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Narcisismo: su conceptualización,
su papel en el psiquismo, su clínica, y
su tratamiento en psicoterapia
psicoanalítica.

Por: Lic. José Omar Meza Vargas


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Índice

Contenido Página
Introducción 4

I El mito de Narciso 6

1.1 El mito según Ovidio 6


1.2 Interpretación del mito 9

II Narcisismo: estructurado y estructurante 11

2.1 Narcisismo: su introducción y justificación 11


2.2 Narcisismo y la represión 14
2.3 Narcisismo: el conflicto entre pulsión y libido y su dinámica 19
2.3.1 Pulsión de vida y pulsión de muerte 21
2.4 Autoerotismo: estadio previo al narcisismo 25
2.5 Narcisismo: sus conceptualizaciones 27
2.5.1 Narcisismo primario y secundario 28
2.6 Elección de objeto: estadio posterior al narcisismo 30
2.6.1 Elección de objeto en el hombre 32
2.6.2 Elección de objeto en la mujer 32
2.7 Narcisismo y el yo ideal e ideal del yo 34
2.8 Narcisismo y complejo de Edipo 35

III Narcisismo en otras escuelas 41

3.1 Narcisismo en Melanie Klein 41


3.2 Narcisismo en la psicología del yo: Kohut 45
3.3 Narcisismo en Michael Balint 47

IV La clínica del narcisismo 51

4.1 Consideraciones generales 51


4.2 Narcisismo: miedo paradójico a la fusión y a la autonomía 52
4.3 Trastorno narcisista: dualista y no edípico 54
4.4 Narcisismo y su relación con otras patologías 55
4.4.1 Narcisismo y neurosis (estructurales) 56
4.4.2 Narcisismo y psicosis (para-estructurales) 57
4.4.3 Narcisismo y perversión (pre-estructurales) 58
4.4.4 Narcisismo y trastornos caracterológicos (pre-estructurales) 59
4.4.5 Narcisismo y personalidades infantiles (pre-estructurales) 64
4.4.6 Narcisismo y la personalidad limítrofe (pre-estructurales) 65
3

4.4.7 Narcisismo y la personalidad sociopática (pre-estructurales) 66


4.5 Trastorno narcisista 67

V Intervención en psicoterapia psicoanalítica del 78


trastorno narcisista

5.1 Consideraciones generales 78


5.2 La propuesta de M. Balint 79
5.3 La propuesta de H. Kohut 84
5.4 La propuesta de O. Kernberg 86
5.5 La propuesta de H.J. Fiorini 91

VI Conclusiones 95

6.1 Narcisismo estructurante 95


6.2 El reconocimiento de la subjetividad del objeto 95
6.3 Narcisismo y postmodernismo 96
6.4 Narcisismo: dominio de la pulsión de muerte 98
6.5 Narcisismo: incertidumbre en el tratamiento 98

VII Propuesta personal 100

Bibliografía 105
4

Introducción

El narcisismo sin duda es uno de los conceptos más estudiados por los
psicoanalistas, desde que Freud lo introdujo en 1915 distintos autores han
aportado importantes escritos acerca del tema. Establecen semejanzas desde
posturas diferentes, cambios importantes, aportaciones agregadas que le
complementan.

Freud descubre características narcisistas gracias al estudio de las


perversiones, lo considera en un principio como patológico, después descubre
cierto egoísmo que todo sujeto posee para poder existir. Pero lo más importante
es que encuentra a esta instancia necesaria para una estructuración sana del
psiquismo. Lo relaciona con distintos conceptos como la represión, la pulsión, la
libido, el complejo de Edipo, mismos que abordaremos a lo largo del trabajo.

Su introducción revive el conflicto entre libido y pulsión y es decisivo en la


última conceptualización de estos términos. Gracias a esta instancia define la
pulsión de vida y la pulsión de muerte.

Descubre que una mala instauración o un mal camino en su estructuración


creará un trastorno que no puede ser explicado del todo por el psicoanálisis,
delega la tarea a las siguientes generaciones de analistas, los que prestos
asumen el reto y comienzan a estudiarlo.

Klein, Lacan, Kohut, Jung, Kernberg son solo algunos autores que escriben
y hacen aportaciones nuevas, lo reconocen igual que Freud como un factor
estructurante del psiquismo pero además atribuyen otras funciones como
elemento básico en las relaciones objetales.

Sin duda la mayor aportación de estos analistas es en el ámbito de la


patología, en donde lo remiten a un nivel predípico y no edípico, lo que cambia
puntos básicos en la teoría clásica, lo establecen como un conflicto dual y no
triangular, lo diferencian de la perversión y le brindan un sitio especial, otra
clasificación; a partir de éste, encuentran explicaciones a conductas en los otros
trastornos como las neurosis, las psicosis, los trastornos limítrofes, sociopáticos,
etc. Estudian a fondo la forma en que estos sujetos se relacionan con el objeto, lo
definen como defensa ante la intrusión de lo externo, como un muro que impide
ver su propia vulnerabilidad.

El estudio profundo que se ha hecho permite encontrar características


específicas como fantasías omnipotentes, idealizaciones de los objetos como
remanente del imago parental, incapacidad de cohesión, de integración del sí-
mismo, de empatía, de reconocer la subjetividad del objeto, entre otros, que
analizaremos a detalle. Establecen también mecanismos de defensa básicos
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como identificación proyectiva, escisión, intelectualización, regresión,


racionalización, entre muchos otros que abordaremos paso a paso en este texto.

Términos como el sí-mismo, imago parental, identificación proyectiva,


omnipotencia, entre otros serán definidos y abordados de tal manera que nos
permitan explicar la dinámica del trastorno narcisista. Abordaremos también al
narcisismo en su relación con el modelo estructural, dinámico y económico.

En la última parte del trabajo estableceremos los principales puntos de las


propuestas de tratamiento de este trastorno, desde los principales teóricos, en
donde le brindan una importancia a distintas técnicas, como la interpretación,
misma que no puede presentarse desde un inicio, la transferencia desde un nivel
preverbal, la contención, afectividad entre muchos otros.

Así pues lograremos el principal objetivo que es marcar el punto en el que


el narcisismo estructurante se torna patológico, las instancias que entran en juego
y se ven afectadas así como también las consecuencias que tiene esta transición.
6

I El mito de Narciso

1.1 El mito según Ovidio

Tiresias, famosísimo en todas las ciudades de Aonia, daba respuestas


irreprochables a la gente que iba a consultarle. Quien primero puso a prueba la
credibilidad y veracidad de sus oráculos fue la azulada Líriope; a ésta el Cefiso la
envolvió un día con su sinuosa corriente y, cautiva en sus aguas, la violó. De su
abultado vientre la bellísima ninfa parió un niño que ya entonces hubiera podido
ser amado, y le llamó Narciso. Consultado acerca del mismo, si llegaría a ver los
largos días de una vejez avanzada, respondió el profético adivino: <<si no llega a
conocerse>>. Durante años el oráculo del agorero pareció vano, pero lo probaron
el desenlace de los acontecimientos, el tipo de muerte y lo inaudito de la locura.
En efecto, había ya añadido el hijo del Cefiso un año a los quince y podía aparecer
lo mismo un niño que un joven; muchos jóvenes, muchas muchachas lo desearon,
pero –tan dura soberbia había en aquella tierna belleza- ningún muchacho,
ninguna joven le tocó en el corazón.

Cuando ojeaba hacia las redes a unos espantados ciervos, vióle una ninfa
vocinglera que ni sabe callar cuando le hablan ni hablar ella misma la primera, la
resonante Eco. Aún tenía cuerpo Eco, no sólo voz; así y todo, la charlatana no
tenía un uso de su boca distinto al que ahora tiene, de suerte que podía repetir, de
entre muchas palabras, sólo las últimas. Había hecho esto Juno, porque, pudiendo
muchas veces sorprender a las ninfas yaciendo en el monte con su Júpiter, Eco la
retenía deliberadamente con su verborrea, hasta que las ninfas huyeran. Cuando
la Saturnia se percató, le dijo: <<Puesto que me has engañando con la lengua, se
te reducirá la facultad de hablar y abreviará al máximo el uso de la voz>>. Y con el
hecho confirma sus amenazas; ella, con todo, repite el final de las frases y
devuelve las palabras que ha oído.

Pues bien, luego que vio a Narciso vagando por apartadas campiñas y se
enamoró de él, sigue sus pasos a escondidas, y cuanto más le sigue, más cerca
está la llama en que se abrasa; no de otro modo que cuando el azufre vivo untado
al extremo de las teas se inflama al contacto de la llama. ¡Cuántas veces quiso
acercársele con palabras zalameras y dirigirle cariñosas súplicas! Su naturaleza
se lo impide y no le permite empezar; pero –eso sí se le permite- está presta para
esperar sonidos a los qué devolver sus palabras. Quiso el azar que el zagal,
alejado del grupo de sus fieles compañeros, gritará: <<Hay alguien?>>,
<<¡Alguien!>> respondiera Eco. Se queda atónito, y, tras dirigir la mirada a todas
partes, grita con voz potente: << ¡Ven!>>; llama ella a quien la llama. Se vuelve él
a mirar y como nadie venía dijo: << ¿Por qué huyes de mí?>>, y escuchó tantas
palabras como él había pronunciado. Se detuvo, y engañado por la ilusión de una
voz que contesta, exclama: << ¡Aquí reunámonos!>>, y Eco, que jamás
respondería con más gusto a ningún otro sonido, << ¡unámonos!>> repitió; y
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secundando sus propias palabras salió de la espesura y se encaminaba a echar


sus brazos al cuello anhelado. Huye él y mientras huye, << ¡quita esas manos, no
me abraces! ¡Antes morir –dice- que puedas tú tenerme!>> Ella no repitió más que
<< ¡puedas tú tenerme!>> Desdeñada, se esconde en la espesura y, llena de
vergüenza, se cubre el rostro de ramas y desde entonces vive en cuevas
solitarias. Y así pervive el amor y hasta crece con el dolor del rechazo: el insomnio
y la pena adelgazan el cuerpo de la desdichada, la demacración arruga su piel y
todo el humor corporal se evapora por los aires. Sólo su voz y sus huesos quedan;
su voz perdura; los huesos, dicen, adoptaron la forma de una piedra. Desde
entonces se oculta en la selva y no se la ve por los montes; todo el mundo la oye;
un sonido es lo que sobrevive de ella.

Así éste la había burlado, así antes a otras ninfas nacidas en las aguas o en
los montes, así la compañía masculina. Entonces uno de los despreciados,
levantando las manos al cielo, <<así ame él, ojalá; así no consiga al objeto de sus
deseos>>, dijo, y asintió la Ramnusia a la justa súplica.

Había una fuente nada cenagosa, de claras y plateadas aguas, que ni los
pastores ni las cabras que pastan en el monte habían tocado, ni otro ganado
alguno, y que ningún pájaro ni fiera había enturbiado, ni rama caída de un árbol.
Crecía alrededor la hierba, alimentada por la humedad cercana, y una espesura
que jamás permitirá que aquel paraje se entibie con el sol.

Aquí vino a tumbarse el zagal, fatigado por la pasión de la caza y el calor,


buscando tanto la belleza del lugar como la gente. Y mientras ansía calmar la sed,
nació otra sed; y mientras bebe, cautivado por el reflejo de la belleza que está
viendo, ama una esperanza sin cuerpo; cree que es cuerpo lo que es agua. Se
extasía ante sí mismo y sin moverse ni mudar el semblante permanece rígido
como una estatua tallada en mármol de paros. Apoyado en tierra contempla sus
ojos, estrellas gemelas, sus cabellos, dignos de Baco y dignos de Apolo, sus
mejillas lampiñas, su cuello de marfil, la gracias de su boca, y el rubor mezclado
con la nívea blancura, y admira todo aquello que le hace admirable.

Se desea a sí mismo sin saberlo, elogiando se elogia, cortejando se corteja,


y a la vez que enciende, arde. ¡Cuántas veces dio vanos besos a la fuente
engañadora! ¡Cuántas veces sumergió sus brazos para agarrar el cuello que veía
en medio de las aguas y no consiguió cogerse en ellas! No sabe qué es lo que ve,
pero lo que ve le quema, y la misma ilusión que engaña sus ojos, lo excita.
Crédulo, ¿para qué intentas en vano atrapar fugitivas imágenes? Lo que buscas,
no existe; lo que amas, apártate y lo perderás. Esa sombra que estás viendo es el
reflejo de tu imagen. No tiene entidad propia; contigo vino y contigo permanece; y
contigo se alejaría, si tú pudieras alejarte. Ni la idea de Ceres ni la del sueño
pueden arrancarlo de allí; al contrario, tendido sobre la sombreada hierba,
contempla con ojos insaciables la engañosa imagen, y se muere por sus propios
ojos; e incorporándose un poco tendiendo su brazos a las selvas que le rodean,
dice: << ¿Acaso alguien, selvas, amó con mayor sufrimiento? Sin duda lo sabéis,
pues fuisteis para muchos, escondrijo oportuno. ¿Acaso, puesto que habéis vivido
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tantos siglos, recordáis en todo ese largo tiempo a alguien que se haya consumido
así? Me gusta y lo que veo; pero lo que veo y me gusta, no consigo encontrarlo:
tan gran confusión encierra mi amor. Y para mayor sufrimiento, ni nos separa el
ancho mar ni un largo camino ni montes ni muros con sus puertas cerradas. Un
poco de agua se interpone. Él ansía mi abrazo; porque cuantas veces alargo
besos a las cristalinas aguas, oras tantas se esfuerza él por juntar sus labios.
Creerías que es posible el contacto; es muy pequeño el obstáculo a nuestro amor.

Quienquiera que seas, sal de aquí; ¿por qué, muchacho sin par, me
eludes? ¿Adónde escapas cuando te cortejo? Ni mi porte ni mi edad son como
para que me rehúyas, pues hasta las ninfas me han amado. Cierta esperanza me
prometes con tu semblante amistoso, y cuando yo te alargo los abrazos, tú los
alargas también; cuando te he sonreído, me sonríes; muchas veces he notado
lágrimas en ti, cuando lloro; con tus señas de cabeza respondes a las mías; y,
según puedo conjeturar por el movimiento de tus hermosos labios, contestas
palabras que no llegan a mis oídos. ¡Ese soy yo! Me he dado cuenta; mi reflejo no
me engaña más; ardo en amores de mí mismo; yo provoco las llamas que sufro.
¿Qué hago? ¿De cortejado o de cortejador? ¿Y cómo voy a cortejar? Lo que ansío
está en mí; la riqueza me ha hecho pobre. ¡Ojalá pudiera separarme de mi cuerpo!
Deseo inaudito en un enamorado, quisiera que lo que amo estuviera lejos. Pero ya
el dolor me quita fuerzas, no me queda largo tiempo de vida, y en mi primavera
muero. Y no es dura la muerte para mí, pues la muerte aliviará mis penas; éste al
que adoro es quien quisiera que viviera más. Pero ahora los dos, unidos de
corazón, moriremos en un solo aliento>> dijo, y en su locura tornó a contemplarse
la cara, y con sus lágrimas enturbió la fuente, y al removerse el agua la imagen se
desvaneció. Al verla borrarse, << ¿A dónde huyes? Espera, no me abandones,
cruel, que yo te amo>>, gritó, <<que pueda yo al menos contemplar lo que no me
es posible tocar, y dar así pábulo a mi desdichada locura>>. Y mientras así se
lamenta, rasgó el vestido desde el borde superior, y se golpeó con sus marmóreas
manos el pecho desnudo. El pecho con los golpes cobró un rubor sonrosado, tal
como suelen las manzanas, que blancas por una parte, rojean por otra, o como
suele la uva aún no madura tomar un color purpúreo en sus racimos multicolores.
Apenas vio esto en el agua, de nuevo cristalina, no lo soportó más, sino que, como
suele fundirse la rubia cera a fuego lento, o la escarcha de la mañana al sol
naciente, así se deshace él, consumido por el amor, y va siendo devorado poco a
poco por aquel oculto fuego. Y ni existe ya aquel color mezcla de la blancura y
rubor ni aquel vigor, aquella lozanía, aquellos encantos que poco antes le gustaba
ver, ni subiste aquel cuerpo que un día amara Eco.

Con todo, cuando ella lo vio, aunque irritada y resentida, se compadeció, y


unas cuantas veces el desdichado muchacho decía ¡ay!, ella repetía con sus
voces resonadoras ¡ay!, y cuando aquél se golpeaba los brazos con las manos,
también ella devolvía idéntico sonido de golpes. Sus últimas palabras al
contemplarse una vez más en las aguas fueron éstas: << ¡Ay, muchacho amado
en vano!>>, y otras tantas respondió al paraje; y al decir adiós, <<¡Adiós!>> dijo
también Eco. Extenuado, dejó caer su cabeza sobre la verde hierba; la muerte
cerró aquellos ojos que admiraban la belleza de su dueño. Aún entonces, tras ser
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recibido en la mansión infernal, seguía contemplándose en la Estige. Le lloraron


sus hermanas las Náyades y ofrendaron a su hermano sus cabellos cortados; le
lloraron las Dríades; a sus llantos responde Eco. Y ya preparaban la pira, el blandir
de antorchas y las andas; pero el cuerpo no aparecía; en vez de su cuerpo
encuentran una flor amarilla con pétalos blancos alrededor de su cáliz.1

1.2 Interpretación del mito

Narciso, hijo de Cefiso, un río que escondido ante la apariencia de la calma


y seducción de sus aguas abusa de su poder vital, viola a Líriope, madre de
Narciso, una flor que necesitaba de Cefiso para vivir. Aquí podemos ver una
relación co-dependiente, agresiva e intrusiva donde se establece el escenario para
dar vida a Narciso.

Ante esta vivencia violenta, Líriope escindida en su sentir va en búsqueda


del objeto bueno (Tiresias, el oráculo) en espera de compensación, entonces
pregunta sobre el destino de su vástago, que es una extensión de ella misma y su
representación fálica, consulta pues si su hijo vivirá y obtiene por respuesta “si no
llega a conocerse”. La ninfa hace caso omiso de tal predicción.

Narciso crece siendo amado, deseado, representando el ideal de sus


figuras primarias. A sus dieciséis años, justo en la transición de la pregenitalidad a
la genitalidad, vive una intensa fijación en estadios infantiles, no tolerando la
intrusión de otros objetos o estímulos externos; a falta de identificación con el
padre se fija en una imagen ideal de él mismo, produciendo fantasías
omnipotentes, teme a la alteridad, viviendo al objeto parcializado y amenazante,
usándolo sólo para cargar su energía omnipotente buscando la admiración y el ser
amado, lo que significa una posición femenina ante el objeto. Los objetos los vive
entonces como una extensión de sí-mismo.

Eco una de las ninfas, atraída por la belleza de Narciso representa un


objeto que si bien es extensión de su sí-mismo, ella como sujeto también expresa
su deseo, el mismo que es vivido por parte del joven como intrusivo que le
provoca angustia (cuando le toca) ante tal acto de voracidad, él la rechaza,
absorbe su energía libidinal que utiliza para alimentar su omnipotencia y la
destruye.

Sus pulsiones de autoconservación lo obligan a saciar su sed y


curiosamente encuentra las aguas que son la imagen del padre, por lo que
concluimos que esto es la representación de la castración. Es justo la barrera del
agua que detiene la satisfacción del deseo primario y su sí-mismo; es tal la
angustia ante la castración de la figura paterna que al momento de ser

1 Nasón, Publio Ovidio, Metamorfosis, España, Ed. Ediciones Cátedra, 2007, pp. 331-333
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introyectada busca destruirla autodañándose, sin lograr tramitar tal energía que la
repudia desencadenando así una fantasía alterna, esto es lo que Klein constituye
como identificación proyectiva.

Siguiendo esta interpretación también, se presenta lo que Lacan


conceptualiza como el estadio del espejo en su forma patológica, donde a través
de otro objeto Narciso se identifica, sin embargo la identificación no es con un
objeto externo, sino con la representación psíquica de su sí-mismo, he ahí lo
patológico, alimentando su yo ideal, sus fantasías omnipotentes. La angustia
generada que no puede elaborar desencadena distintas circunstancias tales como:
una dependencia hacia su imagen, otra es que su libido circule sólo dentro de él,
otra más que trate de mantener intacta y perfecta su imagen, además de no tolerar
el desprendimiento, y el que busque el placer inmediato, sin la postergación que el
principio de realidad exige. Finalmente la descarga directa le va destruyendo, y a
raíz de todo esto surge el triunfo absoluto de la pulsión de muerte.
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II Narcisismo: estructurado y
estructurante

2.1 Narcisismo: Su introducción y justificación. 2

Freud introduce el término narcisismo en 1909 en una reunión de la


sociedad psicoanalítica de Viena y explica que es un estadio entre el autoerotismo
y el amor de objeto. Su conceptualización ha sido complicada pues ha pasado de
ser libido, conducta e incluso, hasta una etapa en el desarrollo sexual de la
persona. La estructuración de este término se inició gracias a la observación de
personas que presentaban distintos trastornos por ejemplo: en los llamados, en
aquel entonces, parafrénicos; se advirtieron dos rasgos importantes como son los
delirios de grandeza y la falta de interés por el mundo exterior; también en el caso
de los homosexuales que toman un objeto que representa un reflejo de sí mismo
buscando así la autosatisfacción que los lleve a la plenitud. Estos elementos
mencionados serán esenciales para elaborar una concepción de un narcisismo
sano y un narcisismo patológico.3

En introducción del narcisismo, S. Freud escribe:

“El término narcisismo proviene de la descripción clínica y fue


escogido por P. Näcke en 1899 para designar aquella conducta por la cual un
individuo da a su cuerpo propio un trato parecido al que daría al cuerpo de
un objeto sexual; vale decir, lo mira con complacencia sexual, lo acaricia, lo
mima, hasta que gracias a estos manejos alcanza la satisfacción plena”. 4

Aquí nos muestra al narcisismo como una conducta en donde la libido


sexual que, en teoría, debería salir del sujeto e investir a su objeto de amor, pero
se vuelve al sujeto mismo o incluso nunca sale tomándose a sí mismo como
objeto de amor. Profundizando en este tema hemos de caer en la cuenta que la
persona busca prescindir de los objetos externos o simplemente no les brinda la
calidad de sujeto sino como un simple medio para lograr una autosatisfacción, una
extensión de sí mismo, como lo sería un fetichista con el objeto, un tacón, una
tela, etc. Así pues la persona narcisista tomaría a una persona para provocarse
placer pero sin mostrar interés alguno en su subjetividad, con esto expuesto,
Freud sugiere, en los inicios, que se le trate como cualquier otra perversión. Sin

2 La introducción fue propuesta por S. Freud, pero existen actualizaciones de distintos autores que
procuraremos abordar, pues sin ellos no podríamos establecer una clínica ni una intervención
terapéutica.
3 La introducción que realizó Freud fue a partir de distintas patologías, lo que pretendemos en este

capítulo es, explicar su conformación desde lo sano.


4 Freud, Sigmund, introducción del narcisismo (1914), obras completas, Vol. XIV, Argentina, Ed.

Amorrortu editores, 1998, p.71


12

embargo la conceptualización adquiere distintos matices, otro de éstos en el


mismo artículo es:

“Por fin, surgió la conjetura de que una colocación de la libido


definible como narcisismo podía entrar en cuenta en un radio más vasto y
reclamar su sitio dentro del desarrollo sexual regular del hombre… el
narcisismo en este sentido, no sería una perversión, sino el complemento
libidinoso del egoísmo inherente a la pulsión de autoconservación, de la que
justificadamente se atribuye una dosis a todo ser vivo”.5

El egoísmo es otro tema que Freud relaciona con el narcisismo y afirma que
no son mutuamente excluyentes, es decir, se puede ser profundamente egoísta y
aún así establecer fuertes relaciones de objeto, esto considerando que las
necesidades del yo puedan ser satisfechas por el objeto; y también se puede ser
egoísta y narcisista, al prescindir del objeto lo más posible.

El concepto de egoísmo lo menciona como sinónimo de la pulsión yoica o


de interés, en la que el sujeto busca su autoconservación, de ahí que tenga que
reestructurar la teoría de la libido y mencione:

“… La libido sigue siendo libido ya se aplique a los objetos o al yo


propio, y que nunca se traspone en interés egoísta, ni a la inversa.” 6

Con lo escrito anteriormente el narcisismo ya no sería visto como una


conducta patológica sino una etapa en el desarrollo psicosexual y así es como
comienza la cuestión de dónde se le debe colocar, qué elementos posee, cómo se
estructura, qué instancias estructura, qué importancia tiene, qué se desprende de
éste, entre muchas otras preguntas que analizaremos a lo largo del trabajo.

Siguiendo la obra de Freud nos damos cuenta que establece al narcisismo


entre el autoerotismo y la elección de objeto y explica que al principio las pulsiones
sexuales y la libido que las mueve se encuentran parcializadas y buscan la
satisfacción, inmediata, en cada uno de los órganos del sujeto, a lo que llamamos
zonas erógenas, sin embargo, a esto, debe suceder un movimiento que unifique la
libido, forme al yo y confronte a las pulsiones yoicas con las pulsiones sexuales,
lo que complica su conceptualización.

Otra complicación que se presenta es la dificultad de conceptualización de


libido y pulsión con sus respectivas divisiones y que, sin embargo, son de vital
importancia abordarlas o esclarecerlas para fundamentar el concepto de
narcisismo, por ello comenzaremos explicando que en una primera instancia, la
libido se encuentra solamente en el yo buscando la autosatisfacción plena. Sin
embargo se espera, para que haya un desarrollo sexual sano, que parte de esta

5Ibíd. P. 71 y 72
6 Freud, Sigmund, 26° conferencia. La teoría de la libido y el narcisismo (1917), obras completas,
Vol. XVI, Argentina, Ed. Amorrortu editores, 1998, p. 382
13

pulsión salga del sujeto e invista al objeto amado, remarquemos que es en parte y
no en su totalidad porque el yo no debe vaciarse por completo sino que debe
quedar una porción que busque el autocuidado y la autoconservación. Es lo que
antes citamos en la obra de Freud como el egoísmo inherente a la pulsión de
autoconservación que todo ser vivo posee.

Sin adentrarnos, por el momento, muy a fondo en el tema de la


diferenciación entre libido y pulsión, es importante aclarar que Freud estableció
una distinción entre pulsiones del yo o de autoconservación, que tiene su fuente
en diferentes zonas erógenas y las pulsiones sexuales de las cuales desprenderá
una nueva propuesta que sería la libido del yo y la libido objetal. Esta división es
fundamentada por Freud en el aspecto ontogenético y filogenético del sujeto,
relacionándose la primera con las pulsiones del yo y la segunda con las pulsiones
sexuales. Sin embargo esta división será cambiada por el de pulsión de vida y
pulsión de muerte en donde llega a una conclusión también importante para
nuestro trabajo que es que el sujeto va más allá que a la mera búsqueda de
placer.7

Con esto último Freud explica que es difícil el estudio del narcisismo por sí
solo y por ello se apoya en otros caminos como son: el dolor orgánico, la
hipocondría y la vida amorosa, que intentaremos desglosarlos a continuación8:

Cuando una persona tiene un malestar orgánico y sufre por ello deja de
tener interés en el mundo exterior incluidos sus objetos de amor por lo que retrae
la libido hacia sí mismo con el fin de utilizarla para sanarse y posteriormente volver
a investir a los objetos, aunque claro esto no se presenta en todos los casos es
por ello que después hablaremos de la concepción del narcisismo patológico.

En el caso de la hipocondría también existe un retraimiento de interés y de


la libido, sin embargo en ésta se presenta un estancamiento de la libido en el yo y
aunque lo mencionado pareciera ser placentero no es así puesto que la cantidad
desmedida de libido que se ha acumulado en el sujeto crea tensión lo que lo
llevará a sentir angustia es decir displacer, por ello es que la libido debe investir a
los objetos de nueva cuenta y así disminuir la tensión creada por este
estancamiento:

“Un fuerte egoísmo preserva de enfermar, pero al final uno tiene que
empezar a amar para no caer enfermo, y por fuerza enfermará si a
consecuencia de una frustración no puede amar”.9

7 Todos estos términos y su articulación con el narcisismo lo abordaremos detalladamente en los


siguientes apartados de este mismo capítulo.
8 De estos puntos se vale para introducir el término narcisismo y después, en otras obras, corregirá

y agregará puntos importantes


9 Freud, Sigmund, introducción del narcisismo (1914), obras completas, p.82
14

Esta última anotación es lo que se esperaría en el caso de un sujeto


estructuralmente neurótico es decir, sano.

En lo que se refiere a la vida amorosa del ser humano Freud introduce un


proceso más complejo en donde incluye extensamente a los objetos. El sujeto
elige a sus objetos sexuales en base a las vivencias de satisfacción relacionadas
con las funciones vitales como es el alimento. Tal afirmación la sustenta con la
explicación del establecimiento de las zonas erógenas en la primera infancia,
donde la pulsión yoica y la pulsión sexual encuentran su descarga en el mismo
sujeto, y es hasta después en que estas pulsiones se dividen y la segunda se
dirige a los objetos buscando su satisfacción, sin embargo ya ha tenido un previo
que son las figuras parentales, que no abandonará, por ello buscará a objetos que
le satisfagan lo más cercano posible a sus primeras vivencias de satisfacción.

De esta manera es como Freud explica el concepto de narcisismo y nos


brinda la oportunidad de poder abordarlo desde distintos puntos que consideramos
importantes mencionar. Además debemos tomar en cuenta que a lo largo de la
historia del psicoanálisis el término ha sido modificado y ampliado, con el objetivo
de contextualizarlo a la época actual. Distintos autores se han dado a la tarea de
redefinirlo, autores como Klein, Lacan, Kohut, Hartmann, Balint, Kernberg, etc. Por
ello revisaremos, a muy grandes rasgos pues el trabajo se tornaría interminable,
las diferencias que plantean del concepto freudiano ya que nos serán de utilidad
para el resto de la investigación.10

Para facilitar la comprensión del concepto de narcisismo, así como de su


evolución, hemos de relacionarlo con conceptos fundamentales del psicoanálisis
en donde podremos observar que la división que hacemos es meramente
didáctica, pues estos conceptos, en conjunto, son estructurantes del narcisismo y
a la vez son estructurados por el narcisismo, por lo que no se puede hablar de una
separación real sin embargo, intentaremos analizarlos y unificarlos conforme se
avance en el trabajo, es por ello que hemos organizado los capítulos de acuerdo a
un orden cronológico en el sujeto, es decir cómo se va conformando el aparato
psíquico, y la participación que el narcisismo tiene en tal desarrollo.

2.2 Narcisismo y la represión

En los comienzos del psicoanálisis, Freud propone un primer modelo del


aparato psíquico conformado por dos polos, el perceptivo y el motor, en el primero
se reciben todos los estímulos que vienen del entorno o de los órganos, y en el
segundo se descarga la excitación producida. Si los estímulos son de gran
intensidad, vamos, de una gran carga afectiva, dejan grabada una moción a la que

10 Si bien es cierto que Freud introduce el término de narcisismo, los psicoanalistas posteriores lo
han modificado con el objetivo de contextualizarlo a la actualidad, una era postmoderna,
cumpliendo con la tarea que Freud delega, que es ahondar en este estudio que dejó incompleto.
15

llama huella mnémica. Así pues, los estímulos tienen dos destinos: el primero, es
la descarga sin dejar huellas mnémicas, es decir, que la intensidad es baja; el
segundo, es la descarga pero deja huella mnémica debido a la gran intensidad.
Esta moción formará la representación de la necesidad (dígase la alimentación) y
su satisfacción, elementos que más tarde estructurarán a la pulsión.

“Un componente esencial de esta vivencia es la aparición de una


cierta percepción (la nutrición, en nuestro ejemplo) cuya imagen mnémica
queda, de ahí en adelante, asociada a la huella que dejó la excitación
producida por la necesidad. La próxima vez que esta última sobrevenga,
merced al enlace así establecido se suscitará una moción psíquica que
querrá investir de nuevo la imagen mnémica de aquella percepción y
producir otra vez la percepción misma, vale decir, en verdad, restablecer la
situación de la satisfacción primera.” 11

No todas las huellas mnémicas pueden acceder al conocimiento del sujeto


por lo que Freud propone la primera tópica del aparato psíquico; las huellas
mnémicas fundarán el inconsciente al que no se puede acceder y no es
susceptible consciencia, en un lugar intermedio está el preconsciente, también es
marcado por estás mociones pero que ya son accesibles a la consciencia y
finalmente el contacto del aparato psíquico con la realidad, el consciente.

Al dejar de lado el método de la sugestión hipnótica y el método


hipnocatártico, Freud establece el método catártico, en donde se busca justo la
motilidad de los estímulos percibidos, sin embargo se topa con que el paciente
presenta cierta dificultad a hablar de los afectos percibidos y alojados en el
inconsciente, es decir, que no puede hacerlos conscientes, se da cuenta que
existe una especie de defensa o resistencia que impide este devenir.

“el concepto de defensa se convirtió, ya generalizado, en el eje de su


primera conceptualización psicopatológica en lo que tiene que ver con las
psiconeurosis, es decir, con las neurosis que funcionan en el terreno
psíquico.”12

Continuando con el autor:

“Lo que diferenciará en esencia el método hipnocatártico del catártico


no se halla en los objetivos perseguidos, sino en la nueva luz teórica que le
arrojará este último al trabajar con pacientes en estado de vigilia. Con ello
descubrió los efectos de la resistencia, la posibilidad del paciente de saber y

11 Freud, Sigmund, La interpretación de los sueños (continuación), capítulo VII sobre la psicología
de los procesos oníricos (1900), obras completas, Vol. V, Argentina, Ed. Amorrortu editores, 1998
p. 557
12 Perrés, José, Proceso de constitución del método psicoanalítico, México, Ed. Casa abierta al

tiempo, Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco, División de Ciencias Sociales y


Humanidades, 1998, p. 94
16

no saber simultáneamente, y entendió la estructuración del aparato psíquico


y en especial la del sistema inconsciente.” 13

Los conceptos de defensa y resistencia serán considerados más tarde por


Freud, que les asignará funciones específicas, pero lo importante es que de ahí
surge la llamada represión; este término tiene una doble significación, la represión
primordial u originaria y la represión como “el esfuerzo de dar caza” (como
mecanismo de defensa). La represión impide que la pulsión, que representa
órganos en el psiquismo y a su vez es representada, devenga consciente.

El objetivo de la represión primordial es que el sujeto no se vacíe de


energía psíquica, de la que se vale para todos los procesos psíquicos, bástenos
por ahora asumir que este tipo de represión se origina en algún momento de la
vida temprana del sujeto14, en donde una percepción desagradable o
displacentera es rechazada en su lucha por acceder a la consciencia. Sin embargo
a esta edad el sujeto aún no posee los elementos necesarios para lograrlo, la
madre es quien debe ayudarlo. Entonces, para que la estructuración de un yo se
establezca, aunque muy arcaicamente, es necesario que en un inicio la madre
proteja a su hijo de los estímulos externos, es decir “prestarle su yo” para disminuir
la intensidad de éstos, y el niño pueda introyectar estas funciones posteriormente.

“…el lactante necesita que la madre desempeñe el papel de escudo


protector contra estímulos externos, que sea capaz de decodificar las
comunicaciones de su hijo con ella y comprender su necesidad recurrente
de estimulación y de quietud”15

Si este auxilio se brinda exitosamente, el sujeto introyectará funciones


importantes que le permitirán que el inconsciente se mantenga dividido del
preconsciente y del consciente por la represión, que no busca inactivarlo sino sólo
rechazar su devenir consciente. Sin embargo se enfrenta a un doble ataque, uno
por parte del afecto de la pulsión cuya intensidad pronunciada provoca displacer y
la otra la presión del consciente que no permite que devenga pues esto es
reprobado por el exterior y también provoca displacer. Por ello la represión se vale
del mecanismo de la contrainvestidura o contracatexia; esto es, la pulsión posee
una energía llamada libido, en el inconsciente no existe orden ni tiempo, por lo que
esa libido se liga a cualquier representación e incluso a múltiples, con el objetivo
de salir y buscar su satisfacción, la represión no lo permite y lo que hace es
desligar esa energía de la representación y mantenerla reprimida, permitiendo el
placer del exterior, su aprobación. Sin embargo podríamos decir, en palabras de
Freud, que no tenía otro objetivo que evitar el displacer, pero no lo ha logrado
pues el displacer está presente en la tensión que la pulsión ha provocado en el
inconsciente por no haber salido, esto es la angustia. La represión ha fracasado,

13 Ibíd. P. 108
14 Bástenos por el momento pues lo veremos en el apartado que trata de autoerotismo y la
instauración del deseo.
15 Hornstein, Luis, Narcisismo: autoestima, identidad, alteridad, Argentina, Ed. Paidós, 2000, p. 54
17

pero esto no es constante, por lo que la represión, ayudada por el yo, debe
elaborar otros procesos que equilibren este conflicto psíquico.

La represión limita a la pulsión a distintos destinos: o bien que el afecto y su


representación se desliguen y la tensión que el afecto provoca, se convierta en
angustia (energía que provoca displacer por no ser representada por algo); o que
el afecto se haya ligado a otra representación(es) que son permitidas por el
exterior o el consciente, a lo que llamaríamos sublimación o desplazamiento.
Aunque no es garantía que la pulsión que ha salido del inconsciente se torne
consciente primero tiene que pasar por el preconsciente que no es
necesariamente consciente sino susceptible a la consciencia.

“… La represión opera expulsando una representación, que no puede


ser cancelada o aniquilada y, entonces, debe ser enviada a otro lugar en el
cual sobreviva sin perturbar lo consciente, por lo que el inconsciente resulta
necesario.”16

Más tarde, en 1923 Freud introduce el segundo modelo del aparato


psíquico el yo, el ello y el superyó, en donde el ello son las pulsiones sexuales, es
decir a lo que llamaba lo inconsciente, la dinámica de las energías que se
condensaban y se unían a una representación para permitir el paso a través de la
represión, el superyó que es el resultado del proceso de cambio de yo ideal a ideal
del yo, y el yo que ahora no sólo le otorga funciones conscientes sino gran parte
de inconscientes como la represión, los mecanismos de defensa, entre muchos
otros, así pues se establece una doble propuesta que está presente a lo largo de
la obra de Freud. Es así como el yo es el que se encuentra más ligado con la
relación de objeto y en esta relación incluye al ello y al superyó, equilibrando las
tensiones que éstos provocan. No está de más aclarar que las definiciones y
características de estas tres instancias son más amplias pero su abordaje
implicaría llevar este trabajo hasta lo interminable.

Podemos explicar entonces que la represión desde el punto de vista


primordial, no es como la social (bueno-malo), sino es poner a raya a lo
inconsciente que siempre intentará salir. El superyó actúa como “tapa”
presionando y reteniéndolo “dentro”. Lo preconsciente, que son las
representaciones a las que se ligan los afectos, no son necesariamente
conscientes pero si susceptibles de consciencia. La representación de la que se
vale lo inconsciente para vencer a la represión si tienen un sentido lógico, se
puede decir que son archivos o cadenas asociadas a un conocimiento que existe.
El inconsciente, es lo más profundo, en donde no existe concretización, orden,
tiempo; lo inconsciente está desligado y causa tensión, una tensión que no tiene
nombre o representación correctamente dicho, por ello se liga a las
representaciones antes mencionadas en donde ya se le puede dar un significado.
Esta ligazón que puede devenir consciente y así provocar displacer, por ello la

16 Gutiérrez Terrazas, José, teoría psicoanalítica, su doble eje central: la tópica psíquica y la
dinámica pulsional, España, Ed. Biblioteca Nueva, S.L., 1998, p. 72
18

represión desliga (contracatexia). Así pues la represión originaria da lugar a la


estructura psíquica y mantiene la dinámica. La segunda represión que ya incluye
al exterior es producto de la educación e introyección de normas. Siempre habrá
un intento de entender, representaciones conscientes que pueden estar
desplazadas por la resistencia, aunque el sujeto no las relaciona, es decir el sujeto
vivió situaciones que provocaron tensión, las reprimió, ahora claman por salir pero
frente a la resistencia se desliga el afecto y la representación, ligándose el primero
a otras representaciones que le son permitidas en el exterior, aunque provoquen
displacer y esta unión se traduce a conductas que se alejan al primer evento; el
sujeto asegura no saber la razón, pero no es que no la sepa sino que no lo
relaciona, y finalmente también la represión permite al sujeto diferenciar entre el
mundo exterior e interior, diferenciar la alucinación, la fantasía, los sueños y la
realidad.

“… Freud intenta poner de relieve que aquello que desconocemos de


nosotros mismo y que, al surgir, se nos presenta como algo extraño, es algo
proveniente de lo psíquico (con lo cual lo inconsciente es asimilado a lo
psíquico), si bien al mismo tiempo no deja de tener un carácter extraño para
el propio sujeto (con lo cual queda asentada la ajenidad de lo inconsciente y,
por tanto, su diferenciación respecto de lo preconsciente-consciente).”17

Concluyendo, sabemos entonces, que las pulsiones sexuales buscan salir


de la forma más directa en los primero años de vida, pero poco a poco y en
consecuencia a las exigencias de los padres, a la educación y a la influencia social
se va desarrollando el narcisismo primitivo permitiendo así una segunda etapa de
éste en donde la satisfacción del deseo se desplace hacia distintos objetos. Esta
represión es instituida por el yo para poder tolerar la tensión pulsional, que trata de
salir del inconsciente en busca de su satisfacción y las exigencias sociales en las
que está inmerso el sujeto.

La importancia de la instauración del deseo y la represión del mismo es


crucial en nuestro trabajo, esto es que los objetos son introyectados por el sujeto
puesto que producen satisfacción, una satisfacción que el sujeto siempre buscará
obtener, pero si la represión hace su trabajo, nunca la encontrará de manera total
sino parcial, porque de lo contrario implicaría una muerte psíquica, un triunfo de la
pulsión de muerte.

Ante esta parcialidad de satisfacción, el yo y la represión que se ha


instaurado, permitirán la dinámica pulsional, y ésta a su vez, animará al sujeto a
buscar distintos caminos de satisfacción como puede ser: alguna profesión, algún
pasatiempo, algún deporte, etc. Esto dependerá de las exigencias sociales a las
que el sujeto fue sometido y que le llamamos ideal del yo. Respecto a las
relaciones el sujeto podrá establecer una relación madura, donde recibe y brinda
energía libidinal; donde se inviste al objeto y se obtiene satisfacción de éste;

17 Gutiérrez Terrazas, óp. cit., p. 74


19

donde no se vacía la libido yoica sino que se mantiene en equilibrio con la libido
objetal, etc.

Otro elemento que debemos tomar en cuenta es que si la represión limitara


la introyección de nuevos estímulos por parte del exterior y la salida de los
estímulos internos, el sistema psíquico permanecería estático, un cerrar sobre sí
mismo por parte del sujeto, de ahí la importancia de que no sólo se instalen
pulsiones sino también los elementos ligadores de éstas, es decir, tendrá deseo,
buscará su satisfacción pero la pulsión saldrá parcializada y no podrá unificarla
posteriormente y su yo será débil, fácilmente fragmentable, por lo que el objetivo
del yo, resumido, es ligar la energía o el afecto a representaciones permitidas para
que puedan salir y mantener así, un psiquismo abierto a nuevos estímulos que
permitan desarrollarse.

2.3 Narcisismo: el conflicto entre pulsión y libido, y


su dinámica

Freud se ve en la necesidad de reorganizar y de delimitar mejor sus


conceptos de libido y pulsión debido a la vasta lista de pulsiones que se
elaboraron en los trabajos de C. Jung, en donde plantea que se le llame libido a
todo tipo de energía que mueve a la persona, es decir, desexualizar a la pulsión,
pero Freud lo marca como imposible:

“Puesto que ningún artificio permite eliminar de la vida del alma la


función sexual, nos veríamos en el caso precisados a hablar de libido sexual
y de libido asexual. No obstante, lo correcto es reservar el nombre de libido
para las fuerzas pulsionales de la vida sexual, como lo hicimos hasta aquí” 18

La división de pulsión que hasta 1915 utilizaba Freud era, como dijimos,
pulsión del yo o de autoconservación y la pulsión sexual en donde la primera se
limitaba a la satisfacción de necesidades biológicas y la segunda a la satisfacción
sexual. En una primera instancia esto facilitaba el manejo del concepto puesto que
ambas pulsiones encontraban satisfacción en el sujeto mismo y después salía al
objeto, sin embargo en introducción del narcisismo se enfrenta al problema de la
elección de objeto y encuentra a personas adultas que se toman a sí mismos
como objetos en donde descargan las pulsiones sexuales, esta situación obliga a
establecer una comparación entre lo patológico (las neurosis, las psicosis y las
perversiones) y las personas sanas, y concluye que en las segundas, la pulsión
sexual debe salir a investir objetos que le satisfagan, por ello modifica a fondo la
teoría de la libido dividiéndola en libido del yo y libido de objeto.

18 Freud, Sigmund, 26° conferencia. La teoría de la libido y el narcisismo (1917), obras completas,
p. 376
20

La importancia que tiene esto es crucial pues deja de lado la base biológica
que sustentaba las pulsiones de autoconservación y se enfoca en la
fundamentación metapsicológica, aunque esta determinación estancaría la
estructuración de una nueva teoría, hasta que se presenta en 1920 el ensayo de
más allá del principio de placer en donde el dualismo se replantea con nuevos
términos. Gustavo Dessal explica esto:

“En definitiva, la clasificación inicial de las pulsiones en dos tipos


diferentes queda sustituida por la distinción entre libido del yo y objetal,
siendo ambas de naturaleza sexual, perdiéndose así la lógica del dualismo
pulsional. […] habrá que esperar al giro de 1920 para que una nueva teoría
pulsional vea la luz, restableciéndose de forma vigorosa una dinámica
dualista que había quedado desdibujada por el concepto de narcisismo”19

Ahora bien, tomando en cuenta este planteamiento, la libido es la energía


de la pulsión, pero ¿de dónde proviene esta energía?, en un principio podemos
afirmar que se desprende de la satisfacción de las necesidades de
autoconservación, como es el alimento. Justo en el momento en que la madre le
brinda el alimento está produciendo en el niño un placer añadido al de la
alimentación, determinando así las zonas erógenas. La libido de las figuras
primarias es depositada en el niño y éste, es cargado de energía libidinal y con
ello se configura como sujeto deseante, subordinándose al principio de placer-
displacer, en donde la satisfacción del deseo provocará placer y la insatisfacción
de éste causará displacer.

Como en los primeros años de vida no hay un reconocimiento del yo y el


no-yo, el infante buscará la satisfacción en su propio ser, en las zonas erógenas
que han quedado instauradas y que pueden ser cualquier parte del cuerpo. En
este tiempo la libido se encuentra inmersa totalmente en el sujeto, tanto las
pulsiones yoicas como las sexuales buscan satisfacción dentro de la persona.

Es justo después de que el yo se ha constituido cuando este narcisismo


inicial, o primario, como después veremos, se modifica y parte de la libido es
depositada en los objetos, que ahora sí reconocerá, para hacer un intercambio
económico en donde ambos depositan su libido objetal en el otro evitando así, el
estancamiento de libido.

“…La libido toma parte de la energía depositada en los objetos y la


revierte al yo para tornarse en narcisista o, inversamente se vuelca al
exterior para expandirse en su faceta objetal. Del equilibrio de ambas
opciones dependerá el buen funcionamiento del sistema.” 20

19 Dessal, Gustavo, Pulsión, Conceptos freudianos, editores: Mira, Vicente, et. al., España, Ed.
Síntesis, 2005, p 217
20García Aurelio, Dualidad e intrincación pulsional. Pulsión de vida y pulsión de muerte, Conceptos

freudianos, editores: Mira Vicente, Et. Al., España, Ed. Síntesis, 2005, p 222
21

2.3.1 Pulsión de vida y pulsión de muerte

Dentro del primer modelo en donde plantea los polos de percepción y


motriz, Freud explica que el niño percibe ciertos estímulos y estos se descargan
directamente por movimientos es decir, el proceso de estímulo-respuesta. En su
escrito de “la pizarra mágica”, comenta que no todos los estímulos percibidos son
desalojados por completo sino que restos de ellos quedan registrados en el
aparato psíquico, bajo el gobierno de la represión, en el inconsciente y una porción
más pequeña de éstos en el preconsciente, las llamadas huellas mnémicas. Los
estímulos que pueden ser internos o externos se reciben por el polo perceptivo
que no tiene memoria y pasa directamente al polo motriz en donde se descarga,
sin embargo, estos estímulos comienzan a ser bloqueados conforme las
asociaciones de las huellas mnémicas van marcando su curso y dificultando su
descarga provocando tensión psíquica.

Esta tensión se origina de los estímulos pertenecientes a las necesidades


vitales, cuando el niño siente hambre y llora o grita (a manera de reflejo) para ser
asistido, esta es la forma en que descarga la excitación recibida sin embargo esta
descarga no provoca satisfacción y la tensión persiste. Por ello la influencia del
mundo exterior será primordial para él. En otras palabras, el niño necesita de los
otros para satisfacer sus necesidades, en un principio biológicas, pero a la par
encontrará otro tipo de satisfacción (sexual) que después forjará las zonas
erógenas dando lugar a los primeros esbozos del narcisismo.

Cuando el deseo queda instaurado en el sujeto, su búsqueda de


satisfacción se torna imperiosa, esto es que, ante la recepción de estímulos, el
cuerpo se excita y crea una tensión psíquica que busca salida de alguna forma.
Este aumento de tensión provoca displacer y su reducción placer, esto es lo que
llama Freud el principio de placer-displacer.

Este principio rige al aparato psíquico del sujeto, pero a su vez, este
principio se deriva de otros dos que son el principio de constancia, en donde se
postula que el sujeto buscará mantener en equilibrio la excitación y su descarga; y
el principio de inercia que es el que busca una descarga total de la tensión, lo que
llevaría a una muerte psíquica. La tensión de la que busca liberarse el sujeto es la
base o el motor que mantiene la actividad psíquica, de ahí que no deba
descargarse por completo.

El sujeto deseante aún no reconoce a sus objetos por lo que sus procesos
de intento de satisfacción serán muy primitivos en donde la energía se encuentra
libre, lo que Freud llama el proceso primario con el que si se logra una descarga
de tensión pero no de satisfacción del deseo:

“El proceso primario, regido por el principio de placer, tiende a algo


que se perciba como idéntico a la experiencia de satisfacción. Puesto que la
22

energía “circula libremente”, puede tomar con facilidad el camino regresivo,


que conduce a que el deseo culmine en una alucinación… Pero
evidentemente, ninguna alucinación puede satisfacer la necesidad, de modo
que esta forma primaria de funcionamiento psíquico está condenada al
fracaso. Como dice Freud, “la amarga experiencia de la vida ha debido
modificar esta actividad mental primitiva, convirtiéndola en una actividad
mental secundaria más adecuada al fin”.”21

Debido a los constantes fracasos del proceso primario, el aparato psíquico


debe desarrollar un nuevo funcionamiento, el proceso secundario, en donde la
necesidad del exterior retoma su importancia; se sobrepone al principio de placer y
establece uno nuevo, el principio de realidad, la energía pasa de circular
libremente a ligarse en donde sólo pequeñas cantidades de ésta son liberadas,
con el fin de mantener al aparato psíquico dinámico; se mueve en función de la
experiencia, y de la realidad y ya no solamente en función de la disminución del
displacer:

“Este proceso necesita liberarse de la presión del principio de placer y


atenerse al principio de realidad, que le impone no iniciar la acción eficaz (la
succión, por ejemplo, en el caso del hambre) hasta tanto no se haya
confirmado que el objeto está presente en el campo perceptivo y que no se
trata de una mera alucinación. En consecuencia, el proceso secundario se
basa en la inhibición de la libre circulación de la energía, que queda
sustituida por la “energía ligada”.”

La diferencia entre estos dos procesos es clara en cuanto a que el primario


busca una descarga inmediata pero no satisface el deseo y en el secundario hace
un rodeo para buscar la satisfacción del deseo. Los dos obedecen al principio del
placer solo que el segundo es influenciado también por el principio de realidad, en
donde aparecen los objetos.

“El principio de realidad consiste precisamente, en la tendencia a


representar, en lugar de lo deseado, lo real, aunque sea desagradable… se
opone, desde el punto de vista, lógico, al principio de placer-displacer, en
última instancia tiende a la consecución del placer y a la realización del
deseo, pero de modo eficaz y no meramente imaginario… requiere
suspender la reacción motriz y soportar durante un lapso la tensión, lo que
introduce un intervalo, un tiempo en el cual se desarrollan los procesos de
pensamiento, juicio de realidad, memoria y discernimiento”22

Es importante mencionar que el proceso primario no es sustituido


completamente por el secundario sino que trabajan en conjunto, pues las
actividades como los sueños, las fantasías, son formaciones alternas que se rigen

21 Tubert, Silvia, Aparato psíquico. Proceso primario, proceso secundario, Conceptos freudianos,
editores: Mira Vicente, Et. Al., España, Ed. Síntesis, 2005, p 143
22 Ídem. p. 145
23

por el principio del placer, permitiendo una compensación de lo que la realidad no


aporta para lograr una satisfacción. Tampoco puede decirse que son mutuamente
excluyentes sino que el proceso secundario sirve a una adaptación del sujeto en el
medio exterior para preservar la existencia del principio de placer, por medio de
satisfacciones más seguras.

Freud en su escrito más allá del principio de placer, menciona que existen
eventos que no son sometidos por principio de placer-displacer descubriéndolo
gracias al juego de un niño (el pequeño Hans y su fort-da) en el que jugaba con un
carrete atado y lo aventaba diciendo se fue y lo regresaba diciendo acá está. Con
la interpretación de este juego, Freud descubre que el niño repite insaciablemente
esta actividad para poder elaborar los sentimientos de abandono que sufría
cuando la madre se ausentaba, lo que es displacentero. La forma en que utiliza el
juego hace pensar a Freud en la posición que ahora el niño se encuentra. En la
realidad estaba en forma pasiva, es decir era afectado directamente por la
ausencia de la madre, en este momento se encuentra fuera del principio de placer-
displacer. Así pues desarrolla el juego en donde se torna activo con objetos que
puede dominar y vengarse de la madre que lo abandona y así sentir placer; con
esto, el niño somete estos impulsos al principio de placer-displacer, sin embargo,
no basta con ello pues la descarga se hace directa y carece de elaboración por
ello la repetición se hace constante, en otras palabras lo ideal sería, aunque en un
niño sería imposible pues aún no cuenta con los recursos necesarios, que tolerara
la ausencia y esperara a la satisfacción del regreso.

Así pues el aparato psíquico tiene múltiples funciones, algunas que


podemos mencionar: El yo o el consciente debe proteger al aparato psíquico,
recibe estímulos del exterior, y descarga directamente sin dejar huellas mnémicas,
pues de lo contrario todo evento proveniente del exterior dejaría rastros que serían
traumáticos. El aparato psíquico, en conjunto debe ligar las pulsiones que se
encuentran libres y mantenerse en movilidad para que puedan salir de una
manera permitida por el exterior pero que a la vez cumplan su satisfacción. Debe
mantenerse el principio de placer-displacer con su extensión, el principio de
realidad, con el fin de mantener un equilibrio de las cargas.

Para poder mantener estructurado al aparato psíquico, el consciente, o más


preciso el yo, establece lo que Freud llama “la protección antiestímulo”; esta
protección impide el paso de estímulos externos que podrían alterar el psiquismo,
sin embargo también protege de los estímulos internos que también causan
tensión, una de las funciones de esta protección es desalojarlos y depositarlos en
el exterior para que entonces se topen con la defensa y sea más fácil manejarlos,
son los llamados mecanismos de defensa, en este caso, la proyección. Con esto
se mantiene activo el principio de placer-displacer.

Gracias al juego Freud encuentra que existen ciertos estímulos que llaman
“traumáticos” pues son de gran intensidad y logran traspasar “la protección
antiestímulo”, anulando la posibilidad de una descarga directa, por ello el aparato
psíquico se prepara alistando sus procesos para ligar la energía y así someterla al
24

principio de placer-displacer. El narcisismo hace lo suyo, las pulsiones que


investían al objeto regresan al yo para aunarse a esta tarea, y después de lograr
un equilibrio, ligarlas y asimilarlas, vuelve a investir al objeto. Todo este proceso
es llamado por Freud angustia, que es la actividad psíquica que se prepara para
recibir los estímulos traumáticos.

La compulsión a la repetición es ajena al principio de placer-displacer que


mediante los procesos mencionados anteriormente busca someterla, pero no es
ajena a la pulsión, que buscará regresar a un momento en donde no existían estos
estímulos traumáticos.

“una pulsión sería entonces un esfuerzo, inherente a lo orgánico vivo,


de reproducción de un estado anterior.” 23

Este estado anterior Freud lo explica como el estado inorgánico. La meta de


todo ser vivo es la muerte, el principio de Nirvana. El sujeto desde su nacimiento
experimenta estímulos que alteran su estado inicial, es indefenso frente al exterior,
la tensión se acumula y busca un equilibrio, y como menciona Freud:

“la tensión así generada en el material hasta entonces inanimado


pugnó después por nivelarse; así nació la primera pulsión, la de regresar a lo
inanimado.”24

La influencia del exterior es esencial pues, aunque el sujeto se empeña en


regresar al estado inorgánico, morir, los estímulos externos le ayudan a preservar
su vida, léase como el auxilio de los padres, el deseo impuesto en él; si bien es
cierto que el niño nace indefenso ante el mundo y su vida sería extremadamente
breve, el deseo de las figuras parentales de que su vida permanezca se
sobrepone a este. Esto es justamente lo que se introyecta de los padres y genera
así una pulsión que, permita postergar su meta, por medio de procesos más
complejos. Freud lo explica así:

“… el organismo sólo quiere morir a su manera, también estos


guardianes de la vida fueron originariamente alabarderos de la muerte. Así
se engendra la paradoja de que el organismo vivo lucha con la máxima
energía contra influencias (peligros) que podrían ayudarlo a alcanzar su
meta vital por el camino más corto (por cortocircuito, digámoslo así); pero
esta conducta es justamente lo característico de un bregar puramente
pulsional, a diferencia de un bregar inteligente.” 25

23 Freud, Sigmund, Más allá del principio de placer (1920-22), obras completas, Vol. XVIII,
Argentina, Ed. Amorrortu editores, 1998, p. 36
24 Ídem. p. 38
25 Ibíd. p. 39
25

A las pulsiones que buscan la descarga directa y vuelta a lo inorgánico les


llama pulsiones de muerte; a las pulsiones que avanzan y regresan para alargar el
trayecto hacia la meta de todo ser vivo les llama pulsiones de vida. Hemos de
afirmar que el papel de la defensa y la represión es mantener un equilibrio entre
estas dos pulsiones y que el estadio del narcisismo permite lanzar al exterior,
hacia los objetos, estas pulsiones; además de mantener alerta al yo de los
estímulos traumáticos, así como de auxiliar al resto del aparato psíquico, con la
energía vuelta al yo, cuando se cruce la defensa; y hasta cierto punto, permitir
descargas directas de estímulos. El narcisismo pues, bien estructurado se
encuentra al servicio de la pulsión de vida, al principio de placer-displacer y su
secundo, el principio de realidad y a la par permite la cohesión de éstos, siendo
diferente cuando el narcisismo sirve a la pulsión de muerte volviéndose patológico.

Así pues la teoría cambia, las pulsiones de muerte sustituyen a las


pulsiones yoicas que son meramente biológicas y tienden al retorno del estado
inorgánico; las pulsiones de vida ocupan el lugar de las pulsiones sexuales con su
división, libido yoica y libido objetal. Aunque hemos de aclarar que Freud sigue
utilizando todos estos conceptos.

2.4 Autoerotismo: estadio anterior al narcisismo

Si aceptamos el supuesto de que no se nace con el yo estructurado y que


las pulsiones autoeróticas son primordiales, entonces podemos acordar con Freud
que hay un elemento que se agrega al autoerotismo y forma el narcisismo. Por ello
es importante que nos adentremos un poco en la etapa autoerótica del sujeto y
cómo se constituye lo que llamamos narcisismo.

Para explicar el estadio del autoerotismo debemos analizar distintos puntos,


uno de ellos es cómo se instauran las zonas erógenas. Freud escribe en sus tres
ensayos de teoría sexual que el niño demanda primero el alimento por ser una
necesidad autoconservadora, algo sin lo que no puede mantenerse vivo, y utiliza
este ejemplo para abordar el tema del autoerotismo y la formación de zonas
erógenas.

La madre da de mamar al niño y éste, encuentra una doble satisfacción, por


un lado, la saciedad del apetito y por otro la estimulación de sus labios, es justo en
este momento en que los labios se establecen como zona erógena, es decir un
órgano sensible por medio del cual, buscará esa satisfacción sexual que tenía al
mamar del pecho de la madre. Existen zonas que son propensas a ser erógenas
por la actividad constante que reciben, una de ellas es la boca, otra el ano, y
finalmente los genitales, sin embargo cualquier parte del cuerpo puede
establecerse como erógena.
26

“es un sector de piel o de mucosa en el que estimulaciones de cierta


clase provocan una sensación placentera de determinada cualidad.” 26

Con esa sensación placentera (tomando como ejemplo la boca), el deseo


queda instaurado, la pulsión cobra fuerza y se fija la meta de reproducir esa
misma satisfacción sexual que sintió; la fuente u origen son los labios y el objeto
en donde recaerá, será el sujeto mismo, específicamente la boca llevando por
ejemplo, al chupeteo, que es un sustituto del pecho de la madre.

El niño aún no reconoce a los objetos, pues no tiene la noción del yo-no yo,
por ello busca su descarga en él propio cuerpo, es decir, el autoerotismo.

“El niño no se sirve de un objeto ajeno para mamar; prefiere una parte
de su propia piel porque le resulta más cómodo, porque así se independiza
del mundo exterior al que no puede aún dominar, y porque de esa manera se
procura, por así decir, una segunda zona erógena, si bien de menor valor.” 27

En los inicios de la vida la pulsión se encuentra parcializada, es decir cada


zona erógena busca su satisfacción de manera individual. La boca es la zona
predilecta en los primeros meses, el neonato repite constantemente el chupeteo.
Otra zona que se instaura como erógena, agrega Freud, es la zona anal, pues se
mantiene en constante estimulación.

Esta parte es importante puesto que las heces fecales, las toma como una
parte de sí mismo y las presenta como un obsequio al exterior, estos son los
primeros indicativos del reconocimiento del otro al que quiere mantener contento
para seguir obteniendo placer a través de él. Sin embargo está en una lucha de
querer y no querer reconocerle del todo.

La zona genital, también se muestra como zona erógena desde muy


temprana edad reconocida por roces accidentales. En una etapa más avanzada
de la niñez se presentará la masturbación como la forma de obtener satisfacción.
Es en estas zonas donde se debe unificar la pulsión a partir de la pubertad. La
focalización de la pulsión en las partes sexuales reales marca el desarrollo de una
vida sexual sana.

“El punto de llegada del desarrollo lo constituye la vida sexual del


adulto llamada normal; en ella, la consecución de placer se ha puesto al
servicio de la función de reproducción y las pulsiones parciales, bajo el
primado de una única zona erógena, han formado una organización sólida
para el logro de la meta sexual en un objeto ajeno.” 28

26 Freud, Sigmund, Tres ensayos de teoría sexual (1905), obras completas, Vol. VII, Argentina, Ed.
Amorrortu editores, 1998, p. 166
27 Ídem. p. 165
28 Ibíd. p. 179
27

La conceptualización que Freud hace sobre los tipos de narcisismo ha sido


un tema polémico pues parece no tener una diferenciación clara entre
autoerotismo y narcisismo primario, y elección de objeto y narcisismo secundario.
Sin embargo existen elementos dentro de la obra de Freud y posteriores a ésta,
que analizaremos pues son de sumo interés.

2.5 Narcisismo: sus conceptualizaciones

El narcisismo aparece en los momentos en que el niño comienza a


reconocer al objeto y muestra ambivalencia hacia él. Se planteará en un inicio
primario y posteriormente secundario. Esta ambivalencia es producida por el tipo
de respuesta de la madre ante las necesidades del infante; si la respuesta es
inmediata alimenta la “omnipotencia simbiótica” y aniquila la capacidad del
vástago para tolerar la tensión, y a la vez la capacidad para estar solo. Sin
embargo, si la respuesta es moderadamente retardada (una medida que es muy
difícil establecer cuantitativa y cualitativamente) el sujeto será capaz de decirle
“no” al objeto y “si” a sí mismo (una toma de decisión). Pero si el plazo es excesivo
o no hay respuesta al llamado, lo que provocará es desesperación y dolor lo que
hará decir al sujeto “no” a todo, tanto a la madre que no cumplió su satisfacción y
a él mismo por sentir displacer y más aún, no poderlo satisfacer, lo que provocará
desesperanza y no culpa. La desesperanza entendida como una resignación e
impotencia ante las exigencias tanto de autoconservación y externas, en el caso
de la culpa si lograra culpar a la madre y rechazarla, que sería un elemento que le
permitirá establecer un yo capaz de estar solo, no como defensa sino como un yo
fortalecido que introyectó el objeto, lo que en sus inicios sería la alucinación, que
es un mecanismo que el niño desarrolla para disminuir la tensión, Obviamente la
alucinación es el camino rápido que después debe ser eliminado por la pulsión de
vida, es decir en un proceso secundario que permita decir no al objeto primario
pero si a otros objetos que le satisfagan de manera similar al primero
estableciendo la capacidad de elegir al objeto de una manera sana (esta idea
quedará más clara en apartados siguientes).

El narcisismo, entonces, no sólo es una etapa en el camino de la pulsión,


sino que es partícipe en la constitución del yo y determinante en las relaciones que
establecerá el sujeto con sus objetos, realiza distintos procesos, como atraer las
satisfacciones sobre sí e incluso, en un principio, sin considerar a la realidad,
ayuda al yo en la búsqueda de autonomía y autosuficiencia y a la vez busca
acercarse a lo que Hornstein llama “alteridad”, es decir, la condición de ser otro.
Con respecto a lo interno, el narcisismo mantiene delimitado al aparato psíquico,
permite un equilibrio en la dinámica pulsional, y además de tener como objetivo
lograr la identidad del sí mismo, también busca darle valor a esta identidad. En
palabras de Laplanche:
28

“…se define como unificación del autoerotismo (por esencia disperso)


en un objeto único, pero en un objeto que es él mismo <<auto>>, un objeto
que es siempre interno <<reflejado>>.” 29

2.5.1 Narcisismo primario y secundario

El narcisismo, como otros elementos estructurales y estructurantes se


mantiene entrelazado, por ello es que sufre cambios importantes. En el caso del
narcisismo adjudicamos dos grandes tipos: el primario y el secundario.
Analizaremos detalladamente estos dos conceptos por separado.

El narcisismo primario se va formando desde que los objetos primarios


acompañan la satisfacción de necesidades básicas, como el alimento, con la
libidinización del sujeto es decir, el establecimiento de zonas erógenas que
propiciarán el estadio del autoerotismo.

Ahora bien, cuando la pareja se entera del embarazo comienzan a idealizar


al nonato y a depositar expectativas en él. Freud comenta al respecto:

“Si consideramos la actitud tierna hacia sus hijos, habremos de


discernirla como renacimiento y reproducción del narcisismo propio, ha
mucho abandonado. La sobrestimación, marca inequívoca que apreciamos
como estigma narcisista ya en el caso de la elección de objeto, gobierna,
como todos saben, este vínculo afectivo.” 30

Es decir estas expectativas que depositan los padres en el infante, son


residuos de su narcisismo primario herido o resignado que no logró la satisfacción
de su deseo, por ello buscarán esta satisfacción a través del hijo, de ahí que
podamos afirmar que los humanos somos el deseo del otro. Laplanche Define al
narcisismo primario en Freud:

“Para Freud, el narcisismo primario, designa de un modo general, el


primer narcisismo, el de niño que se toma a sí mismo como objeto de amor
antes de elegir objetos exteriores. Tal estado correspondería a la creencia
del niño en la omnipotencia de sus pensamientos… lo que conduce a limitar
la significación y el alcance de la discusión: se acepte o no el concepto, con
él se designa siempre un estado rigurosamente <<anobjetal>> o, por lo
menos, <<indiferenciado>>, sin escisión entre un sujeto y su mundo
exterior.”31

29 Laplanche, Jean, Nuevos fundamentos para el psicoanálisis. La seducción originaria, Argentina,


Ed. Amorrortu editores, 1987, p. 77
30 Freud, Sigmund, introducción del narcisismo (1914), obras completas, p.87
31 Laplanche, Jean; Pontalis, Jean-Bertrand, Diccionario de psicoanálisis, España, Ed. Paidós

Ibérica, 1996, p. 231


29

La discusión en la existencia de dos tipos de narcisismo es amplia, las


principales críticas es que no se puede hablar de un estado anobjetal, M. Klein es
la primera defensora de esta idea, pues postula que desde un principio se
instituyen relaciones objetales. Y si es difícil establecer una diferencia clara entre
autoerotismo y narcisismo primario.

La principal diferencia la tenemos con ejemplos que Freud comenta el niño


obtiene satisfacción de ver y ser visto. El reconocimiento del objeto, decimos que
es parcial porque lo utiliza a manera de reflejo de sí mismo, le place tanto
mostrarse como observar a los otros:

“Sobre todo, el niño pequeño carece de vergüenza y en ciertos años


tempranos muestra una inequívoca complacencia en desnudar su cuerpo
poniendo particular énfasis en sus genitales.” 32

Así pues, para diferenciar al narcisismo primario del autoerotismo podemos


decir que en el autoerotismo el placer surge y se satisface en el mismo sujeto si n
la presencia de los objetos y, en el caso del narcisismo primario, existe ya la
presencia de un objeto aunque no se le brinde tal calidad; el placer surge y se
satisface en el mismo sujeto pero los objetos comienzan a aparecer. Es lo que
Lacan marca como el estadio del espejo

El narcisismo secundario no es aislado sino que se forma en base al


primario, al que recurrirá siempre que la libido sea retraída lo importante es que
esta libido no se estanque sino que vuelva a salir para investir. Este momento
secundario del narcisismo es marcado, también, por el desarrollo simultáneo del
yo y posteriormente el superyó con sus características respectivas, como el
principio de realidad, el reconocimiento del objeto, los mecanismos de sublimación
y desplazamiento, etc. Laplanche define:

“El narcisismo secundario designa una vuelta sobre el yo de la libido


retirada de sus catexis objetales” 33

Este retraimiento de la libido no implica, por fuerza, la presencia de


conductas patológicas sino que se realiza en momentos comunes como el dormir;
en este estado, la libido de objeto se vuelve al sujeto que sueña y obtiene una
satisfacción, cuando despierta esta libido vuelve a investir al objeto; otra situación
en la que la libido se retrae es cuando un estímulo de gran intensidad amenaza la
homeostasis del aparato psíquico, es entonces cuando regresa esta libido a
procurar asimilar la energía y resguardar la estructura y la dinámica psíquica.

De una u otra forma ya hemos mencionado las características de este


estado pues bien, sin afán de repetir mencionaremos a groso modo que el

32 Freud, Sigmund, Tres ensayos de teoría sexual (1905), obras completas, p. 174
33 Laplanche, Jean; Pontalis, Jean-Bertrand, Diccionario de psicoanálisis, p. 230
30

narcisismo secundario permitirá la siguiente fase que es la elección de objeto, en


este momento ya existe un reconocimiento del objeto y cierta identidad del sujeto,
su sí-mismo se encuentra cohesionado, lo que permite investirle libidinalmente y
reconocerle cierta subjetividad, pero será hasta el complejo de Edipo en donde se
cierre esta estructuración.

Con un narcisismo secundario el sujeto podrá enfrentar los distintos duelos


que son inherentes a las relaciones objetales; cederá a ciertas necesidades del
objeto; en momentos de angustia la libido se volverá al sujeto y será utilizada para
sanarse y posteriormente volverá a salir para investir al objeto. Con estos estadios
bien estructurados el sujeto elegirá a sus objetos, aunque esta elección no será
azarosa, sino que estará sujeta a distintas características como las figuras
primarias, los puntos de fijación que ha tenido la libido hasta este momento, etc.

Por lo antes expuesto no podemos limitar al narcisismo sólo a conductas, a


consecuencias de un conflicto psíquico, sino que también participa en la
estructuración de los dos modelos del aparato psíquico; mantiene los dos
principios en equilibrio; permite el sometimiento del sujeto al mundo, pero a la vez
al sujeto mismo.

Otra función que escribe Hornstein del narcisismo es el aspecto, trófico, es


decir que nutre al aparato psíquico, le ayuda a establecer una identidad, una
autonomía a dividir el yo del no-yo, dando un realce a los conceptos de yo y del sí
mismo en relación con el narcisismo:

“Gracias a él la actividad psíquica mantiene la cohesión


organizacional, la estabilidad temporal del sentimiento de sí y la coloración
positiva del sentimiento de estima de sí… Es también un movimiento de
centramiento de sus representaciones identificatorias”34

2.6 Elección de objeto: estadio posterior al


narcisismo.

La elección de objeto está sujeta a dos tipos, según Freud: el tipo del
apuntalamiento y el tipo de elección narcisista. Lo explicado en base a la
estructura perversa, donde el desarrollo libidinal planteará una perturbación, en
vez de elegir a un objeto ajeno a él, en base al apuntalamiento (a las figuras
parentales), se eligen a ellos mismos como objeto de amor. Freud propone la
elección de objeto:

34 Hornstein, Luis, óp. cit., p. 45


31

1. Según el tipo narcisista:

 A lo que uno mismo es (a sí mismo),


 A lo que uno mismo fue,
 A lo que uno quería ser, y
 A la persona que fue una parte del sí-mismo propio.

2. Según el tipo del apuntalamiento:

 A la mujer nutricia, y
 Al hombre protector.35

Es importante mencionar que el primer tipo no es necesariamente


patológico y que tampoco ambos son mutuamente excluyentes. Ahora bien
expliquemos cada uno de estos puntos:

Según el tipo narcisista:

A lo que uno mismo es: el sujeto buscará un objeto parecido a sí mismo que
puede ir desde lo físico hasta lo intelectual y afectivo, no implicando,
necesariamente, una relación patológica. Un ejemplo puede ser una pareja en
donde ambos son médicos y comparten con gusto la misma vocación.

A lo que uno mismo fue: el sujeto tendrá idealizado al objeto en base a lo


que él fue y que elabora su duelo obteniendo un objeto con éstas características,
lo que no implica, necesariamente, que se tenga una idealización desmedida del
objeto. Por ejemplo un deportista que por algún accidente o enfermedad no pudo
seguir con esta actividad y tiene una pareja que aún lo es, el sujeto buscará
compensar esa pérdida apoyando a su pareja.

A lo que uno querría ser: el sujeto libidinizará al objeto en base a lo que él


aspira a ser y como en el caso anterior no desprende, necesariamente, que se
tenga una idealización desmedida del objeto. El ejemplo en este caso puede ser,
un sujeto que establece una relación con otra persona y que comparten la misma
profesión pero uno vaya más adelantado en los estudios o en la labor profesional y
esto lo utilizará como impulso para llegar a ser lo que busca. Este rubro e inclusive
los anteriores, los explicaremos más adelante con la respectiva diferenciación
entre el yo ideal y el ideal del yo.

A la persona que fue una parte del sí-mismo propio: el sujeto buscará un
objeto que se parezca en uno o muchos aspectos a sus figuras primarias, aunque
no por ello, buscará necesariamente una satisfacción directa de su deseo, esto,
considerando que la capacidad de desplazamiento ha quedado instaurada

35 Freud, Sigmund, introducción del narcisismo (1914), obras completas, p.87


32

adecuadamente en el sujeto. Por ejemplo el sujeto que se relaciona con una


pareja que cocina igual que su madre

En cuanto a la elección de objeto según el tipo del apuntalamiento quedará


para más fácil comprensión si a continuación dividimos la elección de objeto que
realiza el hombre y la que realiza la mujer. Aunque de igual forma debemos decir
que no son determinantes únicamente si nos basamos en el género, pero si
predominantes.

2.6.1 Elección de objeto en el hombre

La diferencia entre la elección de objeto en el hombre no es exclusivo pero


si marca una diferencia importante con el de la mujer. Freud explica:

“El pleno amor de objeto según el tipo de apuntalamiento es en verdad


característico del hombre. Exhibe esa llamativa sobrestimación sexual que
sin duda proviene del narcisismo originario del niño y, así, corresponde a la
transferencia de ese narcisismo sobre el objeto sexual. Tal sobrestimación
sexual da lugar a la génesis del enamoramiento, ese peculiar estado que
recuerda a la compulsión neurótica y se reconduce, por lo dicho, a un
empobrecimiento libidinal del yo en beneficio del objeto.” 36

En el caso del niño que ha sido libidinizado adecuadamente y que además


ha logrado incorporar la habilidad de ligar las representaciones protegerá al objeto
que satisface sus necesidades y su deseo, aunque en una forma primaria. Si el
proceso del Edipo se resuelve en la respectiva identificación con su padre,
buscará proteger al objeto en el que ha desplazado su deseo y que ha investido
libidinalmente, aunque esto implique que la libido yoica se vaya vaciando. Sin
embargo, si tomamos en cuenta lo que en apartados anteriores hemos dicho,
encontramos que el intercambio de libido entre el sujeto y el objeto está en
constante movimiento por lo que el yo no se vaciará sino que también recibirá
energía a través de la satisfacción que el objeto le confiere, esto es que buscará a
su objeto, en base al tipo del apuntalamiento, como una mujer nutricia. Es por ello
que en el caso de los hombres estructuralmente neuróticos encuentran un buen
desplazamiento del deseo y establecen relaciones objetales sanas.

2.6.2 Elección de objeto en la mujer

El caso de la mujer es más complejo, en donde la envidia del pene será


crucial para establecer su elección de objeto. Freud escribe:

36 Ídem. p. 85
33

“Con el desarrollo puberal, por la conformación de los órganos


sexuales femeninos hasta entonces latente, parece sobrevenirle un
acrecimiento del narcisismo originario; ese aumento es desfavorable para la
constitución de un objeto de amor en toda la regla, dotado de
sobrestimación sexual. En particular, cuando el desarrollo la hace hermosa,
se establece en ella una complacencia consigo misma que la resarce de la
atrofia que la sociedad le impone en materia de elección de objeto. Tales
mujeres solo se aman, en rigor, a sí mismas, con intensidad pareja a la del
hombre que las ama. Su necesidad no se sacia amando, sino siendo
amadas, y se prendan del hombre que les colma esa necesidad.” 37

Es decir, la mujer busca una compensación no sólo a través del hijo sino del
autocuidado, creando, en el hombre que la busca, una imagen libre de toda
ligazón libidinal de objeto, erigiendo en él una envidia causada por su vaciamiento
de libido en pro de los objetos. La única forma de calmar esta envidia sería
consiguiendo al objeto y a su vez manteniéndolo lo más intacto posible, pero
demandando siempre satisfacción, de ahí que la mujer busque a su objeto en
base al tipo del apuntalamiento como un hombre protector, y además poseedor del
pene que ella desea, causando esto que la mujer llegue a tomar al objeto como
una extensión de ella misma y por lo que deberá nutrirlo también.

Ahora bien, si la mujer se mantuviera renuente a la relación de pareja tiene


otra opción que es cuando tiene un hijo y deposita su libido sexual en él, llevando
a la libidinización del infante que ahora la desea y teniendo la satisfacción de nutrir
una extensión de sí misma.

Así es como se crea la vida amorosa, el hombre que vacía su yo invistiendo


al objeto, es decir, protegiéndolo y amándolo buscando una satisfacción; y la
mujer que busca su satisfacción nutriéndolo con su libido yoica, es decir, siendo
amada, sin experimentarse vaciada ya que recibirá libido de su objeto. De esta
manera es como se alimentan ambos aparatos psíquicos.

“… Las catexis de objeto no suprimen las catexis del yo, sino que
existe un verdadero equilibrio energético entre estos dos tipos de catexis” 38

El hombre buscará la satisfacción del deseo, amando. Y la mujer buscará la


satisfacción del deseo siendo amada.

Concluyendo: La relación entre autoerotismo, narcisismo y elección de


objeto es justo ese volver a encontrar la satisfacción, elemento que se encuentra
continuamente flanqueado, es pues que el final (la elección de objeto) es un
retorno a la primera relación con el mundo. Laplanche explica a Freud:

37 Ibíd. pp. 85-86


38 Laplanche, Jean; Pontalis, Jean-Bertrand, Diccionario de psicoanálisis, p. 231
34

“En la época en que la satisfacción sexual estaba ligada a la nutrición,


la pulsión sexual encontraba su objeto fuera del propio cuerpo: el pecho
materno. Este objeto fue ulteriormente perdido… la pulsión sexual devino, a
partir de entonces, autoerótica y solo después de haber superado el periodo
de latencia la relación original se restableció… encontrar el objeto sexual no
es en suma más que reencontrarlo.”39

2.7 Narcisismo y el yo ideal e ideal del yo

Pues bien, gracias a estas exigencias sociales, de las que hablamos


anteriormente, el sujeto buscará un desplazamiento aprobado por el exterior que
le disminuya la tensión o satisfaga parcialmente el deseo, por ello planteará un
ideal al que aspirará llegar, el llamado ideal del yo.

Este ideal del yo será otro camino que tendrá el sujeto para mantener una
dotación de libido en el yo, cada que vaya cumpliendo las expectativas con las que
se estructuró su ideal del yo aumentará la satisfacción y viceversa, por ello es
importante que esta instancia se forje de acuerdo al principio de realidad, bajo la
mirada de un narcisismo secundario bien estructurado, pues si las expectativas
son alejadas a las posibilidades del sujeto, el yo se empobrecerá tratando de
conseguir la satisfacción y no recibirá ninguna energía. Pero ¿qué sucede si la
represión no es instaurada adecuadamente y busca la satisfacción del deseo sin
someterse a las demandas sociales? Una posible respuesta que Freud plantea es
que la libido se centrará en el sujeto mismo y encontrará una satisfacción muy
primitiva como el autoerotismo así pues su ideal del yo será él mismo o dicho de
otra manera se instaurará un yo ideal, incapaz de relacionarse maduramente con
los objetos, puesto que los verá como extensión de él mismo o incluso no los
reconocerá.

La diferencia entre ideal del yo y el yo ideal es justamente la sublimación y


la idealización. Freud escribe:

“la sublimación es un proceso que atañe a la libido de objeto y


consiste en que la pulsión se lanza a otra meta, distante de la satisfacción
sexual, el acento recae entonces en la desviación respecto de lo sexual. La
idealización es posible tanto en el campo de la libido yoica cuanto en el de la
libido de objeto.”40

Esto nos dice que lo esperado es, que se forme un ideal del yo que permita
esta sublimación de la pulsión, en actividades que satisfagan parcialmente el
deseo. Además que existe otro elemento que debemos tomar en cuenta, que es el
alcance del ideal del yo, el que debe estar sometido al principio de realidad, es

39 Laplanche, Jean, Nuevos fundamentos para el psicoanálisis. La seducción originaria, p. 76


40 Freud, Sigmund, introducción del narcisismo (1914), obras completas, p. 91
35

decir el sujeto debe plantearse una meta alcanzable porque de otra forma sufrirá
una herida narcisista y la energía volverá hacia él mismo y provocará la tensión
antes mencionada que buscará salida de una u otra forma. Freud continúa:

“Según tenemos averiguado, la formación del ideal aumenta las


exigencias del yo y es el más fuerte proveedor de la represión. La
sublimación constituye aquella vía de escape que permite cumplir esa
exigencia sin dar lugar a la represión.” 41

Si el ideal del yo se ha instaurado de forma adecuada proveerá distintos


elementos no sexuales en donde la pulsión será descargada y permitirá una
satisfacción parcial, manteniendo así una importante reducción de la tensión.

Ahora bien, para medir el cumplimiento de este ideal es necesaria una


nueva instancia que permita la comparación del yo actual con el ideal del yo, por
ello Freud propone en un inicio llamarle conciencia moral que más tarde formaría
parte de un concepto más completo que es el superyó. Freud escribe:

“la institución de la conciencia moral fue en el fondo una encarnación


de la crítica de los padres, primero, y después de la crítica de la sociedad,
proceso semejante al que se repite en la génesis de una inclinación
represiva nacida de una prohibición o un impedimento al comienzo
externos.”42

Esto quiere decir que si bien las exigencias de los objetos primarios y de la
sociedad comenzaron siendo externos, llegarán a introyectarse y posteriormente
reprimirse y con esto se edificará un ideal de yo, que siendo estructuralmente
adecuado, permitirá una homeostasis entre el ello y el superyó, cumpliendo de
esta manera una de las funciones yoicas, que es permitir una satisfacción del
deseo impulsada por el ello, pero a la vez, desplazándola a objetos socialmente
aprobados que es la represión impulsada por el superyó.

2.8 Narcisismo y complejo de Edipo

La elección de objetos, como bien dijimos estará determinada en mayor


parte por las figuras parentales, sin embargo la forma en que el sujeto se relaciona
con ellos, marca una herida narcisista y dependiendo de cómo haya sido
enfrentada, el sujeto tendrá cierto tipo de estructura de personalidad. Freud
resume el mito para poder explicar el complejo que llegara a ser de vital
importancia en la teoría psicoanalítica:

41 Ídem. p. 92
42 Ibíd. p. 93
36

“Me refiero a la saga de Edipo rey y al drama de Sófocles que lleva ese
título. Edipo, hijo de Layo (rey de Tebas) y de Yocasta, es abandonado
siendo niño de pecho porque un oráculo había anunciado a su padre que ese
hijo, todavía no nacido, sería su asesino. Es salvado y criado como hijo de
reyes en una corte extranjera, hasta que, dudoso de su origen, recurre
también al oráculo y recibe el consejo de evitar su patria porque le está
destinado ser el asesino de su padre y el esposo de su madre. Entonces se
aleja de la que cree su patria y por el camino se topa con el rey Layo, a quien
da muerte en una disputa repentina. Después llega a Tebas, donde resuelve
el enigma propuesto por la Esfinge que le ataja el camino. Agradecidos, los
tebanos, lo eligen rey y lo premian con la mano de Yocasta. Durante muchos
años reina en paz y dignamente, y engendra en su madre, no sabiendo quién
es ella, dos varones y dos mujeres, hasta que estalla una peste que motiva
una nueva consulta al oráculo de parte de los tebanos. Aquí comienza la
tragedia de Sófocles. Los mensajeros traen la respuesta de que la peste
cesará cuando el asesino de Layo sea expulsado del país. Pero ¿quién es él?

<< Pero él. ¿Dónde está él?


¿Dónde hallar la oscura huella de la antigua culpa?>>

La acción del drama no es otra cosa que la revelación, que avanza


paso a paso y se demora con arte –trabajo comparable al de un
psicoanálisis–, de que el propio Edipo es el asesino de Layo pero también el
hijo del muerto y de Yocasta. Sacudido por el crimen que cometió sin
saberlo, Edipo ciega sus ojos y huye de su patria. El oráculo se ha
cumplido”43

El mito, de por sí, nos explica muchos detalles; recordemos que desde muy
temprana edad el sujeto busca la satisfacción total del deseo, el aparato psíquico
ayuda a que no se logre, procurando someter toda pulsión al principio de placer-
displacer, la represión inviste y desinviste, brinda distintos destinos para mantener
el equilibrio entre lo interno y lo externo, de manera que el sí mismo se conserve.
Para los tres años en donde Freud marca el Complejo de Edipo, se establecen los
genitales como zona erógena principal, así pues, el sujeto, le brinda un especial
valor al pene, en donde empiezan a condensarse todas las pulsiones. La pulsión
encuentra como el camino más directo para la satisfacción en la figura parental, el
padre o la madre, según sea el género del sujeto (hablando de un complejo de
Edipo positivo). Es lo que Freud llama el deseo incestuoso.

El narcisismo no solo es espectador sino participante de esta trama pues


para este entonces ya se está forjando un esbozo del ideal del yo que aspira a ser

43 Freud, Sigmund, La interpretación de los sueños, capítulo V El material y las fuentes del sueño
(1900), obras completas, Vol. IV, Argentina, Ed. Amorrortu editores, 1998 p. 270.
Tomemos en cuenta el acto de cegar sus ojos y huida, motivado por la culpa, elemento en el que
diferirán muchos autores, como característica del trastorno narcisista, en donde dicen que no es
movido por la culpa edípica sino que es por causas anteriores.
37

el objeto de amor de la madre (en el caso del hombre); el sujeto entra en


competencia con el padre, su mayor aliado es el narcisismo primario pues que
encuentra que la madre ha satisfecho sus necesidades, y la considera aún, una
extensión de él mismo, ya que cede en gran parte a sus exigencias.

Los objetos aún son parciales y provocan en el sujeto ambivalencia,


utilizando los términos de Klein, o totalmente buenos o totalmente malos, la madre
pertenece a los primeros y el padre, que se opone a la unión, lo ubica en los
segundos. Aunque esto no puede ser estático, sino que se encuentra en constante
fluctuación. Toda esta tensión provoca displacer en el niño, incluso Hornstein
marca de manera más esquemática los parámetros de esta tensión que marca al
complejo de Edipo:

“a) Es producto de la doble diferencia: de los sexos y de las


generaciones que conjuga los efectos de la sincronía y la diacronía.

b) Implica el conjunto de las relaciones del niño con sus padres,


desde el nacimiento hasta la muerte.

c) Pone en juego los deseos sexuales y origina la doble identificación:


masculina y femenina.

d) Está destinado a la represión, en una evolución bifásica: la de la


sexualidad infantil y adulta.

e) Está compuesto por dos aspectos: positivo (deseo sexual por el


padre del sexo opuesto, deseo de muerte hacia el padre del mismo sexo) y
negativo (deseo sexual por el padre del mismo sexo, deseo de muerte hacia
el padre del sexo opuesto), que configuran un conflicto de cuyo resultado
transaccional depende la sexuación. La salida del circuito edípico se hace
mediante la identificación con el rival, por la desexualización de los deseos
destinados al objeto de amor, por la inhibición de agresividad y por el
desplazamiento libidinal hacia los objetos exogámicos”44

Así pues, el niño se enfrenta a una lucha interior y exterior, con el yo


apenas estructurándose, la represión (“segunda”) provocando heridas narcisistas
por la insatisfacción del deseo; las sensaciones de ambivalencia y las pulsiones
agresivas. De ahí que el psicoanálisis tome al complejo de Edipo como un eje de
referencia fundamental para determinar la psicopatología dependiendo del
planteamiento, es decir, del panorama previo al complejo y de su resolución. El
complejo de Edipo pone a prueba la estructura psíquica que bien o mal se ha
estado formando, por un lado el narcisismo tiene que ser suficientemente firme
para soportar la presión que ejerce el exterior, es decir mantener la unidad del sí-
mismo, (de ahí que se relacione íntimamente al narcisismo y al yo) y a la vez
flexible para “dejar ir” y elaborar duelos de éstas pérdidas.

44 Hornstein, Luis, óp. cit., p. 111


38

El niño aún se ama a sí mismo y necesita ser investido por los objetos de
una forma única por ello solo incluye a la madre y excluye al padre; esta exclusión
despertará ambivalencia (amor y odio), sin embargo en la batalla existe un miedo,
propiamente una angustia a que el exterior reprima sus deseos incestuosos, esta
angustia que es depositada en el padre la llamamos angustia de castración. El
complejo de Edipo, entonces, es dividido en tres partes:

El primero, es el enamoramiento del hijo y la madre, donde recordamos que


el hijo representa el sustituto del pene que no le fue brindado a la madre por ello lo
inviste intensamente, y es en este enamoramiento en que se excluye al padre y
nada ni nadie importa.

El segundo, es la irrupción del padre, el padre que termina esa relación


madre-hijo y castra al niño, es decir le reprime sus deseos incestuosos y es donde
entra la ansiedad de castración. En este momento que surge una herida narcisista,
la libido retorna al yo para sanarse y lo más importante debe buscar una
totalización del sujeto, debe integrarse es decir reconocer el yo del no-yo y a la
vez unificar la pulsión sexual. Así pues, esta herida marca un rompimiento de la
unión entre progenitor y vástago, quien queda dividido, la integridad se rompe, el
narcisismo aún es muy primitivo incluso Laplanche lo llama un narcisismo fálico en
donde el pene es privilegiado intensamente, a este narcisismo le adjudica tres
puntos básicos:

El primero: “… la noción de integridad fálico-narcisística (la


integridad de un todo narcisista que comprende al falo como parte
esencial de esta integridad) es inseparable de una intercambiabilidad
entre el cuerpo y su pene. Del cuerpo y su pene; ora uno, ora el oro es
esencial, el investido del interés principal… el cuerpo puede constituir
el apéndice del pene, todo él puede ser <<falo>>.” 45

Como habíamos dicho a estas alturas el niño aún no tiene esa parte de
“vergüenza”, y además encuentra placer en ver a otros y ser visto desnudo. El
pene es investido por las pulsiones que antes libidinizaban la boca y el ano
(aunque estas zonas no son abandonadas totalmente), la importancia del pene
ahora cobra una importancia primordial.

El segundo: “…tiene que ser una unidad cargada, <<investida>>,


que mantenga un cierto potencial energético. Es este investimiento
libidinal el que tiene justamente por efecto contrabalancear las
tentativas de efracción provenientes del exterior. Es menester que la
imagen esté cargada, es menester que sea amada para que sea
definida.”46

45 Laplanche, Jean, Castración. Simbolizaciones, problemáticas II, Argentina, Ed. Amorrortu


editores, 1988, p. 71
46 Ídem. p. 71
39

La represión social, ejercida por el padre se dirige hacia el hijo, la angustia


a su máximo prepara al aparato psíquico, a toda su energía y representaciones,
para recibir la tensión, el niño introyecta las conductas represivas, condesa la
energía (mecanismo esencial de ello), y se liga a la representación de falo que
ahora es fácilmente accesible, por la novedad que ha descubierto en tiempo
reciente, el narcisismo, como agente del yo, debe tener la suficiente fuerza para
tolerar esta angustia que será la prueba determinante de una estructuración sana
del aparato psíquico. Es decir dependerá de la tolerancia para sanar, que se da
todo un tiempo, llamada etapa de latencia, para este proceso para que después
salgan de nuevo las pulsiones e invistan a objetos exogámicos.

El tercero que lo divide en dos: “…el problema del narcisismo


permite establecer un lazo con la cuestión de angustia, y
evidentemente de la angustia de castración… la angustia está ligada a
una desestructuración posible, a una amenaza que recae en dos
aspectos… un aspecto formal… que se trata de una posibilidad de
herida, de despedazamiento, hasta de aniquilación del propio cuerpo…
un aspecto energético... en que esta herida… es la consecuencia de un
aflujo energético demasiado intenso que llega a poner en peligro el
nivel energético que tiende a mantener esta forma… es evidente en
una relación con esta herida narcisística donde se define la cuestión
de una angustia de castración.”47

La representación de pene es libidinizada por lo tanto es deseada o amada,


como se prefiera, cualquier atentado a ésta, provocará angustia, el niño recurrirá a
todo tipo de recursos, tanto internos: mecanismos de defensa, fantasías, sueños,
sentimientos de grandeza; como externos: la madre, sobretodo.

El tercer paso del complejo de Edipo es justo el inicio de la sanación de la


herida narcisista; El niño debe asumir su castración y se da cuenta de que su
padre también fue castrado en su momento, entonces se presentará un proceso
de inclusión al “mundo de los castrados” es decir, el padre debe ayudar a que el
hijo se identifique con él y posteriormente busque un objeto del mismo género que
él, pero fuera de la familia.

Esta represión o castración es el fin del establecimiento del superyó que a


la vez que limita los deseos incestuosos incita al sujeto a buscar un objeto fuera,
pero siempre en base a los tipos de elección, narcisista y apuntalamiento, que
quedaron marcados en su infancia. Este es el momento en que el aparato psíquico
queda estructurado, muchas cosas habrán sido elaboradas para este entonces y
eventos traumáticos que, no fue capaz de resignificar quedarán destinados a la
repetición, la compulsión a la repetición.

El narcisismo, entonces, permite brindar una calidad de sujeto al objeto, sin


verlo como amenazante, pues le éste le ofrece al sujeto la oportunidad de

47 Ibíd. p. 71
40

estructurar adecuadamente una identidad de sí mismo. Con esto queremos decir


que los objetos le han investido libidinalmente, le han mostrado interés y le han
cuidado, y aunque lo castraron no le retiran su libido, sino al contrario le ayudan a
sanar esa herida narcisista; debido a este auxilio y a pesar de tales actitudes de
ambivalencia (castración y sanación) que se presentan en esta etapa, el sujeto
será capaz de totalizar a los objetos (unir lo bueno y lo malo), y logrará establecer
relaciones interpersonales maduras, en donde la persona podrá manejar con
tolerancia la frustración.
41

III Narcisismo desde otras escuelas

3.1 Narcisismo en Melanie Klein

Melanie Klein es una teórica que debemos tomar en nuestro estudio pues le
brinda un lugar especial a lo “externo”, a la relación yo-objeto. Si bien es cierto que
no escribe un texto especial para el narcisismo, si es un concepto que se presenta
a lo largo de su obra, en base a sus teorizaciones básicas, difirió de Freud en
ciertos aspectos y posteriormente, seguidores de su propuesta complementaron
su obra.

El psicoanálisis de Freud es establecido por el conflicto neurótico, deseos


incestuosos, es estudiado en pacientes adultos con conflictos y atormentados,
pacientes neuróticos. Establece las técnicas para lograr la neurosis de
transferencia, elemento que es esencial para lograr la cura psicoanalítica. El
aparato psíquico se estructura en el complejo de Edipo en donde existe estabilidad
y coherencia, pero a la par quedan residuos ocultos e “ilícitos”. El psiquismo del
sujeto se entrama en una lucha constante contra sus deseos, miedos,
retaliaciones y culpas. La meta de la pulsión es la descarga, la satisfacción del
deseo y el objeto es descubierto en esta búsqueda. El yo no aparece desde el
principio sino que se va formando y al final que es integrado, maneja los impulsos
libidinales y agresivos y protege del exterior. Establece etapas del desarrollo
sexual centradas en metas libidinales en la secuencia maduracional del sujeto. Y
dedica un texto al narcisismo en donde le brinda cierta autonomía.

Ahora bien, tomemos conceptos esenciales en el psicoanálisis de Klein que


nos serán de utilidad para comprender la clínica del narcisismo. Las fantasías
incestuosas son terroríficas y el sujeto se procura autocastigos a más temprana
edad (un superyó temprano), su trabajo lo basa en niños en extremo perturbados y
con grandes miedos, trabaja más a fondo con la psicosis. El sujeto se mantiene
inestable y constantemente se protege de ansiedades psicóticas (aniquilamiento).
El objeto es omnipresente desde el nacimiento, plantea un yo discontinuo y
vacilante entre el amor y el odio. Establece posiciones que cambian
constantemente influenciadas por el exterior.

El inconsciente está activo desde el comienzo de la vida y si bien es


desconocido su influjo es dominante. Se estructura a partir de las relaciones de
objeto que están presentes desde ese mismo tiempo y van de lo parcial a lo total.
Toda sensación somática conlleva a una experiencia psíquica, de ahí el amor y
odio al objeto que la provoca, por ello decimos que se constituye a partir de
sensaciones placenteras y displacenteras en relación con los objetos
introyectados y modificados por las propias proyecciones.
42

El conflicto edípico aparece tempranamente, en el destete y lo describe


como las primeras experiencias del niño, sus pérdidas, se vive una situación de
confusión y labilidad de impulsos mezclados, impulsos sexuales y sádicos (amor
odio) ante la presencia o ausencia del objeto, desde que el sujeto nace es capaz
de introyectar y proyectar, el objeto es parcial y el yo se identifica con cualquiera
de las dos partes el bueno y el malo. El superyó aparece tempranamente y
precede a la construcción de la realidad, es heredero del propio sadismo y
determina la ansiedad de los vínculos sexuales pregenitales como la fantasía
sádica acerca del concepto de madre (vaciarla, morderla, dañarla).

La ansiedad, o angustia, está presente desde el nacimiento, necesita una


formación de símbolos e identificaciones que son la base para la relación con el
mundo exterior, que le alimenta, de ahí que establezca un yo temprano, el primer
intento es la identificación proyectiva que consiste en evacuar lo bueno y/o lo malo
eso dependerá de las vivencias de la relación con la madre, en el caso positivo se
logrará una integración y congruencia en el yo(se sesgará hacia lo bueno), el
sujeto será capaz de una simbolización que consiste en la totalización del objeto a
partir de que ha caído en la cuenta de que causó un daño pero existe la
oportunidad de reparar. Esta identificación proyectiva es un mecanismo expulsivo
previo a la represión, es una defensa contra el objeto externo, peligroso y
atacante.

Las dos posiciones que utiliza Klein son:

Posición esquizoparanoide: en donde predominan los impulsos


destructivos. La relación de objeto está parcializada y desestructurada, hay
ansiedades persecutorias ante la proyección sádica.

Posición depresiva: se ha integrado, al objeto ayudado por el proceso de


introyección, la ansiedad se relaciona con la capacidad de dañarle, existe un
miedo a dañarlo por abandono o pérdida y por ello existe un deseo de conservarlo.

Klein desaprueba el concepto de narcisismo primario pues afirma que la


relación objetal existe desde un principio y que se presenta a la par del
autoerotismo, sin embargo, después se da cuenta de la contradicción pues no se
puede hablar de objeto en un estado autoerótico 48de ahí que introduce un nuevo
concepto, pasa de una etapa narcisista a unos estados narcisistas.

“El autoerotismo y el narcisismo incluyen el amor por, y con la


relación con, el objeto bueno internalizado que, en la fantasía forma parte del
propio cuerpo amado y del propio sí-mismo. Es hacia ese objeto
internalizado que, en la gratificación autoerótica y en los estadios
narcisistas, se produce el retraimiento.” 49

48 El estado <<Auto>> implica uno mismo, sin objeto.


49 Klein, Melanie, Los orígenes de la transferencia, obras completas Vol. III, Argentina, Ed. Paidós
Ibérica, S.A., 1994. P. 60
43

La internalización de la que habla toma entonces suma importancia, el


lactante vive al objeto primario (la madre) bueno, en tanto que le nutre, cumple con
una función, y lo vive malo cuando no cumple esa función50, así pues inician las
fantasías inconscientes que serán determinantes en cómo recibe la intrusión del
exterior, es decir, todos los estímulos que reciba serán introyectados e
identificados a las primeras representaciones del objeto primario y por
consecuencia al sí-mismo, que se identificó anteriormente con dicho objeto. Es así
que el estado narcisista se transforma en una gratificación autoerótica. Es una
defensa ante la intrusión del objeto externo que pueda causarle daño.

La pregunta que sigue es, ¿qué hace con esto introyectado y que causa
tensión y busca una salida? Pues bien, estos estímulos con los que se ha
identificado los expulsa mediante la proyección, es decir, la proyección de
fragmentos del objeto externo que ha sido identificado con fragmentos del objeto
primario (internalizado) y del sí-mismo, esto es a lo que llama identificación
proyectiva. Es este mecanismo del que se vale el sujeto para desarrollar un yo
capaz de contener lo interno y tolerar la intrusión de lo externo.

“El desarrollo del yo se produce en buena medida por la introyección


de objetos en él, que llega a ser una integración, más o menos estable, de
objetos introyectados asimilados y que se perciben pertenecientes al yo… Al
mismo tiempo los objetos externos se construyen a través de proyecciones
en el mundo externo de objetos que derivan en parte de una fantasía
inconsciente y, en parte de experiencias previas de objetos.”51

Esta identificación proyectiva cumple dos funciones y con ellas se


determina la normalidad o la anormalidad de ésta:

El primero es dar salida de una manera inmediata, lo que implica violentar a


esos estímulos pues le provoca tensión, por lo que tiene que acelerar el proceso
de identificación con los objetos internalizados y así poder controlarlo, dominarlo.

El segundo. Es un medio para establecer relaciones con el exterior y poder


asimilarlo, “hacerlo suyo” y lograr disminuir la tensión.

En ambas alternativas existe la disminución de tensión sin embargo en la


primera no se logra una asimilación y lo que se hace, es fragmentar o difuminar
aún más al yo, que estaba en proceso de estructuración, además pone a éste en
una posición omnipotente pues se cree capaz de controlar y dominar todo lo
externo; en el segundo existe una capacidad para procesar el estímulo,
relacionarlo con la fantasía inconsciente y contenerle. Ambas funciones son
necesarias lo que las hace patológicas es la intensidad de la violencia con que son
tramitadas.

50Es lo que Klein menciona como pecho bueno y pecho malo


51Hinshelwood, R. D., Diccionario del pensamiento kleiniano, Argentina, Ed. Amorrortu editores
España SL, 2004 p. 234
44

La omnipotencia ayuda en el desarrollo del infante en la medida en que se


establezca como defensa ante sensación de impotencia frente a los estímulos
recibidos, por ello, la madre debe ser contenedora de los excesos y proveedora al
mismo tiempo para mantener el equilibrio el psiquismo del niño, proceso que éste
no puede por sí solo. Si la figura primaria lo logra, ayudará a que su hijo introyecte
esta capacidad y pueda reconocer la realidad externa como autónoma y “buena”, y
no como amenaza hacia su sí-mismo.

Winnicott explica:

“El papel de la madre… consiste en proveer por el infante de manera


que este mantenga la creencia ilusoria en su propia omnipotencia. Para ello,
proporciona la satisfacción anhelada (el pecho) en lugar y el momento
exactos en que el infante alucina su propia satisfacción del hambre.” 52

Y continúa diciendo que otra función de la madre es:

“… Registrar los momentos en que el infante empieza a estar listo para


salir de su omnipotencia. Puede introducir entonces un momento de
frustración… la transición de la omnipotencia infantil a una realidad más fiel
no se produce si la confrontación de la madre ocurre con excesiva
brusquedad o demasiado temprano.” 53

Así pues la omnipotencia es saludable en tanto que promueve la autonomía


del niño y le protege de los estímulos. El infante que ha ido introyectando el
proceso de regulación a través de la madre, poco a poco se va separando de ella,
pero no de una forma abrupta sino con ensayos, en los que se vale del objeto
transicional, concepto aportado por Winnicott, que representa al yo mostrándolo al
exterior, que si lo acepta 54 el sujeto se abrirá al mundo externo; en caso contrario 55
este objeto alterno le servirá como defensa, aunque existirá cierto rechazo al
mundo externo.

En resumen la omnipotencia es positiva en tanto que procura la autonomía


del yo y le permite establecer un contacto con el mundo y es promovido con la
introyección del objeto tomado como el “pecho bueno”; y es negativa cuando a
través de él quiere destruir a los objetos que vive como intrusivos y aniquiladores
del yo, es decir, que toma al objeto como “pecho malo”.

Volvamos un poco a las posiciones de Klein para explicar lo anterior:

En la fase esquizoparanoide, el niño escinde al objeto y lo categoriza en


bueno y malo en ambos casos buscará destruirlo, al primero porque tiene algo

52 Winnicott, Cit. Por, Hinshelwood, R. D., Diccionario del pensamiento kleiniano, p. 474
53 Ídem.
54 Es decir, lo valora, lo acepta, lo nutre, lo mima…
55 Si lo rechaza, lo humilla, descalifica…
45

bueno que no es de él y lo desea, es a lo que Klein llama envidia, y para lograrlo


busca introducirse en él y desde ahí atacarle; en el segundo también busca esa
destrucción pues no le satisface inmediatamente, lo vive como enemigo. Por ello
es que la madre debe regular la intrusión del exterior, del que ella también es
parte. Así pues si esta función es lograda, el niño pasará a la posición depresiva
en donde logra unificar las dos partes del objeto (bueno y malo) que ha dañado, y
pretenderá sanarlos, ahí es donde la omnipotencia, que en el pasado fue utilizada
para destruir, ahora servirá para reparar, como signo de gratitud, pues el objeto le
ha brindado la capacidad de estructura ayudándole a mantener una diferenciación
entre el sí-mismo y el objeto.

Otra de las características importantes de la concepción de narcisismo en


los Kleinianos es que no se éste no se vive como cerrado, sino que permite la
entrada de lo externo, pongámoslo en palabras Paula Heimann, parafraseada por
Laplanche:

“En el estado narcisista el objeto exterior es odiado y expulsado de


manera que se pueda amar al objeto interno que está fusionado con el yo y
extraer de ello placer… Además este estado narcisista es totalmente
compatible con la apertura al mundo y al objeto externo desde el comienzo…
dese nuestro punto de vista la fase narcisista… recubre la relación objetal y
co-existe con ella, en gran parte en virtud de los procesos introyectivos que
actúan en ese estadio.”56

Así pues, Klein y sus seguidores desaprueban el narcisismo como un


estadio anobjetal pero no niegan que existe una pulsión que mantiene al sujeto,
más aún, logran relacionar al narcisismo con la elección de objeto.

Y concluyendo, hemos visto que Freud plantea al narcisismo primario como


un estado en el que la pulsión cae en el sujeto mismo, y además este sentimiento
de sí era introyectado de las investiduras libidinosas de las figuras primarias, pues
bien, los kleinianos retoman esto y explican que ese objeto está presente y lo
reconoce parcialmente, el objetivo es que logre, en primer instancia, expulsar lo
malo para no introyectarlo y si introyectar lo bueno. Este proceso permite al sujeto
establecer una identidad, una autonomía, pero sin dejar de lado la meta de
totalizar al objeto.

3.2 Narcisismo en la psicología del yo: Heinz Kohut

“Para Kohut, partidario de la autonomía, el narcisismo no se define


tanto por el lugar del investimiento sino por la naturaleza de la carga
pulsional misma; los objetos del self difieren de los de la pulsión.” 57

56 Laplanche, Jean, Nuevos fundamentos para el psicoanálisis. La seducción originaria, p. 85


57 Hornstein, Luis, óp. cit., p. 49
46

Según Kohut el narcisismo está definido no por el destinatario de la carga


instintiva (sea el propio sujeto u otra persona), sino por la naturaleza o cualidad de
la carga instintiva.

Kohut aporta el concepto de self y establece una diferencia esencial del


narcisismo, freudiano, kleiniano, lacaniano, que marcará una línea crucial para el
abordaje de las patologías narcisistas, así pues haremos un breve resumen de los
principales conceptos asociados a su conceptualización de narcisismo.

Según la obra de Kohut el sí-mismo tiene dos sentidos: el primero es una


estructura específica del aparato mental, el segundo lo indica el eje de la psique.
Como toda realidad, psíquica (obtenida por los sentidos) o psicológica (derivada
de la empatía y de la introspección) es incognoscible en su esencia. El self se
haya cercano a la experiencia clínica, más que a la postura médica tradicional en
la cual la conducta es la base diagnóstica y, la enfermedad es una entidad
nosológica aprensible mediante la sintomatología, esto es de suma importancia,
pues refiere al menos la mitad de las posibilidades mentales, el resto corresponde
a los objetos. Dado que está catectizado instintivamente y que es duradero, es
una estructura interna de la mente. Se representa, a veces contradictoriamente, en
el ello, yo y superyó, y además dentro de cada instancia psíquica. Es una instancia
contenedora y contenida a la vez. El self reúne todas las partes que forman al
sujeto, el físico, el psíquico y el de las relaciones.

El psicoanálisis se enriquece con la teoría del sí-mismo cuando el centro de


estudio es la autoaceptación perturbada o la fragmentación del sí-mismo. Lo que
sucede precisamente en los trastornos narcisistas.

El sí-mismo se relaciona con los procesos referentes a la aculturación del


niño, incluyendo por tanto, el complejo de Edipo. El sí-mismo (self) es “virtual” al
inicio, pues la ausencia de maduración neurofisiológica revela la imposibilidad de
experiencia espacial unificadora y de constancia temporal. Son las expectativas de
los objetos del self quienes lo constituyen o incluso dotan dirección, es lo que
Freud explica como que el sujeto se estructura en base al deseo del otro, la
diferencia primordial entre estos autores es que Kohut también se basa en
elementos biológicos, trabajo que Freud no concluyó, por lo tanto, los estados
precedentes a la maduración del sistema nervioso central y al establecimiento del
proceso secundario son descriptibles en términos de aumento y disminución de
tensión y no sólo, en términos de fantasías verbalizadas.

La importancia que Kohut brinda a la definición holística de ser humano


(ente biopsicosocial) es de vital importancia pues las imágenes que el niño tiene
están distorsionadas, necesariamente, por la inmadurez de su organismo, las
percepciones no pueden totalizarse hasta que la madurez se presente, entonces
las imágenes o representaciones sufrirán cambios, por ello también, resalta la
importancia en el auxilio que el medio (figuras parentales) brinda al sujeto.
Entonces, para cuando el complejo de Edipo surge, el self ya existe en su forma
nuclear, y en este periodo adquiere cualidad de masculino o femenino, salvo
47

cuando los objetos del self edípicos son destructivos o fríos, consecuencia de la
falla en el auxilio antes mencionado, la excesiva intrusión de los estímulos o la
carencia de ellos.

Kohut retoma el concepto de imago propuesto por C. Jung dentro de la


teoría psicoanalítica, y consiste básicamente en que los objetos internalizados no
solo representan a los objetos externos sino que son modificados por el propio
deseo del sujeto, Lacan también utiliza este término pero lo sustituye por lo
imaginario, formando así a triada básica de su teoría: lo real, lo imaginario y lo
simbólico.

Así pues, para Kohut, el self omnipotente (parcializado) se presenta etapa


que Freud marca como autoerotismo, el sujeto se basta consigo mismo, la imago
parental ya está introyectada pero deformada por las limitaciones inherentes al
desarrollo del sujeto, las imágenes se idealizan también porque se mezclan con el
self omnipotente del niño, es hasta el complejo de Edipo en que estas imágenes
idealizadas se cohesionan, se totalizan junto con el self.

Concluyamos entonces que la propuesta del autor es que el narcisismo


propicia el desarrollo y estructura el psiquismo, y que además es necesario que se
mantenga fortalecido para poder hacer frente a la intrusión de los estímulos.

Las opiniones de Kohut y Kernberg 58 difieren en cuanto a su origen, para


Kohut, el sí-mismo grandioso refleja la fijación del un sí-mismo primitivo y arcaico
pero “normal”, mientras que para Kernberg constituye una estructura patológica
netamente diferente del narcisismo infantil normal.

3.3 Narcisismo en Michael Balint

Balint crítica seriamente al narcisismo primario en Freud pues también


defiende que no existe una relación anobjetal puesto que los objetos están
presentes en todo momento, lo llama objeto de amor primario. Y establece la
propuesta de un nuevo nivel que no va en contra de los estadios del complejo de
Edipo o incluso de niveles predípicos, sino que marca una diferencia entre un
nuevo nivel y los dos anteriores ya que éstos no son necesariamente excluyentes
entre sí. Es decir, propone la unificación de los niveles edípico y predípico o
llamados genitales y pregenitales, ya que de cualquier forma implica una relación
triangular:

“El primer rasgo característico consiste en que todo cuanto ocurre en


el nivel edípico –ya se refiera a experiencias genitales, ya experiencias
pregenitales ocurre en una relación triangular, lo cual significa que además

58 La propuesta a detalle de Kernberg la analizaremos más adelante pues nos ayudará a


comprender mejor el paso de un narcisismo sano a un narcisismo patológico.
48

del sujeto intervienen siempre por lo menos dos objetos paralelos. Estos
dos objetos podrían ser dos personas, como en la situación edípica, o una
persona y algún objeto, como en la esfera del erotismo anal y casi
seguramente también en la esfera del erotismo oral.59

Es que en la etapa anal el otro objeto aparte del sujeto y la figura primaria,
son las heces, y en la etapa oral el alimento, ambos objetos forman el triángulo
que provocan tensión, una tensión que ya hemos explicado en apartados
anteriores60. De esto concluye:

“Si bien estas dos esferas son pregenitales por definición, la


estructura de la relación correspondiente –ciertamente en la fase anal y en
las fases últimas del estadio oral-, que consiste en el sujeto y en por lo
menos dos objetos paralelos, las lleva al ámbito edípico y las eleva al nivel
edípico.”61

Balint trabajó con pacientes gravemente perturbados emocionalmente y


dedujo a través de su experiencia, que no se puede considerar al conflicto
psíquico como la totalidad de la etiología de los trastornos sino que afirma que a
estos pacientes les falta “algo”, un algo que no fue provisto en una etapa anterior a
las relaciones triangulares antes mencionadas y es justo esa ausencia del “algo”
que provoca la sensación de una “falta” y no la vivencia de un complejo, conflicto,
posición, etc. Esta es la falta básica y a grandes rasgos la citamos en el propio
texto del autor:

“La fuerza que tiene su origen en la falta básica no asume la forma de


un instinto ni la de un conflicto. Se trata de una falta, de algo que falla en la
psique, una especie de deficiencia que es menester reparar. No es algo
contenido como por un dique que necesite una mejor válvula de escape,
sino que es algo que el paciente echa de menos ahora o quizá haya echado
de menos toda su vida. […] el adjetivo básico de mi nueva expresión
significa no sólo que se refiere a condiciones más simples que las que
caracterizan el complejo de Edipo, sino también que su influencia se
extiende ampliamente, y es probable que se extienda a toda la estructura
psicobiológica del individuo y que abarque en variados grados tanto su
psique como su cuerpo.[…] A mi juicio, el origen de la falta básica puede
remontarse a una aguda discrepancia ( en las primeras fases formativas del
individuo) entre las necesidades biopsicológicas del individuo y los
cuidados psicológicos y materiales que se le brindaron, como la atención y
el afecto de que fue objeto en los momentos oportunos.”62

59 Balint, Michael, la falta básica, España, Ed. Paidós, 1993, p. 21


60 Tanto en Freud como en Klein los dos elementos (alimento y heces) son nombrados como
satisfactores, elementos de destrucción, obsequios para reparación o para ser amados, etc.
61 Balint, óp. cit., p. 21
62 Balint, óp. cit., p. 35-36
49

Así pues este fallo temprano, explica, puede ser a nivel físico
(enfermedades congénitas) o del medio ambiente, como sobrestimulación,
carencia de ésta, sobreprotección, rigidez en la atención, indiferencia,
descalificación, etc. En resumen marcamos ciertas características principales de
este nuevo concepto:

1.- Todos los hechos que ocurren en él pertenecen exclusivamente a una


relación dualista en donde el objeto cuenta sólo en tanto que satisface las
necesidades del sujeto.

2.- Esta relación es de una naturaleza particular, completamente diferente


de las bien conocidas relaciones objetales en nivel edípico.

3.- La naturaleza de la fuerza dinámica que obra en este nivel no es la de


un conflicto.

4.- La interpretación del adulto, de las necesidades del infante, es a menudo


inútil o equivoco, pues el “lenguaje”63 del primero es ajeno al segundo. Es un
estado preverbal.

5.- El lenguaje se conforma en cuanto a la relación de los sentimientos de


gratificación y frustración, es decir, es empleado para vincularse, más que para
comunicarse

Hasta ahora hemos hablado de características específicas del complejo de


Edipo, entre ellas, que está cimentado por una relación triangular, es decir dos
objetos y el sujeto. En el caso de la falta básica hablamos de una relación peculiar
entre dos personas, sin embargo existe, o al menos eso propone Balint, un tercer
nivel en el que el sujeto no se relaciona con ningún objeto sino que tiene por
objetivo producir algo en sí mismo debido justo a esa falta de sintonización entre el
lenguaje del infante y de los objetos primarios, a este nivel lo llama “el ámbito de la
creación”, que lo conceptualiza de esta manera:

“El sujeto está librado a sí mismo y su principal interés es el de


producir algo en sí mismo; ese algo que ha de producirse puede ser un
objeto, aunque no necesariamente”64

Este estadio es difícil de concebir, según los escritos de Balint, pues es el


momento en que se construyen las ideas, imágenes, síntomas, etc. Son justo
estos elementos a los que les llama preobjeto, pues aún no están ligados, carecen
de sentido. Es el silencio del paciente en la sesión en donde aparentemente no

63 Estos intentos son observables cuando el niño llora y la madre afirma que tiene hambre, que
defecó, que tiene cólicos, etc. Y no siempre son acertados, y ante la demanda del niño y su
incapacidad de expresarse surge una tensión, causada por la incapacidad de la madre para
acertar.
64 Ibíd. P. 38
50

piensa en nada, sin embargo, está construyendo, dando forma a las ideaciones y
la demanda que trasmite al terapeuta es justo la ayuda a darle sentido,
coherencia.

Ahora bien, en relación al narcisismo primario y al narcisismo secundario, y


a la par el amor objetal primario, que propone Freud, Balint recalca la
contradicción de estos conceptos pues parece incomprensible si se presenta
primero un amor objetal y después un regreso de la libido a sí mismo, lo explica en
la siguiente cita:

“Todo descubrimiento de objeto es en realidad un redescubrimiento.


[...] Es fácil mostrar que durante muchos años, después de haber presentado
la teoría psicoanalítica del narcisismo, Freud no se propuso abandonar la
idea de una relación objetal primaria a favor del narcisismo primario” 65

En otras palabras: el niño busca un objeto que brinde placer (el pecho)
después lo internaliza y se autoerotiza finalmente vuelve al exterior que es a una
relación de pareja. La contradicción o la superposición se encuentra en si se
reconoce que se presenta un objeto previo al autoerotismo o no, la cuestión no es
fácil de resolver pero lo que propone Balint es que se necesita establecer la
perspectiva, si se ve desde la postura del niño o del adulto; desde el niño no
podemos hablar de que reconozca objetos en etapas tempranas pues está en
proceso de separar su yo y su no yo; desde el adulto sin duda se habla de objetos
del niño.

Con fines explicativos, Balint ordena el proceso de la siguiente manera: un


primer momento en que existe la relación con el objeto, segundo momento el
autoerotismo; un tercer momento el narcisismo primario y secundario y finalmente
un cuarto momento en donde vuelve a la relación objetal (aunque el objeto ha
cambiado).

Con esto aclara que la falta básica se presenta en estas etapas tempranas
en donde la carencia de erotización o un exceso de libido provoca una huella o un
“hueco” que la persona buscará llenar a lo largo de su vida. El intento de llenar
esta falta por completo se verá siempre sometido a la parcialidad que el ambiente
y su psiquismo le permita.

65 Balint, op. cit. p. 50


51

IV La clínica del narcisismo

4.1 Consideraciones generales

Distintos autores han retomado el concepto de narcisismo y lo han


extendido más allá, desde su estructuración (como lo hemos visto anteriormente)
hasta su clínica, de lo que Freud aportó en su momento. Es la clínica del
narcisismo el tema que ahora nos atañe. En el texto: introducción del narcisismo
se desprendieron los primeros indicios de un narcisismo patológico en otros
trastornos como las psicosis, neurosis y perversiones. En la actualidad los
trastornos exigen otra clasificación e incluso una nueva etiología, es por ello que
autores como Kernberg, Kohut, Hornstein, Balint, Mahler, etc. Proponen
perspectivas diferenciales al aquejar narcisista. Apoyados en el tercer autor
establecemos algunos puntos de vista que nos serán de vital importancia a lo
largo del capítulo:

Para Klein: Es una defensa omnipotente provocada por la identificación


proyectiva ante un estímulo violento que difumina el límite entre el yo y el objeto,
teniendo como consecuencia una pérdida en la separación entre la realidad
interna y la externa. Es un estado dentro de la posición esquizo-paranoide.

Para Kernberg el trastorno narcisista es un conjunto de defensas infantiles


en contra de la agresión tanto interna como externa.

Para Mahler el narcisismo es una defensa ante el sentimiento de


desamparo y mortificación, así como de un intento de romper el estadio simbiótico,
una reacción ante la intrusión de lo externo no introyectado, y el anhelo de la
fusión, una fusión que necesita y al mismo tiempo teme y así procurarse identidad.

Para Kohut es una fase que refleja fallas en la empatía de los objetos
primordiales y el sujeto. Kohut retoma los conceptos del yo y del narcisismo y
difiere con Freud y otros autores; menciona que la metapsicología clásica explica
las neurosis, al hombre “culpable”, lo adjetiva así para resaltar el factor de la culpa
que nace en el Edipo, que es la evolución de la frustración al no satisfacer su
deseo, es decir, un neurótico cuyo conflicto psíquico es edípico. Pero esta
metapsicología no puede explicar al hombre “trágico”, que lo que busca es lograr
su integración, meta que no puede lograr debido a la desesperanza que ha
provocado el incumplimiento de su ideal del yo. Es esta angustia a la
desintegración, la central en la formación de la personalidad narcisista.

Para Balint es llenar el vacío que han provocado las carencias primordiales.

A grandes, rasgos podemos decir que el narcisismo se torna patológico


cuando las pulsiones sexuales no son depositadas en los objetos o son retraídas
52

al propio sujeto sin liberarlas, provocando una tensión que después será
expresada en síntomas como son las alucinaciones o los delirios de grandeza
puesto que esa energía necesita salir de una u otra forma. Las
conceptualizaciones, tanto freudianas como las más actuales atribuyen un papel
importante al yo y al sí-mismo relacionan íntimamente estos conceptos al
narcisismo, puesto que la influencia del exterior, visto como amenazante se recibe
por medio de éstas instancias. La tensión existe y se repetirá continuamente los
eventos traumáticos con el fin de elaborarlos, someterlos al principio de placer-
displacer.

4.2 Narcisismo: Miedo paradójico a la fusión y a la


autonomía

El narcisismo patológico es un incapacidad de ser otro pero esta fusión


también le causa tensión, pareciera que no tiene salida por un lado no quiere ser
dependiente pero por otro le asusta ser autónomo.

“Un exceso de presencia es intrusión. Un exceso de ausencia es


pérdida… éstas personas tienden a la autosuficiencia negando toda
dependencia.”66

Si limitáramos al narcisismo a un estadio o, a una etapa, su resolución


patológica impediría continuar el desarrollo del sujeto, cosa que es imposible; la
persona, a final de cuentas, se enfrenta al Edipo, se relaciona con el objeto, llega
a una genitalidad, de una u otra forma. Las formas en cómo se da esta
confrontación es lo que nos interesa en este capítulo.

“pero muy diverso es el caso cuando un determinado proceso, muy


violento, es el que obliga a quitar la libido de los objetos. La libido,
convertida en narcisista, no puede entonces hallar el camino de regreso
hacia los objetos, y es este obstáculo a su movilidad el que pasa a ser
patógeno. Parece que la acumulación de la libido narcisista no se tolera más
allá de cierta medida. Y aún podemos imaginar que se ha llegado a la
investidura de objeto justamente por eso, porque el yo se vio forzado a
emitir su libido a fin de no enfermar con su estasis.” 67

Hornstein, explica que el aquejar narcisista es un miedo al riesgo de


fragmentación y reducción del valor del yo. Además de este miedo, el autor realza
la importancia de la carencia que tuvieron estos sujetos en edades muy
tempranas. ¿A qué se refiere con carencia? Es una carencia narcisista, debida a

66 Hornstein, Luis, óp. cit., p. 69


67 Freud, Sigmund, 26° conferencia. La teoría de la libido y el narcisismo (1917), obras completas,
p. 383
53

la ambigüedad de las figuras parentales y el exterior que le restan valía al sujeto,


no le invisten libidinalmente de manera constante, esto implica que la persona, no
pueda marcar bien los límites del aparato psíquico, estructurase, entorpeciendo la
instauración de la represión y sus procesos de investir y desinvestir, por ello, la
invasión de los estímulos es avasallante, es de una cantidad tal, que el sujeto no
puede someterlos, condensarlos y luego sublimarlos, sino que quedan ahí
provocando una angustia de tal magnitud que el yo teme la fragmentación.

Este miedo a la fragmentación se debe a que desde un inicio, la madre no


le brindó un su yo auxiliar que regulara los estímulos del exterior, ya sea sus
excesos o su ausencia lo que trae como consecuencia:

“…una indistinción entre la representación del yo y la representación


del otro y crearse, por consiguiente, una representación corporal arcaica
donde los contornos del cuerpo, la investidura de zonas erógenas y la
separación entre el cuerpo materno y el del niño sigan siendo confusos” 68

Es decir, una falta de identidad del yo y/o de valía del yo, al no poder
asimilar los estímulos o la falta de ellos, por ello es que el yo temerá a la
autonomía pues se vive desvalido frente a los “ataques” del exterior y entonces la
incapacidad de elaborar estos estímulos no se vive como culpa pues la represión
no se estructuró totalmente, la castración falló o se omitió, y esto, se vive como
vergüenza, entendiendo esto como una minusvalía del yo ante el fracaso en su
relación con lo externo, esto se traduce en una inadaptación al medio, algo que
estará constante y repetitivamente en el sujeto, que buscará controlar lo ajeno a él
y no a la inversa. El narcisismo entonces, es una defensa contra el peligro de la
fusión que vive y procura desprenderse de lo externo, aislarse en sí mismo y
procurar evitar la descalificación causada por el desprecio del objeto y del
autodesprecio presente desde antaño.

La falta de control del yo se debe, justamente, a la falta de cohesión del yo,


pues los límites en la estructura existen, pero difuminados, las “líneas” de división
no están claras, tanto internas como externas, no existe una diferenciación clara
entre el yo y el no-yo, no se cuenta con una identidad autónoma.

Hornstein, parafraseando a Giddens escribe:

“la dinámica fundamental del narcisismo podría ser más bien la


vergüenza que la culpa. Los sentimientos alternantes de magnificencia y
falta de valor a lo que ha de enfrentarse el narcisista son en esencia
respuesta a una frágil identidad del yo.” 69

Debido a la omnipresencia del narcisismo a lo largo de la vida del sujeto, el


aquejar narcisista estará presente en todos los trastornos, con diferentes matices,

68 Hornstein, Luis, óp. cit., p. 59


69 Ídem. p. 18
54

intensidad, estructuración, etc. Así pues la clínica del narcisismo no la limitamos


solamente al trastorno narcisista, aislado o en sí, sino que la expandimos y
relacionamos en el resto de los trastornos psicopatológicos.

Hornstein hace un importante aporte estableciendo un epicentro clave en el


que nos basaremos para explicar el papel que desempeña el narcisismo
patológico dentro de los trastornos narcisistas, a lo largo del capítulo.

“Consideraré algunos ejes que, respetando la diversidad del


narcisismo organicen su clínica: sentimiento de sí (cuadros borderline,
paranoia y esquizofrenia); sentimiento de estima de sí (depresión,
melancolía); indiscriminación objeto histórico-objeto actual (elecciones
narcisistas, diversas funciones del objeto en la economía narcisista);
desinvestimiento narcisista (clínica del vacío).” 70

4.3 Trastorno narcisista: dualista y no edípico.

Freud procura explicar el trastorno narcisista, como lo vimos en el capítulo


anterior con la organización triangular edípica, no en vano les llama neurosis
narcisista. Otros autores privilegian una relación dual, objeto primordial y yo, para
explicar este trastorno debido a la presencia de indiferenciación entre el yo y el no-
yo, o dicho de otro modo, debido a la anulación del yo por la simbiosis predípica.

Los indicios de un yo desestructurado, característica fundamental en la


clínica del narcisismo, son notados justamente en los estados predípicos, en
donde las pulsiones aún permanecen parcializadas y no se han condensado y
unificado bajo la representación de los genitales (la etapa fálica), es decir el
desarrollo encuentra una fijación determinante en este momento. La intrusión de lo
externo es tan intensa que el aparato psíquico busca la descarga por todos los
medios, esto es el miedo a la desintegración del yo.

Hornstein, parafraseando a Oppenheimer, comenta que la angustia de


desintegración, que citamos anteriormente, se remonta a edades predípicas pues
no proviene de la tensión libidinal sino de la amenaza de una aniquilación del sí-
mismo. Es por ello que la angustia que rige al narcisista no es originalmente la de
castración, sino la angustia de desintegración. Podemos complementar este punto
afirmando que si bien es cierto que no es el origen del aquejar narcisista la
angustia de castración, también es cierto que multiplicará ese miedo a la
desintegración, a la fragmentación total.

Balint también avala esta posición y resalta dos niveles: El edípico y


pregenital:

70 Ibíd. p. 24
55

“El complejo de Edipo fue uno de los mayores descubrimientos de


Freud, que él mismo consideró justamente como el complejo nuclear de todo
desarrollo humano, de la salud y la enfermedad, de la religión y del arte, de
la civilización y del derecho, etc.” 71

Pero también afirma que existen pacientes cuyo problema es anterior al


nivel edípico, es decir en niveles preverbales en donde el lenguaje adulto es
incomprensible y por lo tanto insuficiente nuestra intervención:

“…los muchos pacientes a los que suele catalogarse como


profundamente alterados, profundamente escindidos, seriamente
esquizoides, con un yo demasiado débil o inmaduro, en alto grado
narcisistas, o que sufren de una profunda herida narcisista, etc., con lo cual
se da por descontado que la raíz de su enfermedad va más allá del complejo
de Edipo y es más profunda [...] el hecho de que sólo después experiencias
traumáticas hicieron ineficaces los mecanismos defensivos
correspondientes a ese período, lo cual los llevó por fuera a una regresión o
a una desviación más allá del nivel edípico. En ese contexto lo importante es
reconocer los dos niveles diferentes del trabajo analítico.” 72

4.4 Narcisismo y su relación con otras patologías

Si el aquejar narcisista se establece en los momentos más tempranos de la


vida y el sujeto no es auxiliado por las figuras primarias, entonces se forma el
trastorno narcisista, pero también debemos considerar que conductas no
elaboradas en el estadio del narcisismo llegan a influir en la constitución de los
otros trastornos, por ello, hemos de relacionar el narcisismo patológico y las otras
patologías.

Está claro que no ahondaremos en la etiología de cada una de las


patologías pues el trabajo sería interminable, pero si estableceremos una relación
profunda entre estas y el narcisismo, su traducción en conductas, fantasías,
defensas, etc.

Para desarrollar este apartado hemos de auxiliarnos en Otto Kernberg que


es quizás el que más ha hablado de esto. Mencionemos pues, la clasificación que
propone el autor:

Kernberg establece tres tipos de estructura:

 Para-estructurales , sin represión ni estructura ni límites,


siendo la más grave  Psicóticos
71 Balint, Michael, Op. Cit., p. 23
72 Ibíd. P. 25
56

 Pre-estructurales, funcionan en la vida pero tiene fallas al


vincularse con la gente, en la estructuración de la persona (yo, superyó,
ello) o en su narcisización  Trastornos caracterológicos con síntomas,
Limítrofes, Perversos, Sociopáticos, Maniaco-depresivos.

 Estructurales, poseen represión, estructura y están


delimitados, con problemas en el área sexual  Neuróticos: Fóbicos,
obsesivos e histéricos.

A partir de este esquema desarrollaremos a continuación de manera breve


las características de personalidad donde podremos encontrar cómo es que las
fallas en el narcisismo se hacen evidentes tanto en un primer estadio como en un
segundo de acuerdo a la estructura.

4.4.1 Narcisismo y neurosis

Las conductas narcisistas en los trastornos neuróticos radican en la


instauración del ideal del yo, si bien es cierto que la represión es la mejor defensa
contra la castración73, un mal trabajo, o elaboración de esta ansiedad provocará el
establecimiento de un ideal del yo inalcanzable, el superyó que es el que regula o
compara al sí-mismo con esta instancia castigará despiadadamente, esto lo
encontramos con los trastornos obsesivos, la falta de control de la ansiedad
interna se proyecta al exterior y buscan controlarle de una manera detallada,
minuciosa, esto se traduce en importantes rasgos paranoides. En el caso de los
histéricos la angustia de no cumplir la aspiración que se ha propuesto, su ideal del
yo, no la proyecta al exterior necesariamente, sino que se queda en el cuerpo, de
ahí las somatizaciones, el excelente pretexto para justificar su imposibilidad de
cumplir con sus metas, la formación de compromiso, o mejor dicho, el síntoma
justifica este fracaso y hace más llevadera la angustia.

“… El empecinamiento o la tendencia a la oposición de las


personalidades obsesivas tienen muchas veces una marcada calidad
narcisista; sin embargo las relaciones interpersonales de los pacientes
obsesivos son mucho más estables y profundas que las de los pacientes
narcisistas.”74

Si bien es cierto que los neuróticos clínicos han logrado cierto


reconocimiento del objeto, las defensas que interponen tienen el objetivo de no ser

73 La mejor entendida como la más estructurada o funcional, esto frente a la renegación en las
perversiones y otros trastornos pre-estructurales y el repudio o forclusión en el caso de las
psicosis.
74 Kernberg, Otto, Desórdenes fronterizos y narcisismo patológico, España, Ed. Paidós Ibérica,

S.A., 2005, pp. 206, 214


57

atacados por el exterior, que no muevan su síntoma pues los ha mantenido


“controlados”, “equilibrados”, aunque exista un sufrimiento psíquico importante,
cualquier indicio de cambio rompe con este estado pues su yo también se
encuentra débil, no fragmentado, sino vulnerable pues se encuentra herido y es
justo esta herida narcisista la que detona toda su sintomatología. Esto es que sus
defensas buscan protegerles de conflictos primitivos, pero a la vez sus defensas
son primitivas. En la psicoterapia buscarán aliarse con el terapeuta, mostrarse
débil, incluso provocar lástima, a manera de resistencia para impedir el cambio o
bien también seducirle para que no les ataque.

“En las personalidades histéricas se suele observar una exacerbación


de los rasgos narcisistas, en especial los vinculados con las tendencias
exhibicionistas; sin embargo, su necesidad de ser admirados y de
convertirse en el centro de atención… está acompañada de establecer
vínculos profundos y duraderos con los demás.” 75

En el caso de los fóbicos es más claro su proceso, la ansiedad de


castración se proyecta a un objeto real (una araña, un ratón, un caballo), y buscan
evitar el objeto que provoque esa angustia, esto requiere una mayor elaboración
que las defensas de los para-estructurales y pre-estructurales, como lo veremos
más adelante.

El tratamiento, pues, permite reducir la terrible punición del superyó y los


pacientes neuróticos comienzan a arriesgarse, inician una relación, es decir, se
permite la transferencia, comienzan a investir al objeto, sin embargo, al primer
indicio de “ataque” por parte del terapeuta el retraimiento de la libido se presentará
volviendo a proteger excesivamente al sujeto.

4.4.2 Narcisismo y psicosis (para-estructurales)

El caso de la psicosis, es distinto de los Trastornos del Carácter ya que la


pérdida de la diferenciación de la realidad, nos plantea un rompimiento con el
juicio y las funciones yoicas. Sus ideas delirantes son diferentes a la alucinación
pues experimentan “realmente voces o imágenes”. Hay una falla en la
estructuración y fundación del narcisismo y del yo. No tienen definición sexual
como tal porque no ha habido una identificación con alguno de sus progenitores
por temor al incesto y a la castración.

Su sensación de ser alguien especial les lleva a impedir que los demás se
enteren de ello pues sus rasgos paranoicos les hacen vivir “siempre”
atormentados por temor al castigo de esos objetos externos de ellos mismos pero

75 Ídem. p. 214
58

no aceptados en sí. Les resulta difícil relacionarse interpersonalmente porque


tienen dificultad para ver al objeto completo.

Su lenguaje es incoherente, además de sufrir desorientación espacial y


temporal. Su pensamiento mágico fruto de la desconexión con la realidad les lleva
a profesar creencias divinas y mandamientos mágicos, como si sus objetos
persecutorios fueran buenos y malos separadamente. También dan muestran de
despersonalización a falta de una diferenciación del yo y el no yo.

Aunque algunos mencionan que la psicosis es el resultado de herencia


transgeneracional o por razones orgánicas en este trabajo mencionaremos la
personalidad en la que se da preponderancia a la relación con los objetos que
produce este tipo de conductas. El quiebre en las relaciones con instancias
psíquicas, en los objetos, es producto del fallo en el proceso de narcisización. En
sus móviles inconscientes la culpa es vivida con terror por temor al incesto ya que
el yo externo se torna severo. Una mala vinculación con los padres por ausencia
de éstos o por periodos largos de abandono, o haberse vividos muy
sobreprotegidos o por padres periféricos, con una comunicación doble vinculada.
Otra de las razones es la incapacidad de que la madre o el padre les vieran como
un otro.

En sus mecanismos de defensa, encontramos la escisión con sus rasgos de


omnipotencia ya que en los objetos no hay estructura ni en el yo. La identificación
proyectiva les permite relacionarse por momentos con ellos por la idealización, o
bien alejarse temiendo que le hagan daño. Su disociación les impide que sean
capaces de darse cuenta de que a sí mismos se idealizan y en el caso de “que les
hicieran daño”, su sufrimiento les podría llevar a una depresión profunda.

Al escindirse pueden crear lenguajes o palabras extrañas; sus funciones


yoicas les permiten por ejemplo responder a preguntas difíciles y no a preguntas
fáciles ya que dichas funciones yoicas se encuentran alteradas.

4.4.3 Narcisismo y perversión (pre-estructural)

Es una patología en el terreno de lo sexual no habiendo quién les satisfaga


en su carencia de límites, su conducta es compulsiva destinándola siempre hacia
lo sexual. Estos sujetos buscan causar dolor desconsiderando así al objeto, “el
perverso lleva a cabo lo que en el neurótico lo deja en la fantasía cargado de
angustia”. Como ejemplo tenemos algunos casos de prostitución o las parafilias.

En su etiología la incapacidad de satisfacción y denigración del objeto les


hace depender del mismo objeto. Madres que en la narcisización buscaron su
propio placer
59

En su búsqueda del placer por el placer se vale de un aplanamiento afectivo


haciendo sentir a los demás como usados ya que tienen muy poca capacidad
empática sin responder a las circunstancias como se espera. Hay un cambio de
modo, meta y objeto de obtener placer.

Al no haber una identificación con el padre la niña buscará la reinvocación


de la madre, en cambio el niños buscará la denigración del sexo opuesto aunque
de modo paralelo buscará al padre. Esta ausencia del padre suele evocar a
progenitores ausentes emocionalmente, ya sean violentos, pasivos, en ausencia
física o por alcoholismo y a su vez madres dominantes impositivas, controladoras
o manipuladoras que chantajean en su seducción donde el narcisismo en ambos
manifiesta su falta.

Como ya mencionamos la identificación se desvía libidinizando de otra


manera al objeto, el cual es parcial o escindiéndolo, de esta manera queda fuera
de ellos para atacarle y desearlo proyectando también su Ideal del yo. Otro de sus
mecanismos de defensa es la negación, la cual les protege de su propia
dependencia. Tienden también a justificar sus actos mediante la exigencia de sus
necesidades incomprendidas o su insaciabilidad sexual.

“la elección homosexual de objeto originariamente está más cerca del


narcisismo que la heterosexual” 76

4.4.4 Narcisismo y trastornos caracterológicos (pre-


estructurales)

El trastorno de carácter es llamado así porque son como maneras de ser y


dichas personas ponen excusas al ser así “ya sabes que soy así”. Son
caracterológicos porque la sintomatología está puesta en su carácter. Al
desenvolverse de manera contradictoria dan la apariencia de ser hipócritas.
Buscan un equilibrio entre el yo y el ello pulsional, un yo con un yo perverso laxo.

En el caso de estas personalidades, ellas plantean fallas o falta en la


fundación del yo, en su narcisismo por lo que las fallas también se ven reflejadas
en la fundación del superyó así como irrupciones pulsionales, en estos casos el
infante ya reconoce al otro pero su falla vincular estriba en no haber sido
suficientemente amado o perfectamente amado porque la madre no diferenció que
el bebé es un individuo distinto a ella. Por tanto el superyó responde con
dependencia a la aprobación constante y sentimiento de daño del exterior,
dirigidos hacia él si no se le reconoce.

76 Freud, Sigmund, 26° conferencia. La teoría de la libido y el narcisismo (1917), obras completas
p. 387
60

Entonces en todo trastorno caracterológico el conflicto resulta ser exterior,


al no darse cuenta el sujeto que lo que no se está dando es la propia aceptación,
es decir “de quién no le dio suficiente es de quién espera más pero como no será
así o no se realizará” y esto provoca que el deseo tienda a proyectarse. De ahí
que la dependencia emocional de estas personalidades sea extrema teniendo
como resultado muy poca seguridad en sí mismos con miras de dar extrema
importancia a otras cosas y con ello, pareciera que carecen de sentido común o
poco juicio. Existe en ellos un anhelo, su perpetua búsqueda del objeto parcial les
lleva a relacionarse con los otros de manera hueca, con contradicciones y
volubilidad. Puede ser que en su vida lleven un ritmo muy acelerado que
desencadene su propia ruina, por ejemplo el hacer todo con tal de mantener cierta
apariencia. Además de carecer de espontaneidad.

Como sabemos no hay Trastorno Caracterológico sin falla en la


narcisización aunque podemos encontrar que algunos tienen similitudes con los
rasgos de los neuróticos.

Estas personalidades parecen no tener principios morales por eso también


se les llama patologías del superyó y otros estudiosos plantean a su vez que son
sólo trastornos narcisistas porque sus mecanismos buscan protegerles de la
envidia (kleniana) valiéndose en mucho de la racionalización; parte de sus
discursos son “mis fracasos no se deben a mí”, “yo no le debo nada a nadie”,
generalizando y haciendo teorías como el “mal de muchos consuelo de tantos”
para proyectar sus problemas “no es mi problema, sino tuyo”. Al carecer de un
narcisismo sano, lo más dañado es su capacidad empática ya que tienen fallas en
la integración del mismo, lo que suelen traducir en “yo he hecho todo para que me
ames y tú no me amas”, lo que nos lleva a pensar, según la teoría que quien ha
sido amado como otro, buscará amar así.

Su necesidad de control, control en su comportamientos y en los objetos les


genera rasgos paranoicos muchas veces, ya que es importante lo que los otros
piensan de ellos, y que todo debe concordar como piensa la persona; por su alto
nivel de sufrimiento acostumbran pensar “nadie piensa las veinticuatro horas en
mí”, “no puedo decirle que me lastimó porque le daría armas contra mí”.

El grado de negación y represión a su vez con su idealización de sí mismos


y omnipotencia les impide darse cuenta del conflicto en el que viven, es hasta que
entran en crisis, aunque esto es difícil que suceda, más aún cuando “la vida les da
la razón”, por ello necesitan de una experiencia fuerte o una explosión de vacuidad
para que les caiga el veinte y pidan entonces ayuda.

Otro de los mecanismos de defensa de que se valen es la proyección


porque su sentir de que los demás son los que generan sus problemas al mismo
tiempo les llevan a culparles de lo que les sucede, tratando a toda costa de evitar
el ridículo.
61

Su búsqueda por ser amados se manifiesta según el esquema de Kernberg


en formas de tratar de conseguirlo, ya sea por lástima (Caracteres de Excepción)
o por arrogancia (Los que fracasan al triunfar o Los que delinquen por culpa).

 Caracteres de excepción
 Los que fracasan cuando triunfan
 Los que delinquen por conciencia de culpa

Los Caracteres de Excepción: observamos una sintomatología especial,


un autoconcepto grandioso así como insensibilidad hacia los otros careciendo
como ya lo hemos mencionado de empatía, tienen dificultades en las relaciones
íntimas significativas ya que creen que aman, lo que ignorar es que lo que hacen
es porque realmente no saben cómo es en realidad el amor. Dentro de este
desenvolvimiento donde el Yo ideal se deposita ya sea en su físico o en sus
habilidades, su inteligencia o en su ser “encantador” lo único que podría heri rles
es su vanidad ya que poseen una profunda dependencia de la aprobación y de los
halagos porque su yo está pobremente integrado. Podrían parecer rasgos
sociopáticos sólo que su finalidad no es hacer daño.

La psicodinamia de estas personalidades refleja una relación parcial del


objeto, un yo con fallas de integración, así que si otros piensan algo mal de él
seguramente le afectará. Ya que se utilizan como autorreferencia, todo lo que les
sucede a las personas tendrá que ver con ellos como si se los dedicaran, por lo
tanto la vivencia suele ser de mucho dolor o sufrimiento o llevarlos en su fantasía
de que son lo máximo pero no se les da la valía.

Los sentimientos de vacuidad le son característicos, así como la sensación


crónica de insatisfacción porque algo le falta siempre o no les es suficiente lo que
viven o tienen. Al relacionarse con los otros pareciera que lo hiciera de manera
superficial lo que desafortunadamente para ellos les acarrea que terminen solos y
caer en cuadros depresivos.

Su etiología señala que fueron niños mimados o sobreprotegidos y


alentados por los padres a que crean que “merecen todo” porque los mismos
padres viven o vivieron a través de ellos, de ahí la sensación de vacuidad “vive la
vida de otro” sin diferenciarse del narcisismo parental. La sensación de que no le
interesa el otro es frecuente aunque les lastima que no se les reconozca como si
hicieran lo que hicieran no fuera suficiente. Su superyó es severo, por lo tanto les
resulta necesario pasar o proyectar la culpa a otros. Su envidia, poca gratitud,
insatisfacción e incapacidad de beneficio mantiene perenne ideas de grandiosidad
inconsciente. Para Laplanche su narcisismo es secundario ya que interviene el
amor a sí mismo.

Resulta difícil detectar a estas personalidades en individuos exitosos ya que


cuan más grave es la patología, menos conciencia de enfermedad hay, en el
62

análisis de sus relaciones interpersonales podría detectarse pero usualmente no


se relacionan ya que el conflicto les aleja.

Existen dos tipos de narcisistas y aunque ambos padecen un gran vacío lo


manifiestan de distinta manera. Los arrogantes como “estuches de monerías” son
pedantes pero tienen capacidades y habilidades suficientes para desenvolverse en
su medio. En el caso de los Caracteres de Excepción su modestia busca que otros
los realcen bajo la queja de que “la vida les debe”, planteando siempre un “pero”
que les hace sentir honestos buscando esa perfección de su Yo ideal.

Como bien dijimos todo se manifiesta en mecanismos de proyección ya que


ellos no tienen el problema, son los otros los que les atacan o envidian, no
valorándoles. Su gran habilidad para hacer sentir a los otros culpables de lo que
les pasa provoca en su derredor frustración y alejamiento. Como si lucharan por la
permanencia de la tragedia. Su tendencia hacia la codependencia les lleva a
quejarse de tener parejas enfermas o hijos con problemas, por ejemplo las madres
de hijos hiperactivos o esposos alcohólicos. Kernberg les nombra personalidades
infantiles porque su esperanza es que les adivinen lo que necesitan, piensan o
sufren.

Los que fracasan cuando triunfan: En este caso su sintomatología


plantea una culpa neurótica al llegar al triunfo, donde su propio éxito se ve
saboteado para no derrotar inconscientemente a los objetos de amor, por ejemplo
si un profesionista es hijo de un campesino, en su fantasía se ve así mismo mejor
que su padre siendo más competitivo que él, lo que le llevará automáticamente a
sabotear su ejercicio en la paternidad, por lo tanto creerá que su padre es mejor
padre que él al convivir con sus nietos y así “reparte el botín” que en realidad le
pertenece. Estas circunstancias puede que el sujeto no las vea como posibilidad
de triunfo sino más bien como un cambio de opinión en lo que tiene que ver con su
vida o verse renunciando a algo evadiendo su propio éxito.

En su etiología la rivalidad con el progenitor del mismo sexo no está


resuelta, el antagonismo sexual desde etapas tempranas, en su conflicto edípico,
posee deseos sexuales incestuosos que evidentemente le causan angustia y
temor, por lo tanto e individuo buscará agradarle a dicho progenitor mientras éste
a su vez buscará devaluarlo por temor o angustia a la castración, lo que implicará
que el hijo termine decepcionándolo para así, la culpa tener un escape justificado,
librándose de ella. En esta rivalidad la fantasía de que el hijo supera al padre le
lleva a dedicarle sus fracasos sobre todo al padre del mismo sexo porque el triunfo
es visto como un acto de agresión, por esto sus logros son vividos a medias.

En general estas personalidades han sido hijos de padres fracasados o bien


que desean algo mejor de lo que ellos tuvieron o de lo que no alcanzaron. Su
superyó severo en relación a sus instancias psíquicas repercute en dificultades en
el mantenimiento de la autoestima.
63

Este Trastorno del Carácter, también es llamado neurosis del destino


porque al revisar la historia del sujeto es seguro encontrar repetición y culpa, lo
que en el presente les impide romper el círculo.

Los mecanismos de defensa de que se valen son la escisión porque a los


objetos les ven de manera parcial, teniendo la necesidad de compensar el acto
agresivo de triunfar ya sea racionalmente o anulándole quedando como sujetos
presas del destino como si el fracaso les persiguiera. A ellos “azarosamente no les
toca ganar”.

Los que delinquen por conciencia de culpa: En su sintomatología


buscan el castigo porque su culpa posee una deliberada intención de
arrepentimiento, en sujetos con rasgos más neuróticos su fantasía buscará el
castigo para disminuir la culpa, a diferencia de Los que fracasan al triunfar, Los
que delinquen por culpa ya sienten que han cometido la falta y ellos les lleva a
congraciarse con el padre, los otros no se atreven a atacarle. Son verdaderos
delincuentes o funcionan como “autor material del delito” y aunque parecieran
inocentes o tontos en su historia existen fracasos repetitivos como despidos o
como tal quebrantamiento de la ley.

Cuando poseen rasgos más perversos pueden desarrollar gusto por el


sado-masoquismo, la tortura sería una forma de sentir menos culpa en esta
negociación de dar y recibir el ataque.

En su etiología es importante reconocer la relación ambivalente hacia el


padre ya que existen deseos sexuales incestuosos. Suelen ser hijos maltratados,
por ejemplo el caso de una familia en la que el padre es adicto y violento y la
madre abnegada y golpeada, el infante podría reaccionar tratando de defenderla
pero ella le enseña que el agresor es su padre y no debe hacer nada, el niño así
podría elegir entrar en una banda callejera. Cuando delinquen se exponen a la
vista del otro, arriesgándose para recibir el castigo propio a la culpa por dañar al
padre o su íntimo deseo de destruirlo.

Por otro lado al no tener la capacidad de agradecer les vuelve de cierta


manera antisociales y vivir al margen de los demás ya que en ellos existe envidi a y
coraje hacia el bienestar de los otros, su narcisismo afectado al reconocer a los
otros poseedores de lo que desean les lleva cortar de tajo la posibilidad de dar y
recibir de igual manera.

Sus mecanismos de defensa buscan escindir dicha envidia en la anulación


del otro tratando de arruinarle desafiando siempre en busca del castigo. Podemos
observar otros mecanismo, la proyección reactiva, por ejemplo en el caso de niños
entre los tres y cuatro años que sueñen que se muere su madre, no lo dirán pero
de pronto se comportarán más cariñosos. La disociación de su culpa tiende a
llevarlos a pensar o decir “lo hice porque tengo necesidad, el país no nos ayuda”
negando que su propia conducta les impedirá la aceptación en la sociedad,
64

cerrando el círculo quedando de antemano marginados y no aceptados, lo que les


llevará retroalimentar su odio y deseo de ser castrados.

En este Trastorno del Carácter podemos diferenciar algunos rasgos que


podrían confundirse con la sociopatía por el hecho de delinquir y desear romper
las reglas. La personalidad sociopática manifiesta el deseo de manipular como
intención, siendo el sujeto consciente de sus actos, a diferencia de los que
delinquen por culpa porque éstos no se dan cuenta, como si se traicionaran a sí
mismos y en ellos la formación de compromiso uniera el deseo con la culpa. Los
perversos actúan lo que los neuróticos reprimen, en el caso de los que delinquen
por culpa con rasgos más neuróticos fantasearán con cometer delitos, una
fantasía que no se llevará a cabo. Pero en la negación del conflicto psíquico el
conflicto puede actuarse en un “acting”.

4.4.5 Narcisismo y personalidades infantiles (pre-


estructurales)

En su sintomatología encontramos mucha inmadurez a la vez que


dependencia. La superficialidad en su conversación nos muestra la poca o nula
introspección que tienen, son más bien reactivas. Su deseo de querer llamar la
atención les hace parecer teatrales o escandalosos, lo que también puede
hacerles parecer absurdos. Se generalizan por ser muy demandantes al mismo
tiempo que no pueden involucrase emocionalmente “son como niños que no
saben lo que quieren”.

Otra característica interesante es que se niegan aceptar el paso del tiempo


por ello parecen, a pesar de ser adultos y productivamente funcionales, adultos
que en sus fiestas de cumpleaños piden que les traigan payasos y piñata.

En su etiología encontramos una idealización del propio yo así como


incapacidad para sentirse satisfechos, su insaciabilidad les hacer parecer que
nunca llegan a saber qué es lo que buscan o desean inclusive teniendo fallas en el
control de sus impulsos.

En sus relaciones, los objetos no tienen indiferenciación entre lo interno y lo


externo, por tanto la envidia que les provoca que otros tengan lo que ellos no, les
lleva a denigrar a esos otros sin poder distinguir en su demanda lo que esperan de
las personas que les rodean de lo que esperan de sí mismos.

Pueden llegar a confundirse con Trastornos Limítrofes aunque estos últimos


se identifican con mayor facilidad pues tienen rasgos psicóticos donde su
omnipotencia suele ser proyectada a objetos fuera de ellos en forma de
alucinación, lo que no sucede en Personalidades infantiles.
65

En sus mecanismos de defensa la justificación de sus actos es constante,


por ello las personas suelen criticarles de ser necios al querer tener la razón tanto
lo que piden como en lo que hacen. Se valen de la negación para argumentar que
lo que necesitan se les es negado esperando que se les cuide y comprenda, y de
la compensación tratando a sus propios hijos como niños a pesar de que sean
adolescentes o adultos, regalándoles muñecos de peluche o jugando con ellos.

4.4.6 Narcisismo y la personalidad limítrofe (pre-


estructurales)

En primera instancia se caracterizan por tener confusión entre su mundo


interno y externo. Según Kernberg su difusión de identidad se debe a dos o más
relaciones objetales parciales escindidas, por ello su conducta parece alterada y
su narcisismo se mantiene en un primer momento, en el cual aún no reconoce a
los otros como parte diferenciada de sí mismos. Su conservación de la prueba de
la realidad que sí alcanzan a tener les permite diferenciar al sí mismo del no
mismo respecto de los estímulos y percepciones, en su conducta y sus
pensamientos con relación a las normas sociales por momentos. Presentan algo
del trastorno histriónico, antisocial, paranoide y esquizoide según el DSMIV.

“En síntesis el sí-mismo grandioso compensa el general


“debilitamiento yoico” producido por las defensas primitivas comunes a las
personalidades narcisistas y los pacientes fronterizos.” 77

Su emocionalidad es intensamente afectiva por lo que pueden hacer


berrinches, mostrarse deprimidos, muy aburridos, iracundos o ansiosos sobre todo
si la angustia paranoide le evoca su sensación de vacuidad. Pueden tener
episodios francamente depresivos pudiendo actuar el suicidio. Tienden a ser
impulsivos en sus relaciones interpersonales devaluando o sobrevaluando a los
que les rodean. Sus reacciones son desproporcionadas a cosas cotidianas o
simples. También mantenerse hostiles hacia el erotismo

Temen profundamente la soledad o la lejanía pero también temen la


cercanía porque se sentirían atrapados emocionalmente, su distancia es medida
en este juego donde objeto queda parcializado. A dicha cercanía las
Personalidades Limítrofes con rasgos paranoides se muestran sensibles al
cambio; por otro lado con rasgos esquizoides, ya sea alejada o fantaseada la
cercanía la creen estrecha; en el caso de personalidades antisociales,
hipomaniacas o como sí, a esa cercanía la fingen.

77 Kernberg, Otto, Desórdenes fronterizos y narcisismo patológico, España, Ed. Paidós Ibérica,
S.A., 2005, p. 240
66

Su etiología es circunstancial, encontramos hogares inestables o rotos,


bebes enfermizos con varias intervenciones. Inconsistencia en los afectos y
objetos de amor una que muchas veces guardan una madre buena interiorizada
con temor al incesto. La ausencia de un objeto que les invista libidinalmente de
manera constante permite que la irrupción de lo pulsional inconsciente parezca
“masivo”. También encontramos historias de carencias ambientales reales o la
vivencia de discriminación de los padres. Vidas llenas de constante contradicción
o contradicción de los padres en el trato con los hijos con límites difusos o volubles
o inclusive padres doblevinculares.

Su paranoia por el objeto constante provoca que haga una liga cercana y
profunda por temor y necesidad con un objeto necesitado y temido al que vigila
constantemente para tener cierta constancia por temor a la pérdida y a la traición.
Su rabia contra objetos persecutorios proyectados en el exterior hacen que
desarrollen delirios paranoicos llegando a tener reacciones violentas y/ o
destructivas hacia alguien ya que todo lo toman como si les fuera dedicado
respondiendo abruptamente. Y a diferencia de los neuróticos no generan culpa.
También pueden ser simpáticos y agradables con un optimismo exagerado.

Su tendencia a escindir, devaluar o idealizar a los otros se debe a que


posee defensas muy primitivas donde sus mecanismos de defensa arrojan hacia
fuera lo que no pueden tolerar dentro ya sea viviéndolo como una alucinación o
como algo que no reconocen y se vea o se sienta extraño en comparación con su
noción de la realidad. Por otra parte su omnipotencia les impide relacionarse de
manera saludable con los otros ya que escinden o niegan en sus actos para evitar
la confrontación.

Los pacientes narcisistas con un nivel fronterizo, menciona Kernberg:

“se caracterizan por su gran intolerancia a la ansiedad, falta de control


sobre sus impulsos en todas las áreas, una llamativa ausencia de canales de
sublimación, tendencia al pensamiento del proceso primario muy notorio en
tests psicológicos y gran propensión a desarrollar una psicosis
transferencial.”78

4.4.7 Narcisismo y la personalidad sociopática (pre-


estructurales)

En su sintomatología parecen explotadores ventajosos o abusadores


valiéndose de su inteligencia aunque algunas veces se muestran como tontos
para lograr su objetivo ya que suelen ser egocéntricos uniéndose a los demás con
lazos de complicidad. Reconocen las reglas o las normas pero gozan de no

78 Ídem., p. 237
67

respetarlas conscientes de que pueden causar daño ya que carecen de superyó,


es aquí donde recaemos en la falla del narcisismo primario a no acceder a
reconocer al otro para negociar en el dar y el recibir, ellos permanecen con la
expectativa de recibir porque lo merecen y porque son especiales.

Son seductores inclusive teatrales en su trato pues logran engañar o


convencer a los que les rodean que tienen la razón en sus actos o propuestas
para sacar beneficio propio, lo que también puede provocarles cierta frustración si
sus planes no resultan como lo esperan.

En su etiología encontramos que poseen un yo fragmentado por lo que no


sufren ni sienten coraje, no poseen superyó que les genere culpa, aunque sí
buscan hacer daño. El tipo de envidia que poseen es muy primitiva e inconsciente
después de todo son como los bebés a los que les han de saciar todas sus
necesidades a falta de límites y castración.

Este trastorno surge en la adolescencia habiendo crecido en ambientes


sociópatas donde todo es justificable a falta de límites. Otra manera de
desarrollarse esta patología es que no se hayan identificado con los padres.

Usan la escisión vinculándose a través del engaño, aislando su afecto o


escindiéndolo para poder llevar su vida sin problemas ni culpa, al mismo tiempo
que se valen de la negación por lo que sus actos parecen salir de mentes
malignas o malvadas mientras que estos individuos no le ven así, no lo sientes
así. Utilizan la represión para no confrontar la envidia inconsciente compensando
sus modus operandi en favor de otros “es necesario hacer guerra para librar a los
pobres de sus dirigentes y así nosotros seremos sus libertadores - quedando de
por medio ganancias económicas -”, o bien “por supuesto que al ser usted mi
terapeuta le haría un descuento por matar a quien le haga daño” lo que al intentar
seducir le mantiene al margen de su propia agresión y envidia.

4.5 Trastorno narcisista

El miedo a la fragmentación está presente, el yo no puede ser fortalecido


por el exterior puesto que éste se vive amenazante, el ideal del yo no posee una
importancia destacada por la íntima relación con el exterior, así pues las pulsiones
se instauran en ese débil yo, manteniéndolo paradójicamente como un yo ideal,
idealizado para no perderlo, para defenderlo “falsamente” del exterior. Esto
traducido en conducta, son personas que se muestran especialmente sensibles a
fracasos o frustración de las metas propuestas.

Sin embargo, las pulsiones que invisten libidinalmente ese yo no son


suficientes, de hecho son escasas, por ello, el sujeto narcisista tiene la necesidad
de los objetos, que vive como parciales, procura recurrir a los que vive como
68

buenos, en tanto que éstos alimentan su necesidad de ser amado y admirado,


esperan estas gratificaciones que él mismo es incapaz de procurarse, aunque no
interactúa emocionalmente, justo por esa limitación a esa totalización del objeto,
pues siempre le atribuirán algo “malo”, amenazante. Hornstein nos explica cómo
se traduce en conductas estas ideas:

“Tienen dificultades para reconocer los deseos y los sentimientos de


los demás. Hablan de sus propios intereses con una extensión y detalle
inadecuados. Su objetivo es no depender de nadie, no atarse a nada.” 79

“hemos conocido que los autorreproches con que estos melancólicos


se martirizan de la manera más inmisericorde están dirigidos, en verdad, a
otra persona, el objeto sexual, a quien han perdido o se les ha desvalorizado
por culpa de ella. De ahí pudimos inferir que el melancólico ha retirado, es
cierto, su libido del objeto, pero que, por un proceso que es preciso llamar
<<identificación narcisista>>, ha erigido el objeto en el interior de su propio
yo; por así decir, lo ha proyectado sobre el yo.” 80

Balint ejemplifica a las personas narcisistas de la siguiente manera:

“Aunque el interés de éstas se concreta en su yo -o en su sí-mismo,


para emplear el término de Hartmann- y aunque aparentemente tienen muy
poco amor que dar a la gente, los llamados narcisistas son cualquier cosa
menos seres seguros e independientes; tampoco se los puede considerar
estables, equilibrados o autosuficientes. Por lo general, son sumamente
sensibles cuando el ambiente no los trata como ellos esperan ser tratados;
se sienten fácilmente ofendidos y chocados, y esas ofensas se enconan
durante largo tiempo.”81

Por otra parte en la perspectiva de la psicología del yo, Kohut define a los
pacientes narcisistas sufren perturbaciones en el self o en los objetos arcaicos del
self, los cuales son vividos como parte del self. Estos objetos narcisisticamente
catectizados dimanan económicamente, dos consecuencias: en primer lugar, la
vida adulta se ve empobrecida por la inversión en antiguas estructuras y, la
segunda es que las actividades adultas se ven estorbadas por la intrusión de
estructuras y reclamos arcaicos.

“el narcisismo, dentro de mi perspectiva general no se define por el blanco


al que apunta la investidura instintiva (es decir, por el hecho de que sea el propio
sujeto u otras personas), sino por la naturaleza o calidad de la carga instintiva.”

79 Hornstein, Luis, óp. cit., pp. 15-16


80 Freud, Sigmund, 26° conferencia. La teoría de la libido y el narcisismo (1917), obras completas,
p. 389
81 Balint, Michael, óp. cit., p.71
69

Algunas características físicas de estos pacientes pueden ser la tendencia a


la vasoconstricción, dificultad para conservar el calor en la piel y vulnerabilidad a
los resfriados.

La propuesta de Kernberg es la que mejor destaca las características de


estos trastornos.

La interacción de estas personas con otros implica una referencia a sí


mismos de forma inusual, su “forma de ser” habla de la gran necesidad de ser
amados y admirados esto presenta una clara contradicción ya que por un lado
poseen un concepto muy elevado de sí mismos y por otro una desmedida
necesidad de admiración por parte de los objetos.

Los narcisistas presentan un comportamiento altivo, grandioso, y


controlador, que es una defensa contra su vivencia paranoica, esto es que
procuran que los otros no se den cuenta de su inseguridad ante lo externo, que no
los viven como amenazantes, en otras palabras, que procuran no denotar ningún
tipo de vulnerabilidad frente al exterior, de ahí que podamos observar que sus
relaciones son muy primitivas, es decir, parciales e intensas.

Una forma de no mostrar vulnerabilidad es no expresando emociones o


sentimientos, sin embargo no es que solo lo quieran sino que su yo difuminado no
puede controlar la intensidad que éstos implican, es decir, no tienen una instancia
que les permita decodificar las representaciones de alegría, tristeza, cólera,
respeto, etc. Esta instancia es una propiedad de ese yo mal estructurado y de una
introyección inadecuada de la libido de los padres. Los narcisistas no presentan
capacidad de postergación, están alejados del principio de realidad, tienden a la
descarga inmediata por ello es que sus sentimientos y emociones se presentan,
como dice el autor, en rápidos destellos para dispersarse inmediatamente. De ahí
que no nos extrañe que no puedan comprender o decodificar las emociones y
sentimientos de los otros y busquen alejarlos. Kernberg comenta los principales
mecanismos de defensa que le permiten al narcisista defenderse de estos
“ataques”:

“La presencia de contradicciones extremas en su concepto de sí


mismos es a menudo la primera evidencia clínica de su severa patología
yoica y superyoica... Predominan en ellos mecanismos de defensa primitivos
como la disociación, la negación, la identificación proyectiva, la
omnipotencia y la idealización primitiva… Su capacidad de controlarse en
situaciones angustiantes impresiona a primera vista como si tuvieran
tolerancia a la ansiedad, pero dicha tolerancia la obtienen a costa de
incrementar sus fantasías narcisistas.”82

Kernberg, como otros autores, afirman que estos desórdenes, son


originados por una mala estructuración del superyó, es decir de una afectación

82 Kernberg, Otto, óp. cit., pp. 206, 207


70

perceptual del yo ideal y del ideal del yo. Expliquemos esto con más detalle: ante
la parcialización del objeto, que por distintas causas ha prolongado, no logra
introyectar ciertas normas o “formas de vida” de su entorno, trayendo como
consecuencia una falta de aspiración o meta, aunque esta necesidad se presenta
de cualquier forma, así pues, al no encontrar en lo externo un objeto que pueda
representar esta necesidad, la energía se mantiene en el sí-mismo, no sale; este
es el punto en donde se torna patológico ya que esta libido enaltecerá al sujeto
hasta formas inimaginables. En la fantasía, el sujeto se vive grandioso,
omnipotente pero también encuentra partes inaceptables, partes que no tolera y
mediante el mecanismo de identificación proyectiva, las deposita en el objeto
parcializado, estableciendo de esta manera un rechazo del mismo, - pues él tiene
lo malo y no yo- como lo diría el sujeto narcisista.

“La normal tensión entre el sí-mismo real por una parte, y el sí-mismo
ideal y el objeto ideal por la otra, queda eliminada por la constitución de un
concepto inflado de sí mismo, en cuyo contexto el sí mismo real, el sí mismo
ideal y el objeto ideal se confunden. Al mismo tiempo, los remanentes de las
propias imágenes inaceptables son reprimidos y proyectados en los objetos
externos, que son desvalorizados.” 83

Las representaciones que viven en el psiquismo del sujeto son netamente


idealizaciones del sí-mismo, otro tipo de representaciones se presentan como
meras sombras, restos, pero también como enemigos que buscará expulsar para
lograr una representación perfecta, omnipotente, autónoma, autosuficiente, etc.
Esto será mediante la identificación proyectiva primordialmente. Sin embargo esta
meta no es posible, ya que esas sombras, que aparentemente son inofensivas,
producen en la psique del sujeto un sentimiento de minusvalía, el sujeto ha
introyectado figuras amenazantes y eso que persiste en su psiquismo ataca al yo,
devaluándolo, de ahí que busquen la admiración del exterior.

“Los vestigios manifiestos de las primitivas imágenes de sí mismo del


paciente llegan a ser indistinguibles de los vestigios indefinidos de las
imágenes objetales desvalorizadas. Este tipo de autoconcepto desvalorizado
se observa sobre todo en los pacientes narcisistas que tienden a dividir el
mundo en personas famosas y ricas y personas despreciables, inútiles y
mediocres.”84

Kernberg afirma que la estructuración del sí-mismo del narcisista es la


fusión del sí-mismo real, con el sí-mismo irreal, que es la representación
deformada, y del objeto irreal que también es una deformación. Con esto
demuestra que el narcisismo patológico no se limita a una mera fijación en una
etapa infantil o pregenital sino que es la conformación defectuosa de las instancias
psíquicas.

83 Ídem. p. 208
84 Ibíd. p. 210
71

Como vimos con Klein y que Kernberg retoma, la envidia es una instancia
necesaria en las etapas más tempranas del sujeto sin embargo en las
personalidades narcisistas encontramos también, una prolongación de este
sentimiento, es decir, viven condenados a no valorizar al objeto pues temen
desear o envidiar, elemento que los devalúa a sí-mismos y además los frustra.85
Es por ello que también estarán alerta ante cualquier reacción del objeto, el
conocimiento de su alrededor es básico para su permanencia, para aparentar
fortaleza, se encuentran permanentemente en la posición esquizo-paranoide, y no
logran entrar a la depresiva, que les permitiría totalizar al objeto.

Kernberg coincide con la mayoría de los autores que hablan sobre el


narcisismo patológico, en que las personas narcisistas se caracterizan por una
desmedida centralización en sí mismos, una capacidad de adaptación
86
admirable , sin embargo sus representaciones internas no se encuentran bien
delimitadas lo que afecta su relación consigo mismos y con las personas que le
rodean. Poseen ambiciones excesivas, inalcanzables, fantasías omnipotentes que
esconden un gran sentimiento de inferioridad y de dependencia a la admiración y
sometimiento de los otros. Tienen un gran vacío que buscan llenarlo de éxito, de
gratificación como riqueza, poder, belleza y no relacionándose empáticamente con
los seres que le rodean. Kernberg dice:

“Quizá mi descripción difiera de la de Kohut en la importancia que


asigno a la patología de sus relaciones objetales internalizadas, así como a
la presencia de una crónica e intensa envidia y de las defensas contra la
misma, en especial la desvalorización, el control omnipotente y el
retraimiento narcisista, como características sobresalientes de la vida
emocional de estos pacientes.” 87

Kernberg establece puntos dinámicos que comparten los trastornos


narcisistas, los desórdenes fronterizos y la psicosis. Los principales mecanismos
de defensa son la escisión o la disociación primitiva lo que trae como
consecuencia un yo poco estructurado, es por ello que la constante contradicción
entre las fantasías de omnipotencia y la devaluación de su sí-mismo coexisten a
pesar de su contradicción, pues el principio de realidad es escaso. La
identificación proyectiva es por excelencia el mecanismo de las personas
narcisistas; la idealización también es característica de estos trastornos, pues
establece a su yo como ideal devaluando el exterior e impidiendo formar
aspiraciones. La constante regresión a etapas pregenitales, en especial la oral y
con ello los impulsos de agresividad y la envidia son omnipresentes en estas
personas.

85 El tratamiento, como veremos más adelante, en las personalidades narcisistas es provocar una
frustración que cada vez sea más tolerable, puesto que la culpa que introduce la castración se
ausenta, quizás lo más que existe en estas personas es la vergüenza, el miedo al ridículo, así pues
provocar la frustración y apoyar su tolerancia en el sujeto es una de las mayores aspiraciones del
terapeuta.
86 Y de hecho se encargan de hacerlo notar
87 Kernberg, Otto, óp. cit., p. 236
72

Sin embargo también menciona la principal diferencia entre esta


clasificación:

“La diferencia entre la personalidad narcisista y la personalidad


fronteriza es que la primera posee un concepto de sí mismo integrado
aunque patológicamente grandioso… refleja una condensación patológica
de ciertos aspectos de sí-mismo real (el carácter especial del niño ratificado
por sus tempranas vivencias), del sí-mismo ideal (las fantasías e imágenes
de poder, riqueza, omnisciencia y belleza con que el niño trataba de
compensar la severa frustración, la rabia y la envidia orales) y del objeto
ideal (la fantasía de una figura parental infinitamente benigna y amante
opuesta a la vivencia real del niño; en otras palabras, el sustituto del
desvalorizado objeto parental de la realidad).” 88

Las formulaciones teóricas de Kernberg sobre la conversión del narcisismo sano


en patológico son:

a) Es la regresión o fijación a un narcisismo infantil, que es normal, esto claro, si el


adulto fuese niño. Esto lo menciona a partir de las resistencias que ha notado en
el tratamiento.

b) La escisión del sí-mismo que impide la totalización del objeto y provoca el


conflicto entre amarle u odiarle. Además de que las representaciones primitivas
están distorsionadas lo que impide un desenvolvimiento en el exterior. La envidia,
agresión y amenaza de destrucción se torna imperiosa en las relaciones.

c) El establecimiento de un superyó adecuado, es decir, ni muy punitivo ni muy


laxo es vital para estructurar un narcisismo sano. El trastorno difiere de un
narcisismo sano en que este último no se limita a fijaciones pregenitales sino
también incluye el cambio del yo ideal a un ideal del yo propiciado por el exterior
quien a su vez ayudará, en las primeras etapas de la vida, a regular y enfrentar los
estímulos intensos que el infante por sí solo no podría. Esto es que le ayudaría a
estructurar un psiquismo bien delimitado y capaz de tolerar la frustración.

La característica fundamental y común en estos tres puntos es que el autor


resalta que es imposible hablar de un narcisismo patológico si no se toma en
cuenta el medio en donde se ha desarrollado el sujeto, cómo son sus relaciones
objetales, pero tampoco se debe descartar la parte interna, el cómo son las
representaciones de los objetos internalizados en etapas tempranas. De esta
manera podremos establecer la etiología y las fallas en cada paciente.

En el primer punto marcamos un narcisismo infantil normal que se vuelve


patológico si se sigue usando en etapas adultas o genitales. Pues bien,
retomemos esto y ahondemos en este sutil paso de lo sano a lo patológico.

88 Ídem. p. 237
73

La fantasía de omnipotencia en el niño es una defensa contra la angustia y


la intrusión de estímulos que no es capaz de condensar, busca controlarlos. En los
adultos esta fantasía tiene menos sustento pues debería asumir que los objetos
también poseen cierta autonomía. El acting constante e intenso del niño ante la
aprobación o reprobación, incluso la indiferencia, se presenta a la par que
sentimientos de gratitud y reparación, pues es justo en la etapa que pasa de la
parcialización a la totalización del objeto. En el adulto esto se hace imposible,
pues no tolera su dependencia de los objetos, pero a la par teme la separación, es
decir, no ha elaborado el proceso de totalización. Las exigencias de protección
ante la intrusión de estímulos, es una necesidad real en el niño, en el caso de las
personalidades narcisistas éstas son accesorias pues la realidad es el deseo de
destrucción del objeto internalizado que vive como amenazante. La calidez e
interés auténtico hacia los objetos, que presenta el niño a pesar de su fantasía
omnipotente, no está presente en el paciente narcisista. Todas las conductas
narcisistas de un infante tienen el objetivo de ser amado, de ser auxiliado,
reconocido, valorado, en cambio en el sujeto narcisista su conducta se limita a ser
reconocido o admirado por ser único.

La causa por la que el narcisista no se perdona errores, sentir vergüenza o


quedar en ridículo es por cómo se instaura el superyó. En el caso de las
estructuras neuróticas las representaciones de las figuras primarias deben
integrarse en el ideal del yo y posteriormente formar el superyó en base a estas
aspiraciones que se han instaurado. En las personalidades narcisistas las figuras
primarias que son introyectadas se condensan con el yo, hasta ahí está bien, sin
embargo las partes inaceptables de éstos son las que establece como el superyó,
así pues la línea que divide el yo y el superyó queda desvanecida en ciertas áreas
pues la energía de las instancias que entran en juego no se divide sino que fluctúa
constantemente pero sin ninguna represión o límite, e esta forma el superyó se
muestra amenazante, extremadamente punitivo, esto lo proyecta en los objetos y
al quedar en una situación incómoda o embarazosa la reprobación no es del
exterior, sino del propio sujeto que se autocastiga, pero a la vez como su yo ideal
es omnipotente no lo tolera y es así que lo proyecta, aunque este intento de
protección siempre será fallido (de ahí la frustración).

El superyó que se estructura en los pacientes narcisistas es sumamente


primitivo por ende es intensamente sádico, de ahí que no se permitan tener ningún
tipo de falla. En la estructuración sana la construcción también depende del ideal
del yo, así pues se forjan metas alcanzables y se tolera la frustración, o el fracaso
hasta cierto punto, además tomemos en cuenta que también posee otras
herramientas para tolerar la ansiedad que estas fallas provocan. En el caso de los
narcisistas al no haber una transición clara del yo ideal al ideal del yo, lo antes
mencionado no es posible. Por ello, Kernberg concluye que el trastorno narcisista
no se limita a la simple fijación en estadios tempranos sino al desarrollo patológico
de las principales instancias psíquicas.

Fiorini también destaca distintos aspectos del trastorno narcisista y


establece nueve puntos principales para diagnosticar una persona narcisista. A
74

continuación explicaremos estos diez puntos brevemente, ya que se muestran


como un excelente resumen de las consideraciones anteriores:

1.- Problemática centrada en el sí-mismo

Estas personas muestran preocupación continua por delimitar o definir su


identidad, elemento que se complica por la imposibilidad de cohesionar su psique
como lo hemos mencionado con otros autores.

Al buscar la constante aprobación de los demás en distintos conceptos


buscan sobreadaptarse para que se les reconozca como perfectos dentro de ese
entorno, sin embargo, al tratar de adaptarse a todos estos medios lo que obtiene
es una gran confusión, muestra de su inestabilidad interna. Ante tantos estímulos
distintos lo que encuentran no es una definición de su sí mismo sino su alteración
y dificultad para delimitarse, presentan también, una inestabilidad debido a que
buscan agradar al otro y se basan en los juicios de éste, un objeto que cambia
constantemente y valora por distintos puntos, puntos que en muchas ocasiones
son contradictorios de un contexto a otro, por lo tanto en el sujeto lo que provoca
es una gran confusión y falta de coherencia y congruencia, intensificando su
angustia ante la desaprobación y el castigo que su superyó primitivo le procura por
no tener todas las respuestas esperadas de lo externo.

2.- Preocupación por el saldo que en términos de identidad y estima de sí


pueda resultar de toda interacción con los otros

La preocupación que muestra ante el juicio de los demás provoca


confusión, como lo mencionamos en el párrafo anterior, así pues se condena a no
poder definirse y a que los objetos ante su respuesta fallada lo abandonen no
procurándole la energía que requiere para sobrevivir.

3.- Angustia centrada en la ubicación de esos resultados interaccionales


con los otros, en términos de responder a un yo ideal o al absoluto opuesto, el
negativo del ideal

El sujeto narcisista es radical en sus juicios, no solo no tolera los puntos


medios o graduales, sino que no concibe su existencia o todo es bueno o todo es
malo (la parcialización en Klein), por ello uno de los mecanismos por excelencia es
la escisión que no le permite totalizarse para así adquirir una identidad. Sus
relaciones de objeto están basadas en un yo ideal, el cual fluctúa incansablemente
entre “todo lo bueno me pasa a mí” y “todo lo malo me pasa a mí” sin conseguir un
equilibrio. Es lo que distintos autores han mencionado como narcisismo positivo y
narcisismo negativo. Ante este segundo el sujeto se muestra más intolerable por lo
que puede refugiarse en un aislamiento, situación que de cualquier forma le
provoca angustia.

4.- Alteraciones en la percepción y en la configuración de una imagen del


propio cuerpo
75

La conducta “camaleónica” que muestran los sujetos narcisistas con el


objetivo de ser aceptado en los distintos círculos en los que se desenvuelve, ese
tener que saber y ser todo, pero de verdad todo, tiene repercusiones en lo físico,
la falta de límites en su psique provoca una deformidad en su cuerpo, deformidad
que no necesariamente tiene que ser mala, pero difícilmente aceptarán fallas
físicas como sobrepeso, estrías, arrugas, etc., fallas que además vive como
ajenas a su sí-mismo y las reprueba. La fantasía de perfección y que por tanto
expulsa o proyecta no siempre inviste al objeto sino que se queda en el cuerpo del
propio sujeto, es por ello que jamás estarán a gusto con el físico encontrarán el
más mínimo detalle que tenga que reparar, y repetirá esto constantemente hasta
que logre el físico perfecto, cosa que es imposible. Lo que en la dinámica psíquica
no puede elaborar lo proyecta en el cuerpo, su cuerpo habla de esta incapacidad
de definirse y de adquirir identidad.

5.- Frecuentes temores hipocondríacos

Al traducir su conflicto psíquico en lo físico no es extraño que se muestre


una fantasía de su cuerpo real como frágil y débil. Los “defectos” que muestra su
cuerpo procura vivirlos como ajenos, justificado con su fantasía de omnipotencia,
de ahí que éstos sean atribuidos a agentes externos, virus, bacterias, en fin,
elementos externos que buscan dañarle y más aún, que lo están logrando.

6.- Reiteración en la demanda de modos primarios de vinculación, de


dependencia patológica

Las fijaciones en etapas tempranas, pregenitales que el sujeto ha sufrido


impiden el paso al proceso secundario, que brinda cierta autonomía y
herramientas para tramitar los constantes estímulos externos, al no tener esta
capacidad, los sujetos narcisistas, buscan relacionarse con personas que
considere capaces de brindarle el auxilio que no recibió cuando niño, es lo que
Kohut menciona como imago parental idealizada. Las exigencias que deposita en
estos objetos son excesivas, demandantes en extremo, de ahí que muchas veces
se alejen y el sujeto lo “reviva” como abandono. Cuando existe la respuesta a
estas demandas, el sujeto establece una relación de intensa dependencia de
forma patológica pues recordemos que su sí-mismo vive a estos objetos como
extensiones propias alimentando la confusión entre su yo y el no-yo. Además
aunque dependa de estos objetos, la envidia y la agresión no queda de lado, por
ello todo lo que le provoque placer lo retendrá pero lo displacentero lo proyectará
en éstos y de una u otra forma los alejará.

7.- Ansiedades vinculadas con objetos sexuales parciales, pregenitales, a


menudo integrados en fantasías perversas y consecuentes dificultades en el plano
de la sexualidad genital adulta.

La libido de los sujetos narcisistas se fija en etapas pregenitales, sobre todo


en etapas orales y anales. El primero se traduce en una voracidad en exprimir
hasta el último esbozo de energía positiva de los objetos y expulsar la energía
76

negativa que posee siempre anteponiendo en su discurso el “yo”, “yo soy”, “yo
quiero”, “yo…”. De la misma forma se traduce en el segundo caso, manteniendo la
constante de que todo gira en torno a él.

La genitalidad le causa mucha angustia pues la vive como intrusiva, se


siente vulnerable, el objeto ha pasado la barrera que él ha creado, representa la
fusión que no tolera pero a la vez no puede abandonarla, por ello se planta en
fases pregenitales en donde el objeto es manejado o controlado, por lo menos en
la fantasía, y no le da calidad de sujeto, Así pues el narcisista saciará sus
necesidades y una vez logradas desechará al objeto. Fiorini reafirma esto y las
ideas presentadas en ideas anteriores:

“La estructura de la conducta es en el trastorno narcisista, de


predominio pre-edípico: el conflicto es diádico, la problemática nuclear no es
la del falo-castración y sus fantasmas, sino la de la existencia de un sí
mismo o su disolución ya en la dependencia fusional, ya en su quiebra.” 89

8.- Pensamiento confusional

La escisión marcada en los pacientes narcisistas marca una relación con el


exterior parcializada. La fantasía de fusión y miedo a la separación que el sujeto
actúa y repite compulsivamente, impide una delimitación entre su yo y el no-yo por
lo que su percepción se ve afectada.

9.- Depresiones

En las relaciones con los objetos de los narcisistas, la agresividad está


omnipresente, busca destruirles, ante esto los objetos abandonan al sujeto, este
abandono es vivido, por el sujeto como intolerable, puesto que significa una
separación de su sí-mismo, la agresividad entonces, se torna a él mismo
provocando ansiedad y depresión por la pérdida que además él mismo provocó.

10.- Dificultades en el registro empático de sí y de los otros.

El sujeto narcisista se relaciona con los objetos sólo en base a sus propias
necesidades, de satisfacción, no muestra un interés auténtico en la subjetividad de
los otros. De tal manera que es incapaz de mostrar empatía, como lo menciona el
autor:

“Empatía supone poder salir de la perspectiva del sí mismo,


abandonar momentáneamente su vigilancia, para captar todo desde otra
perspectiva. Esto resulta muy difícil.” 90

89 Fiorini, Héctor Juan, Estructuras y abordajes en psicoterapias psicoanalíticas , Argentina, Ed.


Nueva visión, 1993, p. 112
90 Ídem. p. 116
77

La dificultad del sujeto narcisista se justifica ante su incapacidad de


separarse y ser autónomo aunque, en teoría esto es lo que muestra en el entorno,
actúa una independencia intensa, no expresa su necesidad de arraigo, de
“querencia”, sin embargo estos intentos son fallidos, pues su base estructural
recae en la fusión del sujeto-objeto, esto es que vive a los objetos como extensión
de sí-mismo y ante ello no es capaz de brindarle subjetividad al objeto lo que
impide que se ponga en el lugar del otro.

Así pues hemos visto las diferentes perspectivas de los autores sobre el
trastorno narcisista como autónomo, así como también las repercusiones que
tienen las fijaciones en etapas pregenitales y la mala estructuración de un
narcisismo sujeto al proceso secundario en las diversas patologías.

Los autores muestran similitudes en estas personalidades narcisistas, como


el mecanismo de la escisión, las fantasías omnipotentes, la falta de empatía,
miedo a la separación pero incomodidad ante la fusión o dependencia, fijaciones
intensas en etapas pregenitales, entre otras.

Presentan también diferencias en cuanto a la estructuración, Por ejemplo


Freud basa esta estructuración en la resolución del Edipo, mientras que los otros
lo llevan a un nivel predípico, Balint incluso más atrás en el ámbito de la creación.
Otra diferencia es el reconocimiento de la presencia de objetos desde los primeros
días de vida del sujeto. Kohut resalta la importancia biológica en el proceso de
precepción de los objetos, y Fiorini resume en diez puntos toda la base etiológica y
conductual de estas personalidades.

Ante estas perspectivas de los sujetos narcisistas, el psicoanálisis se ha


visto en la necesidad de encontrar nuevas formas de intervención, los mismos
autores presentan diferentes propuestas que, en base a su experiencia, les han
servido, obteniendo resultados satisfactorios, aunque no en su totalidad. Para
estos modelos de intervención que han innovado y revolucionado en muchos
aspectos la técnica tradicional hemos de dedicar el siguiente capítulo.
78

V Intervención en psicoterapia
psicoanalítica del trastorno narcisista

5.1 Consideraciones generales

La técnica, como la clínica, exige cambios, especialmente para los


trastornos u organizaciones narcisistas, puesto que la empatía, y la disponibilidad
de escucha no son suficientes; una de estas exigencias es la capacidad de ligar y
representar lo que existe y a producir lo que nunca estuvo, es decir llenar la
carencia.

Para Freud se torna casi imposible la intervención psicoanalítica de los


trastornos narcisistas, en su contexto, quizás sería cierto, sin embargo, en la
actualidad, distintos estudiosos del tema han hecho grandes, eliminando esta
sentencia y cumpliendo con la tarea que Freud ha dejado.

“En las neurosis narcisistas la resistencia es insuperable; a lo sumo,


podemos arrojar una mirada curiosa por encima de ese muro para atisbar lo
que ocurre del otro lado. Por tanto, nuestros presentes métodos técnicos
tienen que ser sustituidos por otros; todavía no sabemos si logremos tal
sustituto.”91

La base de la cura en psicoanálisis es la elaboración o resignificación, el


Apres coup para Laplanche. Ésta debe ser una constante en la técnica, sin
embargo, en los trastornos narcisistas se deben tener ciertas consideraciones
para lograr este objetivo, Hornstein nos comenta:

“En análisis de organizaciones narcisistas se recomienda la


aceptación de estos estados regresivos con una actitud no intrusiva,
supliendo verbalmente carencias fundamentales a pesar del riesgo de
inducción de dependencia y los cuestionamientos respecto del maternaje
frecuentemente señalados. El análisis debe tender a facilitar momentos de
despliegue, contención y perdurabilidad de experiencias transaccionales
simbolizantes.”92

91 Freud, Sigmund, 26° conferencia. La teoría de la libido y el narcisismo (1917), obras completas,
p. 385
92 Hornstein, Luis, óp. cit., p. 33
79

5.2 La propuesta de Balint

De entrada Balint propone cierta crítica al método clásico, pues presenta


tres posibles errores para el tratamiento de los pacientes narcisistas:

1) una técnica inapropiada;

2) dificultades inherentes a la personalidad del paciente, o a su enfermedad;

3) y al mal ajuste entre la técnica y el paciente.

Así pues resalta como fin del tratamiento la fortaleza del yo del paciente
aunque afirma que las ideas técnicas son aún bastante vagas. Habla de un yo que
busca mediar al ello y al superyó y así liberar la tensión pero en los pacientes muy
perturbados ese es uno de los conflictos y por lo tanto nuestra función no es
satisfacer al ello o al superyó sino ser el medio para liberar las tensiones que
emanan de éstos. Menciona también, como habíamos visto, que la técnica basada
en la triada del conflicto edípico es insuficiente para el tratamiento de los pacientes
muy perturbados, como los narcisistas, pues ésta se basa justamente en la
relación con el objeto y Balint comenta:

“Esta clase de pacientes catectiza sólo débilmente los objetos


externos. De manera que, en primera instancia, puede considerarse que
todos los hechos importantes en estos pacientes, tanto los hechos
patológicos como los terapéuticos, se desarrollan casi exclusivamente en su
interior”93

Con esto concluye que solo aquellos que tienen un yo más o menos
fortalecido son capaces de tolerar una interpretación y de elaborarla o soportar las
tensiones creadas en el proceso terapéutico. Y este caso no son los narcisistas,
pues la regresión que presentan los sujetos con personalidad narcisista, impedirá
la eficacia de las técnicas tradicionales, como la interpretación por parte del
terapeuta y una incapacidad de elaboración por parte del paciente. Esto lo
ejemplifica con el caso en que el médico le explica “claramente” la enfermedad
que padece el paciente sin embargo el “claramente” ¿para quién fue?, si el
médico utilizó términos muy técnicos el paciente difícilmente entenderá. Por ello es
que la técnica clásica solo es aplicable a los trastornos edípicos (neuróticos), en
donde el yo se presenta más o menos fuerte.

“Nuestra técnica fue elaborada para tratar a pacientes que


experimentan la interpretación del analista como interpretación y cuyo yo es
lo bastante fuerte para permitirles aceptar las interpretaciones y llevar a
cabo lo que Freud llamó proceso de elaboración. Sabemos que no todos los

93 Balint, Michael, la falta básica, España, Ed. Paidós, 1993, p. 21


80

pacientes son capaces de llevar a cabo este proceso, y es precisamente en


estos pacientes en los que encontramos dificultades.” 94

Con lo antes escrito Balint da a entender que no basta con hacer consciente
lo inconsciente sino que debe haber una elaboración pero que ésta solo se da en
pacientes que están a un nivel edípico o verbal pero que es inútil para los
pacientes que se encuentran en un nivel preverbal. Es decir, se interpreta de una
forma que el terapeuta la vive como clara, oportuna, fundamentada y ocurre que
no tiene ningún significado para el paciente o incluso provoca un efecto distinto al
pretendido, en tales casos el terapeuta puede vivirlo de distintas formas: ya sea
como fracaso; como una resistencia que necesitaba más tiempo para ser vencida,
como interpretación en la transferencia, etc. Sin embargo estas resoluciones están
fuera de lugar pues son elaboraciones de un trastorno a nivel edípico.

Durante su experiencia con estos pacientes Balint descubre ciertos cambios


en la atmósfera, que lo llevan a proponer una intervención de acuerdo al ámbito de
la falta básica, los cambios que menciona son los siguientes:

“[…] El hecho de que las interpretaciones que da el analista no son ya


sentidas como tales por el paciente. En cambio, ésta puede sentirlas como
un ataque, una exigencia, una baja insinuación, una rudeza no merecida o un
insulto…”95

Esto justificado en que los objetos son vividos como amenazantes del yo.
Éste se vive frágil y por ello establece una defensa narcisista contra los objetos
externos, incluido el terapeuta, así pues toda intervención proveniente de él será
recibida como agresiva y destructiva.

El segundo aspecto:

“[…] parece que el paciente fuera capaz de penetrar bajo la piel de su


analista. Comienza a saber mucho sobre su analista. Este aumento de
conocimiento no proviene de ninguna fuente de información exterior, sino
que se debe aparentemente a un misterioso talento que permite al paciente
comprender los motivos del analista e interpretar su conducta” 96

La vivencia de amenaza frente a lo externo desarrolla en el sujeto una


conducta paranoica, “siempre alerta”, de tal manera que aumenta su capacidad de
escucha y observación pero no con fines de elaboración sino para encontrar
defectos en el objeto y por esto, el “algo” que busca y no encuentra lleva al sujeto
a tomar cierta posición en el tratamiento.

El tercer aspecto complementa esto anterior:

94 Ídem. p. 22
95 Balint, óp. Cit. p. 31
96 Ibíd. p. 32
81

“Ahora bien, si el analista no responde como el paciente espera que


lo haga, no se da por parte de éste ninguna reacción de cólera, rabia,
desprecio o crítica en la transferencia, como cabría esperar en el nivel
edípico. Lo único que puede observarse es un sentimiento de vacío, una
sensación de estar perdido, apatía, futilidad, etc., junto con una aceptación
aparentemente inanimada de cualquier cosa que se le ofrezca.

Falta de espíritu combativo y resuelta determinación a penetrar las


cosas hace que estos pacientes sean verdaderamente atrayentes, y esto
constituye un importante signo diagnóstico de que el trabajo analítico ha
llegado al nivel de la falta básica […] El paciente dice que le falta algo en su
interior, una falta que debe ser reparada. Y se la siente como una falta, no
como un complejo, no como un conflicto, no como una situación. Los
pacientes tienen la sensación de que la causa de esa falta está en que
alguien les falló o los descuidó y una gran ansiedad habitualmente
expresada como una desesperada demanda de que esta vez el analista no
habrá de fallarles, es más, no debe fallarles.” 97

Por ello ante la búsqueda de estos defectos, el terapeuta tiene que estar
alerta, la interpretación está de más en estos casos por ello la propuesta
específica de Balint es:

Afirma rotundamente que la relación en el tratamiento entre paciente y


terapeuta (pacientes altamente perturbados), si bien no puede o no se debe hablar
de una neurosis de transferencia, si podemos decir que el tratamiento es un
proceso de maduración como el desarrollo de un niño donde no existe lenguaje y
poco a poco, conforme como se lleva el tratamiento, la relación con el terapeuta,
avanza y se acepta la parcialidad de la satisfacción de la falta básica, es decir la
tensión continua, lo que se cimienta son las herramientas yoicas para poder
enfrentarla. Justo el nivel de la falta básica resalta más la conexión intersubjetiva
entre el paciente y no tanto el estado verbal o edípico.

Balint habla de un tipo de lenguaje, el lenguaje “analítico” y opina lo


siguiente:

“Y así todo analista desarrolla un lenguaje analítico en su estructura


esencial continúa siendo el mismo, aunque cambia y crece para llegar a ser
más rico, más exacto, más expresivo, más eficiente y más fácilmente
inteligible… para todo aquel que lo haya aprendido. Por otro lado, ese
lenguaje siempre choca a cualquier otro, pues le parece extraño e irritante.
Pero lo que nunca debemos olvidar es que el sencillo hecho de que cierta
gente lo hable y se entienda con él no lo eleva a la categoría de lengua
universal por mucho que esto les gustara a quienes lo emplean” 98

97 Ídem., p. 32-35
98 Ídem., p. 115
82

Cabe comentar que con esto defiende la idea de que el terapeuta no puede
ocupar un mismo estilo de tratamiento para todos los pacientes, sino que debe ser
flexible y encontrar herramientas individuales dependiendo del caso que se le
presente. Y continúa afirmando la necesidad de no limitarse a un solo lenguaje
universal sino a distintos lenguajes, tanto como pacientes existan:

“De manera que necesitaremos no sólo un vocabulario y una


gramática de cada una de las lenguas analíticas sino además una colección
de las asociaciones que rodean a cada palabra. Tal vez éste sea el trabajo
más difícil; hasta en lingüística, la rama correspondiente, la semántica, está
todavía en sus primeras fases de desarrollo y difícilmente haya pasado la
fase de reunir curiosidades. Sin embargo, es necesario hacer este trabajo.” 99

De lo anterior podemos concluir la importancia que tiene encontrar el


lenguaje, no necesariamente verbal, con el que se logre la conexión con el
paciente de lo contrario no se logrará el éxito del tratamiento. Balint comenta al
respecto:

“la interpretación hacía que el analista pareciera loco y el análisis


peligroso, porque ahora el paciente siente que el analista le imponía sus
propios locos pensamientos de la misma manera, según la reconstrucción
del analista, en que la madre del paciente le había impuesto su mala leche
precedente de su arruinado pecho… Habría que agregar sin embargo que la
actitud descrita aquí en los pacientes recuerda la actitud de algunos niños
que consideran demente la conversación de los adultos porque les resulta
ininteligible y que al mismo tiempo experimentan cualquier intento por
imponerles ideas contra las cuales se sienten impulsados a defenderse” 100

Objetivo es pasar de un lenguaje no verbal, en el que se encuentra un


paciente al inicio del tratamiento, a un lenguaje verbal y el cómo lo comenta de la
siguiente manera:

“Ofrecer al paciente un objeto primario no equivale, desde luego, a


darle amor primario; en todo caso, las madres tampoco lo dan. Lo que las
madres hacen es comportarse como verdaderos objetos primario, es decir,
ofrecerse como objetos primarios para ser catectizados por el amor
primario. Esta diferencia entre dar amor primario y ofrecerse uno para ser
catectizado por el amor primario puede tener una importancia fundamental
en nuestra técnica no solo en el caso de pacientes en regresión sino también
en una serie de situaciones de un tratamiento difícil.” 101

A partir de esto, Balint hace referencia al trauma, un evento que surge en


los estado más tempranos en donde el lenguaje aún no está instaurado, el niño se

99 Balint, óp. cit., p. 117


100 Ibíd., p. 129
101 Ídem., p. 211
83

encuentra indefenso ante los estímulos que irrumpen en él abruptamente, este


vivencia angustiante deja una herida, el infante procura crear (el ámbito de la
creación) algo que repare esa herida, pero también requiere del socorro del
exterior, en el caso de las personas con trastorno narcisista esa atención no llega,
existe, por lo tanto, una falta de ajuste como lo llama el autor y ese es el momento
en el que podemos hablar de la falta básica.

Cierto es que, a pesar de la falta general de ajuste, en ciertos casos algún


adulto o varios atienden la demanda del niño pero lo más frecuente es que el
individuo débil e inmaduro tenga que pugnar por sí mismo con la situación
traumática; o no recibe ayuda alguna o sólo recibe ayuda de una clase que viene a
ser una continuación de la falta de comprensión y que, por lo tanto, le resulta inútil.

De esta manera, el individuo viene a adoptar su propio medio o método


para habérselas con el trauma, un método del que echó mano en su
desesperación o le fue ofrecido por algún adulto incomprensivo que puede haber
tenido buenas intenciones o puede habar sido sólo indiferente o negligente, o
descuidado u hostil. Como acabamos de decir, el desarrollo ulterior del individuo
se verá influido o en todo caso limitado por ese medio o método que, aunque útil
en ciertos aspectos, es invariablemente costoso y, sobre todo, ajeno al individuo.
Sin embargo, éste lo incorporará en la estructura de su yo –como su falta básica- y
todo aquello que contraríe su método le parecerá aterrador. Finalmente
mencionemos, en palabras de Balint un resumen de la intervención en el ámbito
de la falta básica:

“La tarea del tratamiento analítico consiste, pues, en afrontar los


temores que obstruyen el camino a la readaptación –llamados fijaciones- y
capacitar al paciente para que aumente sus potencialidades y desarrolle
nuevos métodos para encarar sus dificultades. El resultado de esta empresa
depende también, desde luego, del momento en que el trauma hirió al
individuo y de la medida en que el medio escogido en aquella oportunidad
sea compatible con el desarrollo de cualquier forma de amor genital. En
algunos tratamientos es aparentemente necesario remontarse al periodo
pretraumático para permitir que el paciente reviva el trauma mismo y pueda
movilizar así su libido fijada y encontrar nuevas posibilidades de resolver los
problemas en cuestión. Si el trauma ocurrió en una etapa relativamente
tardía del desarrollo del individuo, el punto a que debe remontarse el
tratamiento estará todavía en el ámbito del nivel edípico y entonces no será
necesaria una regresión más allá de este nivel y posiblemente la regresión
sea apenas observable en la situación analítica. Pero si el trauma hirió al
paciente en un punto que va más allá del ámbito edípico, es probable que se
produzca una fuerte regresión que será bien observada.” 102

102 Balint, óp. cit. pp. 102 y 103


84

5.3 La propuesta de H. Kohut

El más confiable signo diagnóstico es el establecimiento espontáneo de una


transferencia narcisista. Se recomienda también la evaluación de un análisis de
prueba.

En los sueños, la relación de transferencia impersonal recela la naturaleza


narcisista. La diferencia entre la psicosis y los estados fronterizos, por un lado, y
los casos analizables de trastornos narcisistas es que mientras que los primeros
abandonan crónicamente las configuraciones narcisistas cohesivas
remplazándolas por el delirio, los segundos fragmentan solo parcialmente los
objetos narcisistas arcaicos, situación además temporal.

La diferencia entre las neurosis de transferencia y el narcisismo es el orden


de las fuentes de malestar; para la neurosis de transferencia el malestar es la
angustia de castración, temor a la pérdida del amor del objeto y a la destrucción
del mismo. Para las personas con perturbación narcisista el orden es: temor a la
pérdida del objeto en frecuencia e importancia y después angustia de castración.

La cualidad esencial del psicoanálisis es:

“el núcleo patógeno de la personalidad del analizando se activa en la


situación de tratamiento, y entra en una transferencia específica con el analista
antes de disolverse gradualmente en el proceso de trabajo de elaboración, que
pone al yo del paciente en condiciones de lograr un mayor dominio de esta área
específica.”

Entendiendo la cura como el establecimiento de las condiciones capaces de


garantizar la supervivencia psicológica, ésta se brinda en dos senderos de
acuerdo al origen del malestar, la ansiedad de castración a la que tocará la
solución del conflicto, o la ansiedad de desintegración a la cual procuramos el
establecimiento de auto-cohesión.

La cura en la patología del sí-mismo se observa en la desaparición o alivio


de la hipocondría, de la depresión, de su falta de iniciativa, autoesti mulación a
través de actividades sexualizadas, etc. Y en la ausencia comparativa de
vulnerabilidad narcisista excesiva.

Hablando de transferencia Kohut sostiene:

La sexualización de la transferencia en el tratamiento del narcisismo se da


al inicio, a manera de continuación de la precedente perversión o al final, durante
las exacerbaciones de cierre. La activación del objeto omnipotente, que es la
imagen parental idealizada, se llama transferencia idealizadora.
85

La idealización de los objetos parentales en los momentos predípico tardío


y edípico son secuelas del self arcaico, y se conjugan con las catexias objetales
del niño hacia sus padres.

Esta idealización se vincula a procesos socioculturales como la creatividad


y la sabiduría. También es la unión de los aspectos idealizados de la imago
parental y los sectores de la imagen parental catectizados con libido objetal, el
origen de: el sistema neutralizador básico de la psique y el superyó idealizado.

La imago parental idealizada inicia con la formación del objeto del self
arcaico idealizado y se finiquita en la época de la reinternalización masiva del
aspecto idealizado de la imago parental edípica. Las dos exigencias hacia el
analista idealizado son, como menciona Kohut:

“a) que el analista compartiera sus valores, objetivos y normas (dotándolos


así de significado, al idealizarlos), y
b) que el analista confirmara, con vehementes manifestaciones de regocijo
y participación, que el paciente había estado a la altura de sus valores y normas, y
había trabajado con éxito en el logro de una meta.”

El self grandioso terapéuticamente reactivado es llamado transferencia


especular. El narcisismo original deriva casi simultáneamente el self grandioso y la
imago parental idealizada. La reactivación terapéutica cohesiva del self grandioso
se produce en tres formas:

“1) La arcaica fusión a través del self grandioso;


2) Una forma menos antigua, a la que llamaremos transferencia de álter-
ego o gemelar, y
3) Una forma todavía menos arcaica a la que debe considerarse
transferencia especular en sentido estricto.”

Más allá de la forma específica de transferencia especular, el analista sirve


como amortiguador terapéutico y estimulante de la instrumentación gradual de las
fantasías e impulsos narcisistas ego-asintónicos, así el paciente moviliza y
mantiene el proceso de elaboración. De lo contrario se presentará un
estancamiento en el proceso de la totalización de los objetos y su repetición de
búsqueda de totalización fallida, lo que conlleva a una incapacidad de reconocer a
los objetos como tales y solo los utiliza, el narcisista, para llenar los vacíos de su
psique. Explica:

“La intensidad con que el individuo busca esos objetos y depende de


ellos se debe a que los necesita para reemplazar sectores ausentes de su
estructura psíquica. No son objetos (en el sentido psicológico de ese
término) puesto que no son amados o admirados por sus atributos, y las
características reales de sus personalidades y de sus acciones son sólo
vagamente reconocidas. Más que anhelarlos, el individuo los necesita para
86

reemplazar las funciones de su aparato mental que no quedó constituido en


la infancia.”103

Así pues Kohut sugiere que dentro del tratamiento:

“El analista debe mostrarse indulgente con un deseo transferencial del


analizado; específicamente, que debe brindarle ahora la necesaria
repercusión o aprobación emocional que no recibió en el pasado de una
madre depresiva con el fin de posibilitarle una “experiencia correctiva”… el
verdadero objetivo analítico no es la indulgencia, sino el conocimiento
basado en la introvisión (insight) logrado en un contexto de abstinencia
analítica tolerable.”104

5.4 La propuesta de O. Kernberg

La omnipotencia que caracteriza a las personalidades narcisistas, estará


presente en el tratamiento, habrá un claro esfuerzo por devaluar el trabajo del
terapeuta para confirmar que éste no es sólo sino una extensión más del sí-
mismo, es decir, niega su subjetividad para no sentirse amenazado, pese a lo
esperado, la relación que tendrán con el objeto (el terapeuta) será intensa, pero no
en un sentido positivo sino continuamente lo someterá a pruebas con el objetivo
de desvalorizarlo, despreciarlo, humillarlo e incluso destrozarlo.

Una de las contraindicaciones para el tratamiento psicoanalítico de los


trastornos narcisistas es que posean importantes características limítrofes o
fronterizas como labilidad yoica, incapacidad de alteridad, regresión y por lo tanto
un actuar regido por el proceso primario. Si se aplicase el método tradicional
podría provocar en el sujeto una reacción psicótica por la intolerancia a la
inherente regresión a estadios tempranos que provoca la transferencia. Kernberg,
sin embargo, afirma que para pacientes que son candidatos al tratamiento
psicoanalítico deben pasar una evaluación exhaustiva, a continuación
mencionaremos brevemente los puntos de este proceso:

1. Tolerancia a la depresión y al duelo

Los pacientes que aún mantienen esbozos de capacidad de sentir culpa y


por consecuencia elaborar duelos podrán totalizar al objeto y entrar a la posición
depresiva, que es lo esperado. La intervención debe enfocarse en reforzar ese
sentimiento de culpa para propiciar la reparación de los objetos y vivirlos como
objetos reales y no distorsionados.

103 Kohut, Heinz, cit. por Kernberg, óp. cit. p 248


104 Kernberg, Otto, óp. cit., p. 253
87

2. Beneficios secundarios del tratamiento analítico

Las defensas como proyecciones, agresiones, envidia, son depositadas en


el terapeuta por lo que el paciente encontrará nuevas oportunidades de
relacionarse adecuadamente en su medio social o en su desarrollo profesional. Lo
depositado transferencialmente en el terapeuta permite establecer nuevas
defensas, más elaboradas, sometidas más al proceso secundario, la compulsión a
la repetición puede reducirse. Aunque el autor advierte que se tiene que tener
cuidado con terapeutas con personalidad narcisista pues eso solo elevará el
trastorno del sujeto.105

3. Capacidad de culpa y propensión a la rabia paranoide en la transferencia

La relación que establece el paciente con el terapeuta está marcada por


dos características específicas, la incapacidad de tolerar cierta dependencia hacia
el segundo pues eso le despierta los sentimientos de culpa que mantenía
reprimidos y cierta tendencia paranoide que se eleva ante un posible ataque del
objeto, estas conductas, si son intensas, no permitirán un avance, no siendo así
los sujetos narcisistas que tienen cierta capacidad de tolerar, aunque sea un
mínimo grado de culpa que los lleva a tener un interés, o preocupación por el
analista.106

4. Calidad de la capacidad sublimatoria

El tratamiento es recomendado para personalidades narcisistas si muestran


un grado de creatividad, es decir de creación que se manifiesta al indagar sobre
sus intereses y aspiraciones, si se encuentra esta capacidad, podemos hablar de
que habrá una posibilidad de elaboración y resignificación. En la dinámica
podemos explicarlo como cierta superioridad entre su ideal del yo sobre su yo
ideal, que debemos recordar, se encuentran en eterna lucha.107

105 Se debe tener cuidado con el término transferencia, pues si estamos hablando de una
personalidad pre-estructural no podemos remitirnos al término neurosis de transferencia en sentido
estricto, por ello, a lo que el autor se refiere es a la relación forzosa que exige el simple hecho de
asistir a la psicoterapia.
106 Existe una diferencia que marcará un punto crucial en la evaluación del paciente, es la
capacidad de experimentar cierta culpa, elemento que permitirá un deseo de reparación del objeto
y por lo tanto su totalización. En caso opuesto cuando lo que siente es frustración, una frustración
de sus planes o de su fantasía de control y dominio del objeto, no permitirá tal totalización. Estos
elementos deben distinguirse claramente para poder determinar la pertinencia del trat amiento.

107Aclaremos que en los pacientes pre-estructurales no existe un equilibrio, o que la línea en que
se establecen en ocasiones se sesga hacia el lado estructural o para-estructural, en el primer caso
es donde podemos hablar de esta lucha entre ideal del yo y el yo ideal pues, aunque de una forma
muy primitiva, existe un esbozo de aspiraciones. En el caso segundo no se puede hablar de esta
batalla pues no existe la instancia de ideal del yo y la libido se deposita en el yo ideal, por lo que
hace poco pertinente el tratamiento.
88

5. Grado y características de la integración superyoica

Es importante identificar el estado del superyó, si está estructurado en base


al ideal del yo y si es laxo o punitivo en estos dos últimos casos indicaría estados
primitivos de la agresividad y por lo tanto el sujeto no logra una representación
adecuada de los objetos y la despersonificación, la fusión entre el sí-mismo y lo
externo, se hace presente.

6. Circunstancias existenciales que ofrecen gratificaciones narcisistas


desusadas.

Una de las conductas que no son alentadoras en el tratamiento es en


aquellos pacientes narcisistas que, como menciona el autor, tienden a exoactuar
su necesidad de poder o de importancia social, ser admirados, etc. Puesto que
este exceso lo vive como normal y alimenta las fantasías omnipotentes, de ahí que
busque dominar la relación con el terapeuta.

7. Control de los impulsos y tolerancia a la ansiedad

El analizar su capacidad de controlar los impulsos y la tolerancia a la


ansiedad permite establecer un pronóstico del tratamiento. Las personas
narcisistas que poseen esta capacidad, aunque sea mínima tienen mayor
oportunidad de establecer una transferencia; en el caso contrario, en los que la
exoactuación o que tienden a la descarga directa, sin sentido de postergación es
poco probable una mejoría.

8. Regresión al pensamiento del proceso primario

Este punto es de vital importancia ya que se debe tomar en cuenta que el


paciente no presente rasgos marcados de regresión, esto es observable gracias a
los puntos anteriores, si nos basamos que el tratamiento implica una constante
regresión y que puede provocar depresión y sentimientos de culpa, para los
sujetos con un yo débil será causa de una ansiedad que no pueda tramitar,
elaborar y el desenlace puede ser trágico.

9. Motivación para el tratamiento

Las motivaciones principales, según el autor, son el deseo de superar su


frialdad intensa, su sensación de vacío y las dificultades para relacionarse con los
objetos de manera empática, es decir que reconozca como sujeto al otro. Si tiene
esta capacidad el pronóstico será más favorable.

En lo que respecta a la transferencia en el tratamiento analítico, el paciente


se muestra agresivo, envidioso, es incapaz de relacionarse de otra forma con los
objetos y esto lo manifiesta hacia el terapeuta, que es constantemente devaluado
y despreciado, la intelectualización y racionalización son los mecanismos de los
89

que se vale el sujeto para poner a prueba al analista y si falla, el paciente se


sentirá defraudado y más aún, alimentará su fantasía omnipotente.

El interés que el paciente manifieste hacia el terapeuta será única y


exclusivamente en base a sus necesidades, poco le importará la subjetividad de
éste, lo que llamamos falta de empatía (aunque clara seducción con fin de
control), para lograr esto, primero lo idealiza para poder introyectarlo, creyendo
que es inteligente, astuto, incomparable, una vez hecho esto la representación
interna del terapeuta se fusiona con las representaciones primarias distorsionadas
adjudicándole entonces fallas108, mismas que proyectará y esto se manifestará
como una transferencia negativa, tales como que su trato es frío, distante,
calculador, antipático, entre muchos otros.

La regresión y/o la fijación en etapas tempranas de la vida que reflejan las


relaciones con las figuras significativas de la infancia serán compulsivamente
repetidas y más aún el terapeuta será investido por las representaciones
distorsionadas de los objetos internalizados. No está de más decir que la
identificación proyectiva será el mecanismo con el que el paciente se relacione
con el terapeuta.

La ansiedad se intensificará en el transcurso del tratamiento ya que el


paciente caerá en la cuenta de que comienza a depender en cierta medida del
tratamiento. El terapeuta deberá estar atento pues aparecerán fuertes indicativos
de envidia y de agresividad y con éstos un deseo de destruir a ese objeto a pesar
de que éste le provea de amor y valía (fuentes de la envidia).

En la transferencia con desórdenes estructurales (neurosis) la figura del


terapeuta es idealizada, investida como figura parental buena que acepta al
paciente a pesar de sus deseos de destruirlo. Cuando se encuentra asociando, el
sujeto está hablando consigo mismo, pero está presente la figura grandiosa del
analista, ésta es vivida como una extensión propia que apoya en este proceso de
duelo, insight, reparación y elaboración. La idealización es normal y permite el
avance del tratamiento, esta idealización del terapeuta es totalizada, pues a pesar
de verle fallas, la sensación de aceptación y de figura no amenazante sino cálida y
contenedora es la que predomina, lo que permite verle como objeto totalizado y
con propia subjetividad y autonomía. En el caso de los trastornos narcisistas la
idealización es patológica pues ve al terapeuta como una extensión de sí-mismo,
estado que no cambia como en la situación antes mencionada. Como los objetos
internalizados y el yo no están bien diferenciados no le brinda, al analista, calidad
de sujeto, ni autonomía, busca controlarle, esto puede encubrirse fácilmente ante
una aparente “empatía” pero no lo es. Kernberg se apoya en la obra de Kohut y
menciona:

“En las personalidades narcisistas no se ha logrado la óptima


internalización de la arcaica y rudimentaria díada sí-mismo – objeto –, es

108 Fallas que en realidad son del paciente.


90

decir, la imagen parental idealizada. Subraya que desde el punto de vista


genético y dinámico, las idealizaciones del niño pequeño corresponden al
contexto narcisista, proposición coherente con el énfasis que pone en la
cualidad de las catexias libidinales, y no en el destinatario de la carga
instintiva, que determina la orientación narcisista u objetal de una
internalización.”109

Sin embargo, si se cumplen las características anteriores, la presencia de


transferencia es más probable, los impulsos de odio o de temor hacia la figura de
la madre serán depositados en el terapeuta y es en ese momento en que se debe
intervenir para que elabore la situación y caiga en la cuenta de que esos impulsos
agresivos en realidad son proyecciones de su yo, además se debe mostrar que su
yo ideal no es más que una fantasía que ha elaborado como protección ante los
objetos que vive como amenazantes y también como compensación de una
atención de la que careció cuando era niño, por parte de esa madre idealizada,
“perfecta”.

Así pues, es necesario promover la totalización del objeto, la transferencia


permitirá que el paciente viva al terapeuta como la figura de la madre y esto se
debe aprovechar para que elabore la escisión, es decir, debe asumir que la figura
de la madre idealizada y la madre agresiva y amenazante son la misma. Se debe
tener cuidado pues en este proceso, los sentimientos de culpa que había
reprimido intensamente pueden salir a la luz de la misma manera, con una energía
de tal magnitud que el paciente se llene de angustia, pues en la fantasía habrá de
interpretar que con el intento de destruir a la madre mala (pecho malo con Klein)
también ha destruido al objeto que podría haber amado y ser amado (pecho
bueno). El terapeuta debe intervenir con mucha precaución porque la pulsión de
muerte puede estar activa intensamente, de ahí que a la par de todo este proceso
debe procurar auxilio al yo, fortaleciéndolo. Si logra este último objetivo el paciente
podrá pasar esta pena y entonces se vivirá a los objetos totalizados. Dentro del
tratamiento, el paciente vivirá al terapeuta como sujeto y tendrá sentimientos de
gratitud, fuera será capaz de mostrar un verdadero interés en los demás, denotará
afectividad y sus representaciones quedarán enmarcadas.

“La regresión normal al servicio del yo representa una dimensión


especial, esto es la reactivación de relaciones objetales internalizadas del
pasado como fuente de apoyo interno en momentos de crisis, pérdida de
apoyo externo o soledad… y es además una fuente interna de consuelo
cuando la realidad amenaza destruir la autoestima” 110

Kernberg resalta la importancia de la agresividad y envidia característica de


los pacientes narcisistas pues para él son elementos claves para la reparación y
elaboración de los conflictos. La continua devaluación y desprecio hacia el
terapeuta es una defensa que edifica para protegerse de un posible retorno a

109 Kernberg, Otto, óp. Cit., p. 247-248


110 Ídem., p. 230
91

etapas tempranas que se mantienen latentes, en donde dañó a los objetos


internos y que por ello sea susceptible de venganza por parte de éstos.

El sujeto narcisista que asiste a terapia, si bien no establecerá una neurosis


de transferencia en sentido estricto, si es capaz de establecer cierta alianza
terapéutica, es por ello que aplica estas defensas, mecanismos que protegen al
terapeuta ante un posible ataque del deseo de destrucción del objeto que puede
ayudarle, es por ello que el tratamiento debe orientarse a que esa defensa sea
utilizada para no destruir al objeto que es capaz de amarle y también a que proteja
o resalte su capacidad de dar y recibir amor.

Con respecto a la transferencia Kernberg concluye:

“En síntesis, la técnica más efectiva para resolver la resistencia


narcisista según Kernberg es la interpretación sistemática de la
transferencia tanto positiva como negativa y en lugar de analizar los
elementos libidinales de manera excluyente o de suponer erróneamente que
la interpretación de la transferencia negativa latente significa el enfoque
exclusivo de la agresión… Al interpretar los aspectos negativos de la
transferencia, libre de toda connotación crítica se tiende a disminuir el temor
del paciente a su propia destructividad y sus dudas acerca de su bondad.” 111

Kernberg también resalta la importancia de la contratransferencia, elemento


que debe estar enfocado a la expresión de emociones y sentimientos del sujeto,
es decir, si tomamos en cuenta que el paciente se relacionará principalmente por
identificación proyectiva, el terapeuta debe prestar especial atención a los
aspectos emocionales que se presentarán aisladamente pues para el analizado le
será más fácil elaborarlo si lo vive a través de su analista. Los sentimientos de
abandono, rechazo, soledad y frustración no pudo elaborarlos en etapas
tempranas, elementos que estará repitiendo, es ahí en donde el terapeuta debe
enfocarse sin embargo esta tarea se dificulta pues serán aportaciones aisladas,
escasas. Así pues, Kernberg resalta que no basta con la escucha y la
interpretación, por parte del analista sino que debe integrar estos episodios y
expresarlos en lugar del analizado, esto es la contratransferencia. 112

5.5 La propuesta de H. J. Fiorini

Fiorini advierte primero que, se debe tener cuidado con la escisión del
paciente narcisista, con sus defensas esquizoides y los sentimientos

111 Kernberg, Otto, óp. cit., p. 256


112 Las escasas expresiones de emotividad son justificadas por su miedo al ridículo, o por ser
atacado, es decir, sentirse vulnerable, el terapeuta debe condensar, tramitar este sentir y mostrarlo
al paciente de tal manera que pueda elaborarlo, dicho burdamente, prestarle su yo, posibilidad que
el sujeto no tuvo en etapas tempranas.
92

contratransferenciales que éstas despiertan en el terapeuta. Se debe tener


especial atención en el timing, en el señalamiento de estas defensas pues el
sujeto narcisista las establece como sostén de su yo débil, por ello es importante
que este timing sea oportuno en relación a la capacidad del holding en el paciente.
Si el paciente aún no está listo, las defensas no deben ser destruidas o
movilizadas.

Fiorini prevé distintas direcciones del proceso terapéutico que son


importantes considerar:

Uno de los puntos es que el sujeto narcisista pase de una fragilidad yoica
que tiende a la fusión, a una capacidad de autonomía, misma que debe apoyarse
en la relación terapéutica, es decir, que el terapeuta apoye al paciente en los
procesos regresivos, que los estímulos existentes en la sesión no sean demasiado
intrusivos y pueda comenzar a tramitarlos, a resignificarlos.

Otra dirección, con relación al párrafo anterior es que el sujeto logre


establecer una integración de su sí-mismo. Que se viva como sujeto
independiente, pero que a la vez unifique su mente y cuerpo y así reparar las
representaciones distorsionadas tanto de su sí-mismo como de los objetos.

Si se logra lo anterior, el sujeto podrá, entonces tolerar y reconocer ciertos


niveles de valoración, y no quedar, por la escisión en los extremos buenos y
malos, es decir, logrará pasar de un estado de yo ideal a un ideal del yo, fijándose
metas alcanzables y en el caso que fracase en ello sea capaz de compensar y
tolerar la angustia.

Finalmente la última dirección que puede tomar el proceso es a una


cohesión del sujeto lo que le permitirá reconocer al objeto como ajeno, brindarle
subjetividad y mostrarse empático, lo que conlleva a establecer vínculos más
estables, auténticos, a una mayor valía del sí-mismo y ser capaz de tolerar
pérdidas.

Ahora bien, el autor afirma que la técnica básica sin duda es la


interpretación, pero que, como mencionamos anteriormente, esta técnica no
puede utilizarse de entrada pues rompería con barreras que permiten cierta
cohesión el paciente, de ahí que marque distintos puntos para llegar a la
utilización de la misma. Así pues se basa en cuatro tipos de instrumentos técnicos:
la intervención vincular, la discriminación, la confrontación y finalmente la
interpretación, siempre considerando lo siguiente:

“En nuestra línea de trabajo se trata de comprender las articulaciones


que cada proceso va a requerir, en las particulares condiciones de su
desarrollo, entre los siguientes parámetros de orden estratégico y técnico: la
93

interpretación, la discriminación, experiencia vincular, colocados en los ejes


de la construcción y de la creación.” 113

En lo que respecta al primero, la intervención vincular, afirma que el


paciente establece ciertos lazos, esbozos de vinculación, aunque ésta sea
patológica por lo que el terapeuta debe mostrarle nuevos modelos, mismos que no
deben ser, en primera instancia intrusivos. La participación del analista debe ser
activa, mostrar interés en el aquejar del paciente para que éste introyecte nuevas
formas de relacionarse.

Balint hablaba ya de esto en su propuesta de la falta básica y más aún en el


ámbito de la creación, el vínculo que se establece es en un nivel preverbal, el
paciente narcisista utiliza por excelencia el lenguaje, la racionalización y la
intelectualización puesto que la afectividad es indescifrable para él, por ello el
terapeuta debe vincularse en el mismo nivel y poco a poco llevarlo hasta el
proceso secundario en donde lo verbalizado tiene prioridad.

La discriminación propicia esta transición del proceso primario al proceso


secundario resuelve el conflicto confusional con el que el paciente asiste. El
discurso del analizado, aunque se muestra muy racional o intelectual, carece de
cierta lógica y coherencia, esto es causa de la fusión que vive en la relación con el
objeto, en la fantasía, como el objeto forma parte de él mismo, da por hecho que
tiene las mismas necesidades, el mismo contexto, por ello obvia en su discurso
elementos que no poseen los demás. Esta posición tiene dos causales que vea
como inferior al objeto y así alimente sus fantasías omnipotentes y que desee
destruir al objeto por no satisfacer sus necesidades.

La confrontación también permite el paso del proceso primario al proceso


secundario, aunque de forma diferente. Este tipo de intervención o técnica permite
al sujeto ponerse en distintas perspectivas, promoviendo así la subjetividad del
objeto, la autonomía, reconocer lo externo como ajeno. Las fantasías
omnipotentes disminuyen en la medida en que el sujeto comienza a tomar en
cuenta las opiniones de los otros, en esta etapa el terapeuta debe mantenerse
especialmente contenedor pues las perspectivas no son siempre positivas lo que
puede aumentar la sensación de intrusión, por ello el terapeuta debe “prestarle” su
yo para auxiliarle en la tramitación de esta energía y de la angustia que derive de
este proceso.

Todo este proceso ayuda a lograr que la interpretación cumpla su objetivo y


no sea vivida como agresiva o amenazante. Las interpretaciones irán enfocadas
siempre a la identificación y a la proyección o mejor dicho a la identificación
proyectiva, mecanismo de defensa omnipresente en el sujeto. El terapeuta
interpretará en estos dos niveles para brindar una identidad, esto es, que el sujeto
pueda fijarse a un objeto y no pasar de uno a otro, así podrá establecerse metas,
edificar un ideal del yo y pasar al proceso secundario, el otro nivel es la proyección

113 Fiorini, Héctor Juan, óp. cit., p 117


94

de elementos displacenteros para el paciente. El analista señalará que elementos


que critica o desaprueba de los demás son suyos, y por lo tanto forman parte
también de ese sí-mismo que asumía como perfecto, así pues promoverá la
integración de estos dos extremos estableciendo un nivel intermedio, que indica la
cohesión del sujeto. De esta manera el sujeto se vivirá como autónomo, integrado,
sometido al principio de realidad.

Las técnicas que él propone no excluyen a las ya establecidas como el


señalamiento, la persuasión, la construcción, sino que al contrario se apoyan en
éstas para obtener información e informar, aunque siempre en la línea del
contexto del trastorno narcisista.

Finalmente Fiorini menciona que el trabajo con los trastornos narcisistas en


una lucha por lograr una identificación única del sujeto con el objeto,
reconstruyendo y/o fortaleciendo instancias que han sido destruidas, debilitadas o
no edificadas.

“En los trastornos narcisistas el mosaico identificatorio es disperso,


carece de aquellos ejes organizadores… el proceso narcisista… es recorrer
lo que Borges llamó “trama de un laberinto”. En sus palabras: “un laberinto
de espejos incesantes y ruinas circulares”.114

114 Fiorini, Héctor Juan, óp. cit., p 130


95

VI Conclusiones

6.1 Narcisismo estructurante

Hablar de narcisismo no es hablar necesariamente de patología. La


estructuración de esta instancia es provocada por la introyección de la libido
parental, permite el establecimiento de aspiraciones y metas alcanzables,
mantiene un equilibrio de los estímulos externos, protege al aparato psíquico y
permite la condensación de la energía pulsional, lo que demuestra una
funcionabilidad de la represión.

Las figuras primarias han sido, en términos de Winnicott, suficientemente


buenos, esto es que han auxiliado al infante en la tramitación de los estímulos
externos, le brinda protección cuando son muy agresivos, y se los procura cuando
no los hay, es decir, marca un equilibrio que el hijo pueda introyectar, hacerlo
suyo. Los límites que las figuras parentales marcan no solo son prohibiciones
establecidas por la sociedad, sino que son parámetros que ayudan al sujeto a
diferenciar su yo y no-yo.

Si el narcisismo se estructura en forma adecuada será una herramienta


importante para lograr la resolución del complejo de Edipo, será un elemento
esencial para que la defensa ante la castración no sea el repudio, como en los
psicóticos o la renegación en la perversión, será la represión y la posibilidad de
desplazar o sublimar el deseo, en este caso la identificación con el padre del sexo
opuesto será posible, lo que permitirá una discriminación entre todos los estímulos
y el sujeto adquirirá una identidad sólida, fuerte y que además propiciará una
relación con los objetos estable y satisfactoria, lo que denota una adaptación al
medio adecuada.

Esta adaptación será auténtica, no será una sobreadaptación producto de


defensas paranoicas que cubran la vulnerabilidad. Cuando el sujeto sea herido
narcisisticamente será capaz de retraer la libido que investía al objeto al sí-mismo,
curar lo dañado y volver a salir para amar y ser amado.

6.2 El reconocimiento de la subjetividad del objeto

El sujeto, en los primeros años de vida no reconoce al objeto como externo


sino como una extensión de sí mismo, sin embargo, poco a poco va descubriendo
que, los objetos que le rodean se ausentan y vuelven; los llama con el llanto pero
éste, después, deja de ser un reflejo ante las incomodidades y se convierte en un
96

llamado a sus objetos primarios para satisfacer sus necesidades, que van desde lo
físico hasta la satisfacción de deseo.

Conforme se estructura el narcisismo secundario junto con el yo, el niño


comienza a reconocer a los objetos como externos; comienza a descubrir que los
otros también tienen necesidades y desean. En la escuela el niño se percata que
no es el único que tiene la atención de la maestra e incluso que, no es al primero
al que se le satisface, esta herida narcisista ayuda a la formación del superyó.

El sentido de realidad y de postergación ayudará al niño a sanar su yo


herido y si todo marcha bien podrá tolerar esta ansiedad.

El sujeto debe caer en cuenta que el objeto también es un sujeto y que, al


igual que él, desea y necesita; la persona se percata y lo acepta por momentos
como cuando tiene que formarse para entrar al cine o cuando le sirven la comida,
en donde no es el primero, tal tolerancia sólo es posible si se ha estructurado
adecuadamente el psiquismo, en donde la estimulación no cayó en extremos (el
exceso o la carencia). De lo contrario será un sujeto demandante, con ideaciones
de grandeza, o trastornos graves, como lo vimos anteriormente.

El reconocimiento de la subjetividad del objeto es todo un proceso, en el


que implica, en ocasiones, ceder, anteponer al objeto, resignar y enfrentar duelos.
De ahí la importancia de la sublimación o del desplazamiento pues con ello, el
sujeto obtendrá satisfacciones que no se limitan al comercio sexual, además,
encontrará que en esos “sacrificios” obtiene también una ganancia placentera.
Tomemos un ejemplo que esclarecerá lo antes dicho: dos hermanos que asisten al
cine con sus padres, cada uno quiere ver una película distinta, los padres le
exigen al mayor que ceda a la elección del menor, acompañado de frases como:
“eres el mayor, tú ya estás grande, tú puedes esperar a otro día, etc.” Estos
comentarios provocan, en el niño, una sensación de responsabilidad, de poder, de
madurez, de superioridad, en resumen, de satisfacción que le permitirá ceder e
incluso puede venir después el agradecimiento del hermano, que alimentará su yo,
pudiendo así elaborar el duelo de una manera adecuada. Esto sucede de forma
parecida en los adultos.

6.3 El narcisismo y la posmodernidad

La época en que Freud introduce el término narcisismo y lo conceptualiza


es, sin duda muy diferente a la que ahora estamos viviendo, no se pueden abordar
las patologías actuales con una técnica establecida a principios del siglo XX.

La llamada época posmoderna se caracteriza por el “sin sentido”, por una


intensa estimulación, un acceso a la información inmediato, por nuevos adelantos
97

tecnológicos diarios, por la cultura de lo “light” y lo “mega”, un periodo donde no


existe la postergación, el aislamiento es constante, etc.

Así pues las personas se enfrentan a estímulos y conflictos distintos a los


de la época de Freud, una estructuración del psiquismo, bajo los términos del
psicoanálisis, se torna más difícil. El sujeto es educado en una cultura de “déjalo
ser sino se trauma” lo que impide que éste se fije o se identifique con algo o con
alguien, dinámicamente hablando en un objeto. Los roles de las figuras parentales
son dispersas e incluso ausentes, no sólo no auxilian al sujeto en la intrusión de
los estímulos, sino que éstos son los que le procuran una sobrestimulación, con el
pretexto de que sea un genio, o cumpla con los deseos no realizados de ellos, las
representaciones por tanto poseen una distorsión importante, provocan el
aislamiento al exterior pues lo vive amenazante.

Basta ver los mostradores de las tiendas para darse cuenta de la increíble
gama de opciones que tenemos para escoger cualquier cosa, dígase por ejemplo
la leche: leche light, leche deslactosada, leche semidescremada, leche entera,
leche ultrapasteurizada y sus combinaciones entre éstas. Con esto es fácil explicar
que ante tal multiplicidad de opciones o estímulos el sujeto no pueda fijarse a
algún objeto, la saturación es extrema y pasa de uno a otro, produciendo en él una
falta de identidad que arrastrará a lo largo de la vida.

La facilidad con que se accede a lo deseado, no importando la hora ni el día


(por ejemplo las tiendas de 24 horas), eliminan el sentido de postergación
característico del proceso secundario, alimentando el proceso primario en donde
la satisfacción es inmediata, así como la descarga de energía, lo que supone una
dominación de la pulsión de muerte. La confusión del sujeto se vuelve más
compleja pues ante esta descarga inmediata requiere recargase sin embargo no
sabe con qué y busca elementos que le procuran placer o le satisfacen en el
momento pero ante esta dinámica será insaciable.

La intensa estimulación a la que el sujeto está sometido a edades


tempranas provoca una pérdida de impacto, de sorpresa, alimenta la insensibilidad
ante lo externo, es tanta la carga energética que el paciente edifica una barrera
ante esto y la energía gira en sólo dentro de él, la afectividad queda, entonces, en
un circuito cerrado, lo que se traduce en la incapacidad de establecer relaciones
estables y duraderas, así como de empatía con sus objetos, a menos que le
procuren excesiva estimulación, misma que introyectará insaciablemente para
satisfacer a su aparato psíquico el cual ha quedado marcado o acostumbrado a
vivir con ansiedad, lo que nos dice que el trastorno narcisista es una defensa
fallida ante los estímulos externos.

La incapacidad de establecer nexos afectivos que son vividos como


amenazantes provocan en el sujeto una conducta de aislamiento o de aparente
independencia o indiferencia ante los objetos, decimos que es aparente pues
siempre está en vigilia, raya en conductas paranoicas, para no mostrarse
vulnerable. La afectividad es un lenguaje que el sujeto narcisista no puede
98

manejar por ello lleva todo discurso a lo racional o intelectual, en el que se


muestra con una seguridad sospechosa, lo que provoca una sensación de
seguridad, aunque toda esa estructura esconde una vulnerabilidad intensa, miedo
a la autosuficiencia o autonomía, pues necesita de la energía de los objetos, como
la admiración, para seguir alimentando su fantasía omnipotente.

El sujeto es incapaz de procurarse la energía que absorbe de los objetos


pues su autoestima se encuentra en los niveles más bajos. Busca en el exterior lo
que no puede encontrar en su interior. La persona pasa del extremo de lo malo,
cuando no tiene esa energía externa, al extremo de lo bueno cuando la obtiene,
por ello es que su comportamiento caracterológico se muestra inestable, de pronto
tiene arranques de rabia, a una profunda tristeza, el vacío no se puede llenar por
más que lo intenta.

6.4 Narcisismo, dominio de la pulsión de muerte

El sujeto narcisista requiere para su supervivencia psíquica absorber toda la


energía de sus objetos, introyectarla, alimentar su psiquismo, sus
representaciones distorsionadas y sus fantasías omnipotentes.

No tolera la postergación de la satisfacción de sus deseos, ésta debe ser


inmediata, sin mediadores, directa, sin embargo esta demanda tiende al fracaso,
nada le satisface y está condenado a repetir compulsivamente esta satisfacción,
dañará a sus objetos, sin ningún miramiento. Todo esto se resume en el dominio
del proceso primario la percepción de la coherencia, congruencia, temporalidad y
otros están fuertemente alterados.

El narcisista no logra unificar la pulsión, se mantiene dividida en estados


pregenitales, por ello la demanda hacia los objetos es intensa e insaciable. Los
órganos representados y cargados de energía libidinal buscan la satisfacción de
manera separada lo que provoca un desgaste en las tres áreas que conforman al
ser humano, el mismo que provoca la desintegración de las débiles líneas que
mantienen “integrado” al sujeto, es como si la pulsión de muerte verbalizara “divide
y vencerás”.

6.5 Narcisismo: incertidumbre en el tratamiento

Como en el resto de las patologías, las personas narcisistas asisten a


tratamiento en situaciones distintas, en diferentes niveles estructurales,
emocionales, relacionales, sociales, económicos. Estos elementos son de vital
importancia para elaborar un pronóstico favorable.
99

Los trastornos narcisistas poseen una estructura parecida a los trastornos


fronterizos. Se muestran intensos y extremos en sus conductas, pasan de la nada
al todo, de lo bueno a lo malo. Los requisitos mínimos para lograr un tratamiento y
una mejoría satisfactoria son un mínimo nivel de vinculación aunque éste sea
patológico, cierto sentido de realidad, defensas que mantengan al sujeto aunque
no sean sanas o efectivas en relación al exterior.

El terapeuta estará en el ojo del huracán, por un lado será puesto a prueba
constantemente, cualquier falla será motivo para abandonar el tratamiento, y por
otro debe mostrarse afectivo, contenedor, comprensivo, auxiliar al paciente en la
tramitación de los conflictos que habían permanecido encerrados en la fantasía
omnipotente y que en el análisis reaparecerán. He ahí el dilema al que se enfrenta
el analista pues debe mantener la idealización del paciente pero a la par debe
mostrarse “vulnerable”, es decir expresar afectividad, un nivel que al paciente no le
es familiar.

Consideramos que estos son los puntos más importantes abordados en el


trabajo expuesto. La necesidad de un narcisismo para preservar la vida, la cultura
y la época que atenta contra esto. El sufrimiento psíquico que viven y repiten los
narcisistas y sus posibles tratamientos.
100

VII Propuesta personal

A partir de lo investigado anteriormente podemos encontrar puntos


destacados y que incluso los autores dejan de lado. Partiendo de que el
psicoanálisis clásico no brinda respuestas contundentes a la problemática
narcisista, es necesario crear nuevas perspectivas, sin embargo, aún no se ha
dicho todo al respecto de este tema. De ahí que nos atrevamos a plantear
aspectos que también son importantes considerar sobre la instancia del
narcisismo, su patología y su tratamiento.

El término narcisismo no debe limitarse a ser sinónimo de egocéntrico como


en el mundo lego se explica, tampoco es únicamente signo de patología, el
concepto es por mucho más complejo. En este trabajo podemos concluir distintos
puntos, que son alternos a los expuestos y que teóricamente puede aportar
nuevos puntos de vista para el tratamiento de estos trastornos:

1.- Narcisismo: instancia permanente

El tratamiento, para cualquier paciente, provoca cierta ansiedad,


sentimientos incómodos, regresión a etapas tempranas, despierta agresividad, etc.
por ello es importante que el concepto de narcisismo sea objeto de análisis
constante, si encontramos (y seguro las encontraremos) respuestas narcisistas a
la intervención terapéutica, lograremos encontrar puntos de fijación, posibles
etiologías de la compulsión a la repetición. La conducta narcisista no es estática
sino dinámica, si la consideramos durante todo el análisis lograremos observar los
avances o estancamientos del analizado. La propuesta entonces es que se tome
como eje central esta instancia ya que recoge otras como la represión, la pulsión,
los mecanismos de defensa, etc.

2.- Idealización propia parcializada

Sin duda existen narcisistas que no idealizan todo su sí-mismo sino solo
una parte ya sea física, intelectual o social. Encontrar este elemento idealizado es
crucial en el tratamiento pues nos arroja información sobre las representaciones
que tiene distorsionadas e incluso nos muestra cómo su sí-mismo entra en
conflicto. Es decir podemos encontrar a personas que descuidan su físico, lo
castigan, por ejemplo la obesidad, pero en el aspecto intelectual muestran una
fuerte conducta narcisista, “son genios”, al menos para ellos mismos. La imagen
propia no está sujeta a la realidad sin embargo dejan una especie de “ancla”, en el
ejemplo pasado, la obesidad es el gancho a la realidad, a mantener un defecto
que es símbolo de humanidad, este, aunque es un síntoma es lo que le permite
permanecer en un estado más o menos funcional. La obesidad también puede ser
tomada como una protección, un muro de grasa como defensa a lo externo, pero
ese sería otro tema.
101

Así pues las partes o instancias no idealizadas son elementos importantes


que se pueden utilizar en el tratamiento para crear aspiraciones, un ideal del yo,
en el narcisista, aunque siempre cuidando no alimentar la omnipotencia y que
esas partes se tornen idealizadas también. La intervención debe ser altamente
cautelosa pues la defensa narcisista es difícil de romper, pero si tiene estos puntos
débiles.

3.- Narcisismo: voracidad

El narcisista es altamente demandante, detectar qué es lo que demanda es


otro punto esencial en el tratamiento, la demanda obviamente indica la carencia
del paciente, el terapeuta debe satisfacer hasta cierto punto para establecer la
transferencia, dosificar la ansiedad cediendo y rehusando, de tal manera que el
sujeto vaya desarrollando cierta tolerancia a la frustración, capacidad que no tiene
en un principio.

4.- Narcisismo: calidad de individuo. Tornar lo omnipotente en humanizante.

El terapeuta debe considerar que el narcisista posee una intensa energía a


diferencia de otras patologías, esa energía está mal encausada, pero no por ello
debe buscarse la eliminación de tal, es decir, si en el tratamiento se buscara
aniquilar esa energía, destruiríamos el psiquismo del paciente, o en el mejor de los
casos el mismo abandonaría el análisis.

Así pues acordando con Klein las fantasías omnipotentes ayudan al


individuo a establecer identidad, a individualizarse, a tener valía de su sí-mismo. El
sujeto narcisista más o menos estructurado, posee esbozos de estas
características, el trabajo terapéutico debe enfocarse en establecer “soportes” y
auxiliar en el desarrollo que ha quedado fijado en etapas tempranas.

5.- La frustración para instaurar culpa

El sujeto narcisista difícilmente siente culpa que es necesaria para la


reparación de los objetos y lograr relaciones objetales aceptables, pero algo que
se encuentra comúnmente es la frustración, entendida como un muro externo que
limita la satisfacción del deseo directo. Esta barrera externa es un elemento que
podemos utilizar para que el sujeto la introyecte, si bien es cierto que no podemos
aspirar a la instauración de una represión neurótica, si podemos dirigir esta
instancia para que establezca una culpa que permita la reparación de los objetos y
un interés auténtico por el otro, tomado como sujeto.

6.- Volcar el deseo al exterior y llegar a lo genital

La satisfacción del deseo es buscada en el interior del propio sujeto, de ahí


que se torne imposible su realización, pero la energía existe, por ello otra de las
metas que el terapeuta debe considerar es ser un objeto suficientemente bueno
como para que él se comience a vincular. Obviamente el vínculo que puede
102

establecer es narcisista, es decir la agresividad hace su entrada, sin embargo, y


en esto acordamos con los autores, el terapeuta debe ofrecer otro tipo de vínculo
diferente al que el sujeto ha sido expuesto, debe contener toda esta pulsión
agresiva. El analista debe guiar al analizado en el proceso de relación con el
objeto, mostrar que no forzosamente es necesaria la agresión para establecer un
vínculo.

Ayudar en este proceso implica demostrar que al vincularse no


necesariamente será expuesto o vulnerable o más aún que en caso de ser herido
por los objetos la libido puede volver al yo y sanarle y posteriormente aprender de
la experiencia.

Este último punto es importante, la cerrazón que el narcisista demuestra


también le impide experimentar cosas nuevas, por lo que difícilmente podrá
aprender de la experiencia, así pues el terapeuta debe invitar a abrirse aunque
debe ser cauteloso pues en el estado del paciente difícilmente tolerar una herida.

7.- Capacidad de simbolizar. Instaurar un lenguaje emocional

Los sujetos narcisistas son especialmente vulnerables a las emociones y


sentimientos, de ahí que los mecanismos de intelectualización y racionalización
sean característicos en ellos. El lenguaje emocional es algo ajeno pues solo lo
llevan al acto, conductas intensas y agresivas, la única emoción clara es la cólera
o ira. Por ello el terapeuta debe ayudar a la verbalización es decir auxiliarle en la
transición del proceso primario al secundario.

La forma es concreta, el analista debe expresar emociones y sentimientos,


siempre auténticos, en el nivel de contratransferencia y a la vez poner en palabras
lo que el paciente actúa. De ahí la importancia de que el terapeuta esté o haya
estado en tratamiento, así será posible comunicarse en otro nivel, ese nivel
emocional que es inherente en todo ser humano y que causa tanto miedo al
sujeto.

Finalizando, concordamos con los puntos que los autores del narcisismo
establecen, sin embargo, el psicoanálisis no es garantía de cura, ni en estos
pacientes ni en ninguno, así es que no está todo escrito, aún hay vetas que
explotar, elementos que no han sido ligados.

El estudio del narcisismo es difícil pues contra y transferencialmente se


mueven muchos elementos. En estas intervenciones debe tenerse especial
cuidado pues la agresividad es intensa.

Considero que el narcisismo es uno de los conceptos más importantes de la


teoría psicoanalítica. Como muchos otros, éste fue introducido gracias a la
patología, al parecer es más fácil definir las conductas anormales que las
normales.
103

Interesante es la forma en que Freud lo plantea, primero, como trastorno,


pero después como elemento clave en la estructuración del psiquismo, como
pieza fundamental en desarrollo del psiquismo.

Concepto polémico en sus dos vertientes, primario y secundario, mi postura


frente a esto es que no considero que Freud haya caído en una contradicción al
establecer estos dos niveles, el primero, si bien es cierto que existen los objetos
que le proveen y protegen, desde la perspectiva del niño aún no existen, no está
presente la diferenciación por ello toda la energía recae en él mismo. En el
secundario establece la capacidad de retraer la libido que ha depositado en los
objetos, sin duda esto se observa cuando el sujeto se enfrenta a situaciones
intensas y busca su propia protección. Sin embargo la crítica que establecen los
otros autores, pienso yo, que tampoco está fuera de lugar, pues brindó los
cimientos para abordar más a fondo las relaciones de objeto y plantear nuevos
conceptos. Me parece curioso que el concepto de narcisismo, que denota egoísmo
o “egocentrismo”, también marque la forma en cómo el sujeto se relaciona con el
objeto. Digamos, de manera somera, que el sujeto, sano o enfermo, trata a sus
objetos como él se trata o trataría a sí mismo. Es decir, si es sano les brinda
interés, cariño, cuidado, si es enfermo, proyecta lo destructivo y lo agresivo y por
ello busca destruirlos o alejarlos.

Otro aspecto que considero importante, hablando ya del narcisismo


patológico, es la evaluación de las conductas narcisistas en el resto de las
patologías, observar la necesidad control en los obsesivos, en las fantasías
omnipotentes de los psicóticos, en el radicalismo de los limítrofes, en el
hedonismo de los perversos, etc. Es crucial, pues marca la compulsión a la
repetición, las representaciones distorsionadas, las fijaciones, entre otras. Si se
mantiene claro la posición inicial del narcisismo y cómo se va desarrollando o
madurando, por así decirlo, a lo largo del tratamiento, esclarecerá
importantemente la ruta que se debe seguir en cada paciente.

Sin lugar a dudas el narcisismo se ha convertido en una patología del


posmodernismo, es decir influenciado por la filosofía existencialista y el
cosmopolitismo, de ahí que la técnica clásica requiera modificaciones y creo que
Kernberg es el que más aporta a esta cuestión, los que yo resaltaría es cierta
capacidad de culpa y no sólo de frustración, cierto grado de integración
superyoica, tolerancia a la ansiedad y motivación para el tratamiento. En este
punto quiero hacer hincapié en puntos que se han presentado en el trabajo y que
considero importante mencionar como elementos clave que yo utilizaría en
tratamiento de los trastornos narcisistas:

En primer lugar que el analista esté o haya estado en análisis pues estos
pacientes descubren fácilmente los puntos débiles de los objetos y con la
agresividad que los caracteriza puede provocar una contratransferencia negativa,
en un grado importante que incluso acabe el tratamiento. En segundo lugar el
terapeuta debe mostrar, y en esto concuerdo con Balint, una capacidad de
verbalizar los afectos que el paciente narcisista no puede, es decir, ir desde el
104

ámbito de la creación hasta el proceso secundario. Otro punto que incluso no lo


consideran, al menos de forma explícita, los autores abordados, es la
parcialización del narcisismo, esto es que un narcisista puede tener posicionada
solo una parte de su sí-mismo en la fantasía omnipotente o idealizada y que le
sirva de protección para las otras partes que son especialmente débiles. Por
ejemplo un narcisista en donde su defensa sea el físico, una apariencia
especialmente cuidada, esculpida como estatua griega, pero su pensamiento es
mínimo, es ignorante y lo cubre con el cuerpo; o viceversa un cuerpo descuidado
pero destacadamente inteligente, esto lo podemos ver a diario en la televisión o en
otros medios de comunicación. Con esto pues, lo que quiero dar a entender con
esto es que justo en estos puntos cubiertos por la omnipotencia es en los que se
puede trabajar, digamos que es repartir la excesiva libido depositada en solo una
parte del sí-mismo al resto de éste, y no caer en el error de promover la
omnipotencia en toda esta instancia.

A lo largo del trabajo hemos hablado de neurosis de transferencia, y la


imposibilidad de hablar de ésta en el tratamiento del narcisismo patológico, no sé
hasta qué punto concuerde con tal afirmación, pues tomando la premisa en la que
se plantea que las fijaciones narcisistas no detienen el desarrollo del sujeto, la
relación con los objetos se presenta necesariamente, con todos los conflictos,
digamos que como en cualquier otra patología. Así pues creo que sí se puede
hablar de transferencia pero nunca perder de vista la forma de vinculación si es
pregenital o genital, dual o edípica, etc.

Trabajar con pacientes narcisistas es especialmente agotador por la intensa


demanda de atención que exigen al terapeuta, así que se debe ser especialmente
precavido en el nivel que se debe ceder a este punto y cuándo no.

Haber hablado de este tema sin duda me ayudó a comprender más


profundamente los conceptos básicos del psicoanálisis y sus distintas
perspectivas, sin duda en área de patología me ha aportado las conductas
narcisistas en cada uno de los trastornos abordados, pero quizás lo más
importante es que el trabajar en psicoterapia psicoanalítica no implica trabajar a un
nivel menos profundo o importante que lo que haría el psicoanálisis clásico, sino
que es una capacidad de abordar problemáticas que en el pasado no se podían,
es aportar elementos innovadores y adaptar la escuela psicoanalítica a la situación
contemporánea.
105

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