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EN LA CONFIRMACIÓN VIVIMOS NUESTRO PENTECOSTÉS Y


FORTALEZA

La palabra de Dios nos exhorta en 2 Timoteo 1,6-7:


“Por esto te recomiendo que reavives el carisma de Dios que está en ti por
la imposición de mis manos. Porque no nos dio el Señor a nosotros un
espíritu de timidez, sino de fortaleza, de caridad y de templanza”.

El espíritu que fue dado a los Apóstoles, el espíritu de "poder, caridad y


templanza" que le fue dado a Timoteo por San Pablo, es exactamente el
mismo espíritu que todos y cada uno de nosotros recibimos en la
Confirmación.

Pero recordemos ¿Qué es la Confirmación?

La Confirmación es el sacramento en el cual, a través de la imposición de


manos, la unción con el Crisma y la oración, el Espíritu Santo fortalece a los
que ya están bautizados, para que puedan profesar firmemente la fe y
cumplir fielmente con su profesión de fe.1

Durante el Rito de la Confirmación, justo antes de la imposición de las


manos, los confirmandos profesan la renovación de las promesas
bautismales. Todas las declaraciones son similares a la renovación básica
de los votos, excepto la declaración del Espíritu Santo. Dice: “¿Crees en el
Espíritu Santo, el Señor, el dador de vida, que vino sobre los apóstoles en
Pentecostés y hoy te es dado sacramentalmente en la Confirmación?” 2. Es
esencial que creamos que el poder del Espíritu Santo, que es el dador de
vida, es el mismo ayer, hoy y siempre. Estamos recibiendo un Pentecostés
personal cuando nos confirmamos, al igual que los Apóstoles.

“Desde ese momento en adelante, los Apóstoles, en cumplimiento de la


voluntad de Cristo, impartieron a los recién bautizados mediante la
imposición de manos el don del Espíritu que perfecciona la gracia del
Bautismo. Por esta razón, en la Carta a los Hebreos, la doctrina sobre el
Bautismo y la imposición de las manos se encuentra entre los primeros
elementos de la instrucción cristiana. La imposición de manos está
correctamente reconocida por la tradición católica como el origen del
Sacramento de la Confirmación, que de una manera perpetúa la gracia de
Pentecostés en la Iglesia”. 3
1. Página a leer por Cecilia Niño

1
Diccionario Católico Moderno, página122
2
Rito de la Confirmación
3
Catecismo de la Iglesia Católica 1288
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No debemos olvidar que la Confirmación fue nuestro Pentecostés. Al igual


que, cuando el Espíritu Santo descendió sobre los Apóstoles, en nuestra
Confirmación recibimos el mismo Espíritu Santo. Nosotros también
recibimos las mismas gracias, virtudes, dones, valor y fortaleza que los
Apóstoles recibieron hace 2022 años. En pocas palabras, la Confirmación
es el don de la fuerza; “fortalece la vida divina dentro de nosotros” 4.

La palabra Confirmación significa, "hacer completamente firme" o "hacer


sólido". Jesús nos dio el sacramento de la Confirmación porque sabía que
necesitaríamos fortaleza. Cristo nos da el Sacramento de la Confirmación
para que todos tengamos acceso a la fortaleza necesaria para alcanzar la
perfección cristiana. San Pedro dice: “Sed sobrios y velad. Vuestro
adversario, el Diablo, ronda como león rugiente, buscando a quién devorar.
Resistidle firmes en la fe”. (1 Pedro 5,8-9).

Por ello lo que hace el Espíritu Santo por nosotros es iluminarnos, para que
podamos conocer las verdades de la religión y la salvación, y la belleza de
la virtud; El Espíritu Santo nos mueve a desear, y buscar con amor estas
cosas; Él renueva nuestros corazones al limpiar nuestro pecado, y
finalmente nos da sus dones sobrenaturales y frutos de santidad por los
cuales podemos ser santificados.5

El Papa San Juan Pablo II dijo, “La gracia conferida por el Sacramento de la
Confirmación es más específicamente un don de fortaleza. Este don
corresponde a la necesidad de un mayor celo al enfrentar la batalla
espiritual de la fe y la caridad para resistir la tentación y dar testimonio de la
palabra y la obra cristiana al mundo con valor, fervor y perseverancia. Este
celo es conferido por el Espíritu Santo”. 6

2. Página a leer por Gabriel Burbano

4
Misal Diario Romano Católico [1962], página 1829
5
El Año de la Iglesia, página 301
6
L’osservatore Romano, 8 Abril 92. Summa Theol. III, q.72, a.5
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¿Y Para qué necesitamos fortaleza?

El Espíritu Santo es en sí mismo un don de fortaleza, que nos ayuda en las


necesidades

1. Para nuestra relación con Dios, nuestro Padre:

 Necesitamos un amor más profundo por Dios y obedecerlo como un


Padre
(El santo paráclito nos fortalece dándonos el don de Piedad)

 Necesitamos ayuda para discernir la voluntad de Dios en todas las cosas


(El santo paráclito nos fortalece dándonos el don de Conocimiento)

 Necesitamos la fuerza para hacer la voluntad de Dios en todas las cosas


(El santo paráclito nos fortalece dándonos el don de Fortaleza)

 Necesitamos ayuda para tener hambre y sed de las cosas de Dios


(El santo paráclito nos fortalece dándonos el don de Sabiduría)

 Necesitamos ayuda para dirigir nuestra vida y acciones para la Gloria de


Dios
(El santo paráclito nos fortalece dándonos el don de Sabiduría)

El Espíritu Santo es en sí mismo un don de fortaleza, que nos ayuda en las


necesidades

2. Para Nuestra relación con Cristo y la Iglesia


Necesitamos una conexión firme y duradera con el Cuerpo de Cristo, la Iglesia.
Necesitamos ayuda para conocer los misterios de nuestra fe (nos fortalece
dándonos el don de Entendimiento)

3. Porque necesítanos rechazar a satanás, sus promesas vacías y sus


caminos malvados retornar más bien hacia las promesas
bautismales
Tenemos que temer, despreciar y odiar el pecado
(por ello el santo paráclito nos fortalece dándonos el don de Temor de Dios)

Necesitamos que se nos advierta constantemente de los engaños de Satanás


(para ello nos fortalece dándonos el don de Consejo)

Necesitamos saber claramente cualquier cosa que ponga en peligro nuestra


salvación. (por ello nos fortalece dándonos el don de Consejo)
3. Página a leer por Yaneth Nepta
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El Santo Espíritu aviva y fortalece en cada uno la FE que profesamos

Necesitamos ayuda para perfeccionar la Gracia que se nos dio en el


Bautismo.
Jesús dice: “sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial”. (Mateo
5,48)

En 1 Tesalonicenses 5,23, San Pablo dice: "Que Él, el Dios de la paz, os


santifique plenamente"

Necesitamos ayuda para dar testimonio de Cristo y profesar nuestra fe tanto


en palabra como en acción, incluso hasta la muerte.

Necesitamos ayuda para nuestras mentes, que se han oscurecido. La fe


ilumina nuestra mente.

Necesitamos ayuda para nuestras voluntades, que han perdido valor. La


fortaleza da valor a nuestra voluntad.

San Pablo le dice a San Timoteo: “Por esto te recomiendo que reavives el
carisma de Dios que está en ti por la imposición de mis manos. Porque no
nos dio el Señor a nosotros un espíritu de timidez, sino de fortaleza, de
caridad y de templanza”. (2 Timoteo 1,6-7)

4. Página a leer por Rosa Collazos


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¡Hermanos pidamos la asistencia del santo espíritu, escuchando y


meditando esta oración de secuencia!

Ven Espíritu Divino,


manda tu luz desde el cielo,
Padre amoroso del pobre;
don en tus dones espléndido;
luz que penetra las almas;
fuente del mayor consuelo.

Ven, dulce huésped del alma,


descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.

Entra hasta el fondo del alma,


divina luz y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre
si Tú le faltas por dentro;
mira el poder del pecado
cuando no envías tu aliento.

Riega la tierra en sequía,


sana el corazón enfermo,
lava las manchas, infunde
calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.

Reparte tus Siete Dones


según la fe de tus siervos.
Por tu bondad y tu gracia
dale al esfuerzo su mérito;
salva al que busca salvarse
y danos tu gozo eterno.

5. Página a leer por Carlos Álzate

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