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VIGILANTES

Debemos reflexionar en nuestro papel como Cristianos. Debemos hacernos una pregunta.

¿Hemos recibido alguna ves un mensaje que no nos ha agradado? Analicemos nuestro
pasado y busquemos en nuestro presente, hagamos memoria para ver si esto ha
acontecido en nuestras vidas. Hago esta pregunta porque existen numerosas personas que
al recibir un mensaje fuerte, pues lo primero que hacen es enfadarse y no miran mas aya
del mensaje que recibieron.

Personas que por causa de la carne, que por causa de los primeros instintos pasan a un
estado de rebeldía y desobediencia. Con esto en mente busquemos en la Palabra de Dios
para ver ¿por que? permite Dios que nos lleguen mensajes que nos enfadan.

Ezequiel 3:16-21 – Y aconteció que al cabo de los siete días vino a mí palabra de Jehová,
diciendo: 17 Hijo de hombre, yo te he puesto por atalaya a la casa de Israel; oirás, pues, tú
la palabra de mi boca, y los amonestarás de mi parte. 18 Cuando yo dijere al impío: De
cierto morirás; y tú no le amonestares ni le hablares, para que el impío sea apercibido de su
mal camino a fin de que viva, el impío morirá por su maldad, pero su sangre demandaré de
tu mano. 19 Pero si tú amonestares al impío, y él no se convirtiere de su impiedad y de su
mal camino, él morirá por su maldad, pero tú habrás librado tu alma. 20 Si el justo se
apartare de su justicia e hiciere maldad, y pusiere yo tropiezo delante de él, él morirá,
porque tú no le amonestaste; en su pecado morirá, y sus justicias que había hecho no
vendrán en memoria; pero su sangre demandaré de tu mano. 21 Pero si al justo
amonestares para que no peque, y no pecare, de cierto vivirá, porque fue amonestado; y tú
habrás librado tu alma.

Analicemos esta palabra “atalaya.” ¿Que quiere decir esto? Para poder comprender el
significado de esta palabra tendremos que transportarnos al pasado por un breve momento.
Como hemos aprendido en otras ocasiones, las ciudades de antigüedad eran muy
diferentes a las ciudades de hoy en día.

Hoy podemos ver muchas ciudades con numerosos habitantes, pero en ese entonces las
ciudades eran pequeñas en comparación. Por supuesto en ese entonces tampoco existían
todas las protecciones que nosotros tenemos ahora, así que de la única manera que un
gobernador podía proteger a sus habitantes era de construir paredes alrededor de la ciudad.
Paredes y portones fuertes que podían detener un ataque.

Lo normal no era que los portones estuvieran cerrados sino se mantenían abiertos para que
los habitantes y visitantes pudiesen entrar y salir libremente. Pero estos portones eran
cerrados para prevenir que el enemigo pudiese tomar la ciudad, siempre y cuando existiera
una advertencia. Ellos podían proteger la ciudad siempre y cuando no fuesen sorprendidos,
porque en realidad esta era la única manera de tomar una ciudad fácilmente. Es aquí donde
entra el papel del atalaya.

El atalaya era la persona o personas responsables para que esto no sucediera, era la
persona responsable para que una ciudad no fuese tomada por sorpresa.
Estamos hablando acerca de personas que tenían, en mi opinión, el trabajo mas importante
en toda la ciudad. Ellos se paraban en las murallas o torres de la ciudad constantemente
vigilando los alrededores y el horizonte.

Ellos tenían la responsabilidad de no solo cuidar de una persona sino de una ciudad
completa. Ellos tenían que estar constantemente vigilando y buscando señales de actividad
en los alrededores.

No importaba si el tiempo estaba bueno o malo, si llovía o soleaba, si tronaba o


relampagueaba, el atalaya no podía abandonar su posición en ningún momento. El atalaya
no se podía quedar dormido, no podía desatender su puesto en ningún momento.
El tenia que mantener sus ojos abiertos en todo momento buscando en la distancia señales
que pudiesen indicar el peligro de una invasión. Entonces, al ver alguna señal que indicara
peligro, su deber era de sonar una trompeta de alarma para que los portones pudiesen ser
cerrados y para que los soldados se subieran en la murallas para defender la ciudad. Esto
era en si el trabajo del atalaya, el vigilar y advertir.

¿Como se aplica esto a nuestras vidas en el día de hoy? Aquí vemos que Ezequiel recibió
una gran responsabilidad, el fue llamado a ser no el atalaya de una ciudad, sino el atalaya
de la nación de Israel. El fue llamado a que llevara Su mensaje a ellos, a todos aquellos que
se habían rebelado en contra de Dios, a todos aquellos que vivían en pecado. Y les digo
que su misión no fue nada fácil, digo que no fue nada fácil porque el no les llevaba
mensajes que alentaban, el no les llevaba mensajes que eran popular.

El les llevaba mensajes y palabras fuertes de Dios. Pregunto, ¿es esto muy diferente a
nosotros hoy? Les digo que no existe mucha diferencia entre el tiempo de Ezequiel y el
nuestro.

Cuando hacemos un examen de las condiciones en la cual el mundo se encuentra hoy en


día, podremos encontrar numerosas personas que se han rebelado en contra de Dios.
Podremos encontrar numerosos ejemplos de personas creyentes y no creyentes que se
encuentran haciendo no la voluntad de Dios sino la voluntad de la carne. Personas que han
dejado que el enemigo entre en su vida lentamente y por sorpresa.

En estos versículos Dios nos esta hablando a todos nosotros. Como les dije al comienzo,
estoy seguro que muchos de nosotros en un punto de nuestras vidas u otro hemos recibido
un mensaje que no nos agrado. Estoy seguro que muchos de nosotros hemos recibido
mensajes que nos enfadaron. Esto es especialmente la verdad para los ministros y para
todo creyente que ha tomado en serio la misión que Dios nos ha dado aquí en la tierra.

Digo esto porque toda persona que ha tomado en serio la misión que Dios nos ha dado no
siempre lleva un mensaje popular.

El preparar un mensaje es una cosa que toma mucho tiempo, y mas que nada, mucha
oración. Digo esto porque si llevamos un mensaje sin oración, si llevamos un mensaje sin
primero haber confirmado que es de Dios, pues no estamos haciendo la voluntad de Dios,
sino estamos haciendo la voluntad de la carne.
¿Por que digo esto? Lo digo porque si al recibir un mensaje sentimos que se nos esta
regañando, quiero que nos demos cuenta que no es el hombre haciéndolo sino Dios con Su
poderosa palabra. Pero también debemos de tener mucho cuidado en estas ocasiones.
Digo esto porque es en esos momentos en que el papel del atalaya, el papel de todo
Cristiano fiel es desarrollado. Digo esto porque el enemigo trata de entrar en nuestras vidas
de muchas diferentes maneras.

Debemos discernir entre las cosas de Dios y las cosas del hombre. Tenemos que discernir
entra las doctrinas del hombre y la doctrina de nuestro Rey y Salvador.

Como hemos visto, el papel del atalaya es de vigilar en todo momento, es el estar atento y
de sonar la trompeta al ver una señal de un ataque eminente. Digo esto porque nosotros
tenemos que cuidar celosamente las bendiciones que Dios nos ha dado. Tenemos que
mantener nuestra mirada en las cosas de Dios y abandonar las cosas de este mundo.

Aquí vemos que Dios se refirió a Ezequiel como “Hijo de hombre.” Fíjemonos bien la
importancia que tiene esto aquí. Dios pudo escoger a un ángel o a legiones de ángeles,
pero no lo hizo así. Dios escogió a un simple hombre, Él nos ha escogido a nosotros. Todos
nosotros fuimos llamado a su servicio. Todos nosotros que hemos decidido servirle fuimos
escogidos y llamados a ser los atalayas de este mundo.

No siempre llevamos un mensaje popular, no siempre llevamos un mensaje que agrada a


las personas, sino llevamos el mensaje que Dios quiere que demos. Es nuestra
responsabilidad de llevar la verdad donde existe la mentira, es nuestra responsabilidad de
llevar la luz a las tinieblas.

No solo es nuestra responsabilidad y obligación, sino que cuando llegue el día que nos
encontraremos cara a cara con nuestro Dios tendremos que dar cuenta de lo que hemos
hecho. Tendremos que dar cuenta también de lo que hemos ignorado, lo que hemos
asumido no nos correspondía a nosotros hacer. ¿Por que digo esto?

Porque Dios juzgara al atalaya según su fidelidad. Aquí en estas escrituras podemos ver
que seremos juzgados no solo por nuestras acciones, sino por las acciones de los demás.
Aquí vemos que la Palabra de Dios dice:

Ezequiel 3:18-21 – Cuando yo dijere al impío: De cierto morirás; y tú no le amonestares ni le


hablares, para que el impío sea apercibido de su mal camino a fin de que viva, el impío
morirá por su maldad, pero su sangre demandaré de tu mano. 19 Pero si tú amonestares al
impío, y él no se convirtiere de su impiedad y de su mal camino, él morirá por su maldad,
pero tú habrás librado tu alma. 20 Si el justo se apartare de su justicia e hiciere maldad, y
pusiere yo tropiezo delante de él, él morirá, porque tú no le amonestaste; en su pecado
morirá, y sus justicias que había hecho no vendrán en memoria; pero su sangre demandaré
de tu mano. 21 Pero si al justo amonestares para que no peque, y no pecare, de cierto
vivirá, porque fue amonestado; y tú habrás librado tu alma.

En otras palabras lo que nos esta diciendo es que si nosotros vemos algo mal, si nosotros
vemos cosas que sabemos son en contra de la voluntad de Dios y no hacemos algo para
corregirlo, o al menos demostrarle a la persona que lo que esta haciendo esta mal hecho,
pues entonces seremos culpado de su sangre.

Es por esto que toda persona que profesa ser creyente, toda persona que ha hecho un
compromiso con Cristo tiene que llevar siempre la verdad. No es fácil, la Palabra de Dios no
es fácil, pero si es vida. La Palabra de Dios puede ser y es la diferencia en las vidas de toda
persona.

El atalaya, el creyente, el predicador, que no suena la trompeta de alerta, el que no lleva la


verdad, el que no diga las cosas tal como son, pues entonces no es un atalaya, no esta
sirviendo a Dios como Dios quiere que le sirvamos. Estas personas se encontraran con la
sangre de los demás en sus manos.

Lo que hagamos o dejemos de hacer, tarde o temprano tendremos que dar cuenta a Dios.
Esta responsabilidad debe mantenerse presente en nuestras mentes en todo momento.
Porque todos tenemos una enorme responsabilidad como el pueblo elegido de Dios. Todos
tenemos una enorme responsabilidad como la iglesia de Cristo. Si, como la iglesia de Cristo
fuimos llamados a:

Marcos 16:15-16 – Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.
16 El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado

Para concluir. Tenemos que ser siervos fieles a Dios. Nuestra obra como el pueblo de Dios
aquí en la tierra es algo bien serio. En nuestras manos se encuentra la diferencia entra la
vida y la muerte de una persona o personas.
Dios aborrece al maligno, pero restaura la vida de toda persona que acude a Él.

Esta responsabilidad que tenemos no es algo que podemos hacer cuando tenemos ganas,
no es algo que podemos hacer de ves en cuando, sino que tenemos que hacerlo en todo
momento.

Aunque en ocasiones una predica nos pueda doler, aunque en ocasiones un mensaje no
nos agrade, aunque el toque de la trompeta nos cause el sentir mal porque ha revelado
nuestros pecados y o heridas, nunca cerremos nuestros oídos a ellos.

No podemos cerrar nuestros oídos porque en esa trompeta, en ese mensaje existe el
mensaje de la vida. En ese mensaje que nos hizo analizarnos, Dios nos ha revelado lo que
tenemos que cambiar. En ese mensaje que nuestra carne ha odiado, Dios ha demostrado
que la obediencia a Su palabra nos conduce a la vida eterna. Porque a través del
arrepentimiento, a través del perdón de Cristo existe la salvación de toda persona.

En la sangre de Cristo existe la vida. Nunca dejemos de ser atalayas fieles de la Palabra de
Dios. No dejemos que el enemigo nos aleje de Su voluntad y verdad.

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