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Las Siete Palabras

Citas Bíblicas tomada de la versión Reina-Valera 1960.

Jesús, nuestro hermano mayor, nuestro mesías, dijo 7 palabras mientras estaba colgado
en la cruz, aun en su agonía, aun cuando el dolor lo consumía, tomo tiempo para
regalarnos estas siete palabras.

Palabras que al estudiarlas cambiaron mi manera de ver la vida, mi manera de pensar,


mi manera de vivir.

1. Padre, perdonalos, porque no saben lo que hacen.

Lucas 23

34 Y Jesús decía: Padre, perdonalos, porque no saben lo que hacen. Y repartieron entre
si sus vestidos, echando suertes.

Olvida por un momento lo que se nos dice que debemos de hacer. Ponte en el lugar de
Jesús.

¿Haz alguna vez sentido un dolor tan terrible que quisieras morirte para dejar de
sentirlo? Si no conoces ese tipo de dolor, te puede ser difícil entender lo que te diré a
continuación, pero si lo has experimentado, entonces me entenderás.

Una cosa es lo que se dice y otra lo que se hace. Desde un momento de tranquilidad
todos podemos decir: es importante perdonar. Pero Jesús estaba siendo torturado en ese
mismo momento.Y oro por las personas que le estaban causando el dolor!!!

Las personas que le hacían sufrir un dolor insufrible, eran las personas por las que el
intercedía delante del Padre.

La historia de Jesús la podemos mirar como el que lee un libro de acontecimientos


pasados y solo mirarlo desde lejos, o podemos vivir cada momento de los
acontecimientos bíblicos y ver así la realidad de nuestro Señor y de nuestras vidas.

¿Que se me podría hacer a mi que sea tan terrible como lo que se le hizo a Jesús? Y si
aun se me hiciese, yo soy pecador y me merezco las cosas malas que me pasen en la
vida. Pero Jesús nunca peco, nunca le causo mal a nadie.

¿Que me puede impedir a mi que yo perdone?

Por eso te digo que estas palabras cambiaron mi vida.


Porque yo si creo que Jesús las dijo. Yo si creo que las dijo en el mismo momento de la
agonía. Y sobre todo, yo si creo que su petición fue genuina donde el realmente deseaba
que Dios los perdonara.Es mas, su gozo aun en ese momento estaba en que el Padre los
perdonase!

Lo que Jesús predico fue genuino. Cuando dijo orad por vuestros enemigos, era por que
el mismo lo hacia y lo hace. Cuando dijo perdonad hasta setenta veces siete es porque el
mismo cree en perdonar.

Es aquí donde esta mi seguridad en que no importa cuan miserable yo sea, el me sigue
amando, y si mi arrepentimiento es de corazón el me sigue perdonando. Por la sencilla
razón que ese es el, un Dios de perdón y de misericordia.

Hoy tengo paz que el me ha perdonado. Por Jesús decir esta palabra yo creo que Jesús
de verdad vive cada palabra que predica.Mi seguridad en el no depende de mi palabra,
depende de su palabra!

2. De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso.

Lucas 23 

43 Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso.

Siempre se nos habla del ladrón bueno y del ladrón malo que fueron crucificados con
Jesús. Pero hay mas de esta historia.

Cuando los dos ladrones fueron crucificados con Jesús, uno a la derecha y el otro a la
izquierda, los dos injuriaban al Señor, los dos se burlaban de el.

Mateo 27 

38 Entonces crucificaron con el a dos ladrones, uno a la derecha, y otro a la izquierda.

44 Lo mismo le injuriaban también los ladrones que estaban crucificados con el.

Observa como dice aquí los ladrones.

Pero algo sucedió en el transcurso de esas amargas horas.Algo le dijo a uno de los
ladrones que este Jesús no era un hombre cualquiera, algo le dijo a uno de los ladrones
que este hombre era rey! Quizás pudo haber sido el letrero que pusieron sobre su
cabeza:

Lucas 23 

38 Había también sobre el un titulo escrito con letras griegas, latinas y hebreas: ESTE
ES EL REY DE LOS JUDÍOS.

O quizás fue algo mas especifico, quizás fue algo en el mismo Jesús. Quizás fue el
momento donde oro por sus transgresores, o quizás fue una mirada de amor.
¿Te recuerdas cuando Jesús te llamo?

Cuando yo por primera vez estuve cerca de el, cuando por primera vez dejo de ser
religión, dejo de ser tradición y se convirtió en mi salvador personal, hubo algo que
sentí que es difícil de describir.Fue como cuando los discipulos lo volvieron a tener
cerca, sabían que era el pues sus corazones ardían!

Lucas 24 

31 Entonces les fueron abiertos los ojos, y le reconocieron; mas el se desapareció de su


vista.

32 Y se decían el uno al otro: ¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras nos
hablaba en el camino, y cuando nos abría las Escrituras?

Hay algo en Jesús que ningún otro hombre tiene. Hay un profundo amor que
continuamente esta emanando.

¿Como hay personas que se pueden resistir?

¿Como se pudo resistir uno de los ladrones mientras el otro le reconocía como rey?

Acuerda te de mi cuando vengas en tu reino. Con estas palabras se atrevió aquel hombre
hacer una oración.Con estas palabras le reconoció como rey aun cuando su rostro estaba
desfigurado y su corona era de espinas!

Oh, que momento tan grande!

Nosotros que necesitamos milagros para creer.

Nosotros que cuando solo una cosa nos va mal nos alejamos de la iglesia enseguida.

Por tan poco se desvanece nuestra fe. Pero este ladrón le creyó sin pruebas, le creyó con
tan solo mirarlo.

Todos podemos comenzar con un corazón duro, este ladrón lo hizo así. Pero tiene que
haber algo en nosotros que se derrita a la presencia de Dios.

Y fíjate cuan grande fue su recompensa, por cuanto le creyó a Jesús en la cruz y no en
los milagros, este ladrón, este insignificante hombre para la sociedad fue el primero en
entrar con Jesús en el paraíso!!!

Vivo mi vida esperando ese día cuando mi Jesús me lleve a mi nueva morada. No vivo
con temor del mañana pues ya mi Jesús ha preparado morada para mi. Ahora vivo
tomando en cuanta cada minuto de mi presente, pues es un regalo maravilloso de parte
de Dios. De mi futuro, mi Cristo se ocupara, nada me tengo que preocupar.

Sin fe es imposible agradar a Dios

1. «Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen» (Lc 23,34)


No cabe duda que nos encontramos ante una de las frases más conmovedoras de toda la
historia; un corazón que ama tanto que es capaz de pedir clemencia para sus verdugos
en el momento máximo de dolor y sufrimiento. Bien lo dice San Juan, “habiendo amado
a los suyos los amó hasta el extremo” (Jn 3,16). Hasta el extremo de dar la vida, y en
medio del dolor pronunciar esas palabras.

Esto es lo que hace el verdadero amor; no calcula, no pone límites, no duda,


simplemente se entrega. El verdadero amor todo lo puede, no tiene barreras; si las tiene,
entonces no es amor.

Así tiene que ser mi amor por Cristo, me tiene que llevar a darlo todo, incluso la vida, a
entregarme totalmente sin calcular si me conviene o no. A ese nivel de amor estoy
llamado a llegar, por eso tengo que empezar desde ahora, estando en lo poco, amando
en lo pequeño, para poder llegar a amar en lo mucho, en lo grande, en lo heroico. Pero
para esto, debo ir metiéndole más amor a mi vida cada día, haciendo todos mis actos
con amor. Ponle amor a tu vida y todo saldrá mejor.

Realmente Jesús tenía razón al decir . Si lográramos entender lo que es el pecado, lo que
causa y lo que le duele a Dios no lo volveríamos a cometer. Si alcanzáramos a
comprender lo que es lo aborreceríamos. Para darnos una idea basta tomarnos unos
momentos para contemplar la pasión de Cristo. Si has visto la película de “la Pasión” de
Mel Gibson te será más fácil imaginarlo todo. Cierra los ojos y recuerda a ese Cristo
que está acabado por la flagelación, que escurre sangre por las espinas que le atraviesan
el cráneo, que se encuentra clavado a una cruz. Ve recordando paso a paso la Pasión, y
piensa que si te pareció sanguinario lo que viste en la película la realidad fue mucho
peor, lo que sale en la película es sólo un poco de lo que pasó en realidad. Contempla
todo el dolor y sufrimiento que soporta Jesús y piensa que eso mismo lo hubiera sufrido
por un solo pecado. Así es, por tan sólo un pecado mortal habría valido la pena todo ese
dolor. ¿Qué será entonces el pecado?

Afortunadamente para nosotros la misericordia de Dios es infinita, y es mayor que todos


los pecados del mundo juntos, por eso nunca debo caer en la desesperación o en la
desolación, pensando que Dios no puede perdonarme. Puedo tener la seguridad de que
Dios me ama y me perdona todo, que Cristo se clavó en esa cruz por amor a mí, para
borrar mi pecado, y que en ese momento estaba pidiéndole al Padre que perdonara mi
pecado. Dios conoce nuestra miseria, nuestra debilidad, pero no se fija en ella. Dios no
ve en mí el pecador que soy, sino el santo que estoy llamado a ser. Él me quiere llevar a
ser ese santo, pero debo dejarlo actuar.

Dios ya es santo por esencia, es totalmente Santo y Perfecto; no necesita de mí y mi


vida no me le puede dar mayor o menor gloria. Por esto mismo no le importa mi
resultado, lo que le importa es mi lucha sincera por ser una mejor persona, mi lucha
sincera por ser perfecto.

Por eso se clavó en esa cruz, para poder tener los brazos siempre abiertos para
recibirme, en cualquier momento en el que quiera acudir a Él.

El fruto que debo sacar al contemplar la Pasión de Cristo no es el temor, ni siquiera diría
yo que enfocarme en el dolor; lo que debo sacar es la conversión, enfocarme en el amor,
y al igual que el centurión que estuvo al pie de la cruz y contempló todo esto en primera
fila debo exclamar «Verdaderamente éste era Hijo de Dios». (Mt 27,54, Mc 15,39, Lc
23, 47)

Porque quién más, sino sólo Dios, sería capaz de gritar desde la cruz «Padre,
perdónales, porque no saben lo que hacen»

2. «Yo te aseguro: hoy estarás conmigo en el Paraíso». (Lc 23, 39-43)

Nos encontramos ante uno de los pasajes más hermosos y al mismo tiempo
contradictorio de todo el Evangelio. Pocas veces vemos contrastes tan grandes en el
mismo pasaje como lo vemos aquí. ¡Qué diferencia de actitudes entre los dos ladrones!
Uno le exige a Jesús que se baje de la cruz y que lo baje a él, pareciera incluso que lo
culpa y le reclama su sufrimiento. Como aquellas personas que culpan a Dios de lo malo
que les pasa y se lo van a reprochar a Él, como si fuera su culpa, sin darse cuenta que
seguramente se lo habrán buscado solos, y que no es más que la consecuencia de sus
actos. En cambio Dimas, el llamado “buen ladrón”, tiene una actitud totalmente
diferente, una actitud humilde, de arrepentimiento y de esperanza; tres virtudes claves
para la conversión.

1. Humildad: reconocer que he fallado, para tragarme mi orgullo, reconocer mi error y


poder pedir perdón.

2. Arrepentimiento: ver mi error me debe llevar al arrepentimiento, al dolor, y debe


encender en mí la fuerza que me lleve a cambiar.

3. Esperanza: saber que Cristo no se puede resistir a un corazón humilde y arrepentido,


ésta es su debilidad, es como su kryptonita. Podemos tener siempre la seguridad de que
la misericordia de Dios es infinita y no hay nada que no pueda perdonar. Cristo ya dio
su vida por nuestros pecados, ya están todos pagados y toda cuenta saldada, ya están
todos los pecados perdonados, basta que me arrepienta y le pida perdón, y Él nunca me
lo negará. No hay pecado mayor que la misericordia de Dios.

El Card. Van Thuan, en los Ejercicios Espirituales que le predicó a Juan Pablo II en el
2000, habla sobre los “defectos” de Jesús, y el primero de ellos es que Jesús tiene muy
mala memoria. Una vez que le hayamos pedido perdón Jesús olvida para siempre todas
las ofensas que le hayamos hecho. Aquí nos demuestra la mala memoria que tiene, al
olvidar toda la vida de pecado de Dimas; una vida entera de pecado, y al arrepentirse en
el último momento queda todo borrado. Bien lo dijo San Agustín: “Oh Dimas, eterno
ladrón, toda tu vida robando y al final hiciste el mejor atraco de todos: te robaste el
Cielo”.

¡El primero en entrar al Cielo fue un ladrón! Esto fue para que pudiéramos ver que la
redención y la salvación son universales, y que todos estamos llamados a ir al Cielo, y
no sólo los curas. Jesús mismo lo he dijo, “No necesitan médico los sanos, sino los
enfermos, porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores” (Mt 9,12-13; Mc
2,17).
Jesús sufrió toda la pasión por ti y por tu pecado, ¿qué más puede hacer para
demostrarte que te ama? ¿Qué más tiene que hacer para que le ames? ¿Qué más debe
hacer para demostrarte que su misericordia es infinita y que puede más que todos tus
pecados y que todos los pecados juntos?

Jesús lleva su amor hasta el extremo y lo da todo para tú le abras la puerta de tu


corazón. No esperes hasta el último momento como el buen ladrón, porque no sabes
cuando será; empieza hoy, no lo dejes para mañana. Una de las frases que más escuché
de Juan Pablo II y que más le recuerdo es: “Jóvenes, no tengáis miedo, abrid de par en
par las puertas de su corazón a Cristo” y yo te pregunto, ¿Qué más tiene que hacer Jesús
para que le abras tu corazón?

LAS SIETE PALABRAS DE JESÚS EN LA CRUZ

INTRODUCCIÓN

Jesús en la cruz extiende sus brazos para cobijar a todos y todas, para que nadie se
quede afuera de su propuesta de vida y reconciliación. Cada palabra y cada gesto
emitidas en la cruz del Calvario son señales inequívocas de que su obra en la tierra, de
que sus milagros y sus enseñanzas tenían como objetivo la inclusión de todas las
personas en el plan de su Padre por traer su Reino a este mundo.

Jesús ensancha sus brazos y con ellos va su amor y su compromiso por una humanidad
redimida, incluyente y solidaria. Desde esa cruz mira su presente y se extiende hacia el
futuro, mira los rostros de la gente abatida y de las que abrigan esperanzas; experimenta
la crudeza del odio humano, pero también la ternura de los que han creído en él como el
Camino, la Verdad y la Vida. Pero también, desde esa cruz contempla nuestra propia
realidad, la de hoy, la de aquí, la de México y sus palabras se pronuncian por nosotros
con la misma fuerza de ayer y con el mismo propósito redentor de siempre. Son
palabras que se transforman en un gran huerto plantado en medio del desierto de estos
tiempos; palabras que se vuelven alimento para nutrir nuestra esperanza por un futuro
mejor; palabras que nos convocan al compromiso por ensanchar la tienda del Reino de
Dios en nuestras tierras.

En esta ocasión reflexionaremos en ellas a través de la mirada que algunos de nuestros


jóvenes han hecho de estas palabras de Jesús vertidas en la cruz. Mirada aguda y
sincera; mirada que no esconde la realidad, pero tampoco la fe. Corazones que se
conmueven frente a un país que se desgasta y se aniquila asimismo, que se conmueven
frente a una juventud que no tiene esperanza por un futuro mejor para ellos, y ni fuerzas
para luchar por ello. Pero a la vez, son reflexiones de jóvenes que creen que en el
mensaje y la obra de Jesucristo se encierra todo un mundo de alternativas nuevas, llenas
de amor y solidaridad. Mensajes que nos invitan a asumir con firmeza y alegría la tarea
por ensanchar nuestras tiendas con el testimonio del Evangelio, con la palabra profética
de que en Cristo, en su amor y en su obra redentora otro mundo es posible.

Pastor

PRIMERA PALABRA

“Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”

Lucas 23: 26-34 a

“Perdónalos, porque no saben lo que hacen”, fue la primera palabra de Jesús en esa
cruz. Realmente es difícil entender como después de tanto sufrimiento y tan lastimado
que se encontraba, puede elevar al cielo una palabra de perdón para los que le estaban
haciendo tanto daño. Pero era de esperarse, un Jesús que predicó con el ejemplo todo su
ministerio, que a pesar de las dificultades y de las personas que siempre estuvieron en su
contra, nunca mostró ira o venganza hacia sus enemigos, sino que tuvo palabras de
perdón y amor para todos.

En ese momento tan difícil, Jesús aún recuerda la misión para la que fue enviado a esta
Tierra, y a la que nunca se negó siendo siempre fiel: “...vino a buscar y salvar lo que se
había perdido” (Lucas 19:10). Es por ello que desde esa cruz, junto a los que lo
azotaron, insultaron y negaron, pero también a los que le seguían incondicionalmente,
pide a su Padre el perdón para todos aquellos quienes, con o sin conciencia de lo que
hacían le estaban agredieron hasta la muerte.

Este perdón que pide Jesús para sus enemigos, es un perdón con Amor. Durante todo su
ministerio se encargó de demostrarlo, a pesar de que siempre hubo personas que no
creían en El y que querían detenerlo, Jesús se mantuvo firme y nunca miró atrás,
siempre con la fe puesta en su Padre mostró, en base a palabras, pero también con
hechos, el amor y el perdón tan grande que Dios tiene para sus hijos e hijas. Este es el
gran ejemplo que nos dejó Jesús, su perdón es un perdón en acción. El sabía en este
momento tan difícil de la crucifixión, que durante su ministerio había hecho lo que Dios
le había encomendado, demostrar su amor a todas las personas, pero no sólo con
palabras sino basado en hechos concretos. Fue así como mucha gente creyó firmemente
en El como Hijo de Dios.

 
Hace unos meses viajé a Chiapas junto con un grupo de hermanos y hermanas bautistas.
Un día visitamos la comunidad de Acteal ubicada en la región de los Altos. En
diciembre de 1997 ocurrió un hecho que marcó la vida de los habitantes de la
comunidad: la matanza de aproximadamente 45 indígenas, hombres, mujeres y niños,
quienes se encontraban en una jornada de ayuno y oración por la paz. Los tomaron por
sorpresa y no tuvieron compasión de nadie, mujeres embarazadas, niños de apenas unos
meses de edad, entre muchos otros, fallecieron en el momento cuando trataban de salvar
sus vidas.

Aquel día, mientras esperábamos para escuchar algunas historias de vida, se me acercó
un joven, que sin conocerme me preguntó mi nombre y me preguntó si quería escuchar
unos chistes. Me platicó que le gustaba mucho escribir chistes, cuentos, canciones y
dibujar, y que todo lo escribía en un cuaderno, pero que debido a un incendio en su casa
lo había perdido. Me dijo que él venía seguido a la ciudad ya que asistía a consultas
médicas porque tenía, según recuerdo, un tumor en la cabeza que le afectaba su lado
izquierdo. Hasta ese momento yo no sabía realmente quién era; pero me di cuenta de
que era un joven muy extrovertido. Después de la reunión y de hacer un recorrido por la
zona, nos ofrecieron muy amablemente frijolitos con arroz y café. Al final, cuando nos
íbamos, este joven, Manuel, nos cantó una canción para despedirnos, que por cierto, la
hizo en varios idiomas.

Fui hilando algunos hechos que me hicieron pensar que este joven había estado aquel
diciembre en la matanza, y efectivamente, él tenía 13 años cuando esto sucedió, su
padre Alonso Vázquez era el catequista que estaba acompañando el ayuno y la oración;
y tanto él como su esposa murieron, pero Manuel sobrevivió. Ahora tiene 26 años y es
un joven alegre, extrovertido a pesar de su dolorosa historia de vida y la de su
comunidad. Realmente esto me impactó, porque después de 13 años, y aún tratando de
recuperarse de las secuelas físicas y anímicas de aquella tragedia; déjenme decirles que
al ver a este joven cantar, contar chistes y platicar, pero también al escuchar a los
habitantes de Acteal, de ser testigo de su fe enorme, y de ver cómo nos ofrecieron lo
poco que tenían pero con mucho cariño, me di cuenta que, y a pesar de que no han
olvidado ese hecho y siguen exigiendo justicia, paz e igualdad, han actuado como ese
Jesús que en la cruz dijo: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”. No han
olvidado lo que sucedió, y aun siguen exigiendo una resolución pacífica, pero
sobretodo, han enseñado con el ejemplo, que sin venganzas y con ese Amor que
sobrepasa todo entendimiento, es posible perdonar y sanar, así como Jesús que “limpia,
sana y libera”.

Como jóvenes cristianos, tenemos las fuerzas para seguir luchando por las causas justas,
así como Jesús lo hizo, que no debemos conformarnos con decir simplemente:
“perdónalos porque no saben lo que hacen” y esperar a que se resuelvan las cosas por si
solas. El perdón del que nos habla Jesús, y que mostró durante todo su ministerio fue un
perdón en acción, es decir, que a pesar de las circunstancias adversas que se le
presentaban, El seguía firme y dando testimonio de lo que Dios quería que hiciera, no se
quedó sentado pidiéndole a Dios que perdonara a aquellos que estaban en contra suya
porque no sabían lo que hacían, sino que siguió realizando la voluntad de su Padre hasta
morir en una cruz. Por ello, en ese momento de la crucifixión su palabra es una oración
hecha acción, a pesar del dolor que estaba sufriendo, sus palabras se convierten en
gestos reales de paz y amor tal cual lo predicó y enseñó a lo largo de su vida.

En nuestro país actualmente parecería muy fácil decir de labios para afuera:
“perdónalos, porque no saben lo que hacen”, sobre todo al ver a diario las injusticias, la
violencia, la desigualdad, pero creo que es necesario hacer de este perdón una acción
permanente. Sí, hay que perdonar, pero a la vez hay que hacer algo para que ese perdón
se convierta en acciones que cambien nuestra realidad. Si no somos nosotros, una
comunidad que confía en el Señor y que cree en estas palabras, entonces, ¿quién? Hay
que enseñar con el ejemplo, hay que saber perdonar, pero también hay que actuar con
amor, tal como Jesús lo hizo, que pudo llegar hasta este momento tan difícil y doloroso
sabiendo que lo que había hecho en su ministerio había sido lo correcto, y con esa
autoridad que le otorgaban sus obras, pudo pedir a su Padre “perdónalos, porque no
saben lo que hacen”. Y su perdón le dio la razón. Oremos.

Ximena Ulloa Montemayor

SEGUNDA PALABRA

“De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso”

Lc. 23: 39 - 43..

“Llevaban también con él a otros dos, que eran malhechores, para ser muertos.” Jesús
está siendo crucificado en medio de dos ladrones, en medio de dos personas socialmente
excluidas por sus actos cometidos. ¿Jesús muriendo como un ladrón?, no pareciera la
muerte del hijo de Dios que sana enfermos y hace milagros. La gente se burla, le insulta,
inclusive uno de los ladrones le dice: “Si tú eres el Cristo, sálvate a ti mismo y a
nosotros”.

“¿Ni aún temes a tu Dios estando en la misma condenación?” Fue la respuesta del otro
ladrón, que continúa diciendo: “nosotros, a la verdad, justamente padecemos, porque
recibimos lo que merecieron nuestro hechos; más este ningún mal hizo”. Este ladrón
había comprendido a que había venido Jesús a este mundo, él vino a estar con los
desamparados, con los que tienen hambre, con los enfermos, con los pobres, con todos
aquellos excluidos que no eran aceptados por lo que tenían, por lo que eran o por lo que
habían hecho. Tan fue así, que Inclusive en la cruz Jesús estuvo con dos ladrones.
 

“Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino”. El ladrón con sus pocas energías y


moribundo exclama a Jesús por una nueva oportunidad. ¡Qué valor tuvo este ladrón! En
medio de insultos y desprecios hacia Jesús por parte de la multitud, el malhechor
probablemente pensando que su vida no había sido la más honesta, creyó en Jesús y le
pidió una nueva vida.

“De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso”. Que hermosa respuesta. En la
cruz Jesús extiende sus brazos y le dice: “tranquilo aquí estoy contigo”. Jesús no estima
nada como pérdida, porque aun frente a la muerte le abre las puertas del reino eterno.
Así es Jesús, nos devuelve la esperanza cuando todo pareciera estar perdido y nos
promete un nuevo reino.

En medio de un país envuelto de violencia sin sentido, de muertes injustas, de pobreza


extrema, de falta de oportunidades, donde miles de jóvenes ya no le ven sentido a esta
vida, Jesús responde: “estarás conmigo en el paraíso”. El paraíso pareciera ser muy
lejano o para el final de los tiempos, pero el paraíso también está aquí y ahora. Jesús lo
dijo, hablando de su persona: “El Reino de Dios se ha acercado”. Es este nuevo reino
que el Señor quiere que proclamemos, el reino de paz y justicia, de amor y no de odio y
guerras absurdas. El paraíso es una promesa de esperanza en medio de la desesperanza,
es una experiencia de paz y de vida para todo aquel o aquella que en él cree, y este es el
reto que el Señor tiene para nosotros: compartir esta esperanza a todos los jóvenes de
este país.

Alrededor de 7 millones de jóvenes son “ninis” ni trabajan, ni estudian. ¿Tienen


esperanza? Mientras el mundo dice ¡No! Yo puedo decir ¡Sí! La esperanza está en
Jesús, con quien aun aún podemos construir algo mejor. Yo sé que sola no voy a
cambiar al mundo, ni a México, ni a mi Cuidad, pero de algo estoy segura y es que sí
puedo hacer el cambio con el que está a mi lado, con el que me cruzo todos los días, con
los que, como aquel ladrón que está clamando por una nueva oportunidad, por los que
ya ni esperan que algo nuevo suceda en sus vidas, ni por los que ni creen que hay
alguien que sí les cree. Personas que se les acerquen para compartirles que si hay, aun
hoy, alguien que les ame porque creo firmemente en este paraíso anunciado y prometido
por Jesús.

Mi papá siempre me dice: “lucha por aquello que vale la pena luchar” y hoy puedo decir
que vale la pena luchar por mis amigos y amigas de Sierra Guadalupe en Tultitlan y por
los niños y niñas de Los Chorros en Chiapas, aunque una sociedad como la nuestra no
da nada por ellos. Jesús nos invita a ser diferentes y hacer el cambio compartiendo este
paraíso donde reine la hermandad y la igualdad. ESTO ES ENSANCHAR NUESTRAS
TIENDAS PARA QUE EL PARAISO PROMETIDO POR JESÚS ABRACE A
TODOS HOY Y AQUÍ Y PARA LA VIDA ETERNA. Oremos.

Beatriz Ulloa Montemayor

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