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Narcisismo: su conceptualización,
su papel en el psiquismo, su clínica, y
su tratamiento en psicoterapia
psicoanalítica.
Índice
Contenido Página
Introducción 4
I El mito de Narciso 6
VI Conclusiones 95
Bibliografía 105
4
Introducción
El narcisismo sin duda es uno de los conceptos más estudiados por los
psicoanalistas, desde que Freud lo introdujo en 1915 distintos autores han
aportado importantes escritos acerca del tema. Establecen semejanzas desde
posturas diferentes, cambios importantes, aportaciones agregadas que le
complementan.
Klein, Lacan, Kohut, Jung, Kernberg son solo algunos autores que escriben
y hacen aportaciones nuevas, lo reconocen igual que Freud como un factor
estructurante del psiquismo pero además atribuyen otras funciones como
elemento básico en las relaciones objetales.
I El mito de Narciso
Cuando ojeaba hacia las redes a unos espantados ciervos, vióle una ninfa
vocinglera que ni sabe callar cuando le hablan ni hablar ella misma la primera, la
resonante Eco. Aún tenía cuerpo Eco, no sólo voz; así y todo, la charlatana no
tenía un uso de su boca distinto al que ahora tiene, de suerte que podía repetir, de
entre muchas palabras, sólo las últimas. Había hecho esto Juno, porque, pudiendo
muchas veces sorprender a las ninfas yaciendo en el monte con su Júpiter, Eco la
retenía deliberadamente con su verborrea, hasta que las ninfas huyeran. Cuando
la Saturnia se percató, le dijo: <<Puesto que me has engañando con la lengua, se
te reducirá la facultad de hablar y abreviará al máximo el uso de la voz>>. Y con el
hecho confirma sus amenazas; ella, con todo, repite el final de las frases y
devuelve las palabras que ha oído.
Pues bien, luego que vio a Narciso vagando por apartadas campiñas y se
enamoró de él, sigue sus pasos a escondidas, y cuanto más le sigue, más cerca
está la llama en que se abrasa; no de otro modo que cuando el azufre vivo untado
al extremo de las teas se inflama al contacto de la llama. ¡Cuántas veces quiso
acercársele con palabras zalameras y dirigirle cariñosas súplicas! Su naturaleza
se lo impide y no le permite empezar; pero –eso sí se le permite- está presta para
esperar sonidos a los qué devolver sus palabras. Quiso el azar que el zagal,
alejado del grupo de sus fieles compañeros, gritará: <<Hay alguien?>>,
<<¡Alguien!>> respondiera Eco. Se queda atónito, y, tras dirigir la mirada a todas
partes, grita con voz potente: << ¡Ven!>>; llama ella a quien la llama. Se vuelve él
a mirar y como nadie venía dijo: << ¿Por qué huyes de mí?>>, y escuchó tantas
palabras como él había pronunciado. Se detuvo, y engañado por la ilusión de una
voz que contesta, exclama: << ¡Aquí reunámonos!>>, y Eco, que jamás
respondería con más gusto a ningún otro sonido, << ¡unámonos!>> repitió; y
7
Así éste la había burlado, así antes a otras ninfas nacidas en las aguas o en
los montes, así la compañía masculina. Entonces uno de los despreciados,
levantando las manos al cielo, <<así ame él, ojalá; así no consiga al objeto de sus
deseos>>, dijo, y asintió la Ramnusia a la justa súplica.
Había una fuente nada cenagosa, de claras y plateadas aguas, que ni los
pastores ni las cabras que pastan en el monte habían tocado, ni otro ganado
alguno, y que ningún pájaro ni fiera había enturbiado, ni rama caída de un árbol.
Crecía alrededor la hierba, alimentada por la humedad cercana, y una espesura
que jamás permitirá que aquel paraje se entibie con el sol.
tantos siglos, recordáis en todo ese largo tiempo a alguien que se haya consumido
así? Me gusta y lo que veo; pero lo que veo y me gusta, no consigo encontrarlo:
tan gran confusión encierra mi amor. Y para mayor sufrimiento, ni nos separa el
ancho mar ni un largo camino ni montes ni muros con sus puertas cerradas. Un
poco de agua se interpone. Él ansía mi abrazo; porque cuantas veces alargo
besos a las cristalinas aguas, oras tantas se esfuerza él por juntar sus labios.
Creerías que es posible el contacto; es muy pequeño el obstáculo a nuestro amor.
Quienquiera que seas, sal de aquí; ¿por qué, muchacho sin par, me
eludes? ¿Adónde escapas cuando te cortejo? Ni mi porte ni mi edad son como
para que me rehúyas, pues hasta las ninfas me han amado. Cierta esperanza me
prometes con tu semblante amistoso, y cuando yo te alargo los abrazos, tú los
alargas también; cuando te he sonreído, me sonríes; muchas veces he notado
lágrimas en ti, cuando lloro; con tus señas de cabeza respondes a las mías; y,
según puedo conjeturar por el movimiento de tus hermosos labios, contestas
palabras que no llegan a mis oídos. ¡Ese soy yo! Me he dado cuenta; mi reflejo no
me engaña más; ardo en amores de mí mismo; yo provoco las llamas que sufro.
¿Qué hago? ¿De cortejado o de cortejador? ¿Y cómo voy a cortejar? Lo que ansío
está en mí; la riqueza me ha hecho pobre. ¡Ojalá pudiera separarme de mi cuerpo!
Deseo inaudito en un enamorado, quisiera que lo que amo estuviera lejos. Pero ya
el dolor me quita fuerzas, no me queda largo tiempo de vida, y en mi primavera
muero. Y no es dura la muerte para mí, pues la muerte aliviará mis penas; éste al
que adoro es quien quisiera que viviera más. Pero ahora los dos, unidos de
corazón, moriremos en un solo aliento>> dijo, y en su locura tornó a contemplarse
la cara, y con sus lágrimas enturbió la fuente, y al removerse el agua la imagen se
desvaneció. Al verla borrarse, << ¿A dónde huyes? Espera, no me abandones,
cruel, que yo te amo>>, gritó, <<que pueda yo al menos contemplar lo que no me
es posible tocar, y dar así pábulo a mi desdichada locura>>. Y mientras así se
lamenta, rasgó el vestido desde el borde superior, y se golpeó con sus marmóreas
manos el pecho desnudo. El pecho con los golpes cobró un rubor sonrosado, tal
como suelen las manzanas, que blancas por una parte, rojean por otra, o como
suele la uva aún no madura tomar un color purpúreo en sus racimos multicolores.
Apenas vio esto en el agua, de nuevo cristalina, no lo soportó más, sino que, como
suele fundirse la rubia cera a fuego lento, o la escarcha de la mañana al sol
naciente, así se deshace él, consumido por el amor, y va siendo devorado poco a
poco por aquel oculto fuego. Y ni existe ya aquel color mezcla de la blancura y
rubor ni aquel vigor, aquella lozanía, aquellos encantos que poco antes le gustaba
ver, ni subiste aquel cuerpo que un día amara Eco.
1 Nasón, Publio Ovidio, Metamorfosis, España, Ed. Ediciones Cátedra, 2007, pp. 331-333
10
introyectada busca destruirla autodañándose, sin lograr tramitar tal energía que la
repudia desencadenando así una fantasía alterna, esto es lo que Klein constituye
como identificación proyectiva.
II Narcisismo: estructurado y
estructurante
2 La introducción fue propuesta por S. Freud, pero existen actualizaciones de distintos autores que
procuraremos abordar, pues sin ellos no podríamos establecer una clínica ni una intervención
terapéutica.
3 La introducción que realizó Freud fue a partir de distintas patologías, lo que pretendemos en este
El egoísmo es otro tema que Freud relaciona con el narcisismo y afirma que
no son mutuamente excluyentes, es decir, se puede ser profundamente egoísta y
aún así establecer fuertes relaciones de objeto, esto considerando que las
necesidades del yo puedan ser satisfechas por el objeto; y también se puede ser
egoísta y narcisista, al prescindir del objeto lo más posible.
5Ibíd. P. 71 y 72
6 Freud, Sigmund, 26° conferencia. La teoría de la libido y el narcisismo (1917), obras completas,
Vol. XVI, Argentina, Ed. Amorrortu editores, 1998, p. 382
13
pulsión salga del sujeto e invista al objeto amado, remarquemos que es en parte y
no en su totalidad porque el yo no debe vaciarse por completo sino que debe
quedar una porción que busque el autocuidado y la autoconservación. Es lo que
antes citamos en la obra de Freud como el egoísmo inherente a la pulsión de
autoconservación que todo ser vivo posee.
Con esto último Freud explica que es difícil el estudio del narcisismo por sí
solo y por ello se apoya en otros caminos como son: el dolor orgánico, la
hipocondría y la vida amorosa, que intentaremos desglosarlos a continuación8:
Cuando una persona tiene un malestar orgánico y sufre por ello deja de
tener interés en el mundo exterior incluidos sus objetos de amor por lo que retrae
la libido hacia sí mismo con el fin de utilizarla para sanarse y posteriormente volver
a investir a los objetos, aunque claro esto no se presenta en todos los casos es
por ello que después hablaremos de la concepción del narcisismo patológico.
“Un fuerte egoísmo preserva de enfermar, pero al final uno tiene que
empezar a amar para no caer enfermo, y por fuerza enfermará si a
consecuencia de una frustración no puede amar”.9
10 Si bien es cierto que Freud introduce el término de narcisismo, los psicoanalistas posteriores lo
han modificado con el objetivo de contextualizarlo a la actualidad, una era postmoderna,
cumpliendo con la tarea que Freud delega, que es ahondar en este estudio que dejó incompleto.
15
llama huella mnémica. Así pues, los estímulos tienen dos destinos: el primero, es
la descarga sin dejar huellas mnémicas, es decir, que la intensidad es baja; el
segundo, es la descarga pero deja huella mnémica debido a la gran intensidad.
Esta moción formará la representación de la necesidad (dígase la alimentación) y
su satisfacción, elementos que más tarde estructurarán a la pulsión.
11 Freud, Sigmund, La interpretación de los sueños (continuación), capítulo VII sobre la psicología
de los procesos oníricos (1900), obras completas, Vol. V, Argentina, Ed. Amorrortu editores, 1998
p. 557
12 Perrés, José, Proceso de constitución del método psicoanalítico, México, Ed. Casa abierta al
13 Ibíd. P. 108
14 Bástenos por el momento pues lo veremos en el apartado que trata de autoerotismo y la
instauración del deseo.
15 Hornstein, Luis, Narcisismo: autoestima, identidad, alteridad, Argentina, Ed. Paidós, 2000, p. 54
17
pero esto no es constante, por lo que la represión, ayudada por el yo, debe
elaborar otros procesos que equilibren este conflicto psíquico.
16 Gutiérrez Terrazas, José, teoría psicoanalítica, su doble eje central: la tópica psíquica y la
dinámica pulsional, España, Ed. Biblioteca Nueva, S.L., 1998, p. 72
18
donde no se vacía la libido yoica sino que se mantiene en equilibrio con la libido
objetal, etc.
La división de pulsión que hasta 1915 utilizaba Freud era, como dijimos,
pulsión del yo o de autoconservación y la pulsión sexual en donde la primera se
limitaba a la satisfacción de necesidades biológicas y la segunda a la satisfacción
sexual. En una primera instancia esto facilitaba el manejo del concepto puesto que
ambas pulsiones encontraban satisfacción en el sujeto mismo y después salía al
objeto, sin embargo en introducción del narcisismo se enfrenta al problema de la
elección de objeto y encuentra a personas adultas que se toman a sí mismos
como objetos en donde descargan las pulsiones sexuales, esta situación obliga a
establecer una comparación entre lo patológico (las neurosis, las psicosis y las
perversiones) y las personas sanas, y concluye que en las segundas, la pulsión
sexual debe salir a investir objetos que le satisfagan, por ello modifica a fondo la
teoría de la libido dividiéndola en libido del yo y libido de objeto.
18 Freud, Sigmund, 26° conferencia. La teoría de la libido y el narcisismo (1917), obras completas,
p. 376
20
La importancia que tiene esto es crucial pues deja de lado la base biológica
que sustentaba las pulsiones de autoconservación y se enfoca en la
fundamentación metapsicológica, aunque esta determinación estancaría la
estructuración de una nueva teoría, hasta que se presenta en 1920 el ensayo de
más allá del principio de placer en donde el dualismo se replantea con nuevos
términos. Gustavo Dessal explica esto:
19 Dessal, Gustavo, Pulsión, Conceptos freudianos, editores: Mira, Vicente, et. al., España, Ed.
Síntesis, 2005, p 217
20García Aurelio, Dualidad e intrincación pulsional. Pulsión de vida y pulsión de muerte, Conceptos
freudianos, editores: Mira Vicente, Et. Al., España, Ed. Síntesis, 2005, p 222
21
Este principio rige al aparato psíquico del sujeto, pero a su vez, este
principio se deriva de otros dos que son el principio de constancia, en donde se
postula que el sujeto buscará mantener en equilibrio la excitación y su descarga; y
el principio de inercia que es el que busca una descarga total de la tensión, lo que
llevaría a una muerte psíquica. La tensión de la que busca liberarse el sujeto es la
base o el motor que mantiene la actividad psíquica, de ahí que no deba
descargarse por completo.
El sujeto deseante aún no reconoce a sus objetos por lo que sus procesos
de intento de satisfacción serán muy primitivos en donde la energía se encuentra
libre, lo que Freud llama el proceso primario con el que si se logra una descarga
de tensión pero no de satisfacción del deseo:
21 Tubert, Silvia, Aparato psíquico. Proceso primario, proceso secundario, Conceptos freudianos,
editores: Mira Vicente, Et. Al., España, Ed. Síntesis, 2005, p 143
22 Ídem. p. 145
23
Freud en su escrito más allá del principio de placer, menciona que existen
eventos que no son sometidos por principio de placer-displacer descubriéndolo
gracias al juego de un niño (el pequeño Hans y su fort-da) en el que jugaba con un
carrete atado y lo aventaba diciendo se fue y lo regresaba diciendo acá está. Con
la interpretación de este juego, Freud descubre que el niño repite insaciablemente
esta actividad para poder elaborar los sentimientos de abandono que sufría
cuando la madre se ausentaba, lo que es displacentero. La forma en que utiliza el
juego hace pensar a Freud en la posición que ahora el niño se encuentra. En la
realidad estaba en forma pasiva, es decir era afectado directamente por la
ausencia de la madre, en este momento se encuentra fuera del principio de placer-
displacer. Así pues desarrolla el juego en donde se torna activo con objetos que
puede dominar y vengarse de la madre que lo abandona y así sentir placer; con
esto, el niño somete estos impulsos al principio de placer-displacer, sin embargo,
no basta con ello pues la descarga se hace directa y carece de elaboración por
ello la repetición se hace constante, en otras palabras lo ideal sería, aunque en un
niño sería imposible pues aún no cuenta con los recursos necesarios, que tolerara
la ausencia y esperara a la satisfacción del regreso.
Gracias al juego Freud encuentra que existen ciertos estímulos que llaman
“traumáticos” pues son de gran intensidad y logran traspasar “la protección
antiestímulo”, anulando la posibilidad de una descarga directa, por ello el aparato
psíquico se prepara alistando sus procesos para ligar la energía y así someterla al
24
23 Freud, Sigmund, Más allá del principio de placer (1920-22), obras completas, Vol. XVIII,
Argentina, Ed. Amorrortu editores, 1998, p. 36
24 Ídem. p. 38
25 Ibíd. p. 39
25
El niño aún no reconoce a los objetos, pues no tiene la noción del yo-no yo,
por ello busca su descarga en él propio cuerpo, es decir, el autoerotismo.
“El niño no se sirve de un objeto ajeno para mamar; prefiere una parte
de su propia piel porque le resulta más cómodo, porque así se independiza
del mundo exterior al que no puede aún dominar, y porque de esa manera se
procura, por así decir, una segunda zona erógena, si bien de menor valor.” 27
Esta parte es importante puesto que las heces fecales, las toma como una
parte de sí mismo y las presenta como un obsequio al exterior, estos son los
primeros indicativos del reconocimiento del otro al que quiere mantener contento
para seguir obteniendo placer a través de él. Sin embargo está en una lucha de
querer y no querer reconocerle del todo.
26 Freud, Sigmund, Tres ensayos de teoría sexual (1905), obras completas, Vol. VII, Argentina, Ed.
Amorrortu editores, 1998, p. 166
27 Ídem. p. 165
28 Ibíd. p. 179
27
32 Freud, Sigmund, Tres ensayos de teoría sexual (1905), obras completas, p. 174
33 Laplanche, Jean; Pontalis, Jean-Bertrand, Diccionario de psicoanálisis, p. 230
30
La elección de objeto está sujeta a dos tipos, según Freud: el tipo del
apuntalamiento y el tipo de elección narcisista. Lo explicado en base a la
estructura perversa, donde el desarrollo libidinal planteará una perturbación, en
vez de elegir a un objeto ajeno a él, en base al apuntalamiento (a las figuras
parentales), se eligen a ellos mismos como objeto de amor. Freud propone la
elección de objeto:
A la mujer nutricia, y
Al hombre protector.35
A lo que uno mismo es: el sujeto buscará un objeto parecido a sí mismo que
puede ir desde lo físico hasta lo intelectual y afectivo, no implicando,
necesariamente, una relación patológica. Un ejemplo puede ser una pareja en
donde ambos son médicos y comparten con gusto la misma vocación.
A la persona que fue una parte del sí-mismo propio: el sujeto buscará un
objeto que se parezca en uno o muchos aspectos a sus figuras primarias, aunque
no por ello, buscará necesariamente una satisfacción directa de su deseo, esto,
considerando que la capacidad de desplazamiento ha quedado instaurada
36 Ídem. p. 85
33
Es decir, la mujer busca una compensación no sólo a través del hijo sino del
autocuidado, creando, en el hombre que la busca, una imagen libre de toda
ligazón libidinal de objeto, erigiendo en él una envidia causada por su vaciamiento
de libido en pro de los objetos. La única forma de calmar esta envidia sería
consiguiendo al objeto y a su vez manteniéndolo lo más intacto posible, pero
demandando siempre satisfacción, de ahí que la mujer busque a su objeto en
base al tipo del apuntalamiento como un hombre protector, y además poseedor del
pene que ella desea, causando esto que la mujer llegue a tomar al objeto como
una extensión de ella misma y por lo que deberá nutrirlo también.
“… Las catexis de objeto no suprimen las catexis del yo, sino que
existe un verdadero equilibrio energético entre estos dos tipos de catexis” 38
Este ideal del yo será otro camino que tendrá el sujeto para mantener una
dotación de libido en el yo, cada que vaya cumpliendo las expectativas con las que
se estructuró su ideal del yo aumentará la satisfacción y viceversa, por ello es
importante que esta instancia se forje de acuerdo al principio de realidad, bajo la
mirada de un narcisismo secundario bien estructurado, pues si las expectativas
son alejadas a las posibilidades del sujeto, el yo se empobrecerá tratando de
conseguir la satisfacción y no recibirá ninguna energía. Pero ¿qué sucede si la
represión no es instaurada adecuadamente y busca la satisfacción del deseo sin
someterse a las demandas sociales? Una posible respuesta que Freud plantea es
que la libido se centrará en el sujeto mismo y encontrará una satisfacción muy
primitiva como el autoerotismo así pues su ideal del yo será él mismo o dicho de
otra manera se instaurará un yo ideal, incapaz de relacionarse maduramente con
los objetos, puesto que los verá como extensión de él mismo o incluso no los
reconocerá.
Esto nos dice que lo esperado es, que se forme un ideal del yo que permita
esta sublimación de la pulsión, en actividades que satisfagan parcialmente el
deseo. Además que existe otro elemento que debemos tomar en cuenta, que es el
alcance del ideal del yo, el que debe estar sometido al principio de realidad, es
decir el sujeto debe plantearse una meta alcanzable porque de otra forma sufrirá
una herida narcisista y la energía volverá hacia él mismo y provocará la tensión
antes mencionada que buscará salida de una u otra forma. Freud continúa:
Esto quiere decir que si bien las exigencias de los objetos primarios y de la
sociedad comenzaron siendo externos, llegarán a introyectarse y posteriormente
reprimirse y con esto se edificará un ideal de yo, que siendo estructuralmente
adecuado, permitirá una homeostasis entre el ello y el superyó, cumpliendo de
esta manera una de las funciones yoicas, que es permitir una satisfacción del
deseo impulsada por el ello, pero a la vez, desplazándola a objetos socialmente
aprobados que es la represión impulsada por el superyó.
41 Ídem. p. 92
42 Ibíd. p. 93
36
“Me refiero a la saga de Edipo rey y al drama de Sófocles que lleva ese
título. Edipo, hijo de Layo (rey de Tebas) y de Yocasta, es abandonado
siendo niño de pecho porque un oráculo había anunciado a su padre que ese
hijo, todavía no nacido, sería su asesino. Es salvado y criado como hijo de
reyes en una corte extranjera, hasta que, dudoso de su origen, recurre
también al oráculo y recibe el consejo de evitar su patria porque le está
destinado ser el asesino de su padre y el esposo de su madre. Entonces se
aleja de la que cree su patria y por el camino se topa con el rey Layo, a quien
da muerte en una disputa repentina. Después llega a Tebas, donde resuelve
el enigma propuesto por la Esfinge que le ataja el camino. Agradecidos, los
tebanos, lo eligen rey y lo premian con la mano de Yocasta. Durante muchos
años reina en paz y dignamente, y engendra en su madre, no sabiendo quién
es ella, dos varones y dos mujeres, hasta que estalla una peste que motiva
una nueva consulta al oráculo de parte de los tebanos. Aquí comienza la
tragedia de Sófocles. Los mensajeros traen la respuesta de que la peste
cesará cuando el asesino de Layo sea expulsado del país. Pero ¿quién es él?
El mito, de por sí, nos explica muchos detalles; recordemos que desde muy
temprana edad el sujeto busca la satisfacción total del deseo, el aparato psíquico
ayuda a que no se logre, procurando someter toda pulsión al principio de placer-
displacer, la represión inviste y desinviste, brinda distintos destinos para mantener
el equilibrio entre lo interno y lo externo, de manera que el sí mismo se conserve.
Para los tres años en donde Freud marca el Complejo de Edipo, se establecen los
genitales como zona erógena principal, así pues, el sujeto, le brinda un especial
valor al pene, en donde empiezan a condensarse todas las pulsiones. La pulsión
encuentra como el camino más directo para la satisfacción en la figura parental, el
padre o la madre, según sea el género del sujeto (hablando de un complejo de
Edipo positivo). Es lo que Freud llama el deseo incestuoso.
43 Freud, Sigmund, La interpretación de los sueños, capítulo V El material y las fuentes del sueño
(1900), obras completas, Vol. IV, Argentina, Ed. Amorrortu editores, 1998 p. 270.
Tomemos en cuenta el acto de cegar sus ojos y huida, motivado por la culpa, elemento en el que
diferirán muchos autores, como característica del trastorno narcisista, en donde dicen que no es
movido por la culpa edípica sino que es por causas anteriores.
37
El niño aún se ama a sí mismo y necesita ser investido por los objetos de
una forma única por ello solo incluye a la madre y excluye al padre; esta exclusión
despertará ambivalencia (amor y odio), sin embargo en la batalla existe un miedo,
propiamente una angustia a que el exterior reprima sus deseos incestuosos, esta
angustia que es depositada en el padre la llamamos angustia de castración. El
complejo de Edipo, entonces, es dividido en tres partes:
Como habíamos dicho a estas alturas el niño aún no tiene esa parte de
“vergüenza”, y además encuentra placer en ver a otros y ser visto desnudo. El
pene es investido por las pulsiones que antes libidinizaban la boca y el ano
(aunque estas zonas no son abandonadas totalmente), la importancia del pene
ahora cobra una importancia primordial.
47 Ibíd. p. 71
40
Melanie Klein es una teórica que debemos tomar en nuestro estudio pues le
brinda un lugar especial a lo “externo”, a la relación yo-objeto. Si bien es cierto que
no escribe un texto especial para el narcisismo, si es un concepto que se presenta
a lo largo de su obra, en base a sus teorizaciones básicas, difirió de Freud en
ciertos aspectos y posteriormente, seguidores de su propuesta complementaron
su obra.
La pregunta que sigue es, ¿qué hace con esto introyectado y que causa
tensión y busca una salida? Pues bien, estos estímulos con los que se ha
identificado los expulsa mediante la proyección, es decir, la proyección de
fragmentos del objeto externo que ha sido identificado con fragmentos del objeto
primario (internalizado) y del sí-mismo, esto es a lo que llama identificación
proyectiva. Es este mecanismo del que se vale el sujeto para desarrollar un yo
capaz de contener lo interno y tolerar la intrusión de lo externo.
Winnicott explica:
52 Winnicott, Cit. Por, Hinshelwood, R. D., Diccionario del pensamiento kleiniano, p. 474
53 Ídem.
54 Es decir, lo valora, lo acepta, lo nutre, lo mima…
55 Si lo rechaza, lo humilla, descalifica…
45
cuando los objetos del self edípicos son destructivos o fríos, consecuencia de la
falla en el auxilio antes mencionado, la excesiva intrusión de los estímulos o la
carencia de ellos.
del sujeto intervienen siempre por lo menos dos objetos paralelos. Estos
dos objetos podrían ser dos personas, como en la situación edípica, o una
persona y algún objeto, como en la esfera del erotismo anal y casi
seguramente también en la esfera del erotismo oral.59
Es que en la etapa anal el otro objeto aparte del sujeto y la figura primaria,
son las heces, y en la etapa oral el alimento, ambos objetos forman el triángulo
que provocan tensión, una tensión que ya hemos explicado en apartados
anteriores60. De esto concluye:
Así pues este fallo temprano, explica, puede ser a nivel físico
(enfermedades congénitas) o del medio ambiente, como sobrestimulación,
carencia de ésta, sobreprotección, rigidez en la atención, indiferencia,
descalificación, etc. En resumen marcamos ciertas características principales de
este nuevo concepto:
63 Estos intentos son observables cuando el niño llora y la madre afirma que tiene hambre, que
defecó, que tiene cólicos, etc. Y no siempre son acertados, y ante la demanda del niño y su
incapacidad de expresarse surge una tensión, causada por la incapacidad de la madre para
acertar.
64 Ibíd. P. 38
50
piensa en nada, sin embargo, está construyendo, dando forma a las ideaciones y
la demanda que trasmite al terapeuta es justo la ayuda a darle sentido,
coherencia.
En otras palabras: el niño busca un objeto que brinde placer (el pecho)
después lo internaliza y se autoerotiza finalmente vuelve al exterior que es a una
relación de pareja. La contradicción o la superposición se encuentra en si se
reconoce que se presenta un objeto previo al autoerotismo o no, la cuestión no es
fácil de resolver pero lo que propone Balint es que se necesita establecer la
perspectiva, si se ve desde la postura del niño o del adulto; desde el niño no
podemos hablar de que reconozca objetos en etapas tempranas pues está en
proceso de separar su yo y su no yo; desde el adulto sin duda se habla de objetos
del niño.
Con esto aclara que la falta básica se presenta en estas etapas tempranas
en donde la carencia de erotización o un exceso de libido provoca una huella o un
“hueco” que la persona buscará llenar a lo largo de su vida. El intento de llenar
esta falta por completo se verá siempre sometido a la parcialidad que el ambiente
y su psiquismo le permita.
Para Kohut es una fase que refleja fallas en la empatía de los objetos
primordiales y el sujeto. Kohut retoma los conceptos del yo y del narcisismo y
difiere con Freud y otros autores; menciona que la metapsicología clásica explica
las neurosis, al hombre “culpable”, lo adjetiva así para resaltar el factor de la culpa
que nace en el Edipo, que es la evolución de la frustración al no satisfacer su
deseo, es decir, un neurótico cuyo conflicto psíquico es edípico. Pero esta
metapsicología no puede explicar al hombre “trágico”, que lo que busca es lograr
su integración, meta que no puede lograr debido a la desesperanza que ha
provocado el incumplimiento de su ideal del yo. Es esta angustia a la
desintegración, la central en la formación de la personalidad narcisista.
Para Balint es llenar el vacío que han provocado las carencias primordiales.
al propio sujeto sin liberarlas, provocando una tensión que después será
expresada en síntomas como son las alucinaciones o los delirios de grandeza
puesto que esa energía necesita salir de una u otra forma. Las
conceptualizaciones, tanto freudianas como las más actuales atribuyen un papel
importante al yo y al sí-mismo relacionan íntimamente estos conceptos al
narcisismo, puesto que la influencia del exterior, visto como amenazante se recibe
por medio de éstas instancias. La tensión existe y se repetirá continuamente los
eventos traumáticos con el fin de elaborarlos, someterlos al principio de placer-
displacer.
Es decir, una falta de identidad del yo y/o de valía del yo, al no poder
asimilar los estímulos o la falta de ellos, por ello es que el yo temerá a la
autonomía pues se vive desvalido frente a los “ataques” del exterior y entonces la
incapacidad de elaborar estos estímulos no se vive como culpa pues la represión
no se estructuró totalmente, la castración falló o se omitió, y esto, se vive como
vergüenza, entendiendo esto como una minusvalía del yo ante el fracaso en su
relación con lo externo, esto se traduce en una inadaptación al medio, algo que
estará constante y repetitivamente en el sujeto, que buscará controlar lo ajeno a él
y no a la inversa. El narcisismo entonces, es una defensa contra el peligro de la
fusión que vive y procura desprenderse de lo externo, aislarse en sí mismo y
procurar evitar la descalificación causada por el desprecio del objeto y del
autodesprecio presente desde antaño.
70 Ibíd. p. 24
55
73 La mejor entendida como la más estructurada o funcional, esto frente a la renegación en las
perversiones y otros trastornos pre-estructurales y el repudio o forclusión en el caso de las
psicosis.
74 Kernberg, Otto, Desórdenes fronterizos y narcisismo patológico, España, Ed. Paidós Ibérica,
Su sensación de ser alguien especial les lleva a impedir que los demás se
enteren de ello pues sus rasgos paranoicos les hacen vivir “siempre”
atormentados por temor al castigo de esos objetos externos de ellos mismos pero
75 Ídem. p. 214
58
76 Freud, Sigmund, 26° conferencia. La teoría de la libido y el narcisismo (1917), obras completas
p. 387
60
Caracteres de excepción
Los que fracasan cuando triunfan
Los que delinquen por conciencia de culpa
77 Kernberg, Otto, Desórdenes fronterizos y narcisismo patológico, España, Ed. Paidós Ibérica,
S.A., 2005, p. 240
66
Su paranoia por el objeto constante provoca que haga una liga cercana y
profunda por temor y necesidad con un objeto necesitado y temido al que vigila
constantemente para tener cierta constancia por temor a la pérdida y a la traición.
Su rabia contra objetos persecutorios proyectados en el exterior hacen que
desarrollen delirios paranoicos llegando a tener reacciones violentas y/ o
destructivas hacia alguien ya que todo lo toman como si les fuera dedicado
respondiendo abruptamente. Y a diferencia de los neuróticos no generan culpa.
También pueden ser simpáticos y agradables con un optimismo exagerado.
78 Ídem., p. 237
67
Por otra parte en la perspectiva de la psicología del yo, Kohut define a los
pacientes narcisistas sufren perturbaciones en el self o en los objetos arcaicos del
self, los cuales son vividos como parte del self. Estos objetos narcisisticamente
catectizados dimanan económicamente, dos consecuencias: en primer lugar, la
vida adulta se ve empobrecida por la inversión en antiguas estructuras y, la
segunda es que las actividades adultas se ven estorbadas por la intrusión de
estructuras y reclamos arcaicos.
perceptual del yo ideal y del ideal del yo. Expliquemos esto con más detalle: ante
la parcialización del objeto, que por distintas causas ha prolongado, no logra
introyectar ciertas normas o “formas de vida” de su entorno, trayendo como
consecuencia una falta de aspiración o meta, aunque esta necesidad se presenta
de cualquier forma, así pues, al no encontrar en lo externo un objeto que pueda
representar esta necesidad, la energía se mantiene en el sí-mismo, no sale; este
es el punto en donde se torna patológico ya que esta libido enaltecerá al sujeto
hasta formas inimaginables. En la fantasía, el sujeto se vive grandioso,
omnipotente pero también encuentra partes inaceptables, partes que no tolera y
mediante el mecanismo de identificación proyectiva, las deposita en el objeto
parcializado, estableciendo de esta manera un rechazo del mismo, - pues él tiene
lo malo y no yo- como lo diría el sujeto narcisista.
“La normal tensión entre el sí-mismo real por una parte, y el sí-mismo
ideal y el objeto ideal por la otra, queda eliminada por la constitución de un
concepto inflado de sí mismo, en cuyo contexto el sí mismo real, el sí mismo
ideal y el objeto ideal se confunden. Al mismo tiempo, los remanentes de las
propias imágenes inaceptables son reprimidos y proyectados en los objetos
externos, que son desvalorizados.” 83
83 Ídem. p. 208
84 Ibíd. p. 210
71
Como vimos con Klein y que Kernberg retoma, la envidia es una instancia
necesaria en las etapas más tempranas del sujeto sin embargo en las
personalidades narcisistas encontramos también, una prolongación de este
sentimiento, es decir, viven condenados a no valorizar al objeto pues temen
desear o envidiar, elemento que los devalúa a sí-mismos y además los frustra.85
Es por ello que también estarán alerta ante cualquier reacción del objeto, el
conocimiento de su alrededor es básico para su permanencia, para aparentar
fortaleza, se encuentran permanentemente en la posición esquizo-paranoide, y no
logran entrar a la depresiva, que les permitiría totalizar al objeto.
85 El tratamiento, como veremos más adelante, en las personalidades narcisistas es provocar una
frustración que cada vez sea más tolerable, puesto que la culpa que introduce la castración se
ausenta, quizás lo más que existe en estas personas es la vergüenza, el miedo al ridículo, así pues
provocar la frustración y apoyar su tolerancia en el sujeto es una de las mayores aspiraciones del
terapeuta.
86 Y de hecho se encargan de hacerlo notar
87 Kernberg, Otto, óp. cit., p. 236
72
88 Ídem. p. 237
73
negativa que posee siempre anteponiendo en su discurso el “yo”, “yo soy”, “yo
quiero”, “yo…”. De la misma forma se traduce en el segundo caso, manteniendo la
constante de que todo gira en torno a él.
9.- Depresiones
El sujeto narcisista se relaciona con los objetos sólo en base a sus propias
necesidades, de satisfacción, no muestra un interés auténtico en la subjetividad de
los otros. De tal manera que es incapaz de mostrar empatía, como lo menciona el
autor:
Así pues hemos visto las diferentes perspectivas de los autores sobre el
trastorno narcisista como autónomo, así como también las repercusiones que
tienen las fijaciones en etapas pregenitales y la mala estructuración de un
narcisismo sujeto al proceso secundario en las diversas patologías.
V Intervención en psicoterapia
psicoanalítica del trastorno narcisista
91 Freud, Sigmund, 26° conferencia. La teoría de la libido y el narcisismo (1917), obras completas,
p. 385
92 Hornstein, Luis, óp. cit., p. 33
79
Así pues resalta como fin del tratamiento la fortaleza del yo del paciente
aunque afirma que las ideas técnicas son aún bastante vagas. Habla de un yo que
busca mediar al ello y al superyó y así liberar la tensión pero en los pacientes muy
perturbados ese es uno de los conflictos y por lo tanto nuestra función no es
satisfacer al ello o al superyó sino ser el medio para liberar las tensiones que
emanan de éstos. Menciona también, como habíamos visto, que la técnica basada
en la triada del conflicto edípico es insuficiente para el tratamiento de los pacientes
muy perturbados, como los narcisistas, pues ésta se basa justamente en la
relación con el objeto y Balint comenta:
Con esto concluye que solo aquellos que tienen un yo más o menos
fortalecido son capaces de tolerar una interpretación y de elaborarla o soportar las
tensiones creadas en el proceso terapéutico. Y este caso no son los narcisistas,
pues la regresión que presentan los sujetos con personalidad narcisista, impedirá
la eficacia de las técnicas tradicionales, como la interpretación por parte del
terapeuta y una incapacidad de elaboración por parte del paciente. Esto lo
ejemplifica con el caso en que el médico le explica “claramente” la enfermedad
que padece el paciente sin embargo el “claramente” ¿para quién fue?, si el
médico utilizó términos muy técnicos el paciente difícilmente entenderá. Por ello es
que la técnica clásica solo es aplicable a los trastornos edípicos (neuróticos), en
donde el yo se presenta más o menos fuerte.
Con lo antes escrito Balint da a entender que no basta con hacer consciente
lo inconsciente sino que debe haber una elaboración pero que ésta solo se da en
pacientes que están a un nivel edípico o verbal pero que es inútil para los
pacientes que se encuentran en un nivel preverbal. Es decir, se interpreta de una
forma que el terapeuta la vive como clara, oportuna, fundamentada y ocurre que
no tiene ningún significado para el paciente o incluso provoca un efecto distinto al
pretendido, en tales casos el terapeuta puede vivirlo de distintas formas: ya sea
como fracaso; como una resistencia que necesitaba más tiempo para ser vencida,
como interpretación en la transferencia, etc. Sin embargo estas resoluciones están
fuera de lugar pues son elaboraciones de un trastorno a nivel edípico.
Esto justificado en que los objetos son vividos como amenazantes del yo.
Éste se vive frágil y por ello establece una defensa narcisista contra los objetos
externos, incluido el terapeuta, así pues toda intervención proveniente de él será
recibida como agresiva y destructiva.
El segundo aspecto:
94 Ídem. p. 22
95 Balint, óp. Cit. p. 31
96 Ibíd. p. 32
81
Por ello ante la búsqueda de estos defectos, el terapeuta tiene que estar
alerta, la interpretación está de más en estos casos por ello la propuesta
específica de Balint es:
97 Ídem., p. 32-35
98 Ídem., p. 115
82
Cabe comentar que con esto defiende la idea de que el terapeuta no puede
ocupar un mismo estilo de tratamiento para todos los pacientes, sino que debe ser
flexible y encontrar herramientas individuales dependiendo del caso que se le
presente. Y continúa afirmando la necesidad de no limitarse a un solo lenguaje
universal sino a distintos lenguajes, tanto como pacientes existan:
La imago parental idealizada inicia con la formación del objeto del self
arcaico idealizado y se finiquita en la época de la reinternalización masiva del
aspecto idealizado de la imago parental edípica. Las dos exigencias hacia el
analista idealizado son, como menciona Kohut:
105 Se debe tener cuidado con el término transferencia, pues si estamos hablando de una
personalidad pre-estructural no podemos remitirnos al término neurosis de transferencia en sentido
estricto, por ello, a lo que el autor se refiere es a la relación forzosa que exige el simple hecho de
asistir a la psicoterapia.
106 Existe una diferencia que marcará un punto crucial en la evaluación del paciente, es la
capacidad de experimentar cierta culpa, elemento que permitirá un deseo de reparación del objeto
y por lo tanto su totalización. En caso opuesto cuando lo que siente es frustración, una frustración
de sus planes o de su fantasía de control y dominio del objeto, no permitirá tal totalización. Estos
elementos deben distinguirse claramente para poder determinar la pertinencia del trat amiento.
107Aclaremos que en los pacientes pre-estructurales no existe un equilibrio, o que la línea en que
se establecen en ocasiones se sesga hacia el lado estructural o para-estructural, en el primer caso
es donde podemos hablar de esta lucha entre ideal del yo y el yo ideal pues, aunque de una forma
muy primitiva, existe un esbozo de aspiraciones. En el caso segundo no se puede hablar de esta
batalla pues no existe la instancia de ideal del yo y la libido se deposita en el yo ideal, por lo que
hace poco pertinente el tratamiento.
88
Fiorini advierte primero que, se debe tener cuidado con la escisión del
paciente narcisista, con sus defensas esquizoides y los sentimientos
Uno de los puntos es que el sujeto narcisista pase de una fragilidad yoica
que tiende a la fusión, a una capacidad de autonomía, misma que debe apoyarse
en la relación terapéutica, es decir, que el terapeuta apoye al paciente en los
procesos regresivos, que los estímulos existentes en la sesión no sean demasiado
intrusivos y pueda comenzar a tramitarlos, a resignificarlos.
VI Conclusiones
llamado a sus objetos primarios para satisfacer sus necesidades, que van desde lo
físico hasta la satisfacción de deseo.
Basta ver los mostradores de las tiendas para darse cuenta de la increíble
gama de opciones que tenemos para escoger cualquier cosa, dígase por ejemplo
la leche: leche light, leche deslactosada, leche semidescremada, leche entera,
leche ultrapasteurizada y sus combinaciones entre éstas. Con esto es fácil explicar
que ante tal multiplicidad de opciones o estímulos el sujeto no pueda fijarse a
algún objeto, la saturación es extrema y pasa de uno a otro, produciendo en él una
falta de identidad que arrastrará a lo largo de la vida.
El terapeuta estará en el ojo del huracán, por un lado será puesto a prueba
constantemente, cualquier falla será motivo para abandonar el tratamiento, y por
otro debe mostrarse afectivo, contenedor, comprensivo, auxiliar al paciente en la
tramitación de los conflictos que habían permanecido encerrados en la fantasía
omnipotente y que en el análisis reaparecerán. He ahí el dilema al que se enfrenta
el analista pues debe mantener la idealización del paciente pero a la par debe
mostrarse “vulnerable”, es decir expresar afectividad, un nivel que al paciente no le
es familiar.
Sin duda existen narcisistas que no idealizan todo su sí-mismo sino solo
una parte ya sea física, intelectual o social. Encontrar este elemento idealizado es
crucial en el tratamiento pues nos arroja información sobre las representaciones
que tiene distorsionadas e incluso nos muestra cómo su sí-mismo entra en
conflicto. Es decir podemos encontrar a personas que descuidan su físico, lo
castigan, por ejemplo la obesidad, pero en el aspecto intelectual muestran una
fuerte conducta narcisista, “son genios”, al menos para ellos mismos. La imagen
propia no está sujeta a la realidad sin embargo dejan una especie de “ancla”, en el
ejemplo pasado, la obesidad es el gancho a la realidad, a mantener un defecto
que es símbolo de humanidad, este, aunque es un síntoma es lo que le permite
permanecer en un estado más o menos funcional. La obesidad también puede ser
tomada como una protección, un muro de grasa como defensa a lo externo, pero
ese sería otro tema.
101
Finalizando, concordamos con los puntos que los autores del narcisismo
establecen, sin embargo, el psicoanálisis no es garantía de cura, ni en estos
pacientes ni en ninguno, así es que no está todo escrito, aún hay vetas que
explotar, elementos que no han sido ligados.
En primer lugar que el analista esté o haya estado en análisis pues estos
pacientes descubren fácilmente los puntos débiles de los objetos y con la
agresividad que los caracteriza puede provocar una contratransferencia negativa,
en un grado importante que incluso acabe el tratamiento. En segundo lugar el
terapeuta debe mostrar, y en esto concuerdo con Balint, una capacidad de
verbalizar los afectos que el paciente narcisista no puede, es decir, ir desde el
104
Bibliografía
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