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Capítulo 15

Nuevos perros, los mismos collares:


la introducción de los cachorros en la casa
¿

G ran parte de mi trabajo lo desarrollo con perros que necesitan


rehabilitación, animales con problemas de comportamiento que
van desde tirar de la correa hasta destrozar la casa. La raíz de los pro-
blemas de estos perros siempre reside en el pasado. Sus dueños -y no
por culpa suya- se han pasado años transmitiéndoles señales que a su
vez han dado al perro un equivocado sentido de su propia importancia.
Mi tatea consiste en restablecer el equilibrio, en ofrecer señales que
sirvan de base a un nuevo orden y aseguren un futuro más amable y
más tranquilo tanto para el perro como para su amo.
No hace falta ser un genio para deducir que l~forma ideal de evitar
estos problemas es tratar al perro al comienzo mismo de su vida. Un
cachorro ofrece una perfecta oportunidad para hacer las cosas como
Dios manda. Algunas personas se sorprenden al saber que a menudo
me llaman para ayudar a los amos con sus nuevos cachorros. La verdad
es que agradezco de verdad estos casos. Por definición, provienen de
propietarios de perro ideales, personas que se preocupan por sus mas-
cotas, las respetan y quieren comprenderlas desde el comienzo de su
vida con ellas. Para vivir con animales, la gente debería informarse
sobre ellos de antemano; pero muy pocas personas se toman el tiempo
y las molestias de hacerla.
Debo decir que tengo firmes puntos de vista sobre a quién se debe-
ría dejar tener cachorros y a quién no. Con la mayor franqueza: muchas
personas no están capacitadas para cuidar perros de ninguna clase y
mucho menos los más jóvenes y vulnerables. Desde luego, nunca debe-
""
ría regalarse un cachorro a ningún niño. Y no tengo reparo alguno en
decirlo con toda claridad. Si un niño quiere un juguete, sugiero que sus
padres le regalen una muñeca o un tren eléctrico. Un perro no es un
juguete.

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Saber escuchar al perro

Tengo que admitir que mis opiniones al respecto han molestado a


mucha gente. Es verdaderamente muy raro que acceda a dar a la gente
un cachorro la primera vez que me visitan. Prefiero estar segura de que
se va a dar al perro el hogar adecuado y tengo que ser firme al respec-
to. Recuerdo que en cierta ocasión me negué a entregar un cachorro a
una familia que había viajado más de trescientos kilómetros para venir
a verme. En otra ocasión, rehusé separarme de un cachorro que una
familia deseaba para Navidad. Lo querían para sus hijos y, cuando
rechacé su petición, su reacción inicial fue decirme que irían a otro
lado. Desde luego, habrían encontrado a alguien que les hubiera ven-
dido un cachorro. Hay personas que crían o venden perros sin preocu-
parse lo más mínimo por el bienestar del animal. Pero, en este caso,
comprendieron mis motivos. Mi argumento contra la entrega de
perros en Navidad es sencilla: la calma y la coherencia son elementos
centrales de todo lo que hago. La Navidad es la época menos en calma
y menos coherente del año.
La familia discutió el tema. Me alegra poder decir que comprendie-
ron lo que yo les expliqué y estuvieron de acuerdo. En vez de recibir
un regalo el día de Navidad, la familia vino a mi casa en Nochebuena.
Los niños disfrutaron de la ilusión de ver a su nuevo amigo, pero com-
prendieron que tendrían que esperar hasta después de las vacaciones,
cuando todo volviera a la normalidad, antes de poder volver para lle-
várselo a casa con ellos. Aparte de otras consideraciones, esto aseguró
que su deseo de tener un perro fuera sincero y que adiestrarían al
cachorro en el ambiente adecuado. Les entregué el cachorro en Año
Nuevo, contenta de que iba a un buen hogar.

Para hacerse cargo de un cachorro, hay algunas reglas de oro. La pri-


mera es que el perro no debe tener menos de ocho semanas al aban-
donar su primer hogar. Las razones que tengo para pensar así se
relacionan de nuevo con la naturaleza del perro. Todos los cachorros
nacen en un ambiente familiar natural, la camada. Es aquí donde deben
aprender las realidades fundamentales de la vida. Tienen que desarro-
llar habilidades sociales en el seno de la camada y aprender el lenguaje
de su grupo de iguales. Separar a un perro del ambiente de la camada
antes de acabar estas primeras ocho intensas semanas creo que es enor-
memente dañino para él.

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Nuevos perros, los mismos collares: la introducción de los cachorros en la casa

Una vez que el cachorro haya dejado la camada, lo más crucial son
las primeras 48 horas que pase en el nuevo hogar. Es una verdad dura
pero importante de recordar: un cachorro es un animal gregario al que
se ha separado de su manada. Lo normal es que la camada sea un entor-
no feliz, animado y lleno de cariño donde se relaciona con sus herma-
nos: de pronto se traslada al perro a un ambiente completamente
extraño, a un nuevo hogar cuya elección no depende de él. Tratar al
cachorro como se haría con cualquier perro normal es potencialmente
traumático. Por mucho cariño que encuentre en su nuevo hogar, va a
ser una experiencia angustiosa para el cachorro. Por esta razón, duran-
te estos dos días soy partidaria de establecer el vínculo más estrecho
posible con el cachorro.
Creo que debo hacer todo lo que pueda para asegurar que les guste
el ambiente de su nuevo hogar y para conseguir que la vida en su seno
les parezca tan natural como sea posible. Con este fin, recomiendo que ~--
se duerma con el cachorro durante la primera noche. No estoy dicien-
do que deba acostarse en la cama del amo. Un método mucho más
práctico es que para pasar la noche el amo se eche junto al cachorro en
un sofá cubierto con material impermeable. La experiencia me dicta
que es un pequeño sacrificio que, en un momento especialmente vul-
nerable, tranquiliza al cachorro. El vínculo que ello establece también
será útil al día siguiente cuando se le ayude a investigar y explorar su
nuevo ambiente. Es de crucial importancia que el perro se sienta
cómodo en este nuevo entorno. Es aquí donde recibirá su comida,
donde conseguirá afecto, donde dormirá.
Sin embargo, al mismo tiempo es importante establecer inmediata-
mente buenos hábitos. Por razones que enseguida expondré, no creo
que la "comida simulada" sea necesaria con los cachorros; pero los res-
tantes tres elementos de la Vmculación Amichien deben ser introduci-
dos lo antes posible.
El elemento más importante de todos es, indudablemente, establecer
el orden en los momentos de separación. Por tentador que sea cuando
los amos vuelven de la compra y este encantador montoncillo de pelu-
sa se les acerque dando saltos, es imprescindible que ignoren al cacho-
rro en estos primeros días. La señal transmitida debe ser clara e
inequívoca: "Jugaré contigo, pero no ahora; ya te diré cuándo". Debe
transmitirse desde el comienzo, desde la primera separación, aunque
haya ido a otra habitación y dejado de ver a su amo sólo unos segundos.

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Saber escuchar al perro

Los dos procesos pueden parecer contradictorios. ¿Cómo puede un


amo ser autoritario y cariñoso mientras está al mismo tiempo impo-
niendo estas reglas?, pregunta a menudo la gente. Les hago notar que
el placer que se consigue cuando el cachorro aprende a jugar en las
condiciones correctas es, en todo caso, aún mayor que el que se obten-
drá en un ambiente familiarhenos reglamentado. No se trata en abso-
luto de eliminar la diversión; todo lo contrario. Es simplemente que el
afecto debe darse en la dirección correcta.
Lo bueno de los cachorros es que la regla de los cinco minutos que
sugiero a los amos que empleen después de la separación es casi siem-
pre tiempo suficiente para el caso. En perros adultos con problemas
de comportamiento, el repertorio de trucos que emplean para tratar de
llamar la atención puede durar cualquier cantidad de tiempo. He visto
episodios que iban desde diez segundos hasta una hora y media. Un
perro adulto puede saltarte alrededor, ladrar y gemir durante lo que
parece una eternidad. Un cachorro no llega nunca a ese nivel.
Una vez que el cachorro se haya asentado, puede empezar el proce-
so normal de hacer que acuda a la llamada de su nuevo líder. y, como
digo, es aquí donde puede empezar el verdadero placer. Parte de la
diversión de tener un perro es ponerle nombre. Es fundamental que
este nombre se use desde el mismo inicio. En esta etapa, cuanto más se
familiaricen con su perro, mejor. Pido a los amos que llamen tan a
menudo como puedan a sus cachorros para que acudan, acordándose
siempre de recompensarles con trocitos de comida y elogios cuando
hagan lo correcto. En mi opinión, no hay límite respecto al número de
veces que un cachorro debe oír las palabras "muy bien" o "buen perro".
Uno de los grandes placeres de adiestrar a un cachorro es la veloci-
dad con la que los perros jóvenes aprenden nuevos hábitos. He descu-
bierto que si se repite cualquier procedimiento tres veces, el cachorro
capta el mensaje, sea éste el que sea. Igual que con perros más mayo-
res, resultará evidente cuándo está funcionando la Vinculación
Amichien: al empezar a quedarse de pie moviendo la cola o sentarse en
una postura relajada mientras espera que el amo le preste atención,
confirmando así el proceso de elección de liderazgo. A medida que se
desarrolle, los amos también pueden empezar a trabajar en las demás
áreas de la vinculación. No recomiendo sacar a los cachorros para dar
paseos hasta dos semanas después de las primeras series de vacunacio-
nes; es decir, hasta que tengan unas catorce semanas. Y ello por la sen-

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Nuevos perros, los mismos collares: la introducción de los cachorros en la casa

cilla razón de que los cachorros no están todavía preparados para salir
al mundo. Mi experiencia me dicta que es mucho mejor insertados en
un buen grupo de juego formado por cachorros, donde pueda corre-
tear en una situación parecida al alegre ambiente de' juego natural,
común en las camadas.
Pero al mismo tiempo es importante que desde los primeros
momentos se establezcan los principios de las pautas junto al amo y
recomiendo adiestrar al cachorro en casa o en el jardín. Lo importan-
te es enseñar al cachorro que el mejor lugar en el que puede estar es
junto a su amo. De nuevo, debe hacerse mediante comida y recom-
pensas. Si el perro quiere ir delante, la correa debe relajarse y hacerse
volver al perro a donde debe estar. Hay que evitar a toda costa las dis-
putas a ver quién estira más, como en el juego de la cuerda. No hay
nada que le encante más a un cachorro que un juego. Ya habrá sufi-
ciente tiempo para juegos más adelante. Por ahora, debe aprender las
reglas de un juego distinto. Si no establece usted esas reglas en este
mom~nto, créame, el cachorro elaborará las suyas propias.
En mi opinión, el tono de voz que el dueño emplea con un nuevo
perro es de suma importancia. Pido a la gente que no grite ni chille,
sino que hable con lo que llamo una hermosa voz. Les recuerdo que se
supone que el perro es el mejor amigo del hombre. ¿Cómo hablarían
con su mejor amigo? ¿Le chillarían y le gritarían o hablarían q)ll él con
amabilidad y con calma? Una vez que el perro esté respondiendo a las
órdenes amables, la voz puede reducirse casi a un susurro, algo que
rendirá sus frutos más adelante. Un perro que sintoniza con órdenes
suaves prestará realmente atención cuando el amo alce la voz.
Respecto a la toma de decisiones en la puerta, el cachorro debe ser
ignorado cuando entre la gente. Se puede trabajar en esta situación de
dos maneras: en cierto sentido es más fácil ignorar a un perro de corta
edad; por otro lado, no hay nada que despierte tanto el lado sentimen-
tal de la gente como la vista de un cachorro precioso. Sin embargo, es
imprescindible respetar los principios en todo momento. ¿Cuántas
veces no habremos oído decir que "un cachorro no es para Navidad,
sino para toda la vida"?11 Pues~lomismo se aplica a mi método. No es
algo que se aprenda y después se deseche. Los amos deben empezar a
hacer las cosas bien desde el principio, y luego atenerse a ello.

II Lema de muchos anuncios contra el abandono de perros en el Reino Unido. (N. d. T.)

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Saber escuchar al perro

Ya he hablado del poder que tiene la comida; pero no es nunca tan


importante como en el adiestramiento de los cachorros. Sin embargo,
en este caso, los métodos para darles de comer tienen que ser sutil-
mente corregidos para adaptarse a las singulares circunstancias que se
dan en los cachorros. Se mantiene el mensaje central de la alimenta-
ción: elliderazgo, como siempre. A los cachorros de ocho semanas se
les suele dar de comer cuatro veces al día. Al darles la comida con esta
frecuencia, los amos les están transmitiendo también un mensaje pode-
roso y coherente: ellos son los proveedores, reside en ellos la autoridad
en el seno de esta manada. Por eso, veo poca necesidad de llevar a cabo
la técnica de la "comida simulada". ¿Por qué usar una almádana para
partir una nuez?
Pero, al mismo tiempo, la comida desempeña un papel realmente
útil para transmitir otros comportamientos. Uno de los más sencillos
es enseñar al perro a sentarse. Como ya he dicho anteriormente, adies-
trar a un perro a adoptar una postura sentada es una herramienta ina-
preciable. Empleando el método antes"descrito, y acercando comida a
la cara del cachorro y luego colocándosela sobre la cabeza, el perro
aprenderá rápidamente a hacerla. Una vez más estamos jugando con el
principio de "¿Y yo qué saco con esto?", el interés propio que ya está
arraigado en el cachorro. Nunca deja de sorprenderme lo rápido que
captan estas cosas los cachorros.

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