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«salvaje y primitiva» Bretaña junto con sus amigos y de dibujos magiscrales de Rcmbrandr, Callot.

seguidores Bcrnard, Schuffenecker (1851­1934), Wacceau, Goya, Turncr, Daumier y otros. La compleja
Louis Anquetin (1861­1932), Jacob Mcycr de Haan asimilación por Ensorde esta tradición grafica princi­
(1852­1895) y Paul Sérusicr (1865­1927). Aniqui­ palmente del norte de Europa y por lo general anti­
lado también resultó el ideal de apoyo mutuo y desin­ clásica es evidente en el extraordinario y raro grabado
rcrés con Van Gogh en Arles. Tanto en Bretaña como titulado Istou, Po11ffi1111atw, CmroZÍ1' )' Tmmmouff,"
en los Mares del Sur, la reacción de Gauguin al dolor famosos médicos persm examinando los bacines del rey
y la alienación fue la creación de micos, ranro del tipo Dario tras la batalla de Arbela ( 1886). El rema de esca 321
moderno como del primitivo descritos más arriba; su obra, muy libremente basada en la vida del rey pc::rsa
simbolismo consistió precisamente en una dialéctica Darío ral como la cuenta Plutarco. satiriza por
de la evitación y la expresión seria de la contradicción supuesto las narraciones clásicas normalmente asigna­
social. Muchos otros pintores simbolistas, como das a los emprendedores alumnos de la Academia,
Ensor, sencillamente se negaron en redondo a la pero su estilo revela un serio esfuerzo por entender y
modernidad y se consolaron con imaginaciones emplear las convenciones barrocas (especialmente de
fantásticas de un pasado ideal y un futuro utópico. Rcrnbrandt) del sombreado y el claroscuro.
Pero incluso en el plano de la forma, Ensor no
podía disimular sus tendencias iconoclasras. En sus
ENSOR Y EL POPULISMO aguafuertes, Rernbrandr concedía independencia
expresiva a todas las líneas de concomo y una claridad
James Ensor nació en 1860 en el punto de vera­ y un orden articulados a todas las secciones de
neo junco al mar de Osrende. en el noroeste de sombreado; Ensor, por el contrario, confunde delibe­
Bélgica. y murió allí a la edad de ochenta y nueve radamente sombreado y líneas de concomo, con lo
años en 1949. Durante la mayor parce de su vida que doca a su composición de un peculiar carácter
permaneció aparrado de la cultura urbana y vanguar­ anárquico y cómico roralrnente coherente con su esca­
dista y puso su carnavalesca imaginación al servicio tológico contenido. Esta mezcla de emulación y burla
de la emulación parcial de los artistas holandeses y de las tradiciones del Renacimiento y el Barroco
flamencos del pasado: Van Eyck, El Bosco, Brueghel. nórdico es evidente en la mayoría de las obras de
Rernbrandt y Rubcns. Lo mismo, pues, que sus Ensor en la década siguiente a su salida de la Acade­
conremporáneos simbolistas en Francia, Suiza y mia, incluidas las Tribulaciones ele San Antonio ( 1887).
Noruega. Enser se auroimpuso el exilio de la rnoder­ Aquí el eremita de capucha roja Amonio es remado y
nización y la contemporaneidad. ,,¡Larga vida a la atormentado por mujeres y soldados, ranas y aero­
pintura ingenua e ignoranre'», exclamó Ensor en nautas, ángeles y demonios. codo pintado con las
1900: «Larga vida a lo campesino en el arce­ ... El arre texturas y los macices de la sangre y los excrementos.
flamenco desde Brueghel, El Bosco, Rubens y A partir de 1881 y durante más de dos décadas.
Jordaens está muerto y bien muerto ... ¡Larga vida al Ensor presentó regularmente grabados, dibujos y
arte libre, libre, libre!» Si Ensor desdeñó la sofistica­ cuadros como éstos en las exposiciones organizadas en
ción y el scnrimienro artísticos modernos, no despre­ Bruselas por los grupos de vanguardia La Chrysalide,
ció menos el academicismo: «Todas las reglas», escri­ L'Essor, Les Vingt y La Libre Esrhériquc, así como. en
bió Ensor, «codos los cánones del arce vomitan algunas ocasiones, en instituciones más conservado­
muerte como sus hermanos de bronce». ras, incluido el Salón de París en 1882. Evidente­
Pese a coda su extragavancia y codo su vitriolo, mente, Ensor no se sentía cómodo con las esrricras
Ensor, sin embargo, comenzó su formación artística reglas de exposición en los diversos Salons des Beaux­
de un modo bastante convencional con clases en Arrs, pero no le producía un entusiasmo mucho
Ostende y el enrolamienco en la Academia de Bellas mayor expona con las organizaciones de vanguardia.
Arces de Bruselas en 1877. Aunque más tarde renegó Un ejemplo típico de éstas lo constituye la hcrman­
de la Academia como «ese csrablecimiento para los dad de Bruselas llamada Le Groupe des Vingr (Les
casi ciegos», permaneció allí casi eres años e incluso Vingr). Formada en 1883 por un numeroso grupo de
ganó un premio por sus dibujos de buscos clásicos. arriscas, escritores y críricos que incluían a Enser, el
Entre 1880 y 1885 prosiguió sus estudios por cuenca auroproclamado simbolista Fernand Khnopff (1858­
propia, haciendo docenas de copias y representaciones 1921 ), el neoimpresionisca Théo van Ryssclbcrghe

328
(1862­1926) y los críticos y abogados Octave Maus y
Edmond Picard, Les Vingr era una sociedad de expo­
siciones que. como su equivalente Les Indépendanrs
en Francia, rraraba de crear y exponer obras de arre
progresistas ajenas a las restricciones impuestas por los · . . ..
jurados de los Salones. Al principio, el grupo se adhi­ -:
rió a varias tendencias y orientaciones arrísricas v
·,¡ •.
proclamó su compromiso con la creación de obras de
arre a la vez explícitamente partidistas y desinteresa­
~r~-·
darnenre puras. Con coherente ambigüedad, en 1884
declararon que su objetivo consistía en «el estudio r la
interpretación directa de la realidad contemporánea
por el arrisca. al cual se dejaba en completa libertad
para seguir los dictados de su temperamento )'
[progresar) en el dominio de la técnica». Aunque en
1886 la organización se dividió entre la facción de los
que propugaban un arre de orientación inequívoca­
mente socialista (Picard) )' la de los que proponían
una elección sin erabas en materia de contenido canco
como de forma (el poera Georges Rodenbach y
Khnopff. entre otros), las siguientes exposiciones del
grupo estuvieron claramente dominadas por esca
.32 J. JAJv!ES E~SOR: /.<1011. f>tJt\,'f,111,uus. Cmcozie y Traus-
úlrirna parnasiana tendencia. mo,({f: f;1mosos n1étlicos pt1:cn~· examinando los bacines tÍfl
Inicialmente. Ensor compartió la dicotómica l'f)' D111·io tras la baralla di' /lrbeia. 1886. 27 . .3 x 17.8.

postura arcísrica de Les Vingt. pero a partir de 1886


comenzó a molestarle el creciente csrcricisrno y
cosmopolitismo de las exposiciones del grupo. Espe­ es una vasca (más de dos metros y medio por casi
cialmente le inquietaba la inclusión en las listas de cuatro y medio), cacófona v malhumorada obra que
miembros de Les Vingr de artistas no belgas. como represenra su convicción sobre la decadencia de su
Seurat, Reden, Whisrler. Rodin y otros. Para él, la época. Acompañado por bandas militares, manifes­
vanguardia era un vehículo para la consolidación y el tantes con máscaras. figuras históricas y literarias,
rejuvenecimiento de «la pobre Bélgica», como Baude­ burgueses urbanos. obreros y políticos de codas las
laire la había llamado. frcnrc a las al parecer insupe­ tendencias políticas. Cristo entra en bruselas en
rables divisiones nacionales en cuanto a idioma y aparente triunfo. Una pancarca roja en la que se lee
etnia. En noviembre de 1886 escribió a Octave ,. Vi/Je La Sociale- ( .. Viva el socialisrno­) está suspen­
Maus, el secrcrario del grupo: «Me dolería mucho ver dida sobre el diminuto Salvador, que: monta un asno
a Les XX. perder su virginidad. su nacionalidad y en el cenero superior del cuadro; a su derecha, por
quizá su personalidad por culpa de los intrusos». De encima de las apretadas filas de juerguistas, un cartel
manera que. a partir del momento en que Les Vingr anuncia «Fanfarl'S Doctrinaires Tonjonrs Reussi» [sic)
empc:zaron a adoptar una perspectiva paneuropea o («Fanfarrias doctrinales siempre con éxiro»): a su
internacionalista. Ensor se apareé> del grupo: ahora se izquierda, una tribuna verde ofrece a diversos payasos
veía aislado de rodas las reglas e insricucioncs artísri­ y dignatarios una panorámica ideal del espectáculo.
cas y se consideraba exiliado incluso del círculo <le En el primer plano y en el plano medio. las figuras se
aquellos que ya se habían exiliado del arre oficial. amontonan toscamente unas encima de las otras
Aunque en la exposición de Les Vingr de 1886 como sí ocuparan gradas. <le una manera que
Ensor gozó de una pequeña rerrospecriva de sus recuerda el Entierro <'11 Oruans de Courbet y las di ver­ 209
mejores obras. dos aúos después sus compañeros sas imagt•s d'Epiua! en que esa obra se basaba. Más
poco menos que lo abandonaron cuando eraré> de exrravaganrc y groresco que: el cuadro de Courber. en
315 exponer su profética Entrada de Cristo en Bruselas en La e111 rada de Cristo cada rostro es una máscara o ca ri­
188.9 ( 1888). Este cuadro, el chef d 01'1111re de Ensor,
0 ca cura y cada expresión una mueca. Estos rostros,

329
(1891). que recuerda El combate entre el Carnaval y la
Cuaresma de Brueghd (1559).
Sin embargo, si lo que Ensor trataba de hacer era
conciliar las tradiciones populares con el arte
moderno de la pintura de caballete. no puede decirse
que triunfara plenamente. Lo que más prominente­
mente destaca de la entrada de Cristo y sus erras
obras maduras de los años 1880 y 1890 no es la
expresión de un todo cultural integrado, sino más
bien una reflexión melancólica sobre una cultura en
ruinas. Por más carnavalesca que sea la inspiración,
los cuadros de Ensor evocan un carácter neurasténico
y angustiado. De hecho, el propio Ensor parece haber
creído que su proyecto de sinrerización había fraca­
sado. Condenando a los «especuladores mercuriales»
que estaban arruinando el Ostende tradicional con su
modernización, en sus escritos y en su arte Enser
pedía la re­creación de la vida carnavalesca y las
unidades culturales que se supone inherentes a ella:
«Re­establezcamos nuestros puros y naturales carna­
322. JAMES ENSOR: Vieja con máscaras, 1889. 54 x 47.
vales ... aquellos que incluían grandes escudos de
armas y prostitutas de labios rojos, plumas de aves­
truz y zapatos de madera». En realidad, el Osrende
como el cuadro en su conjunto, están burdamente fin-de-siecle no podía estar más alejado del ideal de
pintados en disonantes tonos rojos, blancos. azules y Ensor de una comunidad belga unificada, «pura y
verdes. Aunque en todos los senridos se trata de un natural». Con sus 27.000 habitantes, Osrcndc era
cuadro de historia creado con un público comempo­ uno de los más concurridos lugares de baño en
ráneo en menre, La entrada de Cristo en Bruselas en Europa y durante el verano triplicaba su población.
1889 nunca se expuso en vida de Ensor, haciendo de Este Ostende modernizado y comercializado Ensor lo
la necesidad virtud, más tarde escribió que permane­ conocía demasiado bien; durante la primera mitad de
cía «inmaculado de exposición». su vida vivió en un aparcamenco cerca de la playa,
Con su rechazo del academicismo y del esteti­ encima de una pequeña rienda de curiosidades donde
cismo, en La entrada de Cristo en Bruselas en 1889 su abuela, su madre y su tía vendían recuerdos,
Ensor buscaba la legitimación artística mediante el incluidos conchas, erajes y máscaras, al tropel de
recurso a lo grotesco y lo fantástico, géneros enraiza­ turistas veraniegos.
dos en aquellos antiguos hábitos y tradiciones Como otros arriscas alienados de su tiempo
flamencos ­aun hoy llamados brueghelianos­ cuyos =Hodler, Munch y Redon, entre orros­, Ensor asistió
rudimentos sobrevivían en las fiestas de Osrcndc a las al derrumbe de precisamente aquellos ideales román­
que tan aficionado era Ensor. De hecho, el mismo ticos que más apreciaba. Estimaba la destreza manual
Ensor (a veces acompañado por su joven amigo de en una época de rápida industrialización, exaltó los
Bruselas Ernest Rousseau) frecuentaba los carnavales, lazos familiares y comunales en una sociedad cada vez
las mascaradas y los desfiles de Ostende (cada año en más csrrucrurada sobre los nexos económicos y soñó
Cuaresma, en junio y en agosto), y a parcir de media­ una sociedad pura y natural en una Bélgica cada vez
dos de los años 1880 los incluyó en su arte. Los dibu­ más estructurada, como el resto de Europa, sobre la
jos, grabados y cuadros de Ensor en esta época están moda y las mercancías. Menos admirables (pero
llenos de personajes y motivos que parecen basarse en compartidas por los artistas arriba mencionados)
fiestas contemporáneas y en representaciones bruc­ fueron las polémicas ancimodernas con que Enser
ghdianas de proverbios, los siete pecados capitales o trató el tema de la mujer, como en su chauvinista
el combate entre el Carnaval y la Cuaresma. como en observación sobre las prostitutas con los labios pinta­
Esqueletos luchando por el cuerpo de un ahorcado dos de rojo y su Vieja con máscaras (1889), donde el 322

330
retrato de una amiga de la familia se ha convenido en manifestaciones populares que sólo la policía y la
pretexto para un garabateo infantil y una burla misó· declaración del estado de sirio consiguieron detener:
gina. Máscaras sin vida, pero de mirada impúdica· «Ahora es el momento de mojar nuestras plumas en
mente carnavalesca, rodean a la anciana; su rostro tinca roja», escribió Picard en una serie de artículos
pintado es también una máscara, sostiene el cuadro, publicados en L'Art Moderne el año 1886 sobre los
bajo la cual acecha la vaciedad de la muerte. libros de los anarquistas Perer Kroporkin y [ules
Dado d carácter general de sus resentimientos, no Vallé. En su opinión, la rarea que entonces competía
sorprende que Enser se sintiera sumamente inrere­ al arre y a la lirerarura consistía en ayudar «a la prepa·
sado por la política radical de su tiempo. La casa en ración o la facilitación del cumplimiento del destino
Bruselas de su amigo Rousseau. en la que él enrró por histórico». Ahora también los cismas políticos en el
primera vez en 1879, era un cenero de progresismo seno de la vanguardia belga, descritos más arriba,
político y culcural, frecuentado por el iconoclasta eran demasiado grandes para superarlos mediante
artista belga Félicicn Rops (1833­1898), el amor y imprecisos manifiestos estéticos o vagas declaraciones
crítico radical Eugene Demolder y el célebre geógrafo de intenciones comunes.
y anarquista francés Elisée Reclus. De hecho, Bruse­ El compromiso de Enser con el socialismo belga
las había sido un centro de la política radical durante durante la turbulenta década entre 1885 y 1895 se
algún tiempo, especialmente desde que en 1874 un refleja en su obra artística. Sus virriólicas sátiras del
joven grabador llamado Edouard Anséele había rey Leopoldo tales como Bélgicaen el siglo XIX ( 1889),
fundado una serie de cooperativas obreras llamadas su inclusión en La entrada de Cristo de pancartas en
ooobuit y poco después una maison du peuple. En las que se proclamaba «Vive La Sociale» y «Vive Ansé­
representación de facciones social­demócratas, ele et .J ésus» (más tarde borrada por el arrisca), así
marxistas y anarquistas del socialismo, en 1879 se como sus representaciones de huelguistas y víctimas
habían formado varios partidos progresistas que en de las huelgas como Los gendarmes ( 1892), revelan 323
1885 se unirían bajo el paraguas del Partido de los con bastante claridad sus gtnerales simpatías izquier­
Trabajadores Belga. El año 1886 fue crucial para el distas. Pero la significación política precisa de escas
desarrollo del movimiento obrero en Bélgica, para la obras de arce sigue siendo difícil de establecer. Incluso
vanguardia artística y también para Ensor: una cele· La entrada de Cristo, pese a todas sus consignas,
bración anarquista del decimoquinto aniversario de puede interpretarse como una sátira y no como una
la Comuna de París y una coincidente huelga de celebración de la política socialista. En su libro sobre
mineros del carbón llevaron a una huelga general el este cuadro, Srephen C. McGough lo ha interpretado
25 de marzo, seguida por toda una serie de masivas muy convincentemente como un ataque a codas las

323. JAMES ENSOR: Los gendarme,,


1892. 35,5 X 55.

_. _,,,,,_

331
~.­­­­­­·

324. JAMES ENSOR: Mi retrata at 1960, 1888. 6.9 x J 2.

,,fi1nfare)· doctrinaires», a rodas las doctrinas manipula­ Ensor puede detectarse un fanarismo paralelo. Su
doras y a codas las instituciones. ramo estatales como vocabulario de formas grotescas y caricaturescas. su
religiosas, que restringen la libertad individual. De humor y su escatología. su misoginia y su intransi­
hecho. d desdén a menudo expresado por Enser gencia revelan a la vez un esfuerzo por unirse a las
hacia la sociedad burguesa y su simultaneo rechazo de clases populares de la Bélgica pasada y presente y un
cualquier compromiso de su propia libertad artística deseo volunrarisra de dar en solitario los golpes de
sugieren que simpatizaba con el socialismo, pero sólo piquera que derribarían los edificios gc:melos de la
con el socialismo de cipo anriaurorirario o anarquista. propiedad burguesa ~, el elitismo vanguardista,
El sorprendente caracrcr­de su arre ­su i ndependen­ En el arce de Enser se encuentran, por ranro, el
cia, violencia y vulgaridad­ se aviene con la impetuo­ populismo y la megalomanía a parres iguales. En
sidad. la vehemencia, el anciinrelccrualismo v el 1931, el artista. de serenra años de edad, escribió: «No
machismo del anarquismo fin-cle-siecle. rengo mas hijos que la luz: la luz una e indivisible. la
A diferencia de los marxistas, que proponían que luz pan del pintor, la luz mie [miga} del pintor. reina
la coma de las instituciones del Estado por el prolcra­ de nuestros sentidos. luz, luz, iiluminanos! Anímanos,
riado industrial era una primera erapa necesaria para revélanos las nuevas sendas que debemos seguir hacia
la creación de una sociedad sin clases e igualitaria, los la alegría y la felicidad-. La rica imaginación de Ensor
anarquistas como Reclus soscenían que cualquier puede verse como la inversión de la locura de Cafiero;
revolución que permitiera el mantenimiento de: un quería absorber coda la luz, absorber y retransmitir a la
Estado (siquiera provisionalmente) era auroriraria y posteridad las lecciones de los maestros holandeses y
burguesa. Desdeñando las dices revolucionarias (pero flamencos y la cultura popular de la Baja Edad Media.
al mismo tiempo necesitando de ellas por el acento Sin embargo, debido a su casi mesiánico amor propio,
en el individualismo y el voluntarismo). los anarquis­ Ensor, corno él mismo admitía, no tenía casi progenie:
tas buscaron constantemente modos de atraer a las su arre, como la producción de muchos otros simbo­
masas al proceso revolucionario. /\. cal fin, muchos listas, era un final, no un comienzo. Se basaba en el
creyeron que debían purgarse a sí mismos de la codi­ sueño malogrado y fantasmagórico de una nación
cia y la corrupción y unirse en cuerpo y alma al moderna vestida con el traje épico de una época prein­
pueblo. El famoso caso del anarquista italiano Cario dusrrial. El arre de: Enser, por consiguiente, a nada se
Cafiero (1846­1892). enloquecido por la idea de que parece tanto corno a los huesos. conchas y fósiles
estaba gozando de mas sol de lo que en justicia le vendidos en la rienda de curiosidades de su madre, que
correspondía, es una forma extrema de esrc exagerado constituían su principal motivo: sus cuadros represen­
hincapié en el populismo y la pureza. En el arce <le tan la disecación de la imaginación rornantica, la

332
reducción a mero hueso de las esperanzas, encarnadas
una vez por Delacroix e Ingres. Consrable. Turner y
Friedrich, en una sociedad orgánica en la que los artis­
ras crearan arce can naturalmente como los árboles
producen fruros. A Ensor le preocupaba su propio
fracaso en el logro de tal trascendencia, y en el maca­
324 bro aguati.1e1Te Mi retrato en 1960 ( 1888) representó
su impotencia, marginalidad y literal decadencia.

LA PINTURA DE PAISAJE SIMBOLISTA:


MUNCH, REDON, MONET Y HODLER

El rema de la renuncia del simbolismo a la sociedad


moderna (o a lo que Kahn llamaba «lo obligatoria­
mente conrcmporanco») puede ilustrarse examinando
la posición del movimiento dentro de la historia de la
pintura paisajista. Desde sus orígenes en el Bajo Rena­
cimiento, la pintura paisajista no ha representado
solamente la apariencia física de la cierra, sino las rela­
ciones sociales entre los humanos en la naturaleza.
Durante el siglo X\'11 pintores como Claudio Lorcna y
Nicholas Poussin representaron el campo italiano 325. ARNOLD BOCKLIN: Viw So11111i111J1 Breoc. 1888.
como un ámbito bucólico de paz y abundancia que 180 X 114,5.
recordaba una edad dorada clásica descrita por los
poetas romanos Virgilio y Ovidio. En los Países Bajos, Pero en codos estos casos, incluidos por supuesco
la pintura paisajista también era idcalizancc e inspira­ movimientos artísticos como el realismo y el impre­
dora, aunqut su mayor verosimilitud y contempora­ sionismo, las relaciones entre la naturaleza r la socie­
neidad le permitía funcionar como un apoyo ideoló­ dad o entre el campo :· la ciudad eran intensamente
gico a un orden económico que dependía de la dialécticas; es decir. la mítica estabilidad de uno de los
racionalidad, la productividad y el expansionismo. A elementos dependía de la estabilidad del otro, la
comienzos del siglo XIX, como hemos visto, durante el medida de uno revelaba las dimensiones ocultas del
período románrico. el arre paisaj isra (y la naru raleza orro. De esca manera, la naturaleza siguió prestando
en general) sirvió a menudo como protesta contra un servicio progresista a la sociedad al ofrecerse a sí
supuestas intrusiones anrinarurales: el capitalismo misma como medida con la que podían calibrarse los
industrial. la vida urbana y la economía rnonerana. logros y los fracasos huma nos.

326. ARNOLD BOCKLIN: L1 isla de


los 11111,·nos. 1880. -3,c; x 121.9.

333
riva, Por su comen ido, su gran ramaño ~­ su superficie y prolongado». En Pan (l 894) Harnsun escribió: «El
rugosa y llena de cicatrices, La niña enferma de Munch cielo estaba totalmente abierto y limpio. Miré aquel
denunciaba claramente una percibida enfermedad mar claro y parecía como si me estuviera enfrentando
social y cultural tanto como una epidemia de rurber­ a la más insondable profundidad del mundo, con mi
culosis. los críticos condenaron agriamente la obra corazón palpitando intensamente y sintiendo que allí
cuando se expuso por primera vez: Munch se retiró estaba mi hogar». En La voz, como en Celos (1890).
poco después a París a estudiar dibujo en la conserva­ Munch representó sus simulrdneos temor y anhelo de
<lora academia de Léon Bonnac y en 1891 volvió someterse a lo que veía como la tiranía mágica y
convenido en un simbolista convencido. femenina de unas fuerzas naturales superiores y
329 En La voz (1893), un cuadro incluido en un omniscientes. la historia se olvida y la sociedad
grupo <le seis llamado por el artista «El friso de la humana es imporcnrc ante la violenta embestida de la
vida», Munch representó a una joven de pie entre naturaleza, el destino y el eterno femenino.
árboles junto a la orilla del balneario de Asgárdsrrand, El pintor y arrisca gráfico francés Odilon Reden
Cornplctamcnrc vestida <le blanco, avanza el mentón (1840­1916) articuló <le modo similar el anrago­
hacia delante y tiene las manos a la espalda: esrá can nismo fln-de-siecle entre la naturaleza y la sociedad.
rígida como los árboles y es ran fantasmal corno el rcrrarando a los humanos como objetos pasivos e
rayo del claro de luna a la derecha. Esca es la explica­ impotentes sobre los que actuaban inconrrolables
ción que Munch dio del significado <le los seis fuerzas naturales. En Ofolia mere las flores ( 1905). 31 Cí
cuadros: «El friso esrá concebido como una serie de Redon realizó una meditación sobre la irracional
cuadros decorativos c:1ue, puestos [untos. constitui­ Ofelia de Shakespeare. seducida por los encantos físi­
rían una pintura de la vida. Todos están atravesados cos de la naturaleza. La singularidad de la imagen de
por la línea curva de la orilla y más alla por el mar. Reden puede juzgarse por comparación con la muy
mientras bajo los árboles la vida transcurre con coda reproducida y expuesta Ofolirz (185]) del prerrafaelira 330
su complejidad de penas y alegrías». Como su Millais, que Redon pudo haber visto en su visita a
cornparriora Hamsun, con quien ha sido a menudo Londres en 1895. A diferencia de Millais, Reden
comparado. Munc:h únicamente encontró un mundo optó por no representar coda la figura tendida de
<le sentirnienro v pntbos en la naturaleza. ,,¡Alguna vez Ofelia. sino solamente la cabeza ~· los hombros.
has paseado por la orilla y escuchado el rnar?». .. Nacida de la naturaleza ~' entregada a ella». como
preguntó Munch a un amigo hablando de Asgárds­ escribió Shakespearc. la Ofelia de Reden es apenas
crand: «¿Te has dado cuenta alguna vez de cómo la luz visible: la atención se centra principalmente en las
del atardecer se disuelve en la noche: No conozco nubes de abundantes flores que la rodean. D, hecho.
ningún lugar en la tierra con un crepúsculo can bello el artista no doca a la heroína de más personalidad

330. JOHN EVERETT MILLAIS:


Oji:li,1. 1851. 76.2 x 101.6.

336
331. ODlLON REDON: Rogr:ry )J11gr:lim.ca. 1908. 92.7 x ­3.

337
que a la flora que la rodea; como la fantasmal mujer
en La voz de Munch. se identifica con las fuerzas irra­
cionales e irresistibles de la naturaleza. De modo
sernejance, en Rogery Angefica (ca. 1908), Redon creó 331
un campo de cono candente mediante una técnica
que él llamó «la exaltación mutua de los colores». La
deslumbrante luminosidad del agua y el cielo ultra­
marinos la intensifican los complementarios naranja.
los adyacentes púrpura y azul grisáceo y la juiciosa
introducción de acentos v realces en blanco o en
negro. El resultado produce una sensación de
desorientación y fantasmagoría.
Realizados durante el crepúsculo de una carrera
marcada por el aislamiento y la incomprensión
pública. Ofe!ia entre lasflores y Rogt>r_y Angélica renun­
cian a los antinaturales y agresivos clcmenros grorescos
encontrados en los primeros noirs (wnegros­) de
Redon como el espeluznante dibujo al carboncillo El
ojo (1882) y la litografía La araña sonriente ( 1885). En 332
estas últimas obras en color, Reden. por el contrario,
se centró en una visión panteísta de las minucias del
332. ODILON REDON: L11 arnñn sonriente, 1885. mundo natural: «No puedo decir cuáles han sido mis
2(, X 21,S. fuentes». escribió en 1903, «me encanta la naturaleza
en codas sus formas; me encanta en la más pequeña
brizna de hierba, en la flor, el árbol, el terreno y las
333. MIKHA!l VRUBEL: P1111. 1899. 124 x 106.3.
rocas más humildes: rodas las cosas por su carácter
propio más que en conjunto». En 1904. Reden
334. ODILON REDON: Los cicloprs. 1905. 64. 1 x 50.S. instruyó al novelista André Gide: «Enciérrese en la

338
335. CLAUDE MONET: Ninfea.<.
190S. 89.2 x 92.7.

naturaleza», con lo que expresaba ese deseo de Reden Los ciclopes (1905), se inspiró en el relato de 334
«convertirse en una cosa», como escribe Lowenrhal: Anarok France Le Saint Satyre. Representa a un sátiro
«como el árbol o el arroyo, y encontrar mas placer en amable ­con pacas hendidas y flama de pan en la
esta rendición que en una desesperada lucha contra las mano­ que parece haber emergido de la cierra. La
fuerzas creadas por el hombre». luna creciente qut: surge del horizonte repite la forma
Una rendición paralela anee la naturaleza se repre· de los cuernos y los mechones del pelo y la barba de
senra en obras del sofisticado e idiosincrásico pintor la criatura: el frío color del agua en el plano medio y
ruso Mikhail Aleksandrovich Vrubel (1856­1910). a la izquierda St' refleja en los bonicos ojos azules de
Rechazando el populismo y el senrirncnralismo por Pan. Como los cíclopes en el cuadro de Reden, en el
los que se caracterizó el anterior grupo de los perrd­ de Vrubcl Pan es un producto autónomo de la naru­
vizlmiki (los Ambulantes] ­que incluía a lvan 1'iko· raleza que pronto debe volver a su riachuelo nativo.
laievich Kramskoy (l 837 · 1887) y a su discípulo Ilya Mientras que para los arriscas románticos, como
Efirnovich Repin (1844­1930), Vrubel adoptó la Friedrich y Turner, la confrontación enrre el indivi­
posrura del estera simbolista europeo. Poseído, como duo autónomo y la naturaleza significaba el ilimitado
él escribió. por una «manía» por la técnica, sus potencial de crecimiento humano o desarrollo social,
cuadros aparecen densamente envueltos por gruesos para Reden, Vrubel y otros pintores simbolistas de
planos empastados de color que anticipan las obras paisajes, la naturaleza es totalmente «otra», una enri­
no objetivas de la primera vanguardia rusa del siglo dad independiente de la sociedad o la volición huma·
XX. De hecho, Vrubel mantenía contactos con nas, un espacio destinado al placer pasivo y privado.
muchos de los mismos artistas. músicos y autores que Un vitalismo similar se aprecia en los últimos cuadros
influyeron sobre la generación posterior. Leyó las de Moner, especialmente en las obras realizadas en
obras de Tolsroy y Nietzsche, diseñó decorados escé­ Giverny como Ninfeas (l 905), en las que el arrisca y 335
nicos para Rimsky­Korsakov y conoció los cuadros de el espectador se hallan inmersos en un fanrásrico
Bocklin, Degas, Monee, Moreau. Whisckr y muchos mundo de agua, color y luz. Los únicos cambios qut'
otros reproducidos en las páginas de la revista rusa ocurren en el jardín de Monee son estacionales, el
333 Mir isleussrun (El mundo del arre). El Pan de Vrubel resultado de fuerzas naturales. Una vez más, las
(1899), que ancicipa misteriosamente el cuadro de observaciones de Lowcnrhal son iluminadoras:

339
El calendario de la naturaleza sustituye al calendario de nos y la naturaleza en los paisajes simbolistas de Ferdi­
la historia ... Quien siente y acepta estos parrones rítmi­ nand Hodlcr (1853­1918). De hecho, la duración de
cos como fundamcnralcs tiene pleno conocimiento la vida de Hodler coincidió con un período de moder­
inrnediaramcnrc y sin esfuerzo racional. Al mismo nización o industrialización. por no decir de mercan­
tiempo, la reproducción infinita de los fenómenos rilización, de Suiza de crucial importancia. Alumno
naturales, el orden cíclico de la naturaleza, en cuanto en 1867 de Ferdinand Sornmcr, un pi ncor de cuadros
opuesto al aparente desorden o azar de todos los hechos turísticos en la aldea de Thun, en el Oberland de
individuales e históricos. atestigua la impotencia de los Berna, Hodler asistió y participó en el fulgurante
humanos. Es el extremo opuesto de la confianza crecimiento de la industria turística suiza. Sin
humana en uno mismo ante la naturaleza. embargo, lo que distingue d arce paisajista maduro de
Hodler a partir de los años 1880 es la eliminación de
Tal concepción de la naturaleza en la obra de casi todas las huellas de lo turístico. La justificación
estos arriscas derivaba del deseo de evadirse de la retórica de esca supresión se encuentra en la recría
contradicción social, la historia y la contemporanei­ simbolista del «paralelismo» que sostenía Hodler.
dad, es decir, de evadirse de las desalentadoras fuerzas Tras alcanzar un éxito y una celebridad conside­
de la «civilización universalizadora». El anragonismo rables en los años 1890 con la exposición en París de
entre naturaleza y sociedad aquí descrito se daba cuadros figurativos can inquietantes y oníricos como
concrcrarncnre en el momento de la historia en que La noche (l 891) y La elrgida (1893­1894), Hodler 336
la colonización de la naturaleza y la conversión de la dedicó cada vez más sus talentos a la pintura paisa­
sociedad al mercantilismo habían llegado al punro de jista. En 1897 se ocupó de los preceptos esenciales de
hacer ideológicamente insostenible la concepción ese arre en una conferencia llamada «la misión del
dialéctica anterior. Ni una huella de lo moderno, lo arrisca», pronunciada en la Sociedad de Amigos de las
cotidiano o lo despreocupado podía permitirse que Bellas Arres de Friburgo, Su discurso repitió muchos
invadiera los paisajes pintados por temor a hacer de los dogmas simbolistas vigentes en aquel
añicos el sueño román rico de la plenitud y, por canco, momento, pero añadía uno nuevo:
a admitir la amenazante pesadilla de la alienación y la
impotencia. la oposición simbolista de naturaleza y El paralelismo, sea el principal rasgo del cuadro o se
sociedad en ninguna parte se revela más convincente­ emplee para introducir un demento <le variedad. siem­
mente que en los paisajes de Hodler. pre produce un efecro de: unidad. Si voy a dar un paseo
la desaparición de un campesinado indepen­ por un bosque de abetos muy altos. puedo ver ante mí,
diente, la erosión de la autarquía cantonal, la pérdida a derecha e izquierda, las innumerables columnas
de una rica y vívida cultura «popular» y el concomi­ formadas por los troncos <le los árboles ... Destaquen
tante ascenso de la industria turística fueron los facto­ claramente esos rroncos de árboles sobre un fondo
res que llevaron a la segregación artística de los huma­ oscuro o proyecten sus siluetas sobre un cielo azul

336. FERDI A D HODLER: Lanocbe. 1891. 116 x 299.

340
337. FERDINAND HODLER: El Miiuch con nubes, 1911. 64.5 x 91.5.

marino, lo que principalmente produce esa impresión cuadros rurísricos de las primeras fases de su carrera.
de unidad es el paralelismo de los troncos. Aquí ha representado el macizo y la cumbre del

El primer paisaje paralelo de Hodler fue probable­


341 mente El hayedo (1885), pintado más de una década 338. EDVARD MUNCH: Madonua. 1895­1897. 60.6 x 44.5.
antes de la exposición de la teoría, pero sólo después
de 1900, con la serie de cuadros que representaban el
lago Lemans, el lago Silvaplana, el lago Thun, el lago
de Ginebra y las cumbres de los Alpes, llegó el para­
lelismo a dominar su arce. El lago Ginebra visto desde
342 Chexbres ( l 904) consiste en un arco dé tierra en el
primer plano que encierra bandas paralelas de agua
azul, violeta y rosa. Las nubes en el horizonte parecen
humaredas idénticas emitidas por una locomotora
que pasara de derecha a izquierda; las nubes en la
parte: superior son una serie de galones paralelos y
entrelazados, En 1908, Hodler viajó a la Schynige
Plarre, en el Oberland de Berna, una región que
conocía }' amaba desde su juventud. y pintó una
buena cantidad de paisajes de montaña, incluidos El
l::ige,; el Moucb y el )1111gfra11 por encima de la niebla,
en un estilo aún más radicalmente simplificado; la
masa de las monrañas aparece ahí representada con
finas capas de óleo gris y azul. mientras que las tres
cumbres están precisamente: perfiladas en azul, verde
337 y rojo. Finalmente, en El Mcnch con 1111bes (1911),
Hodler se aparró más qué nunca de los recargados

341
339. PAUL Gt\UGUIN: L,1 comida o Los p/,ír,1-
nos. 1891. 73 x 92.

340. PAUL GAUGUíN: Vnhin,· uo re 1·i rL11


mujer del mango), 189~. i 2. i x 44.5.

segundo de los tres grandes picos del Oberland de Los úlrirnos paisajes paralelos de Hodler son visio­
Berna. cerca de Grindclwald. La montaña aparece nes de un 111 u ndo congelado en el tiempo y el espa­
como una pirámide de color azul merdlico con excre­ cio. Desocupados y oníricos. no se ajustan a ninguna
cencias de blanco pasroso: nubes serpenreanres que de las reglas convencionales de la pintura paisajista r·
recuerdan los espermarozoos que enmarcan la lito­ a diferencia de los cuadros de su estricto conrempora­
338 grafía Madouua (1895­J 897) de Munch corren en neo Van Gogh. carecen de una factura virruosisra v de
paralelo con la superficie del cuadro y los bordes contrastes cromáticos expresionistas, Sin embargo. Jo
rectangulares, q uc por contraste confieren a la roca más sorprendente de codo es que Hodlcr renuncia a la
una masa y una estabilidad aún mayores. integración de figuras o incluso edificios en sus paisa­
jes, una pracrica esencial para Van Gogh en su repre­
sentación de las uropías agrarias en Arles v Auvers.
Tampoco se parecen mucho los paisajes de Hodler a
los cuadros de Cézanne, cuyo 1\1011t Sainte-Vicroire
(1904­1906) parecería el mas análogo al Moucl: con
1111b,·s. En su arce ambos artistas perseguían la integri­
dad y la estabilidad. pero mientras que el último
incluía en sus cuadros las inevitables elisiones o lagu­
nas de visión. el primero exri rpaba codo lo que era
fragmentario. desaliñado o incontrolable: mientras
Cézanne capeaba el flujo temporal mediante enérgicas
pinceladas, la yuxtaposición de colores cálidos ~, fríos
y una multiplicidad de perfiles. las imágenes de
Hodlcr son en gran medida estáticas. a menudo cons­
rruidas con matices adyacentes de una única ronali­
dad y con figura~ o perfiles repetidos de acuerdo con
su teoría del paralelismo.
En "La misión del arrisca» Hodlcr declaró:

Si comparamos estos ejemplos decorativos [de parale­


lismo en la naruralcza] con hechos de nuestra vida cori­
Ji:1n:1. de nuevo encontramos el principio del parale­
lismo ... Si se celebra una fiesta pública. se ve :1 redo el
mundo caminando en la misma dirección. En otras

342
341. FERDINAND HODLER: El hnyedo. 1885. 101 x 131.

342. l'ERDINAl'­10 HODLER: El lngo Gi11t'bm risto tlc.,tlcChtxhr,·s. 1904. 70.2 x !OS.

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