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CASO: 2 EX CONTRALOR GENERAL DE LA REPUBLICA PERU

EDGAR ALARCON debería tener los días contados como contralor de la República.
Las razones para su destitución o renuncia están suficientemente fundamentadas, a
diferencia de gran parte de sus conclusiones –incluyendo atribuciones de
responsabilidad penal– en el caso del aeropuerto de Chinchero, donde se evidenció la
indebida politización de su gestión.

La fiscalía anticorrupción inició una investigación contra Alarcón por la liquidación


otorgada a la ex funcionaria de la Contraloría, Marcela Mejía, quien estuvo
sentimentalmente vinculada a él. El monto de ésta fue de S/.127,000 más S/.100,000 por
pago de viáticos. Alarcón alegó que la abultada suma respondió a “un error en el
cálculo”. ¿Aceptaría él, o cualquier contralor, una excusa semejante si tuviera que
fiscalizar a un tercero? Además de este presunto delito por peculado, Alarcón pronto
será también investigado en la Comisión Permanente del Congreso por la compraventa
de 44 vehículos que no fueron incluidos en su declaración jurada de bienes y rentas. Tal
omisión configuraría delito de falsa declaración en procedimiento administrativo. Siete
de estas transacciones fueron realizadas cuando ya tenía el cargo de vice contralor, el
cual le impedía realizar actividades lucrativas complementarias, según la Ley Orgánica
de la Contraloría.

Lo anterior lo inhabilita moralmente para continuar en el cargo –sin perjuicio de lo


legal–, pero no agota sus responsabilidades. Para el abogado penalista Carlos Caro, si
Alarcón no puede justificar el flujo de dinero para realizar las transacciones, podría
haber delito tributario, enriquecimiento ilícito, lavado de activos, y eventualmente
negociación incompatible, si se comprueba que uno de los vehículos fue vendido a un
proveedor de la Contraloría.

Ante estas acusaciones Alarcón se ha mostrado displicente y se justificó arguyendo una


supuesta persecución política por parte del Poder Ejecutivo, a más de un peculiar gusto
por la adquisición de vehículos. Para él, las transacciones no ameritaban ser declaradas
porque los montos eran ‘irrisorios’. Similar ligereza mostró al descartar investigar a la
presidenta del Congreso, la fujimorista Luz Salgado, por la compra de unas
computadoras al tratarse tan sólo de ‘cinco milloncitos’.

Ante las denuncias presentadas por el auditor Walter Grados, la también fujimorista
Karina Beteta archivó el caso, según dijo, por temas formales y no materiales. Sin
embargo, el caso es ahora muy mediático para ser metido debajo de la alfombra. Por
más cómodo que le resulte en el corto plazo a Fuerza Popular tener a un contralor
complaciente y con rabo de paja, la evidencia en contra de Alarcón es tan contundente
que protegerlo equivaldría a un suicidio político ante la opinión pública. Si bien el
fujimorismo no tiene libertad absoluta para designar al sucesor de Alarcón (debe hacerlo
a propuesta del Ejecutivo), sí tiene una mayoría que le permite negociar una alternativa
con el Ejecutivo. El presidente Pedro Pablo Kuczynski, en tal caso, tendría que buscar
un candidato que sea intachable, pero que no genere más confrontaciones con el
fujimorismo si quiere evitar que el asiento de Alarcón se mantenga vacante. Es lo que
busca el mecanismo de elección: alguien que esté por encima de diferencias y
mezquindades políticas, idealmente por su limpia trayectoria. Así, cualquier sucesor
derivado de un consenso sería una alternativa mejor al actual contralor.
Desarrolle el siguiente CASO.

1.-Identifique cuál es el problema

2.- Identifique cual es el dilema del caso

2.- Proponga dos alternativas de solución

3.- Si usted fuera Contralor de la Republica que acciones tomaría

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