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- El analista ciudadano Hubo un hecho que contaminé las formas propias de Ja cultura cu- ropea: cl descubrimiento de Europa por Jos militares ‘norteamericanos. Represent un cambio de estilo de vida y también el reconocimiento de nuevas formas de relacién entre los sexos, desde las peliculas de Humphrey Bogart y Lauren Bacall. Todo ello cambié profundamente la relacién con los ideales respecto de la situacién anterior en Europa. En este sentido, convienc Icer a un filésofo norteamericano, Stanley Cavell, que habla de la importancia de las peliculas hollywoodianas, del cambio de las identificaciones sexuales y de la nueva felicidad. Los analistas se encontraron en un mundo que se¢ habia convertido en muy permisivo. Entonces su denuncia de que habia alguna forma de goce escondida detrds de los ideales resultaba un poco pasada de moda, porque habja otros que lo decfan de manera mas precisa y mas decidida. Ahora tenemos, por ejemplo, la Conferencia de Pekin sobre las mujeres, sobre el lugar y la condicién de las mujeres. El grupo de las lesbianas no necesita a los analistas para que las representen; por si mismas reclaman el reconocimiento de una serie de derechos, y gritan mis de lo que nadie pueda hacerlo por ellas. No necesitan abogado, son personas mayores que luchan por el reconocimiento de sus derechos. Si se hace una Conferencia sobre los hombres, los homosexuales reclama- ran igualmente sus derechos: subvenciones del Estado, acceso a vivien- das subvencionadas como las otras parejas, etc. En todo esto los analis- tas estan un poco perdidos, no saben exactamente si tienen que gritar més para hacerse escuchar 0 si hay que serenar los animos. La tentacion que surgié entonces, y que ahora en los aiios noventa es manifiesta, pero ya estaba presente desde finales de los afios sesenta, fue la de modernizar a la americana el modo de vida europeo. En cuanto al analista, pensaba mantenerse exclusivamente en su funcién, sin hacer propuestas, porque ya habja una pugna para hacerse ofr en la opinién publica, tanto en lo referente a las formas de vida por parte de las lesbia- nas y los homosexuales, como con respecto a los psicoticos, los norma- les, etc... «113° PF (2h oly Lud oahuel cule Al parecer, los analistas no tenfan ideas realmente interesantes So. bre estos temas. Loset (ya pedian, sabfan que habia que pedir y recla.’ mat. Asi que Jos Analistas BC mantuvicron, , digamos, en | la posicion de intele enuneelapa determinada de los movimientos que se ee zquicrdas, existia una posicién conocida como la del intelectual critico, Lo que se esperaba era que el intelectual se mantuvic- ra.cn su lugar, tranquilo, y solamente se dedicara, digamos, @ crear 4 ~ producir vacio. El intelectual criticaba algunas orientaciones decididas antenfa en esta posicion. El analista critico es el analista que-no tiene ni igtin ideal, que Negaw borrarse, que es tan Slo tin Vacio ambulante, que no cree en nada. iYa esta mas allé de toda creencia, por supuesto! Como ya no cree en Papa Noel, como ya no cree, s¢ libra del peso que llevan sobre los hombros sus hermanos. Este planteamiento llegé a adquirir cierto peso intelectual. Por ejem- plo, Serge Leclaire, mi profesor de Psicoanilisis, tenia una idea muy interesante, que consistfa en promover una concepcion del andlisis como practica de des-identificacién. Consideraba que el non plus ultra era mantener una concepcién extrapura del andlisis, entendido como un pro- ceso sin fin para des-identificarse hasta cl infinito. En lo social, el analis- ta especialista de la des-identificacién Tevaba la des-identificacién a to- dos partes; al revés de Ta esperanza tosquellana, era un analista que pedia a todo quisque sus documentos de identidad para después denun-~ ciarles: “7Por favor pasen por la maquina de des-identificarse?”> yj Semejante maquina antipositiva, dicho sea dé paso, eStimul6 cierto idea] de margina: i s, un ideal del analista concebi- i ara nada, salvo para esa | — Li las tienen que pasar de 1a posi pecialista de Ja de uificacion a la del analista ciudadano. Un is ciudadano en el sentido que puede tener este término en la teori moder- “114+ na de la demoera nidad de intere id Ce | ses entre cl discurso analilico y la democracia jperoen= “Tendeilo. de > verdad! Hay_que pasar-delanalista.cncerrado-en-su-reserva, etifico, aun analista que participa, uCanalistasensible alas formas de segregacion, un analista capaz de entender cual Tue su funcion y cual le torresponde ahora, — Ul analista borrado de mi profesor Leclaire, el-analista vacio, tiene una Cara que hay que criticar, pero tiene también otra cara que hay que rescatar, porque fue mal interpretada: no es que haya de mantenerse en esa posicion critica, sino que debe intervenit con su dec STenroso. ~mmatista-vacto-Hamadetambiéren algunas teorias el analista agujero, en una institucion, en cualquier discurso in: fal, no ha de ser de ningu- fa manera un analista borrado. Es el que sabe participar con su decir ilencioso, decir silencioso distinto del silencio. Eldecirsilenciosoimplica tomarpartido de manera activa, silenciar ladindmica de grupo que rodea acualquicr organizacion social: ‘Comio-se-dice desde cierto discurso, dis- tinto-del nuestro, «jeuando tres se juntan, el espiritu esta con ellos!». Desde el punto de vista analitico, cuando se juntan tres, la dinamica de grupo esta en marcha, es decir, se desatan determinadas pasiones imagi-_ narias.. Sin duda, el analista_ha de saber, por su misma_practica, que Cual- quicr identificacion per desencadt iento de esas pasiones nar- Gsistas V ha de ser capaz de silenciarlas. Pero eso es tan solo la pfime-_ SPATE de su trabajo; la segunda esremilir al grupo social en cuestiOn a zar en pequefios grupos a los enfermos del ideal. Digo enfermos del ideal porque Bion se encargaba de organizar a quienes no querian it al ejérci- to. Era una guerra muy dificil: se trataba de luchar contra el nazismo, y algunos no podian hacerlo. Era preciso evaluar por qué no podian. Bion no se conformé con criticar al ejército, con decir que el ejército es muy malo. Semejante discurso hubiera sido despreciable en aquel momento, cuando la juventud inglesa, compuesta precisamente de individuos soli- darios, demostraba con sus pilotos de la Royal Air Force que se podia luchar contra un ejército ordenado de forma antidemocratica, y que esos jovenes, producto de una democracia supuestamente decadente, eran «LIS? capaces de pelear y vencer en lo que fuc Ia batalla deAnglaterra, Lo que hizo Bion fuc evaluar con esos grupos qué cra del orden d la patologia, qué se podia curar y qué no, en esos individuos expulsa del ideal. A través de la mediacién de pequcfios grupos, de estos minj. = ideales de grupo, con una tarea precisa, con un objeto preciso, Supri. miendo su pasién narcisista de ser rechazados del ideal, era posibje reinsertarlos y darles un destino humano. Podfan clegir de mancra mig ética lo que tenfan que hacer en a vida. dog ds alla de Jas | Tencias, tiene que ayudar, pero con otros, sin pensar que es cl tinico que_ estd_en esa posicién. Asi, con otros, ha de ayudar a impedir que en nombre de la universalidad 0 dé cualquier universal, ya sea humanista o antihumanista, se olvide la particularidad de cada uno. Esta particulari- dad es olvidada en el E ército, en el Partido, enla Iglesia, en la Sociedad analitica, en la salud mental, en todas partes. Es preciso recordar que no hay que quitarle a uno su particularidad para mezclarlo con todos en Jo universal, por algtin humanitarismo o por cualquier otra motivacién. Cierto psiquiatra lo comenté Josep Monseny en Barcelona— reco- nocia que los analistas son ahora en nuestro mundo de los pocos que escuchan, que siguen escuchando a los locos, cuando resulta mucho mis ’ rapido rellenar la escala favorita degservicio psiquidtrico donde se en- cuentre ¢] paciente. Pero los analistas no han de limitarse a escuchar, también han de transmitir la particularidad que esta en juego, y enesto, a veces, deben tomar ejemplo de otros. Por ejemplo, cl neurdlogo marginal Oliver Sachs supo construir una narracién sobre los efectos de la L- Dopa en ciertos trastornos, con una modalidad narrativa que apasioné al piiblico en general y que fue Hevada al cine en una pelicula protagoniza- da por Robert de Niro. Era una manera de apasionar con una narracién sobre una hazafia dentro del campo de la Neurologia, una forma de tran mitir cierto tipo de narracin capaz de producir efectos de identifi de transmitir algo ma: i acién, alld de la patologia neurolégica en s toda una cargo de humanidad. De la misma manera, los 2 1és que tiene para todos la particularidad de cada uno. No se trata de_ |jmllarse a cultivar, a recordar la particularidad, sino de transformarla en algo itil, en un instrumento para todos. No hay que retroceder ante la palabra vitil, itil para los demas, cuando se réconoce una forma de-huma- nidad en su peculiaridad. Por ejemplo, respetar a los locos. Es verdad: los analistas tienen que intéidir sobre las formas del no respeto o de la falta de respeto. En~ Francia, hace dos aiios, un sujeto psicético cometié un atentado en una escuela bajo el apodo The Human Bomb, jH.B.!, eso tiene otras conno- taciones en Espajia. The Human Bomb, pues. Pero los policias, antes de empezar el asalto final para liberar a los nifios que habfan sido tomados como rehenes, consultaron con un psiquiatra, un psiquiatra normal. Era el psiquiatra de guardia en el sector, lo mas parecido a un servicio de urgencias. Después lo entrevistaron en la radio, y Ilamaba la atencién que fuera capaz de hablar del hecho de que el sujeto era claramente un paranoico, que pudiera referirse al pasaje al acto de un sujeto que tenia ya ciertos antecedentes, todo ello con un respeto hacia la patologia y el sujeto que no era una pose. Fue capaz de ayudar a los policias a tratar de no provocar una catdstrofe y, al mismo tiempo, a respetar los derechos humanos de aquel sujeto. Aunque al final no pudo impedir que los poli- cias aplicaran la pena de muerte, porque el problema es que la pena de muerte se puede suprimir del cédigo penal, pero aun asi sigue siendo aplicada por la policfa en la vigetay* La posicién tan elicada de-atiel psiquiatra francés, por ejemplo, contrasta con la de los americanos, que produjeron una catastrofe cuan- do, por la misma época, se enfrentaban con el problema de Waco, con otro paranoico que habia tomado 80 personas de su secta como rehenes. Se apreciaba una completa falta de respeto por su parte. Hay que leer las declaraciones de los psiquiatras. Por ejemplo, en The Times Magazi- ne: son declaraciones completamente irrespetuosas, todas ellas manipu- laciones, Ilenas de consideraciones sobre los sectarios, sin que nadie tu- viera en cuenta exactamente de qué se trataba, qué estaba en juego. De modo que, sin lugar a dudas, hay que incidir en esto. Y necesi- tamos psiquiatras corno aquel psiquiatra andnimo —no recuerdo su apelli- do— que luego no hizo declaraciones a la television. 2175 Gunceay (elite Hb sats — Asif que los analistgs no han de mantenerse como analistas Criticos, . Han de pedir, le piden algo a Ja salud mental. Pedimos una red de asig. tencia en salud mental que sca democritica y, como sucede cfectiva. mente en la formula que se ha utilizado, sea capaz de respetar los dere. | chos de ciudadanfa de los sujetos que estén en este campo y en este marco concreto de la salud mental. En este sentido los analistas, ju publicaciones, a través de intervenciones, manifestar que quieren un tipo) determinado de salud. mental. No una institucién.ut6pi ca.o un lugar utdpi- ya no hay ideales s6lo queda el debate democrat “Fistomi0 és el silencio. El decir silencioso del analista consiste en ayudar a que, cada vez que se intenta erigir un nuevo ideal, pueda denunciarse que la promocién de nuevos ideales no es la tnica alternati- va. Tampoco se trata de volver a los valores de Ja familia-y a los viejos 7 \ tiempos, cuando se crefa en el padre. ;Ah, qué tiempos aquellos! / \ {Se acabé! Lo tinico que existe es el debate democratico, abierto, ctitico y... sin dinémica de grupos. En esto los analistas tienen que incidir muy activamente y si no Jo hacen nadie lo har por ellos. Han de ser jnventivas e incidir de distintas formas. El analista util, ciudadano, estéa favor de la existencia de un /obby que intervenga en el debate democra- tico. Hay que transformarse en un lobby y no es una desgracia. Antes se pensaba que solamente habja que incidir en el campo de Ye cultural jLos analistas tienen que despertarse un poco! El campo de la cultura haCambiado por completo. Lo que se Tar ‘campo de la cultura ha desaparecido con los nuevos medios de informaci6n, se ha transformado. Ya no se puede recordar con nostalgia: jAh, ¢l tiempo de Sartre, el tiempo de Lacan! No hay duda; el tiempo de Sartre, el tiempo de Lacan, ya no es nuestro tiempo. Ahora un intelectual, un profesor, puede decir cualquier cosa y... jentra en el sistema de los mass media como una opinién y sale convertida en una basura! Los medios de publi- cacién han aumentado exponencialmente, y uno no puede quedarse con Ja nostalgia del tiempo en que existia el Seminario del Dr. Lacan, 0 cuan- do la opinion de Sartre, difundida en un articulo de Les Temps Modernes, transformaba todo un sector de opinion. 118° 6 A Los analistas deben opinar sobre cos campo de las psicoterapias, de: salud mental, y sin olvid: transformacion cientitica de los ideales, del padre como ideal. Ahoragla, cuestiOn no es hacer declaracia es cla cultura sobre quécs cl padi El problema es incidir sob _la_opinidn; decirsihade sabe preci, Je donde se incide en cierto modo en 1a r esas formas nuevas de consideracién o de {7 empezando por el © ye toma partido en los debates, ¢] analista wtil y ciudadano, eSperfectaa =“ mente compatible con las nuevas formas de asistencia en salud mental, formas democraticas, antinormativas e jrreductibles a una causalidad deal. En nuestro mundo moderno, la causalidad es una causalidad milti- ple. Lo descubrimos desde distintas teorfas, incluso la teoria del caos 0 la teoria de la causalidad que sobredeterminan muchos aspectos. Lo que tenemos en comin los psiquiatras, los trabajadores de la salud mental y los analistas es que sabemos que las democracias y el Jazo social son cosas muy fragiles, basadas en un manejo delicado de las creencias sociales. Las creencias sociales son ficciones, pero fi nes ue hay que respétar, que hay que tratar. Lo que tenemos en comin es Se corOcos estas ficciones. Frente a esto, una tendencia podria con- sistir en despreciarlas, no creer en nada, y asf el punto de vista cinico del analista agujero podria aproximarse al punto de vista cinico del psiquiatra que sabe que la creencia social no tiene limites. Debemos recordar que el deseo de curar, el deseo de curar propio de quienes estan en Ja salud mental, tiene sombras. El deseo de curar que permite incidir sobre la depresién, sobre la falta de existencia efec- tiva de un deseo o de un ideal, puede producirlo de nuevo. Y tiene un reverso: que también puede conducir a una posicién cinica. No olvide- mos que dos psiquiatras serbios estan a la cabeza de los horrores mas insoportables que ha atravesado la historia de Europa desde la Segunda Guerra Mundial. Radovan Karadzic es psiquiatra, es un trabajador de la salud mental. ;No hay que olvidarlo!*.2 *Version corregida del texto establecido por Enric Berenguer, con autorizaci6n del autor y publicado en Notas freudianas n° 2. Hie

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