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Universidad Metropolitana de las Ciencias de la Educación

Departamento de Filosofía
Seminario Voz y letra: trayectorias teóricas y clínicas del psicoanálisis.
Profesora: Francisca Pérez Prado.

Apuntes de lectura y de clase (Clase del miércoles 8 de Julio de 2020)


Capitulo “Julio Cortázar y el gallo del espanto” perteneciente al texto “Memoria y Espanto o el
recuerdo de infancia” de Néstor A. Braunstein.

Por Camilo Pino Sepúlveda.

El libro se articula a partir de una frase y una imagen; La frase es de Julio Cortázar: “La memoria
empieza en el terror” y la imagen un gallorefiere a un episodio traumático de la infancia del
mismo Julio. Cabe resaltar el gesto contra hegemónico de Braunstein al incorporar, tanto el
soporte literario en la producción teórica, como a autores latinoamericanos en la reflexión
psicoanalítica.

Hay una escena en la infancia de Julio que tiene que ver con la primera huella mnémica, con el
primer recuerdo; Algo se escribe en el propio escritor, hay un espanto inaugural que viene con el
enfrentamiento a la página en blanco y que se vence con la aparición de la escritura. La primera
página de la vida de Cortázar y que valdrá para nosotros señala Braunstein como mito del
nacimiento del deseo y de la vocación del escritor.

En un primer momento del texto, se podría inferir, que el Braunstein se hace la siguiente
pregunta: ¿Cómo se constituye la memoria? Ante esta interrogante presentará dos hipótesis que
se encuentran en el terreno de lo indecididible, ya que ambas hipótesis confluyen divergiendo nos
dirá el psicoanalista argentino.

1) la memoria como factum objetivo.

2) la memoria como producción subjetiva y retroactiva.

Más adelante nos toparemos con la hipótesis de la memoria en retrospectiva. Lo que uno ha
llegado a ser. La memoria ligada al porvenir o al destino. (Lo que soy es el producto de una serie
de experimentaciones, como muy bien nos advierte Nietzsche en el Ecce Homo).

Aparece la pregunta: ¿Cómo ubicar el primer recuerdo en el tiempo y en el espacio si,


precisamente, ese recuerdo es anterior a cualquier significación?

A propósito de esto surge la reflexión sobre la temporalidad, pareciera que el tiempo que se da
cuenta aquí, no es un tiempo lineal, sino que es un tiempo complejo, una constelación. El
recuerdo es siempre una proyección respecto de nuestro propio destino , somos seres-para-la-
muerte dicho en clave heideggeriana, el recordatorio del memento mori está siempre patente a la
hora de la reconstrucción del recuerdo. Freud al respecto nombrará este fenómeno con el
concepto de Nachträglichkeit, que da cuenta de una comprensión tardía del evento traumático.

Otra observación añadida a la discusión sobre la temporalidad del trauma es la de la ausencia de


tiempo en el origen, la anulación del tiempo que está implícita en la misma idea de origen. en
donde pertenezco a un tiempo, a un espacio, veo cosas, me pasan cosas, pero no tengo cómo
nombrar, no tengo palabras ¿cómo narrar aquello que me ocurre?

Braunstein dice al respecto: Para que algo sea primordial (Ur) es necesario que no tenga pasado,
pues cualquier estado anterior impugnaría su condición fundadora. Tampoco en ese “hueso”, en
esa “célula germinal”, en ese huevo fecundado del ser o de la memoria, puede haber idea de
futuro, de anticipación.

Un segundo momento en el texto dará cuenta de la participación del otro en la construcción del
recuerdo, en ese sentido el otro será constitutivo del sujeto mismo ¿Por qué afirmamos esto?
Porque el recuerdo en tanto relato o ficción debe contarse con las palabras que el sujeto toma
prestadas de la comunidad. Así como hay un mito inaugural de la cultura, hay un mito que
inaugura la memoria del sujeto y lo interesante de este mito es que, precisamente, sea una ficción;
Aunque este no dé cuenta de una verdad de manera directa, este revelará una verdad otra y es
que además, este recuerdo se prestará a la interpretación o al análisis mismo. Por otra parte, cabe
agregar la precisión que hace Francisca Pérez respecto del concepto ocupado por Lacan de lo
extimo, que hace mención de que lo más profundo, lo que creemos más interno, es lo más
externo, donde hay un centro, un vacío, que intentamos llenar con palabras, lo que pone de
relieve que no hay nada completamente propio.

Hacia el prólogo del libro, Braunstein dirá una frase potente respecto de lo que acabamos de
precisar: Hay obras que nos confinan con lo que de verdad vale la pena, es decir, con lo
inexpresable. (esto lo dirá a propósito de la obra de una serie de autores, entre ellos, Freud, Lacan,
Nietzsche, Heidegger, Beckett, entre otros.) Esto me parece particularmente importante, puesto
que muchas veces ese recuerdo originario es inexpresable por el espanto, el dolor o la angustia
que suscita y ahí es donde entra en juego la clínica psicoanalítica. La memoria y el olvido van de la
mano, el olvido va borroneando el camino que nos dirige hacia el trauma, mientras que la
memoria pavimenta otros caminos.

En el episodio de infancia que narra Cortázar, hay una asociación de un hecho que en apariencia
es absurdocon un profundo sentimiento de pánico o de congoja. Lo que suscita curiosidad en
Braunstein es la irrelevancia de ese primer recuerdo ¿Por qué un evento de la infancia tan
irrelevante, tan absurdo, queda registrado en nuestra memoria y no se desliza hacia el olvido? Esta
curiosidad del psicoanalista es el puntapié inicial para la investigación.

Diremos que el primer recuerdo es provocado por la ausencia de la madre (recordar la


importancia de la madre como objeto en la etapa temprana del niño, como se resaltó en el texto
“más allá del principio del placer”) y el relato que elabora Cortázar es más o menos el siguiente:
El niño se despierta en la madrugada; Frente a él hay una ventana gigante, gris, un poco infamiliar.
Cortázar siente que mira un abismo, lo infinito, lo infamiliar. Todo en esta escena ocurre en el
silencio hasta que el canto de un gallo triza el vidrio del silencio. Entonces llega la madre a calmar
al niño, a apaciguarlo con la palabra, con un cantito que sería una onomatopeya del grito
escandaloso (kikirikí, cocorocó)

El niño en esta escena se sumerge en lo real, sin embargo lo real no es terrorífico, ni angustiante
en sí, sino que el terror viene del desconocimiento. Este acontecer de lo real logra inscribirse
gracias a que hay alguien en ese momento en este caso la madreque le presta una palabra al
niño para nombrar ese enfrentamiento con el vacío. Es a partir de ese acontecimiento que se va a
interpelar a un sujeto porvenir. Dicho en palabras de Francisca, el sujeto se constituye como un
intento de responder a esta interpelación, a este espanto.

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