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Funciones de la Organización Jerárquica y Administrativa de la Iglesia

Católica
A través de los siglos, las normas administrativas y los principios de la organización pública se
fueron trasladando de las instituciones de los estados (como era el caso de Atenas, Roma, etc.)
a las instituciones de la naciente Iglesia Católica y de las organizaciones militares. Esa
transferencia se hizo de manera lenta, pero efectiva, tal vez porque la unidad de propósitos y
de objetivos principios fundamentales en la organización eclesiástica y en la militar no siempre
se encontraban en la acción política vigente en los Estados, acción generalmente impulsada
por objetivos contradictorios de cada partido, dirigente o clase social.

James D. Mooney quien fue un ingeniero estadounidense y ejecutivo corporativo en General


Motors que desempeñó un papel en los asuntos internacionales en la década de 1930 y
principios de 1940. Hizo un interesante trabajo de investigación sobre la estructura de la
Iglesia Católica, mostrando su organización en el tiempo, su jerarquía de autoridades, su
estado mayor y su coordinación funcional. La iglesia tiene una organización jerárquica tan
simple y eficiente que su enorme organización mundial puede operar satisfactoriamente bajo
el comando de una sola cabeza ejecutiva, el Papa, cuya autoridad coordinadora le fue delegada
de forma inmediata por una autoridad devina superior.

La Iglesia Católica está organizada y gobernada especialmente sobre la base de jurisdicciones


correspondientes al Papa y a los obispos. El Papa es la cabeza suprema de la Iglesia, siendo la
persona que tiene la primacía de jurisdicción así como el honor sobre toda la Iglesia. Se
considera a los obispos, conjuntamente y subordinados al Papa, como los Sucesores de los
Apóstoles, responsables por tanto del sostenimiento de la Iglesia y continuadores con la labor
pastoral de Jesucristo. Repartidos por el territorio católico, están al frente de diócesis o iglesias
particulares, teniendo autoridad ordinaria y jurisdicción. Un tipo diferente de obispos son los
llamados de estatus especial, patriarcas del Rito Pascual, quienes dependen sólo del Papa, y
son cabezas de los fieles que pertenecen a estos ritos alrededor del mundo. Los obispos
responden directamente ante el Papa, y entre ellos pueden distinguirse varios tipos, como
Arzobispos residentes y Metropolitanos (cabezas de arquidiócesis), Obispos diocesanos
(cabezas de diócesis), Vicarios y Prefectos Apostólicos (cabezas de vicarías apostólicas y
prefecturas apostólicas), Prelados (cabezas de una Prelatura) y Administradores Apostólicos
(responsables temporales de un jurisdicción). Cada uno de ellos gobierna sus respectivos
territorios siguiendo la ley canónica, teniendo a su cargo a los párrocos, sacerdotes, religiosos
y laicos. Del Papa también dependen directamente los Arzobispos y Obispos titulares, las
órdenes religiosas y congregaciones de Derecho Pontificio, los institutos y facultades
Pontificias, los Nuncios del Papa y los Delegados Apostólicos. Por último, los cardenales de la
Curia Romana son los encargados de asistir al Papa y actuar en su nombre en el gobierno
central y administración de la Iglesia.

El concepto de jerarquía vigente en la iglesia es completamente diferente del concepto


adoptado por otras organizaciones y está basado en dos principios de Mooney denominado
"servicio jerárquico obligatorio" e "independencia de la orden jerárquica".

De cualquier forma, la estructura de la organización eclesiástica sirvió de modelo para muchas


organizaciones que ávidas de experiencias afortunadas pasaron a incorporar una infinidad de
principios y de normas administrativas.
La Iglesia Católica es la única institución política que ha logrado pervivir en el tiempo durante
casi dos milenios, sobreviviendo a todo tipo de cambios políticos, vaivenes económicos o
descubrimientos científicos, y saliendo airosa incluso de los siglos oscuros medievales o de las
revoluciones contemporáneas que cortaron la cabeza de más de un poderoso monarca. Al
margen del uso del poder duro (que obviamente los Papas han ejercido siempre, matanzas
inclusive), el otro pilar esencial que le ha permitido navegar a lo largo de los siglos sin zozobrar,
ha sido la puesta en práctica desde sus inicios de una eficaz estrategia de propaganda, basada
en un sustrato doctrinal simplificado, compensado con una tendencia a la innovación cuando
se percibe una amenaza. Por ello, la política del Papa Francisco en absoluto supone una
revolución en la Santa Sede como claman las voces más idealistas, sino únicamente, una nueva
demostración de la capacidad de adaptación y de supervivencia de esta poderosa institución,
la cual es probablemente una de las mejores maquinarias propagandísticas del mundo.

Evangelización

El actual marketing de evangelización, una forma de marketing de boca en boca, consiste en


lograr que nuestros clientes hablen bien de nosotros y convencer a otros clientes potenciales.
Históricamente, predicar el Evangelio de Jesucristo y difundir las virtudes cristianas es la misión
del equipo de marketing de la Iglesia, los sacerdotes. El sentido de pertenencia a una
comunidad permite que invitemos a todos sus miembros a difundir esa palabra.

La cultura transmedia

El término transmedia es plasmado en el libro “Cultura transmedia” de Henry Jenkins,


publicado en 2015. Es el uso de varios medios y canales de comunicación que se integran en
una sola narrativa. Nos habla del ejemplo de los libros de Harry Potter, que fueron adaptados
al cine e inspiraron la creación de comics, videojuegos y hasta parques de diversión.

La Iglesia católica no esperó a Henry Jenkins. Con base en un libro, la Biblia, desplegó una gran
cantidad de adaptaciones que complementan la transmisión del mensaje. Como mucha gente
no sabía leer, tuvieron que explicar la Biblia con imágenes. En todas las iglesias, los vitrales y
pinturas tienen esa función, y no sólo didáctica, sino inspiradora, gracias a la creatividad de los
artistas de la época.

Para acompañar el texto sagrado, contamos con la historia de los santos. Esto permite ampliar
la narración del texto principal en múltiples narraciones secundarias.

La experiencia del cliente es más importante que el producto

El típico ejemplo de la importancia de la experiencia del cliente en el marketing es Starbucks,


que “no vende café sino experiencia”. Creo que todos los mercadólogos lo tienen claro.

En la Iglesia católica no hay un producto tangible, lo que se promueve está en el terreno de lo


espiritual. Aquí, la experiencia del cliente está en primer plano. Un ejemplo es el rezo: una
experiencia mística a través de un supuesto contacto con Dios. Esa experiencia, lo entenderás,
va más allá de la experiencia sugerida por Starbucks.

Trabajar con influencers

Para posicionar nuestra marca, hoy solemos trabajar con influencers que cuentan con una
comunidad de seguidores y que puede ser nuestro público objetivo. La idea es que hablen de
nosotros con su lenguaje, no imponerles un guion publicitario.
Si eres católico, seguramente sigues algún santo. San Judas Tadeo, por ejemplo, que cada año
atrae multitudes en la Ciudad de México y otras urbes, es sin duda un influencer. Es un
personaje que encarna valores y crea comunidad.

Responsabilidad social

Las marcas tienen que comprometerse con la sociedad, en su beneficio. Deben ser
responsables para hacer un mundo mejor. Esos valores que se promueven desde hace 10 años
nos importan, porque vemos que si no cambiamos nuestros hábitos, vamos a la catástrofe.

La responsabilidad social está en la raíz del cristianismo. Obviamente con episodios dramáticos
en su historia, como la conquista o la caza de brujas, pero en su ADN está el humanismo, el
cuidar del otro, la humildad, la compasión, ayudar al que lo necesita.

Conversión

Inviertes para crear contenido, interactuar con tu comunidad y, al final, realizar una venta. La
conversión es una venta realizada. Implica convertir una persona en cliente.

Para lograr conversiones, la Iglesia ha aplicado básicamente las mismas reglas que usamos hoy
en marketing: atraer personas con contenido de valor, interactuar con ellos, convencerlos,
convertirlos y fidelizarlos.

La iglesia ha aportado infinidad de principios aplicables tanto a la macroempresa y a la micro


empresa.

· Necesidad geográfica de controles autónomos. División geográficamente de la admón.

· Capacitación para los ejecutivos de acuerdo a su agenda.

· Libertad de decisión al ejecutivo.

· Seguridad de la capacidad de un individuo para el correcto puesto.

· Habilidad y dedicación al trabajo.

· El incentivo de la ascensión desde el los niveles inferiores.

· Capacidad de decisión de acuerdo a la problema.

· Ser hábiles en todas la s negociaciones.

· No al favoritismo parental en altos puestos.

La Iglesia Católica tiene una posición privilegiada para influir en el establecimiento de políticas
a nivel internacional. La Iglesia se ha pronunciado sobre temas de interés para sus seguidores
en numerosos países del mundo. A nivel internacional, usa su posición privilegiada en las
Naciones Unidas para influir en un amplio rango de materias, incluyendo el desarrollo
económico internacional, el estatus de la mujer, la población y la planificación familiar. A pesar
de que la Iglesia Católica tiene admirables estrategias dirigidas a erradicar la pobreza y buscar
el desarrollo económico, la defensa de sus estrategias se debilita al establecer posiciones en
contra de la igualdad y el empoderamiento de las mujeres – la mitad de la población mundial.
Este informe cuestiona la legitimidad del estatus de la Santa Sede como Estado Observador
Permanente No-Miembro de las Naciones Unidas e ilustra cómo esta posición ha sido usada
para obstruir la salud y los derechos sexuales y reproductivos de la mujer.
La Iglesia Católica y la estrategia de las 4P

Producto: La cara visible de la Iglesia, debía ser alguien que represente a la comunidad católica
más numerosa del planeta: el latinoamericano. Comunidad que nunca en la historia de la
Iglesia había sido representada por alguien que comparta su misma cultura. La
representatividad del Católico latino no podía estar a más de 10hs de avión y debía ser alguien
humilde, sencillo, desinteresado de los lujos y cerca de la gente, como fue su fundador: Cristo.
Simplemente "back to the basic".

Precio: Reconocer a un Jesuita como la máxima autoridad de la Iglesia, es el precio que la


cúpula cardenalicia decide pagar para olvidar la historia del siglo XVIII en Europa, la época del
Despotismo Ilustrado, la época de los Borbones que se hicieron fuertes en detrimento de
desprestigiar a la Iglesia, al Papado y acabar con la Compañía Jesuítica. Los jesuitas pagaron un
alto precio en aquel entonces, que hoy la Iglesia reconoce y decide valorar a través de la figura
de Francisco I.

Plaza: En la tradicional Plaza de San Pedro se escuchó decir “Parece que mis hermanos
Cardenales han ido a buscarlo casi al fin del mundo”. Eso necesitaba la Iglesia. Eso se propuso
su management: Buscar un representante de países que no sean potencia, de países que no
manejan el destino del mundo. Darle representatividad real a la Iglesia. “La iglesia es una. Y es
Dios mismo.” Y Dios no existe solamente en Europa. Eso lo entendió la cupúla y por eso se
decidieron buscar lejos de Europa, donde hay riquezas pero también pobreza, humildad,
trabajo y donde también hay Iglesia.

Publicidad: Y la Iglesia Católica salió a comunicar y mostrar su mejor producto para competir,
en su histórico balcón: su gran vidriera al mundo. El bajo perfil y su oratoria clara, cuando
quiere hábilmente improvisada, lo hacen más natural y cercano a la gente. Su forma de
venderse es esa. La Iglesia necesitaba una figura carismática, querible. Que le permita
recuperar su imagen y recuperar la fe de su mercado: los católicos. Y los católicos necesitaban
tener un "sacudón". Alguien que les vuelva a despertar su fe. Alguien que los vuelva a fidelizar.

La Comunidad

La Parroquia
Diócesis
La Iglesia católica está presente en el territorio con 1 sede metropolitana y 10 diócesis
sufragáneas. Estas son:

 Arquidiócesis de Tegucigalpa
 Diócesis de Choluteca
 Diócesis de Comayagua
 Diócesis de Danlí
 Diócesis de Juticalpa
 Diócesis de La Ceiba
 Diócesis de San Pedro Sula
 Diócesis de Santa Rosa de Copán
 Diócesis de Trujillo
 Diócesis de Yoro
 Diócesis de Gracias

La Organización de Jerarcas aquí en Honduras esta conformada por de la siguiente manera:

 Arquidiócesis de Tegucigalpa

Arzobispo: Cardenal Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga, SDB

 Diócesis de Choluteca

Obispo: Mons. Guido Charbonneau, PME

Obispo Emérito: Mons. Guido Plante, PME

Obispo Emérito: Mons. Raúl Corriveau, PME

 Diócesis de Comayagua

Obispo: Mons. Roberto Camilleri, O.F.M.

Obispo Emérito: Mons. Geraldo Scarpone, O.F.M.

 Diócesis de Juticalpa

Obispo: Mons. José Bonello O.F.M

Obispo Emèrito: Mons. Mauro Muldoon O.F.M

 Diócesis de San Pedro Sula

Obispo: Mons. Ángel Garachana Pérez C.M.F.


 Diócesis de Santa Rosa de Copán

Obispo: Mons. Darwin Rudy Andino Ramírez, C.R.S

Obispo Emèrito: Mons. Luis Alfonso Santos Villeda, S.D.B

 Diócesis de Trujillo

Obispo: Mons. Luís Solé Fá, C.M.

 Diócesis de Yoro

Obispo: Mons. Hector David Garcia Osorio

 Diócesis de La Ceiba

Obispo: Mons. Miguel Lenihan

Vicario General: P. Francisco

 Diócesis de Danlí

Obispo: Mons. José Antonio Canales Sánchez Argueta

 Diócesis de Gracias

Obispo: Mons. Walter Guillén Soto S.D.B.

Conferencia Episcopal en Honduras


La Conferencia Episcopal Honduras es una institución católica de carácter permanente que de
acuerdo con el Concilio Vaticano II (el cual fue convocado con los fines principales de promover
el desarrollo de la fe católica, lograr una renovación moral de la vida cristiana de los fieles,
adaptar la disciplina eclesiástica a las necesidades y métodos de su tiempo y lograr la mejor
interrelación con las demás religiones, principalmente las orientales. Esta se pretendió que
fuera una puesta al día o "actualización" de la Iglesia, renovando los elementos que más
necesidad tuvieran de ello, revisando el fondo y la forma de todas sus actividades. También
pretendió proporcionar una apertura de diálogo con el mundo moderno, actualizando la vida
de la Iglesia sin definir ningún dogma, incluso con nuevo lenguaje conciliatorio frente a
problemas actuales y antiguos) En otras palabras esta asocia a los Obispos de Honduras para
establecer directrices de gobierno pastoral de acuerdo con lo que pide la Iglesia Católica y
tiene como función la evangelización de manera organizada y conjunta de los obispos católicos
que rigen las Diócesis de este país centroamericano.

CELAM - ¿Como se conforma?


El CELAM se conforma por:

 Conferencia Episcopal de las Antillas


 Conferencia Episcopal Argentina
 Conferencia Episcopal de Bolivia
 Conferencia Nacional de Obispos del Brasil (en inglés)
 Conferencia Episcopal de Chile
 Conferencia Episcopal de Colombia
 Conferencia de Obispos Católicos de Cuba
 Conferencia Episcopal Ecuatoriana
 Conferencia Episcopal de El Salvador
 Conferencia Episcopal de Guatemala
 Conferencia del Episcopado Dominicano
 Conferencia Episcopal de Haití
 Conferencia Episcopal de Honduras
 Conferencia del Episcopado Mexicano
 Conferencia Episcopal de Nicaragua
 Conferencia Episcopal de Panamá
 Conferencia Episcopal Paraguaya
 Conferencia Episcopal de Uruguay
 Conferencia Episcopal Peruana
 Conferencia Episcopal Puertorriqueña
 Conferencia Episcopal Venezolana

Santa Sede – ¿Cual es su importancia?


El estatus de la Santa Sede ante las Naciones Unidas le otorga muchos de los privilegios
propios de un gobierno. Sin embargo, la Santa Sede no tiene ciudadanos en el sentido
tradicional. La Santa Sede participa en las Naciones Unidas no como un gobierno que
interviene como nación-estado en los temas importantes para su población, sino como una
religión que busca imponer su visón moral a católicos y a no-católicos por igual. Más aun, la
posición de la Santa Sede sienta un precedente para otorgar la misma categoría a otras
religiones ante las Naciones Unidas – una institución de gobierno global que debe permanecer
neutral respecto a asuntos religiosos.

La Santa Sede funciona como “el órgano supremo de gobierno de la Iglesia Católica” con el
Papa designado como su cabeza, según el Código de Derecho Canónico. Es por definición una
entidad religiosa sin territorio. La Santa Sede está conformada por el Papado, el Colegio
Cardenalicio y la Curia Romana – los departamentos y ministerios que auxilian al Papa en el
gobierno de la Iglesia. El Papa posee la autoridad suprema dentro de la Iglesia y nadie puede
apelar sus decisiones y decretos. La autoridad del Papa se asienta en principios morales y
espirituales y no se impone por medio de sanciones civiles.

Debido a que la Santa Sede existe para gobernar la Iglesia Católica mundialmente, más allá de
los límites de la Ciudad del Vaticano, su legitimidad como un Estado es cuestionable. La Santa
Sede ha declarado que su misión en las Naciones Unidas es “de un carácter religioso y moral”.
Adicionalmente, la Santa Sede no satisface la definición de Estado bajo el derecho
internacional. De acuerdo a la Convención de Montevideo sobre Derechos y Deberes de los
Estados, “ Estado como persona de Derecho Internacional debe reunir los siguientes
requisitos: a) Población permanente; b) Territorio determinado; c) Gobierno; d) Capacidad de
entrar en relaciones con los demás Estados”. Estos cuatro criterios para determinar la
condición de Estado se fundan en principios acordados por un gran número de eminentes
especialistas en derecho internacional y son consecuentes con las leyes de relaciones
exteriores de algunas naciones.

La Santa Sede no satisface los cuatro requerimientos de la definición de Montevideo. Además


de la población nominal de la Ciudad del Vaticano, la Santa Sede no cuenta con una “población
permanente” sino con un gran grupo de seguidores religiosos voluntarios que residen como
ciudadanos de otros Estados. Así mismo, la Santa Sede no posee un “territorio determinado”
fuera de la Ciudad del Vaticano, la cual sólo sirve de sede de unos pocos edificios religiosos y
administrativos. Del requerimiento de “estado”, la Santa Sede es en sí misma el gobierno de la
Iglesia Católica y, por definición, de la Ciudad del Vaticano. No puede ser reconocida por tanto
como una entidad que posee un gobierno. La única característica de un Estado moderno que
puede atribuirse a la Santa Sede es su capacidad de establecer relaciones con otros Estados,
puesto que es parte de tratados internacionales, y recibe a diplomáticos extranjeros. En 1984,
el Departamento de Estado de los Estados Unidos bajo la administración Reagan anunció que
los Estados Unidos y la Santa Sede habían acordado por primera vez establecer relaciones
diplomáticas formales. Varios miembros del Congreso se opusieron vehementemente al
establecimiento de lazos formales con la Santa Sede. En 1993 el Senador ultra-conservador de
los Estados Unidos Jesse Helms, cuestionó la categoría de Estado de la Santa Sede,
argumentando que Estados Unidos no debería tener un Embajador ante la Ciudad del
Vaticano. “Estoy convencido que Estados Unidos no tiene por qué enviar un embajador a
cualquier entidad religiosa”. Helms entregó una declaración pública, donde asegura que
“mantener relaciones con el Vaticano es una clara violación a la Primera Enmienda que
garantiza la separación entre las instituciones eclesiásticas y estatales”. Días después urgió al
Presidente Clinton a revocar las relaciones diplomáticas con la Santa Sede. A pesar de que tal
revocación es poco probable, el Departamento de Justicia ha clarificado que la Santa Sede no
necesita ser un Estado para que Estados Unidos mantenga relaciones diplomáticas con ella.

Aunque la Santa Sede tiene la capacidad para firmar y ratificar tratados internacionales, no ha
establecido un compromiso general respecto a las normas internacionales sobre derechos
humanos. A pesar de su compromiso con el desarrollo económico global y la erradicación de la
pobreza, la Santa Sede negligentemente no ha ratificado el Pacto Internacional de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales. Más aun, la Santa Sede tampoco ha ratificado el Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos, ni la Convención sobre la Eliminación de Todas las
Formas de Discriminación Contra la Mujer. Sólo tres convenciones de las Naciones Unidas
sobre Derechos Humanos han sido ratificadas por la Santa Sede: la Convención sobre los
Derechos del Niño (1990); la Convención Internacional sobre la Eliminación de Todas las
Formas de Discriminación Racial (1969); y la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados
(1956).

La Santa Sede limita aun más su compromiso con los derechos humanos al establecer reservas
en los pocos tratados que ha ratificado. Por ejemplo, la Santa Sede sostiene que la aplicación
de la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados “debe ser compatible en la práctica, con
la especial naturaleza del Estado Ciudad del Vaticano”. En sus reservas respecto a la
Convención sobre los Derechos del Niño, la Santa Sede aseveró que interpreta la frase
“educación y servicios para la planificación familiar” como “sólo aquellos métodos de
planeación familiar que considera moralmente aceptables”. La Santa Sede también declaró en
sus reservas que interpreta la Convención como resguardando “los derechos primarios e
inalienables de los padres”. La Santa Sede declaró que una vez ratificada, la Convención
“resguardará los derechos del niño tanto antes como después del nacimiento”. Finalmente, la
Santa Sede clarificó que al acceder a la Convención, no intenta alejarse “de su misión
específica que es de carácter religioso y moral”.

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