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Índice
1Etimología
2Definiciones
3Historia
4Estudio de la armonía
5Desarrollo
o 5.1Armonía tonal o funcional
o 5.2Grados
o 5.3Funciones
o 5.4Clasificación
o 5.5Tensión y reposo
o 5.6En la música popular
6Véase también
7Referencias
o 7.1Notas
o 7.2Bibliografía
8Enlaces externos
Etimología
El término «armonía» deriva del griego ἁρμονία (la
diosa Harmonía), que significa ‘acuerdo, concordancia’3 y este del
verbo ἁρμόζω (harmozo): ‘ajustarse, conectarse’.4Sin embargo, el
término no se utilizaba en su acepción actual de armonía polifónica
(relación ordenada entre varias melodías superpuestas, formando un
todo que mantiene cierta autonomía respecto de cada una de las
partes), ya que la ejecución simultánea de notas distintas
(exceptuando las octavas, que el oído humano percibe como
idénticas) no formó parte de la práctica musical de Occidente hasta
entrada la Edad Media.
Definiciones
Las definiciones habituales de la armonía suelen describirla como la
«ciencia que enseña a constituir los acordes y que sugiere la manera
de combinarlos de la forma más equilibrada, consiguiendo así
sensaciones de relajación, sosiego (armonía consonante), o de
tensión y vibraciones hirientes (armonía disonante o dispuesta)».
Esta diferencia entre sonidos «consonantes» y «disonantes» tiene
una base acústica: todo sonido incluye dentro de sí a varios sonidos
que suenan con menor volumen (el original sería la nota
«fundamental» y los menores, sus «armónicos»). Cuando la
combinación de diversos sonidos incluye a varias notas que son
armónicos de la misma fundamental, tales combinaciones serán
percibidas como «consonantes». Este interés por relacionar los
conceptos de consonancia y disonancia con la naturaleza provienen,
en su codificación académica, del siglo XX, y del marco cultural
del positivismo. Los autores positivistas, como Helmholtz, trataron
de explicar estos conceptos de consonancia y disonancia —los
cuales resultan fundamentales para el estudio del estilo musical— a
partir de la física del sonido con los mismos presupuestos que los
biólogos, físicos y demás científicos de su época: la idea de que
existía una base científica en la naturaleza que podía ser descubierta
y aprovechada para el beneficio y progreso de la humanidad.
Ahora bien, en la percepción humana no solo intervienen factores
físicos, sino también (y sobre todo) factores culturales. Lo que un
hombre del siglo XV percibía como consonante, puede sonar
estridente para uno del siglo XXI, y una combinación de sonidos que
sugiere una sensación de reposo a un japonés puede no sugerírsela a
un mexicano. A partir de la década de 1980 comenzó a aparecer
un corpus considerable de estudios centrados en la percepción
humana de la música, no desde el punto de la percepción psicológica
—tal y como presenta Janet Wydom Butler en su manual—, sino
desde el punto de vista de su interpretación por un sujeto que
pertenece a una cultura determinada. Tal es el campo de estudio de
la actual psicosociología de la música.
De esta manera, el estudio en occidente de la armonía que trata de
presentarla fundamentada sobre elementos acústicos, tratando de
acercar su análisis al análisis científico, es solo un intento de
legitimar como válida universalmente una práctica musical concreta.
Este intento es el característico de la musicología en sus inicios en el
siglo XIX, el cual tuvo un marcado sesgo eurocéntrico.
Historia
En la música de la Antigua Grecia, el término se usaba más bien
como un sistema de clasificación de la relación entre un tono grave y
otro agudo.1En la Edad Media, el término se usaba para describir dos
tonos que sonaban en combinación, y en el Renacimiento el
concepto se expandió para denotar tres tonos sonando juntos.1
El Traité de l’harmonie (1722), de Rameau, fue el primer texto
acerca de la práctica musical que incluía el término «armonía» en el
título. Sin embargo, no significa que esa fuera la primera discusión
teórica acerca de este tema. Como todo texto teórico
(particularmente de esta época), se basa en la observación de la
práctica; Rameau observa la práctica musical de su época y elabora
algunas reglas, otorgándole una supuesta validez universal. Especial
importancia tiene en su desarrollo el fenómeno de la resonancia
armónica para la justificación de los distintos elementos. Este y
otros textos similares tienden a relevar y codificar las relaciones
musicales que estaban íntimamente vinculadas con la evolución de
la tonalidad desde el Renacimiento hasta fines del periodo
romántico.
El principio que subyace a estos textos es la noción de que la
armonía sanciona la armoniosidad (los sonidos que complacen) si se
adapta a ciertos principios compositivos preestablecidos.5
Estudio de la armonía]
Como otras disciplinas humanas, el estudio de la armonía presenta
dos versiones: el estudio descriptivo (es decir: las observaciones de
la práctica musical) y el estudio prescriptivo (es decir: la
transformación de esta práctica musical en un conjunto de normas de
supuesta validez universal).
El estudio de la armonía solo se justifica en relación con la música
occidental, ya que la Occidental es la única cultura que posee una
música «polifónica», es decir, una música en la que se suele ejecutar
distintas notas musicales en forma simultánea y coordinada. De
modo que, a pesar de que el estudio de la armonía pueda tener
alguna base científica, las normas o las descripciones de la armonía
tienen un alcance relativo, condicionado culturalmente. También
ocurre en los aspectos del ritmo y la melodía musicales.
En la música occidental, la armonía es la subdisciplina que estudia el
encadenamiento de diversas notas superpuestas; es decir: la
organización de los acordes. Se llama «acorde» a la combinación de
tres o más notas diferentes que suenan simultáneamente (o que son
percibidas como simultáneas, aunque sean sucesivas, como en
un arpegio). Cuando la combinación es solo de dos notas, se le llama
«Notas Dobles».
La idea de vertical y horizontal es una metáfora explicativa,
relacionada con la disposición de las notas musicales en
una partitura: verticalmente se escriben las notas que se interpretan a
la vez, y horizontalmente las que se interpretan en forma sucesiva.
Sin embargo, también forma parte del estudio de la armonía las
sucesiones horizontales de acordes, y su efecto sobre el fluir general
de la música.
En la escolástica musical, el contrapunto es una disciplina
complementaria a la armonía (y que se confunde con ella), pero que
se centra más en la elaboración de melodías que sean combinables
simultáneamente que en los acordes resultantes de tal combinación.
Es decir: se centra más en la percepción de las partes que en la del
todo. Como disciplina creativa (y no como disciplina académica), el
contrapunto tuvo su auge durante el Barroco, particularmente con la
figura de Johann Sebastian Bach.
Desarrollo]
Melodía, contrapunto y armonía están totalmente interrelacionados.
Tradicionalmente, la armonía funciona como acompañamiento,
armazón y base de una o más melodías. La melodía (dimensión
horizontal de la música) es una sucesión (en el tiempo) de sonidos.
Para acompañarla, se hace que sean pertenecientes a acordes, que la
enriquecen con otros sonidos que adornan y suavizan, o bien
generan tensión, es decir, que producen efectos expresivos,
complementando la melodía gracias a las sutiles relaciones que
entablan entre sí (integrándose perfectamente la melodía con los
acordes, es decir, con la armonía).
Armonía tonal o funcional
Acorde
Análisis musical
Composición musical
Consonancia
Forma musical
Funciones tonales
Textura musical
Referencias[editar]
Notas[editar]