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5 Antologia de textos: 1 cantar de gesta VERSION ORIGINAL ADAPTACION Valencia sedi mio Gid con todos lo sos, con ello amos sos yernos infantes de Cartén, Yazies en un escatio, durmie e! Camoeader, ‘mala sobrevienta, sabed, que les cunts saliés de la red @ desatés el leén, ‘grant miedo se vieron por medio de la cort ‘enbragan los mantos los cle! Campeador, © gercan ol escario,e fincan sobre so sefor. sant Gongalve7, infant de Caron, non vido all dos algasse, nin cémara abierta nin torre, ‘matios sol esacario, tanto ovo el pavor. Diag Gongaivez por la puorta sali, dliciendo de la boca: «non veré Carré Tras una viga lagar’ metiés con grant pavor; el manto e e! bral? todo suzio lo sacé. esto desperté el que en buen ora nagié Vico gorcado ol escafo do sos buenos varones: +Qués esto, mesnadas, 0 qué queredes vos?» +Ya sefior ondrado, rebata nos dio el leén,» Mio Gid fines el cobdo, en pie se levar el manto trae al cullo, e adeliié pora’ leén: el le6n quando lo vio, assi envergongé, ante mio Gid la caboga promié e ol rosto fined, Mio Gid don Rodrigo al cuelo lo tomé, @ lévalo adestrando, en la rede metis, ‘A maravila lo han quantes que i son, « toméronse al palagio pora la cart Mio Gid por sos yarnos domandé @ no fos fall ‘maguer los estén lamande, ninguno no responce. Quando los falaron, ass! vinisron sin color non vidiestes tal juego commo iva por la cor mandéia vedar mio Gide! Campeader Muchos tovieron por enbaidos infantes de Canién, fiera cosa les pesa desto que les cuntié. ‘Anénime, Cantar de Mio Cid. Ed. de Enrique Rull. Ed. Sociedad Ger Estaba Mio Cid en Valencia con todos los suyos, con sus dos yernos, los Infantes de Carrion Yacia en un banco, dormia el Campeaclr, sabed que los sucaclé un mal acontecimiento: se sald de la red y se desaté el leén. ‘Se vieron con gran miedo en la corte; ccogen sus canas los del Campeador, ¥ytodean el banco y se sittan sobre su senor. Fernan Gonzalez, infante de Carrién, ‘no vio al donde esconderse, ni habitacién abierta ni torre se metié bajo el banco, tanto le pudo el pavor. Diaz Gonzalez salié por la puerta, gritando: «|No veré Carini» ‘Tras una viga lagar’ so metid con gran pavor; sacé todo sucio el manto y el bral. En esto que desperté el que en buena hora nacié, Viol banco rodeado de sus buenos varones: *LQUé #8 esto, tropas, © qué queréis vosotros?: Honrado sefior, el ledn nos ha puesto en guardiax Mio Gid fines ol cad, se levanté en pio se echa su capa al cuello y se digié al leén cl leén cuando lo vio, de esta manara se avergonzé, ante Mio Cid bajé la cabeza y el rostro, Mio Cid don Rodtigo lo tomé por el cusllo ¥ylo lleva amansado, lo metié en la red. ‘Todos los que habia ali’ se maravilaron, ¥¥80 valviavon al palacio, hacia la corto, Mio Cid pregunté por sus yernos y no los encont ‘aunque los llamaron, no respondié ninguno, Cuando los encontraron, e: no 08 podéis imaginar cémo bromeaban porla corte; mandé Mio Cid el Campeador que no continuasen (riéndose de ellos), Los infantes de Ganién se sintieron ultajads, les pesa mucho esto que les suoedié, an sin color ral Espafola de Libreria. " viga lagar: travesafio que se halla sobre el lugar donde se pisaba la uva para hacer el vino, tb faldén de seda u otra tela que traian los hombres de armas desde la cintura hasta encima de las rodillas. © grupo edebé Antologia de textos: EI Romancero ROMANCE DE DON RODRIGO DE LARA A cazar va don Rodrigo, y aun don Rodrigo de Lara; con la gran siesta’ que hace arrimado se ha a una haya maldiciendo a Mudarrillo, hijo de la renegada*, que si alas manos le hubiese, que le sacaria el alma. El sefor estando en esto, Mudarrillo que asomaba: —Dios te salve, caballero, debajo la verde haya. —Asi haga a ti, escudero, buena sea tu llegada. —Digasme ti, el caballero, como era la tu gracia. —A mi dicen don Rodrigo, y aun don Rodrigo de Lara, curiado de Gonzalo Gustos, hermano de dofia Sancha; por sobrinos me los hube los siete infantes de Salas. Espero aqui a Mudarrilo, hijo de la renegada; si delante lo tuviese, yo le sacarfa el alma. —Si ati dicen don Rodrigo, y aun don Rodrigo de Lara, ‘ami Mudarra Gonzalez, hijo de la renegada, de Gonzalo Gustos hijo y alnado? de dofta Sancha; por hermanos me los hube los siete infantes de Salas. Ti los vendiste traidor, en el val de la Arabiana; mas si Dios a mime ayuda, aqui dejaras el alma. —Espéresme, don Gonzalo®, iré a tomar las mis armas. —El espera que tii diste a los infantes de Lara. Aqui morirds, traidor, ‘enemigo de dofia Sancha Anénimo, Romancero. Ed. Santilana. * siesta: aqui significa «hora soxtav, la que comianza a partir del mediodia y, por Io tanto, la mas calurosa * renegada: quo ha renogado de su religion, en este caso, convertida al erstanismo. Yalnado: hijo que uno de los cényuges aporta al matrimonio. Segiin la tradicién, Mudarra fue adoptado por doa Sancha, lo que le daba todos los derechos y el deber de defender el honor de la familia “val: valle. * Segui la tradicién, Mudarra se convirtié al cristianismo y tomé el nombre de Gonzalo, de ahi los dos nombres con que aparece en el romance. 221 © grupo edebé Antologia de textos: Lirica culta medieval Recuerde’ el alma dormida, avive el seso y despierte, contemplando cémo se pasa la vida; cémo se viene la muerte tan callando; cuan presto® se va el placer; cémo, después de acordado’, da dolor; cémo, a nuestro parecer, cualquier tiempo pasado fue mojor. Pues si vemos lo presente, cémo en un punto se es ido y acabado, si juzgamos sabiamente, daremos lo no venido por pasado, No se engafe nadie, no, pensando que ha de durar lo que espera mas que duré lo que vio, pues que todo ha de pasar por tal manera. Nuestras vidas son los rios que van a dar en la mar, que es el morir; alli van los sefiorios* derechos a se acabar y consumir; alli los rios caudales, alli los otros medianos y mas chicos, allegados, son iguales los que viven por sus manos y los ricos. Este mundo es el camino para el otro, que es morada sin pesar; mas cumple tener buen tino para andar esta jornada sin errar. Partimos cuando nacemos, andamos mientras vivimos, y llegamos al tiempo que fenecemos; ‘asi que cuando morimos descansamos. Ved de cudn poco valor son las cosas tras que andamos y corremos, que, en este mundo traidor, ‘aun primero que muramos las perdemos. De ellas deshace la edad, de ellas casos desastrados que acaecen, de ellas, por su calidad, en los mas altos estados desfallecen. Jorge Manrique, Coplas a la muerte de su padre, (adaptacién). * recuerde... avive: esté atenta. *presto: rapido, * acordado: terminado. 222 * sefiorios: propiedades, haciendas. © grupo edebé Antologia de textos: La prosa medieval EJEMPLO IV LO QUE UN GENOVES, AL MORIRSE, DIJO A SU ALMA Un dia hablaba el Conde Lucanor con su consejero Patronio y le contaba lo siguiente: —Patronio, gracias a Dios yo tengo mis tierras bien cultivadas y pacificadas, asi como todo lo que preciso segtin mi estado y, por suerte, quiz4s ms, segin dicen mis iguales y vecinos, algunos de los cuales me aconsejan que inicle una empresa de cierto riesgo. Pero aunque yo siento grandes deseos de hacerlo, por la confianza que tengo en vos no la he querido comenzar hasta hablaros, para que me aconsejéis lo que deba hacer en este asunto. —Sefior Conde Lucanor —dijo Patronio—, para que hagais lo mas conveniente, me gustaria mucho conta- ros lo que le sucedié a un genovés. El conde le pidié que asi Io hiciera, Patronio comenzé: —Sefior Conde Lucanor, habia un genovés muy rico y muy afortunado, en opinién de sus vecinos. Este ge- novés enfermé gravemente y, notando que se morla, reunié a parientes y amigos y, cuando estos llegaron, mand6 llamar a su mujer y a sus hijos; se sent6 en una sala muy hermosa desde donde se vefa ol mar y la costa; hizo traer sus joyas y riquezas y, cuando las tuvo cerca, comenzé a hablar en broma con su alma: Alma, bien veo que quieres abandonarme y no sé por qué, pues si buscas mujer e hijos, aqui tienes unos tan maravillosos que podrés sentirte satisfecha; si buscas parientes y amigos, también aqui tienes muchos y muy distinguidos; si buscas plata, oro, piedras preciosas, joyas, tapices, mercancias para tra- ficar, aqui tienes tal cantidad que nunca ambicionaras mas; si quieres naves y galeras que te produzcan riqueza y aumenten tu honta, ahi estan, en el puerto que se ve desde esta sala; si buscas tierras y huer- tas fértles, que también sean frescas y deleitosas, estén bajo estas ventanas; si quieres caballos y mu- las, y aves y potros para la caza y para tu diversion, y hasta juglares para que te acompafien y distral- gan; si buscas casa suntuosa, bien equipada con camas y estrados y cuantas cosas son necesarias, de todo esto no te falta nada. Y pues no te das por satisfecha con tantos bienes ni quieres gozar de ellos, fs evidente que no los deseas. Si prefieres ir en busca de lo desconocido, vete con la ira de Dios, que ser muy necio quien se aflja por el mal que te venga». Y vos, sefior Conde Lucanor, pues gracias a Dios estdis en paz, con bien y con honta, pienso que no serd de buen juicio arriesgar todo lo que ahora poseéis para iniciar la empresa que os aconsejan, pues quizés esos consejeros os lo dicen porque saben que, una vez metido en ese asunto, por fuerza habréis de hacer lo que ellos quieran y seguir su voluntad, mientras que ahora que estais en paz, siguen ellos la vuestra. Y quizés piensan que de este modo podran medrar ellos, lo que no conseguirian mientras vos vivais en paz, 08 sucedetia lo que al genovés con su alma; por eso prefiero aconsejaros que, mientras podais vivir con ‘ranquilidad y sosiego, sin que os falte nada, no os metais en una empresa donde tengais que arriesgarlo todo. Al conde le agradé mucho este consejo que le dio Patronio, obr6 segtin él y obtuvo muy buenos resultados. Y cuando don Juan oyé este cuento, lo considers bueno, pero no quiso hacer otra vez versos, sino que lo terminé con este refran muy extendido entre las viejas de Castilla: El que esté bien sentado, no se levante. Don Juan Manuel, E! conde Lucanor. Edebé. © grupo edebé 223 224 Antologia de textos: E! teatro medieval Resumen: Calisto ha entrado en busca de su halodn en el jardin de Melibea. Alli la encuentra, se enamora y le confiesa su amor. Esta le rechaza. Calisto. En esto veo, Melibea, la grandeza de Dios. Melibea. —{En qué, Calisto? Calisto. —En dar poder a natura que de tan perfecta hermosura te dotase y haber a mi inmérito tanta merced que verte alcanzase y en tan conveniente lugar, que mi secreto dolor manifestar pu- diese. Sin duda incomparable es mayor tal galardén que el servicio, sacrificio, devocién y obras pi- as, que por este lugar alcanzar tengo yo a Dios ofrecido, ni otro poder mi voluntad humana puede ‘cumplir. ;Quién vio en esta vida cuerpo glorificado de ninglin hombre, como ahora el mio? Por ciet- to, los gloriosos santos, que se deleitan en la visién divina, no gozan mas que yo ahora en el aca- tamiento’ tuyo. Mas, joh, triste!, que en esto diferimos: que ellos puramente se glorifican sin temor de caer de tal bienaventuranza, y yo, mixto", me alegro con recelo del esquivo tormento que tu au- sencia me ha de causar. Melibea. —{Por grande premio tienes esto, Calisto? Calisto. —Téngolo por tanto en verdad que, si Dios me diese en el cielo la silla sobre sus santos, no lo tendria por tanta felicidad. Melibea. —Pues atin més galardén te daré yo, si perseveras. Calisto. —jOh bienaventuradas orejas mias, que indignamente tan gran palabra habéis ofdo! Melibea. —Mas desventuradas de que me acabes de oir. Porque la paga seré tan fiera cual me- rece tu loco atrevimiento. Y el intento de tus palabras, Calisto, ha sido de ingenio y de tal hombre como ti, haber de salir para perderse en la virtud de tal mujer como yo. jVete! ;Vete de ahi, torpe! Que no puede mi paciencia tolerar que haya subido en corazén humano conmigo el ilicito amor co- municar su deleite. Calisto. —Iré como aquel contra quien solamente la adversa fortuna pone su estudio con odio cruel. Fernando de Rojas, La Celestina. EI Pais. ‘acatamiento: observacién. *mixto: al roves © grupo edebé Antologia de textos: La I EGLOGAI El dulce lamentar de dos pastores, Salicio juntamente y Nemoroso, he de cantar, sus quejas imitando; cuyas ovejas al cantar sabroso estaban muy atentas, los amores, de pacer olvidadas, escuchando. Tu, que ganaste obrando un nombre en todo el mundo y un grado sin segundo, agora’ estés atento solo y dado al inclito* gobierno del estado albano, agora vuelto a otra parte, resplandeciente, armado, representando en tierra al fiero Marte® [ CANCION V Side mi baja lira’ tanto pudiese el son que en un momento aplacase la ira del animoso viento y la furia del mar y el movi y en asperas montafias con el suave canto enterneciese las fieras alimanas, los drboles moviese yal son confusamente los trujiese* no pienses que cantado seria de mi, hermosa flor de Gnido, el fiero Marte airado, ‘a muerte convertido, de polvo y sangre y de sudor tefido [ SONETO XVIII Si a vuestra voluntad yo soy de cera ¥ Por sol tengo solo vuestra vista, la cual a quien no inflama © no conquista con su mirar es de sentido fuera’, ide dé viene una cosa que, si fuera menos veces de mi probada y vista, segtin parece que a raz6n resista, ami sentido mismo no creyera? Y es que yo soy de lejos inflamado de vuestra ardiente vista y encendido tanto que en vida me sostengo apenas; mas si de cerca soy acometido de vuestros ojos, Iuego siento helado cuajérseme la sangre por las venas.” Garcilaso de la Vega, Obras completas. Ed. Plaza y Janés. ora: ahora *inelito: muy tamoso. Marte: dios de la guerra. ‘tira: instrument musical de cuerda. De este poema procede el nombre de las estrofas denominadas «liras Strujiese: trajese, “de sentido fuera: fuera de sentido, sin seso, loco. 71 poota juoga con la antitesis de que, siendo 6! de cera y la amada el Sol, al estar corca lo hela y al alejarse lo en- ciende, 225 © grupo edebé 5 Antologia de textos: La lirica del Segundo Renacimiento Ayes del destierro iOh llama de amor vival, iCuén triste es, Dios mio; que tiernamente hieres La vida sin ti! de mi alma en el mas profundo centro!, Ansiosa de verte pues ya no eres esquiva, Deseo morir. acaba ya si quieres, rompe la tela deste dulce encuentro. Carrera muy larga es la de este suelo, ih cauterio’ suave! morada penosa, iOh regalada llaga! muy duro destierro. ih mano bianda! ;Oh toque delicado, 10h duefio adorado, que a vida eterna sabe sécame de aqui! y toda deuda pagal Ansiosa de verte Matando, muerte en vida la has trocado. Deseo mori. ih lémparas de fuego Ligubre es la vida, ‘en cuyos resplandores amarga en estremo’; las profundas cavernas del sentido, que no vive el alma que estaba oscuro y ciego, que esté de ti lejos. con extrafos primores Oh dulce bien mio, calor y luz dan junto a su querido! que soy infeliz! jCuan manso y amoroso Ansiosa de verte recuerdas‘en mi seno, Deseo morir donde secretamente solo moras! Y en tu aspirar sabroso, de bien y gloria lleno, {oh muerte benigna, jouén delicadamente me enamoras! socorre mis penas! tus golpes son dulces, ‘San Juan de la Cruz que el alma libertan. iQué dicha, oh mi amado, estar junto a Ti! Ansiosa de verte Deseo morir. El amor mundano apega a esta vida; el amor divino por la otra suspira. sin ti, Dios eterno, {Quién puede vivir? Ansiosa de verte Deseo morir. La vida terrena @s continuo duelo; vida verdadera la hay sélo en el cielo. permite, Dios mio, que viva yo alli. Ansiosa de verte Deseo morir. Santa Teresa de Jesis, ‘estremo: extreme. * llama: la llama es el simbolo del Espiritu Santo, * eauterio: tratamiento curativo que consiste en quemar la herida para que cicattice. Simbolo del Espiritu Santo, “recuerdas: despiortas. 226 © grupo edebé 5 Antologia de textos: La novela picaresca Visto esto y las malas burlas que el ciego burlaba de mi, determiné de todo dejalle’; y, como lo traia pensado y lo tenia en voluntad, con este postrer juego que me hizo afirmelo mas. Y fue ans/* que luego otto dia salimos por la villa a pedir limosna, y habia llovido mucho la noche antes; y porque el dia también llovia, y andaba rezando debajo de unos portales que en aquel pueblo habia, don- de no nos mojabamos, mas como la noche se venia y el llover no cesaba, dijome el ciego: —Lazaro, esta agua esta muy porfiada, y cuanto la noche mas cierra, més recia: acojamonos a la posada con tiempo. Para ir alli habfamos de pasar un arroyo, que con la mucho agua iba grande. Yo le dije: —Tio, el arroyo va muy ancho; mas, si queréis, yo veo por donde travesemos mas aina’ sin nos mojat, porque se estrecha alli mucho, y saltando pasaremos a pie enjuto. Paresciole buen consejo y di —Discreto eres, por eso te quiero bien. Llévame a ese lugar donde el arroyo se ensangosta’, que agora es invierno y sabe mal el agua, y mas llevar los pies mojados. Yo, que vi el aparejo de mi deseo, saquele de bajo de los portales y llevelo derecho de un pilar 0 poste de piedra que en la plaza estaba, sobre el cual y sobre otros cargaban saledizos® de aque- llas casas, y digole —Tio, éste es el paso mas angosto que en el arroyo hay. Como llovia recio y el triste se mojaba, y con la prisa que llevabamos de salir del agua, que enc ma de nés caja, y, lo mas principal, porque Dios le cegé aquella hora el entendimiento (fue por dar- me de él venganza), creyose de mi* y di —Ponme bien derecho y salta ti el arroyo. Yo le puse bien derecho enfrente del pilar, y doy un salto y péngome detrés del poste, como quien espera tope de toro, y dijele: —iSus! Saltad todo lo que podais, porque deis de este cabo’ del agua. ‘Aun apenas lo habia acabado de decir, cuando se abalanza el pobre ciego como cabrén® y de to- da su fuerza arremete, tomando un paso atrés de la corrida para hacer mayor salto, y da con la ca- beza en el poste, que soné tan recio como si diera con una gran calabaza, y cayé luego para tras medio muerto y hendida la cabeza. —{Cémo, y olisteis la longaniza’ y no el poste? {Olé, olé! —le dije yo. Y dejele en poder de mucha gente que lo habia ido a socorrer, y tomé la puerta de la villa en los pies de un trote, y antes que la noche viniese di conmigo en Torrijos. No supe mas lo que Dios de é1 hizo ni curé de lo saber. Anénimo, Lazarillo de Tormes. * dejalle: dejar. cabo: lado. *ansit asi *eabrén: macho de cabra. También tiene el sentido des- ® ana: répidamente, pectivo referido a una persona que juega malas pasa- das. “ensangosta: se hace més estrecho. *saledizos: parte del edficio que sobresale y que nor- malmente descansa sobre columnas o pares “ereyose de mi: contié en mi “olistels la longaniza: hace referencia a un episodio anterior en que Lazaro salié mal parado al intentar ro- barle una longaniza al ciego. © grupo edebé 227 228 5 Antologia de textos: E! teatro barroco Resumen: Don Alonso esta enamorado de Inés, pero también la ama don Rodrigo, favorito del pa- dre de ella. En esta escena, don Alonso y su criado Tello han ido a visitar a escondidas a Inés; en ese momento entra don Pedro, el padre de Inés. Inés. —iMi padre! serd novedad, que en mi ‘no quiera Dios que lo impida [... ‘Alonso. —jHa de entrar? siempre fue voluntad (Vase, y salgan don Alonso y Tello) Inés. —Escondeos, Y, ya que estoy declarada, Alonso. —Este jes remedio posible? Alonso. —:Dénde? hazme mafana cortar Inés. Como yo agora le tenga (Ellos se entran, y sale don Pedro) un habito’, para dar para que este don Rodrigo Pedro. —Inés mia, fin a esta gala escusada; no llegue al fin que desea, agora! por recoger? que asi quiero andar, sefior, bien sabes que breves males Cémo no te has acostado? mientras me ensefan latin la dilacién los remedia: Inés. —Rezando, sefior he estado, Leonor te queda, que al fin ‘que no dejan esperanza, por lo que dijiste ayer, te dard niotos Leonor. sino hay segunda sentencia. rogando a Dios que me incline Y por mi madre te ruego Tello, —Dice bien, sefior; que en tanto @ lo que fuere mejor. que en esto no me repliques, ‘que dofia Inés cante y lea, Pedro. —Cuando para ti mi amor _sino que medios apliques podéis dar orden los dos imposibles imagine, ‘a mieleccién y sosiego. para que os valga la Iglesia, no puciera hallar un hombre Haz buscar una mujer Sin esto, descontiado come don Rodrigo, Inés. de buena y santa opinién, ddon Rodrigo, no haré fuerza Inés. —Ansi' dicen todos que es que me dé alguna licién* a don Pedro en la palabra, de su buena fama el nombre; de lo que tengo que ser, pues no tendra por ofensa y habiéndome de casar, y un maestro de cantar, ue le deje dofia Inés ninguno en Medina hubiera, que de latin sea también. ppor quien dice que le deja. ni en Casilla, que pudiera Pedro. —jEres ti quien habla, oquién? También es linda ocasién sus méritos igualar Inés. —Esto es hacer, no es hablar. para que yo vaya y venga Pedro, —,Cémo habiendo de casarte? Pedro. —Por una parte mipecho _con libertad a esta casa, Inés. —Sofor, hasta ser forzosos _se enterece de escucharte, ‘Alonso. —jLibertad! ,De qué manera? decir que ya tengo esposo, Inés, y por otra parte, Tello. —Pues ha de leer latin, no he querido disgustarte. de duro marmol le has hecho, no seré facil que pueda Pedro. —jEsposo! {Qué novedad En tu verde edad mi vida ‘sor yo quien venga a ensefiaria? es ésta, Inés? esperaba sucesién; iy verds con qué destreza Inés. —Para ti pero si esto es vocacién, la ensefo a leer tus cartas! Lope de Vega, El caballero de Olmedo. Ed. de F. Rico. Ed. Cétedra, Madrid, 1983, pags. 150 a 152, *agora: ahora, ain. ans: asi * Por el habito da a entender que pretende ser moray, por tanto, «casarse» con Dios. icin: leccién © grupo edebé 5 Antologia de textos: EI culteranismo [Descripcién de Polifemo y de su cueva.] Un néufrago llega a una playa. De este, pues, formidable de la tierra bostezo', el melancélico vacio Era del afio la estacién florida® ‘en que el mentido robador de Europa (media luna las ramas de su frente’, y el Sol todos los rayos de su pelo), luciente honor del cielo, a Polifemo, horror de aquella sierra, barbara choza es, albergue umbrio y redil espacioso donde encierra cuanto las cumbres asperas cabrio, fen campos de zatiro pace estrellas, la copa Jupiter mejor que el garzén de Ida, néufrago, y desdefiado sobre ausente, lagrimosas de amor dulces querellas da al mar; que condolido, fue a las ondas, fue al viento el misero gemido, de los montes, esconde: copia bella cuando el que ministrar* pot que un silbo junta y un pefiasco sella. Un monte era de miembros eminente este (que, de Neptuno hijo fiero, de un ojo ilustra el orbe de su frente, émulo? casi del mayor lucero) ciclope’, a quien el pino mas valiente, bastén, ls dbedecta, tan ligero, segundo de Arién® dulce instrumento. y al grave peso junco tan delgado, que un dia era bastén y otro cayadot Luis de Géngora: Soledades. Ed, Catedra, Luis de Géngora, Fabula de Polifemo y Galatea, Ed. Cétedra, “ostezo: metéfora en la que se compara la cueva con un bostezo de la tierra. /émulo: imitador./*efelope: ser mi- toldgico gigantesco que tenia un solo ojo en medio de la frente. /“eayado: palo que utlizan los pastores para prender y relener las reses. / ‘estacién florida: la primavera; més concretamente abril porque en ese mes el sol entra en la constelacién de Tauro (el toro)./*mentido robador de Europa: se trata de Jipiter quien tomé la forma de un toro (de ahi e1 adjetivo de mentido) para poder raptar a Europa. "media luna las ramas de su frente: las armas de la frente do un toro, los cuernos, tienen forma de media luna. *ministrar: administrar, lenar. El garzén de Ida era Ganimedes, {quien llenaba la copa de Jtiiter. rin: uno de los mas farosos milsicos de su tiempo. Se compara el gemido del néufrago con la misica de este compositor © grupo edebé 229 5 Antologia de textos: E1 conceptismo A fugitivas sombras doy abrazos, Erase un hombre a una nariz pegado, en los suefios se cansa el alma mia; érase una nariz superlativa, paso luchando a solas noche y dia, 6rase una alquitara‘ medio viva, con un frasgo’ que traigo entre mis brazos 6rase un peje* espada mal barbado; era un reloj de sol mal encarado, érase un elefante boca arriba, 6rase una nariz sayén y escribat, un Ovidio Nasén mal narigado. Cuando le quiero mas cefir con lazos, y viendo mi sudor se me desvi vuelvo con nueva fuerza a mi porfia’, y temas con amor me hacen pedazos. Erase el espolén’ de una galera, érase una piramide de Egito*, las doce tribus de narices era; Voyme a vengar en una imagen vana, que no se aparta de los ojos mios; burlame, y de burlarme corre ufana’. érase un naricisimo infinito, Empiézola a seguir, faltanme brios, frisén archinariz, caratulera, y como de alcanzarla tengo gana, sabafién garrafal, morado y frito. hago correr tras ella el llanto en rios. Francisco de Quevedo, Poemas escogidos. Ed. Castalia *trasgo: duende. lucha, disputa “ alquitara: alambique, aparato para destilar. ‘ peje: pez. * sayén y escriba: hace referencia al mundo judi. Se decfa de los judios que tenian la nariz grande. espolén: punta en que remata la proa de una embarcacién; en este caso de una galera *Egito: Exipto. 230 © grupo edebé 5 Antologia de textos: La novela moderna CAPITULO XXI [..1 De alli a poco, descubrié don Quijote un hombre a caballo que traia en la cabeza una cosa que relumbra- ba como si fuera de oro, y atin él apenas le hubo visto, cuando se volvié a Sancho y le dijo: —Paréceme, Sancho, que no hay refrén que no sea verdadero, porque todos son sentencias sacadas de la ‘mesma’ experiencia, madre de las ciencias todas, especialmente aquel que dice: «Donde una puerta se cie- rra, otta se abren. Digolo porque si anoche nos cerré ia ventura la puerta de la que buscabamos, engafian- donos con los batanes’, ahora nos abre de par en par otra, para mejor y mas cierta aventura; que si yo no acertare a entrar por ella, mia seré la culpa, sin que la puerta pueda dar a la poca noticia de batanes ni a la escuridad’ de la noche. Digo esto porque, si no me engafio, hacia nosotros viene uno que trae en su ca- beza puesto el yelmo de Mambrino‘, sobre que yo hice juramento que sabes. —Mire vuestra merced bien lo que dice, y mejor lo que hace —dijo Sancho—, que no querria que fuesen otros batanes que nos acabasen de abatanar y aporrear el sentido. —iVélate el diablo por hombre! —replicé don Quijote—. :Qué va de yelmo a batanes? —No sé nada —respondié Sancho—; mas, a fe que si yo pudiera hablar tanto como solia, que quizé diera tales razones que vuestra merced viera que se engafaba en lo que dice. —i.Cémo me puedo engafar en lo que digo, traidor esorupuloso? —dijo don Quijote—. Dime, zno ves aquel ca- ballero que hacia nosotros viene, sobre un caballo rucio rodado’, que trae puesto en la cabeza un yelmo de oro? Lo que yo veo u columbro* —respondié Sancho— no es sino un hombre sobre un asno pardo, como el mio, que trae sobre la cabeza una cosa que relumbra. —Pues ése es el yelmo de Mambrino —dijo don Quijote—. Apértate a una parte y déjame con él a solas: verds cuan sin hablar palabra, por ahortar del tiempo, concluyo esta aventura y queda por mio el yelmo que tanto he deseado. —Yo me tengo en cuidado el apartarme —replicé Sancho—, mas quiera Dios, torno a decir, que organo” sea y no batanes. —Ya os he dicho, hermano, que no me mentéis, ni por pienso, mas eso de los batanes —dijo don Quijote—;, que voto..., y no digo mas, que os batanee el alma. Callé Sancho, con temor que su amo no cumpliese el voto que le habia echado, redondo como una bola. Es, pues, el caso que el yelmo y el caballo y caballero que don Quijote veia era esto: que en aquel contor- no habia dos lugares, el uno tan pequefio que ni tenia botica ni barbeto, y el otro, que estaba junto, si y, asi, el barbero del mayor servia al menor, en el cual tuvo necesidad un enfermo de sangrarse y otro de ha- cerse la barba, para lo cual venia el barbero, y trala una bacia de azdfar’y quiso la suerte que, al tiempo que venia, comenzé a llover, y, porque no se le manchase el sombrero, que debia de ser nuevo, se puso la bacia sobre la cabeza; y como estaba limpia, desde media logua relumbraba. Venta sobre un asno pardo, como Sancho dijo, y ésta fue la ocasién que a don Quijote le parecié caballo rucio rodado, y caballero, y yel- mo de oro; que todas las cosas que veia, con mucha facilidad las acomodaba a sus desvariadas caballe- rias y malandantes pensamientos. Y cuando él vio que el pobre caballero llegaba cerca, sin ponerse con él a razones, a todo correr de Rocinante le enristré con el lanzén bajo, levando intencién de pasarle de par- te a parte, mas cuando a él llegaba, sin detener la furia de su carrera, le dijo —iDefiéndete, cautiva criatura, 0 entriégame’ de tu voluntad lo que con tanta razén se me debe! Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha. Ed. Edebé, * mesma: misma. /®batanes: se alude a la aventura del capitulo anterior en la que 6! tudo producido por unos batanes {mazos de madera ullizados para golpear teas y picles para limpiarias) les provocé un gran pavor./ escuridad: os- curidad, /* Mambrino: el yelmo o casco de la armadura de Mambrino, segin se cuenta en la obra Orlando innamorato habia sido encantado. Don Quijote realizaen el capitulo X un juramento sobre este yelmo mitoldgico que ahora cree en contrar./ ®rueio rodado: de color pardo con manchas redondas més ascuras./* eolumbro: veo desde lejos. / "Sancho aluge al proverbio «Cuiera Dios que orégano sea, y no se nos vuelva alcaravea»./* bacia de azo con una entrada semicircular en ol borde que usaban los barberos para atetar la barba. /” entriégame: entrégame. © grupo edebé 231 5 Antologia de textos: La didactica neoclasica CARTA XXXV Del mismo al mismo (De Gazel a Ben-Beley) En Espafia, como en todas partes, el lenguaje se muda al mismo paso que las costumbres; y es que, como las voces’ son invenciones para representar las ideas, es preciso que se inventen pa- labras para explicar la impresién que hacen las costumbres nuevamente introducidas. Un espafiol de este siglo gasta cada minuto de las veinticuatro horas en cosas totalmente distintas de aquellas en que su bisabuelo consumia el tiempo; éste, por consiguiente, no dice una palabra de las que al otro se le ofrecian. —Si me dan hoy a leer —decia Nuio— un papel escrito por un galén de Enrique el Enfermo’ refiriendo a su dama la pena en que se halla ausente de ella, no entenderia una sola cldusula’, por mas que estuviese escrito de letra excelente moderna, aunque fuese de la mejor de las Escuelas Pias*. Pero en recompensa jqué chasco llevaria uno de mis tatarabuelos si hallase, como me sucedié pocos dias ha’, un papel de mi hermana a una amiga suya, que vive en Burgos! Moro mio, te lo leeré, lo has de oir, y, como lo entiendas, tenme por hombre extravagante. Yo mismo, que soy espafiol por todos cuatro costados y que, sino me debo preciar de saber el idio- ma de mi patria, a lo menos puedo asegurar que lo estudio con cuidado, yo mismo no entendi la mitad de lo que contenia, En vano me quedé con copia del dicho papel; llevado de curiosidad, me di prisa a extractarlo, y, apuntando las voces y frases mas notables llevé mi nuevo vocabulario de puerta en puerta, suplicando a todos mis amigos arrimasen el hombro al gran negocio de expli- Carmelo. No basté mi ansia ni su deseo de favorecerme. Todos ellos se hallaron tan suspensos co- mo yo, por més tiempo que gastaron en resolver calepinos® y diccionarios. Sélo un sobrino que ten- go, muchacho de veinte afios, que trincha una liebre, baila un minuet’ y destapa una botella de Champafia con més aire que cuantos hombres han nacido de mujeres, me supo explicar algunas voces. Con todo, la fecha era de este mismo afi. José Cadalso, Cartas marruecas. Ed, Santillana. voces: sinénimo de palabras. Enrique el Enfermo: Enrique Ill el Doliente (1379-1406), rey de Castila * eldusula: oracién, “Escuelas Plas: centros de ensefianza para nifos necesitados fundados por san José de Calasanz en 1597. "ha: hace. “ealepinos: nombre dado a los diecionarios latinos debido ala fama obtenida por el monje italiano Ambrogio Calepino (b. 1440-1510). Yminuet: minus, baile de origon francés. 232 © grupo edebé 5 Antologia de textos: E! teatro neoclasico Resumen: Dofia Irene pretende que don Diego se case con una hija suya, Paquita, y ya lo tienen casi todo a punto para la boda, pero éste ha descubierto que Paquita ama a otro. Don Diego le quiere explicar esta circunstancia a Dofa Irene, pero ésta no para de interrumpirle. ESCENA XI Dofa Irene, don Diego Dofia Irene. —Con que, sefior don Diego, zes ya /a de vémonos’?... Buenos dias (Apaga la luz que esta sobre la mesa.) {Reza usted? Don Diego. —(Pasedndose con inquietud.) Si, para rezar estoy yo ahora. Doja Irene. —Si usted quiere, ya pueden ir disponiendo el chocolate, y que avisen al mayoral pa- ra que enganchen luego que... Pero iqué tiene usted, sefior?...;Hay alguna novedad? Don Diego. —Si, no deja de haber novedades. Dojia Irene. —;Pues qué?... Digalo usted, por Dios...iVaya, vayal... No sabe usted lo asustada que estoy...Cualquiera cosa, asi, repentina, me remueve toda y me... Desde el tiltimo mal parto que tu- ve, quedé tan sumamente delicada de los nervios...Y va ya para diez y nueve ajios, sino son vein- te; pero desde entonces, ya digo, cualquiera friolera me trastorna... Ni los bafios, ni caldos de cu- lebra, ni la conserva de tamarindos, nada me ha servido; de manera que... Don Diego. —Vamos, ahora no hablemos de malos partos ni de conservas... Hay otra cosa mas importante que tratar... {Qué hacen estas muchachas? Dojia Irene. —Estén recogiendo la ropa y haciendo el cofre, para que todo esté ala vela y no ha- ya detencién. Don Diego. —Muy bien, siéntese usted... Y no hay que asustarse ni alborotarse (Siéntanse los dos.) por nada que yo le diga; y cuenta, no nos abandone el juicio cuando més lo necesitamos Su hija de usted esta enamorada. Dojia Irene. —Pues no lo he dicho ya mil veces? Si sefior, que lo esta; y bastaba que yo le dije- se para que... Don Diego. —jEste vicio maldito de interrumpir a cada paso! Déjeme usted hablar. Dojia Irene. —Bien, vamos, hable usted, Don Diego. —Est enamorada; pero no estd enamorada de mi Dojia Irene. —,Qué dice usted? Don go. —Lo que usted oye. Dofa Irene. —Pero :quién le ha contado a usted esos disparates? Don Diego. —Nadie. Yo lo sé, yo lo he visto, nadie me lo ha contado, y cuando se lo digo a usted, bien seguro estoy de que es verdad... Vaya {qué llanto es ese? Dojia Irene. —jPobre de mil (Llora.) Leandro Femandez de Moratin, El s/ de las nifias. Ed. Espasa. “la de vamonos: hora de marcharse. © grupo edebé 233 Antologia de textos: La didactica neoclasica EL GALLO Y EL ZORRO Un gallo muy maduro, de edad provecta’, duros espolones*, pacifico y seguro, sobre un érbol ofa las razones de un zorro muy cortés y muy atento, més elocuente cuanto mas hambriento. «Hermano», le decia, «ya cesé entre nosotros una guerra que cruel repartia sangre y plumas al viento y a la tierra. Baja; daré, para perpetuo sello, mis amorosos brazos a tu cuello.» «Amigo de mi alma», responde el gallo, «;qué placer inmenso en deliciosa calma deja esta vez mi espiritu suspenso! All bajo, alld voy tierno y ansioso a gozar en tu seno mi reposo.» «Pero aguarda un instante, porque vienen, ligeros como el viento, y ya estan adelante, dos correos que llegan al momento, de esta noticia portadores fieles, y son, segiin traza, dos lebreles*.» «Adiés, adiés, amigo,» dijo el zorro, «que estoy muy ocupado; luego hablaré contigo para finalizar este tratado.» El gallo se quedé lleno de gloria, cantando en esta letra su victoria: Siempre trabaja en su dafio el astuto engafiador; a un engario otro engafio, a un plearo otro mayor. Félix Maria Samaniego, El gallo y e! zorro. Ed. Castalia, " provecta: madura, vieja. * espolones: pequesas formaciones éseas situadas on la parte posterior do las extremidades de algunos animales; en el caso de los gallos, cuanto mas gruesos, mas viejo es el animal *lebreles: perros con e! hocico puntiagudo utiizados para la caza, por ejemplo, del zorto: por esto, se asusta el de la tabula, © grupo edebé

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