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Decisión que se materializó con la ocupación estratégica del Castillo de San Juan de Ulúa, lo que
se denominó el último reducto español, ya que por su condición favorable de isla, pudo resistir más
de cuatro años, por el apoyo que recibió desde la Habana, Cuba; así como por las limitaciones de
recursos a que se enfrentó el naciente Estado Mexicano para adquirir sus primeras unidades de
superficie y conseguir sus tripulaciones. No obstante que la Marina de Guerra Mexicana, mediante
la escuadrilla al mando del Capitán de Fragata Pedro Sainz de Baranda y Borreyro, hizo capitular
al reducto español el 23 de noviembre de 1825 y consolidó la Independencia nacional, eso no
impidió que España reintentara una vez más reconquistar a México en 1829. La situación con
España y la flota adquirida por el conflicto de Ulúa, motivó que el Estado Mexicano, entre 1826 y
1829, decidiera junto a la Gran Colombia, proseguir su lucha contra España en las aguas del Golfo
de México, capturando diversos barcos mercantes españoles.
No obstante que la Marina de Guerra Mexicana, mediante la escuadrilla al mando del Capitán de
Fragata Pedro Sainz de Baranda y Borreyro, hizo capitular al reducto español el 23 de noviembre
de 1825 y consolidó la Independencia nacional, eso no impidió que España reintentara una vez
más reconquistar a México en 1829. La situación con España y la flota adquirida por el conflicto de
Ulúa, motivó que el Estado Mexicano, entre 1826 y 1829, decidiera junto a la Gran Colombia,
proseguir su lucha contra España en las aguas del Golfo de México, capturando diversos barcos
mercantes españoles. A cargo de esta tarea estuvo el Capitán de Navío David Porter, quién logró
en cuatro años dar renombre a la escuadrilla naval mexicana, a la par que instruyó y disciplinó a
las tripulaciones con base en los reglamentos y manuales de la marina estadounidense, los que
hizo traducir al español. Estos reglamentos y manuales a su vez tenían una marcada influencia
europea y en ellos se encuentra una parte de los orígenes en que se sustenta la doctrina naval del
país. La inestabilidad política de México y los sucesivos cambios de gobierno, llevaron a la
disolución de dicha escuadrilla naval. Unos años después, la joven nación comenzó a sentir los
efectos de los amagos imperialistas de las grandes potencias de la época, que ante la disolución
del imperio ultramarino de España, se enfrentaron entre sí para imponer su hegemonía en las
naciones latinoamericanas, donde México, por su posición geoestratégica fue uno de los blancos
predilectos. La soberanía nacional de México fue mancillada por diversas potencias. De esta
manera, fue despojado del 55% de su territorio nacional con la firma de los Tratados de Guadalupe
en 1848 y en 1864 le fue impuesto un monarca extranjero. Las guerras conducidas contra México,
evidenciaron la falta de experiencia del Estado en el manejo de los conflictos externos, reflejando la
ausencia de un plan de defensa y de conciencia marítima. Esa tendencia empezó a revertirse,
durante el gobierno del General Porfirio Díaz, pues bajo su régimen, se concedió preeminencia a la
modernización de la Marina de Guerra a partir de tres ejes nodales: · El educativo, con la creación
de la Escuela Naval Militar en 1897. · De infraestructura y con la adquisición de doce unidades de
superficie para la seguridad y defensa de la nación. · Jurídico, con la emisión de la Ley Orgánica
de la Marina Nacional de Guerra en 1900. Para 1910 el proyecto de modernización de la Armada
Nacional, era una realidad; sin embargo fue interrumpido como consecuencia del movimiento
revolucionario. Durante este proceso histórico, se hizo evidente la importancia de la marina, tanto
para las fuerzas federales como para los revolucionarios. Uno de los hechos gloriosos de la Marina
de Guerra Mexicana fue la defensa del puerto de Veracruz el 21 de abril de 1914, en donde el
personal de la Escuela Naval, junto al pueblo veracruzano, se enfrentó a la invasión
norteamericana. En este hecho destacan las actitudes decididas del Comodoro Manuel Azueta
Perillos, quien encabezó la defensa desde la Escuela Naval, y del Teniente José Azueta y el
Cadete Virgilio Uribe quienes ofrendaron la vida en cumplimiento de su deber, iluminando con su
ejemplo la doctrina de las futuras generaciones de marinos militares mexicanos. Diversos son los
momentos clave de desarrollo para la Armada Nacional en el siglo XX, el primero se dio con la
inclusión del artículo 32 en la Constitución de 1917, el cual sentó las bases para la nacionalización
de la Marina Mexicana, pues se estableció que para pertenecer a ella se requería ser mexicano por
nacimiento. Otro momento, fue en pleno contexto de la Segunda Guerra Mundial, pues como parte
de las necesidades de defensa hemisférica en el continente americano, se efectuó una de las
reformas más trascendentales en el marco marítimo de México, agrupando el 30 de diciembre de
1939, todos los entes gubernamentales relacionados con el mar en un Departamento Autónomo de
Marina y que un año después fue elevada al rango de Secretaría de Estado. Cabe precisar, que
ambas reestructuraciones se hicieron con el firme propósito de lograr el desarrollo y la defensa
marítima del territorio. Se dieron otros hechos que marcan el accionar de nuestra Armada a fines
de los años sesenta, cuando México expande su mar territorial a 12 millas náuticas y
posteriormente en 1976 cuando entra en vigor el Decreto que establece, a lo largo de los más de
11 mil kilómetros de su litoral, una Zona Económica Exclusiva de 200 millas náuticas, en la que
México ejerce derechos soberanos. (3’149,920 Kms2 de zonas marítimas). El Proyecto de
Modernización Operativa que ha desarrollado la Armada en los últimos años, ha permitido hacer
eficiente el poder naval de la federación, a través de la adquisición de diversas unidades de
superficie y aéreas así como la construcción en astilleros de la Secretaría de Marina de patrullas
oceánicas y patrullas interceptoras, con tecnología y armamento moderno, de la misma manera se
ha equipado a la Infantería de Marina con vehículos, armamento y equipo acorde a las exigencias
de las nuevas amenazas. También se crearon las Estaciones Navales de Búsqueda y Rescate con
la finalidad de materializar y optimizar la parte operativa del Sistema Nacional de Búsqueda y
Rescate Marítimo, ya que la Armada de México es el organismo registrado para tal fin ante la
Organización Marítima Internacional. B. Desarrollo profesional. Como ya se ha mencionado la
Escuela Naval se fundó en 1897 con el proyecto de modernización del presidente Porfirio Díaz,
organizándose el aspecto educativo y de doctrina bajo el enfoque de la escuela prusiana de la
Kriegsakademie y de los aportes teóricos de Jomini y Clausewitz. Antes de este hecho la oficialidad
de la marina mexicana se formaba en la Armada Española, precisándose que a lo largo del siglo
XIX la Armada Nacional había intentado consolidar la enseñanza naval con la creación en 1824 de
la Escuela Naval de Tlacotalpan y otras escuelas que surgieron y desaparecieron debido a la
inestabilidad interna. Posteriormente, ya en el siglo XX, se crearon otras escuelas de formación de
oficiales como la de Aviación Naval en 1943 y más recientemente las escuelas: Médico Naval, de
Ingenieros de la Armada, Enfermería, Intendencia, Electrónica, Mecánica de Aviación, Maquinaria
Naval e Infantería de Marina. Por otro lado, el personal de Clases y Marinería se vio beneficiado
con la creación de la Escuela de Marinería en 1942 y el Centro de Capacitación de la Armada en
1946. Especial atención debe darse a la creación del Centro de Estudios Superiores Navales que
nació en 1970 con la misión de desarrollar los conocimientos superiores de orden naval, científico y
marítimo que contribuyera a la preparación del personal de Almirantes, Capitanes y Oficiales. Las
fuentes documentales refieren que la infantería de marina nació al interior de la Armada Nacional al
crearse el Ministerio de Guerra y Marina el 4 de octubre de 1821, una vez consumada la
independencia de México y en 1957 se establece como carrera en la Heroica Escuela Naval Militar.
Posteriormente se incorpora la especialidad de paracaidista en 1975. Como virtud importante, cabe
destacar que la Armada de México, con un espíritu de equidad de género, ha admitido entre sus
filas a personal femenino desde tiempos remotos, principalmente en actividades relacionadas con
la salud y administrativas. Posteriormente se abrieron otras posibilidades en escuelas de
formación, incluyendo recientemente para carreras de mando. C. La tradición naval. La Tradición
Naval es el conjunto de costumbres, conocimientos y formas de conducta que caracterizan y
distinguen a los marinos militares mexicanos, contribuyendo a modelar y orientar al personal
durante su vida en la Armada. Habiéndose formado a través de nuestra historia, esta tradición ha
permitido a los elementos de la Armada de México obtener el lugar de prestigio que poseen ante
los ojos de sus conciudadanos y, a través de los mares, ganar un lugar de respeto y consideración
internacional. Esta Tradición ha permitido al personal naval desempeñar con efectividad sus
actividades, conservando una conducta de apropiada educación y en muchas ocasiones de
refinamiento. Genera un amplio sentimiento de solidaridad que se deriva de las peculiares
dificultades que impone la necesidad de operar en el medio marítimo. Esta solidaridad se genera
entre el personal de la Armada de México, así como con la gente de mar y miembros de otras
Armadas del mundo, generando respeto mutuo y la clásica caballerosidad del Oficial Naval.
Aunque la Tradición Naval no está contenida en un sólo documento, ya que se transmite de
generación en generación por la vía del ejemplo, se puede afirmar que se encuentra contenida en
algunas publicaciones y principalmente en el actuar cotidiano de sus hombres y mujeres. No es
estática, ya que con la aplicación de nuevas normas se van incorporando prácticas que perduran
en el tiempo por su acertada concepción, generando una positiva evolución. Es responsabilidad de
todo el personal de la Armada de México como un compromiso de honor, la preservación, práctica
y difusión de la Tradición Naval.
Cabe precisar, que ambas reestructuraciones se hicieron con el firme propósito de lograr el
desarrollo y la defensa marítima del territorio. Se dieron otros hechos que marcan el accionar de
nuestra Armada a fines de los años sesenta, cuando México expande su mar territorial a 12 millas
náuticas y posteriormente en 1976 cuando entra en vigor el Decreto que establece, a lo largo de
los más de 11 mil kilómetros de su litoral, una Zona Económica Exclusiva de 200 millas náuticas,
en la que México ejerce derechos soberanos. (3’149,920 Kms2 de zonas marítimas).
La madrugada del 16 de septiembre de 1810, el cura Miguel Hidalgo y Costilla inició la lucha por la
Independencia de México en el pueblo de Dolores, Guanajuato. Después de once años del
movimiento armado, Agustín de Iturbide, líder de las fuerzas realistas y Vicente Guerrero
comandante de las fuerzas insurgentes del Sur acordaron la publicación del Plan de Iguala el 24 de
febrero de 1821.
Debido a la amenaza que representaba San Juan de Ulúa para un posible intento de reconquista
española, el gobierno de México vio la necesidad de desarrollar la Marina de Guerra, por lo que en
1822 se crearon los Departamentos Navales de Campeche, San Blas y Veracruz; en este último se
establecieron los Batallones de Infantería y Artillería de Marina. Ante la falta de buques de guerra,
se comisionó al Capitán de Navío Eugenio Cortés y Azúa a Estados Unidos donde adquirió la
primera escuadrilla naval, conformada por las goletas Iguala y Anáhuac, las balandras
cañoneras Tuxpan, Papaloapan, Tampico, Tlaxcalteca, Chalco, Chapala, Orizaba,
Campechana y Zumpango. Cabe mencionar que la Iguala fue el primer buque de la Armada que
enarboló la bandera de México, arribó al puerto de Veracruz el 17 de abril de ese año.
Debido al bombardeo realizado por los españoles desde la fortaleza de Ulúa, al puerto de
Veracruz, el 25 de septiembre de 1823, los buques y el Batallón de Infantería de Marina de la
Armada Nacional llevaron a cabo un bloqueo naval que se decretó el 8 de octubre de ese año. En
1824 se adquirió una segunda escuadrilla integrada por la fragata Libertad y los
bergantines Bravo y Victoria, para incrementar su poder naval.
Ante la imposibilidad de recibir auxilio, la escasez de víveres, pertrechos y a las enfermedades que
se desarrollaron en la fortaleza, debido al exitoso bloqueo naval, los españoles se rindieron días
después. El 23 de noviembre de 1825 zarparon rumbo a La Habana, este hecho significó la
consolidación de la Independencia nacional.
A lo largo del siglo XIX la Armada de México se distinguió por participar en algunos combates
navales para salvaguardar la soberanía nacional. Durante la campaña de hostigamiento al
comercio español en costas de Cuba entre 1827 y 1828, proyectó su poder naval fuera de sus
litorales al combatir diferentes buques españoles, una de las batallas más destacadas fue la de
Mariel, cuando el bergantín mexicano Guerrero enfrentó a la fragata Lealtad el 11 de febrero de
1828. Posteriormente durante el conflicto con Texas entre 1830 y 1845, destacó la victoria de los
vapores Guadalupe y Moctezuma, así como de la goleta Águila, al mando del Capitán de Navío
Tomás Marín, contra una escuadrilla texana en la Batalla Naval de Campeche el 16 de mayo de
1843.
Paralelamente al conflicto con Texas, en 1838 Francia invadió México, por lo que tropas de
Marina, al mando del Capitán de Fragata Blas Godínez Brito, defendieron San Juan de Ulúa
durante el bombardeo efectuado por los barcos de guerra franceses. Otro de los triunfos de la
Armada se dio durante el contexto de la Guerra con Estados Unidos (1846-1848), cuando la
estrategia defensiva del Capitán de Navío Tomás Marín evitó el desembarco de las tropas
norteamericanas en Alvarado en 1846. Al año siguiente, se destacó el Teniente de la Armada
Sebastián José Holzinger, cuando defendió el baluarte de Santa Bárbara durante el asedio
norteamericano a la ciudad de Veracruz en marzo de 1847.
Durante la Guerra de Reforma, algunos integrantes de la Armada como el Capitán de Fragata Juan
Emilio Foster, defendieron los principios liberales de la Constitución de 1857 y al gobierno del
Presidente Benito Juárez, también combatieron a los franceses en varias ocasiones durante su
segunda intervención en México.
Las unidades de superficie y aéreas, así como la Infantería de Marina, son los pilares de la Armada
de México que han evolucionado desde 1821 a la actualidad, reafirmando el compromiso de
emplear el poder naval de la federación para la defensa exterior y coadyuvar en la seguridad
interior del país en el Mar, en el Aire y en la Tierra.