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HERMANOS WALKER #3
MARCIA DM
Rivales en Dallas © 2022 por Marcia DM
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medio electrónico o mecánico, incluidos los sistemas de almacenamiento y
recuperación de información, sin el permiso por escrito del autor, excepto para el
uso de breves citas en una reseña de un libro.
A las chicas del grupo de Facebook, gracias.
ÍNDICE
1. Oliver
2. Cala
3. Oliver
4. Cala
5. Oliver
6. Cala
7. Oliver
8. Cala
9. Oliver
10. Cala
11. Oliver
12. Cala
13. Oliver
14. Cala
15. Oliver
16. Cala
17. Oliver
18. Cala
19. Oliver
20. Cala
21. Oliver
Pasado
22. Cala
23. Oliver
24. Cala
25. Oliver
26. Cala
27. Oliver
28. Cala
29. Oliver
Epílogo
Adelanto San Francisco Inesperado
Agradecimientos
Acerca del Autor
Otras Obras de Marcia DM
SINOPSIS
OLIVER
CALA
OLIVER
CALA
OLIVER
CALA
E con mi padre.
Esta vez fue porque hice carteles para cada uno de los caballos.
Verás, como me olvidaba en qué espacio iba cada uno y eso fue
razón de pelea, hice carteles adorables. Bueno, parece que estuvo
totalmente fuera de lugar y no voy a llorar otra vez, él está
conviviendo con otros demonios y tengo que recordarlo, por eso
decidí ir a cenar a la ciudad más cercana. ¿Creí que era una buena
idea? Claro que sí, por eso me subí a la bici y pedaleé hasta que me
ardieron las piernas.
El centro de la ciudad es adorable, hay pequeños bares y
restaurantes bohemios. Me decido por uno que se jactan de tener el
mejor sándwich de queso cheddar del país, no voy a desmentir esta
declaración, pero está bastante bueno.
Salir definitivamente fue una gran iniciativa, me siento despejada
y de buen humor. El problema es que ahora que tengo que volver
me doy cuenta que los caminos no tienen luz, que lo único que me
guía en las calles es la luz del móvil y que estoy sumamente
cansada.
Me lleva más tiempo de lo normal, no es fácil sostener el móvil y
el manillar al mismo tiempo, pero una vez que llego al camino de
tierra del rancho me relajo porque ya sé que estoy en el camino
correcto. Aparte, la mansión del señor Walker se divisa al final del
camino, muy iluminada e imponente.
Todavía no pude conocer más que la cocina, pero puedo darme
cuenta que es bellísima. Por fuera las luces la iluminan desde abajo,
haciendo que parezca altísima, las ventanas están apagadas y el
silencio de la noche rodea la mansión, bueno, excepto el sonido de
las ruedas de la bicicleta sobre la tierra.
Por el rabillo de mi ojo, noto movimiento en el balcón-terraza del
señor Walker. Algo me dice que apague la luz del móvil y detengo mi
pedaleo, mirando hacia arriba, buscando qué es lo que llamó mi
atención.
Lo diviso en su terraza, respirando con dificultad, tal como hizo el
día que mi padre tuvo el accidente.
—Árboles, arbustos, matas, hierbas… —dice con una respiración
entrecortada, recita nombres sin parar.
Tiene puesto el pijama, su cabello está alborotado, como si se
hubiera estado refregando en la almohada.
Lo observo con precaución, primero porque no quiero que me
vea, segundo porque parece necesitar ayuda, pero conociendo su
estado sombrío y latente, no creo que sea bienvenida.
—Plantas con flores, con semillas, vasculares, terrestres,
verdes… —Sigue recitando y paulatinamente deja de respirar tan
entrecortado, y su voz no suena tan entrecortada.
En un momento se sienta en algo que parece ser una tumbona y
se acuesta allí. Espero unos minutos, pero parece que se quedó
dormido. Entonces sigo mi camino a mi casa, aunque no puedo
sacarme la sensación de angustia, algo le ocurrió y me da pena que
esté solo en esa mansión sin que nadie lo ayude a sobrellevar esos
ataques.
Si tuviera que compararlo con un personaje literario, sería
Heathcliff, el protagonista de Cumbres Borrascosas, tiene ese porte,
ese no sé qué, oscuro y misterioso. Me parecía que en su cabeza
ocurrían mil cosas mientras me regañaba, pero ahora que lo vi así
de vulnerable y solo, creo que estaba en lo correcto. Solo espero
que la venganza no sea un tema que lo arrastre por la vida, como
escribió Emily Brontë.
7
OLIVER
Oliver : Sí.
Mi hermano menor (por un año) no sabe por qué las tengo,
nunca preguntó más de lo que yo quise responder. Sé que se
preocupa, pero créeme, si supiese lo que me pasa, él tampoco
podría dormir.
Killian: ¿Cuándo vas a hacer algo al respecto?
—Sé que estáis hablando por detrás, estúpidos, ¿Por qué no me
decís qué os parece en vez de hacerme perder el tiempo? —Silas
está enfadado.
Kill se ríe y deja el móvil sobre su escritorio.
—No te enfades Silas, no estábamos hablando de tu idea.
—Me enfado porque podría estar con mi mujer y mi hijo en casa
y estoy en videoconferencia con vosotros, parecéis adolescentes
con el maldito móvil. —gruñe.
Luca sonríe, pero no dice nada, mi segundo hermano mayor,
desde que se casó hace dos años, sonríe más a menudo y me
alegro muchísimo por él.
—Imagínate cuando Julián esté mirando el móvil durante la cena
—Agrega Kill solo para molestarlo—, ¿Qué harías en ese momento?
Silas resopla largamente, visualizando eso en el futuro. Mi
sobrino Julián tiene cuatro años ya y parece que tiene el carácter del
padre.
—Probablemente lo castigue hasta que tenga veinte.
Kill ríe como suele hacer siempre, una carcajada explosiva…,
una que me recuerda a alguien ahora.
Alguien que me irrita muchísimo, la intrusa de mi pequeño
universo.
—¿Recuerdas cuando te pasabas toda la cena escribiéndote con
Lauren? —Le recuerda Luca, poniéndose de alguna manera, del
lado del sobrino.
—Eso es diferente —responde Silas, luce exasperado—, fue una
vez y porque ella… —Deja de hablar y sonríe.
—Está bien, está bien —dice Kill—, no queremos que relates ese
recuerdo que acaba de pasar por tu cabeza.
—Tienes razón —digo mirando el reloj, ya es la hora de volver y
realmente necesito dormir hoy —, ¿Por qué no votamos y
terminamos con esto?
Hace varias semanas que las pesadillas me asaltan una vez que
cierro los ojos y después no puedo dormir, a veces la única solución
es dormir una siesta a los pies de la laguna, pero la señorita Saint-
Clair está dando vueltas constantemente y no puedo dormir si está
ella allí, tarareando canciones que escucha en sus auriculares o
hablándole a cualquier ser viviente de mi rancho.
Menos a mí, claro.
Así no se puede vivir.
—Alguien tiene prisa por volver a su rancho… —dice Kill con una
sonrisa pícara en su rostro— Me pregunto quién te estará
esperando…
Mis dos hermanos mayores de golpe parecen estar muy atentos.
—Killian, termina con esto. —refunfuño, no sé qué busca.
—¡Quién!, ¡Quién! —Silas canta, golpeando su puño
rítmicamente sobre su escritorio.
—¡Nadie!, Dios, parecéis viejas de barrio buscando el chisme.
—Killian, dinos. —Exige Silas.
Killian me mira por la cámara y sonríe, teniendo compasión por
mí.
—Nadie, solo quería molestarlo. —Pero su mirada dice que hay
algo más, algo de lo que estuve hablando con él.
La señorita Saint-Clair.
Ella es el mayor problema que tengo en este momento, solo que
Killian considera que todo lo que me disgusta de ella en realidad me
encanta y ya le expliqué que tiene que dejar de ver películas
románticas porque así no es cómo funciona el mundo real.
Ella me cae mal, no hay que analizar nada más.
No importan sus ojos poblados de pestañas, ni la forma de reloj
de arena que tiene su cintura, nada de eso es importante si la
persona es irritante. Es que no puedo con esa mujer…. Hace todo al
revés de como lo tiene que hacer y sí, el resultado quizás sea el
mismo, pero no puedo perder tanto el tiempo cuando me toca
encargarme del rancho. Sé que Lucien la vigila de cerca, pero
parece que no es suficiente.
La llamada termina y rápidamente me subo a mi coche de
ciudad, un Land Rover todoterreno, que el único recorrido que hace
es de Dallas a mi rancho en menos de una hora. De camino
escucho un podcast llamado Dallas Today, donde hablan de
inversiones en la zona, es información que necesito para llevar a
cabo todas las ventas.
En los últimos años el mercado de Texas subió casi un cien por
ciento gracias a los bajos impuestos del estado y la vida lujosa. Sí,
el norte de Texas tiene las mansiones más caras, es donde está el
dinero y la gente quiere gastarlos en hectáreas infinitas con lagunas,
caballos de polo y ranchos lujosos y yo estoy aquí para darles eso.
Ese es mi trabajo, simple, fácil y fructífero.
Aparco en el garaje de cuatro coches y abro la puerta que me
lleva directamente a la cocina. Lo primero que huelo es un estofado
hecho por Eliza, gracias Dios mío por esa mujer, cocina como los
dioses.
Lo primero que veo cuando entro es un trasero...
Perdón, ¿qué?
Vuelvo la mirada y veo a la señorita Saint-Clair, acodada en la
isla de la cocina, chismoseando con Eliza. Tiene puesto un vaquero
de tiro alto que perfecciona las curvas, su trasero es redondo,
perfecto.
Demonios, Oliver, le estás mirando el culo.
Las dos se detienen cuando me escuchan carraspear, pero la
que luce más aterrada es la señorita Saint-Clair.
—Buenas tardes. —digo con precaución, parece que acabo de
cortar el conjuro del aquelarre.
—¡Oliver! Bienvenido a casa —Me recibe Eliza como todos los
días —. ¿Quieres un café?
¿La señorita Saint-Clair cree que porque está absolutamente
petrificada no puedo verla? No hay nada en ella que sea invisible
para mí.
—¿Qué hace aquí señorita Saint-Clair? ¿Necesita algo? —Mi
tono no es amigable.
—No, ya me iba —responde rápidamente—. Gracias Eliza por el
consejo. —Moviendo las caderas casi en cámara lenta, abre la
puerta y desaparece de mi vista.
Eliza me sonríe con complicidad, como si pudiera escuchar mis
pensamientos.
—¿Consejo? —pregunto sentándome en los taburetes.
—Sí, aparentemente su exnovio quiere venir a Dallas y ella no
sabe cómo hacer para decirle que no.
Miro hacia la puerta como si pudiera ver la estela de Cala Saint-
Clair, viéndola con otros ojos, ojos que la ven con una pareja, la
visualizan abrazada con un hombre caminando por la calle de una
avenida transitada, o sonriendo en una cama después de…
—¿Exnovio? —repito. Parece que de golpe tengo el cerebro
apolillado.
—Sí, el chico con el que salía en Waco, parece que quedó dolido
después de que ella terminara la relación. —Eliza relata todo como
si no tuviera capacidad alguna de guardar un secreto, mientras
acomoda la vajilla que sale humeante del lavavajillas.
—¿Y por qué la terminó? —¿Por qué pregunto esta mierda? No
me importa.
—Bueno, ella dice que sabe cuán difícil es tener una relación a
distancia, entonces quiso cortar por lo sano.
Miro otra vez hacia la puerta, esta vez pienso en todo lo que tuvo
que abandonar Cala para que sus padres tengan una vida
relativamente digna.
La culpa y la depresión caen sobre mí de golpe, casi como un
chorro de agua helada sobre mi rostro.
—¿Quieres un café? —Vuelve a preguntar Eliza, haciendo que
vuelva a la Tierra.
—No, gracias. —Sin explicar más, me retiro a mi habitación y
dejo que mi mente se apague al menos por un rato.
8
CALA
OLIVER
CALA
OLIVER
S ilencio.
—Está pasando —digo en su oído— o ya pasó lo peor.
Ella está aferrada al ancho caño con un brazo, el otro hacia
atrás, sujetando mi cintura. No sé si cree que su brazo puede
protegerme o necesita abrazarme.
Ahora las cosas que golpean contra el establo son menos y sin
tanta fuerza. Así que lentamente aflojo mi agarre, prácticamente la
estaba estampando contra el caño.
—¡No! —grita ella agarrándose de mi pierna— No te vayas.
—No me iré —devuelvo, aunque sé que el tornado se disipó o se
movió hacia otra dirección, porque solo hay silencio—. ¿Estás bien?
Asiente frenéticamente, puedo sentir cómo su cuerpo tiembla
bajo el mío.
—Los animales… —gime con dolor.
—Seguramente están bien —miento—. Lo importante es que
todos están en el refugio y que nosotros estamos bien.
Asiente otra vez, nunca la vi así, tan petrificada e indefensa. Mis
brazos sueltan el caño un poco y la envuelven sobre su pecho para
darle contención. Ella al principio se tensa, pero lentamente
comienza a soltarse y derretirse sobre mi pecho. Su calor es
agradable, hace mucho que no siento tanta cercanía física con
alguien y se siente bien.
—Cala —susurro—, tengo que ir a ver qué ocurrió allí afuera.
—¿Y si vuelve?
—Poco probable.
Ella se libera con manos temblorosas la rienda que puse en su
cintura para que en caso de que el tornado nos chupara, mantenerla
en la tierra. Yo también lo hago y cuando nos soltamos los dos, nos
sentamos en el suelo, todavía asimilando lo que acaba de ocurrir.
Los tornados en esta zona no suelen ser violentos, es más, en
todos estos años, esta es la primera vez que tengo un encuentro
cercano con uno.
Escucho congestión en su voz y noto que Cala está llorando a
moco tendido. Es extraño lo que le provoca a mi cuerpo y cuando
me doy cuenta la estoy abrazando con fuerza. Ella devuelve el
abrazo, se siente pequeña y frágil, como que no puedo apretar
demasiado porque podría romperla.
—Gracias —solloza sobre mi pecho.
—¿Por qué?
—Por protegerme.
Mi instinto pide que la contradiga, pero mi boca se sella, al
menos hasta que conecto la mirada con ella y veo sus ojos rojizos y
brillantes. Mi mano acaricia su mejilla y limpia las lágrimas que caen
sin control. No sé si es la adrenalina o la necesidad de consolarla,
pero algo me pide que la bese, no lo sé, lo importante es que quiero
hacerlo.
Y a la mierda las consecuencias.
Apoyo mis labios sobre los de ella con cuidado, quiero leerla,
saber si estoy haciendo bien, si esto es lo que ella también tiene en
mente y cuando Cala cierra sus ojos y se aferra a mis hombros
poniéndose de puntillas, me enciendo instantáneamente y nos
fundimos en el beso más desesperado, volcánico y largo que
experimenté jamás.
Tomo control, sumergiendo mi boca con ferocidad mientras
atrapo su rostro entre mis manos, acariciando su lengua con la mía.
Cala envuelve mi cuello con sus manos y yo la agarro de su cintura
para atraerla a mí, la quiero más cerca, quiero frotarme contra ella,
maldición.
Mi corazón galopa sin parar.
Demonios, sus labios son firmes, sus dedos están enterrados en
mi cabello.
Quiero follarla aquí mismo, hacerla mía en el suelo de paja,
como animales, sucio, rápido, primitivo.
Mis manos descienden hasta llegar a su trasero firme e increíble
y entierro mis dedos allí. Sé que siente mi erección y ante la fricción
de mi polla sobre su estómago, gime desde su garganta.
Pierdo la jodida cabeza.
—Dime que pare —exijo entre besos y caricias—. Dímelo porque
no creo poder después.
—No pares —responde. Y es todo lo que necesito escuchar para
tumbarla en una montaña de paja en el suelo y trepar por su cuerpo
para tenerla presa entre mis brazos. Sus manos buscan el dobladillo
de mi camiseta y la sube lentamente, rozando mi cuerpo con los
nudillos de sus finos dedos.
Me preparo para detenerla, para rogarle que no me toque, pero
extrañamente no siento un ataque de pánico cuando siento su
proximidad y eso hace que quiera saber qué más puedo
experimentar con esta mujer que no haya hecho antes, pero a la vez
no quiero llegar al límite y romper esto que siento, esta necesidad
animal.
Levanto su chaqueta y su camiseta hasta su cuello, exponiendo
sus pechos turgentes con un sostén blanco, mi lengua viaja por
esos montes mientras mi mano desabrocha su vaquero. Ella me
ayuda a bajarlo, dejando su tanga de algodón blanca expuesta para
mis ojos. Inmediatamente después desabrocho mis vaqueros y
libero mi polla, necesito meterme entre las piernas de esta mujer.
Ya.
—Condón —gime cuando rozo sus partes contra las mías.
Demonios, ¡el condón! ¿¡Cómo cojones me olvidé del maldito
condón!?
Piensa Oliver, piensa, tú no eres así de impulsivo.
—No tengo —susurro apoyando mi frente sobre la de ella, mi
respiración entrecortada y mis ojos cerrados por la frustración que
siento.
Cala abre los ojos y puedo ver sus párpados pesados por la
lujuria y yo quiero romper todo a mi alrededor por olvidarme de algo
así.
—Yo… yo tomo la pastilla —dice con vergüenza, su orgullo no la
deja sonar desesperada por mí y no voy a permitirlo, porque no es la
única persona desesperada en este establo.
—Y yo nunca estuve con nadie sin condón —respondo mirando
sus ojos, analizando esos microsegundos donde ella revela su
pensamiento verdadero.
Pero todo lo que veo es aceptación.
Cala humedece sus labios, pasando su lengua por ellos y mi
estómago se contrae por ver algo tan erótico, lo que daría por ver
esa lengua en mi polla, fantasías imposibles para alguien como yo.
Por esa razón vuelvo a besar esos labios y desplazo su tanga para
adentrarme en ella.
Siseo como un animal cuando siento su calor rodeándome, ella
entierra sus uñas en mi espalda y suelta un gemido tímido.
—¿Estás bien? —Se siente muy apretado, puede que esté
lastimándola.
Cala Saint-Clair asiente y muerde su labio, así que empujo
dentro de ella lentamente para sentir cada centímetro a mi
alrededor. No sé si es que es la primera vez que tengo relaciones
sin la barrera del condón, pero nunca experimenté una sensación
más deliciosa.
Me aturde.
Me consume completamente.
Mi boca busca la suya y entramos en sincronización perfecta
mientras yo embisto y ella recibe todo de mí, esta adrenalina, este
fuego y descontrol que tomó control sobre mí.
Me odié todo este tiempo por desearla, por imaginarla bajo mi
cuerpo en mi cama en más de una ocasión, pero ahora que la
tengo, me quiero felicitar por no perderme este éxtasis.
La presión entre los dos se incrementa.
—Cala… —gimo dentro de su cuello —, maldición, se siente tan
bien.
—Oliver… Dios, si, se siente sublime —Su voz se corta de golpe,
toma una bocanada de aire y su cuerpo se tensa.
Puedo ver la ola de placer recorriendo completamente su cuerpo
mientras la embisto con rapidez. Su boca abierta, sus ojos
apretados me hacen llegar al orgasmo más impetuoso y explosivo
que sentí jamás.
Mierda.
¡Mierda!
Olas y olas de placer me arrebatan y me desahogo dentro de ella
sin piedad.
Los dos nos mantenemos en silencio, recuperando el aliento y la
conciencia. Cuando abrimos los ojos nos encontramos otra vez y
volvemos a tierra. Ella acaricia mi rostro con delicadeza y me sonríe,
yo devuelvo una sonrisa igual de abierta y cómplice.
—Ojalá sonrieras a menudo —dice —, te queda muy bien.
Su comentario solo me recuerda a por qué no sonrío tanto y eso
hace que la borre.
—Lo siento, soné como un viejo calentón.
Salgo de ella lentamente y me subo los pantalones.
—Está bien, estoy acostumbrado a que me digan eso.
Ella se sienta y baja sus ropas, hay paja en su pelo y comienza a
sacarla una por una.
Quiero darle un poco de tiempo a solas así que camino hasta la
puerta y la destrabo, pero cuando intento empujarla, la puerta no
cede.
—¿Qué demonios? —digo empujando con todas mis fuerzas,
pero la puerta ni se entera.
—¿Qué ocurre? —pregunta detrás de mí.
—La puerta, hay algo que la obstruye del otro lado, no podemos
salir.
Su rostro cambia de calmo a nervioso y viene hacia mí, como si
no me creyera, empuja con fuerzas.
—¿Qué será?
—Probablemente algo que trajo el tornado. —suspiro irritado,
mientras rozo mis párpados con las yemas de mis dedos.
Cala comienza a golpear la puerta con sus palmas abiertas.
—¡¿Hay alguien por ahí?! —Los golpes se vuelven más rápidos
y fuertes.
—Cala… —advierto encrespado— ¡Cala!
—¡¿Qué?!
—No va a venir nadie, Eliza tiene órdenes explícitas de no abrir
el refugio hasta que la radio avise que es seguro, tenemos que
esperar.
Balbuceando palabras incoherentes, camina hasta donde
estábamos y se sienta derrotada. Puedo ver cómo su preocupación
comienza a aumentar otra vez y no quiero que pierda la cabeza, al
menos no por eso.
Así que me siento a su lado y esperamos al rescate.
12
CALA
OLIVER
CALA
T engo puerta.
Parece poco, pero es una pequeña victoria dentro de estos
meses de mierda que estoy experimentando.
“Mala racha” le diría mi abuela.
El dormitorio de huéspedes (uno de los muchos que pude
encontrar en esta mansión) es particular, sigue con el concepto de
rancho lujoso, pero tiene un toque aniñado, la cama tiene un tul que
la cubre delicadamente. El papel en la pared detrás de mí, es verde
oscuro con estampado de flores rosas muy bonitas, todo muy
femenino y formal. Se siente como que este dormitorio estaba
destinado para alguien en particular y no un invitado pasajero.
El colchón es increíblemente cómodo, tengo cuatro almohadas
solo para mí y un ventanal con vistas al campo maravilloso que tiene
Oliver. Desde aquí puedo ver el campo entero, aunque ninguno de
mis amigos animales está dando vueltas por ahí, por una simple
razón, yo soy la encargada de que estén allí y todavía sigo en esta
cama.
Cuando bajo a la cocina encuentro a Eliza haciendo el desayuno,
mi madre la ayuda y mi padre está en la mesa.
—Buenos días —digo mientras observo el nuevo dinamismo. Sé
que es temprano para todos, se siente en el ambiente y el aura
apagada.
—Buenos días hija —dice mi madre—, siéntate, ya tenemos todo
preparado.
Miro a mi padre, su mirada está perdida y me preocupa que su
salud mental se vaya definitivamente por el desagüe después de
este hecho fortuito.
—Papá —digo mientras me siento a su lado— ¿Qué tal la nueva
cama?
—Bien —responde secamente.
Genial.
Oliver entra a la cocina con su caminar recto y firme, se detiene
cuando nos ve a todos allí, probablemente se haya olvidado que
estábamos en esta casa.
Mi padre reacciona primero.
—Vamos, dejemos a Oliver desayunar en paz —gruñe rodando
su silla lejos de la mesa.
Oliver levanta una ceja y lo detiene, trabando su silla con el pie.
—¿A dónde vas, viejo?
—No quiero invadir, Oliver.
—No lo haces, nadie lo hace —dice mirándome fijamente, su
tono cambia de golpe— y necesito que la señorita Saint-Clair
desayune bien, tiene un día de mucho trabajo por delante.
Mi padre nos observa con detenimiento, yo aprovecho que mi
madre me deja un plato con tostadas y me lleno la boca para que no
se me note tanto la sonrisa.
Parece que Oliver no va a trabajar hoy, no está vestido con su
traje habitual, tiene sus vaqueros rotos y una camisa encima. Se
sienta a mi lado en la mesa, su pierna izquierda roza la mía y el
calor se disipa por todo mi cuerpo.
El día que dormimos tirados en la paja sentí lo mismo cuando se
acostó a mi lado, provocó una sensación pacífica y tierna con solo
su contacto. Había dormido con hombres durante mi vida, tengo
veintiocho años y no soy ninguna santa como podrás ver, pero en
todas esas experiencias nunca me sentí tan a gusto.
Mucho menos con Roger.
—Cala —llama Eliza—, ¿viene Roger esta noche? Tengo que
planificar la cena.
Inmediatamente Oliver quita la pierna y pretende leer noticias
desde su tablet con mucho interés.
Roger es un problema, claramente, sigue en la ciudad y yo sigo
evitándolo, le dije que hoy sí o sí nos íbamos a ver, probablemente
mi madre le dijo algo a Eliza.
—Oh no —respondo—, iremos al distrito Bishop a cenar,
escuché que hay un restaurante argentino que todo el mundo ama,
quiero probarlo.
—¿Distrito Bishop? —dice Oliver, resoplando— ¿De noche?
Suerte encontrando un lugar donde aparcar. —Sus ojos nunca se
despegan de la pantalla y el artículo que abrió sigue en el mismo
párrafo.
El tono… Madre mía, ese tono me lo conozco.
—Bueno, Oliver…
—Señor Walker —corrige mi padre con sus ojos entornados y
furiosos.
Sonrío abiertamente y prosigo, aunque Oliver tiene una media
sonrisa en su perfecta boca.
—Señor Walker, para su información, el hotel de Roger está a
solo unas calles, no es necesario buscar aparcamiento.
—¿Y cómo demonios piensas volver desde allí por la noche? —
Su mirada fija y penetrante, se intensifica a cada segundo, suena
más como un reto que una pregunta normal.
¿Por qué asume que voy a volver esta noche? Se lo diría, si no
estuviesen mis padres prestando mucha atención a esta
conversación.
—Uber.
—Uber no viene hasta aquí.
¡Ahhh!
—Bueno, ya encontraré la manera. —Doy por finalizada la
conversación, cuando me levanto con una tostada en la boca y otra
en la otra mano para la caminata hasta los establos.
—¡Cala! —escucho.
Oliver camina hacia mí, furioso.
Trago la tostada como un pingüino y me dispongo a empezar la
otra. Cuando llega a mi lado siento su energía pesada e inquietante.
—¿Qué?
Puedo ver las palabras atragantadas en su garganta, algo que
quiere decir, pero no verbaliza, hasta que dice:
—Llévate mi coche.
—Ni loca.
—Bueno, iré a buscarte.
—¡Menos! —devuelvo exasperada y sigo mi camino. Él se queda
detrás, lo sé porque sus siguientes palabras se escuchan lejanas.
—No vayas entonces.
Me detengo y giro sobre mis talones para enfrentarlo.
—¿Por qué?
Por un microsegundo puedo sentir poder, sus ojos me esquivan,
sus brazos están cruzados. Lo estoy poniendo a la defensiva.
—Porque… porque luego se hará tarde, no sabrás cómo
demonios volver y…
—Ya te he dicho que no te preocupes, que, si no puedo volver,
me quedaré con Roger. —Ahí, lo dije.
Coloca sus brazos en jarras y mira directamente a mis ojos con
furia, pero también con algo más, una promesa en una mirada
penetrante.
Estoy en aprietos.
En ese momento, una furgoneta aparece en el camino de
entrada, los dos la vemos aproximarse y nos mantenemos en
silencio hasta que aparca en la puerta de la mansión. Un hombre
bajito se presenta, me doy cuenta que es un texano nativo por su
acento. Establece una conversación con Oliver, presentándose
como la empresa que se va a hacer cargo de los escombros y Oliver
le hace preguntas que no me interesan porque estoy cabreada con
él. Así que comienzo a dar pasos hacia atrás, alejándome del
problema que se avecinaba segundos atrás.
—Cala —llama, interrumpiendo al texano—, no terminé contigo.
¿Qué quiere decir? ¿Habla de nosotros? ¿De la conversación?
¿De trabajo? Necesito un traductor.
—Yo sí —devuelvo y le doy la espalda, no voy a involucrarme en
este drama, tengo animales que atender, plantas que cuidar y un
corazón que proteger.
OLIVER
CALA
OLIVER
CALA
OLIVER
Cala Saint-Clair:
Hazlo.
Cala Saint-Clair:
Prueba o no te creo.
Maldita sea.
Cierro el chat de Cala y vuelvo al de mis hermanos.
Oliver:
Hola. Buenos días. No, demasiado formal .
Hola, ¿ya tienen planes para el Día de Acción de Gracias?
Silas:
Nada.
Luca:
No tengo ni idea, tendría que preguntarle a Emma.
Killian:
Reunión con amigos.
Silas:
¿Por qué?
Demonios ahora sí tengo que invitarlos.
Prueba o no te creo.
Prueba o no te creo.
Oliver:
Estaba pensando en los niños, ¿quizás les apetece venir a
conocer mi campo?
El mensaje tiene los dos tics celestes, todos vieron el mensaje,
pero nadie responde. Yo sabía que era mala idea, me dejé llevar por
Cala, pero ella no conoce a mis hermanos como yo, ella cree que
somos una familia unida y no hay nada más alejado de la realidad.
Me voy a hacer escuchar cuando llegue a casa y le diga que no
pienso escuchar un solo consejo más de…
Silas:
Julián está saltando por la casa de la alegría.
Luca:
Creo que es una idea excelente.
Killian:
¡No vale! Ahora voy a tener que cancelar mis planes para ir.
CALA
OLIVER
CALA
OLIVER
CALA
OLIVER
CALA
OLIVER
CALA
U n año después
OLIVER
M me miran fijamente.
Los tres están en los sillones de la sala de mi hogar, porque
ahora es un hogar, no una casa. Estamos solos mientras relato con
ira y lágrimas que no puedo detener cosas del pasado.
Siento vergüenza, por más que Cala me haya explicado una y
otra vez que no fue mi culpa, que nada de eso era merecido y que el
problema viene por otro lado.
La escuché y le di la razón, pero por dentro todavía lo siento, la
impotencia, el “qué hubiese pasado si…”
Si llamaba a mis padres.
Si le pedía ayuda a mis hermanos.
Si lo enfrentaba.
No hay respuestas, porque esa no fue mi realidad. Pero el hoy y
el ahora son míos. El universo me dio una oportunidad de reivindicar
mi nombre, de darle un fin a esto y por, sobre todo, detenerlo y
ponerlo tras las rejas.
Termino de hablar y el silencio me ahoga.
El primero en decir algo es Silas, quien se agarra la cabeza con
las dos manos, sus codos apoyados en sus rodillas.
—Dios mío, Oliver, yo… yo era el encargado de vosotros, yo era
el responsable de que…
—No. —Lo detengo levantando la mano—. Nadie es
responsable, excepto nuestros padres quienes no debían dejar a
cuatro niños solos por un mes. No te culpes, porque yo no lo hago.
Luca se levanta en completo silencio, su energía es chispeante y
camina por la habitación como un león enjaulado, hasta que toma el
móvil de su bolsillo y lo arroja contra la pared, dejando un agujero
perfecto, la representación de la furia que siente ahora.
—¡Me cago en la puta mierda! —brama, con sus dos manos tapa
su rostro— ¡Ahhh! —grita sin consuelo dentro de sus manos.
Mis ojos están clavados en mis manos, allí, el collar lapislázuli de
Cala.
Mi abuela va a darte fuerzas , dijo ayer por la noche, cuando
organizamos la reunión con mis hermanos.
No sé si me siento fuerte ahora mismo, lo que sí sé es que debo
dejar a mis hermanos procesar esto como sea que ellos necesiten
hacerlo.
Killian también mira sus manos, ahora tatuadas, su rostro está
estoico.
—Lo sabía… —murmura, los tres lo observamos— Lo
sospechaba porque ese monstruo tomó control de la casa como
nadie, tu voz…, recuerdo tu voz detrás de la puerta, estabas
angustiado y sospechaba que era la enfermedad, pero dentro mío
sabía… sabía que algo más te ocurría.
Asiento sin decir nada.
—Recuerdo cómo nos rogaste dormir afuera —dice Silas— y
que a partir de ahí cambiaste.
—Sí —responde Luca—. Ya no eras el chico alegre de siempre,
parecía que la enfermedad había apagado tu luz, cuando en
realidad…
—Era él —suelto.
—Demonios Oliver… —solloza Luca con lagrimas en sus ojos—
¿Por qué no pediste ayuda?
La pregunta que me hacía todos los días, la que me sigo
haciendo hasta hoy.
—Sentía vergüenza, la sigo sintiendo.
—No —impone Kill— ¿Vergüenza tú? No, nada de eso hermano,
eres el hombre más valiente que conozco.
—Gracias —digo mirando el collar otra vez, no puedo mirarlo a
los ojos después de esas palabras.
—¿Lo sabe Cala? —pregunta Silas.
—Sí, lo sabe desde hace mucho, es más, ella fue quien me
convenció que debía hacer esto por mi bien y por el de los otros
niños.
—Es una mujer muy sabia —afirma Silas.
—Lo sé, soy muy afortunado.
Kill se mueve por primera vez y camina hacia mí. Sin
advertencia, me abraza con fuerza y me dejo abrazar por él,
sintiéndolo sobre mi piel, no queriendo explotar por el contacto.
Mis otros hermanos lo siguen.
—Estamos aquí para ti —dice Luca cuando me suelta—. Para lo
que necesites.
—Probablemente alerte a los abogados de una posible ola de
mala publicidad… —digo.
—A la mierda la empresa, Oliver —responde Silas con ojos
enfadados—. Ni por un segundo pienses eso, a ninguno nos
interesa una mierda, excepto que tú estés bien.
Asiento.
—Gracias, de verdad.
M se fueron esta mañana.
Después de la conversación, los tres se quedaron para una
comida casera y una charla larga hasta después de las doce,
hablamos de la vida y de nuestras aspiraciones. Nunca tuvimos una
conversación tan sincera y abierta, y descubrí muchas cosas de
ellos, escuché sus miedos reales, como cuando Luca dijo que teme
por el corazón de su hija porque es el ser más sensible y amable
que conoce o cuando Silas dijo que se quiere retirar y no sabe si
Julián aceptará la empresa o querrá seguir su propio camino.
Me sentí menos solo al escuchar sus pensamientos más íntimos,
a gusto y en familia, y por, sobre todo, sentí una red de contención,
una fuerte e inquebrantable que nunca pensé que iba a tener.
—¿Listo? —pregunta Cala recogiendo sus pertenencias de la
isla de la cocina.
Estamos a punto de ir al cuartel de policía de la ciudad donde me
crié, la misma ciudad donde ese niño fue maltratado y acosado por
ese hombre.
—Sí —respondo con una sonrisa tensa—, mis padres nos
encuentran allí.
—¿Ya les adelantaste algo?
—No, quiero verles sus rostros. —Mi tono suena sombrío y creo
que inconscientemente los culpo a ellos más que a nadie.
Cala asiente, camina hacia mí y me coge de la mano.
—Vamos.
Tras un vuelo de dos horas, me encuentro cara a cara con mis
padres en la comisaría. Escuchan el caso por la boca de la Oficial
Cruz, una mujer que es demasiado amable con mis padres, más de
lo que se merecen y les explica todo con mucha calma.
Mi madre llora.
Mi padre está absolutamente callado.
Cuando es mi turno para hablar, entro con mi novia a una sala,
donde hay una cámara y un micrófono y explico sin dejarme ningún
detalle cómo ese hombre arruinó mi vida.
La oficial me escucha y hace sus propias preguntas y
conclusiones.
Cuando abro la puerta, dejo que Cala salga primero y cuando
estoy por poner un pie afuera, escucho su voz.
—No se preocupe, señor Walker, hasta que no termine
pudriéndose tras las rejas, no dormiré.
La sonrío, apenas, sin fuerzas y asiento una vez.
Cuando cierro la puerta, decido que es mi momento de hacerlo
también, de finalizar este episodio, esta mancha oscura en mi
pasado y enfocarme enteramente en mi presente.
Observo a Cala y ella me devuelve una sonrisa.
Es fácil empezar de nuevo cuando mi vida es tan perfecta, con
ella, con su compañía, sus locuras, su piel suave y sus ojos negros.
Es hasta emocionante saber que mi vida en adelante será con ella,
juntos, disfrutando de la naturaleza y de nuestros animales.
Probablemente con una gran familia, hijos y perros corriendo a
nuestro alrededor.
Sí, estoy listo para todo eso.
—¿Estás bien? —pregunta.
Yo le sonrío abiertamente y la atrapo entre mis brazos.
—Mejor que nunca.
EPÍLOGO
C ala
—¡Oli! —grito desde la ducha.
El agua caliente cae sobre mi espalda, el vapor inunda
todo el baño.
Cuando Oliver llega corriendo, sus ojos ya saben lo que ocurre,
principalmente porque mi mano está en mi estómago y mi
respiración está descontrolada.
Oliver envuelve mi cuerpo en una gran toalla y me seca con
movimientos rápidos.
—El bolso está en el Land Rover, solo necesitamos vestirte y
partimos al hospital. —Su voz serena y pausada.
Mi cabeza corre a mil kilómetros por hora, sentimientos opuestos
danzan en mi estómago, ansiedad, miedo, alegría.
Agacharse es imposible, así que Oliver me coloca unas
zapatillas sin calcetines y me levanta de la cama.
Eliza está abajo y acata órdenes que Oliver le grita mientras me
lleva al todoterreno, yo no los escucho, simplemente lo sigo, bueno,
en realidad mis pies lo siguen, él sabe lo que hay que hacer.
Cuando logra sentarme y abrocharme el cinturón, sale arando
del garaje.
Cuando estamos saliendo de la propiedad cambia la música y
pone mi preferida, “The River” de AURORA suena bajito.
Oliver deja una mano sobre mi muslo izquierdo y me sonríe.
—Todo va a estar bien, mi amor —dice.
—Lo sé… —respondo con un tono tenso, pero mi sonrisa está
allí.
Una contracción comienza a dispararse por mi estómago y me
sostengo de la puerta.
—¡Ahh! —grito.
—Respira conmigo, Cala, inhala en cuatro, exhala en seis,
vamos —dice dividiendo su atención entre la carretera y mi persona.
Yo lo imito y el dolor se apacigua un poco, pero sigue allí, altente
y listo para partirme al medio.
Cuando llegamos al hospital, una camilla me espera y me
acuestan allí, la mano de Oli nunca me deja.
—Bueno Cala, llegó el momento de conocer a Astor —dice mi
médico dentro del quirófano.
Miro hacia arriba, Oliver me sonríe y me da aliento con caricias y
sé, en ese momento que todo va a estar bien, él está aquí, él va a
cuidar de nosotros.
—Puja, Cala, vamos —ordena el médico.
Y todo comienza.
Lo más doloroso, realizador y difícil que hice en mi vida.
Astor llega al mundo gritando con pulmones muy fuertes. Lo
envuelven en mantitas y me lo entregan. Apenas tengo fuerzas para
sostenerlo, pero parece que por él la energía sale de los lugares
más recónditos de mi ser y lo sostengo contra mi pecho.
—Hola Astor —susurro sosteniendo su pequeñísima mano, mi
dedo índice se ve gigante a su lado.
Oliver está a nuestro lado, cuando lo miro, puedo ver lágrimas en
sus ojos.
Acaricio su rostro con cuidado y él deposita un beso en mis
labios.
—Es tan pequeño —dice con una sonrisa—, tan hermoso,
gracias. —Su mano acaricia mi cabello empapado y yo me dejo
llevar por sus caricias.
—¡Felicidades mamá y papá!, ahora si me lo prestan un ratito,
tenemos que pesarlo. —La enfermera lo quita de nuestro pequeño
caparazón y los dos la seguimos con la mirada, atentos a todo lo
que le ocurre a nuestro hijo.
—Lo hiciste —susurra Oliver.
—Lo hicimos, Oli, juntos siempre, ¿recuerdas?
Oliver
A en su cuna.
Lo observo dormir con una sonrisa sentado en un sillón a su
lado.
Cala duerme en la cama, a estas alturas ya aprendimos que era
mejor que duerma cuando el bebe también lo hace.
El móvil explota a mensajes de mis hermanos.
F .
ADELANTO SAN FRANCISCO
INESPERADO
A mi familia que este año viajé a pasar las fiestas con ellos y los
obligué a mantener silencio así podía terminar este libro a tiempo y
a mi hermana por ayudarme con todo lo que yo no llegaba a hacer.
. .
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