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36.1 Debido a que el malvado no teme a Dios, nada le impide pecar.

Actúa precipitadamente como si nada le fuera a suceder.


No obstante, Dios es justo y solo retarda su castigo.
Saber esto debe ser un impedimento para que pequemos.

Deje que el temor de Dios obre en su vida para apartarlo del pecado.
Agradezca a Dios por su amor, pero no olvide su justicia.

36.5-8 La fidelidad, justicia y juicios de Dios contrastan con los malvados


y sus planes perversos que terminan en el fracaso.

Su amor es más grande que los cielos. Su fidelidad va más allá de las
nubes. Su justicia es tan sólida como una montaña. Sus juicios están tan
llenos de sabiduría como los océanos de agua ("abismo grande").
Necesitamos no temer a los malvados porque sabemos que Dios nos
ama, juzga el mal y nos protegerá para siempre.
36.9 Esta vívida metáfora, "manantial de la vida", nos da un sentido de
agua limpia y fresca que da vida al sediento espiritual. Esta misma
ilustración se usa en Jer 2:13, donde se le llama a Dios la "fuente de agua
viva". Jesús habló de sí mismo como el agua de vida que podía apagar la
sed para siempre y dar vida eterna (Joh 4:14).

Por no reconocer a Dios, el impío mismo viene a ser la medida de la


moralidad (v. 2).
Su propio orgullo le ciega tanto que no puede detectar ni odiar su propio
pecado. (El v. 2 también es difícil de traducir. Lit. es: “Se lisonjea…
[demasiado] para encontrar su iniquidad y odiarla”.) Este orgullo y la
ceguera resultante afectan sus palabras y sus hechos (v. 3). Sigue un
camino de degeneración, pues ha dejado de ser sensato porque dejó el
temor de Dios que es el principio de la sabiduría. Está preso por su propia
maldad y por fuerzas malignas.

En su cama (v. 4) indica el rumbo de su vida. Lo que uno piensa cuando


se despierta en la noche, a menudo muestra lo que está en su corazón. Lo
que uno no hace también define su maldad. El temor de Jehová también
es aborrecer el mal (Psa 8:13). 2. La bondad de Jehová, vv. 5-9 La primera
estrofa sirve de contraste para resaltar la misericordia de Dios. Ahora el
salmista llega a la médula de su mensaje, la grandeza del amor de Dios.
Usa las figuras superlativas más grandes que conoce; la misericordia de
Dios no tiene límites. La justicia y los juicios de Dios son parte de la
misericordia de Dios. También son grandes sin límites; y esta grandeza
nos invita a explorarlos. Aunque hay mucha maldad en el mundo y
pareciera que la injusticia predomina, la justicia de Dios prevalecerá. El
pone límites a la maldad, sigue obrando en todo el mundo, conservas (o
“preserva”, lit. salva) al hombre y al animal. ¡Cuán preciosa… tu bondad!
(jesed H2617 v. 7). Esta bondad de Dios no es impersonal y lejana, está
disponible para los hijos del hombre, pueden “refugiarse” en Dios mismo,
porque Dios se interesa en y se compadece de cada uno. Lo que
comparte Dios generosamente con sus hijos, el v. 8 lo explica con figuras
de abundancia, paz y satisfacción. El manantial de la vida (v. 9). Dios es la
fuente de vida en todo sentido, material y espiritual. El nos creó, y creó y
sostiene todo aquello de lo que depende la vida. En lo espiritual, él es la
única fuente; el salmista sabe que no hay ningún sustituto para la
comunión con Dios. La luz sugiere gozo, pureza y verdad. Dios comparte
lo que él es con los que tienen comunión con él. 3. Una oración,

vv. 10-12 El salmista nos da un buen ejemplo: primero alaba a Dios por su
misericordia,
después ora para que los “conocedores” de Dios la experimenten más.
También ora para no caer en manos de los impíos y para no caer en los
mismos errores.

El salmista está seguro de la victoria de Dios (v. 12). Los enemigos de


Dios caerán y su derrota será permanente. En el v. 12 el salmista vuelve a
pensar en los impíos de la primera estrofa. Esto indica que el Salmo es
una unidad. Joya bíblica Canten y alégrense los que están a favor de mi
justa causa, y digan siempre : “¡Sea ensalzado Jehová, que se complace
en el bienestar de su siervo!“ (Psa 35:27).

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