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1.

2 Las bodas de Caná: una Alianza Nueva (Jn 2, 1-12)


1Tres días después se celebraba una boda en Caná de Galilea y estaba allí la
madre de Jesús. 2 Fue invitado también a la boda Jesús con sus discípulos.3
Y no tenían vino, porque se había acabado el vino de la boda. Le dice a Jesús
su madre: «No tienen vino.» 4 Jesús le responde: «¿Qué tengo yo contigo,
mujer? Todavía no ha llegado mi hora.» 5 Dice su madre a los sirvientes:
«Haced lo que él os diga.» 6 Había allí seis tinajas de piedra, puestas para las
purificaciones de los judíos, de dos o tres medidas cada una.7 Les dice Jesús:
«Llenad las tinajas de agua.» Y las llenaron hasta arriba. 8 «Sacadlo ahora,
les dice, y llevadlo al maestresala.» Ellos lo llevaron. 9 Cuando el maestresala
probó el agua convertida en vino, como ignoraba de dónde era (los sirvientes,
los que habían sacado el agua, sí que lo sabían), llama el maestresala al novio
10 y le dice: «Todos sirven primero el vino bueno y cuando ya están bebidos,
el inferior. Pero tú has guardado el vino bueno hasta ahora.» 11 Tal comienzo
de los signos hizo Jesús, en Caná de Galilea, y manifestó su gloria, y creyeron
en él sus discípulos. 12 Después bajó a Cafarnaún con su madre y sus
hermanos y sus discípulos, pero no se quedaron allí muchos días1.
Estamos frente a una perícopa que es especialmente difícil de comprender,
dificultad que reside en la teología joanina impresa en ella, en la cantidad de
símbolos que utiliza. «Nuestro problema en este punto no se debe a la pobreza
de detalles, sino a una abrumadora riqueza» 2. Tanto para el autor del cuarto
evangelio, como para los fines de este trabajo, la perícopa es eje por el cual
transitará toda la interpretación sobre Jesús como sacerdote y esposo. Partimos
de la exegesis que es acorde a los fines de la presente exposición.
Se trata de la celebración de unas bodas; ahora bien: en un contexto
semejante, los personajes principales son los novios. Pero aquí no se habla del
novio más que con ocasión del «vino nuevo» dado por Jesús; ¡y ni una
palabra de la novia! Tampoco se mencionan a los otros convidados. […] Esto
denota ya que el interés de Juan se orienta en una dirección que tiene poco
que ver con las circunstancias externas de este matrimonio 3.
La perícopa está relatada entorno a unas bodas, en donde tiene lugar un
prodigio. Leemos al inicio que Jesús y sus discípulos fueron invitados a la
boda, además de la madre de Jesús que ya se encontraba en el lugar. Falta el
1
Biblia de Jerusalén, p 1546. Todas las citas de la biblia son tomadas de la edición
citada, a partir de ahora sólo citaremos la Biblia de la forma canónica. Jn 2, 1-12
2
BROWN, R. E., El evangelio según Juan, p. 325
3
I. POTTERIE, María en el misterio de la alianza, 196.

1
vino. Se da la intervención de la madre con una respuesta impresionante por
parte de Jesús, sin embargo, indica a los criados hacer lo que Jesús les diga.
Había en el lugar recipientes destinos a las purificaciones de los judíos, que se
ordena que sean llenado de agua. Al llevar el agua al maestresala, el agua tiene
sabor a vino, y de hecho un mejor vino que el que se había servido hasta ese
momento. La perícopa concluye afirmando que los discípulos creen en Jesús 4.
Resume Leon-Dufour la perícopa de esta manera:
se observa que es un “milagro-don”; a diferencia de las otras categorías de
relatos de milagro (curación, salvamento, legitimación, exorcismo) que
intentan expresar un aspecto de la salvación, el milagro-don simboliza la
gratuidad y sobreabundancia de la vida que Dios comunica al hombre, sin que
se requiera para ello ni siquiera una fe previa; indica la iniciativa de Dios en
el encuentro con su Pueblo5.
La datación de los días que presenta San Juan ubica la boda al tercer día, los
días que va presentando el evangelista son exactos, de modo que se trata de
una semana. Nos encontramos ante la semana inaugural, la semana que
introduce el evangelista «las bodas de Caná habrían tenido lugar el séptimo
día, el último de la semana»6.
La Mishnah (Kethuboth 1) mandaba que la boda de una mujer virgen se
celebrara en miércoles; esto iría de acuerdo con la conjetura de que 1, 39
precedió inmediatamente al sábado; en este caso, la acción de 1, 40-42 habría
tenido lugar entre la tarde del sábado y del domingo; la de 1, 43-50, entre la
tarde del domingo y el lunes, de la tarde del lunes al martes se contaría como
el segundo día del viaje, y Jesús habría llegado a Caná un martes por la tarde
o un miércoles7.
Sabemos que una boda judía se dividía en dos partes 8: los esponsales, «en
que se prometen con vínculo jurídico las dos partes, y la boda, que da
comienzo a la cohabitación»9. «Los festejos habituales consistían en una
procesión en la que los amigos del novio llevaban a la novia hasta la casa de

4
Cfr. LÉON-DUFOUR, X., Lectura del Evangelio de Juan I, p.163
5
LÉON-DUFOUR, X., Lectura del Evangelio de Juan I, p.169
6
POTTERIE, I., María en el misterio de la alianza, p. 204
7
BROWN, R. E., El evangelio según Juan, p. 318
8
«No hay muchos datos en el AT sobre la celebración de la boda. […] Ningún
pasaje bíblico describe puntualmente el ceremonial de la celebración de una boda».
Cfr. SCHÖKEL, L. A., Símbolos matrimoniales en la Biblia, p. 67
9
SCHÖKEL, L. A., Símbolos matrimoniales en la Biblia, p. 67

2
aquél, a continuación de lo cual se celebraba un banquete; parece que estos
festejos se prolongaban durante siete días (Jue 14, 12; Tob 11, 19) 10» Tal vez
el texto más completo que describe la boda judía es el clásico epitalamio, del
Salmo 45, que canta la boda de un rey: éste contiene la invitación a la elegida,
la conducción a la presencia del rey, donde asiste la reina madre, contiene el
lujo festivo de la música como los perfumes. «La boda es acontecimiento
festivo en el que abundan la música, los perfumes, los vestidos suntuosos 11».
Un elemento de toda boda era que hacían presente la alianza y así aseguraban
la fecundidad, es decir, la continuidad del pueblo, hasta que llegará el
Mesías12. Jesús se encuentra propiamente en la boda.
La fiesta humana por excelencia, la que dice el amor del hombre y la mujer,
destinados a hacerse uno solo conforme a la imagen divina, ha servido de
metáfora para decir la alianza de Dios con su Pueblo, y más particularmente
su realización escatológica, cuando Dios la sellará no solamente con Israel,
sino con el mundo entero13.
Que la perícopa este enmarcada en una boda nos hace pensar en la Alianza,
y es que «el nombre [Caná] evoca la alianza, que es precisamente lo que van a
significar las bodas. Galilea […] que manifiesta su dimensión universal. La
alianza realizada en Caná se especifica con el término «Galilea». Es una
alianza para todos»14. La boda es símbolo de la Alianza, donde Dios aparece
como el Esposo del pueblo15. Caná no representa un relato de tipo biográfico,
tampoco podemos decir que Caná sea el inicio de la vida pública de Jesús, la
perícopa tiene como finalidad manifestar la gloria de Jesús y que sus
discípulos crean en él, «este episodio, el «primer signo» es ante todo la
automanifestación de Jesús mesías a sus discípulos, a quienes se revela como
esposo de las bodas mesiánicas»16. El relato de Caná17 evoca una imagen
10
BROWN, R. E., El evangelio según Juan, p. 318
11
SCHÖKEL, L. A., Símbolos matrimoniales en la Biblia, p. 71
12
SCHÖKEL, L. A., Símbolos matrimoniales en la Biblia, p. 71
13
LÉON-DUFOUR, X., Lectura del Evangelio de Juan I, p. 176
14
CASTRO, S. S., Comentarios a la nueva Biblia de Jerusalén, Evangelio de San
Juan, p. 71
15
Podemos constatarlo en estos pasajes del A. T.: Os 2,16-25; Is 1,21-23; 49,14-26;
54; 62; Jr 2; Ez 16. Cfr. MATEOS-BARRETO, El evangelio de Juan, Análisis
lingüístico y comentario exegético, p. 146
16
POTTERIE, I., María en el misterio de la alianza, p. 196
17
«Orígenes comprendió ya muy bien el valor simbólico de esta escena. La llama
“proegoumenon seimeion”, el signo primordial, excelente, soberano. Relaciona

3
bíblica que tiene sus inicios en la experiencia de Oseas, hasta el Cantar de los
cantares, Jesús mismo usó esta imagen nupcial para referirse al reino de los
cielos, v. gr. Mt 25, 1.13. «El relato presenta simbólicamente las bodas de
Dios (evocado bajo la figura del esposo) con Israel (evocado a través de la
madre de Jesús y de los comparsas del banquete), que se realiza gracias a la
presencia y obra de Jesús»18. Jesús es invitado19 con sus discípulos, sin
embargo «ni él ni sus discípulos pertenecen a la boda, a la antigua Alianza,
pero son invitados a celebrarla»20, «en presencia de Dios (el esposo), Israel (la
madre de Jesús) se dirige a Jesús»21.
Como bien leemos en el pasaje del Evangelio de Juan, la Madre de Jesús
estaba allí como también estaban allí las tinajas, encontramos un claro
paralelismo entre ambas, denotan la común pertenencia a la antigua Alianza,
que encontramos en la boda, la madre representa al pueblo de Israel, mientras
que la presencia de las tinajas nos hace referencia a la Ley. «La madre, como
figura femenina, sirve para denotar el origen del Mesías, el vástago que nace
del verdadero Israel y en quien van a cumplirse las promesas»22.
No tenían vino. El autor del cuarto evangelio nos dice la razón por la que no
tenían vino, y es que se había acabado23. El punto central de la perícopa es el

también del nombre de Caná con el término hebreo quanah del libro de los
proverbios 8,22: “Yahweh me creó” o como en los LXX: “el Señor me adquirió”.
De este modo, según él, el “signo” de Caná representaría el momento en que Cristo
“creó” o “adquirió” a su esposa». Cfr. POTTERIE, I., María en el misterio de la
alianza, p. 214
18
LÉON-DUFOUR, X., Lectura del Evangelio de Juan I, p. 178
19
Con lo que podemos afirmar, en un primer momento, que Jesús no es el esposo de
esta boda concreta, en el transcurso de la exegesis veremos cómo Jesús tomará el
lugar del esposo, lo afirmará el último testimonio del Bautista en Jn 3, 22-36. «El
antiguo testamento no atribuye al Mesías el título de esposo de Israel. Sin embargo,
esta atribución en los escritos cristianos (Ef 5, 25; Mt 9, 15 par; Jn 3,29) se habría
hecho plausible gracias al descubrimiento de un tárgum del salmo 45». Cfr. LÉON-
DUFOUR, X., Lectura del Evangelio de Juan I, p. 178
20
CASTRO, S. S., Comentarios a la nueva Biblia de Jerusalén, Evangelio de San
Juan, p. 71
21
LÉON-DUFOUR, X., Lectura del Evangelio de Juan I, p. 179
22
MATEOS-BARRETO, El evangelio de Juan, Análisis lingüístico y comentario
exegético, p. 149
23
«La falta es signo de catástrofe: Is 16, 10; 24, 7-12; Jer 48, 33; Jl 1, 5.7.11.12.13.
La presencia es signo de alegría y de abundancia: Sal 4, 8; 104, 15; Am 9, 14; Is 25,
6-8. El vino acompaña y expresa el amor: Ct 1, 2.4; 2,4; 4, 10; 5, 1; 7, 10; 8, 2. El

4
vino, es mencionado cinco veces. «Es innegable su valor simbólico. Primero
la falta, para que resalte la presencia. Después el fondo del AT»24. I. Potterie
nos presenta un recorrido sobre el significado del vino25, nos dice que, en la
escritura con frecuencia, la promesa del vino es el anuncio y el símbolo de los
bienes mesiánicos de la Nueva Alianza. El vino es uno de los elementos más
importantes del festín mesiánico. Encontramos su mención en los textos
proféticos especialmente en Amós, Joel e Isaías. Comúnmente en el Cantar de
los Cantares hace referencia para celebrar la unión entre el esposo y la esposa.
En la literatura sapiencial se puede observar una relación entre el vino y la
sabiduría: «la sabiduría ha organizado un banquete e invitado a las gentes a
beber el vino que ella ha preparado (Prov 9, 2.5; Sir 24, 17-21)» 26. Lato sensu
en los escritos veterotestamentarios se afirma que el vino es el símbolo de la
Ley que será enseñada por el Mesías.
Este vino que hace falta en la boda es la razón para la intervención de la
madre: faltó el vino. «El vino de la boda era el de la Alianza antigua, que se
había acabado; tiene que venir el Mesías a reponerlo. Se le invita, se le llama,
a veces con verdaderos clamores (Is 63,19)»27. Mateos- Barreto28 afirma que el
vino es símbolo del amor que hay entre el esposo y la esposa, como lo vemos
en el Cantar 1,2: «Son mejores que el vino tus amores» (en paralelo con los
perfumes); 7,10: «Tu boca es vino generoso»; 8,2: «Te daría a beber vino
aromado», passim. En esta boda, que representa la antigua alianza, no existe
relación de amor entre Dios y el pueblo.
En las nupcias ordinarias, todo el mundo sirve primero el vino de calidad y
después el menos bueno, pero, en el plan salvífico de Dios, se sigue un orden
inverso: la Alianza mejor es la que viene en último lugar. El evangelista
quiere, discretamente, presentar en Jesús el comienzo de la era mesiánica. El
vino se ha acabado, la Alianza antigua ha llegado a su fin. Pero ahora viene la
boda mesiánica, y para ella se requiere un vino totalmente nuevo, abundante y

vino es figura de la sangre: Is 63, 1-6; Zac 9, 15. El vino se llama «sangre de uva»:
Gn 49, 11; Dt 32, 14; Eclo 39, 26». Cfr. SCHÖKEL, L. A., Símbolos matrimoniales
en la Biblia, p. 81
24
SCHÖKEL, L. A., Símbolos matrimoniales en la Biblia, p. 81
25
POTTERIE, I., María en el misterio de la alianza, p. 235
26
POTTERIE, I., María en el misterio de la alianza, p. 235
27
CASTRO, S. S., Comentarios a la nueva Biblia de Jerusalén, Evangelio de San
Juan, p. 71
28
MATEOS-BARRETO, El evangelio de Juan, Análisis lingüístico y comentario
exegético, p. 148

5
exquisito. Jesús es el novio, y es él quien da el vino, y lo da gracias a una
sugerencia de su madre29.
Nos encontramos ahora en el capítulo 3 de la perícopa, la intervención de la
madre: «Le dice a Jesús su madre: «No tienen vino». Brown afirma que la
mayoría de los comentaristas30, incluidos algunos católicos, no ven en las
palabras de María expectativa alguna de un milagro, «María piensa,
evidentemente, en el vino material de las bodas; quiere simplemente indicar a
Jesús que se ha acabado el vino, con la esperanza de que él pueda poner
remedio a aquella embarazosa situación»31.
Nos encontramos ante la figura de la madre, ella representa a Israel mismo,
María no está al nivel de los intercesores, de los mediadores de Israel, no es
tipo de Moisés en la Alianza, es Israel mismo que se dispone a obedecer a
Dios y a su enviado. «Detrás de las palabras de María hay que oír al pueblo de
Israel que confiesa su situación desgraciada esperando el cumplimiento de las
bodas escatológicas prometidas por Dios a través de los anuncios de los
profetas, y que indica su disponibilidad para hacer todo lo que él les pida» 32.
María pertenece a la antigua Alianza, ella reconoce al mesías y espera en él; la
madre personifica a los israelitas que han conservado la fidelidad a Dios y la
esperanza en sus promesas.
Jesús le responde: «¿Qué tengo yo contigo, mujer? Todavía no ha llegado
mi hora.» (Jn 2,4), es la respuesta desconcertante de Jesús a su madre, no
encontramos un texto en la biblia en donde un hijo se refiera a su madre como
«mujer», podría más bien designar a una mujer casada o «esposa» 33. Jesús usa
este apelativo para dirigirse a su madre, a la samaritana y a María Magdalena.
Las tres mujeres desempeñan el papel de esposa, en cuanto figuras de una
comunidad de la alianza: la madre, la comunidad-esposa de la alianza
antigua, que se ha conservado fiel a Dios; la samaritana, la esposa- adúltera
(adulterio = idolatría), que vuelve al esposo; María Magdalena, la comunidad-
esposa de la nueva alianza, que con Jesús formará la nueva pareja primordial
en el huerto/jardín34.
29
CARILLO, S.A., El evangelio según san Juan, p. 131
30
Brown menciona a Gearchter, Braun, Van den Bussche, Boissmard, Charlier y
Van den Bussche. Cfr. BROWN, R. E., El evangelio según Juan, p. 319
31
POTTERIE, I., María en el misterio de la alianza, p. 225
32
LÉON-DUFOUR, X., Lectura del Evangelio de Juan I, p. 179
33
Cfr. Mt 1,20.24; 5,31.32; Mc 10,2; Ap 19,7; 21,9
34
MATEOS-BARRETO, El evangelio de Juan, Análisis lingüístico y comentario
exegético, p. 150

6
Explica I. Potterie que, la exegesis estructuralista muestra que, desde un
punto de vista puramente funcional – es decir, atendiendo a la manera en que
el texto “funciona” –, Jesús y María ocupan el lugar del esposo y la esposa de
Caná. En lo que concierne a María, la sustitución aparece con toda claridad en
el texto desde el momento en que Jesús llama a su madre ‘Mujer’ 35. «En
adelante ve en su madre a la «Mujer», esto es, no ya solamente al Israel que le
ha dado la luz, sino a Sión que aguarda y espera el tiempo de la salvación
definitiva»36.
La respuesta de Jesús no es ajena a la tradición bíblica. Brown da cuenta de
del doble matiz que acompaña la expresión: por un lado, cuando alguien causa
un daño injusto a otro, el ofendido puede decir «¿Qué a ti y a mí?» es decir,
«¿Qué te he hecho para que me trates así?» 37, en este caso la respuesta supone
hostilidad; por otro lado, cuando se pide a alguien que intervenga en un asunto
que no cree de su incumbencia, puede responder «¿Qué a ti y a mí?, podemos
interpretarlo como «esto no es asunto tuyo ¿Por qué habría de mezclarme
yo?»38, en este caso se expresa únicamente el deseo de desentenderse.
La respuesta a Jesús frente a María no es una respuesta que suponga
hostilidad entre ambos, quiere denotar que no es asunto nuestro, aunque Jesús
da un paso más, excluye totalmente a su madre al hacer mención de «su hora».
La respuesta tiene que ver más con una falta de comprensión en el diálogo de
los interlocutores: «María habla de la falta material de vino, mientras que
Jesús se sitúa de lleno en otro punto de vista, en un plano místico. Así es como
surge el malentendido»39. Podríamos decir con Potterie: «la palabra vino no
significa lo mismo para mí que para ti»40.
Para la respuesta de Jesús mencionemos de paso la interpretación que nos
presenta Castro en los Comentarios a la nueva Biblia de Jerusalén, Jesús le
dice a su madre que la petición de revitalizar la antigua Alianza ya no tiene
sentido. Jesús obrará una Nueva Alianza, pero quizá por los ruegos de María,
no se hará como ruptura, sino como continuidad: «el agua saliendo como tal, y
sólo convirtiéndose en vino fuera de las tinajas, lo prueba (cf. v.9). Él
cumplirá con creces sus deseos, pues ella enseguida dirá a los sirvientes:

35
Cfr. POTTERIE, I., María en el misterio de la alianza, p. 248
36
LÉON-DUFOUR, X., Lectura del Evangelio de Juan I, p. 182
37
Cfr. Jue 11, 12; 2 Cr 35, 21; 1 Re 17, 18. BROWN, R. E., El evangelio según
Juan, p. 320
38
Cfr. 2 Re 3, 13; Os 14, 8. BROWN, R. E., El evangelio según Juan, p. 32
39
POTTERIE, I., María en el misterio de la alianza, p. 248
40
POTTERIE, I., María en el misterio de la alianza, p. 248

7
«Haced lo que él os diga». Jesús creará una realidad nueva partiendo de Israel,
mas no restaurará a Israel»41.
Las palabras de Jesús quieren infundir ánimo a la madre/Israel e indicarle la
necesidad de romper con el pasado. […] Jesús le hace comprender que
aquella alianza ha caducado y no ha de ser revitalizada; […] La madre/Israel,
que espera en el Mesías, mira aún hacia atrás, pensando que la obra de Jesús
está vinculada al pasado42.
Todavía no ha llegado mi hora (oὒ)43. De la
interpretación de la «hora» de Jesús depende la interpretación que podamos
hacer de la perícopa de Caná. Seguimos la interpretación de Vanhoye en el
texto de Pottiere para afirmar que la expresión debe leerse como una
interrogación: ¿No ha llegado mi hora?44. El argumento es este, cuando, en el
Nuevo testamento, el adverbio oupo «aún no» se encuentra al principio de una
proposición que sigue a una pregunta, entonces esta segunda proposición es
también una pregunta. […] Tenemos así dos interrogaciones: «Qué tenemos
que ver tu y yo, mujer? ¿No ha llegado mi hora?». Al leer el texto de esta
manera significa que «ha llegado ya mi hora», no como plenitud, pero sí como
principio. Es el comienzo de un acontecimiento que se desarrollará
progresivamente: la automanifestación de Jesús. La «hora» de los signos
comienza en Caná, pero no se consuma.
Recordemos que, en la tradición bíblica, la «hora» es globalmente la de los
últimos tiempos (Dan 11, 40.45), es el «momento (kairos) de la consumación
final» (Dan 12, 4). […] se trata de la manifestación progresiva de Jesús como
mesías, primero por medio de Juan Bautista y después por el mismo Jesús.
[…] La «hora» de Jesús, que comienza aquí, es la hora de la manifestación
mesiánica, la hora que Israel esperaba desde los tiempos de los profetas.
Comienza ahora, pero continuará durante toda la vida pública de Jesús y
41
CASTRO, S. S., Comentarios a la nueva Biblia de Jerusalén, Evangelio de San
Juan, p. 72
42
MATEOS-BARRETO, El evangelio de Juan, Análisis lingüístico y comentario
exegético, p. 149
43
Nos dice Léon-Dufour que esta respuesta puede interpretarse como una afirmación
negativa o como una pregunta: «¿todavía no ha llegado mi hora?” en favor de la
proposición negativa se sitúan la mayor parte de las traducciones existentes. En
favor de la interrogación están Taciano, Gregorio de Nisa, Efrén sobre el
Diatessaron (44s), Viteau, Knabenbauer, Boismard y Vanhoye». Cfr. LÉON-
DUFOUR, X., Lectura del Evangelio de Juan I, p. 183
44
POTTERIE, I., María en el misterio de la alianza, p. 227

8
alcanzará su pleno cumplimiento en el misterio de la cruz y de la
resurrección.
Bajo esta interpretación, podemos decir que Caná no es solo un momento
en la vida de Jesús, es el momento paradigmático. Vemos que la experiencia
de Caná recorre todo el evangelio de Juan: «Todas sus páginas están
impregnadas de él. Dejan percibir cantos de bodas y rememoran un banquete
de exquisitos manjares, de alianza, de Eucaristía y de Espíritu Santo. Todo el
evangelio suena y sabe a Caná»45. La perícopa está al final de semana
inaugural de Jesús. Es interesante la interpretación que nos ofrece Carrillo,
sigue el argumento central de este trabajo.
La fiesta de bodas parece organizada para él, como el verdadero novio que da
el vino nuevo, milagroso, abundante y generoso. La madre de Jesús es la
verdadera novia, la compañera que está al lado de Jesús, su hijo y su señor; a
su intervención, él entra en acción. Ella es la Señora atenta y cuidadosa que
acompaña a Jesús-Mesías. En definitiva, el relato de Caná es el inicio de las
bodas mesiánicas. Un mundo nuevo está comenzando. Se perfilan un nuevo
hombre y una nueva mujer, que darán inicio a una nueva humanidad46.
En este sentido podemos comprender todo el cuarto evangelio como los
acontecimientos de un noviazgo: es anunciado por el Bautista (Jn 3, 29), se
insinúa en la Cruz (Jn 19, 25-27), se celebra en el huerto (20, 1-18), y se abre
a la forma de matrimonio definitivo (Jn 16, 19-22) con la llegada del Paráclito
(Jn 14,15-17) y la esperanza de las moradas que Jesús prepara a los suyos
junto al Padre (Jn 14,1-4). «La vida de Caná es la entera vida de Jesús, que
con la llegada de los últimos tiempos brinda al mundo el vino mejor de sus
dones: El Espíritu Santo, La Eucaristía y María: «tú has guardado el vino
bueno hasta ahora»»47.
Hagan lo que él les diga. Es cierto, según la interpretación que hemos
dado, que María solamente pretende informar de la situación de la boda: la
carencia de vino, sin embargo, la última intervención de María en los
evangelios, pareciera que es una sugerencia actuar. Esta expresión de María
recuerda la Alianza establecida por Yahvé en el Sinaí y las palabras del
pueblo al sellar ésta: Haremos todo lo que diga Yahvé (cfr. Ex 19, 8). «María

45
CASTRO, S. S., Comentarios a la nueva Biblia de Jerusalén, Evangelio de San
Juan, p. 74
46
CARILLO, S. A., El evangelio según san Juan, p. 133
47
CASTRO, S. S., Comentarios a la nueva Biblia de Jerusalén, Evangelio de San
Juan, p. 74

9
es Israel que acoge las condiciones todavía desconocidas de la alianza nueva y
definitiva de que Dios va a sellar por Jesús. Ella no toma el lugar del mediador
(Moisés, profeta o rey) que trasmite al pueblo los términos de la Alianza, sino
que es Israel mismo disponiéndose a obedecer a Dios y a su enviado» 48. María
dice, en efecto, a los servidores: «hagan lo que él les diga». Eso significa, en
el plano del simbolismo, que ella les impulsa a adoptar la verdadera actitud de
la Alianza, de la obediencia a Dios en Cristo 49. Brown afirma, además, que las
palabras de María hacen memoria de las palabras del faraón al pueblo en los
tiempos de escases50.
Estaban allí seis tinajas. La perícopa hace mención de estos recipientes
estáticos que tenían la finalidad de ser usados para las purificaciones rituales;
para el vino se utilizaban recipientes de barro. Esto, sin duda, nos introduce al
carácter simbólico del relato. La exegesis de Castro 51 afirma que el hecho de
que sean tinajas de piedra y que se utilicen para las purificaciones, remiten a
lo mismo, al trasfondo de un Dios con el que se establece una relación
distante.
La idea de purificación deja entender que el hombre se siente manchado ante
Dios. Es cierto que está manchado, pero el Dios Padre de Jesús no es la
pureza lo que busca en él, sino su amor: […] La Ley no refleja su verdadero
ser, pues a través de ella no puede percibirse su amor: la Ley propone la
imagen de un Dios impositivo, celoso guardián de su distancia respecto al
pueblo y al individuo, y que no pierde ocasión de subrayarla. Esta obsesión
con la indignidad del hombre ante Dios explica la posición central de este
versículo en el episodio de la boda y la insistencia en la capacidad y
estabilidad de las tinajas. Ellas son el personaje central, que invade el
espacio.52

48
LÉON-DUFOUR, X., Lectura del Evangelio de Juan I, p. 186; «Podemos también
comprender mejor por qué, en este texto, Juan no habla, como en otros lugares, de
sirvientes (doulois: cf. 4,51; 15, 15; 18,10), sino de “servidores” (diakonois). Por
otra parte, en San Juan, esta palabra designa a los verdaderos discípulos de Jesús».
POTTERIE, I., María en el misterio de la alianza, p. 231
49
Cfr. POTTERIE, I., María en el misterio de la alianza, p. 248
50
Cfr. Gn 41, 55. BROWN, R. E., El evangelio según Juan, p. 321
51
CASTRO, S. S., Comentarios a la nueva Biblia de Jerusalén, Evangelio de San
Juan, p. 73
52
MATEOS-BARRETO, El evangelio de Juan, Análisis lingüístico y comentario
exegético, p. 151

10
Seguramente que el lector del cuarto evangelio tiene en mente estas
vicisitudes de la historia de la salvación, entre la fidelidad de Dios y la
infidelidad del pueblo, eso puede explicar el rigorismo en el cumplimiento de
la ley. Nos dice Mateos, que la necesidad continua de purificación revela un
Dios susceptible, que rechaza al hombre por cualquier causa. La Ley vela, de
algún modo, el verdadero ser de Dios, pues a través de ella no puede
percibirse su amor; la Ley tergiversa la verdadera imagen de Dios por la de un
Dios impositivo, celoso guardián de su distancia respecto al pueblo y al
individuo, y que no pierde ocasión de subrayarla, y tantas veces de castigarla.
La primera señal que va a realizar Jesús, el nuevo Esposo, anunciará el
cambio de alianza y la supresión del antiguo código legal. Lo hace ofreciendo
una muestra de su vino. […] El Mesías, cuya hora no ha llegado aún, va a
mostrar al Israel expectante cuál será el efecto de su misión cumplida y el
resultado de su obra. La Ley se interponía entre el hombre y Dios. En
adelante, no habrá intermediarios; el vino, que es el amor, establecerá una
relación personal e inmediata53.
Todos sirven primero el vino bueno. Hemos obviado la parte de la exegesis que se
refiere a la orden que Jesús da a los sirvientes, sin embargo, con Pottiere afirmamos
que «esta perfecta ejecución de las Palabras de Jesús fue el fruto de la invitación de
María»54. Nos interesa, para los fines de este trabajo, la reacción del maestresala con
respecto al «vino nuevo». Después de esta ejecución perfecta de binomios que se da
entre Jesús y los servidores – llenad-llenaron; sacad-sacaron; llevad-llevaron – el
maestresala llama al esposo, esta la primera y única ocasión que el esposo de la boda
es mencionado, para manifestarle, por un lado su sorpresa por la calidad del vino;
por otra la ignorancia de su procedencia.
Desde la perspectiva del evangelista, la ignorancia del maestresala sobre el
origen del vino es una anticipación de la ignorancia de Nicodemo (3,8), de la
samaritana (4,11), de los judíos de Jerusalén (7,25-26; 8,14; 9,29-30) y de
Pilato (19,9). En cambio, el conocimiento de los sirvientes, que obedecen a
Jesús, es un anticipo del conocimiento que tienen de Jesús aquellos que con
sencillez de corazón lo aceptan y acogen55.
En esta interpretación seguimos muy de cerca lo que nos dicen Mateos-
Barreto56, lo hacemos con esta síntesis textual. Afirma el autor que la primera
señal que va a realizar Jesús, el nuevo Esposo, anunciará el cambio de alianza
53
MATEOS-BARRETO, El evangelio de Juan, Análisis lingüístico y comentario
exegético, p. 154
54
POTTERIE, I., María en el misterio de la alianza, p. 231
55
CARILLO, S. A., El evangelio según san Juan, p. 131

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y la supresión del antiguo código legal. Lo hace ofreciendo una muestra de su
vino. El Mesías, cuya hora no ha llegado aún, va a mostrar al Israel expectante
cuál será el efecto de su misión cumplida y el resultado de su obra. La Ley se
interponía entre el hombre y Dios. En adelante, no habrá intermediarios; el
vino, que es el amor, establecerá una relación personal e inmediata.
El maestresala, que prueba el vino, no reconoce el don mesiánico. Los
sirvientes, sí, pues ellos saben que el vino ofrecido procede de la acción de
Jesús. El vino simboliza el amor. El que da Jesús, significa, por tanto, la
relación de amor entre Dios y el hombre que se establece en la nueva alianza,
relación directa y personal, sin intermediarios. […] La escena de Cana anuncia
la cruz, «su hora» (2,4). Es allí donde se manifestará hasta el extremo (13,1) el
amor de Dios al hombre (17,1) y se ofrecerá a todos el Espíritu.
El encargado del banquete se dirige al novio. Su reproche subraya dos
cosas: la superioridad del vino nuevo y la sorpresa de que el nuevo sea mejor
que el antiguo. […] Protesta contra el orden en que se dan los vinos, le parece
irracional; lo de antes debe ser lo mejor. […] Constata que el vino que le
ofrecen es de mejor calidad y no se lo explica, lo que sucede no es decisivo;
toda novedad ha de ser integrada en la continuidad con el pasado; por eso
piensa conocer la procedencia del vino, la bodega del esposo (lo has tenido
guardado), No comprende que el vino es de otro orden, que anuncia una
situación nueva y el fin de la boda presente. No ha reconocido la presencia del
Mesías. […] Lo que recibe el maestresala y no comprende ni acepta es sólo
una muestra de lo que será realidad en la cruz, el momento en que terminada
la obra creadora (19,30: Queda terminado), se inaugure la alianza nueva. El
Mesías habría de inaugurar una época incomparablemente superior a la
antigua. La verdadera boda, con la alegría plena, va a empezar con Jesús, el
verdadero esposo (3,29).
La madre de Jesús se contrapone al maestresala. Ella representa al Israel
que ha reconocido al Mesías; él, a «los Judíos», que no lo esperan ni lo
necesitan, y no saben apreciar la novedad del don mesiánico. […] Estos dos
personajes describen el ambiente en que va a moverse Jesús; por un lado, los
israelitas que esperan; por otro, los aferrados a su sistema, que dominan al
pueblo. Los primeros reconocerán al Mesías, los segundos serán sus
enemigos. Hasta aquí la interpretación textual de Mateos-Barreto.
Esto hizo Jesús como principio de las señales y manifestó su gloria 57. La
interpretación de esta perícopa nos da cuenta de que la significación principal está
56
MATEOS-BARRETO, El evangelio de Juan, Análisis lingüístico y comentario
exegético, p. 152-155

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en la manifestación mesiánica de Jesús, el «vino nuevo» otorgado por él es el
símbolo de la revelación, de la verdad que nos trae su persona. El tema de las
«bodas» constituye el símbolo fundamental de la perícopa, y es que «todo el
misterio de las bodas de Caná consiste en la presencia de este Esposo que aún está
oculto, o mejor, que comienza a manifestarse»58. Desde el comienzo de la perícopa,
el evangelista los subraya, en los tres primeros versículos la palabra «boda» se repite
tres veces. Sorprende que el autor del cuarto evangelio insista tanto en la boda pero
nada dice de los novios, a exepción de la mención que hace el maestresala. Este
interés escueto por los novios nos hace centrar la atención en el hecho de que Jesús y
María estuvieran ahí, en aquella boda. Pottiere nos explica cómo se van sustituyendo
unos personajes por otros, «a nivel del relato, el esposo de Caná es progresivamente
reemplazado por Jesús, mientras que la esposa se halla totalmente ausente; pero en
un plano diferente al matrimonio, su papel, […] pasa a ser representado por María.
Jesús y María actúan como si fueran los personajes principales» 59. Carrillo viene a
afirmar lo mismo «El banquete de las bodas de Caná es signo del banquete de las
bodas mesiánicas, donde el esposo es Jesús y la mujer es María»60.
En esta perícopa encontramos un tema fundamental que la recorre de inicio
a fin, el tema de la Alianza, que se ha realizado en el Sinaí, que ha sido
sostenida por Dios. Es el momento de la manifestación, la gloria que ven los
discípulos no es otra que la manifestación de Cristo como el nuevo esposo
mesiánico «como Yahveh con Israel en el pasado, Jesús concluye con su
pueblo la nueva alianza: “Caná es un signo, un símbolo de la nueva
Alianza”»61. El cambio del agua en vino es un símbolo de la inauguración de
la era mesiánica, presentada como un banquete de bodas.
La nueva boda aparecerá el día de la nueva creación, con la nueva pareja en el
huerto/jardín, Jesús resucitado y María Magdalena, figura de la comunidad en
57
Aunque hemos usado la traducción de la Biblia de Jerusalén, nos parece importe
para este versículo la observación que nos ofrece al respecto Potterie: «para aquellos
que están más familiarizados con el griego […] ¿Cuál es aquí el complemento
directo del verbo epoiesen? Si la respuesta es es archen, entonces es preciso
traducir: «Jesús hizo este principio…», lo cual no tiene sentido. Pero el
complemento directo de epoiesen no es archen, sino tauten, que por una atracción
inversa con su predicado archen se encuentra en femenino, en lugar del neutro touto.
[…] Ajustándonos a una fórmula muy literal, deberíamos decir: «esto (lo que
precede) es lo que Jesús hizo, como principio de los signos, en Caná de Galilea».
POTTERIE, I., María en el misterio de la alianza, p. 215
58
POTTERIE, I., María en el misterio de la alianza, p. 238
59
POTTERIE, I., María en el misterio de la alianza, p. 239
60
CARILLO, S. A., El evangelio según san Juan, p. 135
61
POTTERIE, I., María en el misterio de la alianza, p. 241

13
su papel de esposa del Mesías (20,1-18). Desde el anuncio de Juan Bautista
(1,15.27.30) hasta la escena de la resurrección, la alianza es figurada con el
símbolo nupcial (cf. 12,lss), por ser más apto para expresar la relación
personal que ella inaugura62.

62
MATEOS-BARRETO, El evangelio de Juan, Análisis lingüístico y comentario
exegético, p. 157

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