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Recomendaciones para reir

Juan Carlos Nalvarte Lozada

Fue hace unos siete u ocho años. En ese entonces leía muy poco, casi nada,
y cada fin de mes me veía obligado a buscar en internet algún resumen que
me ayudara a pasar la evaluación del plan lector en mi colegio. Rara vez
leía el libro, solo cuando era muy pequeño o cuando mis compañeros me
contaban que tenía alguna escena picante. Gracias a Dios El Avaro de
Molière era de los pequeños y un día que estaba en la casa de mis abuelos y
se había ido la luz me eché en un sofá de la sala para empezar a leerlo. Me
enganchó rapidamente y cuando menos lo pensaba me encontré riendo.
Estaba impresionado ¿cómo algo escrito hace casi trescientos cincuenta
años podía ser tan gracioso? Me hacía acordar a Chespirito, inclusive me
reía más.

Ese fue el momento en que descubrí uno de los mayores placeres de la


lectura: la risa. Luego leí todo lo que pude de Molière, El enfermo
imaginario sigue siento mi favorita, aunque El burgués gentilhombre y El
médico a palos no se quedan lejos.

Y ahí quedó mi interés por la risa, de vez en cuando di un par de carcajadas


leyendo, por ejemplo, Silvio en el rosedal de Ribeyro (un cuento para nada
cómico, pero con un pasaje realmente desternillante) o El mundo según
Garp de Irving, pero nada más. Hasta mi descubrimiento de Quevedo,
Cervantes y Rabelais. Ya no cabía en mi sorpresa: ¡Gargantúa y Pantagruel
eran cien años más antiguos que Molière! Desde entonces he buscado el
humor en la literatura y me he agasajado con títulos extraordinarios para la
risa.

Aquí les dejo una lista de ellos, de los que para mí son obras maestras del
humor en la literatura en el siglo XX. Los recomiendo para estas vacaciones,
para los que desean relajarse y no aprovecharlas para leer obras
gigantezcas o atrapantes que ya recomendé aquí:
http://insectolascivo.blogspot.com/2013/08/libros-para-las-vacas.html

Las aventuras del buen soldado Švejk (1923) de Jaroslav Hašek

Las gracias y degracias de un extraño soldado checo en el ejército


austrohúngaro durante la primera guerra mundial. Con un personaje tan
entrañable y sólidamente construido, que no se sabe si es francamente
estúpido o simplemente vive en un contexto que no es el suyo, esta obra
nos obliga a reirnos mientras leemos y a llorar cada vez que la cerramos
por las atrocidades que acaba de narrar. Es una lástima que haya quedado
inconcluso (a pesar de sus más de setecientas páginas). Uno desea que el
autor haya sido inmortal.
Comeclavos (1938) de Albert Cohen

Las aventuras del inteligente y singular Comeclavos y sus amigos (“Los


esforzados”) primero en la isla griega de Cefalania y luego en la Ginebra de
entreguerras. Una hilarante reflexión sobre el judaísmo. Simplemente
brillante. Tiene una escena extremadamente divertida cuando dos de los
personajes, totalmente locos y zarrapastrosos, se hacen pasar por
diplomáticos sudamericanos y se entrevistan con un alto cargo de la
Sociedad de Naciones.

¡Noticia bomba! (1938) de Evelyn Waugh

Talvez con este libro no vayas a morir carcajeándote, pero de seguro que
una risita tímida va estar inquieta dentro de ti durante toda la lectura.
Humor sútil, como debe ser la comedia. Todo empieza cuando por error
mandan a William Boot a cubrir una insignificante guerra civil africana. Un
inteligente alegato contra el mal periodismo. Recomendado especialmente
para los periodistas.

La conjura de los necios (escrita en 1962, publicada póstumamente


en 1980) de John Kennedy Toole

Si algun día escribiera algo que se acercara un poquito a este libro podría
morir en el instante, totalmente feliz. Este libro tiene uno de los mejores y
más extravagantes personajes de la literatura universal: Ignatius Really, un
treintañero desempleado, que cree que existe un orden natural (casi un
pecado en el mundo actual) y que vive con su madre en la casa de esta. A
través de sus peripecias tratando de conseguir empleo nos muestra la
miseria del mundo moderno y nos hacer reír a carcajadas.

Tres tristes tigres (1965) de Cabrera Infante

Mi libro favorito en español. Cabrera Infante juega con el lenguaje a su


placer, lo retuerce y lo estira y lo destruye y lo inventa y es tan divertido…
El libro (¿es una novela?) trata de la noche en La Habana a través de un
grupo de amigos. Un humor extraño, pero sin lugar a dudas graciosos y
divertido.

Pantaleón y las visitadoras (1973) de Vargas Llosa

Vargas Llosa puede llegar a ser muy divertido y este libro lo confirma.
Aunque podríamos decir que La tía Julia y el escribidor es más graciosa,
esta novela es de lejos más inteligente y por tanto más divertida que la
anterior. Se nota que el autor gozó con estos juegos.
Wilt de (1976) Tom Sharpe

Siempre he escuchado hablar sobre el humor inglés, pero como relacionar a


Waugh con Sharpe. Bien se ha escrito que mientras que Waugh te mata de
risa con un florete, Sharpe lo hace con una motosierra. Un profesor de
instituto con una vida miserable y una mujer insoportable es arrestado
luego de que la policía cree que ha matado a su esposa. Advertencia: dadas
las situaciones narradas en el libro, este puede causar que se te desencaje
la mandíbula de risa.

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