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Autor:

El autor es José María Arguedas el Nació el 18 de enero de 1911, en


Andahuaylas (Apurímac), siendo sus padres don Manuel Arguedas y
doña Victoria Altamirano. En su niñez vivió en una hacienda de
Ayacucho, donde convivió con los indígenas y fue testigo de los abusos
que se cometían contra ellos.
Estudió Letras de la Universidad San Marcos de Lima y empezó a
destacar como escritor indigenista. Sus principales obras son: Agua
(1935), Yawar Fiesta (1941), Diamantes y pedernales (1954), Los ríos
profundos (1958), El Sexto (1961) y Todas las sangres (1964).
También fue funcionario del Ministerio de Educación, la Casa de
Cultura, el Museo de Historia. Así como profesor de las universidades
San Marcos y la Molina. Una fuerte depresión le llevó a dispararse en
la cabeza, falleciendo en Lima el 2 de diciembre de 1969.

ANÁLISIS El Sueño del Pongo no es una obra original, sino un cuento


tradicional que José María Arguedas escuchó a un indio cusqueño y
que luego escribió en quechua y tradujo al castellano, poniendo, sin
duda, como confiesa el mismo novelista, "mucho de su cosecha".

LOCALIZACIÓN: El relato es parte de poesía y prosa quechua, antología


seleccionada por el doctor Francisco Carrillo (Ediciones Biblioteca
Universitaria, 1968).

GÉNERO LITERARIO: Narrativo.


ESPECIE LITERARIA: Cuento.

PERSONAJES DE LA OBRA: El Sueño del Pongo tiene solamente dos


personajes o protagonistas: el pongo y el hacendado abusivo.

TEMA: El tema principal es el restablecimiento de la justicia, la


reparación de un daño que cometió el hacendado abusivo y cruel
contra el Pongo.

ARGUMENTO:
El sueño del Pongo se narra la historia de un hombrecito que era
sirviente y pequeño de estatura. El patrón de la hacienda siempre se
burlaba del hombrecillo delante de muchas personas. El pongo no
hablaba con nadie; trabajaba calladito y comía sin hablar. Todo cuanto
le ordenaban, cumplía sin decir nada. El patrón tenía la costumbre de
maltratarlo y fastidiado delante de toda la servidumbre, cuando los
sirvientes se reunían para rezar el Ave María en el corredor de la casa
hacienda. El patrón burlándose le decía muchas cosas: "Creo que eres
perro, "ladra", "ponte en cuatro patas", "trota de costado como
perro". El pongo hacía todo lo que le ordenaba y el patrón reía a
mandíbula batiente. El patrón hacía lo que le daba la gana con el
hombrecillo. Pero... una tarde, a la hora del Ave María, cuando el
corredor estaba repleto de gente de la hacienda, el hombrecito le dijo
a su patrón: "Gran señor, dame tu licencia; padrecito mío, quiero
hablarte". El patrón le dice: "Habla... si puedes". Entonces el pongo
empieza a contarle al patrón lo que había soñado anoche: "Oye
patroncito, anoche soñé que los dos habíamos muerto y estábamos
desnudos ante los ojos de nuestro gran padre San Francisco, Él nos
examinó con sus ojos el corazón del tuyo y del mío. El padre San
Francisco ordenó al Ángel mayor que te eche toda la miel que estaba
en la copa de oro. La cosa es que el ángel, levantando la miel con sus
manos enlució todo tu cuerpecito, desde la cabeza hasta las uñas de
tus pies, Bien, ahora me tocaba a mí, nuestro gran Padre le dijo a un
ángel viejo: "Oye, viejo, embadurna el cuerpo de este hombrecito con
el excremento que hay en esa lata que has traído: todo el cuerpo, de
cualquier manera, cúbrelo como puedas, ¡Rápido!" Entonces,
patroncito, el ángel viejo, sacando el excremento de la lata, me cubrió
todo el cuerpo con esa porquería. Espérate, pues, patroncito, ahí no
queda la cosa. Nuestro gran Padre nos dijo a los dos: "Ahora, ¡lámanse
el uno al otro; despacio, por mucho tiempo".
Mensaje
Nunca trates mal a los débiles o si no se te devolverá.
No hay que juzgar a los demás , ni abusar de alguien débil e indefenso.
Dense cada uno lo que se merece pues cada uno debe enseñar algo del
otro.

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