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La Tercera Palabra
Juan 19:26-27

19:26 Cuando vio Jesús a su madre, y al discípulo a quien él

amaba, que estaba presente, dijo a su madre: Mujer, he ahí tu hijo.
19:27 Después dijo al discípulo: He ahí tu madre. Y desde aquella
hora el discípulo la recibió en su casa

Introducción: Este momento en la cruz es el interesado en cuidar a su madre, en momentos de

tiempo de agonía intermedia, ya el Maestro había
experimentado la soledad en la fría noche de su
arresto, el dolor de una paliza que le fue dada sin
razón alguna, la tristeza de un juicio sin justicia y
como si fuera poco todo este drama, la burla y el
escarnio que hacía ver como su condena era
motivo de celebración... En esta palabra Jesucristo
realiza una de las más sencillas pero más claras
exposiciones acerca del trabajo social del evange-
lio, justo aquí, refleja que la redención de las almas
no está lejos del afecto fraternal entre hermanos y
enseña directamente como el suplir las necesida-
des del prójimo va mucho más allá de las tangibles,
es decir, hambre, calzado, vestido, entre otras...
sino que ese suplir abarca la mirada, las palabras y
el compañerismo que debe tener el ser humano
reiterando la máxima evangélica “mejor es dos que
uno”.
necesidad, del mismo modo como siempre quiere
cuidar de usted y de mi en esos momentos cuando
su cuidado es indispensable, Asimismo estaba el
Jesús 100% hombre haciendo cosas de hombres,
y de hombres de verdad, cuidando, protegiendo,
supliendo, en fin amando a su prójimo como a sí
mismo, y junto a Él, aquel Jesús 100% Dios culmi-
nado la obra redentora y la construcción de un
camino al perdón eterno ese que minutos antes
había dicho algo como “Hoy estarás conmigo en el
paraíso” dejando claro que es muy serio, verdade-
ramente serio el amar a Dios sobre todas las
cosas, no obstante en Jesucristo ambos quehace-
res están claramente ejemplificados, pues siempre
hizo notar su interés tanto por cuidar de su prójimo,
como el interés por ser “obediente hasta la muerte
y muerte de cruz”, en Jesucristo siempre hay
razones para cuidarle a usted.

JESÚS EJEMPLO COMO HIJO JESÚS COMO EJEMPLO DE

El ser ejemplo nuestro es el reconocimiento que
hacemos a Jesucristo como el ideal para estable-
cer nuestro accionar de frente a lo que salga,
somos valientes, claro que somos valientes
Porque Jesús es valiente, somos honestos por
supuesto, porque Jesús fue honesto, somos
veraces, desde luego pues en Jesús nunca hubo
mentira, y ahora en la Cruz vemos a Jesús siempre
RESPONSABILIDAD
Esta escena estudiada desde cualquier óptica
muestra a un Jesús responsable en el momento
cuando un ser humano cualquiera mostraría el
más grande desequilibrio emocional, Él estaba
centrado en que ya no estaría allí para cuidar a
aquel ser escogido para acompañarle por más
tiempo que cualquier otro en la tierra, independien-
temente de cual que fuera la razón para no dejar a
María al cuidado de sus otros hijos, la nueva
relación entre María y Juan pone de manifiesto las
previsiones hechas para nosotros en el cuerpo de
Cristo, es notorio que en Frases como He ahí tu
hijo... y he ahí tu madre, están condensadas tareas
fundamentales de la iglesia como el cuidado de los
creyentes, que constituye la columna vertebral del
evangelio, pues en la congregación todos los niños
son cuidados por todos los adultos, y todos los
niños llegan a ser con una buena educación cristia-
na obedientes y respetuosos de todos los herma-
nos adultos, porque el amor de Cristo nos constriñe
y nos transforma. Jesús deja la responsabilidad de
cuidar a los creyentes, a los c r e y e n t e s,
entienda bien, no a la familia de los creyentes, no al
gobierno del país donde viven los creyentes, no al
Pastor de la iglesia o al misionero de la congrega-
ción exclusivamente, sino al “Que tenga ojos y vea”
es decir al CREYENTE comportándonos como
miembros de la familia de la fe.
JESÚS COMO EJEMPLO DE TRIUNFO
Por último es observable como la enseñanza de
Jesucristo en la Cruz del calvario es su más notorio
triunfo sobre la faz de la tierra, cada uno de los que
han oído la historia de Cristo, son entendedores de
un antes y un después en la vida... La tercera
palabra en la Cruz, muestra a Juan el discípulo en
la escena demostrando el valor de un cristiano
genuino, para el resto de los personajes alrededor
del Gólgota, este hombre allí era una posible
recompensa, sin embargo no negó su fe, y menos
rehuyó a la responsabilidad dada por el Maestro en
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el momento de vicisitud, con mucho amor recibió la
La Tercera Palabra
orden y con mucho amor la cumplió, por eso al fina
se lee la expresión y la recibió en su casa... luego la
acompañó en la iglesia y seguramente escuchó
sus historias, y más seguramente aprendió de ella
un poco más sobre el amor de Dios que le acompa-
ñó desde su adolescencia, y en contraparte es
bueno hacer el cuadro de María disfrutando a Juan
y a los demás creyentes acercándose a escuchar-
la, y dándose consuelo unos a otros, y recordando
juntos momentos que compartieron con el Señor,
es una de las escenas más gratificantes para el
Cristiano, Jesús dice hoy a la Iglesia... He ahí a tus
hijos... y aunque “andando y llorando llevamos la
preciosa semilla” es alegría para ella cuando con
“regocijo” traemos las gavillas. y a los Creyentes
He ahí a tu madre... señalándonos a la congrega-
ción como fuente de conocimiento y de atención,
con un sin fin de historias que nos alientan a
permanecer juntos.
Conclusión: Jesús nunca evadió sus respon-
sabilidades, pagó tributos, alimentó multitudes,
resucitó amigos, enseñó el mensaje de salvación
en todo momento, y en la cruz no iba a ser la excep-
ción, ahí dejó marcado en la tercera palabra que
vio de la felicidad de su madre hasta el último
aliento, y aunque María tuviera otros hijos, él sabía
que como fiel creyente ella era miembro de algo
más grande y significativo, ahí queda explicado el
tema de que “mi madre y mis hermanos son los que
hacen la voluntad de mi Padre” lo cual ha llegado a
tergiversarse como un desconocimiento de Jesús
a María, por el contrario en la Cruz deja sentado el
amor por esta gran mujer y la necesidad que tenía
Jesús en su corazón de amar para siempre a su
madre y a su iglesia.