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La Leyenda de Cuan y Tantarica
La Leyenda de Cuan y Tantarica
Hace muchos siglos, en los Andes peruanos, vivía un príncipe llamado Cuan,
conocido como el Señor de las Lluvias. Su hogar era un cerro alto y hermoso
que, gracias a la generosidad de la lluvia, rebosaba de agua. Desde su cima se
divisaba el valle, con sus cristalinos ríos, lagos y lagunas, así como campos
verdes de cultivo que se extendían hasta donde alcanzaba la vista. En el cerro
vecino, vivía Tantarica, la hija del emperador de aquel lugar. A pesar de ser
igual de hermoso que el reino de Cuan, este cerro no contaba con tanta agua.
Tantarica y su pueblo dependían completamente de la lluvia para sobrevivir. Por
lo tanto, cuando llovía poco, la gente sufría y las cosechas no crecían tan bien
como esperaban. Un día el príncipe y la princesa se conocieron y después de una
bonita amistad, terminaron enamorándose. Fue entonces, que Cuan visitó al
emperador para pedir la mano de la princesa. En respuesta, el emperador le
impuso una tarea imposible: construir un canal que llevara agua desde el
abundante reino de Cuan hasta el reino de Tantarica. Cuan aceptó el desafío y
trabajó duro durante muchos años para construir el canal. El canal serpenteaba
a través de los valles y las montañas más altas, atravesando ríos y arroyos. Era
una obra impresionante que requería mucho esfuerzo y dedicación. Cuan
trabajó codo a codo con los habitantes de su reino, quienes lo apoyaron en la
construcción con esmero y paciencia.