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ALGO ESTÁ MAL.

Mariana va a trabajar como casi todos los días en colectivo, va tranquila, pero una sensación
de intranquilidad la invade... Algo está mal.

El motor del colectivo empieza a largar humo, y deja de avanzar, así que fue en dirección al
cordón y se estacionó. Bajaron todos los pasajeros que estaban adentro con el colectivero.
Todos bajan con calma, pero ella está apurada, va llegar tarde a el colegio, así que apenas
logra bajar del colectivo salió disparada para el colegio. En el camino, la sensación de
incomodidad seguía ahí. Antes los autos pasaban, pero ahora ya no había autos. Tampoco
personas extrañamente, ni tampoco negocios abiertos. Es temprano, así que es normal que los
negocios estén cerrados, pero…

¿Y las personas?

¡Ahora sí!, Una camioneta blanca se divisa a lo lejos, está muy limpia y tiene los vidrios
polarizados. Aunque está feliz porque ya alguien está en la calle, pero es muy incómodo que
sea el único vehículo en la calle, y el conductor el único humano en la calle. No está
acostumbrada a esta situación en específico, así que no sabe cómo reaccionar. Va caminando
temblorosamente su ritmo cardiaco va aumentando, la mirada baja, aunque no le impide ver
la camioneta de reojo. Sube la mirada un poco, la camioneta se sigue acercando, así que
camina un poco más rápido. De los nervios ya está hiperventilando, esa sensación que algo
está mal no la va a dejar en paz ¿no?

Es una sensación exasperante, pero ese es el camino más rápido que tiene para llegar a la
escuela, aparte, está a mitad de cuadra y esta cuadra es larga, así que, si intentara volver, en
la esquina se cruzaría con la camioneta, ya que no tiene una calle en un costado para escapar
a mitad de cuadra, solo le queda avanzar. Asustada, así esta. ya no son nervios, ya no es
incomodidad, solo miedo es lo que pueda pasar. El ruido del motor de la camioneta y ella es lo
único que sabe que hay en esa calle, la calle de todos los días, la misma que conoce desde
pequeña, porque, aunque se independizo y alquila su propia casa en Humberto Primo 1143,
Burzaco, no se pudo mudar muy lejos, porque sentía que iba a extrañar a su mamá, a su
papá, y a su hermanito, Juanchi.

(su hermano se llama Juan, pero le dice Juanchi de cariño, y su hermano se deja decir así)

Ya está temblando, cuando se asusta es normal verla temblar, como a cualquier otro ser
humano, como cualquier otro susto. Pero hoy es distinto, hoy es diferente, hoy algo esta mal.
Ya ni siquiera puede hiperventilar, su respiración se entre corta, y por la falta de aire tose,
trata de regular su respiración para que por fin, pueda pasar por al lado de la camioneta.

Algo está mal, ella lo sabe.

Algo está mal, ella lo siente.

Algo está mal, vos lo sentís.

Sus pies, en un intento de disimular su terror, empezaron a caminar una línea recta, o eso
intentaba, mientras un par de sus pasos se iban de esa cuerda floja imaginaria que creo para
aparentar una tranquilidad falsa. Que capaz, la llegue a contagiar. Pero va a ser difícil
porque la camioneta que tanto la aterra, acaba estacionarse a centímetros de ella.

Al fin el momento que la aterra está presente, está pasando por al lado de la causa de su casi
nula respiración, la camioneta blanca que la hace pensar que algo está mal.

¿Cómo es que le asusta tanto una simple camioneta, que esta frenada a un costado suyo?, ni
ella sabe porque es la camioneta, porque el sentimiento de incomodidad era solo eso, un
sentimiento, no incluía imágenes de una camioneta blanca, tampoco sabía si era del todo
cierto o certero ese sentimiento. Pero de alguna manera, si lo sabía.

Ya pasó, no lo puede creer, ya está. El aire lentamente vuelve a los pulmones, el sentimiento se
va desvaneciendo, mientras sus pies ya no tambalean. Calma se siente en el aire, y lo único que
llega a pensar es “Que raro, realmente pensé que algo iba a estar mal”. Al mismo tiempo que
un brazo que venía desde atrás, la rodeaba por el cuello y una mano le tapaba la boca,
incapacitándole correr o gritar.

Con sus manos trató de alejar las manos ajenas, pero al entender que no iba a poder, miro
atentamente la mano que no la dejaba gritar. Entre la mano y su piel, había un pañuelo de
tela blanco, que tenía un olor que ella no reconocía. Empezó a sentir que sus ojos, cada vez
que pestañeaba, pesaban más sus parpados. Ese olor era somnífero. Intento gritar, pero
igualmente no pudo, porque sus agudos gritos, se ahogaban en ese pañuelo blanco presionado
bruscamente contra su boca. Aunque, tarde o temprano, ese pañuelo, la va a dejar
inconsciente, a merced de quien, ahora es, su secuestrador. Al final, algo si estaba mal.

● Recorte de diario clarín (martes 1 de agosto de 2022):

Desaparecida hace un mes


La joven maestra del colegio San José desapareció

hace un mes y no se conoce el paradero.


FIN

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