soy.
Una semana después necesité dinero para realizar una tarea. Lo
solicité a mi madre. Discutimos. Para herirme enumeró las formas en que
intentó evitar mi nacimiento. Las bajezas que cometió para matarme
mientras crecía en su vientre. Sentí un abandono total. Intenté

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suicidarme. En la tarde me visitó mi amiga. Me desahogué. Me ofreció


trabajo. El odio y la tristeza fueron motivo para prostituirme.
Sería independiente. No necesitaría de mi madre. Salí hacia la casa
de mi amiga. Me vistió. Me maquilló. Tenía doce años. Me dirigí al
establecimiento donde trabajaría. Al llegar no me querían dejar entrar.
Me pidieron la cedula. Mi amiga le ofreció dinero al portero. Entramos.
Me presentó con las muchachas. Me explicó cómo debía insinuarme. Qué
disfrutaban los clientes. El vacío y la desolación los descubrí por mi
cuenta.
Aquella noche le gusté a un hombre. Me invitó a su mesa. Bailamos.
Tomé mis primeras cervezas. Me invitó a una habitación. Entregué mi
virginidad. Me trató muy bien. Se portó como un caballero. Al principio
sentí dolor. Después la pasamos rico. Nunca más fui una niña inocente.
A partir de esa noche cambió mi rutina. Conseguí una cédula falsa.
Salía entre dos y cuatro con el pretexto de hacer las tareas. Regresaba
entre ocho y diez de la noche. A mi mamá le daba igual. Al principio no
sabía ponerle precio a mi cuerpo. Recibía lo que el cliente me diese. Un
día me dieron veinte mil pesos. Fijé esa tarifa. Pasaron las semanas. Quise
salir del negocio. Mi amiga aseguró que empezaba lo bueno.
Llegaban hasta dos millones de pesos diariamente a mis bolsillos. Mi
amiga los guardaba. Me compraba cuanto necesitaba. Mi mamá pensaba
que era un regalo. Estaba convencida de que mi amiga era una niña de
familia. Encontraba dinero en mis bolsillos. Me preguntaba de dónde lo
sacaba. Era un obsequio de mi amiga. Me quería, igual que sus padres. Por
eso me ayudaban.

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Me acostumbré a esta vida. A sentirme mal. Avergonzada. Empecé a


consumir marihuana. Mis quince años los celebré en el estadero. Un
cliente me invitó a pasarla rico. Acepté. Bailamos. Tomamos. Me
enamoré. Era casado. Tenía un hogar. Todas las noches quería tener sexo
conmigo. Experimenté la plenitud. Le expresé mis sentimientos. Sentía lo
mismo.
Con mis clientes me cuidaba. Nunca con él. A mis dieciséis años
quedé embarazada. Quiso que abortara. Me puse firme. Me buscó una
semana después. Se disculpó. Me endulzó el odio. Se haría cargo de mí y
de mi bebé. Por esos días mi mamá me ordenó lavar el baño. Me resbalé.
Perdí a mi hijo. Mi enamorado quiso que dejara este oficio. Mejor acabé
la relación. Siguió su vida. Seguí prostituyéndome. Dejé de lado el amor.
Un día estaba invitada a una fiesta familiar. Era sábado. No podía ir.
Tenía que trabajar. Mi mamá llamó al celular de mi amiga. Ella estaba en
la habitación con un cliente. Le dijo dónde y en qué trabajábamos. Me
topé con los ojos desorbitados de mi mamá al salir de una habitación.
Me golpeó. Agarró mi cabello. Me arrastró hasta la casa. Me insultó.
Guardé silencio. Decía estar decepcionada. Señalaba que debí confiar en
ella. No me dejaría salir. Me escapaba. Venia al día siguiente. Me golpeaba.
Le dije que ayudaría con los gastos de la casa. Puse muchos billetes en sus
manos. Aceptó. Se reconcilió.
Animado por el descubrimiento, mi padrastro entró en mi cuarto. Me
arrojó sobre la cama. Se echó sobre mí intentando violarme. Grité. Llegó
mi madre. En lugar de protegerme, me agredió. Siento que soy una
cualquiera. La mayoría de los clientes me tratan como una cosa sin valor.

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Me han golpeado por no tener sexo anal. Mi cuerpo es hermoso. Soy


amable. Merezco algo mejor.
Me fijé el objetivo convertirme en profesional. Dejar esta vida
humillante. Terminé el bachillerato. Inicié una carrera universitaria. Seguí
prostituyéndome. Me quedo con cualquier cliente o en casa de alguna
amiga. Vivo rodando. Pago mis estudios. Le ayudo a mi mamá. Le regalé
una moto. Si preguntan por mi oficio, digo que soy profesora. En mi
familia se preguntan por qué hago lo que hago. Ojalá lo supiese yo.

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EL LABERINTO DEL AMOR

Nací en mil novecientos noventaicinco. Mis padres murieron en un


accidente automovilístico. Mi abuela materna se hizo cargo de mí. La
familia nos dio la espalda. Mi abuelita lloraba al no poder llenar mi
estómago vacío. Conocí la soledad y el dolor.
A la edad de dieciocho años, en vísperas de terminar el grado once,
ingresé en la prostitución. Una amiga me presentó en la agencia. Me
tomaron fotos en traje de baño y ropa interior. Abrí las piernas al público.
Descubrí lo morbosos que son los hombres. Todos.
Con la familia de mi padre no tengo contacto. A la familia materna
apenas el saludo. Sólo cuento con mi abuela. Corro con sus gastos. Curso
séptimo semestre. Mi promedio académico es el mejor de la universidad
pública en la que estudio. Mi promedio sexual es impresionante. Nadie
conoce mi oficio. Es difícil llevar dos vidas.
Compré un apartamento. Lo comparto con una amiga y un amigo
homosexual. Juntos pagamos los gastos. En nuestro hogar siempre hay
energía positiva. Mis compañeros me visitan para hacer tareas grupales.
Nada delata mi oficio. Cero fiestas. Es lugar de estudio, descanso y
encuentro. Tengo una pareja. Jamás le revelaría mi oficio. Es egocéntrico
como todos los hombres. Difamaría mi nombre. Me odiaría. Lo amo.
Este mundo tiene desventajas: la reputación queda por el piso y el
materialismo desplaza la espiritualidad. Y ventajas: viajas y adquieres
poder económico. Trabajo con una agencia. Manejan clientes nacionales

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e internacionales. El cliente llama y escoge la mujer de su gusto. Un fin de


semana en cualquier lugar de Colombia, cuesta entre seiscientos y
ochocientos mil pesos. Una salida internacional, doscientos cincuenta
dólares. El precio varía según el cliente, las actividades y el destino. En la
agencia hay mucha seguridad. Nunca me han maltratado.
Una de las mejores experiencias que tuve fue viajar por primera vez
a República Dominicana. Me contrató un hombre que conocí tiempo
atrás. Estuvimos en una isla. Buceamos. Casi nos amamos. Una de las
peores experiencias, fue cuando me contrataron con tres compañeras para
visitar la hacienda de un paramilitar y le hicieron un atentado.
Nadie busca este oficio. Por más ambiciosa que sea una mujer
siempre habrá otro camino. El oficio lo busca a uno. Se elige por vanidad
o desorientación. Dejarlo es difícil. No soy prostituta por puro gusto. Fue
el destino. Sueño con ejercer mi profesión y reiniciar mi vida. Sólo se
disfruta el amor cuando hay amor. Sin amor, la vida es un laberinto.

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FINANCIAR EL DESEO

Nací en un barrio humilde. Tuve una niñez sufrida. Mis padres no


tenían dinero para financiar mis deseos. Una vez pasé por una tienda de
juguetes. Llamó mi atención una Barbie odontóloga. Ese día elegí mi
profesión. Me gusta ayudar a las personas.
Pasó el tiempo. Culminé la secundaria. Mis padres jamás podrían
pagar la matrícula de la universidad. Alcanzaría mi sueño. Una amiga
buscaba mujeres jóvenes y atractivas para ejercer la prostitución. Quise
responderle que no. Mi mente se confundió. Muchas cosas cambiarían en
mi vida. Me arriesgué.
Dije haber ganado una beca para estudiar odontología. Mis padres se
sintieron realizados. Me dijeron que aprovechara la oportunidad. Que
fuese la mejor profesional. Su alegría fue mi tristeza. Emigré lejos de mi
ciudad. Fue duro dejar a mi familia. En especial a mi novio. No le conté la
verdad. Hubiese terminado nuestra relación. Me odiaría. Lo amo.
A los dieciocho años empezó la función. En pocos meses ahorré
dinero suficiente para pagar el primer semestre. Inicié mis estudios.
Aprendí a combinarlos con el trabajo. Algunas amigas ejercen el mismo
oficio. Me abstengo de la vida social activa. No me siento rechazada. Mi
conducta es intachable. Aunque tras cuatro años ejercer este oficio, aún
siento vergüenza con mi novio cuando hacemos el amor.
Disfruto cada momento de mi trabajo. Tengo todo tipo de clientes.
Abogados, ingenieros, médicos, extranjeros… Me contactan por chat. Me

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recomiendan. He conocido muchos países. Me pagan tiquetes de avión,


hoteles, restaurantes… viajo durante las vacaciones. Digo a mis padres que
estaré en la finca de una compañera.
Cada mañana me pregunto con quién me acostaré. Al principio fue
difícil. Los clientes tienen la edad de mi padre. Algunos me tratan bien.
Otros me tratan como una cosa sin valor. La mayoría son casados. Con
cuarenta y cinco años en promedio. Dicen que quieren carne nueva. Están
aburridos de sus esposas. Les encanta el sexo oral. Disfrutan el sexo anal.
Ofrecen dinero por tener sexo sin protección. No me arriesgo.
Temo ser descubierta por mi familia. Se decepcionarían. Temo no
culminar mis estudios. Temo ser secuestrada. Temo que un cliente sea
agresivo. A la soledad. Al vacío. Me alojo en una pensión. A veces estoy
cansada. No siento deseo. Es mi trabajo. Tengo que hacerlo. Pagar mis
estudios. La ropa fina. Los zapatos costosos. Los restaurantes selectos. Los
viajes por el mundo. Tengo veintitrés años. Curso séptimo semestre.
Cuando termine mi carrera dejaré este trabajo.
Sueño con volver a mi ciudad. Formar una familia con mi novio.
Asumir el pasado como un esfuerzo que hice para financiar mis deseos.
Aunque muchas experiencias me hayan marcado por siempre, el futuro
me depara una profesión exitosa. Una familia unida. Una casa. Un carro.
Un mundo de amor, armonía y verdad. La vida sonreirá. Algún día.

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CAPITALISMO SEXUAL

Tengo veintisiete años. Curso noveno semestre de ingeniería de


sistemas. Empecé a ejercer la prostitución a partir del cuarto semestre.
Seis meses después del nacimiento de mi hija. Mis papás y un hermano
me pagaban la carrera. No me enviaban suficiente dinero. No quería
sentirme inferior a otras personas. Quería usar ropa de marca. Celulares
de alta gama. Salir de rumba. Tener dinero, que es lo importante.
Una compañera de la universidad me inició. Llegué por vez primera
al lugar donde trabajo. Empecé a tener sexo con los clientes. Algunos no
visitan el establecimiento. Llaman. Informo cuándo puedo atenderlos.
Fijamos una cita. Viajamos. Un viaje dura dos o tres días. Más puede ser
peligroso. He viajado por Brasil, España y toda Colombia. Las ganancias
son para mi hija, para mi cuenta de ahorros y para mí.
Atiendo jóvenes adinerados, ancianos, profesores, empresarios… la
mayoría casados. Sólo tengo un cliente fijo. Es a quien más plata le saco.
Soy consciente de las enfermedades que puedo contraer. Cada ocho días
voy a revisión. Tengo un carné que certifica mi salud. Uso píldoras.
Preservativos. Inyecciones. Narcotraficantes y delincuentes pasan por mi
cuerpo. Contagiarlos es peligroso.
Mi familia no sabe nada. Si se enteran, nada pueden hacer. Cada uno
vive a su manera. Cuando salgo de la ciudad digo que voy a hacer una
tarea. Viajo con mis colegas. Nos respaldamos. Inducimos a muchas

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chicas a ejercer el mismo oficio. Algunas dicen que no. Que hay otras
maneras de sobrevivir. No veo otra forma de ganar dinero fácil y rápido.
Uso dos sobrenombres para proteger mi identidad. En este oficio
nadie dice su nombre verdadero. No pienso cambiar de trabajo. Tal vez
cuando termine mi carrera, pero si consigo un trabajo que me permita
llevar la vida que llevo. Me levanto a las diez. Me baño. Veo la televisión.
Voy a la universidad. No hago más nada.
Tuve un novio. Peleamos. Nos dejamos. Conocí al papá de mi hija.
Nos dejamos. Actualmente estoy sola. En el amor creí en una vez. Aquí no
vivimos del amor. Aquí vivimos del dinero. No me involucro con mis
clientes. No mensajes. No llamadas. No relaciones. Sólo negocio.
Esperaré a que mi hija tenga doce años. Le contaré. Si me rechaza no
sabría qué hacer. Le dedico un día a la semana. Se va una o dos semanas
para la casa de mi mamá. Regresa conmigo. Le pago a una muchacha para
que la cuide. La acompaña al colegio. La atiende. Si se convirtiese en
prostituta no le reprocharía nada. Cada uno toma sus decisiones. Si me
entero antes de que sea tarde, trataría de impedirlo.
La prostitución es algo que pasa en la vida de uno. Me siento feliz y
orgullosa de ser lo que soy. Mi ingreso mensual es de tres a cuatro
millones de pesos. A veces me gano dos millones en un día. Me acuesto
con todo cliente que busque mis servicios. No me puedo negar. No es
agradable acostarse con gente áspera y fea. Llena de perversiones.
Los clientes pagan por hacer cosas diferentes. No por hacer lo mismo
de siempre. Me han golpeado por no querer complacerlos. Me deprimo
después de realizar ciertos actos. Hago muchas cosas que no deseo.

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Consumo drogas. Me gusta el licor. Lo único feliz de este trabajo es el


dinero. El resto no tiene nada de bueno. Sólo a veces se hace por placer.
Así son todos los trabajos.
Cuando me ubico frente a la sociedad siento que la prostitución no
es deshonra. Deshonra es tanto político corrupto, sin cuya influencia
habría dinero suficiente para que nadie pensara en prostituirse. Gano mi
dinero dignamente. Es un trabajo normal y requerido. Mucha gente nos
llama con palabras feas como prepago, perra o puta… que se queden con
sus palabras ¡No me importa lo que piensen! ¡No me arrepiento de nada!
Cuando me ubico frente a Dios siento que mi oficio es un pecado.
Entonces quisiera dejarlo y trabajar de otra manera. No voy a la iglesia. Lo
que hago no agrada a Dios. Entonces Dios no me agrada a mí. Amo mi
trabajo. Me encomiendo a Él. Es Dios. Sabe perdonar. No tengo claro el
futuro. Me gustaría una familia. Dios sabrá.

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INTIMIDAD E INFIDELIDAD

Soy la menor de siete hermanos. Tres hombres. Dos asesinados.


Estudié en colegios reconocidos. Mis padres no tenían recursos para
brindarme estudios universitarios. Mi hermana los financiaría en otra
ciudad. Me escapé. Me fui de rumba. Me descubrió. Me envió de regreso.
Interrumpí mi educación. Fallecieron mis padres. Quedé sola.
A los catorce años tuve mi primer amor. Le entregué mi virginidad.
Me abandonó. A los diecisiete, una amiga abrió mis piernas al público. No
tenía necesidades. Cuando no quiero una cosa, digo no. Ese día dije sí.
Partí hacia Bogotá. No había marcha atrás. Disfrutaba del dinero en
abundancia. Empecé a pichar por todo el país. Llegué hasta Panamá.
Estuve a punto de viajar a la isla de Aruba con un cargamento de
cocaína. Mi esposo se acobardó. Dijo que si me iba tendría que olvidarlo.
Hace diecisiete años somos pareja. Me ha brindado su cariño y un hogar.
Cada mañana me mira decepcionado. Le recuerdo que es un “rapimoto”,
que debe pagar la cuota del “paga a diario” y su dinero no alcanza para
comprar una libra de arroz y una docena de huevos. Con eso se calma.
Lo conocí en una discoteca. Salimos. La pasamos rico. Empezamos
una relación. Le dije que trabajaba en un almacén. Pasaron los meses. Mi
hermana aconsejó que le dijera la verdad. Mi dinero lo sacó de apuros.
Entendería. Fue un momento de decepción. Con el tiempo lo asimiló.
Anteriormente me maltrataba. En Bogotá tuvimos una vida fea. Le
dije: “¡no te ganés un canazo, malparido! ¡Estás solo! ¡Nadie te sacará! Yo

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tengo a mis hermanas. No me dejarían en la cárcel”. Estuve a punto de


denunciarlo. Las cosas cambiaron. Nos apoyamos. Nos amamos. Sólo me
exige que no consuma licor y que no amanezca por fuera.
Lo saqué del vicio de las maquinitas. A veces le ayudo con la cuota
del “paga a diario”. No acepta mi dinero. Todo lo pagamos por mitades.
Tengo una buena relación con su familia. Conocen mi oficio. Tuvo una
primera esposa. De esa unión nació una hija. Es universitaria.
Camino entre la vida y la muerte. He tenido riñas. Sacan chuchillo.
Saco cuchillo. Es a los puños. A los puños nos vamos. Hoy puedo echar el
cuento. Mañana no. Hay lugares donde se pagan impuestos. Llegan
diciendo: “tienes que darme tanto. Soy vieja en este negocio”. Respondo:
“mami, aquí nos iremos a matar”.
Me prevengo de andar haciendo comentarios. Lo que siento, lo siento
sola. Es mejor que andar de sapo. A veces me llaman para hacer trabajos
relacionados con narcotráfico. Esas vueltas no las hago. Consigo a la
muchacha que las hace. No consumo droga. No recrimino a quien las
consume. Mis clientes me ofrecen. “Sople lo que quiera. No me invite Eso
va en gustos. Como el que come mocos”.
Cuando trabajamos con drogadictos y delincuentes, nos exponemos
a la muerte. Aquí no faltan envidiosas y enemigos. La que no consigue y
empieza con las sátiras. No peleo por clientes. No busco amistades.
Amigos sólo el dinero y la madre. La mía falleció. Queda el dinero.
Los roces entre compañeras pueden ser mortales. Días atrás
aguardaba a mi esposo. Me recoge cuando termino la jornada. Se le tiró
encima una mocosa. Se le insinuó sabiendo que es mi marido. Pensó que

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me acobardaría. Él se fue. Le he dicho: “en lio de polleras no te metas”.


Doblegué a los puñetazos a la mocosa. En este trabajo muchas entran.
Pocas salen. Muchas son asesinadas. Traicionan a alguien en un negocio.
La deben. La pagan.
Trabajé en las esquinas. Uno para eso debe tener agallas y espuelas.
Nunca estás segura de lo que puede pasar. Prefiero los burdeles. Trabajo
de lunes a lunes. Me gano sesenta o setenta mil pesos por asalto. A veces
cuarenta. A veces me llevo doscientos o trecientos mil pesos por un día de
trabajo. Otros días me llevo un millón. Otros más me voy sin nada. No
todos los días no son Santa Lucia. Salgo de mi casa a las diez u once de la
mañana. Llego entre seis y siete de la noche.
Con algunos clientes he discutido dentro de la habitación. Creen que
debo hacer lo que ellos quieran. Uno se desvistió. Se veía desaseado. Me
hizo propuestas. “No papi. Tu dinero está en el lugar equivocado”. Como
la mayoría, dijo con prepotencia: “¡te dedicas a esto, perra, tienes que
aguantarte el chicharrón!”. Respondí: “¡no… papi! Una cosa trabajar de
puta otra ser un viejo cochino. Y si te vas a poner agresivo dale. No vas a
salir sano. No me la vas a montar”. Se vistió. Se fue.
A veces el trabajo se pone pesado. Hay clientes que no se quieren
cuidar. Quieren tener sexo sin preservativo. Les digo que no. Primero está
mi salud. Hay que tener malicia ¿por qué un hombre que no conozco va
a querer estar conmigo sin preservativo? Esa persona puede estar
enferma. Por maldad querría transmitirme la muerte.
No deja de parecerme extraño que exista un trabajo en el que las
mujeres tienen sexo con extraños ¿por qué? En mi caso ni sé cómo me

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gano el dinero. Lo máximo que hago es bajarme las pantaletas. Me dicen:


“dame un besito”. Respondo: “tengo una muela coca”. Me dicen: “bájate el
brasier”. Respondo: “estoy recién alumbrada. Tengo los senos llenos de
leche”.
No siempre los clientes buscan sexo. Algunos buscan mujer. Otros
buscan una mamá. Una hija para aconsejar. Algunos me han marcado con
sus palabras. “Monita usted se puede salir de esto. No se puede comparar
con esas mujeres llenas de tatuajes y cicatrices”. Me dan motivación.
Todos los días conozco hombres que ofrecen llevarme a vivir con ellos.
Sacarme de este oficio. Futuros me han pintado. Sé que hoy están
conmigo. Mañana con otra. Tienen sus esposas. No voy a enamorarme de
un desconocido. No voy a criar pollitos en una finca. Cobro por
adelantado. Después del servicio siempre hay problemas.
He querido en tener hijos. No he podido. No me protejo con mi
esposo. Cuando los tenga les daré mejor ejemplo del que puedo darles
ahora. Me pregunto por qué tomé este camino. Vengo de una familia
buena. Jamás permitiría que una hija mía entrara en la prostitución.
Jamás. Le contaría mi historia. Reflexionaría con ella sobre las cosas de la
vida. Le enseñaría a organizar su cabeza y su corazón.
No deseo para nadie esta existencia. Antes de salir a trabajar pienso:
“¿otra vez? ¡Qué porquería! Entregarse a cualquiera. Sentirse desechable”
Aspiraciones tuve. Fracasé. Mi único sueño al final de cada día es llegar a
la intimidad de mi hogar y reunirme con mi esposo. El dolor más grande
que ese hombre podría causarme es la infidelidad.

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DE TAL FLOR, TALES SEMILLAS

Desde pequeña tuve aspiraciones. Mi sueño fue convertirme en


estilista. Montar un salón de belleza. Crecí con el amor de mis padres.
Fueron buenas personas. Aunque nunca se tomaron el tiempo de hablar
conmigo respecto al sexo. Como cualquier adolescente, me enamoré. Las
mujeres sabemos que cuando nos enamoramos, enceguecemos.
Salí embarazada. Tenía diecisiete años. Mis padres me retiraron su
apoyo afectivo y económico. El padre de mi hija me llevó a vivir a casa de
sus padres. Allí me trataban peor que a una esclava. Sufrí todos los
maltratos. Una mujer embarazada no merece ese destino.
Por las noches me dejaba sola. Se iba con prepagos. Así viví por nueve
meses. Cuando llegó el momento del parto, mi marido decidió echarme a
la calle diciendo que no era el padre de mi hija. No tenía que hacerse cargo
de esa mocosa. Quedé sola. Sin hogar. Sin dinero. Sin trabajo. Fui a casa
de mis padres. Supliqué me dejaran quedar mientras conseguía dónde
vivir. Dijeron que recibirían a mi hija, con la condición de que no volviese.
Acepté. Mi bebé no sobreviviría en las calles.
No conseguí trabajo. Dormí en los rincones. Comí desperdicios. Me
acercaba por la casa de mis padres a pedir un poco de comida. Llamaban
a la policía. Me lanzaban agua caliente. Me echaron encima un perro
comprado especialmente para humillarme. Dejó una profunda cicatriz en
mi pierna izquierda. ¿Por qué actuaban así?

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Recurrí a al trabajo sexual. No tuve opción. Reuní dinero. Alquilé un


apartamento. A pesar de haber conseguido un lugar en donde vivir, aún
no podía llevarme a mi hija puesto que mis padres no me permitían verla
por mucho tiempo, y si la veía era en la mañana, tres veces a la semana.
No me dejaban poner un pie en su casa. Sólo veía a la niña unos minutos.
No querían tenerme cerca. Es lo peor que pude haber vivido.
Tengo veintidós años. Tengo un sobrenombre. El mismo que usaba
una prepago asesinada por un cliente en su propia casa, por no querer
consumir basuco. Después de trabajar duro en un establecimiento, mi jefe
me dijo que me tenía que ir. Los clientes se aburren de ver las mimas caras.
Siempre quieren carne fresca. En este mundo la palabra “frescas”, quiere
decir niñas vírgenes. Todos los días llegaban niñas entre los catorce y los
veinte años con promesas de placer y dinero.
Empecé a trabajar en un bar. Para contratarme, me exigieron que me
desnudara frente al dueño del negocio, el hijo, un hermano y dos amigos.
Me drogaron. Me introdujeron objetos. Me hicieron tomar líquidos
nauseabundos. Vomité. Me dieron el trabajo. Era capaz de caer
suficientemente bajo. Sonreía. Me veía bien. Por dentro me derrumbaba.
Me sentía sucia. Me preguntaba por qué mis padres no me aceptaban en
casa. Salí de ese lugar. Me senté junto al rio. Pensé en suicidarme. El
recuerdo de mi niña me detuvo. No podía sufrir lo mismo que yo.
Lo más placentero para mis clientes es el sexo oral. Introducirme
objetos por ano y vagina. Verme bailar desnuda. Entre otras cosas que
superan la imaginación. Un cliente me ofreció gran cantidad de dinero
por dejarme grabar haciendo el amor con un perro. No quise. Me dan asco

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los hombres. Qué decir de un perro que está siendo usado igual que yo.
No haría ese tipo de cosas. Recibo propuestas aún peores todos los días.
Las putas sufrimos la vida. Cada día. Cada hora.
No estoy de acuerdo con la prostitución infantil. Hay mujeres que se
meten por gusto o vanidad. Saben lo que hacen. He visto circular por estos
antros niñas que aún no saben nada de la vida. Las meten en este agujero
donde se van a encontrar los peores seres humanos imaginables. Nadie
merece pasar por esto. Ni yo. Ni nadie.
Hay jóvenes que llegan aquí sin necesidad. Porque están aburridas de
sus padres. Hubiese querido decirles que ansiaba un poco de interés de
mis padres. Que estaban abriendo gravísimas heridas. No vale la pena
pasar por estas tinieblas a cambio de un poco de confort. De unos
centavos. Sus padres hubiesen dado su hacienda y aún sus vidas por ellas.
Se metían en este mundo de miseria por puro gusto.
Mi hija es mi vida. La amo. Lucho por ella. Mi mente y mi corazón
están con ella. Es mi tesoro. Mis padres la han cuidado. Eso no tengo cómo
pagárselo. El padre de mi hija va por la calle con ínfulas de gran personaje.
Me grita que soy una perra. Una escoria. Se la pasa de bar en bar. Se
embriaga. Consume drogas. Mi hija está bendecida. No tiene la mejor
madre. Tiene puro amor. Soy amor puro. Frío amor.
En este trabajo no hay amigas. El dinero está siempre en primer lugar.
Le hablan mal a tu jefe de ti. Les dicen a los clientes que tienes sífilis. No
confió en ninguna. Mi única amiga es mi hija. Las que ofrecen amistad,
muestran la espalda al día siguiente. Luego te clavan el puñal.

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Aspiro algún día tener mi peluquería. Me han llegado propuestas. Me


radicaré en otra ciudad. Una prima montará un salón. Me emociona
pensar en una oportunidad. Hay que perseverar y cambiar. Mi hija nunca
se enterará de cuanto viví. Quiero que vea en mí una guerrera y siga el
ejemplo del amor, la bondad y la responsabilidad.
A las putas nos exigen realizar actos indeseables. Necesito comer.
Hago lo que me exigen. Espero cerrar este capítulo. Abrir nuevo libro.
Escribir una historia digna de mí. Espero al hombre indicado. El amor no
se busca. Se construye. Espero. Conservo intacta la esperanza.

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ESTRATIFICACIÓN PROSTIBULARIA

Tengo veintidós años. Me dedico a la prostitución. No necesito


prostituirme. Vivo con mis padres. Tenemos buena posición económica.
Lo hago porque me gusta el dinero. Me gusta la independencia. No quiero
cumplir horarios. No me gusta rendirle cuentas a nadie. Asumo con
orgullo este trabajo. Lo manejo con bajo perfil. Nadie sabe que soy
prepago. Piensan que llevo una vida normal. Tener lo que tengo y vestir
como me visto es normal en mi círculo social. Trabajo para personas
importantes. Saben que conmigo pueden pasar ratos chéveres. No
siempre tengo sexo. A veces sólo actúo como dama de compañía.
Cuando una mujer lleva muchos años en este oficio, se convierte en
placer. En vicio. Algo cambia en uno. Por un lado, está la abundancia. Por
el otro, la aventura. No sólo me pagan con dinero. También me pagan con
joyas. Con ropa fina. Lo único que me impide atender un cliente son mis
horarios de la universidad. Si se cruzan con mis clases, no puedo
atenderlos. De lo contrario, les sirvo como acompañante durante sus
viajes. Nos vamos para la playa. Paseamos en yate.
La diferencia entre prostitutas y prepagos es que las primeras
trabajan en bares, antros y puticlubes. Las prepagos conservan un bajo
perfil. Son elegidas por catálogo. Son costosas. Las recogen en su casa. No
se someten a un horario. Soy una prepago. Prefiero clientes menores de
cuarenta y cinco años. No quiero que mi mamá se entere de esto. Se
decepcionaría de mí. Se vería muy afectada.

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Todo empezó un día en que acompañé a un amigo a una reunión de


trabajo, donde se estaban negociando cosas políticas. Conocí a muchas
personas. Entre ellas una figura pública que se interesó por mí. Una
semana después me envió un bolso de Mario Hernández y un perfume de
Victoria’s Secret como regalo. Empecé a trabajar para él. Me regaló una
cirugía corporal. Sus amigos se fueron haciendo mis clientes.
Pienso ejercer este oficio mientras sea hermosa. Quiero terminar mis
estudios. Creo en el amor. Sueño con un gran amor para el futuro. Quiero
casarme. Tener hijos. Formar un hogar.

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PLACER Y CAPRICHO

Era una niña de once años. Mi Cuerpo se llenó de curvas. De


contornos. De volúmenes. Los hombres me hablaban con deseo. Me
miraban con lujuria. Otra se hubiese sentido intimidada. A mí me
gustaba. Cada vez que me miraba un hombre hacía de todo para llamar
su atención. Vengo de una buena familia. Mis padres tienen buenos
empleos. Estudié en colegios privados. Nunca me faltó nada.
Al cumplir mis doce años hice el amor con mi vecino de treinta. Era
ingeniero civil. Tuvimos una aventura durante tres meses. Se trasladó a
otra ciudad por motivos de trabajo. No nos vimos más. Conocí a un equis.
Linda cara. Atlético. Buena familia. Encantador. Irresistible. Nuestros
padres eran socios. Hablamos. Salimos. Me propuso tener una relación a
escondidas. Me enamoré. Tuvimos sexo oral. Anal. Ensayamos todas las
posiciones. Un día me dijo que no me quería. Estaba con otra persona.
Llenaba sus expectativas. Yo sólo pensaba en hacer el amor. Era verdad.
¿En qué más tiene qué pensar una mujer si no en un hombre fuerte y
saludable, que la haga sentir viva entre sus brazos? Fue fatal. Entré en
depresión. No quería saber de hombres.
Decidí no enamorarme. Realizaría mis fantasías sexuales. Al cumplir
los quince años me di cuenta de que llamaba más y más la atención. Vivo
en un barrio de clase alta. Una tarde salí a trotar. Un carro pitó. Bajó el
vidrio un señor de aproximadamente cincuenta años. Me saludó. Me
invitó a dar una vuelta. Acepté. Vi deseo en su mirada. Empezó a tocarme.

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Me dejé llevar. Hicimos el amor en el carro. Muy excitante. Nos


despedimos. Me obsequió doscientos mil pesos. Fui a mi casa. Me bañe.
Pensé en ponerle precio a mis aventuras. No tengo necesidad. Decido
con quien fornicar. Lo hago por placer. Me excita tener sexo con hombres
desconocidos. Con quienes no tengo ningún compromiso. El dinero lo
invierto en comprar bolsos, perfumes y toda clase de lujos.
Actualmente estudio en una universidad privada. Curso sexto
semestre de una carrera administrativa. Tengo veintiún años. Mi
universidad la pagan mis padres. Soy hija única. Disfruto la prostitución.
Disfruto cada aventura. Doy placer. Satisfago mis caprichos.

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HOGAR DULCE HOGAR

Estudio en una universidad privada. Curso cuarto semestre. Me


convertiré en abogada. Vivo con mi madre y mis abuelos. Mi hija tiene
tres años. Mi padre falleció a mis cuatro años. Soy soltera. Mi familia
depende de mí.
Nací en Buenos Aires, Argentina. Mi padre abusaba de mí. Desde mis
tres meses introducía sus dedos en mis genitales. Cuando cumplí cuatro
meses mi mamá se dio cuenta de lo que hacía. Estuvo preso durante un
año. Fue asesinado después de su liberación.
Muchas cosas cambiaron económica y socialmente. Mi mamá
trabajaba duro para cubrir mis estudios y necesidades. A los diez años me
contó la historia de abuso. Se hubiese callado. Empecé a ver la vida de otra
manera. Terminé la secundaria a la edad de quince años.
Llevaba una vida loca. Consumía drogas. Iba de fiesta en fiesta.
Quería cambiar mi destino. Ingresar a la universidad. Decidí entrar al
mundo de la prostitución. Era la única salida. Las malas amistades así lo
demostraron. No me iba bien. No ganaba lo suficiente para cubrir los
gastos de la carrera. Conocí personas colombianas. Me persuadieron de
venir a este país. Aquí la prostitución es un buen negocio.
Empecé a trabajar en un burdel de la zona rosa de Montería. Ese ha
sido el mejor momento de mi vida. Todo estaba a mi favor. Gracias a mis
ganancias pude empezar a estudiar. Ayudé a mi mamá. Me sentí útil.

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Conseguí algunos clientes fijos. Empecé a trabajar independientemente.


No necesitaba acostarme con todo el mundo.
Esta fue mi opción. No es la manera más fácil de salir adelante. Pienso
retirarme después que culmine mi carrera. Mi madre sufre porque trabajo
en esto. Pienso en mi futuro. En mi hija. Temo que cuando crezca me
rechace. No entenderá. No soy un buen ejemplo.
La mejor experiencia que he tenido en este oficio fue con un
argentino. Me llevó a pasear. Sólo quería que le ofreciera mi compañía.
Me pagaba muy bien. También hay hombres que se quieren aprovechar.
Borrachos o drogadictos en busca de la muerte. En este mundo se viven
cosas extrañas. Mis clientes exigen cosas que nunca pensé experimentar.
Los jovencitos me gustan. Son aseados. No son tan exigentes.
Asisto a la iglesia católica. Creo en Dios. Él no me juzga. Es el único
que conoce mis dificultades. Tengo cuatro años en esto. Nadie me mira
bien. No me acostumbro a esta vida. Todos los días me encomiendo a
Dios. Estoy expuesta a la muerte. Luego de levantarme comparto un
tiempo con mi hija y mi mamá. Reviso las tareas universitarias.
Siempre me encuentro disponible. A la hora que me llamen hago mi
trabajo y vuelvo a casa.

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PROCESO DE PAZ

Nací en Antioquia. Mi mamá ejercía el rol de padre y madre. Nunca


faltaron el amor y el respeto. Vivíamos en una finca. Lejos de la zona
urbana. Cursamos algunos grados de la primaria. Dejamos el estudio.
Carecíamos de todo. Nos dedicábamos a la agricultura para sobrevivir.
Mis maestros fueron las vacas, que me dieron su leche como si fuese hija
suya. La tierra que me enseñó a convertir en alimento las semillas. Los
cielos que me enseñaron a encender la luz del corazón.
El tiempo trajo cambios en mi cuerpo. Los cambios gustaban a los
hombres del pueblo. “¡Usted cómo ha cambiado! ¡Parece una reina!”
“¡Cómo me gustaría ser su pareja!” Los piropos me hacían sentir hermosa.
Era joven. Piernas contorneadas. Nalgas redondas. Caderas anchas.
Cintura reducida. Senos grandes. Ojos claros. Larga cabellera rubia. Usaba
vestidos de gente rica, que una señora nos regalaba.
No salía de mi casa. Ni a las fiestas del pueblo. Un hombre se acercó
a mi mamá. Le dijo que yo le gustaba. Quería conocerme y casarse
conmigo. Mi mamá se interesó. Lo llevó a casa. Llegó con una gallina para
mi mamá. Hablamos. Me pareció un buen hombre. Acepté que siguiera
visitándome. Me sentía bien a su lado. Me inspiraba un gran sentimiento
de amistad. En el transcurso de un año nos frecuentamos con insistencia.
Conocí a su familia. Conoció a mi familia.
Al año y medio me invitó a cenar cerca del pueblo. Se vistió muy
elegante. Estaba contento. Me contagió su alegría. Me recogió en una

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bicicleta. La canasta iba llena de flores. La confianza entre nosotros era


absoluta. Conversamos. Reímos. Lloramos. Regresamos a casa. Nos
reunimos con mi mamá. Se quedó muy serio. Dijo que quería ser mi novio.
Me sentía feliz. Acepté.
Me dijo que se iba a trabajar. Quería que nos casáramos. Yo decía que
no era necesario. Respondió deseaba construirme una casa donde
tuviésemos muchos hijos y animales. Se fue a trabajar lejos. Volvía cada
quince días. Traía dinero y mercado. Se enfermó. Dejó su trabajo.
Pudimos sobrevivir gracias a nuestros ahorros.
Quedé embarazada. Nació mi hija. Nacieron más necesidades. Mi
esposo mejoró. Se dedicó a la agricultura. Yo cuidaba de nuestra niña.
Ayudaba a mi madre con las tareas de la casa. Compramos una tierra.
Pasaron los años. Tuvimos un nuevo hijo. Nació varón. Mi hija de ocho
años me ayudaba a cuidar a su hermanito cuando llegaba del colegio.
Estábamos bien de salud. Teníamos un poco más de lo necesario.
Un catorce de noviembre estábamos a la espera de la navidad. Los
vecinos gritaban. Suplicaban. Corrimos. No terminábamos de cerrar la
puerta. Mi hermano llegó gritando. Personas extrañas lo perseguían. Lo
alcanzaron. Lo tendieron sobre el césped. Le apuntaron con un arma. Él
gritaba que no se iba con ellos. Le dispararon. Derramó mucha sangre.
Cerró sus ojos. Murió en mis brazos. Era la guerra.
Mi mamá cambió. Se expresaba poco. No salía. No sonreía. No tenía
apetito. Se volvió intolerante. Era su forma de llorar. Transcurridos dos
años todo parecía normal. Hicimos de la casa una finca ordenada, bonita
y productiva. Un domingo aparecieron muchos carros. Eran los asesinos.

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Arrojaban cilindros de gas con explosivos. Disparaban contra todos.


Incluso contra los niños. Entraron en nuestras viviendas. Nos obligaron a
abandonarlas bajo amenaza de muerte.
Mis hijos y mi madre lloraban sin consuelo. Nos echaron de nuestra
propiedad. No nos dejaron sacar nada. Mi esposo preguntó si podíamos
recoger la ropa y nuestros documentos. Le dispararon. Me amarraron
frente a él. Me obligaron a ver cómo lo torturaban hasta dejarlo sin vida.
Obligaron a mi familia a subir en un camión. Me dejaron amarrada
cerca del cadáver para que presenciara su descomposición. Regresaron
por mí. Estaba deshidratada. Psicológicamente destruida. Me dejaron en
un camino. Casi inconsciente. Me dijeron que mi familia estaba cerca.
Era un paraje solitario. Sólo monte se veía. Un señor me llevó a su
casa. No tenía fuerza. Comentaban sobre unas personas que encontraron
desorientadas el día anterior en una vivienda cercana. Eran ellos. No
hallaba palabras para narrar lo sucedido. Estaba en shock. Me llevaron
para Medellín. Me internaron en el hospital.
Llegó a la policía. Relaté lo sucedido. Nos declararon desplazados por
la guerrilla. Fue lo único que hicieron por nosotros. Estábamos en la calle.
No contábamos con nadie. Una mujer se acercó. Me propuso un trabajo
en una ciudad de la costa. Me aseguró vivienda y alimentación para mi
familia. Acepté. No podíamos volver.
Llegamos a nuestro destino. Empezaríamos de cero. La mujer me
llevó a mi lugar de trabajo. Atendería un bar como mesera. Ofrecería
servicios sexuales a los clientes. No lo imaginé. No lo deseé. Me tocó. Al
regresar a casa me recibieron emocionados. Tenía trabajo. Mis hijos

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querían terminar sus estudios. Debía apoyarlos. No podía dales otra mala
noticia. Les dije que trabajaría como asistente en una peluquería.
Llegó mi primer día. No sabía cómo empezar. Un cliente me invitó a
sentarme. Ingerimos licor. Lo acaricié a instancias de mi patrona. Pasamos
a la habitación. Estaba casado. Su mujer le fue infiel. Sólo quería
desahogarse. Pagaría el servicio. Salí de la habitación. Me senté al lado de
otro desconocido. Me invitó a la habitación. Lo toqué. Lo besé. Nos
desnudamos. Temblaba de miedo. Me retorcía del asco. Pensaba en los
deseos de mis hijos. En que mi mamá empezaba a enfermar del corazón.
No podía renunciar. Fui al baño. Lloré decepcionada.
El trabajo de prostituta es duro. Hay días buenos donde me gano
hasta setecientos mil pesos. También hay días malos. Hay hombres que
sólo vienen a charlar. Tienen un mal día. Tienen problemas en su
matrimonio. Hay hombres que nos hacen sentir mal.
Luego de varios años ejerciendo este oficio, un amigo de mi hijo le
reveló el oficio de su madre. Su reacción fue de amor y confianza. Mi
mamá sigue creyendo que trabajo en una peluquería. Este trabajo no se lo
recomiendo a nadie. Se asocia a una vida de trasnocho, humillación,
violencia y asco. Cada vez son más las jovencitas que entran en esta vida.
Más de una madre trae a sus hijas al bar para que se prostituyan. Hasta
aquí nos trajo el proceso de paz.

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LA LLEGADA DEL FANTASMA

Nací en La Guajira. Durante mis primeros cinco años de vida estuve


acompañada por mis padres. Fui testigo de la forma en que mi hogar se
destruía. Mi papá le gritaba a mi mamá. Ella lloraba sin consuelo. Mi papá
nos abandonó. Mi mamá asumió el rol de padre y madre. Amor no me
faltaba. No entendía por qué mi héroe nos dejaba solas en las noches de
miedo. Mis amigas jugaban con sus padres. El mío me dejó vacía.
Terminé mis estudios secundarios con las mejores calificaciones. Mi
mamá trabajaba duro por el pan de cada día. Yo estudiaba una carrera
técnica en el SENA. Quedé embarazada a temprana edad. Mi mamá estaba
decidida a hacerme profesional. Cuidaba de mi bebé. Continué mis
estudios e inicié una carrera universitaria.
Volví a quedar embarazada. Mendigaba el alimento para mis hijos.
No me alimentaba. Me partía el alma verlos llorar de hambre. Apareció
una mujer. Me ofreció su amistad. Se volvió mi confidente. Alivió el
hambre mis hijos. Me dijo que tendría dinero. Que mi familia no pasaría
necesidades. Me pintó pajaritos en el aire. Me llevé una sorpresa. Su
esposo es propietario de varios burdeles. Vendería mi cuerpo a toda clase
de hombres. Abriría mis piernas al público.
Culminé mis estudios profesionales gracias al trabajo sexual. No
conseguí empleo. Me enamoré. Mi suegro era dueño de un prostíbulo. A
mi marido le gustaba andar con una y otra. Es lindo. No hay mujer que le
diga no al hijo del jefe. Así nos conocimos. Entre putas. Me sacó de esa

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vida. Nada podía reprocharle, pero vivía con miedo. No quería que me
contagiara una enfermedad. Decidí dejarlo después de seis años y dos
hijos. El menor tiene seis meses. El mismo tiempo que tengo de retomar
la prostitución.
No entiendo por qué dicen que somos las “mujeres de la vida fácil”.
O de “la vida alegre”. Esto no es vida. Aguantar insultos. Realizar actos
degradantes. Examinarse cada semana contra la sífilis, la gonorrea y el
sida. Encontrar jóvenes lindas e inteligentes que se prostituyen para
consumir drogas. Se exponen a cientos de hombres para comprar ropa de
marca. Jamás permitiré que mi hija desempeñe esta labor. Los hombres
nos usan. La sociedad nos rechaza.
Mi tarifa son sesenta mil pesos. No todas las semanas gano igual. Me
he topado con hombres que sólo quieren maltratarme verbalmente. Eso
les proporciona placer. Este trabajo no tiene nada de positivo. Te toca
estar de cama en cama con uno y otro. Te tratan como una cosa sin valor.
Siempre me pregunto qué pasaría si mi padre entrase por la puerta del
burdel. ¿Sentiría decepción al verme sumergida en este mundo?
A mis veintiséis años no pienso realizarme como esposa, sin
embargo, si alguien llegara con buenas intenciones y me ayudara a salir
de esta vida… con los ojos cerrados aceptaría. Esto es lo peor que le puede
pasar a una mujer. Todas las noches lloro. Pido a piedad Dios. Que me
ayude a encontrar otro trabajo. En este negocio las jóvenes se marchitan.
La vida se consume. La repugnancia acelera el tiempo. Un cliente puede
hacerte ingerir una sobredosis de cocaína. Puede matarte. El dinero pierde
significado cuando se convierte en el único significado.

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ARMAS TOMAR

Mi nombre artístico es Tania. Pichar es un arte. Tengo veintitrés


años. Decidí tener un nombre artístico para ocultar mi identidad y velar
por mi vida. En este mundo a quien le conocen nombres y apellidos puede
tener las horas contadas. Soy mujer de gustos sencillos. De pronto voy de
compras. Comparto con mis amigas. Me conformo con viajar y rumbear.
Conozco todo el país y todos los países de Europa. No voy de turismo. Voy
a ejercer mi profesión. Mi proxeneta me pone en contacto con mi
clientela. Sigo sus instrucciones. Preparo todo. Viajo.
Curso sexto semestre de una carrera administrativa en una
universidad privada. Mi infancia no fue trágica. Crecí en la comuna trece
de Medellín. Éramos seis. Soy la mayor. Mi padre nos abandonó. Nunca
reapareció. En vano intentamos buscarlo. Mi madre nos abandonó. Se fue
a vivir con una tía. Dejamos de existir para ella. Yo necesitaba un refugio.
Necesitaba afecto. Este fue el mundo del que me enamoré.
Mi vida en esta profesión inició en la etapa escolar. Varias amigas del
colegio me llevaron a las fiestas de los paracos. Rumbas exuberantes en
fincas lujosísimas. Tenía quince años. La prostitución me absorbió. Mis
proxenetas se sienten mis dueños. Cobran el cuarenta por ciento. El resto
es para mí. Puedo tener tres o cuatro clientes a la semana. Ellos deciden a
dónde llevarnos. El cliente siempre tiene la razón.
En una semana buena, me puedo ganar entre cuatro y seis millones
de pesos. Ese dinero se va en gastos. Tengo un apartamento. Costeo la

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universidad de mi hermano. Siempre tengo que verme impecable. La


ropa. El pelo. El maquillaje. En detalles me puedo gastar cinco millones
mensuales. Le envió dinero a mi tía para que se haga a cargo de mis
hermanos. No quiero que por alguna razón mi hermanita llegase a seguir
mis pasos. Me sentiría destruida. Trabajo para evitarle un destino como el
mío. Que no conozca las miserias que yo he conocido.
Ninguno de mis hermanos sabe que ejerzo prostitución. Piensan que
soy modelo y negociante. Soy su ejemplo. Le financié un negocio de ropa
a uno de ellos. Al otro una empresa que importa la mercancía desde los
Estados Unidos. Después de que tenga mi título, quiero dedicarme a mi
profesión. Mientras tanto, continuaré. No tengo nada que criticar a la
prostitución. Es un trabajo como cualquier otro, con sus contratiempos:
enfermedades, embarazos, etcétera. Hay que ser responsable. Tenemos
un médico de confianza. Nos lleva un control rutinario.
Cierta vez estábamos en una finca. Drogas. Alcohol. Todo chévere.
Emboscaron al dueño. Mataron mucha gente. Murieron varias amigas. Me
tiré al piso. Lloré para que no me matasen. Salí entera. Una prepago todo
el tiempo está expuesta. Se tiene que dejar maltratar. Se encuentra con
gente drogada. Borracha. Ignorante. Varios hombres han asesinado a sus
enemigos frente a mí. Por deudas. Por placer. Por lo que sea.
El mejor momento de esta profesión es cuando recibo el pago, llevo
dinero a mi familia y sé que no les falta nada. En un futuro me veo lejos
de la prostitución. Casada. Ejerciendo este oficio no se puede ser mamá.
Uno de los clientes no se puede enamorar. He tenido mis novios. No se
han enterado de que soy prepago. Excepto uno. Me quería muchísimo. Le

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decía que era modelo. Entró en mi Facebook. Vio mis contactos. Se


desilusionó. Decidí no tener relaciones serias hasta salir de este mundo.
Mi primer amor lo tuve a los dieciséis años. En ese entonces no se
podía ocultar la profesión tan fácilmente como ahora. Además, la gente
no dejaba de comentar. Me descubrió. Me abandonó. Me dolió el alma.
Toda prepago es rechazada. Nos llaman zorras. Quita maridos. Creen que
nos ubicamos por debajo de cualquier otra mujer.
Cuando tenía trece años un tío abuso de mí. Dormía con mis
hermanitas. Ellas en una cama. Yo en una colchoneta. A la media noche
llegó ebrio. Se acostó a mi lado. Me acarició. No supe qué hacer. Me tapó
la boca. Fue mi primera vez. Denuncié el hecho ante las autoridades. Me
hicieron pruebas médicas. Se lo llevaron una noche. Desde entonces no
he tenido contacto con él.
En mi círculo social hay diez muchachas. Trabajamos con el mismo
proxeneta. Estamos en el mismo rango de edad. Entre nosotras no hay
recelo. Somos una familia. Hay clientes que gustan de ver actos sexuales
entre mujeres. No hay problema. Entre las diez compañeras hay total
confianza. Experimenté el sexo con parejas casadas. El ambiente es tenso
en principio. Después de poner en práctica mis conocimientos, todo se
maneja. He pasado por orgias. Los tríos son la fantasía de todo hombre.
He conocido fetichistas. Se creen Christian Grey. Me amarran. Me
pegan. Me ponen comida encima. Un cliente se pasó con el perico. Me dio
una paliza fuera de lo normal. Una semana sin trabajar. Durante unos
meses tuve un cliente fijo. Parecía enamorado. Me buscaba. Me escribía.

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La mujer se dio cuenta. Me buscó. Me siguió. Me agredió. He pasado por


muchas aventuras. Tantas que las olvido.
Una puta tiene que ser fuerte. Le cierran todas las puertas. Comienza
por necesidad. Sigue por costumbre. De pronto no hay salida. Consumo
todo tipo de droga. La cocaína es mi alivio. Me pone activa. Me esfuma
sueño, hambre y depresión. Consumo un gramo diariamente. He pensado
en rehabilitarme. No sé si sea tarde.

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EL ANTI-ORGASMO

Tengo diecinueve años. Desde los dieciséis me prostituyo. Estudio


derecho en una universidad católica. Vivo con mis padres. Después de
terminar mi bachillerato quería seguir estudiando. No contaban con los
recursos para brindarme ese privilegio. En mi universidad me negaron
una beca. No sirvió pedirla en nombre del Espíritu Santo. No creen en
espíritus. Creen en el dinero. Como todos. El resto es fachada y carreta.
Una noche salí con unas amigas. Nos encontrábamos en una mesa de
cualquier sito público. Un hombre de aproximadamente sesenta años se
sentó a mi lado. “¿Cuánto pides?”. Mostró gran cantidad de dinero. Nunca
había visto tantos billetes juntos. Era la oportunidad para realizar mis
anhelos. Después de un par de tequilas me llevó a su coche. Recibí mi
paga. Su mano empezó a subir por mi espalda hasta llegar al cuello. Se
desarrolló una escena sexual convencional durante la cual mi vida dio un
giro. La noche siguiente viví la misma escena con otro hombre.
Me pregunté si esta vida era para mí. La vi como una puerta hacia el
futuro. Haría posible mi sueño de estudiar. Ayudaría a mis padres. A mis
hermanos. Lograría la independencia económica. Desde entonces, cada
fin de semana tengo sexo con alguien diferente.
Cuando los clientes no se sienten satisfechos se tornan agresivos.
Todo el tiempo estoy sometida al maltrato físico y verbal. Con miedo de
contraer enfermedades. Mucho lloro. Me sigo arriesgando para salir
adelante. Hay quienes creen que es una vida fácil. Están equivocados.

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Quisiera dejar de prostituirme. Me acostumbré al lujo. Además, sin la


prostitución ¿qué sería de mi futuro y el de mi familia?
Si llego a contraer una enfermedad renunciaría a este trabajo. Jamás
contagiaría a otras personas. Si llego a quedar embarazada, abortaría.
Ninguno de mis clientes se va a hacer cargo del niño. Me siento incapaz
de formar una familia con esta vida que llevo. Los hombres sólo buscan el
placer. No quiero enamorarme. Para mí eso no existe.
Mi familia se preguntaba de dónde saco tanto dinero. Nunca les di
explicaciones. Con el tiempo se imaginaron lo que pasaba. Me miraban
mal. Hacían comentarios. Aún asumen actitudes de rechazo. Me gusta
pensar que me aman, que me aceptan y admiran.
Si mi hermana quisiera ejercer este trabajo lo evitaría con todas mis
fuerzas. Todo es competencia. Adoramos al dios dinero. No se pueden
cultivar sentimientos. Sólo se piensa en ser la preferida de los clientes. No
tienes amigas. Estás sola. La sociedad te rechaza. Debes someterte.
Aguantar bofetadas, patadas y puñetazos a cambio de una propina.
No recibimos los beneficios sociales que merecemos. Se refieren a
nosotras con palabras vulgares. Discriminatorias. Humillantes. Nuestros
clientes quedan satisfechos. Nos sacrificamos. Realizan sus perversiones
y fantasías. Nuestro oficio debe ser valorado. Es una profesión.
En este camino no hay vuelta atrás. Me dan asco las acciones que
realizo para acceder a la educación, al pan, al arriendo y los servicios. Mi
familia depende de mí. No sé dónde llegaré. Espero un trabajo en el que
no me sienta degradada. Le pido a Dios que me cuide mientras tanto.

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LA PROSTITUCIÓN
UNIVERSITARIA
EN EL DISCURSO SOCIAL

Imágenes: Verano 1 y 2, por Alphonse Maria Mucha

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PREÁMBULO

Identificamos la prostitución universitaria como un elemento del


discurso social, confrontando el álbum de relatos con las opiniones de las
personas mediante 30 grupos focales con una hora de duración, que
contaron entre 7 y 12 integrantes e incluían estudiantes de secundaria,
universitarios, profesionales, comunidades religiosas, amas de casa,
comerciantes, familiares y vecinos de coinvestigadores y auxiliares.
La estructura de los grupos focales fue la siguiente: 1) bienvenida, 2)
presentación de la investigación, 3) lectura de uno de los relatos, 4)
interpretación de las circunstancias descritas en el relato por parte de la
concurrencia, 5) conclusiones, 6) cierre, 7) agradecimiento y refrigerio.
Cada equipo de estudiantes entregó dos videos y un acta. En uno de
los videos presentó el transcurso del grupo focal. En el otro, un resumen.
En el acta se enumeraban los temas que surgieron durante el grupo. El
investigador principal comparó actas con videos. Construyó un sistema
de ecuaciones discursivas para representar la relación entre conceptos
sobre la prostitución universitaria, como elementos del discurso social en
el escenario de los grupos focales. Usó las ecuaciones discursivas como
guía durante el examen de la prostitución universitaria como experiencia
social, contenido de la comunicación y estructura relacional. Realizó una
hermenéutica estructural. Asumió unidades conceptuales como
situaciones sociales.

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CAT. 1er CAT. 2do


ORDEN ORDEN SISTEMA DE ECUACIONES DISCURSIVAS
Aprendizaje de actitudes = {protectoras [seguimiento + alertas] +
comunicacionales [pataletas + enojo + permisividad de los padres]}
+ {temas tabú [sexualidad] + secretos [perversiones

INFLUENCIA SOCIAL
transgeneracionales]}
Valores = [acción + crisis] [codicia + vanidad]
Valores fuertes + [Amistad (hijos e hijas) => prostitutas + LGTB] =
influencia neutra
Ambiente => hogar [preocupaciones capitalistas + evasión de
responsabilidad] + hijos [exigencias consumistas compensatorias]
Labor = trabajo secreto [no dar mal ejemplo + vergüenza] +
aislamiento [mentira + traición] + reconocimiento social [prejuicio +
utilitarismo]
HOGAR

Familia = {amor + solidaridad + alertas [peligro] + porvenir [sueños +


ideales]} {de-privación psicoafectiva [Depresión + ideación suicida]}
Agresión frecuente por los clientes => conducta sobre la
descendencia
Estado = Abandono de la mujer [familiar + conyugal] + desinterés
por la familia
Subsistir = responsabilidad intergeneracional + Insatisfacción de
ESTRUCTURAL

necesidades básicas
DETERIORO

Derecho a ser madres = negado (hombres => mal ejemplo) +


aceptado (mujeres => sueño de toda mujer)
Función social de la familia = cambio radical [crece (autonomía +
derechos)] [infancia + adolescencia]
Inmigración ilegal
Cliente = {maltrato [físico + verbal]}
Discurso de rechazo frente a la prostitución de los propios hijos.
Prostitución = ambivalencia moral [subsistencia familiar + desarrollo
personal] + situaciones de extrema pobreza
Prostitución universitaria = crece con la universidad [trabajo + salida
supervivir] + tratada como tabú [degradación del porvenir + carencia
de amor (sí misma + familia)]
Prostitución infantil = usar la inocencia + degradar a la persona
[amenazas + drogas]
CONSTRUCCIÓN

Situación económica crítica = soluciones inmediatas + pérdida de la


DEL FUTURO
HISTORIA

visión de futuro + evasión de la responsabilidad


Prostitución [pasado => marginación geográfica / presente =>
sincronización institucional] + [cambio nominal => puta vs prostituta /
prepago / trabajadora sexual / estrella porno]
Pasado => [mujer = virginidad] / presente => {mujer = promiscuidad
[trabajo (necesidad + obligación) + (placer)]} + embarazo [problema
+ exclusión] / futuro => función social [respetable + admirable]
Educación = oportunidades + recursos + meritocracia + ideales
Finalidad = justifica [medios + actitudes] + implica [trauma +
prejuicio]
Visión = futurista [oportunidades + libertad] + retenedora
[arrepentimiento + fijación]

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Conocer la biografía de las prostitutas universitarias = prevención


del fenómeno + consciencia social + planes de acción construidos
desde la experiencia
Sexualidad = iniciación {pasado => matrimonio} + {presente =>
libertinaje [desorden sexual + influencia del grupo de pares] + [mujer
como objeto + mercantilización del erotismo]}
Dejar el pasado atrás = olvidar + diseñar el futuro + buscar lo
LA NARRACIÓN
SOCIALIZAR
imposible
Prostitución como estilo de vida = base [política pública + inversión
social] + función [Masculinidad consumidora de sexo+ feminidad
mercantilizada + feminización masculina (travestis)]
Prostitución como salida = {abandono [familiar + conyugal] +
desesperación} + {intimidad [cero sentimientos + alta codicia]}
Prostituta => disfrutar del trabajo + suerte + peligro (tratar con
cualquier persona)
Socialización de la prostitución [relato gráfico] = tecnologías de la
información {promoción [videos + fotos] + aceptación [instituciones +
Estado]} + Internet {sexo [mercancía + lúdica] + sociedad [hedónica
+ anti-humanista]}
Mujer = participación social + anticoncepción + manipulación
mercantil
Amistad con prostitutas = inaceptable [influencia negativa + débil
posición] + aceptable [valores + fuerte posición] + inevitable
[realidad social + confianza familiar]
Egoísmo = vivir para sí [consumismo + autocracia] + olvidarse del
SOCIALIZACIÓN

otro [rechazo + prejuicio + exclusión de género] + prostitución


[respetable + inaceptable] [injustificable + fracasa la empatía]
Atribución de inmoralidad = ejemplo [drogas + alcohol +
promiscuidad + ETS] + [no busca opciones] + Sociedad {señala [no
ofrece opciones + degrada opciones y alternativas]}
DISCRIMINACIÓN

Prostituta = incapacidad de amar [hijos (pautas de crianza) + familia]


[sí misma + futuro] + degradación [física + psicológica + moral] + “lo
más bajo” + hedonismo
Estudios universitarios = ocultamiento [estilo de vida fracasado +
mentira (familia + círculo)] + doble moral [camino fácil + indignidad]
Prostitución estudiantil = profesional sin ética + centrado en el dinero
Promiscuidad = peligro + degradación [física + psicológica + ética] +
superficialidad + masculinización de la mujer
PROSTIBULARIA

Capitalismo = existencia [riqueza + individualismo] + ideal [consumo


+ hedonismo]
ACTITUD

Frustración = tiempo perdido + experiencias dolorosas + rechazo


social + creación de opciones [disminuye (dinero + estigmatización)]
Condiciones laborales [iniquidad + indignidad] + sacralización
[dinero + rentabilidad] + pérdida [sentido sagrado de sí mismo]
Desacralización de la sexualidad = triunfa el mercantilismo [vanidad
+ codicia] + fracasa el espíritu romántico [homogeneización de la
persona + cuerpo como espacio público]
Desdibujar = límites intersubjetivos + derecho civil + deber
institucional

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Vacío = necesidad [económica (alimentación + vivienda) + perversa


(codicia + complejo + vanidad)] + síntoma [social + personal]
Opción de vida = campos ocupacionales [estudiar + prostituirse] +

PERSONAL
situación común [nadie se sorprende + buscar soluciones sin
responsabilidad (prever consecuencias)]+ problemáticas no-
resueltas [maltrato (psicológico + físico) + abuso sexual]
PSICODINÁMICA

Corrupción = desprecio [valor + virtud] + acostumbramiento [lujo +


lujuria] + desesperación {servicio [alta demanda + reducción al logro
económico] + persona-valor-de-cambio [sin salida + continuidad del
pasado + visión capitalista del futuro]}
Estabilidad = económica + emocional + espiritual
Prejuicio social = religión + antigüedad de la práctica + indiferencia
Paradoja = buscar ideal profesional + realizar labor peligrosa
Familia = ruptura [solidaridad + integridad] + violencia [comunicación
+ relación + educación]
SOCIAL

Justificable [necesidad + mecanismo para salir adelante] +


injustificable [placer + vanidad + sueños despedazados]
Masculinidad impotente [paga por lo que es incapaz de conquistar] +
feminidad desvalorizada [reducida a objeto de placer]
Prostitución = alternativa laboral [televisión + redes sociales +
precariedad económica] + humillación [desorientación +
desubicación]

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HERMENÉUTICA ESTRUCTURAL

3.3.1. El hogar como estructura elemental de la


experiencia.

3.3.1.1. La influencia como diálogo entre familia y


sociedad.

La mujer aparece como objeto de actitud. Las actitudes ante ellas


expresan la valoración que hace la sociedad de este género y los valores
asociados a la experiencia colectiva de lo femenino. Los valores son
captados mediante un acto racional y emocional. Los valores utilitarios y
éticos se captan con predominio racional. Estéticos con predominio
emocional. Razón y emoción modulan comportamiento y conducta.
Acción es compromiso axiológico (Frondizi, 1995).
En los grupos focales, el aprendizaje de actitudes aparece como base
de las conductas auto-protectoras ante fenómenos como la prostitución.
Las actitudes de protección de la mujer como bien social y depositaria de
valores trascendentales, crea sistemas de seguimiento a su bienestar y a
su salud, sistemas de alerta frente a las situaciones que atenten contra su
integridad, que la mujer aprende a aplicar en su propia vida.

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Las actitudes capitalistas y antihumanistas, confieren a la mujer valor


de cambio en el mercado de la lúdica y de la perversión, mientras la
publicidad disfraza de glamur a las prostitutas que inundan la televisión
y a los homúnculos que las rodean. Desorientada por los medios de
comunicación, la juventud se opone al sistema de alertas. Asume el
seguimiento familiar y social como un límite a su libertad. El diálogo y el
capricho reemplazan las líneas de mando. Se trasforman los sistemas de
relación y comunicación. La juventud es período de cambio hormonal y
relacional. Es un sistema de responsabilidad social. Es una Situación
política (Arias & Alvarado, 2015). Durante los grupos focales, las actitudes
críticas juveniles se presentaron como repertorio de enojos y pataletas.
Para los asistentes, el hecho de que los padres no puedan usar la violencia
para doblegar la voluntad de hijas e hijos, como en generaciones
anteriores, ha degenerado en permisividad.
Los padres no saben cómo asumir el cambio pedagógico que exige la
renovada vida social. Las relaciones de poder en la familia están en
reconstrucción. El valor y ubicación de la persona en la estructura social
se modificaron. Surgen instituciones como la prostitución universitaria.
Personas sin escrúpulos mercantilizan a otros, sacando partido de los
intersticios morales que deja la transformación impuesta por y los medios
de comunicación, que han hipersexualizado a la juventud.
Mientras en los medios de comunicación se tratan temas sexuales
con toda libertad y sin censura, en el seno de la familia la sexualidad sigue
siendo tabú. Poco se orienta a la nueva generación en lo referente al placer
y a sus límites, así como en temas reproductivos, porque madres y padres

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se encuentran desorientados a cerca de su propia vida sexual. No


resolvieron sus traumas. Aparte de la hipocresía frente al erotismo, la
violación carnal se reproduce como plaga. El abuso sexual rebasa los
informes estadísticos. En los noticieros no falta información sobre
prostitución infantil. La realidad cotidiana en las calles de Medellín, Cali
y Bogotá, muestran que la situación está fuera de control.
La perversión familiar admite comportamientos contra la dignidad.
Se reproducen de generación en generación. Resultan de las crisis
axiológicas. En el discurso de quienes integraron los grupos focales, la
codicia y la vanidad son síntomas de la perversión. La trabajadora sexual
se convierte en depositaria de las perversiones de sus clientes. Aumenta
sus ingresos. Compensa su vacío y su soledad mediante la acumulación de
costosos bienes de consumo.
La ambición por el dinero desplaza ética y espiritualidad. Domina el
capitalismo. Para algunos de los asistentes a los grupos focales, las
costumbres de prostitutas y comunidad LGTB son inaceptables. No las
consideran amistades adecuadas para sus hijas e hijos. Reconocen la
prostitución como un negocio de grandes proporciones. Es la realidad del
país. Temen que su descendencia se vea involucrada en ella. Otra porción
de participantes de los grupos focales, consideró que los valores
inculcados en el hogar capacitan a las personas para decidir sobre la
amistad y sus límites. Lazos familiares fuertes son antídoto contra la
degradación. Neutralizan la influencia. Permiten la reflexión sobre ella.
En el discurso emergente de los grupos, el ambiente de los hogares
se pinta como escenario de preocupaciones capitalistas, donde tanto la

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falta como la abundancia del dinero crean problemas. El destino de los


hijos es dejado en manos de las instituciones. Los padres evaden sus
responsabilidades. Los hijos compensan sus complejos de abandono con
exigencias consumistas. En este ambiente, los integrantes de los grupos
focales ven propagarse la prostitución como trabajo secreto. Como labor
que se ejerce con vergüenza. Las trabajadoras sexuales deben ocultarse
para no dar mal ejemplo a su familia. Algunos integrantes de los grupos
consideran que es necesaria esta doble vida. Actitud confirmada por el
álbum de relatos. El único reconocimiento que recibe la trabajadora
sexual por su labor, proviene del prejuicio y el utilitarismo social. A la
vergüenza que impone la moral, el ambiente de mentira y traición que
reina en los ambientes prostibularios induce situaciones de aislamiento.
En los grupos focales aparece la familia como proveedora de amor,
solidaridad y confianza. Crea alertas. Previene contra el peligro. Abre las
puertas del porvenir. Engendra ideales y sueños. Desarrolla la disciplina.
Se atribuyen carencias psicoafectivas a las trabajadoras sexuales.
Consideran que la depresión e ideación suicida es usual entre ellas, y que
se origina en situaciones familiares en las que se pusieron en juego los
vínculos. Para los asistentes a los grupos, la aceptación de agresiones
frecuentes por parte de los clientes se explica por esta falta de amor
originaria. Según la mayoría de las opiniones, la prostitución se asocia con
una falta de amor propio y destruye el amor propio de la mujer.
La influencia como diálogo entre familia y sociedad a través de la
persona, se da en el plano axiológico, donde la voluntad busca orientarse
y decidir entre valores. Las sociedades confrontan a las personas con

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instituciones como la prostitución universitaria. La familia tiene el deber


de preparar a esas personas para conservar su dignidad, aún en las
situaciones de extrema tensión y necesidad. La universidad colombiana,
según se lee en sus misiones, cobra por conservar la dignidad y elevar las
virtudes y principios ciudadanos. Su obligación contractual es preparar a
las personas en este campo, perfeccionando la acción de la familia.

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3.3.1.2. Deterioro de las condiciones de dignidad de la


familia.

El hogar como estructura elemental de la experiencia ciudadana,


constituye esa dimensión espaciotemporal en que la persona encuentra
refugio cuando el mundo impone condiciones que desconcertantes. El
Estado como materialización de la voluntad del pueblo y del contrato
social, debe velar por que cada persona tenga un hogar y encuentre en él
recursos para realizar su existencia y ser feliz.
La base del hogar es la mujer. Es ella quien concede la vida. Cuidar
de la mujer es cuidar de la infancia. Sembrar el futuro. En los grupos
focales se hace referencia a las diversas formas de abandono que sufre la
mujer. Primero el abandono del Estado, atrasado en políticas para las
mujeres. Segundo el abandono conyugal. La prostitución universitaria
muchas veces es causada por una ruptura que deja en condiciones de
pobreza a la mujer y a su descendencia. Tercero el abandono familiar. A
veces las puertas del hogar de origen se cierran para una mujer, cuando
ella más necesita de sus seres queridos. Es tema recurrente del álbum de
relatos. Cuarto: el abandono de sí misma, cuando la mujer deja de tomar
en cuenta su dignidad antes de tomar decisiones vitales.
Para Paz et al (2016), antes de la Revolución Industrial la familia era
productora de sus bienes de consumo. Sus integrantes trabajaban para
abastecer el hogar y transmitir valores y conocimientos. Adultos y niños

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compartían similar disciplina. Aumentaban la posibilidad de supervivir


gracias al amparo, al apoyo y al sustento familiar (pp. 1305). Cuando nace
el capitalismo, niños, niñas y adultos entraran al mercado laboral sin
distinción. Al madurar este sistema empieza, a requerirse mano de obra
especializada. La escuela forma habilidades y conocimientos requeridos
por la industria, moldeando nuevos tipos de trabajadores (pp. 1307).
Para los integrantes de los grupos focales, la función de la familia ha
sufrido cambios radicales. El capitalismo aumentó la penuria económica.
Convirtió la subsistencia en reto crecientemente complejo. Se impone la
necesidad de crear redes de apoyo y confianza. Generar condiciones de
protección. Se requiere ampliar los vínculos de solidaridad familiar hasta
la familia extensa. En situaciones de crisis estos vínculos favorecen la
solidaridad, la confianza y la protección social.
Frente al deterioro estructural de las condiciones de dignidad de la
familia, los integrantes varones de uno de los grupos focales opinaron que
las prostitutas deberían perder el derecho a ser madres, por el mal ejemplo
que les darían a sus hijos, y por las pautas de perversión a las que se
someten. Están en constante riesgo de maltrato. Dentro del mismo grupo,
una moción de orden por parte de las mujeres llamó la atención sobre el
hecho de que ser madre es el sueño de muchas de ellas. Consideraron
machista la posición de los hombres.
Además de los factores internos, que causan el deterioro estructural
de la familia en nuestro país, los integrantes de los grupos focales hablan
de la inmigración ilegal como factor del deterioro de la economía y la
degradación de las costumbres. Los inmigrantes venden a bajo costo su

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mano de obra. Los locales ven extinguirse sus fuentes de empleo. Al


rechazo que pesa sobre la profesión prostibularia, las inmigrantes sufren
un doble rechazo por su condición de extranjeras.
Durante los grupos focales se manifestó una ambivalencia moral. La
prostitución se justificó cuando la subsistencia familiar estaba en juego,
cuando sirvió para el desarrollo profesional o para superar la extrema
pobreza. Al entrar a cuestionar a los integrantes de los grupos focales,
sobre las condiciones que impone la realidad, y la posibilidad de que sus
hijas e hijos se prostituyesen, las personas expresaron unánime rechazo.

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3.3.2. La historia como construcción colaborativa.

3.3.2.1. El futuro como escenario ciudadano.

Según los grupos focales, la prostitución universitaria crece con la


universidad. Su opinión puede ser respaldada con la de Fuica & Vergara
(2016), quienes ven crecer la oferta educativa en el sector privado y
menguar en el sector público. El Estado desplaza a la familia la
responsabilidad de la educación superior. La economía de los hogares se
resiente. Los costos crecen. La calidad de la educación se deteriora. El
educativo se convierte en sector vulnerable.
Para Molina & Oliva (2015), la cobertura educativa se ha desplegado
a velocidades increíbles. Los altos niveles de escolaridad, la pobre calidad
educativa y la mínima eficacia histórica del conocimiento se reproducen
a nivel continental. La globalización y las tecnologías de la información y
la comunicación sirven al capitalismo y al mercadeo en menor medida
que al entendimiento.
En este escenario, los integrantes de los grupos focales ven aparecer
la prostitución universitaria como estrategia de supervivencia y salida
para superar las crisis. Es un buen negocio. También es tema tabú en las
familias. Las universidades no financian investigaciones en este campo.
No la estudian. No la enfrentan. No la combaten. Se desenmascararía la
indiferencia ética del sistema educativo colombiano.

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La prostitución es vista como práctica que degrada el porvenir. Esta


certeza sólo parece servir para discriminar a las prostitutas, no para
reivindicar su labor ni prevenir el acceso de nuevas señoritas al trabajo
sexual. Se atribuye a la existencia de una ruptura afectiva originaria, la
causa de la iniciación en este oficio. Las trabajadoras sexuales encarnan el
capitalismo no declarado en la misión organizacional universitaria. El
hecho de que una señorita recurra a la prostitución para pagar su
matrícula, y de que en la institución educativa encuentre redes dispuestas
a reclutarla, convierte la prostitución en un síntoma del Síndrome de la
mentalidad prostibularia que se manifiesta en la venta de matrículas y
diplomas sin importar el costo social.
En los grupos focales se presenta la prostitución infantil como el más
alto peldaño en la escala de la degradación. Es considerado como una
instrumentalización de la inocencia. El sometimiento de la persona a un
destino de amenazas y drogas. Es el extremo de la confrontación entre las
situaciones económicas críticas y la necesidad de soluciones inmediatas.
En instituciones de este tipo, la cultura muestra que mueren las semillas
del futuro. Que la sociedad se aproxima a su desintegración.
Los integrantes de los grupos focales observan que, en la historia de
su sociedad, la prostitución fue objeto de marginación. Existían zonas
destinadas para este tipo de labor. En el presente la prostitución se ha
sincronizado con las instituciones. Ha cambiado la posición de la
prostituta en el escenario social. Se le llama prepago, trabajadora sexual,
estrella porno… sus lugares de trabajo se hallan en todo ámbito social.
Desde la unidad residencial hasta la discoteca. Las universidades se

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consolidan como el escenario de sincronización más inquietante. En ellas


se forman profesionales para un mundo más feliz. Paradójicamente se
ofrecen mecanismos para convertir a las personas en objeto de
intercambio para pagar la matrícula académica.
En el pasado, la mujer valía porque era capaz de conservar intacta su
virginidad hasta el matrimonio. Convertirse en la madre de buenos y
saludables cristianos. En el presente, la mujer realiza su sexualidad en un
ambiente de promiscuidad. La sexualidad se convirtió en un negocio. El
valor de las personas parece definirlo su poder adquisitivo. Cambió el
significado del embarazo y de la vida. Dar a luz hijos de padres
desconocidos, causa problemas y formas de exclusión. Las trabajadoras
sexuales intentan evitarlo. Muchas mujeres ven comprometido su futuro
y frustrados sus sueños por un embarazo no deseado.
En el discurso generado durante los grupos focales, el futuro es una
función social. Contiene las metas que debe cumplir un ciudadano para
considerarse respetable. En algunas culturas basta con que pague
impuestos y adquiera rituales de consumo. En otras la realización
ciudadana es más compleja. Implica ser guerrero. Maestro en las artes.
Filósofo. Letrado. En otras más la realización ciudadana es incierta. Nadie
está seguro de cuándo se realizaron los ideales. En esas culturas se
contradicen leyes, instituciones y costumbres.
La educación de alta calidad multiplica oportunidades y recursos.
Debería ser la base de una meritocracia en cuyo contexto el ascenso social
partiese de vínculos creativos (más que políticos) y de relaciones de
conocimiento (más que de conspiraciones capitalistas). La educación de

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mala calidad convertida en buen negocio propicia y fortalece las


relaciones de corrupción. Justifica actitudes de perjuicio para la mayoría.
Deja en la minoría sensible, traumas tal vez insuperables. Es lo que pasa
con la prostitución universitaria: algunas mujeres entran y salen de ella
sin que deje marcas dolorosas en la memoria. Otras entran. Quedan
atrapadas. Diluyen su existencia entre drogas y codicia.
Para los asistentes a los grupos, la titulación pasa a segundo plano
cuando se trata de la prostitución universitaria. La formación profesional
se convierte en mecanismo para aumentar los ingresos. Es el síndrome de
la mentalidad prostibularia. Una parte de las personas que encarnan esta
mentalidad, venden sus cuerpos para sobrevivir. Otras sólo venden su
tiempo, sus ideas, su talento, su amor. La clave de esta mentalidad es que
la persona deja de pensar en sí misma como en un ser, para pensarse como
un objeto que se vende y se compra.
En los grupos focales, la mentalidad prostibularia aparece asociada a
la visión del futuro. Las personas que la trascienden ven el tiempo por
venir como fuente de oportunidades. Como escenario de libertad. Como
espaciotemporalidad donde el mundo está por construirse y pueden ser
realizados los sueños. Pero cuando el futuro se asocia con el mundo de la
prostitución universitaria, aparece como escenario de arrepentimiento y
frustración. El pasado confunde la memoria. Tortura la conciencia. Se
concentra en el dolor de los hechos. Ignora las variaciones afectivas que
ofrece la experiencia.

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3.3.2.2. La narración como semilla de la memoria.

Tras escuchar los relatos durante la realización de los grupos, la


concurrencia estuvo de acuerdo en que conocer y divulgar las biografías
de las trabajadoras sexuales universitarias, es una estrategia que puede
ayudar a prevenir y a dignificar esta práctica, al reconocer los valores,
ideologías y símbolos que entraña, y permitiendo a personas, familias e
instituciones despertar su consciencia y dimensionar el costo social que
acarrea en un ambiente capitalista, contra-ecológico y antihumanista
como el que domina nuestra sociedad.
Muy diferente era el trato que recibían las prostitutas sagradas del
que reciben las prepagos que inundan las universidades colombianas. Las
primeras eran escuchadas como maestras. Su formación incluía el
conocimiento de las artes, la ciencia y las letras de su tiempo. Sabían que
el buen sexo debe proporcionar paz, poder y placer, por lo que ante ellas
caían de rodillas los guerreros, los reyes y los filósofos. Llegaban a ser las
señoras del imperio y sus ejércitos. Ningún macho inculto se atrevería a
irrespetarlas. Eran el símbolo de la vida.
A las prostitutas universitarias sólo se les exige ambición o pobreza;
juventud, codicia, y disposición para convertirse en depositarias de las
perversiones de su sociedad. Las jóvenes llegan a la las instituciones de
educación superior para ser tratadas como consumidoras de servicios
mediocres con un alto costo, y para titularse sin esfuerzo a cambio de unos
millones de pesos. El protagonista en su proceso educativo no es el

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conocimiento. Es el dinero. Ellas deben conseguirlo a como dé lugar. Esa


parece ser la verdadera misión de la universidad en Latinoamérica: poner
a las personas contra la espada y la pared con matrículas costosas y
promesas de riqueza, de poder y figuración social.
El conocimiento existencial de la prostitución universitaria, a través
de las narraciones sociales alegorizadas, permite crear planes de acción
construidos desde la experiencia, para sincronizar las acciones familiares
e institucionales en favor de las mujeres. En el discurso social emergente
de los grupos focales, la iniciación sexual aparece como fenómeno clave
para entender esta situación. En el pasado la iniciación se realizaba en el
matrimonio para las mujeres, y no en pocas oportunidades en el burdel
para los hombres. El matrimonio es entendido como estructura vincular
estable. En el presente son el libertinaje y la influencia del grupo de pares
el sistema vincular en el que se realiza esta iniciación. En ambos casos la
mujer es entendida como objeto. En el presente para asignarle un precio
en el mercado del entretenimiento sexual. En el pasado para asignarle un
valor en el mercado de los oficios domésticos.
La sugerencia de los integrantes de los grupos para las trabajadoras
sexuales es dejar atrás el pasado y construir un futuro mejor. Olvidar las
culpas inútiles y sanar las perversiones para buscar lo imposible, porque
como dice Silvio Rodríguez: “de lo posible se sabe demasiado”. Enfrentar
la decadencia prostibularia, entenderla como estilo de vida y síntoma.
Se cuestionó la función cultural de la masculinidad consumidora de
sexo. Consumir sexo es reducir la experiencia erótica a su dimensión
lúdica. Significa mercantilizar la feminidad. Un hombre que no cuenta

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con estrategias para enamorar a una mujer usa el poder para poseerla. En
unos casos es el poder económico, aunque no siempre se trata de dinero.
Hay docentes que intercambian sexo por buenas calificaciones con sus
alumnas. Jefes que lo intercambian por un puesto de trabajo.
Cuando se alegorizan las narraciones sociales se intenta resaltar la
crisis de valores que rodea ciertas situaciones humanas. En el caso de la
prostitución, se crearon relatos en los que se muestra cómo y por qué este
trabajo se convierte en una salida frente las crisis, al abandono familiar y
conyugal que deja en la desesperación a muchas mujeres. Renuncian a la
intimidad y los sentimientos para poner la codicia en su lugar. En las
actuales circunstancias, la posibilidad de que una prostituta disfrute de su
trabajo depende de la suerte. En su gremio las mujeres viven rodeadas por
el peligro. Se entregan a cualquiera.
Socializar la prostitución universitaria mediante el relato biográfico
alegorizado, implica reflexionar sobre el uso de las tecnologías de la
información para promocionar videos y fotos pornográficos, en los que se
evidencia la aceptación de actividades en que las personas son tratadas de
manera inferior a sus méritos. Los desarrollos de la ciencia y la tecnología
aportan igualdad civil y participación social a las mujeres. La
anticoncepción las liberó de imposiciones reproductivas y rituales de
sometimiento. Paradójicamente creció la manipulación mercantil del ser
humano. Se convirtió en elemento desechable del mercado.

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3.3.3. La discriminación como identificación proyectiva

3.3.3.1. Socialización de la discriminación.

Repetidamente los participantes de los grupos focales manifestaron


su rechazo frente a la posibilidad de que sus hijas e hijos sostuvieran
cualquier trato con prostitutas. La influencia de personas vinculadas con
este oficio les resulta negativa y poco saludable. Este prejuicio encuentra
justificación en los relatos, donde las trabajadoras sexuales siempre están
intentando inducir a otras señoritas al ejercicio de este trabajo, a pesar de
que ellas mismas afirman no desearle esa vida a nadie. Insisten en atraer
incautas, con promesas de riqueza y vanidad, a un oficio que en muchos
casos les resulta despreciable para ellas mismas.
Remitiéndonos a los hechos, se justifica la existencia de un sistema
de alertas contra la débil posición axiológica de muchas trabajadoras
sexuales, que en lugar de compartir su sabiduría, acumulada mediante
profundo conocimiento de la naturaleza masculina, se dedican a inducir
la degradación en señoritas, que sin su influencia no se dedicarían al
comercio del cuerpo. La familia debería marcar la diferencia. Conferir una
posición fuerte y autónoma a la juventud, pero sus crisis limitan esta
posibilidad. Los vínculos de confianza se deterioran con la crisis.
Para Benedicto (2016), la pérdida de poder socializador de la familia
incrementa la posibilidad de equivocarse al ejercer la libertad y

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desembocar en una situación sin salida, como observamos en el caso de


la prostitución universitaria. Según Benedicto la búsqueda de autonomía
juvenil no es un proceso individual. Se realiza en relación con amigos y
grupos de pares. Para Espinosa el at (2016) la condición juvenil es de
dependencia, inexperiencia, desposesión, poco prestigio y poder. Las
investigaciones muestran que, gracias a esta situación, en los contenidos
de las políticas sociales se patologiza a la infancia, la adolescencia y a la
familia (Litichever, 2016).
Paz et al (2016) señalan que la familia perdió su lugar central en el
proceso de subjetivación de las personas a partir de la Revolución
Industrial. Para Fuica & Vergara (2016), los jóvenes construyen el
conocimiento por fuera de la familia, la iglesia y el sistema educativo,
convirtiendo el grupo de pares en punto de apoyo existencial. Pese a esto
observan Molina & Oliva (2015) que se les impone como ideal la formación
de una familia, la educación formal, el mundo laboral y el ejercicio de la
ciudadanía. Para Feixa et al (2016) las instituciones se combinan con las
subculturas juveniles. Di Leo & Camarotti (2017) nos permiten ver en los
vínculos afectivos y la vida barrial, las estructuras del cambio en la
situación de la juventud y su relación con las instituciones,
principalmente con la familia. García (2015) visualiza la autonomía juvenil
frente a las instituciones tradicionales, como resultado del
perfeccionamiento educativo, el refinamiento y el reconocimiento social.
En los grupos focales aparece el egoísmo como consecuencia de la
crisis institucional y del proceso de decadencia en el que entra la familia.
La premisa del egoísmo es vivir para sí. Asumir una autocracia narcisista

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y consumista, donde el otro es usado como peldaño en el camino del


propio ascenso. En los relatos puede observarse este egoísmo. Al ignorar
la subjetividad ajena, una trabajadora sexual induce a sus compañeras de
estudio a ejercer la prostitución.
El egoísmo refuerza el prejuicio social y los procesos de exclusión.
Disuelve confianza y solidaridad. Promueve rechazo y exclusión. Con base
en argumentos como este y otros, los asistentes a los grupos focales
consideran la prostitución “respetable” pero “inaceptable”. Cada quien
tiene sus argumentos para justificar su vinculación con este oficio, pero
los valores que entraña y las actitudes sociales que induce la hacen
injustificable. Cuando una mujer la asume como estilo de vida, poco a
poco fracasan las capacidades de empatía y solidaridad.
Entre los asistentes se observa una atribución de inmoralidad al
comportamiento de las prostitutas. Para Baron & Byrne (2002) y para
Moya & Rodríguez (2011), las atribuciones constituyen un esfuerzo por
comprender las causas de la conducta. Surgen cuando se transgreden las
tendencias de la personalidad, el comportamiento produce efectos poco
comunes y deseables y se incorpora a un sistema de categorías general, en
cuyo contexto se valora a la persona de acuerdo con esas categorías. Los
seres humanos están condicionados para interpretar la acción ajena como
emergente de la libertad consciente y subjetiva. Mientras que a las propias
le atribuyen causas externas y concretas, se entienden como un producto
de situaciones determinantes de carácter situacional.
Las acciones ajenas son ubicadas en un sistema de categorías, en el
que se determinan las atribuciones generales que se realizarán sobre la

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persona. La categoría “prepago”, “puta” o “prostituta”, aparece en los


grupos focales como específica de nuestra sociedad. Es un oficio y un
estilo de vida reconocido, solicitado y poco estudiado. La prostituta es
categorizada como una persona que realiza su existencia en ambientes
sociales dominados por las drogas, el alcohol, la promiscuidad y las
enfermedades de transmisión sexual. Una persona que se acostumbró a
los lujos y al dinero en cantidades morbosas, y que por esta razón no
explora otro camino. La sociedad la señala. La discrimina. No le ofrece
opción. Degrada las opciones con su racionalismo burgués y narcisista.
Entre los integrantes de los grupos focales, el Síndrome de la
Mentalidad Prostibularia emerge como incapacidad de amar, por lo que
atribuyen a las prostitutas esta incapacidad. Parece una exageración, pero
debe recordarse que muchas de ellas inducen a otras a vivir el infierno de
esta profesión, con el argumento del dinero fácil. Esta actitud es todo,
menos amorosa. En los grupos se atribuyó a estas mujeres la incapacidad
de amar a sus hijos y a su familia. Consideran que están traicionando a
ambos con sus mentiras. Consideran que viviendo una intimidad y una
sexualidad como la que viven, no pueden desarrollar pautas de crianza
humanitarias y empáticas. El egoísmo es la base de sus relaciones
interpersonales.
Para los asistentes a los grupos focales, la prostitución es resultado
de decisiones individuales e irresponsables que orientan la existencia
hacia degradación física, psicológica y moral de la mujer y la sociedad,
además condiciona el futuro de la mujer, que empieza a sentirse “lo más
bajo de la sociedad” por realizar el oficio que realiza, por convertirse en

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objeto de hedonismo que sólo es buscado para satisfacer necesidades


primarias, no para tener relaciones profundas.
Siguiendo a Baron & Byrne (2002) y a Moya & Rodríguez (2011),
observamos que los grupos sociales caracterizan la conducta de las
trabajadoras sexuales mediante categorías absolutistas, universales y
rígidas, que utilizan para inferir rasgos específicos de cada prostituta. Las
situaciones que arrastraron a las mujeres a ese mundo se desvanecen en
el fondo. Se valora a la persona por el perfil que la sociedad ha creado para
su gremio. A medida que las generaciones se suceden en el escenario de
la historia, las inferencias sobre el valor y la personalidad de las
trabajadoras sexuales se va modificando de acuerdo con los cambios
ideológicos, axiológicos y simbólicos.
En el escenario social, el deseo de saber por qué las personas actúan
de una manera y no de otra, se satisface usando el sistema social de
atribuciones, no mediante una investigación metódica. La convivencia es
definida por teorías populares que sirven para entender a esas personas y
sus situaciones, no por reglamentaciones institucionales, que a veces se
alejan de la experiencia. En el caso de la prostitución universitaria, los
asistentes a los grupos focales consideran que los estudios universitarios
sólo sirven a estas señoritas para ocultar un estilo de vida fracasado, en el
que las relaciones familiares y sociales se basan en mentiras.
El comportamiento de estas señoritas revela doble moral. Aunque en
los relatos se sostenga que esa no es una vida fácil, para los integrantes de
los grupos focales la prostitución significa entregarse a la indignidad por
cantidades de dinero que rebasan las cifras de los empleos normales. A la

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prostituta no se le exige que tenga sabiduría y la transmita durante el


ejercicio de su profesión, sólo se le exige que se amolde a unos conceptos
de belleza y que se someta a las perversiones, a los vacíos y a los complejos
de sus clientes. Para los asistentes a los grupos focales, la prostitución
estudiantil sólo puede producir profesionales sin ética, centradas en el
dinero, para quienes las personas son oportunidades de enriquecimiento.

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3.3.3.2. El Síndrome de la Mentalidad Prostibularia.

En los grupos focales, aparece la promiscuidad como uno de los


peligros que acarrea la profesión prostibularia. Para los integrantes de
estos grupos, promiscuidad es signo de degradación física, psicológica y
ética. La promiscuidad evidencia la superficialidad afectiva y erótica de
las personas. Su incapacidad para la intimidad. Su lascivia. No hay libertad
en convertir el cuerpo en espacio público, al que tiene acceso todo el que
tenga dinero. La mujer, al apropiarse de los derechos civiles que la
misoginia política le negó, ha intentado igualarse con el varón. Dice un
integrante de los grupos focales que “antes las señoritas querían aprender
a cocinar como la mamá, y ahora quieren tomar aguardiente como el
papá”. Observan una masculinización pervertida de la mujer.
El capitalismo ha reducido la persona a su dimensión material, y sus
valores al valor de cambio. La misión de muchos en esta vida se centra en
su relación con el dinero. Unos quieren acumular capital como si esta
práctica pudiese salvarlos de la muerte. Otros consumir y desechar como
si tuviesen un día de vida y debiesen malgastar su hacienda en un acto
maniaco de despedida. Otros buscan el placer de manera tan prioritaria
que enferman (drogadictos, sexo-adictos, obesos). Al capitalismo se suma
el individualismo narcisista, en el que fracasa la solidaridad y el ser
humano se vuelve contra sus semejantes, pues en la carrera hacia el “éxito”
piensa que su deber es pisotear a quien se interponga.
En el contexto de los grupos focales, la frustración es el destino de las
trabajadoras sexuales. Tarde o temprano serán conscientes de que el

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tiempo transcurrido es irrecuperable, y de que ellas perdieron el suyo al


entregarse a las experiencias de perversión que confluyen en la existencia
prostibularia. El rechazo social degenerará en aislamiento. La autoestima
deteriorada desgarrará los vínculos. Deberá elegir entre quedar al margen
de las instituciones o unirse a ellas mediante la corrupción, pues en la
universidad se dedicó a cambiar calificaciones por sexo con sus
profesores, y a pagar a sus compañeros por la elaboración de las tareas
académicas, ahora cambiará escalafones laborales por sexo. Nunca
abandonará la mentalidad prostibularia.
Después de aprender a vivir como un objeto y a ver el mundo como
un mercado donde las personas son canjeadas y mercantilizado su
tiempo, las opciones vitales que tomará estarán orientadas por factores
económicos disociados de la afectividad. El símbolo central de su
existencia será el dinero. Después de haberse sometido a condiciones
laborales de iniquidad y a situaciones sociales de indignidad como parte
de sus prácticas cotidianas, el dinero y rentabilidad serán sacralizados,
mientras las personas sepultan el sentido sagrado de sí mismas.
La desacralización de la sexualidad, el triunfo del mercantilismo, la
vanidad y la codicia desterraron el espíritu romántico al desván de las
rarezas etnográficas, literarias y epistemológicas. Las personas han sido
homogeneizadas por el racionalismo burgués, igual que el resto del
mundo. Una montaña, un árbol, una construcción o una persona no son
diferentes de otras montañas, árboles, construcciones o personas.
Desaparecieron montañas, árboles, construcciones o personas sagradas,
encargadas de encarnar poderes trascendentales y marcar un punto de

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ruptura en la homogeneidad del mundo. Desaparecieron las realidades


absolutas (Estrada, 2007). En el síndrome de la mentalidad prostibularia
la realidad es relativa. Los puntos de apoyo son frágiles y perecederos.
En el síndrome del que hablamos, el propio cuerpo se concibe como
un cuerpo más entre los cuerpos del mundo y un objeto más en el
mercado de bienes. La intimidad se convierte en parte del espacio público.
Se desdibujan los límites. Los derechos son vulnerados. Los deberes
institucionales manipulados. Todo en favor de la corrupción.

3.3.4. Elementos psicodinámicos de la prostitución.

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3.3.4.1. Psique personal.

El discurso social emergente de nuestros grupos caracteriza a las


trabajadoras sexuales como víctimas de un vacío con dos dimensiones.
Por un lado, están los vacíos que generan las necesidades económicas,
confrontando a personas y comunidades con problemas de vivienda,
alimentación y otros relacionados con la incapacidad para satisfacer las
necesidades básicas. Se trata del vacío generado por la intemperie, el
hambre y la precariedad. También aparecen vacíos relacionados con
situaciones traumáticas del pasado, que se expresan en el presente
mediante perversiones y actitudes compensatorias como la codicia y la
vanidad, síntomas de baja autoestima y complejo de inferioridad.
Las jóvenes llevan este vacío a la institución de educación superior.
Allí, en lugar de encontrar redes de solidaridad que propicien el alivio de
las heridas y la precariedad que traen de su hogar, encuentran redes de
prostitución, que enconan las heridas y agudizan la precariedad. La
educación pública cede su territorio a la privada. Las matrículas se
encarecen. Las familias apenas satisfacen las necesidades básicas. El
racionalismo burgués invade la educación, no para hacer más científica la
mirada del mundo en las nuevas generaciones, si no para aplicar el
método científico a la acumulación de capital y la generación de
ganancias, por medio de la captación eficiente del dinero de familias y
personas con la mínima inversión posible.

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La prostitución se naturalizó en las universidades. Por el ambiente


mercantil que se ha creado en ellas, nadie se sorprende del hecho de que
las nuevas generaciones busquen soluciones a sus problemas sin un
sentido de responsabilidad. Han sido condicionadas para actuar sin
prever las consecuencias o sin importar que sus decisiones engendren
consecuencias negativas. Libertad y capricho se confunden. Por unos
centavos muchas personas están dispuestas a aceptar el maltrato físico y
psicológico. La indiferencia de autoridades administrativas y académicas
representa una cómplice validación de estas prácticas.
Mientras la joven pague la matrícula y aporte dinero a los dueños del
negocio (que por lo general son empresarios y políticos, no académicos o
investigadores), nada importa lo que pase. El estudiantado utiliza
cotidianamente el fraude: no importa. Encarga a sus compañeros la
realización de sus trabajos: no importa. Se gana la vida traficando drogas,
asesinando, prostituyéndose, haciendo pornografía: no importa.
La corrupción degrada cotidianamente las relaciones de aprendizaje
en los planteles de educación superior, pero prácticas y actitudes
corruptas se reproducen al amparo de la universidad misma. Para los
asistentes a los grupos focales, la prostitución es la expresión de la
decadencia axiológica de las instituciones educativas y el fracaso de la
virtud. En el contexto de la prostitución universitaria la corrupción, la
degradación y la perversión se disfrazan de lujo y de lujuria. El glamur
enmascara la desesperación. La trabajadora sexual presta un servicio con
alta demanda, pero la realización personal por el servicio que presta se ve
reducida al logro económico.

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Cuando la estimación histórica y social de la persona se realiza con


base en su valor de cambio, subjetividad y creatividad no encuentran
cómo exteriorizarse. Se reprime el principio autotrascendente. El pasado
se convierte en un obstáculo para mirar al futuro. Fracasa la libertad.
Cuando el pasado está infectado por traumas, frustraciones, mentiras,
traiciones, falsedades, torpeza, ignorancia, perversión… inhumanidad. La
visión del futuro se reduce también, pues teniendo nublada la capacidad
de aprender del pasado la experiencia no es utilizada para aprender si no
para recriminarse, arrepentirse y culparse.
Para los asistentes a los grupos focales la sociedad en su conjunto
debe emprender una cruzada por la estabilidad estructural, entendiendo
por estabilidad el empoderamiento de la ciudadanía, la pacificación de las
relaciones y la popularización del placer de vivir. Para lograr estos
objetivos debe haber equidad económica. La ciudadanía debe tener
acceso a los servicios que ofrecen las instituciones, y estas deben estar
diseñadas para servir y hacer circular el dinero, no para retenerlo.
La estabilidad también debe ser emocional. El Estado debe tener en
cuenta las emociones de las personas. Para Martínez & Quintero (2016),
los contratos sociales deben surgir de los principios de convivencia
naturales de la cultura. No de procedimientos racionales, estadísticos y
políticos, disociados de las sus experiencias significativas. Las emociones
llenan de color los hechos cotidianos. Con base en ellas las personas
atribuyen valores positivos o negativos a los lugares, las experiencias y las
personas. Si un lugar permite la evocación de sentimientos alegres, la
persona querrá volver. Si se asocia con vivencias traumáticas, lo evitará.

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Martínez & Quintero (2016), plantean que en las emociones está el


origen de las creencias. Son la base del prejuicio. Los procesos cognitivos
están orientados por los estados sentimentales. La razón por sí misma es
un artificio. Necesita del impulso vital de la emoción para realizarse en el
mundo. El clima emocional de grupos y sociedades pone en evidencia su
control sobre la realidad. El desorden social es síntoma de desorden en
los vínculos sociales afectivos y emocionales. Plantean los autores que no
bastan las razones para validar el beneficio económico como fundamento
de la vida ciudadana. Son las emociones las que permiten construir
comunidades solidarias.
La estabilidad espiritual llega cuando las emociones promueven la
confianza entre las personas, cuando estas se ubican dignamente en el
mundo y logran proyectarse hacia el futuro con la intención de mejorarse,
de ser más felices, de ampliar los límites de la realidad.

3.3.4.2. Psique Social.

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El prejuicio social recae sobre las prostitutas. Un sector social no


quiere tener trato con ellas. Otro, las utiliza como mercancía humana. El
sector educativo las acoge como clientas del negocio de la titulación
profesional. La antigüedad de la práctica, y el hecho de que las iglesias
acojan a estas hijas suyas como a cualquiera que pague sus diezmos,
parecen antecedente de la indiferencia de las instituciones de educación
superior frente a la prostitución universitaria.
Las universidades son recintos donde la persona intenta realizar el
ideal profesional. En sus aulas se construyen las ideas que transformarán
la ingeniería, las humanidades, las ciencias, el arte… actualmente las
sociedades del porvenir son diseñadas con base en la mentalidad
prostibularia de las universidades colombianas, que para adaptase a las
condiciones del capitalismo, se organizan para mantener un nivel de
ganancias, más que para crear mentalidades transformadoras.
Las trabajadoras sexuales universitarias son percibidas por los
integrantes de los grupos focales, como mujeres jóvenes que realizan
labores peligrosas. Su trabajo las confronta con los límites de su dignidad
y su codicia. En el álbum de relatos unas son destruidas por sus vicios o
su clientela. Otras construyen condiciones de dignidad. La mayoría
enfrenta rupturas familiares. Abandonos. Amenazas. Se ven acosadas.
Integraron violencia y desconfianza a los procesos relacionales y
comunicacionales. Todo por unos centavos.
En los grupos focales aparece una ambivalencia. Algunas personas
encuentran justificable la prostitución. Afirman que en ocasiones la

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necesidad pone a las personas entre la espada y la pared, y no queda más


camino que ese. También afirman que, en el caso de la prostitución
universitaria, la prostitución es justificable como mecanismo para salir
adelante. Un sector de la población integrante de los grupos afirma que la
prostitución en general es injustificable. Refleja una vida hedonista, una
persona vanidosa, una estrategia para destruir sueños y personas.
La prostitución universitaria pone en evidencia una masculinidad
impotente que paga por acceder a cierto tipo de mujeres que es incapaz
de conquistar, o para vivir experiencias sexuales en las que pocas personas
quisieran verse involucradas. Incapaz de conquistar a la mujer que desea
o frustrado por sentirse poco satisfecho con las formas de placer que las
personas convencionales pueden ofrecerle, paga por vivir sus
perversiones. Frente a una masculinidad impotente, una feminidad
reducida, disociada de su potencial filosófico, artístico y creativo.
Convertida en objeto de placer. Valorada por su potencial mercantil.

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LA PROSTITUCIÓN UNIVERSITARIA

Imagen: La iniciación, por Edmund Blair Leighton

EN EL DISCURSO CIENTÍFICO
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PREÁMBULO

La parte final de la investigación se realizaría siguiendo un método


colaborativo de construcción del conocimiento. Tras leer analíticamente
dos artículos con resultados de investigaciones, los coinvestigadores
entregarían dos resúmenes ejecutivos según el modelo presentado en la
introducción de este libro. El investigador principal leería artículos y
resúmenes. Crearía categorías temáticas a partir de los resúmenes.
Construiría un ensayo emprendiendo una hermenéutica estructural.
Se presentaron dos dificultades para esta labor. La primera: para
realizar muchos resúmenes, integrantes del equipo de coinvestigadores se
limitaron a copiar fragmentos del artículo y a pegarlos en el texto que
aportaron. Diferenciar resúmenes fraudulentos de originales demandaba
un trabajo policiaco que desbordaba el interés del investigador principal.
Durante la construcción de la base de datos se adiestró al estudiantado en
la realización de resúmenes ejecutivos. Se advirtió la necesidad que tiene
la ciencia de ser original, aunque sus análisis sean ingenuos. La
ingenuidad veraz, guarda tesoros de sabiduría. No prestaron atención.
La segunda dificultad fue que de los artículos ninguno tocaba
directamente y a fondo el tema de la prostitución universitaria. Sumados
a los resúmenes con fraude, había artículos repetidos, reseñas, cartillas,
libros, tesis, informes de investigación y documentos noticiosos que no
correspondían con el tipo de documento requerido. De los 140 que se
esperaba recibir, la base de datos contaba con 77 artículos.

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El artículo científico presenta de manera concreta los avances en el


tratamiento de un tema y el uso de ciertas metodologías. Tesis, informes
de investigación y estudios son extensos y se embarcan en disquisiciones
teóricas y metodológicas que demandan mucho tiempo de lectura y
análisis, además son documentos farragosos, redundantes y escritos con
fines administrativos más que académicos. Los artículos noticiosos
divulgan sin el necesario análisis. Algunos son interesantes, pero no son
fuentes calificadas para reconstruir discursos académicos y científicos.
Pertenecen al discurso mediático y noticioso.
Ante el fraude presentado por algunos miembros de su equipo, el
investigador principal optó por leer los setenta y siete artículos. Tomar
sus elementos discursivos estructurales, constituir conceptos y perfilar
una teoría sobre la prostitución, globalizando las ideas mediante una
reseña de cada artículo. Organizó las reseñas dentro de un ensayo,
intentando hacer de la revisión documental experiencia de reflexión.
Se descartaron los resúmenes presentados por los coinvestigadores.
No se podía confiar en los contenidos de la mayoría. Se deja constancia,
pues mientras las relaciones académicas en nuestro país se fundamenten
en el fraude, no será viable construir un nuevo país. El fraude universitario
es la cuota inicial para una carrera basada en la politiquería y la
corrupción. No se pueden configurar equipos de trabajo con altos niveles
de productividad y calidad, mientras todos los integrantes no se
comporten como personas de probada honestidad. Una sociedad en la
que sus ciudadanos no pueden confiar unos en otros, no configura
vínculos de solidaridad.

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Diez (2014) plantea que los estudios sobre deshonestidad académica


indican incremento de estas conductas en todos los niveles educativos a
nivel transnacional. La corrupción social se gesta desde las instituciones
educativas, cuando descuidan la formación ética por afianzar su posición
dentro del sistema capitalista. Corrupción estatal y escolar configuran un
continuo de degradación que deshumaniza la sociedad.
Diez presenta investigaciones internacionales en que se analiza
etiológicamente el comportamiento corrupto en el sector educativo. Se
usan con más frecuencia metodologías como el auto-reporte estudiantil y
los grupos de discusión docente. Las conclusiones muestran que la
deshonestidad es un problema de interacción, en el que entran en juego
prácticas y actitudes institucionales y culturales, docentes y familiares.
Como práctica relacionada con la prostitución universitaria, la
deshonestidad académica tenía que afectar esta obra, para llevarnos a
plantear que la única manera en que la investigación en el aula puede
rendir frutos científicos, es cuando se fundamenta en la ética. Todos los
integrantes de un equipo deben sentirse integrados por un proyecto que
los trasciende y que llevará sus ideas más allá de los límites actuales de
tiempo y espacio.

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BASE DE DATOS

TÍTULO AUTORES LINK


Los hipervínculos fueron verificados el 07–05–2018 a las 07:07. Todos funcionaban.
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esclavitud? (Se referencia en la Silverio & Barriga
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base de datos, pero no se Inmaculada Trujillo
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incluye en los análisis).
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CONFRONTACIÓN ENTRE BASE DE DATOS


Y TEMA DE INVESTIGACIÓN

En el discurso científico, el equipo de investigadores esperaba hallar


filosofías sociales y modelos de acción ante la prostitución universitaria.
Investigaciones que confrontaran a la familia, al sistema educativo y al
Estado con esta institución que en Colombia parece más influyente que la
misma universidad. Esperábamos hallar la prostitución universitaria
tratada como problema de salud pública, no sólo por las enfermedades
que acarrea un erotismo promiscuo para el cuerpo, si no por el malestar
afectivo y cognitivo que desencadena la vida prostibularia, y que puede
evidenciarse en el álbum de relatos.
No logra identificarse un discurso académico en torno a la
prostitución universitaria. No es un campo de investigación consolidado.
Tal vez en países extranjeros no se presente de manera tan desfachatada
como en el nuestro, lo que explicaría que no se realicen investigaciones
sobre el tema, pero no se identifican investigaciones sobre la vieja práctica
de intercambiar sexo por buenas calificaciones, o sobre el arribismo
sexual y el mercado laboral, conocidas formas de prostitución. En muchos
de los artículos que se integran en la base de datos, se amplían los temas
que aparecen en los ensayos introductorios, en el análisis de los grupos
focales y en el álbum de relatos.

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Gómez & Almanza (2013) indagan por las representaciones sobre la


prostitución realizadas entre jóvenes y adultos de un sector comercial de
ciudad de México. Al igual que en Colombia reina la doble moral. Las
niñas y adolescentes se prostituyen en frente de la ciudadanía. Personas
de todas las edades afirman rechazar la trata de personas. Diariamente las
niñas desfilan bajo las órdenes de las pandillas y frente las narices de los
condolidos e indiferentes ciudadanos.
Alles & Cogo (2014) confrontan el hecho de que, en países como
Brasil, las redes de prostitución están integradas al devenir social como
organizaciones públicamente reconocidas. Militantes de estos grupos se
declaran felices de ser prostitutas. Frente a este tipo de declaraciones, los
medios de comunicación presentan una imagen empobrecida del gremio
que no satisface a muchas mujeres, quienes alegan haber elegido
libremente su oficio y exigen fijar un día para celebrarlo. El feminismo se
opone a este enfoque. Coincide con los líderes de ultraderecha.
Juliano (2005) señala que la participación en el mercado laboral es la
principal forma de adquirir derechos, deberes y plena ciudadanía. Se
identifica con Benedicto (2016), que define la ciudadanía por el acceso a
la seguridad social (prestaciones y pensiones), gracias a la incorporación
en el mercado laboral y el sistema productivo. El trabajo es un deber.
Según Juliano, prejuicios y sistemas de exclusión impiden la valoración
del trabajo prostibulario y su plena integración en la vida civil.
Pérez (2010) pone en evidencia la forma en que los dispositivos
culturales dejan de ser efectivos para satisfacer las necesidades básicas, y
la forma en que se instaura la prostitución como síntoma. El intercambio

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económico reemplaza el intercambio afectivo que debería acompañar el


erotismo. El goce sirve para realizar la fantasía sadomasoquista más que
la fantasía deseante. El encuentro sexual se convierte en violencia
intersubjetiva. La prostitución es un vínculo social en el que se dispone a
la mujer como depositaria de los residuos perversos de la masculinidad.
Bermúdez et al (2007) abordan la formación universitaria como
característica propia de la prostitución prepago. No intentan verificar las
relaciones entre universidad y prostitución, ni hacer del trabajo sexual
universitario campo de investigación. Caracterizan a las mujeres que se
dedican a la prostitución prepago. Presentan evidencias estadísticas de
que el trabajo sexual no siempre contraría a sus profesionales, quienes
manifiestan diversos grados de adaptación al oficio. No siempre la
necesidad económica es causa de la iniciación. La mayoría de las mujeres
vinculadas con el estudio gozan de situación económica estable. Es cada
vez más frecuente el ingreso de personas en este mercado sin manifestar
necesidades vitales apremiantes.
Musto & Trajtenberg (2011) presentan modelos categoriales y
explicativos para la prostitución. Un conjunto de modelos destaca la
opresión del patriarcalismo masculino. Deshumaniza a la mujer que, al
verse obligada a vender su cuerpo, vende su ser. El capitalismo sexual
reduce el ser a la dimensión de una mercancía. Otra tendencia destaca la
relación entre comercio sexual y libertad de expresión. El derecho a
prostituirse debe ser garantizado. La prostitución ofrece autonomía
sexual y financiera. Desafía al patriarcalismo femenino. La respuesta a la
prostitución debe ser política: conferirle dignidad.

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Presentan categorías analíticas de mayor profundidad. Registran el


espacio educativo como protector frente a la prostitución en Uruguay,
donde realizan un estado del arte sobre el tema. Elemento de reflexión
para esta obra, que descubre cómo en Colombia el mercado educativo y
el prostibulario se complementan y sincronizan.
Taborda & Barrios (2010) estudian la moralización de la conducta
sexual de “negros” (africanos) y “naturales” (indígenas y mestizos) que
realiza la iglesia católica durante la colonia. El erotismo desconectado de
fines procreativos se consideraba pecaminoso. Las desviaciones de la
moral tomista se castigaban como crímenes. Se exigió sumisión social y
política de la mujer. Se confirió estatus de prostituta a quien tuviese tratos
sexuales con un hombre por fuera del matrimonio (institución regulada
por prejuicios raciales, económicos y familiares).
El ambiente de recato era retado por las madres solteras y mujeres
que convivían en unión libre. Para ellas existían oficios como el de
lavandera, costurera, cocinera o aseadora. Los autores se adentran en
temas de género. El femenino va soltando lastres políticos. El proceso crea
conflictos. Todo cambio posicional de la mujer en el patriarcado implica
un cambio en la estructura social. Las líneas de poder se alteran. La
historia de la prostitución muestra cómo cambia el poder y la posición de
la mujer en su estructura.
Guardiola (2014) inicia su artículo con un glosario, luego tipifica las
formas en que se ofrecen servicios sexuales, los escenarios de este oficio y
las modalidades legislativas que lo regulan. La autora observa el papel
central que juegan los medios de comunicación en la instauración de las

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costumbres, en su desaparición, en su perpetuación y en la forma en que


son valoradas. Al analizar la información que transmiten los medios
colombianos, vemos que reproducen la imagen de una mujer degradada,
mercantilizada, súper-sexualizada y cosificada. Gracias a valoraciones
deshumanizantes como estas se disemina la prostitución universitaria,
crece el mercado de las cirugías estéticas y los artículos cosméticos, se
complican los complejos de inferioridad y se deteriora la autoestima.
Rúa (2012), confronta las diferentes posturas legislativas sobre la
prostitución, llegando a plantear que no toda prostitución es forzada, y
que en muchos casos la vinculación y la continuidad en este oficio es
voluntaria, hecho que la legislación debe tener en cuenta si quiere
mantener las libertades civiles, unir las voluntades, regular la vida
ciudadana y reconciliar las leyes con las personas.
Afirma que en la prostitución se ofrece un servicio. No se vende el
cuerpo (pp. 10). Salva la voluntad del individuo sobre la influencia de la
mayoría. Si una persona quiere vender su cuerpo, la ley debe garantizar
su derecho. El tema en discusión no es si pueden prestar servicios sexuales
si no las condiciones en que se prestarán estos servicios, que deben ser de
dignidad para la persona que ejerce el trabajo sexual, para quien demanda
sus servicios y para la sociedad que les rodea.
Cendejas et al (2014) encuentran que la trata de personas es delito
con elevado índice de impunidad. Existen leyes para contrarrestar el
fenómeno. Poco se aplican a causa de la complicidad y tolerancia de las
autoridades, que para encubrirse tratan con carácter de “confidencial” la
información que permitiría generar un diagnóstico y una intervención.

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Los autores exponen once criterios para considerar confidencial un


documento en México y manifiestan sospechas sobre la verdadera cusa
del secreto gubernamental. Documentan la presencia continua de este
delito en el país del norte y verifican la falta de procesos condenatorios.
La estructura de esta situación se reproduce en otros niveles de la
realidad. En la relación universidad–prostitución, por ejemplo, la
universidad no enfrenta el comercio sexual del que son o pueden ser
objeto sus estudiantes, no lo documenta, no lo investiga, no lo critica, no
lo asume. Indiferencia y silencio frente a la existencia que realizan sus
pupilos. Profesoras de básica primaria de municipios como Itagüí y el
Urabá antioqueño, comentan durante entrevista y bajo consentimiento
verbal, que muchas estudiantes venden su virginidad y se prostituyen
abiertamente. Nadie está autorizado para opinar.
Los medios de comunicación documentan el hecho de que las
pandillas de algunas comunas de Medellín, exigen a las familias de los
sectores populares una cuota en jovencitas que se dedicarán al comercio
sexual. La paradoja del asunto es que muchas niñas prefieren vincularse
con las pandillas que vivir bajo la tutela familiar. ¿Qué hacen la policía
nacional y el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar al respecto? El
problema crece. La propaganda institucional se muestra escandalizada.
Hernández-Ardieta (2013) ubica entre 1980 y 1990, la aparición de un
papel activo de la mujer en los procesos migratorios internacionales.
Antes de este intervalo cumplía un papel secundario en estos, como
acompañante del varón. La autora describe los peligros de la ruta
migratoria de Centro América hacia los Estados Unidos. Está plagada de

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bandidos dedicados al robo, la violación y el secuestro, así como de


autoridades corruptas y peligros de muerte y mutilación. El género más
vulnerado es el femenino. “Se calcula que por cada diez mujeres
centroamericanas que ingresan al país, ocho son violadas en territorio
mexicano” (pp. 6). Muchas contraen el SIDA y otras enfermedades a
consecuencia de las torturas a las que se enfrentan.
La autora se interna en la consolidación de la trata de personas como
concepto y problemática transcontinental, señalando el papel que juega
México como país de entrada hacia “un porvenir más promisorio” en
EE.UU. Caracteriza la prostitución como uno de tantos fenómenos
asociados a la trata de personas, y lo define como el de mayor incidencia
en el negocio, para formular el papel que juegan la pobreza, la violencia
y la frustración cuando una persona se somete a un tratante, esperando
cambiar el destino con su ayuda, y el único destino que encuentra es el de
convertirse en objeto de intercambio comercial. Algo parecido ocurre
cuando una señorita busca un porvenir promisorio en la universidad, y
allí es recibida por las prepagos que cobran unos centavos por inducir a
otras mujeres a una vida de escasa gloria.
Montoya & Morales (2015) inician su artículo caracterizando a las
prostitutas como sujetos sociales en los que se proyectan prejuicios y
atribuciones discriminatorias. Ubican en el año 2000 el inicio de una
tendencia global, en la que personas de todos los estratos económicos y
sociales empezaron recurrir a la prostitución para asegurar una fuente
altos ingresos. Luego recapitulan las categorías sociales y legales para
caracterizar la prostitución. Mediante “comunicaciones personales” con

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diversos sujetos de investigación, los autores presentan algunas opiniones


que sus informantes tienen sobre este oficio.
Cabrerizo et al (2015) identifican la interrupción voluntaria del
embarazo como un problema de salud pública. En Almería (España) las
mujeres que con mayor frecuencia recurren a este procedimiento son
“solteras, extranjeras, con un hijo y nivel de estudios secundarios”. Los
resultados muestran que, a pesar del consuetudinario uso del condón, hay
un elevado índice de interrupción voluntaria del embarazo entre
trabajadoras sexuales, debido en parte a las roturas del condón, que
obligan al uso de otros métodos de anticoncepción y al aborto.
En Colombia hay pocos registros oficiales sobre prácticas de borto.
Muchas veces estos procedimientos se realizan en clínicas clandestinas.
En las universidades no hay registros estadísticos sobre este tipo de
práctica entre el estudiantado. Menos se encuentran estadísticas sobre
embarazos no deseados relacionados con el ejercicio de la prostitución.
La juventud que circula por las aulas encarna las aberraciones sociales. La
universidad ve los síntomas. Permanece impasible. Ni siquiera las
universidades católicas, que se pronuncian con tanta firmeza en contra
del aborto se atreven a evaluar la cantidad de interrupciones voluntarias
del embarazo que se practican sus estudiantes anualmente. Si el aborto y
la prostitución son problemas y no soluciones ¿por qué intervienen en el
plano moral y no dan un paso hacia la autoconfrontación?
Lamas (2014) inicia su investigación reflexionando sobre el estatus
laboral de las prostitutas y la necesidad de que reciban acompañamiento
político por parte de grupos académicos, que les ayuden a dignificar su

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trabajo y a concientizarse de sus derechos civiles como trabajadoras no


asalariadas. Cita luego ejemplos sobre estrategias para la prestación de
servicios sexuales que hacen necesaria una clara legislación sobre el tema.
Una legislación que precise los derechos, los deberes y el estatus civil de
la trabajadora sexual.
A partir de sus ejemplos se vuelca hacia el tratamiento que hacen los
medios de comunicación de este tema. Utilizan indiferenciadamente
conceptos como “trata de personas”, “prostitución” y “comercio sexual”.
Sobre el segundo, opina que es depositario de incontables prejuicios. Al
referirse con esta palabra a las mujeres, se les degrada implícitamente. El
segundo implica a quien ofrece un servicio y a quien lo recibe. Describe
un proceso de compraventa. Además, critica la actitud sensacionalista y
poco analítica de los medios, que escandalizan a la opinión pública con la
“trata de blancas”, pero no analizan el derecho laboral a la luz del
comercio sexual, por ejemplo.
Pone en evidencia que el pensamiento liberal y su defensa de las
libertades individuales y comerciales, son afines con la prostitución.
Presenta una reseña de las reivindicaciones sociales y laborales de este
oficio, evidenciando avances, tropiezos y la incidencia negativa de las
ideologías conservadoras en el proceso de organización gremial y el
reconocimiento civil del trabajo sexual. Lo satanizan y criminalizan.
A medida que la tecnología se perfecciona, aparecen nuevas formas
de prostitución. El neoliberalismo las refuerza por la escasa regulación
que impone al comercio. Las libertades sociales que se desprenden de esta
estrategia económica, ponen en evidencia que los estereotipos que ha

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engendrado la sumisión política de la mujer y la misoginia, más que una


crítica racional de la prostitución, son la causa de su rechazo. Esta
actividad cuestiona el significado de la mujer en la sociedad tradicional.
Contra toda ideología, es una actividad presente en todas las sociedades.
Estas deben regularlo y garantizar los derechos de quienes lo ejercen.
Pachajoa & Figueroa (2008) analizan las legislaciones en torno a la
prostitución, las caracterizan como abolicionistas y reglamentarias. El
abolicionismo interpreta la prostitución desde una patología psicológica
o social. Considera que siempre es producto de un trauma, un engaño,
situaciones de explotación y desviación de las leyes. Reivindica posturas
patriarcales según las cuales la sexualidad femenina debe ser controlada.
Ha sido el discurso hegemónico en la investigación y comprensión de la
prostitución. Gracias al abolicionismo, los intentos por regularla han
perseguido fines prácticos, como evitar enfermedades de transmisión
sexual, más que en elevar las condiciones de dignidad de la mujer.
Los abolicionistas no consideran la posibilidad de que muchas
mujeres accedan a este oficio para salir de la tutela familiar y marital, y
para cumplir sus metas, y que lo prefieren sobre otros oficios, más
extenuantes, esclavizantes y mal remunerados. Se plantea la posibilidad
de estudiar la prostitución desde la perspectiva de la competitividad de la
prostituta, de su capacidad para inspirar hermosura y desatar el placer
corporal. La prostitución debe valorarse, como toda profesión, por la
capacidad de la persona para desplegar competencias y realizar un perfil,
ubicándola así en las dinámicas de la cultura.

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Rubio (2012) inicia su artículo declarándose “contra la prostitución


infantil y la prostitución ejercida bajo coacción, violencia o régimen de
esclavitud”. Considera universal esta práctica. Presenta algunas actitudes
sociopolíticas ante la prostitución:
1) Postura abolicionista: considera que la prostitución es indigna.
Debe ser erradicada.
2) Postura prohibicionista: la prostitución es criminalizada. Sobre
esta postura, Maqueda (2017) sostiene que sus argumentos son de carácter
moral, pretenden abogar por el orden público y se adhieren a las
concepciones patriarcales sobre el género. Continuando con Rubio:
3) Postura reglamentarista: argumenta un rechazo moral, pero acepta
el comercio sexual civil, laboral y jurídicamente regulado.
4) Postura legalista: la prostitución es una industria. Una actividad
económica como cualquier otra. Las prostitutas deben gozar de las
garantías sociales y laborales que posee cualquier otro trabajador.
5) Postura alternativa: regular con miras a la abolición, mediante la
transformación de las relaciones de poder y la dignificación de las leyes.
Identifica también algunas causas del ingreso y confronta el hecho
de que la prostitución callejera es la más estigmatizada, pero es la única
que produce colectivos y agremiaciones. Entre más escala en las clases
sociales, la prostitución se convierte en una actividad que genera poco
tejido gremial. A las prostitutas que provienen de las clases altas se les
impone una doble vida. Usan un nombre en el círculo sociofamiliar, y una
identidad con varios nombres en el círculo prostibulario.

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Tras caracterizar algunos aspectos de la prostitución en España, toca


el tema de los consumidores. Afirma que carecen de representación social.
Son la cara más anónima de la prostitución. Constituyen un contexto muy
heterogéneo. Cada vez son más jóvenes los usuarios de este servicio. Los
entrevistados afirman que la pérdida de habilidades y oportunidades
sociolaborales, la poca asesoría jurídica y oferta formativa especializada
para las prostitutas son causas para su continuidad en este oficio. Cuando
estas necesidades se suplan, las cosas podrán cambiar.
Maqueda (2017) empieza tratando la prostitución como una “opción
sexual” tradicionalmente reprimida. A las presentadas, agrega la…
6) postura pro-derechos: que entiende la prostitución como una
forma de autodeterminación sexual, aboga por la defensa de los derechos
de las mujeres y la anulación de prejuicios, según los cuales las prostitutas
siempre cumplirán deplorable papel como madres y esposas.
La autora muestra que cuando la mujer se ubicaba por fuera del
espacio doméstico y cuestionaba el régimen patriarcal, y la ubicación
social que le confería, la sociedad destinaba para ella el apelativo de
“prostituta”. Era señalada, encerrada y proscrita. Parece que sólo
recientemente se ha restringido el uso de este concepto a la venta de
servicios sexuales. Hay ejemplos de la estigmatización de la mujer que
reta al patriarcado en la Historia de la locura en la época clásica: una
señorita es obligada a casarse con un hombre mayor. Se niega a consumar
la unión. Es internada en un hospicio con locos y venéreos.
Del discurso moral se ha pasado al discurso del orden público para
reprimir la prostitución. Se la asocia con todo tipo de actividad criminal

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para no considerarla por sí misma. Especialmente se quiere desplazar la


prostitución de la vía pública y recluirla donde no sea visible. O
eliminarla. En el espacio público la prostitución es hostigada mediante
discrecionalidad policial. Situación que orienta el debate hacia la
criminalización del cliente y la victimización de la trabajadora sexual,
entre otros que muestran un problema de género con matiz político.
Cavalcante & Ferreira (2012) describen la violencia como elemento
recurrente de las relaciones humanas. Llaman la atención sobre la
regularidad con que aparece la violencia de género. Opinan que en el
ejercicio de la prostitución existe alta vulnerabilidad ante situaciones en
las que se presenta esta forma de violencia. Lo demuestran citando
investigaciones internacionales y con los resultados de su estudio.
Oliva et al (2011) diferencian entre prostitución y trata de personas,
señalando el carácter involuntario y violento de la segunda, el alto
número de personas tratadas y de mujeres desaparecidas durante esta
práctica. Encuentran en el sistema patriarcal el origen de situaciones de
opresión de contra las mujeres, de la cosificación capitalista de la
corporalidad femenina y la violencia de género. Igualan los estragos de la
prostitución con el stress postraumático generado por la guerra. En el
marco teórico retoman ideas que hemos expuesto. Recapitulan la
declaración de los derechos humanos para enfatizar la opinión de que la
explotación sexual atenta contra la dignidad.
Encuentran que la prostitución está naturalizada entre los sujetos de
investigación que incluyen en su estudio, y aunque no la consideran un
trabajo como cualquier otro, por la peligrosidad y la estructura de las

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relaciones laborales que genera, piensan que se recurre a ella por falta de
educación, por placer y para generar dinero rápido. Plantean que la labor
educativa de los medios de comunicación no es la mejor. No transforman
las representaciones sociales sobre la prostitución, aunque han cambiado
la conciencia frente al drama de las personas víctimas de explotación
sexual.
Gómez (2014) asocia el concepto de vulnerabilidad con la infancia,
que al ser objeto de intercambio sexual y mercantil por parte de los
adultos, encarna la deshumanización de la estructura social. Presenta
estadísticas sobre la presencia de menores de edad en la prostitución y
pasa a interpretar el hecho de que niñas y adolescentes ejerzan este oficio.
Toca el tema de la discriminación generalizada a la que son sometidas y
de los traumas que se generan en ellas. Plantea que se debe realizar una
prevención selectiva como estrategia para prevenir la presencia de esta
problemática.
Asume las representaciones sociales (RS) de Moscovishi como un
enfoque para el análisis de la prostitución infantil y adolescente. Las
describe como una forma de discurso configurado a partir del sentido
común, que confiere un contexto para entender las necesidades sociales y
plantear estrategias de transformación de la realidad. Al relacionar RS y
prácticas comunes, se evidencia la aceptación de la explotación sexual
infantil, pues este mercado alcanza nivel transnacional. El cliente es un
explotador activo. Se previene con actitudes de responsabilidad social.
Un estudio de las RS en el contexto de la prostitución infantil fue
realizado por la autora con comerciantes de La Merced, al oriente del

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Centro Histórico de la Ciudad de México. Este tipo de estudio no busca


estigmatizar las comunidades. La prostitución infantil es un problema de
dimensiones globales. Estigmatiza a la humanidad en su conjunto. Los
estudios buscan reconocer las RS del género femenino y actuar sobre la
conciencia social para dignificar sus contenidos.
Entre los resultados se muestra que los sujetos de investigación
interpretan la prostitución como actividad degradante pero necesaria,
porque decrementa la posibilidad de violaciones y abusos. Esta
interpretación justifica la degradación de la mujer. Plantea la posibilidad
de utilizarla como canalizadora de la perversión. En otro apartado se
justifica la presencia de la prostituta como elemento hedónico masculino.
Se le asigna la tarea de satisfacer sexualmente al hombre. Se crea para ella
un estilo de vida acorde con el patriarcado en decadencia: la prostitución
al estilo capitalista.
Álvarez (2014), después de hacer una introducción en la que toca
temas abordados en esta obra, hace una pregunta interesante: “¿cómo es
posible que los hombres obtengan placer de personas que se hallan en
situación de inferioridad y que, en general, sienten indiferencia o asco por
ellos?” Encuentra una “ideología de la prostitución”, según la cual la
sociedad debe mantener un mercado con variedad de mujeres suficiente
para el apetito masculino. Parecen no importar las consecuencias que
acarrean estas prácticas en la mujer.
El género femenino adquirió derechos civiles y goza de libertad sin
precedentes. Paralelamente es usado por los medios como símbolo del
apetito humano. Es convertido en instrumento del mercadeo erótico. Al

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sumarse comercio sexual e inmigración se pone de manifiesto la extrema


desigualdad económica y civil existente en las sociedades del entorno
global. Se ubica a las mujeres en situación de casi absoluta desventaja.
Entonces los problemas que afectan distantes países del mundo se
convierten en problemas de la humanidad. Muchos elementos de la
prostitución, por ejemplo, evidencian el valor que atribuye a la mujer el
sistema patriarcal y capitalista en casi cualquier país de occidente.
La autora argumenta que en una sociedad democrática no basta con
el consentimiento de una práctica para legalizarla. La prostitución está en
el centro del debate. Los medios de comunicación quieren que sea legal
por el beneficio que obtienen. En ellos la mujer es presentada como
objeto. Pierde el derecho a establecer límites interpersonales. Su cuerpo
se convierte en espacio público. Considerar la prostitución un trabajo
como cualquier otro es banalizar la sexualidad, consentir el mercadeo
humano y agudizar las desigualdades de género. La prostitución es una
marca para la mujer, pero el hecho de que un hombre frecuente burdeles
o contrate prostitutas es tema no analizado. Impunemente participan del
mercadeo femenino. Son cubiertos por el secreto. Gozan de una posición
de sumisión total de la mujer en este negocio.
Arturo & Cante (2017) plantean que en el ambiente laboral las
personas dependen de la utilización que hacen del cuerpo para realizar
los oficios de los que devengan el sustento. Utilizan unas partes más que
otras según el oficio, pero todo el procedimiento parte de la experiencia
corporal. Sólo el tabú que recae sobre ciertos órganos puede justificar la

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discriminación sobre un oficio como el de la prostitución. Y en algún


sentido, todo el que trabaja se prostituye.
La autora hace un recuento de la prostitución. Señala la pérdida de
autonomía de la mujer sobre su cuerpo y su tiempo cuando se dedica a
este oficio. Hace un balance de la prostitución en tiempo prehispánico.
Aborda su historia desde la colonia hasta nuestros días, para desembocar
en el análisis de la economía liberal, donde es “un contrato más” que
resulta muy rentable para muchas mujeres. Aborda la influencia de las
políticas de Estado en las percepciones que tienen los ciudadanos sobre
el mercado erótico, verificando su influencia directa. Señala la sincronía
entre patriarcado y capitalismo en el hecho de que en los países pobres
abundan las prostitutas y en los ricos los prostituidores.
Rubio (2008) se extiende en un interesante estudio estadístico sobre
las pandillas en Centroamérica. Subraya la diferencia radical en entre un
joven integrado a la sociedad civil y un pandillero. Identifica la violencia
como elemento estructural de las experiencias en la pandilla. Destaca su
impacto social y su relación con el acceso a la educación. Aborda la
integración de las mujeres con estas organizaciones. Ocurre en
condiciones de sometimiento y servidumbre. Su iniciación muchas veces
incluye la copulación con todos los miembros varones de la pandilla. En
ocasiones no es voluntaria. Plantea que muchas riñas al interior de las
pandillas se relacionan con diferencias por “violaciones colectivas, celos,
el afán por monopolizar a las mujeres”.
La autora demuestra estadísticamente cómo la membrecía a una
pandilla implica alta probabilidad de que una mujer se involucre en el

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trabajo sexual. Incluso la amistad con personas afiliadas a una pandilla


incrementa el riesgo de verse involucrada. Es interesante notar que, así
como las instituciones universitarias colombianas son indiferentes al
trabajo sexual universitario, “los estudiosos de maras y pandillas han
condenado al limbo un tema complicado pero fundamental: la actividad
sexual de los pandilleros y el papel de las mujeres en sus guerras”.
Bocanument (2011) caracteriza los mecanismos de protección frente
a la trata de personas y la forma en que se han construido en la ciudad de
Medellín. Determina que las víctimas más frecuentes son mujeres
mayores de edad, así como hombres y mujeres menores, destinados al
trabajo sexual. Se adentra en un análisis sobre inversión presupuestal y
política pública en estos temas. Analiza varias problemáticas asociadas a
la trata de personas como el crimen organizado, la mendicidad por cuenta
ajena, el narcotráfico, la ineficaz presencia institucional dentro de las
redes de apoyo, la violencia política y social.
En sus conclusiones observa que reina la impunidad en temas de
trata de personas. Las leyes son débiles, la acción de la fuerza pública es
mínima. La inversión es irrelevante y poco estratégicamente usada según
la magnitud del problema. Afirma: “no se puede hablar de una verdadera
política pública local para la prevención, protección y asistencia de las
víctimas y posibles víctimas”. Esto era cierto en el 2008 y sigue siendo
cierto diez años después, cuando las calles de Medellín, en sectores
diversos, están llenas de menores de edad dedicadas al trabajo sexual. Los
alrededores de varias estaciones céntricas del Metro conocen la
prostitución infantil en todas sus formas. Ne se han visto instituciones

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rescatando a las niñas que se alimentan de sacol. La prueba es que pasan


los años y las problemáticas se intensifican. Miles son las niñas que
trabajan con cédulas falsas en burdeles y clubes ¿será que la policía no
sabe distinguir una niña de 11 años de una señorita de 18?
Puñal & Tamarit (2017) inician su artículo igualando exclusión y
estigma en la experiencia femenina dentro del patriarcado, y señalando
que, del abanico de los actores sociales, la prostituta es quien recibe los
más fuertemente discriminatorios, encontrándose entre las inmigrantes
las más cruelmente segregadas en España. Argumenta que el concepto
“puta” es ampliamente utilizado para estigmatizar el comportamiento
sexual de la mujer y crear un vacío en torno suyo, excluyéndola del
“nosotros” común.
Las autoras asumen los medios de comunicación como campo de
conocimiento. Los identifican como técnicas sociales que perpetúan y
normalizan los estigmas sociales. Denuncian a los tratantes o la acción de
las instituciones, mientras ignoran la presencia social de la prostituta. Es
mostrada como sujeto pasivo y anónimo. Su presencia social parece no
contar. En el discurso de los medios la trabajadora sexual es identificada
como prostituta antes que como mujer o persona. Bajo el “estigma de
víctima perfecta”, la prostituta es ubicada por fuera de la de normalidad.
Debe “rehabilitarse” o permanecer al margen.
Plantean la paradoja de que la prostituta sea estigmatizada, cuando
la prostitución se basa en el consumo masivo de sexo por parte de género
masculino. Argumento que sirve para rebatir la criminalización de la
mujer que ejerce esta actividad. Sirve igualmente para rebatir la

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identificación de la prostituta como generadora de los problemas de salud


pública y su asociación indiscriminada con el crimen. El problema
también lo causan los consumidores de sexo.
Daich (2012) enriquece diversas ideas que hemos abordado durante
la elaboración de este conjunto de reseñas. Pueden leerse siguiendo el link
en la base de datos. No las desarrollaremos. Sólo se referencian.
Buriticá (2013) inicia su artículo caracterizando los grupos como
sistemas relacionales en los que se construyen identidades ciudadanas.
Estas identidades definen nuevos temas en cuestiones de participación
política. Las formas de vinculación grupal del sector de Los Mártires, en
Bogotá, permitieron el posicionamiento de este sector como escenario
para la prostitución de travestidos. Única zona en Bogotá, y una de las
pocas del país, con autorización oficial para el ejercicio prostibulario.
La espaciotemporalidad de la prostitución es segregada. No tiene
acceso al ámbito público. En este espacio se presentan las actividades
mejor valoradas por la racionalidad del patriarcado: el comercio de
mercancías, la industria, los deportes, etcétera. La prostitución carece de
reconocimiento público. Los servicios que presta una trabajadora sexual
son mal valorados por más profesionales y bien pagados que sean. En la
localidad de los Mártires se mezcla prostitución con travestismo. La
presencia de estos actores sociales es invisibilizada. No se mencionaba en
las políticas públicas ni en los planes de desarrollo distritales.
Los travestis hacen pública su sexualidad. Se prostituyen. Logran un
reconocimiento para su actividad. Enfrentan la burocracia con apoyo de
la misma administración distrital dividida. Vuelven público lo privado.

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Convierten su intimidad en elemento político. Se hace necesario generar


memoria de estos procesos y sus actores. Reconocer los significados
encarnados por ellos. La autora señala que pocas calles arriba de esta
zona, las mujeres ejercen la prostitución en condición de encerramiento
y segregación. Surge la pregunta: ¿por qué el erotismo travestido de los
hombres tiene zonas para su libre expresión y comercialización mientras
el erotismo de las mujeres se esconde con encono y vergüenza?
Se resalta el valor del “orgullo gay” y de la población LGTBI. En este
artículo se muestra mediante el análisis de testimonios, de documentos
públicos y de los medios de comunicación, cómo sus grupos lograron
influir en los discursos y las representaciones sociales de género en un
país tan godo como Colombia. Hallazgo significativo para la psicología
social, cuya unidad básica de estudio son los grupos, y para los estudios
de género feministas, que tienen nuevas evidencias del poder del
patriarcado, que supera el poder de las mujeres aun cuando un grupo de
hombres se identifican con actitudes existenciales femeninas.
Lucumí & Valenzuela (2016) enmarcan la prostitución en el discurso
feminista. Eligen heterogénea población para su estudio, desarrollado en
el puerto de Buenaventura. La enmarcan en el contexto de los estudios
estadísticos, poblacionales y sociopolíticos de la región: sus necesidades y
abandono estatal. Caracterizan la zona como corredor de inmigración
prostibularia hacia países de todo el mundo. En esta región, como en el
resto del país, la prostitución se ha filtrado en todos los estratos y hace
presencia de manera ubicua.

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Las autoras se detienen en la subjetividad de las prostitutas, en la


percepción que tienen de su oficio, del contexto social donde prefieren
ejercerlo, de sus clientes, sus experiencias familiares y de maternidad. La
prostituta se ubica en el mercado erótico como objeto de satisfacción.
Gracias a la actitud dominante en occidente, de rechazo frente a la
sexualidad como actividad económica y a la mujer como ente social, la
prostituta encarna el extremo de la estigmatización.
Betancur & Marín (2011) inician su artículo presentando una reseña
histórica de la prostitución. Ofrecen datos estadísticos que permiten
dimensionar los alcances de esta práctica. Aluden a las posturas que las
sociedades asumen frente a la prostitución según busquen eliminarla o
reglamentarla. Adelantan sus reflexiones hasta llegar al tema de la
identidad como construcción social.
Los autores exploran el significado que construyen sus informantes
en derredor de las experiencias felices, los bienes y situaciones con los que
se asocian y la forma en que el dinero, la familia, la maternidad, la
independencia y el amor giran en torno a ellas. Se aborda el sentido
doloroso del sexo sin amor, en el que la mujer se convierte en una
mercancía que se valora de manera utilitaria y hedonista.
Como en otras investigaciones, la prostitución aparece ubicada por
fuera de los valores del patriarcado. Se considera que la trabajadora sexual
está por fuera de los ideales asignados a la feminidad. Los autores
identifican que a pesar de que las personas dejen este oficio, continúan
construyendo su identidad con base en las huellas que dejó en su

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existencia, y argumentan, con base en este resultado, el carácter


intersubjetivo de la identidad personal.
Bohórquez (2014) inicia su artículo planteando que en la ciudad de
Bucaramanga hay un desinterés institucional por conocer la prostitución
y las problemáticas que la rodean. Inicia un recorrido por la forma en que
las trabajadoras sexuales han sido denominadas y el cambiante
significado de palabras como “puta” y “prostituta”. Refiere el hecho de que
las leyes tratan la prostitución como un problema de salud pública, sin
atender a las múltiples variables que deben ser tenidas en cuenta. Al
entrar en materia, empieza por ubicar la prostitución en la ciudad,
caracteriza esta población y presenta un informe estadístico.
Absi et al (2012) destacan los procesos de segregación que sufren
estas mujeres. Primero: segregación legal. En Bolivia se les obligaba a
llevar prendas distintivas. Era limitado su acceso al espacio público.
Segundo: segregación socioantropológica y psicológica. Las ciencias
consideran que las prostitutas sufren alguna desviación. Se les considera
transgresivas. Frente a estos argumentos, los autores sostienen que no hay
causas universales para el acceso a la prostitución ni manera de clasificar
a las prostitutas en categorías generales. Es una población heterogénea en
todo sentido.
Cruzan las variables migración y prostitución en el contexto
boliviano mediante el análisis de registros oficiales de salud. Identifican
regiones de donde proviene la mayor o menor cantidad de trabajadoras
sexuales del país, los países de procedencia de las extranjeras y la relación
entre nacionales y extranjeras en los movimientos migratorios. La

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mayoría evita trabajar en su lugar de origen, a menos de que haya un buen


mercado y garantía de anonimato. Las que se van dejan a sus hijos con los
abuelos y regresan regularmente al seno familiar. No quieren ser
reconocidas como prostitutas por los suyos.
Los autores identifican los flujos migratorios más frecuentes entre
ciudades. Encuentran que la presencia de oficios como la minería, se
relacionan con la presencia y vinculación de mujeres al trabajo sexual. Por
todo el país se encontraron mujeres que se iniciaron antes de los 12 años,
y muchas que figuraban en los registros oficiales con documentos falsos.
La actividad migratoria inicia antes de incursionar en el comercio sexual.
Se da por cuestiones familiares o laborales. En muchos casos la actividad
prostibularia se inicia en otros trabajos. Ejemplo son las empleadas
domésticas que sostienen intercambios económicos, sexuales y afectivos
con su patrón, y luego se vinculan con la prostitución. También se
identifican muchas señoritas que llegan desamparadas a la ciudad y son
enganchas por proxenetas en las terminales del transporte.
Se realiza un estudio de los estereotipos femeninos, según la región
de procedencia, como las atribuciones que reciben las mujeres de ciertas
zonas de ser más proclives a la prostitución. Mediante datos estadísticos
los investigadores encontraron que, aunque algunas creencias y sistemas
de atribución populares son equivocados, inducen preferencias en los
clientes y reclutadores, que buscan mujeres con fenotipos propios de
ciertas regiones del país.
Para los autores, la prostitución expresa frustración social cuando las
inmigrantes que buscan oportunidades de educación y empleo, con miras

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a construir condiciones de progreso, ven que estas oportunidades no


están disponibles para ellas y no llegan como ni cuando se esperaban. La
situación induce decisiones desesperadas. Las mujeres ingresan en la
prostitución buscando recursos para generar las oportunidades que el
Estado y las instituciones les niegan. Los autores encuentran que, así
como el ingreso en la prostitución se produce mediante un encuentro con
alguien, la salida también se produce mediante este proceso: por alguien
que llega con una lección.
Gómez & Almanza (2015) inician su artículo reseñando algunas leyes
internacionales creadas para regular o impedir el tráfico humano con
fines de comercio erótico, y la forma en que estas leyes son asimiladas en
contextos locales, donde miles de menores son objeto de explotación
sexual. Presentan este comercio como empresa de alcance transnacional,
asociado con bandas delincuenciales en las que aparecen cuatro actores:
la victima (menor prostituido), el victimario (quien obliga al menor a
ejercer labores de carácter sexual), el victimizante (quien compra el
servicio sexual del menor) y la red social (indiferente y cómplice) que
atestigua y participa de la situación.
Sin victimizante no hay negocio. La legislación lo señala como figura
criminal en la explotación sexual, pero en casi ningún proceso asume las
consecuencias de los daños sociales y psicológicos que causa.
Caracterizarlo es difícil. Su demanda surge de situaciones o costumbres
variables. Sin embargo, se pueden identificar tres tipos de victimizante:
1) El consumidor inconsciente de contratar víctimas de la trata de
personas o menores de edad.

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2) El que reconoce el problema, pero no se reconoce como parte de


él. Siente culpa, pero no la asume.
3) El defensor moral, que no contrata víctimas de trata de personas,
denuncia su presencia e incluso ayuda a sus víctimas.
Para desarrollar su trabajo, los investigadores incursionan en las
representaciones sociales, discursos o teorías del sentido común de los
victimizantes, para quienes las personas entran en la prostitución
buscando obtener dinero fácil o satisfacer necesidades (vulnerabilidades
acumuladas), y para quienes es asunto consciente que este negocio existe
únicamente gracias a su participación. Al enfrentar estos discursos se
pone en evidencia la paradoja de esta situación en que la mujer es
comercializada, incluso de manera criminal, mientras prejuicios,
segregación y señalamientos sociales recaen sobre ella, no sobre el
victimizaste ni el victimario. Es la mujer la que se considera “manchada”.
Entre los indicadores de trata que encuentran los autores están las
restricciones para la víctima y el victimizante. El carácter forzado de la
prostitución relacionada con la trata de personas implica que la mujer sea
aislada de las redes sociales y los círculos de pertenencia, por lo que sus
temas de comunicación son limitados, reprimida su espontaneidad y
moldeado su comportamiento según los fines de la prostitución.
Butler (2009) pone de manifiesto que en situaciones de conflicto
armado se incrementan prejuicios y actitudes hostiles hacia la mujer, y se
incrementan violación, esclavitud y tráfico sexual. Los militares que
deberían proteger a la población civil contribuyen con su degradación.

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La prostitución militar “se refiere al establecimiento de burdeles


alrededor de las bases para proveer entretenimiento y servicios
sexuales a los soldados ocupantes. Usualmente, los dueños de los
burdeles o bien compran a mujeres y niñas a traficantes sexuales
o bien reclutan a aquellas que están desesperadas a causa de la
pobreza, la guerra o la violencia para vender sus cuerpos a los
militares. Durante la guerra, mujeres y niñas que son desplazadas
de sus tierras y del apoyo familiar a menudo se ven forzadas a
vender sus cuerpos para sobrevivir o mantener a sus familias. A
veces son víctimas de violaciones durante la guerra, y, en una
cultura patriarcal, se las considera indignas de la protección del
matrimonio. A menudo carecen de educación a causa de la
pobreza o debido a que son mujeres, lo que les impide tomar
empleos que paguen un salario suficiente para su manutención.
Los soldados ocupantes tienen acceso a una moneda fuerte y
pueden incluso ofrecer a la mujer, a través del matrimonio, una
huida de su país arrasado por la guerra” (Butler, 2009, pp. 123).

La industria del entretenimiento sexual mueve más dinero que la


agricultura cuando un país está en guerra. La prostitución, directa o
indirectamente, mantiene a flote la economía de los países y sirve para su
reconstrucción después de las crisis históricas. Lejos de agradecer su
abnegación al género femenino, las prostitutas son estigmatizadas por el
patriarcado que se sirve de ellas de manera degradante. Se disocia la visión
de la feminidad. Por un lado, están las buenas mujeres. Las que cumplen
con las funciones que les asigna el patriarcado. Por el otro, están las malas
mujeres. Las que el patriarcado considera mercancía.
Al unir patriarcado e imperialismo, se crea una ideología en la que el
poder del varón se mistifica. Nace el mito de la prostitución necesaria para
calmar el apetito de la masculinidad divinizada. La prostitución se
naturaliza. Se impone una desventaja política para la mujer. En tiempos
de guerra la mujer no sólo es mercantilizada, objetivada y privada de su
libertad: también es ridiculizada y minimizada. Las prostitutas son

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asesinadas de manera sádica sin que la ley intervenga. Son cosificadas. El


consumidor de prostitución no es cosificado. Consumir mujeres es su
derecho dentro del patriarcado. Las mujeres son tratadas como objetos
sexualmente disponibles. Utensilios del varón. Sus pensamientos y sus
sentimientos no tienen importancia en este mercado.
Los empresarios del erotismo sexualizan a las otras razas. Los países
dominantes mixtifican racismo y sexualismo. Cosifican a sus oprimidos.
Esclavizan mediante un sistema endeudamiento y usura. En el Asia, los
niños que nacen de estas uniones terminan en la calle o el tráfico sexual.
Filipinas, 1994: 50.000 niños en esta situación. Paradójicamente, muchas
mujeres que vivieron en matrimonio encontraban menos agobiantes los
abusos de la prostitución que los de la unión conyugal.
Tirado (2011) afirma que, a pesar de lo antiguo de la prostitución, el
debate sobre su legalidad es moderno. Destaca que la economía de este
oficio es subterránea desde tiempos antiguos. Las discusiones sobre la
prostitución han girado en torno a cinco temas: 1) el papel social que juega
la persona que se prostituye, 2) el tema de salud y el orden público en
relación con esta actividad, 3) la relación entre derecho internacional, 4)
normas jurídicas nacionales y 5) Derechos Humanos.
La prostitución ha conquistado un mercado en el que la movilidad y
el consumismo se han globalizado. Las personas de los países pobres
entran en este oficio buscando oportunidades para satisfacer sus
necesidades básicas y adquirir poder económico. En los países ricos
algunas personas se dedican a la prostitución, sosteniendo posiciones
opuestas al patriarcado con base en discursos feministas, y asumiendo

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esta actividad como estilo de vida. A nivel mundial se considera un logro


el simple reconocimiento legal y la existencia del oficio.
La prostitución se perpetúa al ser negada. El autor encuentra cuatro
dificultades para su erradicación: 1) las instituciones que trabajan con este
objetivo carecen de recursos, 2) son incongruentes las leyes que lo regulan
y laxas las instituciones que aplican las leyes; 3) la articulación
internacional es mínima; 4) la investigación científica, exigua.
Para el caso colombiano, se citan elementos constitucionales que al
aplicarse a la prostitución determinan el deber de construir condiciones
civiles de dignidad para quienes se dedican a ella. Luego se determina que
la prostitución es una actividad con un objeto lícito y unos límites
estrechos. Es lícita, porque no está prohibida. Pero su ejercicio se limita
mediante el ordenamiento jurídico (derecho urbanístico, sanitario y
penal). No se suprime. Se reduce y determina la libertad de su ejercicio,
según la legitimidad moral que se le asigne en cada época.
Gorenstein (2013), después de enmarcar la prostitución bajo
conceptos que ya hemos desarrollado directa o indirectamente, se acerca
a ella desde perspectivas marxistas. La caracteriza como un tipo de
“producción inmaterial” en la que el costo del servicio se valoriza según el
tiempo dedicado a este, en una jornada de trabajo fragmentaria que da
lugar a un “individuo social” no enajenado por el proceso fabril, capaz de
autorregular su “energía cognitiva”.
“Las mujeres que se prostituyen no son productos materiales, ni
los producen: las mujeres utilizan su cuerpo como medio de
trabajo para brindar placer —producto inmaterial— que finaliza
cuando culmina el servicio definido a partir de un tiempo
previamente negociado” (Gorenstein, 2013, pp. 34).

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Cuando la prostituta entrega el control de su dinero y su libertad a


un proxeneta, se convierte en trabajador-enajenado-mercancía. Cuando
mantiene su autonomía administrativa se convierte en Gestalt: unidad
productivo-existencial en cuyo contexto “el producto no se separa del
productor. “Se produce, circula y consume con el cliente, en un mismo
espacio y tiempo” (pp. 35). Luego de adentrarse en estos análisis, observa
el autor cómo los sub-universos sociales crean sistemas de prejuicio y
exclusión, en los que la prostituta ocupa posiciones desventajosas.
Presenta la prostitución como un rol que implica para la mujer
actitudes proscritas dentro de la ideología del patriarcado. Atañen a la
relación de la sociedad con la mujer, y de la mujer consigo misma. Todas
refieren intenso malestar inicial durante el ejercicio de su labor, y
posterior habituación a la promiscuidad. Logran esto mediante una
disociación y abstracción de sí mismas durante la prestación del servicio.
En muchas conviven la “mujer-verdadera” (que enfrenta la vida social y
familiar) y la “mujer-prostituta” (que se oculta con vergüenza).
El encuentro prostibulario debe ser entendido como un acto de
cooperación intersubjetiva, en el cual cada actor cumple un rol. Estos
roles deben ser legalmente regulados para garantizar el bienestar de las
partes, resignificando y apreciando a la prostituta como mujer, madre,
estudiante, hija, novia y esposa. Destaca el trabajo de la prostituta como
persona que escucha, aquella a quien el hombre puede hablar de sí
mismo, descargando su semen y sus conflictos. Con las putas se habla de
la sombra: temas que nadie más sabría escuchar. Inconscientemente se
entrenan como psicoterapeutas.

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Después de una introducción al tema, Ceballos et al (2013) plantean


que cualquier relación con una prostituta por fuera de la esfera del
intercambio sexual se considera degradante. Actitudes segregativas y
prejuiciosas como estas son la base del conflicto entre sociedad y
prostitución, o mejor: entre el patriarcado y la mujer.
Baja autoestima, depresión, miedo al éxito, habilidades sociales
inadecuadas y relaciones interpersonales problemáticas, son rasgos que
adjudica la ciencia a la mujer que se desempeña el en el contexto
prostibulario. El ejercicio de este trabajo y el consumo de cigarrillo y
alcohol se muestran como factores relacionados dentro de los estudios,
aunque las mujeres evitan la embriaguez, por las pérdidas económicas, las
situaciones de alta vulnerabilidad y otros problemas que ocasiona.
El resultado de la compleja batería de pruebas, aplicada a cuarenta
mujeres de Santa Marta y Riohacha, demuestra que el ejercicio de la
prostitución no es indicativo de baja autoestima. Las experiencias
depresivas estaban presentes toda la muestra. Bajo porcentaje evidenció
síntomas cercanos a la normalidad. Poco más de la mitad mostró
depresión moderada. Debe considerarse prejuiciosa la atribución de
depresión y baja autoestima como características inherentes a la
prostitución, mientras no sean clínica y estadísticamente demostradas.
Gómez & Verdugo (2015) identifican el ego masculino como origen
del deseo por el sexo comprado y a España como el país europeo donde
más sexo comercial se consume. Caracterizan al que compra sexo como
sujeto que intenta ubicarse en un lugar de poder. Configura actitudes
masculinas voraces, exhibicionistas y frívolas. El placer de seleccionar a

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sus parejas con actitud cosificante, sólo es posible en contextos donde las
personas se juzgan por su valor de cambio.
Las autoras presentan una clasificación inicial de los clientes. Según
el tipo de fantasía femenina que buscan realizar:
1) La puta-guarra: buscan a la mujer para degradarla. Proyectan en
ella su degradación y su sombra.
2) La puta-puta: buscan realizar experiencias que no se atreven a
realizar con otro tipo de mujer o ven la vida prostibularia como espacio
de ocio y diversión. Proyectan su perversión reprimida.
3) La puta-agresiva: buscan mujeres con actitudes dominantes y se
muestran sumisos. Proyectan su violencia contra la mujer.
4) La puta-consoladora: buscan una posición de control que no
alcanzan en la vida cotidiana. Proyectan en la prostituta su impotencia.
La buscan porque temen al rechazo de otro tipo de mujer.
Presentan otra clasificación según el tipo de justificación que tienen
para acceder a la prostitución:
1) Los que se justifican por la insuficiencia sexual, social y afectiva que
pueden experimentar en determinado momento de su vida.
2) Los que se justifican por sus desengaños, fobias y resentimientos
en su historia con las mujeres.
3) Los que se justifican porque en la prostitución encuentran la
posibilidad de evadir compromisos.
4) Los que se justifican identificándose como adictos al sexo.
Las autoras afirman que en ocasiones el consumo de prostitución
responde a la coacción grupal, que funciona como dispositivo de control

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y pauta de exhibicionismo; al deseo de conocer otros tipos femeninos; de


excitarse por la trasgresión; de socializar en un ambiente donde la mujer
es accesible y no es necesario probar la masculinidad al conquistarla.
Profundizan en su investigación hasta abordar el problema de género que
encubre la concepción de la masculinidad en occidente y caracterizarla
como una ideología con fundamento en la misoginia.
Rodríguez (2015) estudia la manera en que violencia doméstica y
laboral se relacionan en mujeres trabajadoras sexuales. Nivel educativo,
clase social, lugar de trabajo, género y raza, inciden en la vulnerabilidad.
Las mujeres que ejercen la prostitución callejera son las más expuestas.
En todos los casos el cliente es el mayor generador de violencia, más que
dueños de clubes, expendedores de drogas, proxenetas y policías.
Coincide con otros autores en que las ideologías del patriarcado
dividen a las mujeres en dos grupos: putas y decentes. El estigma que
recae sobre las primeras las ubica en posición social precaria. Cuando son
objeto de violación y agresión, por ejemplo, el hecho no se considera
abusivo. La degradación y la perversión son integradas a su identidad y
consentidas como actitudes sociales hacia ellas.
Según el patriarcado, las putas sólo poseen valor de cambio. Son las
mujeres decentes las que acceden a otro tipo de valoración. Dignificar a
la mujer exige valorar a la prostituta en su papel de estudiante, madre,
hija, amiga, profesional… diferenciando a las que se identifican con este
oficio de las que no, pues las actitudes frente a sí mismas definen sus
proyectos de vida y reflejan su pasado. Algunas ven superficial la violencia
prostibularia comparada con la violencia conyugal y familiar.

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Uribe et al (1995) permiten observar que la problemática ideológica


y social que encarna la prostituta dentro del patriarcado, se hace más
compleja con el paso de las generaciones. Antes el discurso de la salud
pública mediaba toda discusión, ahora las ideas feministas influyen en la
ley y en las constituciones al reflexionar sobre el tema de la prostitución.
Su estudio lleva a los autores a la verificación del uso generalizado del
condón en los entornos prostibularios. Se ha erigido en símbolo social.
Cancio (2015) asocia identidad de género con prostitución. Asume la
identidad como construcción del sujeto en sus interacciones sociales.
Aparece el género como una identificación con un rol social según el sexo:
roles masculinos y femeninos. En la caracterización que realiza, afirma
que las prostitutas provienen de hogares con necesidades básicas
insatisfechas y padre ausente. Identifican la influencia de ideologías
patriarcales que ya hemos estudiado, en el proceso de construcción de sus
identidades y el devenir de sus existencias.
Mendieta et al (2015) realizan interesante abordaje bibliográfico de la
prostitución masculina, mediante la construcción de un estado del arte
sobre el tema. Aclaran conceptos, crean categorías y presentan un análisis
que confirma muchas ideas que hemos consolidado a través de estas
páginas.
Izcara et al (2017) caracterizan la trata de personas como un crimen
transnacional con complicidad estatal. Ubican en Centroamérica su
estudio. Allí cientos de adolescentes se vinculan con el comercio sexual
en México y los Estados Unidos. Caracterizan la población. Destacan el
crecimiento y perpetuación del mercado humano en estos países.

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Gómez et al (2015) realizan una aproximación estadística a la


clientela de la prostitución. Identifican algunas tendencias y patrones de
identidad. Con el concepto de ethos se refieren a la disposición subjetiva
que configura prácticas sociales con representación del “yo”. Lo aplican al
varón que realiza su virilidad mediante el consumo de prostitución. Los
sujetos de investigación reportan mediante testimonio que las relaciones
en ambientes prostibularios son misóginas, vacías y poco placenteras. Las
autoras clasifican el ethos de clientes del sexo comercial.
Los ethos prostitutos del cliente (misógino, amigo, crítico y
mercantilista) se pueden entender atendiendo al nivel de
reificación de las mujeres y de percepción de la igualdad entre
géneros. El misógino u hormonal cosifica a todas las mujeres y
las considera un colectivo a someter como consecuencia de la
naturaleza del hombre y la perfidia de las mujeres (que hace
vigentes los binomios naturaleza/cultura y hombre/mujer). El
mercantilista o desinhibido cosifica a la mujer en el ámbito
sexual como una opción de consumo frente a la feminidad afectiva
asexuada de la mujer-compañera: “si todo se puede consumir, ¿por
qué no también cuerpos?”. El amigo o galán experto que quiere
tratar a la mujer en prostitución como una amante libre, pero
reproduce los parámetros del sexismo tradicional según el cual la
mujer se realiza a través de satisfacer al hombre. Y el crítico o de
emergencia, que humaniza a la mujer en prostitución al
identificarla como sometida a una práctica de explotación
económica –no sexual– y a una injusticia social; este se ve abocado
al uso de servicios de prostitución por situaciones de crisis sexual-
afectiva (Gómez et al, 2015, pp. 42).

Las autoras desarrollan estos conceptos a profundidad. Se embarcan


en discusiones desarrolladas en páginas anteriores.
Condiza & Hernández (2012) relacionan prostitución, dignidad y
derechos humanos. Asumen la pobreza como límite del autodesarrollo, la
satisfacción de las necesidades básicas, la autonomía y el acceso a los
servicios de salud, educación y recreación. En la caracterización de los

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sujetos de investigación se relacionan directamente la juventud con el


nivel de ingresos. En la prostitución los ingresos son inversamente
proporcionales a la experiencia. Entre las mismas trabajadoras sexuales se
discriminan según los servicios prestan y el lugar de trabajo. Las
integrantes de este gremio se sienten señaladas por “las otras mujeres”.
Los autores evidencian las condiciones de vulnerabilidad en que realizan
su existencia mediante datos hermenéuticos y estadísticos.
Miranda (2015) plantea que la salud es derecho y deber. Los Estados
han intervenido en temas de salud y prostitución buscando patologías en
la prostituta (no en quien accede a sus servicios) y ubicando a la mujer en
un esfera políticamente desventajosa. Mientras la prostitución se
considera factor social degradante y problema de salud pública, también
se considera necesaria por diversos e incongruentes motivos.
En admirable y detallada descripción historiográfica, la autora
muestra cómo el análisis de documentos y debates públicos ilustra el
desarrollo de creencias y actitudes sociales hacia personas y grupos. La
prostituta insistentemente discriminada y segregada, muestra que el
análisis político de la mujer, su situación social e histórica, siempre está
mediado por una mezcla de discursos científicos y morales, que
configuran un mecanismo de defensa del patriarcalismo social en su
intento por controlar al género femenino, su educación y sus libertades.
Vásquez et al (2016) realizan una revisión del tema de la salud oral en
el campo del trabajo sexual. Asocian la prostitución y variables
relacionadas con la profilaxis de la cavidad bucal. Señalan una vía de
trabajo para la odontología. Abren un campo de investigación en temas

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de seguridad y salud laboral. Resulta interesante indagar el compromiso


orgánico que implican determinados trabajos, según las prácticas que
demandan en las personas y el lugar donde se realizan.
Salcedo et al (2015) identifican la visión dividida que poseen las
sociedades. Diferencian entre experiencias aceptables e inaceptables;
oficios, religiones, razas… estimables o proscritas. La prostitución se ubica
en el contexto de lo inaceptable. Quienes la practican se avergüenzan.
Quienes no la practican, la segregan. La rodean de culpa, crimen y
patología.
Mediante recuento histórico y etnográfico, reconstruyen los estilos
relacionales y existenciales que se observan en una zona de prostibularia
de Bogotá, que ha logrado un posicionamiento político como escenario
de trabajo sexual. Identifican los mecanismos de segregación que se dan
dentro de esta misma zona (teniendo en cuenta la belleza, la edad y el
lugar de trabajo), los violentos conflictos entre prostitutas mujeres y
hombres travestidos, y las redes de explotación propias de la zona, que
incluye todo tipo de mafias y poderes.
Se pone de manifiesto la visión parcializada que tiene la mentalidad
popular a cerca de las trabajadoras sexuales. Sólo son valoradas con base
en prejuicios de género y con base en sus prácticas en la industria del
erotismo, pero no se reconocen en ellas las problemáticas sociales que las
llevaron hasta ese oficio ni el rol constructivo que cumplen como madres,
ciudadanas y mujeres con retos existenciales.
En oposición a los prejuicios, se encontraron trabajadoras sexuales
con rigurosos rituales de autocuidado e higiene, que reportan a los

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investigadores actitudes seriamente profesionales. Se destaca el hecho de


que, contra la decadencia y el deterioro social, las administraciones
públicas se contentan con eliminar los signos que aparecen en el paisaje
urbano, ignorando las problemáticas de base.
Cuesta et al (2014) realizan una introducción relacionada con la
reglamentación actual sobre trata de personas, luego reseñan una serie de
investigaciones en las que se pueden identificar temáticas discursivas en
torno de dicha trata y las categorías que aparecen en derredor de ella.
Destaca el hecho de que las víctimas más frecuentes de este delito son
niños, niñas y adolescentes de ambos sexos, así como mujeres adultas,
todas y todos destinados al comercio sexual.
Solana (2002) empieza afirmando que “las obras artístico-literarias,
científico-sociales y de naturaleza jurídico-moral” escritas a la luz de
ideologías patriarcales han creado una “imagen unidimensional, parcial,
estereotipada, estigmatizadora e insultante de las prostitutas” que, al ser
confrontada por la historia de vida de las mismas prostitutas, se
transforma y dignifica. Se cree que en esta profesión todo es negro, pero
el autor descubre que hay fuentes de placer y alegría en la prostitución,
como la autonomía y el poder adquisitivo.
La prostituta callejera recibe mayor prejuicio y violencia por el
carácter público de su actividad, pero logra mayor autonomía. No trata
con proxenetas ni dueños de clubes. Muchas asumen la prostitución como
su oficio. Les gusta. No quieren otro. Quieren desempeñarlo como
garantiza la Constitución a la ciudadanía (pp. 4). El autor recomienda

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construir una imagen de la prostituta como persona activa y con


capacidad de lucha para ampliar las fronteras de su libertad (pp. 7).
Sanchis (2011) identifica dos posiciones extremas, que configuran
diversas subcategorías: la prostitución por constricción criminal y la
prostitución como opción vocacional. A partir de estas categorías
identifica tres tipos de prostitución en función del grado de constricción
que soportan las prostitutas. La primera es la clásica, caben en ella las
mujeres que padecen desventajas económicas, familiares, sociales y
psicológicas. Se familiarizan con el comercio sexual a edad temprana. La
prostitución no ofrece una salida convencional. Su causa más relevante es
la condición de extranjera. En segundo lugar, el consumo de drogas.
La segunda es la prostitución económica, en la que una persona que
enfrenta una crisis busca solucionarla mediante la prostitución. Controla
su decisión. No se deja estigmatizar. Recupera la normalidad. Cambia las
circunstancias. “No hace de su integridad sexual una cuestión de honor.
En la vida hay otras cosas importantes, como pagar el alquiler y sacar
adelante a los hijos” (pp. 924). La tercera es la prostitución voluntaria.
Surge cuando el consumismo confunde necesidad y deseo, y personas sin
presión económica acceden a ella por los ingresos que ofrece.
El debate es álgido. Se disfrazan de libertad formas de esclavitud
postcoloniales asociadas con el capitalismo. Afirma que en el estereotipo
abolicionista la prostituta aparece como víctima pasiva, y por ello la
postura se torna “erradicacionista”, y tiende a distorsionar y caricaturizar
la realidad prostibularia (pp. 918).

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Lafaurie et al (2008) ponen en evidencia que las trabajadoras sexuales


consideran el embarazo un riesgo para su actividad, más que considerar
esta actividad un riesgo para el embarazo. El ambiente prostibulario se
asocia con el consumo de sustancias psicoactivas, las enfermedades de
transmisión sexual, la violencia y otros fenómenos propios del oficio. Los
autores hallan necesario conocer las prácticas de autocuidado de las
prostitutas durante el embarazo.
Para la población del estudio, la violencia se considera inherente a la
condición de mujer y obvia su presencia en los relatos de vida. La
asistencia a controles prenatales es discontinua. La alimentación poco
saludable y a veces insuficiente. La filiación subjetiva con el bebé que
esperan, mínima. Antecedentes de abuso, carencia de redes sociales y
grupos de pertenencia dificultan la situación. Los autores interconectan
factores somáticos y fisiológicos hasta crear un cuadro del estilo de vida
que llevan gracias a las condiciones ciudadanas que las rodean.
Muñoz et al (2016) realizan un mapeo de los centros urbanos donde
se focaliza la prostitución infantil y adolescente. Encuentran que este
comercio se realiza a la luz pública. Los resultados de investigación ponen
en evidencia que la ciudadanía conoce el trabajo que realizan estos
menores y las condiciones de explotación en que viven. El fenómeno es
claro para las instituciones, las autoridades y la ciudadanía. Todos se
ubican frente a esta situación como espectadores indiferentes.
Jiménez (2008) denomina a las prostitutas que se vuelven adictas al
dinero como “mercenarias del amor”. Sus argumentos permiten postular
que cuando una mujer no se ajusta a los estereotipos del patriarcado, la

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sociedad encuentra justificaciones para ejercer violencia sobre ella.


Caracteriza la prostitución en la ciudad de Granada, España, poniendo en
evidencia las simetrías que presenta este comercio en esta ciudad y otras
del mundo, y de ahí su carácter intercultural y transcontinental.
Jurado (2012) destaca el rechazo universal a la prostitución infantil.
Analiza la forma en que organismos nacionales e internacionales han
sancionado leyes para la protección de la infancia frente a esta amenaza.
Sobre la prostitución adulta se encuentra menos legislación, y aunque se
sanciona sobre el reclutamiento forzado, la prostitución no se acepta
como forma de trabajo regular y profesión liberal.
Alcázar (2010) relaciona prostitución y turismo como una estrategia
para mantener las desigualdades sociales por razones de género, raza,
clase y nacionalidad en un escenario globalizado. Empieza con densas
reflexiones teóricas sobre la corporalidad, el erotismo y su relación con la
bio-política. Entra a caracterizar la isla de Cuba. Reconoce el vínculo entre
caída del socialismo e inicio de una nueva época de turismo sexual
conocida como “jineterismo”, que aparece asociado con formas de
segregación social, en las cuales hay productos de consumo disponibles
para los turistas, pero vedados para los isleños.
Los problemas de segregación racial han resurgido al deteriorarse la
revolución. Las crisis sociales afectan con mayor intensidad a personas
afrodescendientes y mestizas. En temas de relaciones con extranjeros, se
considera “jineteo” cuando la mujer es de piel oscura, “romance” cuando
la mujer es de piel blanca. El estigma de prostituta no depende de la
actividad comercial sexual, si no del color de la piel. Con la salvedad de

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que las personas de razas oscuras que pertenecen a la clase alta pasan por
blancas. Se diferencian turismo sexual y turismo de romance, con un
componente de “exotización” de la mujer caribeña.
Lamas (2016) señala que de la forma en que se consuman las
relaciones sexuales, se infiere la estructura de las relaciones de poder. El
capitalismo ha llevado las sociedades del sexo reproductivo al recreativo.
Esta situación ha generado debates en el escenario internacional, que ha
permitido el empoderamiento político de las trabajadoras sexuales y su
influencia en decisiones gubernamentales y posturas feministas.
Aborda el papel del conservadurismo y su alianza con el feminismo
abolicionista, para promover una cruzada moral contra la prostitución.
Crecen las actitudes de segregación. Estas políticas son enfrentadas con
posturas que hablan del contrato sexual, incluido en el contrato social. La
extrema derecha se centra en aspectos perversos de la prostitución, sin
observar sus elementos constructivos. No siempre la prostitución se
relaciona con la esclavitud y el abuso. “Los medios de comunicación saben
que vende más hacer un reportaje sobre esclavas sexuales o víctimas
explotadas sexualmente que hacerlo sobre obreras o empleadas explotadas
laboralmente” (pp. 25). En algunas ocasiones la prostitución puede
empoderar.
La autora se adentra en un análisis comparativo del uso del cuerpo
en cualquier actividad, para concluir que las condiciones de explotación
no son exclusivas del oficio prostibulario y que “la excesiva intervención
del sistema penal ante problemas sociales, termina criminalizando a
quienes más los padecen” (pp. 27), por lo que su participación requiere

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ser más democráticamente planeada, mediante la introducción de la


prostitución en la agenda de la política pública gubernamental y en la
agenda de la política investigativa universitaria.
Saeteros et al (2013) hallan que los jóvenes universitarios tienen poca
información sobre salud sexual y reproductiva, y no encuentran ni en la
familia ni en las instituciones suficiente apoyo al respecto. “La influencia
del entorno social hace que la virginidad sea vista para el hombre como
un defecto y para la mujer como una virtud” (pp. 926). En medio del
desconcierto general, los jóvenes se enfrentan sin preparación a los retos
que impone la vida sexual. Reclaman al sistema educativo por su descuido
frente a sus necesidades de formación personal.
Salamanca et al (2011) presentan la prostitución como subcultura.
Retoman el sector de los mártires en Bogotá, retoman algunos conceptos
que hemos abordado de una u otra manera, e introducen la necesidad de
estudiar la visión de futuro que tienen las trabajadoras sexuales, sobre
todo en lo concerniente con la estructura de su proyecto vital. Su trabajo
se fundamenta en historias de vida sometidas al análisis y construidas a
partir de categorías elegidas por los investigadores.
Díaz et al (2012) también recurren al uso de historias de vida, para
explorar la subjetividad de la trabajadora sexual, trascendiendo su rol
laboral y reconociendo aspectos de su experiencia que no se tienen en
cuenta durante los procesos atributivos y de configuración de prejuicios.
Al igual que Salamanca et al (2011), encuentran que la pauta de violencia,
abandono y pobreza del hogar de origen se reproducen en el hogar que
construye la trabajadora sexual.

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Como en otros artículos se retoma el tema del secreto. Muchas


prostitutas quieren ocultar su actividad a la familia y al círculo social. Los
investigadores descubren trabajadoras sexuales que son sobornadas por
sus vecinos para mantener el secreto de su ocupación, so pena de
delatarlas con sus familiares y con el vecindario. Identifican la mediación
del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) como factor de
riesgo para la unidad de los hogares pobres y la estabilidad emocional de
las prostitutas y sus hijos, pues su acción es intermitente y situacional. No
ayuda a resolver problemáticas de base. Solo realiza intervenciones
punitivas en casos de crisis sin un estudio previo.
El primer riesgo que corren los hijos de trabajadoras sexuales es el
abuso sexual, por las costumbres de las personas que las rodean. Muchos
son consumidores de sustancias psicoactivas y padecen perversiones fruto
de traumas infantiles no resueltos. Este hecho sumado a la pobreza y a la
falta de educación, pueden dificultar el proceso de decidir asertivamente
entre valores al momento de enfrentar una crisis y poner en situaciones
difíciles a sus propios hijos.
Belza et al (2004) estudian la prevalencia de ETS en una amplia
población de prostitutas que ejercen en Madrid. La interrupción
voluntaria del embarazo y las infecciones vaginales son, entre otras, sus
problemáticas más frecuentes. Destaca que, al encontrar pareja estable,
muchas no usan protección durante la intimidad. Puede considerarse una
manera de crear situaciones de exclusividad con la pareja. Queda por
estudiar la práctica en otros intervalos espaciotemporales y sociales.

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Pratesi (2001) confirma la presencia de factores desestabilizantes de


carácter social y familiar, en la historia de vida de las prostitutas. Entre
estos llama la atención la presencia de mujeres adultas prostituidas en su
entorno gracias a la asimetría de relaciones de poder y género.
Bandrés et al (2014) inician su artículo con esta frase tomada del
resumen, en el que se rememora un diagnóstico emitido por sabios del
régimen franquista, quienes caracterizan a las prostitutas como “afectas
innatas de psicopatía sexual, deficiencia mental y amoralidad”. Los
autores rememoran el totalitarismo católico del periodo, la depresión
económica que afectó más a los simpatizantes de la república y a las
mujeres, quienes recurrieron en masa a la prostitución, ante lo cual el
Estado responde creando centros de reclusión y “rehabilitación”.
La medicina y la psicopatología de la época unían la imprecisión de
sus conceptos con prejuicios misóginos ancestrales y campañas políticas
y policiacas contra la población antifascista. A las pésimas condiciones
sociales, que llevaban a las mujeres a situaciones de penuria extrema,
adjudicaba Franco causas degradantes e irrisorias como la de una
“conspiración judeo–masónica”. Según los sabios de la falange,
formalmente asesorados por la iglesia católica, “la mujer normal carece
prácticamente de necesidades sexuales, lo que subraya la psicopatía
constitucional de las mujeres dedicadas al comercio sexual” (pp. 1672).
Meneses & Guindeo (2015) plantean que los grupos segregados se
configuran cuando los ciudadanos son privados de los servicios básicos.
En poblaciones prostibularias esta segregación nace de la decadencia de
las costumbres y la pobreza, pero anotan los autores que:

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“El alto nivel de ingresos económicos, el grado de autonomía y


capacidad de decisión, cuando la actividad es voluntaria, llevan a
muchas mujeres a tenerla en cuenta como una importante opción
para su subsistencia. En épocas de mayor bonanza la prostitución
ha supuesto no sólo una forma de subsistencia sino una buena
opción para obtener importantes beneficios en los proyectos
personales” (Meneses & Guindeo, 2015, pp. 156).

Con el deterioro de las economías, las actividades económicamente


rentables y socialmente segregadas como el delito y la prostitución se
ponen en boga. Los autores destacan la ubicación de la prostitución en el
escenario urbano, como un dispositivo que exhibe en primer lugar la
“carne fresca”, según el argot popular, es decir: las mujeres jóvenes y
esculturales… y en lugares progresivamente más privados ubican a las
mujeres menos atractivas para el comercio. Estudian la relación entre la
prostituta callejera y la prostituta de estrato superior, como un paso que
se va dando con el tiempo si la mujer no cambia de oficio. La edad
disminuye progresivamente sus ingresos y le cierra las puertas de ciertos
sitios en los que podría prestar sus servicios.
Destacan el hecho de que las redes de apoyo a trabajadoras sexuales
y de protección a la mujer, son de las primeras instituciones que ven
disminuidos sus recursos cuando se desatan las crisis sociales, que es justo
cuando muchas mujeres entran en este oficio para hacerles frente. La
situación agrava las dificultades de las prostitutas profesionales, o que
llevan mucho en este oficio. Destacan los obstáculos de las prostitutas
inmigrantes, que no tienen acceso a servicios de salud.
Meneses (2007) observa la relación entre consumo de drogas y
prostitución. Al consumir alcaloides, las trabajadoras sexuales pueden
incrementar sus ingresos y facilitarse la realización de su trabajo, pero

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incurren en situaciones de riesgo relacionadas con la protección de la


salud y la seguridad. Los clientes que consumen cocaína son más violentos
y las mujeres drogadas en ocasiones pueden relajarse con su seguridad
personal. Esto además de los desórdenes orgánicos que puede acarrear
una adicción.
Rivers (2015) destaca la actitud pendular de los Estados hacia la
prostitución, que como hemos visto oscila entre individualismo liberal y
conservatismo represivo. En esta oscilación los servicios institucionales se
vuelven lentos, burocráticos y poco efectivos, pues el Estado atiende a las
trabajadoras del sexo de manera selectiva: según lugar y contexto. Al igual
que Meneses & Guindeo (2015) encuentran que la geografía, la
organización del trabajo y la edad sirven como organizadores sociales
para la ubicación de las prostitutas en el contexto urbano.
“La literatura revela una clara tendencia hacia un aumento en la
represión estatal dirigida hacia poblaciones específicas y, a
menudo en nombre de ayudar a las mujeres víctimas. La
gobernanza neoliberal se define por el uso selectivo y diferencial
del poder represivo, con gestos hacia la libertad y la elección, lo
cual funciona paralelamente a la represión de poblaciones
específicas marcadas como excepcionales” (Rivers, 2015, pp. 253).

Desde las “redadas sanitarias” hasta el asistencialismo compulsivo,


hay diversidad de acciones estatales con las que el patriarcado enfrenta
las tendencias económicas neoliberales, toma a la mujer como campo de
batalla y a la prostituta como símbolo de crisis social. La migrantes, al
problema migratorio, suman los problemas de salud pública. En torno a
ellas surgen actitudes de discriminación. Se confunden programas que
pretenden salvar personas del tráfico sexual involuntario con el odio al
extranjero, la misoginia y la xenofobia.

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Villa (2010) realiza una hermenéutica del cuerpo a través de la


prostitución. Primero plantea que para los abolicionistas aparece el sexo
como delito o como pecado. Desde este punto de vista el Estado aparece
como guardián de la moral y los credos, y se desconocen las múltiples
circunstancias que pueden llevar a una persona a la prostitución.
Luego plantea que para laboristas y reglamentaristas, el cuerpo
aparece como negocio o elemento de una industria organizada, del que
emergen nóminas y salarios. Desde este punto de vista, la prostitución
debe pasar del sector informal al sector formal, para garantizar derechos
y deberes laborales y fiscales a las trabajadoras sexuales. Desde este punto
de vista toda profesión lleva a la realización personal, siempre que se le
confiera dignidad en el mercado laboral.
Para los abolicionistas, el cuerpo se asocia con diversas formas de
esclavitud y peligro. La prostitución es violencia contra la mujer y la
prostituta una víctima, cuya libertad ha sido alienada por condiciones
sociales estructurales. Busca erradicar la prostitución. Actúa contra las
personas que organizan el negocio y explotan a las mujeres. Esta actitud
consolida los derechos humanos y civiles, y las filosofías feministas.
En cuarto lugar, presenta el cuerpo como generador y reductor del
poder.
Cita a Raquel Osborne: “¿Quiénes somos nosotras para juzgar más
degradante la venta del cuerpo por dinero, que la venta del alma
por los mismos motivos?” (pp. 18). Plantea Villa (2010): “El punto
de mira no ha de centrarse en la actividad de la prostitución en sí,
si no en las reivindicaciones de las mujeres que la ejercen (sus
necesidades e intereses percibidos por sus protagonistas) y en el
análisis de las construcciones sociales relacionadas con el sexo”
(pp. 20).

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Bonilla & Rodríguez (2013) resaltan la importancia de estudiar los


procesos migratorios desde una perspectiva de género, pues las
condiciones en que emigran mujeres y hombres tienen muchos elementos
diferenciales, tanto en lo que se refiere a las estructuras que dejan en los
países de origen, como a las estructuras que crean en los de destino.
Plantean que las mujeres se hallan en situaciones precarias a nivel
mundial pues los empleos a los que acceden se caracterizan por “la
flexibilización (trabajos atípicos), por la precarización (inseguridad) y por
la informalización (contingencia)” (pp. 157).
Se observa que la brecha entre países ricos y pobres ofrece a los
primeros una mano de obra barata, dispuesta a renunciar a sus derechos
para satisfacer las necesidades básicas. Formas postcoloniales de
esclavitud permiten utilizar las inmigrantes como mercancía humana. La
situación de estas poblaciones se agrava. Mientras más tiempo viven de la
prostitución, más se dificulta su acceso a otras formas de empleo.
Vale la pena citar una entrevistada, para reconocer la tesis del cuerpo
como fuente de poder. Dice Lucia, migrante en Madrid:
“Yo vine a Madrid desde Bogotá. No me hacía a la idea de trabajar
como empleada doméstica, ni en una casa de familia. Una amiga
tenía un contacto en Girona y me propuso irme a trabajar a este
piso y así fue. La Madame era una señora colombiana de 55 años
ya con nacionalidad española, pues llevaba 20 años viviendo en
Madrid y con un marido español. No he tenido malas experiencias,
ni nada parecido. Yo llegué de 18 años y ya llevo 6 en este oficio.
Tengo un seguro privado y la seguridad social, además tengo mi
piso que comparto con dos primas. Al sitio solo voy cinco días a la
semana y descanso dos, lo que gano, me alcanza para mandar a mi
madre, ya pagamos la casa y me he comprado otro apartamento,
ayudo a mis sobrinos. Se gana bien, es la forma más rápida de
ganar dinero. No vine, ni estoy obligada en esto” (Bonilla &
Rodríguez, 2013, pp. 170-171).

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Plantean las autoras que la prostitución no siempre es una medida


desesperada. Puede configurarse como un estilo de vida. Sus valores no
son siempre negativos. Todo depende el contexto y la forma en que se
lleve a cabo. Las condiciones de dignidad de que gocen las personas en los
“países expulsores”, indican la forma en que viajará y las condiciones de
vida a las que está dispuesta a someterse en el país receptor. Las redes de
apoyo familiar y social consolidadas permiten decisiones saludables.
Trujillo (2017) contextualiza a la mujer en el patriarcado y asocia en
este contexto la asunción de una actitud de sometimiento con la calidad
de “madre buena”. Al relacionar maternidad y prostitución, vemos que
debido a su ubicación fuera de la escala de valores aceptados por el
patriarcado para las mujeres, la prostituta queda por fuera del concepto y
la categoría de la madre buena. Pero observan las investigadoras que, al
realizar una lectura más cuidadosa de las actitudes maternales de las
prostitutas, se descubren algunas que invalidan los prejuicios. Destaca
entre las luchas internas que libra una prostituta, la ocultación de su oficio
para evitar avergonzar a sus hijos y avergonzarse a sí misma.
“Las informantes manifestaron un imaginario similar en torno a la
maternidad, concibiéndola como entrega absoluta, haciendo
hincapié en cuidados emocionales (afecto y cariño) y materiales
(techo, alimentación, etc.). Por tanto, se entiende la maternidad
como una experiencia que da sentido a la vida e implica pensar en
otro antes que en sí misma” (pp. 174).

La autora entiende la “entrega absoluta” como reproducción de los


discursos patriarcales. Aparece en los imaginarios sobre la maternidad de
las trabajadoras sexuales. La ideología del patriarcado asigna al padre un
rol pasivo en el cuidado de los hijos. Se agrava la situación de madres e

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infantes, que en el desespero tal vez recurran a la prostitución para aliviar


las necesidades. Las autoras afirman que el rol de madre y el de prostituta
no son incompatibles, pese a la tensión causada por la clandestinidad del
oficio. La maternidad no es refugio afectivo frente al estigma. En muchas
ocasiones es prueba de la vida y vocación. En el patriarcado la prostitución
es “alternativa de supervivencia económica”, frente a las condiciones que
imponen las ideologías a las mujeres.
Espinoza & Íñiguez (2017) observan que, si la mujer se desviaba de
los valores del patriarcado, por propia voluntad o situaciones críticas, era
objeto de formas de violencia que incluían el trabajo servil forzado
(esclavitud), que incluía a sus hijos, y la expropiación del patrimonio.
Estudian la maduración de las leyes y las prácticas. Señalan que, aunque
pasaron de “mujeres públicas” a comerciantes sexuales en la literatura
jurídica, los prejuicios que pesan sobre su condición de mujeres primero
y de prostitutas después, las mantiene en una situación social marginal.
Proponen una hermenéutica de los documentos públicos para analizar las
prácticas de Estados e instituciones en derredor de las personas. Los
conceptos que se usan para nombrar a la ciudadanía informan sobre el
valor que tiene esta para líderes sociales y servidores públicos.
Andreu & Carmona (2017) indican que la normativa internacional
frente a la trata de personas se ha venido estructurando, a medida que
este fenómeno es visibilizado por autoridades y población civil. Indican
que uno de los problemas para identificar y atender a las víctimas es que
muchas veces no permiten su identificación ni su categorización como
víctimas, sobre todo si son inmigrantes en situación ilegal.

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Identifican que la trata de personas no sólo es un delito si no grave


problema de género, pues casi la totalidad de personas victimizadas son
mujeres, adolescentes o niñas. Señalan la situación de inferioridad en que
se ubica a los migrantes en los países receptores, empeora si el migrante
es de sexo femenino, pues cuando son víctimas de explotación, las
autoridades no sólo no las protegen, si no que guardan los intereses de los
captores.
Gómez & Almanza (2012) estudian de nuevo el sector de La Merced
en el centro de ciudad de México. Esta vez intentan observar, mediante
un estudio biográfico, las posibilidades que tiene una niña involucrada en
el tráfico de personas, de agenciar un estilo de vida gratificante para ella.
Encuentran que el hecho de vivir en una zona de alta actividad
prostibularia y en condiciones de pobreza extrema, convierte a las
señoritas en blanco de proxenetas y actitudes híper-sexualizadas por parte
de los hombres que las rodean.
Marín & Quintero (2012) hacen un énfasis en la relación
epistemológica sujeto-sujeto que debe darse al asumir la prostitución
como campo de investigación. Así el investigador puede entrar en la
subjetividad de la persona, y hallar los elementos para enfrentar la
prostitución como drama humano más que como dato estadístico.
Cuando la investigación se da en teste nivel, sus resultados son educativos
para la misma población, que se convierte en multiplicadora del
conocimiento construido.
Bernal et al (2013) analizan los factores de riesgo que hacen de la
infancia y la juventud cartagenera, población altamente vulnerable para

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el comercio sexual. Proponen un modelo basado en la formación de


formadores para promover el diálogo social, que permita crear redes de
apoyo y actitudes de rechazo frente a los abusos que se cometen contra la
infancia y la adolescencia.
Según Rodríguez (2014), la mujer en situación de vulnerabilidad es
transformada en objeto de intercambio comercial y tráfico erótico, por la
posición política secundaria de su género en el sistema patriarcal, y por
esta misma causa, enfermedad venérea y prostitución se asociaron en la
imaginación popular mediante los discursos legislativos, en los que
aparecían como dos caras de la misma moneda. Se caracteriza la
prostitución como fenómeno esencialmente urbano. Según los estudios
en eugenesia, induce “la degeneración racial y moral de la sociedad”.
Ríos (2014) destaca el incremento de madres cabeza de hogar en
países con pobre satisfacción de las necesidades básicas, y que este
fenómeno pone en juego la inmigración femenina y una feminización de
la pobreza, en cuyo contexto la condición de mujer, migrante y prostituta,
causa su exclusión de los servicios de salud, así como la negación social
de su experiencia y su palabra. Los países ricos sólo abren las puertas a los
inmigrantes a condición de que se conviertan en objetos de uso para los
“ciudadanos civilizados”.
El alto costo de los exámenes de salud para las inmigrantes dedicadas
a la prostitución convierte este “mercado” en una fuente de angustia para
las mujeres, pues muchas veces cubrir el importe limita dramáticamente
su economía. Identifican comportamientos de limpieza compulsivos en
muchas prostitutas, que ponen en riesgo su salud al causar resequedad y

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acabar con la flora vaginal. A esto se asocian los abortos, que no son
infrecuentes.
La mujer busca la prostitución para solucionar sus problemas
económicos en el país expulsor o de origen, que no la protege, y para
intentar abrirse un espacio en la sociedad civil del país receptor, que
invisibiliza su existencia y desprecia su labor. La formación académica y
cultural queda sepultada bajo los estigmas de prostituta e inmigrante. A
las complicaciones sociales y biológicas, se suman trastornos del estado
de ánimo, apego ansioso, parejas maltratantes, consumo de sustancias
psicoactivas, marginalidad y aislamiento social inducido por el prejuicio.
Mayorga (2012) señala que el rechazo a la mujer inmigrante se da en
doble sentido. Desde una visión eurocéntrica, se le rechaza por ser
inmigrante. Desde una visión abolicionista, por laborar como prostituta.
Según el mito eurocéntrico, el europeo se considera modelo de
civilización. Quien llega de otra nación es considerado incapaz de igualar
al modelo, que supuestamente posee mejor disposición biológica e
intelectual. Para el racismo las mujeres blancas están mejor dotadas a para
someterse a los valores patriarcales y ubicarse en la sociedad según sus
valores. La mujer de otra raza es más adecuada para actividades
marginales, como la prostitución.
“A partir de un análisis de las relaciones raciales, Quijano (2005)
identifica lo que él llama de estándar actual de poder mundial a
través de la articulación entre cuatro elementos principales: la
colonialidad del poder, el capitalismo como estándar mundial de
explotación, la universalidad del Estado-nación como el que tiene
que controlar las colectividades y el eurocentrismo. A través de la
colonialidad del poder, la idea de raza fue y sigue siendo tomada
como fundamento del estándar de clasificación social básica y de
dominación social” (Mayorga, 2012, pp. 56).

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Finalmente, tocan el tema de los enfoques en el trabajo con


prostitutas y los diferencian en dos categorías:
1) Intervención asistencialista, que trata a las prostitutas como
víctimas que requieren amparo y tutela.
2) intervención emancipatoria o empoderadora, que trata a las
prostitutas como seres de autonomía y capacidad de decisión.

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Imagen: Rider Tarot, carta número 6 – Los Enamorados.

CONCLUSIÓN
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La prostitución registra aumentos significativos en todo el mundo.


En países ricos, este incremento parece resultar de ideologías feministas
que asumen la prostitución como oposición al patriarcado. La pobreza, en
los países pobres, convierte este oficio en alternativa de “progreso”.
Entre las posturas que registran las naciones ante la prostitución, se
observó que todas constituyen intentos por mantener la vigencia del
patriarcado y consolidar el papel social de la mujer en su contexto. Entre
estas encontramos la abolicionista, la legalista, la prohibicionista, la
reglamentarista, la transformacionista, la postura pro-derechos y las
posturas alternativas o intermedias. Ante el panorama no se descarta que
en un futuro se proponga una profesionalización de la prostitución, pues
según otra postura, que relaciona comercio sexual y libertad de expresión,
el derecho a prostituirse debe ser garantizado. Lo que implica empoderar
a las mujeres y renovar el matriarcado.
La prostituta es cosificada, segregada y discriminada. El consumidor
de prostitución no. Ante la colectividad, entre más varones consume la
mujer, más degrada su feminidad. Entre más mujeres consume el varón,
más robustece su hombría. Consumir mujeres es derecho del varón en la
ideología del patriarcado. Someterse a la voluntad del varón es deber de
la mujer en esta ideología.
La prostitución mediada por la autonomía y la libertad de la mujer es
desafío al patriarcado. Este sistema sólo acepta mujeres degradadas. Las
evidencias documentales recopiladas en esta investigación así lo indican.
Las evidencias sociales lo demuestran. Cuando la prostituta entrega el
control de su dinero, su tiempo y su libertad a propietarios de clubes y

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proxenetas, se convierte en trabajadora-enajenada-mercancía. Si


conquista su autonomía administrativa y existencial se convierte en
Gestalt-ciudadana-productiva.
En nuestros tiempos asistimos a una mezcla entre patriarcado y
capitalismo que reduce el ser a la dimensión de una mercancía. La
universidad es cómplice del reclutamiento de muchas señoritas en el
mercado sexual, pues no investiga sobre el tema y no educa a la población
estudiantil en las complicaciones que este trabajo acarrea. Si el dinero que
llega a las arcas de nuestras instituciones es aceptado sin una
interpretación de sus orígenes, entonces lo que importa en nuestras
instituciones es el dinero, no la persona. La universidad cada vez es más
flexible en sus mecanismos de ingreso. Quien pueda cubrir los costos, se
matricula. Importa el dinero. Si fuese de otra manera se analizaría mejor
el perfil de quienes ingresan a los programas académicos.
La prostitución universitaria exige estudios estadísticos confiables y
metodologías cualitativas estratégicas. Es necesario explorar la relación
entre universidad y prostitución. Conocer las ganancias indirectas que
genera la prostitución para las universidades, gracias al mercadeo sexual
de las estudiantes para cubrir los costos de la matrícula. El origen del
dinero que atesoran las universidades en sus arcas marca una posición
ética de la institución frente a sus discípulos. Es importante conocer
cuántas estudiantes son contactadas por redes de prostitución en su
propia universidad, o reciben propuestas prostibularias por personas
afiliadas con la institución. Es importante conocer las universidades que

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toleran redes prostibularias más complejas, para evaluar el valor de las


mujeres dentro de ellas y la dignidad que confieren a la persona.
En Colombia no es ilegal la prostitución porque el desempleo y las
pocas garantías ciudadanas, especialmente para las madres jóvenes y
solteras, hace que el Estado promocione directa e indirectamente la
prostitución. Es una estrategia para evadir su responsabilidad. La
prostitución es una actitud y una teoría social. En Colombia los dineros
públicos han sido más usados para ampliar la finca del político o del
obispo, que para dignificar la vida ciudadana. La imagen de la prepago se
promueve en cada novela, en cada comercial, en cada noticiero…
En el patriarcado “prostituta” es toda mujer cuyos comportamientos
y actitudes se oponen al régimen. Las mujeres que se niegan a ser
domesticadas son segregadas y a veces encerradas. La promiscuidad casi
ha suprimido la frontera entre la “mujer buena” y la “prostituta”. Muchas
personas parecen considerar sus cuerpos como un espacio público. Este
hecho histórico implica para la universidad diseñar acciones formativas
para promover una sexualidad responsable, prevenir la prostitución
universitaria y apoyar a las estudiantes que quieran dejar la prostitución.
Anteriormente la iniciación sexual se realizaba en el contexto de la
vida matrimonial. Actualmente el libertinaje y la influencia del grupo de
pares constituyen el sistema vincular en el que se realiza esta iniciación.
En ambos casos la mujer es entendida como objeto. En el presente para
asignarle un precio en el mercado del entretenimiento sexual. En el
pasado para asignarle un valor en el mercado de los oficios domésticos.

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La universidad debe aportar soluciones, no sólo atesorar ganancias.


El Ministerio de Educación debe identificar los proyectos de prevención,
intervención e investigación en prostitución estudiantil que adelantan las
oficinas de “bienestar universitario” y las direcciones de investigación del
país. Así descubriremos si hay más factores de riesgo o protección ante a
la cultura del mercadeo humano en el seno de las universidades.
Estamos por descubrir si educación y espacio educativo protegen a la
mujer del mercadeo de sus zonas erógenas, o si se han convertido en
vitrina para el mercado erótico. Vemos la prostitución en la universidad
como parásito institucional. Se alimenta de las necesidades. Desata el
consumismo. La universidad se ha doblegado al racionalismo burgués. Tal
vez no haya tenido otra alternativa.
La decadencia de la universidad, y los complejos que la sociedad de
consumo induce en las personas, pueden ser la base de esa “conducta
adictiva” observable en las trabajadoras sexuales universitarias. Hay un
elemento de duda previo a la vinculación con el trabajo sexual. El
elemento económico juega importante papel en la decisión. Aseguran que
será temporal. Repetitivamente afirman querer dejar ese estilo de vida.
Afirman que es un oficio que nadie merece. Se sienten señaladas.
Paradójicamente se mantienen en él. Dicen que es difícil salir. Esperan el
momento oportuno para dejarlo. No llega. La identificación con el oficio
depende de la dignidad de la que goce la trabajadora sexual en el lugar en
donde ejerce, de la actitud de su familia frente a la prostitución y su
actitud personal hacia el poder económico y los bienes de consumo.

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Si se le confiere carácter terapéutico, la prostitución podría ser una


profesión. La experta en erotismo satisface a su cliente, recibe sus
perversiones y le sirve como dama de compañía. Eso indica que su cliente
es una persona desolada, insatisfecha y avergonzada por traumas que lo
tornan inhumano. En lugar de convertir a la mujer en depositaria de lo
peor del varón, puede ser instruida para la libertad y el encuentro para
construir situaciones de bienestar a través del erotismo.
Los relatos muestran que la masculinidad del patriarcado está
mortalmente herida, necesita ayuda para acabar de morir en paz y
resucitar humanizada. La prostituta, que tanto y tan profundamente
conoce esa masculinidad patriarcal, puede ser la medicina que necesite
para transformarse. Con las putas, los hombres hablan de su sombra.
Tema que nadie más sabría interpretar.
La prostitución es justificada por el discurso social cuando la
subsistencia familiar está en juego, cuando sirve para superar la extrema
pobreza o para propiciar el desarrollo profesional. Esta justificación no
exime del prejuicio a la prostituta. Su influencia es considerada negativa
y poco saludable. El prejuicio encuentra justificación. Las trabajadoras
sexuales continuamente inducen a otras señoritas a ejercer un oficio que
a ellas mismas les resulta despreciable.
La paradoja de este oficio es que en su seno es negada la experiencia
profesional de la prostituta. Se excluye su sabiduría. No es representada
por un gremio en los círculos de diálogo ciudadano. El conocimiento de
la vida que portan las prostitutas nunca será escuchado. No se convertirá
en sabiduría. La imagen estereotipada, estigmatizadora e insultante que

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se les confiere debe ser transformada y dignificada al confrontarla con las


historias de vida de las mujeres concretas. El análisis social y político de
las mujeres, de su situación social e histórica, siempre está mediado por
una mezcla de discursos científicos y morales ideologizados. Son los
mecanismos de defensa del patriarcado, que intenta controlar al género
femenino, su educación y su libertad.
La prostitución en contextos capitalistas es un encuentro en el que
se niega la subjetividad. El diálogo con las trabajadoras sexuales
universitarias muestra que merecen una imagen de personas activas, con
capacidad de lucha y de ampliar las fronteras de su libertad. Según los
estudios, la baja autoestima atribuida a las prostitutas debe ser
considerada como prejuicio, mientras no sea demostrada experimental y
estadísticamente, pues estadísticas y experimentos sociales muestran que
la baja autoestima no es un dato universal en este gremio.
Se impone la dignificación de la mujer. Valorar a la prostituta en su
papel de madre, hija, estudiante, vecina, amiga, profesional, etcétera. Las
ideologías dividen a las mujeres entre putas y decentes. El estigma recae
sobre las primeras. Las ubica en posición precaria. Si una prostituta es
violada durante su trabajo, por ejemplo, el hecho no se considera abusivo.
La degradación y la perversión son integradas a su identidad y consentidas
como actitudes sociales. Según el patriarcado, la prostituta sólo posee
valor de cambio y puede ser maltratada.
La violencia de género puede ser muy sutil. Basta con ubicar a las
mujeres como mercancías en el escenario social. Esta situación lleva a
plantear que, si debe existir el encuentro prostibulario, ha de ser un acto

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de cooperación, en el que cada actor cumpla un rol legalmente regulado,


que garantice el bienestar de las partes.
Las universidades admiten redes de prostitución reclutando “carne
fresca” dentro de los claustros. Las autoridades universitarias no parecen
percatarse. Asumieron el capitalismo y convirtieron la educación en un
“nicho de mercado”. La universidad se ha convertido en una herramienta
del racionalismo moderno. Usa el espíritu científico como herramienta
para acumular capitales. Los programas académicos se abren sin un
estudio las posibilidades de empleabilidad que tendrán los egresados. Si
llevan dinero, son bienvenidos. Si no llevan dinero, que lo consigan a
como dé lugar. Si no logran conseguirlo, la educación formal les cierra las
puertas y reduce sus oportunidades.
La filosofía desplegada por la universidad colombiana en sus
misiones es simple discurso publicitario. Lo demuestran el capitalismo y
el fraude en que incurren docentes y estudiantes cotidianamente. Si las
universidades estuviesen formando a las personas tan éticamente como
aseguran sus misiones, copiar contenidos de libros, revistas y páginas de
Internet y presentarlos como propios, así como cambiar favores sexuales
por buenas calificaciones o pagar por la realización de tareas y tesis, no
serían prácticas tan frecuentes en la universidad colombiana, donde el
amor al arte es desplazado por la vanidad y la codicia.
Para enfrentar la prostitución, la universidad debe reivindicar a las
mujeres como ciudadanas y elementos estructurales del proceso de
construcción histórica. Para llegar a este logro necesita reconocer la forma

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en que la sexualidad se realiza como experiencia ciudadana y elemento de


las relaciones humanas.
Enfrentar la prostitución universitaria, implica para la universidad
desenmascarar su propia indiferencia ética frente a la educación y a las
crisis sociales.

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PORTAFOLIO DE SERVICIOS
DEL PROYECTO

Imagen: Girl with a Pearl Earring by Johannes Vermeer

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SEMINARIO
PROSTITUCIÓN UNIVERSITARIA
DIAGNÓSTICO Y TERAPÉUTICA SOCIAL MEDIANTE LA IAP Y LA APS

Facilitador: Ps. JUAN MANUEL ESTRADA JIMÉNEZ.


Email: mitoredes@gmail.com

1. Temas:
✓ Presentación del Instituto Mito, sus métodos e investigaciones.
✓ Caracterización de la prostitución universitaria.
✓ Investigación Acción Participativa: diagnóstico y terapéutica.
✓ Atención Primaria en Salud y pedagogías constructivistas.
2. Metodologías:
✓ Exposición de contenidos.
✓ Conversatorio.
✓ Estrategias lúdicas.
✓ Hora de juego pedagógica.
3. Recursos: La entidad contratante garantiza la locación, silletería y
medios de amplificación (micrófono y amplificación) y proyección
(Video-Beam y computador) para la realización del evento, de
acuerdo con el número de personas vinculadas con la actividad.
4. Población: La institución contratante decide el número de asistentes
al evento, de acuerdo con la capacidad de sus instalaciones y la
comunidad con la que cuente. No hay límite de asistentes, siempre
que la institución garantice óptimas condiciones para realizar la
actividad y los recursos técnicos necesarios.
5. Duración: 8 horas.
6. Inversión: 4’000.000.
7. Forma de pago: el 50% se consigna 7 días antes del evento, para gastos
de operación. El otro 50% el día del evento.


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PROYECTO
RESPONSABILIDAD MUNICIPAL Y ORGANIZACIONAL
FRENTE A LA PROSTITUCIÓN EN CONTEXTOS EDUCATIVOS
DIAGNÓSTICO Y TERAPÉUTICA SOCIAL MEDIANTE LA IAP Y LA APS

Facilitador: Ps. JUAN MANUEL ESTRADA JIMÉNEZ.


Facilitadores Asociados: COINVESTIGADORES.
Email: mitoredes@gmail.com

1. Objeto del proyecto: Realizar 21 eventos del “Seminario prostitución


universitaria: diagnóstico y terapéutica social mediante la IAP y la
APS” y repartir 3000 ejemplares impresos del libro “Universidad y
prostitución” entre los asistentes.
2. Recursos: La entidad contratante garantiza la locación, silletería y
medios de amplificación (micrófono y amplificación) y proyección
(Video-Beam y computador) para la realización del evento, de
acuerdo con el número de personas vinculadas con la actividad.
3. Población: La entidad contratante elige las instituciones donde se
realizarán los 21 eventos y el número de asistentes a cada uno, de
acuerdo con la capacidad de sus instalaciones y la comunidad con la
que cuente. No hay límite de asistentes, siempre que la institución
garantice óptimas condiciones para realizar la actividad y los
recursos técnicos necesarios.
4. Duración: 3 meses para diagramar e imprimir en rústica los 3000
ejemplares con la publicidad de la entidad contratante y planear los
eventos, y 3 meses para dictar los 21 seminarios.
5. Inversión: 80’000.000.
6. Forma de pago: 50% 3 meses antes del primer seminario, 20% 7 días
antes de iniciar el ciclo de seminarios, 30% 3 días antes de la sesión
número 14. Paz y salvos y certificados de satisfacción: sesión 21.
7. Dirigido a: Organizaciones comerciales, productivas y educativas;
municipalidades, gobernaciones y ministerios.


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