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Sobre este recurso

Lo hemos pensado como un instrumento de búsqueda para el


reconocimiento de las heridas que todos, como seres humanos e
imperfectos, tenemos de manera consciente e inconsciente. el objetivo
final es que pueda servirte como un identificador de aquello que
necesitas sanar.
Este recurso estará siempre disponible para ti, de manera que a
solas en tu habitación lo puedas consultar cuantas veces quieras y
compartirlo como un regalo precioso con quien desees.

Contenido
Sobre los creadores 1. La herida: qué es

2. La herida viene desde


Somos un matrimonio que el nacimiento
lleva adelante el Apostolado
Digital «Encaminados», dedicado 3. El pecado de Adán y las
al redescubrimiento de la fe a generaciones siguientes
través de preguntas complejas con
respuestas concretas. 4. Eliminar la herida del
En varias ocasiones nos hemos pecado original
preguntado, como seguramente
5. El pecado de la
tú también: ¿Cómo está nuestra humanidad hoy en día
fe? Partiendo de ello decidimos
crear recursos gratuitos digitales, 6. Tipos de herida de
comunidades en línea y videos en acuerdo a las etapas de la
YouTube. vida

7. La distorsión de la
imagen de Dios

8. El mal de mundo y las


heridas internas

9. El rol que juega el


perdón

10. La Misericordia de
Dios: el “arma secreta”

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1. La herida: qué es
Las heridas son el resultado de un impacto del que
no nos hemos podido proteger, bien sea heridas físicas
o internas. La diferencia es que las heridas internas no
las vemos, están en nuestro corazón debido a un evento
desafortunado que trae consecuencias conscientes o
inconscientes en nosotros, que de alguna forma nos
pueden impedir avanzar en nuestro diario vivir.
Sea cual sea el tipo de herida siempre provocará
sufrimiento en la vida de una persona, según Marian
Rojas Estapé, este puede ser realmente doloroso y
"Velad y orad para no caer en la tentación, pues el espíritu

tormentoso, razón por la cual hay que luchar para


está pronto, pero la carne es débil" (Mateo 26, 41)

superar ese daño. Cuando uno se queda anclado en


un odio, cuando uno no es capaz de sanar las ofensas
o humillaciones recibidas, puede convertirse en
alguien resentido, agrio y neurótico. Para evitar esas
consecuencias negativas, incluso en los casos en los que
quien provocó el trauma no tiene justificación posible, a
la víctima le conviene, egoístamente, perdonar.

2. La herida viene desde el nacimiento


Sabemos que, la inmensa miseria que oprime a los
hombres y su inclinación al mal y a la muerte no son
comprensibles sin su conexión con el pecado de Adán y
con el hecho de que nos ha transmitido un pecado con
que todos nacemos afectados y que es "muerte del alma".
Por esta certeza de fe, la Iglesia concede el Bautismo
para la remisión de los pecados incluso a los niños que
no han cometido pecado de manera consciente.
Santo Tomás de Aquino cuando dice: “Por la justicia
original, la razón controlaba perfectamente las fuerzas
inferiores del alma; y la razón misma, sujeta a Dios,
se perfeccionaba. Pero esta justicia original nos fue
arrebatada por el pecado del primer padre... Y por ello
todas las fuerzas del alma quedan como destituidas de
su propio orden, por el que se ordenan naturalmente a la
virtud. Esa destitución se llama herida de la naturaleza”.

3. El pecado de Adán y las generaciones siguientes


Todo el género humano se representa en Adán. Por
esta "unidad del género humano", todos los hombres
están implicados en el pecado de Adán, como todos están
implicados en la justicia de Cristo.
Sin embargo, la transmisión del pecado original es un
misterio que no podemos comprender plenamente. Pero
sabemos por la Revelación que Adán había recibido la
santidad y la justicia originales no para él solo sino para
toda la naturaleza humana: cediendo al tentador, Adán y
Eva cometen un pecado personal, pero este pecado afecta
a la naturaleza humana, que transmitirán en un estado
caído.
Es un pecado que será transmitido por propagación a
toda la humanidad, es decir, por la transmisión de una
naturaleza humana privada de la santidad y de la justicia
originales. Por eso, el pecado original es llamado "pecado"
heridas; fortaleceré a la enferma; pero a la que está fuerte y robusta la
"Buscaré la oveja perdida, recogeré a la descarriada; vendaré a las

de manera análoga: es un pecado "contraído", "no


guardaré: la apacentaré con justicia" (Ezequiel 34, 16)

cometido", un estado y no un acto.


Así, pues, éstas son las cuatro heridas infligidas a toda
la naturaleza humana por el pecado del primer padre:

a. En cuanto a “la razón” ha sido despojada de su orden a


lo verdadero, y se presenta la herida de la ignorancia.
b. En cuanto a “la voluntad” ha sido destituida de su orden
al bien, y se presenta la herida de la malicia.

c. En cuanto a “la pasión irascible” ha sido despojada de


su orden a lo arduo, y se presenta la herida de la debilidad.

d. En cuanto a “la pasión concupiscible” está destituida


de su orden a lo deleitable, moderado por la razón, y se
presenta la herida de la concupiscencia.

4. Eliminar la herida del pecado original


Aunque propio de cada uno, el pecado original no
tiene, en ningún descendiente de Adán, un carácter
de falta personal. Es la privación de la santidad y
de la justicia originales, pero la naturaleza humana
no está totalmente corrompida: está herida en sus
propias fuerzas naturales, sometida a la ignorancia,
al sufrimiento y al imperio de la muerte e inclinada al
pecado.
El Bautismo, dando la vida de la gracia de Cristo, borra
el pecado original y devuelve el hombre a Dios, pero las
consecuencias para la naturaleza, debilitada e inclinada
al mal, persisten en el hombre y lo llaman al combate
espiritual.
Por su parte, estos desórdenes tienen que ser sanados
por las cuatro virtudes cardinales animadas por las tres
virtudes teologales:

a) A la sanación de la razón acude la virtud de la


prudencia, que es la que adapta los medios buenos para
alcanzar el fin. Ella evita que nos equivoquemos en la
elección del fin, y en la elección de los medios aptos para
alcanzarlo.

b) A la sanación de la voluntad acude la virtud de la


justicia, que se mueve a darle a cada uno lo que le
corresponde, cosa que a veces es costosa porque implica
sacrificios.
Por eso, para hacer posible la prudencia y la justicia,
deben ser gobernados los apetitos sensitivos por las
potencias espirituales: inteligencia y voluntad. Y este
gobierno se realiza por la templanza y la fortaleza.
A la sanación del apetito concupiscible acude la virtud
de la templanza, que modera el uso de los bienes e
impide las adicciones.
A la sanación de la impaciencia, la cobardía y la
pereza, acude la virtud de la fortaleza. Esta virtud tiene
dos modos de resistir el mal: ante el mal invencible es
virtud de paciencia y ante el mal vencible es virtud de
coraje o valentía.

5. El pecado de la humanidad hoy en día


Santo Tomás de Aquino nos ilumina aún más en este
"Él (Señor) sana los corazones destrozados, venda sus heridas"

sentido, porque nos enseña que además de esta herida


inicial, el varón y la mujer sufren las penas que derivan
de sus pecados personales y de sus culpas propias. La
inclinación al bien de la virtud disminuye en cada uno,
aún más por el pecado actual.
(Salmo 147, 3).

No se trata ya sólo de la carga del pecado original.


Ella es motivo de pecados personales míos que
aumentan y agravan las consecuencias del pecado
original. Aumentan mi ignorancia. Aumentan mi
imprudencia. Soy capaz de mayor injusticia. Tengo
menos continencia frente a los bienes que se me
ofrecen y me adiciono inmoderadamente y hasta con
daño propio. Soy más cobarde y más impaciente. Mi
razón se embota, especialmente en saber qué es lo que
debo hacer.
Mi voluntad se endurece respecto del bien y de darle
a cada uno lo que le corresponde. Empiezo a hacer
discreción de personas y a ser injusto con unos para
ganarme a otros. Todas esas son consecuencias del
pecado original, agravadas por las penas de los pecados
personales.

6. Tipos de herida de acuerdo a las etapas de la vida


De acuerdo a los autores Matthew Linn, Sheila
Fabricant Linn y Dennis Linn, durante toda nuestra
vida vamos sufriendo heridas internas que van
marcando cada etapa. Es interesante conocerlas, como
una referencia para buscar qué eventos en nuestra
existencia tenemos que buscar sanar:

a) En la infancia: en esta etapa se genera la


desconfianza o la confianza. Nosotros creemos que la
criatura siente el amor de ambos padres mucho antes
del nacimiento y que la primera etapa de confianza
vs. desconfianza comienza en la concepción. El
amor de los padres es lo más importante que el niño
experimenta dentro del seno materno, y este puede
superar los efectos negativos de muchos traumas y
tipos de estrés.
La confianza básica no se establece tanto por la
cantidad de amor y atenciones que se le den al niño,
costo, a luchar sin contar las heridas, a trabajar y a no buscar descanso,
a laborar sin pedir recompensa excepto saber que hacemos tu voluntad".
"Enséñanos, buen Señor, a servirte como mereces: a dar sin contar el

sino por la calidad del amor que recibe. El contacto


físico es la base de la confianza, los bebés entienden
el contacto físico porque la piel es nuestro órgano
más grande y con más necesidades, y es también el
primero en desarrollarse. Sin el contacto físico, ni
San Ignacio de Loyola

siquiera los sistemas fisiológicos pueden funcionar


adecuadamente.
Por ejemplo, el contacto corporal en las primeras
etapas de la vida de los bebés afecta y estimula
directamente el desarrollo del cerebro. De esta manera,
entre más contacto físico tenga un niño, más lento
será el cerebro. Por el contrario, si la criatura no ha
tenido el contacto físico ni la crianza suficientes en
las primeras etapas de la vida, esto puede afectar más
tarde su inteligencia de manera más profunda que
la educación formal. Además de las repercusiones
físicas, la carencia de contacto físico también tiene
consecuencias emocionales y sociales, muchas veces
irreversibles en los bebés.
Estudios realizados con adolescentes arrojaron una
correlación positiva entre el consumo de las drogas y el
medio hogareño donde existe muy poco o nulo contacto
físico. Si la criatura recibe el amor y los cuidados que
necesita durante la infancia, entonces decidirá que el
mundo es bueno y se puede confiar en él.
Quizá a esto se deba que la imagen universal de la
confianza en la pintura y la escultura sea una criatura
alimentándose del pecho de su madre. La criatura
no solo decidirá que puede confiar en el mundo, sino
que puede confiar en sí misma, porque ve que sus
necesidades, y por tanto, su ser tienen buena respuesta.
Es como si el niño dijera: "Algo bueno sucede cuando
expreso mis necesidades. Mis necesidades han de ser
buenas. Yo he de ser bueno".
Si no se satisfacen las necesidades de amor y
cuidados del niño, este desconfiará y probablemente
no sólo se aislará en sí mismo, sino en todo tipo de
relación. Desconfiará del mundo y también de sí mismo,
sintiendo que está vacío y que no es bueno. Si hay una
carencia extrema de amor o un abandono súbito, la
divina aparte de su humanidad doliente, pues después de todo esto Cristo
"Bebe la preciosa sangre y agua que brotan del costado del Señor y sana
tu alma con Longinos. Pero no esperes mayores signos de su bondad

resucitó de entre los muertos y ya no sufrirá más." San Pedro Fabro

criatura puede entrar en un estado crónico de duelo


y quizá permanezca deprimido el resto de su vida a
menos que ocurra la curación después.
La forma como percibimos a Dios está moldeada
por la manera como nuestros padres nos trataron, y
determina lo que vamos a permitir que Dios sea para
nosotros y que tanto vamos a permitirle que nos de.

b) Niñez: en esta etapa se desarrolla la autonomía,


vergüenza y duda. La autonomía se desarrolla a medida
que el niño trata de hacer su propia voluntad y obtener
a toda costa lo que quiere, y la vergüenza, a medida
que el niño elige su propia voluntad y experimenta la
decepción de su madre y de otras personas por no vivir
de acuerdo con las expectativas de estas.
El error más común es que la voluntad del niño
se estrelle contra la de un padre demasiado firme,
que constantemente diga no, de modo que el niño
nunca tome sus propias alternativas, esto expone al
niño a muchas heridas. Por ejemplo en una familia
disfuncional, tal como es un hogar alcohólico, el niño
no experimenta autonomía sino confusión y vergüenza
en el caos. En muchos casos, las heridas de la niñez se
pueden curar tan pronto como ocurren. Podemos orar
por un niño sin la participación de la criatura.

c) Edad del juego: en esta etapa se desarrolla la culpa e


iniciativa que va de los 3 a los 5 años. Los niños poseen
un "exceso de energía" que les permite convertirse
en "auto activadores" o "iniciadores", especialmente
mientras dominan tres habilidades: lenguaje,
movimiento e imaginación. En esta etapa, los niños
son tan sensibles a la culpa que no solo es probable
que se sientan culpables por haber roto la taza, por
ejemplo, sino que se sientan totalmente responsables y
culpables de cosas que poco o nada tienen que ver con
ello, tales como el divorcio de los padres o incluso la
muerte de un amigo.
A causa de esta extrema sensibilidad, los niños a
quienes se les regaña continuamente con palabras
tales como "niña mala" o "niño malo" pueden acabar
sintiendo un profundo odio hacia sí mismos. Esto
ocurre porque los niños con frecuencia son incapaces
de distinguir entre el hecho de que su persona sea
"mala" y lo opuesto, que solo su acción es la "mala".
De este modo puede darse un sentimiento de
culpa enfermizo o paralizante cada vez que los niños
perciban que la crítica o el castigo signifique que ellos
mismos son malos. Un sentimiento de culpa enfermizo
o paralizante se da no nada más cuando el niño odia el
pecado esto es, hacer que se rompa la confianza de su
madre por no haberle dicho honestamente que había
roto una taza, sino también al pecador esto es, que el
niño se odia a sí mismo; mientras que un sentimiento
de “culpa sana” se da cuando el niño detesta el pecado
pero ama al pecador.
Cuando el sentimiento de culpa enfermizo y el
odio a sí mismo de los niños se proyectan hacia los
demás, el blanco de ellos por lo general será el padre o
cualquier persona que los haya castigado. Así, cuando
los niños crecen y son más capaces, frecuentemente
castigarán a sus padres comportándose en formas
que les desagradan a ellos y a menudo acaban incluso
castigando a otros, especialmente a sus propios hijos.
Únicamente el amor puede hacer amoroso a
un niño. Si a través del castigo me percibo a mi
mismo como una persona mala o desagradable
"esto es, me siento enfermizamente culpable de
ser quien soy", el uso continuado de un castigo de
"Una sonrisa en los labios alegra nuestro corazón, conserva nuestro buen
humor,guarda nuestra alma en paz, vigoriza la salud, embellece nuestro

este tipo probablemente provocará que me odie a


mi mismo y hará de mí una persona desagradable.
rostro e inspira buenas obras". Madre Teresa de Calcuta

Desgraciadamente, el castigo afecta no nada más la


forma como se va a seguir relacionando el niño con sus
padres, sino también con Dios. En esta etapa, a causa
de su mero tamaño y poder, los padres son como Dios.

d) Edad escolar: en esta etapa se genera el sentimiento


de inferioridad e industria, que va de los 6 a los 12
años. Los niños se enfocan principalmente a sentirse
competentes al aprender y hacer bien las cosas, o a
sentirse inferiores si fracasan. En esta, como en todas
las etapas, nosotros creemos que la verdadera tarea
es descubrir una nueva manera de dar y recibir amor
de los demás. Así, la escuela no es sólo un lugar para
adquirir competencia a través de los conocimientos
y destrezas, sino más bien la oportunidad de
experimentar la intimidad del aprendizaje
compartido con los compañeros y los maestros.
En esta etapa, los maestros tienen un gran poder
para hacernos sentir competentes o inferiores.
Desafortunadamente, nuestras escuelas facilitan
más que el alumno se sienta inferior a que se sienta
competente.
Equivocadamente podemos creer que Dios
está reaccionando como un maestro o un padre,
amandonos mas si hacemos bien las cosas y menos
si fracasamos. Vamos a misa o hacemos buenas
obras para ganarnos el amor de Dios en vez de
hacerlo en respuesta agradecida a lo mucho que
Dios nos ama. Pero el amor de Dios no se abre y se
cierra como el grifo del agua, y una Madre que nos
ama aunque seamos competentes o incompetentes,
aunque hayamos trabajado un día entero o tan solo
una hora.
El amor de Dios no fluctúa, sino más bien
fluctuamos nosotros en nuestra capacidad para
recibir el amor de Dios. La Misa del domingo y las
buenas obras no son para convencer a Dios de que
nos ame. Más bien, ella nos abre para recibir el amor
siempre presente, infinito de Dios y nos capacita
para compartirlo.

e) Adolescencia: en esta etapa se desarrolla la


identidad y confusión de conducta, que va de los 12
a los 18 años. Se dispone a emprender la transición
de la infancia a la edad adulta.
Ya sea frente al espejo o en cualquier otra parte, el
adolescente hace el escrutinio de cada nuevo brote
de acné y se hace las preguntas de identidad: ¿Quién
soy? ¿Qué estoy haciendo aquí? ¿Qué voy a ser?
Frecuentemente, al “rebelarse” contra sus padres,
los adolescentes también se rebelan contra el Dios
de sus padres. Esto puede crear una crisis de fe.
Aunque otras circunstancias, tales como una tragedia
súbita, pueden disparar una crisis de fe incluso en
una familia sana, estas crisis ocurren con menos
frecuencia si los padres tienen tanto una imagen sana
de Dios como una relación sana con el adolescente.
Cuando falta alguna de estas dos cosas, el
adolescente a menudo se siente alejado de Dios del
mismo modo que de sus padres. Así, un adolescente
puede rebelarse contra un Dios que, como sus
padres, siempre lo critica y nunca lo abraza, lo ama
más cuando tiene éxito o, como ocurre con su padre
ausente, nunca se puede contar con él.
Con frecuencia es necesaria una crisis de fe
para poder descartar la imagen de Dios que tienen
los padres y encontrar la propia. Asimismo, entre
las áreas especialmente importantes durante la
adolescencia están el desarrollo sexual, el pertenecer
a un grupo de amigos y formar uno sus propios
valores morales. En cualquier etapa del desarrollo,
una herida no curada no solo nos afecta en esa etapa,
"Dios siempre enriquece el alma adonde llega".

sino que también nos debilita en todas las etapas


futuras.
Santa Teresa de Jesús.

Durante la adolescencia los hombres y las


mujeres frecuentemente atraviesan la formación
de identidad de manera diferente. Estas diferencias
en la formación de la identidad se pueden originar
en la infancia cuando la principal dispensadora de
cuidados por lo general es la madre.
De pequeñas, las niñas experimentan una
identidad de género continua 0 relacionada con la
de sus madres. Pero los niños, para poder definir
su identidad de género como masculino, deben
empezar a verse a sí mismos como diferentes o
separados de sus madres. Así, la identidad masculina
tiende a definirse a través de la separación, mientras
que la femenina lo hace a través de la conectividad.

f) Principio de la edad adulta: en esta etapa se


desarrolla el aislamiento y va desde los 18 a los
35 años. En esta etapa, la elección crítica es entre
la intimidad (con su virtud de amor expresada
en abrazos, en lunas de miel y en un compartir
profundamente personal) y su opuesto, el
aislamiento.
Desde nuestro primer aliento hasta el último, la
intimidad nos cura. Aquellas personas que tienen
un vínculo íntimo y firme, no solo con su pareja,
sino también con su familia, con sus amigos y
con la comunidad de la Iglesia tienen una tasa de
mortalidad de menos de la mitad que aquellos que
no tienen dichos vínculos.
La verdadera intimidad significa que nos demos
nosotros mismos antes que nuestras realizaciones.
Esto ocurre solo cuando ambas personas tienen un
"yo" que pueda sonar y una disposición a dejar que
ese "yo" se convierta en un "nosotros" de sueños
compartidos a medida que sacan a la luz los dones
uno del otro.
A veces el Señor cura en forma instantánea y otras
la curación se da gradualmente. Nuestra cultura
hace un mal uso de las palabras "intimidad" y
"afirmación". Con frecuencia, "intimidad" tiene solo
una connotación de sexualidad física. Y sin embargo,
el verdadero significado de esta palabra es compartir
el corazón y el espíritu.
De manera similar, usamos erróneamente
la palabra "afirmación" como si fuera algo que
nosotros hacemos, idea que ha sido promovida
por muchos libros de "psicología popular" llenos
de ideas acerca de cómo afirmarnos a nosotros
mismos y a los demás. Pero la afirmación no es algo
que nosotros hacemos.
La afirmación es la manera como somos. La
diferencia entre hacer y ser es la diferencia entre
efectividad y afectividad. En la efectividad, nos
ponemos en movimiento activamente para usar una
cosa o una persona para que gratifique nuestras
propias necesidades.
La afectividad, sin embargo, es una capacidad
receptiva para ser movidos interiormente por una
cosa o persona, y dejar que eso que nos ha movido
reverbere a través de nuestra vida emocional. Solo
la persona a la que nuestra bondad puede mover
interiormente puede afirmarnos. Nosotros no
bien el sentirse no querido, no cuidado y abandonado por todos. El mayor

vecino que vive al lado de la calle, asaltado por la explotación, corrupción,


"La mayor enfermedad hoy día no es la lepra ni la tuberculosis sino mas

mal es la falta de amor y caridad, la terrible indiferencia hacia nuestro

podemos afirmarnos solos; nada más podemos


recibir esta afirmación como un regalo de otra
pobreza y enfermedad." Madre Teresa de Calcuta

persona. La afirmación como una forma de ser y


como un regalo de otro es la base de la intimidad.

Cómo afirmar a una persona


Hay personas que por muchas situaciones
más jóvenes no fueron afirmadas, y hoy buscan
desesperadamente esa afirmación. En el proceso
de afirmación hay cuatro momentos; el primero de
ellos es ver nuestras virtudes; si no podemos ver
virtudes en nosotros mismos, no las veremos en los
demás.
El segundo momento al afirmar a otra persona
es que nosotros nos percatamos de las bondades
únicas y de lo adorable que es esa persona, y con
discreción estamos presentes ante ello.
Esta capacidad para percibir las bondades
y para estar calladamente presente ante ellas
requiere de una quietud y un reposo internos,
de una receptividad a las bondades de toda la
creación. Si podemos percatarnos de las bondades
únicas de una piedra, de una rosa, o de una gota
de agua y de lo adorables que son, seremos más
capaces de percatarnos de las virtudes de una
persona.
El tercer momento de afirmación es ser movido
interiormente por las virtudes de otra persona y
regocijarse en ello, sin agarrar, poseer o cambiar
al otro para que gratifique nuestras propias
necesidades.
En el cuarto y último momento de la afirmación
demostramos nuestro regocijo en las virtudes
cumplida; si va algo torcida la petición, él la endereza para más bien mío."

del otro, especialmente en forma no verbal. El


"Cada año en su día le pido una cosa (a San José), y siempre la veo

contenido real de las palabras logra solo 7% del


impacto de nuestra comunicación; el otro 93%
proviene de nuestro tono de voz, expresión facial y
otras conductas no verbales.
Santa Teresa de Jesús.

Como el proceso de afirmación comienza


cuando descubrimos las virtudes en nosotros
mismos, la intimidad con nosotros mismos es
esencial para tener intimidad con los demás. Esta
intimidad con nosotros mismos crece a medida
que nos hacemos conscientes de nuestros más
profundos sentimientos, necesidades, miedos,
decepciones y sueños.

Cuando la intimidad está herida


A medida que empecemos a construir una
base de amor íntimo, podemos negar ese amor
a nuestros recuerdos negativos, tal y como Jesús
llevó el amor íntimo a los recuerdos negativos de
los discípulos en Emaús (Lucas 24:13-35).
Pero, ¿Cómo encontrar los recuerdos negativos
que impiden la intimidad? Cuando está herida
la intimidad, sentimos lo opuesto: aislamiento.
La muerte, el divorcio, el irse a vivir lejos de
los amigos, las heridas sexuales, la traición o
cualquier herida profunda que provenga de
un amigo puede hacer que nos apartemos de
amistades íntimas en el futuro.
Para descubrir cuál es el patrón negativo que
obstaculiza la intimidad, simplemente hay que
preguntarse: ¿Con qué persona de mi familia he
tenido más dificultades para relacionarme?"

g) Estancamiento (Edad adulta): El


estancamiento es el sentimiento de no haber
hecho mi contribución a la vida a mi edad, una
contribución que pudiera haber sido transmitida a
las generaciones futuras.
Los adultos encaran la pérdida de sus padres
ancianos, un cambio de trabajo o el retiro, hijos
con problemas o que dejan la casa, dificultades
conyugales e incluso el divorcio, un cuerpo que
está envejeciendo o que está enfermo, problemas
económicos y, especialmente, la pregunta de
la edad madura: "¿Qué tengo realmente para
transmitir?
La "crisis de la edad mediana" tiene el nombre
mal puesto porque puede ocurrir en cualquier
momento y muchas veces, cada vez que nos
cuestionemos el significado de nuestras vidas.
Todas estas “crisis" son "normales", y se pueden
tener muchas épocas "normales".
Tanto hombres como mujeres resuelven
sus crisis de la edad mediana encontrando
nuevas formas para cuidar de sí mismos y
de los demás. La virtud o la tarea del cuidado
solícito como el hecho de encontrar el equilibrio
entre la generatividad que da a los demás y
el ensimismamiento en el cual uno nada más
recibe. La persona que nada mas da a los demás
se arriesga a desgastarse, a asfixiar a los demás
y a tener una vida interior vacía. Mientras que
la persona que nada más recibe se arriesga al
egoísmo, a la indiferencia de los demás y a nunca
convertirse en un adulto que genere vida.
Como dijo Jesus, lo ideal es amar a tu “prójimo
como a ti mismo” (Mateo 22, 39). Amarse a uno
mismo significa darse tiempo para emprender
el viaje interior a través de la reclusión, de las
relaciones de intimidad, de la recreación, de los
pasatiempos, de los retiros, de la oración, de los
viajes, del explorar áreas nuevas de aprendizaje,
entre otros.
De esta manera se desarrollan las partes de
la personalidad que estaban desatendidas: el
pensador se vuelve más sensible, el introvertido
más extrovertido, y el juez crítico percibe las
cosas de una manera más abierta. Los hombres
desarrollan su parte femenina (anima) y se
convierten en cocineros consentidores, se
vuelven receptivos a la música y cariñosos con
los hijos y los nietos. Las mujeres desarrollan su
parte masculina (animus) y se educan, toman la
iniciativa, se vuelven más asertivas y seguras de sí
mismas.
h) Desesperación (Vejez): la integridad y la
sabiduría también significan la aceptación
de la propia vida. Mientras más pronto nos
preguntemos: “¿Qué necesito hacer antes de
morir?", más significado tendrá la vida que nos
resta. Nunca es demasiado tarde para cambiar la
dirección de la vida.

Como la sabiduría proviene de dar gracias,


podemos disfrutar de la sabiduría mucho antes
de la vejez, si todos los días nos vamos a la cama
siendo agradecidos por el día que hemos vivido
entonces recordaremos: "Estad siempre alegres.
Orad constantemente. En todo dad gracias, pues
esto es 10 que Dios, en Cristo Jesús, quiere de
vosotros" (1 Tesalonicenses 5, 16-18)

7. La distorsión de la imagen de Dios


Según los autores Matthew Linn, Sheila
"Pues (el Señor) todo lo sufre y sufrirá por hallar sola un alma que le reciba
y tenga en sí con amor, sea ésta la vuestra." Santa Teresa de Jesús.

Fabricant Linn y Dennis Linn, en cada una de


las etapas de desarrollo se puede distorsionar
nuestra imagen de Dios de acuerdo con la
forma como no hayamos sido amados, y estas
distorsiones serán las raíces de esos patrones de
pecado a los que nos volvemos tan vulnerables.
En la etapa de la infancia, la desconfianza y
la desesperanza pueden afectar nuestra imagen
de Dios de muchas maneras. Por ejemplo, si
tenemos tan poca confianza y esperanza que nos
vemos tanto a nosotros mismos como a Dios con
desconfianza y desesperanza, nuestra imagen
de Dios puede ser la de un padre irritable, un
Dios que nos castiga a nosotros, miserables
criaturas, porque lo merecemos. Veremos que el
sufrimiento nos ha sido deliberadamente enviado
por Dios, y no haremos nada por evitarlo porque
es nuestro castigo.
No solo nuestros padres moldean la forma como
confiamos en Dios, sino que también la forma
como confiamos en Dios modela el estilo de los
padres. Los padres que se saben en brazos de
un Dios amoroso pueden abrazar a sus propios
hijos con una seguridad que va más allá de ellos
mismos. Por el contrario, los padres que deben
sobrevivir frente a una realidad impersonal o
incluso hostil, sólo serán capaces de brindarles a
sus hijos un sentido limitado de confianza.

8. El mal de mundo y las heridas internas


Según el Catecismo de la Iglesia Católica, Dios
ha creado al hombre confiriéndole la dignidad de
una persona dotada de la iniciativa y del dominio
de sus actos. La libertad implica la posibilidad de
elegir entre el bien y el mal, y por tanto, de crecer
en perfección o de flaquear y pecar.
Además del libre albedrío que se nos ha
conferido por Dios, son muchos los factores que
intervienen para que una persona haga el mal. En
ocasiones, todo inicia desde la infancia pues es
una etapa especialmente vulnerable a situaciones
estresantes, tales como el maltrato o falta de amor,
sin saberlo, el pequeño creerá que es normal y, por
lo tanto, lo reproducirá en el futuro. Una persona
que crece sin amor o con carencias posibilita la
idea de que en un futuro actúe de mala manera.
En este sentido, según el Catecismo «si
queremos seguir el camino de Jesús, más que
acusadores debemos ser defensores de los demás
ante el Padre». De aquí la invitación a defender a
quien sufre «algo malo»: sin pensarlo demasiado,
aconsejó, «ve a rezar y defiéndelo delante del
Padre, como hace Jesús. Reza por él».

9. El rol que juega el perdón


La psiquiatra Marian Rojas Estapé, lo define
como un acto de amor. También como dar un bien
tras recibir un daño. La especialista reconoce que
existe “gente mala”, sin embargo también asegura
que la mayor parte de la gente que hiere tiene sus
razones; y muchos de ellos ni las conocen, pero
al indagar en este tema se puede recibir mucho
consuelo.
El sufrimiento en la vida puede ser realmente
doloroso y tormentoso, razón por la cual hay
que luchar para superarlo. Cuando uno se queda
anclado en el odio, sin ser capaz de sanar las
ofensas o humillaciones, puede convertirse en
alguien resentido, agrio y neurótico.
"Yo soy un pobre malherido; Dios mío, tu salvación me levante.

Increíblemente el drama y el trauma que a unos


Alabaré el nombre de Dios con cantos" (Salmo 69,30-31)

aplasta y destruye, a otros los fortifica y regenera,


dotándolos de mayor capacidad de amor.Y en
ello tiene un papel importante el resentimiento,
el re-sentimiento, es decir la repetición de un
sentimiento -y de un pensamiento- de forma
recurrente y perjudicial.
Nuestro buen amigo, el Padre Rafael Villalobos
ya nos comentaba lo arraigado que está el perdón
con el amor; y es que Dios nos llama a amar a
nuestros prójimos como a nosotros mismos, ¿Pero
y si el prójimo me ha hecho daño, no solo tengo
que perdonarlo sino amarlo? Pues sí, hay que
amarlo.
Pero este amor, no significa quererle y que
todo seguirá igual que antes -dependiendo del
daño que haya hecho aquella persona, claro- sino
amarlo en una dimensión a la que Dios Padre nos
invita: hacerle el bien a esta persona, rezar por
ella, ayudarla incluso si lo necesita.
Por su parte, de acuerdo a Rojas Estapé, el
perdón reside exclusivamente en la víctima, no
depende del arrepentimiento de quien cometió la
ofensa. El perdón libera cargas y ayuda a seguir
adelante aunque la causa sea terrible, aunque el
que la provocó no se arrepienta. Viene a ser un
trampolín, un puente seguro para la liberación del
dolor. En pocas palabras, perdonar es ir al pasado
y volver sano y salvo.
Para poder perdonar debemos ser valientes
para mirar de frente al horror, a la injusticia, a
la maldad de la que fuimos objeto. No debemos
distorsionar, ni sólo disculpar, ni mucho menos
ignorar. Hay que ver la ofensa frente a frente y
llamarla por su nombre. Reconocer nuestras
ofensas no es otra cosa que ser humildes, y la
humildad es la base para cualquier acción buena,
especialmente cuando la acción ha de estar
"Una buena forma de ejercitarnos en el amor a Cristo es manteniéndolo

movida por el amor, como ocurre con el perdón. El


presente en nuestras mentes siempre que sea posible".

soberbio sólo se ama a sí mismo, no se considera


necesitado del perdón y, en consecuencia, no
puede perdonar. En ocasiones perdonar supera
San Vicente de Paul

la capacidad personal. Es entonces el momento


de recordar que el perdón, en su esencia más
profunda, es divino, por lo que se hace necesario
acudir a Dios para poderlo otorgar.
Dice el Papa Francisco: ‘‘¡Piensa en el final!
Piensa que estarás en un ataúd y llevarás el
odio allí. Piensa en el final, ¡deja de odiar! Deja
el rencor. Piensa en esta conmovedora frase:
"Acuérdate de tu fin y déjate de odiar". No es fácil
perdonar, porque en los momentos tranquilos uno
dice: "sí, pero éstos o éste me han hecho todo tipo de
cosas"... pero yo también he hecho muchas. Mejor
perdonar para ser perdonado. Pero luego, el rencor
vuelve, como una molesta mosca en el verano que
vuelve y vuelve y vuelve... Perdonar no es sólo algo
momentáneo, es algo continuo contra este rencor,
este odio que vuelve. Pensemos en el final, dejemos
de odiar.’’
El arrepentimiento o contrición es indispensable
para recibir el perdón de Dios. También dice el Papa
Francisco: ‘‘No podemos pretender para nosotros
el perdón de Dios, si nosotros, a nuestra vez, no
concedemos el perdón a nuestro prójimo. Si no nos
esforzamos por perdonar y amar, tampoco seremos
perdonados ni amados.’’
Igualmente, Su Santidad afirma que Dios nos ama
infinitamente a cada uno de nosotros; dependemos
totalmente de Él, de quien recibimos todo, la vida
del cuerpo y la de la gracia. Y porque sabemos que
nos ama, tenemos también la seguridad de que nos
perdona, pues somos pecadores y con necesidad de
pedir siempre perdón.

Santos que perdonaron


María Goretti: A los once años Alessandro Serenelli,
un joven socio de su familia intentó violarla y al
ver que la niña se resistía el joven la apuñaló 14
veces. Al saber que no iba a sobrevivir, María recibió
los Sacramentos y antes de comulgar perdonó
de corazón a su asesino y pidió estar con él en el
paraíso. Años después Alessandro se convirtió y
pidió perdón a la madre de María.

San Oliver Plunker: Este obispo irlandés se


dedicaba a consolar a los afligidos, administraba
los sacramentos y enviaba a un sacerdote cuando
una parroquia estaba abandonada para que esta no
caiga en la pobreza o la persecución. Fue acusado
falsamente por haber contratado a setenta mil
irlandeses católicos para asesinar a todos los
protestantes. Estuvo detenido en la Torre de Londres,
hasta ser declarado culpable y traidor. Asumió su
propia defensa y antes de ser ahorcado perdonó a
sus acusadores y asesinos.

Jesucristo: Jesucristo nos manda amarnos los unos


a los otros como Él nos ha amado y lo demostró
muriendo por nosotros, perseguido por sus
enemigos.
Hasta fue abandonado por sus apóstoles en
Getsemaní y negado por S. Pedro tres veces. Sin
embargo, cada uno ofrece su perdón de forma
diferente. Intercede ante Dios Padre por sus
enemigos para que sean perdonados y cuando se
aparece resucitado a sus apóstoles por primera vez
no les recrimina nada sino que les dice enseguida:
“Paz a vosotros”

10. La Misericordia de Dios: el “arma secreta”


Hablar de la Misericordia de Dios es como hablar
sobre el espacio, amplio y sin límites. Gracias a los
testimonios de santos como Santa Faustina podemos
conocer más profundamente la Misericordia de
Dios, que de hecho ella la describe de la siguiente
forma: ‘‘la Misericordia de Dios es, inconcebible,
inescrutable, inefable, indecible, inagotable,
infinita, inalcanzable, que sorprende a la mente
humana y a los ángeles. Sobre la grandeza de la
misericordia de Dios también sugiere términos
como, omnipotente, poderosa e ilimitada”. Para
expresar la grandeza del misterio de la misericordia
de Dios más allá de las palabras.’’
Sor Faustina afirmaba que la Misericordia es
“el mayor atributo de Dios” (Diario, 949) tal como
había oído decírselo primero a Jesús: “Proclama
que la misericordia es el atributo más grande de
Dios. Todas las obras de Mis manos están coronadas
por la misericordia” (Diario 301).
Jesús le dijo Sor Faustina: ‘‘Yo soy el amor y la
Misericordia Misma; no existe miseria que pueda
medirse con Mi misericordia, ni la miseria la
"La Eucaristía produce una transformación progresiva en el cristiano. Es el

agota, ya que desde el momento en que se da mi


Sol de las familias y de las Comunidades". Santo Tomás de Aquino

misericordia aumenta. El alma que confía en Mi


misericordia es la más feliz porque Yo Mismo tengo
cuidado de ella” (Diario, 1273). El significado de
estas palabras es el siguiente: cuanto mayor es el
pecado, mayor es la necesidad de misericordia, es
decir, más se derramará la misericordia, pues ésta
aumenta en la medida que se va dando.
Jesús concede a esta tarea de proclamar
al mundo la Misericordia de Dios una gran
importancia, ya que vincula a ella grandes
promesas para todos aquellos que la lleven a
cabo. A las almas que propagan la devoción a Mi
misericordia, las protejo durante toda su vida
como una madre cariñosa protege a su niño recién
nacido y a la hora de la muerte no seré para ellas
Juez sino Salvador misericordioso (Diario 1075).
A los sacerdotes que proclamen y alaben Mi
misericordia, les daré una fuerza prodigiosa y
ungiré sus palabras y sacudiré los corazones a los
cuales hablen (Diario 1521).
La proclamación del misterio de la misericordia
de Dios debe ayudar a los pecadores para que
puedan regresar a la vida de la gracia, y a los
justos a alcanzar una mayor perfección. Esta
tarea también – según las palabras de Jesús – va
a preparar al mundo para Su segunda venida.
Secretaria de Mi misericordia, escribe, habla a las
almas de esta gran misericordia Mía, porque está
cercano el día terrible, el día de Mi justicia (Diario
965).
¡Cuánto sufrimiento, cuántas divisiones,
cuántas guerras podrían evitarse, si el perdón y
la misericordia fueran el estilo de nuestra vida!
Su Santidad Francisco, nos recuerda que incluso
en la familia, también en la familia. Cuántas
familias desunidas que no saben perdonarse,
cuántos hermanos y hermanas que tienen este
rencor dentro. Es necesario aplicar el amor
misericordioso en todas las relaciones humanas:
entre los esposos, entre padres e hijos, dentro de
nuestras comunidades, en la Iglesia y también en
la sociedad y la política.
Referencias
bibliográficas
Fuentes electrónicas
- Santa Sede (2022) Catecismo de la Iglesia Católica: Primera parte
profesión de la fe. En línea: www.vatican.va/
- Catholic.net (2022) Las penas comunes al varón y la mujer. En línea: Si nos apoyas por Paypal,
https://es.catholic.net/ contribuyes a que podamos seguir
- Vatican News (2020) El Papa: no podemos pretender el perdón de Dios, creando contenido de calidad gratuito
si no perdonamos al prójimo. En línea: www.vaticannews.va/ ¡Gracias!
- Catholic.net (2022) Tema 11. ¿Cómo perdonar? En línea: www.catholic.
net/
- Opus Dei (2019) «El perdón que recibimos del Señor nos compromete a
perdonar a los demás» En línea: www.opusdei.org/
- Info Catolica (2010) ¿Cómo debemos mostrar perdón a nuestros
enemigos? - Cuestiones prácticas. En línea: www.infocatolica.com/
- Congregación de las Hermanas de la Madre de Dios de la Misericordia
(2022) En el diario de Santa Faustina. En línea: www.santafaustina.es

Fuentes impresas
- Rojas Estapé, Marian (2018). Cómo hacer que te pasen cosas buenas
(37a ed.). Espasa.
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