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Arte argentino de los 90:


una construcción
discursiva (1)
Por Valeria González En mayo de 1997, afirma Fabián Lebenglik a
propósito de la gran muestra retrospectiva “El
En los primeros noventa tiene lugar un fenó- Tao del Arte”: “La galería del Rojas ha sido lo
meno sin precedentes en Argentina. Un con- mejor que surgió en las artes visuales argenti-
junto de prácticas estéticas relativamente dis- nas en los años ‘90. La reunión con Página/12
persas y marginales, y carentes de programa no es casual porque este diario fue el lugar pri-
explícito, es constituido, en el plano del dis- vilegiado desde el cual se difundió activamen-
curso, como referente de una década. Por pri- te lo que pasaba, de primera mano, no en di-
mera vez la emergencia de una categorización ferido, como sucedió con los demás medios. A
histórica se da de modo tan correlativo y con través de artículos de la mayoría de las expo-
tal grado de eficacia pragmática. siciones realizadas en el Rojas desde 1989 es-
Consideramos que la fase de formación de te diario fue el único que supo ver el fenóme-
este nuevo paradigma abarca desde 1989 no estético que allí se producía”. Por supues-
hasta fines del año 1991: hemos constatado to que Página/12 ocupó un lugar central en la
que en ese momento ya están enunciados los construcción del paradigma, pero esta des-
argumentos necesarios y suficientes para de- cripción simplificada (según la cual existió un
finir una nueva etapa en la historia del arte ar- fenómeno artístico autónomo, y un ojo sagaz
gentino. En el segundo período, a partir del capaz de percibirlo, y luego la historia para
año 1992, se observa una creciente amplifica- confirmar el acierto) oscurece la realidad, mu-
ción de los lugares institucionales de repro- cho más compleja, del proceso.
ducción de este nuevo objeto discursivo, así En primer lugar, en efecto, los verbos “difun-
como una tendencia hacia la homogeneiza- dir” y “ver” presuponen la existencia de una
ción de las modalidades de enunciación. Ca- tendencia artística independiente de las notas
racterística de este momento es también la publicadas, de una supuesta praxis estética
emergencia de nuevas tácticas de exporta- clara y distinta que el discurso crítico describi-
ción de arte argentino. La etapa final, que se ría o legitimaría a posteriori. Nuestra hipótesis
abre con el año 1997, es propicia para el de- de base es que lo que conocemos como “arte
sarrollo de dimensiones metadiscursivas, y de argentino de los ‘90” es una construcción dis-
“géneros” retrospectivos. Además de la publi- cursiva porque es en el discurso y no fuera de
cación de algunos libros (aún en su limitado él donde este objeto cobra existencia, en todo
número, significativa en un contexto práctica- caso, donde determinadas obras son acopla-
mente carente de producción editorial) de in- das a una definición histórica unitaria.
tención antológica o panorámica, es esclare- Las fuentes previas a 1992 evidencian que es
cedor el caso de “Harte Pombo Suárez IV”, en erróneo reducir el proceso de formación de es-
la galería Ruth Benzacar, donde el catálogo no te objeto discursivo a un fenómeno de “difu-
se dedica a la muestra sino a un recuento his- sión” de las muestras exhibidas en el Rojas.
toriográfico de documentos (7 de Noviembre, Entre el inicio de la curaduría de Gumier Maier
2001) (2). en 1989 y fines de 1991, sólo cinco de las más
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de veinte exposiciones organizadas por él en mismo año, particularmente la modificación de


el Rojas fueron cubiertas por Página/12. La la posición relativa del Rojas con respecto al
génesis del paradigma es más compleja. En Centro Recoleta, que pasa de ser un pasadizo
primer lugar, porque implica una red institucio- abierto al intercambio de artistas con un sitio
nal más amplia, que involucra ab initio otros marginal, a convertirse, con “Algunos Artis-
espacios, comenzando por el Centro Cultural tas”, en el espacio donde el nuevo centro se
Recoleta (asesorado y luego dirigido por Mi- exhibe como una marca de identidad y una
guel Briante) y, ya en 1991, al ICI, a la Funda- política estética precisa. Será también el año
ción Banco Patricios y al Espacio Giesso. Pe- que inaugura la proyección internacional del
ro fundamentalmente porque se trata de la nuevo paradigma.
puesta en juego de una serie de argumentos En este sentido, tampoco puede explicarse el
que se van estructurando independientemente éxito del modelo desde la sola mención (de
de las funciones de cobertura periodística. (En Página/12 en este caso) de un lugar de poder
sentido general, la funcionalidad de un discur- preexistente. Las publicaciones paralelas en
so no se mide por su capacidad referencial o otros medios, incluso de mayor peso político,
su valor descriptivo sino por su eficacia argu- muestra que el objeto discursivo en cuestión
mentativa, por la fuerza con que es capaz de no viene a llenar un vacío sino que emerge en
orientar hacia determinadas conclusiones.) El un campo de disputa. Para explicar la eficacia
“estilo Rojas” no emerge simplemente como discursiva de este modelo nos parece útil, in-
reseña de lo mostrado en el Rojas. Se va for- cluso, revertir la figura tardía acerca del origen
mando a través de la enunciación de argumen- que aparece en la fuente arriba citada: aquélla
tos que enlazan determinadas obras de arte a no deviene de un proceso de legitimación al
determinadas cualidades, enunciaciones que modo de una constatación histórica. La pre-
se valen, como estrategia accesoria, del poder gunta no debe apuntar a dilucidar cómo una
naturalizador de otros espacios de exhibición crítica de arte pasa a convertirse en historia
ya instituidos. La constitución del Rojas como del arte sino de qué modo la historia del arte
un nuevo espacio institucional (no en su “esti- (los modos, las categorías de esta disciplina)
lo” sino en su capacidad legitimadora) depen- son utilizados como principios argumentativos
de, o es efecto de la delimitación a priori, por de una crítica de arte. En efecto, nuestra hipó-
medio del lenguaje, de un nuevo ámbito de tesis central en torno a la “estética de los ‘90”
pertinencia en el arte argentino. Es esclarece- es que, en el origen mismo del fenómeno, la
dor constatar, en este aspecto también, la dis- puesta en juego de una praxis curatorial y de
continuidad que se abre en el año 1992, du- una “cobertura” periodística es indisociable de
rante el cual casi la totalidad de la programa- una intención programática de construcción
ción del Rojas aparece publicada en el men- historiográfica del arte argentino contemporá-
cionado diario. Este hecho es síntoma de la neo (superación del pasado inmediato, visión
efectiva existencia del nuevo objeto discursivo proyectiva, amplitud representativa, especifici-
en cuestión, como lo son otros sucesos del dad situacional, etc.). Estas intenciones no son
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enunciadas explícitamente pero pueden ser arte (Página/12, 8 de agosto de 1989). De mo-
reconstruidas, desde las fuentes, hilando frag- do paralelo a este argumento aparecen aqué-
mentos dispersos. llos basados en los valores de lo nuevo y de la
En una columna de opinión publicada en Pági- juventud: “Nigro y Hasper son, antes que na-
na/12 en enero de 1990 aparece un elemento da, jóvenes y desde esa condición arrancan
singular: “Desde el punto de vista estrictamen- sus propuestas plásticas” (“Dos jóvenes en
te pictórico, la figura joven del año fue Guiller- una extensión”, Página/12, 12 de diciembre
mo Kuitca. El noventa, volcado hacia la escul- de 1989). La columna citada en primer lugar
tura y los objetos, asoma con mejores pers- lleva por titulo “La cuestión de los jóvenes”.
pectivas. La presión y la atracción del contex- La misma remata con la previsión de una nue-
to van a entrar en las obras de manera más no- va “movida del arte joven argentino”. En la
toria”. La afirmación de ciertas cualidades ge- misma red argumentativa entronca, en efecto,
nerales sobre el arte de los ‘90, vinculada al la categoría de grupo: “Hartos de no ver más
uso del tiempo verbal en futuro del indicativo que artistas que trabajan sobre la “sensuali-
(además de constituir un locutor cuyo grado dad de la materia” estos tres pintores de su-
de responsabilidad sobre el enunciado es má- perficie se agruparon contra ese clisé” (“Na-
ximo) permite percibir hasta qué punto se tra- dar sobre la superficie: Gumier, Burgos, Has-
ta no de una evaluación descriptiva sino de un per”, Página/12, 5 de noviembre de 1991).
programa y un proyecto de acción cultural ya La “sensualidad de la materia” aparece entre-
plenamente consciente desde los inicios. comillada en el texto: son palabras manteni-
La construcción del objeto “arte de los ‘90” es das a distancia, mostradas como heterogé-
indisociable también de la construcción del neas, exteriores, la marca de la inclusión en el
“ojo” que lo percibe. En esta columna se ads- propio discurso de una voz ajena. La defini-
cribe al circuito institucional un defecto óptico ción del arte argentino de los ‘90 como una
(“bizcos”), que más tarde será retomado (“es- etapa histórica que supera la estética pictóri-
cotoma”) y que ya en 1992 titula, triunfal, la ca de los ‘80 es recurrente, y aparece muy
primera presentación grupal del “Rojas en Re- tempranamente. Por ejemplo, en un texto de
coleta”: “Quien quiera ver, que vea” (Pági- Gumier cuyo tono poético y categórico se em-
na/12, 25 de agosto de 1992). parienta con el género del manifiesto de artis-
El argumento basado en la marginalidad como ta y que precede en un mes a la presentación
valor es uno de los primeros en aparecer. La pública del artista como curador del Rojas
primera mención en Página/12 del Rojas no (“Avatares del Arte”, La Hoja del Rojas, Año II,
apunta a cubrir una muestra sino a definir un No. 11, junio de 1989).
espacio de política cultural. Se trata de un pe- En resumen: argumentos que apelan a valores
queño recuadro titulado “El Rojas como Cen- establecidos en la historia del arte, como la
tro”. El Rojas como centro se define por su marginalidad institucional, la juventud, lo nue-
exterioridad: aglutinará aquello que no es vo, el progreso o superación del pasado inme-
aceptado en el “centro” de la institución del diato, la categoría de grupo o movimiento...
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Se ha reconocido en los ‘90 el peso de las como argumento de validación: “dijo que el
teorías de divulgación de la Postmodernidad arte periférico, que está en extramuros de lo
(fin del compromiso político, renacimiento del aceptado, ahogaría al centro, que es lo ofi-
relato individual, etc.). No obstante, nuestro cial”).
trabajo propone que, en el período de forma- El requisito de representatividad y de anclaje
ción, fue mucho mayor el peso de la teoría de en la tradición argentina es también importan-
la vanguardia como agente de legitimación. te. Señalemos solamente que la vinculación
Tomando el modelo teórico de Ducrot y Ans- de los “abstractos” del Rojas con las vanguar-
combre, podríamos decir que la teoría de la dias locales de los ‘40 y ‘50, piedra de toque
vanguardia funciona como el principio argu- de la exposición que Carlos Basualdo lleva de
mentativo o “topos”, es decir, como ese “sa- Rosario a Nueva York en 1996 (“The Rational
ber” compartido, generalizado, que, aun no Twist”) y cuyos ecos persisten hasta “Sortile-
siendo explicitado, garantiza el encadena- gio” de Patricia Rizzo (2001), aparece enun-
miento entre estos argumentos manifiestos y ciada por primera vez en julio de 1991 (“La
la conclusión que a partir de ellos debe asu- decoralia de Gumier Maier”, Página/12, 2 de
mirse, esto es: que un determinado conjunto julio de 1991).
de obras significa una nueva etapa en la his- La extraña hipótesis que Basualdo publica en
toria del arte argentino. 1994, donde sostiene que los artistas del Ro-
La teoría de la vanguardia parece también jas representan la recuperación de la fuerza
sustentar la inclusión de un cuerpo extraño en ideológica, crítica, política y social sesgada
el arte de los ‘90: la necesidad de un arte crí- por la dictadura carece, en cambio, de ante-
tico. El recurso dominante (reproducido incan- cedentes locales. Probablemente incida allí la
sablemente) para la resolución de esta para- demanda de corrección política que suele en-
doja será la ironía, que postula un desdobla- cauzar la importación de arte periférico en
miento entre apariencia y sentido. La figura Norteamérica. (“Arte Contemporáneo en Ar-
consagrada de Pablo Suárez permite, a fines gentina: entre la mimesis y el cadáver”, en:
de 1989 (basándose en un topos característi- Argentina 1920-1994, primera edición en in-
co de la historia del arte que postula la unici- glés, Oxford, The Museum of Modern Art,
dad del sujeto creador) presentar la aparición 1994).
de una nueva estética (“ordinaria”, “de mal
gusto”, y de una red léxica que incluirá los ca-
lificativos kitsch, mersa, decorativo, banal, frí- NOTAS
volo, liviano, superficial, popular, común, coti- (1) El equipo de investigación dirigido por Valeria
diano, doméstico, festivo, lúdico, alegre, he- González está conformado por Natalia Pineau, Ma-
donista, etc.) sobre el presupuesto de un va- riana López y Lara Marmor.
lor adquirido de arte serio (“sin perder la línea (2) En esta primera publicación del trabajo nos cen-
del pensamiento”, Página/12, 19 de diciembre traremos en la etapa de formación. Los períodos si-
de 1989: el texto se abre con la mención a la guientes serán reseñados próximamente, aunque al-
edad y trayectoria de este artista, e incluye la gunas cuestiones se adelantan de modo suscinto en
forma del discurso referido en estilo indirecto la parte final del texto.

Andrea Elías Alberto Luis Zuppi


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