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Reyes Reséndiz José Daniel Número de cuenta: 314199294

LECTURA 06
“LOS AMOS DE MÉXICO”

La obra intitulada “Los amos de México”, cuyo coordinador es el intelectual Jorge


Zepeda Patterson, aglutina diversos ensayos y trabajos de investigación realizados
por estudiosos, reporteros, doctrinarios y líderes de opinión, entre otros, respecto a
las personas más poderosas, influyentes y adineradas del país. Zepeda así lo refiere
en el capítulo introductorio donde, además, aprovecha para explicar la razón por la
cual decidió nombrar de tal manera el libro objeto de estudio, siendo así que, al
abordar la vida de las personas más acaudaladas de México, estos personajes
pueden considerarse los años o dueños del país.

Para efectos del presente ensayo, opté por el análisis del capítulo llamado
“Liderazgo sin competencia”, el cual estudia la vida y obra del multimillonario Carlos
Slim Helú. Así, en un primer acercamiento, el autor Francesc Relea retrata la vida
cotidiana de una persona de estrato socioeconómico medio, desde el momento en
que se levanta para hacer ejercicio, hasta el momento en que decide emprender un
viaje a un destino turístico nacional. En tal catálogo de actividades y tareas, hay un
factor en común: empresas y negocios operados por el magnate Slim.

Comercios nacional y mundialmente conocidos como Telmex, Telcel,


Inbursa, Sears, entre otros, brindan diariamente un sinfín de ganancias y réditos a
Slim Helú, posicionándolo año tras año como uno de los hombres más ricos del
mundo – y el que ocupa el puesto número uno a nivel nacional –. Empero, Francesc
destaca uno de los contrastes más paradójicos y contradictorios en la esfera pública
del país, toda vez que resulta increíble que un empresario considerado como uno
de los más hacendados surja y resida en una de las naciones con un índice de
pobreza sumamente alto.

Sin embargo, el cuestionamiento surge a la hora de intentar comprender el


porqué Slim ha acumulado tantas riquezas desde que adquirió Teléfonos de México,
otrora empresa paraestatal. El autor destaca las premisas de algunos analistas
económicos, los cuales advierten que tal crecimiento desmedido se debe
principalmente al buen comportamiento de América Móvil, empresa matriz de Telcel,
en la Bolsa Mexicana de Valores. No obstante, ¿realmente se trata de un
comportamiento bursátil o hay algún trasfondo que impulse la desmedida riqueza
de Helú?

En aras de obtener una respuesta, Francesc Relea comienza a retratar los


orígenes de la dinastía Slim. Así, Carlos nació en un matrimonio de empresarios y
comerciantes, heredando de tal suerte “el olfato del padre para los negocios y para
ganar dinero”. Empero, es sumamente necesario destacar que no solo heredó tal
habilidad, sino que también se ganó la riqueza y fortuna ya construida por su
progenitor.

Posteriormente, el joven Helú habría de estudiar Ingeniería en la Universidad


Nacional Autónoma de México, en el Campus Central radicado en Ciudad
Universitaria, en donde adquiriría un gusto por las matemáticas, las ciencias exactas
y las estadísticas. Asimismo, empezaría a construir la personalidad que más tarde
le haría ser el titular del gran imperio constituido por Carso, América Móvil y
Teléfonos de México. Terminando así su carrera universitaria, él iniciaría su labor
profesional como corredor de bolsa, adquiriendo de tal suerte los elementos que le
permitirían hacerse sabedor de las artes bursátiles.

Tales artes bursátiles le permitieron hacer crecer su imperio mercantil, pues


al adquirir empresas o comercios quebrados o con acciones sumamente
desvaloradas, es que pudo incursar en distintos sectores del comercio, verbigracia,
la transformación de papel; la producción de tabaco y productos del cigarro; los
sectores restauranteros, pasteleros, hoteleros y de turismo; las industrias del hule,
aluminio y otras materias primas; por solo mencionar algunos. Así, tal cual lo afirma
el magnate, hubo una predilección por las compras en momentos de crisis
económicas en los que los banqueros e inversores preferían vender y huir de
modelos de negocio poco certeros.
Aunado a esto, no fue hasta el invierno de 1990 en el que Helú consiguiera
el mejor y mayor de sus triunfos, toda vez adquirió la empresa paraestatal de
telecomunicaciones conocida en ese entonces como Teléfonos de México, en el
marco de una serie de privatizaciones elaboradas por el otrora primer mandatario
mexicano, Don Carlos Salinas de Gortari. En consecuencia, al adquirir tal empresa,
se haría con el monopolio total de la industria ya referida, eso sí, con algunas
limitantes, pues, al querer hacer esfuerzos para evitar la concentración de poder en
una sola corporación, el Estado mexicano determinó que, la ya naciente Telmex, no
pudiera acceder al mercado de la televisión y del vídeo.

Posteriormente, el estudioso Francesc hace un señalamiento sumamente


importante, en el cual se puede leer entre líneas por qué Zepeda le asigna a Slim el
título de “dueño de México”. Esto se puede observar en el hecho de que el magnate
de las telecomunicaciones ha podido fijar los precios de los servicios de tal campo
a su antojo al no tener competencia directa, por lo que no es para menos tal
afirmación, en virtud que Teléfonos de México concentró en el pasado inmediato el
95 % del mercado de telecomunicaciones.

El resultado de tal escenario es el siguiente: la dominación del mercado de


larga distancia, celular y telefonía local por un solo operador comercial; márgenes
de utilidad netos excesivamente cuantiosos; tarifas telefónicas altas, las cuales son
el doble o triple de caras que las establecidas en la región. En consecuencia, México
cuenta con un problema de desigualdad social y económica; así como el de nula
competencia en el mercado. Empero, a Slim y a sus familiares más cercanos, todos
ellos directores y titulares de las distintas ramas del consorcio Carso, parece no
importarles tales críticas, pues ellos afirman que no se trata de un monopolio o de
tener el control del mercado, sino que más bien se trata de invertir y apostar por
negocios en los que nadie quiso creer.

Ahora bien, en la siguiente parte del texto, el doctrinario Francesc recupera


el papel de la ya extinta Comisión de Competencia Económica, esto al referir que
se trató de una institución independiente desempeñándose en un marco jurídico
débil. Tal afirmación no acepta prueba en contrario, ya que los litigios presentados
entre la Comisión y los diversos operadores económicos han resultado en una sola
variante: la nula utilidad de las resoluciones elaboradas por el organismo “garante”
de la competencia económica y la falta de una regulación de las condiciones en los
que se desarrollan los agentes comerciales.

Empero, he de añadir que en la actualidad tal círculo vicioso se ha roto con


la implementación de las Reformas Estructurales promulgadas en el sexenio del
otrora Presidente Enrique Peña Nieto, toda vez que en las reformas constitucionales
en materia de telecomunicaciones y competencia económica se pudo fortalecer el
marco normativo y, de esta manera, impulsar el mercado en distintos ámbitos,
siendo uno de ellos en el que se desempeña Slim. En consecuencia, años más
tardes la Suprema Corte de Justicia de la Nación confirmaría la decisión de la nueva
Comisión Federal de Competencia Económica, en la que se reconoce a América
Móvil y a Teléfonos de México como agentes económicos preponderantes. Con
esto, se echarían a andar una serie de medidas para incentivar la competencia en
el mercado, pero, sobre todo, impedir la continuidad del monopolio de Helú.

En conclusión, me agradó mucho la presente lectura porque presenta una


crítica férrea a uno de los sujetos más relevantes en el territorio nacional, sin dejar
a un lado su relación simbiótica e, inclusive, parasitaria con el mercado de las
telecomunicaciones, pues al tener una amplia presencia en él, no solo puede
establecer el tono bajo el cual se desempeñarán las tarifas y los productos en el
mercado, sino que también genera una dependencia en los consumidores al no
existir más opciones.

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