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EL TETRAGRÁMATON: ‫יהוה‬

Ing. José Pinto


Febrero 2013

En el Antiguo Testamento vemos como el hombre tenía miedo de


pronunciar el nombre de Dios, por tanto, utilizaban los nombres de
algunos de sus atributos para poder mencionarlo. Veamos el siguiente
relato del libro de Levítico:

“10 Había salido con los israelitas el hijo de una mujer israelita y de padre
egipcio. Cuando el hijo de la israelita y un hombre de Israel riñeron en el
campo, 11
el hijo de la israelita blasfemó [ ‫ַוּי ִּק ֹב‬ - Vayiqób ] el Nombre de
Dios [ ‫הֵַּׁשם‬
– Hashém ], por lo que le llevaron ante Moisés. Su madre se
llamaba Selomit, hija de Dibrí, de la tribu de Dan. 12 Lo retuvieron en
custodia hasta decidir el caso por sentencia de YHVH [ ‫ – י ְהוָה‬Yehváh ].
13
Y entonces YHVH [ ‫ – י ְהוָה‬Yehváh ] habló a Moisés y dijo: 14
Saca al
blasfemo [ ‫ַה ְמ ַקּלֵל‬
– hamqalél ] fuera del campamento; todos los que lo
oyeron pongan las manos sobre su cabeza, y que lo lapide toda la
comunidad. 15 Y hablarás así a los israelitas: Cualquier hombre que
blasfeme [ ‫– י ְ ַקּלֵל‬ Yeqalél ] a su Dios [ ‫ – אֱֹלהָיו‬Eloháyv ], cargará
con su pecado. 16
Quien blasfeme [ ‫ – וְנֹקֵב‬Venoquéb ] el Nombre de
YHVH [ ‫ – י ְהוָה‬Yehvah ], será muerto; toda la comunidad lo lapidará.
Sea forastero o nativo, si blasfema [ ֹ‫ּבנָקְבו‬
ְ – Benáqevó ] el Nombre de
Dios [ ‫ – ׁשֵם‬Shém ], morirá.” (Levítico 24,10-16).

El temor a hacer mal uso del nombre divino YHVH hizo que los judíos
dejaran por completo de pronunciarlo y que utilizaran en su lugar
expresiones como ‫)אֱֹל ִ֔הים‬, Adonáy (‫)אֲדֹנָי‬, el Shadai
Elohíym ( (
‫)ׁשַּדַ י אֵל‬, Alelu-Él (‫אֵל‬-‫)ַאלֵלּו‬, el Eterno o Aolám (‫)עֹולָם‬, etc.
Podemos encontrar también la importancia del nombre de Dios en los
siguientes versículos:

1
 “!!Oh YHVH [ ‫י ְהוָה‬ – Yehváh ] Señor nuestro [ ‫אֲדֹנֵינּו‬ –
Adonéynu ], cuán glorioso es tu nombre [ ‫ׁשמְָך‬
ִ – Shimká ] en
toda la tierra! Has puesto tu gloria [ ‫ – הֹודְ ָך‬Hodká ] sobre los
cielos.” (Salmos 8,1)
 “Conforme a tu nombre [ ‫ְּכִׁש מְָך‬
– Keshimká ], oh Dios [ ‫אֱֹלהִים‬
– Elohíym ], así es tu loor hasta los fines de la tierra; de justicia está
llena tu diestra.” (Salmos 48,10)
 “Dios [ ‫אֱֹלהִים‬ – Elohíym ] es conocido en Judá [ ‫– ִּביהּודָ ה‬
Biyhudáh ]; en Israel [ ‫ְּב יִׂש ְָראֵל‬ – Beyisráel ] es grande su
nombre [ ‫ְׁשמֹו‬ – Shemvó ]. ” (Salmos 76,1)
 “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre
[ὄνομά – onoma] bajo el cielo, dado a los hombres, en que
podamos ser salvos.” (Hechos 4,12)
 “Y ellos salieron de la presencia del concilio, gozosos de haber sido
tenidos por dignos de padecer afrenta por causa del Nombre
[ὀνόματος – onomatos].” (Hechos 5,41)

Luego, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, el nombre es


inseparable de la persona a quien pertenece, es decir, es como parte de su
esencia. En el caso de Dios, es especialmente sagrado. Por tanto, conocer
el Nombre de nuestro Dios es entender quién es Él, poder saber qué
representa, poder usarlo con autoridad y sentirnos más seguros en quien
hemos creído.

Veamos ahora cómo se origina el nombre de Dios, cómo surge el


tetragrámaton ‫יהוה‬ , cuya transliteración al castellano sería YHVH y su
transcripción fonética sería Iod – Jey – Vav – Jey.

Comencemos con la conversación entre YHVH y Moisés que vemos en el


libro de Éxodo:
13
‫ – מ ֹ ֶׁ֔ש ה‬Mósheh] a Dios [ ‫ – ָהאֱֹל ִ֗הים‬Háelóhíym]:
Contestó Moisés [
«Si voy a los hijos de Israel [ ‫ְִׂשראֵל‬
ָ ‫ – י‬Yisra’él] y les digo: "El Dios [
‫ – אֱֹלהֵי‬Helohéy] de vuestros padres me ha enviado a vosotros"; cuando
me pregunten: "¿Cuál es su nombre?", ¿qué les responderé?»
2
14
‫ – אֱֹלהִים‬Elóhíym] a Moisés: «Yo seré quien seré [‫אֶ יֶהְה‬
Dijo Dios [
‫ – אׁשֶר אֶ יֶהְה‬Ehyéh Asher Ehyéh].» Y añadió: «Así dirás a los hijos
de Israel [ ‫ְִׂשראֵל‬
ָ ‫ – י‬Yisra’él]: "Yo seré [‫ – ֶא ְהי ֶה‬Ehyéh]" me ha enviado
a vosotros.»
15
‫ – אֱֹלהִים‬Elohíym] diciendo a Moisés: «Así dirás a los
Siguió Dios [
hijos de Israel [‫ְִׂשראֵל‬
ָ ‫ – י‬Yisra’él]: YHVH [ ‫ ]יהוה‬el Dios [ ‫– אֱֹלהֵי‬
Helohéy] de vuestros padres, el Dios [‫ – אֱֹלהֵי‬Helohéy] de Abraham, el
Dios [ ‫ – אֱֹלהֵי‬Helohéy] de Isaac y el Dios [‫ – וֵאֹלהֵי‬Vélóhéy] de Jacob,
me ha enviado a vosotros. Este es mi nombre para siempre, por él seré
invocado de generación en generación.» (Éxodo 3,13-15)

A la pregunta que Moisés le hizo a YHVH: ¿cuál será el nombre con el que
él lo presentará ante los israelitas?: Dios le responde con la primera
persona del verbo ser o estar ( ‫ – ִלהְיֹות‬Lihyót), que en el futuro simple
es: ‫ – אֲני ֶא ְהי ֶה‬any Ehyéh, es decir: Yo seré. Le dice: «Yo seré quien
seré [ ‫הי ֶה‬ְ ‫ – אֶ ְהי ֶה אׁשֶר ֶא‬Ehyéh asher Ehyéh]… "Yo seré [ ‫– ֶא ְהי ֶה‬
Ehyéh]" me ha enviado a vosotros.» (Éxodo 3,14).

Veamos la conjugación del verbo Ser o Estar ( ‫ִלהְיֹות‬


– Lihyót) en futuro,
en su forma simple, recordando siempre que en hebreo se escribe y lee de
derecha a izquierda :

‫ ( – אֶ ְהי ֶה‬Ehyéh ): seré <- ‫( – אֲני‬Any): Yo (Primera persona)


‫ ( – ּתִ ְהי ֶה‬Tihyéh ): serás <- ‫( – אַּתָ ה‬Atáh): Tú (Segunda persona
masculino)
‫ ( – י ִ ְהי ֶה‬Yihyéh ): será <-‫הּוא‬ – (Hu): Él (Tercera persona
masculino)

De acuerdo a la conjugación del verbo Lihyót, nosotros al referirnos a Dios


podríamos decir perfectamente en la tercera persona del futuro simple: «

3
‫ – י ִ ְהי ֶה‬Yihyéh me ha enviado a vosotros», es decir: « el que será me ha
enviado a vosotros».

Sin embargo, vemos que en el verso 15 de Éxodo 3, dice: “Siguió Dios [


‫ – אֱֹלהִים‬Elohíym] diciendo a Moisés: «Así dirás a los hijos de Israel:
YHVH [ ‫ ]יהוה‬el Dios [ ‫ – אֱֹלהֵי‬Elohéy] de vuestros padres… me ha
enviado a vosotros. »

Quien escribe el relato de Moisés, escribe el tetragrámaton YHVH [


‫]יהוה‬, cuya transliteración – transcripción fonética de su grafía al
castellano es yod – iod ( ‫) י‬, hey – jey ( ‫) ה‬, vav – vav ( ‫ ) ו‬y hey – jey (
‫)ה‬: de manera que no escribe el nombre de Dios, pues así aparece en los
manuscritos más antiguos que tenemos del Tanaj ( ‫ )ַּת נ ְַך‬que datan del
siglo II a.C. (luego del exilio babilónico) donde ya era prohibida su escritura
(Rollos de Qumrán encontrados en 1947).

Es bueno recordar que el sistema de escritura empleado para escribir la


lengua hebrea fue un alfabeto derivado del fenicio, distinto a la escritura
cuadrada posterior judaica que es la que terminaría por imponerse. El
sistema antiguo de escritura hebreo cambió durante el curso de la
historia; desde el año 1000 a.C. al 200 a.C. se usó el sistema proveniente
del estilo fenicio y fue el que se utilizó para copiar el texto bíblico en los
Rollos del Mar Muerto. Pero luego que los judíos volvieron del exilio en
Babilonia comenzaron a usar la escritura cuadrada de la lengua aramea,
que era la lengua oficial del Imperio Persa. Los escribas judíos adoptaron
esta escritura aramea como una forma más precisa de escribir, de manera
que cuando nuestro Señor Yeshúah [ ‫י ֵׁשּו ַע י ְׁשּועָה‬
o : Salvador] abre el
rollo para leerlo, en la sinagoga, éste era un manuscrito en escritura
cuadrada, que es como lo estamos mostrando en este breve estudio.

Y refiriéndose a esta Toráh [ ‫ּתֹורה‬


ָ ] fue que Yeshúah [ ‫י ְׁשּועָה‬
]
pronunció: “Sí, os lo aseguro: el cielo y la tierra pasarán antes que pase
una i o una tilde de la Ley (en griego νόμου – nomou): referido a la ley
contenida en el Pentateuco) sin que todo suceda.” (Mateo 5,18). Ya
sabemos lo que estas palabras significan y además, nos deja claro la

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aprobación del Salvador a la morfología lingüística de la Toráh existente
para ese momento.

Cuando Jerusalén fue destruida en el año 70 d.C. por el ejército romano,


comandado por el general Tito, los eruditos judíos se dispersaron por el
mundo antiguo y el conocimiento del hebreo comenzó a declinar;
posteriormente un grupo de judíos fariseos se reagruparon y entre el año
198 al 900 d.C. entre otras cosas, a partir del siglo VII, fueron diseñando
un sistema para marcar las vocales ( ‫נְקֻּדֹות‬
– Nekudót) y ayudar a los
lectores judíos que ya habían perdido el hebreo a pronunciar
correctamente las palabras.

Estos estudiosos que reemplazaron a los antiguos escribas fueron


conocidos como los masoretas (raíz en la palabra hebrea ‫ֶסֹורה‬
ָ ‫מ‬o
mesórá que quiere decir 'tradición’) y su tarea se llamó masora.

El texto masorético que ellos produjeron representaban las consonantes


tal como habían sido preservadas hasta el año 100 a.C., pero las vocales
que introdujeron, recordemos que no existían anteriormente, reflejaban
el conocimiento de la lengua hebrea hacia el 700 d.C. Este texto
masorético fue el que dominó los estudios del Antiguo Testamento en la
Edad Media y es la base de todas las versiones impresas que tenemos de
la Biblia hebrea.

Por tanto, hoy día, las personas apegadas a la obediencia y respeto de


YHVH [ ‫יהוה‬] no vocalizan el tetragrámaton para así evitar su
pronunciación, ya que desde antiguo se considera el nombre de YHVH
como un nombre sagrado. A pesar de eso, hoy día en muchos libros judíos
se ve vocalizado el tetragrámaton en distintas formas, como en los libros
de oraciones diarias o Sydúr [ ‫ ] סידּור‬y distintas bendiciones o Berajót
[ ‫ ] ּב ְַרכֹות‬faltando a las prohibiciones.
En el texto masorético, que es la versión de la Tanaj [ ‫ַּת נְַך‬
] o Biblia
hebraica desarrollada sobre el año 198 d.C., el cual incluye solo los 24
libros del Antiguo Testamento que usan las Iglesias protestantes, el
nombre del Eterno ocurre 6,518 veces y esta vocalizado en la mayoría de

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los casos como: ‫י ְהֹוָה‬
, que transliterado al español sería Yehováh y su
transcripción fonética al español Iejováh. Esto sin embargo no significa
que esa es la manera cómo debe pronunciarse el nombre del Dios, solo
que los masoretas en este caso utilizaron las mismas vocales de Adonáy [
‫]אֲדֹנָי‬. Tenemos también, en más de trescientas veces la combinación
‫ – י ֱהֹוִה אֲדֹנָי‬Adonáy Y(I)ehovih, y como ven, aparece Adonáy antes
del nombre sagrado, si éste se vocalizaba como Adonáy habría una
redundancia y es por esa razón que le colocaron las vocales de Elohíym
‫ אֱֹלהִים‬dando como resultado ‫ – י ֱהֹוִה‬Y(I)ehovih.
Así que, aunque no se debe hacer, se pueden ver muchas otras formas de
escribir el nombre del Eterno de forma vocalizada. Lo que si nunca vamos
a encontrar en el idioma hebreo son las palabras: ‫ – י ָאּואֵה‬Y(I)auéh , o
‫ – יָגֻאֵה‬Y(I)agüéh, o esta otra forma ‫ – י ָגּואֵה‬Y(I)auéh o ‫– כֱהֹוָה‬
Jehováh o de esta forma ‫ חֱהֹוָה‬porque estas palabras no existen.

Es importante saber que el sistema de numeración hebreo es un sistema


alfabético cuasi decimal en el que se usan las letras del alfabeto, donde no
hay notación para el cero, así por ejemplo en el tetragrámaton la letra Yod
‫י‬ ‫ )ה‬el número 5, la
– Iod ( ) representa el número 10, la letra Hey – Jey (
letra Vav – Vav (‫ )ו‬el número 6 y la última Hey – Jey ( ‫ )ה‬otra vez el
número 5. Estos números sumados resultan en el número 26. De allí que
la tradición referencie que el nombre sagrado desconocido de YHVH esté
compuesto por 26 letras.

De manera que cuando nosotros vemos el tetragrámaton hebreo ‫יהוה‬


o YHVH, como se translitera en español o en inglés no estamos viendo el
nombre del Dios Eterno, pues su nombre solo fue conocido por Moisés y
el nunca se atrevió a pronunciarlo, estas letras que representan el nombre
de Dios fueron vocalizadas después del siglo VII por los masoretas y
recuerden las palabras de Yeshúah en Mateo 5,18 en el siglo I.

Las letras del tetragrámaton hebreo son solo una composición poética o
acróstico para representar el nombre de Dios, es decir, son las letras

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iniciales de las palabras que conforman dicho acróstico, con los
componentes del verbo Ser o Estar ( ‫ִלהְיֹות‬
– Lihyót) en la tercera
persona, en los tiempos futuro, pasado y presente simple, haciendo
referencia a la declaración hecha a Moisés por el mismo Dios, de quien
era Él, en Éxodo 3,14. Veamos cómo es esta conjugación del verbo Lihyót,
en la tercera persona, que es como haríamos mención de Dios al hablar de
Él, conjuntamente con el significado de la letra Vav ( ‫) ו‬, recordemos leer
de derecha a izquierda:

‫( – יִ ְהיֶה‬Yihyéh ): Será (Futuro) < – ‫– הּוא‬ (Hu): Él (Tercera


persona masculino)
‫– ָהיָה‬ (Hayá): Fue (Pasado) < – ‫– הּוא‬ (Hu): Él (Tercera
persona masculino)
‫( – ו‬Vav): Y (coordinante copulativa)
‫( – הֹווֶה‬Hovéh): Es (Presente) < – ‫– הּוא‬ (Hu): Él (Tercera
persona masculino)

Así tenemos que el significado del acróstico de ‫ יהוה‬es:

El que será, el que fue y el que es.

YHVH será el mismo en el futuro, el mismo que fue y el mismo que es


ahora. Es grandioso.

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Existen algunas abreviaciones derivadas de esas cuatro consonantes,
como la unión de la primera consonante y la última, que se escribe y
pronuncia: Yá (Iá) ( ‫)י ָּה‬. También existe la abreviación: Yá (Iá) ( ָ ‫)יְי‬, con
la consonante Yod (Iod) ( ‫)י‬, tal como lo vemos en: Yá (Iá) Eloheyno [
ָ ‫]אֱֹלהֵינּו יְי‬, Yá (Iá) Ejád [ ‫] יְי ָ ֱאחָד‬, Yá (Iá) Elohéja [ ‫] יְי ָ אֱֹלהֶיָך‬,
que cuando va al principio de una palabra como en Y(I)eshúah [‫]י ְׁשּועָה‬
o Y(I)sra’él [‫ְִׂשראֵל‬ָ ‫ ]י‬no se escribe con la Hey (Jey) (‫ )ה‬y cuando va al
final de una palabra como Aleluy(i)á – ‫הְַּללּוי ָּה‬, con la vocal a [ ‫ ] ׇ‬o e [
ֵ ] acentuada al final, va acompañada con la letra Hey (Jey) (‫)ה‬, y en este
caso el significado de la palabra es: Alaben a Yá (Iá) (‫)י ָּה‬, o sea, Alaben a
Dios.

Con este breve estudio hemos aprendido que no debemos vocalizar el


tetragrámaton hebreo que representa el nombre de nuestro Dios, hemos
visto que los hebreos desde un principio le dieron distintos nombres para
evitar pronunciar esas cuatro consonantes y luego a partir del siglo VII los
israelitas más ortodoxos jamás la han vocalizado con el sistema de
nekudots creado por los masoretas.

Por eso es importante nuestro conocimiento en lo posible del texto


original hebreo ya que muchas traducciones modernas de las Escrituras
Sagradas no han sido muy cuidadosas al respecto, sobre todo al traducir a
los diversos idiomas el tetragrámaton que representa el nombre de Dios,
haciendo omisiones o agregados que tergiversan su verdadera
pronunciación, promoviendo una falta de respeto al Eterno.

La Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos,


que es la encargada de la mayoría de los asuntos relacionados con la
Liturgia de la Iglesia Católica y el ritual de los Sacramentos, publicó el 29
de junio del 2008 las directrices para dar el uso correcto de la traducción y
pronunciación, en la liturgia, del Nombre Divino destacado en el sagrado
tetragrámaton YHVH. El documento dice así:

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Su Eminencia / Su Excelencia:

Por directiva del Santo Padre, y de acuerdo con la Congregación para la


Doctrina de la Fe, esta Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de
los Sacramentos considera conveniente comunicar lo siguiente a las
Conferencias Episcopales, con respecto a la traducción y la pronunciación,
en la liturgia, del Nombre Divino significado en el sagrado tetragrama,
junto con algunas directivas.

I. Exposición:

1. Las palabras de la Sagrada Escritura contenidas en el Antiguo y en el


Nuevo Testamento expresan la verdad que trasciende los límites
impuestos por el tiempo y los lugares. Son la Palabra de Dios
expresada en palabras humanas, y por medio de estas palabras de
vida, el Espíritu Santo introduce a los fieles en el conocimiento de la
verdad total y completa, y de este modo, la Palabra de Cristo va a
morar dentro de los fieles en toda su riqueza (Juan 14, 26; 16, 12-
15). Para que la Palabra de Dios, escrita en los textos sagrados,
pueda ser conservada y transmitida de una manera íntegra y fiel, las
traducciones modernas de los libros de la Biblia intentan ser una
transposición fiel y exacta de los textos originales. Este esfuerzo
literario requiere que el texto original sea traducido con la máxima
integridad y exactitud, sin omisiones ni agregados en lo que
respecta a los contenidos, y sin introducir comentarios explicativos
o paráfrasis que no pertenezcan al texto sagrado.

En cuanto al nombre sagrado de Dios mismo, los traductores deben actuar


con la mayor fidelidad y el mayor respeto. En particular, como destaca la
Instrucción Liturgiam authenticam (nº 41):

Según una tradición inmemorial recibida, que ya aparece en la citada


versión “de los Setenta”, el nombre de Dios omnipotente, expresado en
hebreo con el tetragrama sagrado, y en latín con el término “Dominus ”, se
debe traducir en toda lengua vernácula con un término del mismo
significado. [iuxta traditionem ab immemorabili receptam, immo in ( …)
versione “LXX virorum” iam perspicuam, nomen Dei omnipotentis, sacro
tetragrammate hebraice expressum, latine vocabulo “Dominus”, in qua vis
lingua populari vocabulo quodam eiusdem significationis reddatur].

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A pesar de esta norma tan clara, en los últimos años, se suele pronunciar,
en la práctica, el nombre propio del Dios de Israel, conocido como el santo
o divino tetragrama, escrito con cuatro consonantes del alfabeto hebreo,
en la forma, ‫יהוה‬ - YHVH. La práctica de vocalizarlo tiene lugar tanto en
la lectura de los textos bíblicos tomados del Leccionario como en las
oraciones e himnos, y se da en diversas formas escritas y habladas, por
ejemplo: “Yahweh, “Yahwé, “Jahweh, “Jahwé, “Jave, “Jehová, etcétera.
Por medio de esta carta, queremos exponer algunos puntos esenciales
que subyacen detrás de la norma anteriormente mencionada, y establecer
algunas directivas para cumplir en esta materia.

2. La venerable tradición bíblica de la Sagrada Escritura, conocida como


Antiguo Testamento, presenta una serie de denominaciones divinas entre
las que se encuentra el nombre sagrado de Dios revelado en el tetragrama
‫ – יהוה‬YHVH. Como expresión de la infinita grandeza y majestad de Dios,
se consideraba impronunciable y por eso se ha reemplazado durante la
lectura de la Sagrada Escritura por el uso de un nombre alternativo:
Adonai”, que significa “Señor.

La traducción griega del Antiguo Testamento, la llamada Septuaginta, que


data de los últimos siglos previos a la era cristiana, traduce el tetragrama
hebreo con la palabra griega Kyrios, que significa “Señor”. Dado que el
texto de la Septuaginta constituyó la Biblia de la primera generación de
cristianos de habla griega, en cuya lengua fueron escritos también todos
los libros del Nuevo Testamento, desde el principio, esos cristianos nunca
pronunciaron el tetragrama divino. Algo similar sucedió con los cristianos
de habla latina, cuya literatura comenzó a surgir a partir del segundo siglo,
como lo manifiesta primero la Vetus Latina y, después, la Vulgata de San
Jerónimo: también en estas traducciones el tetragrama era reemplazado
por la palabra latina “Dominus”, que correspondía tanto al hebreo Adonai
como al griego Kyrios. Lo mismo vale para la reciente Neo-Vulgata que la
Iglesia emplea en la Liturgia.

Este hecho ha tenido importantes implicaciones para la Cristología del


Nuevo Testamento. Cuando san Pablo escribe, con respecto a la
Crucifixión, que: “Dios lo exaltó y le otorgó el Nombre que está sobre todo
nombre” (Filipenses 2, 9), se refiere al nombre “Señor”, ya que continúa:
“y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor” (Filipenses 2, 11; cf.
Isaías 42, 8: Yo Soy el Señor, ése es mi nombre). La atribución de este

10
título a Cristo Resucitado corresponde exactamente a la proclamación de
su divinidad. De hecho, el título del Dios de Israel y del Mesías de la fe
cristiana se hace intercambiable, incluso cuando no es uno de los títulos
usados para el Mesías de Israel. En un sentido estrictamente teológico,
este título se encuentra, por ejemplo, ya en el primer Evangelio canónico
(cf. Mateo 1, 20: “El Ángel del Señor se apareció a José en un sueño) y se
ve como una regla en las citas del Antiguo Testamento en el Nuevo
Testamento (cf. Hechos 2, 20: “El sol se convertirá en tinieblas … antes de
que llegue el Día del Señor” (Joel 3, 4); 1Pedro 1, 25: “La Palabra del Señor
permanece por siempre” (Isaías 40, 8). Sin embargo, en un sentido
estrictamente cristológico, además del citado texto de Filipenses 2, 9-11,
podemos recordar Romanos 10, 9 (Si confiesas con tu boca que Jesús es
Señor, y crees en tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos,
serás salvo), 1 Corintios 2, 8 (no habrían crucificado al Señor de la Gloria),
1 Corintios 12, 3 (Nadie puede decir ‘Jesús es Señor’, sino con el Espíritu
Santo), y la frecuente fórmula referente al cristiano que vive en el Señor”
(Romanos 16, 2; 1Corintios 7, 22; 1Tesalonicenses 3, 8; etc.)

3. Que la Iglesia no pronuncie el tetragrama del Nombre de Dios tiene, por


lo tanto, sus propios fundamentos. Además de un motivo de orden
puramente filológico, existe también el de permanecer fieles a la tradición
de la Iglesia: desde el principio, el sagrado tetragrama nunca fue
pronunciado en el contexto cristiano, ni traducido a ninguno de los
idiomas en los que fue traducida la Biblia.

II. Directivas

A la luz de lo expuesto, han de ser observadas las siguientes directivas:

1) En las celebraciones litúrgicas, en los cantos y las oraciones, el Nombre


de Dios en la forma del tetragrama YHVH no deberá ser usado ni
pronunciado.
2) En la traducción del texto bíblico a idiomas modernos, para el uso
litúrgico de la Iglesia, debe seguirse lo que está prescripto en el nº 41
de la Instrucción Liturgiam authenticam, es decir, que el divino
tetragrama debe ser traducido por el equivalente de Adonai/Kyrios:
Lord, “Signore, “Seigneur, “Herr, “Señor, etcétera.
3) Al traducir, en el contexto litúrgico, los textos en los que están
presentes uno después de otro, ya sea el término hebreo Adonai o el
tetragrama YHVH, Adonai debe traducirse como “Señor”, y la palabra

11
Dios” se usará para el tetragrama YHVH, de forma similar a lo que
sucede con la traducción griega de la Septuaginta y con la traducción
latina de la Vulgata.

De la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos,


29 de junio de 2008.

Francis Card. Arinze


Prefecto

Albert Malcolm Ranjith


Arzobispo Secretario.

CONCLUSIONES

Demos pues gran importancia al Nombre de nuestro Dios como desde el


principio, Él mandó a los sacerdotes que pusiesen suma importancia a su
Nombre:
"Si no escucháis y si no decidís de corazón dar gloria a mi nombre (
ֹ ‫ׁשמִי‬
ְ ‫ – ִל‬Lishmiy), ha dicho YHVH de los ejércitos [‫– י ְהוָה ְצבָא ֹות‬
Yehváh Tzeváot], enviaré maldición sobre vosotros y maldeciré
vuestras bendiciones; y ya las he maldecido, porque no os habéis decidido
de corazón." (Malaquías 2, 2)

APENDICE

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ALFABETO HEBREO

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