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José de la Cruz Porfirio Díaz Mori1 (Oaxaca de Juárez, 

Oaxaca; 15 de septiembre de 1830-
París, Francia; 2 de julio de 1915), fue un político, militar y dictador23 mexicano. El tiempo que
acumuló ejerciendo el cargo de presidente de México tuvo una extensión sin precedentes,
llegando a los treinta años con ciento cinco días, y este lapso en la historiografía mexicana se
denomina Porfiriato.
Antes de asumir la presidencia, fue un militar destacado que brilló por su participación en
la Segunda intervención francesa en México. Combatió en la Batalla de Puebla, en el Sitio de
Puebla, en la Batalla de Miahuatlán y en la Batalla de la Carbonera. El 15 de octubre de 1863
el presidente Benito Juárez lo nombró General de División y el 28 del mismo mes se le dio el
mando militar de 4 estados: Veracruz, Puebla, Oaxaca y Tlaxcala. Resaltaron sus acciones
militares en el estado de Oaxaca, en donde organizó guerrillas contra los franceses. El 2 de
abril de 1867, Díaz tomó Puebla, y el 15 de junio de ese año recuperó para las tropas
republicanas la Ciudad de México.
Tomó armas contra el gobierno federal en dos ocasiones: la primera contra Benito Juárez, con
el Plan de La Noria, y posteriormente, contra Sebastián Lerdo de Tejada, elaborando el Plan
de Tuxtepec. Tras el triunfo del segundo plan, Díaz asumió la presidencia del país en forma
interina entre el 28 de noviembre de 1876 y el 6 de diciembre de 1876, y por segunda vez
del 17 de febrero de 1877 al 5 de mayo de 1877. Ejerció el cargo en forma constitucional del 5
de mayo de 1877 al 30 de noviembre de 1880. Posteriormente, ejerció la presidencia del país
de manera ininterrumpida entre el 1 de diciembre de 1884 y el 25 de mayo de 1911.[cita  requerida]
Convencido defensor del progreso positivista. Entre las principales características de su
mandato se encuentra la expansión del ferrocarril en México, el crecimiento de la inversión
extranjera y el desarrollo del capitalismo en la economía mexicana.4

Índice

 1Biografía
o 1.1Primeros años y estudios
o 1.2Carrera militar
o 1.3Elección de 1867 y años posteriores
o 1.4La Revolución de La Noria
o 1.5La Revolución de Tuxtepec
o 1.6Primer mandato presidencial
o 1.7Presidencia de Manuel González
o 1.8Treinta y cinco años del Porfiriato
 1.8.1Economía
 1.8.2Cultura y sociedad
 1.8.3Vida privada
 1.8.4Política
 1.8.5Relaciones con la Iglesia
 1.8.6Relaciones internaciones
 1.8.7Control de la prensa
 1.8.8Represión política
 1.8.9Primeras Rebeliones Campesinas
 1.8.10El exterminio de los yaquis
 1.8.11Guerra de Castas
 1.8.12La Rebelión de Tomochi
 1.8.13Las reelecciones
1.8.14Crisis política anterior a la Revolución y derrocamiento de
Díaz
o 1.9Exilio y muerte
 2Restos mortales
 3Condecoraciones
o 3.1Nacionales
o 3.2Extranjeras
 4Honores
 5Galería
 6Véase también
 7Notas
 8Referencias
 9Bibliografía
 10Enlaces externos

Biografía[editar]
Primeros años y estudios[editar]
Nací en la ciudad de Oaxaca el 15 de septiembre de 1830. Mi padre fue José Faustino Díaz y mi madre
Petrona Mori. Aunque de origen español, mi padre era de los que llamamos raza criolla y mi madre tenía
encima media sangre india de raza mixteca.
Mi padre era pobre cuando se casó. Mirando que a su mujer no le gustaba vivir en la Sierra de Ixtlán, se
lanzó a correr fortuna y se trasladó a la costa que el estado de Oaxaca tiene en el Pacífico... y puso una
tienda en el valle de Xochistlahuaca.
En los últimos años de la vida, mi padre se hizo muy místico en Oaxaca, sin ser fanático; era un católico
muy ferviente. Rezaba mucho y aún llegó a usar un traje monacal de los terceros de San Francisco,
aunque no había recibido ninguna orden eclesiástica. 5
Porfirio Díaz nació en Oaxaca, en la antes provincia de Antequera, la noche del 15 de
septiembre de 1830 y fue bautizado por su padrino José Agustín Domínguez ese mismo día.
Era el sexto de siete hijos, concebidos en el matrimonio de José Faustino Díaz Orozco y María
Petrona Cecilia Mori Cortés, quienes se casaron en 1808, cuando el padre de Díaz manejaba
los negocios de una empresa de minas y metales de Cinco Señores, San José y El Socorro,
en el distrito de Ixtlán. Poco tiempo después, José Faustino se enroló en el ejército insurgente
de Vicente Guerrero, donde fungió como veterinario, y, tras un tiempo, fue nombrado coronel.
En 1819, tras once años de matrimonio, la pareja concibió a su primera hija, Desideria. Dos
años después nacieron los gemelos Cayetano y Pablo, quienes murieron en la infancia; luego
vino el nacimiento de dos mujeres más, Manuela y Nicolasa. En 1830 nació Porfirio, y
en 1833, el hermano menor, Felipe Díaz Mori.nota 1
En 1820, los Díaz se establecieron en el centro de la ciudad de Oaxaca, donde compraron un
mesón frente al templo de la Virgen de la Soledad, que alojaba a los viajeros que llegaban a la
ciudad a comerciar. En este tiempo, José Faustino Díaz montó un negocio dedicado a
la herrería, lo que le produjo ganancias que hicieron que su familia tuviera una situación
económica holgada durante algunos años.
A mediados de 1833, se desarrolló una epidemia de cólera morbus, en la ciudad de Oaxaca. A
principios de agosto, José Faustino Díaz se vio infectado, y el 29 de agosto dictó su
testamento, dejando todos sus bienes a su esposa, Petrona Mori. Poco tiempo después, el
mesón ya no fue rentable y la familia adquirió el Solar del Toronjo. Así es como describe
Porfirio Díaz en sus Memorias, la situación familiar tras la muerte de su padre: «Su buen juicio
y sus deberes de madre le proporcionaron la manera de prolongar por mucho tiempo aquellos
escasos recursos».5Las jovencitas Díaz: Manuela, Desideria y Nicolasa se dedicaron a tejer,
costurar, y a hacer buenos postres y alimentos para vender y mantener un sustento
económico en la familia; Petrona Mori, sembró nopales para la producción y venta de la grana
cochinilla. En uno de los patios del Solar del Toronjo, la familia criaba cerdos.
En 1835, Porfirio ingresó a la Escuela Amiga, institución educativa controlada por la parroquia
de Oaxaca donde aprendió a leer y escribir. Pasaba sus días, jugando con amigos y vecinos
del Solar del Toronjo. Se cuenta que en una ocasión, enojado con su hermano Félix por algún
hecho trivial, le puso pólvora en la nariz mientras dormía y le prendió fuego. Desde entonces
se le llama a Félix El Chato" Díaz.78
El padrino de Porfirio, José Agustín Domínguez y Díaz, quien era sacerdote y llegaría a
ser Obispo de Antequera, recomendó a su madre apresurar el ingreso de su hijo
al Seminario Tridentino de Oaxaca. En 1843, Porfirio ingresó al seminario, comenzando con
un bachillerato en artes. Durante tres años, hasta 1846, Porfirio
estudió física, matemáticas, lógica, gramática, retórica y latín. En esta última asignatura logró
altas calificaciones, por lo que ante la necesidad de conseguir dinero para su familia, empezó
a darle clases de latín a Guadalupe Pérez, hijo del licenciado Marcos Pérez. 9
Al producirse la Intervención estadounidense en México, en el seminario de Oaxaca surgió la
inquietud de luchar contra los invasores, idea que fue respaldada y alentada por los
sacerdotes y maestros. En octubre de ese año, varios alumnos se dirigieron a ver al
gobernador del Estado y solicitarle su ingreso al ejército nacional. Porfirio Díaz estaba en ese
grupo, y los cadetes fueron asignados al Batallón de San Clemente. Sin embargo, poco
después, la guerra terminó y los estudiantes no pudieron ir a pelear.
Al acabar el curso me inclinaba yo a la teología. Y aunque mi madre deseaba ardientemente, no ejercía
presión sobre mí, pues yo me sentía muy inclinado a ese género de estudios, pues los niños se
aficionan a lo que ven.
Una noche, al salir de la casa de don Marcos Pérez, después de dar clases a su hijo don Guadalupe
Pérez, fui invitado yo a la solemne ceremonia de distribución de premios que iba a tener verificativo esa
misma noche en el colegio del estado. Acepté la invitación y en ese momento me presentó con el señor
gobernador del estado, don Benito Juárez.
Entusiasmado entonces por lo que había visto y oído, tomé la resolución de no seguir la carrera
eclesiástica. Luché conmigo toda la noche, y no pudiendo soportar el estado en que me encontraba,
comuniqué a mi madre mi decisión al día siguiente.5
María Petrona Mori, madre de Porfirio Díaz, en una fotografía tomada c. 1854 en Oaxaca.

Marcos Pérez, mentor liberal de Porfirio Díaz, quien insistió en su adhesión a la carrera de leyes.
Porfirio Díaz daba clases de latín a Guadalupe Pérez, hijo del licenciado serrano destacado
Marcos Pérez, quien tenía una fuerte y cercana relación con Benito Juárez. Un día al finalizar
una de sus clases, el licenciado Marcos Pérez invitó al joven Porfirio a asistir a una entrega de
premios en el Colegio Liberal. Porfirio Díaz aceptó, y fue al evento en donde conoció al
entonces gobernador del estado de Oaxaca, Benito Juárez. Al observar el trato abierto y
respetuoso de Marcos Pérez y Benito Juárez, y al escuchar discursos que hablaban de los
jóvenes como amigos, y los derechos del hombre, (cosa que no sucedía y tomaba en cuenta
en el seminario) Porfirio decidió abandonar el seminario e ingresar en el Instituto de Ciencias y
Artes de Oaxaca, entonces considerado herético. Su padrino José Agustín, ya para entonces
nombrado obispo de la diócesis, le retiró su apoyo económico y moral. A pesar de haber sido
un alumno regular durante toda su carrera escolar, Díaz logró salir adelante en los estudios
de derecho, y a fines de 1850, se convirtió en maestro en ese mismo instituto. Poco tiempo
después, y ante la situación económica que pasaba su familia, Porfirio se convirtió en bolero,
más tarde trabajó en una armería ensamblando y arreglando rifles, al tiempo que consiguió
trabajo como carpintero. En 1854, sustituyó a Rafael Urquiza como bibliotecario del Instituto.
Cuando Manuel Iturribarría, profesor de la cátedra de derecho natural, abandonó el puesto por
enfermedad, Díaz se convirtió en profesor interino. Esto mejoró en parte su situación
económica y la de su familia. Díaz estudió derecho romano, materia que aprobó con la mejor
calificación de su generación. 5En el instituto, tuvo como compañeros a Matías Romero y José
Justo Benítez. De 1852 a 1853 fue alumno de Benito Juárez en derecho civil.
Tras la muerte de su padre, su hermana Desideria se casó con un comerciante de Michoacán,
Antonio Tapia, con quien tuvo varios hijos de los que solamente sobrevivieron dos. Vivió en
Michoacán hasta su muerte. Su hermana Nicolasa casó prematuramente y quedó viuda (no
dejó descendencia). Manuela, su otra hermana, tuvo una relación extramarital con
el médico Manuel Ortega Reyes, de quien nació su hija Delfina Ortega Díaz, quien con el
tiempo se convertiría en esposa de su tío Porfirio, quien describe así sus primeros años:
Mis condiciones especiales eran: buena talla, notable desarrollo físico, grande agilidad y mucha
inclinación, aptitud y gusto por los ejercicios atléticos. Llegó a mis manos un libro de gimnasia, el
primero probablemente que hubo en Oaxaca, y esto me permitió improvisar en mi casa un pequeño
gimnasio en el que hacíamos ejercicio mi hermano y yo. Éramos muy pobres. Llegué a hacer zapatos
finos, botas buenas, y naturalmente, a mucho menor costo del que tenían que comprarlos en la
zapatería. Poco después mi hermano se marchó a estudiar en el Colegio Militar de la Ciudad de
México.5

Carrera militar[editar]
Véanse también: Revolución de Ayutla,  Guerra de Reforma  y  Segunda Intervención Francesa en
México.
Fotografía tomada en 1861. Para esa edad, Díaz ya había sido diputado federal y había brillado por su
participación militar en la Revolución de Ayutla y la Guerra de Reforma.
El 1 de marzo de 1854, en Ayutla de los Libres, actual Estado de Guerrero, Florencio
Villareal y Juan N. Álvarez proclamaron el Plan de Ayutla contra el presidente Antonio López
de Santa Anna, quien estaba en el poder por décima primera ocasión desde el 20 de
abril de 1853. Con esta proclamación, dio comienzo la Revolución de Ayutla.10 En Oaxaca,
Marcos Pérez y sus allegados comenzaron a planear un movimiento que secundara la
Revolución, para lo cual establecieron correspondencia con la
ciudad estadounidense de Nueva Orleans, donde se encontraba exiliado el exgobernador
Benito Juárez, a consecuencia de una riña personal con Santa Anna. nota 2 Cuando miembros
de la policía secreta del gobierno, descubrieron las cartas de los conspiradores, Marcos Pérez
y sus compañeros fueron encarcelados en el convento de Santo Domingo. Porfirio Díaz
intentó visitar a Pérez, pero su familia lo intentó desanimar diciendo: «Los muros de Santo
Domingo no se pueden escalar».nota 3 Díaz logró escalar las torres del convento, con ayuda de
su hermano, la noche del 23 de noviembre, y logró comunicarse vía idioma latín con Marcos
Pérez.12 Unas semanas más tarde, el gobernador Martínez Pinillos decretó amnistía para los
presos, y Porfirio Díaz fue quien se los comunicó. En diciembre, el mismo gobernador exilió a
Pérez en Tehuacán (Puebla), y ordenó la captura de Díaz, por haber votado públicamente en
contra de Santa Anna y a favor de Álvarez, llamándole «Su Excelencia el Señor General Don
Juan Álvarez»,nota 4 quien de inmediato formó una pequeña guerrilla, con la que enfrentó a las
fuerzas federales en el enfrentamiento de Teotongo, el 7 de febrero de 1855.
El 9 de agosto de 1855, Santa Anna renunció a la presidencia y se embarcó en el puerto de
Veracruz rumbo a Cuba. Juan N. Álvarez, quien había encabezado la revolución, se convirtió
en presidente provisional. El 27 de agosto, Benito Juárez regresó de su exilio en el extranjero
y fue nombrado gobernador de Oaxaca. Celestino Macedonio, quien era el secretario de
Gobierno Estatal, nombró a Díaz como jefe político del Distrito de Ixtlán. En este pueblo, y a
pesar de la oposición del jefe militar estatal, Díaz organiza la primera guardia en la historia de
Ixtlán, con la que participó, a finales de 1856, en el primer sitio de Oaxaca, donde recibió
una herida de bala, razón por la que el doctor Esteban Calderón le practicó una operación. 1314
En premio a sus servicios por la causa liberal, el presidente Ignacio Comonfort confirió a Díaz
el mando militar del Istmo de Tehuantepec, en la cabecera de Sto. Domingo Tehuantepec.
Ante una inminente rebelión conservadora, Díaz tomó Jamiltepec, en el distrito de Ixcapa,
donde logró detener el avance conservador. En Tehuantepec conoció al dominico de
tendencias liberales Mauricio López, al administrador de correos Juan Calvo, al juez y
comerciante Juan A. Avendaño, y al viajero francés Charles Etienne Brasseur. También logró
tener contacto con la cultura zapoteca y la cultura mixteca, puesto que de esta última tenía
sangre por porta materna. Conoció a la insigne tehuana Doña Juana C. Romero, descendiente
de una importante familia política por lo que se relacionó con ella para, años más tarde
durante el Porfiriato, impulsar el desarrollo del Istmo. En 1860, salió por primera vez de
Oaxaca. Es entonces cuando Brasseur lo describe como «Alto, bien hecho, de una notable
distinción, su rostro de gran nobleza, agradablemente bronceado, me parecía revelar los
rasgos más perfectos de la antigua aristocracia mexicana..., sería de desear que todas las
provincias de México fueran administradas por gente de su carácter. Porfirio Díaz es, sin
dudarlo un momento, el hombre de Oaxaca».15
Al estallar la Guerra de Reforma, Díaz peleó en varias batallas, como en la acción militar de
Calpulalpan, bajo las órdenes de José María Díaz Ordaz e Ignacio Mejía. En tres años le
fueron conferidos los cargos de mayor, coronel y teniente general. Tras el triunfo liberal,
acaecido el 11 de enero de 1861, Díaz fue postulado a diputado federal, logrando obtener una
curul por Oaxaca en el Congreso de la Unión. Sin embargo, al ser ejecutados Melchor
Ocampo, Leandro Valle y Santos Degollado, por las fuerzas conservadoras en el transcurso
del año, Díaz solicitó permiso para ausentarse e ir a pelear. El permiso le fue concedido y en
su lugar quedó su suplente, Justo Benítez.16
El 31 de octubre, se celebró en Londres, una convención entre los representantes
de España, Francia e Inglaterra, con el propósito de definir la política a seguir con las deudas
de México, ya que el 24 de julio, Juárez suspendió los pagos debido a la bancarrota de la
hacienda nacional. A principios de diciembre, las fuerzas francesas, españolas e inglesas
llegaron a Veracruz, Córdoba y Orizaba, comandadas por Dubois de Saligny, Juan Prim y
John Russell. Gracias a la intervención del Ministro de Relaciones Exteriores del gobierno
mexicano, Manuel Doblado, España e Inglaterra retiraron sus tropas, como lo establecía el
punto número cuatro de los Tratados de La Soledad. Sin embargo, Francia se negó a
abandonar el territorio mexicano y en marzo de 1862 avanzó al interior con un poco más de
5,000 soldados, bajo el mando de Charles Ferdinand Latrille, Conde de Lorencez. A fines
de abril de ese mismo año, se fortificaron en Las Flores, un pequeño poblado del Estado de
Veracruz. Benito Juárez ordenó a Ignacio Zaragoza, general mexicano que participó del lado
liberal en la Guerra de Reforma, hacer frente a las fuerzas francesas en Puebla. El 5 de mayo,
Díaz y otros militares intervinieron en la Batalla de Puebla, donde lograron derrotar a los
franceses y hacerlos retroceder hasta Orizaba. Díaz defendió el ala izquierda de la ciudad, y
rebatió en dos ocasiones el ataque francés. Una vez que huyeron, González Ortega y Porfirio
Díaz se dieron a la tarea de perseguirlos, hasta que Zaragoza se los impidió. Ese mismo día,
Juárez recibió una carta de Zaragoza mencionándole los detalles de la batalla, y haciendo
hincapié en «el empeño y bizarría del ciudadano general don Porfirio Díaz».14
El 8 de septiembre, Zaragoza murió en Puebla. A principios de 1863, el emperador Napoleón
III envió treinta mil soldados a tierra mexicana, ya que su intención era imponer una presencia
geopolítica francesa (y europea) otra vez en América. Federico Forey era el comandante de
las fuerzas galas, quienes pusieron sitio a Puebla el 3 de abril de 1863. Jesús González
Ortega fue el encargado de defender la plaza, con ayuda de otros militares como Miguel
Negrete, Felipe Berriozábal y Díaz. Tras más de un mes de acciones militares fallidas por
parte de ambos bandos, la ciudad cayó en manos de los franceses la noche del 17 de mayo.
Díaz ordenó destruir todo el armamento y las municiones del ejército mexicano, para que no
cayeran en manos de los franceses. Una vez que las tropas invasoras entraron a la
fortificación mexicana, los militares republicanos fueron hechos prisioneros. 16
Díaz, junto con todos los demás militares, fue capturado y detenido en el Convento de Santa
Inés, en Puebla, los prisioneros fueron llevados a Veracruz, donde se les conduciría
a Martinica. Dos días antes de ser embarcados, Díaz y Berriozábal escaparon rumbo a
la Ciudad de México. En esta ciudad, Juárez y sus ministros se preparaban para escapar,
puesto que las tropas de Juan Nepomuceno Almonte iban a tomar la capital con ayuda de los
refuerzos franceses. Díaz habló con Juárez la mañana del 31 de mayo, en que el presidente le
preguntó qué estaba dispuesto a hacer por la causa liberal. Díaz respondió que necesitaba
organizar un ejército para combatir a las fuerzas conservadoras y francesas. Juárez, por
consejo de Sebastián Lerdo de Tejada, le asignó 30,000 a su división militar, con la que Díaz
marchó a Oaxaca con el cargo de gobernador interino. Hacia mediados de junio, logró llegar a
Oaxaca acompañado de su hermano Felipe y del coronel Manuel González, quien se había
escapado de las fuerzas conservadoras en Celaya, cuando el expresidente Comonfort fue
derrotado y asesinado.16
Durante todo el año de 1864, Díaz y González desarrollaron una guerra de guerrillas en
Oaxaca, y los franceses nunca pudieron penetrar al estado. Sin embargo, los triunfos de los
conservadores aumentaban y Juárez se vio obligado a salir de Monterrey rumbo a Paso del
Norte (hoy conocida como Ciudad Juárez). Un grupo de militares y clérigos conservadores se
dirigieron hacia Viena, Austria, en octubre de 1863 a ofrecer la corona del Imperio Mexicano
al archiduque Maximiliano de Habsburgo y su esposa Carlota de Bélgica. Tras una pequeña
encuesta realizada entre los altos círculos políticos y sociales del país, Maximiliano aceptó la
propuesta y se convirtió en emperador el 10 de junio de 1864, instaurando así el Segundo
Imperio Mexicano.17 Hacia principios de febrero de 1865, Díaz empezó la fortificación de
Oaxaca, puesto que las fuerzas de Aquiles Bazaine estaban a punto de tomar la vieja
Antequera. El 19 de febrero Bazaine comenzó el Sitio de Oaxaca, y tras varios meses de
asedio, Díaz se rindió el 22 de junio. Bazaine ordenó fusilarlo, pero la intervención de Justo
Benítez le salvó la vida. Fue confinado a prisión perpetua en el Convento de las Carmelitas,
en Puebla, por el delito de sedición. Sin embargo, en la prisión, entabló amistad con
el barón húngaro Louis de Salignac, quien era el encargado de la cárcel. En una ocasión,
cuando el comandante militar de la plaza salió de la ciudad, Díaz intentó escapar a base de
un cuchillo y una cuerda. El barón lo descubrió, pero en lugar de delatarlo, lo dejó ir. Esa
misma tarde organizó a un centenar de hombres para salir al combate y escribió una carta a
Juárez. Era el 20 de septiembre de 1865.14
Escenario de la Batalla de Puebla, librada el 5 de mayo de 1862 y en la que participó Díaz.
Tras más de un año reclutando hombres y pertrechos, Díaz regresó al sur del país, donde fue
apoyado por el viejo cacique liberal Juan Álvarez. Reorganizó el Ejército de Oriente y con sus
tropas triunfó el 3 de octubre de 1866 en la Batalla de Miahuatlán y el 18 de octubre en
la Batalla de la Carbonera. Tras más de dos meses de preparación y toma de ciudades de
Oaxaca, el Ejército de Oriente tomó la capital la noche del 27 de diciembre. De inmediato Díaz
se erigió en gobernador provisional, destituyó y ejecutó a las autoridades francesas. El
arzobispo de Oaxaca, lanzó un sermón en contra del gobierno republicano, pero Díaz lo
mandó ahorcar bajo el cargo de rebelión. Cuando Díaz salió de Oaxaca, en enero de 1867,
nombró como gobernador sustituto a Juan de Dios Borja. 16
El 5 de febrero de 1867, en París, Napoleón III envió un parte a Bazaine ordenando la retirada
de las tropas francesas de México, en vista de la presión ejercida por la prensa, la opinión
pública y el parlamento francés, y por la tensión que había con los prusianos que en un futuro
cercano haría que estallara la Guerra Franco Prusiana. Esta medida significó el principio de la
caída del Imperio, pues las fuerzas conservadores del emperador apenas sumaban 500
soldados.18 El avance liberal comenzó, Maximiliano, acompañado de los militares
conservadores Tomás Mejía y Miguel Miramón, se marchó con sus tropas a Querétaro,
donde Mariano Escobedo puso sitio a la ciudad, que se rindió el 15 de mayo. Mientras
tanto, Carlota de Bélgica marchó a Viena, París y Roma, donde se entrevistó con Francisco
José I, Napoleón III y su esposa Eugenia de Montijo, y con el papa Pío IX. En los tres casos,
pidió apoyo para su esposo, que le fue denegado. En Roma se volvió loca, y fue recluida el
resto de su vida en un castillo de Bruselas, donde murió el 19 de enero de 1927 a la edad de
87 años.19
Entrada del general Porfirio Díaz a Puebla, óleo de Francisco de Paula Mendoza (1902).
En marzo, comenzó el sitio de Puebla, comandado por Díaz. Durante más de tres semanas
cortó la comunicación de la ciudad y derrotó a las tropas de Leonardo Márquez, quien
después de ser vencido por los liberales, huyó a Toluca. Tras varios días de meditaciones, la
mañana del 2 de abril de 1867, Díaz asaltó Puebla. Así culminó la acción militar conocida
como Batalla del 2 de abril, en la que cayó Puebla, única ciudad en el sur que estaba en poder
de los franceses. Solo faltaban por caer Quéretaro y la capital. 20
Márquez había logrado fortificar a setecientos hombres en las llanuras cercanas a Toluca,
ciudad ante la cual Díaz y sus hombres se dirigían. La mañana del 16 de abril comisionó al
comandante Gonzalo Montes de Oca a enfrentar a Márquez. El resultado fue favorable a las
tropas mexicanas, y Márquez huyó hacia Cuba, donde murió en 1913.
A este hecho se le conoce como Batalla de las Lomas de San Lorenzo y a partir de ella
comenzó el sitio de la Ciudad de México, que se prolongó hasta el 15 de junio, cuando todo el
país ya se encontraba en manos de los republicanos. Durante el sitio y a la hora de entrar en
la ciudad, Díaz prohibió los saqueos y los robos; dos militares lo desobedecieron y fueron
fusilados.21

Benito Juárez fue presidente de México durante la Segunda Intervención Francesa.


El 15 de mayo Maximiliano entregó la plaza de Querétaro a Mariano Escobedo, y fue hecho
prisionero junto a Miramón y Mejía. Tras un juicio sumario por quebrantar las leyes
internacionales, la soberanía nacional y el Tratado de la Soledad, fueron fusilados la mañana
del 19 de junio, a pesar de que varios personajes intentaron salvar la vida del emperador,
como Víctor Hugo, escritor francés, escribió a Juárez pidiendo clemencia para el emperador. 22
La condesa de Salm Salm, quien intercedió por Maximiliano ante Díaz, hizo lo mismo ante
Juárez, pero la respuesta fue la misma. A la población de México se le hizo creer que
Maximiliano aún vivía y que regresaría triunfante a la capital, hasta que Díaz hizo circular un
panfleto desestimando esta teoría.23
Juárez hizo público su reconocimiento a Díaz en una carta a Guillermo Prieto, que afirmaba:
Es un buen chico nuestro Porfirio. Nunca fecha sus cartas hasta que no toma una capital. 24
En su discurso final del 15 de julio, día en que entró a la capital, Juárez reconoció
públicamente a Díaz, quien fue premiado con una división y una hacienda en Oaxaca,
conocida como Hacienda de La Noria, donde años más tarde sería proclamado el Plan de La
Noria. Su hermano Felipe fue elegido gobernador de Oaxaca, por votación popular, cargo en
el que estaría hasta 1871. Tras ello, Díaz se retiró a Oaxaca a vivir.14

Retrato al óleo de Porfirio Díaz en 1867. Para este año, cuando acabó la Guerra de Intervención
Francesa, contaba con 37 años y 37 campañas militares.
Durante las guerras en que se vio envuelto, Díaz se relacionó amorosamente con varias
mujeres. La primera y la más conocida de sus aventuras amorosas fue la sostenida con Juana
Catalina Romero, durante los años de la Guerra de Reforma. Cuenta una leyenda que durante
la Batalla de Miahuatlán, Díaz se ocultó bajo las enaguas de Juana Catalina. Esta relación
duró más allá de la guerra, cuando Díaz ya era presidente y por ello favoreció la zona
de Tehuantepec. Un relato popular cuenta que el tren de la ciudad atravesaba por la hacienda
de Juana Catalina, y que el presidente saltaba del vagón para visitarla. 25
Otra aventura que Díaz mantuvo fue con la soldadera Rafaela Quiñones, durante toda la
guerra de intervención. A principios de 1867 nació la hija de la relación entre Díaz y Quiñones,
llamada Amada Díaz, quien vivió con su padre hasta 1879 y se quedó en México tras la caída
del gobierno porfirista. Finalmente murió en 1962.26
El 15 de abril de 1867, Díaz se casó por poder con su sobrina Delfina Ortega de Díaz, tras
mediar con el presidente Juárez la disposición para dispensar el parentesco carnal.
En 1869 nació su primer hijo, Porfirio Germán, que murió ese mismo año. Dos años más tarde
la pareja concibió a unos gemelos, quienes corrieron la misma suerte que su primer hijo. Tras
varios años, en 1873 nació el primero de los hijos que llegaría a la edad adulta, Porfirio Díaz
Ortega. El 5 de mayo de 1875 nació la última hija del matrimonio, Luz Victoria, llamada así en
honor a la victoria republicana del 5 de mayo de 1862 en Puebla.27

Elección de 1867 y años posteriores[editar]


Véase también: Elecciones federales de México de 1867

Una vez culminada la guerra de intervención francesa, Juárez, que se había amparado en el
artículo 128 de la Constitución de 1857 para permanecer indefinidamente en el poder,28
convocó a elecciones presidenciales, que se efectuaron el domingo 25 de agosto de 1867.
Los resultados finales fueron:

 Benito Juárez: 2344 votos


 Porfirio Díaz: 785 votos.
Por lo tanto, el Congreso, a través del presidente de dicho órgano, Manuel Romero Rubio,
declaró a Benito Juárez como ganador de las elecciones presidenciales y mandatario
constitucional para el período comprendido entre el 1 de diciembre de 1867 y el 30 de
noviembre de 1871. El bando oficial fue publicado en las calles de la Ciudad de México, el 23
de septiembre.29
Porfirio Díaz se sintió derrotado y abatido por el triunfo de Juárez en las elecciones. Decidió
retirarse a La Noria, donde el 2 de febrero de 1868 le fue anunciado el cese del Ejército de
Oriente, que en julio del año anterior fue reducido a solo 4000 soldados. Al mismo tiempo,
Juárez, por conducto de Matías Romero, Ministro de Gobernación, le ofreció encabezar la
legación mexicana en Washington D. C., Estados Unidos de América. Díaz, sin embargo,
rechazó la propuesta.30
Durante 1869 y 1870, Díaz vivió en La Noria, al lado de su esposa Delfina. Fue en esta época
cuando se procrearon los hijos que morirían en la infancia. Delfina pensó que se trataba de un
asunto de índole religiosa, ya que ellos se habían casado siendo parientes carnales y no se
obtuvo la dispensa necesaria sino hasta 1880. En La Noria, Díaz desarrolló
la fundición de cañones, pólvora y municiones, además de la agricultura.
Mientras tanto, su hermano Félix Díaz Mori fue elegido gobernador de Oaxaca. En su período
al frente del gobierno estatal, tuvo un enfrentamiento por el impuesto a la madera, con los
habitantes de Juchitán. El 17 de febrero de 1870, el gobernador y un regimiento de más de
quinientos soldados, entró en la ciudad y mató a varias personas, entre ellos mujeres y niños,
todo esto a fin de sofocar el levantamiento que se había producido. Antes de salir, entró con
sus soldados a saquear la iglesia del pueblo. Hizo bajar la estatua del santo patrono de
Juchitán, San Vicente Ferrer, y la arrastró por todo el pueblo, en un acto considerado de su
parte como jacobino. Meses más tarde devolvió la imagen en una caja de madera hecho
pedazos. Los juchitecos le capturaron en marzo de 1872, lo castraron y lo ejecutaron en
venganza por el incidente de Juchitán.31

La Revolución de La Noria[editar]
Artículo principal: Plan de la Noria
Véase también: Elecciones federales de México de 1871
Sebastián Lerdo de Tejada fue el tercer candidato en las elecciones presidenciales de 1871. Tras la
muerte de Juárez, ocupó la presidencia de manera interina, y en este cargo amnistió a Díaz y a todos
los militares que participaron en la Revolución de La Noria.
Porfirio Díaz decidió postularse a las elecciones presidenciales de 1871. Para esta elección,
Juárez fue postulado por tercera ocasión, siendo las anteriores en los años 1861 y 1867.
Había además un nuevo candidato, el presidente de la Suprema Corte de Justicia, Sebastián
Lerdo de Tejada. Las elecciones se llevaron a cabo el 27 de agosto de ese año. Los
resultados finales fueron revelados al país el 7 de octubre y fueron los siguientes:

 Benito Juárez: 5837 votos


 Porfirio Díaz: 3555 votos
 Sebastián Lerdo de Tejada: 2874 votos
Díaz y Lerdo no quedaron conformes con el resultado dado a conocer por el Congreso, e
iniciaron una serie de impugnaciones a la elección. Lerdo decidió retirarse de los juicios
electorales y volvió a su puesto de presidente en la Suprema Corte de Justicia. Díaz, sin
embargo, comenzó a ganar adeptos en el sur del país, entre los hacendados de Oaxaca y los
militares de ese estado, donde Felipe Díaz era gobernador. El 8 de noviembre lanzó el Plan de
la Noria, llamando a todos los militares del país a luchar contra Juárez. De esta manera dio
inicio la Revolución de La Noria.
La reelección indefinida, forzosa y violenta, del Ejecutivo Federal, ha puesto en peligro las instituciones
nacionales.
En el Congreso una mayoría regimentada por medios reprobados y vergonzosos, ha hecho ineficaces
los nobles esfuerzos de los diputados independientes y convertido á la Representación Nacional en una
cámara cortesana, obsequiosa y resuelta á seguir siempre los impulsos del Ejecutivo.
En la Suprema Corte de Justicia, la minoría independiente que había salvado algunas veces los
principios constitucionales de este cataclismo de perversión é inmoralidad, es hoy impotente por falta de
dos de sus más dignos representantes, el ingreso de otro llevado allí por la protección del Ejecutivo.
Ninguna garantía ha tenido desde entonces el amparo; los Jueces y Magistrados pundonorosos de los
Tribunales Electorales son sustituidos por agentes sumisos del Gobierno, los intereses más caros del
pueblo y los principios de mayor trascendencia quedan á la merced de los perros guardianes. 32
De inmediato los estados de Oaxaca, Guerrero y Chiapas se unieron a Díaz, quien avanzó
triunfante hasta Toluca, donde comenzaron las derrotas. Sóstenes Rocha e Ignacio
Mejía evitaron que los rebeldes tomaran la capital. A pesar de que lograron conseguir adeptos
entre las clases más bajas de la sociedad mexicana, los sublevados de La Noria tuvieron un
largo proceso de derrotas. Cuando intentaron cruzar Puerto Ángel, Oaxaca, en enero de 1872
rumbo a Panamá, los juchitecos capturaron a Félix Díaz y lo asesinaron. Esa misma
noche, Manuel González, mejor amigo y compadre de Díaz así como uno de los líderes de la
sublevación, recibió una carta del hermano de Porfirio, que había sido ejecutado. La carta
decía lo siguiente:
Vamos a perder, Juárez nos va a aplastar, pero quiero darle a mi hermano esta última prueba de afecto,
porque lo que es el indio, nos friega.33
La noche del 18 de julio, Juárez falleció en la Ciudad de México. Junto con González, Díaz se
encontraba en Nayarit, visitando al cacique local Manuel Lozada, llamado el "Tigre de Álica", a
fin de conseguir su apoyo. Al oír cañonazos, Díaz preguntó qué sucedía, y de inmediato le
informaron del fallecimiento de Juárez. Lerdo de Tejada ya era el presidente interino, y por lo
tanto, el movimiento de La Noria perdía sentido, ya que Juárez había muerto y no existía
razón para pelear. Luego de que Lozada se negó a apoyar a Díaz, los revolucionarios
declinaron las armas. Poco después, en octubre, fueron convocadas las elecciones para
presidente de la República mexicana. Se presentaron como candidatos Porfirio Díaz y Lerdo
de Tejada. En las Elecciones extraordinarias de México de 1872, este último derrotó a Díaz.
Una vez que el Congreso confirmó a Lerdo como presidente constitucional para el período
del 1 de diciembre de 1872 al 30 de noviembre de 1876, el Ministro de Guerra y
Marina, Mariano Escobedo decretó la amnistía para todos los revolucionarios de La Noria,
pero con la condición de que se les daría de baja del Ejército Mexicano.34
Una vez derrotado y en un escándalo público ante la prensa, Díaz volvió a Oaxaca, donde se
encontró con la noticia de la muerte de su hija. La crisis económica por la que pasaba, lo
obligó a vender la Hacienda de La Noria e irse como asociado en una finca dedicada al cultivo
de azúcar, ubicada en la localidad de Tlacotalpan, Veracruz. Ahí, en el clima veracruzano, la
familia de Porfirio Díaz logró conseguir una relativa estabilidad económica, puesto que
además del cultivo de azúcar, se dedicó a la carpintería,nota 5 e incluso logró inventar
una mecedora integrada con abanico automático.
Sin embargo, Porfirio conservaba sus viejas ambiciones políticas. En octubre de 1874 fue
postulado como candidato a diputado federal y ganó la elección. Una vez instalada la Cámara
de Diputados, uno de los primeros dictámenes de la nueva legislatura fue aprobar una
propuesta de la Comisión de Hacienda, relativa a disminuir la pensión de los militares
retirados del servicio nacional, así como reducir de una manera significativa el sueldo de los
soldados activos en el Ejército. Díaz, junto con otros diputados de extracción militar, se
opusieron a la propuesta de Hacienda. Justo Benítez, quien para entonces se había
convertido en el intermediario político de Díaz, sugirió al militar que pronunciara un discurso
en la tribuna del Palacio Legislativo. Tras mucho meditarlo, Díaz accedió a hablar en público.
Aun cuando él mismo conocía su falta de habilidad como orador, intentó elaborar un discurso.
Luego de varios intentos, Díaz se dio por vencido, y en un acto insólito hasta ese momento en
la historia legislativa de México, comenzó a llorar en público. Este incidente le hizo convertirse
por unos días en el hazmerreír de la clase política mexicana. Así describe aquel momento uno
de los biógrafos de Díaz, José López Portillo y Rojas.
Y habló Porfirio en efecto, sosteniendo ser magna injusticia que a los buenos servidores de la Nación, a
los que habían derramado su sangre por defenderla, se les condenase a la miseria para hacer un ahorro
insignificante; mas expresó aquellas ideas con tantos titubeos, en estilo tan desaliñado e incoherente, y
con voz tan desentonada, que el auditorio se llenó de pena, no por los militares a quienes se quería
reducir a pan y agua, sino por el preopinante, a quien se veía sufrir indecibles torturas en la terrible
picota de la tribuna. Porfirio, finalmente, abrumado por la congoja y enredado entre sus propias ideas y
palabras, no acertó a salir del paso, no supo cómo concluir la oración, y rompió a llorar como un niño.
Así bajo de la tribuna con el rostro congestionado y cubierto de lágrimas, en tanto que los circunstantes,
sorprendidos, no sabían que hacer, si llorar también o prorrumpir en carcajadas. 36
A pesar de que este incidente deterioró la imagen de Díaz en la opinión política nacional, una
serie de políticas radicales llevadas a cabo por Lerdo hicieron que el movimiento porfirista
ganara cada vez más partidarios, principalmente en la clase alta, que se vio afectada debido a
que Lerdo expulsó a las órdenes religiosas y elevó los impuestos, ambas acciones en 1874.
Los gobiernos extranjeros tampoco veían con buenos ojos al gobierno lerdista, debido a una
disminución de la venta de productos a países como Francia y el Reino Unido. Todo este
escenario político, tanto interno como externo, propició la llegada de Díaz al poder.
Conscientes de ello, el círculo político de Lerdo mantuvo vigilado al oaxaqueño durante varios
meses. Manuel Romero Rubio, intermediario político de Lerdo, ofreció a Díaz la presidencia
de la Corte Suprema de Justicia, en Oaxaca, pero este se negó. 36

La Revolución de Tuxtepec[editar]
Véanse también: Revolución de Tuxtepec  y  Elecciones federales de México de 1876.

A fines de 1875, Sebastián Lerdo de Tejada hizo público su interés por presentarse a


las elecciones de 1876. Aunque si bien la prensa solo lo tomó como una declaración informal,
Lerdo anunció su candidatura la noche del 23 de diciembre y este hecho suscitó reacciones
diferentes en la clase política nacional. Porfirio Díaz, quien para entonces también se lanzó a
la candidatura presidencial, comenzó una serie de manifestaciones públicas contra Lerdo,
pero rápidamente fueron sofocadas por órdenes del mismo presidente Lerdo. Las acciones de
represión hacia los partidarios porfiristas llevadas a cabo por la policía secreta, causaron aún
más descontento hacia el lerdismo. El 10 de enero de 1876, con el apoyo de varios militares
de diversos lugares del país y con el respaldo de la Iglesia católica, que se había visto
afectada por las medidas de Lerdo, Porfirio Díaz lanzó en la población de Tuxtepec, el Plan de
Tuxtepec. Así dio comienzo la Revolución de Tuxtepec, la última guerra del siglo XIX en
México.
Mariano Escobedo, militar lerdista que fue uno de los principales combatientes de Díaz en la Revolución
de Tuxtepec. En 1878 inició un levantamiento contra el presidente Díaz, fue derrotado y estuvo a punto
de ser fusilado, pero la intervención de Manuel González, su antiguo compañero de batallas lo salvó.
Finalmente se incorporó al sistema político porfirista y ocupó varios cargos en el gobierno. Murió
en 1902.
Que la República Mexicana está regida por un gobierno que ha hecho del abuso un sistema político,
despreciando y violando la moral y las leyes, viciando á la sociedad, despreciando á las instituciones, y
haciendo imposible el remedio de tantos males por la vía pacífica; que el sufragio público se ha
convertido en una farsa, pues el presidente y sus amigos por todos los medios reprobados hacen llegar
á los puestos públicos á los que llaman sus "Candidatos Oficiales", rechazando á todo ciudadano
independiente; que de este modo y gobernando hasta sin ministros se hace la burla más cruel á la
democracia que se funda en la independencia de los poderes; que la soberanía de los Estados es
vulnerada repetidas veces; que el Presidente y sus favoritos destituyen á su arbitrio á los Gobernadores,
entregando los Estados á sus amigos, como sucedió en Coahuila, Oaxaca, Yucatán y Nuevo León,
habiéndose intentado hacer lo mismo con Jalisco; que á este Estado se le segregó para debilitarlo, el
importante cantón de Tepic, el cual se ha gobernando militarmente hasta la fecha, con agravio del pacto
federal y del derecho de Gentes; que sin consideración á los fueros de la humanidad se retiró á los
Estados fronterizos la mezquina subvención que les servía para defensa de los indios bárbaros; que el
tesoro público se dilapida en gastos de placer, sin que el Gobierno haya llegado á presentar al Congreso
de la Unión la cuenta de los fondos que maneja.37
Las derrotas que Díaz y sus partidarios comenzaron a sufrir no se hicieron esperar, puesto
que la mayor parte del ejército permanecía fiel a Lerdo. Mariano Escobedo, derrotó el 10 de
marzo de 1876 a Díaz en Icamole, Nuevo León. Se dice que Porfirio Díaz lloró, al verse
derrotado y abatido. Por esta razón se le conoció, durante el resto de la Guerra, como "El
Llorón de Icamole".38 Tras la derrota de Icamole, los lerdistas estaban seguros de su victoria
sobre los revolucionarios de Tuxtepec y disminuyeron la actividad militar en el país. Sin
embargo, Donato Guerra, Justo Benítez y Manuel González siguieron una guerra de guerrillas
al interior de México. Díaz, mientras tanto, se embarcó a Cuba en un barco que salió
de Tampico, Tamaulipas, haciéndose pasar por el médico español Gustavo Romero. Una vez
llegado a La Habana, logró conseguir armas y varios adeptos entre los esclavos de Cuba,
puesto que la isla aún se encontraba en poder de los españoles. Cuando regresó a México,
tomó la zona correspondiente a Veracruz y San Luis Potosí, mientras que Manuel González y
Benítez tenían capturado el Estado de Guerrero. A principios de noviembre comenzó el ataque
hacia Puebla. Para entonces, Alatorre fue destituido del cargo de Ministro de Guerra y en su
lugar fue nombrado Mejía. Escobedo, acompañado de varios contingentes lerdistas, entre
ellos el de Alatorre, se fortificó en Tecoac, una localidad tlaxcalteca. El 16 de noviembre, Díaz
y Escobedo se enfrentaron en ese paraje. En principio, la batalla iba a ser ganada por las
tropas lerdistas, pero la intervención de Manuel González y sus refuerzos, lograron derrotar a
las tropas federales. Se dice que al término de la batalla, cuando los lerdistas huyeron, Díaz
habló con González, herido en la batalla (de ahí su apodo "El Manco de Tecoac"), y le
dijo: "Compadre, gracias a usted hemos ganado, y por eso, será usted mi Ministro de
Guerra".39

José María Iglesias, líder de los Decembristas, que pretendía quedarse como Presidente una vez
finalizado el mandato de Lerdo.
Una vez terminada la guerra civil, Díaz llegó a la Ciudad de México el 21 de noviembre, y ese
mismo día se erigió en presidente provisional de la República Mexicana. Sin embargo, José
María Iglesias, presidente de la Suprema Corte de Justicia, alegaba que al ser él sustituto
constitucional de Lerdo, y haber huido este del país, Iglesias debería convertirse en presidente
el 1 de diciembre. Por lo tanto, a sus partidarios se les conoció como decembristas. Para ese
momento, tres grupos se disputaban la presidencia: decembristas, lerdistas y porfiristas. Los
decembristas se habían acuartelado en Guanajuato y el brazo militar del partido político
era Felipe Berriozábal. Díaz dejó en la presidencia a Juan N. Méndez y el 22 de
diciembre salió de la capital con una división compuesta por 5000 soldados rumbo al Estado
de Guanajuato, donde logró derrotar a las fuerzas decembristas en marzo de 1877. Gracias a
la mediación de Justo Benítez, Iglesias y Díaz llegaron a un acuerdo, en el que el primero
habría de reconocer a Díaz como virtual presidente, y a cambio este le cedería la gubernatura
de su estado natal, Michoacán. Tras todos los preparativos políticos llevados a cabo por
Benítez y González, Porfirio Díaz se convirtió en presidente la mañana del 5 de mayo de 1877,
día en que protestó su cargo ante el Congreso de la Unión, después de haberse celebrado
las elecciones de 1877 de forma extraordinaria.

Primer mandato presidencial[editar]

El filósofo francés Augusto Comte, creador del positivismo, filosofía en la cual Porfirio Díaz cimentó su
gobierno.
Dentro del marco porfiriano, este período de la Historia de México, estuvo marcado por la
influencia del positivismo, teoría política francesa creada por Augusto Comte. A partir de
entonces, el orden establecido por Díaz durante la última mitad del siglo XIX en México se
basaría el orden y la llamada «paz porfiriana». Ellos serían: el orden y progreso. El
cumplimiento de ellos, según Justo Sierra, ministro porfiriano, llevó a México a la cúspide del
progreso.40
El principal objetivo de Díaz en su primer mandato fue ganarse la confianza de los Estados
Unidos de América, que pasaba por un serio problema político. nota 6 Así, Díaz debió realizar
una serie de maniobras políticas para ganar el reconocimiento estadounidense. La negativa
del embajador John W. Foster a negociar con México dificultó la situación aún más. A través
del Ministro de Relaciones Exteriores, Ignacio Mariscal y del Ministro de Hacienda, Matías
Romero, Díaz logró el pago de la deuda externa a Estados Unidos, por medio de breves
cantidades abonadas en un plazo de quince años. En su mensaje a la Nación del 1 de
abril de 1893 se dio por finalizado el pago de la deuda mexicana. 41
Otro asunto prioritario para Díaz fue la pacificación del país. Desde finales de la Guerra de
Independencia de México, varias bandas de ladrones se colocaban en las orillas de caminos,
con el fin de asaltar los vagones cargados de bienes que eran llevados a la capital y a otras
ciudades importantes del país, como Puebla o Veracruz. El comercio, que no tuvo un gran
crecimiento durante la primera mitad del siglo XIX en México y que además fue sacudido por
las crisis económicas que las guerras propiciaron, se vio aún más amenazado por las gavillas
de bandoleros que atacaban las vías de comunicación. Otro punto que acentuaba la
inseguridad del país era que existían grupos armados asentados únicamente en un lugar del
país y cuyo propósito era controlar por medio de caciques al país entero. 42
Díaz acordó con el Congreso facultades extraordinarias para poner remedio a la situación.
Ordenó el desplazamiento de los ejércitos más consolidados, como una medida tomada para
evitar la proliferación de cacicazgos. Otro problema serio en el panorama político eran las
ambiciones y alianzas de los gobernadores y jefes militares. A fin de evadir este problema,
Díaz nombró personalmente a varios militares de su confianza como gobernadores y jefes
militares.42

John Watson Foster, ministro plenipotenciario de Estados Unidos en México durante el primer mandato
de Díaz. Miembro de la misma logia masónica que Lerdo, su principal objetivo fue evitar a toda costa
que el gobierno norteamericano reconociera al gobierno de Díaz.
En 1878, el gobierno había logrado casi por completo la pacificación del país, por lo que el
presidente comisionó a José Yves Limantour, economista de la Secretaría de Hacienda, a
viajar a los Estados Unidos comandando una campaña de promoción mexicana. Este
programa de difusión de la cultura mexicana logró que el presidente Rutherford B.
Hayes enviara una comitiva de empresarios estadounidenses a México. Sin embargo, el
embajador Foster escribió al Departamento de Estado, alertando sobre los peligros de México,
pero a pesar de sus esfuerzos por impedir el viaje, los empresarios llegaron a México el 2 de
marzo, y tras una serie de viajes por todo el país, Hayes concedió a México el reconocimiento
oficial la tarde del 9 de abril de 1878.43
Hacia principios de 1879, comenzaron a surgir rumores acerca de quién sería el candidato
oficial a la presidencia de la República, pues en el año de 1880 se celebrarían elecciones. Se
mencionaban los nombres del Ministro de Guerra y Marina, Manuel González, y del asesor
personal del presidente, Justo Benítez. La prensa difundió el nombre de Protasio
Tagle, Ministro de Gobernación, como tercer candidato. Como era natural en las sucesiones
presidenciales del siglo XIX, comenzaron las revueltas que apoyaban a un candidato en
específico. Estas rebeliones fueron encabezadas por Trinidad García de la Cadena,
en Zacatecas; Domingo Nava, en Sinaloa; Ramírez Terán en Mazatlán y los motines de
indígenas mixtecos en los valles de Tamazunchale.
Una de las rebeliones más sonadas y que más repercutieron en la opinión pública del país,
fue el incidente político que sucedió en Veracruz, a fines de junio de 1879. Un grupo de
lerdistas armados había llegado del extranjero tras más de tres años preparando su revuelta.
A bordo del buque "Libertad", quinientos soldados desembarcaron en el puerto la madrugada
del 14 de junio y comenzó el ataque a la ciudad. Sin embargo, el gobernador del estado, Luis
Mier y Terán, comisionó a una brigada que pudo detener rápidamente el levantamiento y
aprehender a los sublevados. Mier y Terán comunicó la situación a Díaz, en su deber de
gobernador y puesto que Porfirio, hijo mayor del presidente y ahijado del gobernador, se
encontraba en Veracruz. Díaz envió un mensaje cifrado que al ser leído reveló la orden del
Presidente: "Mátalos en caliente y después averiguas". De inmediato Mier y Terán cumplió la
orden presidencial, que causó malestar entre la población y un pequeño levantamiento militar
que también fue sofocado. Años más tarde, durante el transcurso de la Revolución mexicana,
este asunto fue uno de los principales motivos de la caída del Porfiriato.44
Finalmente, Manuel "El Manco" González fue nombrado candidato presidencial por el Partido
Liberal. Tras una campaña electoral sin contratiempos, con el apoyo de los círculos políticos y
económicos nacionales y con el beneplácito de las potencias extranjeras, como Estados
Unidos, Reino Unido y España, Manuel González fue elegido presidente, y como tal, empezó
a ejercer su cargo de Presidente Constitucional, el 1 de diciembre de 1880.
A fines de 1879, la esposa de Porfirio Díaz, Delfina, se embarazó por sexta ocasión. Tras un
embarazo relativamente estable, el parto, estaba programado para la madrugada del 5 de
abril de 1880. Sin embargo, la madrugada del 2 de abril, el parto tuvo que adelantarse, y con
ello nació Victoria, la última hija del matrimonio, llamada así en honor a la batalla librada en
Puebla trece años atrás y que Díaz había ganado. Pese a ello, tanto la madre como la hija
comenzaron a sufrir de enfermedades posteriores al parto, por lo que Victoria, la hija, murió 48
horas después de nacer. Delfina enfermó gravemente de pulmonía y los médicos no le dieron
esperanzas, así que decidió casarse por la Iglesia. nota 7
Porfirio Díaz solicitó al arzobispo de México Pelagio Antonio de Labastida y Dávalos que
celebrara el Matrimonio católico. El arzobispo pidió a Díaz su abjuración, de haber proclamado
públicamente la Constitución liberal. Díaz redactó su retracción, que fue leída por el arzobispo.
Poco tiempo después, uno de los enviados de Labastida ofició el matrimonio la noche del 7 de
abril, y Delfina murió en la mañana del 8 de abril.27

Presidencia de Manuel González[editar]


Véase también: Manuel del Refugio González Flores
Manuel del Refugio González Flores, amigo y compañero militar de Díaz. En premio a sus servicios
durante la Revolución de Tuxtepec, Díaz le concedió la gubernatura de Michoacán y más tarde el
Ministerio de Guerra. Elegido presidente en 1880, las acciones de su gobierno fueron empañadas por
los escándalos de corrupción. Tras terminar su mandato presidencial, ejerció como gobernador
de Guanajuato. Murió en 1893.
Manuel González fue un militar nacido en 1833, en Tamaulipas. Participó en la Intervención
estadounidense en México, como teniente y más tarde combatió en la Guerra de Reforma, del
lado del Partido Conservador. Sin embargo, durante la Segunda Intervención Francesa en
México, decidió abandonar las filas conservadoras e ingresar en el ejército liberal, debido a un
recuerdo suyo de la intervención estadounidense, en que su padre fue asesinado por las
tropas norteamericanas. Este incidente le hizo cambiar de bando ante la nueva invasión
extranjera.45 Durante la guerra contra los franceses, González peleó junto a Díaz y se convirtió
en lugarteniente general del Ejército de Oriente, participando de esta forma en muchas de las
batallas libradas contra el ejército francés. Cuando Díaz estuvo preso en Puebla,
durante 1865, González fue quien mantuvo la guerrilla en Oaxaca. Durante la batalla del 2 de
abril, González recibió una herida de bala en el brazo derecho, a nivel del codo el cual lo
destrozó, por lo que le fue amputado ese mismo día. Durante la revuelta ocasionada por
el Plan de la Noria, González apoyó a Díaz a pesar de la derrota del ejército sublevado.
Nuevamente, durante la Revolución de Tuxtepec, González se mostró fiel al ejército de Díaz,
al que salvó de la derrota final el 16 de noviembre de 1876, en la Batalla de Tecoac. Herido en
este último enfrentamiento, Díaz lo nombró Ministro de Guerra en premio a sus servicios en la
guerra. A finales de 1879 fue nombrado candidato presidencial y un año más tarde asumió la
presidencia.46
Durante su gobierno, Manuel González impulsó la creación de ferrocarriles, dio concesiones
para la creación de la primera red de telégrafos en el país y la fundación de dos bancos: el
Banco Nacional Mexicano, con capital del Banco Franco Egipcio y el Banco Mercantil
Mexicano, fundado por comerciantes españoles y mexicanos residentes en México. Ambos
bancos, fusionados, dieron lugar al Banco Nacional de México (Banamex) en 1884. Sin
embargo, estos avances en la economía del país, se vieron empañados debido a los
frecuentes escándalos de corrupción y malos manejos en el gobierno de González. En
noviembre de 1881, la emisión de la moneda de níquel, que sustituía al circulante de plata,
provocó una crisis económica. Estuvo a punto de estallar un levantamiento en contra de las
autoridades republicanas, pero la intervención de Díaz salvó al gobierno de González de sufrir
una guerra civil.
El principal cargo imputado a González durante su gobierno fue el de corrupción, auspiciado
por Díaz y Manuel Romero Rubio. Según los estudios de Francisco Bulnes, el objetivo de Díaz
y Romero Rubio era, "evitar que González le tomara gusto a la silla presidencial, y así hacer
que se la devolviese a Díaz en 1884".47 Salvador Quevedo y Zubieta, un intelectual afín a
Díaz, comenzó una campaña de desprestigio dirigida a González, aduciendo que a raíz de
perder su brazo derecho, el presidente había desarrollado un gran apetito sexual, y que había
mandado traer de Circasia, Rusia a una mujer que se hospedaba en su hacienda
de Chapingo. A pesar de que este rumor nunca fue comprobado, el presidente González sí
logró la reforma del Código Civil para poder heredar a su segunda familia, la formada con
Juana Horn.48
Porfirio Díaz fue nombrado por Manuel González como Ministro de Fomento, y desde ese
puesto coordinó la campaña contra González. Luego de enviudar, el general Díaz comenzó a
participar en las reuniones sociales de la clase política mexicana. En mayo de 1881 conoció
a Carmen Romero Rubio en una fiesta organizada por el embajador Foster. Con el pretexto de
tomar clases de idioma inglés, Díaz frecuentó la casa de Romero Rubio y comenzó a cortejar
a Carmen. Tras varios meses de relación informal, la pareja se casó el 5 de
noviembre de 1881.49
En febrero de 1881, siguiendo el consejo de Carlos Pacheco Villalobos, uno de sus principales
consejeros, el presidente González ordenó la postulación de Díaz como gobernador de
Oaxaca. Tras unas elecciones estables, Porfirio Díaz asumió el cargo el 1 de diciembre y de
acuerdo con la Constitución local debería mantenerse como gobernador hasta 1885. A los
pocos meses, Díaz solicitó al Congreso local una licencia para ausentarse del cargo por
tiempo indefinido, y de ahí volvió al Ministerio de Fomento. Pocos meses más tarde comandó
una delegación que visitó las principales ciudades de Estados Unidos de América,
como Chicago y Nueva York. En esta última localidad, Carmen intentó visitar a su padrino
de bautizo, Sebastián Lerdo de Tejada, quien se negó a recibirla, aduciendo la "traición" de su
padre al aliarse con Díaz. La pareja fue recibida por el Presidente de Estados Unidos, Chester
Alan Arthur y por el inventor Thomas Alva Edison. A su llegada a México, Díaz fue lanzado
como candidato presidencial, y luego de una campaña apoyada por los sectores de la Iglesia y
los empresarios, se convirtió en Presidente por segunda ocasión el 1 de diciembre de 1884.

Treinta y cinco años del Porfiriato[editar]


Artículo principal: Porfiriato

Porfirio Díaz el presidente de mayor duración en el cargo (1876, 1877-80, 1884-1911) y que consolidara
el poder de la figura presidencial. En la imagen se encuentra sentado en la silla presidencial y portando
la banda presidencial.
Durante el gobierno del general Porfirio Díaz se dio un giro en la actividad política nacional, puesto que
alrededor de cuatrocientos años —Mesoamérica, el Virreinato de Nueva España y las primeras décadas
del México Independiente— los gobernantes llevaron la administración pública con un claro sentido
militar, y sus acciones estuvieron enfocadas a fortalecer al ejército en turno. Sin embargo, a raíz del
comienzo de la segunda presidencia de Díaz, en 1884, se dio un vuelco que permitió a la política
mexicana centrarse desde un ángulo más civil. En esta fotografía aparece el presidente Díaz en 1902,
ataviado con ropa civil.
Por Porfiriato se entiende a la etapa de la historia transcurrida entre 1876 y 1911,
caracterizada por los gobiernos de Porfirio Díaz, que solo se interrumpió
entre 1880 y 1884 con el período presidencial de Manuel González. A partir del 1 de
diciembre de 1884 Díaz gobernó personalmente de manera ininterrumpida. La filosofía en que
se basó el Porfiriato fue el positivismo, que predicaba el orden y la paz, pilares del gobierno
porfirista, a pesar de contar con detractores, principalmente en la izquierda política. Gracias a
la extracción de plusvalía a obreros y campesinos mediante el uso del capitalismo, los
ministros de Hacienda del gobierno porfirista, Manuel Dublán y José Yves Limantour pudieron
lograr en forma importante un avance en la economía de la clase social dominante. 50
Otra característica del Porfiriato fue que los diversos grupos políticos del país convergieron en
el Gabinete de Porfirio Díaz. Durante su primer mandato, el gabinete estuvo conformado en su
totalidad por los antiguos combatientes de la Revolución de Tuxtepec. Sin embargo, en su
segundo período presidencial, llegaron juaristas como Matías Romero e Ignacio Mariscal;
lerdistas como Romero Rubio y Joaquín Baranda, y un imperialista, Manuel Dublán. Con los
gobernadores, Díaz procuró mantener estrecha relación, en especial en lo relacionado con
las elecciones de las legislaturas y tribunales de justicia locales, la construcción de
ferrocarriles, el combate a los yaquis, quienes llevaban más de cincuenta años
atacando Sonora, y también en otros asuntos menores.
La paz que se impuso durante el gobierno de Porfirio Díaz permitió el desarrollo de la cultura y
la ciencia en México, dado que desde fines del siglo XVIII la continua inestabilidad política,
social y económica impidió que se impusiera un clima propicio a la ciencia y a la cultura. Sin
embargo, durante el Porfiriato floreció la literatura, la pintura, la música y la escultura. Las
actividades científicas fueron promovidas desde el gobierno, pues se consideraba que un
avance científico del país podía conllevar cambios positivos en la estructura económica. Fue
entonces cuando se fundaron institutos, bibliotecas, sociedad científicas y asociaciones
culturales. De igual manera, el arte popular buscó en la cultura de México un elemento para
plasmar sus composiciones y expresarse, y así se lograron muestras del arte mexicano que
fueron exhibidas en el mundo entero. El positivismo logró hacer que en México hubiera un
renacimiento del estudio de la historia nacional, como un elemento que afianzó a Díaz en el
poder y contribuyó a la unidad nacional. En el estudio de esta rama sobresalieron Guillermo
Prieto y Vicente Riva Palacio.
El historiador mexicano José López Portillo y Rojas, en su obra Elevación y caída de Porfirio
Díaz, menciona que el avance nacional durante el Porfiriato también cambió la fisonomía del
presidente. En noviembre de 1881, tres años antes de comenzar su segundo período
presidencial, el general oaxaqueño contrajo matrimonio con Carmen Romero Rubio,
proveniente de las familias con mayor abolengo y alcurnia en la alta sociedad mexicana.
Hasta ese año, —según los relatos de la época—, Díaz contaba con todos los rasgos de un
militar formado en los campos de batalla: tosco en su modo de tratar con la gente, brusco, con
un vocabulario adecuado para hacerse valer por encima de sus soldados, acostumbrado a
escupir y sin mucho respeto por las formas sociales. Sin embargo, como el mismo Díaz relató
años más tarde en sus Memorias, su esposa Carmen se dedicó a formarlo dentro de la
sociedad mexicana. Le enseñó el idioma inglés, y nociones de idioma francés, los modales de
la alta sociedad, la forma de moverse y expresarse, la forma de comer, el vocabulario
adecuado para cada situación. Su fisonomía, como afirmó López Portillo y Rojas, en efecto,
había cambiado. Del color moreno de su piel, pasó a tomar un tono más tostado. Como
afirman varios testimonios de historiadores de la época, al regresar a la presidencia en 1884,
Díaz ya no era Porfirio sino más bien "Don Porfirio". Esta opinión la expresó
el obispo oaxaqueño Eulogio Gillow a un diario de filiación católica en 1887:
"Carmelita Romero Rubio fue el alma sorprendente de la evolución del general Díaz hacia una
existencia refinada y una política de conciliación de tan hondas consecuencias en la vida nacional."51
Economía[editar]
Artículo principal: Economía del Porfiriato
El ferrocarril representó uno de los avances de la economía del Porfiriato y fue expuesto ante el mundo
como símbolo de progreso. La cultura mexicana en la época de Díaz tuvo rasgos de la economía, como
este cuadro de José María Velasco, en que se refleja el ferrocarril del Valle de México.
La construcción de ferrocarriles fue uno de los puntos más importantes de la economía
mexicana en el Porfiriato. Anteriormente ya se contaba con el ferrocarril que corría de
la Ciudad de México hasta Veracruz, el principal puerto del Golfo de México, cuya
construcción inició en 1852 y Lerdo de Tejada lo inauguró el 3 de febrero de 1873. Una vez
que Díaz se consolidó en el poder comenzó la construcción de ferrocarriles dirigidos a la
frontera norte y a gran escala. Desde 1880 hasta 1885 las concesiones fueron cedidas a los
extranjeros, primeramente inversionistas norteamericanos. Sin embargo,
entre 1886 y 1895 los empresarios provenientes del Reino Unido acapararon la totalidad de
las concesiones ferroviarias, pero a partir de 1896 y hasta 1905 los estadounidenses
comenzaron una contraofensiva para recuperar el control de los ferrocarriles mexicanos.
Finalmente, en 1909 los ferrocarriles fueron nacionalizados y permanecieron así 82 años
hasta que en 1991, Carlos Salinas de Gortari los privatizó. Asimismo, el 1 de junio de 1880 y
el 16 de diciembre de 1881 el Congreso de la Unión legisló en materia de ferrocarriles,
sometiendo a jurisdicción del gobierno federal las concesiones a inversionistas, así como
contratos, modificaciones, tendidos de vía y demás, garantizando así la injerencia del gobierno
en la economía. Asimismo se estimuló el desarrollo de las compañías ferroviarias otorgando
terrenos colindantes y estableciendo subsidios por cada kilómetro construido. Uno de los
proyectos de las compañías norteamericanas era construir una línea entre México y los
Estados Unidos. Hacia 1911 el país contaba con más de 20 000 kilómetros de vías
ferroviarias, cuando en 1876 apenas existían 800. Cuando en 1908 el periodista James
Creelman le entrevistó, Díaz afirmó:
Los ferrocarriles han desempeñado importante papel en la conservación de la paz en México. Cuando
por primera vez me posesioné de la presidencia en 1876, sólo existían dos pequeñas líneas que
comunicaban la capital con Veracruz y Querétaro. Hoy tenemos más de 19.000 millas de vías férreas. 52
53
Otro factor que permitió el desarrollo del México porfiriano fue la inversión extranjera, ya que
los empresarios de otros países54 deseaban aprovechar los recursos naturales de México, que
no pudieron ser explotados por los mexicanos durante el siglo XIX debido a las guerras civiles
e intervenciones extranjeras. Esto ocurrió durante el marco mundial de la competencia
económica, en que las potencias económicas luchaban por conseguir la primacía mundial.
Durante este período en México creció la industria, en su rama extractiva, la agricultura de
productos tropicales encaminada a la exportación, además de todas las ramas de la
economía, que siempre estuvieron orientadas al desarrollo de México en el exterior. Díaz y
sus asesores concedieron todas las facilidades necesarias a los inversionistas extranjeros, a
fin de que desarrollaran su actividad y, con el apoyo del gobierno, pronto dominaron la
economía del país. Situación que, por supuesto, no fue bien vista por todos aquellos que
defendían la idea de que el desarrollo económico del país debía depender de mano y obra y
financiamiento mexicanos y no extranjeros.55

José Yves Limantour, político mexicano. Economista de profesión, trabajó desde 1878 en el Ministerio


de Hacienda y Crédito Público. Durante el gobierno de González fungió como analista económico de la
presidencia y al regresar Díaz a la presidencia fue nombrado Oficial Mayor de Hacienda, bajo las
órdenes de Manuel Dublán. A la muerte de este en 1892, salió de la Cámara de Diputados, donde
presidía la Comisión de Hacienda y, por recomendación del suegro de Díaz, Romero Rubio —su padrino
de boda—, fue nombrado Ministro de Hacienda, cargo desde el que dirigió libremente la economía
nacional hasta 1911, cuando la Revolución mexicana lo desterró. Nunca regresó a México y finalmente,
murió en 1935 en Biarritz (Francia).
Con la llegada de los capitales a México, se vio la necesidad de crear una infraestructura de
transporte que permitiera el desarrollo de la industria, y así se pudo generar comunicación
entre las diversas regiones del país, ya que muchas de ellas habían estado alejadas del resto
del país por muchos años, como en el caso de los estados
norteños, Sinaloa, Chihuahua y Coahuila. Así se construyeron redes de telégrafo y teléfono, y
se mejoraron las comunicaciones entre los puertos. Entre 1877 y 1911 se construyeron de
7.136 a 23.654 kilómetros en cuestión de vías telegráficas y así la clave morse fue un factor
más en el desarrollo de las comunicaciones en México. El sistema de correos, que durante
todo el siglo XIX fue atacado por los bandoleros, logró un relativo crecimiento con la paz
porfiriana, puesto que se establecieron más de 1200 oficinas de correo. En 1876 Alexander
Graham Bell inventó el teléfono, que llegó a México el 13 de marzo de 1878, cuando el pueblo
de Tlalpan, en el Distrito Federal recibió la primera llamada telefónica. Trece años más tarde,
en 1891 la primera compañía de teléfonos mexicanos, contaba con más de 1000 suscriptores
y ese mismo año se publicó la primera guía de teléfonos en la historia del país. Ese mismo
año el ingeniero alemán Alfred Westrup instaló líneas telefónicas para la policía de la capital, y
para 1893 ya existían las primeras líneas particulares. En 1897, el servicio telefónico se
extendió a todas las ciudades del país, como Monterrey, Puebla y Guadalajara, entre otras.56
Un proyecto surgido de corporaciones alemanas llegó a su conclusión trayendo a México
la electricidad, que se generaba por medio de turbinas que, impulsadas por la fuerza
de gravedad almacenada en los depósitos de agua subterránea, producían la electricidad.
Asimismo, la ingeniería permitió aprovechar la orografía de México para estimular la creación
de plantas hidroeléctricas, con lo que se pudo incrementar la producción económica de
México.57 En Veracruz se descubrieron reservas de petróleo en 1879, y hacia principios
de 1887 el empresario estadounidense nacionalizado mexicano, Adolph Autrey, creó las
primeras refinerías del país.
La industria fue una de las ramas que más atención y presupuesto recibió durante el Porfiriato.
En la minería, México ocupó en la época del Porfiriato el primer lugar en producción de plata y
se ha mantenido en este puesto desde entonces. La producción de metales y combustibles se
incrementó con el único fin de exportarla hacia otros países. La inversión extranjera se
incrementó a partir de 1895, y con ello se abrió pie al inicio de la industria de la
transformación, que empezó la fabricación de textiles,
papelería, calzado, alimentos, vinos, cerveza, cigarros, químicos, loza, vidrio y cemento.
Asimismo, a principios del siglo XX, se creó en México la primera planta de industria
siderúrgica, que en su tiempo fue la primera de América Latina.58
El comercio se fortaleció debido a la expansión del sistema ferroviario y a que el gobierno
decidió suprimir las alcabalas, impuesto que exigían los estados de la República y que hacían
más lento el trámite comercial. El gobierno planteó la necesidad de crear productos dirigidos a
la exportación, por lo que el país comenzó a depender económicamente de los capitales
extranjeros. El comercio externo estuvo orientado a satisfacer las necesidades agropecuarias
e industriales, por lo que se generaron productos como oro,
plata, henequén, caucho, ixtle, garbanzo, chile, pieles, maderas —tanto finas como para
construir—, animales de tiro, café, frijol, vainilla y azúcar. Aunque la producción no fue tan
grande como en otros países, si registró un relativo aumento con respecto a la economía
mexicana durante los primeros cincuenta años de vida independiente. En el terreno de las
importaciones, se compraron del exterior materiales como hierro, cemento y cal, así como
materiales para la construcción y establecimiento de empresas, tecnología para ferrocarriles,
telégrafos y teléfonos, materiales para construir máquinas de tracción animal, textiles y otros
artículos de lujo, como espejos, porcelanas, relojes y muebles. Hacia finales del porfiriato, las
exportaciones disminuyeron con respecto a las importaciones, por lo que la balanza
comercial se mostró desfavorable a la economía de México.59
Cultura y sociedad[editar]
Ignacio Manuel Altamirano fue un escritor y literato guerrerense que nació en 1834, de origen
indígena nahua. Estudió en Cuernavaca, y más tarde se convirtió en profesor de latín. Durante la Guerra
de Reforma combatió del lado liberal. Su obra más conocida fue Clemencia. Tras varios años de trabajo
literario fue nombrado embajador en Italia. Murió en San Remo el 13 de febrero de 1893.
La literatura fue el campo cultural que más avances tuvo en el Porfiriato. En 1849, Francisco
Zarco fundó el Liceo Miguel Hidalgo, que formó a poetas y escritores durante el resto del siglo
XIX en México. Los egresados de esta institución se vieron influenciados por el Romanticismo.
Al restaurarse la república, en 1867 el escritor Ignacio Manuel Altamirano fundó las
llamadas "Veladas Literarias", grupos de escritores mexicanos con la misma visión literaria.
Entre este grupo se contaban Guillermo Prieto, Manuel Payno, Ignacio Ramírez, el
Nigromante, Vicente Riva Palacio, Luis G. Urbina, Juan de Dios Peza y Justo Sierra. Hacia
fines de 1869 los miembros de las Veladas Literarias fundaron la revista "El Renacimiento",
que publicó textos literarios de diferentes grupos del país, con ideología política distinta. Trató
temas relacionados con doctrinas y aportes culturales, las diferentes tendencias de la cultura
nacional en cuanto a aspectos literarios, artísticos, históricos y arqueológicos. 60
El escritor guerrerense Ignacio Manuel Altamirano creó grupos de estudio relacionados con la
investigación de la Historia de México, las Lenguas de México, pero asimismo fue impulsor del
estudio de la cultura universal. Fue también diplomático, dado que hablaba con fluidez el
idioma francés, y en estos cargos desempeñó la labor de promover culturalmente al país en
las potencias extranjeras. Fue cónsul de México en Barcelona y Marsella y a fines de 1892 se
le comisionó como embajador en Italia. Murió el 13 de febrero de 1893 en San Remo, Italia. La
influencia de Altamirano se evidenció en el nacionalismo, cuya principal expresión fueron las
novelas de corte campirano. Escritores de esta escuela fueron Manuel M. Flores, José Cuéllar
y José López Portillo y Rojas.61
Poco después surgió en México el modernismo, que abandonó el orgullo nacionalista para
recibir la influencia francesa. Esta teoría fue fundada por el poeta nicaragüense Rubén Darío y
proponía una reacción contra lo establecido por las costumbres literarias, y declaraba la
libertad del artista sobre la base de ciertas reglas, inclinándose así hacia el sentimentalismo.
La corriente modernista cambió ciertas reglas en el verso y la narrativa, haciendo uso
de metáforas. Los escritores modernistas de México fueron Luis G, Urbina y Amado Nervo.62
Como consecuencia de la filosofía positivista en México, se dio gran importancia al estudio de
la historia. El gobierno de Díaz necesitaba lograr la unión nacional, debido a que aún existían
grupos conservadores en la sociedad mexicana. Por ello, el Ministerio de Instrucción Pública,
dirigido por Justo Sierra usó la historia patria como un medio para lograr la unidad nacional.
Se dio importancia especial a la Segunda Intervención Francesa en México, a la vez que se
abandonó el antihispanismo presente en México desde la Independencia. 63
En 1887, Díaz inauguró la exhibición de monolitos prehispánicos en el Museo Nacional, donde
también fue mostrada al público una réplica de la Piedra del Sol o Calendario Azteca.
En 1908 el museo fue dividido en dos secciones: Museo de Historia Natural y Museo
de Arqueología. Hacia principios de 1901, Justo Sierra creó los departamentos
de etnografía y arqueología. Tres años después, en 1904 durante la Exposición Universal de
San Luis —1904— se presentó la Escuela Mexicana de Arqueología, Historia y Etnografía,
que presentó ante el mundo las principales muestras de la cultura prehispánica. 64

El valle de México, pintado en 1885 por Velasco. El paisajismo mexicano tuvo gran auge durante la
época en que Porfirio Díaz gobernó al país. En general, la cultura mexicana se vio afectada por los
cambios económicos y políticos, y se desarrolló un arte en dos etapas. La primera, que comprende
de 1876 a 1888 representó el auge del nacionalismo. La segunda y última fase del arte porfiriano
empezó en 1888 y finalizó con el gobierno de Díaz, en 1911 y se caracterizó por una preferencia cultural
hacia Francia y su cultura.
José María Velasco fue un paisajista mexicano que nació en 1840, y se graduó
como pintor en 1861, de la Academia de Bellas Artes de San Carlos. Estudió
asimismo zoología, botánica, física y anatomía. Sus obras principales consistieron en retratar
el Valle de México y también pintó a personajes de la sociedad
mexicana, haciendas, volcanes, y sembradíos. Una serie de sus trabajos fue dedicado a
plasmar los paisajes provinciales de Oaxaca, como la catedral y los templos prehispánicos,
como Monte Albán y Mitla. Otras pinturas de Velasco fueron dedicadas a Teotihuacán y a
la Villa de Guadalupe.65
El avance de la instrucción pública fue favorecido por el positivismo, y por su representante
mexicano Gabino Barreda. Durante el Porfiriato se sentaron las bases de la educación
pública, que siempre fue respaldada por los intelectuales de índole liberal. En 1868, todavía
durante el gobierno de Juárez, se promulgó la Ley de Instrucción Pública, que no fue aceptada
por la Iglesia Católica. Joaquín Baranda, ministro de Instrucción Pública, desarrolló una
campaña de conciliación con la Iglesia, y aplicó a la educación el aspecto positivista, sin dejar
de lado el humanismo. Se buscaba que todos los alumnos tuvieran acceso a la educación
básica, pero para ello se tuvo que enfrentar a caciques y hacendados, además de la falta de
vías de comunicación en las zonas rurales. La instrucción primaria superior se estableció
en 1889 y tuvo por objeto crear un vínculo entre la enseñanza elemental y la preparatoria. 66
En 1891 fue promulgada la Ley Reglamentaria de Educación, que estableció la educación
como laica, gratuita y obligatoria. Asimismo fueron instituidos los llamados Comités de
Vigilancia. Para que los padres y tutores cumplieran con la obligación constitucional de
mandar a sus hijos o pupilos a la escuela. Baranda fundó más de doscientas escuelas para
maestros, que una vez egresados se dirigieron a enseñar a las ciudades del país. Sin
embargo, en las zonas rurales la falta de desarrollo social provocó un rezago educativo. 67

- Invitación impresa del Presidente de la República general Porfirio Díaz a la celebración del Primer
Centenario de la Independencia a José Saldívar Jr.
Durante las fiestas del Centenario de la Independencia de México, Justo Sierra presentó ante
el Congreso de la Unión, una iniciativa para crear la Universidad Nacional de México, como
dependencia agregada al Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes. La ley fue
promulgada el 26 de mayo, y el primer rector universitario fue Joaquín Eguía Lis, durante los
años de 1910 a 1913. Las escuelas de Medicina, Ingeniería y Jurisprudencia habían
funcionado separadas durante más de cuarenta años, pero con esta ley se reunían todas,
junto con la Escuela Nacional Preparatoria, en la Universidad Nacional de México. Pocos años
después de culminar la Independencia, fue suprimida la Real y Pontificia Universidad de
México, ya que había sido considerada un símbolo del Virreinato de Nueva España, como una
muestra de desprecio ante la cultura española. Años después se intentó restaurar la
institución, reversando una retrógrada medida que rezagaría la alta educación en México, pero
las guerras civiles y las confrontaciones políticas lo impidieron. 68
Vida privada[editar]
El Palacio de Bellas Artes se comenzó a construir en 1904 como antecedente de las festividades
del Centenario de la Independencia Mexicana. En su momento la sociedad mexicana lo consideró la
máxima expresión de la Arquitectura de México, y en particular, del Porfiriato. Fue concluido en 1934 y
su inauguración se celebró el 30 de septiembre del mismo año. Pero el modelo arquitectónico y la
construcción son de inspiración en el modelo francés, característica del Porfiriato.
Porfirio Díaz y su esposa Carmen Romero Rubio habitaban una casa de estilo barroco
novohispano, ubicada en la calle de La Cadena, en el centro histórico de la Ciudad de México,
y que databa del siglo XVIII, cuando fue mandada construir por el virrey Carlos Francisco de
Croix. Díaz solía despachar junto con su gabinete en Palacio Nacional, y durante
los veranos residía y ejercía su cargo desde el Castillo de Chapultepec. Entre sus aficiones se
encontraba la práctica de la calistenia, del juego de naipes, del billar y del boliche, que había
mandado instalar en el Castillo. También aprovechó para ejercitarse físicamente a través de
la natación, caminata y atletismo, en el Bosque de Chapultepec, muchas veces acompañado
de su hijo Porfirio, a quien el presidente llamaba "Firio". Junto a su secretario particular Rafael
Chousal jugaba naipes y boliche, a la vez que salía de excursión montañista a sitios
arqueológicos como Teotihuacán o Monte Albán. En una ocasión, durante la visita de
inversionistas aragoneses a México, fueron llevados en una comitiva encabezada por el
presidente a Teotihuacán, donde Porfirio Díaz pudo escalar únicamente con la ayuda de una
cuerda la Pirámide del Sol, a sus más de setenta años de edad. 69
Porfirio y Carmen nunca tuvieron hijos, debido a la esterilidad de la primera dama. Sin
embargo, desde 1884, año de su matrimonio, los hijos del general y de su primera esposa
difunta, Delfina Ortega, vivieron con la nueva pareja. Junto a las hermanas de Carmen, Luisa
y Sofía, y a los padres de la esposa de Díaz, la "familia real", —como era conocido el círculo
más cercano a Porfirio Díaz—, solía presentarse en las ceremonias de la sociedad mexicana.
Porfirio Díaz Ortega, único hijo varón y el primogénito del presidente, se graduó de cadete en
el Colegio Militar, ubicado en la capital. Contrajo matrimonio en 1901 con María Luisa
Raygosa, hija de hacendados nativos de Aguascalientes y residía en el Molino de las Rosas,
su rancho en Mixcoac y que en 1912 fue saqueada por las tropas revolucionarias de Pascual
Orozco. Luz Victoria —llamada así en recuerdo del triunfo liberal en la Batalla de
Puebla en 1862— se casó con el ingeniero industrial Francisco Rincón Gallardo, quien poseía
una hacienda llamada "Santa María de Gallardo" en Aguascalientes donde el presidente Díaz
solía pasar temporadas en compañía de su hija.
Amada, la hija que Díaz procreó en los años de la guerra contra Francia con la soldadera
Rafaela Quiñones, comenzó a vivir con el presidente desde 1879. En 1885 se casó con el
hacendado morelense Ignacio de la Torre y Mier, con quien nunca tuvo hijos y solía discutir
frecuentemente con él, debido en parte a que siempre pesó sobre De la Torre un rumor
acerca de su homosexualidad. El 18 de noviembre de 1901 la policía realizó una redada en lo
que llegaría a conocerse como «baile de los cuarenta y uno», una fiesta de hombres
homosexuales en la que la mitad de ellos estaban travestidos. Corrió un rumor de que en
realidad habían sido 42 los detenidos, siendo precisamente el número cuarenta y dos Ignacio
de la Torre, que habría sido salvado de ir a prisión por ser el yerno presidencial.
En total, Porfirio Díaz tuvo dieciséis nietos, siete de Porfirio y nueve de Luz. En el Castillo de
Chapultepec vivían desde 1905 sus nietos Porfirio, Piro, Lila, Genaro, Amada, Francisco,
Nacho y Virginia. En el Teatro Arbeu de la Ciudad de México se representaban obras de
teatro a las que Díaz y su esposa, acompañados de los ministros Justo Sierra y Justino
Fernández, solían asistir. En la Hacienda de San Nicolás Peralta, propiedad de su yerno
Ignacio de la Torre, Díaz practicaba la cacería, que también ejercitaba en los campos
de Michoacán y Jalisco.70
Las familias de la alta sociedad mexicana, que en su mayoría eran partidarias del gobierno,
comenzaron a formar un círculo en torno al general Díaz. El matrimonio presidencial era el
encargado de presidir las fiestas, bailes y demás eventos sociales de la comunidad política y
económica del país. Entre sus diversiones se contaban los viajes de excursión a Popo-Park —
el primer zoológico en México—, y a Mixcoac, donde Porfirio Díaz encabezaba los bailes en la
hacienda de su hijo mayor. En 1881 se fundó un establecimiento de entretenimiento conocido
como el Jockey Club, en la antigua Casa del Conde de Orizaba, más conocida popularmente
como "La Casa de los Azulejos". El Jockey Club solía ser frecuentado por Díaz y sus
colaboradores más allegados. De acuerdo con las notas escritas por Justo Sierra, el Jockey
Club era un club social diseñado originalmente para los varones de la alta clase política, lo
que no impedía la visita de las mujeres, muchas veces que eran esposas de los miembros del
Club. En este lugar se trataban temas de política, economía o cualquiera relacionado con la
situación de entonces en México. Eran comunes las partidas de naipes o bacará, y el uso
de bebidas alcohólicas, como tequila o coñac.71

Gabinete de Porfirio Díaz, a la izquierda se encuentra Justo Sierra


Dentro de la sociedad cercana a Díaz destacó un grupo de políticos e intelectuales conocido
como "Los Científicos", encabezado por el Ministro de Hacienda, Limantour. Sus miembros
eran parte del gabinete presidencial, como Rosendo Pineda, Justo Sierra, Joaquín
Casasús, Francisco Bulnes, Pablo Macedo y Miguel Macedo. Ellos ocuparon las carteras más
importantes del gobierno en cuestión, como el Ministerio de Relaciones Exteriores,
el Ministerio de Instrucción Pública y Justicia, el Ministerio de Fomento y el Ministerio de
Hacienda. El escritor y politólogo Jorge Vera Estañol describió en su obra "Historia de la
Revolución Mexicana, orígenes y resultados" a "Los Científicos" de esta forma:
Existía un grupo de hombres maduros, la crema de la intelectualidad mexicana, para quienes la
dictadura vitalicia significaba la renuncia a toda esperanza de dirigir la política nacional, y este grupo
resolvió organizarse para compartir el poder con Díaz y encauzar el gobierno dentro de algún programa.
Jorge Vera Estañol, "Los Científicos", tomado del libro "Historia de la Revolución Mexicana: orígenes y
resultados".72
Política[editar]

Antiguo miembro del Partido Conservador, Pelagio Antonio de Labastida y Dávalos fue asesor


de Maximiliano de Habsburgo durante el Segundo Imperio Mexicano. Expulsado por Benito Juárez, se
exilió en Zaragoza, España y Díaz le permitió volver al país en 1877. Ofició el matrimonio religioso de
Porfirio y Delfina Díaz horas antes del fallecimiento de esta última. Años más tarde mantuvo una
relación de amistad con Porfirio Díaz, lo que afianzó la relación de la Iglesia católica con el Estado
Mexicano.
Durante su primer mandato presidencial, Díaz se rodeó de los antiguos combatientes de
Tuxtepec. El principal asesor de Díaz fue Justo Benítez, quien además era amigo y
compañero personal del presidente, y sí tenía experiencia política. Benítez enseñó a Díaz el
manejo de la política, lecciones que años más tarde el presidente aplicaría en su gobierno.
Hacia 1879, cuando comenzó la carrera por la sucesión presidencial, se perfilaban dos
candidatos, Justo Benítez y Manuel González. A pesar de que varios grupos políticos
sugirieron a Díaz volverse a presentar como candidato, el general declinó la oferta puesto que
contrariaba los principios del Plan de Tuxtepec, con el que había llegado a la presidencia.
Manuel González derrotó a Benítez y consiguió la candidatura. El 1 de diciembre de 1880, tras
unas elecciones sin contratiempos, González se convirtió en Presidente de México. Díaz
siguió desempeñando papeles en la administración pública nacional, como el cargo
de Ministro de Fomento. El presidente González cometió varios errores, que aunados a los
escándalos de administración y corrupción, desprestigiaron su figura. Porfirio Díaz regresó a la
presidencia en 1884, con el apoyo de todos los sectores políticos del país.73
Uno de los principales objetivos de la segunda administración porfirista fue la pacificación del
país. Esta política se basó en dos aspectos, el primero consistió en incorporar al régimen a
adversarios y opositores a su gobierno, mediante la concesión de cargos ministeriales. En su
primer gabinete, se contaron únicamente antiguos revolucionarios de Tuxtepec. Ya en su
segunda administración, se incorporaron lerdistas, iglesistas, gonzalistas e incluso miembros
del Partido Conservador. Manuel Romero Rubio, suegro del presidente ocupó durante once
años la cartera de Gobernación, e incluso se dijo que poseía aspiraciones presidenciales.
Díaz, sin embargo, se encargó de descalificar a Romero Rubio, ya que la intención del
presidente era perpetuarse en el poder. 74
Relaciones con la Iglesia[editar]
Otro punto que Díaz intentó llevar a cabo durante su mandato fue la conciliación con la Iglesia
católica, con quien el gobierno liberal había tenido discrepancias desde que se promulgó
la Constitución de 1857. El primer acercamiento entre la Iglesia y el Estado porfirista se dio
en 1880, cuando murió Delfina Ortega de Díaz y el arzobispo de México, Pelagio Antonio de
Labastida y Dávalos, ofició la ceremonia del matrimonio católico y días más tarde el funeral de
la esposa de Díaz. Ya en su segunda administración, Díaz conoció, por intermedio de los
Romero Rubio, al sacerdote oaxaqueño Eulogio Gillow, quien era hijo de
hacendados poblanos y educado en Inglaterra. Gillow, con el paso del tiempo, se convirtió en
amigo cercano de Díaz y ayudó a mejorar las relaciones de la Iglesia con el Estado.
En noviembre de 1881, Gillow casó a Díaz con Carmen Romero Rubio y en 1887 fue investido
como primer arzobispo de Oaxaca. Díaz obsequió a Gillow una esmeralda rodeada
de brillantes, y el nuevo arzobispo envió al presidente una joya traída desde Francia, que
recordaba las Guerras Napoleónicas y un busto de Napoleón Bonaparte. Durante el Porfiriato,
el clero acrecentó sus propiedades, además de un aumento en las diócesis y arquidiócesis.
Regresaron los jesuitas y se instituyeron más órdenes religiosas. Díaz, en la intimidad se
declara "católico, apostólico y romano", aunque el protestantismo crece durante su gobierno.
Gillow pidió a Díaz firmar un concordato con la Santa Sede, y el presidente se negó,
rompiendo así la promesa que León XIII hizo a Gillow de investirlo cardenal a cambio de lograr
un concordato con México.75
Relaciones internaciones[editar]
Las relaciones exteriores de México ya no se limitaron solo al comercio con Estados Unidos
de América. El pago de la deuda externa a Gran Bretaña en 1884, la estabilidad y seguridad
pública y el restablecimiento del crédito de México ante el mundo, logró que varios países de
la comunidad internacional otorgaran su reconocimiento a Díaz. De los países que firmaron la
Convención de Londres en 1861, Francia fue el último en reconocer al gobierno mexicano,
pues España y Reino Unido lo hicieron en 1878. El acercamiento económico, político y
comercial a Europa equilibró la situación de México ante Estados Unidos. El presidente Díaz
declaró en una entrevista a un diario español: "Pobre México. Tan lejos de Dios, tan cerca de
Estados Unidos".76
Al iniciar el mes de enero de 1907, los obreros de Río Blanco, Veracruz, formaron una
cooperativa sindical para defender sus derechos ante los patronos. El 7 de enero suspendieron su
trabajo en protesta por las medidas de los dueños, y entonces comenzó la Huelga de Río Blanco, que
fue reprimida rápida y violentamente por los miembros del Ejército Mexicano. Años más tarde, este
incidente fue recordado contra Díaz en los primeros movimientos de la Revolución mexicana.
Un incidente ocurrido en 1877 estuvo a punto de desatar una guerra entre México y los
Estados Unidos, puesto que el presidente norteamericano, Rutherford Birchard Hayes y sus
ministros William M. Evarts y John Sherman pretendían imponer condiciones para reconocer a
Díaz. Estas condiciones consistían en permitir paso al Ejército de los Estados Unidos por la
frontera del Río Bravo, concesiones territoriales y creación de zonas libres. Apoyado por sus
ministros José María Mata, Manuel María de Zamacona e Ignacio Luis Vallarta, Díaz logró el
reconocimiento estadounidense en 1878 sin tener que ceder a las condiciones impuestas por
Hayes y su gabinete.
Rufino Barrios, presidente de Guatemala, buscaba que México renunciara sus derechos del
territorio del Soconusco, en Chiapas. Barrios buscó a toda costa tratar de resolver el conflicto
territorial entre los dos países por la mediación de un tercero, que en este caso sería Estados
Unidos. Porfirio Díaz, entonces presidente de México, respondió al gobierno guatemalteco que
antes de aceptar la renuncia del Soconusco preferiría la guerra, sin embargo, este conflicto
fue solucionado por vía de la paz con el Tratado Herrera-Mariscal en 1882. Barrios, después
de fracasar en varios intentos para lograr anexar territorios trató de restablecer una unión
centroamericana por medio de negociaciones diplomáticas y ante su inminente fracaso,
decidió emprender el restablecimiento de la unidad centroamericana por medio de la fuerza
militar.
El 28 de febrero de 1885 Barrios emitió un decreto proclamando la unión centroamericana y
advirtiendo que en su defecto la unión se realizaría por la fuerza de ser necesario. El 22 de
marzo de 1885, Costa Rica, El Salvador y Nicaragua firmaron en la ciudad salvadoreña
de Santa Ana un convenio de alianza militar para oponerse a los planes de Barrios. Los
países suscriptores del Tratado de Santa Ana acreditaron conjuntamente como Ministro
plenipotenciario en la Ciudad de México al Lic. Ricardo Jiménez Oreamuno, quien inició
negociaciones para concertar una alianza entre esos tres países y México. Los tres
presidentes buscaron el apoyo de México, que en ese entonces era gobernado por Porfirio
Díaz y quien no dudó en rechazar el plan de Barrios. Díaz movilizó 30,000 hombres en la
frontera con Guatemala para desde ahí comenzar una invasión general que acabara
rápidamente con el conflicto.77A pesar de eso, el 2 de abril de 1885 las tropas guatemaltecas y
salvadoreñas ya habían comenzado el conflicto y se enfrentaron durante la Batalla de
Chalchuapa, en la cual pereció Justo Rufino Barrios. La noticia de la muerte del presidente
guatemalteco causó un inmenso desaliento en Guatemala, y al siguiente día la Asamblea
derogó el decreto de unión centroamericana. Honduras, aliado de Guatemala manifestó
intenciones de paz, justo cuando sus tropas se iban a enfrentar con las de los aliados
y México no llegó a la necesidad de invadir Guatemala.78
Control de la prensa[editar]
La pacificación de la prensa en México fue otro de los objetivos políticos de la administración
política. A fines de 1887, Guillermo Prieto escribió: "La prensa, nuestro cuarto poder, es el
único bastión sobreviviente del liberalismo puro y original". Manuel González publicó
en 1882 un decreto conocido como Ley Mordaza, en el que se establecía que
cualquier periodista podía ser aprehendido, llevado a prisión y sometido a juicio por denuncias
de cualquier otro ciudadano. Ejemplos de periodistas que fueron juzgados por esta ley
fueron Enrique Chávarri, conocido bajo el seudónimo de "Juvenal", o el hijo de Ignacio
Ramírez, Ricardo Ramírez. Hacia 1888 subsistían 130 periódicos, pero a fines
de 1911 quedaban solo 54, ya que la otra parte fue clausurado en el resto del gobierno
porfirista. Fue conocido el caso del diario zacatecano El Monitor Republicano, que publicó
en 1895 el siguiente artículo periodístico:
Resulta imposible la operación de envilecer a un pueblo a fin de hacerlo rico y feliz. La democracia será
una ficción y la libertad una patraña, pero sin ellas también lo es la prosperidad nacional. 79
Este texto motivó que muchos obreros se lanzaran a las calles en manifestaciones para exigir
mejora de salarios y condiciones de trabajo, El gobernador del estado escribió a Díaz pidiendo
ayuda para solucionar la situación. Desde el Castillo de Chapultepec en la Ciudad de México,
el presidente escribió al gobernador, de su puño y letra, la siguiente carta:
—...— mi opinión, que amistosamente le emito, es que daría mejores resultados que alguno de los
agraviados lo acusen, y aunque sean dos o tres meses de prisión la pena que se les imponga, como
esos escritores no se pueden callar durante su encierro, se les puede seguir acusando y anexando
penas hasta endrogarlos en dos o tres años. La tarea es molesta y le llegará a cansar a usted, pero
también es seguro que no será antes que al procesado.80
Con la intelectualidad mexicana, Díaz siguió la misma política que con la prensa. Como parte
de la política de conciliación y concesión llevada a cabo a partir de 1884, el porfirismo logró
acercar a sus filas a muchos intelectuales, por medio de su operador en ese ámbito, el
ministro Justo Sierra. Varios de los escritores y poetas ocuparon puestos como diputados
locales o federales, e incluso algunos llegaron al Senado de la República. Díaz comentaba a
sus amigos cuando oía a un intelectual quejarse, "Ese gallo quiere maís" [sic], refiriéndose a
que aspiraban a un puesto público a cambio de su silencio. Los intelectuales que se unieron al
régimen fueron Francisco G. Cosmes, Telésforo García, Francisco Bulnes, Salvador Díaz
Mirón, Federico Gamboa, Victoriano Salado Álvarez, entre otros.81
Represión política[editar]
Contrario a la política de concesiones y conciliación, muchas veces la administración porfirista
usó la violencia y represión contra sus adversarios, y de esta forma se pacificaron los grupos
políticos que no se acogieron a la conciliación, a la vez que el Ejército Mexicano sofocó por
vía de las armas muchas de las rebeliones surgidas en el Porfiriato, como el caso del
levantamiento campesino de Tomóchic, Chihuahua, ocurrido en octubre de 1886. La rebelión
de lerdistas en 1879 fue sofocada violentamente ante el telegrama enviado por Díaz
a Veracruz, donde daba órdenes al gobernador Luis Mier y Terán de: "Mátalos en
caliente" y "después averiguas" Esta frase representó la represión a todo tipo de oposición en
el Porfiriato. En esa época fue creado el cuerpo de rurales, división de policía encubierta como
civiles y cuya principal función fue de detectar opositores al régimen y ejecutarlos mediante
el fusilamiento. Otra característica del cuerpo de rurales fue el uso de la ley fuga, que
consistían en dejar escapar al preso, para luego ejecutarle so pretexto de impedir su huida.
Los rurales eran policías profesionales mejor pagados y entrenados que el ejército, un cuerpo
de élite y fueron la herramienta en la cual Díaz se apoyó para pacificar el país. 82

Justo Sierra Méndez, intelectual y político mexicano afín al porfirismo. Miembro del grupo conocido
como "Los Científicos", comandado por Limantour, fue uno de los principales asesores presidenciales
en la segunda etapa del Porfiriato —1884-1911—, en la que ocupó varios puestos públicos en el primer
plano del escenario político nacional. En 1899 escribió a Porfirio Díaz: "Puede bautizársele [el Porfiriato]
con el nombre de dictadura social, de cesarismo espontáneo, de lo que se quiera; la verdad es que
tiene caracteres singulares que no permiten clasificarlo lógicamente en las formas clásicas del
despotismo. Es un gobierno personal que amplía, defiende y robustece al gobierno legal. [Es] un poder
que se ha elevado en un país que se ha elevado proporcionalmente también, y elevado no sólo en el
orden material, sino en el moral, porque ese fenómeno es hijo de la voluntad nacional de salir
definitivamente de la anarquía [...]. Para justificar la omnímoda autoridad del jefe actual de la República,
habrá que aplicarle, como metro, la diferencia entre lo que se ha exigido de ella y lo que se ha obtenido".
Fue nombrado Ministro de Justicia e Instrucción Pública en 1905, cargo desde el que coordinó los
festejos del Centenario de la Independencia de México, en 1910. Exiliado debido a su enfermedad
en 1910, falleció en Madrid, España, el 13 de septiembre de 1912.
Primeras Rebeliones Campesinas[editar]
En 1886 se levantó en armas en Mazatlán, Sinaloa, el campesino Heraclio Bernal,
desconociendo a Díaz como presidente y nombrando como su sustituto provisional a Trinidad
García de la Cadena, antiguo militar porfirista y excandidato presidencial en 1880. La rebelión
logró avanzar hasta Los Mochis, donde un cuerpo de rurales enviados
desde Aguascalientes logró detener a los sublevados. En el enfrentamiento pereció García de
la Cadena, Bernal logró escapar hasta Chihuahua, donde fue traicionado y entregado a las
fuerzas rurales, que de inmediato lo ejecutaron. Hacia 1889, el general Ramón Corona,
antiguo combatiente liberal y entonces Gobernador de Jalisco, intentó lanzar su postulación
como candidato presidencial. Sin embargo, a la salida de un teatro fue asesinado por uno de
los rurales el 5 de junio de 1889, por indicaciones de Porfirio Díaz, sin que nunca se realizara
juicio al asesino de Corona.83
El exterminio de los yaquis[editar]
Las fuerzas rurales también se encargaron de sofocar las rebeliones campesinas, ocurridas la
mayor parte de ellas ante el descontento por haber sido despojados de sus tierras. Otro de los
trabajos rurales fue ejecutar a los bandoleros y asaltantes de caminos federales y haciendas.
Una de las represiones que tuvo mayor repercusión a nivel nacional e internacional fue la
llevada a cabo en contra de los indígenas yaqui, del norte del país, en la frontera con Estados
Unidos de América. Los yaquis se habían asentado en los estados
de Sonora y Chihuahua desde finales del siglo XVIII y habían permanecido en ese sitio sin ser
molestados durante más de cien años. Sin embargo, durante el segundo mandato de Díaz
comenzaron protestas, manifestaciones y rebeliones protestando por la condición de
servidumbre y explotación laboral en que se mantenían los yaquis. Las protestas se
intensificaron ante las medidas de represión que tomó el gobierno contra las manifestaciones
de inconformidad. En 1885 varios de estos grupos fueron despojados de sus tierras, y
desarrollaron una guerra de guerrillas contra el gobierno, y siempre fueron respaldados por
los apaches, oriundos de Norteamérica. Pedro Ogazón, Ministro de Guerra y Marina, viajó
hasta el norte del país a tratar de convencer a los yaquis de dejar las armas, pero fracasó en
su intento. La dominación militar fue infructuosa debido a las múltiples derrotas que sufrieron
los cuerpos federales. Tras más de diez años de lucha, a principios de 1896 el gobierno optó
por una campaña de exterminación de los yaquis siendo enviados como esclavos a Yucatán, y
en el transcurso del siglo XX esta etnia fue prácticamente exterminada.8485
Guerra de Castas[editar]
En el Estado de Yucatán, los mayas mantenían una guerra de más de cincuenta años, en
contra de las fuerzas federales y abogaban por la independencia de Yucatán de México y por
la creación y reconocimiento oficial por parte de la comunidad internacional de la República de
Yucatán. La Guerra de Castas, que inició en 1847 recogió las demandas de los mayas contra
la condición de servidumbre en que vivían desde la época del Virreinato de la Nueva España.
En 1901, las tropas del ejército federal, comandadas por Victoriano Huerta entraron al
territorio yucateco y comenzaron la campaña para exterminar a las tropas rebeldes. Tras más
de dos años en guerra, los federales lograron penetrar al principal campamento maya
en Mérida, el 23 de marzo de 1902. Los guerrilleros capturados fueron ejecutados y los que
consiguieron escapar fueron arrestados tiempo más tarde y corrieron la misma suerte que sus
antiguos compañeros. La Guerra de Castas se dio por finalizada en el informe presidencial
que Díaz rindió ante el Congreso el 1 de abril de 1904.86
La Rebelión de Tomochi[editar]
Tomochi, Chihuahua, fue el escenario de una rebelión indígena en noviembre de 1891,
cuando sus habitantes, mayoritariamente indígenas, protestaron ante el alcalde por la
poca salubridad en las minas de cobre. La manifestación saqueó uno de los principales
comercios del pueblo, y los responsables fueron hechos prisioneros. El gobierno, por medio
de intermediarios indígenas, intentó negociar con los sublevados, quienes, a pesar de las
ofertas hechas por la administración local, se negaron a realizar un pacto. El ayuntamiento,
ante la negativa del pueblo, ordenó al cuerpo de rurales ingresar en las comunidades
indígenas y reprimir la sublevación. El pueblo se mantuvo firme en su lucha, y tras de muchas
horas de combate, las fuerzas federales se rindieron, tras haber perdido más de 1200
soldados.87
Los campesinos del país vivían en condiciones similares a las de los indígenas del norte del
país, puesto que trabajaban más de catorce horas diarias ante la exigencia del gobierno para
aumentar la producción agrícola, y los propietarios comenzaron a tomar medidas más severas
para obtener mayores ganancias y un rendimiento más productivo. 88
Los peones, en teoría, eran obreros asalariados por los patrones de las haciendas, y como tal
su sueldo debería pagarse en pesos mexicanos, de acuerdo con las leyes laborales vigentes
en esa época. Más aún, en la práctica su salario era pagado en especie, a través del sistema
de tiendas de raya, establecimientos en la misma hacienda, donde los peones podían canjear
los vales con los que se les pagaba por productos y alimentos de primera necesidad, que eran
considerados como su salario. Sin embargo, el peso económico de los vales era demasiado
inferior al costo de los productos en la tienda de raya, por lo que los peones quedaban
endeudados con su patrón. Asimismo, el trabajador de la hacienda debía servir a su dueño a
cambio de una vivienda en el interior del edificio.89
Las reelecciones[editar]

Bandera de México, usada durante el Porfiriato —de 1880 a 1909, de acuerdo con decreto presidencial
conforme a la Constitución—. El simbolismo de la nación mexicana y su unidad, fueron prioridades del
gobierno porfirista, por lo que todos los emblemas referidos al país fueron reformados de acuerdo con el
pensamiento del grupo en el poder.
Entre los principales objetivos en el ámbito político del primer mandato de Díaz se encontraba
el de elevar a rango constitucional el principio de la no reelección inmediata, que le sirvió de
bandera en la Revolución de Tuxtepec. A principios de enero de 1878 comenzaron los
trámites de reforma constitucional en la Cámara de Diputados, dirigidas por el asesor político
de Díaz, Justo Benítez. El 19 de junio de 1879 la no reelección se integró a la Constitución
federal, pero quedaba abierta la reelección luego de transcurrir un período presidencial.
Para 1884, Díaz regresó al poder y declaró a la prensa: "Hoy vuelvo a ser presidente y no
podré volver a serlo". Sin embargo, hacia fines de 1887 el Congreso de la Unión aprobó una
reforma constitucional que permitía la reelección inmediata e indefinida. Aunque en principio
varias legislaturas estatales se negaron a aprobar el precepto, en mayo de 1888 fue incluido
en la Constitución.90
El crecimiento económico y social durante la segunda administración porfirista ocasionó que el
gobierno mexicano obtuviera reconocimiento por parte de las potencias extranjeras, quienes a
su vez comenzaron a aumentar sus inversiones económicas en el país. En parte, la
recuperación económica se debió a la pacificación llevada a cabo por el Ejército Mexicano,
que logró imponer un orden político y social que resultó beneficioso para la inversión
extranjera. El aumento del progreso material en México, fue, a partir de 1888, el principal
argumento para sostener a Díaz en el poder. A pesar de que la mayoría de los mexicanos
veían con buenos ojos el mandato de Díaz, ello no impidió que hubiera rebeliones en contra
de su gobierno, los que en su momento perturbaron la paz pública, como la
rebelión yaqui en Sonora. Gran parte de la recuperación económica y comercial se debió
al Secretario de Hacienda entre 1892 y 1911, José Yves Limantour, quien también era el líder
de un grupo conocido como "Los Científicos". La política económica de Limantour consistió en
abrir el mercado a las potencias extranjeras, lo que se tradujo en un crecimiento de la balanza
comercial y sus estrategias en el ramo hacendario permitieron a Díaz reivindicarse ante la
sociedad mexicana e incluso ante la oposición del gobierno. 91
El Porfirismo tuvo una característica sumamente resaltada años más tarde por los
revolucionarios: la nulificación de la autonomía federal garantizada en la Constitución. Díaz
mantuvo tal requisito constitucional en apariencia, sin embargo él mismo redactaba las listas
de candidatos oficiales a gobernadores estatales, a quienes permitió obtener riquezas y poder
a cambio de sometimiento total al gobierno centralista. Esto se debió, en parte, a la política de
conciliación usada por el presidente para atraer a sus rivales políticos, ya que muchos de ellos
eran caciques regionales con gran influencia, la cual podría desestabilizar la unidad nacional.
La gran mayoría de jefes regionales se acogió a las políticas de Díaz, quien cultivó su poder
regional de una manera gradual, a la vez que buscaba estrategias para restarles importancia
en el plano nacional. Quienes se mostraron reacios ante los programas porfiristas corrieron la
misma suerte que otros opositores al régimen; pues fueron ejecutados. 92
El caciquismo en México existió desde los albores de Mesoamérica, se mantuvo durante
el Virreinato de Nueva España y más tarde durante los primeros años del México
Independiente. Los colonos españoles, en actitud de pacificación, permitieron a los caciques
indígenas poseer gran cantidad de territorio agrícola en el norte y sur del país, con lo que se
mantuvo e incluso aumentó su influencia sobre la población. Al culminar la Guerra de
Independencia de México, y que el país lograra su independencia de la Corona española, los
caciques ganaron incluso más poder debido a la continua inestabilidad política que se vivió en
el país. Muchos caciques ganaron influencia en el plano nacional debido a que, en ciertas
ocasiones, se inconformaron con las decisiones del gobierno federal y
organizaron motines que contribuyeron aún más a la inestabilidad de la nación mexicana. Al
tomar Díaz el poder, sus asesores políticos le hicieron tomar conciencia de la importancia del
poder de los cacicazgos locales, por lo que el presidente les

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