Está en la página 1de 2

Cuando nos conocimos yo era una niña, una niña pequeña a la que le

reían las gracias, le decían lo especial que era, lo bien que hacía algunas
cosas y yo, me lo creía. Con el paso del tiempo y haciéndome algo más
mayor, esos comentarios y valoraciones fueron cambiando, se hicieron
menos frecuentes, empezaron las comparaciones con otras niñas que
hacían cosas más llamativas o que seguían llamando la atención y
obteniendo reconocimiento. Yo me fui sintiendo que te alejabas, que te
perdía y que no merecía ese valor que observaba en otros.
Pero sé que, de algún modo, no ha pasado día que no haya hecho algo
que merezca ser tenido en cuenta, que merezca ser considerado por el
esfuerzo o el compromiso mío que supone. Aunque los demás no me lo
digan o no lo vean de la misma forma, siento que, ahora que soy más
mayor y una mujer adulta, mi autoestima depende casi exclusivamente
de mi.
Ahora somos tu y yo, cara a cara. Día a día tengo que recordar que estás
ahí, para mi, para contribuir a ese autoconocimiento, a esa seguridad y
confianza. Aunque haya momento en los que las cosas no salgan bien,
sé que tengo que reconocer el compromiso con mis aprendizajes, la
voluntad de mejorar o la fortaleza de ser constante en lo que hago.
También en la capacidad de reconocer sinceramente lo que se me da
bien y lo que necesito mejorar para sentirme más a gusto y más fuerte.
Sé que quieres que me conozca a fondo, que vaya hacia mi interior y vea
lo que realmente me define y me identifica como persona y que, con todo
ello, aprenda a sentirme especial, capaz y comprometida. Y que me
proponga retos y metas que me harán entender que actúo para
conseguir ser lo que quiero ser y para llegar donde quiero llegar. Aunque
pueda cambiar de rumbo y de camino tantas veces como me dé la gana,
pero siguiendo un plan para mi.
Querida autoestima, sé que quieres que te sienta cerca, que
mantengamos un diálogo fluido y constante y que no me olvide de lo
importante que eres para mi equilibrio y para mi felicidad. Sé que tengo
que ser yo la que no me olvide de cuidar de ti. Y tu, a cambio, vas a estar
siempre conmigo, aunque a veces te sientas abandonada. Prometo no
olvidarme de ti, ni un solo día. Gracias por todo lo que me aportas.
En primer lugar, deben cerrar los ojos e imaginarse a sí mismos dentro de 10 años. Cuando
todos los alumnos han cerrado los ojos, el profesor lee en voz alta las siguientes preguntas,
cuidando siempre de dejar un tiempo entre pregunta y pregunta para que cada alumno,
individualmente, pueda pensar e imaginar las respuestas. Las preguntas que debe realizar son
las siguientes: «¿Cómo te imaginas físicamente dentro de 10 años?, «¿A qué crees que te
dedicas?», «¿Qué aficiones tienes?», «¿Con quién vives?», «¿Qué amigos tienes?», «¿Cómo es
la relación con tus padres?», «¿Tienes pareja?», «¿Tienes hijos?», «¿Qué te gusta hacer en tu
tiempo libre?», «¿Eres feliz?», «¿De qué te sientes más orgulloso?».

También podría gustarte