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“DEVENIR-OTRO” DE LA
POLÍTICA EN BOLIVIA
Primera edición
500 ejemplares
Impreso en Bolivia
Esta licencia permite a otros crear y distribuir obras derivadas a partir de la presente obra de modo
no comercial, siempre y cuando se atribuya la autoría y fuente de manera adecuada, y se licencien
las nuevas creaciones bajo las mismas condiciones.
5
Índice
Presentación xx
Introducción xx
2. El “devenir-otro” de la política xx
2.1. Configuraciones políticas: balance de situación xx
2.2. Desemboque de la crisis: movilización social e institucionalidad xx
2.3. Archipiélago político: circuitos de la política xx
2.4. Pluralización de la democracia: el segundo circuito de la política xx
2.5. El “devenir-otro” del campo político xx
Conclusiones xx
Bibliografía xx
Sobre el autor xx
7
A la memoria de mi padre,
a quien prometí dedicarle este libro.
Presentación
11
Introducción
2 Desde las décadas de 1980 y 1990 existe una amplia producción de literatura aca-
démica en torno a la revisión histórica de la participación indígena-campesina en
la política. El trabajo de Xavier Albó y Josep Barnadas (1984) fue pionero en esta
materia. Luego, etnohistoriadores, sociólogos, antropólogos y politólogos desarro-
llaron otros estudios con mayor rigor académico.
Introducción | 13
4 Las nominaciones “política desde abajo” y “de abajo hacia arriba” que utilizare-
mos indistintamente a lo largo del ensayo tienen connotaciones solo explicativas,
pues no pretenden establecer una definición de un “lugar” o un “campo” específico
por donde emerge o fluye la política, sino que buscan dar cuenta de la naturaleza
polisémica, plural y descentrada de la misma.
Introducción | 15
5 En particular, este ensayo está influido por los trabajos y las reflexiones teóricas de
Benjamín Arditi (1992, 1995, 2005a, 2007, 2010, 2019), Ernesto Laclau (1996,
2000, 2005, 2014), René Zavaleta Mercado (1983, 1986) y las exploraciones inter-
pretativas de Luis H. Antezana (1991, 2009) en torno al pensamiento del último.
6 Esto es, los trabajos de Richard Canaviri, “Sombríos días de socavón. Autogobierno
y ‘política desde abajo’: cooperativistas mineros” (2015), y “En el camino nos en-
contramos todos. Un estudio de la reinvención social y económica del transporte
pesado (2015-2016)” (2016); de Carlos H. Burgoa, “La fuerza social de los inter-
culturales en el ‘proceso de cambio’” (2016); y de Gumercindo Flores y Froilán
Fernández, “El ‘proceso de cambio’ desde abajo: proyectos y lógicas de los sectores
populares. ‘Juntas vecinales’ de la ciudad de El Alto” (2016).
17
1
Avatares de la política “desde abajo”
La noción de “política desde abajo” viene a ser una idea relativamente nueva
para caracterizar las distintas formas de intervención social que no encajan
en las definiciones hegemónicas de lo político o de las formas de darse u ocu-
rrir de la política. Por ello, su connotación es aún ambigua e imprecisa. Las
referencias bibliográficas que de manera explícita la utilizan son escasas y,
quizás, tan solo reseñan los diversos acontecimientos y conflictos de nutrida
presencia social en las calles (quiero decir, “la política en las calles”) o bien
del renovado reimpulso y protagonismo de las organizaciones sociales en la
vida política del país.
A nivel del debate regional, los trabajos de Isabel Rauber (2011),
Boaventura de Sousa Santos (2010) y Benjamín Arditi (1995, 2010), entre
otros, relativos al replanteamiento de los contornos del poder político “desde
abajo” o desde un “segundo circuito”, son esfuerzos que buscan problema-
tizar el análisis de las acciones colectivas que emanan desde la sociedad civil.
Acciones colectivas que ponen en vilo a las formas de hacer política vincu-
ladas al régimen neoliberal y a la democracia representativa o, en general, al
gobierno representativo de raíz liberal-democrática. Para Rauber y Santos,
la presencia de la política “desde abajo” trae consigo el agotamiento de las
estructuras institucionales instaladas por las políticas neoliberales y, en su
horizonte, proyectan la sustitución por otras que permitan una mayor par-
ticipación democrática (Rauber, 2011), o bien una mayor democratización
dirigida a la reinvención estatal y descolonización (Santos, 2010). Para Arditi
(2005a), en cambio, es la expresión del “devenir-otro” de la política una
mutación que pone en evidencia no el agotamiento de las formas existentes,
que admitiría la superación y sustitución de las estructuras y formas demo-
crático-liberales por otras, sino la configuración de un nuevo escenario de la
política que –según su argumento– pudiera caracterizarse como “posliberal”,
ya que a la política liberal y a sus estructuras institucionales se incorporarían
de manera “suplementaria” otras estructuras y formas de hacer política.
En general, estos estudios y abordajes teórico-conceptuales hacen mención
a la incidencia que adquirieron los nuevos formatos de participación social que
se hicieron visibles en el periodo de instalación de los gobiernos populares en
Venezuela, Ecuador, Bolivia, Argentina, Paraguay, Chile, Uruguay, Nicaragua
18 | La política desde abajo: “devenir-otro” de la política en Bolivia
y Brasil desde finales de la década de 1990 hasta la primera década del siglo
XXI y que fueron denominados como “giro a la izquierda” en América Latina.
A partir de ello, los esfuerzos analíticos han sido extensos, abarcando un sinnú-
mero de temáticas: desde las que proponen la instalación de un nuevo imagi-
nario político, como el “socialismo del siglo XXI”, el “socialismo comunitario”
o el análisis de las renovadas articulaciones nacional-populares y la hegemonía
de estas, etcétera, hasta las lecturas descriptivas de “revoluciones en democra-
cia” y teorizaciones como las de posliberalismo7 y populismo.8
En todas esas indagaciones y aportes se aborda el asunto de las trans-
formaciones políticas, institucionales y sociales, que en cada caso presentan
diversos matices particulares: “revolución bolivariana” en Venezuela, “re-
volución ciudadana” en Ecuador, “revolución democrática y cultural” en
Bolivia, etcétera, y una serie de conceptualizaciones y abordajes sobre los
procesos y el sujeto nacional-popular que vendría a sostener a estos gobier-
nos. También, se desarrollan estudios específicos en torno a los impactos
económicos y sociales de las políticas redistributivas, la integración nacional
y regional y un análisis del balance político en torno a la estabilidad, la con-
tinuidad y la crisis de estos procesos.
En ese sentido, las “formas alternas” o “paralelas” de hacer política, la po-
lítica “desde abajo”, no han sido objeto de preocupaciones analíticas o de un
abordaje teórico-conceptual que puntualice su novedad e incidencia en cada
caso. Por lo general, se los ha entendido como parte de las dinámicas sociales
que participan en la reconfiguración política o también como expresión del
desemboque nacional-popular de nuevo cuño que sustenta a los renovados
liderazgos y hegemonías políticas (Stefanoni y Do Alto, 2006; Stefanoni,
2012; Ramírez, 2010). Priman, por ello, lecturas descriptivas en torno al
cambio del patrón hegemónico sin adentrarse en el carácter estructural de las
transformaciones del escenario liberal-democrático, esto es, del marco políti-
co-institucional en el que paradójicamente sucedieron esos procesos. A pesar
de que en tres casos (Venezuela, Ecuador y Bolivia) se impulsaron reformas
constitucionales que modificaron sustancialmente el armado institucional
7 Hay una extensa bibliografía sobre posliberalismo y/o posneoliberalismo. Gran par-
te de ella intenta graficar la configuración de políticas y estructuras institucionales
pos Consenso de Washington, con el que a inicios de la década de 1990 se pusieron
en marcha las reformas neoliberales.
8 Sobre la teoría del populismo como una forma de hacer política que va más allá
del liberalismo, existe una reciente producción bibliográfica; por ejemplo, Ernesto
Laclau (2005) hace una propuesta desde una perspectiva de teoría política. Otros
trabajos son el libro coordinado por Luciana Cadahia, Valeria Coronel y Franklin
Ramírez (2018) y la compilación de Francisco Panizza (2009).
Avatares de la política “desde abajo” | 19
16 Esta es la empresa que, por ejemplo, Álvaro García Linera (2005b) llevó a cabo de
manera ambiciosa al estudiar los principales movimientos sociales que en la actualidad
participan e inciden en el proceso de transformación política e institucional del país.
26 | La política desde abajo: “devenir-otro” de la política en Bolivia
18 Fernando Calderón y Jorge Dandler (1986) son compiladores del libro: Bolivia:
la fuerza histórica del campesinado, que da cuenta de los avatares del movimiento
campesino del país, ofreciendo hallazgos sobre las distintas modalidades y conflictos
del sindicalismo campesino. Asimismo, existe una reciente producción bibliográfica
que ofrece renovados hallazgos en torno a la participación política de los campesi-
nos indígenas y su relación con el Estado. Véanse: Pilar Mendieta (2009) y María
Teresa Zegada y George Komadina (2017).
19 El conflicto del TIPNIS es emblemático de la precariedad y la tensión de la alianza
del movimiento indígena campesino que respalda al gobierno de Morales. No solo
Avatares de la política “desde abajo” | 29
el otro– buscaría adecuarse a las pulsiones que vienen “desde abajo” o “desde
afuera”. A ese juego de relaciones, intercambios y movimientos de “arriba
hacia abajo” y de “abajo hacia arriba”, Laclau (2005) denomina hegemonía
como un juego de “equilibrio inestable”, que vendría a ser una manera de
caracterizar el ejercicio continuo de la hegemonía en tanto política directiva,
esto es, de gestión hegemónica o de su reinvención política.
René Zavaleta Mercado (1983, 1986), en su afán por construir o hallar cate-
gorías “de mediación” para explicar la dinámica de lo político bajo las condi-
ciones históricas del país, reformuló un conjunto de nociones caracterizadas
por él como de “media ideal” del marxismo occidental. Así, profundizó y
radicalizó un conjunto de categorías de esta tradición política; entre ellas, la
noción de hegemonía entendida como la relación de dominación lograda a
través del consenso por parte de un sujeto (clase, identidad colectiva, bloque
histórico) sobre la estructura diversa de la sociedad.
En su obra tardía, en particular en Lo nacional-popular en Bolivia (1986)
y en Las masas en noviembre (1983), es posible hallar diversas reflexiones en
torno a los límites de la constitución de los “sujetos nacionales” (burguesía
y proletariado) en “sujetos hegemónicos”, como fue el caso del proletariado
minero que, a pesar de la explícita centralidad política respecto al conjunto
de la sociedad, no logró, según Zavaleta, imponer y/o desplegar su impronta
hegemónica como directora y/o conductora del proceso de reforma intelec-
tual y moral de la sociedad.
En esas incursiones analíticas y reflexivas, Zavaleta Mercado fue identifi-
cando los límites de la noción de hegemonía construida por la tradición mar-
xista y, con ello, fue abriendo reflexivamente la posibilidad de construir un
“otro” modelo analítico e interpretativo para explicitar las formas de darse
de la política en el país. En la investigación inconclusa Lo nacional-popu-
lar en Bolivia, de acuerdo con Luis H. Antezana (1991), Zavaleta Mercado
reformula la idea de la hegemonía “de” la diversidad –sustentada en la
“capacidad” de un sujeto “nacional” para articular y/o dirigir al conjunto
heterogéneo de la sociedad– hacia una noción de hegemonía “en” la diversi-
dad. Ahí, Zavaleta Mercado, a través de la revisión histórica, sugiere que la
hegemonía antes que articulación lograda por un sujeto (una clase social, un
bloque o una identidad política) es, más bien, un resultado colectivo, fruto
de acumulaciones históricas e intersubjetivas que desembocan en momentos
de “nacionalización” que los llamará explícitamente “momentos de autode-
terminación democrática” o “nacional-populares”.
Es la diversidad social –a través de esos momentos– la que produce un
Avatares de la política “desde abajo” | 37
intercambios políticos.
1.4.2. Democracia de audiencia y populismo
24 Jaques Rancière (1996) establece una distinción entre política y policía. Por política
entiende el acto de “interrupción” o “desacuerdo” que pone en nueva cuenta la rela-
ción de las partes; su principio es la igualdad. Y por policía entiende la organización
44 | La política desde abajo: “devenir-otro” de la política en Bolivia
Por último, Arditi (2010) sostiene que hay una “nueva” forma de hacer
política que se incorpora al escenario posliberal de la política: la “política
viral”, la misma que hace referencia a la ruptura de las estructuras arbores-
centes que caracterizan a las dinámicas convencionales de darse de la política
y que, normalmente, se despliegan a través de las estructuras partidarias y
sindicales. Ese nuevo formato, el viral, explica muchas de las emergencias
políticas de la sociedad civil ocurridas en la última década en distintos lu-
gares del mundo; canaliza una forma de protesta y agitación ciudadana que
llegó, según su percepción, para quedarse, contaminando la dinámica de la
política en general; un formato que combina la protesta y la agitación en
las redes sociales con acciones colectivas en las calles y viceversa. Dicho así,
la política viral es un aditamento suplementario que complejiza aún más el
campo de lo político. La imagen general de la transformación y la mutación
de la política se asemeja al trazado de un escenario en el que confluyen, se
entrecruzan y se sobreponen diversos formatos de hacer política, esto es, un
escenario de relaciones y de comunicación distribuidas que se asemejan al
rizoma o al archipiélago de puntos nodales.
26 Sobre las representaciones topológicas, Arditi sostiene: “Tienen una función didác-
tica en la medida en que ayudan a trasmitir ideas complejas de manera sencilla, pero
lo hacen a costa de generar una representación estática de una estructura […]. Nos
remiten a una espacialidad estática y a una jerarquía a priori” (2019: 120).
48 | La política desde abajo: “devenir-otro” de la política en Bolivia
del campo político. A través de ello se visibiliza el déficit de los armados ins-
titucionales existentes como los límites de las propuestas de reforma política.
Retomando lo dicho hasta ahora, la política “desde abajo” provoca accio-
nes colectivas de gran confluencia y articulación hegemónica, como fue la lle-
gada de Morales al poder, la puesta en marcha de la Asamblea Constituyente
y la aprobación de una nueva Constitución Política del Estado; es decir,
logra producir cambios estructurales de gran envergadura. A través de esa
incidencia, se ha establecido una nueva estructura de poder que gestiona con
relativo éxito la hegemonía “de” la diversidad social: el Gobierno de Morales.
En otros momentos, más cotidianos y recurrentes, la política “desde abajo”
llegó a remover el espacio público a través de pulsiones recurrentes que visi-
bilizan demandas particulares, corporativas y/o comunitarias. Estas, si bien
no producen cambios estructurales, logran la atención y la modificación
de agendas públicas y, a la larga, determinan los cursos de acción que no
necesariamente estaban previstos. En otras palabras, acontece un continuo
subvertir de lo establecido y, de esa manera, una reiterada construcción o
reinvención hegemónica; esto es, una hegemonía “en” la diversidad que re-
plantea progresivamente la relación de las partes que, asimismo, posibilita la
hegemonía “de” la diversidad.
Por tanto, por política “desde abajo” y el “devenir-otro” de la política
se comprende a las distintas estructuras de la diversidad institucional y las
intervenciones que acontecen en el campo político, las mismas que no se ins-
criben en los formatos hegemónicos (liberal-democráticos) establecidos y/o
reconocidos como formales (régimen electoral y sistema político). Estos, a
través de su presencia e incidencia, buscan instituir renovados procesos de
rediseño, reforma y desempeño institucional del Estado. En consecuencia,
se orientan a reinventar el campo político en el que, además de lo instituido
(representación partidaria, sistema electoral y otros artificios institucionales),
se incorporan renovados dispositivos que amplían y/o facilitan el fluir de nue-
vas estructuras y formatos de participación, representación y gestión política.
En síntesis, esta lectura busca lo que Zavaleta Mercado (1986) denomi-
nó el logro “óptimo social” en la relación de correspondencia entre la forma
estatal y la condición social. Un modelo de gestión hegemónica y de política
que, a pesar de la rigidez estatal y del sistema político, viene emergiendo
“desde abajo”, desde estructuras y formatos de acción colectiva catalogados
como “otros”, como el “devenir-otro” de la política, que se orientan hacia
la reconfiguración y la reinvención de la democracia y del Estado en clave
intercultural y plurinacional.
51
2
El “devenir-otro” de la política
Como se sabe, a partir del año 2000 la generalización de los conflictos sociales
en el país escenificó la emergencia y la irrupción de nuevas dinámicas y acto-
res que en principio fueron estigmatizados como movimientos “antipolíticos”
y/o “asistémicos”, por las características disruptivas de las interpelaciones dis-
cursivas y por las formas de acción colectiva que traían consigo.27 La situación
abrió paso al debate en torno a los formatos de acción colectiva que dichas
estructuras incorporaban al campo político y, con ello, en torno al balance de
sus efectos político-institucionales en el desarrollo de la democracia.
Al respecto, una de las lecturas sostenía que la presencia de esas estruc-
turas y formatos de acción colectiva expresaba, además de la crisis de los
partidos políticos tradicionales, la insuficiencia de los arreglos institucionales
originados en un modelo de ejercicio de la democracia representativa y, con
ello, su déficit estructural y la urgente necesidad de configurar uno nuevo.28
Desde una línea contraria, se afirmaba que la repentina centralidad de los
movimientos sociales expresaba un déficit y, a la vez, una crisis en el desarro-
llo de la cultura política acorde con el modelo democrático representativo,
por lo que continuar con la incidencia y la extensión de esa centralidad,
implicaba arriesgar la existente y precaria institucionalidad democrática.29
En una y otra argumentación resaltaban evaluaciones críticas en torno
a los factores político-institucionales que, según las lecturas, habrían ocasio-
nado la crisis. Por un lado, se apuntaba hacia el agotamiento de un mode-
lo de interacción política y, por otro, hacia una crisis de la representación
política. Lo que era evidente, en cada caso, era la coincidencia de que en el
país acontecía el desborde político-institucional que ponía en vilo al sistema
sostener que antes que una crisis de la representación, en un caso, o una mu-
tación, en otro, lo que aconteció en el país fue el rebasamiento de las fronte-
ras y/o contornos que habrían delimitado al campo político. Este “más allá”
o exceso, como vimos en el primer capítulo, en realidad buscaba registrar el
protagonismo de la sociedad civil organizada (sus estructuras institucionales
y sus formatos de hacer política) y, con ello, una continua reconfiguración
del escenario de la política.
Para sostener lo anterior, retomamos un dato medular en la historia de
los conflictos en Bolivia: la incidencia y la centralidad que adquirió la so-
ciedad civil en la construcción de las posiciones políticas ventiladas en el
espacio público y, de esa manera, en la definición de la agenda de las deci-
siones políticas e institucionales. Desde posiciones sectoriales y/o particula-
res, tanto los grupos de presión, como las organizaciones corporativas y/o
movimientos sociales y ciudadanos, han puesto en tensión a las formas y los
recursos institucionales del sistema político. Esta es una constante en la his-
toria política del país. Al respecto, para lo que nos toca, la profundidad y la
intensidad de los conflictos de inicios del siglo XXI acarrearon, por ejemplo,
dos renuncias a la presidencia del país en tan solo un periodo constitucional
(2002-2005). Ambas renuncias estaban cargadas de presiones y movilizacio-
nes que desbordaron los marcos institucionales establecidos, obligando a los
actores y a las organizaciones políticas a encontrar salidas que en cada caso
suponían la incorporación abrupta de reformas constitucionales.
En ese sentido, la renuncia de Gonzalo Sánchez de Lozada en octubre
de 2003 tiene como antecedente la explosión de conflictos y un conjunto
de acciones de hecho que cuestionaban las prácticas de representación y el
ejercicio del poder sustentado en el sistema de partidos.33 La crisis desatada
y la consiguiente renuncia del presidente fue resultado de la presión ejercida
en las calles o desde el afuera del sistema político, que obligaba, sin embargo,
a las fuerzas partidarias con representación parlamentaria a encontrar salidas
institucionales.
La instalación del mandato de Carlos Mesa, como efecto de la sucesión
presidencial, no distensionó la presión social sobre el sistema político, cuyo
origen no era básicamente el sistema de partidos, sino otras estructuras y
formatos de acción política que se procesaban desde el seno de la sociedad
civil. Por ello, en todo caso, fue un periodo en el que adquirieron visibilidad
no solo los movimientos sociales, sino un conjunto de grupos disímiles de
presión contrarios a estos, como los comités cívicos de la “media luna”, que
33 Las prácticas cuestionadas fueron, por ejemplo, los “pactos de gobernabilidad” que
permitían la formación de coaliciones gubernamentales entre los partidos políticos
con representación parlamentaria en una “segunda vuelta” indirecta.
56 | La política desde abajo: “devenir-otro” de la política en Bolivia
37 Para un mayor detalle del proceso de habilitación del MAS como un instrumento
político de los campesinos indígenas que llevó a Evo Morales al poder político, véase
el trabajo de Fernando García, Alberto García y Marizol Soliz (2014).
38 La propuesta de la imagen de un archipiélago político como el retrato del
“devenir-otro” de la política posliberal es desarrollada por Benjamín Arditi en diver-
sos trabajos. Véanse en particular sus trabajos de 1995 y 2005a.
58 | La política desde abajo: “devenir-otro” de la política en Bolivia
47 No trataremos aquí las diferencias existentes entre las distintas estructuras que
componen este segundo circuito; a saber: entre lo corporativo y lo comunitario
o bien entre los grupos de presión y las estructuras asociativas, etcétera, ya que
excede los objetivos de esta indagación.
48 El término ‘anexacta’ hace referencia al establecimiento de fronteras móviles; fue
acuñado por Gilles Deleuze y Félix Guattari (2004) y, de acuerdo con Arditi (1995),
estos lo toman prestado de Husserl.
66 | La política desde abajo: “devenir-otro” de la política en Bolivia
50 De esa forma, las redes de organizaciones corporativas forman parte del escenario
político nacional y regional. Entre las organizaciones con mayor poder regional y
opositora al primer mandato de Evo Morales destacaba la Cámara Agropecuaria
del Oriente (CAO), que congregaba a los empresarios agropecuarios, exporta-
dores de soya y ganaderos del departamento de Santa Cruz. Asimismo, en el
occidente del país, además de las organizaciones campesinas e indígenas, fue la
Federación Nacional de Cooperativistas Mineros (FENCOMIN) la que apoyó
abiertamente al Gobierno en el asentamiento de su hegemonía. Existen pocas in-
vestigaciones sobre la incidencia de las organizaciones sociales en el intercambio
político. Desde una perspectiva general, está el trabajo de María Teresa Zegada
y George Komadina (2017); sobre las comunidades interculturales o los exco-
lonizadores campesinos, un avance exploratorio es el de Carlos Burgoa (2016);
acerca de las juntas vecinales, se tiene la producción de Gumercindo Flores y
Froilán Fernández (2016); y sobre los cooperativistas mineros destaca el estudio
de Richard Canaviri (2015).
70 | La política desde abajo: “devenir-otro” de la política en Bolivia
Uno de los problemas clásicos del análisis político es el de contar con una
noción “operativa” de la política que permita no encasillarla en las estructuras
institucionales del sistema político ni diluirla en una concepción ampliada,
que no delimite ni fije sus límites. Ello ha llevado a buscar y/o precisar un con-
cepto que especifique lo político. Carl Schmitt (1999) elaboró una respuesta
al sostener que lo político es la enunciación y la verificación de una división
de la sociedad o de las colectividades en dos grupos: “amigos” y “enemigos”.
La constatación de esta escisión no responde a condiciones estructurales o
preestablecidas –del subsistema político o bien de determinados sujetos: cla-
ses sociales, etnias, etcétera–, sino que deviene de un hecho contingente e
histórico. Es decir, siguiendo a Schmitt, el campo de lo político escapa de los
dominios de lo estatal y fija su especificidad en cualquier lugar o ámbito en
el que los grupos humanos se organizan como “amigos” frente a “enemigos”.
Entonces, lo político no solo implica al antagonismo de posiciones, sino
que acontece y emerge desde cualquier ámbito de la sociedad; nada más requie-
re que el grado de la división o la disposición de lucha alcance un nivel de inten-
sidad que haga inevitable la verificación de esa escisión. Esta concepción permi-
te comprender que la política escapa o bien subvierte el encierro institucional de
la política que desde el contractualismo moderno se pretendía subsumirlo a lo
estatal. En otras palabras, con esta noción se abre la posibilidad de comprender
lo político más allá del Estado, al igual que en el seno de la sociedad civil, sin
caer en el extremo de diluirlo en cualquier manifestación colectiva.
Ese concepto permite entender la emergencia o incidencia de los movimien-
tos y las iniciativas sociales como expresiones que desbordan al sistema político.
La noción de movimientos e iniciativas sociales, antes que una expresión de
nuevos sujetos vinculados a estructuras continuas de identidad colectiva, hace
referencia a formas contingentes o eventuales de articulación, manifestación y
definición de las identidades políticas y sociales. De ahí que el campo político,
desde esta lectura, es polifónico y excéntrico porque en él concurren múltiples
voces o posiciones en continua disputa, o bien se hallan estructurados en torno
a asuntos en litigio, ya que el conflicto, la escisión o el desacuerdo provienen de
diferentes ámbitos y/o espacios de organización de la sociedad.
Como ya mencionamos, desde abril del año 2000, con la denominada
Guerra del Agua en Cochabamba, se activó con intensidad la formación de
movimientos sociales que indistintamente fueron impulsados por grupos de
presión y organizaciones corporativas, por ejemplo los comités cívicos, o bien
al calor de asuntos de interés público o colectivo. El caso de la provisión de
agua potable en la ciudad y el departamento de Cochabamba dio lugar a que, a
El “devenir-otro” de la política | 71
51 Sobre el tema, véase el trabajo de Alberto García, Fernando García y Luz Quitón (2003).
52 Al respecto, los estudios de la dinámica del conflicto del 11 de enero de 2007 en
Cochabamba, realizados por Eduardo Córdova (2008) y Yuri Tórrez et al. (2009),
en parte se enmarcan en la configuración de los movimientos sociales a partir de
conflictos de cobertura regional. Asimismo, el caso de Chuquisaca, que a partir de
las decisiones de la Asamblea Constituyente de retirar la temática de la capitalía
plena de la deliberación sobre la nueva Constitución Política del Estado, derivó
en la generación de un movimiento social de actores cívicos y políticos de ese de-
partamento, en particular de la ciudad de Sucre (Zegada et al., 2008; Tórrez et al.,
2009). En dichas situaciones, los movimientos sociales adquieren connotaciones e
impactos políticos que, desde la lógica del modo de darse de la política en las re-
giones o en el país, ya no es posible eludir ni subestimar, ya que no necesariamente
son acciones colectivas de raigambre popular o elitista.
72 | La política desde abajo: “devenir-otro” de la política en Bolivia
antemano. Por lo dicho, presuponen que las instituciones formales, para sos-
tenerse como mecanismos de canalización del conflicto, precisan descentrar
los procesos de intercambios políticos, reconociendo la existencia o la inci-
dencia de un segundo circuito, no como superación y posterior sustitución del
primer circuito, sino como la incorporación suplementaria de mecanismos y
dispositivos que refuerzan el alcance de los fines de uno y de otro, y que, por
ello, atendiendo la recomendación de Arditi (2005b), debiera incorporarse
su tratamiento en el campo político en forma incremental.
civil organizada.
3
“Formas de darse” de la política en y del MAS-IPSP
Tabla 4: Apoyo a Evo Morales en diferentes eventos electorales, 1997-2014 (trayectoria electoral)
2002
40%
2005
30% 2009
21,00%
20% 2014
10%
0%
Fuente: Elaboración propia con datos de la Corte Nacional Electoral y del Tribunal Supremo Electoral.
78 | La política desde abajo: “devenir-otro” de la política en Bolivia
56 Estas enunciaciones aparecen en las historias de vida y en las conversaciones con diri-
gentes campesinos indígenas desarrolladas a lo largo de varios años, aproximadamen-
te cinco, de vinculación y trabajo desde el PNUD con las estructuras de organización
campesina e indígena del MAS-IPSP. La sistematización y el registro se encuentran en
el libro de autoría colectiva publicado por el CIS y el PNUD (García et al., 2015).
84 | La política desde abajo: “devenir-otro” de la política en Bolivia
mediación entre los “dos mundos” del campo político: el comunitario y el li-
beral democrático, entre la política “desde abajo” y la política “desde arriba”,
en los que jugaban e intervenían los campesinos indígenas, sino que consti-
tuía también un dispositivo de articulación político-electoral, un instrumen-
to efectivo para lograr resultados electorales exitosos, de imposición de ma-
yorías efectivas a través de la agregación de votos y de masiva participación
organizada en movilizaciones sociales. Esta fue otra de las facetas del MAS-
IPSP que mostró su potencia radical cuando el horizonte de acceso al poder
de los campesinos indígenas se vio ampliada del ámbito local al nacional y,
de esa manera, empezó a convertirse en un “instrumento político” ya no solo
de los campesinos indígenas en los ámbitos rurales, sino de un conjunto de
actores del campo popular para el acceso al poder y, a la vez, constituirse en
un efectivo dispositivo político-electoral de gestión hegemónica.
En esa dimensión –que concierne al juego de interacciones para lograr
la articulación de distintos sectores y grupos sociales para acceder al poder y,
luego, para mantenerse en él– se desarrolla con mayor ímpetu la naturaleza
pragmática o de “sentido práctico” de los líderes y los dirigentes campesinos
indígenas que, una vez en uso de los recursos de la representación política,
se mueven con mucha soltura en el campo de las relaciones, los juegos y las
disputas del campo político. Los recursos que utilizan para lidiar con los
desafíos del juego democrático son, en gran parte, pragmáticos. El estilo de
hacer política oscila entre la necesaria dramatización simbólica y discursiva
que requiere la visibilización y la escenificación de la política en condiciones
del actual modelo democrático, y las movilizaciones “orgánicas” y de asedio
político-institucional al régimen establecido a través de la presencia masiva
en las calles y carreteras de los grandes conglomerados sociales; una combi-
nación de acciones políticas que fluctúa indistintamente “de la protesta a la
propuesta”, de lo “orgánico” a lo público, y viceversa.
Las victorias en todos los casos, tanto en los eventos electorales como
en las movilizaciones sociales, fueron democráticas, como mencionaban y
reconocían, una y otra vez, los dirigentes campesinos indígenas cuando re-
memoraban en sus testimonios las victorias electorales y políticas de las dos
últimas décadas, señalando que las mismas fueron logradas, paradójicamen-
te, con las “propias armas del enemigo y en su propia cancha”57 (García et
al., 2015). La victoria electoral de 2005, que logró el 54% de la votación
57 “La importancia de este instrumento político es que ha sido uno de los mejores me-
canismos para llegar al poder, para controlar el poder político […]. Hemos visto que
era el mejor mecanismo para ingresar a la arena democrática, ganar las elecciones y
empoderarse del poder político” (Feliciano Begamonte, dirigente sindical campesi-
no, en García et al., 2015: 106).
86 | La política desde abajo: “devenir-otro” de la política en Bolivia
58 Ese acuerdo o pacto fue suscrito por seis organizaciones indígenas y campesinas del
país: Coordinadora de Pueblos Étnicos de Santa Cruz (CPESC), Consejo Nacional
de Ayllus y Markas del Qullasuyo (CONAMAQ), Confederación Sindical Única
de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB), Confederación Sindical de
Colonizadores de Bolivia (CSCB), Federación Nacional de Mujeres Campesinas
Bartolina Sisa (FNMC-BS) y Movimiento Sin Tierra de Bolivia (MST-B).
“Formas de darse” de la política en y del MAS-IPSP | 87
pudo relajarse –según las circunstancias– como estructura partidaria sin fijar
un centro determinante, más que la voluntad activa de su representante o
líder político: Evo Morales.
3.4. Evo Morales, política más allá del populismo
4
Nuevo pluralismo y “política desde abajo”
(i) El formato “de abajo hacia arriba”, de ejercicio y control territorial del poder
e irradiación hegemónica desde abajo. La faceta del MAS-IPSP descrita an-
teriormente como “instrumento político” de las organizaciones campesi-
nas e indígenas es la que posibilita la incorporación directa y efectiva de
miembros de los sindicatos, las comunidades y/o las federaciones campe-
sinas indígenas, instancias que, asimismo, son comandadas y controladas
por las estructuras orgánicas (CSUTCB, CSCIOB, CNMIOCB-BS).62 A
partir de ello, numerosos representantes orgánicos son parte de las ins-
tancias de representación política y del Gobierno a nivel nacional, así
como también en los niveles departamental y municipal, garantizando,
de ese modo, el acceso a los recursos institucionales del poder público
para lograr resultados en favor de los intereses de las estructuras orgánicas.
Los balances que se han elaborado en torno a los resultados electorales del
29 de marzo de 2015 han sido ampliamente divulgados por los medios de
comunicación a nivel nacional e internacional. En la mayoría de ellos se
establece que el oficialismo, después de una década de Gobierno y ascen-
so político, sufrió su primera derrota ya que perdió el control de las ciu-
dades y gobiernos municipales que antes estaban bajo su control: El Alto,
Cochabamba, Oruro y Cobija. Asimismo, no pudo lograr el asentamiento
de resultados favorables en las ciudades de La Paz, Tarija, Trinidad y Santa
Cruz, donde abrazaban marcadas expectativas de éxito o bien de crecimiento
exponencial. En suma, de las diez ciudades más importantes del país, por la
alta proporción de concentración poblacional (cerca del 65% del total nacio-
nal), el MAS-IPSP solo había logrado la victoria en dos de ellas, que no son,
precisamente, del eje de concentración poblacional: Potosí y Sucre.
Del mismo modo, había perdido también la Gobernación de La Paz y se
vieron en vilo las gobernaciones de Tarija y Chuquisaca, a pesar de que éstas
se encontraban bajo su control al momento de las elecciones. La disputa por
la primera plaza (Tarija) fue a una segunda vuelta los primeros días de mayo,
en tanto que la segunda (Chuquisaca) se resolvió en favor del MAS-IPSP
en un contexto de desacreditación originada en las decisiones del Órgano
Electoral.69 Tampoco pudo revertir el control que las fuerzas opositoras ejer-
cen, desde hace más de una década, en las gobernaciones de Santa Cruz y
Beni. En la primera, Rubén Costas ganó nuevamente, líder de la segunda
El dato que a primera vista resalta del análisis de las contiendas electorales
de octubre (2014) y, en particular, de marzo (2015) es que el MAS-IPSP
resultó nuevamente victorioso. El “Instrumento político” se reafirmó como
Nuevo pluralismo y “política desde abajo” | 105
70 Damián Condori, joven dirigente campesino de origen quechua, acumuló una am-
plia carrera sindical y política en el seno de las organizaciones campesino-indígenas
del departamento de Chuquisaca y del país. El año 2013 fue elegido Secretario
Ejecutivo de la CSUTCB, también fue dirigente y representante del MAS-IPSP en
distintas oportunidades por decisión de las organizaciones campesinas. En una
entrevista realizada cuando fungía como ejecutivo de la federación de campesinos
106 | La política desde abajo: “devenir-otro” de la política en Bolivia
71 Al respecto, la oferta electoral del oficialismo fue genérica y mediocre, pues en unos
casos ofertó la continuidad de gestiones municipales observadas y plagadas de acu-
saciones de corrupción y prebendalismo (El Alto y Cochabamba), embrionaria,
improvisada y convencional (Santa Cruz y Tarija) y falto de originalidad (La Paz).
72 Según la nota editorial del semanario La Época, medio de comunicación afín al ofi-
cialismo, la excepción en la presentación de liderazgo y el discurso regional fueron
los departamentos de Oruro y Potosí, pero que aparecían deslucidos por el “tamaño
108 | La política desde abajo: “devenir-otro” de la política en Bolivia
5
Balance del “proceso de cambio”
Una década y más del gobierno de Evo Morales es un asunto que presenta
distintas facetas. La deriva política fue una de ellas, y al respecto se dijo y se
dice mucho. La mayoría de las alocuciones fue de crítica a su configuración
y desemboque. En general, desde la acera opositora se asumió que existe un
régimen autoritario en declive y, en contrapartida, desde el oficialismo se
reivindicó la configuración de un nuevo régimen democrático de nuevo tipo.
Para gran parte de las fuerzas opositoras, el ciclo de Morales representa
el periodo de desmontaje de las estructuras institucionales del “Estado de
derecho” y de la democracia a través de una excesiva concentración y centra-
lización del poder en el presidente, en desmedro de los otros poderes, estruc-
turas y órganos del Estado. En ese marco, a través del gobierno de Morales
acontece la impronta autoritaria de un “régimen de minorías efectivas” que,
en los hechos, “desinstitucionaliza” a la democracia y al Estado de derecho.
En cambio, para los miembros del Gobierno estamos frente a la configura-
ción de un “nuevo Estado” y una “nueva democracia” que se dirige hacia la
edificación del Estado plurinacional y al “socialismo comunitario”, cuyo sus-
tento inmediato son los resultados electorales logrados por el Movimiento
Al Socialismo (MAS) desde 2005 hasta la última elección nacional (2014).
Dichos resultados superan la mayoría absoluta del 50%, permitiendo el ac-
ceso directo y consecutivo de su principal líder al poder, sobre la base del
apoyo de las organizaciones y movimientos sociales. En suma, desde ambas
perspectivas las consecuencias y los efectos no son menores para el balance
del desempeño y la calidad de la democracia.
De esa manera, a pesar de las posiciones de un lado y del otro, los cambios
políticos e institucionales fueron y son de gran envergadura. En su haber se
enumeran transformaciones institucionales y mutaciones políticas, desde la
“ampliación” de los mecanismos de representación y participación social, vía
la nueva Constitución Política del Estado (CPE), hasta el replanteo, la reno-
vación y el desplazamiento de los sujetos o actores que eran predominantes
en las dinámicas políticas. Por mencionar algo, en la actualidad el régimen
político es otro respecto de la estructura normativa e institucional que lo
antecedía, así como también son otras las dinámicas, los actores y los dis-
cursos que predominan en las interacciones y en el desempeño político. Las
110 | La política desde abajo: “devenir-otro” de la política en Bolivia
73 La “Agenda de Octubre” emergió como resultado del conflicto que se extendió des-
de 2003 hasta 2005, y constituyó el resultado de la crisis y salida política de Gonzalo
Sánchez de Lozada, y la asunción de Evo Morales al poder, en enero de 2006. Desde
la perspectiva de sus promotores, implicó el establecimiento de una “ruta crítica”
consistente en: i) la nacionalización de los hidrocarburos y su correspondiente in-
dustrialización, ii) la liquidación del D.S. N.° 21060, iii) el encarcelamiento de los
autores materiales e intelectuales de la masacre en El Alto, y iv) la convocatoria a
la Asamblea Constituyente. Por su parte, la Agenda Patriótica 2025 es la propuesta
presentada por el gobierno de Evo Morales el 2011 como principal línea de orienta-
ción gubernamental de la ejecución de políticas públicas, la misma que se proyecta
hasta el año del bicentenario del nacimiento de la República de Bolivia. Desde el
punto de vista de Fernando Mayorga (2014), la Agenda Patriótica representa el
“giro programático” del gobierno de Evo Morales.
Balance del “proceso de cambio” | 111
77 Según Fernando Mayorga (2012), como efecto del control de los dos tercios de la
Asamblea Legislativa Plurinacional, el MAS incidió sobremanera en la conforma-
ción o en la estructuración de los otros órganos del Estado: Judicial y Electoral,
afectando el control “contramayoritario” que estos ejercen sobre el sistema político.
78 En la última elección subnacional, el MAS-IPSP perdió el control de importantes
gobiernos municipales que antes estuvieron en su poder, como es el caso de las
ciudades de El Alto y Cochabamba. También perdió el control de las gobernaciones
de La Paz y de Tarija, y con dificultades y cuestionamientos sobre la legalidad y
114 | La política desde abajo: “devenir-otro” de la política en Bolivia
Por ello, uno de los asuntos recurrentes del debate político fue y es la ca-
racterización del Gobierno de Morales. Desde la perspectiva del análisis ins-
titucional, se establece que es un régimen de presidencialismo “exacerbado”,
tanto porque las reglas institucionales –tal como están diseñadas en la CPE y
en la normativa del régimen político– incentivan la concentración y la cen-
tralización de las decisiones en la figura del presidente (y del vicepresidente)
en comparación con las que ejercen el resto de los representantes, así como
en paralelo al régimen anterior que se caracterizó por el “presidencialismo
híbrido” o “semipresidencialismo”.79
El particular estilo de Gobierno de Morales, además de mantener la es-
tructura institucional del Estado bajo los efectos de los resultados electorales,
ha desplegado interacciones “flexibles e inestables” con sectores, grupos y or-
ganizaciones sociales que se han constituido en factores de poder. Ese estilo
permitió que las estructuras de “autogobierno”, como los sindicatos de cam-
pesinos, los cooperativistas mineros, los gremiales, los obreros, las cooperativas
de servicios, los empresarios, etcétera, gestionen con cierta autonomía y “visto
bueno” un conjunto de recursos naturales, públicos y/o “bienes comunes” y,
también, sean parte del Gobierno en tanto aliados en distintos ámbitos, niveles
e instancias de representación, gestión y toma de decisiones.
Así, el Gobierno incorporó en el diseño y en el desempeño de su ges-
tión una variante de gobernabilidad que, si bien constituía una pauta “infor-
mal” en el pasado, fue un determinante central y reiterativo de su estilo: la
extensión de mecanismos de relacionamiento e intercambios políticos. Esas
relaciones de intercambio, denominadas “informales” y estigmatizadas por
la oposición como “corporativas” y “prebendales”, han sido las que garan-
tizaron el amplio sustento social y político que el MAS-IPSP logró asentar
a lo largo de más de una década. Desde inicios de 2006 al presente (2019),
numerosos representantes “orgánicos” de las organizaciones sociales más im-
portantes del país, como la Confederación Sindical Única de Trabajadores
Campesinos de Bolivia (CSUTCB), los “Interculturales”, las “Bartolinas”, la
Central Obrera Boliviana (COB) y la Federación Nacional de Cooperativas
Mineras de Bolivia (FENCOMIN), entre otras, fueron miembros de las es-
tructuras de representación del oficialismo tanto en el nivel nacional como
en el subnacional (departamental y municipal). Como ya mencionamos, la
propia nominación del MAS-IPSP como un “instrumento político”, a merced
84 En el contexto del referendo del 21 de febrero de 2016 estalló uno de los escándalos
de mayor “viralización política” en los medios de comunicación, conocido como el
“caso Zapata”, que vinculaba directamente al presidente Morales y a miembros de su
gabinete con actos de corrupción y enriquecimiento ilícito. Según el oficialismo, ese
evento mediático afectó sustancialmente en la derrota gubernamental en el referen-
do. Por otra parte, después del plebiscito sucedieron varios conflictos de baja intensi-
dad con distintos sectores sociales que fueron aliados o miembros de la estructura de
apoyo, como las personas con discapacidad, que se enfrentaron dramáticamente con
las fuerzas del orden por más de un mes y sin lograr resultados favorables en defensa
de sus demandas. Asimismo, con los trabajadores de ENATEX, cuya problemática, si
bien logró el apoyo de la COB, tampoco consiguió el cumplimiento de la totalidad
de lo demandado. El conflicto de alta intensidad fue el enfrentamiento violento
del Gobierno con los cooperativistas mineros en agosto de 2016, cuyo saldo fue el
fallecimiento de tres mineros por proyectiles de armas de fuego y el asesinato del
viceministro Rodolfo Illanes por parte de los cooperativistas.
120 | La política desde abajo: “devenir-otro” de la política en Bolivia
campo político. Las disquisiciones sobre esta hegemonía son varias, pero
todavía son genéricas. Para unos, este régimen se acerca a la faceta ominosa
del presidencialismo: la personalización de la política, la desinstitucionali-
zación de las estructuras del sistema político y el populismo, que, desde su
óptica, amenaza a las instituciones democráticas; y, para otros, es la expre-
sión de una voluntad nacional-popular mayoritaria, que abre horizontes de
reinvención de la democracia desde un “otro” pluralismo o desde la política
“desde abajo”.
Al respecto, en los últimos años se hicieron manifiestos los síntomas de la
emergencia de esas nuevas pulsiones de democratización social que reinventan
al sujeto plurinacional: un “otro” y un “nuevo” pluralismo que surge o emerge
desde “lugares” y/o “sectores” considerados como “no propios” de la política,
esto es, desde el seno de la sociedad civil organizada y que en su suceder pone en
vilo a las estructuras establecidas. En ese sentido, si bien el Gobierno de Morales
fue y es todavía una expresión de la articulación “nacional-popular” sobre la
base de la presencia y la batuta de las organizaciones campesinas indígenas (bá-
sicamente cocaleras y de colonizadores) que lograron articular a otras organi-
zaciones y actores de raigambre popular, ello no implica la total condensación,
normativización y monopolización del “proceso de cambio” en él y por él.
Como ya se dijo, la estabilidad que vivió el país a lo largo de más de una
década se logró a cambio de garantías formales e informales suministradas
a las estructuras “orgánicas” para la gestión de “bienes comunes”: recursos
naturales y otros intangibles (Ostrom, 2000), y el acceso a los “bienes pú-
blicos” suministrados por el Estado, en una especie de reactualización del
“pacto de reciprocidad” o de intercambio político de favores y márgenes de
autogobierno de un lado y otro (Platt, 1982); una reinvención de la dimen-
sión de lo político que rompe el esquema habitual de la representación y la
participación política. Todo ello porque aconteció, entre otras cosas, el des-
pliegue de la política “desde abajo”, la misma que fue y continúa paulatina e
incrementalmente copando y limando al poder estatal en distintos niveles e
instancias (Tassi et al., 2016). En suma, además de la política “desde arriba”,
la hegemonía “de”, suceden otras formas de hacer política que surgen “desde
abajo”: se replantea el intercambio político y se redefinen los contornos del
campo político, una hegemonía desde y “en” la diversidad social.
Ejemplos de la manifestación política “desde abajo”, además de la acción
subrepticia de los movimientos sociales, son las movilizaciones convocadas
por el Comité Cívico Potosinista (COMCIPO)85 o los fenómenos electorales
6
¿Hacia dónde va el “proceso de cambio”?
cultura política que vaya más allá de la lógica binaria? Al parecer, este es un
asunto que ha resultado central para el análisis sobre el devenir del “proceso de
cambio” y que en esta parte buscaremos problematizar y esbozar respuestas.
Carl Schmitt (1999) sostuvo que lo político expresa y surge del politeísmo de
valores, del pluriverso que denota la relación amigo/enemigo, el mismo que
no tiene un lugar propio ni un fin último o predeterminado. Siguiendo a
Schmitt, lo político emerge de cualquier lugar o ámbito de la sociedad; tan
solo requiere que en el seno de la misma ocurra la disposición agregada de
lucha de unos frente a otros; y, en consecuencia, el sentido de la política es con-
tingente e impredecible. En unas palabras: es la expresión de la confrontación
de posiciones, intereses, visiones o interpretaciones en la que no hay un puerto
preestablecido de salida ni de llegada. Si bien esto es lo que hemos llamado un
primer registro de la política, lo otro, su reverso, su segundo registro, siguiendo
a Hannah Arendt (1997), es el que expresa la constitución de la comunidad
política: el “estar y actuar juntos” en tanto sujetos singulares que configuran
una comunidad política. Así, un “orden civil” u “orden público”, si se quiere,
o la consecución de una sociedad democrática en condiciones de alta contin-
gencia y pluralidad, es posible en la medida en que acontezca la interacción
o encuentro de posiciones disímiles que configuren y edifiquen mediaciones
institucionales; es decir, es del juego de la política, de la interacción, del en-
cuentro y desencuentro, del conflicto y consenso que se edifican la sociedad y
el Estado democrático. En consecuencia, el destino de una comunidad plural
es la política, ya que sus resultados son distintos y potentes a la vez, y fruto de
la confrontación, la disputa y el desacuerdo emergen los artificios legales que,
por su forma y naturaleza, son coactivos, vinculantes y, por ello, obligatorios
para respaldar la cohesión de la comunidad política. La legalidad es, por tanto,
uno de los productos de la política, del juego de la relación de partes y/o corre-
lación de fuerzas. En tanto resultado de la política, ella sustenta al orden civil
que denominamos estructura jurídico-institucional del Estado.
En toda sociedad existe un conjunto de reglas y procedimientos que
atempera la dimensión contingente e impredecible de la política, del con-
flicto y de la belicosidad que emergen del pluralismo y el desacuerdo. No
es que haya una subsunción real de la política por la legalidad, anulando la
posibilidad de esta; todo lo contrario, la legalidad establece los límites o, al
menos, los contornos que, asimismo, son precarios, ya que definen de ma-
nera inestable un “adentro” y un “afuera” de lo que es posible o no, lo que
es permitido o no, para la política. Define el campo de acción y, por ello,
confiere de certidumbre y confianza a los miembros y actores que conforman
¿Hacia dónde va el “proceso de cambio”? | 125
Conclusiones
Por otro lado, de forma paralela o alterna se puso en evidencia una mul-
tiplicidad de estructuras y formatos de hacer política que pudiéramos catalo-
garlos como “desde abajo” y que incidieron en el éxito del Gobierno y en el
curso de las transformaciones político-institucionales del Estado. A través de
una diversidad de estructuras de organización y acción colectiva, dichos for-
matos fueron marcando el paso de las reformas y los resultados del “proceso de
cambio”. La presencia de grupos de presión, organizaciones corporativas, co-
munitarias y asociativas, visibilizó la insuficiencia de los formatos político-par-
tidarios y del sistema político organizado bajo los dispositivos de la democracia
representativa de raigambre liberal.92 Si bien esos formatos siempre habían
sido los factores de peso en los acontecimientos políticos del pasado, no fueron
considerados como sujetos político-institucionales de la mejora y del desarro-
llo de la democracia. La fuerte incidencia de esas estructuras y formatos, tanto
en el flujo de las relaciones de intercambio como en el funcionamiento de
los procesos decisionales del Gobierno, vendría a vislumbrar la necesidad de
asumirlas como “otros” agentes centrales de la edificación institucional de la
democracia y, con ello, de su incorporación en el lenguaje de la política para
pensar el Estado y la democracia en clave plurinacional y/o posliberal.
Acontece, entonces, una especie de desordenamiento de lo establecido
que aturde la gestión institucional de los procesos. Esos formatos o estruc-
turas, como dijimos, no necesariamente confluyen de manera armónica en
la estructura de poder, ya que las pulsiones internas y externas que se mani-
fiestan no son lineales y unívocas, estables o institucionalizadas; son, en todo
caso, estructuras y relaciones en continuo movimiento, tensión y cambio.
El entrecruzamiento y la sobreposición de la política “desde abajo” con la
política “desde arriba” se expresan en la reproducción de relaciones de en-
cuentro y, a la vez, de desencuentro. A veces acontece una virtuosa relación
en la que se acoplan los fines u objetivos del Gobierno y de las estructuras
concentración de las decisiones en la figura del presidente; con el curso del tiempo
y los hechos, él es la figura central del acontecer político. Al respecto, véase los tra-
bajos de Fernando Mayorga (2014) y Fernando Molina (2013).
92 Son distintas las facetas de la participación de las organizaciones sociales de rai-
gambre popular en las decisiones del Gobierno de Morales. En su inicio articulado
en el “Pacto de Unidad”, que congregaba a las principales organizaciones campe-
sinas e indígenas del país, y, luego, a través de distintos mecanismos de vincula-
ción, coordinación y apoyo, como lo fue la Coordinadora Nacional por el Cambio
(CONALCAM), catalogada en su momento como el “Estado Mayor de Pueblo”, que
aglutinó a las organizaciones campesinas indígenas y a una gama de organizaciones
de raíz popular, como la Central Obrera Boliviana (COB), las juntas vecinales, los
cooperativistas, mineros, etcétera.
Conclusiones | 139
93 En otro lugar (García, F. et al., 2014) propusimos la noción “devenir estatal” para
dar cuenta de la llegada campesina indígena al poder político, que, ahora, tam-
bién la vinculamos con “devenir-otro” para expresar no solo la particularidad de la
irrupción campesina e indígena, sino para dar cuenta de las distintas dinámicas de
participación y representación política que acontecen “desde abajo”, o bien fuera de
los circuitos del Estado.
94 De acuerdo con Nico Tassi et al. (2016), la noción de “popular” remite a distintos
grupos y sectores sociales que en su mayoría se autodefinen como tal ante la carga
peyorativa y clasificatoria de otras que son extrañas a las nominaciones con las que
se pretende caracterizar o bien catalogar a estos sectores y grupos sociales.
140 | La política desde abajo: “devenir-otro” de la política en Bolivia
95 Los datos de esta realidad son evidentes: a la fecha existen tres Gobiernos bajo el
formato de autonomías indígenas originarias campesinas, más de dos tercios de
los Gobiernos municipales están en poder de estructuras orgánicas (sindicales y/o
corporativas), siete de nueve Gobiernos departamentales están fuertemente contro-
lados e influidos por las estructuras “orgánicas”, y las estructuras del Estado en su
composición social son presa de la contaminación y el pulseteo de fuerzas que se
irradian desde abajo, desde estructuras corporativas y comunitarias.
Conclusiones | 141
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