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Reseña crítica 2
Según los autores, la cultura política plantea que las acciones humanas tienen un
significado, que es comprendido como un conjunto de símbolos, valores y normas que
constituyen elementos unificadores de las comunidades étnicas, sociales, religiosas y
políticas. La perspectiva pragmática planteada no excluye otros enfoques como el
histórico, económico o institucional. Se opone a lo que se denomina como una cultura
política cerrada herméticamente (determinismo cultural). Los fenómenos sociales y las
acciones humanas siempre se hallan insertos en un sistema de símbolos, valores y en un
complejo lenguaje (giro lingüístico), aspectos que iluminan los consensos sociales y
mecanismos que mantienen las formaciones políticas (Aljovín y Jacobsen 2007, 7)
Este enfoque pragmático también se centra en las relaciones de poder dentro de los
procesos políticos; por ejemplo, cómo se institucionaliza el Estado mediante la
configuración de diversas prácticas e identidades. Esto remite a enfoques como el
gramsciano, que resalta la hegemonía y la subalternidad -este último concepto es
importante porque se aleja de plano urbano para lograr poner atención a las poblaciones
étnicas como la indígena y la afroamericana. La opresión y exclusión que estos grupos
subalternos sufren por parte de los sectores de la elite, y su relación con el
establecimiento de los Estados-nación latinoamericanos. Sin embargo, el enfoque de la
cultura política de los Andes, sirve como un “plano neutral”, ya que también incluye a
la sociedad civil y la esfera pública.
El autor centra su análisis en las rebeliones indígenas que se desarrollaron a fines del
siglo XVIII –movimientos liderados por Túpac Amaru en el Cuzco. Las prácticas, la
conciencia política y los modos de articulación de los pueblos nativos de los andes, son
elementos de gran importancia para entender los orígenes del fenómeno insurreccional.
Estas raíces deben rastrearse en un proceso prolongado de afirmación de valores
culturales y de una capacidad de movilización política. Dichas circunstancias son el
reflejo de un momento histórico de gran estabilidad de las tradiciones y colectividad
andinas (Serulnikov 2007, 241). Este mantenimiento de las tradiciones manifestada en
la capacidad de organización política indígena nos remite al concepto de “economía
moral” planteado por E. P Thompson (1995).
Varios de los detonantes de las insurrecciones tuvieron relación con las medidas
establecidas por el absolutismo borbónico, que estaban dirigidas a potencializar
proyectos imperiales y monopolios estatales, generando una sistemática discriminación
de los grupos étnicos, tanto criollos como indígenas. Este resentimiento común se
evidencia plenamente en el contexto de los diferentes sectores de la sociedad cuzqueña.
El análisis semiótico y del lenguaje es importante para el autor, puesto que las elites
criollas y las indígenas no entendieron a la insurrección de la misma manera, sin
embargo, fue más efectiva una cooperación entre dichos sectores, ante la implantación
de mecanismos de insubordinación económica y política. El surgimiento de diferentes
redes de alianza entre los grupos étnicos propició el desarrollo de un lenguaje político
común sobre derechos y reivindicaciones políticas (Serulnikov 1995, 245).
Trabajo de investigación.