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Genesis De Leon

I.D. A00059099
• Haz un ensayo crítico, dos páginas mínimo, sobre los conceptos emitidos,
colocando ejemplo de casos de aplicación.
Eliminar la conducta inapropiada mediante el castigo
El principio del castigo un castigo es un suceso que presentado inmediatamente después
de una conducta hace que se reduzca la frecuencia de la misma. Los castigos también
se denominan estímulos aversivos. Una vez que se determina que un suceso actúa como
castigo para una conducta concreta de una persona en una situación específica,
podemos usar este mismo suceso para reducir la frecuencia de otras conductas de la
misma persona en otras situaciones. Asociado a este concepto está el principio del
castigo: si en una situación determinada, una persona hace algo que es inmediatamente
seguido de un estímulo punitivo, es menos probable que la persona repita la misma
acción cuando se encuentre en una situación parecida. En el caso de Ben, el ejercicio
contingente era un estímulo punitivo de su conducta agresiva.
Tipos de castigos muchos tipos de sucesos, cuando se presentan como una
consecuencia de la conducta, encajan en nuestra definición previa de estímulo punitivo
y pueden clasificarse conforme a las siguientes categorías (véase Van Houten, 1983):
(a) castigos que producen dolor, (b) reprimendas, (c) tiempo fuera y (d) coste de la
respuesta. Aunque existe cierto solapamiento entre las categorías, esta clasificación
plantea una forma sencilla de organizar los procedimientos de castigo y ahora vamos a
ahondar en cada uno de ellos.
Castigos que producen dolor Los castigos que producen dolor suelen ser castigos
físicos e incluyen todo tipo de estímulo punitivo que active los receptores del dolor u otros
receptores sensoriales que habitualmente provocan sensaciones de malestar.
Las reprimendas son verbalizaciones negativas (por ejemplo, «¡No, eso no se hace»)
inmediatamente contingentes con la conducta inadecuada, que suelen acompañarse de
miradas fijas y a veces de un apretón en el brazo!
El tiempo fuera implica trasladar a una persona desde una situación reforzante a otra
que lo es menos, inmediatamente después de que ha llevado a cabo una conducta
específica, por lo que puede interpretarse como una reducción en las oportunidades para
obtener refuerzos.
Corte de la respuesta este tipo de castigo emplea a veces en los programas de
modificación de conducta en que los participantes obtienen fichas como reforzadores
(Kazdin, 1977a). Por ejemplo, Sullivan y O’Leary (1990) mostraron que en un entorno
escolar, la pérdida de fichas (cada una de las cuales podía cambiarse por un minuto de
recreo) tenía éxito a la hora de reducir comportamientos ajenos a la tarea.
FACTORES QUE INFLUYEN EN LA EFICACIAEL CASTIGO
1. Optimizar las condiciones para conseguir una respuesta alternativa deseable.
2. Minimizar la causa de la respuesta que se quiere castiga.
3. La elección del castigo.
4. Añadir antecedentes, incluidas normas, para el castigo.
5. Administrar el castigo.
¿Debe usarse el castigo?
El uso del castigo siempre ha generado gran polémica, incluso antes de la llegada de
la modificación de conducta, pero la controversia se intensificó durante la década
de1980 (Meyer & Evans, 1989; Repp & Singh, 1990) y varias organizaciones
relaciona-das con los programas de acción social han formulado quejas oficiales
contra algunas aplicaciones de los castigos. Por ejemplo, la Dirección de la Práctica
Profesional de la Asociación Estadounidense de Psicología (American Psychological
Association) y la Asociación Nacional de Psicólogos Escolares han declarado frente
al Congreso de los Estados Unidos en apoyo de una enmienda que prohíba el uso de
castigos corporales, es decir físicos e inductores de dolor, en niños con trastornos
emocionales («P.D. Supports Ban on Corporal Punishment,» 1990).
Los modificadores de conducta y los programas de castigo vamos a reconsiderar
la cuestión, ¿se debe usar el castigo? Antes de proseguir, haremos nuevamente
hincapié sobre un aspecto ya citado previamente en este capítulo: no estamos
hablando del castigo como suelen hacerlo en términos generales quienes carecen de
formación en modificación de conducta. Es decir, no estamos hablando del castigo
de una persona para disuadir a otras, ni de proporcionalidad, ni de una con-secuencia
tardía del mal comportamiento. Más bien nos referimos a presentar de forma
consistente un castigo inmediatamente después de que se produzca una conducta
problemática, y hacerlo considerando detenidamente los factores que influyen sobre
la eficacia del procedimiento, tal y como ya hemos descrito previamente. Sin
embargo, dado que es demasiado fácil abusar de ellos y que su aplicación tiene
efectos secundarios potencialmente perjudiciales, recomendamos que el castigo, en
el sentido conductual del término, sea siempre el último recurso.
Errores en la aplicación del castigo son muchas las ocasiones en que las personas
aplican castigos sin darse cuenta de que lo están haciendo. Un ejemplo muy habitual
es la crítica o ridiculización de alguien que emite un comportamiento inadecuado, ya
que obviamente la burla es punitiva y es probable que elimine la conducta en el futuro,
pero también es probable que aleje a la persona de quien le castiga.
Directrices para una aplicación adecuada del castigo es probable que las normas
para el uso eficaz del castigo se incumplan más a menudo que las de cualquier otro
principio. Por lo tanto, si vamos a usar un procedimiento de castigo, aunque sea leve,
es un deber tanto para con nosotros mismos como para con la persona castigada,
hacerlo bien, especificando claramente por escrito las condiciones de aplicación que
seguiremos específicamente.

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