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LO PARADÓJICO DE LA BELLEZA REGRESA AL TEATRO

Chicos lindos, chicos malos, en fin, chicos… puede llegar a tener de impro, asombro o
provocación desde la necesidad de expresar cuerpos de Hombres, nada nuevo y osado
en la historia del teatro, por lo cual no veo la palabra experimento, menos lenguaje
“nuevo” desde ningún ángulo.
Se presentan una serie de sucesos inconclusos que no perfilan un objetivo definido de lo
que en realidad se necesita revelar a un público determinado para que éste goce, se
retuerza, grite, difiera, comparta, juzgue y concluya. Cuando se abordan muchos temas
logramos confundir más que vivenciar. Simple, contradictorio y superficial en su estructura
sobre la masculinidad y la construcción del Hombre… o no se a cuál Hombre tratan de
referirse. ¿Modelos, o personas que sobre salen con su físico en América Latina?. De ser
así debemos especificar las categorías actor-modelo. Remito a grandes nacionales de la
actuación como Vicky Hernández y Robinson Díaz que no distraen por su belleza, más si
estremecen por su actuación.
Una obra que incluso ataca al propio género que la engendra, cuando en la actualidad lo
que falla no es el teatro, sino el poco conocimiento de sus reglas y el riesgo de “jugar” sin
coherencia entre estilo, contenido y concepto para justificar desde la posmodernidad, el
performance, el experimento o la insensatez.
El teatro seguirá siendo un espacio donde confluyan universos que en conjunto trasmitan
el divertir pensando. Para lograr esto quienes se arriesguen… “to play”, deben tener claro
cómo escribir o dirigir para proyectar en el espacio y el tiempo. En este sentido a la obra
le falla profundamente la dramaturgia y por supuesto al quebrarse la columna vertebral de
un espectáculo todo se desmorona.
Demasiado descriptivo, adjetivado, cuando en verdad el teatro es verbo. Roza las
fronteras de la narración oral o cuentería; por lo que convierte el discurso en una clase de
razones expuestas, contadas, sin conflicto, personajes, leif motiv… dejando la
provocación y el asombro únicamente al erotismo que incluso se manifiesta tímido, sin
riesgos y no agrede. Con un final donde el público no reacciona aplaudir, quedando a la
deriva, ya que la propia historia no te arrastra emocional e ideológicamente.
No es sugestiva, poco deja a la imaginación. Por mucho que se esfuercen los actores en
sus muestrarios de músculos con su estereotipada belleza, la actuación declina ser
poderosa, Los movimientos y las acciones extra cotidianas apenas se concretan en
maravillosas composiciones y juegos corporales. Es plana, demostrativa y de insuficiente
compromiso. Incluso pareciera que entre los actores falta confianza de trabajo. Pero aquí
hago una salvedad: no son problemas de los actores, sino de la dirección. Los chicos
tienen talento, son un material vivo reducido por falta de exploración y explotación de sus
potencialidades físico emocionales, lo que trae como consecuencias una escena con
gestos manidos, cliché, voces rasgadas por momentos gritadas, estereotipos de rostros y
poses dirigidos a su presencia escénica, sin significantes ni significados. También atenta
el espacio, demasiado intimista que merita fuerza, pero interior… la del silencio, las
pausas, el dolor, la mirada, las angustias y las furias en complicidad con la belleza.
Es pretenciosa más no concluyente al abordar una multiplicidad de tramas sin desarrollar
un hilo conductor que refleje realmente para dónde van estos chicos y que quieren que se
vislumbre de esta historia.
Cuando culminé de presenciar la obra preguntaba: qué pasaría si vestimos a los chicos
lindos, si elimino la magia visual, tal vez diseñada por su autor para resaltar el morbo
propio o del público provocado por inocentes cuerpos casi desnudos que obviamente no
dejan de despertar ilusiones… se acabaría todo?. ¿Por qué repetir el falso código de la
belleza versus actor?. Será una paradoja crítica reflexiva o un exhibicionismo simple y
rutinario con algunos elementos de riesgo. ¿Qué provoca?. ¿Aporta y sorprende desde la
estética o por su temática?. ¿Atrapa en realidad el montaje?. ¿Volvería a verlo?...

MIGUEL GARCÍA ORDAZ


DOCTOR EN CIENCIAS SOBRE ARTE.
UNIVERSIDAD DE LAS ARTES, LA HABANA, CUBA

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