Está en la página 1de 3

Dimensión ético política de la praxis docente

Nuestra propuesta es vincular los textos vistos en el año con nuestra experiencia
en la residencia.
En el texto de Las virtudes del educador, Paulo Freire desarrolla estas virtudes
que están vinculadas a la forma de ser del sujeto, en este caso del docente. Virtudes que
tienen que ver con aquel docente que está comprometido con la transformación de la
sociedad en el sentido de crear una sociedad más justa.
Nos gustaría empezar a hablar sobre una de las virtudes que más pudimos
analizar con nuestras residencias que es la de poder relacionar lo teórico con lo
práctico. Lo pensábamos porque nosotras a lo largo de estos años de estudio tuvimos
muchos más momentos de trabajar con lo teórico que con la práctica en sí. Donde
planificábamos sobre un ideal que nos presentaban las lecturas dadas y no teníamos
manera de comprobar si las propuestas que proponíamos iban a resultar o no en un
aula real. Porque planificábamos para un grupo de alumno que no existía, por lo tanto
no era posible tener en cuenta cosas esenciales como el contexto institucional, el social
de cada alumno, sus formas de aprender, sus conocimientos previos, entre otros.
No solo nos pasaba a nosotras como estudiantes y futuras docentes, sino
también a los alumnos de las escuelas. Generalmente estudian contenidos desde lo
teórico que no son llevados nunca a la práctica y resultan aprendizajes para
significativos. Por ejemplo, estudian la planta desde un manual o un afiche en vez de
salir al patio, a un vivero y hacer una observación directa donde podrían poner en juego
más habilidades, como observar, recolectar datos, producir textos propios, comparar,
intercambiar ideas, entre otros. Quedándose sólo con los conceptos propios de los
textos que después resultan olvidados.
Otra cuestión interesante de la cual hablar es la virtud de la coherencia, donde
Freire plantea que hay que disminuir la distancia entre el discurso y la práctica, que,
retomando lo que planteábamos recién, pudimos observar que es más lo que se dice
que lo que se hace, por así decirlo. Por ejemplo, en estos últimos años se nos alentó a ir
más allá de lo establecido, es decir, poder innovar y proponer clases, planificaciones
que salgan de lo común, pero este año al momento de ir a la residencia hubo quienes
nos aconsejaron no innovar, no salir de lo habitual, seguir el lineamiento establecido y
proponer siempre las mismas actividades para aprobar y nada más. En conclusión, esto
va en contra de la virtud que debe desarrollar el docente.
Un docente debería siempre replantearse sus propias prácticas para evaluar qué
está funcionando y qué debe cambiar. Aunque sabemos que muchas veces esto no
sucede porque les resulta más cómodo continuar con sus clases habituales que verse
en la tarea de reconstruir su propuesta de clase. Esto muchas veces sucede cuando se
estudia solo para tener una salida laborar y no por vocación, como afirma Adela Cortina
Donde también describe que una de las características de una profesión es la de
ingresar a esa profesión para comprometerse a perseguir las metas de esa actividad
social, en este caso, el de la docencia, es el transmitir conocimiento y educar en la
autonomía, ejercer con interés y responsabilidad.
Retomando las virtudes del educador de Freire, se hace referencia a la de
aprender a luchar con la tensión entre la palabra y el silencio, esa tensión entre la
palabra del docente y el silencio de los alumnos y viceversa. Esto es un problema que
aparece en las escuelas porque el alumno muchas veces teme a equivocarse, a dar una
respuesta errónea, no interactúa y no logra reflexionar. En este caso, la virtud del
docente va a ser generar que los alumnos sepan qué preguntar y repreguntarse, para
que no se asuman como meros receptores del discurso o de la palabra del profesor y de
esa manera dejar la puerta abierta para la curiosidad, la creatividad, donde preguntar,
opinar o confrontar, donde sea posible que fluya el diálogo.
Muchas veces observamos, no solo en la residencia, sino a lo largo de las
prácticas en escuelas, que no se daba un momento de intercambio ente docente-
alumnos o entre alumnos en sí. También veíamos que se marcaban mucho más lo
errores que aquellos que el alumno podía lograr. O que era más apremiado aquél que
repetía las palabras propias del docente que su interpretación personal. Nos pasó a
nosotras mismas como alumnas en el instituto varias veces.
Para nosotras es importante que en el aula fluya el diálogo y permitir que se
desarrolle otra de las virtudes que presenta Freire, que es la de vivir la tensión entre el
aquí y el ahora del educador y el aquí y el ahora de los educandos. Es decir, respetar las
formar propias de aprender de los alumnos, habilitar sus conocimientos previos que
van adquiriendo en su día a día, en sus entornos familiares y sociales. En definitiva,
respetar la mirada del mundo de los otros, la sabiduría popular, el sentido común y no
limitarlos, a como decíamos anteriormente, repetir las palabras del docente para
sentirse aceptado.

También podría gustarte